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FUERZA MAYOR 0 CASO FORTUITO. FACTORES QUE LO CONFIGURAN. 1, Conviene una ver. mas insistir, aunque sea someramente, acerca de algunas de las nocio- nes primordiales en punto a acusacién por vio- Jacién indirecta de la ley sustantiva, esfera en que se exige al impugnante alegar y demostrar el preciso error de estimacién probatoria a tra- vés del cual haya el sentenciador Megado al quebranto que del derecho sustancial se le imputa. Si de error evidente de hecho se tratare, no hhay que olvidar que éste consiste, ya en que el sentenciador ignore una prueba existente en el juicio, ya en qus suponga una que no existe, de donde resulte: si lo primero, el desconoci- miento de un hecho formalmente establecido; silo segundo, Ia admisién de un hecho sin fun- damento alguno. Y¥ el error sera de derecho, cuando, sobre Ia base de haber sido considerada fielmente una Prueba en su objetividad 0 presencia procesal, 1 juzgador Ie desconoce el valor demostrativo que tiene segtin Ia ley o bien le asigna el que ésta Te niega. De lo que se deduce no ser dable, en prine!- pio, Ia acusacién por error de hecho y de dere- cho simultaneos en Ia apreciacién de una misma entidad probatoria, pues se descarta el de de- recho si ocurre el de hecho, que por si solo arruina el tratamiento de Ia prueba, impidiendo que lo objetivamente erréneo sea ponderado en Ja balanza de los méritos legales. 2. A términos del articulo 1° de la Ley 95 de 1890, la fuerza mayor o caso fortuito se configu- +a por Ia conjancién de dos factores elementales, 4 saber: que el hecho que lo materializa sea im- previsible, esto es que, dentro de los célculos or- Ginarios o elrcunstancias normales de la vida, no haya sido posible al agente o deudor contem- plar por anticipado su ocurrencia; y que sea Irresistible © sea que no haya éste podido sobre- Violacién indirecta de la ley. Nociones primordiales en punto a acusacién por este extremo. ponerse al mismo, para evitar sus consecuencias © dar cumplimiento a la obligacién; de todo lo cual resulta que el acontecimiento no ha de ser imputable a culpa del deudor o agente, pues, co- mo lo ensefian autorizados tratadistas, “existe fuerza mayor 0 caso fortuito cuando el incum- plimiento no es imputable a una culpa del deu- dor. ¥ la culpa del deudor consiste, sea en que el obsticulo es previsible y no ha adoptado al- guna medida para evitarlo, sea que, al tiem- Po en que se presenta el obstéculo, sin que haya debido preverse, no se haga todo lo nece- sario para evadirlo” (Planiol y Ripert con Es- mein, VI, 382, pag. 531, traduceién de Diaz Cruz). Es asi obvio el articulo 1604 del Cédigo Civil cuando dispone que “el deudor no es respon- sable del caso fortuito, a menos que se haya constituido en mora (siendo el caso fortuito de aquellos que no hubieran dafiado a la cosa de- bida, si hubiese sido entregada al acreedor), 0 que el caso fortuito haya sobrevenido por sa culpa” Viene aqui a propésito el concepto del civilis- ta Claro Solar (Explicaciones de Derecho Civil Chileno y Comparado, XI, 1080, pags. 538 y 539), quien luego de decir que “el fundamento de Ia exencién de responsabilidad del deudor procedente del caso fortuito esta en que ‘a Io imposible nadie esta obligado’,” agrega que “el articulo 681 (751 del Cédigo Civil Colombiano) aplica este principio al expresar que ‘se puede pedir la tradicién de todo aquello que se deba, desde que no haya plazo pendiente para su pa- £0; salvo que intervenga decreto judicial en con- trario’, es decir una orden de embargo o de re- tencién de ta autoridad competente, un hecho del principe que constituye una fuerza mayor que el deudor no puede evitar...”. Lo que para tener efecto exonerativo, supone, desde luego, que tal acto de autoridad © hecho del principe Nos. 2246, 2247, 2248 y 2249 no haya sido determinado por culpa del deudor, ni podido éste preverlo dentro de lo normal u ordinario, Correspondiendo al sentenciador de instancia, fen uso de Ia facultad discrecional que le com- pete respecto de la apreciacién de las cuestio- nes de hecho, reconocer y verificar los elemen- tos objetivamente constitutivos de 1a fuerza ma- yor o caso fortuito, mediante la debida ponde- racién de los elementos probatorios de Ia causa, no puede Ja Corte rectificar esa apreciacién, mientras no resulte convicta de error de hecho evidente. Corte Suprema de Justicia—Sala de Casacién Civil—Bogoti, D. E., diez y seis de septiem- bre de mil novecientos sesenta y uno. (Magistrado ponente, doctor Gustavo Fajardo Pinzén). Se decide el recurso de casacién interpuesto por el actor contra la sentencia de segunda ins- tancia proferida por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de San Gil, con fecha 15 de septiembre de 1959, en el juicio ordinario se- guido por Euclides Ariza contra Roque Julio Diaz C. I ANTECEDENTES Refieren los autos Que, mediante documento privado suserito en Vélez el 3 de marzo de 1956, Roque Julio Diaz y Euclides Ariza celebraron una promesa de contrato, segin la cual el primero se obligé a vender al segundo, ‘con todas las formalidades legales”’, y éste a comprar a aquél, una casa de habitacién ubicada en el area urbana de la mencionada ciudad, determinada por los linde- 10s allf expresados, habiéndose estipulado al efee- to lo siguiente: Que el precio de la prometida venta serfa el de $ 13,000.00, de los cuales Ariza pagé $ 5,000.00 en el dia de la promesa, obli- gandose a satisfacer $ 4.000.00 tres meses des- pués y el resto o sea $ 4.000.00 al vencimiento de seis meses contados desde la misma fecha de la promesa, fecha esta desde la cual Diaz entre- garfa materialmente a Ariza ‘la easa eon su correspondiente solar y asiento anexos’’; y en las clausulas que del sobredicho documento se transeriben a continuaeién se di; GACETA JUDICIAL 65 “Cuarto. Que el cumplimiento de esta promesa de venta se hard en una de las Notarfas de este Cireuito, el dia en que se cumplan los seis me- ses concedidos para el pago del precio restante, ¥ para entonces el promitente vendedor hard entrega del certificado de libertad de la finea materia de esta promesa. - Quinto. Que el inmueble prometido en venta se halla libre de todo gravamen limitativo de los derechos que se prometen vender. Sexto. Que si los firmantes de este documento no cumplieren o se pusieren en mora de cumplir alguna de las obligaciones que aqui contraen, pagaran por via de multa o pena la suma de cinco mil pesos moneda eorriente, sin perjuicio de que por separado les sea exigido el cumpli- miento de la obligacién principal”; Que, con fecha 26 de mayo de 1956, Ariza cubrié’ a Diaz la eantidad de $ 4,000.00, valor de la segunda euota del precio; y Que, -el 3 de septiembre del mismo afio, en que debia solemnizarse la compraventa prome- tida, Diaz y Ariza se presentaron en las Nota- rias 1? y 28 de Vélez con el fin de proceder al otorgamiento de la respeetiva eseritura piblica, pero que el segundo ‘no recibié la referida es- critura por aparecer en el eertificado de liber- tad de Ja finca materia de la venta, la constan- cia de una demanda inserita sobre el inmueble en referencia’” (fl. 3. ¢. 1°). Del certifieado sobre propiedad y situacién de libertad de la finea, expedido por el Regis- trador de Instrumentos Pablicos y Privados del Cireuito de Vélez, eon fecha 4 de agosto de 1956, presentado por el demandado Diaz y que forma el folio 2 del cuaderno de pruebas del mismo en primer grado, aparece que éste la compré a Elias Betancourt por eseritura niimero 4069 de 26 de junio de 1953, de la Notaria 2% de Bogota; que Betancourt la adquirié por com- pra a José Demetrio Valbuena mediante la es- critura niimero 738 de 6 de febrero de 1952, de la misma Notaria; y que Valbuena la hubo por adjudicacién que se le hizo en el juicio de triple sueesién de Hernén y Enearnacién Cortés y Maria Elisa de Cortés, registrada el 16 de oc- tubre de 1948; y termina tal certifieacién, di- ciendo: “Tercero. Que uo se encontré constancia de que la posesién inserita a favor del citado Roque Julio Diaz, en contacto con la casa y solar ubi- eados y alinderados como se dijo en el punto primero de esta certificacién, haya sido cance- lada por ninguno de los tres medios indieados en el articnlo 789 del Cédigo Civil, Que tam 66 | GACETA JUDICIAL Nos. 2246, 2247, 2248 y 2249 poco se encontré constancia de que el citado Ro- que Julio Diaz, ni los antecesores en el dominio del inmueble, lo tengan gravado con hipotecas, censos, anticresis, condiciones resolutorias del dominio, ni limitaciones del mismo, ni que ten- va embargo judicial pendiente, examen que se remonté a un periodo de mas de treinta anos, pero respecto de DEMANDAS esta vigente la inseripeién que se hizo el 27 de junio ultimo en el Libro respectivo, por orden del Juzgado 2? Civil del Circuito de Vélez, en la demanda pro- puesta en dicho Juzgado por los sefiores Luis Eduardo y Hernan Cortés contra Roque Julio Diaz y otros. Que fuera de esta demanda no se eycontrd ninguna otra que afecta el inmueble en referencia’’. 7 , El atestado del Registrador acerea de la ins- cripcién de tal demanda, se encuentra confir- mado por la. certificacién especial expedida por el mismo funcionario, que obra~a los folios 5 vuelto y 6 del cuaderno de pruebas del actor en la primera instancia. oo II EL LITIGIO Con estos antecedentes, en que se estructura la causa petendi de la accién que se vera al pun- to, y alegando que ‘‘el senor Roque Julio Diaz incumpli6 el contrato e incurrid en mora y, por tanto, quedd bajo la sancién acordada en la clausula sexta, ya transcrita’’ (hecho g.), Eu- clides Ariza llam6lo a juicio ordinario, para que por sentencia definitiva se decida: 1° Que el eos demandado ‘“‘incumplié el contrato de promesa . de venta’’ en referencia; 29 que queda resuelto, por tal causa, el mismo contrato; 89 que, como efecto de tal resoluciédn, Diaz esta obligado a restituir a Ariza ‘‘la suma de nueve mil pesos ($ 9.000.00) con los intereses legales correspon- dientes a partir de la fecha en que fueron reci- bidas las cantidades’’; 4° que, en consecuen- cia del incumplimiento de Diaz, éste est obliga- do a pagar al actor la cantidad de $ 5.000.00, como valor de la pena estipulada en la clausula sexta de la promesa; y 5° que, si el demandado se opone, sea condenado en las costas del juicio. Sin contestacién del libelo, surtiose la prime- ra instancila, en cuya etapa discusoria el deman- dado alegé la excepcién de fuerza mayor, fun- dandola en el hecho de la inscripcién de la de- manda a que se refieren los certificados del Re- gistrador de Instrumentos Piiblicos, ya mencio- nados, El Juez del Circuito desaté la litis mediante pronunciamiento en que se decide: ‘“1? Declarar resuelto el contrato de promesa de venta contenido en el documento de tres (3) de marzo de mil novecientos cincuenta y seis (1956) celebrado entre los senores Roque Julio Diaz Calderén y Euclides Ariza. ‘2° Declarar legalmente probada la ‘EXCEP- CION PERENTORIA’ de ‘FUERZA MAYOR’ o ‘CASO FORTUITO’ propuesta por el apo- derado de la parte demandada en el alegato de conclusion y alegada en tiempo oportuno. ‘*3° Como consecuencia de esto, absolver al demandado Roque Julio Diaz Calderén de las eticlones primera, cuarta y quinta formuladas en el libelo de la demanda. ‘*49 Condenar al demandado Roque Julio Diaz Calderén, a la devolucién en favor del de- mandante Euclides Ariza, de la suma de nueve mil pesos ($ 9.000.000) moneda legal, que tiene recibidos a buena cuenta del contrato de men- clén, a excepclén de los intereses que dicha su- ma de dinero hubiera podido devengar. ‘*5° Condenar al demandante Euclides Ariza a devolver la posesidn material del inmueble prometido en venta, a favor de su propietario senor Roque Julio Diaz Calderon. ‘“69 No hay condenacién en costas’’. Por alzada del actor, abriose el segundo grado del juicio, a que recay6 la sentencia del Tribu- © nal Superior de fecha 15 de septiembre de 1959, por la cual se CONFIRMA la del inferior y se condena en las costas de la segunda instancia al demandante. | | Interpuesto por éste el recurso de casacién, procede la Corte a su despacho. iT LA SENTENCIA IMPUGNADA Kl] Tribunal, luego de discurrir acerca de las nociones de fuerza mayor y caso fortuito y so- bre los varios aspectos del asunto sub judice, procede al siguiente razonamiento, en el que clertamente descansa su decisi6n: ‘‘La solucién del problema a que se contrae en el Tribunal el presente juicio dependera de la respuesta que se dé a este interrogante: ‘*; El hecho de haberse registrado una deman- da en la que figura como demandado Roque Julio Diaz, también demandado en el presente Juicio como promitente vendedor, constituyé un Nos. 2246, 2247, 2248 y 2249 caso fortuito o fuerza mayor que ha imposibili- tado a Diaz para cumplir la obligacién de ha- eerle a Euclides Ariza la tradicién legal valida de la easa que le prometié vender, siendo asi que la inseripeién de aquella demanda en el Re- gistro.comprende el inmueble prometido en venta’... “Para el Tribunal el cumplimiento (sic) de a obligacién del demandado en este juicio obe- exelusivamente a la inseripeién de la alu- dida demanda en el Registro, hecho que Roque Julio Diaz no pudo prever y que lo imposibi- lité para hacer en favor del demandante la tradicién valida en la forma y tiempo como se convino entre los contratantes. Bl registro de la demanda, proveniente de una orden ju- dicial, tiene pues los caracteres de ser impre- visible e irresistible para Roque Julio Diaz: lo primero porque se trataba de un hecho de ca- réeter excepeional que Diaz’ no estaba obligado a prever humana y normaimente, ya que se su- pone que habia adquirido el inmueble del le- gitimo dueio, libre de pleitos, gravamenes y de buena fe, y con esa ereeneia firme lo prometié en venta; ¥ lo segundo, porque habiendo sobre- yenido con posterioridad a la promesa de con- trato, sin su culpa, el aludido registro de la demanda sobre el inmueble, quedé imposibilita- do en forma completa para eumpiir su obliga- cién de transferir un bien ‘saneado’, como ne- ecesariamente tuvo que ser su compromiso con el demandante. Ocurrié aqui un verdadero caso fortyito o fuerza mayor en el sentido legal, que viene siendo la causa exclusiva y ‘nica ‘para que Roque Julio Diaz no haya verifieado la tradicién juridica valida del bien que prometié en venta al actor, y en la ocurrencia de ese hecho no puede imputérsele a aquél, porque no hay prueba al respecto, culpabiidad, negligen- cia o imprudencia alguna. “Relacionando ahora la anterior conclusién con el inciso segundo del artieulo 1616 del 06- digo Civil, segin el cual ‘la mora producida por fuerza mayor 0 caso fortuito, no da lugar a indemnizacién de perjuicios’, se deduce tam- ign que Roque Julio Diaz no debe en este caso reparacién ninguna a Euclides Ariza, asi sea ella la contenida en la cléusula penal y que por tal concepto estipularon anticipadamente las partes de este juicio en el precontrato de que da cuenta el documento acompafiado a la demanda”’. GACETA JUDICIAL 67 Iv LA ACUSACION Basindose en la causal primera del articulo 520 del Cédigo Judicial, formula el recurrente cuatro cargos ‘‘por infraccién indirecta”, asi de los articulos 89 de la Ley 153 de 1887, 1546, 1592, 1594, 1595, 1599, 1602, 1604 y 1608 del Cédigo Civil, que —diee— no aplied el Tribu- nal, como de los articulos 12 de la Ley 95 de 1890, 89 de la Ley 153 de 1887 y 1595 y 1616 del Gédigo Civil, que —estima— fueron aplica- dos indebidamente, Afiade que ‘“‘esta violacién indirecta se debe a la apreciacién errénea y a la falta de apre- ciacién”’ de ciertas pruebas, “por lo cual in- currié el Tribunal en errores de hecho que apa- recen de modo manifiesto en los autos”; y al efecto alega que el sentenciador “aprecié érra- damente”” el contrato de promesa de compra- venta, las constaneias notariales del mismo do- cumento, el certificado del registrador y las po- siciones del demandado, no déndoles a tales pruebas el valor que legalmente tienen. Procediendo a la singularizacién de las ta- chas, desenvuelve los argumentos de que res- pectivamente se toma lo sustancial, a saber: Primer cargo. El Tribunal aprecié errada- mente el contrato de promesa de compraventa. Luego de transeribir las cldusulas euarta, quinta y sexta del referido contrato y el con- cepto del juzgador de que ‘el promitente ven- dedor de iin bien raiz, para cumplir el contra- to, no puede limitarse a otorgar al -promitente comprador la escritura ptiblica correspondiente, sino que tiene también el deber de estar en condiciones de hacerle la tradicién juridica del inmueble, mediante el registro del instrumento en la oficina respectiva, ob.igacién que implica una transferencia valida y sobre un bien ‘sa neado’, segiin la expresién corriente, 0 sea, li bre de pleitos, de gravamenes, ete., si se tiene en cuenta los prineipios de buena fe que deben presidir todos los contratos...”, arguye el impugnante que “se fue el Tribunal por la pendiente del error, en el cual incurrié al es- timar que el promitente vendedor habia cum- plido su obiigacién”, siendo asi que la obliga- eién del demandado consistia en entregar el dia de la firma de la escritura, seis meses después de firmada la promesa, “el ‘certificado de liber- tad de la finca materia de esta promesa”? como reza el documento, o en hallarse ‘‘en condicio- 68. GACETA JUDICIAL tradicién jurfdica del inmueble mediante el re- gistro del instrumento en la oficina respecti- va”. “Porque este documento, que es privado pero reeonocido con las formalidades legales, tiene el mérito de plena prueba, al tenor de los articulos 1761 del Cédigo Civil y 637 del Cé- digo Judicial, preceptos que violé el Tribunal directamente ‘al no atender sus voces, e indi- rectamente los citados con anterioridad... Segundo cargo. El Tribunal aprecié errada- mente las constancias del mismo documento. de promesa de venta. Después de copiar la certificacién de fecha 3 de septiembre de 1956, expedida por los no- tarios 19 y 2° del Cireuito de Vélez y agrega- da al docimento promisorio, segin la cual, ha- bigndose hecho presente en aquellas oficinas el sefior Enclides Ariza, eon el fin de recibir del sefior Roque Julio Diaz Calderén la escritura de venta de una casa, segtin promesa suscrita en Vélez el 3 de marzo de 1956, ‘‘no recibié la referida escritura por aparecer en el certifieado de libertad de la finea materia de la venta la constaneia de una demanda inserita sobre el inmueble en referencia”, el reeurrente, refirién- dose al concepto del Tribunal de ser Ja ocu- encia del registro de tal demanda un hecho “‘imprevisible e irresistible para Roque Julio Diaz", alega asi: ‘Este es un error del Tri- bunal, porque esta constancia ofrece el mérito de plena prueba, segin el artfenlo 632 del Cé- digo Judicial y aeredita a plenitud que el de- mandado no cumplié su obligacién de hacer entrega del certifieado de libertad de la finea materia de esta promesa’, como dice el contra- to de promesa de venta tantas veces aludido (f. 2 del c. 19). El sefior Ariza se presenté a las Notarfas de Vélez, listo a pagar el resto del precio, pero no pudo aceptar la eseritura, por no incurrir en un hecho perfectamente ilicito, cual era el de comprar un inmueble que estaba fuera del comercio (articulo 1521, ords. 1° y 4, del c. ¢.). Con este error quebranté el Tri- bunal indirectamente los articulos eitados ante- riormente.. ."’. Tercer cargo. El Tribunal aprecié errada- mente el certificado det Registrador presentado por et demandado. Como punto mal estimado de tal documento, se sefiala el que versa sobre la vigencia de la inscripeién que con fecha 27 de junio de 1956 se hizo, de la demanda propuesta ante el Juz- gado 2° Civil del Cirenito de Vélez por los se- bor buis Boduardo y Hernin Cortés contra Nos. 2246, 2247, 2248 y 2249 Roque Julio Diaz y otros, certificacién confir- mada con la que present6 el demandante Ariza. Y trayendo a cuento el pasaje de la senten- cia en donde se dice que ‘Para el Tribunal, el incumplimiento de la obligacién del demandado en este juieio obedecié exclusivamente a la ins- cripeién’ de la aludida demanda en el registro, hecho que Roque Julio Diaz no pudo prever y que lo imposibilité para hacer en favor del emandante la tradicién valida en la forma y tiempo como se convino entre los eontratantes”’; y que ‘el registro de la demanda... tiene, pues, ios caracteres de ser imprevisible e irresisti- ble para Roque Julio Diaz”, quien ‘no estaba obligado a prever humana y normalmente”’ di- cho registro, discurre la censura asi: “Error de hecho, determinante de la senten- cia, pero error grave y que aparece de modo manifiesto en los autos, porque un certificado ofrece el_mérito de plena prueba, segin los artieulos 2673 a 2675 del Cédigo Civil y 632 del Cédigo Judicial’; y segin este certificado, “‘mis de dos meses antes —repito— del dia se- fialado para extender la eseritura de compra- venta de la casa o inmueble prometido en venta supo el promitente vendedor que no estaba li- bre... Como el certifieado tiene fecha de e: pedicién de 4 de agosto de 1956, hay que admi- tir que al menos en ese dia, anterior en un mes a la fecha en que debja presentar el certifieado de libertad, sabia el demandado que su finca no estaba libre y que no podia entregar el cer- tificado de libertad, ni hacer la legitima tradi- cién del inmueble por la inseripeién en el re- gistro de instrumentos pitblicos. Y, sin embar- go, nada hizo para remediar el inconveniente. jCémo admitir la fuerza mayor 0 el caso for- tuito en el promitente vendedor, ni cémo ad- mitir su buena fe, si mediando todo ese tiempo antes del cumplimiento de la promesa, nada hizo para cumplir lo convenido?”. Finalmente, después de referirse a algunos pasajes de Planiol y Ripert (Tratado Practico), acerea de que la fuerza mayor 0 caso fortnito supone que el incumplimiento no sea imputabl a culpa del deudor, quien debe hacer cuanto le sea posible para evitar el impedimento, insiste el acusador en que el reo de este juicio “no hizo lo neeesario, ni hizo nada, para cumplir st compromiso.... en momento alguio tomé medidas para remover el obstéeulo al cumpli miento de su deber contractual”. Cuarto cargo. El Tribunal aprecié errada- mente Las posiciones det demandado, pres no les dio el valor legal que tienen. Nos. 2246, 2247, 2248 y 2249 GACETA JUDICIAL 6 En este punto, comienza el recurrente por considerar que el demandado acepté, en las posiciones que rindié extrajudicialmente, haber celebrado el referido contrato de promesa de venta, reeibido $ 9,000.00 a buena cuenta del valor de ia casa y ‘no haber otorgado la escri- tura, porque el sefior Ariza ‘se negé a acep- tarla’ o ‘se negé a recibir’ por razones que des- conozco y que, en todo caso, no me son. imputa- bles"; que el mismo demandado, en las posicio- nes que rindié dentro del juicio, ego de con- fesar haber celebrado la stsodicha promesa de venta, declard, en relacién con el certificado del registrador, que ‘de certificado no hablamos nada, yo tenfa mis papeles”” y que no es cierto que no hubiera podido entregarle el! certificado de la casa materia de la promesa pues “ ‘el dia del otorgamiento de la eseritura yo tenta listos todos mis papeles y el sefior Ariza no quiso re- cibirla’”; y que, respecto de la pregunta de si por estar la casa fuera del comereio no habia podido otorgar la eseritura, contesté: ‘‘No es cierto, yo estuve listo a hacerle la escritura como ‘consta del certifieado de los Notarios de Vélez; el sefior Ariza fue quien no‘ estuvo listo y no quiso aceptar la escritura ni puso de pre- sente el dinero que debfa entregar ese dia”, Hace Iuego un comentario para sugerir que el deponente ‘‘Ilegé hasta los linderos del deli- to afirmando falsamente en acto oficial hechos respecto de los cuales la declaracién ha servi- do de prueba”, es a saber: ‘que no habfan ha- blado, al hacer la promesa de venta, de la en- trega del certificado del registrador’”; que ‘el sefior Diaz Calderén tenia el dia que debia firmarse la eseritura listos ‘sus papeles’””; ¥ que “‘fue el sefior Ariza quien no quiso recibir la eseritura”’. Y después de rememorar la doc- trina de los artfculos 604 y 606 del Cédigo Ju- dicial sobre la prueba de confesi6n, preguntén- dose si ‘*;Incurrié el confesante al afirmar co- sas mentirosas en su confesién en error ineul- pable o explicable, como expresa el citado ar- ticulo 606 del Cédigo Judicial?”, remata este cargo asi: ““Y, sin embargo, el Tribunal, después de de cir que segin el articulo 1521 del Cédigo Civi ordinal 4°, un contrato queda afectado de il tud cuando se leva a cabo sobre un bien que est fuera del comercio, nada dice de las po- siciones del demandado, ni le sirve de prueba de su mala fe y del incumplimiento eulposo del contrato”’. Complementa el libelo de casacién, con algunos razonamientos adicionales acerca de los precep- tos de ley sustancial que cité al principio como indirectamente quebrantados, ya por no haber- los aplicado el sentenciador al caso del pleito, ya por haberlos aplicado indebidamente, dete- niéndose en la afirmacién de ser inadmisible que el Tribunal ‘no hubiera considerado como suceso probable el registro de una demanda de miembros de la familia del deudor; y que ha- biendo sucedido el hecho con bastante anticipa- cién, nada hubiera dicho al acreedor sobre la imposibilidad de cumplimiento de su obliga- cién”’, v CONSIDERACIONES DE LA CORTE 1. Ante el recurso asi propuesto, conviene una vez més insistir, aunque sea someramente, acerea de algunas de las nociones primordiales en punto a acusaeién por violacién indirecta de la ley sustantiva, esfera en que se exige al im- pugnante alegar y demostrar el preciso error de estimacién probatoria a través del cual haya el sentenciador legado al quebranto que del de- recho sustancial se le imputa. Si de error evidente de hecho se tratare, no hay que olvidar que éste consiste, ya en que el sentenciador ignore una prteba existente en el juicio, ya en que suponga una que no existe, Ge donde resulte: si lo primero, el desconoci- miento de un hecho formalmente establecido ; _si lo segundo, la admisién de un heeho sin fun- damento alguno. Y el error sera de derecho, cuando, sobre la base de haber sido considerada fielmente una prueba en su objetividad o presencia procesal, el juzgador le desconoce el valor demostrativo que tiene segiin la ley o bien Ie asigna el que ésta le niega. De lo que se deduce no ser dable, en prin- cipio, la acusacién por error de hecho y de de- recho simultdneos en la apreéiacién de una mis- ma entidad probatoria, pues se descarta el de derecho si ocurre el de hecho, que por sf solo arruina el tratamiento de la prueba, impidiendo que lo objetivamente erréneo sea ponderado en Ja balanza de los méritos legales. 2. En el presente recurso, bien se ve que los cargos planteados por el impugnante contra la apreciacién de las pruebas a que él alude, se estrueturan por error de hecho implicatorio de desestimacién del valor demostrativo que a ta- les medios asigna la ley, haciendo depender asi el error de derecho, del de hecho que se supone 70 GACETA JUDICIAL Nos. 2246; 2247, 2248 y 2249 cometido. Pero, por lo que acaba de decirse, ello no es viable, 3. Sin embargo, usando de amplitud, entra la Sala a verifiear si existen, si o mo, y en qué especie, los errores que el censor alega. Tarea de que resulta lo siguiente: Que en ningiin momento desconocié el juz- gador la existencia en el proceso, del contrato de promesa de compraventa celebrado entre el actor y el reo, ni de la certificacién agregada al mismo, expedida por los dos notarios del Cireuito de Vélez, mi del certificado del_re- gistrador del propio Cireuito, ni de las posicio- nes absueltas por el demandado, aunque de es- tas tiltimas no hiciera mencién especial, pues lo de ellas resultante como desfavorable al absol- vente, probado estaba con los medios anterior- mente citados; y Que en ningiin momento ia sentencia les hizo decir a esas pruebas lo que ellas no rezan, pues acepta que el demandado se obligé a vender al demandante la finca en los términos que declara el documento de promesa de fecha 3 de marzo de 1956, en donde se manifiesta estar ella a la sazén ‘libre de todo gravamen limitativo de los derechos que se promete vender’ ””; que el primero recibié dei segundo $ 9.000.00 a cuen- ta del precio; y que uno y otro estuvieron en las notarias de Vélez, el 3 de septiembre de 1956, a dar cumplimiento al compromiso, pero que el actor Euclides Ariza no recibié la es- critura respectiva por aparecer en el certificado de libertad de la finea, materia de la venta, la constancia de la demanda inserita el 27 de ju- nio de 1956, 0 sea que Roque Julio Diaz no pu- do cumplir lo prometido por él. No se encuentran, pues, los errores de hecho alegados. Tampoco los de derecho, porque el sentenciador no rehus6 a esas pruebas el valor que les atribuye la ley. Antes bien, se fund6 en la trabazén de todas ellas para’ confirmer el pronunciamiento del juez @ quo, que, dando por estableeidos los hechos eardinales de la ae- cién, halla también demostrado el hecho exeep- tivo de fuerza mayor o caso fortuito, a virtud del cual se desliga de su compromiso’a las par- tes, ordendndose las mutuas restituciones de lo que se dieron en raz6n del mismo, pero sin ha- cer pesar sobre el demandado que no pudo cum- plir, las consecuencias de culpa alguna, 4, La sentencia recurrida, en cuanto absuel- ve a Diaz de sancién por el ineumplimiento, des- cansa en la consideracién ‘mica de que ello se debié exclusivamente a la incidencia del regis- tro de una demanda, judicialmente ordenado, hecho gue, en coneepto del Tribunal, “Diaz no estaba obligado a prever humana y normalmen- te’” y que, sobrevenido con posterioridad a la celebracin de la promesa, lo dejé ‘imposibili- tado en forma completa para cumplir su obli gacién de transferir un bien ‘saneado’”, sin que haya prueba de que esa ocurrencia pudiera imputarse a ‘‘culpabilidad, negligencia o im- prudencia alguna” de su parte. 5. A términos del articulo 19 de la Ley 95 de 1890, la fuerza mayor o caso fortuito se confi- gura por la conjuneién de dos factores elemen- tales, a saber: que el hecho que lo materializa sea imprevisible, esto es que, dentro de los cdleu- los ordinarios 0 circunstaneias normales de la vida, no haya sido posible al agente o deudor contemplar por anticipado su ocurreneia; y que sea irresistible 0 sea que no haya éste podido sobreponerse al mismo, para evitar sus conse- cueneias 0 dar cumplimiento a la’ obligacién; de todo lo cual resulta que el acontecimiento no ha de ser imputable a culpa del deudor o agente, pues, como lo ensefian autorizados tra- tadistas, “existe fuerza mayor o caso fortuito cuando el incumplimiento no es imputable a una culpa del geudor. Y la culpa del deudor consiste, sea en que el obstéculo es previsible no ha adoptado alguna medida para evitarlo, sea que, al tiempo en que se presenta el obs- téculo, ‘sin que haya debido preverse, no se haga todo lo necesario para evadirlo” (Planiol y Ripert con Esmein, VI, 882, pag. 587, tra- Quecién de Diaz Cruz). Es asf obvio el articulo 1604 del Cédigo Civil euando dispone que “el deudor no es responsable del caso fortuito, a menos que se haya constituido en mora (siendo el caso fortuito de aquellos que no hubieran da- fiado a la cosa debida, si hubiese sido entregada al aereedor), o que el caso fortuito haya sobre- yenido por su culpa”. Viene aqui a propésito el concepto del civi lista Claro Solar (Explicaciones de Derecho Ci- vil Chileno y Comparado, XI, 1080, pags. 538 y 539), quien luego de decir’ que ‘El funda- mento de la exencién de responsabilidad del deu- dor procedente del caso fortuito esté en que ‘a lo imposible nadie esti obligado’,” agrega que “el articulo 681 (751 del Cédigo Civil colom- biano), apliea este principio al expresar que ‘se puede pedir la tradicién de todo aquello que se deba, desde que no haya plazo pendiente para su pago; salvo que intervenga decreto judicial en contrario’, es decir una orden de embargo 0 de retencién’ de la autoridad competente, un hecho del principe que constituye wna fuerza mayor que el dendor no puede evitar...””. Lo Nos. 2246, 2247, 2248 y 2249 que para tener efecto exonerativo, supone, des- de nego, que tal acto de autoridad o hecho del principe’ no haya sido determinado por culpa del deudor, ni podido éste preverlo dentro de Yo normal u ordinario. 6. En la especie de la litis, el hecho que pu- so la finea fuera del comercio, consistente en el registro de la demanda interpuesta por teree- ros, por razén de un acto en que no aparece ha- ber intervenido el demandado Diaz Calderén, registro efectuado por orden judicial con poste- rioridad a la celebracién de la promesa y antes del dia en que ésta debia ser satisfecha y que colocé al mismo demandado en la imposibilidad de cumplir, presenta para el Tribunal los carac- teres de imprevisto e irresistible y no imputable al deudor, configurativos de la fuerza mayor o caso fortuito. 7. Correspondiendo al sentenciador de instan- cia, en uso de la facultad discrecional que le compete respecto de la apreciacién de las eues- tiones de hecho, reconocer y verificar los ele- mentos objetivamente constitutivos de la fuerza mayor 0 caso fortuito, mediante la debida pon- deracién de los elementos probatorios de la cau- sa, no puede la Corte rectificar esa apreciacién, mientras no resulte convicta de error de hecho evidente; y como en el caso, no se ha demos- trado semejante especie de error, el juicio del ‘Tribunal ha de quedar en pie. 8. Los reparos del impugnante en relacién con las falsedades que dice encontrar en la ab- solucién rendida por el demandado de unas posiciones dentro del juicio, no constituyen car- go alguno contra la sentencia aeusada, pues é- ta en ningin momento se fund6 en las respues- tas que la censura tilda de falsas. Por lo de- més, esas afirmaciones del absolvente sobre no haberse hablado entre los contratantes de certi- fieado, tener él sus papeles listos, haber estado GACETA JUDICIAL 7 Aispuesto a otorgar la escritura y haber sido el actor quien no estuvo listo y no quiso aceptarla, por el cardeter equivoco que las mismas tienen y puestas en relacién con otros pasos de la misma absolucién de posiciones, tales como el del punto primero en que el deponente acepta haber celebrado el contrato de promesa de ven- ta y el del punto cuarto en que acepta que ‘“‘al tiempo de hacer la escritura aparecié que sobre dicha casa habia registrada una demanda”, en nada podrian por si mismas perjudicar al de- mandante, ni aleanzarfan a constituir el delito que supone el recurrente y que no pudo ver el juzgador. No prosperan, pues, los cargos. RESOLUCION A mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia, en Sala de Casacién Civil, admi- nistrando justicia en nombre de la Repiiblica de Colombia y por autoridad de la ley, NO CASA la sentencia de fecha quince (13) de septiembre de mil novecientos cineuenta y nue- ve (1959), proferida en el presente litigio por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de San Gil. Sin costas en el reeurso. Publiquese, cépiese, notifiquese, insértese en la Gaceta Judicial y vuelva el proceso al tribu- nal de origen Enrique Coral Velasco, Gustavo Fajardo Pin. 26n, Ignacio Gémez Posse, José Herndndez Ar- beldez, Enrique Lépez de la Pava, Arturo C. Posada. Ricardo Ramirez L., Secretario.

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