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Comportamiento violento hacia la familia e historia delictiva.

Article · January 2007

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5 authors, including:

Beatriz Pérez Sánchez Francisco Javier Rodríguez-Díaz


Universidad de La Frontera University of Oviedo
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Fco.Javier Herrero Carolina Bringas Molleda


University of Oviedo Universidad de Extremadura
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Child-to-parent violence: an emergent social problem. Study of the prevalence and psychosocial factors involved. View project

Percepción de la gravedad del delito y construcción del otro criminal: Influencia del grupo de pertenencia y de las características del infractor View project

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Número 13, Año 2007, Enero-Junio
Number 13, Year 2007, January-June

Comportamiento violento hacia la familia e historia delictiva

Revista Galega de Cooperación Científica Iberoamericana


Pérez, B.*1; Gutiérrez, E.2; Rodríguez, F. J.1; Herrero, F. J.1 y Bringas, C.1.

1 Universidad de Oviedo.
2 Unidad de Coordinación del Plan sobre Drogas para Asturias.
* Autor para correspondencia:
Pérez, B.
FYCIT
Universidad de Oviedo – España

Correo electrónico: beap_84@hotmail.com

Abstract Keywords
The objective of this study focuses on the analysis of the presence of
filio-parental violence in a sample of prisons and the relationship of this Filio-parental
aggression with criminal behavior. We analyze the filio-parental violence violence,
along with four variables related to criminal history: Age of entry into
recedivism,
prison, recidivism, reason for first entry into prison and criminal versatility.
The sample are 157 internally Villabona Penitentiary (Principality of criminal history
Asturias, Spain), being targeted results to confirm the presence of education
behaviors filio-parental violence in an important part of the sample, relating
these to the commission of more crimes violent so statistically significant.

Resumen
Palabras clave El objetivo de este estudio se centra en el análisis de la presencia de
violencia filio-parental en una muestra penitenciaria y las relaciones de
Violencia filio- esta agresión con la conducta delictiva. Se analiza la violencia filio-
parental junto con cuatro variables referidas a la historia delictiva: Edad
parental,
de entrada en prisión, reincidencia, motivo de primera entrada en
reincidencia, prisión y versatilidad criminal. La muestra la conforman 157 internos del
historia de vida Centro Penitenciario de Villabona (Principado de Asturias, España),
estando los resultados orientados a confirmar la presencia las conductas
delictiva
de violencia filio-parental en una parte importante de la muestra,
relacionándose estas con la comisión de delitos más violentos de forma
estadísticamente significativa.

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Introducción

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La violencia es definida por la OMS como “el uso intencional de la fuerza o el poder físico, de
hecho o como amenaza, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause o
tenga mucha probabilidad de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del
desarrollo o privaciones” (WHO Consultation on Violence and Health Violence, 1996). Dentro
de las muchas variaciones que puede adoptar esta conducta, encontramos una forma de
actuación violenta que parece haber despuntado en los últimos años, como una amenaza más
al adecuado desarrollo de la familia: el síndrome del emperador o maltrato filio-parental
(Garrido, 2005), que se define como las conductas reiteradas de violencia física (agresiones,
golpes, empujones, arrojar objetos), verbal (insultos repetidos, amenazas) o no verbal (gestos
amenazadores, ruptura de objetos apreciados) dirigida a los padres o a los adultos que ocupan
su lugar. Se descartan entonces violencia aislada (un único episodio), la vinculada a trastornos
mentales o consumo de tóxicos y el parricidio, todas ellas evidentemente conductas violentas,
pero con unas características diferenciales de este tipo de violencia. (Pereira y Pérez, 2006).
El conflicto entre padres e hijos es una parte más del desarrollo adolescente. Los últimos años,
a su vez, se van a caracterizar por el hecho de que este tipo de conductas han cruzado la línea
que define tales conflictos como agresiones. Según la Memoria Anual de la Fiscalía General del
Estado, en el periodo transcurrido entre 2000 y 2005 las agresiones de los menores a sus
padres han crecido un 2.000%, habiendo sido realizadas 6.000 denuncias de padres españoles
hacia sus hijos en 2005. Pero, ¿realmente el síndrome del emperador es un producto de la
sociedad postmoderna o es un problema que siempre ha existido y ha sido ahora cuando la
alarma social lo ha sacado a relucir?.

La adolescencia ha estado unida a la rebeldía desde el principio de los tiempos. Ya en el siglo


IV a.C., Sócrates dijo Ahora los niños aman el lujo. Tienen malas maneras, desprecian la
autoridad, no muestran respeto por sus mayores y les encanta molestar. Ya no se levantan
cuando entran personas mayores. Contradicen a sus padres, engullen golosinas en la mesa,
cruzan las piernas y son tiranos con sus maestros (Urra, 2006). Al mismo tiempo, las
publicaciones sobre este tipo de maltrato son escasas en nuestro país. Ello, junto con la
alarma social creciente reflejada en los medios de comunicación y en el mayor número de
denuncias, puede darnos la impresión equivocada de que nos encontramos ante un fenómeno
nuevo. En cambio, en otros países tales como Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda,
Canadá o Japón cuentan con líneas de investigación sobre el tema consolidadas e incluso
servicios de atención especializados (Pérez y Pereira, 2006) que demuestran la existencia de
este tipo de agresión mucho antes de la presencia de la alarma social actual referida a
nuestros medios de comunicación.

La teoría del aprendizaje argumenta la asimilación de pautas de comportamiento, de acuerdo


con las consecuencias que de ellas se derivan. De esta manera, cuando la consecuencia de una
conducta se recibe en forma de refuerzo positivo, habitualmente, tal conducta se suma al
repertorio comportamental del individuo; cuando un sujeto que actúa de forma violenta es
reforzado positivamente, mediante la obtención de sus objetivos, aprende la utilidad de dicha
forma de actuación, pudiendo llevarle a generalizar su respuesta agresiva a distintos aspectos
de su vida: Asume la conducta antisocial como el camino para conseguir sus fines. Por ello
diremos que aunque resulta fácil categorizar los distintos tipos y formas de agresión en la
teoría, los que ejercen este tipo de conductas no tienen porqué necesariamente adaptarse a
estos límites ficticios establecidos.

En una misma persona violenta pueden agruparse diferentes formas de ejercer dicha conducta,
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orientándola, igualmente, hacia objetivos muy dispares. Prueba de ello son, por ejemplo, los
estudios que estiman que entre el 60 - 70% de los menores cuyo padre maltrata a su cónyuge
son víctimas, más o menos directas, de situaciones de maltrato (Espinosa, 2005) siendo aquí
la víctima del maltratador no sólo la pareja, sino también los hijos. Popper y Steingard (1996)

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identifican las conductas antisociales y delictivas de los adolescentes norteamericanos más


frecuentes, destacando la presencia entre ellas del consumo de alcohol o tabaco por un 80-

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60%, mientras que el ataque mediante puñetazos, la conducción bajo los efectos del alcohol,
las peleas en pandillas, problemas de agresividad en la escuela o la destrucción de bienes
entre un 15-50% de la muestra. Tales porcentajes vienen a confirmar la disparidad de formas
de violencia que en un mismo grupo pueden darse (Rodríguez y Becedóniz, 2007),
observándose que cuando hablamos de la agresión de hijos a progenitores, ésta no sea una
forma de manifestación violenta única. Prueba de ello es el estudio de Romero, Melero,
Cánovas y Antolín (2005), donde se constata tal realidad en una muestra de 116 chicos/as, de
entre 14 y 16 años, denunciados por sus padres a la fiscalía de menores de Cataluña por
malos tratos filio-parentales: un 53,4% ya habían cometido algún otro tipo de delito
(concretamente un 17,2% tenían expedientes abiertos en la justicia de menores por otros
tipos penales anteriormente a la violencia doméstica, un 17,2% se abrieron expedientes
posteriores a la violencia familiar y un 19% habían cometido actos violentos antes y después
de la violencia doméstica).

Este estudio, dentro de esta realidad, tiene como objetivo profundizar en la violencia filio-
parental que los internos penitenciarios ejercieron contra sus padres a lo largo de su vida y la
relación que estas agresiones pueden tener con sus historias delictivas (edad a la que entraron
en prisión por primera vez, número de entradas en prisión, motivo de primer delito cometido y
versatilidad criminal).

Método
Descripción de la muestra

La muestra está compuesta por 157 internos/as del Centro Penitenciario de Villabona
(Asturias) -149 hombres y 8 mujeres-, comprendidos entre los 19 y 49 años de edad. Estos
participantes fueron seleccionados de forma aleatoria, siendo la colaboración en la recogida de
datos voluntaria, siempre con el compromiso de guardar la información recibida con los
máximos éticos para su identidad personal.
Instrumentos y Procedimiento

El instrumento utilizado para este estudio fue la Historia de vida (socio-demográfica, familiar,
penitenciaria, de consumo y sexual) de Paíno (1995) y una Historia de maltrato creada ad hoc
para la investigación, utilizándose a la vez la escala de calificación de psicopatía (PCL-R) de
Robert D. Hare (1985).

Las entrevistas, que se llevaron a cabo en un periodo de 4 meses, se dividen en 3 sesiones,


aplicadas con una semana de diferencia, con el objeto de conseguir una mejor relación
entrevistador-entrevistado. La duración de estas sesiones era variable pues dependía del
entrevistado, a la vez que se realizaban en diferentes cuartos aislados del Establecimiento
Penitenciario de Villabona de forma individualizada y confidencial por 3 entrevistadores
entrenados para ello.
Los datos fueron analizados mediante el paquete informático SPSS 14.0 para Windows,
obligando el análisis a la recodificación de algunas variables, para una mejor comprensión de
la realidad. Para ello, la muestra se agrupa teniendo en cuenta las variables:

a) Atendido al tipo de violencia filio-parental percibida por parte de los internos: Maltrato
percibido (físico y psíquico) / no percibido (maltrato psíquico) / Sin violencia.

b) Atendiendo a la edad de primera entrada en prisión: 16-18 años/ 19-21 años/ 22 años o
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más.

c) Atendiendo a la reincidencia: Primarios (1 o 2 veces en prisión) / Reincidentes (3 o más


veces en prisión).

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d) Atendiendo al motivo de primera entrada en prisión: delitos contra la salud pública (dcsp) /
Delitos contra el patrimonio (dcpa) / Delitos contra las personas (dcper).

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e) Atendiendo a la versatilidad criminal del sujeto: Sin versatilidad criminal/ Con versatilidad
criminal o probable (si había cometido 4 o más tipos distintos de delitos de una lista de 15
establecida por Robert D. Hare).

Posteriormente, se ha procedido al cruce de las variables de ámbito familiar utilizadas con las
variables criterio de la investigación, a la vez que se trata de conformar una información lo
más precisa acerca de la significatividad de las relaciones observadas.

Resultados

De acuerdo con los resultados obtenidos para el primer objetivo (violencia filio-parental
ejercida por los internos), y teniendo en cuenta que el 61,8% de la muestra mantiene haber
ejercido violencia percibida o no percibida contra sus padres, podemos observar: El 28,7% de
la muestra afirma haber ejercido violencia física (puñetazos, patadas o bofetadas, mordiscos,
estrangulamiento o negligencia física) y también psíquica (Insultos o humillaciones, control y
poder, persecución o acoso o chantaje emocional) contra sus padres, es decir, percibida. El
33,1% afirma haber ejercido solo violencia psíquica contra sus padres, es decir, no percibida y
el 38,2% no han agredido nunca a sus progenitores (Véase tabla 1).

Tabla 1. Violencia filio-parental.

Violencia filio-parental
Violencia percibida Violencia no percibida Sin violencia
Internos 45 (28,7%) 52 (33,1%) 60 (38,2%)

Para responder al segundo objetivo planteado (Relación de la violencia filio- parental con la
carrera delictiva) se analizaron las variables criterio junto con la violencia filio-parental (Ver
tablas 2 a 5 ambas inclusive), observando que:

a) No existen diferencias significativas en la edad de inicio en la carrera delictiva entre los tres
grupos (violencia percibida, no percibida y sin violencia). Vemos que en todos los grupos existe
una tendencia a entrar en prisión por primera vez a partir de los 22 años, aunque esta
tendencia es más acusada en los delincuentes que no han cometido violencia filio-parental
(Veáse Tabla 2).

Tabla 2. Relación entre violencia filio-parental y la edad de primera entrada en prisión.

Edad de primera Violencia filio-parental


Chi- cuadrado
entrada en prisión Violencia percibida Violencia no percibida Sin violencia
16-18 15 (9,6%) 12 (7,6%) 13 (8,3%)
19-21 9 (5,7%) 17 (10,8%) 16 (10,2%) P=0,502
22 o + 21 (13,4%) 23 (14,6%) 31 (19,7%)
Valores significativos: *p <0.05; **p <0.01; *** p <0.001.

b) La relación entre agresión parental y la reincidencia no es significativa, aunque es posible


observar cierta tendencia. Los internos que realizan este tipo de conductas violentas en su
mayoría han delinquido de forma reincidente, a diferencia del grupo que no ha cometido nunca
tales agresiones, pues no muestra ninguna diferencia entre primarios y reincidentes (Tabla 3).
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Tabla 3. Relación entre el maltrato filio-parental y la reincidencia.

Violencia filio-parental
Reincidencia Chi-cuadrado
Violencia percibida Violencia no percibida Sin violencia
Primarios 18 (11,5%) 20 (12,7%) 30 (19,1%)
P= 0,408
Reincidentes 27 (17,2%) 32 (20,4%) 30 (19,1%)
Valores significativos: *p <0.05; **p<0.01; ***p<0.001.

c) El análisis de la relación entre maltrato filio-parental y carrera delictiva, a través del motivo
de primera entrada en prisión, constata que el 24,2% de la muestra ha entrado en prisión por
primera vez debido a delitos cometidos contra la salud pública (dcsp), el 39,5% debido a
delitos cometidos contra el patrimonio (dcpa) y el 31,2% de la muestra debido a delitos
cometidos contra las personas (dcper), nos indica la presencia de diferencias significativas
(Véase tabla 4). Desde este marco, se prueba la existencia de diferencias significativas 5
respecto a la historia delictiva de los internos, dependiendo de la violencia filio-parental
percibida, no percibida o no cometida. Así, los internos que ejercen violencia filio-parental
percibida (física y psíquica) o no percibida (solo psíquica) comienzan su carrera delictiva
mediante crímenes de mayor violencia, es decir, crímenes contra las personas y el patrimonio.
En cambio, la parte de la muestra que nunca ha cometido tal conducta se inicia principalmente
en crímenes contra la salud pública.

Tabla 4. Relación entre la violencia filio-parental y el motivo de la primera entrada en prisión.

Motivo primera Violencia filio-parental


Chi- cuadrado
entrada en prisión Violencia percibida Violencia no percibida Sin violencia
Dcsp 5 (3,4%) 10 (6,7%) 23 (15,4%)
Dcpa 19 (12,8%) 26 (17,4%) 17 (11,4%) P= 0,008**
dcper 18 (12,1%) 15 (10,1%) 16 (10,7%)
Valores significativos: *p<0.05; **p<0.01; ***p<0.001.

d) Por último, el análisis de la relación entre el maltrato de hijos hacia progenitores con la
versatilidad criminal de los internos considera que el 72% de la muestra la presenta o es
probable que la presente. Los resultados encontrados resultaron estadísticamente no
significativos (Véase tabla 5). Los resultados, pues, indican que la versatilidad criminal, es
decir, la comisión de diferentes tipos de delitos durante la carrera delictiva se observa presente
en los grupos considerados.

Tabla 5. Relación entre la violencia filio-parental y la versatilidad criminal.

Violencia filio-parental
Versatilidad criminal Chi- cuadrado
Violencia percibida o no percibida Sin violencia
No presenta 25 (15,9%) 19 (12,1%)
P=0,538
Probable presencia o presencia 72 (45,9%) 41 (26,1%)
Valores significativos:* p <0.05; ** p <0.01; *** p <.001.

Discusión

Los objetivos que se platearon al inicio de este estudio eran concretar la presencia de violencia
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filio-parental entre los internos entrevistados y la relación que estos actos violentos pueden
tener con su carrera delictiva, a través de 4 variables de la historia delictiva de los internos e
prisión: edad de inicio en la conducta delictiva, reincidencia, motivo de primera entrada en

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prisión y la versatilidad criminal.

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La violencia filio-parental tiene una fuerte presencia en esta muestra de internos
penitenciarios, ya que algo más de la mitad afirma haberla ejercido. A pesar de los datos de la
Memoria Anual de la Fiscalía General del Estado, que afirman que en el periodo transcurrido
entre 2000 y 2005 las agresiones de los menores a sus padres han crecido un 2.000%, no
podemos considerar a este maltrato como un fenómeno nuevo, y sí más bien con poca
visibilidad. La media de edad de la muestra, que es de 30,7 años, demuestra que tales
conductas vienen de años atrás, siendo desconocida a nivel social probablemente debido a la
falta de denuncia y reconocimiento del problema. Tal situación justifica el atraso de nuestro
país en la investigación de tal fenómeno y la ventaja en esta línea de trabajo por parte de
otros países como Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda, Canadá o Japón (Pérez y Pereira
2006). Las afirmaciones que ya Sócrates realizaba en el siglo IV a.C. sobre la rebeldía y
actuación de la adolescencia (Urra, 2006), por tanto, son corroboradas por nuestros
resultados.
A su vez, no existe relación entre la edad de inicio en la conducta delictiva y la violencia filio-
parental, ni tampoco con la reincidencia. Con todo, los datos demuestran una tendencia a la
entrada en prisión a edades más tardías por los internos que no ejercen violencia y a una
actividad reincidente por parte de los internos que sí la cometen.

En el caso del motivo de primera entrada en prisión los resultados sí resultan significativos, en
primera instancia delitos más violentos (contra las personas y el patrimonio), en detrimento de
los delitos contra la salud público que son los protagonistas en el caso de los que no ejercen
ningún tipo de violencia. Estos datos demuestran que estos internos llevan a cabo conductas
violentas no solo contra sus progenitores, sino también contra objetos y otras personas
(Espinosa, 2005), además de la existencia de cierta tendencia a la comisión de tales delitos a
edades más tempranas y de forma más numerosa.
Por último, la relación entre la violencia hacia los padres y la versatilidad criminal no ofrece
resultados significativos, lo cual no hace más que confirmar la teoría de aprendizaje. Tanto los
que ejercen tales conductas como los que no presentan versatilidad criminal, por lo que la
generalización de la respuesta antisocial como pauta comportamental aprendida no se limita a
la parte de la muestra que arremete contra sus padres, aunque estos últimos también la
aplican en su relación paterno-filial (Popper y Steingard, 1996; Romero, Melero, Cánovas y
Antolín, 2005).

Desde estos resultados, podemos concluir que más de la mitad de la muestra ha ejercido
violencia filio-parental, siendo la violencia psíquica la más utilizada. Esta violencia, a su vez, se
encuentra presente en nuestra sociedad, aunque por la alarma social actual, pensemos que no
sea así.
Los internos maltratadores, por último, se ubican como delincuentes más violentos; también
muestran cierta tendencia a delinquir a edades más tempranas y de forma reincidente, aunque
sin llegar a establecer una relación directa.

Concluimos, por ello, que el aprendizaje de la respuesta violenta como obtención de fines
parece ser más aguda en estos internos, a la vez que la respuesta antisocial es de mayor
gravedad y más generalizada con respecto al objeto de la acción, es decir, cometen actos
violentos contra sus padres además de contra otras personas y el patrimonio, mientras que los
que no agreden a sus progenitores tienden a cometer delitos más pasivos, concretamente
relacionados con los propios contra la salud pública.
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La versatilidad criminal resulta ser una característica generalizada entre los internos
analizados, por lo que también es posible concluir que la diferencia entre los grupos planteados
no se encuentra en la comisión de más o menos delitos, en el desarrollo de la conducta

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violenta en distintos ambientes, contra uno u otro objetivo o en la mayor variedad de delitos
cometidos, sino por la gravedad y violencia de estos.

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Bibliografía

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