Iustissimatellus PDF

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IUSTISSIMA TELLUS POR ALFREDO DI PIETRO © fortunatos nimium, sua si bona norint, agrivolas' quibus ipsa, procul diseorcibus amis, fundit humo faeilem vietum instissima tellus * (Virgil, Georg., 1, v. 438/460) En dos parrafos distintos, Cicerdn, con frases asertivas y concluyentes, nos indica cual es la mejor tarea que puede cumplir el hombre en la tierra, El primero de ellos corresponde a su De Opficiis (I, cap. 42), donde nos dice que “omnium autem rerum ex quibus aliquid acqui ritur, nihil est agricultura mefius, nihil uberius, nihil dulcius, nihil hhomine libero dignus”' En-cambio, en el segundo, que eorresponde a su De Re publica (1, 7) sefiala que-“neque enim est ulla res, in qua proprius ad deorum numen virtus accedat humana quam civitates aut condere novas aut conservare iam conditas”. Pareceria en principio que hay una contradiceién entre estos dos ideales rectores, méxime teniendo en cuenta que si todos los romanos hubieran cumplido estrictamente el ideal “agricola” manifestado en el primero de dichos parrafos, hubiera sido pricticamente imposible la existencia del Imperio Romano, meta altima del ideal “politico” ensalzado en el segundo. En efecto, la otra figura del agricultor descripta con tanta afloranza por Claudiano cuando el Imperio veia aproximarse su tltima hora, como aquel. “sin experiencia en los negocio, desconocido para el mundo”, que “nunca contemplo el pueblo vvecino”, por cuanto “a su vista se presentan objetos mas nobles: hermosos campos 70 mis quo afertumdos lo agrcullres que conorcan [lida Lajos deo distri de arma leer scbernamcntc jst esproporsions un alimentos 7 “Pero entre todos (los oficios) por los cusles se pueden adquirir cosas, ninguno es mejor, ni mas ebundante, ni més dulce ni més digno para el hombre libre que la agricultura”. Igualmente, en su Ceuo ‘migor-de Senectute (XVI, 59) nos diri mas rotundamente que: “nihil ci tam regale videri quam studium ‘ri colundi” (nada es mis digne de un rey que cuidar del eultivo de wn carpe). °°No hay ninguna cosa en Is cual la vrfud humans se aproxime mas al numen de los doses que el hecho cde lundur eiudades.o eonservur las ya fundads” floridos y el bello cielo estrellado™, parece muy bien la antipoda del activo hombre romano, a quien Virgilio sefiala como destino el desvanecer, la soberbia de los pueblos sometiéndolos a la orden de la “pax romana” (“tu regere imperio populos, Romane, memento...”, En., VI, 851 y ss.) Sin embargo esta contradiccién que surge superficialmente entre el ideal “agricola” y el ideal “politico” aparece ampliamente superada por un comun denominador que los relaciona intimamente y que esti dado por 1a funcién creativa del “fundar” (condere). En efecto, si analizamos la actividad del agricultor romano, vemos que representa algo mucho mas profundo que la mera prosecucion y aprehension ‘econdmica del fruto, para pasar a ser una verdadera experiencia espiritual’, por medio de la cual el tosco labriego, mediante el sudor de su rostro (labor improbus) logra orientar las fuerzas creadoras de la tierra y establecer una nueva dimensién que la “natura” por si sola no tiene’, Por ello, la objetividad creada de la planta o de las espigas de trigo 0 de los racimos de la vid representa un “opus” que el hombre crea como sublimacién glorificativa de la tierra, por cuanto es siempre un “plus” que se agrega al “datum”, de tal modo que la verticalidad de los tallos que se’Yerguen hacia lo alto es el resultado-de un acto fundacional por el cual la-tierray antes’ yerma~o” mostrando silvestremente sus potencias, se ve ahora humanizada por el trabajo del hombre y planificada por el desarrollo completo de sus propiedades intrinsecas, que de no actuar el agricultor permanecerian ignotas. Cit. por R. H. BARROW, Los Romanos, Fond Cull, Econ. ¥ of, p. 132. * El texto completo de este parralo es asi: “Y ti, Romano, reeuerda que tu destino es regir a los pueblos por medio det cimperium», Tus artes serin las de imponer las leyes de la «pax» entre las naciones, {ratando con moderaeiin a los veneides y sometiendo a los soberbios” * Segin la concepeién tradicional, todo trabajo humano es un sacerdocio (A, M. HOCART, Les Casies p. 27), de tal modo que “es més por su trabajo que por sus oraciones que él (el hombre) canta sus foas” (Bhagavad-Gira). ademés, tanto en Ia India como en Platon, ln primers razin por la cual se “debe” procrear 6s porque es necesario transmitir de generacion en generacién el “BUEN TRABAJO”, a fin de que como Io dice el Kelesistico (38, 39) nuestros descendientes puedan “MANTENER EL SISTEMA DEL MUNDO” Gime. A. K, COOMRASWAMY, Fondement religieux de la societé indienne, en Cahiers du Su, 1949, Approches dle Unde, p. 235). EI hombre modemo, corrompido por la idea de Ia “asencion social”, ha perdido Ia nocién de la mision sagrada de su ministerio. A su ver, la nocion marvista del trabajo protende retomar Ja nocion espiritualista de la Tabor humana, pero al igual que en sus otros aspectos basicos, resulta Jn antipoda de la noei6n tradicional, va que el trabajo deja de ser el medio por el cual las cosas resulta ssintilicadas para pasar a ser una finalidad en si mismo, por el cual cl hombre, mostrando su dominio de los cbjetes, pretend aleanzar su propia divinizacion, © Cline. CA. DISANDRO, Las Fuentes de fa Cultura, La Plata, 1963, p. 58/59, quien destaca la importantisima vineulasion existente entre “eulto” y “eultura”, palabras afines a la “agr-eulura” La “agri- cultura” es, pues, la “humanitas” aplicada al campo para producitlo, y representa entonces el primer nivel de las posibitidades que tiene el “homo conditor”” Pero ocurre que alli no resulta agotada esa funcién, que se ve continuada por otra actividad, de un nivel superior y mucho mas excelso, que no niega al de la agricutura sino que considera a éste como su presupuesto necesario y por ello se apoya en él, y que ¢s el de fundar ciudades y conservar las ya fundadas. Parece ser, en efecto, una caracteristica natural de los pueblos agricultores el que luego de haber cumplido una primera fase de labor, necesiten fijar de una manera més acentuada su relacién espacial, de tal modo que sus obras tienden en este segundo plano a desarrollar una continuidad perenne con pretensiones ilimitadas en el tiempo; precisamente, los agricultores, que son los dominadores del “espacio”, deben buscar el complemento necesario de la manifestacion en el “tiempo” para lograr su equilibrio vivencial’ Pero vuelvo a repetir, este segundo nivel ~el “politico” necesita la existencia del primero —“el agricola”-, y por ello, para el romano, fundar una ciudad es tarea simil a la de echar una semilla en el seno abierto de la tierra, y conservar una ciudad ya fundada es también tarea semejante @ la de preservar un’ Campo sembrado o mantener las parras de ‘una vifia’) ¥ el ejemplo tipico al cual debemos acudir es al de Rémulo, quien no solo fue La terminologia del homo condiior como resumen del rasgo caracteristieo del hombre romano, Ia mos de C. A. DISANDRO, Fuentes y Desarrolto Histérico del Humanismo, curso mimeogralinga, La Plata, 1961, cap. 7/8. Se trata sobre todo de destacar la diferencia con el hombre griego, que fue el home theoreticus, el vocablo conditor (landador) es tomado por el autor citado del verbo condere, empleadlo por Cicerin parralo ya citado de De Re publica, supra, nota 2 * Cline. O. SPENGLER, La Decadencia de Occidente, ed. esp. Espasa-Calpe, Madrid, 10" ed, 1.11, p. 10: “EI que cava y cultiva la tierra no pretende saquear la naturaleza, sino campiaréa. Planar no significa tomar algo, sino produetr algo, Pero al hacer esto, el hombre mismo corn planta, es decir aldeano, arraigande en el suelo cultivado”, y de una manera mis precisa eon el pérralo, R. GUENON, Le Régne de le Quantité et les Signes des Temps, Gallimard, Paris, p. 145 (14 ed.), Este autor, de una manera adimirable senala la importancia de todo orden existente entre los pueblos agricultores ”y los pueblos pastores, a los que Simboliza von las figures biblieas de Cain —que fue agricultor y también el primer fundador de una civdad, Genes. 4, [7-y Abel, que fe pastor v nomad. ELespirit de los primeros los obliga a trabgjar Ia tetra, eS docir el “espacio”: en cambio, los segundos, que marchan nomades por el espacio, trabajan para el “viempo”, Sin embargo, por una nacesaria ley de compensacion, es necesario logear el equilibrio, por lo que {os agricultores, siguiendo un principio de compresién, harin que el “espacio” perdure en el “tiempo” -por eso fundan citdades ¥ mooumentos—; ¥ por el oto lado, los nomades, que son quienes crean las formas que © desarrollan en cl ticmpo por eso de ellos nacen las artes fonéticas (misica, poesia)-. debide a un principio de expansidn estan obligados a ersar por el espacio, pero indefectiblemente no pueden escapar de L Ver ep, XX. ttulado precisamente Camo et.tbel. ° No resulta aqui ociose recordar que la Ley de las XTT Tablas prohibe reivindicar los materiales propios usados para la construccin de un edificio ajeno (el ease de la inaedificatio: Insts. de Justiniano, l, 1,29) ya que seria necesario con antelacion realizar Ia actio ad exhibendian, es decit sacar los materiales a los ‘efectos de que resobren su individualidad propia y por ello puedan sor reivindieados. E] motivo que se da, agricultor, jefe de agricultores, sino también fundador de la Ciudad". ahora bien, lo mis sorprendente es que Roma fue fundada con un arado, es decir con el instrumento tipicamente apto para desarrollar la tarea de la agricultura, y al cual se le descubre también la capacidad de abrir el vientre de la tierra para depositar en ella un germen distinto del de la semilla vegetal, por cuanto es un destello de nuestras propias esencias que necesitan unitse al “humus” hémedo para que vivifiquen perennemente en un fruto mis sublime atin que el perfecto producto periddico que nos da la Madre Natura” Es, entonces, debido a esta intima relacién que existe, que desaparece toda contradiccion entre el ideal “agricola” -el hombre debe cultivar la tierra y el ideal “politico” -el hombre debe fundar ciudades y cuidar de ellas-, ya que ambos se complementan en dos niveles distintos pero consecutivos, por lo que el sembrar no se agota en las semillas sino que se continua en las ciudades, y éstas no son sino una prolongacién espiritualizada del acto agricola, De este modo, se puede muy bien decir que toda la historia de Roma no fue sino la de una continua siembra de ciudades por todo el mundo conocido, asentada siempre en las semillas que cultivara el agricultor romano”, es para no ocasionér la ruina de Is urbe (ne webs deformeta’), pero mvestigando sus origenes, descubrimos {que el interés no cra solamente edilcio, sino primigeniamente “agricola ya que se protegia n0 solo las construcciones ciudadanas sino tambien las armazones de ls vinas y de as cepas(ignum ctu aecibus vineave et concapit ne solvito. v, FESTUS, ¥° tignm). Ki, Dig. 47, 3, 1, 1: tigni andem apellatione continetr omnis materia, ex qua adificium constet, vineacgue necessaria (esti. contenide en la tenominacion de dgnum todo material de que consisa un adifcio, asi como los que sean nscexatis part tuna vina) ® Dejemos aqui de lado todas las controversias en torno del verdadero origen historico de Roma, las cuales se toma abstractas frente al hecho de que los romanos tuvieron la viveneia de un determinado orgen rarrado por sus historiadoresy eantado por ss pocas,y es és el que nos interes para eonoeer el esprit de exe pueblo, pues feel que realmente vivieron como tradicional 1 Ta semilla vegetal que se deposita en el “acto agricolaes reemplazada por gérmenes divinos en el “acto. politico”, Resordemos en tal sentido que Eneas fue encargado de tansportar los Penates de la veneida Troya pars buscar el refugio de una nueva ciudad. Esas reliquias tienen el vigor fundacional al igual que las semillas, por lo que, vuellas a etablaver en otto lugar, hardn renacer a Troya.y a sus ideals. A su ver, Romulo imitando el gesto del sembrador, trz6 tin fos cireular donde deposit las primicies de la NNaturaleza y donde cada uno de ss eompaeros aroj0 un puto de terra trado de ss respectivas patrias. A ese foso Te dicron el nombre de murs, término rligiosoaplicable tambisn al Olimpo (efie PLUTARCO, Romulus, 11.2: ver también OVIDIO, Fast, IV, 821, FESTUS, w Quadrate, DION CASSIUS, Frege. 12). * Asi como el hombre romano se preocupa por repetir el gesto paradigmation de Ronmlo fandando: ius y cuidando de las ya fundadas, tambien desruira conscienlemente aguellas que representen el papel de la cizafaen el plan general de si obra cultural. Recordemos el caso de Cartago y la minucisidad ton que Roma no solo la destrue sino gue exparce sal por el ambito de la ciudad vencida, a ls efetos de «que no pct crever mada, es decir, como querieno destrir la seria primigenia sobre la cual se Funda In ciudad, A su vez, ecordemos tanbien que los romanos, cuando extaban en guera frente a una ciudad cemniga, procurshan arancarie sus Penateso reliqiasreligiosas, ya que con ello le arrebataban si fuctza y rusinde xr Es interesante sefialar que Roma fue grande cuando el viejo ideal de la agricultura rigid ‘como una realidad imperativa, y en cambio todas sus crisis politicas estin vineuladas a un abandono de dicho ideal para gozar del lujo y de los placeres, generalmente importados de otros pueblos’. Y también, entonces, resulta explicable por qué cuando los gobernantes de la “civitas”tratan de lograr el retomo de Ia vieja gloria, ideal de los antepasados, exaltan la vuelta a la tierra y a las tareas de la agricultura. El momento crucial en tal sentido fue el de Augusto, y su poeta Virgilio fue quien mejor que nadie comprendié el nexo que existe entre las “civitas” y la “agricultura”™’, Precisamente, el comienzo de sus Gedrgicas, luego de invocar a las divinidades agricolas (1, 1/23), entona su canto al César, a quien como “autor de las cosechas y seftor de las estaciones” le implora “el cuidado de las tierras y la visita de las ciudades” (I, 24 y ss.)'*; es decir que por set el gran conocedor del primer nivel de relaciones del hombre con la tierra, es el indicado para la guarda y conservacién de las ciudades, fruto cultural del segundo nivel, a las que debera visitar como el agricultor visita sus campos para observar sus adelantos y climinar Ia cizata que haya en ellos crecido. Pero no todo coneluye com la tarea de-fundar ciudades, ya que se puede dar una posibilidad cultural aun mas elevada que ésta, que es la de ordenarlas, sometigndolas a un orden de justicia, y es por ello que el romano crea el Imperio como medio de aplicacian de sus normas de “pax”, es decir, de su derecho. Roma pretende, y lo logra, esparcir por las ciudades de su dominio politico el “suum cuique tribuere”, para conseguir la existencia universal del “Vir bonus et aequus”, y este plano de la realidad cultural representa la coronacién de los dos planos anteriores, ya que todo el nivel de la justiciadescansa sobre los otros dos niveles, el del “ideal agricola” y el del “ideal politico”, de tal modo que de la vitalidad de estos iiltimos dependerd el vigor de la justicia, y por eso si aquellos decaen, la justicia se debilitara en igual proporcion, porque % Recordemos las frases laudatorias de CATO (De agri cultura, 1, pr.) donde ensalza al “virus bomum, ‘rome agricola tonungue cofommm” lapida al vamersiaie, ayo oficio es. “periculosun et catamitosim Bs en virtud de ello que sus Gedrgicas son un canto al primer nivel cultural, al “agricola”, mientras que ta Fneida Io x espe del segundo “el politics” lime, DISANDRO, Feraes yDesarr. joe i.) © El texto dice asi: ~..urbisne inuisere, Caesar, terrammaue uelis curam, et te maximus orbis auctorem: fiugum tempestatumaqe potentem accpiat™. Sepuimos la traduccion dada por de Saint-Denis, ed. Les Piles Tete, 1960, su papel para el romano es el de coronar los dos planos que le sirven de base, asi como también se marchitari la rosa si el tallo y Ia raiz dejan de sustentarla, Porque qué es una tierra sin justicia? Recordemos las palabras de Ulises —que pudieron ser dichas por su similar romano “;Quiénes moraran esta tierra?” —pregunté con ansiedad en ‘momentos en que desembareaba en un pais desconocido- “,Serin malhechores y salvajes sin justicia 0 gente que honra al forastero y teme a los dioses?""". La justicia es para el hombre antigno -griego o romano~ Ia linea de demarcacién entre Ia barbarie y la civilizacién, Donde quiera que la justicia impere, pisa el hombre tierra firme, gozando de seguridad y proteccién en su persona y en sus bienes'”. Por eso, el especticulo de una tierra cultivada no es tan grande si no cuenta con el acompafiamiento de las ciudades que muestran la potencia cultural del hombre, pero aun asi todo ello no sera nada si el plano de la justicia no corona estas realidades glorificando su obra. Quizés ahora estemos en mejores condiciones de comprender por qué Virgilio calific6'a la tietta de “soberanamente justa” 0 “justa por excelencia”, perifiasis’@ que recurten los traductores para explicar mas precisamente el pleno sentido de laexpresion “justissima tellus”, La tierra es justa o superlativamente justa. Pero {por qué? Hemos visto que la justicia es la coronacién suprema del doble nivel cultural representado por el ideal “agricola” y el ideal “politico”, pero ocurre que ahora se nos aparece Ja justicia como valor intrinseco de la tierra, que es el soporte iiltimo de todos los niveles culturales. Sin embargo, no hay ninguna contradiccién. La tierra, que es el ser que cobija la semilla, mantiene innatas todas las posibilidades de desarrollo cultural, asi como dentro de la semilla estin en “potencia” el tallo y la flor. Precisamente, la tarea del hombre romano es la de ir desenvolviendo sucesivamente estos misteriosos poderes de la tierra hasta aleanzar un cuadro perfecto y arménico de fos niveles culturales, coronado por un orden justo que los sublima gloriosamente"’. Y tanto es asi que la tierra posee innata la nocion % Odisea. WI. 119 y ss IX, 175 y 58; XII, 200 ys. Y fine. W. JAEGER. ilabanse de (a ley, Inst. de Estudios Politicos, Madrid, 1958, p. 20 y ™ DE SAINT-DENIS, Gesrg, trad, Les Belles Lettres, 1960, traduce: “a tierra que por si misma lex rodiga uns justicia perfect’ ® Lallabor del agricultor y por ende Ia del hombre cult ln verdad que esti oeulta, poreso en yriego ex “aletheis’ 's Ia de ir develano los misterios, ir descubrieadoy de justicia, que es ella 1a que da al hombre la primera e imperecedera leccidn de cémo se realiza el “suum cuique tribuere”. Mirado desde este aspecto, el acto de la agricultura es la concertacién de un perfecto contrato de aquellos que los romanos calificaron de innominados y que se enuncia genéricamente dentro del tipo de los de facio ut des (es decir, yo agricultor, hago la tarea del sembrado y cultivo y la tierra se obliga a entregarme los frutos), ¢ indudablemente que en esta relacién juridica del hombre con la tierra impera la justicia, porque ninguna de las dos partes puede engaiar a Ia otra, sobre todo la tierra, que no comete dolo ni hace caer en error al agricultor ni somete al mismo por la violencia © la coaccién; ella es siempre justa, y por eso remunera en forma proporcional los esfuerzos de aquellos que la cultivan, Los frutos son el pago del “labor improbus”, es decir no una recompensa a la quimérica virtud arcadiana de vivir en contacto con la naturaleza, sino una recompensa al sudor del agricultorel trigo solo aparece cuando el hombre se ha encorvado sobre el seno negro y misterioso de la tierra, pero ese pago es estricto, matemiticamente estricto, porque es el resultado de una férrea e indoblegable yoluntad (consian 5 et perpetuas voluntas...) por parte de la Madre Tierra de practicar el “suum Cuique tribuere”. Por ello, Cicerén resume este papel de la tierra, estableciendo ‘una metifora financiera, propia de la lengua-de los banqueros del Forum: tenemos una cuenta corriente abierta con ella, y ella paga siempre con exactitud sus deudas, y jamas lo hace sin intereses™ Y bien, los romanos consideran que esta leccidn de justicia es un paradigma, del cual debemos extraer su ensefianza. Por eso solo quien conozca a fondo la dinamica misteriosa de esta primigenia alianza contractual del hombre con la tierra puede sentirse respaldado para ejercer la tarea de administrar justicia. De este modo, la tierra no sélo es el soporte de la Justicia, no solo ella misma es justa intrinsecamente, sino que ademis cumple un papel de magistra iuris. Y la primera leccién que aprendemos de esta sabia maestra sempitema es la siguiente: la Justicia esta siempre ligada a lo concreto, al Ser de las cosas”. Nadie como © Cline A.M. GUILLEMIN, Virgile-Podte, Arise et Penseur, ed. Albin Michel, 1951, p. 143, donde se (raza un paralelo entre la “ley del trabajo” virgiliana y lo que denomina la “irrealidad arcadiana” de Lacrecio, * Cato maior-De Senectute, XV,31. ® Sobre la relacion entre Justicia y Ser, recuenlese el Procmio del Poema de Parménides, dende Dike, la diosa de la Justicia, es quien ensena al Fildsoli la Verdad del Ser el agricultor sabe que para obtener los frutos de la tierra es necesaria la inmediacién con el oscuro surco, y mis atin, la realidad agricola debe ser conocida en sus mis ligeros y pequeiios detalles. Cuanto mayor sea el conocimiento de las rey rusticae mayor seri. la posibilidad de una buena cosecha. Por ello el duefio de un campo ha de saber distinguir el distinto comportamiento que corresponde adoptar frente a cada una de las diversas clases de plantas y de cereales, al mismo tiempo que su ojo avizor debe averiguar el futuro de las nnbes grises que prometen lluvias, y su oido debe atender el chillido de los pajaros portadores de tantas noticias importantes para el fruto deseado, Neda puede ser echado en cl olvido, de nada se puede descuidar, todo interesa, Si recorremos las paginas de los escritores romanos que han escrito sobre la agricultura, como Columella (De Re rustica), Varro (De Re rustica), Cato (De Agri cultura), etc, nos encontramos con una igual pasion por demostrar los conocimientos coneretos, por averiguar y destacar las pequeitas minucias de la agricultura, Ellos hacen en realidad una “theoria”, pero ésta —tal como lo recuerda su acepcién griega— es siempre una contemplacién profunda de las cosas. Esta “theoria”, por lo tanto, no tiene nada que ver con ese conocimiento abstracto y libresco de las definiciones hueras, de los ctiadros sinépticos, de las llaves clasificadoras, de los Principios vacios, producto todos ellos-de la-esterilidad-de los gabinetes apartados-de la realidad. Por eso es que el pretor, es decir el hombre romano que administra justicia, tiene ‘un comportamiento exactamente semejante al del agricultor. En este iltimo se da siempre una obligada relacién conereta entre “hombre y tierra”, y a imagen de ella se dara también otra relacion concreta entre “pretor y litis planteada”. Y es dentro de este orden de cosas que nos podemos explicar la profundidad asombrosa que tiene la administracion de justicia del pretor, Asi como para el agricultor cada planta en cada momento determinado del afio merece un tratamiento distinto y especifico, asi también el pretor elaborara cada formula para cada caso concreto que se le presente en cada momento determinado™. La figura del pretor que al comenzar su afio de magistratura publica en su edicto las normas de derecho por las cuales se regitd, tiene mucho que ver con la figura Por eso, para Spengler, el derecho antiguo es “un derecho del di y aun del momento”; en cambio, el derecho movlerno, que ya preve © pretende prever las hipotéticas contingenciss de la conducta de los hombres, es un derecho orientad hacia el futuro (ob. et, HL, 78179) del agricultor que al comienzo de cada aito agricola prepara el plan de accién de sus siembras y plantios. Ambos proyectan no en frmulas abstractas y quimérieas, sino para una realidad que se les presenta, pero de tal modo que dentro de la rigidez que tiene los planes, siempre cabe Ia modificacién que adecue 1a perfeccién del caso: si las Ihuvias vienen mal, el agricultor variard las semillas que debe sembrar, o si las ha sembrado ya tratara de protegerlas de algin modo, de igual manera, si se presenta un caso novedoso, el pretor se alejaré de Io ya prescripto en su edictom annum para dictar un edicaem repentinum que trate de solucionar el “quid” planteado, En ninguno de los dos, agricultor ¥ pretor, hay la sumisién ciega y empedernida a las reglas fijas, a los principios abstractos, a las soluciones fijadas que se aparten de la verdad conereta. Fsta es, pues, la primera leccién de la iustissima tellus: el amor a lo concreto. Por 50 los juristas romanos fueron de una practicidad suma y, en general, muy poco teorizadores. Quien lea las Jnsvinuas de Gayo, las de Justiniano o las paginas del Digesto, encontrara que alli todo tiene un vinculo con la realidad, e incluso en su redaccién rememoran el mismo método expositivo de los autores agricolas: éstos hablan de 1a tierra, aquellos de la justicia, pero en'ambos esté vigente la idéntica bisqueda especifica de las realidades coneretas Pero hay una segunda leccién que nos da la Madre Tierra, y ésta esti relacionada con el ejercicio de la realidad. Hemos visto que tanto la labor agricola como Ia labor de la justicia estin conectadas a la realidad inmediata, pero esa relacién permanece siempre dentro de un ambito espiritual determinado que es el que atafe a su verdadera esencia. Ahora bien, es interesante destacar que los romanos van a utilizar un mismo vecablo para designar las relaciones que el hombre mantiene con la realidad en cada nivel cultural determinado, y ese vocablo es el “imperium”. En primer lugar, en el nivel “agricola” vemos como Cicerén, refiriéndose a In tiema, dice que ésta “numquam recusat imperium?™, expresion que va a ser retomada por Virgilio, quien hablando del agricultor pas se expresa asi: “exercetque frequens telluren atque imperar arvis™*, 0 también asi: “tum Cato maion-De senectule, XV, 51: "la tierra munca rechaza el imperium del hombre” & Geérg., 1,99: "¥ no cosa de ejercitar la Lerra ni de imperar sobre los campos denique dura exerce imperia et ramos compesce fluentis””*: es decir, que por medio de este vocablo se puede designar la “potestas” especial que el hombre tiene sobre fa tierra En segundo lugar, en el nivel “politico” nos encontramos con Ia utilizacién més corriente de imperium, por cuanto sirve para designar la “potestas” que se ejerce sobre las ciudades organizadas; y, por iltimo, en el nivel de la justicia nos volvemos a encontrar con que el pretor esti dotado también del imperium, y es en virtud de él que puede administrar justicia. Y eso nos indica que este sustantivo, que recorre los distintos niveles culturales que venimos analizando, no es por azar que esti presente en todos ellos sino que tiene un ‘uso comin aunque adecuado a las particularidades que se presentan en cada nivel. Ahora bien, si partimos del primer nivel, veremos que los romanos solian emplear varios verbos para sefialar la relacién entre hombre y tierra, y éstos son: exercere (ejercer, hacer trabajar), imperare (mandar, ordenar), domare (someter, dominar, sojuzgar), pero las aplicaciones que tienen estas palabras hoy dia, distorsionadas con el transcurrir del tiempo, nos podrian Hevar a confusién. Por mas fuertes que sean los verbos empleados, en ningdn caso los podemos entender en un ambito de marerialidad sino, por el contrario, cada uno de ellos es el germen de la Verdadera relacion de’ espirimalidad par, con las cosas, La relacion del hombre con la tierra, la-primeray la mis importante de todas las ‘cosas, es siempre una relacion espiritual. Mi proprieias es aquello que es mio, porque de algin modo soy su dominus, es decir, hay algo mio, algo de mi humanitas que ha penetrado la materia y ahora la liga hacia mi, “Lo que importa es que uno transforme tales cosas en un mundo personal, que la penetre con su personalidad. La propiedad auténtica es alma, y sélo en tanto que tal, cultura auténtica, Estimarla por su valor en dinero es un error o una profanacion”””. Por eso, porque no estamos meramente relacionados materialmente con las cosas, es que no las podemos someter a un capricho tirinico e ilimitado, porque dejariamos de ser un dominus, es decir un sefior con toda la amplitud sonora que el vocablo tiene en espaftol. Quiza nadie mejor que Cicerén haya alcanzado en un pisrafo de su De Re publica (V1, 15) a sefialar el altisimo grado de % Gedny., Ul, 369/70: “y este es el momento de ejereer un duro imperium y de seprimir el desborde de los follajes” 2° 0. SPIINGLIR, Aaos decisivos, ed. Pspasa-Calpe, p. 99 10 responsabilidad que tiene el hombre con la tierra, cuando hablando de los hombres que éstos deben “contemplar, cuidar y proteger la tierra”™*. Del mismo modo, la aplicacién de ese imperium en el segundo nivel, es decir en el nivel “politico”, de ningiin modo puede ser el ejercicio de un poder despatica, sino que tiene que marchar en concordancia con el concepto espiritual ya expresado en la relacign “hombre-tierra”. Por ello es que el Imperator debe ser ef “dominus” de las “civitas”, es decir aquel que la gobieme, contemplando, administrando y protegiendo su esencia. Y al igual que el agricultor, que a veces se ve obligado a actuar con dureza para restablecer el orden y la armonia, asi también el Imperator debe someter a la “pax” a aquellos que orgullosamente se levantan en contra de ella, pero de tal modo que el sojuzgamiento de los vencidos sea por medio de la humanitas, y tal es el pensamiento de Virgilio (ver nota 3): tratar con moderacion a los vencidos y “debellare superbos”, lo cual significa algo mis que somererse, pudiendo ser traducido mis exactamente por hacer desvanecer la soberbia, en el sentido de que ellos se conviertan en “vires boni et aequi”, y conscientemente pierdan el habito de guerrear contra Roma por comprender su misién cultural”. Cuando, finalmente, alcanzamos el tercero de los niveles, es facil comprender que la aplicacién del imperium respecto de la potestad jurisdiccional del pretor aparece enriquecida por el contenido de los significados anteriores. Desde ese punto de vista, la relacién del magistrado frente a la litis es siempre una relacion espiritual, en la que él debe “contemplar” la verdad, esto es “intuirla” a fin de adentrarse en ella, y ademas “protegerla’”. Este concepto puede parecer extraiio, pero encierra para el caso del pretor una significacion especialisima: el pretor debe “proteger” la realidad, porque ésta en ° BL testo dice asf: “Homines... qui serentur ithan globum..”, ¥ la difieulted mayor esti dada por la sdecusda tradueciin del verbo deponente eon, eris, frins.. evi, al cusl se lo pede tradueir como contemplar (Ge ahi el otro verbo dep. intucor, eris.... de donde deriva intitio (intuicién); tambien como proteger, de donde derivaria mitio, ons (defensa, proteccién), ¥ tambisn tutor, aris (tutor): y finalmente ftombien puede ser traducido como adminisirar, de donde derivaria precisamente la funcion del tator, quien administra los bienes del pupilo por la “gestio” y la “auetoritas”. Ahora bien, el eoncepto exacto ha sido dado por_C. A. DISANDRO (Fuentes » Des... op. los. cls). quicn manifiesta que en este parrafo se leben eplivar los wes sentidos, de tal moxlo que el hombre esta en el mundo, no s6lo para “contemplar”™ la tierra, sino también para “administrarla”, y por altimo para “protegerla ® Cline. C. A. DISANDRO, ob. y loc. eis. Por ello, de acuerdo con lo expresado, el eoncepto de Imperio que tienen los romanos no puede estar ligade a una necion de mero dominio y sojuizgamicate o, tal cual lo cenfienden los interpretes maristas, «un criterio de dominio econemico. El concepto de lmperio Romano es tant todo un eoncepto espinal uw cierto sentido esti indefensa frente a las tormentas del entuerto, del mismo modo que el agricultor debe “proteger” Ia tierra frente a las inclemencias de los agentes atmosféricos, y la forma de proteccién es la formula que engendrari el “officium” del “iudex”. Fijémonos bien que esa labor “tuitiva” es més respecto de la realidad que de las leyes, asi como el agricultor siempre prefiere la verdadera situacién de sus cultivos a los consejos te6ricos que emanan de principios generales. Y, por ultimo, el pretor “administra” la justicia, pareciéndose su papel en mucho al de un “tutor” de las partes, protegiendo al desvalido juridicamente y rebajando el orgullo de los soberbios. Por eso, al igual que el hombre politico, su suprema dicha sera pronunciar las palabras que sometan a las partes, hacigndoles desvaneeer las ganas de litigar, porque ambas comprenden la justicia de aquellas, Y finalmente, la tercera leccién que nos da la justissima tellus es la de que toda experiencia con Io conereto nos trasciende indefectiblemente al plano de lo divino. El hombre romano no podia comprender, tal como ocurre en general con el hombre antiguo, la realizacién de actos vineulados 4 cosas que'fuesen “auténomos”, esto es Jibres de tenet ‘un significado’ por si mismos. Todo comportamiento-fevelaba, por el contrario, una accion consciente de que se estaba “repitiendo” de alguna manera algo “ya realizado” por otto, por alguien que no era un hombre sino un Ser Superior. ¥ por ello, asi como se verificé alguna vez el acto primigenio de la primera siembra, asi también se podia verificar ininterrumpidamente el proceso de vida originado “in principio”, en cada oportunidad en que la semilla himeda se hinchaba de fecundidad. De este modo, lo meramente humano del “acto agricola” se encendia de un reflejo de divinidad, perdiendo su autonomia al repetir un gesto de los dioses. Por tal motivo, la nocién de un cultivo “Jaico” carece por completo de significacién para el romano. Recordemos asimismo que para todos los pueblos agricultores la labor de labrar la tierra es de algin modo una fabor sacerdotal, en cuanto que significa la realizacion de un “sacer-facere”. En efecto, en la religion tradicional, la pareja primordial esta siempre compuesta del Cielo y de la Tierra Es de notar asimismo que en todas las lenguas del Cielo es siempre masculino, mientras que la Tierra es siempre femenina, De acuerdo con esto, el acto de la agricultura puede set explicado como el de la unién del activo Cielo con la pasiva Tierra, naciendo de estas 12 rnupcias los frutos naturales. Las Iuvias son el liquido fecundante que hari germinar el embrién en el seno de la Tierra, que pasari a ser la Madre Tierra". Ahora bien, en esta relacién binaria interviene el Hombre como personaje intermediario a los efectos de completar la Triada, y su labor es la de acelerar el proceso divino: si la Tierra ha de producir, cuanto antes debe ser Madre, y por eso, al abrirle el surco para depositar la semilla, mojarla, separar las malezas, el agricultor esti participando en un proceso sagrado, A su vez, debemos recordar que para el romano este proceso de trascendencia se continuaba en todas y en cada una de las cosas edsmicas, de tal modo que cada objeto en si era el recepticulo de una fuerza extraiia y poderosa que invadiendo sus entratias hacia a su esencia de “cosa”. Ninguna de ellas era tanto “por si” sino “por lo que significaba” y por los simbolos que, envolvigndola, descubrian sus realidades ulteriores. Cada objeto revela para el romano alguna vibracién dinamica, una dimensién sobrenatural, una fuerza intrinseea que é1 denominaba “numen”. Asi, las piedras del bosque, el bosque mismo, cada uno de los Arboles, es el’ asiento donde’se halla escondida alguna potencia divina cuya ayuda hay que imprecar~Basta-recorrer las listas de los. registros familiares (ndigitanrenia) para darse cuenta incluso de que cada acontecimiento de la vida del hombre, desde su concepcién hasta su muerte, esta sometido a la proteccién de un dios particular. Ello significa entonces que para el romano no habia un solo rincén césmico ni un solo acto humano que escapara del plano de significacion sacra”, y en consecuencia el propio derecho estaba también inmerso dentro de esta significacion de tascendencia, © Cline. MIRCEA TITADR, Traité de I'Hisioire des Religions, Payot, Paris, 1959, cap. VII, N°S3 y ss. " Cline, G, BOISSIER, La Religibn Romaine dduguste aux Antonius, Pats, 1892, pp. 4s © PL Cristimismo, lejos de rechazar estas ideas, las ha sublimado, puesto que para el cristiane todas las cosas cstdn redimidas. Al pecida orgulloso del Paraiso, siguid la consceuentc espantosa miseria del Cosmos. "Por ti sera maldita la Tierra” (Genesis 3, 17). Fue sin embargo el ineversible hecho de la Cruz el que devolvi6 Ia salvacion a las cosas ¥ al hombre, porque las gotas vertcas en el Golgota han asumido en el Seetificio a todo fo terreno, Nada ha escapado, puesto que nada es “autonomo”, Todo habia eaido y todo ¢s salvaio por el Supremo Acto de Amor de Ia Cruz, Por eso es tremendamente saerilega una “cultura sin Dios”, es decir una cultura profana, leicizada, Dios es el centro final de todo “saber culto”. ‘Todo lo que no se retiere a El, se debe referir a lo epuesto @ El: lo que no mira “arriba” apreciando lo celeste, esta obligado 2 abrusar sus ojos cn cl ignco color de las profundidades. No hay término medio (Zaeas 11, 3). Quicnes quilan escandalizades el “teismo” « la cultura, la “humanitarizan” proclamando que ea “eiettas asuntos rige la “antonomia antropocentrica”, cometen tn error esencial. No hay eomportamientos lnumanos en los ‘ales Dios pueda estar exeluido, Pla desviacion modema era un concypio ineoneehible para el romae, B De este modo, ef acto “agricola” tiene una relevancia sacra, y el agricultor de alguna manera participa en el proceso césmico-divino, por otra parte, el acto “politico” de la fundacién de las ciudades o conservacién de las ya fundadas tiene una relevancia semejante, ya que, retomando el parrafo de Cicerén con que comenzamos este estudio, “nada hay que aproxime més al hombre al numen de los dioses” que esa labor cultural, y por ello nada nos debe extrafiar que también el derecho participe de esta naturaleza trascendente. Ante todo recordemos que la definicién de iurisprudentia, conservada hasta Justiniano, era la de que “est rerum divinarum atque humanarum notitia. (conocimiento de las cosas divinas y de las cosas humanas)", y que por otra parte el gran jurista Ulpiano, en un parrafo que merecera ser el primero de todos los que se agrupan en el Digesto, luego de repetir la clasica definicién del “ius” de Celso, nos dice: “Cuius merito quis nos sacerdotes apellet” (Y es por mérito de la misma que se nos llama sacerdotes)™, Y nadie mejor que el pretor para que pueda ser titulado de tal_manera. BI agricultor es el intermediatio entre el-Cielo-y la Tiera, y por medio de su labor se acelerara el proceso cosmico de la elaboracién de los productos. El pretor es también un intermediario entre el mundo de los dioses donde reina la Justicia y el mundo de los humanos que de alguna manera quiere recibir el premio de esa virtud divina, y por ello el pretor al administrar justicia esti incorporando algo concreto que tiene un origen divino pero un destino terrestre, De ahi que ambos pueden ser llamados “pontifices”, ya que este vocablo se aplica en Roma al que hace puentes (pomtifex), y tanto el agricultor como el fundador de ciudades, como el administrador de justicia, estin tendiendo un puente entre los dioses y los hombres, Y esta triple leccién que nos da la iustissima fellus ha dejado de ser asimilada por el hombre occidental descendiente del viejo romano, hasta tal punto que para el actual ® Cine. Insts de Justiniano, |, LA fine. Pigesta U1, 1 4 hombre modemo este concepto se vuelve incomprensible. Es que hoy dia el hombre ha perdido todo contacto con la Tierra, a In cual ha despreciado, Se ha encerado en la Ciudad, pero esta Ciudad no tiene nada que ver con Jas fundadas por los romanos. Ya no son el recepticulo de los dioses ni estin impregnados del sacro ministerio de 1a labor humana dirigida al plano de lo divino, Por el contrario, son el resultado de las finanzas y del comercio. Los Penates antiguos se han visto desplazados por un paquete de acciones. La figura del romano que apoyaba su noble lanza sobre la amiga tierra es la mas distante de la del técnico americano que ubica una mole de cemento sostenida en el revélver que guarda en el bolsillo del pantalén, que parece ser cada dia més la unica garantia de decisién y de defensa de los “hombres libres Y desde este punto de vista, la Ciudad modema tiene un origen netamente cainico, Segiin el relato biblico. Cain, luego de matar a su hermano Abel ~huyendo de su crimen y de Yahvé~ “pisose a edificar una ciudad a la que dio el nombre de Enoe, su hijo” (Gén. 4, 17), Esta ciudad es su refugio, pero al mismo tiempo no esta basada en la Tierra, sino que ¢8 tina evasién de ella) Cain habia sido maldecido: “La voz de la sangre’ de) tu hermano esti clamando a mi desde la Tierra Ahora, pues, maldito seras de la-Tietra, que abrié su boca para recibir de mano tuya la sangre de tu hermano. Cuando la labres, te negara sus frutos y andards por ella furtivo y errante” (Gén. 4, 10 y ss.) Es decir, pues, que no todas las Ciudades son iguales. Existié la Ciudad Romana que se fundé sobre la Tierra y que fue una prolongacién espititual de ella, y existe la Ciudad cainica que se establecié para huir de la Tierra y entonces reniega de ésta. Y la ciudad del hombre moderno, la tremenda ciudad de la época actual es precisamente esta tiltima™, Por eso el hombre de la Ciudad contemporinea es un desarraigado, ya que se han cortado los vinculos que lo unen con el nutritivo contacto de la Tierra, Son precisamente la piedra y el cemento los impedimentos sempitemos. Y en tal sentido, es necesario recapacitar sobre el magico efecto de alejamiento que tiene para el hombre una fina capa de asfalto. Ahora, mira al campo donde el agricultor continiia sembrando sus semillas > Cine, SPENGLER, Anos decisvas op cit. pig. 76, donde nos die que “el revolver ene bosillo del vy TNenaneo ela Cia al epic dela lad Maema, as in Jets ds ltinos sigs ‘Antes exa desconacido, Cfine. C. DAWSON, Dindmica de la Historia Universal, e€. Rialp, 1961, p. 147 y 15 como un “alrededor”, es decir como algo distinto y subordinado. Como lo dice Spengler, “a partir de este instante hay dos vidas: la vida dentro y In vida fuera de Ia ciudad, y el aldeano lo siente con la misma claridad que el ciudadano, El herrero de la aldea y el herrero de la ciudad viven en dos mundos diferentes. El aldeano y el ciudadano son distintos seres, Primero sienten la diferencia que los separa; luego son dominados por ella; al fin acaban por no comprenderse uno a otro. Un aldeano de la Marca y un aldeano de Sicilia estan hoy mas proximos entre si que el aldeano de la Marca y el berlinés™”” De acuerdo con ello, los tres niveles culturales que habiamos visto en el hombre romano ahora existen, pero como entes separados que nada parecen tener de ligazén comin. En efecto, existe la Agricultura, existe la Ciudad y existe la Justicia, pero la Agricultura es una simple actividad que el hombre de la ciudad ha cargado de un utilitario fin econémico: el campo da dinero, con el que se compran los placeres humanos; por eso la ha desdefiado como indigna de un hombre libre, precisamente todo lo contrario del elogio ciceroniano, y por ello la ha desplazado al “chacarero”, que es un subordinado suyo. La Ciudad, a su vez, esté escindida de la Madre Tierra, y a su vez la Justiciavha dejado de ser la coronacién de los niveles anteriores, por cuanto para que sea tal debe existir la vertebracién de-los ordenes-y éstos-no estin ordenados y més ain’ no son tales. De ahi que la justicia de nuestro tiempo tenga todos los vicios contrarios de lo que enseiia la iustissima tellus: el amor por la realidad ha sido remplazado por la sujecién a lo absiracto, vicio por el cual la mente de los juristas y de los jueces abandona la realidad y se convierte en esclava de los principios teéricos enunciados en forma de precepios genéricos; el sabio concepto del imperium, por el cual el pretor aplicaba la humanitas a la litis planteada, ha sido reemplazado por el mecdnico concepto de la “rechné”, en virtud de la cual el juez se convierte en un simple engranaje aplicador de leyes abstractas; y el concepto de srascendencia divina de la labor del pretor se ha visto profanado por el criterio de la inmanencia humana, en virtud de la cual el derecho, como ha dicho un autor, se ba transformado en una cosa bestial, ya que es un circulo cerrado antropocéntrico, en el cual el hombre se crea las reglas para regirse a si mismo © O.SPENGLER La Decadeneid.t Uk p. L213. % La expresion pertencce a BERTRAND DE JOU VENEL, £1 Poder, Madrid, 1956, p. 360. Ver sobre todo cap 16 16 Y Ia solucién de todo este desorden no puede ser mas que una: el retorno a la tellus, No olvidemos que, dentro de su pasividad, la Tierra es mujer, y sélo soporta ser desdefiada hasta un cierto limite, pasado el cual su reaccién puede ser terrible, pero recordemos igualmente que también “numguam recusat imperium”, y desde hace mucho tiempo esti esperando que el hombre cainico, el Raskolnikov de nuestra jungla de asfalto, “se ponga de rodillas en mitad del campo, le haga una reverencia y bese su seno oscuro con deleite y ventura”? Crimen y Castigo (ea. Aguilar, Obras Completas, lI, p. 381). F. Dostoiewsky ha sido el novelista que mgjor comprendid el sentido eaimico de la ciudad moderna 7

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