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‘Términos criticos de sociologia de la cult siz, Sarlo [et al.|; compilado por Carlos Altamirano - I". ed. ~ Buenos Aires : Paidés, 2002. 288 p. ; 24x16 cm.- (Lexicon) ISBN 950-12-7329-6 I. Satlo, Beatriz II. Altamirano, Carlos, comp. 1. Sociologia de la Cultura Cubierta de Gustavo Macti I" edicién, 2002 ‘Quedan rigurosemente proibidas, sin I autorizacioneserita de los tirlares del copyright, bajo las sanciones establecias en las leyes. Ja reproduccidn tral o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendios Ia reprografia y el tratamiento infor mito, y Ia distrbucn de cjemplares 6 ella mediante alquiler © préstamo publica, © 2002 de todas las ediciones Editorial Paidés SAICF Defensa 599, Buenos Aires e-mail: literaria @editorialpaidos.com.ar Ediciones Paidés Thérica SA ‘Mariano Cubf 92, Barcelona Editorial Paid6s Mexicana SA Rubén Dario 118, México, D.P. Queda hecho el depésite que previene la ley 11.723 Impreso en Argentina, Printed in Argentina Impreso en Verlap S.A. ‘Comandante Spurr 653, Avellaneda, Buenos Aires, en agosto de 2002 ‘Tirada: 4.000 ejemplares ISBN 950-12-73 Género sea-, la sociologia basada en la articulacién subjetiva de las grandes estructuras, la no siem- valorada pedagogia del aprendizaje, la his- foria cultural que procura las génesis de algu- ‘mos objetos 0, en definitiva, toda vertiente que usque comprender esas vagas pero fundantes ‘estructuras del sentir y del pensar tiene en las _generaciones una herramienta casi insoslayable ‘para sus observaciones. Lecturas sugeridas MANNueiw, K. (1928), «Das Problem der Generatio- nen», en Mannheim, K. (1964), Wissenssozio- logie. Auswahl aus dem Werk, ed. de Kurt Wolff, Berlin, Luchterhand. Mascutss, M. ef al. (1996), La juventud es més que una palabra, Buenos Aires, Biblos. Osreca v Gasser, J. (1923), El tema de nuestro tiempo, Madrid, Calpe. Petersen, J. (1930), «Las generaciones literarias», en Ematinger, E. (1946), Filosofia de la ciencia Iiteraria, México, Fondo de Cultura Econémi- ca. Warre Ritey, M.: Foner, A. y Warina, J. (1989), Sociology of age», en Smelser, N. (ed. Handbook of Sociology, Newbury Park, Sage. Marcelo Urresti NERO La conceptualizacién teérica y politica del no «género» y el desmontaje critico de vincuTos significantés con Ta calgon representan Ia mayor conquista del femi- 10 contemporéneo, que ha utilizado dicho ino para instalar la problematica de 1a desi- idad sexual en varios escenarios de inter- in social, de lucha ciudadana y de pro- on académica e intelectual. Los usos de Ia palabra «género» han sido dos por la explicita connotacién sexual ademis de su definicién gramatical, recibe palabra en lengua inglesa. La_palabra (o> ~etimol6gicamente derivada del ver- Tatino generare (engendrar) y del prefijo la- gener (raza, clase)- cruza, en su rafz. mis- Ja_dimensién_propiamente sexual del fento> con Ja dimensién taxonémi- fe a un principio de identificacion y . de tipificacidn de las propiedades «se y diferencias, de fijacién de los atributos me- diante definiciones. La_teorizacién_feminista del_género recoge esta segunda dimensién al mostrar cémo este concepto regulador de las identificaciones genéricas le otorga significado a Ta Wentidad y 1a diferencia sexuales de acue! o-con un determinado sistema de clasificacién simbélica. Es decir que el género designa lo Glasificado (chombre» o «mujer»), pero apela también y sobre todo al sistema general de identidad sexual que organiza tal clasificacién con sus funciones normativas y prescriptivas. Al argumentar que «género» es tanto Ta catego- ria («masculino», «femenino») como el sistema que organiza la diferencia sexual, el feminismo insiste en el cardcter relacional de las identida- des de género, que deben, por Io tanto, ser lef- das interactivamente. El concepto de género se ha convertido en el operador estratégico del modo en que el fe- minismo (1) demuestra que las identificacio- nes sexuales no pueden reducirse a las propie- dades anatomicas 0 biolégicas de Tos cuerpos d&origen de los sujetos designados como «hombres» y «mujeres» ni a los roles social- mente programados en funcién de estas asig- naciones, sino_que deben entenderse como producto de las complejas tramas de represen- tacion y poder (derivadas de la codificacién je- rarguica de la division masculino-femenino) que se imprimen en los cuerpos sexuados atra- yesando los discursos simbélicos de la cultura, y (2) cuestiona la naturalizacién de lo femeni ind en una esencia sexual o en Ta Fepresentacién Universal de la Mujer que Jo sujeta a un conte- nido-de-identidad homogéneo e invariable, pa- rainsistir, en cambio, en los miltiples procesos sociales y en las mediaciones culturales que se intersecan en Ia relaci6n entre categoria sexual ¢ identidad de género. La eficacia del concepto de _género radjca en_que visibiliza tericamente el come gntre naturaleza (cuerpo sexuado) y cultura (cons- irucciGn social de la diferencia sexual) para convertir esta separacién en un sitio de inter vencién conceptual y de transformacién politi- ca de lo «femenino» que se opone al determi- nismo biolégico. Subraya, ademas, el casicter representacional de las identidades, es decir, el modo en que las posiciones genérico-sexuales 95 Género de los cuerpos se entrelazan con todo un apara- to discursivo de significaci6n y valor que mo- dela culturalmente las imigenes de lo masculi- no y de lo femenino. LO PRIVADO Y LO PUBLICO: «LO PERSONAL ES POLITICO» La decisiva importancia que posee el con- cepto de género para la teorfa feminista recuer- da el rol que ha desempefiado el concepto de clase para el marxismo. Por el hecho de que es un concepto que también se inscribe en una lectura critica de las relaciones de opresién y desigualdad humanas, el concepto de género no podfa sino entrar en didlogo con las teorizacio- nes de la clase en el marxismo. De ese didlogo, que a menudo tuvo cardcter de interpelacién, nacieron los diversos intentos realizados por el feminismo de insertar la problematica de géne- ro en Ia teorfa social y politica. Las relaciones entre marxismo y femini mo han sido percibidas como beneficiosas y Mitantes a la vez. Por un lado, las teorfas de Marx sirven para «entender la separacién de la familia, el Estado y la economia como un fend- meno histérico y no natural, y para entender la interaccién de éstas esferas incluso en el con- texto de su separacién», pero, por otro lado, «al continuar y sin duda reforzar nuestros supues- tos modernos de la autonomfa de lo econé- mico, la antropologia filos6fica de Marx susci- ta serios obsticulos para el entendimiento del género por parte del marxismo» (Nicholson, 1990). El feminismo ha discutido sobre todo las li- mitaciones y restricciones que opera el marxis mo al reducir lo econdmico a las relaciones de produccién —vinculadas a trabajo, producto y mercancia~ y al excluir asf de sus andlisis de lo social el amplio mundo de las relaciones de re- produccién basadas en el rol que desempefian las mujeres en la estructura social. La clave de 1a adivisi6n del trabajo» no alcanza a dar cuen- ta de todas las contradicciones que habitan lo social. Fue necesaria la elaboracién de la cate- gorfa de género para denunciar la reduccién de lo econémico a lo productive y, consiguiente- mente, Ia exclusi6n de lo reproductivo (mater- 96 nidad, familia, hogar) de! campo de visibilidad de los mecanismos de poder y subordinacién genérico-sexuales. Al centrarse en el registro economicista de la éxplotacion social Tigado exclusivamente a Ia divisiGn del trabajo, el marxismo dej6 fuera de la consideracién politi ca tanto Tos microescenarios de la vida cotidia- say Tamiliar (también afectados por relaciones de opresin y represidn) como el corte de la se- paracion entre lo_piiblico_y lo privado que mipnté [a historia social en tomo de la division de género. Ta utilizacién del concepto de género per- mitié reflexionar sobre las implicaciones que tiene esta divisién del espacio social en regio- nes desigualmente valoradas segdn reciben la connotacién de lo masculino (lo pablico) o bien de lo femenino (lo privado). Mientras el mundo de lo pablico -simbolizado por lo masculino— se asocia con los valores fuertes de razén, ac- cidn y poder (ciudadania y politica), el mundo de lo privado se relaciona con el cuerpo, la do- mesticidad y la afectividad. Esta diferenciacién de esferas reviste multiples significados, ya que la connotacion abierta de To pubblico colocaa To niasculino del lado de lo general y To universal (fistoria, sociedad), mientras que la conno! cin cerrada de lo privado confina To femenino af registro de lo particular y Io conereto (lo no abstracto) de Ia subjetividad y la intimidad, des- vinculando a las mujeres de los espacios de re- conocimiento del poder. Desde la ideologia de género es posible ver cémo opera esta linea de corte y division entre lo masculino y lo femeni- no que separa lo privado de lo ptiblico y que re~ lega a las mujeres al mundo de lo invisible, de lo indiscernible. Sabemos, ademas, que 1a division de cate- gorfas entre lo privado y lo pablico, entre lo iiasculino-y To Temenmno, recone simbOnca- mente todo ef sistema de la representacién uni: versal_ast div cultura, sensibilidad y raz6n, pathos y logos, etcétera, y que imprime también Su sello en la concepcién dominante de la politica: «la dicotomia entre raz6n y deseo se muestra en la teoria politica moderna en la distincién entre el dmbito pabli- co, universal de Ja soberanfa y el Estado, por una parte, y el ambito privado, particular de las necesidades y los deseos, por la otra. La teorfa politica normativa modema y 1a préctica politi- ca intentan incorporar la imparcialidad en el Ambito pubblico del Estado. {...] La razén nor, mativa moderna y su expresién politica en ea de lo civico pablico tiene, pues, unidad y oherencia mediante Ta expulsién y ef confina- miento de todo lo que amenace con invadir el Estado con su diferenciacign: la especificidad e Tos cuerpos y deseos de las mujeres [...}> (Young, 1990). Vemos asi que Jas relaciones de jerarquia y discriminacién entre lo mascuji- no-pilico y To femenino-privado tienen cons: cuencfas en el campo de la teorfa social y poli- tica desde el punto de vista de cémo hacer Sugar universalidad y particularidad en la gon- cepcién de la ciudadania. En América latina y, en particular, en el Cono Sur, la divisién entre lo piblico y lo pri- yado ha sido objeto de complejas resemantiza- ciones con motivo del protagonismo de las mu- jeres en histéricas protestas callejeras. Las protestas politicas de las mujeres latinoameri- canas que, en estratégicas ocasiones, han salido ala calle, cargaron de ambigiiedad el lenguaje masculino de Tas relvindicactones ciudadanas al mezclar ese Tenguaje con acentos extrajdos de una simbologa materna, como fue el caso de Tas Madres de Plaza de Mayo en la Argenti- na, 0 bien doméstica, tal como ocurrié con la ‘Marcha de las Cacerolas durante la Unidad Po- pular. El modo en que el rol politico de estos desbordamientos callejeros de lo femenino esti- mul6 la reflexién feminista durante los afios de las dictaduras militares (Kirkwood, 1996) nos habla de las vinculaciones que en América lati- na unen el feminismo investigative y académi- 60 con la memoria de Tas Tuchas politicas que infervinieron en Tos procesos de recuperacién democritica. El desmontaje feminista de la divisién entre lo piiblico y lo privado como divisién regida por una ideologia sexual dominante que sobre- determina las formas de estructuracién de lo so- cial y lo politico; la ampliacién que el feminis- mo le dio a Ja categoria de poder al extender su andlisis a las micropracticas de la vida cotidia- na (lo doméstico, lo familiar), encuentran su expresién mas sintética en la ya clasica tesis fe- ‘minista seguin la cual «lo personal es politico». La importancia teérica de esta afirmacién ha Género consistido en anudar subjetividad y poder (co- trigiendo asf el defecto de los andlisis marxistas tradicionales, insuficientemente preocupados por las cuestiones simbélico-culturales) para explorar los modos en que la identidad se trama a partir de construcciones imaginarias, de rela- ciones sociales y de simbolizaciones culturales en las que interviene segregativamente la jerar- quia de género. Es interesante notar que Stuart Hall, una de las principales figuras de los estu- dios culturales, es de los pocos autores masculi- nos que se atreve a relevar explicitamente los aportes criticos que, desde la tesis «lo personal es también politico», realiz6 el feminismo al pensamiento contempordneo: «Para los estudios culturales (ademas de otros proyectos teéricos) la intervencién del feminismo fue especifica y decisiva. Fue una ruptura, Reorganiz6 el campo desde varios puntos de vista concretos. Prime- ro, la apertura de la cuestién, o lo personal co- ‘mo politico y sus consecnencias para el cambio del objeto de estudio en los estudios culturales, fue completamente revolucionaria desde un punto de vista te6rico y prictico. Segundo, la radical expansi6n de la nocién de poder que an- teriormente habia sido mucho més desarrollada en el marco de la nocién de lo piblico, el domi- nio piblico, con el efecto de que podiamos no usar el término poder clave para la temprana problemética de la hegemonia— en el mismo sentido. Tercero, la centralidad de las cuestio- nes de género y de sexualidad para entender el poder mismo. Cuarto, la apertura de las pregun- tas que pensabamos habjan sido abolidas de ta peligrosa drea de lo subjetivo y del sujeto, lo que colocé esas cuestiones en el centro de los estudios culturales como practica teérica. Quin- to, la “re-apertura” de las fronteras cerradas en- tue la teorfa social y la teoria psicoanalitica del inconsciente» (Hall, S., 1992). LOS ESTUDIOS DE GENERO teoria feminista ha usado conceptual de la divisin de gé criticamente las bases epistemoldgi “ (Barret, 1990). Las oscilaciones entre la denominacién de «estudios de mujeres» o bien, més neutralmen- te, de «estudios de género», que experimenta- Género ron, en la etapa de su formacién, varios progra- mas en América latina, dan cuenta de cémo el estatuto de la critica feminista en el interior de la academia sigue siendo altamente conflictivo. Quizas las reticencias se deban a que Ja critica feminista choca contra el convencionalismo académico al querer cruzar construcciones de objetos con formaciones de sujetos: al conectar el campo universitario de produccién del cono- cimiento con la prictica batallante de un afuera de luchas reivindicativas y emancipatorias a través de un saber de intervencién que desbor- da el refugio academicista y su culto a las espe- cializaciones disciplinares. ‘TEORIA FEMINISTA Y CRITICA DESCONSTRUCTIVA Género, 1DENTIDAD y diferencia(s) sexuales son los términos que Ta nueva eritica feminista desarticula y rearticula en miltiples didlogos con la escena del pensamiento contemporineo y, en especial, con el psicoandlisis y las filoso- fias_de la desconstrucci6n que instruyen los cruces de sus mas recientes debates tedricos. El primer modo de utilizar la matriz del gé- nero dio lugar a un feminismo de la «identidad» genérico-sexual que se encuentra hoy rigurosa- mente contestado por quienes, desde un nuevo feminismo de «la(s) diferencia(S)», se oponen a st_reduccionismo esencializante: (Braidotti, 2000). Desde el géneto y més alld del género, cabe duda de que lo més estimulante de la rfa feminista contempordnea radica en Ia vi lidad polémica con que ella debate sus propios supuestos («mujery, «identidad sexual», «dife- rencia de género», etcétera) e interpela a la vez el entorno de la posmodernidad y de la des- construccién con la fuerza politica de una re- flexién que pone en tensién un doble gesto, un gesto desdobladg: un gesto que consta, por un lado, dglL momento afirmativa de una teorta y una polftica del sujeto hechas para activar fuerzas de cambio y movilizar agencias de transformaciéti politica de Ia subjetividad so- cial que desorganicen el sistema de codifica- cién sexual dominante y, por otro Jada, del momento -suspensivo, desconstrugrive- de una puesta en crisis de Ta representacién que sospeche de cualquier cristalizacidn de signifi- cados («identidad», «mujer», «género», etcéte- ra) para que los flujos de subjetivacién no se dejen atrapar en el esquema rigido de identifi- caciones fijas. El vitalismo critico que hoy demuestra la teoria feminista tiene que ver con el rigor con el que asume este compromiso entre torsién desconstruetiva y deseo emancipatorio, y tam- bién con la movilidad de sus repertorios de in- tervencién que le permiten cruzar la practica académica, la militancia social, la intervencin te6rica y el andlisis de la cultura. Lecturas sugeridas Beauvoir, S. de ([1949], 1975), E/ segundo sexo, Buenos Aires, Siglo Veinte. Rua, Gayle (1975), «El trafico de mujeres: notas sobre la “economia politica’ del sexo», en Marysa Navarro y Gatherine R. Stimpson {comps.), ¢Qué son Jos estudios de mujeres?, Buenos Aires, FCE. Géneros Debate Feminista, n° 2, México, septiembre de 1990, y n° 5, marzo de 1992. Nelly Richard GENEROS Los géneros, en tanto institucién discursiva, son clases de textos u objetos culturales, discri- minables en toda drea de circulacién de sentido y en todo soporte de la COMUNICACION. Si por un lado hay géneros literarios, del entreteni- miento, del discurso politico, por otro hay tam- bién géneros televisivos, radiofSnicos, grificos. Constituyen opciones comunicacionales siste- matizadas por el uso: en el caso del cine, por ejemplo, contribuyen a organizar la oferta en Is salas de exhibicién, en los videoclubs y en Jas secciones de especticulos de los diarios, ademas de constituir un recurso general de la descripcién y la conversacién. Asf, los géneros Snstituyen, en su recurrencia histérica, condi- es de previsibilidad en distintas dreas de iccién e intercambio cultural. Cuando adjudica a los géneros la condicién -chorizontes de expectativas», ast como la de de transmisin entre la historia de la \d y la historia de la lengua», Bajtin re- a la vez el cardcter histérico de los gé- ¥y su (opuesta) vocacién de larga dura- ‘su habito de recorrer, con cambios de intos perfodos. Podemos sefialar que de que muchos de ellos insistan en la 46n histérica (como el cuento popu- comedia) les confiere una patina de pero aun esos casos excepcionales jos por la emergencia de grandes €poca, y por otra parte no suelen el caso de algunos géneros prima- el saludo), universales; constituyen y restricciones culturales, y dan srencias entre culturas (v. CULTU- 1953], 1982) JMO CONCEPTO CA reconocer al menos una de los géneros de su cultura, y de compartir ese reconocimiento con el con- junto de la sociedad en 1a que se inscribe. Sin ese saber compartido, los géneros no poseerfan esa condicién de

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