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Richard Sennett La corrosi6n del caracter Las consecuencias personales del trabajo en el nuevo capitalismo Traduccién de Daniel Nejmfas mM EDITORIAL ANAGRAMA BARCELONA, Tio del econ erga ‘The Cortesion of Characcer: The Pesone Consequences of Wotk in he New Capitalism W.W.Noreon de Company Nuews Yok, 1998 Disco dei colesin: lio Vivasy Estadio A Train: Miia Vidal Primer edicién expla: enero 2000 Décimo primers edcin expel: mayo 2010 Primers edicbnimprce on Argentina: marca 2012 (© Del eaduccidn, Daniel Najmias, 2000 © Richard Sennett, 1998 © EDITORIAL ANAGRAMA, S.A, 2000 Pedeé dele Crea, 58 (08034 Barcelona ISBN: 978-86-339-0590-1 Depésivo Legal: B. 25998-2010 Tmpreso en Argentina Peindng Books Alla memoria de Isaiah Berlin zer intenta comprender algunas repercusiones personales de los descubrimientos que todos ellos hicieron en relacién con la econo- mia moderna. Con mi profesor ayudante Michael Laskawy tengo tuna deuda de camaraderia intelectual, y también de paciencia en el manejo de las diversas versiones précticas que comportan inves- tigacién y horas de escritura, Este ensayo comenzé como un Curso Darwin, dictado en la Universidad de Cambridge en 1996, El Centro de Estudios Avan- zados de Ciencias del Comportamiento me faclits el tiempo ne- cesatio para escribir el presente libro. Por tiltimo, quiero dar las gracias a Donald Lamm y Alane Mason, de W. W. Norton & Company, y2 Arnulf Conradi y Bli- zabeth Ruge, de Berlin Verlag, que me ayudaron a darle fa forma final al manuscrito. 12 1, ALADERIVA Hace poco me encontré en un aeropuerto con alguien a quien no habia visto desde hacia quince afios, Veinticinco afios antes ha- bla entrevistado al padre de Rico (como lo llamaré en adelante), ‘cuando escrib{ un libro sobre la clase obrera americana titulado The Hidden Injuries of Class. Enrico, su padre, trabajaba entonces como portero, tenfa muchas esperanzas puestas en su hijo, que estaba entrando en la adolescencia y era un chico que destacaba en los deportes, Cuando, diez afios més tarde, dejé de ver al padre, Rico acababa de completar sus estudios universitarios. En la sala de espera de nuestra compasifa aérea, Rico daba Ja impresién de haber realizado todos los suefios del padre: levaba un ordenador cen un elegante estuche de piel, iba vestido con un traje que yo no podrfa permititme y lucfa un grueso anillo de sello. ‘Cuando nos conocimos, Enrico llevaba veinte afios limpiando lavabos y suelos de un edificio de oficinas del centro. Lo hacfa sin rechistat, pero tampoco pretendfa estar encarnando el suefio ame- ricano. Su trabajo tenfa un Ginico objetivo a largo plazo: servir a su familia, Habla tardado quince afios en ahorrer el dinero necesario para comprar una casa en un barrio residencial de las afueras de Boston, rompiendo asf los lazos que lo mantenian unido a su viejo barrio italiano; una casa en les afueras era mejor para los exios. Lucge Flavia, ou esposa, comenz6 a trabajar como planchadora en tun centro de limpieza en seco; cuando conoct a Enrico en 1970, yy Flavia estaban ahorrando para poder pagar la educacién uni- versitaria de sus dos hijos. 13 Lo que mis me sorprendié de Enrico -y su generacién fue cud lineal era el tiempo en su vida: afio tras afo en empleos que raramente presentaban cambios en lo cotidiano; en ese tiempo li- neal, Jos Jogros eran acumulatives. Enrico y Flavia comprobaban todas las semanas cémo crecfa su cuenta de ahorros. Median su vida doméstica por las diversas mejoras y afiadidos que hacfan en ssu casa, Ademés, la época que vivian era predecible. Las sacudidas de la Gran Depresién y de la Segunda Guerra Mundial habfan quedado atrés; los sindicatos protegian sus puestos de trabajo. Por so, aunque en el momento en que Jo conocl Enrico apenas tenia cuarenta afios, ya sabfa exactamente cuindo iba a jubilarse y con exudnto dinero contaria entonces. El tiempo es el nico recurso del cual pueden disponer gracui- tamente Jos que viven en el escalén m4s bajo de la sociedad. Para acumular tiempo, Entico necesitaba lo que el socidlogo Max We- berlamé una ejaula de hiesto», una estructura buroctética que ra cionalizaba el uso del tiempo; en el caso de Enrico, las normas de antigiedad por las que se regia su pensién estatal proporcionaban ese'armazén. Afiadiendo a estos recursos su disciplina, el resultado fue més que rentable. Enrico disefié para si mismo un relato perfectamente claro en el que la experiencia se acumulaba desde el punto de vista material ¥ siquico; su vida, por tanto, tenfa sentido en cuanto narracién lineal. Aunque un esnob evitarla'a Entico por aburrido, él experi- mentaba los afios como una historia dramética que avanzaba repa- racién tras reparacién, pago de intereses tras pago de intereses. El portero sentia que se convertia en el autor de su vida, y, aunque ‘ocupaba los iltimos peldafios de la escala social, ese relato le pro- porcionaba una sensacin de respeto por su propia persona. Si bien es clara, Is historia de la vida de Enrico no es sencilla Me sorprendié especialmente céme vivia a caballo entre el mun- do de su antigua comunidad de inmigrantes y el mundo de su nueva y neutral vida suburbana. Entre sus nuevos vecinos Entico vivla como un ciudadano tranquilo y modesto; no obstan- te, cuando regresaba al viejo barrio, los que seguian all le brinda- ban mucha mds atencién por ser un hombre al que le habia ido bien, uno de los veteranos dignos que regresaba todos los domin- 14 gos para ir a misa, actividad seguida de almuerzo y de tardes de café en las que se hablaba de todo un poco. Se gané el reconoci- miento de persona tinica entre aquellos que lo conoclan lo sufi- ciente para comprender su historia; de sus nuevos vecinos, en cambio, se gané un tipo de respeto mas andnimo haciende lo que todo el mundo haclat mantener limpia la casa y bien culdado el jardin y vivir sin incidences. La espesa textura de la experiencia particular de Enrico residia en el hecho de que era reconocido de dos maneras segiin la comunidad en que se moviera, dos identi- dades que eran el producto del mismo y disciplinado manejo del tiempo. Si el mundo fuera un lugar fly justo, los que disftaan de respeto devolverfan por igual la consideracién que se les tiene. Ast pensaba Fichte en Las findamentos del Derecho natural, donde ha- blaba de! «efecto reciproco» del xeconocimiento; pero la vida real no actiia con tanta generosidad. ‘A Enrico, pot ejemplo, no le gustaban los negros, aunque ha- bfa trabajado pacificamente muchos afios con otros porteros que ‘eran negros; no le gustaban tampoco los inmigrantes no italianos, ‘como los irlandeses, aunque su propio padre sélo chapurreaba el inglés. Tampoco podia admitir las peleas familiares, y no tenia aliados de clase. Sin embargo, lo que menos le gustaba erala gente de clase media. Decia que nosotzos lo tratdbamos como si fuera invisible, un «cero 2 la inquierdan; el resentimiento del portero se complicaba con su miedo a que, a causa de su falta de educacién y su baja categoria social, cuviéramos un secreto derecho a hacerlo, ‘A su capacidad de resistencia oponia la lastimera autocompasién de los negtos, I injusta intrusién de los extranjeros y los privile- gios inmerecidos de la burguesia. ‘Aunque Enrico sentia que habia alcanzado cierto honor so- cial, no toleraba la idea de que su hijo Rico repitiera su historia. El suefio americano de movilidad social ascendente era un poderoso ‘motor para mi amigo, «No entiendo una sola palabra ds lo que dicen, alarde6 ante mi Enrico varias veces cuando su hijo legaba del colegio y se ponia @ hacer los deberes de mateméticas. Of tam- bign a muchos ottos padres decir de sus hijos cosas como «No lo centiendos, en tonos més duros, como si los crios los hubieran 15 abandonado. Todos violamos de una manera u otra el lugar que nos ha sido asignado en el mito familiar, pero la movilidad ascen- dente le da a cse pasaje un giro peculiar. Rico y otros jévenes que ascendieron en la escala social a veces sentian vergienza por el acento de clase trabajadora y por los modales toscos de sus padres, pero con mayor frecuencia se sentian ahogedos por Ia intermina- ble estrategia de contar hasta el ltimo céntimo y manejar el tiem- po con cuentagotas. Estos nifios privilegiados querian embarcarse en un viaje menos forzado. Ahora, muchos afios més tarde, gracias a mi encuentro en el aeropuerto, tuve oportunidad de ver cémo le habian ido las cosas al hijo de Entico. Debo confesar que no me gust mucho lo que vi en la sala del aeropuerto. El costoso traje de Rico puede haber sido sblo el plumaje requerido por el trabajo, pero el anillo ~signo distintivo de una historia familiar de dlice~ parecfa al mismo tiem- po une mentira y una traicién al padre. No obstante, las cizcuns- tancias quisieron que Rico y yo coincidiéramos en un largo vuelo, Ni 4l ni yo hicimos uno de esos tipicos viajes americanos en que tun desconocido vomita todas sus emociones encima de otro, reco- ge un equipaje mds tangible cuando el avién aterriza y desaperece para siempre. Me senté a su Jado sin que me invitara, y durante la primera hora de un largo vuelo de Nueva York a Viena tuve que sacarle [a inforimacién con sacacorchos, : Fuc asf como me enteré de que Rico habia realizado el deseo de su padre en fa ascensién en la escala social, si bien en el fondo rechazé el camino de su padre. Rico se burla de los wesclavos del tiempo» y demés personas prisioneras en la ermadura de la buro- cracia, y cree que hay que estar abjerto al cambio y asumir riesgos, Y ha prosperado; mientras los ingresos de Enrico se situaban en la cola del escalafn, Rico ha ascendido hasta el 5% superior. Y, sin embargo, no es una historia cotalmente feliz para él, Tras giaduase eu ingenieste elécirica en una universidad lo- cal, Rico fue a una escuela de empresariales en Nueva York. All se casé con una compafiera, una joven protestante hija de una fami- lia de mejor posicién. Los estudios.prepararon a la pareja para 16 mudarse y cambiar de trabajo con frecuencia, y asf lo hicieron. Desde que terminaron la carrera, Rico se ha mudado cuatro veces en eatorce afios. Rico empezé como asesor tecnolégico en una empresa de ca- pital de tiesgo de la Costa Oeste, en los primeros y emocionantes fas de la industria informatics en Silicon Valley; luego se trasladé Chicago, donde tampoco le fue mal. Sin embargo, la siguiente mudanza se hizo a favor de la carrera de su mujer. Si Rico fuera ‘un personaje ambicioso sacado de las paginas de Balzac, nunca Jo bhabria hecho, pues aparte de no ganar més en su nuevo trabajo,

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