Download as pdf
Download as pdf
You are on page 1of 11
Mercedes Julia JUAN RAMON JIMENEZ Y “LA NOVELA” POSMODERNA: VENTANAS DE MANHATTAN DE ANTONIO MUNOZ MOLINA Publicado en LETRAS DE DEUSTO, vol. 37, n.° 114. Enero-Marzo 2007 unuynnnhinsinecitenensesasston is toistuicns tae suisotiaiieatinncamannme sthiananeneaobiastcnainonmasmunauibianosssuiaie JUAN RAMON JIMENEZ Y “LA NOVELA” POSMODERNA: VENTANAS DE MANHATTAN DE ANTONIO MUNOZ MOLINA Mercedes Julia JUAN RaMON JIMENEZ. NO CULTIVO TODOS LOS GENEROS LITERARIOS, como hi- ciera su coetaneo Miguel de Unamuno, quien escribié libros de poesia, cuentos, obras de teatro, novelas y ensayos. El autor de Moguer era ante todo poeta y queria ser conocido y respetado principalmente como tal, y por eso y para eso dedicé su vida exclusivamente a la poesia. Hay que se- fialar, no obstante, que escribié numerosos ensayos, aforismos, y algunos cuentos, pero los ensayos y aforismos abordaron temas poéticos, y los cuentos fueron tratados como poemas, ya que Ja trama de los mismos era inconsecuente. Si bien, y a pesar de no interesarse por otros géneros litera- rios, Juan Ramon fue un artista incansable, deseoso de explorar formas lite- rarias diversas para expresar sensaciones e intuiciones que incluyeran si- multéneamente aspectos fisicos y espirituales de la realidad. Es quiza por eso por lo que no solo examind todas las posibilidades de las estrofas de versos tradicionales, sino que liberé a la lirica de Ja esclavitud de la rima, transformando en prosa multitud de sus poemas tempranos, y cultivando la prosa poética, el relato poético, y el poema en prosa, géneros que enrique- cié con formas originalisimas. Asi el conocido Platero y yo (1914), los re- tratos 0 caricaturas liricas de Espafioles de tres mundos (1942), 0 “Espacio” (1941-1954) son textos muy distintos, cada uno de los cuales hizo a la criti- ca debatirse en su dia en cuanto al género al que pertenecian.' E] poema * Estos libros y las prosas del Diario de un poeta reciencasado (1916) fueron las tnicas prosas liricas publicadas por el poeta durante su vida. Si bien dejé en sus carpetas multitud de proyectos que estin siendo publicados péstumamente por estudjosos juanramonianos. Pongo por caso entre las numerosas ediciones ya existentes, Guerra en Espafia, editado por Angel Crespo (Barcelona: Seix Barral, 1985), Tiempo (y Espacio), editado por Arturo del Vi- lar (Madrid: Edad, 1986), Lirica de una Atlantida, editado por Alfonso Alegre (Barcelona: Cireulo de lectores, 1999) y Obra poética de JRJ, 2 vols. editado por Javier Blasco y Teresa Gomez Trucba (Madrid: Espasa-Calpe, 2005), donde se recogen poemas y varios de los 185 186 Mercedes Julia “Espacio”, por ejemplo, concebido originalmente en verso libre y cambiado después a prosa, constituye una narracién seguida, aunque circular (pues se vuelve siempre a las mismas cuestiones metafisicas y a los mismos temas, pero desde aspectos diversos), y donde las intuiciones estan hilvanadas por medio de unas frases, que al repetirse a lo largo del poema, conceden al mismo un cierto tipo de unidad conceptual y musical. El ritmo observable en este texto permitié a Juan Ramon expresar una vision del universo en la que el individuo y sus sentimientos constituian parte arménica del mismo. No se trataba en “Espacio”, como seiialara Gilbert Hazam, de la creacion de una forma hibrida, “era ni mas ni menos la epifania de un género total- mente nuevo que participaba a la vez de la libertad y del rigor, de la des- truccién de la forma y de la creacién de otra cuya exigencia fundamental era la conquista del Absoluto y la expresién moderna de la poesia” (49). Esta insistencia juanramoniana por encontrar los enunciados precisos para expresar sus intuiciones Hevé al autor a componer cuentos. Asi escri- bid unos, como El Zaratdn, que fueron publicados durante la vida del poe- ta,? mientras que otros muy breves, aunque titulados irénicamente Cuentos largos, permanecieron inconclusos e inéditos.* Pensé también Juan Ramon. en escribir varias novelas, las cuales quedaron esbozadas con bastante deta- Ile, aunque nunca vieron la luz.* Una de las razones por las que el autor de Platero abandonase sus pla- nes novelisticos se debe principalmente, como ha estudiado Sanz Manzano, a que el poeta asociaba la novela con las obras realistas de finales del siglo XIX, y las ficciones de Pio Baroja de principios del siglo xx; relatos que al seguir una trama con toda suerte de detalles, ofrecian patrones descriptivos que irritaban al autor de Platero. Con E.M. Forster pensaba Juan Ramon que el factor principal comin a todas las novelas era “el hecho de que con- taban una historia que ojalé no tuviesen que contar” (Aspects of the Novel, 26). Juan Ramén dijo algo parecido: “Yo he desdefiado siempre, y mas libros de prosa que estaban aiin inéditos. Remito asimismo al lector interesado al libro de Ja- vier Blasco y Teresa Gémez Trueba, Juan Ramén Jiménez, la prosa de un poeta (Valladoli Grammalea, 1994), en el cual se dan cuenta de los diversos proyectos de libros de prosa pot- tica existentes en las carpetas de la Sala Zenobia-Juan Ramén de la Universidad de Puerto Rico, Rio Piedras. 2’ Rl Zaratan. Con 19 grabados de Alberto Beltran. México D.F., Imprenta de Bartolomé Costa-Amic, 1946 (28 paginas). 3 Véase la Introduccion de Antonio Piedra a los proyectos de 57 cuentos, los cuales aca- ban de ser también editados por Antonio Piedra. Obra poética de JRJ Vol. 1 (Madrid: Espa- sa-Calpe, 2005): 855-936. + Para conocer estos bacetos de novelas, consiiltese el articulo de M* Angeles Sanz Man- zano “De por qué JRJ renuncié a ser novelista: El poeta y su teoria de In novela”, Revista de fiseratura LXV, 130 (2003): 471-800. Juan Ramén Jiménez y “la novela” posmoderna 187 cada dia, el ‘asunto’ y la ‘composicién’. Lo que siempre me tienta es la sensacién que un fenémeno produce... después del asunto y antes de la composicién” (Corriente infinita, 176). La novela, segin el poeta moguere- fio, debia reflejar la particular percepcidn del escritor, sin asunto alguno. Se trataria, “de una novela subjetiva en la que los hechos se subordinasen a las sensaciones y emociones que la realidad despierta en el sujeto” (Sanz Man- zano, 493). En este sentido podria pensarse en Platero y yo como la novela ideal de Jiménez. No obstante este libro, segim indicara Ricardo Gullén, mas parece un eslabén intermedio entre la novela lirica y el poema en pro- sa, ya que junto a la condensacién poética observable en el volumen se mantiene un hilo narrativo que, por otra parte, no es suficiente para ser considerado una novela (La novela lirica, 81). Ventanas de Manhattan (2004), de Antonio Mufioz Molina, es un texto lirico que mantiene un hilo narrativo consistente en los diversos apartados de los que se compone, asi como numerosos paralelos con las prosas de Juan Ramon Jiménez y con sus propuestas novelisticas, y en este sentido parece una respuesta al reto que lanzara Juan Ramén a los escritores de no- velas hace mas de cincuenta aifos. La vision de Nueva York presentada en este volumen esti lograda por asociaciones y percepciones sutiles y cam- biantes del hablante, elimindndose el asunto global de la pieza, cuya unidad queda establecida tnicamente por medio de la voz lirica y del tema de Nue- va York. Es muy interesante notar las multiples afinidades que unen al au- tor jiennense con el poeta de Moguer, y es por eso por lo que en este traba- jo me propongo estudiar Ventanas de Manhattan en relacién a algunas prosas de Juan Ramén; prosas como las de Platero y yo (1914), el Diario de un poeta reciencasado (1916), y Espacio (1941-54), y Tiempo (1941), principalmente. Se trata de conocer asi la vigencia que guardan los textos de Jiménez, al igual que la estrecha relacién que conserva un escritor actual con su tradicion poética y literaria, a pesar de que en este caso ambos artis- tas estan separados por varias generaciones y, por consiguiente, por una vi- sién del mundo, una forma de escribir y un tono bastante diferentes. “La novela”’ de Mufioz Molina esta compuesta de 87 apartados, algu- nos continuacién de lo contado anteriormente, pero en su mayoria la Gnica conexion existente entre una seccién y las otras del libro es que todas ocu- rren dentro del ambito de la ciudad neoyorquina. Como en Platero y yo, lo narrado ofrece aspectos diversos del lugar y de sus habitantes en unos capi- tulos breves sin ningtin orden cronolégico, que se conciben como puntos de + Utilizo aqui el término “novela” en el sentido propuesto por Juan Ramon Jiménez y mencionado anteriormente. Esto es, un texto sin trama seguida en el que las sensaciones del autor son las que determinan 1a estructura de la pieza. 188 Mercedes Julia observacion desde donde el protagonista reflexiona, y los cuales nos van dando a conocer su apreciacion de ta vida moderna en la gran metropol! Juan Ramén, junto a Piatero, iba presentando los rincones de Moguer, su pueblo natal, las calles con sus nombres propios, las tareas diarias y las costumbres de sus habitantes. Pueblo pobre donde los hombres se emborra- chaban o iban a los toros para olvidar la sordidez de sus vidas, y cuya acri- tud se manifestaba principalmente en Ja crueldad de los mayores hacia los mas inocentes, como los nifios y los animales. Sin embargo, y aunque el poeta menciona algunas costumbres soeces, la perspectiva que se refleja en el libro es la de un lugar idilico; y esto es debido principalmente a dos mo- tivos: intercalados entre los capitulos que tratan del pueblo y de sus usanzas hay otros muy liricos que hacen hincapié en momentos gratos (como los re- cuerdos del hablante cuando era nifio, la descripcion de Ja naturaleza que rodea al pueblo, los juegos de Platero con los nifios o con las flores), sec- ciones que entremezcladas con las otras alteran la vision sordida del lugar. Pero quizas el motivo fundamental, como sefialara Jorge Urrutia,® lo consti- tuye una escritura preciosista repleta de colores suaves y luminosos, pala~ bras y tono tiernos, y un ritmo musical que transforma la realidad ordinaria de los habitantes y convierte el pueblo entero en ese lugar ideal afiorado no sdlo por el hablante, sino por todos los lectores que se enfrentan con el li- bro de Juan Ramon. Un milagro lingiiistico similar ocurre en Ventanas de Manhattan, aun- que la escritura ahora no es impresionista sino mas bien expresionista, pues la voz lirica se deleita en narrar lo que observa al caminar por las calles de la ciudad. Su mirada alerta no esconde ninguna de las miserias de la socie- dad moderna, es mas se diria que quiere enumerarlas todas para que el lec- tor conozea a fondo esta ciudad, encarnacién y emblema del mundo actual. La técnica del contrapunto para hacer resaltar Jos aspectos contrarios que interesan al autor, muy utilizada por Juan Ramon en Piatero, se destaca asi- mismo en fa prosa de este libro de Mufioz Molina, donde se mezclan, como en la ciudad misma, capitulos placenteros que tratan de la arquitectura, el arte, la lectura de libros y la musica, junto a otros desalentadores, que dan a conocer los peligros que encierra el lugar, sus barrios periféricos, los suce- sos recientes, como los ocurridos el once de septiembre, y la obsesion por el comercio de las cosas materiales que ejercen los habitantes neoyorqui- nos. Hay también en estos dos libros que comento (Platero y Ventanas) al- gunas secciones divertidas que ponen énfasis en un detalle gracioso, como © “BI poeta-narrador sabe que éf es s6lo duefio de su eseritura y es en ella y con ella don- de y como busca construir el mundo coherente, verdadero y, por verdadero, bello”. Introduc- cién a Platero y yo. Madrid: Biblioteca nueva, 1997, p. 47. Juan Ramon Jiménez y “la novela” posmoderna 189 el capitulo dedicado al loro que pertenecia a un médico francés, amigo de Juan Ramon, que consolaba a los pacientes repitiendo “—Ce n’est rien...” (Platero, 135), o la vifieta dedicada a la visita al Museo de Historia Natural en Ventanas, donde las mariposas se posan en un gorrito de lana de una vi- sitante porque levaba en éste un pequefio adorno de uvas y flores de plasti- co que confunde a los delicados insectos (Ventanas, 323). Ya sea mirando desde diversas ventanas, 0 caminando por la ciudad, el hablante de Ventanas de Manhattan describe con el entusiasmo y la curiosi- dad de un nifio o de un poeta que esta descubriendo algo nuevo, los miste- rios que esconde la ciudad de Nueva York. Al hacerlo mezcla en su narra- cidn lo que ve en el exterior, junto a sus reflexiones y observaciones de Jecturas o peliculas relacionadas con ese tema, creando asi una realidad que es, como en la vida misma, una amalgama de recuerdos, ficcién y datos concretos. Pongo por ejemplo la descripcién que hace de Central Park en capitulos diversos del libro, y donde combina las impresiones del parque vistas en la pelicula Portrait of Jeannie cuando aun era nifio, las de Cen- tral Park leido en la novela de Salinger, The Catcher in the Rye, o el Central Park de comienzos del siglo xxt contemplado desde una ventana, u obser- vado al caminar por el recinto mismo, y cuyo ambiente placentero te re- cuerda el de un cuadro de Seurat: Mafiana soleada en Central Park, casi cilida, sin vientos: parece que el tiempo ha retrocedido a septiembre. La lanura verde, anchurosa, Higeramente ondulada del Sheep Meadow tiene una placidez espléndida de gran cuadro postimpresionista, como ese paisaje de las afueras de Paris pintado por Seurat en ef que fa gente pasea, se bafia, mira a lo lejos sontada en Ia orilla y con los pies en el agua, descansa al sol junto a la corriente tranquila del Sena... Me acuerdo de la perfeccién estitica del cuadro de Seurat, y del musicat que le dedicé Stephen Sond- heim, Sunday in the Park with George: la maravilla de un instante supremo que parece dete- nido en un éxtasis de culminacién y de azar y el deseo imposible de atraparlo, de que no se pierda en el flujo det tiempo, fa necesidad de fijarlo en un lienzo o en una fotografia precisa- mente porque se sabe que el tiempo se lo levard, que va a empezar a volverse borroso en la memoria en cuanto apartemos de él los ojos. (Ventanas, 161-62) Este recuento del parque neoyorquino parece igualmente una poética de Muijioz Molina, quien en el libro quiere atrapar la ciudad entera en su escri- tura para que no se le escape nada de Jo que ve, ni de lo que piensa: “Me gustaria”, dice en un momento, “que la mano avanzara sola y automatica para que los ojos no se apartaran ni un segundo del espectéculo que ali- menta la inteligencia y la escritura” (Ventanas, 293). Los apuntes de su li- breta combinan lo observado, junto con intuiciones, recuerdos y pensa- mientos que le vienen a la mente en ese momento, para fundir asf en un tiempo y espacio precisos, el de la escritura, otros lugares, instantes del pa- 190 Mercedes Julié sado y escenas similares conocidas. Si bien, y al igual que en Platero y yo lo que verdaderamente sobrecoge al leer Ventanas de Manhattan es ¢] mila- gro de la escritura, por medio de la cual la ciudad queda transformada en un lugar lleno de sorpresas y emociones, y donde la fluidez y naturalidad con la que se pasa de un tema al siguiente reproduce el fluir del pensamien- to mismo. Muchos aiios después de escribir Platero y yo, en su poema “Tiempo” (1941), Juan Ramén Jiménez intenté reproducir el lenguaje conversacional oido de pequefio en la casa materna: “Mi madre viva, de quien yo lo apren- di todo, hablaba como toda Espafia” (Tiempo, 84). Siguiendo a T.S. Eliot, para quien “la mtisica de la poesia [era] la musica latente en el habla coti- diana de su tiempo”,’ pensaba el poeta espafiol que sdlo los grandes prosis- tas son capaces de imitar ese lenguaje conversacional, tan dificil de conse- guir en su variada riqueza de matices. “Tiempo” constituye un logro por parte de Juan Ramén de captacién de la fluidez del idioma en una prosa se- guida que va ofreciendo una amalgama de sensaciones e instantes privile- giados de la vida del autor. En Ventanas de Manhattan Muiioz Molina ha creado igualmente una narracion que da la sensacién de ser espontanea y sencilla por la genialidad con la que esta conseguida. No obstante al leer el texto con cuidado pueden apreciarse las numerosas tonalidades de que esté compuesto, al igual que el intento de aprehender lo que ocurre interior y exteriormente desde todos los angulos posibles. Sirva de ejemplo la anterior descripcién de Central Park, o la exposicién visual de Nueva York que presenta en varias secciones del libro y donde la ciudad esta constituida por una profusién de imagenes interpuestas: es vista desde el avién; desde las ventanas altas de los rasca- cielos; en el amanecer y en el atardecer; al llegar en taxi; a través de los re- cuerdos de lecturas; en un piso bajo para reconocer desde su ventana lo que ocurre en las de otros edificios; desde una acera, entre el bullicio calleje- ro, etc, Estas imagenes visuales de la metrépolis se funden con los sonidos, percepciones y reflexiones sobre lo que ocurre en ella y que 1a voz lirica va descubriendo y describiendo en las distintas vifietas que componen el libro. Pongo por ejemplo la vista de la ciudad desde una de las ventanas del estu- dio del artista Manolo Valdés: Por jas grandes ventanas del estudio, que parecen esas ventanas agigantadas de Hopper, se ve lo que no puede verse desde Ia calle, el reverso tecnolégico y austero de fa ciudad, la escala ciclépea de sus estructuras: los muros de ladrillo ennegrecido por humos e intemperies mues- 7 “The Music of Poetry”, On Poetry and Poets (Nueva York: The Noonday Press, 1961): 21, 24, La traduccién es mia. Juan Ramén Jiménez y “la novela” posmoderna 191 tran una textura que casi puede sentirse en las palmas de las manos, y los depésitos de agua, que desde lejos, desde Ia altura de Ia calle, son siluctas impalpables recortadas contra el cie- Io, ahora se ve que tienen una fortaleza como de barriles enormes... (entanas, 328) El ruido que escucha el narrador durante su primera noche en Ia metropolis y que no Io deja dormir es asimismo descrito con exactitud: Pero nunca habia silencio on la ciudad, sino un rumor continuo y poderoso que no se amorti- guaba, que resaltaba més de noche... mezela de muchos ruidos de motores, del temblor del trifico sobre el asfalto ondulado, del rumor subterrineo de los trenes del metro. El aire pa- sando por los tubos de ventilacién, el agua hirviendo a presidn por las conducciones bajo tie- rra, el temblor de maquinas herrumbrosas... (Ventanas, 9-10) Sonidos, espectaculo visual, recuerdos y experiencias van componiendo un todo que constituye la imagen personal de la ciudad. En “Tiempo” también se mezclan en una escritura fluida, aspectos diversos de la vida del artista, como son sus gustos, costumbres, y vivencias, y donde el pasado de la ni- fiez de Juan Ramén en Moguer, las impresiones de su entorno en Estados Unidos, las cartas que recibe, los libros que lee, la musica que escucha y Jos recuerdos gratos y tristes que menciona forman parte integral de Ia rea- lidad presente de Juan Ramon en el mundo americano del exilio. Mutfioz Molina utiliza nombres propios de calles, edificios y personas, para identificar el barrio por donde deambula, asi como las personas a quienes visita o recuerda. No obstante, y al igual que en Jas prosas de Juan Ramé6n, conocemos muy poco del hablante mismo, aunque Ja narracién es autobiografica y las historias que relata tienen que ver con las de un indivi- duo, en este caso Mufioz Molina, que acabado de llegar a una ciudad y a una cultura e idioma distintos siente paulatinamente entusiasmo, miedo, re- celo, angustia y alegria, al ir conociendo ese lugar. Si bien, como he sefialado anteriormente, el ritmo prolongado que ob- servamos en las secciones que componen Ventanas se asemeja al utilizado por Juan Ramén en la prosa de “Tiempo”, el contenido del libro de Molina se acerca también a algunos textos del Diario de un poeta reciencasado que tratan de Nueva York (o “New York”, como siempre Iamaba Jiménez a la ciudad). Juan Ramon escribié el Diario durante su primera visita a los Estados Unidos en 1916, cuando fue en barco a Nueva York para casarse con Zeno- bia Camprubi, El libro es un poemario muy sui generis que abre el camino a la experimentacién vanguardista, por la fusion de géneros, tonos y ambi- tos que se recrean en el mismo.* Asi varias partes del volumen estén dedi- 8 Consilltese a este respecto el articulo de Manuel Rozas, “Juan Ramén y ef 27: hodier- nismo e irracionalismo en la parte central del Diario” (Juan Ramén Jiménez en su cente- nario. Caceres, 1981: 149-69). 192 Mercedes Julid cadas a expresar el enfrentamiento del poeta con el mar abierto y la convul- sién que esta experiencia produjo en 1a voz lirica. La tercera y sexta partes del Diario, tituladas “América del Este” y “Recuerdos de América del Este escritos en Espaiia”, compuestas mayormente en prosa, dan buena cuenta del encuentro impactante con la ciudad de Nueva York. Juan Ramon dedicd nada menos que ciento veintis¢is textos del libro a esta ciudad, lena para é1 de encantos y también de espantos. Calles, subterraneo, clubes y vivencias diversas fueron descritos como en una serie de instantaneas para registrar el efecto de estas experiencias. Aunque Baudelaire y Marinetti ya habian utilizado en su poesia el sim- bolo de la urbe moderna, no es hasta el Diario de un poeta reciencasado que Nueva York pasa a ser tema y ciudad simbélica del mundo moderno en- tre los muchos artistas espafioles y europeos. Especialmente en el perfodo de entreguerras, los surrealistas utilizaran este simbolo, siendo Garcia Lor- ca, con su Poeta en Nueva York (1929-30), la culminacién de esta tenden- cia. Numerosos poetas y novelistas posteriores han escrito asimismo sobre la ciudad. Recuérdense los libros Nueva York (1986), de Eduardo Mendoza; Caperucita en Manhattan (1990), de Carmen Martin Gaite y Cuaderno de Nueva York (1998), de José Hierro, para citar a algunos autores espafioles, entre otros muchos. Ventanas de Manhattan (2004) viene a formar parte de ese ciclo dedi- cado a Nueva York por poetas y escritores europeos y en esta singular obra la vision de la ciudad ofrece una vez mas, como en las prosas del poeta de Moguer, la frescura de la vision del artista, intrigado y curioso, que va des- cubriendo por primera vez rincones y situaciones idéneas de la urbe esta- dounidense: En aquel viaje... la ciudad se convertia en parte de un itinerario comtin, en un regalo mutuo que al mismo tiempo era el mapa de una ciudad y et de un tesoro. Cuando los dias se volvie- ton despejados calculé Ia hora mas propicia y fuimos al otro lado del puente de Brooklyn para cruzarlo a pie hacia Manhattan con la luz rubia y fria del sol iluminando desde el oeste las torres de cristal... (Ventanas, 42-43) Juan Ramén encontraba igualmente fascinante la luz cambiante del atardecer y algunos rincones intimos de Nueva York, pero mas que nada eran las contradicciones flagrantes de la metrépolis las que ocuparon su atencion. Para el poeta, ef mundo urbano no era de su agrado, y esto es evi- dente en el tono sarcastico que utiliza en numerosas prosas del Diario, asi como la caricatura lirica empleada para describir algunas experiencias en la ciudad, como las costumbres 0 personajes que se le antojaban muy peculia- res. Por ejemplo las mujeres mayores de la alta burguesia neoyorquina lla- Juan Ramon Jiménez y “la novela” posmoderna 193 maron la atencién del poeta por sus vestimentas coloridas, sus afeites, y la desfachatez de coquetear haciendo alarde de sus cuerpos envejecidos. A ellas les dedica Juan Ramén varias prosas en las que las ridiculiza. Copio un trozo a modo de ejemplo: todas las viejas con historia de la llamada Historia, viven aqui, en la sexta Avenida, su vida apartada, o en Grammerey Park, 0 en Brooklyn, discretamente, en pisos suaves a la moda det momento... En cualquier reunién de los tiltimos martes de la “Poetry Society” ~National Arts Club~ 0 en el “Cosmopolitan.” 0 en el “Actor's” estén todas, con dientes de oro, afeitadas, arrugadas, pecosas, pafiosas, cegatas, depilado vello perdurable que, como es sabido, le cre- ce, con las urias, a Jos muertos: descotadas hasta la altima costilla o In mas pristina grasa, lle- nos hombros y espaldas milenarios de istas rojas y blancas, como un mapa de los polos... Wiario, 291) En otros apartados critica los ambientes neoyorquinos que frecuentaba la alta burguesia, por su fealdad, mal gusto, pretensiones y snobismo; como en el trozo, “Author’s Club” donde describe un antro polvoriento y lleno de “tantos poetas malos” (Diario, 286). Durante principios del siglo xx la discriminacién racial era notoria en las ciudades americanas, ya que habia lugares distintos en el autobis y en los aseos publicos para las personas de color. En un conocido pasaje del Diario (“Alta noche”), el botones negro que camina de noche por la Quinta Avenida se convierte para el poeta espafiol en el rey de la ciudad; y 1a mu- chacha negra en “La negra y la rosa”, otra de las prosas mas destacadas del libro de Juan Ramé6n, representa entre otras cosas, el anhelo del artista por encontrar belleza y armonia en la urbe moderna y entre los seres humanos, separados por color y costumbres:° Una realidad invisible anda por todo el subterraneo, cuyo estrepitoso negror rechinante, sucio y cdlido, apenas se siente. Todos han dejado sus periddicos, sus gomas y sus gritos; estan ab- sortos, como en una pesadilla de cansancio y de tristeza, en esta rosa blanca que la negra exalta y que es como la conciencia del subterrineo. ¥ ta rosa emana, en el silencio atento, una delicada esencia y eleva como una bella presencia inmaterial que se va aduefiando de todo, hasta que el hierro, el carbon, los petiddicos, todo, huele un punto a rosa blanca, a pri- mavera mejor, a etemnidad... (Diario, 170) > Bn una lectura reciente de este poema por Jennifer Forrest y Catherine Jaffe la mucha- ccha negra constituye en el pocma una presencia pasiva, “inconsciente” y “sondmbula”, y re- presenta el mundo de la urbe y del comercio, mientras que lo que emana esa delicada esencia ¢s la rosa blanea que la chica tleva en la mano. Véase “Figuring Modernity: Juan Ramén Ji- ménez and the Baudelarian Tradition of the Prose Poem", Comparative Literature 48, 3 (1996): 265-277, p. 278. 194 Mercedes Julié Sirvan estos ejemplos para corroborar que, contrario a aquellos que creen que Juan Ramén era un poeta desligado de los asuntos sociales, éste era una persona atenta y muy consciente de to que pasaba a su alrededor. Igualmente Mufioz Molina, en este libro que analizo, gusta reflexionar so- bre los acontecimientos que afectan a la poblacién neoyorquina; y aunque las cuestiones que enftenta la ciudad a principios del siglo xxr son distintas a las que describe Juan Ramon en el Diario, la discriminacion atin persiste en la actualidad. Los problemas de hoy en dia son igualmente perturbado- res y son dados a conocer detalladamente por el escritor jiennense, al hacer hincapié en los horrores del 11 de septiembre que él experimenté al vivir cerca de las torres gemelas, o en la gran cantidad de mendigos y locos que habitan las aceras y los parques de Ja ciudad.'° AJ autor de Ventanas le pare- ce increible lo que esté pasando en medio de la poblacién, sin que nadie pa- rezca percatarse de tanta desdicha: En Nueva York... la soledad mas extrema puede encontrarse en medio de una multitud, y hay lundticos que viven como néufragos 0 como ermitafios abrasados por las alucinaciones del desierto en las aceras mis transitadas, que yacen en el suelo igual que mendigos en Bombay y miran despavoridos a su alrededor o gritan como si acabaran de recibir una revelacién en los riscos pelados del Sina‘... y a veces desarrollan habitos de excentricidad o de guarreria propios de quienes se han desprendido de todas las limitaciones que impone el trato humano. (Yemtanas, (21) “No ver, no mirar, mirar velozmente y de soslayo y fingir que no se ha mira- do” (Ventanas, 122) es, como se explica en la novela, un arte supremo que cultivan los habitantes de la gran ciudad, quiza para no sentir la desazon y angustia que produce el ver tanta depravacion alrededor, y tantas personas y situaciones dispares. Por otra parte, la funcién del artista es precisamente la opuesta: estar atento y mirar alrededor, destapar esos pormenores ruines 0 sublimes que van mostrando el material del que esta compuesto el ser huma- no y la sociedad moderna; un material Ileno de momentos gratos, abusos, imprevistos y contradicciones. Ambos autores, Juan Ramon a comienzos del siglo Xx, y Mufioz Molina a comienzos del xxi, pasean por Nueva York en estado constante de alerta para ofrecer al lector “la revelacién de una maxi- ma intensidad de la experiencia, reducida a sus elementos mas puros, con- densada en el espacio y en el tiempo” (Ventanas, 205). . 2 Situacién anémala que comenzé en los afios setenta, cuando se cerraron por falta de medios algunos asilos psiquidtricos de las ciudades americanas y los pobres lundticos llena- ron las calles de fas grandes urbes. Desaparecieron de la vista del publico en los noventa, ya que fueron enviados a asilos y albergues en las afueras de la ciudad. La falta de presupuesto hizo que volviesen a aparecer una vez mas durante los comienzos det siglo xxi. Juan Ramén Jiménez y “la novela” posmoderna 195 Las vivencias de estos artistas en la gran metropolis son de indole muy varia, como lo es Ia ciudad. Asi Juan Ramon no solo escribe sobre sus im- presiones de las personas de distintas razas y de la burguesia del Nueva York de principios del sigio xx, sino que esta pendiente de cualquier atisbo de naturaleza que pueda hallar en aquel ambito, como los gorriones perdi- dos, la luna de Manhattan (““ZEs la luna, 0 es un anuncio de la luna?”, Dia- rio, 183), los arboles de las calles y los contrastes de la luz al atardecer, Pensaba el poeta que al acabar con la naturaleza, la raza humana se perde- ria en un caos sin importancia y sentido, como el que describen los anun- cios de Broadway: La tarde. Anuncios mareantes de colorines sobre el cielo. Constelaciones nuevas: Ei Cerdo, que baila, verde fodo, saludando con su sombrerito de paja, a derecha e izquierda. La Botella, {que despide, en muda detonacién, su coreho colorado, contra un sol con boca y ojos. Lat Pan- tortilla eléctrica, que baila sola y loca, como el abo separado de wna salamanquesa. Bl Esco- cés, que ensofia y esconde su whisky con reficjos blancos. La Fuente, de aguas malvas y na- rattjas, por euyo chorro pasan, como en una culebra, prominencias y valles ondulantes de sol y luto, estabones de aro y hierro. (Diario, 182) Para Jiménez, el presagio de destruccion de la sociedad radicaba precisa- mente en la pérdida de lo natural, y asi dijo: “La terrible amenaza es ésta: Se caera sin abrir la primavera. -]Y no tendra la culpa ella!—” (Diario, 117). La vision de la ciudad que presenta en el Diario es ambivalente: por una parte, Nueva York en 1916 se le antojaba bella en algunos barrios y momentos, principalmente al Hegar la primavera. Pero los rascacielos, las fabricas, y las oficinas habian usurpado el espacio de la naturaleza, y esto era intolerable para el poeta. Asi llama a ja metropolis “el marimacho de las ufias sucias... donde el dia va poniéndose en su sitio y recobra su teléfo- no en su oficina de Broadway” (Diario, 186), y donde la voz lirica se siente como en “un ascensor descompuesto, que no puede —jque no podral— subir al cielo” (Diario, 175). Muijioz Molina, varias generaciones mas tarde, utiliza un tono mds hu- milde, cambiando a veces a ironia el sarcasmo modernista. Esté acostum- brado a Ja tecnologia y a los grandes anuncios y le parece normal que los rascacielos hayan usurpado a la naturaleza su lugar en la urbe. Acepta, ¢ in- cluso se deleita, en la arquitectura de la misma: sus edificios, sus parques, sus museos. Es un hombre moderno que puede disfrutar de estos antros y relacionarlos a 1a vida y al arte americanos con los que se siente familiari- zado. Asi las ventanas de algunos cafés se asemejan para él a las que ha visto en los cuadros de Hopper; la vista de la ciudad desde lejos le recuerda Jas acuarelas de Katz, la musica de jazz que escucha en algunos bares o en 196 Mercedes Julia las calles es la misma que tan bien conoce por discos que compraba en Es- pafia durante su adolescencia y que forma ahora parte integrante de este es- cenario, al igual que el cine y la televisién. No obstante algunos aspectos de la ciudad le resultan asimismo turbadores, como el tratamiento de los mendigos, mencionado anteriormente, o el énfasis en lo material. Como hiciera Juan Ramén Jiménez, Mufioz Molina visit6 Nueva York en numerosas ocasiones, pero es a partir de su primera visita cuando la ciu- dad se convierte para él en un espacio intrigante y absorbente: a veces en una pesadilla de la que necesita escapat, mientras que otras, constituye la Unica esperanza para la humanidad por la union de lo diverso."! Un aspecto que observan ambos artistas es la energia comercial del lu- ar, que para Juan Ramén es abrumadora y en Ultima instancia aburridisi- ma, es “la monotonia que da el timico interés de ganar dinero” (Diario, 348). En otra entrada del Diario dice Juan Ramén: “Nunca he comprendido como ahora el perjuicio de la cantidad, Hay tanto de todo que ni to bello Parece tan bello ni lo feo tan feo” (Diario, 350). Mufioz Molina igualmente asombrado por esta abundancia desorbitada de cosas utiliza numerosas ca- fienas metonimicas y enumeraciones cadticas para detallarlas a lo largo del bro: ~Cada dia millones de personas pasan noches sin dorm o se levantan mucho antes del ama- hecer empujadas por la urgencia de vender algo, viajan durante horas on el metro desde los barrios ms lejanos, adormilados, abriendo los ojos en los frenazos,. tramando alguna venta, caleulando comisiones o posibies propinas... (entanas, 237-238) La relacién pormenorizada que hace el narrador de todo lo que se ven- de en las tiendas, en metcadillos, en los barrios mas pobres y en los més ri- cos, asi como la descripcién de los objetos preciosos que se guardan en co- lecciones del Museo Metropolitano, del Museo Whitney, y de otros museos de la ciudad, junto a las colecciones de chatarras que venden los mendigos constituye la médula central de la novela de Mufioz Molina. De esta mane- ra se dirfa que el protagonista quiere hacer participe al lector del hartazgo que producen los objetos materiales, siendo Nueva York la ciudad materia- lista por excelencia: Todo esti en venta, todo puede comprarse; en cualquier lugar y a cualquier hora, lo mismo la basura que los diamantes, los harapos y los pufiados de pelo humano que las picles de 12.0 de oso, una cabeza de terracota ‘etrusca con los ojos pintados en una tienda de anti . ™ Para un estudio detallado del simbolo de Nueva York en la poesia de Juan Ramon Ji- meénez, constiltese mi articulo, “Ambitos americanos en el simbolismo del ultimo Juan Ra- mén Jiménez”, Hispanic Review 68 (2001): 53-71. Juan Ramén Jiménez y “la novela” posmoderna 197 des en penumbra de Madison Avenue que una Barbie coja de una pierna y con la mitad del pelo arrancado que ofrece un borracho en un portal de la Bowery, (Ventanas, 237-238) La unién de contrastes entre lo sublime y lo ridiculo se da en Nueva York con mayor énfasis que en ninguna otra parte del mundo. Alli por ejemplo conviven los mas ricos del mundo, junto a la miseria humana mas brutal. En Ventanas, como en la ciudad misma, presenciamos el cambio st- bito de barrios que se produce al cruzar una calle: Quizds no quepa en ninguna otra parte del mundo tanta distancia en un espacio tan breve, ene tre el resplandor dorada y misterioso que fluye de las ventanas de los infinitamente ticos y la sucia penumbra, al otto lado de la avenida, donde se arrebujan tirados en sus bancos los mas miserables. (Ventanas, 35) Juan Ramén se sentia indignado con la discriminacion racial, asi como con el énfasis en el comercio, y las pretensiones de la clase pudiente. En general le molestaba el “cosmopolitismo absolutamente incoloro y color de hierro” que observaba en Nueva York, y asi lo expres6 en el Diario. Su acti- tud es una denuncia, porque como moderista/krausista que era, creia que las cosas podrian mejorar por medio de la concienciacién de ellas. En la época en la que escribia Juan Ramon, el poeta era concebido como un pro- feta o visionario capaz de identificar, dar a conocer y condenar las anorma- lidades existentes en la sociedad para que las personas rectificaran y vivie- ran de acuerdo a unos altos principios morales y estéticos. El lector de aquei entonces formaba parte de ese consenso y estructura. Como sefiala Gonzalo Navajas, “hasta la desestabilizacién epistemolégica de la posmo- dernidad, leer y escribir eran actividades con un significado cominmente aceptado que corroboraba el sentido que esos términos han tenido desde la emergencia del clasicismo moderno... Texto y lector eran entidades fijas y estables sobre cuya funcién habia un consenso general” (144-45). En la so- ciedad posmoderna, por el contrario, el consenso general se ha perdido “y la escritura y la lectura se han visto fragmentadas y explosionadas por acepciones imprevisibles” (Navajas, 145). Esas funciones lingitisticas de épocas pasadas ai sobreviven hoy pero de formas incompletas y provisio- nales, y el papel del artista es mucho mas humilde, ya que tanto escritor como lector han aprendido a vivir dentro de un mundo plural y complejo, aceptando sus limitaciones y problemas. Es éste el sentido con el que se presenta Nueva York en Ventanas de Manhattan. Y sin embargo hay en este libro de Mufioz Molina una actitud ética que va més alla de los enunciados posmodernistas y se acerca a la vision profética y alucinatoria del poeta de Moguer en las prosas de su Diario. No esta abiertamente expresado, pero la 198 Mercedes Julié lectura de Ventanas de Manhattan deja en el lector la sensacién de pesadilla que el mundo moderno nos depara y que solapadamente condena su autor al hacer hincapié en ella. Las semejanzas de Ventanas de Manhattan con el Diario de Juan Ra- mén son numerosas, como vamos viendo. Hay una muy interesante que no quisiera pasar por alto porque quiz4s sea responsable de las tonalidades de Hibilo perceptibles en algunos poemas del Diario, asi como en numerosas secciones de Ventanas, y es que la composicién de estos textos esta asocia- da con una relacién amorosa intensa que se desarrolla en la ciudad, al mis- mo tiempo de la escritura. En ambos casos, los protagonistas han encontra- do al amor de sus vidas y estin viviendo su luna de miel. Como mencioné antes, Juan Ramén fue a Nueva York en 1916 para casarse con Zenobia Camprubi. Por consiguiente, las caminatas del poeta por la ciudad y sus vi- sitas a los museos, clubes y espectaculos tienen lugar en compafiia de su flamante mujer. En Ventanas de Manhattan también se hace participe al lector de una relacién sentimental que da comienzo al libro, al llegar el es- critor a Nueva York, y se desenvuelve en otras visitas a la ciudad, y donde finalmente la pareja decide establecer su residencia, La amada en ef libro de Mufioz Molina es por consiguiente compafiera y confidente a Jo largo del texto. No obstante, las menciones a la mujer querida en ambos autores son minimas, pero estan ahi y el lector esta consciente de que son ellas las Personas que comparten con el autor las experiencias descritas. Si bien el primer encuentro con la ciudad neoyorquina produjo en Juan Ramén un trastorno espiritual que queda reflejado en multitud de poemas del Diario, en el poema “Espacio”, escrito veinticinco afios mas tarde, Juan Ram6n vuelve a retomar el tema de Nueva York para deleitarse ahora en esos sentimientos de armonia, bienestar y amor que sintio al llegar por pri- mera vez a la ciudad. Asi dedicé la estrofa central dei poema, la més lirica de las tres, a expresar la unién en el amor de todas sus vivencias en Améri- ca y en Espajia: “Y para recordar por qué he vivide”, vengo a ti, rio Hudson de mi mar. “Dulce como esta luz cra ef amor...”. “Y por debajo de Washington Bridge (el puente mas con mas de esta New York) pasa el campo amarilio de mi infancia”. Infancia, nifio vuelvo a ser y soy, perdido, tan mayor, en lo mas grande. Leyenda inesperada: “dulce como la luz es el amor”, y esta New York es igual que Moguer, es igual que Sevilla y que Madrid, Puede el viento, en la esquina de Broadway, como en la Esquina de las Pulmonias de mi calle Raseén, conmigo: y tengo abierta 1a puerta donde vivo, con sol dentro, “Dulce como este sol era el amor”. (“Espacio”, 30) En “Espacio” (1941-1954) insiste Juan Ramon en las cualidades de en- suefio y admiracién que experimenté en su primera visita a Nueva York, y Juan Ramon Jiménez y “la novela” posmederna 199 el espacio de la metrépolis se convierte asi, por la gracia de Ja imaginacién y del lenguaje, en el centro del espacio y del tiempo, de su espacio y de su tiempo, exiliado ahora en los Estados Unidos. Mufioz Molina recobra en este texto la mirada inocente y fascinada de la persona desconocida que visita Nueva York y que va descubriendo la ciu- dad, a la vez que va haliando en él mismo su ser auténtico, alejado de Ja fama y de los numerosos quehaceres que dejara en Espafia: No soy nadie aqui, 0 soy un Don Nadie, y sin embargo soy mas yo mismo que nunca, mis que en cualquier otra parte. Despojado de circunstancias y afiadiduras exteriores, salvo de la presencia de quien conmigo va, como dice el romance, soy la médula y el hueso de mi identi- dad personal, 1o que uno es mis en ef fondo de si mismo, una cierta manera de estar en el mundo, de revivir lo mas valioso y decisive de lo ya vivido, los episodio det aprendizaje que lo ha Hlevado a uno a ser quien es, los descubrimientos y los entusiasmos que en la vida nor- mal ocupan un higar estable en el pasado y que aqui recobran su puro fervor de novedad. (Ventanas, 338-339) Nueva York en el libro de Mufioz Molina es el lugar del amor y del ano- nimato, y le permite ser y expresarse con toda autenticidad. Incluso en me- dio de la amenaza contundente del terrorismo, la ciudad contintia siendo un arsenal de sorpresas: “La certeza objetiva del peligro no me impide disfru- tar de una perpetua celebracién de todo, de una embriaguez de esta ciudad que no se amortigua nunca, y nunca cede a la rutina o al cansancio” (Venta- nas, 136). Por esa gracia de un lenguaje que nos parece profundo y auténti- camente humano, el mundo moderno presentado por el escritor jiennense se transforma a veces en un lugar entrafiable donde el individuo disfruta de paseos, lecturas, musica y convivencia con amigos; mientras que otras ve- ces es un sitio confuso y leno de contradicciones donde se siente victima de una sociedad injusta que esta fuera del control de cualquier persona. Una de las caracteristicas de la narrativa posmoderna, segiin han reite~ rado numerosos criticos, es el uso de un protagonista inferior al lector, un personaje desconocido y victima de un mundo complejo y de unas circuns- tancias imposibles de dominar (Navajas, 144). Tal es el caso en multitud de novelas y peliculas escritas en Espafia y en el extranjero a partir de la se- gunda mitad del siglo xx. Esto es asi también en las novelas de Antonio Mufioz Molina, y en esta obra que comento es el mismo autor quien se siente un “Don Nadie” en medio de la urbe, y es consciente de su propia pequefiez. No obstante este personaje es igualmente sabedor de que sin su presencia y sus apreciaciones de la ciudad, éstas quedarian sin escribirse, y es necesario darlas a conocer porque son tinicas y poderosas. Esto porque el artista (como el mismo Mufioz Molina explica al hablar de Manolo Val- 200 Mercedes Julid dés) es “capaz de encontrar tesoros casi a cada paso, o mas bien descubre la secreta cualidad de tesoro que puede haber casi en cualquier objeto o mate- rial que atestigiie la perduracién y la ruina, el paso del tiempo, las calidades de la materia cruda y las del trabajo humano” (Ventanas, 328). Una vez més las intuiciones del autor jiennense estén proximas a las de Juan Ramén Jiménez, quien a lo largo de su trayectoria poética dejé es- crito en numerosas ocasiones su afén de hacer inmortal en su escritura el mundo circundante, Sintiéndose particula mintscula del universo, el ha- blante juanramoniano sabia que Ia belleza de! mundo se acabaria con su muerte, aunque dicha belleza continuase: “Y yo me iré. / Y se quedaran los pajaros cantando”, son versos de un conocido poema temprano. En el poe- ma “Espacio” expresa una vez mas esta intuicién pero desde el punto de vista del hablante: “Pero si yo no estoy aqui con mis cinco sentidos, ni el mar ni el viento son viento ni mar; no estén gozando viento y mar si no los veo, si no los digo y lo escribo que lo estan. Nada es la realidad sin el Des- tino de una conciencia que la realiza” “Espacio”, 34). La voz lirica de Ven- tanas participa asimismo de esta doble perspectiva: se concibe como un ente diminuto en la gran ciudad, aunque esta consciente de que al mismo tiempo es el centro de ella, por ser esencial receptor y transmisor de su im- pacto. En este ensayo he sejialado como numerosas sensaciones presentadas por Mufioz Molina en su reciente libro se asemejan a las expresadas por Juan Ramén a lo largo de su vida en diversos poemas y prosas. Esto porque por una parte Juan Ramon fue un artista adelantado a su tiempo, quien en su poesia, y especialmente en las ultimas prosas utilizé formas de composi- cién muy innovadoras, cercanas al surrealismo,'? y fue consciente de su in- significancia dentro del universo. Por otra parte Mufioz Molina es uno de los pocos autores actuales que vuelve su mirada a la tradicién modernista y se reconoce heredero de ella. Como explica Gonzalo Navajas, la obra de Mufioz Molina “es fundamentalmente una investigacion de la temporalidad y la posibilidad de 1a inerustacién de un horizonte axiologico dentro de esa temporalidad para ennoblecerla y personalizarla” (142). En Ventanas de Manhattan, las diversas intuiciones de un yo litico se unen como en una especie de collage, para formar un todo o “novela lirica”, como la concebida por el poeta de Moguet. Es esta una novela sin trama donde los distintos temas que trata estan hilvanados por un unico narrador ' Es un surrealismo muy especiaf, ya que et poeta est en todo momento en control de la escritura, pero reproduce en ella el fluir del pensamiento. Esto puede apreciarse especialmen- te en “Espacio” y “Tiempo”. Véanse a este respecto mis estudios sobre estos poemas y el en- sayo de Manuel Rozas, “Juan Ramén Jiménez y el 27". Juan Ram6én Jiménez y “la novela” posmoderna 201 para dar a conocer al personaje central que es la ciudad de Nueva York. En este sentido cabe preguntarse, como se hizo en su dia con las prosas de Ji- ménez, a qué género pertenece esta obra de Mufioz Molina, ya que en este libro las impresiones que se ofrecen en los dlistintos apartados no son ficti- cias,'? esto es no fueron creadas libremente, sino que se ajustan a lo obser- vado y vivido en la ciudad por el autor, y por consiguiente no constituyen una novela per se. El libro se acerca al llamado “relato poético” pues, como ha sefialado Jorge Urrutia al hablar de Platero, éste se caracteriza por la presencia diluida del autor, quien nunca se muestra como figura real, dando privilegio asi al lugar descrito, el cual se convierte en tema y personaje del libro. Ademds en el relato poético suelen destacar las estaciones del afio que se constituyen en principio organizador del texto (Prélogo a Platero, 21). En Ventanas 1a narracion va mostrando los colores, el clima y el am- biente cambiante de la ciudad en las distintas estaciones. La fusién de rea- lismo y lirismo observable en los diversos apartados, asi como Ia relacién entre éstos y el espacio al que remiten son asimismo caracteristicas del re- lato poético. No obstante, al resaltar las vivencias del autor en una época importante de su vida, me inclino a pensar que Ventanas de Manhattan puede asimismo considerarse una autobiografia, aunque muy sui generis, porque resalta s6lo momentos aislados y escogidos. Este libro de Mufioz Molina constituye simultaneamente la sustancia del ser que las narra y de Jo narrado; sustancia que por otra parte no esté exenta de contradicciones y contrastes, como las que aparecen en Ja ciudad y en los individuos que ha- bitan en ella. Como se vio anteriormente, Ja técnica del contrapunto, muy utilizada por Juan Ramon, es una constante en Ventanas para yuxtaponer trozos liri- cos agradables que tratan del arte, especialmente de la pintura y la misica, junto a otros sombrios que expresan los abusos y peligros que encierra el recinto urbano. El milagro de una prosa lirica fluida y el amor como vincu- lo entre todas las cosas, y especialmente entre el protagonista y su amada, son factores que solidifican esta escritura. Hay muchos otros puntos de contacto entre Ventanas de Manhattan y las prosas juanramonianas, pero creo haber sefialado los mas significativos en relacion a los textos que comento. Existen claro otras diferencias nota- bles también. La principal creo yo que reside en el tiempo en que les tocd vivir. Asi, el lirismo en Juan Ramon, a veces ser muy exaltado, y en algu- nas prosas del Diario, incluso sarcastico se debe a la creencia del poeta de ® Mujioz Molina mismo ha declarado en carta a esta autora que este libro no es una no- vela porque todo él est basado en sus experiencias personales y es completamente autobio- grafico. 202 Mercedes Julia que el mundo podria cambiar si las personas fuesen conocedoras de los problemas que encierra 1a industrializacién, y el peligro que conlleva la destruccién de todo lo natural. El papel dei artista a comienzos del siglo xx era el de un visionario, capaz de presentar, por medio de simbolos, sus in- tuiciones para salvar a Ja humanidad. De ahi que insista Jiménez en la im- portancia de la naturaleza y de la belleza en las relaciones entre las perso- nas, los animales y las cosas. Aunque ya era consciente de los cambios profundos por los que pasaba la sociedad, a un nivel personal Juan Ramén tenia la determinacion de crear con su poesia un mundo bello y sdlido que sirviera como proteccién contra el derrumbamiento moral y estético per- ceptible a su alrededor. Mufioz Molina, cincuenta afios después, vive inmerso en una socie- dad plural, cuya complejidad, como han sefialado Francois Lyotard, Linda Hutcheon, Umberto Eco, Frederic Jameson y tantos otros, esté por encima de la comprensién de cualquier individuo. Sabe por consiguiente sus limi- taciones y de ahi que su tono sea sereno y humilde. Y sin embargo, su acti- tud moral robusta no deja de expresar sus quejas ante un mundo que se le antoja simultaneamente entrafiable, porque los individuos son victimas ino- centes, y brutal por los abusos, crimenes y peligros que encierra. Es en este sentido que esta obra entronca con los ideales modernistas, especialmente porque se da en este escritor, como en ningin otro de su generacién, “una nostalgia de un pasado sublime que contraste con 1a banalidad presente” (Navajas, 142). Juan Ramon Jiménez en Nueva York y en Estados Unidos se encontra- ba, como quien dice, de paso. El poeta, exiliado por cuestiones politicas, vivia sofiando con Espafia y pensaba que el mundo era distinto en otros lu- gares pre-industrializados. Por consiguiente imaginaba que todo podria, te- nia que mejorar en los paises mas avanzados, para que la raza humana so- breviviera. Su punto de referencia era siempre su Moguer natal, un pueblo rodeado de campifia, donde Ja vida era tranquila y cercana a la naturaleza. Antonio Mujioz Molina, varias generaciones mas tarde, es hijo de un mun- do industrializado que es igual en todas partes. En occidente, tanto las ciu- dades grandes como las pequefias son parecidas a la metropolis estadouni- dense. El autor sabe que no hay vuelta atras, ni existe otro lugar mejor al que regresar; y debido a ello slo queda aceptar el reto que presenta Nueva York con todas sus consecuencias. Juan Ramén Jiménez y “la novela” posmoderna 203 OBRAS CITADAS Azam, Gilbert. “Introduccién a Espacio de Juan Ram6n Jiménez". Anshropos, Vol. 7 (1989): 4T-54, Blasco, Javier y Gomez Trueba, Teresa. Juan Ramén Jiménez, la prosa de un poeta. Vallado- lid: Grammatea, 1994. Eliot, TIS. “The Music of Poetry”, On Poetry and Poets. Nueva York: The Noonday Press, 1961: 24, 24. Forrest, Jennifer and Jaffe Catherine. “Figuring Modernity: Juan Ramén Jiménez and the Baudelarian Tradition of the Prose Poem.” Comparative Literature 48, 3 (1996): 265-293. Forster, E.M. Aspects of the Novel. New York: Harvest Books, 1985. Gullén, Ricardo. La novela lirica, Madrid: Catedra, 1984. Jiménez, Juan Ramén. La corriente infinita, Madrid: Aguilar, 1961. “Cuentos Largos.” Edicién, Introduecién y Notas de Antonio Piedra. Obra poética, Vol. Il. Madrid: Espasa-Calpe, 2005, pp. 855-936. . Diario de un poeta reciencasado (1916). Edicion de Michael P. Predmore. Madrid: Citedra, 1998. Platero y yo. Edicién de Jorge Urrutia, Madrid: Biblioteca Nueva, 1997. Tiempo. Edicidn e introduecién de Mercedes Julia. Barcelona: Seix Barral, 2001. . El Zaratdn, Con 19 grabados de Alberto Beltran. México D.F: Imprenta de Bartolo mé Costa-Amic, 1946. . “Espacio” en Juli, Mercedes. BI universo de Juan Ramén Jiménez, Un estudio det poema “Espacio”, Madrid: Ediciones de la Torre, 1989. Todas las citas de “Espacio” han sido sacadas de este libro. Julia, Mercedes. “Ambitos americanos en el simbolismo del ultimo Juan Ramén Jiménez.” Hispanic Review 68 (2001): 53-71. Muitoz Molina, Antonio. Ventanas de Manhattan, Barcelona: Seix Baral, 2004, Navajas, Gonzalo. “De Unamuno a Antonio Mufioz Molina. Ei proyecto moderno y el siglo XxI", Siglo XX 15, 1-2 (1997): 134-146. Més alld de la posmodernidad. Estética de ta nueva novela y cine espaitoles, Barce- fona: EUB, 1996. Rozas, Manuel. “Juan Ramén y el 27: hodiernismo e irracionalismo en la parte central det Diario”. Juait Rann Jiménez en su centenario, Caceres, 1981, 149-69. Sanz Manzano, M? Angeles. “De por qué Juan Ramén Jiménez renuncié a ser novelista: El poeta y su teoria de la novela”. Revista de literatura LXV, 130 (2003): 471-500. Urrutia, Jorge. Prélogo a Placeroy yo. Madrid: Biblioteca Nueva, 1997.

You might also like