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SARMIENTO - Su personalidad polifacética por HEBE LEONOR FERRARI DB BETULAR El “Maestro de la Argentina y de América”, como ha quedado estable- cido con la perennidad de un simbolo, fue un auténtico hijo de mayo, pues vio la luz en los mismos albores de la revolucién emancipadora, el 15 de febrero de 1811. Tuvo su cuna al oeste de nuestra patria, en la regién andina que supo transmitirle la imponente grandeza de su cordillera. En una comarca donde pueden verse juntas tierras dridas y fértiles, llanas y montafiosas, nacié el varén que llegaria a ser uno de los mds grandes argentinos, y de todos ellos, el que mayor progreso procuraria a nuestro pais. EI nifio crecié envuelto por el zonda ardoroso y violento y como éste, fue impetuoso y luché contra aquello que se opuso al bien de la patria.! Todo en él tiene explicacién y légica, desde su nombre: DOMINGO, que le fue impuesto sin duda en recuerdo de Santo Domingo de Guzmin, fundador de la Orden de los Predicadores, siendo el ilustre sanjuanino un predicador por excelencia. Su segundo nombre, FAUSTINO, fue premoni- tor de lo fausto de su nacimiento, y su apellido es una grafica imagen de la forma en que el sarmiento se aferra a la vid, él se adhirié como zarcillo al tutor, a la lucha infatigable. El primer alumno de su provinciana “Escuela de la Patria”, nombre de predestinacién, segiin se infiere, habria de enfrentar luego las dificiles lu- chas del medio hostil, penetrado de ignorancia y barbarie, y conducir con un esfuerzo titénico la accién civilizadora de su inteligencia hacia todos los rumbos de los pueblos nacientes. Ofrece un ejemplo maravilloso de yoluntad y de fe y debemos conside- rar su figura no haciéndolo padrino de nuestras elucubraciones mediocres y tediosas que son, inadmisibles para su espiritu insobornable, sino que hon- ramos con el recuerdo, al luchador fecundo, al creador entusiasta, y des- tacar como referencia ejemplar a las j6venes generaciones, lo que puede el empefio, el entusiasmo, y una moral a prueba de desmoralizaciones. Fue el hombre piblico de facetas miltiples que jams escondié nin- guna, y hubo quienes lo conocieron soberbio y embravecido, también hubo quienes descubrieron su templanza y su dulzura, llegando a ser deposita- rios de sus edificantes confidencias amistosas. Sus obras escritas, sus ora- ciones y sus mensajes lo muestran en la integridad de sus valores propios y genuinos, que su sinceridad abroquelaba contra cualquier embate. 112 En Monrror pe ta Epucaci6n Comin Un punto de su equilibrio temperamental, de meditacién juiciosa y con- movedora y de seguridad en el propio valer, esta dada en las palabras de un discurso suyo, promunciado ante sus amigos reunidos en Paris el 4 de julio de 1867, cuando se rumoreaba su candidatura como presidente de los argentinos. A todos los concurrentes sorprendié sobremanera la casi segu- ridad de Iegar a la primera magistratura que demostré Sarmiento haciendo gala de su proverbial soberbia, Emilio Castelar, el grandilocuente tribuno que asistié a ese acto, vio, cémo en términos eseuetos y sencillos, el profeta de recia estampa, prudente en la ocasién, serenamente anunciaba su des- tino, que era también el de su patria. Por sus salientes caracteristicas, fue Namado por sus contempordneos: Don Yo, y a su mal Hamado narcisismo 0 vanidad sibarita, aluden siempre sus enemigos para menospreciar sus virtudes. Hs dificil e inaccesible para todos, comprender el porqué su persona se eonvierte en “leiv motiy” de sus escritos y palabras. Bl hacer el estudio subjetivo, es necesario para arribar al concepto objetivo; Sarmiento sabe- dor de ésto, convierte su extraordinaria personalidad en laboratorio expe- rimental de acciones y de sensaciones y conocedor del resultado, habla de si, de lo que Sarmiento fragua forjé azotado por el yunque de la vida; y asi se hace protagonista de sus palabras, s6lo que su genialidad y alvivez revisten a veces ribetes de vanidad que pudieron confundirse con la egolatria Recorramos ahora analfticamente, los peldafios de esa gigantesca escala que lo condujo a la gloria, Analicemos su conducta y sus actuaciones y Heguemos a la conclusién de su meritoria obra nos merece... “Me habéis encargado el poder supremo de mi pais; y si al tiltimo hombre de la Reptiblica le preguntdseis qué cree que haré con ese poder, os contestard: fundar escuelas.” D. F. 8. Bl Sarmiento politico es relativamente conocido por el gran piblico. El Sarmiento militar, se halla algo ensombrecido entre luchas civiles y cam- pales. Hl Sarmiento didacta est4 perdido en el mar caudaloso y provechoso de toda su obra, mas el Sarmiento educador es el que todos los argentinos conocen y reconocen justicieramente. Su inquietud pedagégica nacida en la adolescencia pareceria remon- tarse hasta las épocas de su fervorosa admiracién por quienes fueron sus maestros: Don Ignacio Fermin Rodriguez y Don José de Oro, a quienes amé a través de sus ensefianzas. En Monrror pe ua Epucacién Comtn 113 ‘Aquel tenaz maestro lo fue casi desde nifio (quince afios tenia cuando en San Francisco del Monte, en San Luis, ensefiaba a alumnos mayores), lo fue hasta viejo (casi moribundo, en su retiro de Asuncién, ereé un nuevo modelo de banco para las escuelas sujeto a las normas de higiene). Su obra es la de un educador: ensefiaba escribiendo coloridas paginas de arte en el libro o vigorosas columnas de periodismo polémico. Hnsefiaba siendo mi- nistro, diputado, minero o dependiente de comercio. Ensefiaba pensando en Ja “Edueacién Popular”, fundando “El Monitor” o sembrando el pais de bibliotecas populares. Ningiin puesto le produce tantas satisfacciones como ser el primer pre- sidente del Consejo Nacional de Educacién. Con fervor de mistico funda escuelas, y al fundar una exclama: “Este momento y el acto que nos retine a su sombra son a mi juicio, y me congratulo de ello, la muestra menos equivoca de que Hegamos por fin al puerto de salvacién al que por distintos rnmbos el pensamiento argentino se encamina hace afios”. Condené al de- sierto como aliado del caudillo, y a la montonera como al enemigo del pro- greso, porque para él, el desierto es el analfabetismo, y todos los males arrancan de éste. El rico anecdotario de Sarmiento se muestra. constantemente en la es- enela y en su “mania de ensefiar”, como semi-burlonamente Iamaban sus contempordneos el sagrado fuego que lo encendia. Estando en Norteamé- rica fue miembro de cinco congresos pedagégicos; siendo presidente asiste en San Juan al acto de colocar la piedra fundamental de una escuela que Hevarfa su nombre y dice: “Me habéis encargado el poder supremo de mi pais; y si al iiltimo hombre de la Repiiblica le preguntdseis qué cree que jaré eon ese poder os contestaré: fundar escuelas”. Sus teorfas pedagégicas estén actualizadas, Asi nos dice que la leccién debe ser algo charlado, gesticulado, comentado, mezelado con otras cosas; y la lectura es una manera de hablar y oir. Para hacer recordar las letras, el maestro-poeta recurre a las imAgenes. ‘Asi dice: ;Qué es la b? —Un palo delante de la 0. ,Y la d? —Un palo de- tras de la o. ;Y la s? —Una culebrita. ;Y la 2? —Las manos cruzadas. De la misica dejé una grafica definicién: “es un batallén de negros, saltando un alambrado”, y considera a la mfisica como parte importante de una edueacién integral, en la que debe formar parte las lecciones de gim- nasia (no los ejercicios acrobaticos con cuerdas y maronas pues éstos el nifio los aprende solo), sino que se refiere a la gimnasia nacional, la que debe estar constituida por la natacién, el remo, y particularmente la equi- tacién, deporte necesario de practicar en estas tierras en que han sentado sw precedente de jinetes, los viriles gauchos de nuestras pampas. Sintetizan- do, medios de locomocién que brindan superioridad fisica. Nos da férmulas 114 Et Monrror ve ta Epucacién Comin pues ése va a ser alguien. educativas y nos aconseja a los maestros no desanimar al nifio preguntén, Su diddctica es un sistema de hacer madurar la fruta en corto tiempo, sin dilaciones, y su aforismo consiste en que el nifio tome la vida real como hecha para su talla; ésto le da generosidad y valor, ademas de movimiento y amenidad para el cuerpo, fe en si mismo para el espiritu, y completa asi el triunfo educativo. Muchos maestros argentinos se han hecho eco de las modernas teorias pedagégicas de sabios europeos, pero cabe recordar que las tenia Sarmiento eon anterioridad y expuestas sin pedanteria en un libro rebosante de emo- cién, con gusto a leche, Namado: “Jugando a leer, cémo se juega a correr carreras”, con el cual, 61 ensefié a su hijo Dominguito; por eso a la muerte de éste, no sélo lora al hijo sino a sus lecciones perdidas para siempre, y quiz4s, para no perderlas, escribié: “La vida de Dominguito”. Termina con él su apostolado del magisterio cuando ya su gran cora- zén se sentia cansado y dolorido, fue a mojar su pluma para escribir el ‘iltimo de sus libros y en el que el artista y el pedagogo alternan o se ¢on- funden para constituir el mas original breviario del amor paternal, de un padre, maestro de su hijo. Es que toda su obra diddctiea parece concentrarse en la labor desem- pefiada en “su mejor alumno”, como él mismo lo manifestara en reiteradas oportunidades, Refiriéndose a él, dijo al escribir a la sefiora de Mann, viuda del educa- cionista norteamericano Horacio Mann con el que estructuraron en América la escuela democratica destinada a extenderse en el globo: “Para mi él era todo y lo que puede la educacién”. Sarmiento era un maestro, toda su obra gira alrededor del dualismo “civilizacién y barbarie”, Se impuso como misién, educar al pueblo para extirpar las ideas heredadas del absolutismo. Fue un forjador de pueblos un obrero fandtico y sin descanso de la educacién. Dio a las escuelas planes de estudios y una orientacién filoséfica para que la ensefianza fuera un proceso organico. Eleccién justiciera fue la de los maestros americanos reunidos en con- greso de 1943. Su designacién es la undnime de todo el joven continente: “Sarmiento, primer educador de América”, que encierra la magnitud de su empresa... “Las letras tienen afinidad con mi esencia.” DFS. Meditando la obra de Sarmiento, Wegamos a la conclusién de que su genio es la historia: su numen congénito. Ex Monrror pe La Epucaci6n Comtn 115 La historia fue desde la edad adulta su vocacién m4s activa: su cu- riosidad incontenible, analitica. Hl vuelo de su poderosa imaginacién no sureaba tinicamente las lineas visibles del horizonte cereano, como acontece a las inteligencias comunes, sino también y principalmente abismos y cum- bres inaccesibles a los demas, y con los notables prismaticos del talento, su vision era panorémica, vasta y armoniosa como cuadra al verdadero histo- riador. Su modo de historiar es alado y magistral. En sus piginas es impo- sible separar al poeta del historiador, pese a haber tenido que escribir la historia con el ritmo Agil, febril, que imponfa la formacién penosa de la patria. Propendia a la innata tendencia de biografiar a los hombres que se distinguieron por algin acto de nobleza, y asi nacié la declaracién de su moral: “Las letras tienen afinidad quimica con mi esencia”. “Recuerdos de provincia” y “Facundo”, son sustancialmente historia profunda y los libros mas bellos que ha producido el ingenio americano. El “Facundo” es peculiar por su luminosidad vigorosa, profunda y por la ori- gimalidad poética. Fue autor de cincuenta y cuatro volimenes de cuyas veinte mil pagi- nas, las siete octavas partes estén constituidas por ensefianzas histéricas, algunas conmoyedoras como ejemplo de energia y desinterés legados a la posteridad. Fue un didacta de la historia. Son muy conocidas, sus disertaciones magistrales como miembro de la Sociedad de Historia de Franeia, todas clisicas por la sabiduria hist6rica, su caticismo, su eleganeia y su fluencia, Como erudito le eran familiares, historiadores como Tacito, Vico, Renan, Hume, Roberston, Michelet, Diderot. : Se puede atrever a decir que ninguno de ellos le era superior en brillo y en intensidad sugestiva a sus libros. Su maravilloso “Libro de viajes” todo historia, brillaré eternamente en nuestras letras como una constelacién diamantina entre las infinitas de la inteligencia humana. Su vida de historiador nace en el articulo: “Doce de febrero de 1817”, publicado en “El Mercurio” de Santiago de Chile, el 11 de febrero de 1841, cuando escribié en un pais extrafio para rehabilitar la memoria de San Martin. Es asi como San Martin hizo escritor a Sarmiento. Las tintas de aquel pincel vacilante pero noble, tomadas a la sombra del Capitén, maduraron con la sabiduria del tiempo y se hicieron firmes como los colores de nuestra enseiia. 116 Ev Monrror pe 1a Epucacién Coméy Ya en sus tiltimos aiios de vida, en los suburbios asuncefios, describié las “esteras” y los “calabazos” paraguayos e interesantes costumbres luga- refias, y concluye de esta manera su tiltima leccién de historia americana, expuesta como brochazo de unién del terrufio de América toda... “El uniforme no hace al soldado, hay que saber Wevarlo, y To que es més, hay que saber oponerlo al enemigo.” DFS. Mucho fue combatido Sarmiento, y mucho se ha hablado en desmedro de su actuacién militar, sin embargo, ella sola significa un historial digno de considerar. Sarmiento luch6 como espartano poniendo sus aptitudes fisicas y sus taeticas militares al servicio de su patria en peligro, por ello debe haber sufrido ante la flaqueza humana que habla de su inoperante actuacién militar. Debe haber sido ésto plomo derretido como lagrima de titan, que loré el gran sanjuanino ante la desdefiosa consideracién publica de su digna carrera. Sista se inicia como bisofio en el puesto de subteniente en el batallén de infanterfa provincial de San Juan en 1828, a los diecisiete afios de edad. Sigue Inego su carrera castrense a las 6rdenes del general Paz, en calidad de “boletinero”, pasando luego a ser fiseal en procesos militares en Pocitos, y jefe de la Academia tictica de caballeria en la ciudad de San Juan, de- mostrando siempre su envergadura de maestro y la pasta de civilizador ejemplar, inculeando a los risticos reclutas la importancia de prolijos hé- bitos espirituales y fisicos y la sabia leccién de respetar para ser respetado. Destaca el uniforme que reemplaza al chiripi y vislumbra para su pais un ejéreito organizado que hard més ardiente la llama del patriotismo. Es que a pesar del uniforme militar, él se llama: “el educador Sarmiento”. En abril de 1831, remata con una excepcional obra militar al preparar la retirada de los mendoeinos hacia Chile, su obra, y en 1851 se pone bajo Jas érdenes de Urquiza y con él legaraé a Caseros. Luego combate contra el cintillo punzé que Urquiza se empefiaba en mantener y se va @ Monte- video, Rio de Janeiro, Chile, y vuelve a guerrear con la pluma, esta vez contra el famoso entrerriano y Alberdi. Otra vez de regreso en Buenos Aires, cuatro afios después, es jefe del Estado Mayor del Hjéreito portefio de Reserva y luego Auditor de Guerra. Mitre lo nombra “Director de la Guerra”. En Monitor pe LA Epucaci6n Comin 117 Luego llega su actuacién de ministro plenipotenciario en Chile, Pera y los Estados Unidos de América, que culminaré con su designacién de Presidente de la Repiiblica, y con ella la de “Comandante Supremo de las tropas de Mar y Tierra”. Bajo sus altas inspiraciones concliyese durante su Presidencia la gue- rra del Paraguay, y son vencidas las dos insurrecciones del pais: la de Lépez Jordan en el litoral y la de Segovia en Mendoza. Une a estas dos manifestaciones de accién marcial, otras dos de alta téenica con la creacién de las escuelas Militar y Naval de la Nacién. Al entregar el mando a Nicolds Avellaneda, éste lo nombré jefe del Arsenal de Zarate. El 3 de noviembre de 1882, firma el general Roca el despacho de ge- - neral de divisién de Domingo Faustino Sarmiento que culmina su carrera militar. De todo ello se deduce que la face militar en la trayectoria sarmientina ocupa la mitad de una cincuentena de su vida. No hay duda que su rutilante brillo de educador, escritor, orador y estadista palidece cualquier otro aspecto de su personalidad. Si bien es cierto que Sarmiento no fue un héroe signado por Marte, su ejecutoria mi- litar esta jalonada por importantes acontecimientos para la estabilidad y buen futuro de la Patria... “...el ridiculo ha de venir @ estrellarse contra tantas cosas buenas y dignas de ser narradas, que tendrén de grado © por fuerza que perdonarme la osadia.” D.F.S. La prensa fue para Sarmiento su mejor arma de combate. Casi siempre estuvo en la oposicién. Por eso pudo afirmar: “todas las grandes reputacio- nes de la prensa periodistica se forman en la oposicién”. Es interesante in- eursionar en los articulos publicados por Sarmiento. Como periodista era temido, pues escribia con apasionamiento y hasta con ferocidad. Y de alli nacié su amor a educar, aprendiendo a flagelar los errores cometidos. He alli, su voeacién doeente aunque subordinada a un fin politico. Desde el escrito de San Martin que marca su carrera periodistica, Sar- miento exalté la misién de los héroes argentinos, es decir a todo aquel que se distinguiera en el campo de batalla o en las luchas politicas por la demo- eracia, Cuando murié su hijo Dominguito dijo que era “de la piedra en que 118 Ex Monitor pe ua Epucactén Comin se tallan los héreos”, Hasta Facundo Quiroga es, para Sarmiento, un héroe, aunque un “héroe negativo”. Hn 1845, brota elevado el “Facundo”, historia vertida en pAginas de gran enjundia y que nos muestran en forma vigorosa la subyugante y bravia personalidad del “Tigre de los Llanos”. Personalidades tan recias como las del caudillo riojano y el talentoso sanjuanino, pareefan enfrentarse para enfocar la situacién literaria del personaje que va en busca del autor in- dicado. El Sarmiento sensible y permeable a las emociones de “Recuerdos de Provincia”, se nos muestra enfrentando un hecho histérico y de indole so- ciolégica en este gran manual que registra una etapa importante de la époea rosista. Con la misma soltura que habfa enfocado problemas de naturaleza dispar en sus anteriores voltimenes, Sarmiento, supo de la inspiracién de la obra maestra y su espiritu inquisidor sonded a gran profundidad el tema, y asi salié como precioso legado de valentia, el “Facundo”, que seria més tarde motivo de admirativo estudio de literatos y filélofos. La pluma lo reclama. Bl eseritor esta de parabienes. Atraviesa el pe- rfodo cumbre iniciado, de golpe, con el “Faeundo”, en 1845. Entre 1848 y 1850 publica cuatro libros que no lo desmerecen ni mu- cho menos: “Los viajes”, “Educacién Popular”, “Argirépolis” y “Recuerdos de Provincia”, su broche de oro. Cuesta hallar en la historia literaria mundial ejemplos de una sucesién tan acelerada de obras de esa jerarquia, mas, si se tiene en cuenta de que no se ha aislado para componerlas, a excepcién de los “Viajes”, trazados mientras realiz6 el erucero por Ios tres continentes. 1850 es uno de los afios més felices de la agitada vida de Sarmiento. Abriga la certeza de la préxima caida del sistema rosista, y al calor de esta conviccién escribe dos de sus libros mAs serenos y bellos: “Argirépolis” y “Recuerdos de Provincia”. En el primero convoca a la unidad de los ar- gentinos en un tono que va de la plegaria al himno, y en el segundo, evoca a San Juan, a sus hombres prominentes y asi surge la paradoja inexplicable de narrar una autobiografia a los treinta y nueve afios (hecho que suele acontecer en las postrimerias de la existencia). « Es que ello obedecié a los feroces ataques de los partidarios de don Juan Manuel, por eso Sarmiento velando por su buen nombre, dio gestacién a estas paginas memorables, teniendo él mismo coneiencia de su perdurabi- lidad y esperando el éxito que habia sido su aliado siempre. Fue wna autobiografia para demostrar a los chilenos quidm era y de dénde provenia el joven argentino, difamado entre los chilenos. Son los Ex Monrror pe La Epucacién Comtn 119 pergaminos y las credenciales de un hombre de bien, de limpia y honrosa ascendencia. Hs innegable que él conoce que lo vapulearén a causa de su pretendida soberbia, pero sabe que la mayorfa cederé a los sortilegios de su formida- ble pluma y miraré a aquella invencible tendencia a hablar de si cual tri- buto inseparable de su peregrino ingenio. Por lo pronto, ese “yo”, lo mueve a inmortalizar a su provincia natal, a sus hombres preclaros, a sus maestros y a su hogar. Tal el privilegio del genio; hacer entrar en su propia biografia a la historia misma y Sarmiento pinta con categoria estética a su provincia, es un tépico que Jo palpita, su naturaleza emana de esas tierras andinas y un amor genuino hace que el lector encuentre en él, al guia ideal de su itine- rario, y en lo tocante a su persona se describe como lealmente se refleja en el fondo insobornable de la conciencia, y si formula la apologia de sus virtudes, no se perdona los defectos, las pasiones fuertes y los impulsos bravios. Ya habia sido profética la afirmacién del economista y politico cordo- bés Mariano Fragueiro, en una de las reuniones en casa del juez Mardones, en Copiapé. El pronéstico deeia: que ese muchacho enérgico y estudioso llegaria a ser presidente de la Repiblica Argentina. En 1868 se cumpliré el vaticinio. Desde aquella reunién, el joven sanjuanino inicié su misién de buscarse a si mismo, y como lo consigue, en efecto su nombre se extiende en el globo y su vida y su obra adquieren universales aleances morales. La labor exhaustiva del Maestro de América llegé a tocar en forma lateral la esfera de las letras en el enorme conglomerado de su miltiple obra. No obstante, sélo ella constituye un objeto de gran estima en la rica gama de su tabla de valores. La pluma rectora sarmientina supo enlazar problemas y soluciones y de todo ello obtuvo la palma laudatoria del triunfador. Sarmiento no fue un escritor tmicamente preocupado por problemas de cardeter estético. No utilizé tanto la imagen como la idea, porque de ideas estaba hecho, como una alta torre sustentada en la argamasa del cimiento més duro. Pudieron atacarlo, menospreciarlo, pero la torre qued6 donde estaba en medio del inmenso continente americano, en lo mas alto y mas glorioso de las letras, extrafio y sereno como un faro... “...he sido favorecido con la estimacion de muchos grandes de la tierra; he escrito algo bueno entre lo mucho indiferente, y sin 120 Et Monitor pe 1a Epucacién Comtx fortuna, que nunca codicié, porque era bagaje pesado para la incesante pugna, espero wna buena muerte corporal.” D. F. 8. Desde la tribuna de diputado, de ministro, de gobernador de San Juan, hasta Presidente de la Repiiblica, Sarmiento fue siempre el hombre probo, de bien, que anidé en su alma desde la infancia. Conquisté el apoyo y la aprobacién del mundo entero y supo dejar entre sus compatriotas el grato recuerdo que inspiré su vida y su obra. Llegé a ser profeta en su tierra, o Jo que es lo mismo logré la dificil empresa de ser Rey entre reyes. Nuestra obligada gratitud de argentinos hacia su excelsa persona se halla acentuada en mi espiritu por mi condicién de docente, y la inherente misién de tal se ve estimulada por el vivido ejemplo de obra educativa. Ya no tengo de Sarmiento la imagen del maestro que concibié mi nifiez, ahora la acepcién de la palabra se hace extensa, y lo llamo conmovido: “MAESTRO”, en todas las etapas de su noble vida y mi gratitud va mas allé de los m&rmoles y bronces que reclaman su figura... En Monrror pe ta Epucactén Com6n 121

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