LAS OTRAS VOCES
Jesis Manuel Rodelo
Una mujer.
El parque,
La mujer mira los rosedales frente a ella. El parque se halla
desierto. La luz de la tarde se Filtra entre el espeso follaje de los
Arboles. Los haces luminosos forman un triéngulosobre los rosedales.
La mirada de 1a mujer incide en ese punto, Nose mueve, Mira. Entre
ella y los rosedales hay un corredor perpendicular a la posicién de
a mujer.
Al fondo del corredor aparece fa figura de un hombre que se
aproxima con fingida displicencia al lugar donde se encuentra
sentada la mujer. Aunque no hace frfo, la temperatura es cercana a
los treinta y seis grados centigrados, el hombre trae puesta una
chamarra con la cremallera hasta el cuello y las manos en los
bolsillos.
Enel momento en que se encuentra escasos diez metros de la mujer, el hombre escucha algo en su interior; son
voces, voces, voces infinitas, que caen una a una como granos finisimos de un reloj de arena en la oquedad de su
cabeza
El hombre atraviesa el Angulo de la visién de la mujer, ella lo ve pasar frente a sus ojos como a una sombra. El
hombre se detiene y voltea hacia la mujer. Ella observa el tridngulo luminoso sobre los rosedales. Lentamente
desvia su mirada hacia el hombre que se ha detenido a unos pasos. Lo mira abarcando toda su figura, hasta fijar
su mirada momenténeamente en sus ajo. Enseguida retorna su visidn hacia el triéngulo de luz
El hombre se dirige al sitio donde se halla la mujer. Se sienta a su lado. Las miradas del hombre y de la mujer
corren paralelas hacia el trisngulo de luz
La luz cambia de intensidad. Esté cambiando.
~{Qué haces aqut? -pregunta el hombre.
-Miro- responde la mujer.
-Estén bonitas las rosas -dice el hombre.
-4A qué has venido? -pregunta la mujer.
-Quiero ver a los niios -contesta el hombre.
Ella no responde. Observa cémo la intensidad de la luz ha di
ido,
-{Me das ldstima! -exclama de pronto la mujer con ira replegada,
E] hombre vuelve a escuchar las voces en su interior cada vez més intensas, mueve la cabeza hacia los lados
‘como si tuviera un problema con su cuello. De repente dice a !a mujer:
Quiero que platiquemos-. Toma su mano, la siente fra, ajena al cuerpo de la mujer, Observa detenidamente
su extrema blancura, diferente al resto de su piel, las venas se muestran nftidamente, un gesto extraiio se refleja
68‘enel rostro del hombre; es horror?, no, es algo més:1a mujerha separadola mano desu brazo y muestra el mufién
con las escaras roséceas del sujetador. Entonces el hombre empieza a escuchar los gritos.
leja caer las palabras lentamente de
-No valfa la pena volver ~