A.A.V.V. - MEMORIA y DERECHO PENAL PDF

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Las opiniones vertidas en artfculos, notas | © comentarios firmados, son exclusiva responsabilidad de los autores. | Fecha de catalogacién: 08/11/2007 Memoria y derecho penal / compilado por Juan Manuel Otero y Pablo Eiroa. 1a ed, - Buenos Aires : Fabién J. Di Placido Editor, 2007 454 p 20x14 em. - (Mas derecho?; 3) ISBN 978-987-9382-79.0 1, Derecho Penal. I. Otero, Juan Manuel, comp. I, Eiroa, Pablo, comp. cop 45 Rind Bi Ein © Copyright by FABIAN J, DI PLACIDO Editor Cardoso 212 Ciudad Auténoma de Buenos Aires (1407) Repsiblica Argentina Tel./Fax: (411) 4672-7408 e-mail: diplacido@ciudad.com.ar ‘www.fabiandiplacido.com.ar Hecho el depésito de ley 11.723 Prohibida la reproduccién parcial o total Derechos reservados Impreso en Argentina / Printed in Argentina Este libro se termin6 de imprimir en Impresiones Sud América Andrés Ferreyra 3767/9 Buenos Aires - Argentina en el mes de enero de 2008 Memoria y Derecho Penal Compiladores Pablo D. Eiroa Jua |. Otero Wot0, ~ COLECCION :MAS DERECHO? Staff Director: Juan Manuel Otero Secretarios de redaccién: Nicolés Guzman Santiago Martinez Consejo de redaccién: Ana Aliverti Maria Belén Franchini Diego Freedman Martin Hevia Gabriela Noemi Jugo INDICE PRESENTACION. Paato D. EiRoA... 13 MEMORIA Y JUSTICIA TRANSICIONAL. Jon ExsreR 25 |. Delitos en el pasado distante 29 11, Justicia Transicional Demorada 32 Il, Memorias de la Justicia Transicional 35 IV. Conclusién.. 38 DAMNATIO MEMORIAE Y HUMANITAS DEL DERECHO. AtperTo FILIP. 41 Premisa .. 43 |. Dos casos: memoria salvada/memoria prohibida 45 Il Usos publicos y privados de la memoria: olvido, culpa y perdén 57 Il Fuentes para el derecho: los Tribunales Russell sobre Amé rica Latina... IV, Derecho a la memoria para un derecho con memori V. Desaparecidos, aparecidos y sobrevivientes 74 LA PRUEBA, LA MEMORIA Y EL OLVIDO. Canto Ginzaurc... 89 LA “PROTECCION PENAL DE LA MEMORIA". SOBRE EL. DELITO DE NEGACIONISMO. Emanucta FRONZA a 1. Derecho, memoria y pena. 113 Il. El fendmeno negacionista 121 8 Indice General II Los diferentes niveles de proteccién 126 1. El derecho internacional general. 127 2, Las normas regionales: los instrumentos europeos... 130 2.1. El Consejo de Europ 131 2.2. La Unién Europea . 135 3. Las legislaciones nacionales 138 IV. Los negacionistas a juicio. Analisis de tres casos paradig- maticos.... 146 1. La distincién entre “manifestacin de una opinién’ y “afirmacién de un hecho". La sentencia del Bundesver- fassungsgericht.. 2. La Historia que deviene cosa juzgada: el Holocaust como “hecho histéricamente establecido”. El caso 147 Garaudy .... . 155 3. El proceso a la Historia: “el método correcto”. El caso Theil 158 \. La proteccion penal de la memoria: algunas observacio- es. 166 1, GI juez historiador? 166 2. La memoria como bien juridico 170 3. La funcién simbdlico-expresiva de! tipo de negacionismo 177 MEMORIA Y JUSTICIA. LA SANCION INTERNACIONAL DE LA VIOLENCIA. Sa.vatore SeNEsé... . see 183 |. La proteccién internacional de los derechos humano: 185 i, El movimiento por el respeto de los derechos humano: 188 il, El proceso y fa jurisdiccién 190 WV. Los claroscuros de la lucha contra la impunidad ... 194 V. De los tribunales internacionales ad hoc a la Corte Penal Internacional... 197 VI. Proteccién internacional de los derechos humanos j y guerra. 202 Vil. La prohibicién de la guerra y la memoria 207 Momosa y Derecho Penal 8 LA DECISION JUDICIAL EN LA CONSTRUCCION DE LA MEMORIA COLECTIVA —UNA APROXIMACION DESDE LA HERMENEUTICA— Taniana RINCON . I Introduccién IL El/a juez/a penal como agente constructor de la memo- ria colectiva i Los marcos normativos de la actuacin de los jueces y las juezas penales como agentes constructores/as de memoria colectiva.. WV. La conveniencia poltica del papel de los jueces y de las juezas penales como agentes constructores/as de la me- moria colectiv V. Amodo de conclusié Bibliografia. 215 217 . 222 226 231 234 235 RESPONSABILIDADES LIMITADAS: LA RESPONSABILIDAD ESTATAL E INDIVIDUAL A TRAVES DE LA LENTE DE LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS. ANA ALIVERTI .. Introduccién .. La Corte Interamericana y sus sentencias .. Lo que la Corte Interamericana s{ puede hacer. Lo que la Corte Interamericana no debe hacer . 239 241 245, 248 252 DERECHOS HUMANOS Y POLITICA DEMOCRATICA. LAS TAREAS DE LA HISTORIA Y DE LA JUSTICIA ENTRE POPULISMO Y LIBERALISMO. Marcos NovaRo .... 269 |. Funcionalidades y disfuncionalidades entre democracia y derechos humanos.... 1. Alfonsin: revisién y memoria incondicionadas vs. justi cia limitada. Los dos demonios y los niveles de responsabilida Las tensiones temporales y morales de los juicios 2 275 277 283 10 inioe General Punto Final y Obediencia Debida Guerra de desgaste con final tragico para el alfonsi- 292 nismo.. 297 2, Menem: pacificacién, olvido y reemergencia del pro- blema 304, 3. Kirchner, la memoria de la “lucha popular” y la justicia incondicionada: 316 Bibliografa.. 322 zPROCESOS PENALES SOLO PARA CONOCER LA VERDAD? LA EXPERIENCIA ARGENTINA. Danie R. Pastor 325 |. Descripcién de un fenémeno peculiar 327 A. La situacién.. 327 B, Alcances del lamado “derecho a la verdad" 330 C. Tiempo de conocer para saber y penar.... 337 D. Tiempo de conocer para saber @ informar .ncceene 341 Il Critica de este fendmeno peculiar 361 A. Aclaracién previ 361 B. La objecién teleolégica 353 C. La objecién epistemologica . 360 D. Las objeciones metodolégicas 366 E. La objecién puramente técnica 375 F. La objecién politica. 378 G. La objecién histérica 385 UU, Problemas actuales 388 IV. Alternativas racionales. 302 MEMORIA Y JUSTICIA EN LA EXPERIENCIA DE LA COMISION SUDAFRICANA PARA LA VERDAD Y LA RECONCILIACION. Pasto D. EiRoA be woe 401 I. Introduccién. 403 I El context urcico, politico y social dela transiién suda- fricana ... 408 ‘Memasay Derecho Penal " IIL La bisqueda de la paz social a través de la verdad y la re- conciliacién: las razones de la Comision sudafricana y de la renuncia al modelo de la justicia penal . . 413 1. La reconstruccién de una memoria no meramente “penalista” en Sudatrica 2, Memoria consensuada vs. memoria 2 autoritaria. 3. Una amnistia funcional a la reconstruccién de la ver- dad y a la reconciliacién....... 4, El concepto de justicia en fa TRC WV, Conclusi6n. .. 415 419 427 437 451 vong “d o1qed PRESENTACION EI volumen que presentamos aborda el estudio de las posibles relaciones entre la historia, la memoria y el derecho en contextos nacionales e internacionales, en los cuales la voluntad politica y social manifestada por los grupos pre- ponderantes luego de la finalizacién de un régimen o con- flicto violento, caracterizado por las violaciones sisteméticas y masivas de los derechos fundamentales, es la de construir 0 reconstruir una sociedad pacifica y superar asf un pasado doloroso. ‘Como es notorio, en las diversas experiencias de tran- sicién conocidas, al menos después de la segunda guerra mundial, se considers que la consolidacién de una “memo- ria colectiva” sobre la base de una “historia oficial” adquie- re una importancia fundamental para garantizar la estabi- lidad del nuevo orden social. Por un lado, la memoria serfa una de las bases firmes sobre las cuales debe apoyarse la nueva sociedad pacifica, pues el olvido de las circunstancias, que otrora la ofuscaran facilitarfa el retorno del pasado. Por otro lado, la exigencia de establecer una historia oficial sobre Ja cual consolidar la memoria colectiva provendria de todos © casi todos los sectores de la sociedad: desde las victimas, que requieren el reconocimiento de los crimenes ocultados 0 cuyas versiones ptiblicas fueron falseadas, pasando por las autoridades del nuevo gobiemo, que buscan fundar sobre la memoria colectiva una nueva convivencia social y legitimar los valores del nuevo orden, hasta llegar, en algunos casos, incluso a los responsables del régimen precedente, que pre- tenden subrayar las circunstancias que pueden servir como atenuantes 0 justificaciones de lo ocuttido. 6 Pablo koa Ahora bien, 2qué papel se ha asignado en dichos con- textos a la decisi6n judicial en la construccion de una histo- tia oficial? ¢Qué influencia tienen las memorias subjetivas en la decisin politica de perseguir penalmente a los respon- sables del régimen anterior 0 a los “perdedores” del conflic- to? ZY qué influencia tiene, en cambio, la decisién judicial en Jas memorias subjetivas? Un andlisis valorativo de las distin- tas respuestas a estos interrogantes que pueden encontrarse en el curso de la historia comporta explicar, ademés, tanto qué tipo de verdad y, en consecuencia, qué tipo de historia puede reconstruirse a través del proceso penal, como si sea coherente exigir, en el marco del orden juridico y politico en el quiere basarse la nueva sociedad, el reconocimiento de una sola versién de los hechos como legitima, como “cosa juzgada”, e impedirse (0 al menos censurarse incluso a tra- vés del derecho penal) la existencia de memorias subjetivas incompatibles o simplemente divergentes, Los articulos que conforman este volumen estén en- caminados a aproximar una respuesta a estos interrogantes, los cuales, como el lector habré intuido inmediatamente, suscitan numerosas y complejas cuestiones que superan la Optica del jurista y la disciplina misma del estudio del dere- cho. Con tal conviccién hemos invitado a participar en este ntimero especial de una revista juridica a distinguidos estu- diosos no sélo del derecho, sino también de la historia, la politica, la teoria social y la filosofia, més alld de que crea- mos también en la necesidad de que todos los estudios juri- dicos sean cada vez mas permeables a las posibles influen- cias metodolégicas de estas disciplinas y a los resultados de sus investigaciones para acercarse siempre con mayor pre- cisién al conocimiento de lo que el derecho penal es, puede y debe ser a fin de cumplir con toda la eficacia posible su fancién primordial de garantizar la paz social a través de la proteccién de los derechos fundamentales. @ Presentacin 7 Por lo demas, la importancia y la relevancia del tema propuesto no parecen disminuir con el paso del tiempo, si- no que, por el contrario, su vigencia se renueva permanen- temente en los més diversos escenarios locales y también en el plano internacional. Asf lo revelan los trabajos de Jon Exster y Alberto FILipPt que presentamos aqui. El primero lo hace estudiando, desde la perspectiva de la teoria social, los vinculos entre memoria y justicia transicional que observa en los mas famosos procesos de transicién que tuvieron lugar en Europa antes de la prime- ra guerra mundial, entre ésta y la segunda, y especialmen- te el proceso de transicién alemén orientado a la eliminacién del nazismo primero y del comunismo después, buscando descifrar la influencia de las memorias subjetivas en las de- cisiones acerca del establecimiento de la modalidad, para Mevar a cabo un proceso de justicia transicional, o sea el pro- cedimiento legal y administrativo que se pone en practica luego de una transici6n politica a fin de remediar los errores del régimen anterior. Asimismo, busca aclarar las influen- cias del tiempo en las memorias subjetivas y en las sensibili- dades 0 emociones que puedan condicionay, a su vez, las ca- racteristicas, los resultados y hasta la existencia misma de tales procesos de justicia transicional. FILiPPi, en cambio, propone un anélisis filos6fico-juri- dico y politico de los lazos que observa entre las valientes denuncias de las violaciones sistematicas de los derechos fandamentales cometidas en Europa y Latinoamérica, en tiempos en los que imperaba la negacion de la humanidad del “otro” y la condena de la memoria de dichas violaciones, y Ia transformacién sucesiva de esas denuncias en una con- dena a la memoria, que se concretiza como fuente del dere- choy dela humanitas del derecho, incluso después de siglos. Si nos limitamos a Europa, es indudable que los pro- cesos celebrados contra los responsables de los regimenes 8 Pablo Eos nazifascistas tanto en el plano internacional, por medio del proceso de Niiremberg, como en el plano local, a través de Jos numerosos procesos internos que se realizaron en todo el continente, tuvieron una importancia esencial para con- solidar la concepcién de las nuevas democracias europeas como sociedades fundadas sobre la derrotayy el rechazo de Jos regimenes totalitarios de la primera mitad del siglo XX. Pero la l6gica judicial para interpretar el pasado y defender Jos pactos fundadores de la Europa democrattica no se agota- ria con tales procesos, sino que encontraria su reafirmacién afios ms tarde, primero, en las persecuciones penales fran- cesas contra Paul Touvigr, Klaus BARBIE y Maurcie PAPON, en el proceso italiano contra Erich PRIEBKE y en el israelf contra Adolf EICHMANN, y luego, paralelamente a la difu- si6n de las teorfas negacionistas del Holocausto, en las re- cientes legislaciones penales europeas que confirmarian claramente la finalidad del uso del derecho penal para con- solidar una cierta memoria. Desde la perspectiva del historiador, Carlo GiNzBURG analiza en este volumen los problemas que el negacionismo pone para las concepciones de la historia, de la justicia y de los roles que un historiador y un juez pueden y deben tener en a lucha contra el olvido y la pérdida de significado de ciertos hechos fundamentales, a raiz del paso del tiempo. El tema del negacionismo es abordado también por Emanuela FRONZA, pero desde el punto de vista del derecho penal y la filosofia del derecho. Su articulo, en efecto, se concentra en el estudio de las recientes normas penales europeas, tanto de cardcter local como regional, destinadas a penalizar explici- tamente las teorias de! negacionismo, evidenciando la gran actualidad y relevancia que todavia tiene esta temética en el debate politico, juridico y social del viejo continente. La misma actualidad e importancia del debate acerca de las relaciones entre la historia, la memoria y el derecho Prosentaciin 8 se observa en el Ambito del derecho intemacional. Asf lo demuestra el trabajo de Salvatore SENESE que publicamos en este volumen, dedicado justamente al estudio de las re- laciones entre la memoria y la justicia, a las que diera lu- gar histéricamente el orden internacional. SENESE afronta el problema de la verdad que puede construirse en un pro- ceso judicial y de la vigencia que esta verdad puede tener en la memoria colectiva de los pueblos frente a fenémenos como el negacionismo de la Shod o la rehabilitacién politi- ca de la guerra como medio de resolucién de conflictos. Pero, en todo caso, reconoce un rol fundamental de los tri bunales internacionales en la construccién de una memo- ria colectiva, sugiriendo que, por ejemplo, sin el proceso de Niiremberg y el mas reciente por los crimenes cometi- dos en la antigua Yugoslavia, muchas de las atrocidades a las que ha asistido parte de la humanidad habrian queda- do en el olvido o no habrian adquirido una difusion masi- va. Por ello parece evaluar positivamente la prohibicién de la impunidad de los crfmenes internacionales que ac- tualmente rige en el orden internacional, la cual es asocia- da directamente al olvido de esos hechos. Esta alegada correspondencia entre impunidad y olvi- do, por lo demas, no puede sorprendernos. La palabra “am- nistia” tiene sus origenes en el término greco “ammnestia”, 0 Sea Olvido. Y, tal como Jo ha reconstruido Andreas O'SHEA, el Instituto de la amnistia ha sido usado histéricamente como sindnimo de olvido y perdén, los cuales se consideraron necesarios cada Vez que luego de un conflicto, interno o in- teracional, no se imponia un claro vencedor y/o las par- tes tenfan la intencién de reconciliarse para alcanzar una paz estable. En consecuencia, los acuerdos de paz, en esas, circunstancias, exoneraban a todos los combatientes de cual- quier tipo de responsabilidad, penal y civil pero, sobre todo, e flatoria, pee ‘pea. Pablo toa prohibfan todo tipo de pretensién de cardcter retributive de una parte respecto de la otra por el dafio que ésta le hubiera provocado1 En este sentido, entonces, “memoria” presupone “jui- cio de la historia”. Pero no cualquier “juicio”, sino el “juicio penal”, o sea la investigacién, el proceso y tl castigo de los responsables de los crimenes cometidos. Se trata de una idea ampliamente compartida también hoy en la doctrina y Ja jurisprudencia latinoamericanas, asi como lo evidencian Tatiana RINCON y Ana ALIVERTI en este niimero especial. Las denuncias de los crimenes atroces que se cometieron en América Latina durante las dictaduras militares de fines de Jos sesenta y los uiltimos afios ochenta se volvieron siempre més numerosas con Ja decadencia progresiva de dichos regi- @ >) | Jaunay ~ menes y fueron adquiriendo, a su vez, el significado que ac- terra ~ tualmente las caracteriza: exigencias de verdad, memoria y foricia.~ justicia, que recaen sobre todos los Estados de la regién, de acuerdo con la Comisién y la Corte Interamericanas de Dere- chos Humanos. Las autoras, en todo caso, estudian detenida- mente la aparente relacién de correspondencia que existiria entre esos tres conceptos, segtin las opiniones dominantes en la actualidad, y tratan de dar una respuesta, ante todo, a cul es el significado que deben asumir en el ambito del derecho, en particular de! ordenamiento interamericano. ___ Ahora bien, si América Latina aparece como una re- giGn que puede considerarse un buen laboratorio para el es- tudio de nuestro tema, Argentina quizas sea hoy el pais que mayores incentivos brinda para lanzar una reflexién al res- ecto. Baste recordar la reciente sentencia de la Corte Supre- 1 Clr. O'SHEA, A., Amnesty for Crime in International Law and Practice, Kluwer Law International, La Haya, 2002, pp. $33. kc Presentactin a ma de Justicia que declara la inconstitucionalidad de las le- yes conocidas como “obediencia debida” y “punto final” 2, en la cual se afirmé que las leyes cuestionadas, “como toda amnistia, se orientan al ‘olvido’ de graves violaciones a los derechos humanos” 5. Esta sentencia, ademés, abrié el cami- no a sucesivas declaraciones de inconstitucionalidad de los indultos que beneficiaron a los militares acusados de cri- menes atroces, permitiendo la reapertura de los procesos penales contra cientos de ellos4. Todo esto, naturalmente, acrecent6 el debate ptiblico sobre el tema, que encontré un nuevo y vigoroso impulso el 24 de marzo de 2006, con la manifestacién popular masiva que se realizé en la Plaza de Mayo, bajo el lema “memoria y justicia”, al cumplirse 30 afios desde el ultimo golpe de Estados. Ello justifica ampliamente la publicacién en este nu- mero especial de los trabajos de Marcos Novaro y Daniel Pastor. El primero analiza las politicas publicas implemen- tadas en Argentina entre 1983 y 2005 para fortalecer el res- peto de los derechos humanos. Naturalmente, entre ellas ocupan un lugar central las decisiones sobre la “revision ju- dicial” de la historia del tiltimo régimen militar en nuestro pais que adoptaron los gobiernos de ALFONSIN y MENEM y que actualmente adopta el gobierno de Kircee. NOVARO propone un anélisis encaminado a descifrar las motivacio- 2 Chr. CSIN, expedionte 8.1767. XXVIII, "SimOn, Julio Héctor y otros / privacion legitima de la Hbertad, etc”, causa n° 17.768, sent. del 14/6/2005, 3) Considerando 16 del voto del juez Pemaccet. 4 Cir, por ejemplo, “"Videla desindultado", Pagina 12, 5/9/2006; “Et _genocida sin marco legal”, Pagina 12, 6/9/2006; “Anularon el indulto a Martinez, de Ho2", Le Nacién, 4/9/2006; “También anularon el indulto a Videla”, La Na- ion, 6/9/2006, 5 Cl, DILLON, M, “Cien mil voces para sostener la memoria", Pégina 12, 25/3/2006. X\ 2 Pabio oa nes que habrian fundado dichas decisiones, a partir de las otientaciones polfticas de los gobiernos mencionados y, apa- rentemente, de su respectiva voluntad de generar un propio marco de legitimacién. Pero el autor no deja de lado las ten- dencias politicas y socio-culturales prevalecientes en los distintos momentos histéricos, tanto en el plano local como en el internacional, que condicionarian las sensibilidades de Ia sociedad y sus consecuentes reclamos. Por su parte, Pastor toma como centro de su andlisis el caso peculiar de los llamados “juicios de la verdad” en Ar- gentina, explicando cuéles son las objeciones de tipo teleol- gico, epistemol6gico, metodol6gico, técnico, politico e histé- tico que cabe evidenciar frente a la idea del proceso penal como instrumento para alcanzar la verdad exigida por la Comision y la Corte Interamericanas de Derechos Humanos ___Enrealidad, serfa posible pensar que los llamados “jui- clos de la verdad” en Argentina “tuvieron la finalidad encu- Dierta y directamente negada en las resoluciones de adquitir Y conservar la prueba necesaria para perseguir y condenar estos hechos ante una eventual reapertura de los procesos en el futuro”. Esta hipétesis de trabajo que Pastor se limita a introducir como punto de partida para estudios futuros, “explicaria por qué fue asignada la reelaboracién del pasa do de un modo tan decidido al tosco instrumental del pro- ceso penal, método dificilmente concebible para describir un pasado tan complejo, siendo que es ya incapaz de escla- recer de modo satistactorio hechos notablemente sencillos”, En el iltimo trabajo de este volumen, quien escribe estudia el caso de la Comisi6n sudafricana para la verdad y la reconciliacion, E] interés por este caso en particular, pese a los numerosos ejemplos histéricos de Comisiones de la verdad, puede explicarse en base a tres caracteristicas esen- ciales de la Comisién sudafricana: a) ella no sélo pretendis Presentan 2 reconstruir la verdad de los hechos relevantes para el dere- cho penal y la consecuente responsabilidad que le cabe a sus autores y c6mplices, sino que también investigé6 sobre los antecedentes, las circunstancias, los factores y el contexto de las violaciones a los derechos humanos, buscando evi- denciar la responsabilidad que corresponde también a cada uno de los sectores de la sociedad (jueces, abogados, médi- cos, empresarios, religiosos, periodistas, etc.) por el mante- nimiento del régimen segregacionista en Sudéfrica y los cri- menes cometidos durante su vigencia; b) en el proceso de reconstruccién de esta verdad no sélo participaron victimas y testigos de los crimenes, sino también sus responsables, representantes de los diversos sectores sociales y personas que simplemente podian aportar datos relevantes para re- construir el contexto en el que se cometieron tales crimenes y las causas por las cuales se Ilegé a una situacién semejan- ie; ¢) la inmunidad contra la persecuci6n penal se garantiz6 s6lo a los acusados que Ja solicitaran, con la condicién de que declarasen frente a la Comisién toda la verdad sobre los hechos por los cuales deseaban ser eximidos de su eventual responsabilidad penal. Pues bien, el trabajo dedicado a esta Comision bus- ca ilustrar y analizar las razones por las cuales en Sudéfri- ca se decidié renunciar al modelo de la justicia penal como instrumento de reconstruccién de la verdad y pacificacion social; razones que parecen poner en crisis algunas de las ideas que, al menos en los diltimos quince afios, tendrfan un claro predominio en los planos nacionales e internacio- nal. O sea: “no hay paz sin justicia penal”, “no hay justicia sin castigo”, “toda amnistia estd orientada al olvido”. Para terminar, no nos queda més que agradecer a los distinguidos estudiosos que han aceptado colaborar en la realizacién de este mimero y a todos los que también lo 24 Pebio roa han hecho, de una u otra manera. Esperamos que el resul- tado de este esfuerzo pueda contribuir a generar nuevos debates sobre una cuestién tan actual y relevante para la doctrina juridica (y no sélo para ella) local e internacional, PABLO D. ERROA Florencia, marzo de 2007 Jon Elster* MEMORIA Y JUSTICIA TRANSICIONAL** S La justicia transicional es el proceso juridico y admi- nistrativo que se leva adelante después de una transicién ‘politica con previ el propésito de tratar Jos delitos del régimen . E] nuevo régimen tiene qué decidir qué califica co- ‘hod elitoy io sancionar os dlincuents. Tambien de ambien Be deaidir qui Padecimfentos causados por estos delitos y cOmorcompensar a las victimas. Si bien Ia Ii teratura cada vez més abundante sobre justicia transicional se concentra, mocracia, tal casi invariablemente, en las transiciones a la de- ‘como veremos, la transicién a regimenes no de- mocréticos pero constitucionales también ofrece ejemplos interesantes. En las transiciones a regimenes no constitucio- nales, especialmente cuando, ala vez, éstos no son democra- ticos, es mas probable que veamos venganza espontanea 0 TR 'No digo que las demandas por obtener ven- ig % imen también a la justicia transicional en los es- cenarios democraticos; simplemente sostengo que el estado de derecho restringe el alcance del motivo de revancha. Pa- ra algunos propésitos, un criterio operativo para distinguir entre juicios reales (como en Niiremberg) y juicios show (tal como en el Tribunal Internacional de Guerra del Lejano Oriente) es que, en el iltimo tipo de juicio, algunos de los acusados son absueltos. + Profes sor de Ciencias Sociales, Universidad de Columbia ** Este trabajo se preparé para el seminario “Memory of wat“, MIT, enero de 2003, Traduccién del inglés de Martin Hsvia y Juan Manuel Or=30. | a son Bistr Las decisiones que se toman en un proceso de justicia transicional pueden depender fuertemente del paso del tiempo de dos formas diferentes. Primero, el mismo hecho cometido en dos momentos pretransicionales diferentes pue- ; de dar lugar a castigos 0 compensaciones diferentes cuando se los evaltia en el mismo momento postransicional. Segun- do, el mismo hecho cometido en el mismo momento pre- transicional puede dar lugar a castigos diferentes cuando se los evaltia en momentos postransicionales diferentes. Estos mecanismos se pueden agravar si los mismos actos pretransicionales cometidos en T=1 y T=2 producen reac- ciones diferentes cuando se los evaliia en T=3 y T=4, res- pectivamente. También se pueden contrarrestar el uno al otro si los mismos hechos pretransicionales cometidos en T=1 y T-2 producen la misma reaccién cuando se los eva- lia en T=4 y T=3, respectivamente. ‘Tipicamente —aunque, segtin veremos, no siempre—, la severidad del castigo y la generosidad de la compensa. cién declinan (i) con el intervalo de tiempo entre los hechos relevantes y la transicién, y (ji) con el intervalo de tiempo en- tre la transicin y la decisin. Consideraré tres mecanismos diferentes que pueden explicar estos efectos (ademés, los de- lincuentes a quienes se juzga largo tiempo después de sus ac- tos podrfan argumentar con éxito que, debido al lapso trans- currido, no son verdaderamente “las mismas personas”). Primero, est la decadenci; apea caracterizan por tener una corta vida. Segundo, documentar los delitos y los padecimientos se hace cada mas dificil con el paso del tiempo (generalmente, se justifican las leyes que limitan en base a este hecho y, a veces, en base a la “delga- da” nocién de identidad personal, discutida en el comenta- <~_1 tlo del paréntesis anterior). Tercero, la memoria de lo que stu- cedié también puede decaer con el tiempo. Memosay sti vansconal 2 Elmecanismo de la memoria produce sus efectos me- dianie los otros dos mecanismos, que se corresponden con dos dimensiones diferentes de la memoria: contenido propo- sicional y vividez del imaginario. Como la memoria pro- posicional se torna menos precisa con el tiempo, es menor fa probabilidad dé que las medidas que descansar en el tes- timonio de los testigos acerca de hechos distantes en el tiem- po produzcan resultados concluyentes. Si se pierden o se destruyen documentos escritos, el efecto de la documenta cién puede darse con independencia del efecto de la memo- ria. Debido a que, incluso, la memoria proposicional pre- cisa se torna menos vivida con el tiempo, la probabilidad de que los eventos recordados generen emociones fuertes es menor. Si la disminucién de la emoci6n se debe a que la excitacién fisioldgica se sosiega antes de que la memoria tecnicolor se haya convertido al blanco y negro, el efecto emocién también puede ocurrir con independencia del memoria. ero a dar ejemplos de estos mecanismos y de algunas excepciones, considerando tres tipos de casos. En la Seccién I, discutiré el impacto de la justicia transicional durante el intervalo de tiempo entre los actos de delincuencia y la transicién. En la Seccién III, me concentraré en el intervalo entre la transici6n y la decisién juridica o administrativa. En Ia Seccién IV, analizaré c6mo la justicia transicional puede disefarse mediante la memoria de la justicia transicional en el despertar de una transicién anterior. La Seccién V ofrece algunas conclusiones breves. I, Delitos en el pasado distante La demanda de justicia transicional y, notablemente, de castigo de los delincuentes tiende a decrecer a medida zm Do. don Elstor _ Peels ——\ que pasa el tiempo desde la comision del delito. En las transiciones poscomunistas, la demanda de retribucién era més débil en los paises en los Gue se habfan cometido las eores atrocidades en el pasado mas distante, tales como Bulgaria y Hungria, y eran mas fuertes en Checoslovaquia y la ex Alemania Democratica, donde la represi6n se man- tuvo sin disminucién hasta el fin. En los primeros dos paf- ses, la debilidad relativa de la demanda de retribucién pue- de explicarse no slo mediante la debilidad de la memoria, sino también por la ausencia de memoria, Segan el modo | en que entiendo l¢Mocion de memoria, ésta se distingue del mero conocimiento abstracto de un hecho pasado, en que, | para recordar un hecho, uno debe haber estado presente cuando sucedi6 y también cerca de dénde sucedi6. Si bien todos los adultos htingaros en 1990 tenfan conocimiento de larepresi6n contra el levantamiento de 1956, menos de la mi: tad de ellos podfa recordarlos. Parece plausible que el cone i. 7. Gimiento abstracto de un hecho pasado sea todavia menos motivador que la memoria marchita. El fin de la Segunda Guerra Mundial fue muy diferen- te en los diversos paises ocupados por los alemanes, En Bél- gica, Francia, Hungrfa e Italia, hubo enfrentamientos encar. nizados hacia el final, y los alemanes normalmente usaban técticas “que arrasaban la tierra”. En Dinamarca, Holanda y Noruega hubo pocos enfrentamientos —o ninguno— antes dela capitulacién. Mi impresién es que la demanda de retri- bucién era més fuerte en el primer grupo de paises porque ® Fe goRERSIoN gta mas reciente y, por ende, el recuerdo de la CEVA Ti Nae y en clea vouada A eNEnery Wrcoho! Chando los individuos deportados volvieron después de la Liberacién y pudieron presentar testimonio de las atrocidades en los campos alemanes, hubo un segundo pico en la demanda de retribucién, Memos y justia varsiconat a Las dos Restauraciones de la Monarquia Francesa en 1814 y en 1815-1816, separadas por los Cien Dias de Napo- len, son un ejemplo destacado del efecto cercanfa, Des- pués de la Primera Restauracién, [iis XVII propuso un estatuto en el que, resistiendo los reclamos de los emigra- dos, ordené una amnesia piblica, completa (y_amnistia) para las opinion€e-verel 1 Reet metas ates de la Restauracién, incluyendo los de los regicidas que ha- bian votado a favor de la ejecucién de su hermano mayor, Luis XVI Después de la Segunda Restauracién, tuvo que ceder ante los pedidos de los emigrados e imponer el exilio para todos los regicidas que se habian aliado a Napoleén durante los Cien Dias. El delito més reciente tuvo prece- dencia sobre los anteriores y més serios. Del mismo modo, la demanda de indemnizacién por las propiedades confis- cadas a los emigrados crecié en la Segunda Restauraci6n, a pesar de que la raina financiera del pafs demoré su eje- cucién hasta 1825. Un dicho habitual acerca de los emigrados que vol- vfan a Francia después de la primera derrota de Napoleén en 1814 era que “ils n’ont rien appris ni rien oublié” (no aprendieron ni olvidaron nada). Muchos de ellos querfan, simplemente, restablecer el “ancien régime”, incluyendo las cuotas feudales y el diezmo. Otros querfan recuperar sus propiedades y no recibir una mera compensacién mo- netaria, Otros, incluso, querian que quienes habfan com- prado sus propiedades a precios muy bajos se hicieran cargo de las indemnizaciones 0, quizés, que fueran casti- gados por sus acciones. En la Corte, los emigrados se com- portaban con una arrogancia incresble, por ejemplo, al in- ducir al mariscal Ney a unirse a Napole6n durante los Cien Dias, como consecuencia del desprecio manifestado hacia su esposa. Parece razonable asumir que su memoria se habfa mantenido viva artificialmente por su existencia % son Eber artificial en el exilio, durante el que no tenfan mucho mas qué hacer que pensar y hablar acerca del maltrato que ha- bfan recibido, y esperar con la ilusi6n de que los hechos to- maran un mejor rumbo. Otro ejemplo de memoria persistente puede tomar- se de la Liberacion de Italia. En uno de los primeros juicios posteriores a la Ley del 27 de julio de 1944, que creo el ‘marco para la justicia transicional, un tribunal en Grosetto condené a dos 0 tres afios de prisién a once fascistas por la humillaci6n puiblica a la que habian sometido a cuatro an- tifascistas mas de veinte afios antes. En una sociedad que le otorga una gran importancia al honor, tal humillacién seria gravemente considerada y recordada fuertemente (de hecho, por supuesto, la sentencia fue una accién juridica y no una forma de venganza personal, pero la prueba indica que en tales casos los tribunales actuaron para adelantarse y evitar actos de revancha privada més drasticos.) De un modo mas general, en las sociedades con fuertes cédigos de honor, las emociones de revancha parecen constituir una excepcién a la regla de una corta vida media. La revancha puede continuar por afios y décadas, hasta tanto cada uno y todos Ios delincuentes sean eliminados, debido a que la norma social de que una persona ofendida debe tomarse revancha hace imposible que la emocién simplemente de- saparezca. Il. Justicia Transicional Demorada En los juicios en los pafses ocupados por los alema- nes después de la Segunda Guerra Mundial, las condenas eran casi invariablemente més severas en las etapas inicia- les que después de dos 0 tres afios (Ia discrepancia puede aliviarse mediante los perdones, pero no cuando los prime- Memos y justia ransional 3 ros tribunales habfan impuesto la pena de muerte). Esto no es consecuencia del hecho de que los delitos més serios sean llevados a juicio en primer lugar, porque la misma tendencia se encuentra cuando nos limitamos al mismo de- lito, tal como haber servido en la Waffen SS. Una explica- cién plausible puede encontrarse en le cafda natural dee emoria y de a emocién, pero no es Ta nica. Arist6teles Sao que “fos hombres se calman cuando usan su enojo en otro. Esto sucedié en el caso de ERGOFILO: si bien el pue- blo estaba més irtitado con él que con CALISTENES, lo absol- vieron porque habjan condenado a CaLisrenns a muerte el da anterior”. Aqui, la cafda de la emocién no es esponté- nea, sino inducida por la realizaci6n de la tendencia de ac- cién asociada con ella. Una tercera explicacién descansa en la observacién comtin de que las situaciones de guerra tienden a inducir a una devaluacién general de la vida hu- mana, que hace que la pena de muerte parezca menos ex- trema que en circunstancias normales; En la década de 1980, y especialmente en los noven- ta, hubo muchisimos contraejemplos a la proposicién de que la intensidad de las demandas de retribucién y com- pensacién desciende firmemente con la distancia de la tran- sicién. En Francia, Maurice PaPON fue condenado por su rol en la deportacién de judios franceses. Los bancos suizos, las empresas industriales alemanas y las compafifas de seguro italianas pagaron grandes sumas para compensar (mayor- mente) a las victimas judias de la persecuci6n nazi y a sus herederos. A qué se debe este retraso de cincuenta afios? Contra lo que se suele afirmar, no es exacto decir que se ignoré la persecucin de los judfos en los procesos de justicia transicional que siguieron inmediatamente a la Se- gunda Guerra Mundial. El accionar antijudio fue un factor evidente en la condena de cerca de la mitad de los acusa- dos en el juicio principal de Niiremberg. Cuando la comi- () 3% son Elster si6n francesa Mattéoli recientemente revis6 la confiscacién y posterior restitucién de las propiedades de los judios en Francia durante y después de la guerra, encontr6, para la sorpresa general, que el grueso de la propiedad convertida en aria se habia restituido tiempo después de la liberaci6n. Los hallazgos por parte de una comisién noruega similar no fueron muy diferentes. Todavia podemos preguntar, sin embargo, por qué los acusados de cometer delitos (0 de beneficiarse de la comisién de delitos) en la década de los. noventa no fueron Ilevados a juicio mucho antes. A diferencia de la emocién, el interés no decae con el tiempo. La motivacién para pedir compensacién es, presun- tamente, constante a lo largo del tiempo; sélo las oportuni- dades evolucionan. En el caso de la compensacién financie- 1a a los judfos perseguidos, la disponibilidad de acciones de clase en los tribunales de Estados Unidos y el deseo de los funcionarios estadounidenses de presionar a las empre- sas y a los gobiernos extranjeros marcan una diferencia deci- siva. De alguna manera, los fondos estadounidenses también se usaron para llenar un vacio en el paquete compensato- rio. Es tentador apelar a ideas tales como “Ja construgcién le la memoria colectiva”, pero es una ventaibn Yoo alee ALRARE Macy tne ver que dejamos la tierra firme de la memoria individual consciente, el Ambito de las cons- trucciones arbitrarias y artificiales no tiene fin. Todo esto no nos impide, sin embargo, observar que la percepcién emer- gente del Holocausto como un evento central del siglo XX debilité la resistencia a los reclamos de compensacion y de castigo. El pedido de justicia dependiente de la memoria puede haber decafdo, para lo que sabemos, y aun ast la oferta de justicia independiente de la memoria puede ha- ber aumentado lo suficiente como para explicar los acuer- dos recientes. Memosay justi ranscional 8 III. Memorias de la Justicia Transicional Puede suceder que un pais experimente episodios de justicia transicional varias veces sin una memoria viva. En tales casos, Ia memoria de un suceso o el fracaso de un episodio temprano puede dar forma a modalidades de epi- sodios tardfos. Daré cinco ejemplos al respecto: En el 412-11 aC. y luego, nuevamente, en el 403, los atenienses sufrieron dos breves periodos oligarquicos se- guidos por la restauracién de la democracia. Como parte del retorno a la democracia, los atenienses tomaron medidas de retribucién contra los oligarcas y (en el 403) la restitucién de esa recompensa a sus victimas. En este punto, s6lo me concentraré en la retribucién. Los modos de castigo difirie- ron ampliamente en ambas transiciones. Después del 411, Jas medidas fueron duras y claramente dirgidasadisuadir futuros golpes oligarquicos” No atacaban, sin embargo, problema radical del régimen democratico, 0 sea, la tenden- Gia de la asamblea todopoderosa al tomar medidas impul- sivas e inconsideradas, como la decisién del embarque de una expedici6n a Sicilia. Luego del segundo golpe, por lo tanto, los demécratas se aproximaron de manera diferente al problema. Establecieron medidas indulgentes de retribu- cin, desanimaron propuests que pudieran alterar el Ba- Iaitce a favor de los pobres en la ciudad y se comprometieron en reformas constitucionales que instalaban la soberania po- pular sin las restricciones del poder del derecho. Creo que el fracaso de la retribucién en el 411 para prevenir un segundo golpe oligdrquico les pudo haber ensefiado a los atenienses una lecci6n: en vez de intentar disuadir a la oligarquia, de- berfan haber tratado de terminar con las causas de su insa- tisfaccién. En 1825, la Asamblea Nacional Francesa vot6 Ia “Mi- lliard des emigres”, un billén de francos en compensacién 6 on Elster por las propiedades confiscadas durante la revolucién y vendidas a particulares. La primera de las dos revolucio- nes subsecuentes anul6 parcialmente tal indemnizacién, y la segunda trat6 de anularla por completo. La Revolucion de julio de 1830 conserv6 las pensiones que se habfan es- tablecido para implementar las indemnizaciones, pero su- primi6 el “fondo comin” supuesto a corregir manifiestas injusticias de implementacién. Esta supresi6n fue, en gran medida, un acto de venganza de parte del nuevo rey, Luis Felipe, aunque, al igual que el Duque d’Orleans, se habia beneficiado con la legislacién de 1825. Después de la Re- volucién de febrero de 1848, algunos diputados propusie- ron que los “¢migres” devolvieran el billén de francos que habian obtenido en 1825 en compensacién por las pérdi- das sufridas entre 1792 y 1793, La idea no prosper6, pero demuestra el persistente resentimiento creado por la con- trarrevolucién. Después de la Primera Guerra Mundial, Alemania es- tuvo sujeta a una mfnima retribuci6n y a una pesada resti- tucién monetaria. Luego de la Segunda Guerra Mundial, muchos percibieron el Acuerdo de Versailles como un doble fracaso. Esta vez, la principal responsabilidad por el comien- zo y el manejo de la guerra por parte de los alemanes debia ser severamente castigada. Al mismo tiempo, Alemania de- bia ser fisicamente devastada o parcialmente “pastoraliza- da” para evitar que se convirtiera otra vez en una posible amenaza contra la paz y pata proveer compensacién en maquinarias y equipos en lugar de una compensacién mo- netaria. El principal fracaso en 1919, como muchos advirtie- ron, fue demandar una compensacién monetaria, la que s6- lo estaria disponible si se permitfa reconstruir la industria alemana y, de esta forma, Alemania podia emerger de las ce- nizas. Finalmente, el surgimiento de la amenaza comunista cercené dichos proyectos. Se necesitaba una Alemania fir- 8) Momovia y uta tansiconal a memente aliada con el oeste para contener la expansién so- viética en Europa. Un tipo de proceso de aprendizaje diferente del de la Primera Guerra Mundial tuvo lugar en Bélgica después de 1944, En ese momento, los juicios en contra de los belgas que habfan colaborado con Jos alemanes eran notoriamente lentos e ineficaces. Luego de la liberacién en 1944, la memo- ria de ese fracaso indujo a algunos belgas a demandar una justicia répida, antes de que las memorias y las emociones se diluyeran. Usualmente, a las personas presas de fuertes emo- ciones les resulta dificil anticipar que éstas se volverén me- nos fuertes después de un tiempo. Las personas que sienten vergiienza, por ejemplo, pueden llegar a quitarse la vida por «creer, errneamente, que siempre se sentirén tan devastadas como en ese momento. En este caso, aprender de la experien- cia es imposible: sélo se puede non an ver- Los bags p= gas pO titan recordar, sin embargo, —y efectivamente lo hicieron— jue después de la iiltima guerra, sus emociones se habjan Sesvenecido répidamente para sev MAMAN iS ip Pleat Yeloairiente RS de Gue esto volviera a suceder. Luego de la reunificacién de Alemania, en 1990, el pafs anul6 su tercer proceso de justicia transicional en el “corto siglo XX”. De modos complejos y todavia inexpli- cables, el proceso tomé forma segiin las memorias de lo que habia sucedido, o no habia sucedido, después de 1945. Algunos alemanes occidentales dijeron: “Esta vez. vamos a hacerlo correctamente”. Después de ser furertemente criti- cados por obtener una equivocada “desnazificacién”, que~ rian ahora, al fin, lograr una correcta “descomunizacién”. Otros alemanes occidentales podfan tener un motivo més sombrio, que se resumiria como “Esta vez vamos a estar enla cima”. En otras palabras, en 1989, Alemania Occiden- tal serfa para Alemania Oriental lo que el poder occidental enene / ial 8 son Ester habia sido para Alemania del oeste en 1945. Otros, inclu- 80, dijeron que serfa absurdo imponer castigos mucho mas severos a los que eran, después de todo, delitos mucho menos severos. Los ex alemanes orientales podrian esta- blecer una conexién diferente entre los dos episodios. Da- do que ellos habjan llevado a cabo una “desnazificacién” més acabada que la realizada por los alemanes occidenta- les, podrian sentirse ofendidos con su posicién posterior poniéndose en el lugar de tener que ser sus propios jueces. IV, Conclusié Tenor Ae / Conclusi6n iow SESS Me concentré en fa memoria como un factor explica- tivo en la justicia transicional. Para que sirva como explana- tion, el concepto debe resultar razonablemente claro. Lo he utilizado consistentemente en el sentido de una memeria ciente e individual de hi igges, de lbs tastes los que toméconocimiento cuando estos hechos sucedie- ron 0 estando cerca de donde sucedieron. Para otros pro- pésitos, una definicién més amplia que nos permita decir que los alemanes nacidos después de 1945 “recuerdan” el fracaso de la “desnazificacion” podria ser igtifmente ati. La principal razén para centrarse en Ja experiencia ‘personal es el nexo entre memoria y emocign. Creo que los procesos Ge MEN neonates faviencamente for- mados por las emociones de los individuos involuerados, ya sean delincuentes, beneficiarios de las perversiones 0 maldades, victimas, resistentes, acusados o neutrales, Estas emociones surgen en confrontacién directa entre los indivi- Eilio ee roa y sie aso! % de la injusticia contintian siendo duraderos. La vida en el exilio y estrictas normas sociales pueden mantener recuer- dos y emociones que, de otra manera, habrian desapareci- do esponténeamente, ‘Una nocién mas amplia de la memoria hace més di- ficil conectarla con la emocién o, al menos, con las “emo- ciones personales”. Sé que muchos alemanes que han naci- do después de 1945 dicen sentir vergiienza (0 tal vez culpa) personalmente por lo que la generacion de sus padres hizo, pero,no entiendg muy bien qué quieren expresar. Podria si Pont elahds Wlibe bcd ee et pescmylente ine dignados, del mismo modo en el que uno se puede sentir indignado ante hechos que tienen lugar en un pais distante, pero no es eso lo que dicen. Una emocién impersonal, co- mo la propia justicia, es probablemente menos vulnerable a desaparecer. Debido a que las dinémicas de las emocio- nes personales ¢ impersonales son tan distintas, podria ser indtil incluirlas en el mismo marco explicativo. En varias ocasiones, el decaimiento de la memoria y la emoci6n pueden anticiparse, tal vez sobre la base de una memoria de casos anteriores. Cuando esto sucede, el indivi- duo puede actuar inmediatamente a fin de evitar que otras prioridades ocupen la mente. En tales casos, ambas dimen- siones de la memoria tienen un papel: una precisa memoria proposicional en T=3 del desvanecimiento en T=2 de la emoci6n que induzca a la memoria de atrocidades en T=1 genera accién en T=4a fin de apropiarse de antemano de la decadencia de la memoria en T=5. Tales memorias encapsu- ladas pueden ser merecedoras de un estudio futuro. Alberto Filippi* DAMNATIO MEMORIAE Y HUMANITAS DEL DERECHO Al mio amato Edoardo nato innocente tra noi: perché la sua memoria @ ancora nella liberti del futuro Premisa Puede parecer —y a lo mejor lo sea— una paradoja, pero la pretendida condena de la memoria se ha converti- do casi siempre, cofr él pasar del tiempo (a veces siglos), en su opuesto, en una condena a la memoria. Tan es asi—y en virtud de esta misma parattoja— que Ta condena (perpetua) ala memoria es muy buena condicién para reconocer y ge- nerar derechos —y consiguientes relaciones y calificaciones deénticas— para aquellos que incluso después de haber si- do “vencidos” se los queria suprimis, desconocer, olvidar, eliminar hasta en la vida de la memoria. En la perspectiva hist6rica de larga duraci6n, la condena a la memoria supera y trasciende la damnatio memorine y es la base material pa- ra poder conocer y, quizés, controlar a la “bestia humana” hobbesiana con las razones y la humanitas del derecho. Asi como no nos debe extrafiar que la especie humana haya tardado mas de cuarenta mil afios en “domesticar al lobo” (el mismo que sin embargo Hoses considera todavia tan * Fil6sofo, profesor de Historia e Instituciones de las Américas en la Universidad de Camerino, donde fund y dirigié (1999-2005) el Departamento de Ciencias Juridicas y Politica. (8) Adkoaesyero.— sohad aI ditas. — estial como lo es el hombre antes de someterse a las reglas del derecho), asf los crimenes de lesa humanidad perpetra- dos por los hostis humani generis han ido entrando, con enor me lentitud, en la tipificacién de formas de derecho que de- nuncian y limitan conductas criminales realizando, cuando ha sido posible, juicios a quienes han ejercido el kantiano “mal radical” en contra de la condicién humana. Porque los” juicios y las condenas permiten a las victimas de los abusos de los derechos humanos —y a sus sobrevivientes— we el to por sf mismas y rescatar la condicién aes a) i Mejor 0/ Aver uote ert NEOR Oe imért{sMbien ya muertos 0 aparecidos), porque aho- ra se explica y se entiende que tales eliminaciones y tales muertes fueron admitidas como “naturales” o, inclusive, ne- cesarias en una ideologfa (que s6lo hoy consideramos pre- juridica) para la cual los crfmenes de lesa humanidad eran admitidos y obviamente practicados. > Por otra parte, empleo aqui el concepto de Humani- tas del derecho en los términos histérico-juridicos rastrea- dos y magnificamente sintetizados por Luigi LABRUNA en su lectio doctoralis en la Facultad de Derecho de la UBA. In- terpretacién y sentido de la recordada Humanitas que se remonta a la edad republicana, cuando la experiencia roma- na se abrié al mundo y a la cultura griega, constituyendo una notable innovacién basada en la aequitas (del aequnm et bonum) que se extendié a los siglos posteriores originan- do aquellos praecepta juris cuya herencia, a través de las mitiltiples transformaciones ocurridas en el [us Gentium, se prolonga hasta el Renacimiento y luego en Ia Iustracién para resurgir después de las experiencias totalitarias del si- glo pasado —y relativas teorfas del derecho que las justifi- caron y encubrieron en Europa y América Latina—, vol- viendo a indicar el imperativo que debe guiar la lucha por el derecho y la convivencia entre los hombres libres: honeste Vamortds wh SE a ei mt r vivere, alterum non laedere, sun cuique tribueret. De tal suer- te que la concepcién y el ejercicio de los derechos humanos son unas de las tltimas, més sorprendentes y paradéjicas conquistas de la humanitas del derecho en Ja contempora- neidad. En efecto, la produccién social, ideolégica y politica de 1a memoria se realiza siempre desde una contempora- neidad determinada. El hecho de que la construccién dela @ memoria se logre desde la perspectiva actual de la cultura juridica de los derechos humanos (que, a su vez, permite hacer memoria de sus hist6ricas negaciones), confirma la ex- cepcionalidad de la coyuntura que estamos viviendo en la milenaria lucha por la libertad y la igualdad entre los se- res humanos. I. Dos casos: memoria salvada/memoria prohibida Uno de los momentos fundacionales de la moderna relacién memoria-derechos lo podemos ubicar en la extra- ordinaria y contradictoria experiencia de la conquista y la 1 _Leetio de Laanuna, posteriormente publicada por La Ley (afto LX- VIII, N° 66, Buenos Aires, Ze abril de 2004) con el titulo “Entre Europa y Amé- ea Latina, principios jaridicos, tradicién romantica y huonanitas del derecho", que incluye una excelente y muy amplia bibliografia europea y americana sobre ‘el tema, Partiendo de la reflexiones de LABRUNA sobre la tradicion ius-humanis- ta dela equitas y la libertas se ha desarrollado recientemente (8 de septiembre de 2005, en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires) el Primer Cologuio internacional sobre los “Aspectos histricos,tesricos einstitucionales de los derechos humanos", organizado por la Universidad de Napoles Federico Ly por la Universidad de Camerino que he coordinado junto con Carla Masi Donia y Adriana Gancta Netro (para una resefia temstica de las ponencias e in- tervenciones, fr, Derecho al di, Boletin informativo de la Facultad de Derecho de la UBA, aio 5, N° 93, 24 de agosto de 2006, pp. 35). \ 6 Ato Fp ulterior colonizacién europea de los espacios americanos que a su vez (y vaya contradiccién) ha sido uno de los mo- mentos de mayores avances en el proceso de humanizacién del derecho. Los todavia persistentes testimonios, alegatos y denuncias de quienes fueron protagonistas de aquellos tiempos horrendos (de la “espada y la cruz”; desde Antonio DE MONTESINOS a Bartolomé DE LAS Casas, desde Huaman Poma Ds AYALA a Vasco DE QuiROGA, de Pedro CLAVER a To- ribio BENAVENTE MorouNlA y de tantos otros), permitieron transmitir las crénicas y conservar el conocimiento de las miiltiples formas de la “destrucci6n de las Indias y de sus habitantes”. Es por ello que la pemore fe fos endo sobrevivientes permitié que SY penenaray fends We exe cho reparador de las violencias de la conguista y que 53 misma memoria de los indios subyugados haya permane- cido en el tiempo, generando desde entonces la teivindica- cién de los derechos de los cuales los conquistados sobre- vivientes fueron reconocidos como titulares inalienables junto y a la par de todos los seres humanos. La dramética acusacién de las atrocidades genocidas y anticristianas de los espafioles hecha por MONTESINOS —que hizo convertir al encomendero DE LAS Casas a la catt- sa de la defensa de los indios—, fue perentoria y demoledo- ra: “todos estdis en pecado mortal por la crueldad que uséis con estas inocentes gentes. Decid, gcon qué derechos y con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre a es- tos indios? {Con qué autoridad habéis hecho tan detesta- bles guerras a estas gentes que estaban en sus tierras man- sas y pacificas con muertes y estragos nunca ofdos? Esos, 4no son hombres? :No tienen énimas racionales?”2. 2 DeLas Casas, B, Historia de las Indias, Obras Completas, oro 3, Alian- za Editorial, Madrid, 1989, p67 Darmato Hematiaay Humanitas del derecho a En el relato del testimonio de DE Las CASAS consigna- do en sus escritos, la memoria se vuelve el fundamento mis- ‘mo que hace posible rescatar a los vencidos para recuperar- losen el derecho, en los derechos que al comienzo les fueron negados y que ahora vienen invocados para que les sean devueltos, reconocidos, afirmados. En efecto, s6lo rememo- rando el pasado de los mancillados, ofendidos, reprimidos, desaparecidos, se puede entender que, en realidad, ellos mismos eran sujetos que tenfan derecho a la justicia, que ha- bia sido sisteméticamente violada por los conquistadores. Tnevitablemente se piensa en Walter BENJAMIN quien, \iQ ) de manera similar a DE LAS Casas, observ6 y escribié par- tiendo de la experiencia existencial de lo que se estaba des- plegando ante sus ojos: la presencia de la catéstrofe (que hoy diabélicamente denominamos) humanitaria del avance del Apocalipsis, De allfla importancia del testimonio direc- to de los vencidos 0 de los que estan cercanos a la muerte, literalmente moribundos (incluyendo el de BENJAMIN que se quité la vida para salvarse de los nazis el 26 de septiem- | bre de 1940), testimonio capaz de relatar los acontecimientos que protagonizaron las victimas y los verdugos. Siguiendo | a BENJAMIN, se puede aftadir que el rememorar al “otro” es | también un “compatir”, porque gl re ii Pero, ademas —lo sabém6s“pOr '€xperit y reponer la injusticia anterior, 3 Bayon W, “Tse de fl bo says egos Bangs Coyarn, Mic 199, meen general ae acon i Cepcin ce la tri emit aoe Fragment sea istration, neo | Slit y note do Pablo ara Rontsy ArcLom Sana de Che, 15. ue la conden istrca "nos eve" no puede pia ue oe heroes ne () 8 ‘Abert Figg Por ello, el recuerdo del pasado en el presente sirve para amonestar el por-venir, para proyectar un futuro en el cual la continuidad de la memoria siga generando y protegiendo el derecho y la justicia como sintesis de la ver- dad encontrada y restablecida. Como ha observado REYES’ Mats, la interpretacién filosofica de BENJAMIN se funda en el razonamiento siguiente: “mientras la causa de los ven- cidos no triunfe, los vencedores del pasado seguiran cau- sando victimas, nuevas victimas. Esto implica el reconoci- miento de Ja existencia de,upa Jol ce Dareeho - rr Tainato Memoriae y Humanitas del derecho 6 Diopatt y Dina Forrt de la Sezione Esteri del Partido Comu- nista Italiano—® tuvo, en la requisitoria inicial de Basso, una manifestacién bien determinada del_rol di ). ‘La Conferencia se proponfa no sélo denunciar la represin y la violencia sino que fue concebida por Lelio como una justancia de ieflexién, generadora de nuevos derechos pa- 4atfoYpeblis Mf Nicha por su emancipacién. Muy innova- dor y bassianamente emblemético fue el primer parrafo de Ia Resolucion: “La Conferencia apela a todos para que su- men sus respectivas protestas, destacando que en América Latina como en todos los paises, en todos los tiempos y en todos los regimenes, el respeto de los derechos elementales y modernos del hombre, contenidos en la Declaracién Uni- versal, es la condicién primordial y esencial del ejercicio de Ja democracia real”. Aqui, se encuentra presente in nuce toda la concepci6n jurfdica y politica que Basso, siguiendo las denuncias de RUSSELL y de SARTRE, aportard a los futu- ros Tribunales de América Latina, En efecto, pensando ahora tantos afios después en es- ta Conferencia romana, podemos comprender mejor de qué manera para Basso ha sido la primera experiencia de cono- 23 Deben recordarse también a los miembros del Comité de Presiden- cia de la Conferencia internacional: Marine Mazzacutamt, Renato GUTTU=0, Lelio BASSO, Dario Puccini, Pier Paolo Pasotinl, Umberto TeRractst, Tulia RoMAGNOLL CARETTONY, José Vicente ABniu, Pedro Manuel VASQUEZ, Elisabeth ‘Torrcsa, Joe NORMAND, Sebastian Marta, Anné Kern, Evgeni) EVTUSCENKO. Bruno ANDREOZzZI y los Giuristi Democratic dieron un apoyo esencial a toda la ‘organizacién. La ponencia en representacion del Comité venezolano estuvo a ‘cargo de Pedro Manuel VAz@UEZ. 24 Una breve reconstrucci6n de aquellos eventos en jas batallas p derecho entre Italia y América Latina en FIUPN, A, "Socialismo e democrazia in ‘America Latina, nell esperienza intelletuale politica e giuridica di Lelio Basso”, fen MULAS, A. (a cargo de), Lelio Basso: la vicereadellutopa concreta, Edup, Roma, 2005, pp. 91-145, n ‘Nero Flip cimiento directo de situaciones de represi6n en una reali- dad latinoamericana bien concreta: la de Venezuela. Con los venezolanos pudo conocer una experiencia que —sin que é1 entonces ni siquiera se lo pudiera imaginar—se volveré pa~ ra él central en los afios setenta: la constitucién de los Tri- bunales Russell, primero, y de los Tribunales de los Pue- blos, después. Hoy podemos constatar que no fue casual que en ocasién de esa Conferencia solicitada por los vene- zolanos y tealizada en Roma, se habfan relacionado entre ellos, en la denuncia de la violacién de los derechos fun- damentales, Bertrand RUssELL, Jean-Paul SARTRE y justa- mente Basso, quienes serfan muy pronto los protagonistas del Tribunal impulsado por Lord RUSSELL sobre los actos criminales de los de Estados Unidos en Vietnam en las Se- siones de Estocolmo, primero (2 de mayo de 1967), y de Copenhague, después, de la cual LELIo —teemplazando a SARTRE que estaba enfermo— seré Vicepresidente. Por tiltimo, quiero recordar que algunos de los ma- yores intelectuales latinoamericanos que adhirieron a la Conferencia por la amnistia de los detenidos politicos y por las libertades democrdticas en Venezuela devinieron amigos 0 co- laboradores de BAssO en los siguientes Tribunales Russell sobre la represién en América Latina: Ernesto SABaTO, Juan Carlos CasTAGNINO, Sebastian Marra, Roque DALTON, Benjamin CaRrRiOn, Glauber Roc, Carlos DIgGUES, Miguel Angel Asturias, José Marfa ARGUEDAS, Sebastian SALAZAR Bonby, Angel y Carlos Rama, Augusto Roa Basros. Igual- mente importantes fueron las personalidades europeas que colaboraron en la preparaci6n y la difusién de la Con- ferencia: Simone DE BEAUVOIR, Claude LaNZMAN, Pablo Picasso, Alain RESNAIS, Eric J. Hosssawm, Agnes VARDA, Regis Depray, Natalie Seraute, Noél SALOMON, Graham GREENE, Jean CHESNEAUX, Cristopher Fartey, Salvatore Quasimono, Jean Paul VERNANT, Claude JULIEN, Rafael CDamnato Memorae y Humantas del derecho n Avperti, Maurice NADEAU, Ken Coats, Benjamin BRITTEN, Samuel EIsENTADT, Wolfgang ABENDROTH, Jorge SEMPRUN, Mikis THEODORAKIS, Max OPPENHEIMER, Alfonso SASTRE, Marfa Teresa LEON, Igor MARKEVITCH, Ernest ANSERMET. Pocos afios mas tarde, el primer viaje de Basso a Amé- rica Latina, invitado por el presidente ALLENDE a Santiago en 1971, fue decisivo por una raz6n que tendré consecuen- cias en su actividad intelectual y politica durante los afios, siguientes hasta su muerte. En Santiago se encontraban los, nticleos més importantes del exilio y la resistencia brasile- fia contra la dictadura, organizados en el Comité de Denun- cia de la Represion en Brasil (CDRB), del cual formaban parte Almino AFFONSO (ex Ministro del gobierno GOuLaRt), ‘Armenio Guzpgs y Herbert José pz Souza, y estaba presidi- do por Pablo NexupA, quien es —-con el apoyo de ALLENDE y el brasilero también exiliado y consejero del presidente ‘chileno, Darcy Rimeizo— le pidieron a Basso que se ocupa- ra de Brasil y organiza entonces una iniciativa relevante a nivel europeo y mundial que pudiera denunciar Ia dicta- dura militar y la sistemética accién. de represion e ilegali- dad que se vivia en Brasil. Surgis y se afianz6 de esta ma- nera la idea de realizar un “segundo” Tribunal Russells. En verdad, debe afiadirse que para ese entonces, en octubre de 1971, nadie —ni los brasilefios, ni ALLENDE, ni Basso— habria podido imaginar que este “segundo” Tri- bunal, concebido para denunciar la dictadura en Brasil, se iba a tener que ocupar, apenas dos afios después y con una todavia mayor y evidente indignacién, de la denuncia de los crimenes de la Junta militar de Pinochet, para legar poco después a la denuncia de la represién en Argentina. 25. Cawuso, P (editor), Tbunale Russel ! proceso di Stoccolma, De Do- rato, Bari, 1968 n ‘Abert Flip El Tribunal Russell Il sobre el genocidio, el terrorismo y las torturas en América Latina inici6 sus actividades en Bru- selas el 6 de noviembre de 1973 y asumié el nombre de “Tribunal Russell II sobre la represién en Brasil, Chile y América Latina”. Su primera Sesion se realizé en Roma, el 30 de marzo de 1974, y a ésa le siguieron otras dos: en Bru- selas (11 y 18 de enero de 1975), sobre la “Represin de las multinacionales en Brasil, Chile, Argentina, Bolivia y Puer- to Rico”, y en Roma (10 y 17 de enero de 1976), sobre la “Represion en América Latina” 2, Interesaba profundizar las razones —explicé Basso— de esta propagaciGn de la represi6n sistemética y de la tortura, asi como denunciar sus causas ante la opinién publica internacional. Hoy, en América Latina y Europa, treinta aftos des- pués, podemos —y debemos— reconocerle una vez més a Basso un mérito enorme”. En el silencio infame y genera- 2 Cir. Ati della prima sessone del Tribune Russell, ile Bolivia Uruguay: violaione dei diritti dell'uomo, Marsilio, Venezia-Padua, 1975; Brass, L. (editor), ‘Tribunale Russell 1. Brasil, violzione det diritti dell umo, Fetsineli, Milén, 1975; Issoco (editor), Le multinazional in America Latina, Coines, Roma, 1976; AAV, ‘Tribunal Russel 1. Controrivoluione in America Latina, La Pletea, Milsn, 1976. ‘Reconozefmosles ahora el mérito también a quienes colaboraron en Italia &SeBass0: un grupo de magistrados,juristas e intelectuales, algunos de los ‘cuales si bien desde posiciones politics a menudo muy diferentes entre ellos, ‘on el mismo Basso, denunciaron, como es el caso de Norberto Bossio y Giovanni ‘Conso, las dictaduras militares y la violacién de los derechos humanos en Amé- rica Latina, incluso para llevar a cabo acciones concretas de solidaridad que per- zitieran salvarl la vida a algunos presos politicos 0 ayudarlos en los dolarosos afios del exilio en Italia y en Europa, Entre ellos quiero recordar, por lo menos, a Alessandro Bararta, Gino LaaRuwa, Guido Cav, Luigi Fearajou, Linda Biv, (Giancarlo Guano, Salvatore Senese, Umberto Cextony, Ignazio Dstocu, Marcella, Guan, Gino Grucnt, Giorgio Gala, Luigi Bexuincusr, et. Pero véase A. FAP, “Alessandro Barattay las relaciones de la Universidad de Camerino, y de los jue tistas democréticositalianos guiados por Lelio Basso, con el Ministerio de Justi- cia del gobierno de Salvador Allende y con los juristas latinoamericanos”, en. Cuadernos de Doctrina y Jurisprudencia Penal. Crininologéa, x° 2, “Hlomenaie a Danmato Memoraey Humanitas del derecho mB lizado que encubrié el terrorismo de estado en tantas par- tes de la América Ibérica, las denuncias y los testimonios recogidos por los Tribunales Russell fueron —y lo serén \ para siempre— una base segura de ign, esen- cial para conocer y Liglitos contra la humanidad y iterad gf de Coen that bohti(Chfa en los varios pafses por volver {a afirmarlos como inviolables, indiscutibles y universales. Entre los primeros en denunciar la dramética situa- | cién argentina y la violencia de las acciones subversivas y } homicidas de la “Alianza Anticomunista Argentina”, fue el joven abogado de la Universidad de Buenos Aires, Leandro Desrouy quien, invitado a la Sesién de Bruselas en enero de TS al de Roma en enero de 1976, por Julio CoRTAZAR y Lelio Basso, denuncié con gran coraje frente a la opinién ptiblica internacional las ilegalidades y los crimenes que se cometian en Argentina. La importancia de aquellas | denuncias resulté ser tanto més grande y fundada con el | pasar de los aftos y las averiguaciones que han permitido constatar que, artes del inicio de la dictadura (¢] 24 de mar- zo de 1976), Id jesasesas del Zadas por el ministro José Lopez Rega (que comenzaron en noviembre de 1973 con el atentado a Hipélito SOLART YRIGOYEN, dando origen a la violencia estatal que preparé ‘Alessandro Baratta", a cargo de MaRrivez, .M. y Ni8o, L. Fy Ad-Hoc, Buenos ‘Ales, 2002, pp.13-28 2 Remitoal testimonio de osahistricajornada del propio Desrovy, L, “Cortazat, 'Argentina el Tibunale Russell I", en Mutas, A. (@ cargo de), Lelio { Baseo a ricercn del utopiaconcret, cit, pp. 59-90. Ademds, CORTAZAR en 1981 or- {ganiz6 en Pars un cologuio sobre “Negacién del olvido” cuya precursora tems fica referida a Argentina puntualas en su discurso titulado “Rechazo al olvido”. % ‘Abert Figg el golpe militar), ya habian realizado 600 desapariciones forzadas y unas 500 ejecuciones sumarias, incluyendo, ade- més de argentinos, a uruguayos, chilenos, italianos, para- guayos, polacos, bolivianos, peruanos y espafioles. IV. Derecho a la memoria para un derecho con memoria El organismo pionero de las denuncias de los Dere- chos Humanos fue desde 1975 la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, Ese mismo affo un grupo de amigos i diversas procedencias politicas, religiosas y sociales, en- tre los que estaban Alfredo Bravo, Adolfo Pértz ESQUIVEL, Eduardo PIMENTEL, Jaime DE NEVARES, comenzaron a for- mar la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos i que junto con el Cantro de Estudios Legales (CEILS) | lograron recoger tina importante documentacion de casos de desaparecidos que resulté fundamental como base de apoyo de la Comisién Interamericana de Derechos Huma- nos que visité el pafs en 1979, para establecer qué habia ocurrido con cada persona arrancada de su propia vida y quiénes lo habfan hecho. Todos los materiales que, con sis- temético herofsmo, como es el caso de las Madres y luego las Abuelas de Plaza de Mayo, fueron recogidos por los or- ganismos defensores de los derechos humanos, resultaron ser fundamentales para los trabajos de la Comisién Nacio- nal sobre la Desaparicién de Personas (CONADEP) y para la Camara Federal de Apelaciones de la Ciudad dé Buenos Aires, que a partir de abril de 1985, y bajo el impulso deci- sivo y constante del presidente ALFONSIN, juzgé a las tres Juntas Militares2, @ ‘Como sabemos, el Juicio en su muy notable novedad institucio- al Ta democracia no s6lo argentina, puesto que fj6 una posiclén a f Danmnatio Memorize y Humanitas del derecho % Debe remarcarse que, en esos afios y dada la coyun- tura excepcional, los organismos de los derechos humanos cumplieron un papel muy especial, para no decir extraordi- nario y tinico. La generalizada ausencia de una activa y de- terminante oposici6n politica a la dictadura, que cae sorpre- siva y vertiginosamente por la derrota politico-militar en la guerra de las Islas Malvinas, fue imponiendo la necesidad de elaborar una justicia que podrfamos definir “retrospecti- va’ ante los crimenes de la dictadiira, que no fae totalmen>— ie asumida por el Estado el cual dejd—especialmente en los afios de la presidencia de Carlos Saél Menem—, la elabora- cin cultural, politica y juridica de ese agujero negro del pa- sado en manos de la sociedad, particularmente en el caso de Jos organismos de derechos humanos, que se vieron practi- camente obligados a asumir funciones del Estado para ha- cer ofr sus renovadas demandas de memoria y justicia. ‘Tan es asf que cuando, en 1984 los organismos discu- tieron el proyecto de creacién de una Casa del Desapare- cido era dificil imaginar que veinte afios después se logra- ra la instalacion de un. espacio dedicado a Je-memotia en el predio donde funcion fa Superior de Mécénica de la Armada (ESMA), uno de los centros clandestinos de detencién més siniestros de todas las dictaduras latinoa- mericanas. Ambos proyectos, tanto como los que fueron juridico-politica sin precedentes en el mundo y establect6 un ejemplo importan- teen lo concerniente a la bisqueda de responsabilidades por los errores, abusos «© violaciones de la legalidad por parte de una dictadura. LeGn ARSLANIAN, que habia integrado el Tribunal que juzgd a las Juntas Militares —y que el 9 de di- ciembre de 1985 ley6 la sentencia—, recordaba cmo en el curso del juicio se es- ccucharon y analizaron unos 700 casos de Ios 70.000 que se habian presentado, Las cuatro toneladas de expedientes y los 18.000 habeas corpus interpuestos por los familiares de los detenicos, secuestrados y desaparecidos dan la idea de las dimensiones que tuvo ese proceso y de la documentacién que ha quedado para la memoria. @ % ‘Abert Flip surgiendo a lo largo de ese perfodo que los separa, tienen. un punto central comtin: se trata de iniciativas destinadas a fortalecer la democracia reflexionando sobre lo que ocu- mre cuando el Estado se transforma en Estado terrorista. Es! asf que en el afio 2000 se logré la sancién de,una ley de Tt Ciudad de Buenos Aires que destiné los edificios de la Es- cuela Superior de Mecénica de la Armada (ESMA) a un fu- turo museo de la memoria. Finalmente, en el afio 2002, fue sancionada la ley 961 que crea el Instituto Espacio para la Memoria y le otorga como sede definitiva el predio de la marina. Fundamental ha sido, en el afio 2004, la decisién de los gobiernos nacional y de la Ciudad de crear el Espa~ cio para la Memoria y para la Promocién y Defensa de los Derechos Humanos en el predio de la ex Esma%, Por otra parte, el Archivo Nacional de la Memoria —que habia sido creado por decreto en el 2003—~ es un “organismo desconcentrado en el émbito de la Secretaria de Derechos Humanos del Ministerio de Justicia, Seguri- dad y Derechos Humanos, cuyas actividades fundamenta- les seran obtener, analizar, clasificar, duplicar, digitalizar y archivar informaciones, testimonios y documentos sobre el quebrantamiento de los derechos humanos y las liberta- des fundamentales en que esté comprometida la responsa~ bilidad del Eada Argentino y sobre la respuesta social ¢ institucional gatve Tas violaciones’ Este archivo resulta ser una institucién fundamen- tal y significativa de las nuevas politicas del Gobierno na- cional en esta tan relevante materia. Sin embargo, también tiene una serie de desafios que llevar adelante: 1) dado el 20. Convenio firmado entre el Gobierno Nacional y el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires de! 5/3/2004 y ratifiado por la Legislatura de la Ciu- dad de Buenos Aires por medio de Ia ey 1412, sancionada el 5/5/2004, Dammatio Memoriae y Humanitas det derecho n desconocimiento y la dispersién de la documentacién en distintas dependencias gubernamentales deberd estable- cer mecanismos eficientes que aseguren la identificacin y entrega de la documentacién, 2) debe ser un recurso para Ja coordinacién entre las distintas iniciativas ya existentes —poniendo especial interés en las provincias de nuestro pais, donde las investigaciones han sido relegadas en ma- yor grado que en Buenos Aires—, y 3) debe servir para avanzar en el camino hacia la creaci6n de una ley de acce- soa la informacién, una ley de clasificaci6n de secretos dei Estado y la creacién de un sistema nacional de archivos2, Es bien comprensible cémo la telacién vinculante en- tre gestin privada y piblica de la memoria determine una serie de aspectos, a menudo incluso contradictorios, que deben ser afrontados al analizar las recfprocas implicacio- nes que se establecen en las formas de institucionalizacion de la ecuacién memoria/ derecho. Al haber quedado la me- moria (de los argentinos, pero también podriamos decir de los chilenos o de los uruguayos) por tantos afios fuera de toda proteccién 0 garantfa por parte del Estado, que ha levado a cabo una politica de anti-memoria, o por lo menos ha sido cémplice déTamisma, Un pequefio’ejemplo: me ha Hamado siempre la atencién que en Argentina un sélo dia- rio, Pagina 12, sea el que publica los recordatorios de los desaparecidos ;Por qué? {Tendré que ver con las mafias econémico-militares (todavia activas: piénsese en el caso de la reciente desaparicién, en septiembre 2006, de Jorge L6pez, testigo en juicio contra los represores en la ciudad 31 Como lo explican Vansky, C, BARBUTO, V, FEDERMAN, N. y PLAZAS, F, “Politicas para afrontar los erimenes del pasado”, en Derechos Humanos en la Argentina informe 2004, Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), Sigho XI, Buenos Aires, 2004. 7% ‘bet Flip de La Plata), a las que interesa sobremanera ocultar el pa- ‘sado y descargar imputaciones? Los diarios que no publi- can, por razones de principio, los recordatorios, zno son cémplices de la construccién social de la anti-memoria? Algunas contribuciones muy especiales, y de gran relevancia internacional en la reconstrucci6n de la memo- ria, por la verdad y la justicia, han sido las generadas por las actividades de buisqueda de nifios nacidos en cautiverio o en estado de apropiacién forzada durante las dictaduras, que han permitido recuperar hasta el dia de hoy 85 nietas y nietos, hijos de desaparecidos, que han sido llevadas ade- ante por las Abuelas de la Plaza de Mayo, guiadas por la admirable constancia y apasionada inteligencia de Estela CarLorro, como se puede documentar leyendo las actas del Tercer Coloquio interdisciplinario organizado por la Asociacién Abuelas de Plaza de Mayo en Buenos Aires, El gobierno del presidente Néstor KIRCHNER, espe- cialmente el canciller Jorge TAIANA, ha trabajado con cons- ciente determinacién para introducir en el Derecho Inter- nacional una Convencién que penalice la “Desaparicién Forzada de Personas”. No es casual el apoyo de Francia a esta innovadora reivindicacién hacia un “nuevo” derecho humano internacionalmente reconocido: que tanto Fran- cia como Argentina comparten un pasado de tragicas vio- Iaciones de los derechos por parte de militares que (luego) han pretendido imponer la impunidad y el olvido. Como 32 Actas publicadas bajo el titulo: Vilaciones a los derechos humanos fren- tea los derechos ala verdad eidentdad, AsociaciOn Abuelas de Plaza de Mayo, Bue- nos Aires, 2005, las cuales remito, de manera particular alas contribuciones de Viviana BeRNAtr, Ménica Pinto, Danie! Raracas, Julio Mats, Javier De Luca, Maria Ester ALonso Monatss, Emanuel Lovettt, Maria Luz LOPez ALCALA, Nicols IALONARDY, Luis Niso, Stella Maris MARTINEZ y Silvia BARE. Damnato Memoriae y Horantas dal drecho 7% sabemos, la desaparicién forzada de personas incluyendo ifios recién nacidos, tal como se vivié en la Argentina de los militares, fue una préctica del ejército francés durante la guerra de Argelia. Ademés, los mismos cuadros milita~ res que la aplicaron en Argelia “exportaron” luego sus ex- periencias a América del Sur. Finalmente, después de un cuarto de siglo de espe- 1a, el martes 19 de diciembre de 2006 la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobé por unanimidad la Con- vencién Internacional para la “Proteccién de todas las per- sonas contra las desapariciones forzadas”. La resolucién tiene peso y dimensiones historicas. De cardcter vinculan- te y obligatoria, considera por primera vez la préctica ge- nocida de la “desaparicién forzada” como un delito de le- sa humanidad, tipificandolo como un delito aiiténomo. LA ConvENcidA es ui juridico-politico que, ex- plicaba a la prensa Rodolfo MATTAROLLO, Subsecretario de Derechos Humanos de la Nacién, “tiene una enorme tras- cendencia, particularmente para los pafses latinoamerica- nos y para Argentina, donde la desaparicién forzada fue un método de represi6n ilegal empleado sistematicamente por sus dictaduras”. Y aftadfa: “el reclamo para conseguir Ja Convencion empez6 hace 25 afios, puesto que ya en 1981 se planted por primera vez la necesidad de contar con un recurso juridico internacional referido a las desapariciones forzadas, ese reclamo que se hizo en el entonces llamado Coloquio de Paris, que pudo abrirse un camino institucio- nal en la ONU, a pesar del boicot de la dictadura argenti- na, reclamo en el cual participaron activamente ademas de abogados, el escritor Julio CorrAzar y Marta VAZQUEZ, de Madres de Plaza de Mayo, entre otros”, En sintesis, esta Convencién implementa algunas acciones de enorme tras- cendencia para una consolidacién del derecho a la memo- ria que permita asegurar el ejercicio de un derecho con % Abeto Fp ‘memoria de las aleccionadoras experiencias de su nega- cin en el siglo pasado. V. Desaparecidos, aparecidos y sobrevivientes La cultura romana, ya desde la edad republicana, distingufa dos maneras diferentes de ejercer el rol de testi- go: el de terstis, que se refiere al tercero en un proceso ju- ridico, y el de superstes, quien puede narrar el relato de una experiencia o de un acontecimiento porque habiéndo- Jo vivido, lo puede testimoniar. Distincién antigua que pa- ranosotros ha adquirido una formidable actualidad, pues- to que valoriza la figura del “sobreviviente”, el cual nos narra un relato desde una 6ptica que no pretende ser la del tercero en un proceso capaz. de ofrecer una prueba “técni- co coyuntural’, sino que el supersies es alguien que salon la memoria también en nombre de quien ya no puede dar tes- 33 Memoria que, por supuesto, debe incluirlareconstruccin erica de las ideas uridico-politcas que desde el siglo pasado, desde Lonesoso a Scinart ya los “Neocon” han sido el soporte cultural y el encubrimiento ideol6gico de ios totaltarismos y las dictaduras que han pretendido imponer las “civlizacio- nes superiors” y la victoria del supuest “Bien” contra “Mal”. Reconsruccién critica que comenzé ya durante Ia guerra en el Institut de Droit Comparé de Paris, adonde colaboraban Brest HanBunceR, Max Goriscnaux, Paul Jacos y Jacques MARAIS, autores del precursor volumen Le droit racist a assault de a civilisation, publicado por La Maison Francaise, New York, 1943. Pero cf, Bonczicn, M. y WirreRaan Wi, Lo stato razzie. Germania 1933-1945, Rizzoli, Mi- én, 1992. Ademés del ya citado ensayo de ZarAROw El eneigo an el derecho pe- nal, véase RaFscas, D, “El aporte de los discursos penaes a la conformacién de ‘Auschwite", en Nuestra Memoria, ao XI, Nimero 25, Buenos Aires, pp. 129-146 Sobre el schmittismo ("combate a tu enemigo”) de os fundamentalisasideslo- 0s de George W. Bust, lease el polémico ensayo de BERNSTEIN, R. J, El abuso del Ina. La corre dela poten y la religion desde el 119, Kat, Buenos Aires, 206. Ver soareccestes | tara troy ey Humanitas dat derecho a timonio porque est desaparecido y “juridicamente muer- to”. En ello radica la diferencia sustancial entre el olvide wn términos jurfdicos, logrado con y después de uita amnis—— fy erode astencial ‘0 social, la amnesia cuya comistruc- Gién, coo Insisto én decir, se realiza partiendo siempre de un determinado presente y relativa cultura 0 ideologia etc. que tratard de distinguir 0 confundir esos dos niveles, jurf- dico y existencial, de las practicas del olvidox. No se tra ta, pues, de “judicializar Ja historia”, sino mucho Was aur ie mucho menos: poder darle voz a Jos sobrevivientes en el testimonio histori “ NOndb alte imitta sieesapat de que no se pue- de enconffar vision, aun cuando pueda ser c6- moda, entre el rechazo de las proposiciones negacionistas enel plano politico y moral y la excepcién de inadmisibili- dad en el plano intelectual. No son tanto las proposiciones negacionistas en s{ mismas las que disturban sino, sobre todo, la debilidad de ciertas respuestas al negacionismo. En los tiltimos afios se ha reflexionado varias veces al respec- to: pienso en el coloquio de Los Angeles organizado por Saul FRIEDLANDER, titulado Probing the Limits of Representation, pero también en los numerosos encuentros que han tenido ugar, desde Chicago a Berlin, sobre la nocién de prueba. ‘Son pequefios sintomas que podrian anunciar un cambio del clima intelectual. Un libro del fildsofo italiano Giorgio AGAMBEN, Quel che resta di Auschwitz (Lo que queda de Auschwitz), muestra de una manera neta lo que se pone en juego en estas discu- siones. AGAMBEN parte de una observaci6n. de Primo LEVI sobre los “musulmanes”, los prisioneros de los campos 6 Cato Gineburg que se habjan vuelto insensibles a todo, ya cercanos a la muerte. Estos “hundidos”, aquellos “que no han tenido la posibilidad de aportar su testimonio” son, segtin LEVI, los ——A, “testigos integrales”. AGAMBEN, que define esta afirma- cién como “ta paradoja de Ls" la comenta formulando dos proposiciones formalmente contradictorias:(“1) El mu- sulmén es el no-hombre, aquel que, en todo caso, Wo podria testimoniar; 2) aquel que no puede testimoniar es el autén- tico testigo, el testigo absoluto” 1, Esta interpretacién impli- ca una deformacién considerable del pensamiento de Primo LEVI. El “testigo absoluto” de AGAMBEN no corresponde al “testigo integral” de Levi (Ja noci6n de absoluto esta lo mis lejos posible del espiritu de éste). La metamorfosis del “testigo integral” en “testigo absoluto” vincula al musul- mén de Auschwitz a una aproximacién al lenguaje pro- fundamente marcada por el pensamiento de HEIDEGGER, quien fue maestro de ACAMBEN. “La autoridad del testigo”, dice AGAMBEN, “no depende de una verdad factica, de una conformidad entre lo dicho y los hechos, entre la memoria y los eventos”, sino que ella se vincula a algo que “es in- ‘trinseco al lenguaje en cuanto tal”, “a la relacién inmemo- tial entre lo que no puede decirse y lo que puede decirse, entre lo externo y lo interno del lenguaje” tt. De aqui la 9 Lev, P, Tsommersi et saat typ. 68 10 caves, G, Quel che reste di Auscevits, ct, pp. 140-181: “Sia pa- radosso di Levis“Il musulmano &iltestimone integeale. Esso implica die pro- posizionicontraddttore: 1)‘ musulmano & il nor-uomo, eolui che in ogni ex- 50 non potrebbe tetimoniare’; 2) ‘Colui che non pub testimoniare& il vero testimone il estimone solute” 1 Acaw@en, G, Quel che resta di Auschwite, cit, p. 147: “Proprio in quanto essa [la testimonianza inerisce alla lingua come tal, proprio perché at testa aver luogo di una potenza di dire oltantoaltraverso un impotenza la sua autorta non dipende da una vert fttuale, dalla conformita fail deto ei fat fi fra la memoria e Vaccaduto, ma dalla relazione immemorabile fa Vindicbile oy La prueba, la memaray ot olvido a conclusién de AGAMBEN: “En cuanto define al testimonio solamente a través del musulmén, la paradoja de Levi con- tiene la tinica tefutaci6n posible de cada argumento nega- cionista’” ®, En otras palabras, solamente a través de una ca- racterfstica intrinseca del lenguaje —el testimonio— seria posible refutar los “argumentos” (0 pseudo-argumentos) de Jos negacionistas. Pero el lenguaje puede decir tanto la ver- dad como la mentira: una refutaciOn derivada de la natura- leza intrinseca del lenguaje jamés podré refutar la mentira del negacionismo/ Como dije antes, la aproximacién de AGAMBEN, si bien remite al pensamiento de Primo Levi, no tiene nada en co- méin con éste. Lejos de definir “al testimonio solamente a través del musulman”, Primo Levi afirma, por el contrario, que son las excepciones (Jos salvados) quienes testimonian en lugar de la norma (los hundidos, los musulmanes). Por Jo tanto, se trata de un testimonio parcial, imperfecto. Primo Lévy, que decia de sf mismo “mi voz es débil y al mismo tiempo un poco profana”, lo sabia mejor que nadie. Pero Lavi estaba convencido de que entre el lenguaje y lo que es necesario llamax, ante la falta de una mejor expresi6n, rea- lidad (sin comilias) hay una relacién: el lenguaje puede ha- blar de la realidad. Esta conviccién no fue compartida por Ia tradici6n filoséfica a la que esté ligado Giorgio AGAMBEN. El temor del lado referencial del lenguaje le ha dictado di- cha proposicién sorprendente, es decir que la refutacién il dicibile, fra il fuori eil dentro della Iingua. L/autorita del testimone consiste nel suo poter parlare unicamente in nome di un non poter dite, ciog, nel suo e5- sere soggetto”. T2 AGAMBEN, G, Quel che resta di Auschwitz, cit, p. 15%: “In quanto de- finisce ia testimonianza unicamente attraverso i musulmano, il paradosso di Levi contiene la sola possibile refutazione di ogni argomento negazionista”, 13 Lav, P, I sstema periodic, Tutin, 1975, p. 29. 8 Carlo Ginzburg de los argumentos de Jos negacionistas puede levarse a cabo tinicamente en el campo lingiiistico. Su definicién de testigo, la cual “no depende de una verdad factica, de una conformidad entre lo dicho y los hechos, entre la memoria y Ios eventos”, les cede a los negacionistas el dominio de Ja verdad factica, asf como aquel de la conformidad entre Io dicho y los hechos, entre la memoria y los eventos. Se t trata de una conclusién irrisoria, aunque es también inevi- table a causa del desarrollo que la antecede. El desaffo que el genocidio nazi le ha puesto a nuestrés categorias analiticas y a nuestras capacidades de comprensin ha sido destacado muchas veces. La incapa- cidad de pensar en Auschwitz de una manera adecuada no es una novedad. Lo que sf es una novedad es la utilizacién de Auschwitz como pretexto en el marco de una reflexién que conduce a otro lugar. En mi opinién, se trata de un signo de la presencia debilitada de la Shod en el mundo actual, pese a la difusion mediatica y, quizas, justamente a causa de ella, Esta presencia debilitada no es del todo el resulta- do del negacionismo. Por el contrario, salvo que se le quie- ra dar una importancia que no merece, es necesario reintro- ducir al negacionismo en un contexto mas amplio. He usado antes el término “memoria”. “Toda la his- toria del ‘Reich’ milenario puede ser relefcia como una gue- rra contra Ja memoria” 1, escribié Primo Lavi. La derrota péstuma de los nazis en un nivel donde se puso en juego el vinculo entre pasado y futuro, explica porqué sus secua- ces tardfos se empecinaron en desvalorizar, con diversas 14 Levy P, Isomers ei saloat, eit. por Toporow, T, Les abus de la mé- moire, Paris, 1985, p. 10. La proba, la memory ol olvido % motivaciones, los testimonios de los sobrevivientes de los campos, sean las victimas 0 sus verdugos. Inversamente, todos los que intentaron comprender la Shod han tenido la sensacién de que algo que no puede reemplazarse iba a desaparecer con la desaparicién, consumada o futura, de esos individuos. Esto explica los esfuerzos miltiples por recoger sus recuerdos directos o indirectos. Todo ello ha impulsado nuevamente la reflexién so- bre las relaciones entre la historia y la memoria, que habia comenzado en 1925 Maurice HaLBwacus, el gran soci6lo- go muerto en Buchenwald en 1945. En su libro Les cadres sociaux de la mémoire, HALBWACHS muestra hasta qué pun- to la memoria individual esté penetrada por elementos co- lectivos, sociales 1s, Esta aproximaci6n invertia de una ma- nera casi paraddjica la representacién tradicional de las entidades colectivas en primer lugar de los estados na- cionales—, presenténdolas de una forma individual, an- tropomorfa, normalmente femenina (por razones que no puedo abordar aqui). Las imagenes de Marianne, Alemania ¢ Italia, fijadas en los parlamentos y los tribunales, en las es- tampillas postales y en las caricaturas, han contribuido, en gran parte, a la idea de una memoria que seré compartida por todos los miembros de la comunidad nacional:s. Un pé- rrafo de RENAN, extrafdo de su célebre conferencia “;Qué 15 HALBWACHS, M,, Les endres sociaux de la mémoire, Paris, 1925, nueva edicion de 1952, 16 Marianne und Germania, 1789-1889, catélogo editado por Vow PLESSEN MAL, Berlin, 1996; Warner, M,, Monuments and Maidens. The Allegory of the Female Form, Londres, 1985; SCHADE, S, WAGNER, M., WEIGEL, S. (lg), Allegorin und Geschleciterifferenz, K6ln, 1994; Grvzsuns, C., “Shared Memories, Private Recollections", History & Memory, 9: Passing into History: Nazism and the Holocaust beyond Memory. It Honor of Saul Friedlinder on His Sity-Fifth Birthday, (otoho 1997), pp. 358-363, 100 Carlo Gnebueg es una nacién?”, pronunciada en la Sorbona en 1882, ilus- tra muy claramente esta fusién de lo individual con lo co- lectivo: ..."por lo tanto, la esencia de una nacién con- siste en que todos los ciudadanos tengan muchas co- sas en comtin y también que todos hayan olvidado muchas cosas. Ningtin ciudadano francés sabe si es burgundio, alano, taifal 0 visigodo; cada ciudadano francés tiene que haberse olvidado de Saint-Barthé- Iémy, las masacres del Sur en el Siglo XIII” 1, Esta observaci6n se ligaba a una posicién més am- plia acerca del papel capital del olyido. RENAN pronuncié conceptos qu nWidfudwii ya habia escrito en su consideracién inactual Sobre la utilidad y los peligros de la historia para la vida: “El olvido y —dirfa también— el error hist6ri- co son un factor esencial de la creacién de una na- cién, asf como el progreso de los estudios histéricos es, a menudo, un peligro para la nacionalidad”’ #8, Algunos afios después, en la reimpresién de su con- ferencia “;Qué es una nacién?”, RENAN declaré que ella era “su profesién de fe en cuanto respecta a las cosas huma- nas” 1%, En este mensaje politico de tipo profético, RENAN rechazaba toda definicién geogréfica, lingiifstica o racial 17 _Rewan, B, "Qu’estce qu'une nation?”, Oewores Completes, I, edicion a cargo de Psiciani, H, Paris 1947, pp. 887.906, en particular p, 892. 18 Renan, E, “Qu’estce qu’une nation?”, cit, p. 891. Sobre algunas convergencias entre RENAN y NISTZscHE, véase CAMPION, G, introduceléa @ RENAN, E, Dialog flosofct, Pisa, 1992, p. 47 49 Renan, E, prefacio a los Discours et Conlrences, 1887 (Oeuoves Com ples 1, p. 719). ‘La prueba, la memes y el ovido 101 de la naci6n (aun cuando su posicién respecto a la idea de raza era, tal como lo ha notado varias veces, discretamen- te ambigiia)2, La naci6n era, por el contrario, un fenéme- no puramente ideal, el resultado de una voluntad libre. Estas consideraciones eran técita y tipicamente limitadas al continente europeo, donde la nacién, destacaba RENAN, juega un papel fundamental: "Se establece una suerte de equilibrio por largos periodos. Francia, Inglaterra, Alemania, Rusia serdn, durante cientos de aifos y pese a los riesgos que deberén afrontar, individualidades histéricas, piezas esenciales de un tablero, cuyos casilleros varian, sin cesar, su importancia y su grandeza, pero jamas se confunden completamente” 2, Pero, antes de terminar su conferencia, RENAN supe- rarfa el horizonte histérico que habia trazado: ..."'Las naciones no son algo eterno. Ellas tu- vieron un principio y tendrén un final. Probablemen- te, la confederacién europea las reemplazaré. Pero és- ta no es la regla del siglo en que nosotros vivimos” 2 RENAN ha sido un buen profeta. Pero la Europa mul- tinacional que esté naciendo frente a nuestra vista ha cambiado los términos del problema que RENAN habia puesto. “Cada ciudadano francés”, escribfa RENAN, “tiene que haberse olvidado de Saint-Barthélémy, las masacres 20 Poza, R, “Alle origini del razzismo contemporaneo. Il caso di Er- nest Renan”, Rivista di storia contemporenea, XIV (1985), pp. 497-520; OvENDER, M, Les langues du Paradis, avis, 1989, pp. 75-11. 21” RENAN, B, “Quiest-ce qu'une nation?", cit, p. 688. 22 RENAN, B, “Quiest-ce qu'une nation?”, cit, p. 905 102 Cato Ginzburg del Sur en el Siglo XIII”. Hoy dfa, en Francia, un primer ministro protestante lanza una politica del idioma abierta a los idiomas —incluso al occitano— que un tiempo fue- ron aplastados por el francés. 2Es igualmente actual la in- vitaci6n al olvido propuesta por RENAN? El pérrafo extraido de “;Qué es una nacién?”, ape- nas citado, ha sido ampliamente analizado por Benedict ANDERSON en su Imagined Communities, un libro que ha re- novado la postura histérica del nacionalismo, ANDERSON ha mostrado que el “olvido” del que hablé Renan postula- ba la imposicién preliminar, a través de los educadores y Ia escuela, de una “memoria” hist6rica fundada en la exis- tencia de una naci6n francesa a partir de su.acto mitico de fundacién, es decir, el tratado de Verdun de 843. Una is: “foria de familia, con sus lutos fratricidas, debfa ser antes que nada construida y luego borrada a la unanimidad de Ja concordia nacional que era (segtin la célebre frase) “re- novada en el plebiscito de todos los dias”. RENAN —es nue- vamente Benedict ANDERSON quien lo destaca— deja de la- do, silenciosamente, las masacres de la Commune, porque ellas eran demasiado recientes, demasiado escandalosas para englobarlas en su estrategia reaseguradora de memo- ria obligatoria y de olvido igualmente obligatorio2. Imaginemos a alguien que, parafraseando a RENAN, diga hoy dia: “Cada ciudadano europeo tiene que haberse olvidado...” de Auschwitz o Treblinka. El significado de esta proposicién seria evidente. El olvido de la Shod como condicin para construir una identidad comin europea seria (tal como lo ha dicho Marek EDELMAN en un contexto 23 Anpsnson, B, Imagined Communities, Londres, 1991, p. 199, Sobre [Renan y el tema del “olvido activo” pueden verse ias observaciones de Déorre, J. L, Oublie! Les suines, Europe, le Musée, Paris, 1994 La prucba, ta memeria y lovido 103 completamente diferente) “una victoria péstuma de Hitler” —el cual seguramente también tenfa su propia idea de Eu- ropa. Pero la hipétesis que he formulado, ges realmente absurda? No lo creo, El final de la guerra fia, que ha acelerado de manera extraordinaria el proceso de cons- truccién de Europa, también ha destruido los pactos taci- tos, edificados sobre el consenso antifascista, que habian gobernado durante medio siglo la memoria de la segunda guerra mundial. Nadie sabe qué seré lo que tome el lugar de esta versién del pasado. Entre las soluciones posibles se encuentra, me parece, el olvido de la Sho como variante interna de una gama vivaz que va desde la negacién pura y simple, a la marginalizacién o la banalizaci6n. Cada una de estas variaciones ya ha producido efectos. Pero la zona gris que circunda ai negacionismo en el sentido estricto del término, en mi opinién, esté mucho més difundida y ‘es mucho més peligrosa que él. 4, La posibilidad del olvido evoca inmediatamente elantidoto contra él, es decir, la memoria. Aunque esta opo- sicién puede ser demasiado simple. Hace algunos afios, en su introduccién al coloquio de RovAUMONT sobre los “tusos del olvido”, Yosef YERUSHALM! destacaba con raz6n que la memoria, siendo necesariamente selectiva; est4, por decir- Jo de algtin modo, entretejida de olvido. Al final de su in- tervencién, YERUSHALM! planted una pregunta que le habia inspirado un articulo aparecido en “Le Monde” en la vis- pera del proceso contra Klaus Barbie: 24 Una hipstesis bastante similar ha sido formulada al mismo tiempo, de manera independiente, por Mur, A. R, “Auerbach in Istanbul: Edward Said, Secular Criticism, and the Question of Minority Culture", Critical Inquiry, 25:1 (etofio 1998), pp. 95-125, sobre todo p. 123. 104 Carlo Ginzburg “Es posible que el antnimo de ‘olvido’ no ‘sea ‘memoria’ sino ‘justicia’?” ». Se trata seguramente de una pregunta retérica. Yo estarfa dispuesto a suscribir la respuesta positiva que ella implica. Pero el término “justicia” es ambiguo. Por un lado, puede referirse, literalmente, a la esfera de la ley. Es sabido qué sucedi6 en ese campo. Algunos de los responsables del genocidio han sido condenados a muerte; otros, como los “hombres comunes”, de los cuales nos ha hablado Chris- topher BROWING, han recibido sentencias irrisorias; otros han muerto probablemente en sus lechos. Nadie se atreve- ria a decir que “se hizo justicia”. {Pero era posible hacer justicia? Como lo ha remarcado Hannah ARENDT, al tiem- po del proceso contra Eichmann, la idea misma de justicia entra en crisis cuando deben juzgarse crimenes descomu- nales2s, Si YERUSHALMI, tal como parece desprenderse de dicha referencia al proceso Barbie, opuso al olvido la justi- cia de los tribunales, es necesario concluir que la victoria es del olvido. 5. Sin embargo, la observacion de YerusHatmi podria tener también otro significado. El término “justicia” podria ligarse a un campo que no seria jurfdico, sino, antes bien, moral. Hay aqui un gran tema que yo quisiera evocar de un modo indirecto, valiéndome de algunos parrafos de Emile BENVENISTE, extrafdos de su Vocabulaire des institutions indo-éuropénnes. El objetivo de esta breve digresién se com- prenderé facilmente, 25 YERUSHALM, YH, “Refléxions sur loubli", Usoges de Voubll, Paris, 1988, p. 20. 25 Anenor, H, Eichmann in Jerusalem (1964, Harmondsworth, 1977, pp. 292-298, {La prueba, ta momariay ol ovido 105 “Bue necesaria una larga historia para que las nocio- nes de derecho y justicia se acercaran”, escribe BENVENISTE al final de un capitulo sobre la nocién de “medida”. Expli- ca que se trata de “uno de los grandes cambios que se pro- dujeron en los idiomas y las instituciones de los diferentes pueblos indo-euiropeos, cuando el derecho, una vez supe- rado su aparato técnico, se convirtié en nociones morales, cuando dike {justicia, en griego] aporté el adjetivo drkaios, cuando jus y justus desembocaron en la nocién justitia” 7. En el capftulo de la misma obra dedicado “a los términos que denotan las relaciones de intercambio”, BENVENISTE echa una luz fulminante sobre otra faceta de la “larga his- . toria” que llevé a la formacién de las ideas morales. Basén- dose en datos puramente lingiifsticos, reconstruyé el modo en el cual “las imagenes de la guerra, del servicio mercena- tio, habjan precedido y engendrado las del trabajo y la re- tribuci6n legal {la bastardilla es mia] vinculada a él” 38, BEN- VENISTE muestra que en los textos ligados a la predicacién zorodstrica el término mizda designa tanto la retribucion material como “la recompensa atribuida en la vida futura’, y agrega: “se evidenciaré este encuentro curioso con el uso paralelo del greco misthés en los Evangelios” 2, Se puede agregar que en la Biblia de los setenta el término misthés designa tanto a una recompensa material —normalmente el salario de un trabajador manual— co- mo una tecompensa espiritual, tal como en Sabiduria, 5, 15: “los justos viven para siempre; su recompensa estd en el 2 Bunveniste, E, Le vocabulaire des institutions indo-Curopéennes, U, Passe, 1968, p. 131 28 BewsNsrs, E, Le vocabulaire des institutions indo-curopdennes, I, cit, 170, 29 Benvewssre, E, Le voecbulaie des institutions indo-européennes, I, ct, po 16s.

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