UNA VOLUNTAD INDOMABLE
—Para castigarla o tal vez para provocarle el
deseo de que buscara alguien que la sacara de
casa, los familiares decidieron hacerle mas dura
la vida. Despidieron a la fémula’’ y obligaron a
Catalina a que la sustituyera asumiendo su pe-
sado trabajo. Esta, sin embargo, en confesién,
declaraba que estaba contentisima con este
cambio en su vida.
—Vea, padre —decia—, me imagino que estoy
al servicio de la santa casa de Nazaret. Hago de
cuenta que mi padre es nuestro dulce Sefior Je-
sucristo, mi madre la Virgen, mis hermanos los
discfpulos. Asi, el trabajo se convierte para mi
en un gozo, en una fiesta y no en un sacrificio.
—Al pasar el tiempo, la determinacién de sus
progenitores de casarla, se desvanecia contra la
férrea voluntad de Catalina.
"Cuando tenia cualquier momento libre, Cata-
19. Faémula; doméstica, sirvienta, mujer de servicio.
30lina se retiraba a orar. Una vez su padre la vio en
esa actitud orante. ¥Y ademas observa que en el
aire, encima de ella, estaba parada una paloma
blanca.
“¢El Espiritu Santo? ¢Quién puede estar segu-
ro? El hecho es que desde ese dia, Santiago Be-
mincasa mosiré un mayor respeto hacia su hija,
dejandola que rezara como ella quisiera.
LA vocaciOn
"Catalina, mientras tanto, habia cumplido quin-
ce afios. Una noche, en un suefio se le apare-
cieron todos los santos fundadores de érdenes
religiosas:
“Benito, Francisco, Domingo y muchos otros;
pero ella dirigié su mirada hacia el tltimo men-
cionado, quien manteniendo también los ojos fijos
en ella fue a su encuentro para ofrecerle el habito
blanco y negro de las hermanas ‘mantelate’,
“Desde entonces, Catalina abandoné sus in-
tenciones indefinidas y fantasticas (habia inclu-
so pensado hacerse pasar por hombre y luego
convertirse... jen un fraile!), teniendo un ideal
muy preciso: se harfa una ‘mantelata’. En espera
de realizar este deseo suyo, consiguid tener en
casa lo que podia ya considerarse como una cel-
da monAstica.
31LA CELDA
"Bajo la cocina habfa una pequefia habitacién
abandonada porque era demasiado inapropiada
para cualquier otro uso. Se trataba de un espacio
largo y estrecho, como una especie de s6tano, con
una ventana accesible a través de algunos escalo-
nes, que daba a un oscuro callejon llamado el ‘Rui-
do del tirador’. Todo lo que cabfa en ese cuarto (y
para Catalina era demasiado) era un batil para po-
ner sus cosas y una banca, Ja cual de noche funcio-
naba como lecho. Ahi transcurrfa la mayor parte
de su tiempo en oraci6n y en rigurosa penitencia.
”Bn cuanto a la comida, se sometié a privacio-
nes cada vez mas rigurosas, hasta limitarse a tomar
Yinicamente como alimento unas cuantas hierbas
y —se dice—a vivir por largos periodos, ayunando
milagrosamente.
UNA ENFERMEDAD PROVIDENCIAL
"La sefiora Lapa no lograba resignarse ante esa
situacién y un afio quiso, a como diera lugar,
llevar a su hija a los bafios termales de Vignone,
cuyas aguas tenfan fama de curar las afecciones
de la mente, pero dado que en Catalina no habia
ninguna enfermedad que necesitara ser curada,
el tratamiento no le fue de ningtn provecho.
32"Una vez que regresé a casa, la joven enfer-
m6 seriamente, le dio varicela®® crénica. Lapa
la atendfa amorosamente y trataba de animarla
para que se alimentara sustanciosamente.
”Catalina rechazaba la comida que se le ofrecia.”
—iAy de mf! —exclamé Lapa un dia—, ¢no
puedo de veras hacer nada por ti?
—Si quiere que yo sane —replicé Catalina—,
permita que yo pueda hacerme una hermana
“mantelata”,
—La buena madre se dirigié a las religiosas
y les refirié el deseo de su hija. Realmente la
Orden habfa sido fundada para las viudas y no
para las muchachitas, motivo por el cual la su-
periora puso algunas objeciones, pero fue tanta
la insistencia de Lapa que el deseo de Catalina
pudo finalmente ser apoyado.
LA TENTACION
”Sanada, la joven esperaba con ansia el dia en
que habrfa de tomar solemnemente el habito
tan suspirado, cuando la voluntad de Dios era
someterla a una nueva prueba.
20. Varicela: enfermedad infeeciosa aguda y contagiosa, debida a
un virus, cuyos sintomas son la fiebre y la erupcién con vesfculas,
Ataca principalmente a los nifios yen un tiempo, debido a los escasos
sonocimientos médicos y a la falta de higiene, constitufa una de las
causas de mortalidad infantil.
33"Bstaba, como era su costumbre, en su celda
orando. El tentador se le aparecié bajo el aspec-
to de un joven bien parecido, elegantemente ves-
tido, que le presenté un vestido, muy femenino,
de gran precio debido a su elegantisima hechura,
de seda preciosa, de colores deslumbrantes, con
adornos de oro, de piata y de gemas de valor incal-
culable. A una sefial del tentador, las miserables
paredes de la celda parecieron abrirse y mas alla
no se veia ya el mencionado y oscuro callején del
‘Ruido del tirador’, sino que se podian admirar
lujosos salones ocupados por damas y caballeros
entretenidos en agradables bailes y en ostentosos
banquetes. Recién casadas pasaban alegres del
brazo de sus jévenes maridos, recibiendo las fe-
licitaciones de los presentes. Madres jdévenes lle-
vaban en‘brazas a sus nifios y disfrutaban al ver
las muestras de admiracién y afecto que todos les
miostraban.a éstos.”
—Ti también pedrias estar entre ellas —decfa el
tentador—: También ti... también ta...—y mien-
tras tanto le ofrecia el valioso vestido y la empu-
jaba ‘hacia aquel ambiente mundano que aunque
siendo en sfhonesta, no era para élla, debido.a que
estaba Hamada a una opcidn diferente de vida—.
—Catalina estaba por ceder perque ei tentador,
en su astucia, no je habia presentado nada de
deshonesto, nada de pecaminoso, de otra manera
ella lo hubiera rechazado inmediatamente.
"Después de un instante de titubeo, Catalina se
acordé de que ella libremente habia elegido otro
34camino, que algo muy diferente esperaba Cristo
de ella y con un gesto decidido rechazé al tentador.
"La vision desaparecié y alguien més se pre-
senté ante sus ojos: era la misma Virgen Marfa
en persona, quien venfa a su encuentro y le traia
otra vestimenta, mas bonita y mds valiosa que
aquella que le habfa ofrecido el tentador.”
—Ti vas a llevar este vestido en el cielo —le dijo
Maria—, cuando participes en la fiesta eterna de
mi Hijo en la casa del Padre. En tu vida mortal
tienes que merecer este premio Hevando puesta
la austera vestimenta blanca y negra que has an-
helado tanto.
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