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La revolucién cognitiva: Cuando la energia se convierte en informacion La llamada revolucién cognitiva, entendida como el transito desde el conduc- tismo hacia el cognitivismo como enfoque dominante en el estudio de los proce- sos psicolégicos, ha sido objeto de multiples analisis, desde perspectivas muy diferentes, sobre los que no voy a volver aqui’. La mayor parte de esos andlisis se han centrado en mostrar los cambios internos que tal revolucién supuso para la propia psicologia. No esta claro, como suele suceder en todos los. procesos. “revolucionarios”, que. todos los agentes del. cambio compartieran-las-mismas metas y, por tanto, cuantas revoluciones distintas se hicieron.bajo-la-etiqueta de lanueva psicologia cognitiva del procesamiento de informacion. Tal vez solo com- partieran la creencia en la insuficiencia del acercamiento conductista y la necesi- dad de incorporar los procesos cognitivos intermedios como objeto de estudio de la psicologia. Tal vez por ello, haya también valoraciones muy distintas de los logros de esa revolucién, desde las decididamente entusiastas (por ej., GARONER, 1985; Posner, 1989), hasta las criticas con algunos de sus supuestos y conse- cuencias (por ej., CAPARROS y GABUCIO, 1986; DE VEGA, 1981, 1982) o incluso has- ta las profundamente decepcionadas con sus logros y su propia trayectoria, al considerar que la supuesta revoluci6n se quedé, en el mejor de los casos, en una evolucién, 0 una reforma, alejada de los propésitos que aparentemente la mo- vian, 0 que al menos movian a algunos de los revolucionarios del momento, como Bruner (1990, pag. 20 de la trad, cast.): “Su meta era descubrir y describir for- malmente los significados que los seres humanos creaban a partir de sus en- cuentros con el mundo, para luego proponer hipétesis acerca de los procesos de construccién de significado en que se basaban’. No voy a entrar aqui a valorar de modo global esos logros y consecuencias, porque, de hecho, a lo largo de las paginas que siguen haré una valoracién especifica de lo sucedido en el estudio de las representaciones, que como he + Véase por ejemplo BRUNER (1983, 1990), CaPaRROS (1980), CAPARAOS y Gasucio (1986), CannereRo (1997), GaRONER (1985), Pozo (1989) y FivigRe (1991). © Ediciones Morata, S. L. 22 Humana mente dicho es una de las mas representativas, si no la bandera, de la nueva psicologia cognitiva. En lo que si parece haber un acuerdo en todas esas valoraciones, y en los andlisis historicos que subyacen a ellas, es en la fuerte influencia que sobre la psicologia cognitiva asi surgida tuvieron las nuevas tecnologias de la informacion, representadas fundamentalmente por los ordenadores como sistemas de cémpu- to.digital. Esta influencia no es extrafia si tenemos en cuenta que tradicionalmente la tecnologia del conacimiento dominante en cada momento histérico se ha cons- tituido en la metafora de la memoria (DRaaisMa, 1995) 0 en la cultura del aprer zaje (Pozo, 1996) que ha caracterizado a esa sociedad. A partir de la invencién de la escritura en Sumer hace unos 5000 afios, como el acto de inscribir signos en tablas de cera virgen, Ja Memoria se concibié durante siglos como una tabula rasa —una tablilla de cera no inscrita— para ir incorporando, en el transcurso de los siglos, los nuevos avances en tecnologia del conocimiento como metaforas de la mente humana (Draaisma, 1995; Pozo, 1996). No es sorprendente, por tan- to, que, en la ciencia cognitiva, ja mente humana se considere andloga a un orde- nador, 0 incluso mas recientemente, en la era de /nternet, a una red de unidades, de informacidn interconectadas. De esta forma se ha insistido en que la aparicién de la moderna psicologia cognitiva se debe a la influencia conjunta de esa evoluci6n interna de la propia psicologia y del desarrollo paralelo de otras ciencias y tecnologias cognitivas (Capannds, 1980; GaRoNeR, 1985; Riviéne, 1991). Pero lo que quiza no se ha des- tacado tanto es el cambio decisivo que la aparicién de esas ciencias cognitivas supone para la propia ciencia (Riviere, 1991), en la definicién de su objeto de estudio y sus métodos para acceder a él, y como ese cambio, tal como sefiala Bruner (1990), ha sido en parte frustrado por la asuncién de la ya vieja “metafo- ra del ordenador’, segtn la cual la mente humana es un sistema de computo, un sistema de procesamiento de informacién. Desde sus comienzos, por impulso de los cambios culturales y sociales usual- mente vinculados al Renacimiento, la ciencia moderna ha tenido por objeto el estudio de la materia. La fisica, la quimica e incluso buena parte de la biologia han constituido un esfuerzo sistematico por comprender las leyes que rigen la organizacién de la materia y sus cambios. De entre todos los conceptos de la fisi- ca sin duda el mas general, el que mejor permite comprender ese universo de la materia, es la energia (por ej., Hewitt, 1992)..Desde el punto de vista de las cien- cias fisicas, todas las interacciones entre objetos, todos los. cambios en la mate- tia, pueden comprenderse en términos de intercambios de energia, es decit de cambios en la posicién, velocidad, masa y fuerza de las particulas que constitu- yen.esa materia (PeNRose, 1989). La principal moneda de cambio en el mundo material es por tanto la energia. Y esos intercambios energéticos, desde el punto de vista fisico, se rigen por principios que constituyen la base de las dos Leyes de la Termodinamica. Segun el pprincipio'de conservacion de la energfa, la cantidad total de energia se mantiene constante a través de todos esos intercambios. En cualquier sistema cerrado —por ¢j.,.en el Universo desde el big bang—la energia se transforma y se transfiere, pero nunca se crea ni se destruye. El segundo prin- cipio, de entropfal que da lugar a la segunda Ley de la Termodinamica, establece sin embargo que, en esos cambios, la energia tiende a degradarse, o si se quie- re a adoptar formas de organizacién cada vez mas desordenadas, de modo que crece la entropia. Cuando nosotros respiramos o digerimos un alimento, 0 cuan- © Ediciones Morata, S. L. La revolucién cognitiva: Cuando la energia se convierte en informacion 23 do una maquina termodindmica consume combustible para moverse o para fabri- car cualquier objeto, sean unos alicates o un tratado de ontologia, tanto nosotros como la maquina aprovechamos parte de la energia con baja entropia que tama- mos del ambiente (combustible, alimento) pero otra parte se degrada en calor. La cantidad de energia en el universo es siempre la misma, pero cada vez esta mas desorganizada, cada vez es mas entrépica. Apartir de estos dos principios debe entenderse la mayor parte de la ciencia moderna, ocupada en estudiar los cambios energéticos o materiales, al menos hasta la aparicién de la ciencia cognitiva. De hecho, incluso la psicologia cienti- fica intenté explicar. la conducta humana.a.partir-de-esos.intercambios.energé- ticos. El fisicalismo conductista intenté establecer leyes psicolégicas basadas en la covariacién entre los cambios energéticos que tenian lugar en el ambiente (estimulos) y en el organismo (respuestas). Para ello, asumia dos principios esenciales (BOLLES, 1975; Pozo, 1989): un principio’ de"correspondencia entre esos cambios, un trasunto del principio de conservacion de la energia, de forma que en un sistema cerrado —como eran las situaciones de laboratorio— la con- ducta era un reflejo preciso.de.los.cambios-estimulaces; y un'principio’de equi- potencialidad) segun el cual las leyes psicoldgicas del aprendizaje se aplicaban por igual a todos los.sujetos psicoldgicos y en todas las situaciones, del mismo modo que las leyes fisicas que acabo de enunciar se aplican por igual a todos los objetos materiales y en todas las situaciones, a todos los intercambios de energia. No es aqui el lugar para evaluar, desde la perspectiva de la nueva psicologia cognitiva, los logros y las debilidades del programa de investigacién conductista (ver por ej., Pozo, 1989), pero, a los efectos de esta argumentacién, hay dos razo- nes esenciales por las que el propdsito de reducir la conducta humana a cambios materiales, en los que la moneda de cambio era la energia, no logrd sus propési- tos. La primera dificultad seria fue encontrar y definir parametros energéticos pre- cisos mediante los que estudiar esos cambios en los estimulos y las respuestas, que, en cuanto los modelos neoconductistas comenzaron a complicarse, acaba- ron por ser estructuras demasiado molares como para ser definidas mediante parametros energéticos precisos desde el punto de vista fisico (YeLa, 1980). El segundo problema, més importante atin, se deriva del supuesto fundamental del fisicalismo, antes enunciado, segtin el cual esos intercambios son simplemente materiales y, por tanto, deben regirse por los mismos principios que rigen el deve- nir de toda la materia, que hemos descrito en términos de conservacién y en- tropia. Si los intercambios entre el organismo y el medio usan como moneda la energia, la conducta del organismo debe responder a la estructura del ambiente, debe reflejar los cambios energéticos que tienen lugar en el ambiente. Utilizando un simil, si una maquina termodindmica —ya sea un automévil,-una central hidro- eléctrica 0 el cuerpo humano— no puede nunca,-de acuerdo con el principio.de conservaci6n, producir mas.energia de la que recibe, solo puede transformarla, un organismo tampoco podria producir mas “conducta” de.la-estimulacién-que recibe. Es mas, dado que cualquier maquina no sdlo no produce energia, sino que la pierde o la degrada, en forma de calor, la conducta de un organismo de- beria tender, al igual que el ambiente del que es un reflejo, a aumentar su en- tropia, a desorganizarse, deberia de ir hacia estados mas entrdpicos y no hacia estados 0 niveles de mayor organizacién. © Exiciones Morata, S.L.

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