Download as pdf
Download as pdf
You are on page 1of 43
la cultura de} control CRIMEN Y ORDEN SOCIAL EN LA SOCIEDAD CONTEMPORANEA DAVID GARLAND Traduccién de Maximo Sozzo gedisa Tiuko del orignal inglés: he Cite of Contr © oavid Galan, 2001 The culture of Control Come and Sane Order in Contemporary Society was erignally guished in Lnghsh i 2001. Tie tranlation fe published by acrangement with Odor Unversity Press. he ctu of Gono Came ant Soil Grin Contemporary Seca foe oiginaiamente publiad> ‘en ingles en 6 2001, Esta tadvcion es publead de acuerdo con Oxford University Pres Traci: Mimo Sz Dien de cubira: Syia Sans Primera edicion: al del 2005, Barcelona Dares reservados past todos ls edicones on Lengua castellara © Editor Geng, S.A Faseo Bonarova, 937 1" 0802 Barcelona (Espaia) Ta93 259 09 04 Fax 93 253 09 05 Cone electrénico: gedta@getisa.com ip fru ged com SBN: 3¢-9784-040-2 Dpto Lga:&, 19925/2005 “impeso por Roan Valls ‘ercagot, 1 ~ 08786 (Copelades) Limgeso en Espa ned Spain ‘ued proibid le seproccio total 0 pacitpor cus edo de imprest er forma dt <2, etactada © modiicada de esta vest catelina sin e pnmizo por nse de aa. INDICE Prefacio os... eee ses eee cece eee ea es 9 Prefacio a la edictén en espaiiol 19 I. Una historia del presente 31 I, La justicia penal moderna y el Estado venal-nelfare «571 IIL, La crisis del enfoque penal moderno . 2 107 1V. Cambio y orden social en la modernidad tardia : 137 V. EL dilema polftico: adaptacién, negacién y acting out. 179 VI. El complejo del detito: la cultura de las sociedades. con altas tasas de delito a. 235 VIL. La nueva cultura de control del delito . 275 VIII. Control del detito y orden social - ~ 313 ‘Apéndice . 333 Notas: . 337 Bibliografia. beet eceeececeeeee 417 Indice onemastico y de materias .. . 455 VI EL COMPLEJO DEL DELITO: LA CULTURA DE LAS SOCIEDADES CON ALTAS TASAS DE DELITO En cl capitulo anterior se planted un argumento que incentaba explicar los desarrollos recientes en el control del delito desde el punto de vista de las agencias gubernamentales y de los actores po- liticos directamente responsables de la elaboracién de politicas paix blicas. Aqui expandiré ese argumento para describir las formas en que ciertos cambios en la estructura social y en las sensibilidades culturales han hecho més factible este tipo de politicas piblicas. Lo ne pretendo afirmar es que las politicas pablicas que han surgido en las tiltimas décadas se basan en una Los factores conceptuales y emocionales de esta experiencia para lograr ciertos resultados; en ese sentido, el sido determinante. Pero seria un error concentrarse solamente en estos procesos de transformacién y representacién politica.’ nas y sensibilidades son las condiciones extrapoliticas que hacen que este tipo de politicas puiblicas sea posible (en sentido téenico amabbedagy geetores clave del eectorado) en Al ser en el ambito politico donde se desarrollan, se discuten y se legislan las estrategias de control del delito, no es lamativo que la ma- yor parte del anslisis se haya centrado en este proceso politico y en los intereses e ideologias que comprende. Sin embargo, pienso que las nuevas politicas de control del delito estan condicionadas social y cul- turalmente; que el interés popular que estas politicas generan, asi como su contenido y oportunidad, no pueden comprenderse sin hacer 236/14 OUTARA DEL CovE¥CA referencia a tos cambios en la préctica social y en Ia sensibilidad cul- tural, Esto no implica, repito, que las decisiones politicas y las politi- ccas pablicas estén determinadas, o se vuelvan inevitables, por eventos y circunstancias externas. La politica y las politicas piblicas siempre implican opciones, la toma de decisiones y la posibilidad de actuar de ‘otra manera. Mi planteamiento es que las politicas paiblicas que aqui se discuten tienen ciertas condiciones de posibilidad y que la presencia de estas condiciones de fondo incrementa sustancialmente la probabi- lidad de que aquellas se pongan en funcionamiento. Para empezar, quisiera recordar ~de forma sintética~ el anélisis gue se hizo en ef capitulo precedeme, Setualmente, en Gran Bretafia y Estados Unidos, el campo del control del delito presenta (63 flied Estas estrategias ~completamente diferentes a las politicas penales welfaristas que las precedian- se construyeron en respuesta a un nuevo dilema qu sociedades de Ia modemidad tardia. La necesidad del Estado de reconocer estas realidades sin apa~ centar replegarse ante ellas constituye un problema politico agudo y recurrente. Los actores politicos y funcionarios estatales reconacen cada vez mas este dilema e intencan adaptarse al mismo concentran- do sus esfuerzos, por ejemplo, en los efectos del deliro (las vietima: Con esta medida el Estado opera a través de la so- ciedad civil y no sobre ella, y subeaya la prevencién proactiva en hi- ‘gar de la persecucién y el castigo de las individuos. Las soluciones adaptativas de este tipo resultan politicamente dificiles € institucio- nalmente radicales. Implican la formacion de organizaciones hibti- das que atraviesen los viejos limites de lo puiblico y to privado, la ac- tivacién de la accién preventiva por parte de las comunidades, las ‘empresas y tos cindadanos y Ia redefinicién de las misiones organiza- EL COMPLE. DEL DEUTO: LA CULTURE LAS SOIEDRDES CON ALAS TASAS DE DALATO/ 237 tivas de agencias como la policfa, las oficinas de probation y las cée- celes, Los gobiernos de Gran Bretafia y Estados Unidos han comen- zado a dar respuestas adaptativas, intentando logear el apoyo del sec- tor privado y su inclusién en asociaciones, construyendo una nueva infraestructura de prevencion del delito y’ uisiera ahora conrinnar este anslisis planteando una serie de Sintéticamente, las lamaré la hace veferencia al esfuer- zo de compartir la responsabilidad del control del delito y de constenir una infraestructura de prevencion del delito fuera del Estado- y la@S (Gea OATPT, La eval hace referencia aa neva confianza en las medidas, sobre todo el encarcelamiento incapacitan- te, disefiadas para castigar y excluiz? Me pregunto zde donde surgen estas estrategias? :Cusles son sus condiciones historicas de existencia? De donde deriva cu reepaldo cociel y reconancia cultueal? Un analisis de las condiciones de existencia de estas dos estrate- agias nos lleva en sealidad por dos caminos diferentes y aborda dos problemas completamente distintos, a pesar de que las dos estrate- gias s 238 Ua cura DEL CONTROL Las asociaciones preventivas implican una infraestructura de instancias completamente nueva mediante la cual las agencias esta- tales y no estatales coordinan sus practicas para prevenic el delito € intensificar la seguridad de la comunidad a través de la reduccion de ‘oportunidades y el fortalecimiento de la conciencia acerca del deli- 0. A ambos lados del Atlintico hemos visto el crecimiento de la po- licfa communitaria en sus diversas formas. Hemos visto la coordina~ ci6n de agencias municipales -vivienda, transporte, planificaci6n, ceducacidn y trabajo social en un esfuerzo por inerermentar sus res- ponsabilidades con respecto al control del delito. Hemos visto la creaciGn de asociaciones entre fo piibico y to privado tales como los «distros de mejoramiento de los negocios, los paneles de preven- , «Verdad cen la condena», «Carceles sin comodidades», «Duro con el delito, duro con las causas del delito». Frecuentemente, estas iniciativas no se fundan en los resultados de la investigacion cientifica y care- cen de las proyecciones estadisticas y financieras que son habitua- les en otras dreas de politica publica.* Al introducir nuevas medidas de segregacién punitiva, los funciona ros electos invocan permanentemente los sentimientos de «la vi ma» para conseguir apoyo y legitimidad. La necesidad de reducir el sulrimiento actual o futuro de las victimas funciona hoy en dia como tuna justificacién de cualquier tipo de mediida de represién penal y el imperativo politico de mostrarse sensible ante [os sentimientos de las victimas sirve ahora para reforzar los sentimientos retributivos que influyen cada vez mas en la legisiacion penal. EL COWPLED DEL BELTO: Us CULTURA DE LAS SODEDADES COT ALIS TASAS DE OHLTD 7244 Silas victimas fueron alguna vez el resultado olvidado y oculta- do del delito, ahora han vuelto para vengarse, exhibidas publica- mente por politicos y operadores de los medios masivos de comuni- cacién que explotan permanentemente la experiencia de la victima en funcién de sus propios intereses. La figura santificada de la yicti- ‘ma que sufre se ha convertido en un producto apreciado en los cit- cuitos de intercambio politico y mediatico y se colocan individuos reales frente a las cémaras y se los invita a jugar ese papel, muchas veces convirtiéndose, durante el proceso, en celebridades mediaticas © activistas de movimientos de victimas. Nos hemos acostumbrado a ver a vietimas del delito o a sus familiares acompatiando a polit ‘cos estadounidenses cuando éstos anuncian nuevas leyes de condena obligatoria o medidas que alertan a la comunidad del peligro que re~ presentan los delincuentes liberados. Las conferencias de los par dos politicos briténicos han servido también de escenario en donde se exhiben las victimas del delito o -como ellos prefieren Uamarlo~ «se les da voz», aunque la voz que se les da no sea necesariamente la de ellos, ya que se la manipula para asegurarse de que se ajuste al mensaje politico del que desde ese momento forma parte. ‘Como indiqué anteriormente, el nuevo imperativo politico es que las victimas deben ser protegidas; sus voces deben ser escucha- das, su memoria respetada, su ira expresada y sus miedos atendi- dos. Los nombres dados a las leyes y medidas penales (la ley de ‘Megan, la ley de Jenna, Is ley de Stephanie y, més revientomentay la campafa de la prensa britanica por «la ley de Sarabe) intentan honrarlas de este modo, aunque indudablemente exista en esto una forma de explotaci6n, ya que el nombre del individuo se utiliza para neutralizar las objecioncs a medidas que por lo general no son ms que leyes que expresan el deseo de venganza que se aprucban Como consecuencia de estos usos, la figura simbélica de la vic tima ha cobrado vida propia y juega un papel clave en el debate ico y en la argumentacién en torno a las politicas puiblicas, Ya ‘no se representa a la victima del delito como un ciudadano desa- 242/44 cum DEL CONTROL fortunado que ha sido objeto directo de un daiio producide por eb delito. Sus intereses ya no se incluyen dentro del «interés putblico», que guia la persecucién y las decisiones penales, En cambio, El Partido Laborista briténico ~at menos cuando estaba en la oposicién advertia que «todos somos vietimas y prometia una po- Iitica publica a tono con esta nueva realidad. El Informe de la Vic- tims Task Force (Grupo de trabajo sobre las victimas} del presiden- te Reagan insistia en que sus fectores deben comprometerse con ef problema no por medio del intelecto sino de las emociones y la in- ‘mediatez de la empatia y la identificacién: «Uno no puede recono- cer el problema de la victima abordandolo s6lo con el intelecto. El inselecto se rebela, Las importantes propuestas aqui coutenidas no seran comprendidas sino se enfrenta primero la realidad humana de la victimizacién. A ésta le sigue ota inquietante declaraciéa: def problema de {a seguridad personal. Y con esto el debate se aleja del sazonamienta instrumental del andlisis del control del delito y pasa a ser dominado por tas emociones viscera- les de fa identificacién y la indignacién. Una vex que'se ha hecho efectivo este gito, los términos de} debate se transforman y los «he- hos» se vuel 2 Para comprender los aspectos expresivos y punitivos de esta es- trategia y su relacién con la seguridad y la segregacidn, debemos ex- plorar el nuevo significado colectivo del caracter de victima.2* De~ EL COMPLED DEL DELO: LA TURE DE LAS SOCEDIDES CoN ALIAS TASAS OE DEUTD / 243 2Cémo legé a reconsti- tuirse «el publico» como un conjunto de individuos victimas del delito? . Estos grupos de es tatus social elevado eran los partidacios fundamentales del welfa- rismo penal, los mas firmes opositores a las medidas punitivas y los mas entusiastas defensores de unas politicas pblicas basadas en la investigaciGn cientifica. Un anélisis serio de las recientes politicas de ley y orden debe explicar cémo estos grupos legaron a perder buena parte de su influencia o bien como Hegaron a cambiar sus actirudes con respecto al delito y las preferencias politicas que na- cian de ellas. El objeto estratégico que se debe analizar no es la oj nidn ptiblica en su conjunto, sino fa experiencia y fa posicién poli- tica cambiantes de este grupo especifico. Si bien la opinién publica EL COMPLEDD OB ELM: (A CULTURA DE LAS SOCEDAOES COM ALAS TASAS DE DELTO /249 Las clases medias profesionales y el wetfarismo penal Las éltes liberales, as clases medias educadas y los profesionales del sector paiblico (a veces Ilamados colectivamente por los sociélo- 0s «las nuevas clases») eran los geupos que més apoyaron los obje- tivos correccionales y welfaristas de la politica penal de posguerra y los que mas insisticron en un enfoque experto, técnico y profesiona- lizado sobre la administraciGn de la justicia penal.** Lo hacian como partidarios politicos, dando un respaldo sélido al Estado de bienes- {ar y a los programas de la «Gran Sociedad» y tambiéa como grupos ocupacionales (trabajadores sociales, educadores, psicélogos, psi- quiatras, agentes de libertad condicional, administradores estatales, ereétera} que formaban parte del amplio sector puiblico del Estado de bienestar. Hasta hace poco tiempo, el disco de la politica penal es- taba, en cierto modo, alejada del escrutinio pablico critico y de la fuerza de la opinién popular y gracias a ello los profesionales y ad- ministradores a cargo del sistema podian ejercer tna influencia des- proporcionada en la determinacién de la direccién a seguiz." 12? Eran sus hijos ¢ hi gnienes se beneficiaban de las ventajas de las nuevas oportunida- les de ascenso social que ofrecéa la educacién superior a escala ma- siva. Y cran estos grupos los que ocupaban las nuevas posiciones laborales que ofrecia la expansion del Estado, pasticularmente los nuevos sectores del trabajo social y de la atencion infant ~que acentiia las circunstan cias sociales mas que las responsabilidades individuales, el trata~ 250 /ua CUTLAR BEL CONTROL . Bl contraste con la pequefia burgue- sia de «mentalidad estrecha, con las actitudes tipicas de los «red- neck -blancos reaccionarios de las zonas rurales de) sur de Estados Unidos o de los «blue collar» ~obreros manuales-, era particular- ‘mente importante para cierta imagen que tenia la clase media de si misma, pero también lo era la critica hacia los que estaban por en- ima de ella en Ia escala social, los cuales parecian poner el valor de Ta peopiedad por encima del humanismo y la cormpasién.”* A diferencia de los pobres, o aun de las clases medias bajas, las clases medias profesionales de las décadas de 1950 y 1960, generalmente, vivian alejados de los hechos delicti vos." a Sus hijos iban a escuelas con mucha disciplina en las que, en gran medida, no habia delitos, drogas ni violencia. Sus quehaceres diarios no los exponian, por lo general, at peligro del delito, ni ef miedo al detito ocupaba tun lugar importante en sus conciencias. Por fo tanto, su forma de pensar acerca del delito es- taba en gran medida moldeada por estereotipos y por la ideclogia en este caso, los estercotipos de la criminologia moderna y una ideotogia socialdemdcrata y progresista~ y no estaba vinculada a hechos concretos o encuentros directos. La imagen preferida del delincuenre era la del adolescente poco socializado, escasamente ceducado y matnutrido para quien la reforma social y el tratamien- to correccional constituian la respuesta adecuad Es mis, las clases medias profesionales eran un grupo social eco- nomicamente prispero que disfruraba de la seguridad y el estatus garantizados por los titulos educativos y las credenciales profesiona~ Jes en Ia sociedad crecientemente profesionalizada de las décadas de 51 SOLE, DEL DELO: LA QUTRA DE LAS SOCEDADES COW ALIS TASAS DE DELI / 251 ‘posguerra. Desde esta posicién de privilegio el grupo podia adoptar una actitud civilizada con respecto al delito y a los delincuentes. Consideraba el delito como un problema social relacionado con ~y explicado por- las condiciones sociales deterioradas, susceptibles de ser resueltas por las soluciones profesionales, expertas, de ingenieri social, en las que, como gru a despolitizacin de las politicas penales, la supresién de temas punitivos, la profesionalizacién de la justicia cri minal y el predominio de objetivos correccionales ~todos los ele~ mentos clave que caracterizaron el control del delito en el periodo de posguerra~ fueron, en gran medida, los logeos de este grupo social y de sus representantes politicos, actuando en un contexto estructural que era altamente proclive a resultados de este tipo. El declive de la influencia de los expertos sociales 2Qué ha sucedido en las ditimas décadas que ha erosionado este esquema? comenzé con los procesos judiciales en tor- no a Jos derechos de los presos en Estados Unidos y la difusién gradual de consideraciones acerca del debido procesa dentro del sis- tema carcelario."” Desde entonces, una variedad de dispositivos -condenas minimas obligatorias, guias para condenar, pautas na- cionales para la probation y el servicio comunitario, reduecian de la posibilidad de liheraci6n anticipada, control y seguimiento politico ais intenso de los regimenes institucionales~ ha reducido atin mas la antoridad de los expertos y los profesionales que anteriormente administraban el sistema. La importancia de los profesionales sociales dentro'del sistema 1 COWPLELO DEL DELIFO L2 ALTURK DE LAS SOREDADES CN ALTAS TASAS DE OLD / 253 Hasta have poco tiempo, estos profesionates funcionaban como una especie de parachoques, protegiendo los procesos de elabora- in de politicas piblicas y de implementacion cotidiana del im- pacto de la opinién piiblica. El declive de la influencia de estos gru- pos, junto con la politizacién de la politica criminal, ha altecado la dinamica de la efaboracion de politicas piblicas en esta area, ha- ciéndola mucho més abierta a la presiOn populista desde fuera de a misma. Pero la suerte cambiante de los grupos profesionales aporta completamente radical en ta direccton de las politicas pabticas. Si estos procesos internos, se hubiesen desarroliado aisladamente, se podria pensar que ha- brian generado una modificacién del welfarismo penal, una reduc- cidn de la discrecién, mayor juridizacion de la toma de decisiones, (DelkezhoMOUSIES) E optimismo liberal y las ideologtas co- rreccionalistas de estos grupos sufrieron un fuerte dective que co- menzé en las décadas de 1980 y 1990 cuando muchas de sus miembros apoyaron a partidos politicos comprometidos con poli ticas criminales mas severas.* primera el desplazamiento de las ideologias co- rreccionalistas hacia la preocupacidn por el emerecimiento justo» y el debido proceso ya ha sido muy discutida y ¢s relativamente sencilla de explicar como resultado de los procesos descritos en el capitulo TIL Lo que es mucho més dificil de explicar es por qué este escepticismo de la década de 1970 acerca del correccionalismo dio lugar, finalmente, en las décadas de 1980 y 1990, a las estrate- gias especificas que surgiezon realmente, unas estrategias que guar- dan poca semejanza con los programas de reforma originales. La explicacién convencional 254 Fm CULTURA DL CONTROL Esto es, sin duda, cierto. Pero esta explicacién no puede dar cuenta del «perro que no ladré». No menciona a las clases medias profesionales -en ‘otros momentos un grupo unido y poderoso- que hicicron muy poco por poner freno al giro hacia las politicas punirivas. Es cier- to, por supuesto, que las voces liberales no han permanecido com- pletamente calladas y que aun se las puede oir, oponiéndase a los elementos punitivas ¢ inhumanos. Pero ahora suena como voces en el desierto, haciéndose eco de los sentimientos de una era pasa- da, careciendo de un respaldo reai en el ambito politico. ¥ cada vez mas aparecen como voces aisladas, privadas de todo apoyo solido, aun dentro de su misma clase social. ;Qué hizo apartar la opinion de la clase media de su tradicional enfoque civilizado con respecto a las cuestiones penales y acercarla, en cambio, a las nuevas politi- cas de castigo y proteccién? La mayor importancia del detito Los cambios espaciales y sociales que dieron lugar a las tasas de delito clevadas en la década de 1960 y también en las décadas sub- siguientes, de manera independiente, transformacon la experiencia del delito de la clase media s Los grupos que habian sido los principales heneficiarios de la explosién consumista de la posguecra ahora se encontrabaa a si mismos mu- cho mas vuinerables que ances frente a tos crecientes niveles de deli- to y violencia que esta explosida trajo apacejados. Ademds, al ha- cerse més visibles en las calles fos signos reveladores del delito y ef FL CQWPLEM0 DEL DELTO: LA CULTURE DE LAS SOCIEDADES GOR ALTA TASAS DE OELTD F255 desorden ~bajo la forma del vandalismo y los geafitos, las incivili- dades de los adolescentes sin control o la conducta erritica de los enfermos mentales desinstitucionalizados-, el remor al delto se vol- tuna parte consolidada de la existencia cotidiana.** Los que algu- na vez fueron, para una gtan parte de la poblacién de clase media, miedos ocasionales y pasajeros, asociados a situaciones particulares Y circunstancias inusuales, ahora se hacian mas habituales, cada vez més una parte del habitus de la vida cotidiana, particularmente en las grandes ciudades.*" La distancia social entre las clases medias y el delito se redujo notablemente, lo que trajo aparejadas consecuen- cias en el punto de vista y la perspectiva, No hay duda de que la distribucién de los miedos no se corres- pondia de forma exacta con los patrones reales de victimizacién y riesgo, pero los czecientes niveles de preocupacién con respect al delito fueron ciertamente originados por el dristico aumento de delitos derunciados (especialmente los delicos con uso de violen- cia} que se dio a partir de la década de 1960. A medida que mas y més personas eran lesionadas, asaltadas 0 sufrian robos en sus vi- viendas o se enteraban de que sus amigos o parientes suftian estos delitos; al hacerse normal en muchas ciudades el hecho de que po- seer un automovil traia aparejado el riesgo de que fuera robado; al comenzar a manifestarse en las escuelas y las calles de la ciudad la evidencia visible del vandalismo y el abuso de drogas; y al presen- tar las ectadioticac en Estados Unidor un incremento en el junto von las insegu dades mas rudimentarias generadas por el veloz cambio social y la recesién econémica, Ie allanaron el camino a las politicas reaccio- narias de finales de la década de 1970, Estas politicas, a su vez, ayudaron a transformar estos miedos difusos de la clase media en tuna serie de actitudes y visiones mas focalizadas, identificando a los culpables, definiendo el problema, estableciendo chivos expia- torios. A medida que las clases medias comenzaban a verse a si mismas como victimas frecuentes del delito, eran simulténeamente alentadas a visualizarse como vietimas del «gobierno grande», de das politicas de «cobrar impuestos y gastar>, de los irresponsables programas del welfare, de Ia inflacin provocada por los sindicatos 256 /LA CULTURA DEL. CoO yen Estados Unidos, de los programas de accién afirmativa. Se de- cia que todo esto iba en contra de los intereses de «la gente de cla- se media decente y trabajadora y que favorecia a los pobres urba- nitas cada vez mas incivilizados que no mereefan ayuda alguna. Si las clases medias eran ahora las mucvas victimas, sus victimarios eran una clase inferior indigna, alimentada por los errores politicos del sistema del bienestar, los profesionales de los servicios sociales que tenian intereses creados y las élites liberates inalcanzables que no vivian en el mundo real. Eventos muy importantes y de mucha notoriedad -como los di turbios urbanos que ocustieron en Estados Unidos en la década de 1960 y a principios de [a de 1980 en Gran Bretaiia, o la publicidad masiva que se le dio al uso de la heroina o el crack y las patologias {que traen aparejadas 0 a delitas atroces como los de James Bulger 0 Polly Klaas‘ dramatizaron el problema frente a la gran andicncia, transformando el delito y la violencia en cuestiones dle orden nacio- tal y consolidndolos como canales de expresién de miedos mas ru-

You might also like