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EL NINO APOSTOL Nazareth, la pintoresca ciudad galilea vecina del Monte Tabor y del ago de Tiberiades, recibié a Jhasua doce dias después, y esta vez para permanecer en ella bastante tiempo. EI nifio volvia a su hogar nazareno completamente cambiado. No era el mis- ‘mo Jhasua que vieron partir cincuenta dias antes. Jue bien te sentaron los aires de Jerusalén! —le decian sus hermanos bromeéndole. —éTe qust6 el Templo? éTe maravillé la ciudad? iVamos! Jhasua, cuénta- nos tus impresiones y asi sabremos si has comprendido bien todas las cosas. Hay que advertir que Myriam habia dicho al nifio, que su viaje al Monte Quarantana nadie debia saberlo sino s6lo su padre. Este habia observado tam- bién un cambio en el nifio, y asi lo decia a Myriam su esposa. —Una energia nueva did Jehovd a nuestro hijo —decia Joseph a Myriam, viendo a Jhasua que atin pasada la puesta del sol, continuaba en el taller ponien- do en orden todas las herramientas, restos de madera, molduras sin terminar, listones y utensilios en general Y cuando ya se apagaban las Ultimas claridades de la tarde, cerraba todas las puertas y entregaba en silencio las llaves a su padre, —Jhasua —le dijo Joseph al recibirle una tarde las llaves y en presencia de shosuelin, de Ana y de Jaime— éTe ha desagradado el viaje que has vuelto un tanto taciturno? —iPadre —contest6 con resolucién el nifio— nada contesté a mis hermanos mayores cuando me hicieron parecidas preguntas, porque no sé cémo tomarian ellos mi respuesta; pero si nos 0s va a ofender mi franqueza, 0s diré que el viaje me fué encantador, la vista de la ciudad, espléndida; el Templo Ileno de riqueza y de magnificencia; pero lo que se hace en la ciudad y en el Templo, me ha parecido desastroso, horrible... y malo! —EC6mo, hijo mio? % Como lo oyes padre. En nada se ve alli la ley de Moisés, sino la més grose- ra y torpe manifestacién de egoismo refinado, de interés, de lucro y de ambicion. “Es harto més puro nuestro ambiente galileo, padre, y si de mi dependiera no cambiaria los aires de nuestra provincia por los de Judea con todo de estar en ella Jerusalén y el Templo. —éPero hablas en serio Jhasua? —insistié Joseph asombrado. —iOh padre! No por tener 12 afios he dejado de comprender lo que pasa en la ciudad de los Réyes y en la casa de Jehovd, que lo diga sino Jhosuelin que ha visto y sabe tanto como yo. El padre miré a aque! otro hijo que guardaba silencio, y en esa mirada he ba interrogacién. 354 —dijo el aludido—. E1 Temp verdad padre | plo es como un gran merc: weCacerdotes comercian descaradamente, a exoepcién feraese gond® 105 ig se dedican a la matanza de animales, . gseios OM eacrificios de animales estén prescriptos por Moisés — aleg6 Jo- Penejerta vcil2ciON. NT No padre! arguy} decididamente el niio-. Yo estudié las escrituras de o fog Santuarios Esenios, y sus escritos que son broves y concisos, no el \ most autorizan tales matanzas, sino que por el contrario aconsejan a os An- slo Seer pueblo hebreo, a que traten de acostumbrar al pueblo a cambiar los jes oo de sangre, por los de frutos de la tierra, y flores de los campos y re. | raaroraas de los bosques. Y aflade mds an, estas palabras que son glsadas at ios, Ezequiel y Jeremtas: PO injds agrada @ Jehovd la pureza del corazon y la misericordia en las obras, uel grosuta de carneros y de novillos” \ “pero es bien notorio que el quemar un pufiado de harina, una manzana 0 pizca de incienso, no deja a los sacerdotes las pingiies ganancias de un novi {se matan centenares cada dia, y sus carnes y sus grasas se las comppran de oro los mercaderes en los fondos del huerto mismo, en que termi 4 nolocoust na Wo; y all precio z fan las tierras del Templo. éCréeis que Jhosuelin y yo no hemos visto los bol: Ios de oro v plata que los mercaderes entregaban a los sacerdotes en las puertas 2 gases por donde entran los lefiadores? “Joseph dolorido dijo: “Zien, bien hijo mio, y ta también Jhosuelin, que nadie os oiga hablar co: ‘mo lo habéis hecho delante de mi. Grandes calamidades vendrén sobre nuestro 2 putblo, Roguemos al Sefior que tenga piedad de nosotros, 'Y levanténdose, entré a su aleoba donde su alma de hombre justo y piadoso sedesahog6 en silencioso Hlorar. Bajo su aspecto severo y casi rUstico, se escondia un corazén de oro, y sen- tia de verdad honda pena, por la amargura que adivinaba en Jhasua y por los ayendes males que esperaba para su pueblo Casi tes afios habian pasado sobre la vida de Jhasua, que continuaba en su hogar de Nazareth, entre sus tareas de ordenador del taller de su padre, sin que por ésto descuidase de ayudar a Myriam en sus afanes de ama de casa. Renovar ton frecuencia los céntaros del agua traida de la fuente, remover los secaderos de frutas, regar las hortalizas y plantaciones del huerto, eran las formas de ayu- deque l prestaba a su madre. Una gran tristeza empezaba a infiltrarse en su espiritu, como si una sombra 'o uese oscureciendo poco a poco. Y asi después de haber cumplido sus deberes habituales, iba a sentarse a un ‘anquillo que é mismo se habia hecho, y que estaba oculto alli donde el nifio ‘ola esconderse a pensar. Adin estaba colgado alli aquel original llamador que inventé para que su madre lo llamase cuando le fuera neceserio. fa en aquel apartado rincén del huerto, el Hombre-Luz de 15 afios de edad logaba con su Yo interno’ wes vine yo a la vida fisica, dejando aquel espléndido y divino cielo de foriadores que desribia Antulio en sus maraviloss relatos? A regar orta, atar hormigas, a remover los secadores de frutas, a colocar en su sitio Manillos y los escoplos? 2A vegetar como un animalejo cualquiera que co- * duerme y trabaja? y 355 ‘"LEstudiar los Libros Saarados? éPara qué, si los doctores y sabios de Irae) |f les dejan apolillarse en alacenas clausuradas, y han construido otros que me quen rutas nuevas a la humanidad, que si mala era a fuerza de egoismo e igno. rancia, mds mala se tornard dia por dia aparténdola de la verdadera Ley Diving escrita por Moisés? ““iLos Profetas!... équién se cuida de los Profetas hoy, si hay tantos sabiog y doctores, que interpretan las leyes de Dios en forma de no perjudicar las con. | veniencias de los poderosos y tener mas sumiso y doblegado al pueblo? ‘ "Y si fueron olvidados los grandes Profetas de la antigiiedad ¢puedo soma yo, con ser escuchado, ipobre de mi! sumido entre las herramientas de un car. pintero, cuidando las hortalizas de un humilde huerto galileo. # Qué fugaz y engafiosa visi6n fué la de los ancianos de los Santuarios Ese. ¢ niios, que alimentan la ilusi6n de que soy yo el Mesias de Israel? “TYol... lyo!, iyo!, Imisero chicuelo desconocido, hijo de artesanos gal leos, de los cuales se dice que nada bueno puede salir! Entorpecido por la inaccién; decepcionado por mi propia incapacidad; cansedo de una vida indtil sin finalidad definida ninguna, me veo como un &ro| estéril para la vida fisica, y estéril para la vida espiritual”. Tales eran los monéiogos de Jhasua durante el postrero de estos tres afios, 0 sea cuando habia cumplido los 15 afios de edad Myriam su madre, adivinaba que algo desusado y anormal bullia en el cora- z6n de su hijo, al cual no le fue posible arrancarle ni una palabra al respecto, Una mafiana cuando el nifio hacia el tercer viaje a la fuente por agua, nore greso hasta pasado el medio dia. 5 Era una hermosa mafiana de primavera, y como la noche antes habia cai: & do una lluvia mansa y serena, las flores cuajadas de rocio parecian llorar lgri- © ‘mas sobre los pies desnudos de Jhasua que se dirigia a la fuente con gran lenti- tud Faltaban ain unos cincuenta pasos para llegar, cuando descubrié unos pies menudos y polvorientos que salian de entre un matorral, al pie del cual estaba un céntaro vacio. Dejé el suyo al lado del camino y abriendo suavemente las enredaderas que, entretejidas formaban una sombria gruta, se incliné para saber qué ocurria al duefio de aquellos pies. Vid que era una nifia que gemia tristemente y cuya respiracién bastante ida y fatigosa indicaba una proxima crisis nerviosa. Jhasua condolido hasta lo sumo, se arrodill6 en tierra para hacerse escuchar de ella, Al verle el rostro la reconocié. —ZEres td Abigail?, équé te ha pasado que estas ast tirada en el suelo? —Venia de casa al tercer viaje de agua, y en todos los tres me ha persequido a la carrera un mal hombre, que se esconde tras la colina grande. Tengo tan" miedo y estoy tan fatigada, que me tiré aqui a descansar para poder volver. T® mo caerme por el camino y romper el céntaro. =Vamos, cobra énimo —le dijo Jhasua tratando de ayudarla a incorpo! se— que yo llevaré tu céntaro hasta tu casa stil =No podrds llegar, porque la t/a Michal es muy severa y me llamard init haragana como de costumbre. Si fuera a su hija, la excusarfa, pero no am! soy la ajena en casa rat 366 srqyé malo es no tener madre, Jhasual.... —Y la nifia rompié a llorar. Ne Hlores Abi, no llores, que desde hoy yo seré tu hermano para defender- en todo y contra todos. 120m Or quieres que lleque hasta tu casa, te acompafiaré hasta pasado el ba- y nada tendrés que temer. vyamos a la fuente, donde te mojaré la frente y beberds un sorbito de agua ura que te hard bien. é pursyanto ol cintaro de la nifiay el suyo, y se diriieron hacia la fuente, LOY por qué la tia Michal te manda sola ala fuente y no viene también su 7 -pregunto Jhasua. “Porque ella se ocupa de hacer bordados y encajes para adornarse, y yo ha- golasiera. Ella tiene su madre y yo no,

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