Marcuse Nuevas Formas Control

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HERBERT MARCUSE EL HOMBRE UNIDIMENSIONAL ENSAYO SOBRE LA IDEOLOGIA DE LA SOCIEDAD INDUSTRIAL AVANZADA PLANETA-AGOSTINI Titulo original: One-dimensivnat man (1954) Traduecién: Antonio Elorza ‘Traduccién cedida por Editorial Aric!,S.A. Directores de la coleccién: Dr. Antonio Alegre (Profesor de 11? Filosofia, U.B. Decano de la Facultad de Filosofia) Dr. José Manuel Bermudo (Profesor de Filosofia Politica, UB.) Direccién editorial: Virgilio Ortega Disefio de In coleccién: Hans Romberg Cobertara grafiea: Carlos Slovinsky Realizacién editorial: Proyectos Editoriaies y Audiovisuales CBS, S.A. © Bacon Press, Boston (1954) © Editorial Joaquin Mortiz, México (1965) © Editorial Seix Barral, S.A. (1968) © Por la traduccion Editorial Ariel, S.A. (1968) © Por la presente edicién: ‘© Editorial Planeta-De Agostini, $.A. (1993) Aribau, 183, 18 - 08021 Barcelona © Editorial Planeta Mexicana, S.A. de C.V, (1993) ‘Av. Insurgentes Sur # 1162, México D.! © Editorial Planeta Argentina, 8.A.1.C. (1993) Independencia 1668 - Buenos Aires Depésito Legal: B-40.350/92 ISBN: 84-395-2183-9 ISBN Obra completa: 84-395-2168-5 Printed in Spain - Impreso en Espaiia, Julio 1993 Amprime: Printer industria Grafica, S.A. 1. LAS NUEVAS FORMAS DE CONTROL Una ausencia de libertad cémoda, suave, razonable y democratica, sefial del progreso técnico, prevalece en Ja civilizaci6n industrial avanzada. gQué podria ser, realmente mds racional que la supresién de la individua- lidad en el proceso de mecanizacién de actuaciones so- cialmente necesarias aunque dolorosas; que la concen- tracién de empresas individuales en corporaciones mds eficaces y productivas: que la regulacién de la libre icompetencia entre sujetos econédmicos desigualmente provistos; que la reduccién de prerrogativas y sobera- nias facionales que impiden la organizacién interna- cional de los recursos? Que este orden tecnolégico im- Pplique también una coordinacién politica ¢ intelectual puede ser una evolucién lamentable y, sin embargo, prometedora. Los derechos y libertades que fueron factores vitales en los origenes y etapas tempranas de la sociedad indus- triai se debilitan en una etapa mds alta de esta sociedad : estan perdiendo su racionalidad y contenido tradicio- nales. La libertad de pensamiento, de palabra y de con- ciencia eran —tanto como la libre empresa, a la que servian para promover y proteger—— esencialmente jdeas criticag; destinadas a reemplazar una cultura material ¢ intelectual anticuada por otra mds productiva y racio- nal, Una vez institucionalizados, estos derechos y liber- tades compartieron e! destino de la sociedad de la que se habian convertido en parte integrante. La realiza- cién anula las premisas. En la medida en que ia independencia de la nece- sidad, sustancia concreta de toda libertad, se convierte en una posibilidad real, las libertades propias de un estado de productividad mds baja pierden su contenido previo. Una sociedad que parece cada dia mds capaz de satisfacer las necesidades de los individuos por medio de Ia forma en que esté organizada, priva a la indepen- 31 HERBERT MARCUSE dencia de pensamiento, a la autonomfa y al derecho de oposicién politica de su funcién critica basica, Tal so- ciedad puede exigir justamente la aceptacién de sus principios e instituciones, y weducir la oposicién a la mera promocién y debate de politicas alternativas den- tro del statu quo.jEn esc respecto, parece de poca im- portancia que la creciente satisfaccién de las necesidades se efectde por un sistema autoritario 0 no-autoritario. Bajo las condiciones de un creciente nivel de vida, la dis- conformidad con el sistema aparece como socialmente inutil, y adn mds cuando implica tangibles desventajas econémicas y politicas y pone en peligro el buen fun- cionamento del conjunto. Es cierto que, por lo menos en lo que concierne a las necesidades de la vida, no parece haber ninguna razén para que la produccién y la distribucién de bienes y servicios deba proceder a través de la concurrencia competitiva de las libertades individuales. Desde el primer momento, la libertad de empresa no fue precisamente una bendicién. En tanto que liber- tad para trabajar o para morir de hambre, significaba fatiga, inseguridad y temoz para la gran mayoria de la poblacién. Si el individuo no estuviera aun obligado a probarse a si mismo en el mercado, como sujeto eco- némico libre, la desaparicién de esta clase de libertad seria uno de los mayores logros de la civilizacién. El proceso tecnolégico de mecanizacién y normalizacién podria canalizar la energia individual hacia un reino virgen de libertad mds alld de la necesidad. La misma estructura de la existencia humana se alteraria; el in- dividuo se liberaria de las necesidades y posibilidades extrafias que le impone el mundo del trabajo. El indi- viduo se liberaria de las necesidades y posjbilidades extrafias que le impone ef mundo del trabajo. El indi- viduo tendria libertad para ejercer 1a autonomia sobre una vida que seria la suya propia. Si el aparato produc- tivo se pudiera organizar y dirigir hacia la satisfaccién de las necesidades vitales, su control bien podria ser centralizado; tal control no impedirfa la autonomia in- dividual, sino que la haria posible. 32 EL HOMBRE UNIDIMENSIONAL. Este es un objetivo que esté dentro de las capaci- dades de la civilizacién industrial avanzada, ¢] «fin» de la racionatidad tecnolégica. Sin embargo, el que ope- ra en realidad es e] rumbo contrario; el aparato impone sus exigencias econémicas y politicas para expansién y defensa sobre el tiempo de trabajo y el tiempo libre, sobre la cultura material e intelectual. En virtud de Ja manera en que ha organizado su base tecnoldgica, la sociedad industrial contempordnea tiende a ser totalita- tia, Porque no es sdlo «iotalitaria» una coordinacién politica terrorista de la sociedad, sino también una co- ordinacién técnico-econédmica no-terrorista que opera a través de la manipulacién de las necesidades por inte- teses creados, impidiendo por lo tanto ¢l surgimiento de una oposicién efectiva contra el todo. No sdlo una forma especifica de gobiernc o gobierno de partido hace posible el totalitarismo, sinc también un sistema espe- cifico de produccién y distribucién que puede muy bien ser compatible con un «pluralismo» de partidos, perid- ticos, apoderes Compensatorios», etc.’ Hoy en dia el poder politico se afirma por medio de su poder sobre el proceso mecdnico y sobre la orga- nizacién técnica del aparato. ‘El gobierno de las so- ciedades industriales avanzadas y en crecimiento sdlo puede mantenerse y asegurarse cuando logra movilizar, organizar y explotar la productividad técnica, cientifica y mecdénica de que dispone la civilizacién industrial. Y esa-productividad moviliza a la sociedad entera, por encima y més all4 de cualquier interés individual o de grupo. El hecho brutal de que el poder fisico (gsdlo fi- sico?) de la maquina sobrepasa al del individuo, y al de cualquier grupo particular de individuos, hace de la \maquina el instrumento mis efectivo en cualquier socie- dad cuya organizacién basica sea la del proceso mecani- zado,, Pero la tendencia politica puede invertirse; en esencia, el poder de Ja maquina es sélo el poder del hombre almacenado y proyectado..En la medida en que el mundo del trabajo se conciba como una maquina y 1. Ver pag. 73. 33 HERBERT MARCUSE se mecanice de acuerdo con ella, se convierte en la base potencial de una nueva libertad para el hombre. La civilizacién industrial contemporénea demuestra que ha Ilegado a una etapa en la que «la sociedad libre» no se puede ya definir adecuadamente en los términos tradicionales de libertades econémicas, politicas e inte- lectuales, no porque estas libertades se hayan vuelto in- significantes, sino porque son demasiado significativas para ser confinadas dentro de Jas formas tradicionales. Se necesitan nuevos modos de realizaci6n que corres- pondan a las nuevas capacidades de la sociedad. Estos nuevos modos sdlo se pueden indicar en tér- minos negativos, porque equivaldrian a la negacién de Jos modos predominantes. Asi, la libertad econémica significaria libertad de la economia, de estar controla- dos por fuerzas y relaciones econdémicas, liberacién de la diaria jJucha por Ja existencia, de ganarse la vida. La libertad politica significaria la liberacién de los indi- viduos de una politica sobre la que no ejercen ningin control efectivo. Del mismo modo, la libertad intelectual significaria la restauracién del pensamiento individual absorbido ahora por Ja comunicacién y adoctrinamien- to de masas, {a abolicién de la «opinién publica» junto con sus creadores. El timbre irreal de estas proposicio- nes indica, no su cardcter utépico, sino el vigor de las fuerzas que impiden su realizacién. La forma més efec- tiva y duradera de la guerra contra la liberacién es la implantacién de necesidades intelectuales que perpettian formas anticuadas de la lucha por la existencia. La intensidad, la satisfaccién y hasta el cardcter de las necesidades humanas, mds alld del nivel bioldgico, han sido siempre precondicionadas. Se conciba o no como una necesidad, la posibilidad de hacer o dejar de hacer, de disfrutar o destruir, de poseer o rechazar algo, ello depende de si puede o no ser vista como deseable y necesaria para las instituciones e intereses predominantes de la sociedad.xEn este sentido, las nece- sidades humanas son necesidades histéricas y, en la medida en que la sociedad exige el desarrollo represivo del individuo, sus mismas necesidades y sus pretensiones 34 EL HOMBRE UNIDIMENSIONAL de satisfaccién estén sujetas a pautas criticas superiores. Se puede distinguir entre necesidades verdaderas y falsas. «Falsas» son aquellas que intereses sociales particulares imponen al individuo para su represién: las necesidades que perpetuan el esfuerzo, la agresividad, la miseria y la injusticia. Su satisfaccién puede ser de lo mas grata para el individuo, pero esta felicidad no es una condicién que deba ser mantenida y protegida si sirve para impedir ei desarrollo de la capacidad (la suya propia y la de otros) de reconocer la enfermedad del todo y de aprovechar las posibilidades de curarla. E] resultado es, en este caso, la euforia dentro de la infelicidad. La mayor parte de las necesidades predomi- nantes de descansar, divertirse, comportarse y consumir de acuerdo con Jos anuncios, de amar y odiar lo-que otros odian y aman, pertenece a esta categoria de falsas necesidades. Estas necesidades tienen un contenido y una fun- cién sociales, determinadas por poderes externos sobre los que el individuo no tiene ningtin control; el des- arrollo y la satisfaccién de estas necesidades es hete- rénomo.' No importa hasta qué punto se hayan con- vertido en algo propio del individuo, reproducidas y fortificadas por las condiciones de su existencia; no importa que se identifique con ellas y se encuentre a sf mismo en su satisfaccién. Siguen siendo lo que fueron desde el principio; productos de una sociedad cuyos in- tereses dominantes requieren la represién. El predominio de las necesidades represivas es un hecho cumplido, aceptado por ignorancia y por derrotis- mo, pero es un hecho que debe ser eliminado tanto en interés del individuo feliz, como de todos aquellos cuya miseria es el precio de su satisfaccién. Las unicas nece- sidades que pueden inequivocamente reclamar satisfac- cidén son las vitales: alimento, vestido y habitacién en el nivel de cultura que esté al alcance. La satisfacci6n de estas necesidades es el requisito para la realizacién de todas las necesidades, tanto de las sublimadas como de las no sublimadas. Para cualquier conocimiento y conciencia, para cual- 35 HERBERT MARCUSE quier experiencia que no acepte el interés social predo- minante como ley suprema del pensamiento y de la con- ducta, el universo establecido de necesidades y satisfac- ciones es un hecho que sc debe poner en cuesti6n en términos de verdad y mentira. Estos términos son ente- ramente histdricos, y su objetividad es histérica. El jui- cio sobre las necesidades y su satisfaccién bajo las con- diciones dadas, implica normas de prioridad; normas que se refieren al desarrcllo éptimo del individuo, de todos los individuos, bajo la utilizacién éptima de los recursos materiales e intelectuales al alcance del hombre. Los recursos son calculables..La «verdad» y Ja afal- sedad» de las necesidades designan condiciones objeti- vas en Ja medida en que la satisfaccién universal de Jas necesidades vitales y, mas alld de ella, la progresiva mitigacién del trabajo y la miseria, son normas univer- salmente validas. Pero en tanto que normas histéricas, no sélo varfan de acuerdo con el drea y el estado de desarrollo, sino que también sdélo se pueden definir en (mayor o menor) contradiccién con las normas predomi- nantes. ZY qué tribunal puede reivindicar legitimamente la autoridad de decidir? En ultima instancia,la pregunta sobre cuales son las necesidades verdaderas o falsas slo puede ser resuelta por los mismos individuos, pero sdélo en ultima instan- cia; esto es, siempre y cuando tengan la libertad para dar su propia respuesta. Mientras se les mantenga en Ja incapacidad de ser auténomos, mientras sean adoctri- nados y manipulados (hasta en sus mismos instintos), su fespuesta a esta pregunta no puede considerarse pro- pia de ellos Por lo mismo, sin embargo, ningtin tribu- nal puede adjudicarse en justicia el derecho de decidir cudles necesidades se deben desarrollar y satisfacer. Tal tribunal seria censurable, aunque nuestra repulsa no podria climinar la pregunta: jcémo pueden hombres que han sido objeto de una dominacién efectiva y pro- ductiva crear por s{ mismos las condiciones de la li- bertad?* 2. Ver pag. 64. 36 EL HOMBRE UNIDIMENSIONAL Cuanto més racional, productiva, técnica y total de- viene la administracién represiva de.la sociedad, mds inimaginables resultan los medics y modos mediante los que los individuos administrados pueden romper su servidumbre y alcanzar su propia liberacién. Claro esté que imponer la Razén a toda una sociedad es una idea paraddjica y escandalosa; aunque se pueda dis- cutir la rectitud de una sociedad que ridiculiza esta idea mientras convierte a su propia poblacién en objeto de una administracién total. Toda liberacién depende de la toma de conciencia de la servidumbre, y el surgi- miento de esta conciencia se ve estorbado siempre por el predominio de necesidades y satisfacciones que, en grado sumo, se han convertido en propias del individuo. El proceso siempre reemplaza un sistema de precondi- cionamiento por otro; el objetivo déptimo es ta sus' tucién de las necesidades falsas por otras verdaderas, el abandono de la satisfaccién represiva. El rasgo distintivo de Ia sociedad industrial avan- zada es la sofocacién efectiva de aquellas necesidades que requieren ser liberadas —liberadas también de aque- llo que es tolerable, ventayoso y cémodo— mientras que sostiene y absuelve el poder destructivo y la funcién represiva de la sociedad opulenta. Aquf, los controles sociales exigen la abrumadora necesidad de producir y consumir el despilfarro; la necesidad de un trabajo em- brutecedor cuando ha dejado de ser una verdadera ne- cesidad; la necesidad de modos de descanso que ali- vian y prolongan ese embrutecimiento; la necesidad de mantener libertades engafiosas tales como la libre com- Petencia a precios politicos, una prensa libre que se autocensura, una eleccién libre entre marcas y gad- gets. Bajo el gobierno de una totalidad represiva, la liber- tad se puede convertir en un poderoso instrumento de dominacién. La amplitud de la seleccién abierta a un individuo no es factor decisivo para determinar el grado de libertad humana, pero si lo es /o que se puede esco- ger y Io que es escogido por el individuo. EI criterio Para [a seleccién no puede nunca ser absoluto, pero tam- 37 HERBERT MARCUSE poco es del todo relativo. La libre eleccién de amos no suprime ni a los amos ni a los esclavos. Escoger li- bremente entre una amplia variedad de bienes y servi- cios no significa libertad si estos bienes y servicios sos- tienen controles sociales sobre una vida de esfuerzo y de temor, esto es, si sosticnen 1a alienacién. Y la repro- duccién espontdnea, por los individuos, de necesidades superimpuestas no establece la autonomia; sélo prueba la eficacia de los controles. Nuestra insistencia en la,profundidad y eficacia de esos Controles est4 sujeta a la objecién de que le damos demasiada importancia al poder de adoctrinamiento de los mass-media, y de que la gente por si misma senti- rfa y satisfaria las necesidades que hoy le son impuestas. Pero tal objecién no es valida. El precondicionamiento no empieza con Ja produccién masiva de la radio y Ja televisin y con la centralizacién de su control. La gen- te entra en esta etapa ya como receptaculos precondicio- nados desde mucho tiempo atrds; la diferencia decisiva reside en la disminucién del contraste (o conflicto) en- tre lo dado y lo posible, entre las necesidades satisfechas y las necesidades por satisfacer. Y es aqui donde la Ila- mada nivelacién de las distinciones de clase revela su funcién ideoldgica. Si el trabajador y su jefe se divierten con el mismo programa de televisién y visitan los mis- mos lugares de recreo, si la mecandgrafa se viste tan elegantemente como la hija de su jefe, si el negro tiene un Cadillac, si todos leen el mismo periddico, esta asi- milacién indica, no la desaparicién de las clases, sino Ja medida en que las necesidades y satisfacciones que sirven para la preservacién del asistema establecido» son compartidas por la poblacién subyacente. Es verdad que en Jas areas mds altamente desarrolla- das de Ja sociedad contempordnea la mutacién de nece- sidades sociales en necesidades individuales es tan efec- tiva que la diferencia entre ellas parece puramente ted- tica.:4Se puede realmente diferenciar entre los medios de comunicacién de masas como instrumentos de infor- macién y diversién, y como medios de manipulacién y 38 EL HOMBRE UNIDIMENSIONAL, adoctrinamiento? {Entre el automévil como molestia y como conveniencia? ;Entre los horrores y las comodi- dades de la arquitectura funcional? {Entre el trabajo para la defensa nacional y el trabajo para la ganancia de las empresas? Entre el placer privado y la utilidad comercial y politica que implica el crecimiento de la tasa de natalidad? . De nuevo nos encontramos ante uno de los aspectos mas perturbadores de la civilizacién industrial avanza- da: el cardcter racional de su irracionalidad. Su pro- ductividad y eficiencia, su capacidad de incrementar y difundir las comodidades, de convertir lo superfluo en. necesidad y la destruccién en construccién, el grado en que esta civilizacién transforma el mundo-objeto en extensién de la mente y el cuerpo del hombre hace cues- tionable hasta Ja nocién misma de alienacién. La gente se reconoce en sus mercancias; encuentra su alma en su automovil, en su aparato de alta fidelidad, su casa, su equipo de cocina. El mecanismo que une el individuo a su sociedad ha cambiado, y el control social se ha in- crustado en las nuevas necesidades que ha producido. Las formas predominantes de control social son tec- nolégicas en un nuevo sentido. Es claro que la estruc- tura técnica y la eficacia del aparato productivo y des- tructivo han sido instrumentos decisivos para sujetar la poblacién a la divisién del trabajo establecida a lo largo de la época moderna. Ademis, tal integracién ha estado pérdida de medios de subsistencia, la administracién de acompafiada de formas de compulsién més inmediatas: justicia, Ja policia, las fuerzas armadas. Todavia lo estd. Pero en la época contempordnea, Jos controles tecnold- gicos parecen ser la misma encamacién de la razén en beneficio de todos los grupos e intereses sociales, hasta tal punto que toda contradiccién parece irracional y toda oposicién imposible. No hay que sorprenderse, pues, de que, en las dreas mds avanzadas de esta civilizacién, los controles socia- les hayan sido introyectados hasta tal punto que Ilegan a afectar la misma protesta individual en sus raices, La 39 HERBERT MARCUSE negativa intelectual y emocional a «seguir la corrien- te» aparece como un signo de neurosis ¢ impotencia. Este es el aspecto socio-psicolégico del acontecimiento politico que caracteriza a la época contempordnea: la desaparicién de las fuerzas histéricas que, en la etapa precedente de la sociedad industrial, parecian representar la posibilidad de nuevas formas de existencia. Pero quizd el término «introyeccién» ya no describa el modo como el individuo reproduce y perpetia por sf mismo los controles externos ejercidos por su socie- dad. Introyeccién sugiere una variedad de procesos rela- tivamente esponténeos por medio de los cuales un Ego traspone lo «exteriors en «interior». Asi que introyec- cién implica la existencia de una dimensién interior se- parada y hasta antagénica a las exigencias externas; una conciencia individual y un inconsciente individual aparte de la opinién y la conducta ptiblica.* La idea de «libertad interior» tiene aqui su realidad; designa el es- pacio privado en el cual el hombre puede convertirse en si mismo y seguir Siendo «él mismo». Hoy en dia este espacic privado ha sido invadida.y cercenado por la realidad tecnoldgica. La produccién y la distribucién en masa reclaman al individuo en su to- talidad, y ya hace mucho que la psicologia industrial ha dejado de reducirse a la fabrica. Los multiples procesos de introyeccién parecen haberse osificado en reacciones casi mecdnicas. Ei resultado es, no Ja adaptacién, sino la mimesis, una inmediata identificacién del individuo con su sociedad y, a través de ésta, con la sociedad como un todo, Esta identificacién inmediata, automatica (que debe haber sido caracteristica en las formas de asociacién Primitivas) reaparece en la alta civilizacién industrial; su nueva «inmediatez» es, sin embargo, producto de una gestidn y una organizaciéu elaboradas y cientificas, En 3. El cambio en Ja funcién de la familia juega aquf un pa- pel decisivo: sus funciones «socializantess estan siendo cada vez mds absorbidas por grupos externos y medios de comunicacién. Véase mi Eros y civilizacién, Ed. Seix Bartal; Barcelona, 1968; pags. 97 ss. ' 40 EL HOMBRE UNIDIMENSIONAL este proceso, la dimensién «interiors de Ia mente, en la cual puede echar raices la oposicién al statu quo, se ve reducida paulatinamente. La pérdida de esta dimensién, en la que reside el poder del pensamiento negativo —el poder critico de la Razén—, es la contrapartida ideo- légica del propio proceso material mediante el cual la sociedad industrial avanzada acalla y reconcilia a la oposicion. El impacto del progreso convierte a Ja Razén en sumisién a los hechos de la vida y a la capacidad dinémica de producir m4s y mayores hechos de la mis- ma especie de vida. La eficacia del sistema impide que los individuos reconozcan que el mismo no contiene hechos que no comuniquen el poder represivo de la totalidad. Si los individuos se encuentran a si mismos en las cosas que dan forma a sus vidas, lo hacen no al dar, sino al aceptar la ley de las cosas; no las leyes de la fisica, sino las leyes de su sociedad. Acabo de sugerir que el concepto de alienacién pa- rece hacerse cuestionable cuando los individuos se iden- tifican con la existencia que les es impuesta y en la cual encuentran su propio desarrollo y satisfaccién. Esta identificacién no es ilusién, sino realidad. Sin em- bargo, la realidad constituye un estadio mds avanzado de la alienacién. Esta se ha vuelto enteramente obje- tiva; el sujeto alienado es devorado por su existencia alienada. Hay una sola dimensién que est4 por todas partes y en todas las formas. Los logros del progreso desaffan tanto la denuncia como la justificacién ideo- légica; ante su tribunal, la «falsa conciencia» de su racionalidad se convierte en la verdadera conciencia. Esta absorcién de la ideologia por la realidad no significa, sin embargo, el «fin de la ideologia». Por el contrario, la cultura industrial avanzada es, en un sen- tido especifico, mds ideoldgica que su predecesora, en tanto que la ideologia se encuentra hoy en el propio Proceso de produccién.* Bajo una forma provocativa, 4. Theodor W. Adorno. Prismen. Kulturkritik und Geseli- Schaft, Frankfurt: Suhrkamp. 1955, pdg. 24. (Edicién caste ana, Barcelona; Ariel, 1962.) 4l HERBERT MARCUSE esta proposicién revela los aspectos politicos de la ra- cionalidad tecnolégica predominante. El aparato pro- ductivo, y Ios bienes y servicios que produce, avenden» © imponen el sistema social como un todo. Los medios de transporte y comunicacién de masas, los bienes de vivienda, alimentacién y vestuario, el irresistible rendi- miento de Ja industria, de las diversiones y de la infor- macién, llevan. consigo habitos y actitudes prescritas, ciertas reacciones emocionales ¢ intelectuales que vin- culan de forma mds o menos agradable los consumidores a los productores y, a través de éstos, a la totalidadyLos productos adoctrinan y manipulan; promueven una falsa conciencia inmune a su falsedady Y a medida que estos productos utiles son asequibles a mds individuos en més clases sociales, el adoctrinamiento que llevan a cabo deja de ser publicidad; se convierten en modo de vida. Es un-buen modo de vida —mucho mejor que antes—, y en cuanto tal se opone al cambio cuali- tativo. Asi surge el modelo de pensamiento y conducta unidimensional en el que ideas, aspiraciones y objetivos, que trascienden por su contenido el universo establecido del discurso y la accién, son rechazados 0 reducidos a Tos términos de este universo. La racionalidad del sis- tema dado y de su extensién cuantitativa da una nueva definicién a estas ideas, aspiraciones y objetivos. Esta tendencia se puede relacionar con el desarrollo del método cientifico: operacionalismo en las ciencias fisicas, behaviorismo en las ciencias sociales. La carac- teristica comun es un empirismo total en el tratamiento de los conceptos; su significado esté restringido a la Tepresentacién de operaciones y conductas particulares. E] punto de vista operacional est4 bien ilustrado por Sganilisis de P. W. Bridgman del concepto de exten- sién: 5, _P. W. Bridgman, The Logic of Modern Physics (Nueva York: Macmillan, 1928), pag. 5. La doctrina operacional ha sido refinada y delimitada desde entonces, EI propio Bridgman ha extendido el concepto de soperacién hasta incluir las ope- raciones de «papel y ldpizs de los tedricos (en Philipp J. Frank, 42 EL HOMBRE UNIDIMENSIONAL Es evidente que, cuando podemos decir cual es la ex- tensién de cualquier objeto, sabemos lo que entende- mos por extensién, y el fisico no requiere nada més. Para hallar la extensién de un objeto, tenemos que evar a cabo ciertas operaciones fisicas. El concepto de extensién estaré por lo tanto establecido una vez que !o estén las operaciones por medio de las cuales se mide la extensién; esto es, ‘el concepto de extensién no implica ni mds ni menos que el conjunto de opera- ciones por fas cuales se determina Ja extensién, En general, entendemos por cualquier concepto nada mds que un conjunto de operaciones; ef concepto es sind nimo al correspondiente conjunto de operaciones. Bridgman ha visto las amplias implicaciones de este modo de pensar para Ja sociedad en su conjunto.‘ Adoptar el punto de vista operacional implica mucho mds que una mira restriccién del sentido en que com- prendemos el «concepto»; significa un cambio de largo alcance en todos nuestros hdbitos de pensamiento, por- que ya no nos permitiremos emplear como instrumen- tos de nuestro pensamiento conceptos que no podemos describir en términos de operaciones. La prediccién de Bridgman se ha realizado. El nue- vo modo de pensar es hoy en dia la tendencia predo- minante en la filosofia, la psicologia, la sociologia y otros campos. Muchos de los conceptos mds perturba- dores estén siendo «eliminados», al mostrar que no se pueden describir adecuadamente en términos operacio- nales o behavioristas. La ofensiva empirista radical (en los capitulos VIE y VIII examinaré sus pretensiones de The Validation of Scientific Theories [Boston: Beacon. Press, 1954}, Cap. II). El impulso principal sigue siendo el mismo: es «deseable» que las operaciones de papel y !4piz «sean capaces de un contacto eventual, aunque quiz4 indirectamente, con las operaciones instrumentales». pa 6. P. W. Bridgman, The Logic of Modern Physics, loc. cit., ig. 31. rs) HERBERT MARCUSE ser empiristas) proporciona de esta manera la justifi- cacién metodoldégica para que los intelectuales bajen a la mente de su pedestal: positivismo que, en su ne- gacién de los elementos trascendentes de la Razén, for- ma la réplica académica de la conducta socialmente re- querida. Fuera del establishment académico, e] «cambio de largo alcance en todos nuestros hdbitos de pensar» es mas serio. Sirve para coordinar ideas y objetivos con los requeridos por el sistema predominante para incluir- los dentro del sistema y rechazar aquellos que no son feconciliables con él.) El dominio de tal realidad uni- dimensional no significa que reine ef materialismo y que desaparezcan las ocupaciones espirituales, metafisicas y bohemias. Por el contrario, hay mucho de «Oremos juntos esta semana», «{Por qué no pruebas a Dios?», Zen, existencialismo y modos beat de vida. Pero estos modos de protesta y trascendencia ya no son contradic- torios del statu quo y tampoco negativos. Son mas bien la parte ceremonial del behaviorismo prdctico, su inocua negacidn, y cl statu quo los digiere prontamente como parte de su saludable dieta Los que hacen la politica y sus proveedores de in- formacién de masas promueven sistematicamente el pensamiento unidimensional. Su universo del discurso esté poblado de hipstesis que se autovalidan y que, repetidas incesante y monopolisticamente, se tornan en definiciones: hipnéticas o dictados. Por ejemplo, «libres» son las instituciones que funcionan (y que se hacen fun- cionar) en los paises del mundo libre; otros modos trascendentes.de libertad son por definicién el anarquis- mo, el comunismo o la propaganda. «Socialistas» son todas las intrusiones en empresas privadas no Mevadas a cabo por la misma empresa privada (0 por contratos gubernamentales), tales como el seguro de enfermedad universal y comprensivo, la proteccién de los recur- sos naturales contra una comercializacién devastadora, © el establecimiento de servicios publicos que puedan perjudicar el beneficio privado. Esta ldgica totalitaria 44 EL HOMBRE UNIDIMENSIONAL del hecho cumplido tiene su contrapartida en el Este. Alli, la libertad es el modo de vida instituido por un régimen comunista, y todos los dem4s modos trascen- dentes de libertad son o capitalistas, o revisionistas, 0 sectarismo izquierdista. En ambos campos las ideas no- operacionales son no-conductistas y subversivas. E] mo- vimiento del pensamiento se detiene en barreras que parecen ser los limites mismos de la Razén. Esta limitacién del pensamiento no es ciertamente nueva. El racionalismo moderno ascendente, tanto en su forma especulativa come empirica, muestra un mar- cado contraste entre el radicalismo critico extremo en el método cientifico y filoséfico por un lado, y un quie- tismo acritico en la actitud hacia las instituciones so- ciales establecidas y operantes. Asi, el ego cogitans de Descartes debia dejar los «grandes cuerpos publicos» intactos, y Hobbes sostenia que «el presente debe siem- pre ser preferido, mantenido y considerado mejor». Kant coincidia con Locke en justificar la revolucién siem- pre y cuando lograse organizar la totalidad e¢ impedir Ja subversién. ‘Sin embargo, estos conceptos acomodaticios de la Razén siempre fueron contradichos por la miseria ¢ in- justicia evidentes de Ios «grandes cuerpos publicos» y ja efectiva y md4s o menos consciente rebelién contra ellos. Existian condiciones sociales que provocaban y permitfan una disociacién real del estado de cosas esta- blecido; estaba presente una dimensién tanto privada como politica, en Ja cual la disociacién se podia desarro- llar en oposicién efectiva, probando su fuerza y la vali- dez de sus objetivos. Con la gradual clausura de esta dimensién por la sociedad, la autolimitacién del pensamiento alcanza un significado mds amplio. La interrelacién entre los pro- cesos cientifico-filoséficos y sociales, entre la Razén tedrica y la prdctica, se afirma «a espaldas» de los cien- tificos y filésofos. La sociedad obstruye toda una espe- cie de operaciones y conductas de oposiciénj; conse- cuentemente, los conceptos que les son propids se con- vierten en ilusorios carentes de significado, La trascen- 45 HERBERT MARCUSE dencia histérica aparece como traseendencia metafisica, inaceptable para la ciencia y el pensamiento cientifico. EI punto de vista operacional y behaviorista, practicado en general como «hdbito del pensamiento», se convierte en el modo de ver del universo establecido del discurso y la accién, de necesidades y aspiraciones. La «astucia de la Razén» opera, como tantas veces Jo ha hecho, en interés de los poderes establecidos. La insistencia en conceptos operacionales y behavioristas se vuelve con- tra los esfuerzos por liberar el pensamiento y la conduc- ta de una realidad dada y por las alternativas suprimi- das. La Razén tedrica y la practica, el behaviorismo académico y social vienen a encontrarse en un plano comin: el de la sociedad avanzada que convierte el progreso cientifico y técnico en un instrumento de do- minacién. «Progreso» no es un término neutral; se mueve ha- cia fines especificos, y estos fines son definidos por las posibilidades de mejorar la condicién humana. La so- ciedad industrial avanzada se est4 acercando al estado en que el progreso continuo exigiré una subversién ra- dical de la organizacién y direccién predominante det progreso,! Esta fase csera alcanzada cuando la pro- duccién material (incluyendo los servicios necesarios) se automatice hasta el punto en que todas las necesidades vitales puedan ser satisfechas mientras que e] tiempo de trabajo necesario se reduzca a tiempo marginal) De este punto en adelante, tel progreso técnico trascender4 el reino de la necesidad, en el-que servia de instrumento de dominacién y explotacién, Jo cual limitaba por tan- to su racionalidad; Ja tecnologia estaré sujeta al libre juego de las facultades en Ja lucha por la pacificacién de la naturaleza y de la sociedad. Tal estado esté previstc en la nocién de Marx de Ja cabolicién del trabajo». El término «pacificacién de ‘la existencia» parece mds apropiado para designar la alternativa histérica de un mundo que —por medio de un conflicto internacional que transforma y suspende tas contradicciones en el interior de las sociedades estable- cidas— avanza al borde de una guerra global.}«Pacifica- 46 EL HOMBRE UNIDIMENSIONAL cién de la existencia» quiere decir el desarrollo de la lucha del hombre con el hombre y con la naturaleza, bajo condiciones en que las necesidades, los deseos y las aspiraciones competitivas no estén ya organizados por intereses creados de dominacién y escasez, en una organizacién que perpetta las formas destructivas de esta lucha. La presente lucha contra esta alternativa histérica encuentra una firme base en la poblacién subyacente, y su ideologia en la rigida orientacién de pensamiento y conducta hacia el universo dado de los hechos. Fusti- ficado por las realizaciones de la ciencia y la tecnolo- gia, por su creviente productividad, el statu quo desafia toda trascendencia. Ante Ja posibilidad de pacificacién en base a sus logros técnicos e intelectuales, la socie- dad industrial madura se cierra contra esta alternativa. El operacionalismo en teorfa y practica, se convierte en la teorfa y la prdctica de la contencidn. Por debajo de su dindmica aparente, esta sociedad es un sistema de vida completamente estdtico: se auto-impulsa en su productividad opresiva y su coordinacién provechosa. La contencién del progreso técnico va del brazo con su crecimiento en la direccién establecida. A pesar de las cadenas politicas impuestas por el statu quo, mientras més capaz parezca la tecnologia de crear las condiciones para la pacificacién, mds se organizan el espiritu y el cuerpo del hombre en contra de esta alternativa. Las 4reas mas avanzadas de la sociedad industrial muestran estas dos caracteristicas: una tendencia hacia ja consumacién de la racionalidad tecnolégica y esfuer- Zos intensos para contener esta tendencia dentro de las instituciones establecidas:, Aqui reside la contradiccién interna de esta civilizacién: el elemento irracional en su racionalidad. Es el signe de sus realizaciones. La so- ciedad industrial que hace suya la tecnologia y la cien- cia se organiza para el cada vez mas efectivo dominio del hombre y la naturaleza,) para la cada vez mds efec- tiva utilizacién de sus recursos. Se vuelve irracional cuando e] éxito de estos esfuerzos abre nuevas dimen- siones para Ia realizacién del hombre. La organizacién 47 para la paz es diferente de la organizacién para la guerra; -las instituciones que prestaron ayuda en la lucha por la existencia no pueden servir para la pacifi- cacién de la existencia. La vida como fin difiere cualita- tivamente de la vida como medio. Nunca se podria imaginar tal modo cualitativamente nuevo de existencia como un simple derivado de cam- bios politicos y econémicos, como efecto més o menos espontdneo de Jas nuevas instituciones que constituyen el requisito necesario, (El cambio cualitativo implica también un cambio en la base técnica sobre la que re- posa esta sociedad ;,un cambio que sirva de base a las anstituciones politicas y econdédmicas a través de las cuales se estabiliza la «segunda naturaleza» del hom- bre como objeto agresivo de la industrializacién. Las técnicas de la industrializacién son técnicas politicas ; como tales, prejuzgan las posibilidades de la Razén y de Ja Libertad. Es claro que el trabajo debe preceder a la reduccién del trabajo, y que Ja industrializacién debe preceder al desarrollo de las necesidades y satisfacciones humanas. Pero asi como toda libertad depende de la conquista de Ja necesidad ajena, también Ja realizacién de la li- bertad depende de las técnicas de esta conquista. ja productividad mds alta del trabajo puede utilizarse para la perpetuacién del trabajo, la industrializacién mds ¢efectiva puede servir para la restriccién y Ja manipula- cién de las necesidades, Al llegar a este punto, la dominacién —disfrazada de opulencia y libertad— se extiende a todas las esfe- ras de la existencia publica y privada, integra toda opo- sicién auténtica, absorbe todas las alternativas. La ra- cionalidad tecnolégica revela su cardcter politico a me- dida que se convierte en el gran vehiculo de una domi- nacién mds acabada, creando un universo verdadera- mente totalitario en el que sociedad y naturaleza, espiritu y cuerpo, se mantienen en un estado de permanente movilizacién para ‘a defensa de este universo. 48

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