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CapiruLo 10 Diferencias individuales y amplitud de memoria de trabajo Ta posibilidad de que las personas difieran en sus capacidades cognitivas, y de que estas diferencias sean estudiadas cientificamente, se remonta al menos hasta Sir Francis Galton, que inventé la técnica de la correlacién, precisamente para estudiar estas diferencias (Galton, 1883). John McKeen Cattell, un joven ameri- cano visitante del laboratorio de Wunde en Leiprig, decidié estudiar diferencias entre individuos en cuanto a sus capacidades bésicas, tales como la sensibilidad sensorial y Ia velocidad de reaccién, y encontré cortelaciones positivas aunque mas bien bajas en el rendimiento de un individuo en esta serie de medias (Boring, 1929). 10.1. La tradicién psicométrica 10.1.1, Desarrollos tempranos Sin embargo, este moderno enfoque de las diferencias individuales surge a partir de un problema prictico. El psicdlogo francés Alfred Binet, en colaboracion von André Simon, el director de un colegio para nifios discapacitados, desarroll6 métodos que permitian identificar a nifios con necesidades educativas especia- les, La idea era que estos nifios recibieran una educacién especial. Sin embargo, dado que en aquellos momentos la evaluacién dependia de los juicios de los profesores, existia el miedo de que este pudiera ser un método poco efectivo, y. €n consecuencia, Jos nidos que necesitaran una ayuda extra no Ia recibieran, mientras que otros serian inapropiadamente situados en un ambiente educative poco desatiante Binet empled un enfoque muy pragmético. Desarrollé una serie de pequetias tareas ficilmente mensurables, as cuales, mediante la observacién y mediante ensayo y error, parecian distinguir consistentemente entre nifios con evidentes problemas invelectuales y nifios que claramente no los tenfan, Es ids, el nivel de 209 rendimiento en estas pruebas mejor continuamente a medida que los nifios se hacian mayores, alcanzando una estabilidad alrededor de los 16 anos. Expresando la puntuacién de un nite de forma proporcional a ta puntuacién media de los nifios en esa edad cronolégica, se consiguié una medida simple pero potente, el Cociente Intelectual, 0 Cl. Un visitante estadounidense, H. H. Goddard, se percaté del porencial de este enfoque, y siguié desarrollindolo y promocionandolo a su Hegada a los BELUU. A lo largo del siguiente siglo, este enfoque se convirtid en una industria impor- tante, la psicometria, ampliamente utilizada tanto en la cducacién como en las decisiones laborales, respaldada por un arsenal de técnicas estadisticas cada vex mas sofisticadas. Sin embargo, el enfoque también suscité algunas controversias que fueron contestadas ardientemente, relacionadas con la naturaleza de la inteli- gencia, el constructo subyacente que se supone que miden muchos de los tests. Enure estas controversias se incluyen, el cea de si la inteligencia depende de la herencia o del ambiente, la cuestin de si existen diferencias raciales y, de forma mas general, el papel de los factores culvurales en cl rendimiento en. estos tests (para una excelente tevisién, ver Mackintosh [1998]) ‘A pesar de la controversia, parece haber claras evidencias de los sustanciales logros conseguidos en la medicién de la inteligencia, gracias al enfoque psicomé- trico. La Asociacién Americana de Psicologia cred un comité dirigido por un psi- célogo cognitive, Ulric Neisser, encargado de evaluar lo que sabemos y Io que no sabemos acerca de la inteligencia. El comité concluyé que, aunque todavia queda mucho por investigar, los tests de inteligencia desempefian una fancién ‘itil a la hora de predecir con razonable precisién quién trabajara con mis eficacia en la sociedad occidental actual. Por supuesto, esto no significa que estas caracteristicas rengan que ser necesariamente 6ptimas en otras sociedades, ni en toda la serie de posibles trabajos de nuestra sociedad. Es mis, estd claro que estos tests no miden owas muchas importantes cualidades personales y emocionales, ni es probable que predigan el rendimiento en una serie de actividades como fa mtisica 0 la pin- tura. No obstante, la industria psicométrica ha tenido un éxito practico conside- rable en la prediccién de los logros académicos y laborales (Neisset eal, 1996). 10.2. El concepto de inteligencia El enfoque psicoméctico ha tenido un éxito considerablemente menor a la hora de genetar conocimiento teérico acerca de los procesos que subyacen a un alto 0 bajo rendimiento en los tests de inteligencia. Durante los primeros afios del tiltimo siglo, Spearman (1927) se dio cuenta de que los tests que componfan una baterfa, como por ejemplo la bateria propuesta por Binet, tendian a correla- cionar positivamente unos con otros. Lo interpreté sugitiendo que todos forma- 210 ban un tinico componente que denominé inteligencia general, 0 G. Desarrollé un método estadistico conocido como andlisis de factor explorarorio para investi- gar esta relacién, respaldando su argumento al identificar tanto G como una serie de factores subsidiarios mas especificos. Este enfoque fue contestado por el psicé- logo americano Louis Thurstone (1940) quien apuntd con cierta razén, que cital- quier seleccion de tests podria tener un grupo similar entre si, y que por tanto producitian un factor central. Por ejemplo, el investigador A puede que tenga muchas tareas basadas en el razonamiento verbal, mientras que el investigador B puede que tienda a elegir muchas tareas visoespaciales. Cada uno obtendria un factor G, pero no serian iguales Una forma evidente de intentar tratar estos problemas es observar una amplia serie de estudios diferentes para decidir si el patron observado se parece mds al factor G de Spearman o a los multiples factores independientes de Thurs- tone. Este andlisis fue realizado por John Carroll (1993), quien analizé no menos de 400 de estos escudios, Ilegando a los resultados representados en la Fig. 10.1, tomados de una breve pero excelente investigacién de Ian Deary (2001) sobre la inteligencia. Como sugicre la Fig. 10.1, parece existir un apoyo al factor general, junto con una serie de procesos subsidiarios mas bien mezcla- dos, que a su vez pueden ser analizados en componentes atin menores. En un estudio sobre habilidades motoras de Edwin Fleishman (1965) y Fleishman y Parker (1962), por ejemplo, se identificaron no menos de 14 subfactores sobre la conducta motora, entre los que se incluyen el control de la precisién, el tiempo de reaccién de la respuesta de orientacién, la velocidad de movimiento del brazo y la velocidad mufieca-dedo, junto con otras nucve habilidades que se relacionan con aspectos fisicos o escructurales del cuerpo, como la flexibilidad estatica y dindmica y la fortaleza, la coordinacién del cuerpo y la fuerza del torso. Para un psicdlogo cognitive como yo, los subcomponentes parecen represen- tar una lista muy larga y algo incoherente que no ayuda mucho a nuestro conoci- miento basico. Sospecho que un problema basico es la confianza en la correlaci6n como la principal herramienta analitica. Dos tests pueden correlacionar 0 no correlacionar entre si debido 2 razones diferentes. Por ejemplo, es probable que la seleccién que hizo Binet de la amplia serie de tareas complejas fuera ms efectiva que ef intento previo de Cattell, porque este dltimo se centré simplemente en medidas unitarias. Binet, sin embargo, usé tareas complejas que presumiblemente se relacionaban con muchos procesos subyacentes diferentes, proporcionando posiblemente una medida que reflejaba muchas capacidades diferentes. Desde el punto de vista préctico de la seleccién de nites con probabilidad de tener dificul- tades en colegios normales, esto no es un problema, pero si uno quiere saber exactamente qué subyace a las diferencias entre nifios, entonces el enfoque del test complejo miiltiple posee claras limitaciones. 211 Percepcién Peroepotin visval extensa aucitiva oxtonsa Ineligencia Amplia capaciced fluid de recuperacion Inteigencia: general g Inteligencia ‘Amplia velocidad oristalizada cognitiva Memoria general Velocidad y aprendizaje ce procesamiento| Fig. 10.1, Una representacién jerérquica de las asoctaciones entre las puntuaciones de los tests de habilidades mencales. Este diagrama fue el resultado de décadas de trabajo de John B. Carroll, quien reanalizé cerca de 400 bases de datos clasicas sobre investigacién en inteligencia humana. Reproducido a partir de I. J. Deary Intelligence: A Very Short Introduction, Oxford University Press, con su permiso. 212 Por supuesto, los investigadores han intentado crear tests sobre funciones coneretas, pero en ausencia de una base tedrica independiente, los nuevos tests simplemente reflejaran las intuiciones del disefiador, junto con el rechazo de aquellos tests que no tiendan a correlacionar con los factores propuestos. Puede que esta sea una critica injusta, ya que cualquier enfoque tedrico necesita salir adelante empleando sus supuestos iniciales. Sin embargo, por alguna razén, el enfoque psicométrico parece haber tenido menos éxito con el desarrollo de una teoria que con sus objetivos practicos. Mackintosh resume la situacién de la siguiente manera: El anilisis factorial no puede hacer més que describir las relaciones entre dis tintos tests de CI. Esto no es lo mismo que descifiar la estructura de las capacida- des humanas. Esto solo se conseguirg mediante e] desarrollo y el examen de la tcorfa psicolégica. Por tanto, el hecho de que siempre se pueda extraer un factor general de tna bateria de tests de CI no significa que solo haya un proceso cogni- tivo subyacente en el que todos los tests de Cl tengan un peso. Fs igualmente pos: ble que todos las tests de CI tengan pesos en una gran serie de procesos diferentes, peto hay cierto solapamiento en el conjunto de procesos cubiertos por los diferen- ves grupos de tests, La decisién entre estas posibilidades alternativas requerird un andlisis experimental y tedrico. (Mackintosh, 1998, p. 230) Un ejemplo interesante de los problemas derivados de la aplicacién del enfo- que psicométrico al anilisis de la cognicién se observa en los estudios recientes sobre envejecimiento cognitivo. 10.2.1. El enfoque psicométrico en el envejecimiento y la cognicién En los dlrimos afos se ha producido un crecimiento suscancial en el ntimero de psicélogos cognitivos que trabajan en el campo del envejecimiento. Dado el envejecimiento de la poblacién occidental, es muy apropiado, por supuesto, que los gobiernos se preocupen por la eficacia con la que la gente se comportats cn una sociedad tecnolégica que cambia t4pidamente y que por tanto supone una constante demanda intelectual para jévenes y viejos. Naturalmente, esto nos lleva a la cuestién de, zcudles son los cambios cognitivos que se producen a medida que nos hacemos mayores? Es obvio que cambian muchas cosas, y una solucién es intentar reducir la gran cantidad de medidas cognitivas que cambian con la edad hasta quedarnos con algo més manejable, quizd incluso con un solo factor crucial, el factor G del envejecimiento, squizé el factor 22 Podemos aproximarnos a este problema tomando una muestra de sujetos de distintas edades, poniéndoles a prucba cn una amplia seric de tareas, y después 213 generando clusters de tareas mediante el andlisis factorial o alguna otra técnica relacionada. E] siguiente paso es yer como correlacionan cada tna de ellas con la edad, y hasta qué punto se correlacionan unas con otras. Supongamos que ambas correlacionan con fa edad, el factor X mucho y el factor Y menos. Es concebible que la rclacién con la edad provenga en ambos casos de un componente comin compartido por X y por Y. Si esto es asi, entonces, al petmitir esta cortelacién, habré poca varianza adicional que se deba a Y, el cual se puede descartar como principal deverminante del declive cognitivo relacionado con la edad. Considere- mos un tercer factor, Z. Este factor podria estar menos correlacionado con la edad que Y, pero si es relativamente independiente de X, entonces permitir la correlacién con X no cambiaria sustancialmente la cortelacién, lo que nos lleva a condluir que el factor Z refleja de hecho un componente cognitivo del envejeci- miento que difiere del aportado por X. En los tiltimos aos un gran niimero de escudios sobre envejecimiento cogni- tivo han utilizado este cnfoque y otros relacionados. El ejemplo més amplio y més cuidadosamente argumentado proviene del trabajo de Tim Salthouse (1992; 1996), quien, tras revisar muchos estudios, concluyé que Ia mayor parte de la varianza, si no toda, de la funcién ejecutiva como consecuencia de la edad se puede obtener a partir de un solo factor, la velocidad de procesamiento. Por tanto, mientras que una amplia seric de medidas decaen con la edad, aquellas basadas en la velocidad de procesamiento parecen set las mejores predictoras del declive general, quedando poca o ninguna varianza explicada por otros factores, como el rendimiento en memoria 0 el control atencional. Claramente, la memo- ria decae con la edad, y normalmente no se mide con tareas de velocidad, Sin embargo, se puede decir que depende de la velocidad de funcionamiento de los procesos subyacentes, como la cadificacién y Ia recuperacién, por lo que un lento procesamiento da lugar a una codificacién menos completa y menos elaborada, y por tanto a una recuperacién mas lenta y menos efectiva (Salthouse, 1996). Aun- que la velocidad de procesamiento fue desarrollada por Salthouse para explicar el declive de la fiancién cognitiva en Ia tercera edad, se ha aplicado de forma mucho mds amplia para explicar, por ejemplo, el desarrollo de las capacidades cognitivas en los niftos (Fry y Hale, 1996; 2000; Kail, 1988; 1992; Kail y Park, 1994). Sin embargo, hay problemas para concebir la velocidad como una funcién psicolégica unitaria. En general, todas nuestras medidas psicoldgicas se basan en la medicidn de la velocidad, o bien de la precisién. Por supuesto, serfa interesante si tan solo la velocidad fuera sensible a los efectos de la edad. Pero este no parece ser el caso, Al mismo ticmpo que Saithouse dirigia su programa en Adanta, un psic6logo alemn, Paul Baltes, dirigia un amplio estudio paraleio en Berlin. A lo largo de una serie de afios, estuvo examinando repetidamente a sujetos de un amplio rango de edades en muchas tareas diferentes, llegando a conducir un andlisis esta- 214 distico parecido al de Salthouse. Lo que Baltes y su grupo encontraron fue que los dos mejores predictores de la diferencia de edad eran dos medidas sensoriales -la sensibifidad auditiva y la visual, medidas en términos de precision, no de velocidad (Baltes y Lindenberget, 1997). Aunque es posible argumentar que toda cognicién refleje fa velocidad de las operaciones basicas, es més dificil argumentar que una visién pobre cause un rendimiento pobre en una tarea de memoria audi- tiva, 0 que las deficiencias auditivas den lugar a un tiempo de reaccién visual Jento, ni que esté relacionado causalmente con el declive observado en memoria o con la capacidad de razonamiento, Ouro problema para la sencilla hipétesis de la velocidad provino de la observacién de que un predictor igualmente bueno del declive cognitive que se produce con la edad era el que proporciona la fuerza de prensién, dando un nuevo sentido a la expresién «Esta perdiendo tos estribos» (Baltes y Lindenberger, 1997). El vinculo causal directo entre la sensibilidad per- ceptiva y la cognicin general no era, por supuesto, el que habia propuesto el grupo de Baltes. Como apuntan Lindenberger y Patter (1998), en kas explicacio- hes teéricas del envejecimiento cognitive ha existido la tendencia a ignorar el hecho bésico de que la correlacién no demuestra causalidad. Es probable que muchas funciones diferentes decaigan de forma paralela a medida que nos hacemos mayores. Segiin la potencia concreta de fa bateria de tests empleada, un test u otto tesultaré mas sensible y/o més fiable como medida de este proceso multicomponente subyacente, y por tanto, estadisticamente, sera capaz de eclipsar a los indicadores de los otros muchos procesos en declive parale- lamente, los cuales precisamente son peor detectados por los métados empleados. Este no es un problema si lo que se pretende predecit es el rendimiento probable de un anciano o atrojar conclusiones generales sobre el rendimiento general mas probable de una poblacién, propdsitos por los que inicialmente se desarrollaron los métodos psicomérricos. Sin embargo, si es un problema si uno desea propor cionar una explicacién causal de la naturaleza del cambio. Las medidas de velo dad pueden ofrecer una potente prediccién acerca del declive en el rendimiento, pero se necesita saber si su éxito es consecuencia del promedio de los muchos procesos que estin en declive 0 solo de un tinico proceso crucial. En este titimo caso, es importante entonces especificar su naturaleza ¢ investigarla directamente. La idea del envejecimiento como reflejo del declive de miilriples sistemas en paralelo se ha denominado a veces como la hipétesis del coche Ford (0, en Reino Unido, como la teorfa del bombin de hiciclera de Woolworth). Estos dos inventos han sido disefiados usando componentes construidos con un nivel de duracién minimo, evitando asi el gasto innecesario que supone que una pieza dure mas de lo debido. Quizé esto podria considerarse como la hipétesis nula del envejeci- miento cognitive, una sencilla teoria que necesita descartarse antes de aceptar la hipotesis alternativa que probablemente sea mas interesante. De hecho, es posible que se demuestre que la hipétesis del declive multiple en paralelo es inadecuada; 215 sin embargo, demostrar esto requeriré evidencias mas fuertes que las proporciona- das hasta el momento por el enfoque correlacional del envejecimiento cognitivo. 10.3. Diferencias indi iduales en memoria de trabajo 10.3.1. Amplitud de memoria de trabajo Una aproximacién al estudio de la memoria de trabajo apoyada por Baddeley y Hitch (1974) se bas en los clésicos métodos de la psicologia cognitiva experi- mental, junto con pruebas de casos neuropsicolégicos. En Norteamérica, sin embargo, la mayor parte de la investigacién en esta area se ha basado en métodos psicométricos usando diferencias individuales entre grupos de sujetos normales, que se investigaban mediante métodos correlacionales. Esta linea de investigacion se inicié gracias a un estudio altamente influyente, no tanto por el andlisis de la memoria de trabajo per se, sino por su papel potencial en la comprensién del len- guaje. Daneman y Carpenter (1980), aceptando la propuesta de Baddeley y Hitch (1974) de que la memoria de trabajo implicaba una combinacién de alma- cenamiento y procesamiento de informacién, combinaron estos procesos en una tarca que se conoce como amplitud de memoria de trabajo. Pidieron a sus sujetos que leyeran una serie de frases en alto, y que posteriormente recordaran la ultima palabra de cada frase, definiendo la amplitud como el maximo numero de frases que se podrian procesar y recordar correctamente de esta manera. Por ejemplo, se podfa pedir a un sujero que leyera: Durante unas horas la bacalla por la casa rugis. El no permitiria bajo ninguna circunstancia que cl joven sefior le comprara su ticket. Donde la respuesta correcta serfa «tugid» y «ticket». El rendimiento difiere consistentemente de unos sujetos a otros, siendo capaces de recordar tipicamente entre dos y cinco palabras del final, Daneman y Carpenter (1980) encontraron que esta simple medida correla- cionaba muy significativamente con las puntaciones en comprensidn lectora de sus sujetos, estudiantes en la Universidad de Catnegie-Mellon, tanto si se media a través de las puntuaciones verbales en el Test de Aptitud Escoldstica, como a través de la comprensién de prosa medida con el Test de Lectura Nel- son-Denny. Siguieron demostrando que los estudiantes con altas amplitudes eran consistentemente mejores a la hora de recordar informacién relevante de una frase a otra, dentro de un texto en prosa, tal como lo indica la referencia pronominal (Daneman y Carpenter, 1983). Los sujetos con altas amplitudes 216 también muestran un uso mas eficiente de la informacién contextual para interpretar palabras no familiares dentro de un texto complejo (Daneman y Carpenter, 1983). McDonald ee al. (1992) y King y Just (1991) mostraron que los sujetos con altas amplitudes eran mejores analizando y comprendiendo textos potencialmente ambiguos, v eran capaces de mantener los miiltiples significa. dos potenciales de una palabra concreta, como «banco» (de peces 0 financiero), durante periodos mas largos, Estos autores tendian a considerar que su medida era mds consistente con ¢l modelo de memoria de trabajo, y reflejaba un sis- tema mds complejo que el bucle fonolégico, pero algo mas especifico lingitsti- camente que el ejecutivo central (Daneman y Tardif, 1987). Volveremos a este tema més tarde, 10.3.2, :ks la memoria de trabajo especifica del lenguaj En los aftos posteriores, muchos estudios han replicado la fuerte asociacién entre amplitud de memoria de trabajo y comprensién de lenguaje. Daneman y Merikle (1996) identificaron unos 74 estudios en los que se obtuvieron resulta- dos similares, con una correlacién media entre amplitud de memoria de trabajo y comprensién de 0,41 para la comprensién global (N = 38), y 0.52 para medidas de comprensién mas especificas (N = 36). Para las tareas de MCP que implican almacenamiento pero no procesamiento, las correlaciones fueron menotes, 0.28 para medidas de comprensién globales, y 0.40 para las especificas. Sin embargo, el poder predictivo de Ja amplicud de memoria de trabajo ao esté ni mucho menos limitado a la comprensién del lenguaje. Engle er al. (1991), mostraron que los nifios con grandes amplitudes tenian una capacidad mayor para seguir y obedecer complejas secuencias de direcciones, siendo la influencia de la amplitud mayor para las secuencias grandes y para los nifios més mayores, Benton er al. (1984) valoraron la capacidad de sus sujetos para componer textos en. prosa, y encontraron que los sujetos con mayores amplitudes haclan mejores composiciones. En la misma linea, Kiewra y Benton (1988) encontraron que la amplitud de memoria de trabajo era mejor predictor que el ACT (American College ‘est, en la nota media final, y en la capacidad de los estudiantes para comar apuntes y sacar partido de ellos en un test posterior, Se podrfa argumentar que todas las tareas descritas hasta el momento son esencialmente medidas de comprensién y uso del lenguaje, y que predecir la comprensién del lenguaje a partir de un test de procesamiento de frases dificil- mente supone un resultado sorprendente. Hay una serie de razones para no estar de acuerdo con esta critica. En primer lugar, dada la brevedad y aparente simplicidad de la medida de amplitud, es de destacat que pueda predecir toda esa serie de tareas sobre procesamiento de lenguaje, y que lo haga con esa apa- 217 rente replicabilidad. Mas relevante, como veremos, es que aunque Daneman y Carpenter estaban preocupados principalmente por el procesamiento del len- guaje, la amplitud de memoria de trabajo ha demostrado que predice una serie de tareas mucho mas amplia. Kyllonen y Stephens (1990), por ejemplo, esta- ban interesados en la capacidad de la amplitud de memoria de wabajo para predecir el rendimiento de los candidatos a las Fuerzas Aéreas de Estados Uni- dos en las complejas tareas que se les requerian. Encontraron una alta correla- cién entre la amplitud y ef rendimiento de los estudiantes en un curso sobre puertos ldgicos. Shure (1991) realiz6 un estudio similar en el que los sujetos participaban en un curso de 40 horas de duracién sobre el lenguaje de progra- macién PASCAL. El resultado en un test de programacién posterior correla~ cioné més con la amplitud que con el conocimiento general 0 con un test de algebra Quizé el mayor apoyo a la amplitud de memoria de trabajo lo hicieron Kyllo- nen y Cristal (1990), quienes combinaron estadisticamente en un tinice factor de amplitud de memoria de uabajo medidas procedentes de una serie de tareas que requerfan almacenar y manipular material simulténeamente, demostrando que este factor correlacionaba altamente con la capacidad de razonamiento, medida a través de tests tomados de barerfas de inteligencia estindar. Engle et al. (1999a) obtuvieron un resultado similar en un estudio en el que observaron una alta corre- lacién entre amplitud de memoria de trabajo y medidas de inteligencia fluida. Kyllonen y Christal sugieren que la principal diferencia entre las medidas de memoria de trabajo y las medidas de CI reside en que los tests de razonamiento son mis sensibles a la experiencia cultural y educativa. Las medides de memoria de trabajo tienden a verse menos influidas por la cultura, pero son més dependientes de la velocidad de procesamiento, Esto parece sugerir que estas medidas suponen una ventaja a la hora de scleccionar candidatos procedentes de distimtos niveles culturales, de hecho este ¢s el tipo de tareas a las que se enfrentan los seleccionado- res de la Marina estadounidense. Quizd también sea significativo que la version mas reciente de la Escala Wechsler de Inteligencia para Adultos (WAIS) incorpore ahora un subgrupo de pruebas denominadas medidas de memoria de trabajo, aun- que yo personalmente las considerarfa como una mezcla entre las tareas basadas en el estudio de la memoria de trabajo y los cests existences. 10.4. Qué mide la amplitud de memoria de trabajo? 10.4.1. Enfoques correlacionales Dada la gran cantidad de funciones importantes que se pueden predecir gra- cias a la amplitud de memoria de trabajo, esta posee un claro valor préctico, pero, 218 aqué esté midiendo exactamente? ;Podria tratarse simplemente de una breve y cuidada forma de combinar estimaciones de muchas funciones diferentes, 0 refleja Ia capacidad de un solo componente crucial de la cognicién? Aunque el niicleo de la investigacién se ha centrado en el empleo de esta medida simple- mente como marcadora de un hipotético sistema de memoria de trabajo, una serie de estudios se han concentrado en intentar comprender quié es lo que hace que esta sencilla medida tenga este poder. Estos estudios han usado una serie de técnicas diferentes, Quizd la més simple consiste en manipular variables que con- cebiblemente incrementen o disminuyan la amplitad. Por ejemplo, LaPointe y Engle (1990) mostraron que la amplicud era menor cuanto mayores eran las pala- bras a recordar, lo que sugiere una posible contribucién del bucle fonolégico, Lobley er ad (2005) observaron que fa similitud actstica entre palabras también reducia la amplitud, aunque esto depende de qué procesos de respuesta concretos se requieran, siendo relevante el tema de la estrategia. Finalmente, Tehan et al (2001) obtuvieron efectos tanto de la longitud de palabra como de la similitud fonoldgica en tareas de amplitud simples asi como complejas. A pesar de la popularidad de la amplitud de memoria de trabajo como medida, no existen procedimientos concretos aceptados generalmente, ni siquiera conjuntos de materiales, lo que dificulta que se puedan extract conclusiones gene- ralizables entre distintos estudios. En vista de esto, es de remarcar que muchos investigadores hayan tenido éxito replicando ampliamente los hallazgos de Dane- man y Carpenter (1980). Sin embargo, la situacién es menos tranquilizadora cuando empezamos a examinar efectos més sutiles, Por ejemplo, Baddeley er al. (1985) usaron un procedimiento de examen en grupo que tequetia que los sujetos comprobaran unas frases, pero que no las pronunciaran, consiguiendo replicar la asociacién entre amplitud y comprensién lectora. Sin embargo, no encontraron efecto de la edad sobre el rendimienco, mientras que Lustig et al, (2001) sf encon- traron efecto de la cdad sobre algunas, aunque no todas las condiciones, Los estudlios experimentales que demuestran que una variable u otra pueden estar influyendo de forma general sobre la amplitud de memoria de trabajo son valiosos « la hora de ofrecer pistas sobre cémo se ejecuta la tarea, lo cual es importante cuando se ponen en comparacién estudios que usan paradigmas algo distintos. Es mas, los métodos experimentales pueden proporcionar una prucba més directa de la hipdcesis causal que fos métodos correlacionales. La demostra- cién de que una variable dada puede influir en el rendimiento en tareas de ampli- tud compleja puede ofrecer una posible interpretacién de la cortelacién observada entre la amplitud y otras medidas cognitivas, Sin embargo, es entera- mente posible que una variable influya en la amplitud, pero que su cortelacién con una tarea de rendimiento compleja no sea ctucial. Dentro del modelo multi- componente de memoria de trabajo podria ocurrir, por ejemplo, que la amplitud se viera influida por el cjecutivo central y por ef bucle fonolégico, pero que su 219 capacidad para predecir la cognicién compleja descanse por entero sobre el com- ponente ejecutivo. Por tanto, un paciente con un déficit may puro en el bucle fonolégico puede que tenga un rendimiento pobre en su amplitud de memoria de trabajo, pero pocos problemas con la comprensién del lenguaje (ver Caplan y Waters [1999], para una revisién de los estudios neuropsicoldgicos paralelos sobre amplitud), 10.4.2. Combinando métodos experimentales con métodos corvelacionales Un segundo enfoque més prometedor sobre el andlisis de la amplitud de memoria de trabajo implica combinar métodos cortelacionales y experimentales (Engle et al, 1999a; Miyake et al, 2001; Bayliss e¢ al, 2003). Este enfoque comienza examinado una gran muestra de sujetos en tareas sobre amplitud de memoria de trabajo. Después, se forma un grupo con los mejores sujetos y otro con los peores, y son comparados en la tarea que se esté investigando. Por ejemplo, Rosen y Engle (1994) estudiaron la eapacidad para generar {tems a partir de categorfas semanticas, pidiendo a sus sujetos que generaran tantos animales como les fuera posible en un tiempo limitado, Se sabe que esta tarea depende de la capacidad ejecutiva, que se encuentra deteriorada en pacientes que suften darios en el lébulo frontal (Milner, 1982), y que es Ricilmente deveriorada por una tarea concurrente que absorba la capacidad del ejecutivo central (Baddeley et al, 1984b). Tal como se pensaba, los sujetos con mayores amplitudes generaron més componentes de la misma catego- ria, A continuacién, Rosen y Engle pidieron a sus sujetos que realizaran una tarea secundaria demandante, al mismo tiempo que generaban items. Esta tarea dete- Fioré el rendimiemto de los sujetos con mayores amplitudes, pero, en contra de lo esperado, no tuvo ningtin efecto sobre los sujetos con amplitudes pequefias. Una posible explicacién es que los sujetos con mayores amplitudes usen habitualmente estrategias que demandan atencién, pata acentuar asi el rendimiento, Estas estrate- gias son abandonadas al pedirles que realicen una tarea concurtente, y en conse- cuencia generan menos items. Los sujctos de pequetias amplitudes no muestran un efecto de la tarea concurrente. Rosen y Engle sugieren que se debe a que estos suje- tos no poscen una capacidad de memoria de trabajo suficiente como para desarro- Har y emplear estrategias complejas. Por eflo, una tarea secundaria que interrumpa estas estrategias tendra un escaso efecto sobre su rendimiento. ‘También es posible sugerir otras interpretaciones. Por ejemplo, otros factores como la falta de motivacién, podrian causar que estos sujetos pusieran menos esfuerzo en la tarea de amplitud, y por tanto no se molestarian en desarrollar estrategias, incluso aunque fueran complecamente capaces de desarrollarlas, De hecho, si los sujetos de amplitudes pequeftas son capaces de realizar la tarea de generaci6n de categorias y la tarea secundaria sin un descenso en su rendimiento, 220 entonces, al realizar la tarea de generacién de.categorias en solitario, habrian estado infrautilizando su capacidad atencional disponible. Si el mayor descenso en el rendimienvo de la rarea secundaria en los sujetos con mayores amplitudes como consecuencia fuera resultado de un tinico experi- mento, seria menos preocupante. Sin embargo, el efecto ha sido demostrado por Engle y colegas a lo largo de una serie de tareas diferentes (Engle et al, 1999b). Por tanto, aunque seleccionar grupos extremas podria tratarse de una estrategia econémica que maximiza la posibilidad de detectar un efecto, también parece que maximiza la probabilidad de que se den diferencias estratégicas. Por supuesto, este es todavia un factor confuso, incluso cuando los estudios emplean a toda la poblacién, en lugar de emplear solo a los extremos, ya que los distintos niveles de rendimiento en amplicud podrian, en principio, represencar distintas proporciones de sujetos que usan una u otra estrategia. Sin embargo, esto parece relativamente menos probable que la presencia de un grupo absurdo de bajo ren- dimiento, No obstante, tal como vimos en la discusidn del envejecimiento y la cognicién, los problemas psicomécricos pueden permanecer, incluso cuando se usa a toda la poblacién. Afortunadamente, parece que se estén empezando a desarrollar técnicas que permiten poner a prueba hipétesis especificas usando medidas sobre diferencias individuales. El nivel mds bésico de andlisis consiste en observar simplemente las correlaciones entte los posibles predictores de la amplitud de memoria de trabajo, usando posiblemente la regresién milciple para decidir qué medidas predicen la mayor cantidad de varianza iinica cuando se elimina la contribucién de otras variables, Como vimos en el caso de los efectos de la edad, esto tiende a favorecer a las funciones que se puedan medir fiablemente, independientemente de que estas funciones sean inttinsecamente las mds importantes. Esto crea un problema para las medidas del procesamiento ejecutivo, las cuales incluyen tipicamente situaciones nuevas en las que hay menos probabilidad de obtener puntuaciones consistentes de un ensayo a otro, mientras que una simple area repetitiva como el tiempo de reaccién de eleccién es més probable que proporcione puntuaciones consistentes y fables. Es més, medidas como la velocidad de procesamiento pue- den estar basadas en una gran cantidad de tareas, puede que ganen atin mis fiabi- lidad. Finalmente, la regresién multiple no se encuadra ficilmente en modelos especificos de los procesos subyacentes, algo que es claramente deseable en cual- quier drea tan compleja como la memoria de trabajo. Este tiltimo problema se aborda desde las distintas versiones de los modelos de ecnaciones estracturales, con los que se pueden proponer tna serie de hipore- sis especificas: siempre que los componentes subyacentes se puedan medir de forma adecuada, los modelos en competicién pueden poneise en comparacién en cuanto a fo bien que explican los datos resultantes. Esto sigue sin aclarar el pro- blema de la tendencia de las medidas ejecutivas a ser poco fables. Aforcunada- 221 mente, esto se puede abordar usando la técnica del andlisis de variables latentes, una promecedora forma de desentrariar los componentes porenciales del ejecutivo central que se discutird en el proximo capitulo. Sin embargo, a pesar de los futuros éxitos en el andlisis de la amplitud de la memoria de trabajo, no hay duda de que ha demostrado ser un predictor muy poderoso de una gran serie de actividades cognitivas. Si la consideramos pura- mente como una medida psicomécrica pragmitica, posee una serie de ventajas sobre otras pruebas més tradicionales. Offece una serie de pruebas cortas que no dependen demasiado del conocimiento previo, y como tal, esta empezando a influir sobre los enfoques psicométricos més tradicionales. Ademés, est mucho mis relacionada con la psicologia cognitiva actual que el enfoque clisico de la inteligencia. Sin embargo, si esta unidn fuera fructifera, necesitariamos saber por qué y cémo funcionan las tareas de amplitud de memoria de trabajo. Esto se tra- tard en el préximo capitulo. 222

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