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‘kimos utes publicads: Relates ier Pit oe taal e i Kocher Goin oma ce Romy: Obl tate y ved Fhe Eus oe He’ oor eae toners Beiter ieee hone Gee! cocina et BSF pt de nda ae Oe et eiae Hamme Mm Gap Mado divesgcion ste fgen cinta SE Ee enor de ice 2 Ena sce el cota eri hp Ext er ' fuera id. 5 Nora eed dain B Bec Eocene er EDN) eee dened tig i. i remo. Magia yA aanoe- ny stra te one Dot dae E fle smo sce Ekman i sc ter Nowe ay ce Seen der te te ade ct Hiren el ea ST ily od Here Nac pte dd npr yu tints pe Et reso Estética, ética y hermenéutica Paidés Basica | Michel Foucault | Obras esenciales, Volumen IIT ioe bed Se le a ioe eee ee EL eR ea iA Ret Een ei cera 1S eee ae iG beer arma i secre ate 42. 1 Kover Catura a on Fi 6 (tie eect 2 EE ai pent wD PAIDOS | “Tilo oigina: Dito rite “ome I "220, 22 12,283, 234, 239, 24,269, 274 Publicado en francés n 1994 por Ealions Gallimard, Pars ‘Tome IV: 1 285,295, 297, 304,312, 323,328, 330, 339, 342, 345, 350, 354, 356, 358, 360, 363 Publicado en faneds e 1994 por Eons Gallimard, Pars “ratuecion de Angel Gabilondo CCubierta de Mario Exkenseh ‘Obra publcada con la ayuda del Ministerio Francés de Cultura ued iguana roids matic ediciones ore dt opr, ia eyer robin lpr ee he is cameos repo latent nomi, fu rmetone square pean pbs, (© 1994 Etions Gallimard Par el text orignal 345: © 1988 PUF Par (© 1999 de de la traducsin, Ange! Gabilondo (© 1999 de todas las eciones en castellano, Ediciones PidésIbrca, S.A, Mariano Cub, 9208021 Barcelona y Eiiorial Pas, SAICE, Defensu, $99 - Buenos Aires, Inupatet pidoscom © 1994 Esons Gallimard ISBN: $4.493.0711-2 ISBN: 84-493-0586.1 (Obra completa) Dept legal: 8-47.2292001 Impreso en A & M Grif, SL, (05120 Sta Perpetua de Mogoda (Barcelona) limpreso en Espana - Prine in Spain Sumario La creacién de modos de vida, Angel Gabilondo .. 1. La evohusin del concepto de sindividuo peligrosor en Ia psiquiatria legal del siglo xxx : = aT 2. Dilogo sobre el poder 3. Lalocura ya sociedad |... 4. Ta inconporacion del hospital en la tecnologia. moderna .. 97 5: La llogofa analtes de a poltica ve Ally +B. Sexualidad y poder ..... T.Laescena de la filosofia . 8. La egubernamentalidad» 9. Un placer tan sencillo . .. 10. Es inttil sublevarse: : 11! Nacifniento de la biopolitica + 12, El filésofo enmascarado 13, Sexualidad y soledad 14, Las mallas del poder . 15. Subjetividad y verdad . 16. El combate de la castidad 17. La hermenéutica del sujeto’- 18, Laescrituradest ...... “19: Hstrucuralismo y postesiructraismo 20. ¢Qué es la Tlustracién? 21. Polémica, politica y problemat:zaciones 022. Foucault. . 23. El cuidado de la verdad” 24, Elretorno dela moral : 5. La ética del cuidado de si come practica de la libertad . |. 393, -& Michel Foucault, una entrevista: sexo, poder y politica de la identidad : as 352 ESTETICA, ATICA Y HERMENEUTICA Dicha actitud filoséfica se debe traducir en un trabajo de investi- gaciones diversas; tales investigaciones tienen su coherencia metodo- égica en el estudio a la par arqueoldgico y genealdgico de pricticas consideradas simulténeamente como tipo tecnolégico de racionali- dad y juegos estratégicos de libertades; tienen, ademés, stu coheren- cia tedrica en la definicion de las formas histéricamente singulares ‘en Jas que han sido problematizadas las generalidades de nuestra relacién con las cosas, con los otros y con nosotros mismos. ¥ tie- nen su coherencia practica en el cuidado puesto en someter la re- flexi6n hist6rico-critica a la prueba de las précticas concretas. No sé si hoy en dia hace falta decir que el trabajo critico implica atin la fe en la Tlustracisn; considero que siempre necesita el trabajo sobre nuestros limites, es decir, una labor paciente que da forma a la im- paciencia de la libertad. por Nietzsche y Max Weber ha furdado una forma de rflexin en a que he intenta- lio trabajar. Con estas palabras termina el extracto del curso de 1983, también tit: lado sQurest-ce gue les Lumires?» D.E., t1V, pégs. 679-688, véanse pigs. 687-688; trad. cast en Saber y verdad, Madrid, Piqueta, 1985, pigs. 197-207). (N. del ed.) 21, POLEMICA, POLITICA Y PROBLEMATIZACIONES «Polemics, Politics and Problematizations» («Polémique, politique ct problématisations»; entrevista con P. Rabinow, mayo de 1984), res- uestas traducidas al inglés en Rabinow (F.) (comp.), The Foucault Rea~ der, Nueva York, Pantheon Books, 1984, pags. 381-390, —ePor qué se mantiene usted al margen de la polémica? —Me gusta discutir y trato de responder a las cuestiones que se ‘me plantean. Es verdad que no me gusta participar en polémicas. Si abro un libro en el que el autor tacha a un adversario.de eizquier- dista pueril», lo cierro enseguida. Tales maneras de hacer no son las mfas; no pertenezco al mundo de los que se valen de ellas. Por esta diferencia, que mantengo como algo esencial: se trata de toda tuna moral, la que concierne a la biisqueda de la verdad y a la rela- cién con el otro. En el juego serio de las preguntas y de las respuestas, en el traba- jo de elucidacién reciproca, los derechos de cada uno son de alain modo inmanentes a la discusién. Simplemente marcan la situacién de didlogo. El que pregunta no hace sino usar del derecho que le es dado: no estar convencido, percibir una contradiccién, tener nece- sidad de una informacién suplementaria, hacer valer postulados di- ferentes 0 destacar una falta de razonamiento. En cuanto al que res- ponde, tampoco dispone de ningiin derecho excedente respecto de Ja discusién misma; esta ligado mediante la légica de su propio dis- curso alo que ha dicho con antelacién y, a través de Ia aceptacion del didlogo, al examen del otro, Preguntas y respuestas derivan de ‘un juego —un juego a la par agradable y dificil—en el que cada uno de ios interlocutores se limita a no usar sino derechos que le son da- dos por el otro y mediante la forma aceptada del dilogo. El polemista se aproxima acorazado de privilegios que ostenta de'entrada y que nunca acepta poner en cuestién. Posee, por prin- 354 ESTETICA, ETICA Y HERMENEUTICA cipio, los derechos que le autorizan a la guerra y que hacen de ésta luna empresa justa; no tiene ante él a un interlocutor en la bisque- da de la verdad, sino a un adversario, un enemigo que es culpable, ‘que es nocivo y cuya existencia misma constituye una amenaza. Para él, el juego no consiste, por tanto, en reconocerlo como sujeto ‘que tiene derecho a la palabra. sino en anularlo como interlocutor, de todo didlogo posible, y su objetivo final no sera el de acercar tanto como se pueda una dificil verdad, sino el hacer triunfar la causa justa de la que desde el comienzo es el portador manifiesto. El polemista se apoya en una legitimidad de la que, por definici6n, es excluido su adversario. ‘Quizé seré preciso hacer algtin dfa la larga historia de la polémi- ca como figura parasitaria de la discusién y obstéculo en la biisque- da de la verdad. Muy esqueméticamente, me parece que en ello se podria reconocer hoy la presencia de tres modelos: modelo religio- so, modelo judicial y modelo politico. Del mismo modo que en la heresiologfa, la polémica se propcne como tarea determinar el pun- to de dogma intangible, el principio fundamental y necesario que el adversario ha descuidado, ignorado o transgredido; y en esta negli- gencia, denuncia la falta moral; en la raiz del error, descubre la pa- sién, el deseo, el interés, toda una serie de debilidades y vinculacio- nes inconfesables que la constituyen en culpabilidad. Como en la prictica judicial, 1a polémica no abre la posibilidad de una discu- sién en condiciones de igualdad; instruye un proceso. No se ocupa de un interlocutor, trata un sospechoso, retine las pruebas de su cul- pabilidad y, designando la infraccién que ha cometido, pronuncia el veredicto y dicta condena. En todo caso, no estamos en el orden de tuna indagacion llevada en comiir; el polemista dice la verdad en la forma de un juicio y segtin la autoridad que le es conferida a sf mis- mo. Pero hoy en dia el modelo politico es el mas poderoso. La polé- mica define alianzas, recluta partidarios, coliga intereses u opinio- nes, representa un partido; constituye al otro en un enemigo por tadar de intereses opnestos contra el que hay que luchar hasta el momento en el que, vencido, no le cabré sino someterse o desapa- recer. ‘Sin duda, en la polémica la reactivaci6n de estas précticas polf- ticas, judiciales o religiosas no es otra cosa que teatro, Se gesticula: anatémas, excomuniones, condenas, batallas, victorias y derrotas no son, después de todo, sino maneras de decir. Y sin embargo son también, en el orden del discurso, maneras de hacer que no care- cen de consecuencias. Se dan efectos de esterilizaci6n: ¢se ha visto alguna vez surgir una idea nueva de la polémica? Y no podra ser de POLEMICA, POLITICA Y PROBLEMATIZACIONES. 355 otra manera desde el momento en que los interlocutores son incita- dos, no a avanzar, ni a arriesgarse cada vez mds en lo que dicen, sino a replegarse sin cesar sobre el buen derecho que reivindican, sobre su legitimidad que deben defender y sobre la afirmacién de su inocencia. Y hay algo més grave: en esta comedia se remeda la ‘guerra, la batalla, las aniquilaciones o las rendiciones sin condicio- dies; se have pusar cuanto se puede par su instinto de muerte. Aho- ra bien, resulta peligroso hacer creer que el acceso a la verdad pue- de pasar por semejantes caminos y validar de este modo, siquiera solamente bajo forma simbélica, las practicas politicas reales que podrian asf autorizarse. Imaginemos por un instante que, en una polémica, uno de los dos adversarios recibe, mediante tun golpe de varita magica, el poder de ejercer sobre el otro todo el poder que desea. Algo que, por lo demés, resulta imtitil imaginar: basta con ver ‘cmo se desarrollaron en la URSS, no hace tanto tiempo, los deba- tes en torno a la lingifstica o a la genética, ¢Eran desviaciones abe- rrantes de lo que debe ser la auténtice discusién? En absoluto, an- tes bien, en tamafo real, se trataba de las consecuencias de una actitud polémica cuyos efectos habitualmente permanecen en sus- penso. —A través de su obra se ha visto en usted un idealista, unt nihilista, un «nuevo fildsofon, un antimarxista, un nuevo conservador. ¢Dénde se situaria verdaderamente? —En efecto, creo haber sido localizedo una tras otra, y a veces si- multéneamente, en la mayoria de las casillas del tablero politico: anarquista, izquierdista, marxista ruicoso u oculto, nihilista, anti- marxista explicit 0 escondido, tecnécrata al servicio del gaullis- ‘mos, neoliberal. Un profesor americano se lamentaba que se invitara, alos Estados Unidos a un criptomarxista como yo, y fui denunciado en la prensa de los pafses del Este como un cémplice de la disiden- cia. Ninguna de estas caracterizaciones es por si misma importan- te; su conjunto, por el contrario, tien sentido, Y debo reconocer ‘que esta significacton no me viene demasiado mal. Es verdad que no me gusta identificarme y que me divierte la di- versidad de los juicios y clasificaciones de los que he sido objeto. Algo me dice que, finalmente, se me hebria debido encontrar un lu- gar mas 0 menos aproximativo tras tantos esfuerzos en direcciones tan variadas, y como evidentemente ne puedo sospechar de la com- petencia de cuantos se enredan en juicios divergentes, como no es posible cuestionar su distraccién o su toma de posicién, hay que ver en su incapacidad para situarme algo que tiene que ver conmigo, 356 ESTETICA, ETICA Y HERMENEUTICA Sin duda es algo que concierne fundamentalmente a mi mane- ra de abordar las cuestiones de la politica. Es cierto que mi actitud no deriva de esta forma de critica que, so pretexto de un examen me- t6dico, recusaria todas las soluciones posibles, salvo una que seria la buena. Es mas bien del orden de la «problematizaciéno: es decir de la elaboraci6n de un dominio de hechos, de précticas y de pensa- mientos que me parece que plantean problemas a la politica. No pien- so, por ejemplo, que haya ningtin «politico» que pueda, ala vista de la Tocura o de la enfermedad mental, detentar la soluci6n justa y defi- nitiva. Pero pienso que hay, en la locura, en la alienaci6n, en las perturbaciones del comportamiento, razones para interrogar a la politica, la cual ha de responder a estas cuestiones, aunque nunca Ile gue a hacerlo del todo. Otro tanto ocurre con el crimen y la pena: na- turalmente resultarfa falso imaginar que la politica no tiene nada que ver con la prevencién del crimen y su castigo, as{ como cierto nimero de elementos que modifican su forma, st sentido, su fre~ cuencia, pero serfa también completamente falso pensar que haya una férmula politica que comporte innatamente la resolucién de la cuestién del crimen y le ponga término. Pasa lo mismo con la se- ualidad: no existe sin una relacion con estructuras, exigencias, le /es y reglamentaciones politicas que tienen para ella una impor- lancla eaplial y sin embayo, uovcabe esperar de In politien las formas en las que la sexualidad dejarfa de constituir un problema. ‘Asi pues, se trata de pensar las relaciones de estas diferentes ex- periencias en la politica, lo que no quiere decir que se buscaré en dicha politica el principio constituyente de estas experiencias 0 la solucion que regular en ella de modo definitivo la fortuna. Es pre- ciso elaborar los problemas que experiencias como éstas plantean ‘ala politica, Mas atin, hay que determinar bien lo que quiere decir «plantear un problema» a la politica. R. Rorty hace nolar que, en. estos andlisis, no hago apelacién a ningin nosotros» —a ninguno de esos «nosotros» con los que el consenso, los valores, la «tradicio- nalidad» forman el cuadro de un pensamiento y definen las condi- ciones en las que se puede validar—. Pero el problema justamente es saber si, en efecto, es en el interior de un «nosotros» donde con- viene colocarse para hacer valer los principios que se reconocen y los valores que se aceptan, o si no es preciso, elaborando la cues- tién, hacer posible la formacién futura de un «nosotros». El asunto es que no me parece que-el «nosotros» deba ser previo a la cues- tién; no puede ser sino el resultado —y el resultado necesariamente provisional— de la cuestién tal como se plantea en los términos nuevos en que ésta se formula. No estoy seguro, por ejemplo, de POLEMICA, POLITICA ¥ PROBLEMATIZACIONES 357 que en el momento en que escribta la Historia de la locura hubiera lun enosotros» preexistente y acogedor, al que habria bastado que me refiriera para exhibir mi libro y del que dicho libro habria sido la expresion espontdnea. Entre Laing, Cooper, Basaglia y yo mis- mo, no habfa ninguna comunidad ni ninguna relacidn. Pero el pro- blema que se planted para aquellos que nosotros habfamos lefdo, y también para algunos de nosotros, era el de saber si era posible constituir un «nosotros» a partir del trabajo hecho y que fuera de tal naturaleza que formara una comunidad de accién, No he buscado nunca analizar nada desde el punto de vista de Ia politica, sino que siempre he tratado de interrogar a la politica so- bre lo que tenfa que decir acerca de los problemas a los que estaba confrontada. La interrogo sobre sus tomas de partido y las razones que da de ello, no le pido que fije la teorfa de lo que hago. No soy ni un adversario ni un partidario del marxismo; lo cuestiono sobre lo gue tiene que decir de experiencias que le plantean interrogantes. En relacién con los acontecimientos de Mayo del 68, me parece que éstos ponen de manifiesto otra problemética. Yo no estaba en Francia en esta época y no volvi hasta varios meses después. Me parecié que se podfa reconocer en ello elementos completamente contradictorios: por una parte, un esfuerzo ampliamente afirmado de plantear a la politica toda una serie de cuestiones que no se des- prendian tradicionalmente de su dominio estatutario (la cuestién de las mujeres, de las relaciones entre los sexos, de la medicina, de Ja enfermedad mental, del medio ambiente, de las minorias, de la delincuencia); y, por otra parte, una voluntad de volver a transcri- bir todos estos problemas en el vocabulario de una teorfa que sur- gfa més 0 menos directamente del marxismo. Ademés, el proceso que se marcé en ese momento condujo, no a la confiscacién de los problemas planteados por la doctrina marxista, sino, por el contra- rio, a una impotencia cada vez més manifiesta del marxismo para afrontar los problemas. De modo que nos encontramos ante interro- gantes dirigidos a la politica sin que ellos mismos hubieran nacido de una doctrina politica. Desde este punto de vista, me parece que uns liberacién del cuestionamiento como ésa jugé un papel positivo: pluralidad de las cuestiones planteadas a la politica y no reinscrip- cién del cuestionamiento en el cuadro de una doctrina politica —¢Dirla usted que su trabajo esta centrado en las relaciones entre la ética, la polttica y la genealogta de ta verdad? —En cierto modo, sin duda se podria decir que pretendo anali- zar las relaciones entre ciencia, politica y ética. Pero no creo que 358 ESTETICA, ETICA Y HERMENEUTICA esto fuera una representacién completamente exacta del trabajo ‘que quiero hacer. No quisiera mantenerme en ese nivel; més bien busco ver cémo han podido interferir unos procesos con otros en la constitucién de un dominio cientffico, de una estructura politica, de una practica moral. Tomemos «l ejemplo de la psiquiatria: cier- tamente hoy se puede analizar en su estructura epistemolégica, in- ‘luso aunque sca ain bastante déail, se puede analizar también en el cuadro de las instituciones politicas en las que cobra sus efectos; se puede estudiar asimismo en sus aplicaciones éticas, tanto desde el lado de quien es objeto de la psiquiatria, como del lado de la psi- quiatria misma. Pero esto no es lo que ha constituido mi meta. Més bien he intentado ver e6mo, en la constitucién de la psiquiatria como ciencia, al perfilar su campo y la definicion de su objeto, se encontraban implicadas una estructura politica y una practica mo- ral: en el doble sentido de que estaban supuestas por la organiza- cién progresiva de la psiquiatrfa como ciencia y de que también se encontraben influidas por esta constitucién. No habrfa podido ha- ber psiquiatrfa como la que conocemos sin todo un juego de estruc- ‘turas politicas y sin un conjunto de actitudes éticas; pero a la inver- sa, la constitucién de la Jocura en un dominio de saber influyé en las, practicas politicas y en las actitudes éticas que le concernian. Se tra- taba de determinar el papel de la politica y de la ética en la constitu- cién de la locura como dominio particular de conocimiento cientifi- co, pero también de analizar los efectos de ésta sobre las practicas politicas y éticas. 'Y otro tanto cabe decir en relacién con la delincuencia. Se trata- ba de ver qué estrategia politica, dando su estatuto a la criminali- dad, pudo apelar a ciertas formas de saber ¥ a ciertas actitudes mo- rales, Era cuestién asimismo de ver cémo estas modalidades de conocimiento y estas formas de moral las pudieron reflejar y modi- ficar estas técnicas disciplinarias. En el caso de la sexualidad, he intentado liberar la formacion de una actitud moral, pero he bus- cado reconstituir estas formaciones a través del juego que mantic- ne con estructuras politicas (esencialmente en le relacién entre do- minio de si y dominaci6n de los otros) y con las modalidades del conocimiento (conocimiento de sy conocimiento de los diferentes dominios de la actividad). De tal manera que, en estos tres dominios —el de la locura, el de Ia delincuencia y el de la sexualidad—he privilegiado en cada oca- si6n un aspecto particular: el de la constitucién de una objetividad, el de la formacion de una politica y de un gobierno de sf, y el de la elaboracién de una ética y de una préctica de sf mismo. Pero tam- POLEMIC, POLITICA Y PROBLEMATIZACIONES. 359 bién he tratado cada vez de mostrarel lugar que en ello ocupan los. otros dos componentes que son necesarios para la constitucién de tun campo de experiencia. En el fondo, se trata de diferentes ejem- pos en los que se encuentran implicados los tres elementos funda- ‘mentales de toda experiencia: un juego de verdad, relaciones de po- der y formas de relacién con uno mismo y con los otros. Y si cada uno de esos ejemplos privilegia en cierta medida uno de estos tres aspectos —ya que la experiencia de la locura se ha organizado re- cientemente sobre todo como un cempo de saber, y la del crimen como un dominio de intervencién politica, mientras que la de la se- sxualidad se ha definido como un lugar ético—, he querido mostrar cada vez cémo los otros dos elementos estaban presentes, qué pa- ppeles han jugado y cémo cada cual se ha visto afectado por la trans- formacién de los otros dos. —Hace poco hablaba usted de una «historia de las problemati- cas». ¢Qué entiende exactamente por eso? —Durante largo tiempo he intentado saber si seria posible ca- racterizar la historia del pensamiento distinguiéndola de la historia de las ideas —es decir, del anzlisis de los sistemas de representacio- nes— y de la historia de las mentalidades —esto es, del anzlisis de Tas actitudes y de los esquemas de comportamiento—. Me parecid que habfa un elemento que, de suyo, caracterizaba a la historia del pensamiento: era lo que cabria lamar los problemas o mais exacta- mente las problematizaciones. Lo que distingue al pensamniento es gue es algo completamente diferente del conjunto de las represen- taciones que sustentan un comportamiento; es otra cosa que el do- minio de las actitudes que lo pueden determinar. El pensamien- tono es lo que habita una conducta y le da un sentido; es, mas bien, Jo que permite tomar distancia con relacion a esta manera de ha- cer o de reaccfonar, darsela como objeto de pensamiento e interro- garla sobre su sentido, sus condiciores y sus fines. El pensamiento es la libertad con respecto a lo que se hace, el movimiento mediante el cual nos desprendemos de ello, lo constituimos como objeto y lo reflejamos como problema, Decir que el estudio del pensamiento es el anélisis de una liber- tad no quiere decir que se dedique aun sistema formal que no ten- dria més referencia que a s{ mismo. De hecho, para que un domi- nio de accién, para que un comportamiento entre en el campo del pensamiento hace falta que cierto mimero de factores lo hayan ‘vuelto incierto, le hayan hecho perder su familiaridad, o hayan sus- citado en torno a él cierto nimero de dificultades. Estos elementos 360 ESTETICA, ETICA Y HERMENEUTICA se desprenden de procesos sociales, econémicos 0 politicos. Pero no juegan en ellos més que un papel de incitacién. Pueden existir y ¢jercer una accién durante largo tiempo, antes de que haya proble- ‘matizaci6n efectiva para el pensamiento. Y éste, cuando interviene, no adopta una forma tinica que seré el resultado directo o Ja expre- sidn necesaria de estas dificultades; es una respuesta original ¢s- pecifica a menudo multiforme, a veces incluso contradictoria en sus diferentes aspectos, a esas dificultades que son definidas por él mediante una situacién 0 un contexto y que valen como una cues- tion posible. Se pueden dar varias respuestas a un mismo conjunto de dificul- tades. Y la mayorfa de las veces se proponen efectivamente respues- tas diversas. Ahora bien, lo que hay que comprender es lo que las, hace simulténeamente posibles; es el punto en el que se enrafza su simultaneidad; es el suelo que puede nutrir a unas y a otras, en su di- versidad y a pesar, en ocasiones, de sus contradicciones. Se propu- sieron soluciones diversas a las dificultades que encontraba la practica de la enfermedad mental en el siglo xvi: la de Tuke y la de Pinel pueden servir como ejemplos. Del mismo modo, en la Segun- da mitad del siglo xvi se propusieron todo un conjunto de solucio- nes a las dificultades halladas por la préctica penal. E incluso, por tomar un ejemplo mAs lejano, a las dificultades en la ética sexual tradicional, las diversas escuelas filoséficas de la época helenistica propusieron soluciones diferentes. Pero el trabajo de una historia del pensamiento serfa reencon- trar en la rafz de estas diversas soluciones la forma general de pro- blematizacién que las ha tornado posibles —hasta en su oposicién misma—j 0, mas atin, lo que ha hecho posible las transformaciones de las dificultades y obstaculos de una préctica en un problema ge- neral para el que se proponen diversas soluciones précticas. La problematizaci6n responde a estas dificultades, pero haciendo algo completamente distinto a traducirlas 0 manifestarlas. Elabora al respecto las condiciones en las que se pueden dar respuestas posi- bles, define los elementos que constituirén lo que las diferentes so- luciones se esfuerzan en responder. Esta elaboracién de un tema en cuestién, esta transformacién de un conjunto de obstéculos y de di- ficultades en problemas a los que las diversas soluciones buscaran aportar una respuesta, es lo que constituye el punto de problemati- zacién y el trabajo especifico del pensamiento. ‘Se ve cuan lejos estamos de un andlisis en términos de descons- truccién (toda confusién entre estos dos métodos seria impruden- te), Se trata, por el contrario, de un movimiento de anélisis critico POLEMICA, POLITICA Y PROBLEMATIZACIONES 361 mediante el cual se procure ver cémo se han podido construir las diferentes soluciones a un problema; pero también, cémo estas di- ferentes soluciones se desprenden de una forma especifica de pro- blematizacién. ¥ entonces se muestra que toda nueva solucién que vendria a afladirse a las otras surgira de la problematizacién ac- tual, modificando solamente algunos de los postulados o de los principios sobre los que se apoyan las respuestas que se dan. El tra- bajo de la reflexién filos6fica e histérica se vuelve a situar en el campo de trabajo del pensamiento, a condicién de que retome la problematizacién no como un ajuste de representaciones, sino como un trabajo del pensamiento,

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