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CAPITULO 36 Fundamento molecular de la morfogénesis ‘Vamos a considerar ahora la tercera cuestién fundamental implicada en el descubrimiento del DNA como material gené- tico, La informacién genética del DNA, que se encuentra codificada en forma unidimensional constituida por una se- cuencia lineal de nucledtidos, jcémo puede ser traducida a las formas tridimensionales caracteristicas de estructuras supra- moleculares tales como los complejos enzimaticos, los virus, los ribosomas y las membranas, asi como a las bioestructuras de orden superior, como son los tejidos, los érganos y los organismos? Se aplica el nombre de morfogénesis a un grupo de proce- sos por medio de los cuales los organismos vivos crecen y se desarrollan en el espacio y en el tiempo, obedeciendo a una programacién genética. Una importante clave de la base mole- cular de la morfogénesis es intrinseca a las propiedades de las cadenas polipeptidicas, las cuales, segin hemos visto, poseen la capacidad de convertir la informacién unidimensio- nal inherente a su secuencia aminoacida en informacién tridi- mensional debida a su plegamiento espontaneo para producir caracteristicas conformaciones globulares biolégicamente acti- vas. La conformacién tridimensional de una cadena ‘polipepti- dica nativa no esta impuesta por fuerzas externas: es el re- sultado, inevitable y automatico, de la tendencia de las moléculas de agua que la rodean a alcanzar el estado de maxima entropia, y de la tendencia de la cadena polipeptidica a lograr su estado de minima energia libre (pag. 146). En este capitulo vamos a ver cémo estructuras mucho mas ricas en informacién pueden agregarse esponténeamente a partir de sus componentes. Tales procesos de autoensamblaje no violan los principios de la termodindmica: al contrario, son resultado de los mismos procesos que gobiernan el plega- miento de las cadenas polipeptidicas, de la tendencia de las moléculas de agua del entorno a alcanzar el estado de maxima entropia, y de la tendencia de Jas partes componentes a ad- quirir su estado de minima energia libre. La precisi6n del «encaje» de los distintos componentes entre si, viene propor- cionada por sus complementaridades estructurales. El estudio de la base molecular de la morfogénesis ha legado a ser una de las zonas fronterizas de la investigacion bioquimica. En este capitulo revisaremos algunos de los prin- 1023 PARTE 4 REPLICACION, TRANSCRIPCIGN Y¥ TRADUCCION, cipios moleculares implicados en los sistemas autoasociables, y después examinaremos algunos grandes sistemas supramo- leculares de autoagregaci6n a partir de componentes puri- ficados. Estructura en subunidades de sistemas macromoleculares y supramoleculares Casi todas las grandes bioestructuras macromoleculares de tamafios comprendidos entre las proteinas y los organulos contienen un nimero de subunidades, las cuales, solas o junto con otros componentes moleculares, estén asociadas mediante fuerzas no covalentes. La hemoglobina contiene cuatro cade- nas polipeptidicas fuertemente unidas, pero no covalentemente (pag. 148). El enzima regulador aspartato-transcarbamila- sa (pag. 245) contiene doce subunidades polipeptidicas de dos clases, seis de cada una de ellas (pag. 246). Algunas proteinas forman polimeros; la acetil-CoA-carboxilasa se polimeriza en la célula, formando unas estructuras filamen- tosas muy largas (pag. 674). Los virus sencillos, tal como el del mosaico del tabaco, estan constituidos a partir de una molécula de un acido nucleico y de muchas subunidades pro- teicas idénticas de la vaina o cApsida. Los virus mas complejos pueden contener distintas clases de subunidades proteicas. Los ribosomas bacterianos contienen 50 0 mas subunidades pro- teicas y 3 RNAs (pag. 328). En todos estos casos, las sub- unidades de tales sistemas supramoleculares se mantienen unidas por interacciones muy especificas, pero no covalentes. Ademas, en dichos sistemas, muchas veces se observa una jerarquia de organizacién estructural. Por ejemplo, aunque la aspartato-transcarbamilasa posee 12 cadenas polipeptidicas, éstas estén asociadas de tal modo que el enzima tiene dos subunidades cataliticas, cada una de las cuales, posee 3 cade- nas polipeptidicas idénticas y tres subunidades reguladoras, cada una con 2 cadenas polipeptidicas idénticas, si bien dife- rentes de las que componen las subunidades cataliticas (pa~ gina 245). Asi, es corriente comprobar que las estructuras supramoleculares contienen subagregados. Ventajas de las subunidades iPor qué las estructuras supramoleculares estén integradas por muchas pequefias subunidades, asociadas de modo no covalente, en vez de estar constituidas por una gran super- molécula «unificada>, mantenida completamente unida por en- laces covalentes? Tal vez hayan tres grandes ventajas biolé- gicas en favor de las estructuras en subunidades. Una de ellas estriba en que el empleo de un ntmero de subunidades polipeptidicas idénticas puede reducir al minimo los errores que pueden tener lugar al azar, en las biosintesis de las molé- culas proteicas. Permitasenos considerar dos métodos alterna~ tivos de construccién de una gran estructura proteica de 100 000 restos aminodcidos. Seguin el primer esquema, la es- tructura se construye covalentemente, resto a resto, para formar una sola cadena polipeptidica. Por el segundo método se cons- truyen separadamente 1000 cadenas polipeptidicas de 100 res- tos aminoacidos cada una, y después se asocian no covalen- temente formando una proteina oligémera. Admitamos que 1024 Capitulo 36 Fundamento molecular de la morfogénesis en la biosintesis de cadenas polipeptidicas se producen erro- res fortuitos, de suerte que un aminodcido equivocado se inserta una de cada 100 000 veces, Supongamos, ademas, que cada equivocacién conduce a un producto inutilizable o biolé- gicamente inactivo. Por el esquema de construccién primero, cada molécula completa contendra como promedio un resto aminoacido incorrecto; de esta manera, la mayoria de molé- culas producidas serian inactivas. Por el segundo método, sélo se producirian errores de sintesis en una de cada 1000 sub- unidades, por término medio. La construccién a base de subunidades ofrece una segunda ventaja principal. Si las subunidades «malas» pudieran, de algiin modo, ser desechadas, los errores sintéticos se reduci- tian a un minimo. Como analogia, consideremos las lineas de ensamblaje que intervienen en la construccién de un re- ceptor de television. En cada etapa de montaje se rechazan los componentes defectuosos, y por lo menos en principio, no se utilizan para las conexiones del producto acabado. Si- milarmente, en el autoensamblaje de las moléculas de proteina oligomérica, lo probable es que sélo las subunidades «buenas», que encajen con sus vecinas, sean las que se incorporen para producir el producto final; las subunidades defectuosas, que no encajaran bien, serian rechazadas. Por ejemplo, hay ciertos mutantes del virus del mosaico del tabaco en los que cada cadena de subunidad contiene un resto aminodcido sustituido. En algunos de estos mutantes, las cadenas polipeptidicas re- sultantes no se ensamblan para formar una cépsida estable y no rinden una particula viral completa; por otra parte, cuando se mezclan con subunidades «buenas», las subunidades mu- tantes son rechazadas y no aparecen en el producto final acabado. Hay una tercera ventaja. La estructura en subunidades de los grandes sistemas de proteinas oligoméricas proporciona una gran economia de DNA, En nuestros ejemplos ante- riores, una sola cadena polipeptidica requeriria para su codifi- cacién un segmento de DNA con unos 300 000 pares de bases (pag. 969). Por otra parte, si la estructura estuviera integrada por 1000 polipéptidos iguales de 100 restos cada uno, basta- ria un segmento de DNA que contuviera 300 pares de bases. Asi, cuando un patron de DNA puede ser repetidamente utilizado para la codificacion de subunidades idénticas, se consigue una considerable economia de material genético. Existe otro principio importante. Muchos de los sistemas supramoleculares tienen que participar en reacciones extre- madamente répidas, tales como la contraccién muscular, el movimiento flagelar, la lectura del mRNA durante la sintesis proteica, la conduccién de impulsos nerviosos, y el desenrolla- miento del DNA, fenémenos todos que requieren cambios rapidos de conformacién, o interacciones de «hacer y des- hacer». Casi todos estos rapidos procesos tienen efecto por disociacién y reasociacién de subunidades componentes, 0 por cambios de conformacién no covalentes de las subunidades. Las interacciones hidrofobicas y la formacién y rotura de enlaces de hidrégeno son intrinsecamente mucho mas rapidas (pag. 44) que los cambios covalentes catalizados por enzimas, y, energéticamente, mucho mas baratas. 1025 PARTE 4 REPLICACION, TRANSCRIPCION Y TRADUCCION Fuerzas propulsoras de la autoasociacién de subunidades Hemos visto anteriormente que en la formacion y estabiliza~ cién de la estructura nativa de las proteinas monoméricas y oligoméricas participan dos clases de asociaciones no cova- lentes: 1) interacciones hidrofébicas (pags. 45 y 141), y 2) en- laces de hidrégeno e interacciones iénicas (pags. 42 y 142). Podemos afiadir un tercer tipo de interacciones en el caso especial de los acidos nucleicos diplex, concretamente las in- teracciones electronicas entre las bases apiladas (pag. 886). Tales acciones reciprocas no covalentes participan también en la formacién y estabilizacién de grandes estructuras pluri- subunitarias, tales como complejos enzimaticos, ribosomas, virus y membranas. Las leyes primera y segunda de la termodinamica (pa- gina 400) se hallan combinadas en la expresién. AG = AH—T AS en la que AG es el cambio de energia libre, AH el cambio de entalpia, y AS el cambio de entropia o desorden en el sistema (pag. 400). Cuando los sistemas supramoleculares se asocian para formar un producto final estable, la energia libre del sistema de subunidades disminuye hasta el minimo. Esta disminucién de energia libre es el resultado de un descenso de entalpia, esto es, un valor negativo de AH, o un aumento de entropia, es decir, un valor positivo de AS, 0 ambos. En la mayoria de los sistemas supramoleculares, la fuerza propul- sora principal de la autoasociacién consta de fuerzas hidro- fébicas que son impulsadas por la tendencia de las moléculas de agua que lo rodean a adquirir su propio estado de maxima entropia, La autoasociacién de la mayoria de los sistemas supramoleculares es, por tanto, propulsada por la entropia, y procede con un gran incremento de AS del entorno acuoso. Sélo existe un tipo general de proceso de asociacién impul- sado, en gran parte, por una disminucién de AH, y es la formacién de acidos nucleicos duplex o duplohelicoidales a partir de estructuras monofilares (pag. 886). Si bien las interacciones hidrofobicas son las que propor- cionan la mayor parte de la fuerza propulsora y la estabilidad de los sistemas oligoméricos, son relativamente no especificas, esto es, no direccionales, y por lo tanto, no contribuyen mucho a asegurar el encaje exacto de las subunidades. Por otra parte, los enlaces de hidrégeno y las interacciones iénicas, aunque energéticamente menos importantes para la estabiliza- cién de las estructuras supramoleculares, son muy especificas y direccionales; confieren a la vez la especificidad geométri- ca y el encaje correcto. Fuente de informacién de la autoasociacién de los sistemas supramoleculares Muchos sistemas supramoleculares autoasocian a sus subuni- dades sin ninguna instruccién externa. En tales casos, toda Ja informaci6n requerida debe estar implicita en las estructuras de sus subunidades, La informacién para la autoasociacién debe venir proporcionada por las subunidades proteicas so- lamente, como es claramente en el caso del ensamblaje de proteinas oligoméricas tales como el enzima regulador aspar- 1026 Capitulo 36 Fundamento molecular de la morfogénesis tato-transcarbamilasa, que no posee m&s componentes que cadenas polipeptidicas. En los ribosomas, tanto las subunida- des proteicas como el RNA ribosémico aportan informacién especificadora del proceso de asociacién; esto es también cierto en el caso del virus del mosaico del tabaco. Por otra parte, en la autoasociacién de las membranas contribuyen con infor- macién las moléculas de fosfolipidos, dado que estos iiltimos tienen inherente la propiedad de asociarse en sistemas bicapa, en ausencia completa de cualquier otro componente (pag. 307), No obstante, en el ensamblado de la mayoria de los siste- mas supramoleculares, las subunidades proteicas son las prin- cipales portadoras de la informacién requerida. Por ejemplo, las proteinas oligoméricas hemoglobina y aldolasa, que no tienen enlaces covalentes entre sus respectivas subunidades, retienen sus identidades moleculares cuando se mezclan en disolucién; no exhiben la menor tendencia a intercambiar sub- unidades entre si. La hemoglobina de un adulto normal con- tiene dos cadenas « y dos f: su estructura se simboliza asi mf. En circunstancias anormales, las moléculas de hemo- globina se reasocian formando los oligémeros a, i, af, 0 af: la hemoglobina esté siempre presente como especie axf2. Por tanto, las subunidades a y 8 de la hemoglobina contienen informacién completamente especifica que permite tan solo un determinado tipo de producto de asociacién. Por otra parte, el encaje de las subunidades de las moléculas de hemo- globina entre si es tan especifico que cuando se mezclan he- moglobinas nativas procedentes de dos especies de mamiferos distintos a un pH y fuerza iénica normales, apenas si inter- cambian subunidades para la formacién de hibridos, a pesar de que las hemoglobinas de distintas especies tienen una con- formacién casi idéntica y de que poseen muchas homologias en sus respectivas secuencias aminoacidas. Por lo tanto, se puede concluir afirmando que la secuencia aminodcida de las subunidades polipeptidicas de los sistemas supramoleculares es portadora de dos niveles de informacién. En uno de ellos, la secuencia especifica la conformaci6n tridi- mensional de cada cadena polipeptidica o sea su estructura ter- ciaria (pag. 144). A otro nivel, cada cadena polipeptidica debe contener en su conformacién terciaria uno o mas sitios de reconocimiento y de unién, por medio de los cuales las sub- unidades polipeptidicas adyacentes se unen segiin una relaci6n geométrica especifica para formar la caracteristica estructura cuaternaria del sistema. Las acciones reciprocas, no covalentes, entre los sitios de unién de dos subunidades adyacentes deben poseer un alto grado de especificidad y de precision en su encaje reciproco, por medio de enlaces de hidrégeno e interac- ciones iénicas, asi como un elevado grado de estabilidad con- ferida por las acciones hidrofébicas reciprocas. Los restos aminoacidos que contribuyen a estos sitios de unién no estan, necesariamente, confinados en un corto segmento de la cade- na polipeptidica, sino que pueden estar distribuidos por varios segmentos, dado el plegamiento de la cadena polipeptidica estructural de la subunidad. Secuencia de asociacién de subunidades Otra caracteristica de los procesos de autoasociacién consiste en que, a menudo, observan una secuencia especifica de en- 1027 PARTE 4 REPLICACION, TRANSCRIPCIGN Y TRADUCCION samblado de los componentes; se supone que ello también esta codificado en la estructura primaria de las cadenas poli- peptidicas subunitarias. Tales secuencias de acoplamiento es- pecificas, pueden constituir unos sistemas para reducir al mi- nimo el ntimero de colisiones y asociaciones de tanteo «erréneas» entre subunidades, camino del producto acabado, disminuyendo asi el tiempo requerido por el sistema para autoasociarse. Recordemos que las cadenas polipeptidicas se pliegan muy répidamente a sus caracteristicas conformaciones tridimensionales en mucho menos tiempo de lo que requeritia la cadena para someter a prueba a todas las conformaciones posibles antes de conseguir la forma correcta de minima ener- gia libre (pag. 147). Por la misma razon se puede suponer que las subunidades polipeptidicas encuentran sus posiciones finales en una estructura supramolecular, de acuerdo con un camino 0 secuencia de acontecimientos que répidamente con- ducen a la correcta estructura tridimensional final. ‘Ya veremos cémo las mas complejas estructuras supramo- leculares tales como los ribosomas y los mayores bacteriéfagos experimentan su autoasociacién de acuerdo con una secuencia precodificada, seguramente para asegurar el terminado del ensamblaje en un lapso de tiempo que esté de acuerdo con la cinética del proceso biolégico, del cual la asociacién es una parte. Asi, los ribosomas y los virus de las células de E. coli tienen que formarse dentro del periodo de divisién de estas células, que puede ser sdlo de 20 minutos. Cooperatividad de los sistemas de autoasociacién Como se ha visto, el principio de cooperatividad hace posible la formacién de estructuras macromoleculares muy estables, que se mantienen unidas sdlo por un gran nimero de enlaces © interacciones débiles (pag. 44). En los sistemas coopera- tivos, la formacién de un enlace débil entre dos estructuras fa- vorece la formacién de un segundo enlace, el cual, a su vez, aumenta la posibilidad de otro, y asi sucesivamente, de suerte que tanto la estabilidad como la velocidad de formacién de la estructura, resultan grandemente acrecentadas. La cooperatividad es, pues, una caracteristica importante de los sistemas autoasociables y se manifiesta a dos niveles. La unién de dos subunidades entre si es, generalmente, coo- perativa, porque pueden existir varios 0 muchos enlaces entre ambas. Pero la cooperatividad puede manifestarse también en la asociacién de mas altos érdenes estructurales, esto es, la asociacién de dos subunidades favorece la adicién de una ter- cera, la cual, a su vez, incrementa la incorporacién de la cuarta, y asi sucesivamente, El resultado neto consiste en que las subunidades de los sistemas macromoleculares, después de una etapa de iniciacién o de nucleacién relativamente lenta, suelen asociarse a ritmos crecientes para llegar a constituir estructuras cada vez de mayor estabilidad, Como una con- secuencia mas de la cooperatividad, las etapas intermedias de la autoasociacién no pueden, normalmente, observarse, y s6lo pueden verse cuando el sistema es perturbado experi- mentalmente con esa finalidad. Por tanto, el principio de la cooperatividad comunica la cualidad de «todo o nada» al proceso de autoasociacién, y no deja atrés a estructuras in- completas 0 a piezas sobrantes. 1028 Ficura 36-1 Representacién esquemitica de la estruc- tura de la aspartato-transcarbamilasa, y mapa que muestra las rutas seguidas para su formacién, a partir de seis cadenas c, y seis cadenas r (véase texto). Subunidades R ar 3c \ of Ficura 36-2 Microgeatia electronica del virus det mosaico del tabaco. Las varillas miden 300 nm de longitud y 18 nm de diémetro, Fioura 36-3 Concepcién primitiva de 1a asociacién del virus del mosaico del tabaco, que postulaba la adicion secuencial, una a una, de subunidades proteicas. (Copiado de H, Fraenkel-Coneat, Design and Function at the Threshold of Life, Academic Press, Inc. Nueva York, 1962) —_ Capitulo 36 Fundamento molecular de la morfogénesis Rutas de asociacién preferentes de las proteinas oligoméricas El enzima regulador aspartato-transcarbamilasa (ATC-asa) es uno de los enzimas reguladores que han sido estudiados més a fondo (pags. 245 y 746). Contienen seis cadenas cata- liticas, c, y otras seis reguladoras, r, que estan agrupadas en subunidades funcionales. Las subunidades cataliticas, desig- nadas por C, contienen tres cadenas c, mientras que las sub- unidades reguladoras, designadas por R, contienen dos cade- nas r, La molécula de la ATC-asa funcional completa, se designa como C,R; (fig. 36-1). Incluso este, relativamente pequefio, sistema oligomérico, tiene rutas de preferencia para la autoasociacién a partir de sus cadenas polipeptidicas, de suerte que la molécula com- pleta ensambla muy répidamente sus 12 cadenas polipep- tidicas componentes. Estas rutas han sido estudiadas me+ diante una combinacién de métodos quimico-fisicos y con el empleo de subunidades marcadas isotépicamente, en el labo- ratorio de H. K. Schachman, La figura 36-1 muestra un mapa de asociacién en el que se indican las rutas probables por las que se asocia la molécula C;R; completa. Primeramente se ensamblan las subunidades C y R, separadamente, a partir de las cadenas polipeptidicas ¢ y r, respectivamente; tinica- mente las subunidades C y R completas pueden entrar a formar el producto final. Las subunidades C no acttian entre si, asi es que estan excluidas las rutas de asociacién que im- pliquen subensamblajes Cx; de modo parecido, las subunida- des no se asocian la una con Ia otra solas. La primera etapa consiste en la formacién de CR. Por lo que se refiere a cual de las subsiguientes rutas se sigue (fig. 36-1), ello depende, en gran parte, de las concentraciones relativas de C y de Ren el sistema. Cuando hay un exceso de C, la siguiente etapa es la formacién de CR: pero cuando R se halla en exceso, la for- macién de CR, resulta favorecida. Las etapas restantes se muestran en la figura 36-1. La molécula de ATCasa completa se ensambla a partir de subunidades C y R en unos pocos segundos, es decir, en mu- cho menos tiempo que el requerido para sintetizar las cadenas polipeptidicas a partir de los aminodcidos constituyentes. Una vez se ha formado la molécula C;R; completa, sus subunidades no se intercambian con subunidades libres C y R isotépica- mente etiquetadas, al menos a una velocidad medible. Autoensamblaje del virus del mosaico del tabaco La primera gran estructura supramolecular de la que se obser~ v6 in vitro que resultaba autoagregada a partir de sus partes componentes, fue la del virus del mosaico del tabaco (TMV). En 1955, H. Fraenkel-Conrat y R. C. Williams comunicaron que el TMV podia separarse en sus componentes proteicos de la cubierta y RNA, y después, reconstituirse simplemente por mezclado, rindiendo particulas virales infecciosas biolégi- camente activas, La particula de TMV (pm 40 millones; longitud 300 nm) esta compuesta de unas 2200 cadenas poli- peptidicas idénticas, cada una de las cuales contiene 158 restos aminoacidos, y de una sola cadena de RNA (peso molecular 2,1 millones) que representa un 5 % del peso total, La particula del virus es una varilla (fig. 36-2), en la que las subunidades proteicas globulares se hallan dispuestas forman- 1029 PARTE 4 "REPLICACION, TRANSCRIPCION Y TRADUCCION, Figura 36-4 Gamas de pH y de fuerza isnica, en las que predominan distintas especies de proteinas polimeras de TMV, a 20°C. [Tomado de A, Klug, Fed. Proc. 31: 31 (1972)]. Discos apilados ost ' oat Zona de monohélice ' L i o7 ! g : “ q os Arandela Poe Zona de disco 7) Sst de seguridad + caeeeee. g a 5 - Soak 7 4 = ff Pequefios 03h coligémeros +} ede partida> o2 el oak S 2 5.0 6,0 9,0 do un cilindro alrededor de un nticleo central constituido por Ja cadena de RNA arrollada en hélice. La particula de TMV puede disociarse en sus cadenas polipeptidicas y RNA por exposicién a detergentes o a disoluciones débilmente alcalinas. Las cadenas polipeptidicas aisladas no son infecciosas. El RNA solo es infeccioso, aunque muy débilmente; tan solo una molécula entre las muchas aplicadas sobre una hoja de tabaco consigue penetrar en las células huésped. Fraenkel- Conrat y Williams descubrieron que mezclando subunidades proteicas solubilizadas con RNA viral puro, la mezcla se en- turbia distintivamente y adquiere una opalescencia que se pa- rece a una suspensién de particulas virales de TMV intactas. La aplicacién de dicha mezcla sobre la superficie de hojas de tabaco produjo las tipicas lesiones virales, mientras que no aparecia ninguna por Ja mera aplicacién de fraccién proteica, y muy pocas por la de RNA aisladamente. Se pudieron obte- ner grandes rendimientos, de hasta un 50 9%, de particulas virales reconstituidas dotadas de actividad. Partiendo de ob- servaciones efectuadas coh el microscopio electrénico, se ha postulado que el virus del mosaico del tabaco se autoagrega de acuerdo con la representacién esquematica de la figu- ra 36-3. Se pensé que las subunidades proteicas se ensam> blaban en serie formando un dispositivo helicoidal que. cons- tituye una especie de tubo hueco unido a la molécula de RNA enroscada en su interior. El proceso de asociacién cesa cuando Ja varilla alcanza la longitud de 300 nm, limitada aparente- mente por la propia longitud de la molécula de RNA. Se admite que toda la informacién requerida para ensamblar las subunidades proteicas y constituir el dispositivo helicoidal en forma de varilla esta presente en las subunidades proteicas, dado que estas subunidades, en ausencia de RNA, se agre- gan entre si esponténeamente formando tubos huecos, Estos tubos tienen una longitud indefinida y no son infecciosos. 1030 Ficura 36-5 Asociacién de subunidades polipeptidicas del TMV formando discos bicapa. [Tomado de A. Klug. Fed. Proc. 31: 35 (1972)]. Capitulo 36 Fundamento molecular de la motfogénesis Pero investigaciones mas recientes Ilevadas a cabo por A. Klug y sus colaboradores en Inglaterra, han revelado que la asociacién del TMV es mucho mas compleja y pasa por una serie de etapas intermedias. Mediante un detallado estu- dio quimico-fisico y de microscopia electrénica acerca de los efectos producidos por los cambios de pH y de fuerza iénica sobre la agregacién de las subunidades proteicas del TMV, Klug y sus colegas identificaron distintos tipos de productos de asociaci6n, que pudieron ordenar segén una secuencia es- pecifica del proceso de ensamblaje. La figura 36-4 muestra la estructura de las diferentes especies polimeras de la pro- teina del TMV (en ausencia de RNA) en funcién del pH y de la fuerza iénica (pag. 166). Se observaron dos tipos de Jargas estructuras tubulares, una de ellas helicoidal y la otra consistente en pilas de discos planos. La unidad basica de construccién de los tubos helicoidales era una estructura como de «arandela de seguridad», consistente en dos capas de sub- unidades en dispositivo helicoidal. La unidad de construccién de la otra estructura tubular es un disco bicapa plano; la estructura normal del TMV intacto es helicoidal. A pH neutro, préximo al del contenido de las células hués+ ped, las subunidades proteicas forman predominantemente los discos planos bicapa, segin un proceso en el cual un trimero de bicapas parece ser el iniciador necesario, segiin se muestra en la figura 36-5; cada uno de los discos planos bica~ pa contiene 34 subunidades proteicas. Para esta etapa no se requiere RNA viral. Este disco plano puede convertirse en Ja conformacién de arandela de seguridad haciendo descen- der el pH. Klug y sus colegas estudiaron después la interac- cién entre el RNA viral y las distintas formas polimeras de las subunidades proteicas, hallando que el RNA , p. 801 in The Neurosciences: A Study Program, Rockefeller University Press, ‘Nueva York, 1967, Ensayos acerca de la forma biol6gica y su base molecular. ‘WOOD, W. B.. ¥ R.S. EOGAR: «Building a Bacterial Virus», Sci. Am., 217: 61-74 (1967). Descripcién de experimentos iniciales acerca de la auto- asociacién del bacteridfago T4. WOOD, W. B., R. S. 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