BIBLIOTECA José Luis Romero
Publicada en su memoria en el vigésimo
aniversario de su fallecimiento
(tras obras de Jost Luis Romero publicadas pore Fc:
La Edad.
as ideas politicas em a Argentina
La experiencia argentina
JOSE LUIS ROMERO
Breve historia
de la Argentina
Wo, Clasificacion
FONDO DE CULTURA ECONOMICA
Maco - ARGPITINA - BRASIL - COLOMBIA - CHILE - ESPANA,
JBstADOS UNIDOS Dé AMERICA ~ GUATEMALA ~ PERU ~ VENEZUELA208 Lara ava
di6 un crecimiento significativo, que se sumé a la répida
popularidad lograda por el presidente, hasta entonces casi
desconocido: a principios de 2004 la crisis parecia conjura-
dda, gLo estaba realmente?
Prefacio .
Primera parte: La era indigena a
13]
I. Las poblaciones autéctonss...
Segunda parte: La era colonial
(19)
IL La conquista espafola y la fundacién de las
idades (siglo XV) rer
Ill La Gobernacién del Rio de la Plata (1617-1770) .
IV. La epoca del Virseinato (1776-1810). ine ST
Tercera parte: La era criolla
[45]
La independencia de las Provincias Unidas
(1810-1820) 9
VL. La desunién de las provincias (1820-1835). a |
VIL La Federacion (1835-1852) wnnnne 79
VIII. Buenos Aires frente a la Cont
Argentina (1852-1862)
209ao moe
IX. La Repiblica: estabilizaci6n politica y cambio
econdmico-social (1862-1880). 7
‘Cuarta parte: La era aluvial
[109]
X. La Repiilica liberal (1880-1916) 113
XI. La Repitblica radical (1916-1930) 127
XIl La Repiblica conservadora (1930-1943). wi
XIIL La Repiiblica de masas (1943-1955) 153
XIV. La Repitblica en crisis (1955-1973)
XV, Pérdida y Recuperacién de la Replica
(1973-1996) 183,
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talidad de la burguesia dominante y cambiaban las condicio-
res de vida, También cambiaba la condici6n de los merea~
dos, porque las ciudades industriales de Europa requerian
alimentos para sus crecientes poblaciones y materias pri
‘mas para sus industrias. La demanda de todo ello debi
atraer la atencién de un pais casi despoblado y productor
Virtual de materias primas, en el que la burguesia liberal
acababa de llegar al poder después de Caseros.
La organizacién institucional de la Repiblica y la promo-
cién de un cambio radical en la estructura economicosocial
Cierran el ciclo de la-era criolla cuya clausura se simboliza
en la federalizacién de Buenos Aires en 1880. Poco a poco
comenzaria a verse que las transformaciones provocadas
en {a vida argentina configurarian una nueva era de su de-
sarrollo.
\V. LA INDEPENDENCIA DE LAS PROVINCIAS
UNIDAS (1810-1820)
Dos aspectos tenia el enfrentamiento entre criollos y peni
solar Para algunos habia legado la ocasion de aleanzate)
la independencia politica, y con ese fin constituyeron uni=
sociedad secreta Manuel Belgrano, Nicolas Rodriguez. Peas.)
ia, Juan José Paso, Hip6lito Vieytes, Juan José Castell,
“Agustin Donado y muchos que, como ellos, habian apren-
ido en los autores franceses el catecismo de la libertad
Para otros, cl problema fundamental era modificar el reg
men econémico, hasta entonces favorable a los comercian
tes monopolistas; y para lograrlo, los hacendados criolloé,
tradicionales productores de cueros y desde no hacia mi.
chos afios de tasajo, procuraron forzar la voluntad de Cis-
neros, exaltando las ventajas que para el propio fisco tenia,
el libre comercio. Los que conspiraban coincidfan en sus
anhelos y en sus intereses con los que peticionaban a través
del documento que sedacté Moreno —acaso bajo la inspi&"
racién docteinaria de Belgcano— conocido como la apr
sentacién de los hacendados; y esa coincidencia creaba una,
conciencia colectiva frente al poder constituido, cuya debi-
lidad crecia cada dia.
Las tensiones aumentaron cuando, en mayo de 1810, se
supo en Buenos Aires que las tropas napole6nicas triunta-
ban en Espaiia y que por todas partes se reconocia la auto-
ridad real de José Bonaparte. Con el apoyo de los cuerpos
militares nativos, los criollos exigieron de Cisneros la con-
°so LARA cROLLA
vocatoria de un cabildo abierto para discutir la situacién.
La reunién fue el 22 de mayo, y las autoridades procura
ron invitar el menor mimero posible de personas, eligién-
dolas entee las més seguras. Pero abundaban los espiritus
inguietos entre los eriollos que posefan fortuna 0 descolla
ban por su prestigio 0 por sus cargos, a quienes no se pudo
dejar de invitar; asi, la asamblea fue agitada y los puntos
de vista categ6ricamente contrapuestos. Mientras los espa-
fioles, encabezados por el obispo Lué y el fiscal Villota,
opinaron que no debia alterarse la situacién, los criollos,
por boca de Castelli y Paso, sostavieron que debia tenerse
por caduca la autoridad del vierey, a quien debia reempla-
zarse por una junta emanada del pueblo. La tess se ajusta-
ba a la actitud que el pueblo habia asumido en Espaiia,
pero resultaba mas revolucionaria en la colonia puesto que
abria las puertas del poder a los nativos y condenaba la
preeminencia de los espafoles.
Computados los votos, la tesis criolla result6 triunfante,
peto al dia siguiente el cabildo intent6 tergiversarla consti-
tuyendo una junta presidida por el virrey. El clamor de los
ciollos fue intenso el cia 25 se manifest6 en una deman-
da enérgica del pueblo, que se habia concentrado frente al
Cabildo encabezado por sus inspiradores y respaldado por
los cucrpos militares de nativos. El cabildo comprendié
‘que no podia oponerse y poco después, por delegacién po-
pular, qued6 constituida una junta de gobierno que presi
‘ia Saavedra e integeaban Castelli, Belgrano, Azcuénaga,
Alberti, Matheu y Larrea como vocales, y Paso y Moreno
‘como secretarios
No bien entré en funciones comprendié la Junta que el
primero de los problemas que debia afrontar era el de sus
relaciones con el resto del virreinato, y como primera pro-
videncia invité a los cabildos del interior a que enviaran
sus diputados. Como era seguro que habria resistencia, se
dispuso en seguida la organizacién de dos expediciones mi-
litares. Montevideo, Asuncién, Cérdoba y Mendoza se
mostraron hostiles a Buenos Aires. Moreno procuré salir
al paso de todas las dificultades con un ctiterio radical:
propuso enérgicas medidas de gobierno, mientras redacta-
ba diariamente los articulos de la Gazeta de Buenos Aires,
que funds la Junta para difundir sus ideas y sus actos, ine-
auiocament oriontados hacia una pla Hiberal
periddico debia contribuir a crear una conciencia popu-
Jar favorable al gobierno. Moreno veia la revolucién como
tun movimiento criollo, de modo que los que antes se sentian £f%
humillados comenzaron a considerarse protagonistas de la vi
«ia del pts. El poeta Bartolomé Hidalgo comenzaba a exaltar
al hijo del pais, al gaucho, en el que veia al espontineo s0s-
tenedor de la independencia. Pero Moreno pensaba que el
movimiento de los criollos debia canalizarse hacia un orden
democritico através de la educacién popula que permitira
In dfsin de la nuevas ideas rene El comenzron a or.
ganizarse las fuerzas conservadoras, para las que el gobierno
propio no signficaba sino la transferencia de los privlegios
de que gozaban los funcionarios y los comerciantes espaiio-
les a Ios funcionarios y hacendados criollos que se enrique-
«ian con la exportacién de los productos ganaderos.
Los intereses y los problemas se entreeruzaban. Los libe-
rales y los conservadores se enfrentaban por sus opiniones,
pero los portefios las gentes del interior se enfremtaban por
sus opuestos intereses. Buenos Aires aspiraba a mantener la
hhegemonia politica heredada del virreinatos y en ese designio
comenzaron los hombres del interior a ver el propésito de
tiertos sectores de asegurarse el poder y las ventajas econd-
‘micas que proporcionaba el control de la aduana portenia.
Intereses ¢ ideologies se confundian en el delineamiento de
kas posiciones politicas, cuya irreductibilidad conduciria lue
0 la guerra civilLa expedicién militar enyiada al Alto Pend para contener a
las fuerzas del virrey de Lima consigui6 sofocar en Cérdoba
tuna contrarrevolucién, y la Junta ordené fusilar en Cabeza
de Tigre a su jefe, Liniers, y a los principales comprometidos.
Pero los sentimientos conservadores predominaban en el in-
terior aun entre los pattidarios de la revolucién; de modo
que cuando Moreno comprendié Ia influencia que ejerce-
rian los diputados que comenzaban a llegar a Buenos Ai-
res, se opuso a que se incorporaran al gobierno ejecutivo.
La hostilidad entre los dos grupos estall6 entonees. Saave-
dra aglutiné los grupos conservadores y Moteno renuncié
a su cargo el 18 de diciembre. Poco antes, el ejército del
‘Alto Peri haba vencido en la batalla de Suipachas pero en
cambio, el ejército enviado al Paraguay fue derrotado no
mucho después en Paraguari y Tacuari. Al comenzar el afio
1811, el optimista entusiasmo de los primeros das comen-
zaba a ceder frente a los peligros que la revolucién tenfa
{que enfrentar dentro y fuera de las fronteras.
“Tas fa renuncia de Moreno, los diputados provincianos
se incorporaron a la Junta y trataron de forzar la situacién.
provocando un motin en Buenos Aires entre el $y el 6 de
abril. Los morenistas tuvieron que abandonar sus cargos,
pero sus adversarios no pudieron evitar el desprestigio que
acarreé al gobierno la derrora de Huaqui, ocurrida el 20
de junio, La situacién hizo crisis al conocerse Ia noticia en
Buenos Aires un mes después y los morenistas recuperaron
i poder y modificaron la estructura del gobierno creando
tun poder ejecutivo de tres miembros —el Triuavirato—
uno de cuyos secretarios fue Bernardino Rivadavia,
Con él la politica de Moreno volvi6 a triunfat. Se advirti6
cn los artculos de la Gazeta, inspirados o escritos por Mon-
teagudo; en el estimulo de la biblioteca pablica; en el desa-
rrollo de la educacién popular y también en las medidas
politicas del Triumvieato: por una parte, la disolucién de Ia
Junta Conservadora, en la que habian quedado agrupados
los diputados del interios, y por otra, la supresion de las
juntas provinciales que aquélla habia creado que fueron
sustituidas por un gobernador designado por el Triunvirato.
Una accién tan definida debia originar reacciones. El
cuerpo de Patricios se sublev6 con un pretexto trivial y poco
después estuvo a punto de estallar una conspiracién dirigida
por Alzaga. En ambos casos fue inexorable el Triunvirato,
angustiado por la situacién interna y por los peligros exte
riotes, Fl 24 de septiembre Belgrano detuvo la invasi6n rea-
lista en la batalla de Tucuman: poco antes habia izado por
primera vez la bandera azul y blanca para diferenciar a los
ejézcitos patriotas de los que ya consideraba sus enemigos.
‘También amenazaban los realistas desde Montevideo. Un
cjercito habia llegado desde Buenos Aires para apoderarse
del baluarte enemigo y habia logrado vencer a sus defenso-
res en Las Piedras. Montevideo fue sitiada y los realistas de-
szotados nuevamente en el Cerrito a fines de 1812. Quedaba
ol peligro de las incursiones riberefias de la flotilla espafola,
y el Triunvirato decidié crear un cuerpo de granaderos para
{a vigilancia costera. La tarea de organizarlo fue encomenda-
da a José de San Martin, militar nativo y recién legado de
Londres, después de haber combatido en Espafia contra los
franceses, en compaiia de Carlos Maria de Alvear y Matias
Zapiola. Habian estado en contacto con el venezolano Mi-
randa, y a poco de legar se habian agrupado en una sociedad
secreta —la Logia Lautaro— cuyos ideales emancipadores
coincidian con los de la Sociedad Patritica que encabezaba
Monteagudo y se expresaban en el perilico Marti o libre.
E18 de octubre de 1812, los cuerpos militares cuyos je
fes respondian a la Logia Lautaro provocaron la caida del
‘gobierno acusandolo de debilidad frente a los peligeos ex
teriores, Y, ciertamente, el nuevo gobierno vio triunfar a
sus fuerzas en la batalla de San Lorenzo y en la de Salta, Elss AERA CMOLEA
aio comenzaba promisoriamente. Entre las exigencias de
los revolucionarios de octubre estaba la de convocar una
‘Asamblea General Constituyente, y el 31 de enero de 1813
cl cuerpo se reunié en el edificio del antiguo Consulado.
Entonces estallé ostensiblemente el conflicto entre Buenos
‘Aires y las provincias, al rechazar la Asamblea las credencia-
les de los diputados de la Banda Oriental, a quienes inspira-
ba Artigas y sostenian decididamente la tesis federalista.
ero pese a ese contraste, la Asamblea cumplié una obra
fundamental. Evitando las declaraciones explicitas,afirmé la
independencia y la soberania de la nueva nacién: suprimi6
Jos signos de la dependencia politica en los documentos pui-
blicos y en las monedas, ¥ consagré como cancién nacional
Ja que compuso Vicente Lépez y Planes anunciando el adve-
nimiento de una “nueva y gloriosa nacién”.
Como Lépez y Planes, Cayetano Rodrigues. y Esteban de
Luca cultivaban en Buenos Aires la poesia. El verso neocld-
sico inflamaba los corazones y Alfieri se representaba en el
‘pequeiio Coliseo, donde se canté con enardecida devocién
‘el recién nacido Himno Nacional y donde el indio Ambro-
sio Morante, actor y autor, estrené su tragedia La batalla
de Tucuman, Pero ya se anunciaba otra poesia, mas popu-
lar, y en cuyos versos vibraba la emocion del hombre de
‘campo, lleno de sabiduria atdvica y de esponténea picar-
dia, La guitarra acompatiaba los cielitos y los cantos,pa~
ttidticos de Bartolomé Hidalgo, y en los patios populares,
entre criollos y negros esclavos, resonaban bajo los limone-
10s los mismos anhelos y las mismas esperanzas que en las
alhajadas salas de las familias pudientes, alrededor de los
‘estrados tapizados de rojo 0 amarillo, en los cuarteles y en
los despachos oficiales.
Eran los comienzos del afio 1813, rico en triunfos y en
esperanzas. Los diputados de la Asamblea pronunciaban
vibrantes discursos en cuyos giros se adivinaban las remi-
Lavnsperexnesca ss
niscencias tribunicias de las grandes revoluciones. ¥ movi-
dos por ese recuerdo suprimieron los titulos de nobleza,
‘otorgaron la libertad a quienes habfan nacido de padres es”
clavos, suprimieron la inquisicién y ordenaron que se que-
‘maran en la plaza pablica los instrumentos de tortura. Era
el triunfo del progreso y de las luces.
Pero a medida que pasaban los meses la situacién se en-
sombrecia, Alvear y sus amigos agudizaban las pretensio-
nes portefias de predominio, de las que recelaban cada vez
sais los hombres que surgian como jefos en las cudades ¥
cn los campos del interior. Y en las fronteras, los realistas 4
derrotaban al ejército del Alto Perit dos veces: en Vileapu- pra
fio el 1° de octubre y en Ayoliima el 14 de noviembre de i=?
1813. Fue un duro golpe para la nueva nacion y mas duro
ain para el jefe vencico, Manuel Belgrano, espirita genero-
so, siempre dispuesto al sacrificio y entonces sometido a “i,
proceso, precisamente porque todos advertian la gravedad ° ~
de la situacién ereada por la derrota. =
En parte por ese sentimiento, y en parte por las ambicio- 2
nes de Alvear, la Asamblea resolvi6 a fines de enero de’
1814 crear un poder cjecutivo unipersonal con el titulo de
Director Supremo de las Provincias Unidas. Ocupé el cargo.
‘por primera vez Gervasio Antonio de Posadas. La situacién**", |
exterior empeoraba, Mientras trabajaba para constituir unaiee:.
flota de guerra, Posadas apuré las operaciones frente af
Montevideo, que se habian complicado por las disidencias~
‘entre los portefos y los orientales. El Directorio declaré ay
Artigas fuera de la ley, agravndose a situacién cuando de}! |
signs jefe del ejército sitiador a Alvear, el mas intransigente
de los porteios. Fue éf quien recogié los frutos del largo
asedio y logré entrar en Montevideo en junio de 1814. La
Ciudad, jagueada por Ia flota que se habia logrado armar al
mando del almizante Guillermo Brown, dej6 de ser un ba-
Iuarte espaol, pero la resistencia de los orientales comenz656 LasRA CROLL
a ser cada vex. més enconada, hasta convertitse en ruptura a
partir del momento en que Alvear alcanzé la dignidad de
Director Supremo en enero de 1815.
Los contrastes militares dividieron las opiniones. Para
‘unos era necesario resistir como hasta entonces; para otros
ra inevitable acuelr al auxilio de alguna potencia extran-
jera, y el director Alvear creyé que sélo podia pensarse en
Gran Bretafias para San Martin, en cambio, la soluci6n re-
sidia en una audaz operacién envolvente que permitiera
aniquilae el baluarte peruano de los espattoles. Eran distin-
tas concepeiones del destino de la nueva nacién, y cada
tuna moviliz6 tras ella a fuertes sectores de la opinion,
‘Micneras San Martin logr6 cierta autonomia para preparat
‘en Cuyo su problemitica expedicién a Chile y al Pera, Al-
vear comenzé unas sutiles escaramuzas diplomaticas desti-
nadas a obtener la ayuda inglesa sin reparar en el precio.
Quienes no compartian sus opiniones —que fueron la ma-
yoria y especialmente en provincias— no vieron en esa ma-
aiobea sino derrotismo y traicién. Artigas encabez6 la
resistencia y las provincias de la Mesopotamia argentina
cayeron muy pronto bajo su influencia politica.
Ese afio de 1815 funds el padre Castafieda en su con-
vento de la Recoleta una academia de dibujo. Pero la ciu-
dad no vivia la paz del espiritu; sentia las sacudidas que
engendzaba el canflicto de las pasiones y vivia en estado de
exaltacin politica. Los pueblos del interior no ocultaban
su animadversién contra Buenos Aires y el 3 de abril se su-
blevé en Fontezuelas el ejército con que Alvear contaba pa-
ra reprimir la insurreccin de los santalecinos apoyada por
“Artigas. La crisis se precipité. Alvear renunci6, la Asam
blea fue disuelta, se eclipsé la estrella de la Logia Lautaro y
‘el mando supremo fue encomendado a Rondeau, a la sa
6m a cargo del ejército del Alto Perd. Pero la revolucién
federal de Fontezuelas habia demostrado la impotencia del
EAINDEFENDENCIA ”
gobiemo de Buenos Aires y desde entonces el desafio de los
pucblos del interior comenz6 a hacerse més apremiante
ra visible que el pais marchaba hacia la disolucién del
orden politico vigente desde mayo de 1810 que, por cierto,
perpetuaba el viejo sistema virreinal, A esta crisis interna
se agregaba la crisis exterior; derrotado Rondeau en
pe-Sipe en noviembre de 1815, la frontera del norte que
ba confiada a los guerrilleros de Martin Giiemes y podia
preverse que Espaita —donde Fernando VII habsa vuelto a
‘ocupar el trono en marzo de 1814— intentarfa una ofensi-
va definitiva, Morelos habia caido en México, Bolivar ha-
bia sido derrotado en Venezuela, y en octubre de 1814 los
realistas habian vencido a los patriotas chilenos en Ranca-
gua, La amenaza era grave, y para afrontarla el gobiemo
convocé un congreso que debia reunirse en la ciudad de
Tucumén,
‘Ante la convocatoria se definieron las encontradas posicio-
nes. Un grupo de diputados, adictos al gobierno de Buenos
Ales, apoyaria un régimen centralista, en tanto que otto, fiel
a las ideas de Artigas, propondria un régimen federal. El
problema se presentaba como una simple preferencia poli
1
amplias perspectivas para los hombres de trabajo capace®“s
de iniciativa y sacrificio. Y no sélo para los nativos. En Bul
ropa, los que se habfan empobrecido a causa del desarrollo
industrial y de fa falea de tiertas, comenzaron a mirar hacia.<*
Ja Argentina visumbrando en ella una esperanza, y gruesos,
contingentes de inmigrantes llegaron al pais cada afio para.
incorporarse a la carrera de la prosperidad. A falta de ung
politica colonizadora, se distribuyeron segin sus inclina®
ciones. El resultado fue que la antigua diferencia entre las ret”
giones interiores y las regiones litorales se acentué cada vez,
Inds, definiéndose dos Argentinas, criolla una y cosmopolita
la otra, En esta ilkima se poblaron los campos de chacare~
105, pero sobre todo crecieron las ciudades, a las que I
nuevos y los antiguos ricos dotaron de los signos de la
lizacién vista en el espejo de Paris: anchas avenidas, teatro
‘monumentos, hermosos jardines y barrios aristocritico:
donde no faltaban suntuosas residencias.
Pero la riqueza no se distribuy6 equitativamente. Con el
‘mismo esfuerzo de los que prosperaron, otros envejecieron
en los duros trabajos del campo sin llegar a adquitir un pe-