Critica de la critica
|, La obra literaria. Medi
eoskar Walzel, La a 7
Leipzig: Quelle und Meyer 1926, xvt, a isi:
Frankfurter Zeitung, 7 de noviembre de 1936.
titulo de esta serie de ensayos sobre estética indica: se
trata aqui de un libro tipica y esencialmente moderno, es
decit un libro en el que lo correcto se piensa en falso y lo
falso se piensa de manera correcta. A primera vista resulta
atrapante, inapelable, serio, de expresin cuidada, toleran-
te, Pero no tiene dentro ni un tema que no flote como un
corcho sobre la superficie del quehacer de los seminarios,
niun pensamiento sobre un objeto digno de serlo que mida
su fuerza con otro pensamiento, ni un giro de esos que
solo consigue un pensador que ha comprendido una obra
literaria. En estos estudios, cuyos origenes temporales se
remontan en parte hasta 1910, se expone la convencién
analitica que en cada momento fue la mas novedosa, dan-
dose siempre mucha mayor importancia a si misma que a
cualquiera de sus objetos. Le da al dia lo que es del dia, y
tiene la actualidad subalterna que se diferencia de la ver-
dadera por el matiz de que no se la ha opuesto ninguna
objecién. Esta antologia puede estar segura de tener una
recepcién favorable. En ello tiene su merecido.
Esto no significa que deje a su lector sin ensefianzas.
“A fondo” y “pregunta por pregunta” el autor discurre por
una serie de reflexiones inteligentes y reveladoras. Solo que
lo que se revela no es la literatura, sino el acto de escribir y
hablar sobre ella. El “andlisis formal” se encuentra sin duda
ala orden del dia. Pero son dos las cosas a las que se llama
deste modo, Por un lado, el trabajo del sabueso talentosoy
del metédico versado. Por el otro, el del maestro que penetra
21%tan hondo en los contenidos materiales que logra trazar la
curva de su latido como la Ifnea de sus formas. Uno de este
tipo fue el inigualable Riegl, autor de aquella Industria ar-
tistica de la Roma tardia en la que el profundo examen de la
yoluntad material de una época se articula conceptualmen-
te por si sola como andlisis de su canon formal.* Aqui el
anilisis adecuado debfa toparse de la manera mAs natural
con los hechos formales y no necesitaba discutirlos como
volatiles “problemas” o “tematicas” preconcebidas. Walzel
ha sido influido por este tipo de nuevos giros en la estética,
como él mismo subraya; por Rieg] menos que por los esque-
matismos més abstractos y dudosos de Wélfflin.' Si queda
muy rezagado (pese a sus apreciables andlisis acerca de la
4. Este escrito del historiador del arte mantenfa para Benjamin toda su
vigencia. A él y a otros textos del mismo autor recurre en su libro dedi-
cado al Barroco. De Alois Riegl proviene el concepto del “querer el arte”
En una resefia llamada “Libros que siguen vivos”, de 1929, lo definia:
“Esta obra memorable acercé la sensibilidad estilistica y la perspectiva del
expresionismo, que surgiria veinte aflos mas tarde, con seguridad pro-
fética a los monumentos del imperio tardio, rompié con la teorfa de los
‘tiempos de decadencia’ y en aquello que hasta entonces habia sido llama
do ‘regresin a la barbarie’ reconocié una nueva sensibilidad espacial, uP
nuevo querer el arte. Al mismo tiempo, este libro es una de las pruebas
mis irrefutables de que todo descubrimiento cientifico significa, por st
‘mismo y aun cuando no sea buscada, una revolucién del procedimiento-
De hecho, en las Gikimas décadas ningin otro libro de teoria del arte fue
en lo objetivo y en Jo metodoldgico de tal fecundidad”, [N. de la ed]
5 Serefiere a Heinrich Wolffin, historiador del arte discipulo de Jacob
Burckhardt. Sus escritos fueron de gran importancia. Benjamin decla
€n otra resefia para 1932: “En efecto, la empresa de Wolfflin de poner
remedio a la desconsolada situacién en la que se hallaba su disciplina ¢
fines del siglo XIX a través del anzlisis formal, que é! puso en el centro
del procedimiento, no results satisfactoria. Mostré el dualismo entre ups
chata historia universal del arte “de todos los pueblos y tiempos’ y U"*
estética académica, sin superarlo del todo’, III, p, 364. [N- de la ed:]
D1-osa) Fespecto asu modelo, la culpa la tiene esa
Pr ‘4, que ensucla lo conceptual en casi todas las
: historia de la literatura. Mientras no sea
aves ia casta fatal de los “covivenciadores” (Walzel no
ap ada an miedo ante esta palabra y este asunto), la cri-
sie! ning seguir siendo horrible y estéril como una vieja
aria e maestro de escuela como su tinico galan.
, a enejante quedara siempre en evidencia por la
na critica de sus objetos y por el comportamiento “sintéti-
vast ad acia radica en la excitada pulsién por “el gran
, Su ee por un asunto se atiene a la singularidad
todo”. El seco de arte y nace del punto de indiferencia
radical de aI que la comprensién de la esencia de lo “bello”
creado® “ se cruza e interpenetra con la de la obra absolu-
odel exceociondl y unica. Entra en su interior como en
ménada, que como sabemos no tiene ventanas,
Sa contiene al todo en miniatura. Este tipo de tentati-
yasson bastante escasas. (El estudio de Hellingrath sobre la
traduccion de Pindaro de Hélderlin fue uno). Pero incluso
elmis modesto de ellos desautoriza diez libros de la calaiia
deeste, que es tipico.’
rorP® aciones 4
Serrefiere al primer editor de las traducciones de Pindaro hechas por
Holderlin, Norbert von Hellingrath. El libro, Pindariibertragungen
von Hélderlin. Prolegomena zu einer Erstausgabe, sirvié de inspiracion
Para Benjamin en su temprano trabajo sobre dos poemas de Hélderlin,
Dichtermut y Blédigkeit. Hellingrath, que murié en la Primera Guerra,
habia sido apadrinado por Stefan George. [N. de la ed]
Al ser publicada, el tono de la resefia fue suavizado por la redaccién,
Benjamin se quejé por escrito: “En la resefa, el término ‘actualidad
‘ubalterna' fue reemplazado por ‘actualidad menor la ultima oracién
Pima [aquf incluida] fue suprimida, Ambas cosas apuntan a bajar
‘ono fundamental de esta confrontacién, Espero que algo semejante
eda ey ”
o ‘vitarse en el futuro”. (Carta a Siegfried Kracauer, 16 de noviembre
1926) [N. de laed.]
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