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La geogratia vive una situacién de crisis y de cambio Permanente, y, como suele suceder en situaciones de este tipo, la propia crisis acaba estableciendo las condiciones para ‘su superacién. Milton Santos, ge6grafo de fama internacional, realize en este trabajo un detallado andlisis de esta ciencia, seguido de. una fecunda sintesis que apunta al camino del futuro, mostrando ‘ue si «el espacio es la casa del hombre y también su prisiéns, los geGgrafos tienen que luchar, junto 2 los socidtogos, por un espacio verdaderamente humano, més ampli, eque una a los hombres por y para el trabajos. La obra, que trasciende el interés especifico del gedgrafo, constituye una lectura imprescindible, exigente y critica, plena de sugerencias y rics en ideas sobre una realidad que necesita, un auténtico cambio, Milton de Almeida Santos nacié en Salvador (Bahia) en 1926 ¥, tras haber ejercido ta doconcia en Francia, Estados Unidos, Canadé y Tanzania, es hoy profesor en la Universidad de S80 Paulo y esesor del Estado en su calidad de experto en el! mundo intertropical. Mion Santos E A g 3 EE Vor una geografia nueva MILTON SANTOS Por una geografia nueva Prologo de Joaquin Bosque fi i ESPASA UNIVERSIDAD ESPASA* UNIVERSIDAD MILTON Santos Por una geografia nueva Prologo de Joaquin Bosque ies Espasa Calpe Titulo oink Por uma genoa nove Tragic’ Par Borgue Sead Revi tei: Joaquin Bogue Maurel Hastracion de cubs an Vet Meer, gederafo (Gtacdlenes Kuss, Fresher) Maguets: Manuel Marga Iinpeso en Espa Panted in Spain ES PROPIEDAD © Maton de Almeida Santos © De esta eon: Espase- Cale, $A Dept ga M. 4528-1950, ISBN! Be 25845073 Tales gris deta Editorial Espse Calpe, A (Careers de Tr, kr. 12.20.2809 Madd PROLOGO INTRODUCCION Una geografia nueva? Un proyecto ambicioso Un riesgo necesario PRIMERA PARTE LA CRITICA DE LA GEOGRAFIA CaPtrute L—Los fundadores yu pretensions cenfias La ideologia de la geografia 1La geografia colonial El determinismo y sus secuelas La geografia cultural y los géneros de vida La ruptura de la geogratfia clasica Los peligros de ta analogia Posibilismo, zcontra qué? CaPtTULO T—La herencia filosofica Las fuentes : Et hegelismo y el marxismo ‘ ‘ De Descartes al eclecticismo total 2.2. ...sctyseseeeveceee CAPITULO IIL—La renovaciin de posguerra: la «new geo- graphy» Gee restart u 19 19 8 INDICE GENERAL CAPITULO IV.—La geografa cuantitativa La cuantificacion en geografia Linearidad, colinearidad, etcétera ¢Medir para reflejato reflejar para medir? Los problemas del enfoque cuantitativo , etc. explican una crisis de la nocién clésica de regidn Si se quisiera conservar dicha denominaci6n, habria que darle una nue- vva definicién a la palabra. En las condiciones actuales de ta economia mundial, una regién ya no es més una realidad viva dotada de coherencia interna; esta defini. a, ante todo, hacia el exterior, como dice B. Kayser, y sus limites POR UNA GEOORAFIA NUEVA a cambian en funcién de diversos eriterios. En estas condiciones la region | de existir en si misma" rien gropraia general asada en a geograta denominada regional terminaria por dar un lugar exagerado @ las falsas relaciones, carentes de autonom{a y de fuerza explicativa, como las que se preparan entre Jos grupos humanos y los medios geografioos en los que se encuentran, El aceptar la existendia de una causa entre estos dos datos daria lugar Ineiablemente a erores grave, acto que e puede llamar absracion ica ya que las cosas se valoran como «cosas en sf» y no poi sti es cvm ra cme to 7m Me de mediacidn, entre los que hay que considerar 2 las técnicas politicas, financieras, comerciales o econdmicas en el amplio sentido de la pala- bray dan a its relaioneshombre-medio ota dimensGn, que exluye la rigidez de la geografia regional dei tipo clasico y el mecanismo de sus Teacones con In denomiandn gogratia general” No se puede estable- cer una teoria vélida que esté fundada sobre el «principio de Ia causal adm. E hecho de que no exist autonomia regional es paralelo la ruptura de la geograffa regional tal y como se considera tradicional- mente. LOS PELIGROS DE LA ANALOGIA La debilidad de la geografia humana se debe, escribe Jean Gott- mann (1974, pég. 5), «a la tendencia a ira beber en las mismas fuentes de la geogratia fisica, es decir, en le historia natural. No se puede espe- rar de las colectividades humanas un comportamiento semejante al de los seres vivos més elementales. El determinismo simplista de la boténi- ‘a apenas nos permite arafiar un poco en la superficie de los problemas sociedades humanas». «Yosef: hn vind banca analogl, sb todo en rele ‘cin con las ciencias naturales. De ahi han surgido dos fuentes de gra- ves errores. En principio no se puede transferir, y sobre todo de forma mecénica, lo que ocurre en el mundo fisico a lo que pasa en la Historia. ogaa—y eg inet oto a ime rt pat yap nie toe ogni Sn peo pets en se mur ‘es hrs ee ae ee eae mn ie dado ne ode nevi ie por cn fas anos ma © : Scene een dsp eed ml paps (Sen sn) a2 MILTON SANTOS ualizar y defiir. For el hecho de que los fenémenos hist6ricos nunce se repiten de la misma fora nique ln intereacones son iguaes entre lr te Grupos de la sociedad, ni en los diversos periodos, las leyes del desertes poralge Meliujin (1963, pap. 225) «se manifiestan de manera distinta porque, mas que en cueiquier otra esfera de fendmenos, las rlacionce ausales no funcional rgen fa evolucién socials fe 5 un error fundamental caer en lo sugerido por Alan G. Wilson (1969, ps. 228) al decir que eestamos mds interesados en cl uso de Ta logia por un teorizador de la geografia de lo que esta s argumentos filos6ficos» fe eens El empleo de la analogia es algo insensato, j 0. ia algo insensato, pero también un ejerci- aesgbta®, Muchas veces, sin embargo, es también un error ys que Js coincidencia no implica la repeticin de la causalidad, Io que eo eck, TES, GEO SS imposible. Mach escribe (1906, pag. 11) «que siempre silts un elemento arbitrario en las analogies porque éstas hacen rete, rencia a coincidencias hacia las cuales se dirige la atencidn, 12 Iragilidad del método se debe al papel que se atribuye a los w Pre,Y 2 105 factores exteriores que nos interesan. El empleo de lag seOblas supone un riesgo", que se hace més grave cuande se pretest su aeeptacion en el mundo fisico para emplearias despues ot el an, minio social. Ea la mayoria de ls veces el error es doble. Por un lado, uno de los Princiblos basicos de Ia investigacinfisica reposa en la bisqueds de log sm ete ee meee Bisse pecigae Soe me yam octane 5 wn cro see ere Se srt ene (G. Obsson, 1975, pég. 13) areata eae eencs POR UNA GEOGRAFIA NUEVA 48 2s, y con el nivel de progreso cientifico alcanzado. Ninguna verdad en el mundo fisico ¢s definitiva y mucho menos en el dominio social Cuando Einstein (1954, pag. 226) escribe que «la creencia en un ‘mundo exterior cuya existencia depende del sujeto que lo percibe cons- tituye la base de toda la ciencia natural», dicho punto de vista se puede aplicar a una ciencia social fundada en la realidad objetiva. Pero no todos los postulads dg la fisica, y hasta de la fisica relativista, pueden utlizarse de la misma manera en la construccién de una teorla o una epistemologta de las ciencias sociales Los fundadores de la geogratia, Henos de celo por datle un status cientifico defiitivo, se equivocaron cuando decidieron que el mejor ea. ino para alcanzar su objetivo era construir una tcoria de una ciencia dei hombre sobre una base analégica establecida en las ciencias natura les. Si'es absurdo el «hecho de considerar la naturaleza como extrafa al espiritu», dice Husserl (1935, 1975, pag. 8) es también absurdo querer , del mismo modo que en su Phisosophia Naturalis Principia Mathematica, Newton considera ue ¢l espacio es void, vacio. Si consideramos apenas algunos de sus Principios, podemos tomar como punto de partida uno u otro, Kant o Newton, de forma indiferente, y llegar a los mismos resultados, No es de extrafiar que la nocién de tiempo, es decir, el tiempo en las sociedades en movimiento, haya estado ausente del concepto de les fundadores de la ciencia geogréfica. El espacio de Kant era tridimensi nal?. Para Newton, el tiempo era un continuum, un tiempo tan absoh. to coma el espacio. La nociéa de un tiempo separado del espacio era responsable del dualismo historia-geogratia que provocé tantos debates dentro y fuera de las preocupaciones con la interdisciplinaridad. Esta nocién hasta hoy se impone en muchos gedgrafos como si las ideas de Leibniz sobre el tiempo y el espacio concretos y sus interrelaciones, no hubiesen recibido, a partir de Einstein, una renovacién y una justifies. ci6n explicitas EL HEGELISMO Y EL MARXISMO Los escritos de los fundadores de la geografia francesa estin reple- tos de acentos que hacen suponer una filiaciGn directa con los trabajos de Marx y los marxistas. La nocién de las relaciones bilaterales entre la ciudad y la regién, {an spreciada por Vidal de la Blanche, dirigié durante mucho tiempo y atin dirige todavia la reflexion geogratica, sobre todo a través de Reoul Blanchard y de Georges Chabot y de sus alumnos repartidos por los horizontes geogréficos més diversos: Canad4, América Latina, Africa, Asia del sur y del Sudeste. Pero éste no es un fendmeno francés. La spi MOU de areata de Ein) =. poya 2 Kaen fo reeene a epacio ee cia 12 Kant eno referete al espacio y al THe (2) st tectaza en cuando al espacoriempon, B. Resel (1928), 19H, pag. Se Setin Libie,ctado por Saw (1964, pg, 22): «El vaca cepa wate el tempo ‘ico som abandon» POR UNA GEOGRAFIA NUEVA st ‘geografia anglosajon esta llena de enfoques de este tipo y, en la escue- la alemana, la propia teoria de Chrstaller, que muchos consideran como un seguidor no ortodoxo del marxismo, seguia esta misma direc- cién No se puede afirmar pero puede imaginarse que la interpretacién de Ia evolucién geografica que acompaié al paso de la Edad Media a la fase capitalista haya influido mas de.lo debido: los tiempos eran otros. Lo que Marx escribi6 en 1857, en la Ideologia Alemé se referia a este perfodo de transicién: «la ciudad con ef territorio que la rodea forma un todo econémico». Sin embargo, ef concepto, itil para expresar las condiciones de organizacion espaciel que marcaron el final del feudalis- mo y la eclosién del capitalismo, no puede apiicarse de la misma forma 4 otras situaciones. Al seguir ciegamente a Marx, los fundadores de le geografia cientifica utiizaron una metodologia congelada, pecaron por dogmatismo y sobre todo consagraron un error de interpretacién que desgraciadamente atin pervive en la actualidad. Hace poco, un gran especialsta de los estudios regionales escribio que «el crecimiento del lugar central se debe sustentar en su regidn». Para este autor renom- bbrado (Richardson, 1969, pég. 106), «el contraste més estrvendoso vie~ ne del hecho de que si el crecimiento de un lugar centrgl esta basado por su region complementaria, el de su regién de influencia esté mante- ido ante todo por el polo». La lengua es un desafio cn Ia realidad ‘actual como ya intentamos demostrar en nuestros libros de 1971 y 1975. Qué ¢s hoy una «regi complementarias?, ;e6mo se define una «<20- na de influencia»? La idea temporal de Marx sobre un hecho temporal fue resucitada por Richardson, asi como por Brian Berry y John Fried- man, aunque no se pueda fijar el respectivo grado de intencionalidad. En cuanto a Ratzel, fue Plekhanov (1962, 1974, pag. 40) quien lla- m6 la atencién sobre ta similitud de su discurso eon la frascologfa mar- xista, en concreto en lo que el gran gedgrafo alemén escribié en Volker- unde 1, Band, 1887, s. 56; «el mayor problema no es el facilitar J2 obtencién de alimentos, sino el hecho de que ciertas inclinaciones, hé- bitos y ultimamente necesidades se le han impuesto al hombre». Esta frase se debe comparar con la que Ratzel escribiera en otro pasaje de la misma obra (I. Auflage, s. 17): la suma de las herencias culturales de 5 “La mosi del dad y dele epn totalment iaterdependienes sue reptiéndose con {itencia en a ensedianca yen la aestgacen exp, Ente ls grates conccido ue sop taza ci sn embages dibo punto devs, rex encontranos com Nar Jetterson (1939) Cabot (0883), Sites (983, 1965), Alexander (1954), Emeye Jones (1956). 2 MILTON santos * POR UNA GEOGRAFIA NUEVA 3 cada pueblo, en cada fase de su desarrollo econémico, se forma con clementos materiales y espirituales, que no se obtienen a través de len ‘ismos medios, ni con las mismas faclidades, ni simulténeamente...E] {2 actividad espiritual aparece como un Iujo si las necesidades matrix, les no se han satisfecho. De este modo, cualquier cuestién sobre conceptualizacion de la superestructura de Marx y de la fllacién de leg lementos materiales en relacion a los datos de la produccién. Se trats, dice Plekhanov (1974, pag. 77), «de un materialismo histérico claro, aunque no tenga la misma calidad del materialismo de Marx y de En: gels». 2Y Jean Brunhes? Al leerlo, se queda uno at6nito con la similitud fe muchas de sus formulaciones con las ideas marxistas. El espanto se hhace menor por el hecho, ya indicado, de que en su afin por acreditar |2 geografia como una ciencia, algunos fundadores se sintieron atraidos Por el positivismo, en el que buscaron inspiracicn y auxilio, Es posible ‘ue Jean Brunbes, que tenfa catorce atios de edad al morir Mars, est Feta influido por este positivismo marxista. Su libro sobre Ia geografia humana tiene como subtitulo: «una clasificacién positiva.. Una de las preocupaciones esenciales de Jean Brunhes era exacta- mente la de hacer una clasificacién positive de los datos geograficos 1as encuadré en tres grandes categories: productivos, improductives y Gestructivas. Los hechos productivos de la ocupacion del suelo eran la Conquista del mundo animal y vegetal por medio de la domesticacion Ge las plantas y de los animales, contrituyendo a la introduecién ya sea de la agricultura propiamente dicha, ya sea de la agricultura pastoral Los hechos improductivos se representaban por las casas y las aglome: raciones, por las vias de transporte y de comunicacién. Los hechos des. {ructivos eran la exploracion mineral y la destruccién de las plantas y de fos animales. Las casas y los caminos, decfa Jean Brunhes (1956, pégi- ‘na 28) «estén interrelacionados y estan aliados sobre la tierra habiteds: [rbresentan a dos hechos humanos que pueden de forma legitima tit: larse en un sentido positive y sin atribuir a ta palabra simproductiven tuna connotacién peyorativa como “la ocupacién improductiva del suelo"» “Tal vez nos estemos sobrepasando en nuestra busqueda por analo- 8s, pero la Iectura de este troz0 fundamental de la obra de Jean Brum. hes nos produce la impresiGn de recoger el eco de uns midsiea ya ento- © gada en otro lugar. Por ejemplo, en la Ideologia Alemé (1947, pag. 69), ten el desarrollo Gels fereasproductivas apae- Mans fae en lag, bajo las relacones one extents, los medio && producciGn y los medios de comercio dejan de ser fuerzas Produc tr coer renin Ea dr 87 , ibid que una va férrea que no se tense, SLUtie» que ano Sea consomida, escellamente una ws trea ex potency na read. AR tendamos wn cemplo de un hecho geogfico realmente improductvo, un camino no reaconado raises con es se, pre ian cneept de Jean Bris Para Edward Ullman (1950, pag. 3i) el problema se brood teins semejanes: eto no sia qu os tarpon dso. tn aoncamet,S tn Se nn re psa, acon cesaria pero no suficiente, aunque con efectos profundos sobre Ba tizncién espacial. Se trata de un geografoamericano cuya capac va buscar en la historia nuevas linea de trabajo es notable Y clo Peasamicnto es may semejante al de los drs coe Peo to it jue asimilar aut ente al pro- feor Ullman ai marxame. De ove forma Bran J. Bory entra eel mo sc al alr eo peer wes etna) Es cine, donde a pala sistema, resend repos a, se pooia rt tena vers coo se qs, (NO sere Gta ia qe pd eect es con ayuda de les on Gimiettos de Fisica, en el capitulo XII del primer volumen del Capi Brian Berry (1964, pag. 3) habla de una geografia cuyos Sera ‘Procesos integradores se preocupan por ¢! ecosistema — A Vom x pate domiane. Se apron a Mars cuando reer gue i ara y el Hone forma una ida yg el mie forma parte de la naturaleza que él mismo modifica. Eso no I a inp al anger ontmporinca fora wa none temas de sistemas (de btomas,..) de codades,y sin tener en cuenta nocin de la totalidad. La exprestén ecosstema fmundial, como en tan: is os formulasons del geo entra solamente on pat - tha dl enmenoy deserts, como por emt, cnn sient interpretarl., No ef un eeosisteria con bace universal sino un retorno Tegionalismo més partidista. *Volvamon,ainvcmbarg, los fundadoesy dejemos a os vivos ea Bi un ameto de Vide de ta Blache (1899, pég. 106) encontramos tos siguientes conceptos: «Un pueblo, por muy primitive o ineluso por ‘pee. 34 MILTON SANTOS Inés primitvo que sea, deja su marca sobre los objetos que fabrica cuya Saustancia y modelos los toma de la naturaleza. Estos objetos son algo del propio pueblo.» Es, una vex més, una tesis marxista sobre las ree, ciones unitarias existentes entre el hombre y la naturaleza, expresada por un gedgrafo no marxista. La naturaleza, de la que habla Vidal de la Blache, es ya una naturaleza humanizada y la sustancia que de ella se retira para fabricar objetos constituye ya el trabajo humano, Vidal de ta Blache no continu6, sin embargo, el racioeinio que ha- bia enunciado al imponer una nocidn de una geografia regional deal {a, Teduccionista. Cierto es que, como otros gedgrafos de su genera ign, Procuré definir las relaciones tan partculares que se entretcjen entre el hombre y el espacio que le rodea, por ejemplo, con la nocion de los géneros de vida, de manera que la personalidad del hombre tr ‘mina por estar marcada por la personalidad regional. Parece como si ze comprometiese con las ideas de Marx, pero de hecho practicaba usa Gistorsion de la realidad. Ignorabs la realidad de la division econdunieg ‘mo, En este momento, cuslquier hecho en la regién francesa o en algin otto Pais curopeo tenia relacién directa o indirecta con los acontecimientos econdmicos nacionales o mundiales. DE DESCARTES AL ECLECTICISMO TOTAL Es més que evidente la fuerte influencia que Descartes tuvo sobre la Geografia asi como sobre otros dominios cientificos en el mundo dese, rollado. La busqueda de un conocimiento racional, resultante de una Gialéctica sui generis que distingue entre pares de categorias imposibies de unir pero tambien indisolubles, Heva, en el ema de la peogratia, a la. dustificacién de una distincidn, 0 incluso de una disyuncion, entre la Beografia gencral y la geogratia regional que deberian ser una el rever. 80 de la otra. De hecho, suelen terminar opuestas, La geografia regional, definida afsnosamente como la bisqueda del Fapugtetor se basa sobre la nocién del espacio abstracto, del espacio no ‘elacional. La geografia general, construida sobre los principios, no se Preocupa Por la historicidad de los conceptos y esta condenada, desde gi Principio,a ser un esfuerzo teorico separado del esfuetzo epistemold. ico, un esfucrzo initil ya que no tiene consecuencias. POR UNA GEOGRAFA NUEVA 5s Albert Demangeon proporciona un buen ejemplo de esta incapaci- dad para asociar filos6ficamente la geogratia general y la regional, Al principio se mantiene fiel a la idea de la totalidad, de le unidad de In lierra: su interés por la economia intemacional lo prueba totalmente. Encontramos sus ideas a este respecto en dos articulos, publicados en los Annales de Geographie de 1929, ya clésicos. Cuando, expone for. ‘malmente su método efi la introduccién a un tratado de Geogratia Hu. mana (Traité de Geographie Humaine}, obra que no se publics hasta su muerte, el tono sigue siendo muy fiel a los principios de la Geogratia regional clisica, incluso euando hace alusién a los «hechos generales» (1927, pgs. 25-34). Desde su punto de vista, a geografia regional cons, tituye «uno de los puntos de apoyo esenciales de la geografia gene- rab... y aconseja partir del particular, del lugar, de lo regional, y ob- servar lo que la regién contiene de particular en sus horizontes. sus Plantas, sus habitantes, asf como definir esa cosa dinémica que resulta ele unién entre un fragmento de tierra y un grupo de seres humanos». En esta larga frase tan bella hace falia, naturalmente, una alusién a ue, en las condiciones de la economfa internacional tan bien estudia. 2s por este gran gedgrafo, en las relaciones entre und fraccién de la humanidad y un pedazo de naturaleza, unas leyes cuya éscala sobrepese | dimension del lugar pueden representar un papel furidamental. Inconsecuencias de este tipo, debidas al eclectcismo filoséfico que suo a la geografia desde sus primeros tiempos como ciencia, paraliza. yon el desarrollo de la disciplina y anularon los esfuerzos, sin duda ‘lguna serios y bien intencionados, de los fundadores y muchos de sus scipulos. La filosofia de la geografia, cualquiera que Sea la direccion ‘Que siga, no puede seguir siendo una colcha de retazos. ke CAPITULO II LA RENOVACION DE POSGUERRA: LA «NEW GEOGRAPHY,? La Geografia no podia escapar a las enormes transformaciones ocu- tridas en todos los dominios cientificos tras la segunda guerra mundial, En lo que toca a las ciencias humanas, se trataba mucho-més de una revolueia que de una evolucién. En esto contribuirian sres razones esenciales: en primer lugar, las propias bases del trabajo cientfica avanzaron mucho; en segundo lugar, las necesidades de los usuarios ‘ambiaron; y por dkimo, el objeto de la actividad cientifiea se modifies? Los instrumentos de trabajo puestos en las manos de los investiga: dores, los métodos de aproximaciGn a la realidad puestos a su disposi. ion tuvieron un desarrollo notable en cuanto un gran nimero de cle. Eat otras obras qu dn cuenta de Is nara tendencas eI geopratia: Dad Harvey nin Geography, Armli, Lands, 1S; Jngarne BeasjusGutch Le egg, ioe et pecpecvs, Maser Bars, 197i Pear Andra (€3) asad Hence ee 2b. Lonmman, Londes, 170, 2 lea: R- Choy. PHagget Cd) Posner eect ‘ecg, Londes, Methuen, 198, pg. 6; J 1. L Bony. Male (ct), pao aioe Geograpiy, Nees aun Dislgue (Orteve, 171), skit fecha el onto de via por el cal a enia hari evatza por una cidadose epee, & datos, permtendo una sproximaion cada vex mit estrecha sa tealded, Kena pour 2 foporani, en a historia de fs cenis, a ocho de que kn nocvr peadipnne eae sn muro problema se presenta, doen apace: peclamene mere pele, Panga obemitica permite trata stemicamentc la ealdad denominas parcoone toy Erirtema 1 Sveden uns ous, nla meson gue importants modiearione st relace, “ale nstuleea dels cos 0 en a manera de apreadelas Chores 8. Kah, 1960) 38 MILTON saNTos mentos nuevos se hizo disponible, Nos referimos, en especial, al avance de la automacion. Se doté a la investigacién de medios que, por lo menos en apariencia, debjan permitir una definicién més exacta de las realidades, intentando Iegar a postular leyes cuya pertinencia ain po- dia discutirse. Tal conjunto de circunstancias Uev6 a la actividad cientifica a buscar direcciones alternativas y la geografie no escapé a esta tendencia Cuando se leen las publicaciones geogréficas que, desde entonces, se ublicaron en todo el mundo, es casi imposible desconocer Ia variedad de ciertos temas y la novedad de su tratamiento. La propia presenta- la 8 Antonio Chrisofoiet en su ance «Ar Carsctesses Su ava geopatse,publesdo en Geografa| (1), page 3-3, abl de 1976, o MILTON santos fructifica, Lo inismo se puede decir de otros ge6grafos franceses y de otras nacionalidades, como Sauer y Hartshorne en los Estados Unidos. Una tendencia neomarxista intents, asimismo, imponerse desde el final de los afios cuarenta hasta finales de los afios cincuenta. Lo que esta tendencia representaba, asf como las dificultades que la llevaron casi a ser abortada las tratamos en un articulo nuestro publicado en 1975 en la revista geogrifica norteamericana Antipode. Las viejas tendencias (como, por ejemplo, en Francia la vocacién regionalista) atin eran podero. sas y, en la confrontacién con la «New Geography», parecian ganar el vigor que la propia lucha acostumbra a dar alas dees atacadas. Asi, las tendencias més criticadas obtuvieron la terrible victoria de impedir que los puntos de vista més Nicidos pudiesen Legar a sus iltimas consecuen- cias. Todos terminaron prisioneros de Ia estrechez ecolégica (0 de la ecologia estrecha), y acabaron trabajando en una totalidad truncada, levados a valorar lo «no real» En este itimo punto se encontraban las viejas tendencias, sus suce- daneos y las tendencias que se denominaban «revolucionarias». Creyendo combatir a la «New Geography», la geografia tradicional ter- min6 por ayudarla, matando en la rafz toda posibilidad de una renova- in de origen endégeno. Sin hablar sobre lo que, de manera més o menos abierta, de forma mas o menos timida, acabs por rendirse 2 Ja tendencia enemiga cuya difusién, de una forma wu otra, se hizo més fécil El debate no se ha interrumpido en la actualidad. Voces aisladas discutfan sobre el destino de la geografia en los dos tiltimos aftos de la décadarde los sesenta, época que marc6 los primeros desengatios con el cuantitativismo, dentro de su propio campo. Ante un debate tan importante, ya que es responsable del presente ¥ del futuro de nuestra disciplina, nos cabe, en primer lugar, constatar | existencia de la lamada «New Geography», ya que aiin no esté total- mente muerta, y seguidamente, conocer en lo qué consiste, cusles son sus finalidades, su enfoque y sus métodos, cual es su objeto (0 mejor dicho sus objetivos), antes de apreciar sus debilidades fundamentales. La llamada «nueva geografia» se manifests sobre todo a través de la cuantificacion. Aunque también utiliz6 como instrumentos los modelos, 4a teorfa de los sistemas (los ecosistemas inctuidos), la tesis de la difu. sin de las novedades, la nocién de la percepeién y del comportamiento ¥, de igual manera, las miitiples formas de valorar lo empitico y lo ideol6gico. Intentaremos ofrecer en los capftulos siguientes un cuadro sucinto de sus principales tendencias, antes de realizar una critica del scoisismo» y del ideologismo que la caracterizan, caPiruLo1v LA GEOGRAFIA CUANTITATIVA, Tan Burton escribié en 1963 que la revolucién cuantitativa habia he- cho de nuestra disciplina una ciencia respetable. La basqueda de un lenguaje matemético para la geografia se debi ala biisqueda de la cientificidad que la geografia ya habia intentado an- tes bajo otros ropajes y en otros momentos. Los métodos matemiticos se consideran como més precisos?, més generales y de mayor valor para la previsi6n?, Todo esto se obtendria mediante una combinacién en la que los andlisis de sistemas, los modelos y el uso de estadisticas cons- tituirian una pieza fundamental. También responde a una preocupacién de rigor en Ia que se impugna la nocién de causa y efecto mediante los. modelos lineales elaborados tanto para avanzar como para retroceder Ademés, el empleo del andlisis multifactorial deberia, segin los gedgra- fos cuantitativos, resolver de una vez por todas las complejas cuestiones relativas a la multiplicidad de las variables en juego y a la fragilidad, hasta entonces insuperable, del trabajo interdisciplinar. Resulta que la posibilidad de separar las variables es la base del tra- bajo cuantitativo. Una vez que éste permitiera no sélo aprender las di- ferencias sino también contabilizarlas, las posibiidades de explicacién (age de en eins sn he amen pie na maori {Jes problemas pricey metscigos ene seoiaa Senn a rtusecs ge ef emple> ‘usa ediizasejerce uns fete seat, EA. Wer, 196, pig 17 5 _Anguc lis descipones verbs con frervensa Se const ess Primers pH p> "el desroi ge urate, son tube mos pecs, eagerly posan on ees ‘lx pedziv ee eos modelos matemstanePorle tao, noe do erst qu lor ess dors hayanitsiado win ios mods pra sya as compenin yl reson de ‘nisin Ge nvedadem. (Karel y Kael, 172 pg 6) a MILTON SANTOS Se encontrarian reforzadas y se estarta, asf, capacitado para construir modelos que serfan no sélo descriptivos sino ademas prospectivos. La previsién que se obtendria asi no seria intuitiva o sentimental sino siste~ mitica, ‘Tras procurar una vez més a las ciencias exactas Jas analogias indis- Pensables para la aplicacién, sin mayores problemas, de los métodos cuamttativos, el empleo de los nimeros responde a una preocupacién Permanente por la medida. Para llegar 2 comprender y a definir las ‘multivariables se aplicaron al estudio del espacio los métodos del ansli- sis de sistemas y la construccién de modelos. De hecho, puede decirse {gue la introduecién del andlsis de sistemas y de los modelos en geogra- fia esta encadenada —como causa y efecio— a la famosa «revolucion ‘cuantitativay. La teorfa difusionista también se apoy6 en la cuantifica- cin y el propio Hagerstrand (1976) parece haber dado las razones + LA CUANTIFICACION EN GEOGRAFIA De acuerdo con Chisholm (1975, pig. 26), las raices de la cuantif- cacién en geograffa no se hallan en la estadistica moderna sino en el arte y en la ciencia de Ja eartografia. Sin duda se trata de una forma dife- rente de cuantificacién, en relacién con una geografia determinada y -«utilizada para obtener una descripcién més exacta y no orientada, como en Ia era modema de la cuantificacién, hacia objetivos explicatives ‘en un euadro probabilistico». Las ventajas del método cuantitativo también tuvieron diferentes cexplicaciones. No debe olvidarse Ia comodidad, término utilizado aqui come sinénimo de facilidad. Probablemente sin ironfa, el gedgrafo in siés Alan G. Wilson (1969, pég, 230) escribié que «el gedgrafo te6rico (se referia al cuantitativo) no tiene necesidad de ser en principio mate- matico 0 estadistico». Y otro, en este caso sardénico de forma delibera- da, dijo que «en realidad es muy fécil en Geografia describir patrones bastantes complejos en términos matemiaticos sin siquicra comprender los procesos de base que intervienen en ellos». Elliot Hurst (1973, pagi- nna 43) da incluso un ejemplo: «la simulaciGn de la difusi6n de las innova- ciones a través del espacio, sin comprender porqué unas personas acep- tan la innovacidn y otras no». 2 El orden espa en In adopcde de Ia inovationes es muches veces tan entrafo gue pray una tentacin par a eresce de models teas que smulen lw racine) nosed ‘stmo qué fe oben ccras preconen,T. Hagersvnd, 1967, pes 1.3, lind POR UNA GEOGRAFIA NUEVA, 8 LINEARIDAD, COLINEARIDAD, ETCETERA La biisqueda de una causalidad que se asimile a la Jinearidad es una preocupaciGn de los usuarios de los métodos cuantitativos en geografia. ‘Al comienzo de su articulo sobre los modelos migratorios, Barry Ridell dbservé que los modelos de regresin como el propio B. Ridell rwvo que hacer para poder presentar el ejemplo africano que sirve de base a su tesis, En el estudio sobre la Sie- rma Leona, parte de hipétesis priori en vez de la propia realidad. Su punto de llegada es, como es de esperar, un nuevo ejercicio de empiris mo abstracto cuyo valor para el conocimiento exacto de jina realidad conereta es escaso. : Amadeo y Colledge (pag. 82) indican «la posibilidad de que ocurran relaciones no lineares» en ejemplos que incluyen correspondencias des- critas bajo el nombre de las relaciones «exponenciales». «Supongamos» dicen, «que tenemos dos grupos de nimeros. Asociado a cada niimero el primer grupo existe otro nimero en el segundo grupo y las relacio- nes que hacen especificas Ia naturaleza de la correspondencia entre los nimeros exactos en cada grupo sc llaman relacin funcional. El primer Tupo constituye el dominio de la funciGn. E! segundo grupo constituye €lnivel de la fanciGn, ete» De hecho esta alineacién de corresponden- cias, lejos de suprimir la linearidad, la multiplica. Esto se expresa de forma ligeramente diferente en un relato hecho Por Sylvie Rimbert (1972, pag. 103) sobre los métodos de andlisis de Variables miltiples en Geografia: «se afirmaba que la geografia era una ciencia de relaciones entre muchas variables observadas en el paissje. elaciones pueden precisarse a través de los métodos estadisticos inductivos que asocian las variables numeradasinicialmente dos a dos, y despues en gran niimeror ‘La unién que puede existr entre una seri de valores de una varia- ble y la serie de otra variable se expresa por un cierto grado de correla- “4 MILTON sawros in calculado generalmente de dos formas: el coeficiente de nivel de ‘Spearman (1905) para los pares de variables, y el ceficiente de correla. ion de Pearson para pares de variables medibles. Estos dos coeficien. tes toman valores comprendidos entre + 1 y ~ 1. Una vee calculados los coeficientes de correlacién para un gran mimero de pares de varia bles se pueden clasificar en un cuadro denominado matris de correla "Lax exatioeecologioe sla ten senso integral se ntegran alanis eneral de Is ‘epariones humana: tas depend do los facrersocaes pero siren maconesdebio a omici merit del mecio, Conierando exe Sng te puede ees ae es vices ier ‘acon psibistas: el conjuato de elacones con el medio y la relaciones soils conse St abcma de encadeamiemerreeproros En tno que no se enienda en su oud, 1 expr ‘on slo puede ser contingent. Sol a aera sociale, por rela gears. son les ns foseep- Ubes de cear repuariades’ dornte musto tempo lar Obes a geogialla de iespiracce ‘hewn, para Gt el problema exon oconstun el tad de a laces de grupos 6 ‘meio natural. Clava, 190, pag. 11 6 MILTON SANTOS ‘tutorizar que se tengan en cuenta y que se analicen las relaciones re- troactivas de la forma —denominadas «estructura territorial— sobre Jos procesos. Para ello, el método debfa tener en cuenta Ia naturaleza de las Propias variables, y Ia tendencia que tienen para entrar en combina ién bajo condiciones precisas del tiempo y del espacio. En este sentido, el anélisis de sistemas de un lado y la aproximacién ‘modelistica y cuantitativa de otro (aunque una no exciuye 2 la otra) Presentan cierta debilidad. El uso de 10s modelos mateméticos asociado al andlisis de sistema ha provocado ciertas observaciones. Una de ellas procede de Gunnar Olson (1967) para quien «férmulas mateméticas similares se pueden aplicar, sin problema alguno, a fendmenos totalmente diferentes». En 1974 (pag. 273) escribiamos que «considerar el espacio como un sistema, lo que en cierto sentido es cierto, no basta. Hay que saber cami, 96, MILTON SANTOS ya enunciadas, hay que afiadir otras dos: el grupo bastante numeroso Para los que una «Geografia Teorética» preocupada por los niimeros y Por la exactitud seria por sf sola una garantia de alta calidad cientifica Hay también los que, como veletas, siguen aquella direccién por la que vaya la moda: son los que bajo ninguna circunstancia quieren remar contra corriemte. Este titimo grupo esté formado sobre todo por oportunistas, que cumplen el retrato, trazado en otras circunstancias por A. Cuvillier (1957, pag. 167), cuando se refiere a los fanaticos del nimero, gente re- vestida de «cierto candor intelectual comparable a aquel estadisti- 0 (...) que afirmaba hacer ciencia contando el nimero de viudas que pasaban sobre cierto puente de Paris» Para el gedgrafo inglés David Siater (1975) las mayores debilidades de la cortiente geogrifica que llama «anglosajona» son las siguientes: (P. Claval, 1975, pag. 262). Este vicio se hizo tan acentuado que, a veces, este trabajo de glorifi- cacién del maestro ya consagrado provocaba bien la deformacién de sus propias intenciones originales, bien la deformacién de las ideas de los ‘que, fuera de su influencia, mantuvieran ideas diferentes. El primer 230 se puede ver reflejado en las ideas de Christaller, cuyos seguidores en los Estados Unidos presentaron su obra totalmente deformada. Del segundo caso, el mejor ejemplo es el de Ratzel, cuya obra elogiada por Vidal de Ja Blache, fue repudiada después por los alumnos de éste, al servicio de preconcepciones ligadas @ la supuesta existencia de escuetas ‘nacionales. En resumen, el crecimiento pasado de la geografia ha tenido siem- pre un mayor peso que el de las expectativas creadas, : Nuestra disciplina ha sido victima de confusiones en relacién a la nocién de lo concreto. Con frecuencia ha adoptado una visién empirista que se quedé en la apariencia. Incluso cuando se tiene en cuenta la idea del contenido, muchas veces no se hace en funcién de las condiciones Fealesy ctules, sino en referencia al pasado, lo que contbuye a des igurarla, ‘LA GEOGRAFIA Y EL PROYECTO IMPERIAL Dichas tendencias se agravaron exponencialmente a partir de 1945, euando la geograffa pas6 de forma atin més clara, al servicio de un Proyecto imperial y su realizacién. El centro de dispersion de las ideas Seogréficas entonces comenzaba a transferise desde Europa a los Esta: 0s Unidos. Para los que disfrutan marcando las transiciones con fe- ‘thas, se les puede sugerir la fecha de realizacién del Congreso Interna- ‘ional de Geografia en Washington. La posguerra marca el comicnzo de la supremacia americana en la Seonomia, Ia hegemonia de la lengua americana en la difusion de las 102 MILTON SANTOS ideas cuya produccién se concentraba as{ mismo en los Estados Unidos. Dicha produccién de ideas era, en gran parte, producto de encargos, destinados a facilitar los designios comerciales y politicas. Esto, de por si, era ya garantia de parcialidad. En un momento dado, las ideas evolucionarias mantenidas por algu- 10s scholars motivaron la expulsién de muchos de ellos de la universi- dad? (A. Cuvillicr, 1953, pags. 109-110), Mas tarde el macartismo se impuso en todas las dimensiones de la vida americana, y le universidad no escapé a esta plaga. Ain ahora, por mucho que los institutos de censefianza de los Estados Unidos se vanaglorien dela libertad en la que sus profesores y alumnos trabajan, ciertas interpretaciones de Ta reali- dad como las basadas en la diléctica, por ejemplo, constituyen un tema précticamente prohibido, y entre los que insisten en tratarlo muchos son los que se encuentran sin empleo. 'Es muy dificil concitiar una actitud discriminatoria sistematica con e} florecimiento del espiritu cientifico. En cuanto a la geografia, estas ten- ddencias se manifestaron de manera bastante fuerte, ya que esta amplia dlisciplina se convirtié en un precioso auxiliar del proceso de planifica- ‘cin por el cual la dominacién de los paises ricos se podia ejercer con més facilidad sobre los demas, ‘A partir de la posguerra, se podia decir de los pases subdesarrolla- dos lo mismo que M. Chastaing dijera de Francia en relacién con Ale- ‘mania tras la segunda guerra mundial: fueron ocupados por el pensa- miento norteamericano. En materia de geograffa, la América Latina constituye un buen ejemplo, pero no un ejemplo aistado. De hecho, hablar de «pensamiento norteamericano» de los problemas del Tercer Mundo es gencralizer en demasia, porque algunos gedgrafos y cientifi- cos sociales norteamericanos se preocupan con sinceridad y/o capaci- dad. Pero existe un pensamiento geografico oficial que controla los me- ios de difusién del saber (editoriales de revistas y libros, asociacione® internacionales y nacionales, congresos, etc.) y los medios de produc cign del saber (bolsas de estudios, recursos para la investigacion, etc. 7 ase sabe queen kos Estados Unidos evolsioniso oe ienticd miso menos en bol on les corn de Darin, en scl com bs conepon de Spent 7 go bac masbo SEP ‘estab com que wn profetr de uae (aese soepechoso de wdarwiimon, toa com deci, alas eobenanat ela Bibl, par que se Je apartara desu eitedre (A, Coie, 195% pgs 10020), POR UNA GEOGRAFIA NUEVA 103 EL EMPIRISMO ABSTRACTO Para los positivistas modemos, que han proscrito toda preocupaci histriea, ls cosas tienen el valor definitvo sels costs en sis dat resto, el proceso de su formacién no les interesa. Estén més interesados por demostrar cémo son las cosas que en explicarlas. La preocupacién por medir se antepone a la bisqueda de las causas reales de los fend- ‘menos (Kopnin, 1966, 1969, pig. 69) La gran miseria del empirismo es que oculta las relaciones entre Jos hombres, y las sustituye por relaciones entre los objetos, incluso de Jos objetos geograficos. Pero las cosas por si mismas no tienen relac nes. Toda iniciativa que no tenga en cuenta este hecho iguala y susti- faye un significado verdadero por otro desprovisto de toda verdad Esto es también un tipo de abstraccién, pero no tiene una base en la realidad: una abstraccidn falseada en su origen porque no se basa en la eseacia de las cosas sino en su apariencia. La abstraccin empirica en seografia puede adquirit una forma abierta, brutal y otra latente, y ‘compleja. De la segunda, un buen ejemplo es el esquema centro-perife fia, ritcado, entre otros, por MeCall (1973) y Santos (1975). En su articulo clasico sobre «Capital-Labour Substitution and Economic Efficiency», K. J. Arrow, H. B, Chenery, B. $. Minhas y R. M, Solow (1961) dan un ejemplo muy claro del empleo de Ia abstrac- cin erapiriea en la teorizaci6n: «En muchas ramas del andlisis econdmiico hay que adelantar ciertashipstesis, relacionadas con el grado de sustitucion tmutua entre el capital y el trabajo». Afiaden: «Ante la falta de genera- lizaciones empiricas sobre el fendmeno, los teOricos escogerén hipstesis, simples que se aceptaran por su frecuente repeticiGn.» Norton Ginsburg (1973, pég. 2) crticé mucho esta tendencia a una abstraccién pedante de la realidad, tan llena de consecuencias que, ante |as teorias elaboradas, «reconocemos con dificultad lo real». Ilustra su Pensamiento cuando dice que «si tuviésemos que buscar en la teoria Qcopréfce una esencia de le sociedad american tl y como hoy existe, {indtlamos que ocultar que existe para consumir y no lo contrario Grstian Grataloup y Jacques Levy (1977, pig. 43) hacen con justicia Proceso de una geogralia «para la que el espacio, como el tiempo, no «Ema ca muy ben documenta de conepo de J. edna sobre cl mele ete TES, McC (97, pie nos peseua mimo une ica dl empleo de empano como enogu pr seta epaciles 104 MILTON saNTos POR UNA GEOGRAFIA NUEVA 105 £8 un dato objetivo, no tiene una existencia real, sino que se encuentra revela toda una red de relaciones de causalidad». En caso contrario en nuestra manera de percibir las cosas». La expresiGn de aquel idealis- estarla desprovisto de todo «valor cientifico» mo filos6fico que entré en la geografia a finales del siglo XIX y se afian> La ciudad se convirtié en un terreno de encuentro de socislogos, 26 a principios del actual para legar a triunfar, tiene una apariencia de economistas, antropélogos, etn6logos, politicos, historiadores, mientras objetividad y de concrecién. Las teorias de la difusién de las noveda- ue los gedgrafos perdian terreno. El andlisis regional dio lugar a inmu- des, de los lugares centrales y los polos de crecimiento, el principio del merables disciplines especializadas, bajo la excusa de las necesidades de «menor esfuerzon, la ley de gravedad espacial y otras armas que las Ja planificacién. La formulacién de los principios generales estaba cada ciencias del espacio pusieron a disposicién de la planificaciém, no son vez més abandonada por los gedgrafos. Ast, la geografia vio reducirse sino formas abiertas 0 encubiertas del ideslismo filosdfico, sefiales del ‘su campo de accién, su interés y su importancia, al tiempo que las empirismo abstracto disciplinas que debian llenar poco a poco dicho vacio, no se ocupaban ‘Asi, el espacio geogréfico se estudia como si no fuese producto de | generalmente del espacio. lun proceso en el que et hombre, la produccién y el tiempo ejercen un pel esencial. Asi habia que despreciar cl espacio del hombre para dar la impresion de que, no harto de producir, los hombres se enfrentan a DEL IMPERIALISMO A LA PERDIDA DEL OBJETO un espacio parcelado, deshumanizado, reificado. El espacio real se sus- tituy6 por un espacio ideolégico en el que podrian crearse falsas teorias Ritter (1836) ya se quejaba de lo poco que los ge6grafos hacian para sustantivas y de planificacién*, cubrir los dominios de su campo de trabajo*. En este respecto pode- La denominada geografia cuantitativa marca el punto méximo de tos decir que en aquella época todavia no se habia constituido de he- esta desespacializacin del espacio, reducido a una red de coordenadas cho una geografia verdaderamente cientifica, por la falta de dos condi- ciones esenciales: de un lado, ef mundo todavia era poco conocido, sin relacién con ta realidad, un verdadero «computer taxonomic exer | por otro, las ciencias sociales ain no se habian constituido. Peto ya en se» (Brookfield, 1975, pég. 107), ai mismo tiempo que una deshistoria ZaciOn: un conjunto de formulas mateméticas del que ta historia —es 1921, el gedgrafo belga Michotte se lamentaba de que la geografia se decir, el hombre— era sistematicamente apartado. Es la complejidad | ‘etraia. del viejo lastre positivsta de Ia disciplina geogréfica, cuya nocién de Dicha reduecién del campo de trabajo se realizaba de forma parale- regién fue un paso preliminar y basic. laa Ia tendencia por parte de los gedgrafos 2 imaginar que podian El estudio de la regién como entidad auténoma fue objeto de una tratarlo todo, dialéctica defectuosa entre un hombre separado del capital y otro en un Oner Tulipe lo sabfa bien cuando censaré la vocacién de la geogra- entorno no socializado, en lugar de una dialéctica de la sociedad ente- fia como una forma de imperialismo. Escribié en 1945 (pag. 75): «pero ra, Del mismo tipo es la dstorsi6n paisaiistica; hace poco, Paul Claval ‘tas esta confusiGn inicial, el dominio de la geografia se fue recons- (1974, pags. 42-43) se admiraba de que los aspectos mas importantes truyendo poco a poco. Sin embargo, en esta reconstruccién los limites Gel estudio del paisaje se olvidesen en favor de otros menos importan ‘del dominio se llevaron més lejos; de aqui viene esta actitud de ciencia tes. Max Sorre (1957, pég. 31) presenta la cuestién de manera ejem- Por lo demas muy amplia y con tendencias enciclopedistas que también plar: adetrés de los trazos concretos del paisaje, nuestro analisis nos Sobrecarga 2 la geografie». Para O. Tulipe edicho capricho es un error base, un pecado de juventud, como el que otras ciencias conocieran, Pero del que la geografia se desembaraza con lentitud» (pég. 76). El 5 Steep sempre fe veep «nie del alc i> sma Fei la secs Tagan Se atric Shores més Polone ene en qu a popaia dejo de abc oor les, ‘Settee dear ir oma i ll ie @ pce es an cdc Ghanem edna an seem oe | "seis srs pri ers el cpt rae eps, etl Ee que ener un oni ul de a ropa 9d sb aston ge Sejosoal na pds oc uric sotto puswmoracarsrrsmen | SMe iecamceSjear pega ike ren cao eta ae a pregunia sf eonsieramos el epeco 9 la sed en 0 proceso Misti satan, ‘8 deben as bejar con ellos y desarrollo» (Rite, 1836, 16 de 2}. 106 précticamente, plinas en su do: MILTON saNros perderlo todo, ya fuese por Ia invasién de otras disci- minio de estudios, ya fuese por su incapacidad para fijar. se un objeto propio bien definido, S. H. Franklin (1973, pég. 207) parece haber escrito con letras de fuego cuando dice stemer que la proxima historia de la geografia sea luna necrologia, Demasiadas veces los geégrafos evitan, y a veces ma. tan, los temas esenciales» ” EL ESPACIO PULVERIZADO Segiin Michotte (1921) «la division progresiva del trabajo en la cien cia ocasion6 una rogresiva y cada vez mas clara especializacin, dest? ada, en el caso de la geografia, a restringir fatalmente su objeto» ® Terminamos por tener, como dice Jean Dresch (1948, pég. 91) una geografia «cortada en trazos»’. Desde su creacién como diseiplina candidata a un stanuscientfico y Gurante la primera mitad del siglo Xx, se reconocen esencialmente dos tendencias en la geogratia. Por un lado, ciertes autores huchaban por asegurarle a Ia geografia una categoria cientifica, un lugar en la clasifi, cacion de las ciencias © intentaban descubrir en ella leyes y principios generales, definir su campo de trabajo, clasificar los hechos de su domi. nio y establecer una jerarquia de valores. Por otro lado, estaban los que, con ferentes formas, querian hacer de la geografia un cuerpo de Sonocimientos inmediatamente utilizables sin importatles las posibles demandas de sus usuarios efectivos o potenciales. La primera orienta, {io corresponde 2 un enfoque especulativo en tanto que la segunda eva a todo tipo de pragmatismo. Aunque en los Estados Unidos, es Zeomparable el trabajo de un Hartshorne, de un Sauer o de un Schaeffer, de sugerit cho explic derar el e ertante que en me ¥ de otros que estén por encima de la media comtn, se pue- que la primera orientacién es sobre todo europea, Este he- arfa también la tendencia de los gedgrafos europeos a consi ‘spacio como una unidad, aunque no consiguieran transcribir a de desarclareioni sea les economists no los geopaos foe ‘4%, Sominan Ia trature (5-H. Franke, 179, pag. 90), 2 Essie encuentra en Fischer y ote 158-26 sag Pesan.) dil is complea mpd del ela humana, susie a a invesigdore ios , Deseh, 1088, ag. 91, POR UNA GEOGRAFIA NUEVA 107 sus intenciones en una teorfa y méiodo. La geografia americana, ali- ‘mentada por el pragmatismo, tomaba como objeto de estudio pedazos aislados "0 aspectos singulares de la realidad al gusto del cliente. y acab6 por pulverizer el objeto de la disciplina y a la propia disciplina La proliferacién de temas de estudios la distanciaba cada vez mis de lograr la sintesis y, a medida que la geografia se hacia mas utlitaria, se hacfa también menos explicativa LA GEOGRAFIA, VIUDA DEL ESPACIO Resumiendo, un poco en todas partes, los gedgrafos callan en rela- cién al espacio. Algunas veces se callan también en relacién al trabajo innovador de otros gedgrafos y de otros espacidlogos. La geografia es la viuda del espacio (Santos, 1976). Su base de la ensefianza y de la investigacién es Ia historia de los historiadores, Ia naturaleza «natural» y la economia neoclasica, y las tres tienden a susti tuir al espacio real, él de las sociedades en su devenit, por cualquier cosa estitica o simplemente no existente, ideologica. : Por eso muchos geégrafos discuten tanto sobre la geogrifia —una Palabra cada vez més vacia de contenido— y casi nunca del espacio como objeto 0 contenido de la disciplina geogratica, Por consiguiente, la definicién de este objeto, el espacio, se hace dificil y el de la geogra: fia, imposible. Destemporalizando el espacio y deshumanizéndolo, la geografia Un posulado qu candcoma tos los modos burgess de pensamiatoy de antiis isd ca crane dels np cncny pices ar oeseeae rt ‘Sa cee ao (Te Po 1 0) a ‘to provoe un conccimient fragmento, que hase mis nts posed de oon vison Wohl uns ex git of objeto del ssl sc face mis extresie 9 subi eas {eomos, también, en un acl Ge. Marchand (172, pi, 99). sbos metodo de ante ahvariado y mutiaindo consuyen una ayuda pocous pura vestgaon sropiios pre no son surat: se aplcan a toda una sete Je obunaconsy 8, Sede hese anon ve ‘ex.s har convertion reel general en ets goopifene demon, hay gue conenae ue los economia 0 ls piclogos los za in oe sigura mejor El hrs dea et pedpo fobaje sobre el espacio provoe, por contopra, cs problemas metodsepor gue Son [opie exile macropcoraia inten aa al ejuco como autor tec Toes ‘Stodios de Daceyy os entics de flcecmn teprsenian a enfogue saucy ea odo ‘Stu esta presenta el proba fundamental de -avecorrace sop Al conctio de la macrogeogratia, ls verso métodos de tape cern diviiend et _EREER stasdfio en os componente eiemenaes pra comprender mejor ey de dsubucion (os tndnenoe. 108 MILTON sawros ‘acabé por darle la espalda a su objeto y siendo «una vinda del espacio», A este resultado contribuy6 el hecho de haber empleado mucho esfuer. 0 y talento en buscar soluciones inmediatas a los problemas considera dos inmediatos, en perseguir respuestas particulares a los problemas ‘considerados espectficos. Acabamos, por eso, yendo a una multiplic- dad tan grande de las geografias que justificarfa que un espiritu irénieo dijera que, en los dias actuales, hay muchas geografias pero ninguna eografia. Todo esto se debi6 al hecho de que, puesta al servicio de las cosas y ‘no de los hombres, la basqueda de una identidad o de una legitimacion realmente cientifica dej6 de ser una preocupacién permanente y paso a ser un estorbo para la realizacion de un trabajo que se habia ligado més al mundo de los negocios que a los intereses sociales ™. La reflexién as6, asi, a ser innecesaria. De hecho, escribe M. Sorre (1975, pig. 51), los ge6grafos legaron a perder incluso el gusto por el debate que habia caracterizado a su pe- Hiodo hervico . El debate de fondo fue sustituido por la discusién de tas cuestiones de forma y una infatigable querella sobre el voeabulatio ‘tom6 el lugar de la curiosidad por los mecanismos fundamentales. A todo esto se debe el rebajamiento de la geografia a un conjunto informe e incoherente, un puzzle que se monta segin el interés de los Clientes. Lo que es mucho més chocante porque en otras ciencias socia. Jes, aunque algunos especialistas no se negaban a servir de manera fiel ¥ Giega a los intereses de grupos, también trabajaban con un minimo de teoria general LAZOS Y PROMESAS DE CRISIS. No es de extrafiar, por lo tanto, que la crisis general de las ciencias sociales se haya manifestado con tanta fuerza en el caso de la geografia Esta crisis no debe esconderse ptidicamente, como se intenta hacer bajo el pretexto de que pretende salvar a nuestra disciplina de criticas 2 bon sia que la pogrta debi ext para servi a los hombres de Estado y a lass dominant, afadiend adem qu tal nota provents de Palle 5 3! ropio Marinliem Sove fu vcs de elo. Esco ls ts inportinte sinteis de Utrera gsopdfics gue conocer) pero gran parte des abajo es pricicamentedesconoids or los geraosJovencs y menos jovees, La mods de los mamite vs gropas de Ie ioe ecerunctiin de mass tance po Lacote (1976) es una de las Sas peso taaben oe «jerto que hast en misma Franca te habla pos de € POR UNA GEOGRAFIA NUEVA 109 mortales. De hecho, las criticas le vienen desde todos los lados desde hace tiempo, y recientemente han ganado un tono més vivo, después ue se ampliara la discusi6n sobre el objeto de cada disciplina, como reaccién imperativa a la situacién actual de cambio por la que pasa la sociedad mundial. Creemos que, en lugar de querer esconder dicha crisis, debemos ponerla en evidencia. En realitiad, cl estado de crisis no es normalmen~ te un testimonio de flaqueza; la crisis es la prueba del desajuste entre lo viejo que desea mantenerse ante lo nuevo que quiere sustitutlo. Se justi. fica asf una permanente vigilancia de los que tienen como tarea buscar los nuevos eaminos. Y los cientficns se deben incluir en esta categoria. En el caso de la geografia, la crisis se hizo més grave porque la acumulacion de equivocos crstalizé el error y cada progreso aparente era, de hecho, un paso gigantesco hacia atrés. Asi pues, la geografa se ‘puede definir, desde su fundacién y sobre todo después de la segunda ‘guerra mundial, por un conjunto de postulades que, en vez de colabo- tar en descubrir lo real, contribuyen a esconderlo, Como estos postula. dos se abrigaban con una retérica cientifica, en una fase de Ia historia fen que la ciencia se considers como el estudio de los fenémenos, es ecir de las apariencias, se objeta a la consideracidn de la realidad en si misma —y como una necesidad propia de le expansi6n, sin ol{sticulos, del sistema capitalista—, dicho cientificismo despreocupado por la esen. cia de las cosas era, al mismo tiempo, el estimulo para la geografia, cempirica y su justificacién. Se monté asi una especie de mampara para fa crisis La tendencia de una ciencia comprometida con intereses de grupos a distrazar Ia vision correcta de la realidad, equivalié a ocultar la evoh. ‘id de Ia historia humana. Pero ta historia siempre termina por impo- nerse y por derrumbar los mitos creados como velos. En el caso del espacio, este salto eualitativo parece estar realizandose ahora, como en ‘otros periodos hist6ricos criticos, cuando el espacio ha cambiado funda- mentalmente de naturaleza y exige asimismo un cambio bésico en la definicion, En este momento, las tareas explicativas fabricadas fuera de {a realidad se vuelven inocuas y exigen su sustituciGn. Pero ésta es tam- bién ta época en que se quiere sustituir una mentira por otra, Se est’ intentando desesperadamente encontrar, frente a la realidad nueva que hos salta a los ojos, una teorizacién falsa. Para evitar recaer en los errores del pasado, es necesario insistir en la existencia de la crisis, Pero con un espiritu critico, es decir, examinando no sélo sus aparien. ‘as, sino sus fundamentos. SEGUNDA PARTE GEOGRAFIA, SOCIEDAD, ESPACIO CAPITULO 1x UNA NUEVA INTERDISCIPLINARIEDAD Desde que la geogratia comenzé a buscar su individualidad como de citeag’ Se°RraK0s pretendieron que fuese, sobre todo, una cients sear 8 decir, capaz de imerpretar los fendmenos que once {25 I de a tera, utlizando para ello un instrumental eorenee & de multiples ramas del saber cientifico tanto en el Amsbio de las dis- Siipis naturales y exacts, como de las disciplinas sociales» fares aumero de ciencias". Las ciencias que debian aywder om seoprafia a ay bietivo, también las denominaban fas «muletase del goos menos pretenciosos decfan, sin querer itonizar, que sen ge iit ouliaress. Esto era lo natural, porque el peoprats coy jefe sgassta mientras que los demés cientificos son los smisices Ea realidad, cs una mania de grandeza* que no es justificable, una ue MILTON santos pretensién insoportable?. Primero, porque la geografia jamés desarro- Nig el instrumental necesario para llevar a cabo la susodicha sintesis; segundo, porque es una tonteria reservar un papel tan importante una sola disciptina, Todas las ciencias son de sintesis o sencillamente no son ciencias. Como dice Harold Brookfield (1973): «No somos mejores que otras. Estamos en pie de igualdad con las dems ciencias. El gesgrafo ino ¢s més ni menos capaz de elaborar uns sintesis por el hecho de ser gedgrafo.» La capacidad de sintesis que no es privilegio de ningun espe- ialista surge como resultado de una preparaciGn intelectual que va més alld de la propia especialidad para abarcar el universo de las cosas ¥ la comprensién de cada cosa como un universo, EL AISLAMIENTO DE LA GEOGRAFIA Con la geogratia, ademés, estamos ante una paradoja que, ala vez, €s una ironia, De hecho, esta ciencia de sitesi s, seguremente, la que Gurante su labor diaria mantiene menos relaciones con otras disciplinas. Dicho aislamiento* es también responsable de las dificultades que ha ‘encontrado en su evolucién. Este defecto ya fue comentado por Acker. ‘mann (1963, pags. 431-432), para éste solamente algunos gedgrafos $0- brepasaron con dificultad el nivel de banales generalidades sobre la uni Yersalidad del método cientifico’, Este nivel de generalizacion paraliz6 el desarrollo de la ciencia e impidié la bisqueda de una verdadera teo- ta y de una verdadera metodologta geogratica. Aguf podriamos recordar aquella frase de Mario Bunge (1965, pégi- ‘na 142) para quien «esperar una teoria intuicionista de la intuicion es tan 2 Ex relacén al compleo de sapecorda de ls gsr, leet Paul Cvs, 195, especial ‘espa, & a ex gue muchos jévenes soclogosy economiss visjeron los Estados Unicon [SBRPIEM: s educacn, Dicho ejemplo, sin embarp, no fae teqtido por is propa’ Tate 1968, mayors de los geoprafosopimaban gue fete de Pance mo exists ese Se seoreen ‘igs etal nombres (Ps Cvs. 1975, pap 20), via bisgueda 8 una iettidadproesionn nos evs 2 una especie de independenci inte ‘egus cinco & vers cierto grado de ablarent, conta el col paste de ln econ sents a taza est om a actual eacionando, (.) El deseo de hacer viable mots deca. {pin ndependencn nos les dat ana mesor importants sf Seaca comicerads soos oo {Rie Atwamos emtnect como oslo recanoiiemos ca telcd a tds cation ir rene ‘alles més amplis. De hecho, nos alvidamer de ener on eet lor ambos wit renee Sein Foee, Nos olvidames deaguel acoma seg el cut, en mayor o menor paca, smn ‘% ls clencia como un todo mae el progesa de Sus paren (Aches, aah Le POR UNA GEOGRAFIA NUEVA ns ingenuo como esperar una teoria mistica de los caminos misticos o una {coria esquizofrénica de Ia esquizotreniax, A partir de la geopratfa —y ‘exclusivamente de ella— Hlegaremos a una geografia intuicionista, misti €2y esquizofrénica. La propia nocién de las escuelas nacioneles de geo. ‘rafia participa de esta condicién de misticismo esquizofrénico, Durante mucho tiempo, y atin hoy, se habl6 de la escuela francesa de geografia, de la escucla inglesa de geografia, de la escuela americana de geo” grafia, de la escuela alemana de geografia, de la escuela sueca de Beografia. De hecho, en todos los tiempos hubo interpretacion y los valores de la investigacién geografica se reprodujeron en los diferentes paises, aunque las condiciones propias de éstos —condiciones internas y condiciones ligadas a sus relaciones con el resto del mundo— dieron a Sus geografias un bamniz peculiar De hecho, la idea de Ia existencia de las escuelas nacionales de geo- srafia esta ligada, sobre todo, a cierto grado de competicion, cuyos efectos se hicieron sentir en su principio mucho més fuera de les fronte= ras de los diferentes paises. Cada una de las denominadas Escuclas Nacionales de Geografia funciona mucho mejor en el extranjero que dentro de casa. Constitayen una manera mas de ejercer el imperialismo cultural, que es una forma insidiosa de insinuar, por medio ge los inte. lectuales locales, una interpretacién alienada de Ia realidad ocal. Las denominadas Escuelas Nacionales de Geografia funcionaron Mucho més en sus respectivas éreas de colonizacién politica, econé- mica 0 cultural, que dentro de los limites de cada pais. Es facil, muy fécil, identificar la marca de origen de la geogratia hecha en los paises africanos colonizados por Inglaterra, o en los colonizados por Francia, En América Latina, Ia geografia que, durante mucho tiempo, se definia por la matriz francesa, intenta actualmente obedecer los patrones esta- dounidenses, En esta historia tan Mena de ironias, fa historia de la geogratia, todo Puede ocurrir. La exportacién de una forma de elaborar el conocimien- to que representa los intereses internos y externos del pais exportador, termina por repercutir dentro de éste a través de las crcunstancias do. Centes y de investigacion, que forman una unidad con los intereses poli- tico-econémicos dominantes en cada pais. Esto ayuda, asimismo, @ Tear un aislamiento que se agrava por la barrera linglistica y la com- Plicacin de las disputas hegeménicas. medio siversirio taneés eva, en todo Jo poste, leer en cunlguier otra eng ‘06 no fuera de Descartes.» (Wiliams Golam, 1978 page 38 oy cnet 116 MILTON saNtos Esté claro que este fenémeno no se produce con la misma intensi- dad en todos los patses. Cuando, por ejemplo, Schumpeter (1964) sefia- la que la economia francesa se mantiene en el interior de las fronteras, de Francia, se apresta a afiadir que se daba a un nivel mucho més elevado que en Alemania, Para él, habria que buscar las eausas en el desarrollo precoz de la sociologia dentro de Francia y su influencia so- bre la economia. \VENTAJAS DE LA INTERDISCIPLINARIEDAD La geografia padece, mas que otras disciplinas, una interdisciplinarie- dad pobre, lo que esté unido de un lado a la naturaleza diversa y mlti- ple de los fenémenos con los que trabaja el gedgrafo, y por otro, a la propia formaciGn universitaria de los gederafos ’. Desde el comienzo del siglo XIX, Ritter® habia llamado la atencién iiblica sobre la necesidad de un esfuerzo de interpenetracién de las diferentes disciplinas cientificas, siguiendo las més diversas dimensio- nes. Pero Ritter estaba educado en una escuela de fl6sofos y absorbido por las ensefianzas de Hegel. Pensaba en Ia interdisciplinaridad como ‘una exigencia de las aspiraciones universales de su época, fruto de una ‘mayor amplitud del conocimiento cientifico, lograda con ia primera re- volucién tecno-cientifica, En realidad, an hay que analizar més profundamente la coheren~ «ia por una auténtica preocupacién interdisciplinaria entre los geégra- fos, que se agrava porque todos, o casi todos, estén totalmente seguros de que trabajaban de forma interdisciplinar®, Como no ocurre esto on la realidad, la geogratia no se aorovecha de esta forma de enriqueci- miento. Como ia exiructura det ensesanza supercon Francia ipedia gue los estudiantes terme rnaran Geado, a le ¥e2,econominas y geigralen, 0 scdogos gebgraton, ta enovacn tat ‘notable que se ealiz6 en econo ysocologia no eecontrs sco en Ia gogr. 5 Sien el pasado haba cierto interes por las formas, fendmenosy hechos cracteritios de las eaferas generale o paaculares de ads dons cence, suet pos paree, por el cot ‘io, alientar axpzaciones universal. Se exfucras por desc fonieras evema, espero ‘én y le imerpeneiracdn de las ditrentes dope sepin las Gmesnoneseopasdes, Hac ‘Oteicaseineectuales para retomar en sega an justo equlibn (C. iter, 1974p. 7) Exe atres po as relcones ene ls geapraia las inns scilesocepaba yu en 0 1 ee6gato amencano lisiah Bownzn, ea un lore digi «ls Averien Flstorcal Asoo on (Acostacin Americana de Historia). Las relconer entre Ia etolgiayaussre cena = von snaizsdss por André Lero-Gourkan, 194, pls. 1-9, Ete arto es un pesenace de POR UNA GEOGRAHIA NUEVA a7 El filésofo inglés Whitehead (1938, pag. 136) nos recuerda que la explicacién para muchos fenémenos correspondientes @ una ciencia dada se encuentra fuera del ambito de dicha ciencia”®. En otras palabras: si nos limitamos a la sociologia para explicar lo que se llama un hecho social; a la economia, para comprender los fenémenos econdmicos; a a geografia, para interpretar las realidades geogréficas, terminaremos en Ja imposibilidad de llegar a una explicaci6n valida. No hay que temer la invasin del campo por otro especialista. Habiando sobre las dimensio- nes econdmicas, politicas y sociolégicas del proceso de desarrollo, Er- resto Cohen (1973, pag. 4) escribfa que «los conceptos endégenos a ‘una dimensién son los datos o elementos exégenos de otra dimensién». De hecho, cuando un dato exégeno se incorpora a la interpretacién de 1m aspecto de Ia realidad, se convierte de forma inmediata en un dato endogeno de esa explicaciGn. Urtilicemos, de nuevo, la cita de Schum- peher, porque éste ensaizaba la importancia del elemento no profesio- nal en el progreso de una ciencia dada (1943, 1970, pég. 45). Se podria asimismo decir que una de las formas de progreso posible para cada ‘iencia en particular resulta de la trasgresién del campo de estudio por especialistas de otras disciplinas, lo que Jean Chesneaux (1976, pagi- na 164) denomina «robar a los’ profesionales sus privilegios> " El gran historiador francés Marc Bloch escribio (1974, pag? 166) que stanto el socislogo Durkheim como el gedgrafo Vidal de ta Blache ‘Rosati relasonesintmas care Ins dor dsiptnas qu, en su opin, se ocpan cel expaco. sei (pd. 19) puesto que la geograta Bamana sla ma prtana a nono, epic Que Alp a a unin se Usve ssabo> 2 stncluso ene mbio de une ean espe, pademosreconocer erect de funcions- Ilene que no e puede expe: pot dchs Genco (Whitehead, ene eau «Nature and Life (9 Modes of Though, 198, pg. 13) 2 Tiene que esta claro para todos que e gegrafo, ya se en el plano de Is ensefnza ‘Rpsror ode I investigacin, no petende sutra economia nal expel en ivesigar 360 social, ala demogrto a endlog. Feo debe saber itliar le rekade de tox co ‘nocinjeato de uss es dei, sbiendo oSmo se obtuverony, en comecuenci, el prade Se ‘oroximacon al que we legs (P. George, Laplace dela Geographe Humaine para ls sinces ‘numanes, problimes de méthode et depportni, rmimeograts, 6 pig. mayo dc 1858). Gon recuensia e cousata gu los geograte logan x cemodea, ea cl muro desu estudios 4 campo sobre tao cual tegen, cue cers cots adds po hs economibasY 60 VOR ‘ade face mocto vempo, Is deomicaen los hechos. Como M. Jourdan, tl ver st sero, itocen economia acta! Este se caso tabi de es econoaisas que reaian taboos de ‘FFB eae eee lo fensmenosgeografios» (Mi, Santor, «La Geogsaphie Urtne et {Eeoncme des Vis dans es Peys Sows Develops, Rerue de Géoprephiede Lyon, vo. XLIT, 1968 nim, 4, pgs. 30236) ee m8 MILTON SANTOS cca mucho més profunda que la de cualquier otro historiador». M. Sorre ¥ P. George, dos gedgrafos, hicieron lo mismo en relacién a la socio- logia. La propia geografia debe contribuir a la evolucién conceptual de ‘otras disciplinas, la economfa, por ejemplo, y esto se hace mas evidente tuna vez que la economfa neocldsica se impone escolésticamente y tam- bbién politicamente, como instrumento esencial para la difusién capita- jsta. Como le economfa neoclésica es por definici6n, una abstracciOn cn relacién al hombre y al medio geografico, los estudios geogratficos ganaron asf nuevas condiciones para colaborar en el perfeccionamiento de muchos conceptos econémicos Cuando propusimos ta nocién de un doble circuito de economfa en los paises subdesarrollados (Santos, 1970, 1972, 1975}, a esto nos llevs nuestra incapacidad para llegar a una interpretacién més dinémica del es- pacio geogratico a partir de las categorias econdmicas oficiales. André Marchal habia dicho que «las leyes econémicas son sélo el reflejo del ‘comportamiento de los hombres. Este comportamiento varia segtin las <épocas y segdin los lugares». En este particular, lo que es valido pera la |, también vale para la geogratia. De hecho, el principio de interdisciplinariedad es general a todas las ciencias. Jacques Boudeville escribi6 que «todas las ciencias se desarro- Ilan en las fronteras con otras disciplinas y que se integran con éstas en una filosofia, La geogratia, a sociologia, Ia economia son interpretacio- nes complementarias de la realidad humana» GEOGRAFIA E INTERDISCIPLINARIEDAD La biisqueda de ese interdisciplinariedad, tanto tiempo ha sugerida por Ritter, inspiré a los ge6grafos un cierto numero de soluciones. Una de éstas fue la entronizacién de lo que se podria denominar geografias especiales, formula adoptada tanto por Jean Brunhes como por Camille Vallaux, ambos criticados por Maximilien Sorte, Para Vallaux, el pro- blema de la formulacién cientifica de la geografia no pasaria directa- mente por las denominadas «disciplinas auxiliares» sino por las geogra- “

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