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EL DIARIO DE SESIONES DE LAS CORTES (1810-1814) SUMARIO. I Introduccién—tIl Cortes generales y extraordinarias: |__Los orfgenes de! Diario de sesiones 2 La dificultosa «vida interior» del mismo, 3. Ese Diario ;refleja con fidelidad lo que se dijo 0 traté en el Congreso? 4, Las Actas de las sesiones secre- asl, Cortes ordinarias de 1813 y 1814: 1. Las Actas de las sesiones piibhicas. 2. Medidas encaminadas a la pronta publicacién del Diario. 3. El Reglamento de 6 de mar- zo de 1814.4. Las Actas de las sesiones secretas—IV. Conclusién I. INTRODUCCION Sabido es que los historiadores tropezamos con muchas dificultades a la hora de desarrollar nuestra labor investigadora: tenemos un menguado presupuesto (si es que lo tenemos), se nos exige, por lo general, un buen numero de requisitos para consultar los fondos de archivos y bibliotecas... y un larguisimo etcétera. A estas dificultades hemos de afiadir otras que tienen un origen distinto ya que pro- ceden de las propias fuentes a través de las cuales nos llega el pasado. Pues bien, en estas paginas me voy a ocupar de los problemas que plantea una de esas fuentes: el Diario de sesiones de las Cortes gaditanas. Vamos, pues, a co- menzar por el principio. 534 Alicia Fiestas Loza Il. CORTES GENERALES Y EXTRAORDINARIAS ' 1. E15 de octubre de 1810, Oliveros, diputado por Extremadura, propuso que «haya un periddico destinado a publicar las sesiones de las Cortes con el nom- bre de Periddico de las Cortes». La propuesta fue aprobada por unanimidad 2. Un dfa después se dio cuenta en el Congreso de una Memoria, presentada por el coronel don Mariano Gil de Bernabé, director de la Academia Militar de la Real Isla de Le6n, en la que se solicitaba que se concediera «a dicha corporacién el co- srer con el Periddico de Cortes para poderla fomentar con las utilidades pecunta- rias que de él resultasen, y remediar sus necesidades». Oliveros pidié entonces que se nombrara «una comisi6n de tres individuos de las Cortes para que exami- nando las propuestas que se hagan sobre el Periddico acordado, presenten a las mismas su dictamen». En consecuencia, «nombré el Sr. Presidente para dicha co- misin» al propio Oliveros, a Arguelles y a Capmany 3 El 11 de noviembre, Arguelles ley6 un «plan» elaborado por esa comisién, se- giin el cual el «establecimiento» del Periddico habfa de estar integrado por un di- rector, un oficial primero, dos oficiales segundos y dos taqufgrafos 4. Casi al * mismo tiempo, Martinez, present6 otro proyecto sobre dicho «objeto», formado por «D. Gregorio Azaola y D. Bartolomé Gallardo» 5. En definitiva, lo que preten- dfan Azaola y Gallardo era hacerse cargo, gratuitamente, de la edicién del Perié- dico, regalando ejemplares a los miembros de las Cortes ©. La cuestién més debatida en relacién con el «plan» de la comisi6n parlamen- taria fue la de la direcci6n del Periddico. Algunos diputados pensaban que ningu- na persona «de fuera» de las Cortes «debia reconocer las actas para elegir y entresacar las especies que debfan insertarse» en aquél. Otros, opinaban que «este trabajo material era por una parte indecoroso a los individuos de] Congreso, y por 1, Las Cortes generales y extraordinarias comenzaron el 24 de septiembre de 1810 y fi- nalizaron el 20 de septiembre de 1813 2. Manejo el Diario de sesiones de las Cortes generales y extraordinarias (en adelante, DSC), Madrid, 1870, p 25. 3, DSC, 6 de octubre de 1810, p 27 4, Joaquin Lorenzo VILLANUEVA, Mi viaje a las Cortes, Madrid, Imprenta Nacional, 1860, p 45 Véase también DSC de la citada fecha. 5 DSC de lacitada fecha, p. 97 6. El Observador, periédico de la época, relata asf lo que sucedié en el Congreso cuando se present6 la propuesta de Azaola y Gallardo: «El americano Morales pretendié que nadie de- bia escnbir los hechos del Congreso, sino él mismo, tinico medio de asegurar la exactitud. Apo- yéronlo Leiva, Golfin y otro; mas Mexfa y Gallego observaron que ésto destrufa la libertad concedida a la Prensa». Y El Observador hace esta reflexi6n: «Ciertamente que serfa nulo y sin crédito el pertédico oficial de Cortes con este privilegio tan odioso, y pareceria muy sospecho- so el silencio general sobre una materia que debe ocupar la pluma y el énimo de todos» (en Adolfo de CASTRO, Cortes de Cadiz Complemento de las sesiones verificadas en la Isla de Leén y en Cédtz, 1, Madrid, 1913, pp. 242-243). El Diano de sestones de las Cortes (1810-1814) 535 otra superior a sus fuerzas y ajeno de los fines por que las provincias habjan en- viado sus Representantes» 7. Al final se aprobs tal «plan» con «la nica variaci6n de que el llamado en él director, se llame redactor, y que los manuscritos antes de imprimirse pasen a una comisién encargada de reverlos 8, la cual se lame de ins- peccién del Periédico de Cortes» 9. También se acordé que «la publicacién» de éste se hiciera, «de cuenta» de las Cortes 9, en la Imprenta Real |!, EI 12, se procedié a la eleccién del redactor. Nos cuenta Joaquin Lorenzo Villanue- va que Oliveros, Arguelles y Capmany habfan recomendado para este «empleo» a Mar- tin de Navas, canénigo de San Isidro el Real de Madrid y miembro de la Junta Suprema de Censura !2, «Aleg6se a favor de Navas —dice Villanueva— su literatura y piedad, y el hallarse indotado». Pero otros diputados («con especialidad los catalanes y valencia- nos»), que apoyaban a fray Jaime Villanueva (hermano de Joaquin Lorenzo)", alegaron en contra de Navas que era «individuo» de la referida Junta «y que como tal podfa llegar el caso de que delaténdose el Diario de Cortes 0 alguna impugnacién de él, siendo jun- tamente su redactor, viniese a ser juez y parte», que «era incompatible este trabajo con- tinuo con el de la censura de los libros delatados» y que «no era justo dar muchos empleos a una séla persona» '4, El triunfo correspondié a fray Jaime. Los derrotados presentaron, por medio de Garefa Herreros, la siguiente pro- posici6n (que fue desechada, tras una acalorada discusi6n): «Que declaren las Cortes que los regulares deben estar excluidos de todo encargo en ellas» !5. A con- 7 JL VILLANUEVA, M1 viaje, pp. 45-46. 8. Villanueva utiliza un término mucho més expresivo para indicar la funci6n de dicha comisi6n: «censura» (Mt viaje, p 46) Conviene sefialar, por otro lado, que la planuilla del Persddico de Cortes (0, si se prefiere, del Drarto de sesiones, nombre que prevaleci6) fue ampliada posteriormente. 9. DSC, 11 de noviembre de 1810, p. 97. 10. DSC, 11 de noviembre de 1810, p. 97. 11, «La impresi6n —dice £1 Observador— debfa hacerse por la Imprenta Real con los dependientes necesarios para su despacho, publicdndose tres veces a la semana en un némero de pliegos indefinido, de los que se daria un ejemplar a cada Diputado y al Poder ejecutivo los que necesitara por la mitad de su precio» (en A. de CASTRO, Cortes, I, p 242) 12, Albert Derozier dice que «los dos Gnicos liberales auténticos» de dicha Junta eran Navas y Manuel José Quintana (Manuel José Quintana y el nacimuento del liberalismo en Es- paiia, Turner, Madrid 1978, p. 622) 13, Fray Jaime Villanueva tenfa «dotacién» en raz6n «del viaje literario que habfa emprendi- do de orden del Rey por las provincias de Espafia, y que habfa tenido que suspender a causa del es- tado de la Naciém (Manuel FERNANDEZ MARTIN, Derecho Parlamentarwo espafol, Il, p 275 Manejo edicin facsimil de la de 1885, publicada por el Congreso de los Diputados (Madrid, 1992). 14 FL VILLANUEVA, Mi vie, p 47 15, DSC, 12 de noviembre de 1810, p. 99. Contesté Morales a esta proposicién «que eran notorios los servicios hechos al Estado por Jos monges, y demas regulares, especialmente en las edades media e fnfima, en que habfan sido cast los tnicos conservadores de las buenas letras» (JL VILLANUEVA, Mr viaje, p. 47) 536 Alicia Fiestas Loza tinuacién se trat6 del nombramiento de la comisi6n de Inspecci6n, decidiéndose por votacién «que ésto quedase a cargo del Sr. Presidente, el cual design6 a los Sres. Creus, Arguelles y Capmany» !6, Pero, «lastimados estos dos tltimos por el desaire que habfan sufrido, al ser rechazado su candidato el Sr. Navas, excusdron- se, pretestando el uno las muchas comisiones que tenfa a su cargo, y el otro su avanzada edad». A esta dimisi6n se opusieron muchos diputados, «viéndose obli- gado el Sr. Presidente para cortar el incidente, que iba adquiriendo desagradables proporciones, a levantar la sesién» 17. E113, Argiéelles insistié en su renuncia, que no fue aceptada. Ademés, se resolvi6, «que las Cortes delegasen en los sefiores que componen la comisién del Periddico la facultad de nombrar los oficiales y dependientes de la oficina de su redaccién» '8. Estos fueron los orfgenes del Diario de sesiones de las Cortes, cuya andadura comenz6 el 16 de diciembre de 1810 ". 2. La «vida interior del Diario de sesiones fue bastante dificultosa. Cier- tamente, el 5 de marzo de 1811 la comisién de Inspeccién declar6 hallarse impo- sibilitada para sacar adelante sus tareas sin el auxilio de algunos recursos que se le facilitaran por el Consejo de Regencia, solicitando, por tanto, que se comunicaran las 6rdenes oportunas para que dicho Consejo anticipara los caudales precisos 2!. Las Cortes accedieron a esta solicitud, pero las cosas no mejoraron: el 5 de septiembre de 1812, Morales Gallego, miembro de la citada comisi6n, denuncié la «falta de papel y demas adminiculos necesarios» para el Diario ”; el 11 de diciembre, fray Jaime Villanueva pidié que se mandara entregar a la misma «comisi6n del Diario por la mitad del precio a que se venden al piiblico el ntimero de sus colecciones 16. DSC, 12 de noviembre de 1810, p. 99. 17, M, FERNANDEZ MARTIN, Derecho, Il, p 275 18 DSC de la citada fecha, p 101. Los miembros de la citada comisién cambiarfan des- pués. 19, El tomo I del DSC comienza advirtiendo que las sestones comprendidas entre ¢] 24 mbre y el 15 de diciembre de 1810 «s6lo comprenden una historia sucinta de las Actas y acuerdos, a causa de haberse carecido del auxilio de taquigrafos y de otros recursos, segiin e] estado en que se hallaba la imprenta en aquella época». Bl Diario de sesiones como tal, comen- 26, pues, el 16 de dictembre del citado aio. 20. Tomo la expresi6n de M. FeRnANDEz Marri, Derecho, II, p. 278. 21. Actas de las sestones secretas de las Cortes generales extraordinanas de la Nacién espaiiola, que se instalaron en Ia Isla de Leén el dia 24 de septiembre de 1810 y cerraron sus sestones en Cddiz el 14 de tgual mes de 1813. De las celebradas por la Diputacién permanente de Cortes, instalada en la propia ciudad el dia 9 de dicho mes, y de las secretas de las Cortes ordinantas que se instalaron en la misma ciudad el 25 del propto mes, y trasladadas a Madrid fueron disueltas en su segunda legislaura el 10 de mayo de 1814, Madrid 1874 (en adelante, ASS), fecha citada en el texto, p. 207, M. FERNANDEZ MARTIN, Derecho, II, 278-279. 22. ASS, p. 711 El Diario de sesiones de las Cortes (1810-1814) 537 que sea suficiente para pagar a los individuos de la Redaccién sus mesadas atra- sadas» 23; y el 16 de mayo de 1813, con objeto de recaudar fondos, se oblig6 a las Diputaciones provinciales y a los Ayuntamientos de las capitales de provincia a suscribirse al propio Diario 24. Dada la apurada situacién, lo extrafio es, no que el Diario de sesiones llegara al piblico con bastante retraso (como denunciaron, en numerosas ocasiones, los diputados) 25, sino, simplemente, que Megara. De otro lado, el 1 de abril de 1813, cuando ya se divisaba el final de la legisla- tura extraordinaria, la comisi6n de Inspeccidn presenté la siguiente propuesta: «En vista de Io que expone a la comisin el jefe de su redacci6n, acerca de que se determine con tiempo st ha de continuar 0 no en las Cortes fururas el establecimiento que cre6 V.M. para publicar las tareas de sus sesiones, no puede menos la comistén que hacer presente esto mismo a V.M., para que teniendo a bien declarar lo que convenga sobre el particular, pueda procederse a formar por la comisi6n el Reglamento que haya de regir, st es que haya de permanecer el establecimiento, o se desengaiie a los indivi- duos que lo componen de que han de cesar en su cargo cuando cese VM en el suyo, a fin de que lo tengan asf entendido, para lo que pueda converusles». Muiioz Torrero —después de expresar que al crear aquel «establecimiento» las Cortes tuvieron presentes la «necesidad y el derecho que tenfa la Nacién, re- presentada en ellas, de que se le enterase por un periédico oficial y auténtico de los trabajos y desempefio de sus Diputados» y que «subsistiendo este poderoso motivo, no s6lo por lo que toca a las presentes Cortes, sino también con respecto a todas las venideras, no debfa dudarse acerca de la permanencia de dicho estable- cimiento»— anuncié que la comisién de Constitucién, «penetrada de estas razo- nes, trataba de extender algunos artfculos acerca de él, que ocuparian su respectivo lugar en el Reglamento para el gobierno interior de las Cortes, de cuya formacién estaba encargada» 76, 23 ASS, p 763. La idea de fray Jaime no era original ya que eso «andividuos» del «establecimiento» del Diario Més tarde, concretamente el 11 de yunio de 1813, los «encargados» de ese «establecimien- to» pidieron que «se les abonen sus mesadas atrasadas...la mitad en Diarios de Cortes, y la otra mitad en Colecciones de dlecretos (ASS de la citada fecha, p 837), Esta petici6n fue atendida. en un escrito que fue enviado a las Cortes en 182! y que s¢ conserva en el Archivo del Congreso —Leg. 13, n° 11— los «empleados» del propio (Mr viaye, p. 271) 62 «Las primeras sesiones de las Cortes —escribe Ferndndez Martfn— habfan sido piblicas; pero, al terminar la de 1a noche del 25 de setiembre, recibieron los Se- cretarios un pliego del Presidente del Consejo de Regencia, Obispo de Orense, dirigido a las Cortes, en el que después de algunas palabras que daban a entender que no se ha- Haba muy dispuesto a prestar el juramento cuya formula estaba contenida en el decreto del dia anterior, pedfa que se le admitiera la renuncia de la Presidencia del Consejo de Regencia y de la diputacién de Cortes por la provincia de Extremadura, para la que se hallaba nombrado, en atencién a sus achaques y avanzada edad, y se le permitiera res- irse a su iglesia. El contexto de este plicgo parecié grave a los Sres. Secretarios, y uno de éstos, el Sr. Luxdn, pidié que se procediera a sesi6n secreta a lo cual accedié el Sr. Presidente, levantando la piblica. El Diario de seswones de las Cortes (1810-1814) 347 do reguladas posteriormente por los Reglamentos para el gobierno interior de las Cortes de 1810 © y 1813 * y por la Constitucién de 1812 ©, Légicamente, las Ac- las de esas sesiones no se dieron a la imprenta en la época gaditana. Acordada, por tal causa como 1a expuesta, la primera sesién secreta de aquellas Cor- tes, se comenzé leyendo uno de los Sres. Secretarios la comunicacién del Sr Obispo de Orense, y se habl6 algo sobre el asunto; pero, sin duda por lo avanzado de la noche y el cansancio natural de los Sres. Diputados, se acord6 que se tratarfa en secreto al dfa siguien- te, sobre la contestaci6n que convendria darle. Antes, sin embargo, de levantarse aquella primera sesién secreta, propuso un Sr. Diputado que, asf los que estaban presentes, como también los que fueran llegando, hicieran juramento de guardar secreto cuando conviniese, para asegurar por esta manera el que merecian las sesiones o materias reservadas». Esta pro- puesta fue aceptada (Derecho, Il, pp. 37 ss ). En relacién con la cuesti6n, escribe Agustin Arguelles: «Grave fue el error que cometieron Jas Cortes en no haber deliberado pablicamente sobre .(dicho) suceso» (La reforma constuu- «onal de Cédiz. Estudio, notas y comentarios de texto por Jesés Longares, ITER, Madrid, 1970, p. 143). Por mt parte, estoy de acuerdo con Arguelles y con todos los que se pronunciaron contra las sesiones secretas en general 63. E] Reglamento de 24 de noviembre de 1810 decfa asi «Aunque las sesiones serdn pablicas, podré el Consejo de Regencia, cuando dirija alguna consulta o exposici6n a las Cortes, pedir se lea, delibere y determine en secreto; lo cual se prac- tucard siempre que después de lefda no resuelvan las Cortes lo contranio» (art. 9), «Cuando los espectadores no guarden silencio y compostura, el Presidente por si, oa peticién de cualquier Diputado, podr mandar que se despeje, y la sesi6n de aque! dia seguir en secreto: enten- diéndose esto, si al pronto no se pueden descubrir los perturbadores del silencio u orden» (art. 10). «Siempre que algin Diputado proponga que tiene que exponer en secreto, mandaré despeyar el Presidente. Asf hecho, y anunciada la propuesta, resolverdn las Cortes primera- mente si es 0 no asunto reservado. St lo fuese, se deliberard en seguida; y si no lo fuere, se diferiré para una sesi6n pdblica, empleando la reservada, que ya se ha constituido tal por Ia retirada del pablico, en algin otro asunto de cuyo secreto se haya convenido anteriormen- te» (art 11). «Las queyas 0 acusaciones contra individuos det Conseyo de Regencia o Diputados de Cor- fess hando en secaetom (ant 12) 64 Bl Reglamento de 4 de septiembre de 1813 establecfa lo siguiente. «El Presidente y los cuatro Secretarios calificardn la clase de negocios de que deba darse cuenta en sesién secreta, y dada ésta, las Cortes decidirdn si son de los que deban tratarse en se- creto conforme al articulo 126 de la Consutucién» (art, 72). Véase el citado precepto constitucio- nal en fa nota siguiente «Cuando el Gobierno remita a las Cortes algiin asunto con la prevencién de que se trate con reserva, se daré cuenta de él en sesi6n secreta, y las Cortes después se conduciran con arre- glo.a lo que se previenc en el articulo anterior» (art 73). «Igualmente se daré cuenta en la sesi6n secreta de las queyas 0 acusaciones contra los Di- putados» (art 74). 65. La Constitucién decfa ast «Las Sesiones de las Cortes serdn pablicas, y s6lo en los casos que exijan reserva, podré celebrarse sesi6n secreta» (art. 126). Manejo el texto constitucional incluido en Constituctones espaftolas, Edicién conjunta del Congreso de los Diputados y Boletin Oficial del Estado, Madrid, 1986. 548, Alicra Fiestas Loza {Qué ocurrié con tales Actas después de dicha época? EI saqueo que sufrieron en 1814 y 1823, respectivamente, el edificio en que se celebraban las sesiones ® y los papeles, alhajas y efectos de las Cortes 67, asf como «los trasiegos de su Archivo, Ilevados a cabo sin formalidad alguna en las dos reac- ciones absolutistas» del primer cuarto del siglo XIX sirvieron durante mucho tiempo para explicar «la ausencia de documentos parlamentarios importantfsimos», entre ellos los originales de las citadas Actas. Pero en 1842 —al inventariarse, a consecuen- cia de una orden dictada por Espartero, los efectos que habia «en el cuarto que fue despacho del Rey don Fernando VIl»— se encontraron «varios volimenes encuader- nados, que estaban rotulados Papeles reservados» y que, entre otras cosas, conte- nfan borradores y «Actas originales» de dichas sesiones. Trasladados, en 1873, los Papeles reservados al Palacio del Congreso, la comisién de Gobierno interior de &ste mand6 que «se procediera a la impresin de los documentos que afectaban a la Historia de las Cortes espafiolas» ©. En 1874 se publicaron las Actas de las sesio- nes secretas cuyo valor para conocer, si bien de manera sucinta, lo ocurrido en esas sesiones es, por razones obvias, inestimable. Il. CORTES ORDINARIAS DE 1813 °Y 1814” 1, En una obra sobre las Cortes gaditanas, Federico Suarez afirma que el Diario de sesiones de tales legislaturas no se llegé a imprimir a causa de «una ex- 66. Sobre lo ocurrido en el Congreso a raiz del «golpe de Estado» de 1814, véase Miguel AR- TOLA, La Espana de Fernando Vil, tomo XXXIl de la Historia de Espaiia, dirigida por Ramén Menéndez Pidal, 4." ed., Espasa-Calpe. 1989, pp. 528-529. 67 F. Martinez Yagues escribe: «Resuelto ya el traslado del Rey y de las Cortes ala Isla Gaditana, declarado el delirio momenténeo de S.M. . . formése la Regenca. .y el dia 12 de ju- nuo . se recibié la noticia de que SS.MM. y AA AA. habfan salido para Cédvz a las seis y me- dia de la tarde .. La Familia Real hizo el viaje sin novedad No asf los diputados, que, saliendo los tltimos, fueron escarnecidos. agredidos y robados por el populacho realista, que los acompaiié hasta el rfo con denuestos y pedradas, cayendo sobre los equipayes, que fueron saqueados Igual peripecia ocurnié a otros dentro ya del rio, a bordo de los barcos, que fueron asalta- dos por las turbas de Triana, atin no hartas del saqueo realizado en el salén de Cortes y en algu- nas casas contiguas. Y fue lo peor de este dltimo suceso, que en los barcos pirateados iban importantes documentos de aquellas Cortes... todo lo cual fue arroyado al agua por aquellos de- salmados» (Antologia de las Cortes de 1821 a 1823, Madnd, 1914, pp. 104-105 68M. FERNANDEZ MARTIN, Derecho, III, pp. 226 ss. Ahf se detallan también las vicisi- tudes posteniores de los Papeles reservados 69. Estas Cortes comenzaron el | de octubre de 1813 y finalizaron el 19 de febrero de 1814 70. Estas Cortes comenzaron el | de marzo de 1814 y finalizaron el 10 de mayo del mis- mo aifo al ser disueltas a consecuencia de la reaccién absolutista. El Diarto de sesiones de las Cortes (1810-1814) 549 cesiva burocratizaci6n que impedfa la resolucién expedita de las dificultades» 7!. Sin embargo, la cuestién no es tan simple como la presenta Sudrez. Ciertamente, la situacién en que habfa quedado el «establecimiento» del Dia- no al finalizar las Cortes generales y extraordinarias era francamente desastrosa 72, No puede sorprender, por consiguiente, que las Cortes ordinarias pusieran todos los medios a su alcance para que al menos las Actas de las sesiones —que, merced al Reglamento para el gobierno interior de las Cortes, de 1813, se habfan con- vertido en la publicacién periédica y «oficial» del 6rgano de representacion de la voluntad nacional 73— salieran a la luz con puntualidad. De esta manera, el 2 de octubre de 1813 se acordé que aquéllas se imprimieran «por ahora, y mientras otra cosa se dispone en la Imprenta Nacional», autorizindose «al Sr. Presidente y Secretarios» para que si esta Imprenta «no se halla en estado de hacer la impresién de las Actas para el dia después de la lectura y aprobacién en las Cortes, puedan tratar al efecto con impresores particulares» 74, Seis dias mds tarde se decidié: que en la Gacera del Gobierno «se inserte un artfculo expresivo del art. 66 del Reglamento de las Cortes, y que en su cumplimiento se imprime diariamente y se vende por ahora en la Imprenta Nacional de Cadiz el Acta de Cortes»; que «se mande al regente de la referida Imprenta formar un prospecto de suscricién» a dicha Acta, concediendo para su remisién por el correo «las mismas franquicias que disfrute» la propia Gaceta; y que «se forme por los Sres. Secretarios una especie de prologo en que se indiquen las razones que mueven a esta impresién diaria» 75, El 17 de octubre Ti. Las Cortes de Cadiz, Rialp, Madnd, 1982, p. 142 72 Prueba de ello es que ¢l 30 de octubre no habfa n1 «sitio para los empleados en la off- cina de redaccién», ni suficientes «taquigrafos habiles», ni «una imprenta y fondos para llevar adelante la publicaci6n» del Diario (Actas de las sestones de la Legislatura ordinaria de 1813 —en adelante AS— Tomo tinico, Madnd, 1876, p. 178) Para elaborar esta parte del trabayo he utilizado también las Actas de las sestones de la Le- gislatura ordinarta de 1814, Tomo tinico, Madnd, 1876 Estas dltimas Actas serdn citadas de la misma manera que aquéllas La fecha correspondiente servird de gufa al lector para saber de qué tomo se ha tomado la cita de que se trate. 73. La palabra entrecomillada pertenece a M. FERNANDEZ MARTIN, Derecho, Il, p 280 El citado Reglamento decfa «Luego que se apruebe Ia acta y la firmen cl Presidente y Se- cretarios, sc mandaré imprimir, para que la Naci6n sepa dianamente y con exactitud lo que se trata y resuelve en las Cortes» (art. 66) 74 AS de la citada fecha, p. 13. 75. AS, 8 de octubre de 1813, p. 99. En la misma sesién, Canga Arguelles propuso que «se adoptasen los medios por los que puedan los pueblos enterarse de lo que ocurte en las Cortes, proporciondndoles por todos me- dios, tanto los Diarias como las Actas de sus sesiones» Istiriz, Antill6n y Mejfa «hicieron nue- vas observaciones acerca de lo mismo y sobre los arbitrios que convendrfa adoptarse para que en todas las provinctas pudiera, o reimpriméndose o de otro modo, hacerse tan general como era justo el conocimiento de los trabajos de las Cortes», mas «nada se resolvi6» sino lo expre- sado en el texto (AS, p 99) 550 Alicia Fiestas Loza se detemin6, incluso, que el Gobierno pusiera a disposicién de la Secretaria de Cortes «un postillén que llevase diariamente a Cadiz las copias de las Actas que se han de imprimur, y volviese con la del dia anterior ya impresa> 76, Gracias a las Actas (buena parte del Diario de sesiones de las legislaturas ordinarias de 1813 y 1814, como veremos en las paginas que siguen, no se ha publicado) ”” pode- ‘mos tener una idea general de lo que sucedié en el Congreso durante esas legistaturas. 2. Ahora bien, el interés de las Cortes ordinarias por las Actas no significé un correlativo olvido del Diario: buena prueba de ello son las disposiciones que dictaron esas Cortes con el fin de hacer realidad la pronta publicacién del mismo. En efecto, el 29 de noviembre de 1813, se establecié que las vacantes existen- tes en el «establecimiento» del propio Diario se anunciaran en la Gaceta del Go- bierno 78. Entre los dfas 4 y 5 de marzo de 1814 —en vista de que el regente de la Imprenta Nacional habfa pedido «que al fin de cada mes se pagase el importe de ambas impresiones» (esto es, la del Diario y la de las Actas) y de que los emplea- dos de tal «establecimiento», ademas de pedir que «se les paguen sus sueldos atra- sados y corrientes», habfan denunciado que aquél estaba «proximo a su ruina» por «la falta absoluta que hay de cuanto se necesita para estos trabajos, pues se carece hasta de papel»— se aprobé un dictamen de la comisién de Inspeccién, segtin el cual la «impresién» del Diario se encomendaba a la referida Imprenta, quedando ésta obligada a satisfacer los gastos de material y los sueldos de todos los emplea- dos de la «oficina de la Redaccién». El dictamen continuaba de esta manera: «Como la Imprenta Nacional no tiene otros fondos que los que adquiere por las impresiones que hace, serfa inevitable la ruina de un establecimiento tan itil, si no se le asegurase el pago de los gastos que han de ocasionar la umpresién del Dia- rio y sueldos de los empleados en su redaccién. Cuidard, pues, la Regencia del Rei- no de asegurar y verificar la suscrici6n de 2.000 ejemplares del Diario de Cortes, para lo cual se la autoriza por éstas, a fin de que las haga efectivas en los pueblos mAs granados de toda la Monarquia, pagdndose de los fondos ptiblicos». Por otro lado, es preciso destacar que el 23 de octubre se dio cuenta de un oficio del encargado de la Socretarfa de la Gobemaci6n de la Peninsula «en que incluye el prospecto de suscrici6n para las ‘Actas de las Cortes, reducido a manifestar bre vemente el objeto de su impresi6n daria, los precios de la suscricién, y los lugares donde se suscriba» Las Cortes aprobaron dicho prospecto, «afia- digndose s6lo, a propuesta del Sr Norzagaray, que se suscriba también en las administraciones generales de correos» (AS, p. 147). 76 AS de la citada fecha, p 128 71__ Noesté de més adelantar que los dos tomos de las Actas de las Cortes ordinanas, publica- dos en 1876, comienzan porla siguiente «Advertencia». «A pesar de las activas gestiones que dentro yy fuera de Espatia se han hecho para encontrar los Diarios de las Cortes correspondientes a las legis- Jaturas de 1813 y 1814, no ha sido posible hallar ninguna coleccién completa de los mismos. >. 78. AS de la citada fecha, p. 330 El Diarto de sesiones de las Cortes (1810-1814) 551 También con el objeto de «asegurar gastos» se aceptaron las siguientes «adi- ciones», presentadas, respectivamente, por Garcia Page, Vargas, Sanchez y Eche- verria: Que todos «los pueblos de la Monarquia que voluntariamente quieran suscri- birse al Diarto de Cortes, podran hacerlo de los caudales piblicos, y las Diputacio- nes provinciales pasardn estos gastos en la aprobacin de cuentas». Que «las biblotecas pablicas se suscriban al Diarto de Cortes, y lo reciban por medio de las Diputaciones provinciales» Que «entre las corporaciones que deban suscribirse al Diario de Cortes, lo sean también los Colegios, Universidades y Seminarios conciliares». Que «la susericién sea extensiva a todos los tribunales territoriales de la Mo- narquia, pagindose su coste de los fondos de penas de cémara, cuyo descuento de- berd pasar en cuentas la Tesorerfa general». Tan seguros estaban los diputados de que con estas suscripciones se iban a acabar los apuros financieros del Diario, que no tuvieron inconveniente en acce- der a esta propuesta de Falc6: Que «se envie gratis un eyemplar a cada Estado Mayor de ejérito y de divi- si6n, y a cada batallén de infanteria y escuadr6n de caballerfa» 7°, A pesar de todo, las Cortes no consiguieron formar ninguna «coleccién com- pleta» del Diario de sesiones ya que dos meses més tarde —exactamente el 4 de mayo de 1814— Fernando VII anulé toda la obra liberal ®, 3. Es preciso destacar, de otro lado, que en las legislaturas de 1813 y 1814 se discutié y aprobé el Reglamento para la Redaccidn del diario de las discusio- nes y actas de las Cortes. Efectivamente, en noviembre de 1813 la comisién de Inspeccién present6 un informe acerca del «establecimiento» del propio Diario junto con un proyecto de reglamento para «facilitar la pronta expedicién, asf de esta obra como de las de- més que juzga ser propias de su instituto» 8!. El proyecto fue discutido durante los 79. -La petici6n del regente de la Imprenta Nacional y las manifestaciones y reclamaciones de los empleados del Diario pueden verse en AS, 3 de marzo de 1814, pp. 19-20. El dictamen de Ia }6n esté en AS, 4 y 5 de marzo, pp 40, 72 y 73. En estas dos ultimas paginas sc encuentran también las «adiciones» y propuesta citadas. 80 _Recuérdese la «Advertencia» citada en la nota 77 de este trabajo 81. AS, 4y 8 de noviembre de 1813, pp 199-200 y 216-217, respectivamente. 552 Alicia Fiestas Loza dias 12, 13, 15, 26 y 29 de noviembre de 1813 y 6 de marzo de 1814, quedando aprobado en esta tiltima fecha ®, Los principales extremos considerados por tal texto eran los que siguen: A) «DEL ESTABLECIMIENTO EN GENERAL» En el Reglamento, tras determinarse que «la redaccién del Diario de las Actas y discusiones de las Cortes» tenfa que ser considerada como «uno de los cuerpos literarios de 1a Nacion espafiola», se fijaba el «principal objeto» de la misma: dar a conocer a esa Naci6n «la historia auténtica de sus Cortes» 5. Luego, se detallaba la composicién de dicho «establecimiento»: un director, tres redactores, tres oficiales de sesi6n, doce taquigrafos, seis oficiales de redac- cién y dos porteros #4, Las plazas habfan de proveerse por las Cortes 85, expidién- dose a los nombrados para cubrirlas «el correspondiente titulo en igual forma que a los demas dependientes del Congreso Nacional» *, El director debfa responder de] cumplimiento de sus deberes «a las Cortes, y en su caso a la Diputacién permanente». Los demas empleados «seran responsa- bles» igualmente «a las Cortes» 87, La inspecci6n del «establecimiento» se atribufa a «solas las Cortes» que tenfan que ejercerla «por medio de una comisién o de la Diputacién permanen- te» 88, B) OBLIGACIONES DEL «ESTABLECIMIENTO EN GENERAL» DURANTE LOS MESES DE SESIONES EI Reglamento encomendaba al «establecimiento» la misién de formar y pu- blicar, durante el tiempo en que estuvieran reunidas las Cortes, el «Diario de las Actas y y discusiones de aquella legislatura» ®, Las «sesiones escritas», continuaba el Reglamento, 82. AS de las citadas fechas, pp. 236, 241, 247. 308, 326 y 76-77, respectivamente. 83. Ans 1y2. 84 Art. 4. Cele ted 86. Ar. 5. El 12 de noviembre, se aprobé esta «idea» de Falc6: «Los pretendientes acudiran a la comisién del Diario (de esta comisién se trataré después) con sus solicitudes la comisién informaré sobre sus méritos. y las Cortes, visto el informe, procederan ala provision>. 87 Art.6 88. Art.3 De la referida comisién se tratard después. 89. Art. 12 El Duarto de sesiones de las Cortes (1810-1814) 553 «serdin copia o imagen de las celebradas por lo mismo deberdn extenderse con tal imparcialidad y exactitud, que entre la lectura de ellas y Ia asistencia a las gale- rfas del Congreso haya la menor diferencia posible» 9. Y enel Diario «constarin integros los dictimenes de las comisiones que sean de interés ge- neral y las discusiones acerca de ellos, y las resoluciones del Congreso; los de n- terés particular se pondrén por extracto también se publicardn las proposiciones de los Sres. Diputados y los discursos con que las apoyaren, y ademas todas las reso- Juciones del Congreso Se insertardn también a Ja letra aquellos documentos que mandaren las Cortes» °! Pienso que este articulo es bastante confuso: después de analizarlo minucio- samente, sin olvidar los signos de puntuacién, no soy capaz de determinar si las «proposiciones de los Sres. Diputados», «los discursos con que las apoyaren» y alas resoluciones de] Congreso» no comprendidas en la primera parte del mismo habfan o no de publicarse «a la letra». Las sesiones habfan de ir a la imprenta «por punto general el tercero o cuarto dfa de celebradas» %, C) OBLIGACIONES DE LOS «INDIVIDUOS» DEL «ESTABLECIMIENTO» DURANTE «LOS MESES DE SESIONES» El Reglamento imponia las siguientes obligaciones al director: 1.4 Examinar «el Diario de las Actas de las sesiones, y hacer en ellas las en- miendas accidentales que creyere oportunas». A mi, sinceramente, me sorprende que a alguien —sea 0 no director— se le permita introducir enmiendas «accidentales» en un Diario de sesiones de Cortes, porque, no pocas veces (y con ello no descubro ningtin Mediterréneo), lo «acci- dental» resulta ser esencial >, 2.8 Entregar a la comisi6n del Diario las sesiones, firmadas y rubricadas de su mano. 3." Formar los indices y Ja fe de erratas de cada tomo del Diario. 42° Corregir «con decoro y prudencia» a los demas empleados «en los des- cuidos y faltas que cometieren en el desempeiio de su obligacién». 90. An. 13 91. An. 14, 92. Art. 15. 93. Téngase presente, por otra parte, que esa facultad concedida al director no encaja bien con aquellas «amparcialidad y exactitud» exigidas por el citado articulo 13 del Reglamento a las «sesiones escritas» 554 Alicia Fiestas Loza 5. Disponer «el modo con que deben suplirse las faltas por ausencia o en- fermedad de los empleados o por vacante de alguna plaza». 6.2 Consultar a la comisién o a la Diputacién permanente de Cortes «en to- dos los casos arduos y graves». 7.8 Recibir «asf las representaciones y quejas de los dem4s empleados, como los memoriales de los pretendientes a las plazas de taquigrafos, oficiales de redacci6n y porteros, pasando estos documentos con su informe a la comisién» 4. Por lo que se refiere a los redactores, por un lado se establecfa que «BI redactor de turno en el lugar destinado para la redacci6n tomard apuntes de todo lo que se trate y ocurra en ella. Notard la opinién de cada uno de los orado- res, y las principales razones en que la fundaron» 9% Por otro lado, se determinaba que «Los redactores en la formacién de sus sesiones deberdn observar'lo estable- cido en los articulos 12, 13 y 14 de este reglamento %, no omitiendo Ia parte hist6- rica relativa a los incidentes de alguna importancia que en ellas ocurrieren Rectificardn los borradores de las discusiones, y hardn por sf mismos el cotejo de toda la sesi6n, leyéndosela el oficial de su tuo. Si en los discursos de los Sres. Di- putados les ocurriere alguna duda, deberdn consultarla con sus autores, a fin de que se expresen con exactitud» 97, En las Actas de la sesi6n en que se discutié este artfculo no se dice si algdn diputado se opuso a las amplias facultades concedidas a los redactores del Diario. Los oficiales de sesién «hardin por turno el borrador de las discusiones, oyendo a los taquigrafos y va- liéndose de los apuntes que hubieren hecho, del modo y con a diligencia que se prescribe al redactor de tumo ..Ayudarin ademés al redactor en el cotejo de la se- sién . » 8, Por su parte, los taquigrafos debfan repartirse en tres turnos iguales °. Cada turno 94. Art. 18, De la comisi6n a que alude este artfculo se tratard después. 95. An. 20. 96 Los referndos articulos han sido ya examinados 97. An. 24. 98. An. 26. 99. An. 27. El Dario de sesiones de las Cortes (1810-1814) 555 «asistiré al lugar desunado para la redacci6n en las sesiones que le tocaren. Es- enbirin todos los del tumo cuanto digan de palabra los sefiores Diputados, sin omi- tir cosa alguna so color de no ser importante» 100, Los personajes ultimamente citados —redactores, oficiales de sesién y taqui- grafos— eran los que interven‘an en la formacién del borrador de las discusiones. Para formarlo, «se reunirén los taquigrafos del turno con el respectivo oficral de sesi6n. Uno de los taquigrafos le dictard sus notas, atendiendo los demés a las suyas y supliendo lo que faltare al que dicte, a fin de que el oficial, con lo que resulte de las notas de los cuatro y con el auxilio de sus apuntes, extienda exactamente las discusiones. Procurarén conclur esta operacién a la mayor brevedad, para que al redactor le quede tiempo para rectificar el borrador antes que vuelva a entrar en tumo» 101, Este precepto dejaba cuestiones sin resolver: por ejemplo, ,que tenfa que ha- cerse en el caso de que todos esos personajes hubieran dejado de tomar en sus no- tas las mismas frases, palabras, etc.? O, mejor, {qué medidas podfan adoptarse para que tal caso no pudiera ocurrir? Las preguntas no carecen de sentido: recuér- dese lo sucedido en 1813 con el discurso de Mejfa en relacién con la Inquisicié6n. Pero dejemos este asunto y sigamos con el Reglamento. La copia «con puntualidad» de los documentos «de las sesiones» quedaba a cargo de los oficiales de redacci6n '2, Y Jos porteros habfan de «llevar las sesio- nes concluidas a la comisién, y de ésta a la imprenta» !03, 1D) OBLIGACIONES DEL «ESTABLECIMIENTO» EN EL TIEMPO INTERMEDIO ENTRE DOS LEGISLATURAS. Estas obligaciones eran: 1.8 Formar y publicar el {ndice general de los tomos del Diario «que com- prendan las sesiones pertenecientes a los dos afios de cada diputacién». 2.2 Publicar separadamente, enteras o extractadas, las discusiones mds im- portantes sobre «puntos legislativos, politicos, econémicos, etc.», a fin de que «por medio de estas obras sueltas puedan los espafioles a menos costa instruirse en aquellas materias que fueren més de su interés, de su gusto o de su profesién». 38 Publicar fntegros, cuando Jo mandaran las Cortes, «aquellos documentos que siendo de interés general, y dignos por otra parte de la luz piiblica, a juicio del director y redactores, no se hubiesen insertado en el Diario a causa de su mucha extensi6n». 100, Art, 28. 101. Art, 29. 102. Art. 31. 103. Art 33. 556 Alicia Fiestas Loza 4 Cuidar, cuando las propias Cortes lo ordenaran, de la reimpresi6n de to- das las obras que el mismo «establecimiento» hubiera publicado. 5.4 Llevar a cabo lo que dispusiera la Diputaci6n permanente «en los ramos andlogos a su instituto» E) LA «COMISION DEL DIARIO DE CORTES» De acuerdo con el Reglamento, las Cortes, al principio de cada «diputacién», debian nombrar «una comisién especial», la cual «se denominard del Diario de Cortes 05, Esta comisi6n «se entenderd con el director en todos los asuntos rela- tivos al establecimiento», siendo de su cargo «examinar con escrupulosidad las sesiones que le pasare el director, autorizar- Jas con Ia firma de uno de sus individuos a lo menos, sin cuyo requisito no se im- primirén, cuidar de que Ia imprenta encargada de la edicién del Diarto dé a esta obra toda la preferencia que se merece, imprimiendo las sesiones a la mayor breve- dad posible y poniendo el mayor esmero en la parte upogrdfica; aprobar, si las ha- Hare corrientes, las cuentas del oficial primero de sesi6n, interventdas por el director; finalmente, celar la puntual observancia de este reglamento» 1%, «Examinar con escrupulosidad las sesiones» ,equivalfa a censurarlas? La pregunta no es ociosa: recuérdese cmo interpreté la vieja comision de Inspeccién el término «rever», No he encontrado datos que me permitan aclarar el asunto 17, pero st aquel examen implicaba una censura, el esperanzador precepto colocado al principio del Reglamento, que exigfa que las «sesiones escritas» se extendieran «con tal imparcialidad y exactitud, que entre Ja lectura de ellas y la asistencia a las galerias del Congreso haya la menor diferencia posible» quedaba en simple letra impresa. Animo no les falt6 a las Cortes para aplicar rpidamente el Reglamento de 1814: el 8 de marzo mandaron anunciar en la Gacera de la Regencia las vacantes existentes enel «establecimiento» del Diario 8. Tampoco faltaron para estas plazas unos aspi- 104. Ant 34. 105. Ant. 37. 106. Arts. 38-39 Sobre el Regiamento de 1814, escrbe Fernandez Martin. «no se ha encontrado ejemplar alguno del mismo impreso m manuscrito» (Derecho, Il, pp. 284-285) Por mi parte, he recons- truido dicho Reglamento introduciendo en el texto del proyecto que aparece en AS las modifi- caciones aprobadas durante los debates. 107 AS dicen, sin mAs, que este precepto «qued6 aprobado» (6 de marzo de 1814, p 77) Algo similar expresan los periédicos de la 6poca Asi, El Conciso de 7 de marzo indica que la aprobacién de dicho precepto se verificé «en seguida» Al parecer, no hubo discusién sobre el precepto en cuestién. 108. AS, 6 de marzo de 1814, p. 76. El Diario de sesiones de las Cortes (1810-1814) 557 rantes tan deseosos de comenzar el trabajo que, el 9 de mayo, enviaron una repre- sentacién a la comision del Diario «para que se fije ante quién y c6mo han de prestar el juramento de observar la Constitucién y ser fieles al Rey; el cual desean hacer a la mayor brevedad, y, si ser pudiese, hoy mismo» '®, No sabfan esos aspirantes que, cin- co dias antes, el propio rey habfa anulado la labor de las Cortes liberales. 4. Conviene sefialar, finalmente, que muchas sesiones de las Cortes ordina- rias de 1813 y 1814 tuvieron cardcter secreto. Las consideraciones hechas ante- riormente sobre las Actas de las sesiones secretas de las Cortes generales y extraordinarias son aplicables a las Actas de las sesiones del mismo tipo celebra- das durante las legislaturas de 1813 y 1814. IV. CONCLUSION El Diario de sesiones (y este es, a mi entender, el principal problema que plantea) no refleja con fidelidad lo que se dijo o trat6 en el Congreso durante el perfodo gadi- tano ya que las Cortes, adoptando una actitud censora, s6lo permitieron que se con- signaraen el mismo «aquello que no conviene omitir» "1°. Lo cual habré de ser tenido en cuenta a la hora de manejar ese Diario como fuente de conocimiento (la cautela en el manejo es imprescindible) y de enjuiciar la labor de las propias Cortes. De otro lado, es preciso destacar que el Diario de sesiones no constituyé en el referido perfodo «el medio mas expedito» para que legaran a «toda la Na- cién» las «miras benéficas» de las Cortes '!! porque, aparte de ser caro!!?, sa- Ifa a la calle (cuando salfa) con bastante retraso '!3, 109. AS dela citada fecha, p 349. 110 _ La frase entrecomillada pertenece a Villafaiie (DSC, 16 de junio de 1811, p. 1270). 111, Las palabras entrecomilladas pertenecen a Villanueva (DSC, 19 de abnl de 1811, p 896) 112 «Por qué —decfan los taquigrafos de las Cortes— el pliego se ha de vender del Diario a un real aqut y a dos en Ultramar, cuando a la imprenta le sale a quince o dieciseis maravedis? (Diario Mercanut de Cadiz, nn. XIII y XLV de septembre de 1812 (en A de CASTRO, Cortes, I, p. 471). La respuesta a esta pregunta nos la da el diputado Gallego, quien, tras pedir «noti- cias» a otros impresores de CAdiz, lleg6 a la conclusién de que en dicha Imprenta se conside- raba la edici6n del Diario «como la de cualquier escrito particular que se imprime en ella, donde s6lo la Gacera (de la Regencia) se mira como la empresa de la casa y de la Nacién» (DSC, 15 de junio de 1811, pp 1261-1262). Al encarecer el Diario de sesiones, la Imprenta Real privaba de su lectura a los sectores sociales econémicamente débiles. Esta era una de las muchas maneras de impedir que las ideas liberales se difundieran entre esos sectores 113. Segtin El Conciso (5-X-1813), un obstéculo que, junto con el retraso, impedia que el Diario de sesiones se leyera «generalmente» era «el modo como se ha hecho tan circunstan- ciadamente». A yuicio de El Conciso, dicho Dart podfa considerarse mas como un «archivo para acudir a él» que como «un periédico de diaria o continua lectura». Es posible que en estas palabras haya, aparte de un fondo de verdad, cierto resentimiento porque la comisin de Ins- 558 Alicia Fiestas Loza Ahora bien, este retraso, dicho sea en descargo del 6rgano de representacién de la voluntad nacional, se debi6 no s6lo a la escasez de recursos sino también al boicot efectuado por los responsables de determinados periédicos, a los que no les interesaba que el tantas veces citado Diario les hiciera competencia, y por algunos sujetos que no soportaban que se propagara el liberalismo. Bien claro lo dijeron los taquigrafos de aquél en una carta enviada a un periédico de Cadiz: « nosotros —decfan esos taquigrafos— leemos El Redactor General, El Coneciso y €l Diarto de la Tarde en los que vemos las sesiones de los dias que algu- no de nosotros ha faltado a las Cortes y no tenemos que esperar su Diarto Pero si este .se publicara al tercero dfa, ¢d6nde irfan a parar los pobtes Redactores, Conci- sos y Murciélagos? Buscarian materiales en la historia de la China, y no se valdrfan de las ocurrencias del Congreso que pintan con mas 0 menos puntualidad. Ya se ve, El Redactor. El Redactor'' Usted no sabe cémo se escribe ni quien desemperia la parte de Cortes... $1 usted lo supiera. ; pero deyémosle estar, porque acaso habré al- guna alianza ofensiva y defensiva, entre estos periodistas cuotidianos y el que nos da las sesiones al cabo de un mes de celebrada: «Por otra parte mientras a la imprenta real no se le quiten muchos adjetivos, siempre habré retraso en el Diario de las Cortes, y siempre habré una gramética parda para que las ideas hberales del Congreso no corran tan répidamente como es menester para consolidar el nuevo sistema» !4, Aurcia Fiestas Loza peccién prohibis que los taquigrafos de los periédicos se acomodaran «entre los de las Cortes para formar sus apuntes» (Ib ). 114, Diario Mercanul de Cadiz, nn. XII y XIV de septiembre de 1812 (en A de Cas- ‘TRO, Cortes, I, p. 472).

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