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CAMBIOS EN LAS RELACIONES OBRERO PATRONALES DURANTE LA REVOLUCION: EL CASO DE LAS INDEMNIZACIONES Enrique Rajchenberg S.* UN BALDIO A LA ESPERA DE SU DESLINDE. Entre las miitiples ausencias en la historiogratia de ta Revolucién Mexicana, se encuentra la referente a los cambios acaecidos en las relaciones obrero patronales.. Este hueco se debe principalmente a los émbitos de ta realidad que concentraron de modo predominante la aten- ci6n de los historiadores. Por una parte, la caracterizacién de la gesta de 1910 ‘como una revoluciérragraria produjo una abundantelitera- tura sobre las movilizaciones campesinas y los logros en materia de reparto agrario. Por otra, més cerca de noso- tras, el creciente cuestionamiento al corporativismo estatal y de uno de sus pilares fundamentales, la burocracia sindical, condujeron a investigar los primeros pasos de! Leviatéinmexicanoy las sucesivas agrupaciones detraba- jadores controtadas por éste. Resta mucho atin por inves tigar en estos dos campos y generar nuevos enfoques acerca de ellos, pero quedan varios baldios ala espera de ‘sudesiinde: Desde mi punto de vista, uno de esos campos ‘es 0lconstituido por las transformaciones delas retaciones laborales. Parece no haber comunicacion entre los investigadores ‘que estudian esta problematica para la época porfriana y los profesionales de Clio de la revolucién. Aquelios produ- jeron un caudal mucho mayor de estudios acerca de las + Prtesore investigador de la Escuela de Economia-UNAM relaciones laborales y de las condiciones de trabajo preva- lecientes en las unidades productivas del uitimo cuarto del siglo XIX que los segundos, La especializacién académica imprimié una discontinuidad temética como si el fin del primer decenio de este siglo implicaré mecénicamente un, ‘abandono de los objetos de estudio del ancien régime. Los historiadores y cronistas de la primera generacion, ‘como llama Knight a los contemporaneos del movimiento iniciado en 1910, compararon, frecuentemente con fines apologéticos de los gobiernos de la revolucion, las relacio- nes obrero patronales del porfriato con aquellas vigentes @ patti de la revolucién. Ciertamente sus fuentes de informacién eran precarias pero mantuvieron el hilo con- ductor que en la cuarta generacién, para seguir con la clasificacién de Knight, se perdi6, Por ello sabemos relativmente poco acerca del nuevo modo de gobernar en las fébricas durante la revolucién. Indudablemente, los estudios sobre las organizaciones obreras, desde los mas clésicos como el de Rosendo Salazar hasta los mas recientes sobre la CROM y la CGT. ‘alumbran una parte de Ja temética que estoy sefalando, pero no la agotan. Los estatutos de. una agrupacién nos permiten conocer los métodos de eleccién de los lideres, los fines perseguidos, su ideologia politica, etc, mas nos dice poco acerca de la vida farbril cotidiana, En otras palabras, la modelidad organizativa de un grupo no resuel- ve completamente el conocimiento de su constitucion como sujeto social. La problematica abordada en este articulo consiste precisamente en el andlisis de un éngulo espectfico de las relaciones obrero patronales, frecuentemente olvidado, ol de las respuestas obreras alos accidentes de trabajoy las ‘enfermedades protesionaies. Con este articulo nos deslin- damos tado el baldio sino que solamente alambramos un pequefio lado de un vasto terreno, EI articulo pretende, en primer término, ofrecer una propuesta tedrica general y, en segundo lugar, exponer un ‘caso pionero en el México revolucionario, el de los obreros textiles de Orizaba en la década del veinte. LOS COSTOS, LOS TRIBUTOS Y LAS RESPUESTAS A LA MODERNIZACION DE FIN DE SIGLO La integrneién de México al capitalismo mundial en et itimo cuarto del siglo XIX aceleré el proceso de proletarizacién de la fuerza de trabajo aunque de modo parcial e incompleto. Al calor de la expropiacion de las tlerras y de la ruina de la industria artesanal, se cri6 un contingente de hombres sans feu ni lieu. Su absorcion por las nuevas actividades industriales fue muy inferior al ritmo de la posesion, sobre todo a partir de la decadencia dela ‘economia porfiriana, esto es, a la vuelta del siglo. Dos elementos de este proceso interesan particular- mefite para los fines de este articulo. Por una parte, el uso extensivo de la fuerza de trabajo y sus efectos sobre la salud obrera; por dra, las mutaciones delos esquemas de sociabilidad' que permite responder al infortunio, éste et desempleo, la enfermedad o la muerte, Con respecto a fa salud obrera, conviene apuntar las dificuttades de su cuantificacion, Antes de la obligacion, estatulda por el Departamento del Trabajo en 1911, de notificar los casos de accidentes de trabajo, el registro de ‘estos eventos quedaba al arbitrio de cada negociacion. No ‘cord sino hasta después de 1917 cuando, de manera un poco més regular y sistemética, las 70 més grandes empresas del pafs remitan alas autoridades del trabajo los datos concémientes a la accidentabilidad laboral. Aun asi, Ja estadistica constituida acerca de este fendmeno es endeble puesto que no todos los accidentes eran natiica- dos y los pequefios establecimientos facilmente rehuan ta obligacién. Huelga decir que la Investigacion de este problema se complica adnmés cuando pasamos aestudiarlamorbilidad profesional. Con excepcién de algunos casos aislados de reclamaciin por los propios interesados, no existe ningin registro estadistico, Para subsanar esta ausencia, el in- vvestigador debe inferir,a partir del conocimiento del proce- 80 de trabajo, los tactores de riesgo que pudieron haber cexistido y las entidades patélogicas correspondientes. En consecuencia, estamos parados en un terreno poco firme desde el punto de vista de la cuantiticacién del objeto que deseamos aprehender, neste primer nivelde aproximacién general ala problo- mmética, destaco dos grandes transformaciones en la es- tructura productiva de fines del siglo XIX. Por un lado, la ‘aparicion de nuevas actividades econdmicas, inexistentes © précticamente inexistentes hasta el porfriato, como los ferrocarriles, los tranvias, la generacion y distribucién de energiaoléctrica, la explotacién de yacimientos petraifercs, etc. Por otro, la modernizacién de afejos sectores de la "economia como la industria textily la mineria. Esta citima ha sido y sique siendo el caso paradigmatico de una industria peligrosa, pero la introduccién de méqui- nas que aceleraban ciertas fases de la produccién incrementaron la accidentabilidad y provocaron la apari- cién de nuevos padecimientos”. En la industria textil, 1os polvos desprendidos por las fibras de algodén no eran huevos, pero la velocidad que imprimié la energia eléctrica alas méquinas hacinadas unto con os hombres en locales ‘mal ventilados aumentaron la intensidad de exposicion al riesgo. ‘A este panorama suscintamente trazado, se sumaron Jos accidentes mortales provocados por las explasiones en, Jos. pozos petroleros, los descarritamientos de trenes y tranvias. En relaciOn al segundo punto, interesan dos aspectos si ‘2. el grado de expropiaciOn de los recién incorporados al trabajo industrial: la posibilidad de regreser ala patria.chica y alla estructura econémica que garantiza la subsistencia, ola recuperacion mientras dure la incapacidad por motives de salud permite aminorar los conflictos laborales en ta industria capitalista, En este sentido, la economia de subsistencia acta como una suerte de amortiguador della incapacidad taboral y el desempleo ciclico, Este retorno a la comunidad de origen no debe ser visto ‘exclusivamente como una migracion impuesta y obligada por el capital sino igualmente como una respuesta de tos trabajadores quienes, por un lado, detentan todavia la posibilidad material de encontrar una fuente de subsisten- cia al margen de ta relacién capitalista asalariada y, por otro, prefieren regresar a'su modo previo de andar en la vida. Sin duda se trata de una manera mas silenciosa que la huelga o la manifestacion de responder al capitel, pero 44 que no deja de plantear a éste serios problemas para garantizar la regularidad de la produccién industrial y el abastecimiento de mano de obra. ‘La migracion de los trabajadores hacia las regiones industriales no adquiere todavia el carécter de una mudan- zadefinitiva. Puede deberse, por ejemplo, acausas coyun- turales+ gr. la obtencién de dinero para solventar un gasto excepcional. En las fundidoras regiomontanas de fin de siglo, laproduccion requeriatodo el afiode trabejadores de mantenimiento, pero una buena porcién de obreros era ‘empleada durante algunos meses y una vez pasado ese Periodo regresaban a las faenas agricolas. ». La experiencia previa de los obreros frente al infortu- ni: los nuevos obreros de origen artesanal urbano dispo- nian, al momento de ingresar al mundo fabril, de la ‘experiencia mutualista. Esta fue importada al Ambito del trabajo capitalista. En las actividades econémicas en que conservaban los viejos ofcios -herreros, carpinteros, etc, ‘aunque bajo el mando del capital, el transplante de la experiencia mutualista fue mucho més facil que ahi donde el ingreso a la érbita de la relacién salaraial implicaba ta destruccién total de los antiguos saberes. Un ejemplo del primer caso es la actividad petrolera donde las mutualistas ‘se conservaron hasta bien entrado el decenio del veinte. En ef contexto de pequefios propietarios privados, de oficiales y aprendices, pertenecientes @ una estructura ‘social poco diferenciada, el infortunio era concebide como ‘desgracia y No como consecuencia de una determinada ‘condicién social, Por ello, el transplante de las sociedades de socorto mutuo al émbito del trabajo asalariado tenfa la -ventaja para los patrones de que el infortunio no deviniera reivindicacién obrera. En ocasiones, eran los propios in- dustriales quienes promovian laformacién de las mutualis- tas conelobjeto de evitar ocontrarrestar alos sidicatos. Es 1 caso de la CIDO-Mutua de Ro Blanco que fue recibida con Bombos y platiig an 1913 par al gabierna huartista® Empero, el artesanado urbano devenido proletariado fabril se combiné con un contingents que provenia de ‘manufacturas que habjan cerrado o reducido su plantilla, Ellos, consiguientemente, portaban la tradicion de resis- tencia al capital Pasemos ahora @ analizar cémo se procesaron los ‘cambios en les relaciones obrero patronales con respecto ‘@ los accidentes y enfermedades profesionales. Estas mutaciones son las que he conceptualizado como el transito de la caridad a la indemnizacién. Poco tiempo después de creado el Departamento del ‘Trabajo en 1911 empezaron a fluit cartas de obreros 45 accidentados o enfermos solicitando la intermediaci6n de la dependencia gubernamental en el otorgamiento de que los trabajadores denominarfan socorro, auxiio 0 incluso caridad, Este género de peticiones no nacié con el Depar- ‘tamento; lo novedoso radica Gnicamente en la presencia, poco formalizada juridicamente, de una instancia estatal €en el otorgamiento de una suma de dinero por la empresa al trabajador incapacitado o a la familia del fallecido. Los, términos de a intervenci6n del Departamentose inscribian, Igualmente en la logica de la caridad: ‘A pesar de que no existe en nuestro pais ninguna ley sobre accidentes de trabajo y por consecuen- cia no hay ningGn precepto legal en que fundar la solicitud a que me refiero, este Departamento se permite dirjirse a Usted afin de que solamente por una consideracién al obrero accidentado en el trabajo, se le conceda auxiio pecuniario mientras ‘completa su curacion*, Esta prdctica de otorgar una caridad, igada a relaciones personales y paternalistas® entre el patrén y sus subordi- nados, habia sido la modalidad dominante de finiquitar esta clase de asuntos en épocas més remotas. No se trataba de una reparacién monetaria a un dafo causado, en el sentido que hoy adquiere la indemnizacion, sino un, ‘acto s6lo regulado por la voluntad del patrén quien, como en el caso de cualquier otra dédiva, podta consentir 0 tehusar su otorgamiento, Por lo tanto, éste adquiria el ‘carfcter de un donativo sujeto a la benevolencia patronal. Si bien la practica de la caridad pertenecia a una era protocapitalista, los industriales mas modernos la incorpo- raron @ su técnica de admnistracién empresarial que en otros terrenos era de avanzada. Es el caso de los consor- ios transnacionales del sector minero que inclufan en su contabilidad una columna denominada Caridades. La demanda del pagode indemnizaciones aparecié enel programma del PLM en 1906 aunque desde 1904, unaley promulgada en el estado de México y que quedaria sin efecto, planteaba ef pago de una fraccién del salario durante la incapacidad del trabajador. En 1906, Reyes promulg6 una ley semejante en Nuevo Leén. Estos prolegomenos de la indemnizacién cristalizarian més tarde. La demanda no emanaria de los contingentes que durante afios habian solicitado muchas veces infruc- tuosamente caridad a resuettas de un accidente o de una ‘enfermedad, sino de los grupos de asalariados urbanos pertenecientes @ nuevos sectores de la economéa. EI primer ndcleo de trabajadores en obtener contractualmente el pago de la indemnizacién a los acei- dentados fue e! Sindicato Mexicano de Electricistas a prineipios de 1915, Paraceria entonces que el reclamo ala Teparacién. monetaria al dafo causado serfa, por una parte, propio de aquellos. ndcleos de trabajadores. més plenamente incorporados en la légica de las relaciones asalariadas capitalistas, impersonales por ende, y, por ‘tra, que el derecho a la indemnizacién esté vinculado al reconocimiento previo de los trabajadores como interlocutores politicos de los capitalistas; en otras térmi- ‘nos, cuando éstos reconocen a las agrupaciones sindica- Jes como negociadores de las condiciones de compra y venta de la fuerza de trabajo y de su uso productivo. En efecto, mientras ol trabajador fuera considerado ‘como pobre y pobre porque viciaso, las calamidades dela condicion obrera podian ser atribuidas @ su inmoralidad o ‘.causas individuales®, de ninguna manera a la responsa- bilidad patronal. El breve momento de pacto entre Ia Casa del Obrero, Mundial y el constitucionalismo permitié la répida difusi6n del sindicalismo y junto con él la de la demanda de indemnizacién Loanteriorno significa que al page de as indemnizaciones se.conviertiera en una préctica regular y exenta de contlc- {0s a partic del triunfo del constitucionalismo. No sucedié asi ni después de la promulgacién de la Constitucién de Querétaro cuyo articulo 123 incluy6 el punto que nos ‘cupa. Siguieron legando al palaciode gobierno presiden- Cialy al Departamento dal Trabajo "solicitudes de caridad" bien cartas de sindicatos que interventa en la gestion de la entrega de dinero al accidentado o a sus deudos. Sin ‘embargo, al paso del tiempo, las principales agrupaciones sindicales, entre las que destacan los portuarios de Veracruz, los electricistas y telefonistas y los petroleros de El Aguila, lograron la firma de convenios concernientes a la indemnizacién, Ahora bien, la totalidad de estos convenientes concer- nianalosaccidentes detrabajo. Los electrcistas aprendie- Ton a tasar cada parte de su cuerpo, desde una muela hasta un ojo. Su pérdida entrafiaba el beneficio del pago ‘de una parte proporcional del salario devengado por el ‘rabgjador”. La distancia entre una concepcién integral del hombre, propiade una.eraprecapitalista, y unaparcelizada ‘no podia ser mas grande. La clase empezaba a aprender Jas regias deljuego capitalistay en ellas se desenvolvia. En ‘ima instancia, resutaba més fécil para el capital conten- der con un agente que se situaba en su mismo horizonte cultural que con una cohorte de semicampesinos- ‘semiobreros con su universo de tradiciones incompatibles con la disciplina y regularidades de la industria moderna. ORIZABA EN JUNIO DE 1923 ‘A pesar de que la fraccién XIV del articulo 123 constitucio- ‘al estipulaba la responsabilidad patronal por los acciden- tes y las enfermedades profesionales, los convenios obre- ‘o-patronales de los afios veinte no contemplaban la in- demnizacién a estas ‘itimas. No se trataba de un vido, por supuesto. La Gistinci6n entre un accidente profesional y uno no profesional emana del sentido comin: el primero acontece en el lugar de trabajo, el otro fuera de éI®, En lo que: concierne a las enfermedades, tal distincién no es obvia. Larelacién causa-

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