03 - Aceves Lozano PDF

You might also like

Download as pdf
Download as pdf
You are on page 1of 5
LAS FUENTES DE LA MEMORIA: PROBLEMAS METODOLOGICOS Trabajo presentado en el Ill Seminario Internacional -de la Asociacién Mexicana de Historia oral. - Xalapa, Veracruz, 25 al 27 de noviembre de 1998. Sede: Ciesas-Golfo I. Pensar la memoria -, Todos aquéllos que nos vinculamos al quehacer de la historia oral habitualmente ios cuestionanios sobte el papel que desempefta la memoria, y nos asal- tan mds las dudas e inquietudes que las ceriezas y res- puestas acabadas,, Como parte del campo de la investigacin sociohistérica que resalta y elevaa primer término los enfoques ctalitativos, la mirada y escucha que des- pliega el historiador oral reposa y se nutre de las di- versas fuentes que se nos presentan al convocar y tra~ tar con la memoria, PM ee Jorge E Aceves RADAS Esta inquietud no es nueva del todo, ya que es y ha sido una constante en las reflexiones sobre el caréc- ter y las especificidades de esta capacidad del pensa- miento tan particular, con la que elaboramos en bue- na medida nuestro saber y comprensién socio-hist6ri- cos. Prolongando esta costumbre re- flexiva, no estaré de més acercarnos de nueva cuenta a los problemas ‘metodol6gicos que.con frecuencia re- conocemos actualmente en el traba- jo del historiador oral.” La memoria es una cuestin compleja y no pode- ‘mos sencillamente eludir su proble- matizacin y dejar su tratamiento a otros estudiosos 0 pacientemente aguardar para mejores y mis ilumi- nados tiempos futuros. ‘Algo que nos compete a todos ejercitar es la tarea de pensar y dar cuenta explicita de las maneras y es- tilos especificos cémo construimos y comunicamos nuestras observacio- ne, las icleas que orientan y mode- lan nuestro trabajo, el tipo y los pro- cesos para reconslruir y estructurar nuestros “datos” significativos, las versiones que exponen los diversos puntos de vista y concepciones del mundo, y en fin, la necesaria inquietud por no dejar pasar sin explicitar y dejar por sentado, con la intencionalidad de compar- tir, la propia experiencia del hacer y pensar el proceso total de la investigacién. La memoria ha estado en la mira reflexiva como un problema a desentraiar y no como un factor univoco de materia prima esperando a nuestras pre- guntas para objetivarse en las narraciones de nuestros entrevistados, La concepcién y la utilizacién especifi- ca que los historiadores oraies han realizado de la memoria ha sido en varias ocasiones cuestionada, pero segtin parece, reiterativamente mal comprendida. Hace algunos afios el profesor e historiador oral Ronald J. Grele (1991: 249) asentaba que la discusién con los criticos de esta practica de indagacién habia resultado un tanto estéril, Bn buena parte porque la exitica entendia y reducia su andlisis del papel que ju- gaba la memoria y la capacidad de recordar en térmi nos casi exclusivamente de los factores fisicos y psico- logicos, relegando lo sociocultural. Grele se pregunta~ ba el por qué, y consideraba que la causa més proba- ble era la incomprensién del quehacer del productor de la historia oral. Explicaba, y ahora yo Jo entiendo, que el indagador de la oralidad no busca en-las me- morias de los individuos ciimulos de hechos y eviden- cias empiricas necesariamente verificables, que no busca ni fechas, ni descripciones precisas ni tampoco informes cien por ciento comprobables. El testimonio, evocado como reflejo veridico de la supuesta realidad no era el objetivo central de i caza por la memoria: era y, atin lo es, la construccién de los significados de tales experiencias humanas. Para Ron Grele, la historia oral debiera interesar- se en registrar y provocar la narracién de los eventos, pero no tanto con Ia intencién de acumular textos narrativos e infor- mes empiricos, sino con el afan de aprehender el “sentido” histérico que tales hechos, acontecimientos y experiencias tienen ~en el presente~ y tuvieron ~en el pasado para los narradores. Por ello, la memoria co- lectiva y el olvido colectivo también: son necesariamente materia de gran relevancia e interés para cualquier historiador oral, en cuanto que las personas experimentan los hechos como individuos pero también como miembros insertos en una par- ticular cultura ubicada en un tiem- po y un espacio especificos (Ibiident: 250). Por Io anterior, concluye Grele, refiriéndose al campo de la historia oral, discutir la memoria no debiera quedar sélo en evaluar Ja capacidad psiquica para recordar qué po- seen y pueden desarrollar diferencialmente les indi- viduos, sino que habra que incorporar ta dimensién simbélica-o si se prefiere cultural-como resultado de relacionarse y vivir en sociedad. Tl. Configuracién. de la memoria Resultaria por ello de gran interés analizar esta cuestion desde la perspectiva que se pregunta por la manera concreta como se configuran los contenidos de la memoria de los sujetos entrevistados. Charles Briggs, antropélogo y lingiiista (1986: 13-15) nos ex: pone que la historia oral, para nuestra fortuna, ya no trabaja con la memoria ~como podria pensarse que lo hizo en un principio- tal como si fuera un archivo 0 depésito de recuerdos incdlumes, no tocados o afecta- dos por el paso del tiempo o las vivencias de los indi- viduos; y que la capacidad humana de recordar, acti- vidad por cierto no exclusiva de nuestra especie, nos permite evocar y recuperar la memoria para incorpo- rar sus contenidos al ritual social de la conversacion. Es unacierto, afirma Briggs, el que los historiado- res orales consideren a las fuentes de la memoria como “percepciones sociales” de los hechos, los cuales estan inmersos en procesos y contextos sociales més amplios; porlo quela biisqueda de los sentidos sociales se vuel- Vocks RECOBRADAS ve entonces un objetivo pertinente y posible. No obs- tante, la naturaleza y el significado de los contextos, y no slo de la situaci6n de la entrevista, no habla sido suficientemente atendida por los practicantes de la historia oral (Ibidem: 14). De nueva cuenta, los aportes que se obtienen del anélisis y etnografia del habla y de Ja comunicacién no-verbal podrian apoyar este pro- pésito atin no logrado con suficien- te solidez por parte de la historia oral. Otto problema que entonces identificaba Briggs, era la poca aten- cién que se le otorgaba al carécter dial6gico de la situacién de la entre- vista y que tiene que ver con la for~ ma cémo se conciben, piensan y estructuran las entrevistas asi como los procedimientos, supuestos y ca- tegorias con que se les analiza. La observacién de Briggs ya ha sido hasta cierto punto cubierta, ya que ahora la cuestidn es pensar la memo- ria como un constructo simbélico sis- tematizado desde el tiempo presen- te, y por lo tanto contemporaneo al investigador y al narrador, pero tam- bién adecuado y en sintonfa, no exenta de tensiones y problemas, a los objetivos, condiciones y marcos so- ciales referenciales de la investigacién que los anima. Las entrevistas de historia oral pueden ser conce- bidas, como entonces afirmaba Briggs, tal cual con- formaran un didlogo entre el pasado y el presente, enmarcadas en la peculiar naturaleza bifocal y sintéti- ca que produce la historia oral (Ibidem: 15). Ii. La memoria en la historia oral: formatos,rompecabezas y laberintos EI rol de la memoria en el trabajo que realiza la historia oral esté bien documentado y expuesto en di- versos textos ya clasicos y en otros més novedosos.”” La revisién bibliogréfica de lo realizado ya puede con- vertirse en algo de vastas dimensiones. Plantear nue- ‘vas propuestas y reflexiones es siempre aventurado, pero, a pesar de los riesgos, me resulta una praxis esti mulante. Pos ello exteriorizar algunas ideas en torno a la concepcién de la memoria puede ser un pretexto para afirmar o rechazar los puntos de partida con los. que uno ha venido operando en Ia préctica Con frecuencia repetimos lo que el sentido comin ya conoce: la memoria es la vida, Recordar es vivir de nuevo. EI pasado esta siempre en el presente, El futu- RE voces RecosRapas ro estd entaizado en el pasado. Todas ellas son sentencias procreadas con sabi- durfa y todas ellas nos ofrecen un espejo de nosotros mismos, Nos miramos al aproximarnos al espejo, asf construimos las memorias de los hombres y mujeres al dialogar con ellos. Memorias que se conversan, ex poniéndose y discurriéndose. Cara a cara en la bus queda organizada del pasado por configurat, que efectivamente va relaténdose al elaborarse en el dis- curso sobre lo comunicable y com- partible. La memoria producto de la tuacién de la entrevista es una con- figuraci6n solicitada al narrador, con base a un posicionamiento mutuo, en a vida social y en los entendidos culturales que nos permiten in- teraccionar. El resultado es un constructo cargado de sentido, pro- ducto de una relacién social concre- ta; la entrevista como escenario eins- trumento para el intercambio de sub- jetividades, Configuraci6n intencionada desde los respectivos puntos de vis- ta de los actores de la relaci6n social, enmarcada en los flujos y redes de particulares poderes y apoyos societales. ‘path, iodel teats, Bill obo. yyy ze pees GEMS. apron s Las memorias se construyen, elaboran, organizan, en la voluntad de incursionar en el sentido de las vir vencias del pasado y en el propésito de exponerlas selectiva, puiblica y coherentemente narradas para dar cuenta de la trayectoria de la vida personal en socie- dad. Por lo mismo, en este propésito aparecen las vi- vencias como una ficcidn, en el sentido de habérseles dotado de integridad, de convertir la evocaci6n en un producto del ensueito deseado y evocado. La configuracién de una memoria narrada no ne- cesariamente es una invencién, ya que inten- cionalmente puede estar regida por la construccién sincera y honesta del individuo por la experiencia de explorarse a si mismo y exponerse a los semejantes a partir de componer sus vivencias y recuerdos signifi- cativos. Concebir la memoria como algo por construir més que por desempolvar es un giro heuristico importante que beneficia la reflexién y dificulta un poco més la indagacién de la memoria individual y colectiva, asi como para la precisi6n del papel que le toca al que incita como entrevistador y al que narra su propia vida. La memoria oral asf construida tomaria caminos diversos y formas plurales. Como un “rompecabezas” al cual hay que ir configurando cada una de las pie- zas, armando el sentido y posicién de las diversas ex- petiencias hasta poder terminar un formato con tra- yectoria y composicién veridicas y donde las piezas 0 relatos de vida adquieren sintonia y equilibrio. El rompecabezas se arma y produce una version panorémica del conjunto de las pie- as intencionalmente agrupadas. La memoria que se expone y se discurre es entonces una sintesis de la evoce~ cién premeditada y jerarquizada, enmarcada en la situacién social y respondiendoa las expectativas acor- dadas, negociadas o unilateralmente establecidas por la situacién social de Ja interaccién de la entrevista de his- toria oral. El formato de la memoria como rompecabezas es un constructo pro- blematico, en donde Ia implicacién del investigador deberia estar clara~ mente definida, y reflexivamente ca- racterizada. Bl formato limita y diri- ge en gran medida los contenidos que finalmente puede configurar la me- moria evocada. No obstante, es un asunto de dos que se explicita y por lo tanto puede evaluarse. La memoria como un “laberinto”, ms que un re- sultado es un estilo de acceso y de configuraci6n. Se construye la cadena de relatos significativos mediante Ja exploracién libre e impugnando las lealtades con las trayectorias conocidas y oficializadas. Los olvidos como los motivos de la memoria, los olvidos como los conductos hacia la resignificacién de las vivencias secundarizadas. El formato del laberinto desea remodular la jerarquia de lo vivido, seleccionar y real- zar lo no relevante, incluir lo que ha sido excluido, contextualizar lo que esté aislado e incomprendido, posicionar Ins acciones personales en los contextos sociales no previstos, inventar salidas y opciones de acciones personales que nunca acontecieron, resemantizar la vida y buscar nuevas salidas al labe- rinto que ha sido la vida personal. La memoria en el formato construido como labe- rinto puede ayudamos a detectar las trayectorias vita~ les que no son explicitas por no haber sido pensadas 0 configuradas como tales. La téenica de la entrevista narrativa se convierte entonces en un recurso para dotar de sentido a las memorias dispersas y demasia- do episédicas. ‘Alos formatos anteriores, el modelo del “iceberg” también les ajusta, Ya que la entrevista de historia oral por lo comuin raspa la punta del tema “iceberg” en ‘cuestion, y s6lo con la larga interaccién y la copartici- pacién en la formulacién y construccién de las memo- rtias narrativas del entrevistado, la base y el conjunto del texto de vida se va reconstruyendo y va aparecien- do gradualmente pero sin que termine de salir total- mente a la superficie. Y aun asi, la mirada que se le disponga tendra la caracteristica, ahora si, de un “caleidoscopio", en donde dependiendo del movi- miento y posicién de la observacién se verd el contenido cambiante de las formas. IV.Construccién, invencién, representacién Todo esto para decir que las memorias y Ios contenidos que les asignamos son productos premedi- tadamente concebidos. El historia~ dor oral construye sus datos, no los recopila tal como siestuvieran siem- pre allf aguardandolo. No es un desenterrador de memorias mo- mificadas, pero tampoco resucita re- cuerdos inexistentes, Al buscar el testimonio personal y-configurar memorias de los actores sociales que par- ticipan en su tiempo y en un espacio concreto, intere- sa aproximarse a la vivencia mas verosimil y posible. Sin embargo, son constructos resemantizados a los cuales hay que evaluar y calibrar en consonancia con Voces Recouravas BET otras fuentes histéricas y recursos para la con- textualizacién social. La invencién de los contenidos de las memorias puede ser también una reconfiguracién de lo vivido, de lo olvidado, de lo desapercibido, de lo ahora rele- vante. La invencién es por lo tanto una representacién de lo social y de los mundos posibles ante los ojos y expectativas de los individuos, La implantacién de los recuerdos, asi como la sustitucién, la confusién, la falsificacién, el olvido forzoso, la seleccién desde una posi- soem conocer la memoria.” gumentos que pueden orientar al historiador oral para determinar los procesos conscientes ¢ inconscientes que afectan la produccién de la memoria en situacién de entrevista oral. La obra de Alan Bacideley (1983) es tam- bién un ejemplo de la manera y extensidn de pensar la memoria desde el campo de la psicologia. Al igual que el texto de Frances Yates (1974) lo es para el campo de la historia del arte. Sin embargo, no se trata de psicologizar la produccién del histo- riador y olvidar o secundarizar la in- cién subordinada y dems procesos tencién de realizar una aproximacién de construir y reproducir “falsos re- implica comprenderla _eminentemente sociohist6rica, con cuerclos’ son construccionesobjetivas | en gus multiples dimen- Preguntas quiz del tipo antro- sustentadas en relaciones sociales “ polgico o sociolégico. Intentar re- permeadas por la desigualdad y pri- | !0nes, composiciones y — fexignar y ampliar las perspectivas vilegios distribuidos con base a las configuraciones. sobre nuestro quehacer es con a fi- estructuras de poder (Diges, Loftus, etal 1997). fi Sin embargo, la discusién de es- tos aspectos del cardcter constructivista de fas memo- Flas orales puede Hevarnos a derroteros muy ajenos a nuestro campo disciplinario. En la psicologfa social y la experimental la cuesti6n de la memoria ha sido amplia~ mente discutida, No obstante, el afén interdisciplinario dela historia oral ha propiciado un enriquecimiento de sus puntos de partida y resulta evidentela necesiciad de considerar sus aportes en el momento y espacio adecua- dos, Por'lo pronto, resalto que conocer la memoria im- plica comprenderla en sus multiples dimensiones, com- posiciones y configuraciones. No sélo se habla de la memoria episédica y autobiogréfica ~de recuerdos~ola de larga duracién o semantica ~de conocimientos~, sino de otras memorias especificas, como aquellas relaciona- das con lo visual, lo auiditivo, lo sensual, lo gustativo y olfativo, las vinculadas a los esquemas corporales y de experiencia del cuerpo (Cfr, Juan Delval, 1994: 344-355). Los factores psicol6gicos y fisicos que afectan a la memoria fueron trabajados por Tulving (1972, 1983, 1985, citado en Delval) y alli se desarrollan muchos ar- WIR Voces Recosrapas a nalidad de propiciar acercamientos a otras propuestas disciplinarias, como es el caso de la psicologfa. Recordemos ahora lo dicho al principio, de lo que se trata es de ir més alld de los presupuestos simples y estrechos de concebir y tratar la memoria, se intenta no quedarse en la discusin sostenida por criterios biologistas 0 psicologistas, sino de ampliar y potenciar la comprensién del papel que juega la memoria a partir dela consideracién e inclusién analitica del aspecto sim- bélico, de la dimensin sociocultural. Sélo de esa mane- ra podremos pensar en Ja memoria como la fuente por excelencia de la historia oral. NOTAS Y REFERENCIAS: 1, Clr. Obras de autores como Paull Thompson, David Henige, Jacques Le Gotf, Phillipe Lejeune, Pierre Nora, lessanclro Portell, Luisa Passerin, Jan Vansina, Maurice Halbwachs, Eric Hobsbawn, ete, Grele, Ronald J. “Private memories and public presentation: The artof oral history” en su Envelopes of Sound. The Art of Oral History, Ped, New York, Praeger, 1991 Briggs, Charles L. Lerrning How to Ask, A sociolinguistic appraisal of the roe of the interview in social scince research, Cambyidge, University Press, 1986, 2, Ver los trabajos corresporsdientes a la Parte IV "Interpreting, memories”, de Ia antologia editada por Robert Perks y Alistai ‘Thomson, The On History Render, London, New York, Routledge, 1998. También varios articulos aparecidos en la revista espafiola dle Historia y fuente ova, wr0s. 1,2,5 y 1. 3. Thompson, Paul. La voz del pasado, Historia oral. Valencia, Bdicions Alfons EL Magnénim, 1988. Henige, David. Oral Historiography, New York, London, Lagos, Longman, 1982, (Especiaimente el capitula 6: “Oral history: testimony of the recent past”) Diges, Margarita et.al. Los falsos vecwerdos. Sugesti6n y memoria. Bar- celona, Paidés, 1997. Cuadernos de Psicolagta, 5. Baddeley, Alan D. Psicologia de la memoria. Madrid, Debate, 1983 Coleccidn Universitaria Delval, Juan. EI desarrollo humane. Madrkl-México, Siglo XXI Yates, 1994, Frances A. Elarte de a memoria, Madrid, Taurus, 1974, Ensayistas,- 113.

You might also like