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is Le Ny 7 -France Jean “CIENCIAS HUMANAS ENSAYO «El condicionamiento» es una aproxi- -macion a los trabajos realizados en el campo de la psicologia, a partir del estu- dio exhaustivo de las «reacciones y refle- jOs emocionales», enunciados por Pay- lov. Jean-Frangois Le Ny nos brinda, en este libro, un texto cuya finalidad es compendiar los avances cientificos reali- zados en la materia, desde el clasice con- dicionamiento del perro pavloviano has- ta la aplicacion de la teoria en el hombre de nuestro siglo. «Por lo general, los psi- edlogos —dice el autor— prestan poca atencioén a estos fendmenos internos del condicionamiento, con los perjuicios consiguientes, ya que es probable que entren como componentes en la esiruc- tura dé numerosas actividades mas com- Ppiejas; en el campo de las emuciones, de la afectividad. de las motivaciones llamadas “profundas”, ¢ incluso en los sentimientos estéticos o morales, recono- ceremos, al hacer su estudio siste:n-itico, el 1 principal de los condiciona- Ae aise / EDICIONES PENINSULA. Pe £ Jean-Francois Le Ny El condicionamiento De la reaccién condicional cldsica a la reaccién instrumental en el hombre Ediciones Peninsula ® Indice Introduccién Capitulo 1. La reaccién condicional cldsica ......... ¢Esquema de substitucién o esquema de sefia- lizaci6n? ............. Primeros datos tedricos cial excitativo La nocién de poten- Capitulo 2. Ampliacidn de la nocién de condicio- namiento El establecimiento de la reaccién condicional instrumental. El aprendizaje selectivo . La nocién de enlace condicional El condicionamiento como método y los meca- mismos generales Capitulo 3. La extincién La resistencia a la extincién La recuperacién espontanea El mecanismo de la extincién La nocién de inhibicién . Las interpretaciones concurrentes . Extincién y refuerzo intermitente . Capitulo 4. La generalizacién condicional ............ Generalidad de la generalizacién Dindmica de la respuesta generalizada La generalizacién de la extincién La generalizacién de la respuesta . Similitud de los estimulos y gradientes de ge- neralizacién - La generalizacién semantica . La interpretacién de la generalizacién 97 Importancia de la generalizacion 98 Capitulo 5. El andlisis .... 101 Los fenémenos de discriminacién 102 La teorfa de Spence y Hull 105 Las teorfas concurrentes 108 Absoluto y relativo. La transposicién 109 Continuo o discontinuo . 112 La diferenciacién de la respuesta 115 Las reacciones condicionales retrasadas y de rastro 117 Los sistemas de estimulos 120 Analisis y sintesis. Papel de la inhibicién . 125 Capitulo 6. Motivacién y refuerZO ........cceeeeeee eens 129 La influencia de la motivacién sobre la reac- cién condicional 131 Papel de la motivacién en la adquisicién de la reaccién condicional 136 Las motivaciones adquiridas o secundarias ... 141 El refuerzo secundario. Los condicionamientos de orden superior ......... 144 Importancia de los méviles condicionados . 149 Capitulo 7. Las actividades superiores ..........+0 153 El condicionamiento cldsico en el hombre ... 153 El condicionamiento instrumental enel hombre 156 La actividad voluntaria . 158 El lenguaje .............. 160 El segundo sistema de sefializacién 160 Las relaciones entre primer y seguni ma de sefializacion 162 Las relaciones condicionales en el interior del Vemguaje ......ceeeeeceseeesesetsreereetseeeeeseeeeneteeenee 164 Conclusién 171 LEXICO ooo. eeeecceceeseetesseeeeeeaneeecesessaeeeeesessssseeeterseeees 179 Introduccién Si antes de dar la comida a un perro se le hace oir el sonido de una campanilla, después de haber repetido varias veces esta operacién, se podra comprobar que la simple audicién de la campa- nilla provoca en el animal una secrecién de sa- liva. Este hecho, tan simple en apariencia, esta ex- periencia tan universalmente conocida es el origen de numerosos desarrollos cientificos. No se dis- cute ya la importancia del reflejo condicional, aun cuando se intenta restringir su importancia. En la actualidad es posible apreciar mejor en qué direcciones han logrado su mejor desarrollo las investigaciones iniciadas por Pavlov; sin em- bargo dicho desarrollo es demasiado multiple y diverso y no es facil abarcar su totalidad. Nos li- mitaremos, pues, a sus aspectos psicolégicos. Pavlov fue a menudo severo con los psicélogos que trat6; pero lo fue siempre debido al subjeti- vismo de éstos, que él no podia admitir; por el contrario, dispersos en su obra se encuentran tes- timonios de su estima hacia la psicologia objetiva. La cual, aunque hoy, todavia no muy avanzada, re- sulta algo mas que «la esperanza de una ciencia»;' y en parte lo debe al condicionamiento y a las consecuencias que de él se han deducido. Algunos psicélogos han considerado que con la reaccién condicional tendrian un elemento psi- 5 colégico susceptible de conducirles a una inter- pretacién exhaustiva de la actividad psiquica; a veces, se ha afirmado que todo el comportamien- to de los animales superiores, en definitiva, no es mds que una suma de reflejos condicionales (exceptuando un pequefio numero de actividades instintivas); se afiade, ademas, que esto también es valido para el hombre, y sobre todo para él, puesto que en el hombre es minimo el papel de las actividades instintivas. Estas afirmaciones, expuestas asi, son exage- radas e inexactas; quiz un poco simples. Incluso lleguen a parecer escandalosas a alguien; pero sdélo lo serdn para aquellos a quienes la idea de psicologia objetiva les parece un escandalo. Ya que, en psicologia, subrayar la importancia del «reflejo condicional», significa, cualesquiera que sean, por otra parte, sus detalles, insistir so- bre dos cosas. La nocién de reflejo. Aqui desorienta un poco la expresién. Nada mas sencillo, en apariencia, que traducir Uslévniy refleks por «reflejo condi- cional». Pero nos atascamos ‘en una tradicién se- m@antica que, en realidad, conduce a un falso sen- tido. En francés, la nocién de reflejo es vehiculo de determinado nuimero de significaciones adven- ticias que desfiguran la traduccién: designa un fenédmeno automatico, mecdnico, que se produce «independientemente de la voluntad» y, al menos en el momento de producirse, de la conciencia; es, ademas, un fenémeno segmentario, que, por definicién, no pone en juego todo el organismo, y sélo representa la puesta en movimiento de las tres partes del famoso arco. En esto tiene mucho que ver la herencia de 6 las filosoffas dualistas, principalmente de la teo- ria cartesiana del animal-mdquina y del auté- mata; el reflejo concierne al cuerpo y de ningun modo al alma; sea cual fuere el papel exacto de Descartes en la génesis de la nocién de reflejo,? sus concepciones han influido grandemente en bidlogos y psicdlogos; la fisiologia nerviosa ele- mental, aprendida en el colegio, ha difundido su conocimiento al apoyarse en el andlisis de los re- flejos medulares. La nocién de «reflejo» condicio- nal tiene, en Francia, la herencia de esta estrecha significacién. Y, sin embargo, su origen ruso es otro; también se remonta, sin duda, a Descartes, pues su busto figuraba en lugar preferente en el laboratorio de Pavlov; pero en la Rusia de finales del siglo x1x, existia un contexto filoséfico y cien- tifico algo distinto; e] representante mas caracte- ristico fue Sétchenov, cuya influencia es conoci- da sobre Pdvlov; para aquél, «la causa inicial de todo acto se encuentra siempre en una estimula- cidn sensorial exdgena»;? esta afirmacién es la que fundamenta su nocidén de reflejo, y su exten- sién a actividades superiores, los «reflejos psf- quicos»; esta nocién, en su misma definicién, des- borda el sentido estrecho que se nos ha fijado. PAvlov era del mismo parecer que Sétchenov; el reflejo, dice,* «es la reaccién del organismo fren- te al mundo exterior». Asf, reflejo significa para ambos lo que hoy nosotros designamos, mas bien, por «reaccién», con el sentido que esta palabra ha adquirido en el desarrollo de la psicologia ob- jetiva, es decir: respuesta de un organismo a un estimulo del medio. Nos ha parecido util aclarar este punto de ter- minologia para que el lector esté en guardia con- 7 tra una interpretacién limitada; cada vez que Pavlov o sus discipulos hablan de «reflejo», hay que entender este término en el sentido amplio de reaccién, provocada por un estimulo prove- niente del medio, y hacer abstraccién del cardcter mecanicista y segmentario que implica en francés. Por nuestra parte, finalmente, hemos procurado evitar el término «reflejo» y utilizar, siempre que sea posible, el de «reaccién». Trataremos pues, en toda la obra, de las «reacciones condicionales». Quizds entonces sea mejor decir que la expre- sién «toda actividad psfquica esta, en definitiva, constituida por reacciones condicionales», equi- vale a: «No hay actividad psiquica que no sea, en definitiva, una respuesta a un estimulo.» El aprendizaje. Naturalmente, en la primera de las anteriores afirmaciones, hay algo mas im- plicito en el término «condicional». Precisamente porque la idea de que el reflejo elemental es insuficiente, los esquemas innatos inscritos en el organismo no pueden explicar las conductas, aun cuando éstas sean poco comple- jas: la nocién de reaccién no es desechada sino completada en la misma direccién; puesto que el mundo exterior es variable; el organismo, para adaptarse, debe también cambiar paralelamente, o sea, aprender en funcidn de las exigencias de su medio de vida. Esta idea, fundamental en psicologia, no es na- tural ni espontanea. La mayoria de nuestras con- ductas nos son tan familiares, y la mayoria de nuestros cambios tan graduales, que el pensa- miento comun, e incluso la antigua psicologia tra- dicional, se interesan mas por lo que los hombres son que por la forma en que se transforman; y, 8 determinadas tendencias psicolégicas contempo- raneas han contribuido, por su parte, a cristalizar estas ideas. El estudio sistematico del aprendiza- je, animal y después humano, ha permitido, y debido en gran parte al condicionamiento, progre- sos evidentes en este terreno; pero sélo empeza- mos a entrever hasta qué punto se aprenden todas las actividades psiquicas, incluso algunas tales como la percepcién, o lo que Ilamamos inteligen- cia, que parecen, a primera vista, perfectamente determinadas desde la mas tierna edad. Aprendizaje y comportamiento. Ademas, por esto, el condicionamiento no es sdélo una explica- cién para los fenémenos de aprendizaje, sino para el conjunto de los comportamientos o de las con- ductas. Todo acto de un organismo animal o hu- mano presenta un doble aspecto: se manifiesta como reaccién a una situacién, a un problema exterior, a un estimulo; puesto que esta reaccién es una reaccién adquirida, es, por lo tanto, el re- sultado de un aprendizaje anterior. Pero esta reac- cién va asimismo seguida de cierto nimero de consecuentes’ —que, a menudo, son consecuen- cias— y, por tanto, ella misma es un factor de aprendizaje utilizable. Sin duda la «informacién» recogida en esta ocasidn es mds o menos eleva- da, pero resulta que no se puede disociar de forma radical el aprendizaje y lo que a veces se llama performance, es decir, un comportamiento adqui- rido en que el organismo, sin aprender, ejecu- taria lo ya aprendido. Al subrayar lo que el condicionamiento ha aportado a las teorias del aprendizaje, conviene darse cuenta también de que este aporte no es me- nos real en cuanto a las teorias del comportamien- 9 to en general; Pavlov consideraba sus trabajos como contribuciones a una teoria de la actividad nerviosa superior, es decir (lo dice explicitamen- te), lo mismo que el comportamiento; también C. L. Hull, de quien tomaremos muchas cosas, habla de principles of behavior o behavior system mas que de learning. El condicionamiento. Dentro de estas pers- pectivas, nos proponemos exponer aqui los hechos y las interpretaciones bdsicas del condicionamien- to, vistos desde el Angulo psicoldgico. Si bien es cierto que el psiquismo es algo muy distinto de una «suma de reflejos condicionales», encuentra, no obstante, en el condicionamiento y en los mecanismos relacionados con él, una expli- cacién o un modelo simplificado de sus activida- des, incluso las mas altamente elaboradas. Y ello se debe, precisamente, a que todas las actividades psiquicas son, de una forma mds 0 menos comple- ja, dependientes de las realidades exteriores, de las situaciones, de los estimulos, y a que esta depen- dencia no estaé enteramente constituida en si mis- ma, sino por el desarrollo del sujeto, es decir, de forma adquirida, aprendida. En este terreno en continuo desarrollo, ha sido necesario elegir; nuestro punto de vista de psicé- logos nos ha llevado, primero, a dejar de lado todo lo que era esencialmente fisiolégico; no obstante, nos hemos esforzado para que la psicologia aqui expuesta no esté en desacuerdo con los datos re- cientes de la neurofisiologia. Han sido precisas otras selecciones que im- plicaban ademas preferencia por tal o cual teoria psicolégica; no las hemos soslayado; es imposible 10 hacer una exposicién como ésta sin tomar partido y pensamos que el eclecticismo es la peor de las posiciones. Esto no nos impide, naturalmente, presentar, sobre los puntos mas interesantes, las diversas po- siciones en discusién entre las cuales la experien- cia ain no ha podido decidirse; quiza lo hara, en distintos casos, en un sentido contrario al que aqui defendemos; el desarrollo cientifico existe a costa de contradicciones como éstas. Hemos intentado estar debidamente informa- dos de lo que se ha hecho en el terreno del con- dicionamiento, tanto en la URSS, como en Polo- nia, y en los Estados Unidos, que son los grandes centros de investigaciédn en esta materia; gracias al profesor Henri Piéron, se han divulgado mucho en Francia los trabajos sobre los reflejos condi- cionales; en estos ultimos afios, se manifiesta un resurgimiento del interés por estas cuestiones; pero la importancia concedida al condicionamien- to por los psicélogos franceses, es, probablemente, atin muy inferior a lo que deberia ser. Advertencia: Damos, al final de este volumen, un pequefio léxico: los problemas de terminologia y tra- duccién a veces son embarazosos; sin duda, es util tratarlos con atencién. Un asterisco remite, cuando se encuentra por primera vez una palabra, a este léxico. 11 Capitulo 1 La reaccién condicional clasica E] prototipo de todas las reacciones condicio- nales es, evidentemente, la reaccién salival. La si- tuacion clasica * pone en juego cinco elementos y sus relaciones, Recordémoslos brevemente. Antes de todo condicionamiento, existen como punto de partida elementos bdsicos sobre los cua- les va a construirse la reaccién condicional, y que son: a) La reaccién incondicional (la designaremos a menudo por R.I.). Es la respuesta de un orga- nismo a un estimulo determinado del medio; su caracteristica principal consiste en ser desencade- nada de manera absoluta por el estimulo apropia- do; absoluta, aqui, sdlo significa constante;! la sa- livacién es un ejemplo de una R.I. b) El estimulo incondicional o absoluto (E.I.). Es un acontecimiento del medio que desencadena de manera constante la R.I. Por ejemplo, presen- cia de carne para la salivacién. c) El estimulo neutro (E.N.). Es otro acon- tecimiento del medio que tiene como caracteris- tica principal el hecho de no desencadenar la reac- cién incondicional estudiada; serd4, por ejemplo, una campanilla. En la situacién tipica se presenta primero el estimulo neutro a condicionar, después el es- timulo incondicional, y se observa la reaccién in- condicional. Después de cierto numero de repeti- 13 ciones de esta secuencia, si se presenta de nuevo el E.N., pero sin hacerlo seguir de un estimulo incondicional, se comprueba la aparicién de una reaccién (la salivacién). El estimulo neutro se ha convertido en activo, se ha vuelto. d) El estimulo condicional (E.C.). Es exact: mente el mismo estimulo que el anterior, pero su naturaleza fisica no ha cambiado, su papel bio- légico y psicolégico se ha transformado: ahora es capaz de evocar una respuesta, mientras que antes no lo era. e) La reaccién condicional (R.C.). Esta res- puesta es la que ha surgido de la reaccién incondi- cional por la misma evolucién que ha transfor- mado el E.N. en E.C. Examinemos mas detenidamente estos elemen- tos. Hemos empleado los términos «incondicio- nal» y «condicional»; algunos prefieren «incondi- cionado» y «condicionado»; ambos son defendi- bles. Seria inexacto pensar que la reaccién incon- dicional se llama asi porque no esté sometida a ninguna condicién; su aparicién depende, por su- puesto, de la presencia del E.I. apropiado; pero esta sujeta también a otras condiciones: sdlo da- remos un ejemplo: en el animal harto la carne no dara lugar a ninguna salivacién; hay, pues, un estado previo del organismo que determina la reaccién. Por esta razén, ¢debemos preferir «incon- dicionado» (y condicionado), es decir, que no ha estado todavia o ha estado ya sometido a la ac- cién de «condicionar»? No lo creemos, pues esta acci6n depende de condiciones objetivas diversas; se las percibe mejor si se piensa en las situacio- nes vitales con las que se enfrenta concretamente un animal o un hombre, mas que en Ia simple si- 14 tuacién de laboratorio; por esta razén preferimos «incondicional» y «condicional». El estimulo incondicional constituye el elemen- to motor del condicionamiento; cada una de sus combinaciones con el estimulo por condicionar aumenta la eficacia de éste; «refuerza» su capaci- dad de provocar la reaccién; por esta razén se llama refuerzo * a la presentacién de un estimulo incondicional, que se caracteriza por ser un agen- te reforzador *; definiremos de una manera gene- ral este ultimo término como un acontecimiento susceptible de aumentar el poder de un estimulo dado, de evocar una reaccién que antes no evoca- ba. ¢Cudles son los estimulos que se pueden re- forzar asi y convertirse en estimulos condiciona- les, y cual es su naturaleza? En general, son todos los cambios del medio; pueden ser —y lo son a me- nudo— cambios positivos: aparicién de un sonido, de una luz, de un objeto, de un contacto; pero no hay que olvidar que los cambios negativos son también eficaces: cese de un ruido, desaparicién de un objeto, extincién de una luz, etc.; la expe- riencia demuestra que los estimulos negativos tie- nen la misma importancia que los positivos: la modificacién del medio, en el sentido que sea, es la que actua sobre el organismo. ¢Qué debemos entender aqui por medio? He- mos de tomarlo en el sentido estricto que le con- fiere paulatinamente la psicologia, y no en el mas amplio de la biologia general: son, en esencia, los aspectos del universo que rodean en grado mas 0 menos directo a un organismo, y actuan sobre él por medio de sus 6rganos sensoriales; cabe adop- tar el término ambiente,* para designar este me- dio psicolégico. Sin embargo, hay que tener pre- 15 sente que ademas existe un medio interno al or- ganismo, que proporciona estimulos todavia mal conocidos en su detalle, pero cuya importancia, por su cantidad y su misién, es ciertamente con- siderable: hablaremos poco de estos estimulos interoceptivos y propioceptivos que hasta ahora han quedado fuera del campo de los fenémenos psiquicos y que no escapan a las grandes leyes del condicionamiento: conciernen a la vez al medio circulante (psicolégico) y al medio interno (que es mas propiamente del dominio de la fisiologia). El estimulo neutro y el estimulo condicional, hemos dicho, son una sola y unica realidad fi- sica, cuyo papel se transforma sin que su natu- raleza cambie; extremo facilmente comprobable por c! cxperimentador con sélo controlar su dispo- sitivo de manera suficiente. Pero estos estimulos son solo una parte de una situacidn* mas general, de la que, el experimentador quiza sdlo tenga, esta vez, un control parcial; es indispensable tener en cuenta esta situacién en su conjunto y esfor- zarse por analizar sus efectos; de otra forma se corre el riesgo de ver reaccionar al organismo ante tal o cual aspecto mejor que ante estimulo cuida- dosamente preparado por el experimentador. El problema es parecido en lo que concierne ala reacci6én; quiz4s es todavia mds complejo. En un estudio de condicionamiento, se selecciona una respuesta del sujeto y ésta es la que se estudia; en el ejemplo cldsico, la salivacién. Pero a veces se observa sdélo un aspecto: en general no nos ocupamos de la composicién cualitativa de la sa- liva del animal, sino inicamente de su cantidad. Conocemos este pardmetro, que ha sido medido, pero sdélo éste. Sin embargo, los otros aspectos, u 16 otras respuestas, conectadas con la observada ¢acaso no tienen importancia? En estos ultimos afios se ha manifestado una tendencia creciente a no contentarse con observar una situacién privi- legiada, sino a colocarla de nuevo dentro de su contexto biolégico y psicolégico. La respuesta ob- servable se acompafia de modificaciones vasomo- trices, electrodérmicas, bioeléctricas, etc., se inser- ta en una estructura de comportamiento determi- nado: salivar es sdlo un elemento de la conducta «comer» que comprende muchas otras reacciones, concatenadas e interdependientes; nos abriremos camino resolviendo problemas formulados de acuerdo con esta complejidad. Las observaciones que acabamos de hacer nos muestran la necesidad de colocar la reaccién con- dicional en su contexto general; olvidar este con- texto seria peligroso. Pero tampoco significa de ningtiin modo que resulte superfluo analizar los hechos, es decir, en un momento dado descuidar lo que parece secundario, teniendo presente la ne- cesidad de reintegrarlo ulteriormente en un estu- dio mas completo. El mérito del condicionamiento consiste, precisamente, en haber proporcionado un instrumento incomparable de andlisis del compor- tamiento. Con este animo deben entenderse los elementos que hemos aislado para comodidad de la exposicién; nos veremos en la necesidad de reu- nirlos nuevamente con el fin de dar definiciones mas comprensibles. El esquema tradicional del condicionamiento Pavlov no dejé ningtin esquema del condiciona- NCI 34. 2 17 miento; sus descripciones, y las de su escuela, in- cluyen siempre una representacién fisiolégica de la manera cémo suceden las cosas en el sistema nervioso. El] esquema que se presenta mas a me- nudo es el que damos aqui (fig. 1). Rx ENIEQ— ~~ ~~ EI 8 () Fic. 1. Esquema tradicional del establecimiento de la reaccién condicional. Las lineas continuas indi- can las relaciones incondicionales, las discontinuas Ja relacién adquirida; Rx es la eventual reaccién in- condicional, considerada como omisible, del estimu- lo condicional. Como se ve, entran en juego sdélo tres elemen- tos: la R.I. que se transforma paulatinamenteen la R.C.; el E.N. que se transforma, paulatinamente también, en el E.C., y el E.I. Pero es necesario plantearse varias cuestiones que atentan contra esta representaci6én. Estimulo neutro y estimulo «indiferente» Hemos dicho que el estimulo neutro por con- dicionar tenia como caracteristica no desencade- nar la reaccién incondicional. Por esta raz6n, a ve- ces se dice que este estimulo es «indiferente».? 18 Este término no es muy afortunado, pues el estimulo en cuestién puede tener un valor psicolé- gico respecto a otra reaccién. En este caso, por su- puesto, esta ultima entra en interaccién con la reaccién principal estudiada; por esto, en el labo- ratorio, se evita esta situacién: la reaccién condi- cional podria verse perturbada y hasta completa- mente detenida si ambas fueran incompatibles. Pero la existencia de una reaccién incondicio- nal al estimulo por condicionar no es, por si misma, un obstaculo para el establecimiento de un condicionamiento; una estimulacién térmica, la aplicacién de un trozo de hielo, que provocan por si mismos reacciones incondicionales vasomotri- ces, pueden convertirse en E.C. de una reaccién salival; Eroféeva ha llegado a establecer una R.C. salival a una estimulacién dolorosa, mientras que el valor biolégico de éste es, de por si, muy po- tente, y completamente opuesta al comportamien- to alimenticio. Por supuesto, estas situaciones crean un conflicto; pero este conflicto sdélo es posible en funcién de la facultad que posee el es- timulo incondicional de una reaccién, de conver- tirse, a pesar de todo, en estimulo condicional de otra. El desarrollo de las investigaciones sobre el condicionamiento ha conducido a considerar otra clase de reacciones que serfan provocadas, no ya de forma eventual por determinados agentes especi- ficos, sino por todos los estimulos de manera mas © menos constante: se trata de las reacciones de orientaci6n-investigacion.* Pavlov las caracteriza- ba como un reflejo de «gqué es esto?», es decir, como una reaccién incondicional provocada por cualquier estimulo nuevo, cuyo objeto seria fa- 19 vorecer la recepcién y la identificacién de este estimulo. De hecho, mds que de una reacci6n, se trata de una familia de reacciones que tienen idéntica misién biolégica y psicoldgica: reflejos de fija- cién ocular, movimientos de la cabeza por la audi- cién de un sonido, husmear para captar un olor fugaz, etc., que son otras tantas manifestaciones visibles del comportamiento de orientacién; otras son menos perceptibles, pero igualmente esencia- les: micromovimientos oculares, acomodaci6n, ajustamiento de los musculos del timpano, etc.; 0 mas primitivas todavia: reacciones de sobresalto, psicogalvanicas, vasomotrices; en resumen, los neu- rofisidlogos han demostrado la concomitancia de ciertos fenémenos nerviosos globales con la apari- cién de estimulos nuevos; reaccién de paro del rit- mo @ 0 activacién de la formacién reticular. Hablamos aqui de estimulos nuevos: se com- prueba, en efecto, que todas las reacciones indica- das, si se repite el estimulo que las ha originado cada vez se debilitan mas y desaparecen: es el fe- noémeno de habituacién; estas reacciones reapare- cen bruscamente por un nuevo estimulo inespe- rado. Tenemos, pues, una serie de fenédmenos con- cordantes que permiten suponer que los estimulos nuevos provocan en el sistema nervioso manifes- taciones, no especificas unas, especificas otras, di- rigidas a una mejor adaptacién del organismo. A esto corresponde lo que globalmente se llama «reaccién de orientacién-investigacién»; por des- gracia, hasta ahora no se dispone de un indicador preciso que permita caracterizar este comporta- miento; nos vemos limitados a estudiar y conside- 20 | Substancia subcortical Fic. 2. El establecimiento de la reaccién condi- cional, seguin Asratian: OVM, arco reflejo visual (re- accién de orientacién) subcortical; OV’M, el plano subcortical de este arco; LSG, arco del reflejo salival incondicional subcortical; LS’G, su plano subcorti- cal; V’1S’, enlace condicional supuesta cortical; V’2 S’, enlace condicional supuesta subcortical. rar ambas manifestaciones como «componentes de la reaccién de orientacién-investigacién»? Puesto que ésta aparece como fundamental, hay motivo para preguntarse si no interviene como un elemento indispensable del esquema de condicionamiento. De hecho, hay motivos para pensar que juega un papel determinante en la formacién de la reaccién condicional. Asratian (1953) la considera como el producto de una sin- tesis de dos reflejos, constituido el primero por el estimulo incondicional y la R.I. y el segundo por el E. por C. con la reaccién de orientacién que se le atribuye. Por tanto, el estimulo neutro, por su accién sobre la reaccién de orientacién, no es de ningtin modo indiferente al organismo. 21 ¢ ESQUEMA DE SUBSTITUCIGON O ESQUEMA DE SENALIZACION? Otra cuestién, relativa a las respuestas emiti- das por el organismo condicionado que se plan- tea es si la reaccién incondicional y la reaccioén condicional son idénticas, es decir, si son una sola y tunica actividad del organismo del cual sdlo se ha cambiado el agente. En algunos casos parece no existir diferencia entre ambas; es el caso de la reaccién salival. Incluso al considerar las propiedades particulares de la salivacién, las encontramos perfectamente parecidas entre la reaccién incondicional y la reac- cién condicional: se sabe, sin lugar a dudas, que la composicién quimica de la saliva (en particular su viscosidad y su acidez) varia segun la natura- leza de los alimentos ingeridos; después de un condicionamiento, la saliva condicional tiene la misma composicién que la saliva incondicional correspondiente. Sin embargo, si dejamos de aislar la reaccién salival y tomamos el comportamiento alimenticio como un sistema de reacciones, comprobamos que la respuesta nutritiva completa (la conducta de «comer») no se reproduce nunca integramente en la R.C.: los movimientos de masticacié6n y, sobre todo, de deglucién, por lo general no se producen, la actitud general del perro es dife- rente. ¢Por qué sdlo el estimulo condicional evoca la sola reaccién salival sélo en su forma per- fecta? La respuesta parece clara: porque solo ella posee un valor biolégico, desde el punto de vista de una mejor adaptacion: la salivacién condicio- nal prepara* el acto nutritivo, su aparicién antici- 22 pada es util al animal. Por el contrario, la puesta en marcha prematura de la masticacién o de la deglucién seria inutil o incluso desventajosa. En otros tipos de condicionamientos se en- cuentran diferencias todavia mas claras entre la R.C. y la R.I. No cabe entonces considerar la pri- mera como la simple copia de la segunda, ni su aparicién como el simple reemplazamiento de un estimulo activo por otro, Por esto hay que evitar una utilizacién absolu- ta del esquema dado en la figura 1: podemos uti- lizarlo como una notacién cémoda; pero no hay que identificarlo con los mecanismos del condicio- namiento. Sin embargo, esto es lo que hacen ciertos au- tores que lo presentan como una simple substitu- cién*: se considera entonces que el E.C. toma el lugar del E.I. en la puesta en marcha de la reac- cién. Incluso se llega a dejar suponer que una vez adquirido el condicionamiento, el E.I. resultaria inutil; entonces, podria suprimirse, en el esquema y en la realidad. Pero, ciertamente, no es asi, y la mejor prueba de ello es que la supresién del E.I. provoca un fenédmeno nuevo del cual hablaremos mas adelante: la extincidn. Lo cierto es que, no sdlo el establecimiento sino también el mantenimiento de la R.C. exige la presencia del E.I. La reaccién condicional es una respuesta adaptativa compleja en la cual los di- versos elementos fundamentales encuentran su lu- gar y lo conservan; no es la simple substitucién de un estimulo por otro en el desencadenamiento mecdanico de una reacci6én. Esta presencia necesaria del estimulo incondi- cional durante el establecimiento de la R.C., no 23 s6lo como agente de refuerzo, sino también —con modalidades sin duda distintas— como agente de su mantenimiento, demuestra que sigue siendo un elemento de la propia estructura de la reaccién condicional. Esto se encuentra subrayado en la concep- ‘cidn de Pavlov, ya que éste designa a menudo el estimulo condicional con el nombre de sefial*; el segundo término es, en ciertos aspectos, sdlo un puro equivalente del primero: la campana es la serial de la salivacién en el sentido de que la desencadena en el momento apropiado. Pero la no- cién de «sefial» implica también una referencia al estimulo incondicional, y no sélo a la reaccién: la campana «sefiala» la llegada del alimento, lo anuncia. En este sentido, la concepcién pavloviana del condicionamiento como sefializacién* se opone radicalmente al esquema de substitucién: el E.C. no toma el lugar del E.I., sino que establece con él una relacién original, un enlace*, en el sistema nervioso del sujeto, y esta estructura, que engloba a la vez los dos acontecimientos del medio (los es- timulos incondicional y condicional) y la reaccién adaptada del organismo, es lo que constituye el condicionamiento. ¢Qué puede condicionarse? Se ha intentado extender progresivamente el campo del condicionamiento, desde el reflejo sa- lival, hasta reacciones cada vez mas diferentes; nos limitaremos, de momento, a las situaciones real- mente andlogas a la del condicionamiento cld- sico, del prototipo salival; asi se han podido con- 24 dicionar numerosos reflejos; a menudo, en psico- logia se utiliza la reaccién palpebral (guifio del ojo por una corriente de aire), la reaccién electro- dérmica (o reflejo psicogalvanico) con un schok eléctrico como E.I., la reaccién de retraccién de un miembro, igualmente con un schok eléctrico, la adaptacién del ojo a la oscuridad, etc. Se han realizado importantes trabajos en el campo de las reacciones vegetativas, y se ha po- dido comprobar que un considerable numero de ellas eran condicionables: secreciones gastrica o intestinal, nduseas y vémitos, diuresis, reacciones vasomotrices, termorregulacién, coagulacién de la sangre, etc. Con ello se ha abierto un nuevo capi- tulo de la fisiologia y de la medicina, el de la medicina cértico-visceral. Los trabajos de Bykov y sus colaboradores (1956) representan una con- tribucién importante en este terreno. Existe un determinado nimero de reacciones que han resistido muy obstinadamente al condicio- namiento, o para las cuales esta posibilidad es du- dosa; pero no reducen considerablemente el con- junto de las reacciones a las cuales se puede apli- car el condicionamiento. Las condiciones de establecimiento de la reaccién condicional Naturalmente, para que se establezca una R.C. condicional cldsica, es necesario que exista de antemano una reacci6n incondicional; es necesario ademas, como: ya se ha indicado, que el organis- mo esté en un estado en que la R.C. funcione; en un animal harto no hay reacci6n salival frente al 25 alimento, y por consiguiente, no hay R.C. posible; estos complejos problemas de motivacién los tra- taremos mas adelante. Por tanto, la condicién principal del estableci- miento de la R.C, clasica es la conjunci6én, en el tiempo, del estimulo neutro por condicionar y del estimulo incondicional. En la situacién pavlovia- na, en la cual los estimulos se presentan tradicio- nalmente con duraciones relativamente largas (al- gunos segundos), hay, por lo general, un cierto recubrimiento de los dos estimulos; el estimulo neutro empieza primero, y después se prolonga, mientras que, a su vez, se presenta el estimulo incondicional. Numerosas experiencias han evidenciado que ni la duracién de los estimulos ni el recubrimiento tienen importancia esencial para el establecimicn- to de la R.C. La figura 3 muestra diferentes esquemas de de- sarrollo temporal: lo determinante es la conti- giiidad, la sucesion entre el inicio del E.N. y el inicio del E.I. Se ha estudiado el papel del interva- lo que separa estos dos momentos. Seguin parece existe un 6ptimum para el que el establecimiento de la R.C. es mas facil y mas rapido; este inter- valo éptimo se situa alrededor de 0’5 segundos; si se prolonga, el condicionamiento se hace cada vez mas dificil; ocurre lo mismo si se reduce. De todas formas, también es posible obtener condiciona- mientos mediante la presentacién simultdnea de los dos estimulos. ¢Existe alguna posibilidad de establecer un condicionamiento retrégrado, es decir, de obtener- lo en una situacién en que el estimulo incondicio- nal preceda al estimulo por condicionar? Nunca se 26 Fic. 3. Diferentes formas posibles de relaciones temporales entre los estimulos incondicional y condi- cional; para C (reacci6n «retrasada») y D (reaccién de «rastro»), véase cap. 5. ha conseguido realizar una experiencia concluyen- te en este sentido; actualmente el condicionamien- to retrdgrado se ha de considerar como muy im- probable. En las condiciones habituales, una sola conjun- cién del E.N. y del E.I. no es suficiente para esta- blecer el condicionamiento; hay que repetir esta conjuncién. Lo cual no significa que esta repeticién sea absolutamente necesaria en todos los casos: con estimulos incondicionales intensos, raros sin duda, pero por tanto mas eficaces, se consiguen es- tablecer condicionamientos después de una sola presentacion: es el caso, por ejemplo, de los mie- dos condicionales, o de otras reacciones de con- tenido emocional; sin duda, las fobias o determi- 27 nados fenémenos patoldégicos frecuentemente tie- nen ahi su origen. En el otro extremo de la psicolo- gia, para organismos superiores (el hombre, por ejemplo), pueden adquirirse aprendizajes lo bas- tante simples después de una sola presentacion. En el laboratorio casi siempre se han obtenido condicionamientos mediante el requerimiento de un numero, mas o menos elevado, de presentacio- nes de los dos estimulos; este numero varia desde unas pocas unidades hasta varias centenas, seguin la situaci6én y el nivel de evolucién del organismo en cuestién. Resulta interesante estudiar los con- dicionamientos que no sean muy rapidos —ni de- masiado lentos— en la medida justamente en que nos interesamos por los procesos de adquisicion, en su desarrollo. Por otra parte, las observaciones repetidas, indispensables en razén de la gran va- riabilidad de los comportamientos adquiridos, se hacen, por ello, mas cémodas. Los estimulos subrepticios La complejidad del ambiente es fuente de mu- chas dificultades. Si la condicién determinante para que un es- timulo se convierta en condicional, es su presen- tacién en conjuncién con el E.I., esta claro que todo acontecimiento del medio —externo o inter- no— que responda a esta condicién, incluso de manera accidental, no tardarA en convertirse en un agente condicional para la reaccién en cues- tidén. Se sabe que Pavlov, desde el principio de sus trabajos, topé con esta dificultad: su simple apa- 28 ricién en Ja sala de experimentacién, o la de uno de sus colaboradores, provocaba, después de algu- nos dias de administracién de la carne, una sali- vacién abundante en el perro. Por esta razén fue necesario aislar al animal y automatizar al maxi- mo —con los medios de la época— la presenta- cién de los estimulos y del alimento. Estas precau- ciones tienen un valor imperativo general para todo aprendizaje del mismo tipo: si el experimentador no las adopta, condicionara estimulos accidenta- les que ocupardn subrepticiamente un lugar en la situacién experimental; este riesgo es el mas di- ficil de descubrir cuando el estimulo subrepticio esta en conjuncion, no sélo con el E.I., sino tam- bién con el E.N. Imaginamos haber condicionado el E.N., mientras que, en realidad, se ha condicio- nado el complejo(E.N. + estimulo subrepticio). Se debe pensar que de hecho nos encontramos siem- pre, en mayor o menor grado, en este ultimo caso, y que las caracteristicas secundarias de la situacién —sala de experimentacién, iluminacién, condicio- nes temporales, etc.— recogen siempre parte de la eficacia condicional; lo importante es reducir esta parte al minimo y no olvidar su existencia. Los estimulos pardsitos y la inhibicion externa Otra dificultad nacida de la complejidad del ambiente es la provocada por la existencia de todos los demas estimulos, ademas del E.N., incluso si no tienen ninguna correlacién con el estimulo in- condicional. Ya a Pavlov la experiencia le mostré en seguida que estos estimulos eran susceptibles cuando intervenian en el momento de la accién del 29 E.C., de perturbar la reaccién observada. E] mas minimo ruido, el desplazamiento de un objeto, una sombra fortuita o Ja aparicién de un olor basta- ban para que la R.C. se modificara generalmente en el sentido de una disminucién: se comprobdé una reduccién de la amplitud, un alargamiento de la latencia, o incluso la pura y simple ausencia de la reaccién. Este fenémeno Pavlov lo Ilamé inhibicion externa*, y para paliarlo hizo construir su famosa «torre del silencio». En todas las situa- ciones parecidas, es posible disminuir considera- blemente los efectos pardsitos con una buena inso- norizaci6én de la habitacién experimental, evitando todo desplazamiento de objetos o personas en ella y ventilandola adecuadamente para los animales de olfato sutil. Pero resulta imposible eliminarlos totalmente: la R.C. esta siempre sujeta a variacio- nes, a oscilaciones mas 0 menos importantes. Otro método consiste, hoy en dia, en convertir estas va- riaciones al menos en aleatorias, si no se las puede reducir; los métodos de planificacién e interpre- tacién estadistica proporcionan medios de analisis que permiten distinguir las determinaciones prin- cipales y reducir los fenémenos secundarios al papel de «azar». La naturaleza de los estimulos pardasitos* puede ser muy variada; las estimulaciones intero- ceptivas, por ejemplo, juegan un papel importante y muy dificil de reducir. Puede pensarse, como lo hizo Pavlov, que la inhibicién externa esta provo- cada por medio de una induccidn negativa*: una excitacién producida en cualquier regidén del siste- ma nervioso, ajena a la R.C., produciria sobre ésta (igual que sobre todas las demas actividades) un efecto inhibidor secundario; algunos investigado- 30 res atribuyen a la reaccién de orientaci6én-investi- gacién el origen de esta induccién negativa. Otras interpretaciones, compatibles con aquélla pero de caracter neurofisiolégico, hacen referencia al papel que desempefia la substancia reticulada del tronco cerebral: el efecto activador que se ejerce de manera no especifica sobre la corte- za al aparecer cualquier nueva estimulacién, po- dria ir acompafiada de efectos inhibidores correla- tivos. Pero, sea cual fuere la naturaleza exacta de los fenédmenos provocados por otros estimulos dife- rentes al definido como «condicional», no de- ben considerarse insignificantes. Estos fenémenos representan una molestia en el laboratorio porque se interfieren con los fenémenos principales, y no permiten aislarlos, analizarlos suficientemente. Sin embargo, no son simples desechos experimen- tales. En la actividad psiquica concreta desempe- fian un papel considerable; la vida jamas presenta situaciones «simples». En una fase ulterior, sera menester, pues, reintegrar estos factores que he mos calificado de «subrepticios» o de «parasitos». Cuando hablemos de los estimulos complejos les dedicaremos algunas palabras. Pero, segtin Pavlov, era un método sano y car- tesiano pretender separar primero las condiciones que complicaban su estudio. PRIMEROS DATOS TEGRICOS: La NOCION DEL POTENCIAL EXCITATIVO Sigamos ahora, en su desarrollo, la manera como se establece una reaccién condicional. Nos 31 situamos en el caso, el mas frecuente, en que es necesario repetir determinado numero de veces la conjuncién del E.N. y del E.I. Las primeras presentaciones son ineficaces: ninguna respuesta aparece al E.N. El numero de presentaciones que preceden a la primera apari- cién de una respuesta condicional es, por supues- to, muy variable; depende de la naturaleza de la R.I., de la intensidad de los estimulos, de las con- diciones experimentales, de la especie animal es- tudiada, de las caracteristicas individuales, etc. Por fin, aparece una primera respuesta: se ha ob- tenido la R.C. Pero el proceso no ha terminado aun: si con- tinuamos reproduciendo la conjuncién del E.C. y del E.I., observaremos que se produce una nueva evolucién, que vamos a describir; después viene una situacién en que esta evolucién se detiene, por lo menos aparentemente: la R.C. se ha convertido en estable. En general, la escuela pavloviana se ha inte resado poco por los fenémenos que se producen entre la aparicién de la R.C. y su estabilizacién; por el contrario, su estudio se ha inclinado de manera intensiva hacia el cuadro de las investi- gaciones behavioristas sobre el aprendizaje. Los tamafios caracteristicos de la reaccién condicional Supongamos, en un caso imaginario, que las cinco primeras conjunciones del E.N. y del E.I. no hayan dado ningtin resultado; en la sexta apa- rece la primera R.C.; pero esté ausente de nue- 32 vo en la séptima, octava y novena; reaparece en la décima, desaparece de nuevo en la undécima y la duodécima, reaparece con intermitencia en la decimotercera, en la decimoquinta, y después de manera constante; la R.C. se ha estabilizado. En lenguaje moderno, diremos sélo a partir de este momento que la frecuencia de aparicién de la R.C. es del 100 %: antes del quinto intento, era nula. Entre ambos, ha pasado por una serie de estadios intermedios. s8ssaes o an s m o 3 a a 3 & a 2 o 3 Ss 3 eS a S 3 2 frag =n oO oo90 295 4°5 6 7 6 9 10 Series sucesivas de diez refuerzos Fic. 4. Curvas de adquisicién de una R.C. palpe- bral: la frecuencia crece en funcidn del nimero de refuerzos. Para evitar la mezcla de sujetos heterogé- neos el autor los ha dividido a posteriori en tres gru- pos de sujetos de condicionamiento rapido (n= 9, arriba), medio (n = 7, en el centro) y lento (n = 8, abajo) (segtin Spence, 1956). neral de ésta, susceptible de ser medida, segtn cada caso, por su frecuencia, por su amplitud, por su latencia. Uno de los efectos mas corrientemente obser- vados sobre la fuerza de respuesta es el de la in- tensidad del estimulo condicional. Si ésta se dis- minuye, se ve cémo la amplitud de la reaccién decrece, la latencia se prolonga y la frecuencia dis- minuye. Por el contrario, un aumento de la inten- sidad del estimulo —por lo menos dentro de cier- tos limites— produce una elevacién de la ampli- tud, una disminucioén de la latencia, y un aumen- to de la frecuencia. Esta ley que une la fuerza de la respuesta a la intensidad del estimulo con- dicional, tiene un cardcter general. La relacién entre la fuerza de la respuesta y el numero de las repeticiones Podemos, pues, formular la ley que resume las observaciones indicadas mas arriba: a partir del momento en que aparece la primera reaccién con- dicional, la fuerza de ésta es una funcidn del nti- mero de repeticiones de la conjuncidn E.C.-E.I. La curva correspondiente termina en forma de meseta: se puede considerar su forma general como negativamente acelerada,® y tendente hacia un va- lor asintético. Esta ley merece considerarse y profundizarse: en primer lugar, implica que cada conjuncién E.C.-E.I, aumenta en una determinada cantidad, en un determinado incremento, la fuerza de la res- puesta: la aplicacién del E.I. después del E.C. es un refuerzo de la reaccién condicional. De ello 36 se deduce que el desarrollo de ésta es por natura- leza un proceso continuo provocado por la acumu- lacién de los pequefios efectos de refuerzos suce- sivos.’ Pero es preciso seguir y observar que en la forma en que la hemos presentado, la ley implica una doble limitacién. Hemos dicho que termina en forma de meseta. En casi todas las experiencias realizadas hasta ahora sobre aprendizajes, nos paramos una vez obtenida esta meseta; por esto se da un criterio determinado a priori, por ejemplo, un numero concreto de experimentos al final de los cuales se comprueba que la fuerza de la respuesta no ha aumentado. ¢ Qué pasaria si al margen de este criterio con- tinudramos dando refuerzos? Hasta ahora este pro- blema del sobreaprendizaje ha sido poco estudia- do. Problema que tiene un interés real; hay ra- zones para suponer que ciertos cambios, diferen- tes de los estudiados durante el aprendizaje, po- drian intervenir; por otra parte, muchas conduc- tas concretas estan, en realidad, sobreaprendidas por la acumulacién de millares y millares de re- fuerzos. Pero la segunda limitacién, anterior a ésta, in- troducida por nuestro enunciado, tiene igualmente un gran interés. Hemos indicado que la relacién es valida, y las observaciones lo sefialan a partir del momento en que aparece la primera reaccién con- dicional. Pero, ¢qué ocurre antes de esta primera aparicién? Comprobamos que es preciso dar, por regla general, un determinado ntimero de conjunciones E.N.-E.I., antes de que sobrevenga la primera R.C. 37 llegar a desempefiar un papel en el razonamiento: se le ama umbral de reaccion*. Ni el potencial excitativo ni el umbral de reac- cién son hechos observables; la adopcién de estas nociones implica una elecci6n, a la que se resisten algunos psicélogos, en nombre de un empirismo integral. Sin embargo, hay que advertir con clari- dad que la utilizacién de conceptos teéricos funda. dos en la experiencia no nos aleja de ésta, siempre que su validez sea controlada continuamente por los hechos; si se quiere prescindir de toda nocién tedérica, se llega, a menudo, a una serie de hechos sin coherencia cuya interpretacién es extraordina- riamente dificil. La nocién de potencial excitativo (o de excita- cién pavloviana) ha resultado extraordinariamen- te fecunda y, con las otras nociones principales que expondremos, ha conducido a recoger y rea- grupar un nimero muy elevado de hechos; no hay ningtin dato psicolégico ni neurofisiolégico que nos autorice a dudar seriamente de dicha nocién. Es conveniente, no obstante, desconfiar del uso indiscriminado de estos conceptos; por desgracia, es demasiado facil construir con ellos interpre taciones de apariencia seductora y satisfactoria para la mente, pero inverificables en la realidad. El buen uso de estas nociones, como de toda no- cién cientifica, consiste en determinar si permiten previsiones, confirmadas por los hechos, alli donde fracasarian otras interpretaciones. Capitulo 2 Ampliacién de Ja nocién de condicionamiento Acabamos de presentar brevemente las princi- pales caracteristicas de la reaccién condicional clasica, tal como resultan, sobre todo, de los tra- bajos de la escuela pavloviana. A partir del condi- cionamiento salival como prototipo, encontramos, tal como hemos indicado, un numero importante de reacciones susceptibles de ser condicionadas segun el mismo esquema. Pero el desarrollo de las investigaciones de psi- cologia experimental ha conducido a relacionar con estos hechos de condicionamiento otros fend- menos que, a primera vista, parecen presentar res- pecto a ellos diferencias importantes: se trata, pre- cisamente, del conjunto de los fenémenos de aprendizaje. No nos es posible desarrollarlos en toda su ex- tensién; asi pues, nos limitaremos a presentar al- gunos de sus aspectos principales en relacién con el condicionamiento. Dos tipos de condicionamiento La ampliacién de la nocién de condicionamien- to se ha hecho a partir de varias series de trabajos llevados a cabo paralelamente. Miller y Konorski (1928) realizaron, primero, en el perro, una experiencia de condicionamiento 41 do, el movimiento se encontraba facilitado y con- solidado, o, por el contrario, hallaba la oposicién de un movimiento antagoénico. c) Diversas experiencias tendian a demostrar que las respuestas susceptibles de ser modificadas asi, en forma positiva o negativa, eran exclusiva- mente reacciones debidas a musculos estriados, v munca reacciones vegetativas. Konorski y Miller llegaron a la conclusién de que existian dos tipos de condicionamiento, el es- tudiado por Pavlov, y el que ellos acababan de poner en evidencia, el condicionamiento de segun- do tipo. Poco tiempo después, las experiencias de Skin- ner, en los Estados Unidos, conducian a resultados semejantes. La «caja.de Skinner», que se ha con- vertido en una de las situaciones mas corrientes en psicologia animal, es una especie de «torre del silencio» en miniatura, pero provista de todo el confort moderno: pintada de color uniforme, in- sonorizada, desodorizada, ventilada, e incluso, para colmo del refinamiento, condicionada ella misma, sdlo debe ofrecer a su huésped, un ratén blanco, estimulos cuidadosamente estandarizados; contiene solamente un pequefio abrevadero lleno de agua, una comedera a la que pueden Ilegar bo- litas de alimento, y una palanca. Se suelta en esta caja un ratén hambriento; el animal vaga por esta jaula, registra, busca por to- dos lados, se yergue a todo lo alto de las paredes; en el transcurso de esta actividad desordenada, le ocurriré que, por casualidad, presionara la pa- lanca, la cual acciona un disparo automatico, y una bolita de alimento cae en la comedera; el animal se come la bolita. Después vuelve a emprender su 44 actividad espontdanea; al cabo de un tiempo mas o menos largo, apretara fortuitamente de nuevo la palanca; otra bolita caeré en la comedera, y el animal se la comera; después continuara su paseo y asi sucesivamente, Pero si se observa con cui- dado esta actividad del animal —se registra, en general, de manera automatica— se descubre el siguiente hecho experimental: los intervalos entre dos presiones consecutivas del ratén sobre la pa- Janca disminuyen; muy espaciados al principio, estos intervalos decrecen cada vez mas aprisa, y después de determinado tiempo, el rat6n se apoya de manera continua sobre la palanca y sdlo se detiene para consumir el alimento. La figura 7 da una representacién tipica de la evolucién de este comportamiento. Lo que aparentemente distingue esta experien- cia de las descritas por Konorski y Miller, es que aqui no se aprecia estimulo original en la primera —o en las primeras— reaccién del animal; Skinner ha aprovechado esta aparente ausencia para afir- mar que esta actividad era «emitida» mds que de- sencadenada por un estimulo externo, y se ha ba- sado en este punto para introducir distinciones entre diferentes tipos de comportamiento; nos pa- rece preferible, como a muchos autores, conside- rar que las primeras reacciones del animal son desencadenadas normalmente por un conjunto de estimulos complejos en los cuales la situacién global de los estimulos internos debidos al ham- bre, la vista de la misma palanca y quizas estimu- laciones propioceptivas realizan un papel.' Pero lo cierto es que, en principio, este complejo sdélo desencadena la respuesta (apretar la palanca) con una posibilidad extremadamente débil; es lo que 45 Las diferencias que existen entre los dos ti- pos de condicionamiento las han estudiado muy bien Hilgard y Marquis (1940); para estos dos au- tores lo que distingue esencialmente ambas situa- ciones, es la dependencia, la contingencia a la cual esta sometido el agente reforzador: en la si- tuacién pavloviana clasica, es el estimulo por con- dicionar el que precede a la aparicién del estimulo de refuerzo (el E.I.); cada vez que se presenta el primero, le sigue el segundo, aunque ya se haya dado la respuesta; en el segundo tipo de situacion, por el contrario, la presencia del reforzador de- pende precisamente de la respuesta, y es ella quien determina? su presencia o su ausencia; por esta razo6n, Hilgard y Marquis han llamado instru- mental al condicionamiento del segundo tipo (y los comportamientos obtenidos en estas situacio- nes). La nocién de condicionamiento instrumental tiene una gran importancia, pues marca un hito importante para la explicacién de las conductas humanas, aquellas por las que el psicdlogo se in- teresa al maximo; en definitiva: el comportamien- to instrumental es el tipo mas simple de actividad orientada hacia un resultado, hacia un objetivo, hacia un fin. El aprendizaje con recompensa directa (o su inverso, con castigo), no es el unico caso de con- dicionamiento instrumental; hay que mencionar otras dos situaciones que ocupan un lugar impor- tante en esta categoria. El aprendizaje de escape* se basa en la utiliza- cién de estimulos desagradables o dolorosos: una situacién tipica es aquella en la cual un ratén esta encerrado en una jaula y situado sobre un en- rejado metalico; en el extremo se encuentra un pe- 48 dal, que el animal puede apretar; se hace pasar una corriente eléctrica por el enrejado, pero basta una presién sobre el pedal para interrumpir esta corriente. Se comprueba que un ratén sometido a estas condiciones aprende a apretar el pedal; la latencia de esta reaccién después del inicio de la corriente decrece progresivamente. El aprendizaje de evitacidn* implica un es- quema un poco diferente: el estimulo doloroso sdlo se da si la respuesta no ha tenido lugar; se puede emplear la jaula descrita mds arriba; se pre- senta un sonido al animal; después de un intervalo (5 seg. por ejemplo), se hace pasar la corriente has- ta que el animal apriete el pedal. El ratén aprende primero a efectuar esta reaccién apenas apare- ce la corriente; pero en un estadio ulterior, se vuelve capaz de responder instantaneamente, des- pués de la presentacién del sonido y antes de que se dé la corriente; en estas condiciones, el shock eléctrico no tiene lugar, y esta ausencia es la que constituye el refuerzo. Un animal que ha aprendido perfectamente a adaptarse a esta situa- cién, nunca recibe la corriente, salvo si, en un ensayo cualquiera, tarda demasiado en efectuar la reaccién. Esta situacién ha sido notablemente estudiada con importantes desarrollos tedricos, por N. E. Miller y por O. H. Mowrer. Las experien- cias de Bejterev, en las cuales se descargaba un shock eléctrico en la mano del sujeto, a menos que éste la levantara en el momento oportuno, eran también de este tipo; en su aplicacién en el hom- bre, Pavlov las criticé6 con una interpretacién demasiado simple. Sin embargo, el condiciona- miento de evitacién constituye una categoria par- ticularmente tipica de aprendizaje instrumental. NCI 34. 8 49 consideramus dos tipos de condicionamiento, ¢no seria mas exacto hablar de dos tipos ? de aprendi- zaje, no siendo ya el segundo un condiciona- miento? La respuesta es, por una parte, una cues- tién de terminologia: si nos decidimos a reservar el término (reflejo) «condicional» para el prototi- po salival, toda extensién se convierte en abusiva. Pero la respuesta ha de estudiarse mas cientifica- mente; implica la respuesta a dos preguntas: a) Los mecanismos de esiablecimiento de la respuesta aprendida, en el caso del condiciona- miento clasico y del aprendizaje instrumental, ¢son, a pesar de las diferencias de situacion, esen- cialmente idénticos o fundamentalmente diferen- tes? En este momento, es imposible contestar esta pregunta de manera definitiva; varias teorias ofre- cen una amplia gama de interpretaciones, y ningu- na puede vanagloriarse de proporcionar una conclu- sién. No entraremos en el detalle de estas teorias ni de las discusiones e investigaciones a que han dado lugar,’ pero concederemos mayor importan- cia a la segunda pregunta. b) Las caracteristicas extrinsecas de la reac- cion clasica y de la reaccién instrumental, las con- diciones de su funcionamiento, la forma en que se articulan con el resto del comportamiento, ¢son idénticas o diferentes? Se comprendera mejor de qué se trata en los capitulos siguientes; de mo- mento, sdlo diremos que las considerables simili- tudes que existen entre las leyes que rigen los dos tipos de reaccién, justifican su denominacidén co- mun; esta comunidad tiene una gran importancia para la psicologia. En realidad, fundamenta un paso cuya fecundidad se ha revelado poco a poco: la extensi6n a las conductas, a actividades comple- 52 jas (especialmente en el hombre), de las leyes es- tudiadas primero en los comportamientos simples, de los cuales la reaccién condicional es el mejor ejemplo. EL ESTABLECIMIENTO DE LA REACCION CONDICIONAL INSTRUMENTAL, EL APRENDIZAJE SELECTIVO Examinemos, si la reaccién instrumental, en sus rasgos generales, se condiciona de manera se- mejante a la reaccién clasica. Hallaremos de nuevo como condicién funda- mental la presentacién del agente reforzador; tal como hemos hecho notar, el refuerzo es aqui, en ciertos aspectos, diferente del de la reaccién clasi- ca; pero otros rasgos son comunes a las dos cla- ses de R.C.: el refuerzo debe seguir a la reaccion, para ser eficaz; el condicionamiento instrumental retrégrado es también imposible. El intervalo que separa la reaccién de su refuerzo, influye igual- mente sobre la facilidad del aprendizaje; ésta disminuye si el agente reforzador se presenta de- masiado tarde. La repeticién del refuerzo es, igual- mente, una condicién general. Si examinamos ahora el curso de la adquisici6én de la R.C. instrumental, se comprueba todavia que es parecido al de la reaccién cldsica: volvemos a encontrar la tipica curva negativamente acelerada (fig. 8). La amplitud, la latencia; la probabilidad, segin el caso, proporcionaran indicadores de la fuerza de reaccién y de su crecimiento en funcién del nimero de refuerzos. Parece, pues, que se pue- de reemprender el razonamiento que nos ha con- ducido a Ja nocién de potencial excitativo. 53 podia presentarse una palanca vertical, o una pa- lanca “horizontal, o ambas a la vez; los animales reciben un primer preaprendizaje, en el cual la palanca vertical es la unica presentada; se dan quince refuerzos a la respuesta de apoyar sobre esta palanca; después, se emprende un segundo preaprendizaje, en que se presenta sdlo la segunda palanca y la respuesta recibe sesenta refuerzos. En este punto cabe suponer que los animales estan en posesién de una tendencia (de un potencial excitativo) relativamente fuerte a apretar la pa- lanca horizontal, y relativamente débil a apretar la palanca vertical, cuando se presentan aislada- mente. Para el aprendizaje propiamente dicho, se presentan las dos palancas a la vez, pero sdlo se refuerza la vertical. Se observa entonces que las respuestas a la primera palanca (horizontal) son las que se produ- cen antes, respuestas que no se refuerzan; poco a poco se hacen mas distantes; la segunda respuesta interviene en aquel momento (y se refuerza); pero la primera no tarda en reaparecer y se establecen ciclos de alternancia entre la primera y la segunda respuesta; sin embargo, esta ultima (la reaccién «eorrecta») aparece en secuencias cada vez mas frecuentes y cada vez mas largas, y termina por imponerse del todo; a la inversa, la respuesta ori- ginalmente mas fuerte disminuye de manera pro- gresiva hasta desaparecer por completo; Hull ha elaborado, ademas, un andalisis matematico de estos ciclos de alternancia que corresponde exac- tamente a los hechos. Esta experiencia y el correspondiente esquema explicativo proporcionan una interpretacién muy satisfactoria del aprendizaje selectivo (término 56 preferible al de aprendizaje «por intentos y erro- res»), en el cual una reaccién reforzada se esta- blece poco a poco mediante la eliminacién de otra o una serie de respuestas inadaptadas. Como en el caso de la reaccién condicional cla- sica, el conjunto de la situacién desempefia aqui su papel; la aparicién de estimulos pardsitos pue- de también, por inhibicién externa, perturbar la respuesta. Pero hay un fenédmeno que debe subrayarse; es lo que corresponde (pendant), para el condicio- namiento instrumental, a lo que era, en el con- dicionamiento cldsico, la puesta en marcha de la salivacién por las batas blancas de los colabo- radores de Pavlov: lo que esta reforzado es no sdlo la reaccién considerada «correcta» por el experimentador, sino todas las que se producen antes de la presentacién del agente reforzador. Esto es vdlido, sin duda, para diversas reaccio- nes internas, no manifiestas, que acompafian siempre a la respuesta estudiada; pero ademas se observa, en ciertos casos, durante el proceso de condicionamiento, la fijacién de ciertas reac- ciones manifiestas, que no estan adaptadas a la situacién, pero que fortuitamente se han en- contrado precediendo al refuerzo. Un ejemplo cu- rioso es el de los ratones en una situacién de evi- tacién sobre un enrejado electrificado; antes de haber adquirido el condicionamiento, el paso de la corriente les hace saltar sobre su sitio, «bailar» de manera no coordinada; durante estos movi- mientos es cuando aprietan el pedal y reciben el refuerzo (el fin del estimulo doloroso); en realidad, es toda la actividad que precede al corte de la corriente la que efectivamente esta reforzada; si 57 teorfa, que, en realidad, el enlace fundamental no se establece entre el estimulo y la respuesta, sino entre dos acontecimientos sensoriales (o percepti- vos, 0 sea cognoscitivos), bajo la forma EE; de- bido a que la aparici6n de un E.C. deja esperar, y en suma prever al animal Ja aparicién siguiente de otro estimulo (la presentacién del alimento o de cualquier otro agente reforzador, por ejemplo), se forma un aprendizaje. Hay que notar que so- bre este punto las concepciones de Pavlov, para quien la conexién se hace en la corteza cerebral, entre la representacién del estimulo condicional y la representacién del estimulo incondicional, e incluso la nocién de sefializacidn, son aproxima- bles a una teoria del tipo E-E, sin que, no obstan- te, se reduzcan enteramente a ella. Las discusiones entre los partidarios de los en- laces del tipo E—R y los de la teoria E—E han dominado durante largo tiempo en ,los Estados Unidos las investigaciones sobre el .aprendizaje. Desde entonces las teorias intermedias, llamadas «mediacionales» (Mowrer, Osgood), han introduci- do concepciones mds complejas, en las cuales in- tervienen procesos mediatos entre el estimulo y la respuesta visible. No se trata ahora de entrar en los detalles de estas controversias; es probable que sea necesa- rio, apoydndose a la vez en experiencias psicold- gicas y en investigaciones neurofisiolégicas, com- plicar progresivamente los esquemas para obtener una representacién menos rudimentaria de la es- tructura del enlace: condicional, de su estableci- miento, de su funcionamiento. Pero esta nocién de enlace caracteriza el fenémeno en su generali- dad, y merece retenerse como tal. 60 EL CONDICIONAMIENTO COMO METODO Y LOS MECANISMOS GENERALES Se ha llegado a una concepcion bastante amplia del condicionamiento; ya no nos es posible enten- der por este término el fendmeno bruto, mecanico, automatico, del que a veces nos hacemos la ima- gen a partir del ejemplo salival y de ciertas carac- teristicas inherentes. Otros rasgos se revelan comunes a diferentes tipos de reacciones, a formas aparentemente dis- tintas de establecimiento de la respuesta. Asi, el condicionamiento ha ganado en generalidad lo que ha perdido en especificidad. ¢Es posible ir mas lejos y aplicar una interpretacién fundada sobre el condicionamiento a actividades de orden mas ele- vado, especialmente en el hombre? Seria prema- turo; es aconsejable no pasar demasiado rapida- mente de situaciones bien definidas a otras mas complejas y mas dificiles. Incluso deberemos jus- tificar las semejanzas que hemos establecido. El condicionamiento no es sélo un fendmeno de importancia considerable, del cual el enlace representa el cardcter esencial. Es también un efi- caz método de investigacién que ha permitido un avance decisivo en el conocimiento de los mecanis- mos de lo que Pavlov Ilamaba «actividad nerviosa superior» y que hoy llamamos comportamiento. En psicologia, todos los métodos objetivos se apo- yan en la observacién del comportamiento de los organismos; pero sin el condicionamiento nos en- contramos desarmados respecto al comporta- miento de los animales. Estamos reducidos a observarlos, con todas las limitaciones que impo- ne el gran repertorio de reacciones posibles; desde 61 minucién de la marcha; al fin, el animal se que- dard en el punto de partida. Tanto si suprimimos el shock eléctrico en un condicionamiento psicogalvanico, como el chorro de aire para un reflejo palpebral, o también el shock eléctrico para una reaccién de evitaci6n, los resultados son de idéntico alcance: la fuerza de la reaccién decrece hasta que la respuesta desapa- rece completamente; reacciones clasicas o instru- mentales estén sometidas exactamente igual a esta ley. Si examinamos este proceso, nos damos cuen- ta de que se opera de manera progresiva; la dismi- nucién afecta, electivamente, a la amplitud, la la- tencia o la frecuencia, segun el caso. Las curvas tienen una marcha negativamente acelerada. Asi, el mumero de reacciones no reforzadas necesarias para alcanzar el nivel cero depende de la especie animal, de la reaccién considerada, de la situa- cién, etc. Todos estos caracteres son unicamente los equivalentes de los anotados respecto al esta- blecimiento de la reaccién condicional. LA RESISTENCIA A LA EXTINCION Es posible comparar, en organismos semejan- tes, la extincién de reacciones condicionales de la misma naturaleza, pero que han sufrido diferen- te numero de refuerzos: se comprueba entonces que una reaccién es mas dificil de extinguir si se ha reforzado abundantemente que si lo ha es- tado relativamente poco. Se han realizado expe- rimentos sistematicos que han permitido estable- cer una relacién precisa entre el nimero de re- 64 fuerzos recibidos por una reaccién condicional y el numero de intentos necesarios para extinguir esta reaccién: en las experiencias de Williams! y Perin? se condicionan varios grupos de ratones en un aparato de tipo Skinner; reciben diferente numero de refuerzos; seguidamente se someten a una extincién; si colocamos en ordenadas el numero de intentos necesarios para llegar a la extincién completa, y en abscisas el numero de refuerzos recibidos anteriormente por el animal, se obtiene una curva como la de la figura 9. De ahi surge que cuando se elabora una reac- 688 = oos para obtener la extincién ao Oo oe 2. S a o 3 o S a 3 > 3 a & o o 3 e o € Ss = 510 20 30 40 60 60 70 80 90 Refuerzos sucesivos Fic. 9. Influencia de] numero de refuerzos sobre la resistencia a la extincién de una R.C. instrumental de presién sobre una barra, en el raton: la resistencia crece en funciédn del numero de refuerzos (segun Hull, 1943, sobre datos de Williams y Perin). Las dos curvas corresponden a duraciones distintas de priva- cién de alimentos (22 y 3 h, respectivamente). cién condicional, cada refuerzo la convierte en mas resistente a la extinciédn, mas s6lida. Dis- ponemos, por tanto, de una caracteristica nueva de la respuesta; no obstante, la resistencia no es un pardmetro relacionado con las respuestas par- ticulares, es decir a tal reacci6n —dada en tal in- tento—; caracteriza la respuesta considerada en su repeticién, y por una singular contradiccién, no la mide sino que la hace desaparecer; en este as- pecto la resistencia se distingue de la amplitud y de la latencia, e incluso, en menor grado, de la probabilidad. Sin embargo, la evolucién de la resistencia a la extincidn en funcién del numero de refuerzos se parece de manera sorprendente a la de la fuerza de la respuesta: para darse cuenta de ello basta comparar las figuras 9 y 4 6 5. Por esta razon, al- gunos autores han aproximado formalmente las dos nociones y colocado la resistencia a la extin- cién en el mismo plano que la amplitud, la fre- cuencia o la latencia, como un indicador de la fuerza del enlace. Mas adelante veremos que es preferible dejar aparte la primera. La resistencia a la extincién esta sujeta a deter- minados factores: si, después del establecimiento de la R.C., dejamos transcurrir algun tiempo antes de emprender la extincién, comprobamos que ésta se ha vuelto mas dificil. Se ha producido una espe- cie de «consolidacién», y paraddjicamente los aprendizaje mds recientes son los que desapare- cen mas facilmente mientras que los mas antiguos (por lo menos hasta cierto limite) son mas resis- tentes, mds sdlidos? Determinadas substancias quimicas facilitan la 66 extincién: son todos los sedantes (bromuro de so- dio, por ejemplo); por el contrario, los excitantes del sistema nervioso (cafeina, bencedrina, etc.), la retardan. Hay otra circunstancia susceptible de actuar sobre la extincidn: es el intervalo que se- para los intentos no reforzados; si estan muy cercanos en el tiempo, la extinciédn sera rapi- da; si estan espaciados seré mas lenta. Hay que relacionar este fendmeno con el efecto producido por el espaciamiento en el aprendizaje. Pero nos introduce igualmente en otro fenémeno impor- tante puesto de manifiesto por Pavlov. LA RECUPERACION ESPONTANEA Supongamos que mediante repetidos refuerzos hayamos establecido una reaccién condicional de segregacion salival de un nivel determinado; se- guidamente suprimimos el refuerzo y obtenemos una extincién. Entonces interrumpimos el experi- mento y dejamos al sujeto en reposo; al cabo de unas horas, incluso de unos dias, intentamos de nuevo el E.C., y comprobamos que este estimulo se ha vuelto de nuevo activo; evoca de nuevo la R.C., y esto sin ninguna intervencién exterior: el condicionamiento parece haberse restablecido, res- taurado por si mismo. Es la recuperacién espon- tdnea*. Cierto es que, en general, la R.C. no se restable- ce en su fuerza total, es decir, en el nivel que habia alcanzado en el momento del ultimo intento refor- zado; la extincién‘no se ha borrado totalmente; ha dejado huellas en forma de una disminuci6n de la fuerza de la respuesta. Pero si se da un pequefio 67 numero de intentos reforzados —y a veces uno solo— vuelve rapidamente a su nivel maximo. La importancia de la recuperacién espontdnea depende también del intervalo de tiempo que se. para el nuevo intento del final de la extincién: cuanto mas tiempo ha transcurrido, mas elevada es la recuperacién. También encontramos una vez mas, una funcién negativamente acelerada; se ob- serva que después de cesada la extincion, la fuerza de la R.C. crece, rAdpidamente primero, y luego cada vez mas despacio. Naturalmente, la recuperacién espontanea in- terviene incluso en el caso en que la extincién no se haya Ilevado a su ultimo término, la ausencia de reacci6n; entonces se manifiesta por el hecho de que al reemprender la experiencia, la fuerza de la R.C. es mayor que en el momento en que se habia interrumpido la extincién. Por otra parte, puede haberse proseguido la extincién mas all4 del momento en que Ia RC. acaba de desaparecer; entonces la recuperacién es mas dificil; cuantos mas intentos no reforza- dos se hayan dado, mas débil sera la recupera- cién espontanea, y, por consiguiente, se necesi- tara mayor numero de nuevos intentos reforzados para restablecer la R.C. a su nivel maximo pri- mitivo. Estos efectos de recuperacién permiten determinar el efecto de la sobreextincidn, es de cir, una extincién en la cual, una vez obtenida la ausencia de reaccién, continia presentandose el estimulo anteriormente condicional, sin refuerzo; esta manera de proceder no aporta ningun cam- bio en el comportamiento manifiesto, puesto que la R.C. ha desaparecido; pero tras la «inocente mascara del cero» (Asratian), la extincién conti- 68 nua profundizdndose y el nivel de recuperacién ulterior proporciona el debido indicador. Hay que notar un ultimo hecho: supongamos que se extingue una R.C. de fuerza determinada, se deja al sujeto en reposo y después se presenta de nuevo una serie de R.C. sin refuerzo. Ob- servaremos la recuperacién espontdnea, pero al cabo de determinado ntimero de intentos no re- forzados, intervendra rapidamente una nueva ex- tincién; si nuevamente se permite un reposo y se procede luego a una nueva extincién y se sigue alternando asi, comprobaremos que las recupera- ciones serdn cada vez mas débiles y las extincio- nes sucesivas exigirdn asimismo menos intentos. EL MECANISMO DE LA EXTINCION eA qué se debe la extincién? A primera vista, la explicacién més natural parece la del simple des- vanecimiento de la reaccién condicional; al no mantenerla se «extingue» como un motor que se deja de alimentar; pero inmediatamente se eviden- cia que la comparacién es falaz bajo esta forma. Ademas, esta interpretacién tiene en contra una evidencia experimental: si, después de haber elaborado una R.C., la dejamos en reposo, es de- cir, dejamos de presentar el estimulo condicional durante un largo periodo, comprobaremos, efec- tuadas las verificaciones correspondientes, que no ha perdido su poder; la R.C. tampoco ha desapa- recido. Quiza se haya debilitado algo, pero los es- tudios sistematicos sobre este tema han demos- trado la resistencia considerable de la R.C. a cualquier «olvido» provocado por la inactividad. 69 Aspecto que no tiene ningtin punto de contacto con la extincién producida por la presentacién del E.C. no reforzado. Pavlov opuso a esta explicacién por el simple desvanecimiento la del borrado activo por inhibi- cidn*. Los argumentos que militan a favor de esta in- terpretacién se basan esencialmente en el fend- meno de recuperaci6n espontanea. Si suponemos que al final de la extinci6n —cuando el E.C. ya no evoca ninguna reaccién— el enlace ha desapareci- do completamente sin dejar rastro, también hay que admitir que se reconstituye por si mismo con la recuperacién espontanea; el E.C. también por si mismo recobra un poder que habia perdido. ¢Cémo explicar esta restauracién? ¢Hay que con- venir que es «espontanea» en el pleno sentido del término, es decir sin causa? Esto significaria re- nunciar al determinismo y a toda explicacién cien- tifica. Ninguna experiencia ni teoria han conse- guido dar con la causa de una reanimacién de tal clase. Es preferible, pues, admitir que, incluso al final de la extincién, la eficacia del E.C. no ha desapa- recido real y radicalmente, sino que en cierto modo la ha contrarrestado o impedido una accién de sentido opuesto. Pavlov se adhiri6 a esta hipé- tesis y, por tanto, atribuy6 esta accién antagonista a la inhibicion. Otro hecho ha fortalecido este razonamiento: si durante una prueba de extincién se produce un estimulo pardasito (ruido extrafio, sombra...) obser- varemos que la reaccién adquiere de nuevo una fuerza superior; en un caso asi, es posible que rea- parezca una reaccién completamente extinguida. 70 Pavlov considera que entonces hay un efecto de desinhibicién* debido al estimulo pardsito, efecto que es inverso al de la inhibicién externa produ- cida por un mismo estimulo pardsito sobre una R.C. activa. En este caso la extincién aparece como un fe- némeno resultante del crecimiento de un proceso inhibidor: durante el transcurso del experimento, los intentos no reforzados no producen ningun perjuicio al propio enlace condicional; conducen a la formacién y a la acumulacién progresiva, in- tento tras intento, de una cantidad cada vez mayor de inhibicién; que en los primeros estadios, se manifiesta débilmente atin y baja la fuerza de la reaccién disminuyendo su amplitud o su frecuen- cia y prolongando su latencia; cuando esta sufi- cientemente acumulada, es capaz de parar com- pletamente la reaccién. La recuperacién espontanea tiene ahora una ex- plicacién si se admite que la inhibicién puede disi- parse en funcién del tiempo que transcurre; des- pués de que los no refuerzos hayan acumulado una inhibicién suficiente para impedir completamente la R.C., si el organismo se ha dejado en reposo, la inhibicién desaparecera poco a poco y dejara re- surgir cada vez mas claramente la fuerza de la reaccioén a la cual se oponia. A partir de ahi, las diferentes caracteristicas de la recuperacién es- pontdnea se interpretan sin gran dificultad. Se comprende, por ejemplo, que al proceder a una sobreextincién de la R.C., se acumule, incluso des- pués de desaparecida la reaccién, una cantidad importante de inhibicién, y que por este motivo su desaparicién sea mas dificil. 71 LA NOCION DE INHIBICION Pavlov encontré ya la nocién de inhibicién en los fisidlogos de su época, y sobre todo en Sétche- nov; pero la continud, desarrollé y le dio bases experimentales sdlidas, concediéndole asi, valor en la explicacién de los fenémenos de la actividad nerviosa superior y del psiquismo. Sin embargo, la nocién de inhibicién presenta dificultades; algunos psicélogos se muestran reti- centes a aceptarla e incluso consideran que se podria prescindir de ella. En primer lugar, la inhibicién, como la excita- cidén o el enlace, es esencialmente un concepto de- ducido a partir del comportamiento; pero el subs- trato fisiolégico de la excitacién y del enlace es mas facil de aceptar que el de la inhibicidn; nin- gun psicdlogo objetivo, incluso si se esfuerza en evi- tar cualquier hipétesis dudosa sobre la naturaleza y el funcionamiento exacto de los procesos nervio- sos que sostienen el comportamiento, se negara a admitir que detras de cada reaccién existe «algo» que la determina; de ahi a tomar en consideracién esta realidad bajo su forma mas general, y a tra- tarla de manera teérica confiriéndole las propie- dades cuantitativas mds susceptibles de explicar el comportamiento, no hay mds que un paso. La nocién de potencial excitativo no tiene nada que desconcierte; la de enlace tampoco. Por el contrario, y aunque sobre esta cuestién se efectuen investigaciones neurofisiol6gicas prometedoras, actualmente no se puede afirmar que se haya de- mostrado empiricamente el substrato neuroldgico de la inhibicién.* Ademas, la nocién de inhibicién se infiere por 72 medio de un criterio inhabitual a ciertas menta- lidades: esta construida sobre la comprobacién de que ciertas respuestas son mas débiles de lo que deberian ser, y que otras estan ausentes alli donde deberian estar presentes. Asi, pues, reposa sobre una concepcién del determinismo para la cual, estas carencias, estas disminuciones, estas ausencias no son simples defectos, sino que han de tener sus propias causas, causas negativas por consiguiente, o mas bien negadoras; la inhibicién se ha de concebir, cualquiera que sea su natura- leza fisiolégica exacta, como un proceso activo pero de eficacia sustractiva; es una antiexcitacién. Y esta oposicién de los procesos, su antagonismo, su «lucha» como dice Pavlov, esta dialéctica, para resumir, de la excitacién y de la inhibicién dis- gusta a ciertas mentalidades.> No obstante, la idea de inhibicién se ha reve- lado muy fecunda, y, como veremos, no sélo para interpretar la extincién. Ha resistido muy bien to- das las criticas cientificas que se le han dirigido, y por ahora es la interpretacién mds sdélida y mds util de la extincién. La utilizaremos bajo su forma cuantitativa, si- métrica al potencial excitativo, y hablaremos de potencial inhibidor*. Las INTERPRETACIONES CONCURRENTES Examinemos ahora dos interpretaciones que se han propuesto para explicar los fenémenos de ex- tincién sin recurrir a la inhibicién pavloviana. La teoria de las reacciones interferentes a la que estan ligados esencialmente los nombres de 73 Wendt y de Guthrie, considera que es el aprendiza. je de una nueva respuesta, incompatible con la R.C. primitiva, lo que la elimina. Esta interpreta- cién se apoya en las observaciones que demues- tran que en el momento de una extincion, el sujeto no queda, en general, inactivo, cuando se le pre- senta el E.C.; hace algo muy distinto que la R.C. primitiva, la cual entonces seria susceptible de reaparecer cuando las reacciones interferentes se hubieran extinguido a su vez. Esta reaparicidn, que algunas veces se ha calificado de «regresién», ha sido, en efecto, comprobada. Pero el problema no estriba en saber si la substitucién de reaccio- nes nuevas puede facilitar la extincién de una R.C., lo cual no seria muy criticable; mas bien se trata de investigar si hay siempre una respuesta inter- ferente que reemplace a la R.C., y decir, por con- siguiente, si la aparicidn de una nueva respuesta es la causa o sélo el resultado de la extincién de Ja primera. Una experiencia de Kupalov y Jana- nashvili’ realizada con el método del condiciona- miento de animales en libertad, muestra que las reacciones que substituyen la R.C. son diversas y variables. Kupalov se opone a las hipétesis expuestas por Anojin, hipdtesis muy parecidas a la teoria de las respuestas interferentes, pero poniendo especial interés en las reacciones ve- getativas o emotivas que aparecerian al suprimir el refuerzo; en ausencia de toda respuesta ma- nifiesta del animal, siempre es posible argiiir que una reaccién vegetativa esta quizd presen- te; pero no por esto se ha demostrado que estas reacciones estén siempre presentes en la extin- cién; ademas, no son necesariamente incompa- tibles con la R.C.; por ultimo, cabe considerar con 74 Kupalov que todas las reacciones de substitucién son, en cierto modo, un subproducto (por «induc- cién positiva») de la inhibici6n de extincién. Se han formulado otras objeciones a la teoria de Jas reacciones interferentes: la de que no expli- ca bien la recuperacién espontdnea, sino en el supuesto de que la nueva reaccién se haya extin- guido también; pero no se comprende a través de qué mecanismo. Ademas, el hecho de que al espa- ciar los intentos se disminuya la extincién, mien- tras que se facilita el aprendizaje, tiende a demos- trar que la extincidén no esta ligada al aprendizaje por una relacién del mismo sentido, sino de senti- do inverso. Esta interpretacién tampoco explica el efecto de las diferentes drogas sobre la extin- cién. Otra interpretacién concurrente, desarrollada sobre todo por Mowrer, Miller y Hull, vuelve a tomar como base la fatiga, antes rechazada por Pavlov, quien defendia que la extincién tiene lu- gar incluso cuando se ha hecho funcionar la R.C. sélo de forma minima; por el contrario, un fun- cionamiento prolongado de la R.C. (siempre que esté reforzada) no conduce a su disminucién sen- sible. Si después de la extincién completa, se da ademas una presentacién del E.C. acompafiada del refuerzo, la reaccién se restablece en seguida; ¢po- dria disiparse tan rApidamente la fatiga? Mowrer y Jones’ han experimentado con una reaccién motriz (instrumental), sin duda mas su- jeta a la fatiga que la reaccién salival. Los ratones aprenden, en una caja de Skinner, a apretar una barra lastrada con 5 g, 42’5 g o 80 g, con un nt- mero igual de intentos para cada peso y animal; seguidamente se dividen en tres grupos y se les 75 somete a extincidn con barras que tienen respec. tivamente 5 g, 42’5 g y 80 g, pero esta vez el peso es constante para los animales de un mismo gru. po. Se comprueba que cuanto mas pesada es la barra se necesitan menos intentos para extinguir la reaccién, Basdndose en esto, los autores consideran que toda reaccién implica un esfuerzo, el cual ori- gina lo que Hull llama una inhibicidn reactiva, que tiende a impedir la repeticién de esta misma reaccién; notese que la inhibicién reactiva es dis- tinta de la inhibicién pavloviana; es, en suma, el equivalente psicolédgico de la fatiga. Segtin la teoria de Hull, esta inhibicidn reacti- va se acumularia a medida que se realizaran los intentos; durante el establecimiento de la R.C. (el aprendizaje), su efecto no se manifestaria porque seria inferior al efecto positivo del refuerzo; por el contrario, después de la supresién del refuer- zo, el efecto inhibidor actuaria solo y conduciria a la extincién. Si admitimos que el reposo deja a Ja inhibicién reactiva tiempo para disiparse, com- prenderemos que se consiga una recuperacion espontanea después de alguna interrupcidn. Si esta disipacién no siempre tiene lugar, es porque quiza la misma inhibicién esta condicionada por los estimulos presentes en el momento de su aparicién; desde entonces, lo que se establiece, es un habito de no reaccionar al E.C. La presen- tacién de éste provocaria la aparicién del poten- cial excitativo de la reaccién, a la vez que la del potencial inhibidor que tiende a oponerse al pri- mero o a disminuirlo. La extincién seria el resul- tado de este condicionamientc de la inhibicién reactiva producida por la fatiga. Todavia no resulta muy dudoso que el esfuerzo 76 sea un factor que facilite la extincién; pero, ges el factor principal y determinante? No se com- prende demasiado cémo podria aplicarse esta ex- plicacién al reflejo salival, o a las reacciones que implican poco o ningun esfuerzo muscular, las respuestas vegetativas, por ejemplo, o también el reflejo palpebral, que parece poco sujeto a la fa- tiga. Ademdas, si los intentos de extincidn estan suficientemente espaciados en el tiempo, la fatiga (y la inhibicién reactiva) deberian disiparse por completo y hacer imposible toda extincion; en rea- lidad ésta se produce incluso con intervalos muy largos entre los intentos, Con lo cual se demuestra que las interpreta- ciones de reemplazo son sospechosas; hacen re- ferencia, por lo menos tanto como la de Pav- lov, a fenédmenos inferidos o supuestos; no tienen la ventaja que posee la pavloviana de apoyarse en una nocién aplicable para otros fenédmenos dis- tintos de la extincién. La teoria pavloviana de la inhibicién sigue siendo, a nuestro parecer, la me- jor forma de explicar la extincidn. EXTINCION Y REFUERZO INTERMITENTE Hemos examinado las situaciones en que el refuerzo para el establecimiento de la R.C. se pre- sentaba de forma constante, es decir, en el 100 % de los intentos; en el momento de la extincidn, el refuerzo no estaba nunca presentado (0 % de los intentos). Nos hemos interesado por las situaciones inter- medias, es decir, aquellas en que la proporcién de refuerzos se encuentra entre 0 y 100 %: entonces 77 hablamos de refuerzo intermitente* (también se le llama «parcial»). No6tese que estas situaciones estan muy exten- didas en la existencia concreta del animal o del hombre. Es corriente que una parte de las activi- dades vitales esté directamente reforzada; la no- cién comuin de «posibilidad» es la expresién de este estado de cosas. Se han realizado numerosas experiencias sobre este tema y todavia quedan muchas por hacer. Skinner, especialmente, y los investigadores de su escuela, han estudiado el efecto de programas* de refuerzo muy variados; también se han. realizado investigaciones sobre los programas aleatorios. Sélo retendremos un simple hecho. En el con- dicionamiento no se comprueba, en general, una diferencia clara entre dos R.C. obtenidas, una por un refuerzo del 100 %, y la otra por un refuerzo intermitente; el numero de intentos reforzados necesario para su establecimiento y la fuerza de la respuesta, son comparables en la mayoria de los casos. Pero encontramos una diferencia con- siderable en la solidez de la respuesta, en su resistencia a la extincién; y esta diferencia no se encuentra en absoluto en el sentido esperado a simple vista. La R.C. que ha estado constantemen- te reforzada es la que se extingue mas facilmente. Comparando grupos que hayan tenido proporcio- nes diferentes de refuerzos (comparaciones que se efectian observando los mismos numeros absolu- tos de refuerzos), se comprueba que el fenémeno es general; de cuatro grupos de ratones que han encontrado alimento al final de un corredor recto, en el 100 %, 80 %, 50 %, 30 % de los intentos, el primer grupo sera el que tendra la extincién mas 78 rapida, después el segundo, el tercero, y por fin, el cuarto (30 %), sera el que continuara mas tiem- po cubriendo el recorrido.? Con otras reacciones y otros animales se obtienen los mismos resultados. La interpretacién de este fenédmeno es muy di- ficil, S6lo mencionaremos el problema en su plan- teamiento actual: mientras que al aumentar el numero (absoluto) de refuerzos se aumenta la re- sistencia de una reaccioén, y al aumentar el numero (absoluto) de no refuerzos se disminuye esta resis- tencia, ga qué se debe que al disminuir el numero (relativo) de refuerzos o al aumentar el numero (re- lativo) de no refuerzos, se aumente la solidez de esta respuesta? Anotemos también que la resisten- cia a la extincién se encuentra en este fendmeno —amplitud y latencia sobre todo— que no fueron afectados, o que lo fueron apenas, por el refuerzo parcial. En ciertos aspectos son relacionables los efec- tos del refuerzo intermitente con los de una situa- cién particular de condicionamiento: la situacién de evitacién. Hemos descrito la forma en que suce- den los hechos en esta situacién después del apren- dizaje: el sujeto, al reaccionar ante la aparicion del E.C. evita el castigo; en cierto modo éste se supri- me a través del estimulo. Sin embargo, subsiste como acontecimiento que depende del experimen- tador: la situacién permanece de tal manera que si el sujeto no da la respuesta recibe el castigo; por ejemplo, la corriente eléctrica continuara co- nectada a la rejilla, de manera que si el ratén no se aparta de ésta recibira el shock. Pero, ¢qué pasarA si no enviamos mas corriente, o, en tér- minos generales, si las condiciones se hacen en adelante tales que aunque el sujeto no dé la res- 79 puesta, no es «castigado»? Se comprueba, como se puede sospechar, que el sujeto contintia dando la respuesta de evitaci6n aun cuando haga mucho tiempo que no tenga nada que evitar. Sdlo des- pués de un determinado intervalo de tiempo, cuan- do el sujeto deja en un intento, de dar su res- puesta, se encuentra en una situacién de no ser castigado; desde entonces, la extinciédn progresa, primero lentamente, después de forma acelerada,y cada no respuesta es eficaz. Pero en algunas situa- ciones —en particular cuando los refuerzos de cas- tigo han sido en extremo rigurosos—, tal vez ocu- rra que la primera no respuesta surja sdélo des- pués de un tiempo considerable o incluso que no se produzca; en este ultimo caso no hay extin- ciér puesto que el sujeto no «advierte» que la situacién ha cambiado. La extincién de los condicionamientos de evi- tacién plantea un problema especial; encontrara su mejor explicacién en el capitulo VI, en que tra- taremos de la interpretacién general de estas si- tuaciones por medio de motivaciones secundarias. Pero adelantemos que la dificultad estriba en la ambigiiedad del refuerzo: el sujeto no cambia su comportamiento porque, para él, la situacién no ha cambiado. Lejos de contradecirla, la situacién de evitacién confirma perfectamente la relaci6n que une la ex- tincién con el cambio de las condiciones para el organismo, y solo a ellas. La extincién representa un mecanismo impor- tante de adaptacién bioldgica. ¢Queda claro que la persistencia de una R.C. en una situacién diferen- te de la que ha provocado su elaboracién constitu- ye un defecto? La extincién permite mejorar el 80 ajuste del organismo a su ambiente y afinar la correspondencia entre las condiciones exteriores y el comportamiento. Ademas, los animales superio- res, los mas evolucionados, no se caracterizan sélo por tener aprendizajes mas rapidos, sino también por unas extinciones mas faciles de sus reacciones inadaptadas. La extincién tiene un papel correc- tor; es, en el terreno temporal, una de las mani- festaciones de las actividades de andlisis* que en- contraremos mas adelante (cap. V.). NCI 34. 4 81 Capitulo 4 La generalizacién condicional Cuando establecemos una reaccién condicional en el laboratorio, nos preocupamos, en general, de controlar perfectamente las caracteristicas de la situacién, y en particular las del estimulo. Supongamos que hemos producido en un pe- rro,' por el método habitual, una R.C. a un sonido de 1.000 hertz (1.000 ciclos por segundo). La canti- dad de saliva recogida correspondera, por ejem- plo, a 80 divisiones de la escala graduada. Enton- ces, se hace escuchar al animal un sonido de 700 Hz, y he aqui que este sonido no escuchado ante- riormente, acompafiado de alimento, provoca una respuesta desde su primera audicién; es de 78 uni- dades de la escala utilizada. Presentemos ahora un sonido de 400 Hz; esta vez obtenemos una res- puesta de 57 unidades; para un sonido de 200 Hz obtendremos 49, y sdélo 29 para un sonido de 100 Hz (fig. 10). Si hacemos escuchar al animal sonidos de fre- cuencia superior a 1.000 Hz, obtendremos resulta- dos equivalentes: cada vez se obtendria una nueva reaccién pero tanto mas débil cuanto mas nos ale- jaramos de los 1.000 Hz. Hemos escogido los sonidos en orden decre- ciente para los valores inferiores a 1.000 Hz. En la realidad, por supuesto, puede eliminarse toda in- fluencia del orden; es absolutamente secundaria en el fenémeno que nos ocupa. 83 Este puede expresarse en las dos proposiciones siguientes: a) Una vez establecida una reacci6n condicio. nal a un estimulo bien definido (que Ilamaremos estimulo original), la presentacién de otros esti- mulos puede evocar también la misma reaccién; este fenédmeno ha recibido el nombre de genera- lizacién? condicional. s = oS 2 © 3 a oS 3 3s aa} e S is) 100 400,14 6000 16000 10 200 700 000 500 10000 20000 Altura de los sonidos Fic. 10. Gradiente de generalizacién de una R.C. salival en una dimension de altura tonal en un perro (segan Kupalov). b) Los estimulos susceptibles de evocar la R.C. tienen determinadas relaciones con el estimu- lo original: los Ilamaremos «estimulos conexos» (del estimulo original), Su eficacia es tanto mayor cuanto mds semejantes son a este ultimo; cuanto mas distintos son, mas débil es la reaccién en com- 84 paracién con la reaccién original; esta relacién se conoce bajo el nombre de gradiente de generaliza- cidn*. Se han hecho experiencias de generalizacién con estimulos diversos; en el laboratorio de Pav- lov, incluso se observaron numerosos casos de ge- neralizacién intersensorial, en los que el estimulo original era, por ejemplo, el sonido de un metr6- nomo, y el estimulo extrafio una luz o una vibra- cién tactil. Pero, por lo general, el fenédmeno se ha estudia- do en el interior de una misma modalidad senso- rial, e incluso de una dimensién simple, a fin de poder determinar facilmente las semejanzas entre los estimulos. Las primeras experiencias debidas a Krasno- gorski y a M. K. Petrova se realizaron con estimu- ladores tactiles colocados sobre la piel. La mayor o menor distancia espacial entre los puntos estimu- lados era lo que proporcionaba los determinantes del fenédmeno: cuanto mas se alejaban del punto original mas débil era la salivacién. Recientemen- te, Sovetov y Chernigovski,; reemprendieron estas experiencias bajo una forma nueva: las estimula- ciones no se dirigian a los receptores cutaneos sino a los de la mucosa gastrica y a los de la in- testinal. Introdujeron en el est6mago de un perro una pelota hinchable para producir un contacto sobre la pared de este 6rgano; provocaron asi una reaccion salival. Después, estimulando dos pun- tos del intestino desigualmente alejados del punto original, obtuvieron para uno y otro una respues- ta salival; la mds débil correspondia al punto mas alejado. 85 GENERALIDAD DE LA GENERALIZACION Los ejemplos citados estan tomados de] condi- cionamiento clasico. Las reacciones instrumenta- les, gestan sujetas al mismo fenémeno? Numerosas experiencias permiten responder afirmativamente a esta pregunta. Guttman y Kalish‘ utilizan una técnica puesta a punto por Skinner en la paloma: se la puede condicionar para que picotee una pequefia zona luminosa situada sobre un tabique de su jaula, dandole un refuerzo alimenticio intermitente, con la ventaja de que la reaccién sera muy resistente. Se toma como medida la frecuencia de la respues- ta (el numero de picotazos), Guttman y Kalish uti- lizan como estimulo condicional una luz monocro- mAatica de longitud de onda bien determinada. Des- pués, al azar, prueban (sin refuerzo) longitudes di- ferentes; comprueban que la paloma continua pi- coteando la zona iluminada, pero con una frecuen- cia tanto mas débil cuanto mds nos alejamos de la longitud de onda original. El] fenémeno es tan claro, tan espectacular, que si se varia de forma continua la longitud de onda, la frecuencia del picoteo cambia instantaneamente de forma corres- pondiente. «Es como si —dicen los autores— se girara un grifo.» Si trazamos la curva de respues- tas en funcién de las distancias entre estimulos, se comprueba, a pesar de la presentacidén desor- denada de estos ultimos, que los resultados se or- denan de manera totalmente clara (fig. 11). Podriamos multiplicar los ejemplos experimen- tales: no dejan duda sobre el hecho de que la ge- neralizacién se encuentra en cualquier tipo de condicionamiento. 86 ° Nt 3 ° fo a o 73 2 o E s = 480 520 560 600 Longitudes de ondas Iuminosas Fic. 11. Gradiente de generalizacién de una R.C. de picoteo sobre longitudes de ondas luminosas para dos grupos de seis palomas (segin N. Guttman). DINAMICA DE LA RESPUESTA GENERALIZADA Es bastante dificil medir la generalizacién de manera absolutamente segura. Ademds, como es corriente en psicologia, nos vemos obligados a utilizar varias medidas a fin de soslayar la va- riabilidad de los fenédmenos. Ahora bien, la repe- ticién plantea un problema. En efecto, la primera presentacién de un estimulo nuevo, distinto del estimulo condicional original, proporciona una me- dida valida de la generalizacién; pero esta primera presentacién se debe reforzar inmediatamente, o bien, no debe reforzarse. Si la reforzamos, empe- zamos a elaborar un verdadero estimulo condicio- 87 nal pues Ja segunda presentacién proporcionard una reaccién mas fuerte, y asi sucesivamente. La experiencia demuestra que la respuesta, a partir de su nivel primitivo de respuesta generalizada, au- mentard rapidamente su fuerza con los refuerzos sucesivos; en pocos intentos se convertira en una respuesta condicional, idéntica a la respuesta dada al estimulo original. A partir de ello tendremos dos estimulos condicionales, y a partir del segundo se podra ya, como a partir del primero, comprobar la existencia de un gradiente de generalizacion. Es el caso de la experiencia de Kupalov citada mas arriba. En la zona situada entre los dos estimulos condicionales (en este experimento era de 1.000 y 2.500 Hz), ambos gradientes se unen y Ilevan la fuerza de las respuestas a un nivel casi igual al de las respuestas originales. Hull (1943) especial- mente, y diversos experimentadores después de él, han intentado determinar cuantitativamente la ma- nera de sumar dos gradientes. Supongamos ahora que no hayamos reforzado la primera presentacién del estimulo extrafio, ni las siguientes. La respuesta generalizada se de- bilitara cada vez mas y acabara por desaparecer; habremos procedido a su extincién. Pero si la con- ducimos, paralelamente a la de la respuesta origi- nal, es decir, si presentamos tanto el estimulo ori- ginal como el estimulo conexo sin reforzar ni uno ni otro, comprobaremos que el segundo se extin- gue antes (en menos intentos). Y si compara- mos la extincién de diversos estimulos conexos, observaremos que cuanto més alejados estan del estimulo original, mds facil es extinguirlos. Se manifiesta, por tanto, un nuevo gradiente: la re- sistencia de la respuesta generalizada es, igual que 88 su fuerza, una funcién de la distancia que separa el estimulo conexo del estimulo original. En todo caso, sélo se deberia medir la genera- lizaci6n de una presentacién del estimulo conexo, y para un individuo dado; en el segundo intento ya no se mide la misma generalizacién. El método mas empleado consiste, una vez establecida la R.C., en presentar los estimulos conexo y original sin ningun refuerzo, y seguir el curso de su extin- cién, estudiando las diferencias en sus diversos estadios. Los procedimientos que permiten retar- dar la extincién —por ejemplo, el empleo previo de un refuerzo intermitente, como en la expe- riencia citada de Guttman y Kalish— son indis- pensables a este respecto. De esta forma es posible medir el grado de ge- neralizacién para un estimulo dado en diferentes estadios de un condicionamiento. De un analisis hecho por G. Razran,> de un gran numero de res- puestas diversas recogidas en el laboratorio de Pav- lov, destaca que en Ja primera fase de un condi- cionamiento, la importancia de la generalizacion crece progresivamente con el numero de refuerzos. Silos continuamos, la generalizacién empieza a de- crecer, para, en un tercer estadio, que corresponde a determinado sobreaprendizaje, parecer que la generalizaci6n aumenta de nuevo. LA GENERALIZACION DE LA EXTINCION De la extincién de la respuesta generalizada que acabamos de describir, habria que distinguir la generalizacién de la extincién. En otra parte,® se puede encontrar la descripcién de una de las 89 experiencias iniciales de Krasnogorski. Explicare- mos ahora, una parte de un estudio, también muy conocido, de Hovland,’ quien utiliza, con sujetos humanos, una reaccién psicogalvanica condicional (E.I.: un shock eléctrico); los E.C. son cuatro so- nidos puros equidistantes (subjetivamente) en una escala de altura. Una vez la R.C. se ha producido, a un nivel comparable para los cuatro sonidos, se procede a la extincién parcial del mas grave (o del mds agudo, segun los sujetos); después se prueban los otros tres sonidos. Se observa enton- ces que la amplitud de la R.C. se encuentra dis- minuida para los tres sonidos no sometidos a la extincién, con mas fuerza para el mas cercano al estimulo «extinguido», y con mas debilidad para el mas alejado (fig. 12). Este fendmeno de generalizacién de la extin- cién tampoco es propio del condicionamiento cla- sico; se encuentra bajo las mismas formas para las reacciones instrumentales. LA GENERALIZACION DE LA RESPUESTA Todos los ejemplos dados anteriormente son relativos a la generalizacién del estimulo: se re- fieren al caso en que nos interesamos por una sola reacci6n, y a las relaciones de ésta con varios estimulos. Cuando hablamos de generalizacién condicional, solemos pensar en la_generaliza- cién del estimulo. Sin embargo, existe otra forma de generaliza- cién, menos estudiada, que se refiere a la respues- ta, es decir, a la accién de un mismo estimulo sobre varias respuestas emparentadas. Si una reac- 90 oO e 3 © 3 Za = = E < 0 1 2 3 Estimulos sonoros equidistantes Fic. 12. Generalizacién de la inhibicién de una R.C. psicogalvanica, establecida de forma igual en los puntos 0, 1, 2, 3, y después sometida a extincién sdlo en el punto 0; datos de cuarenta sujetos (segun Hovland). cién esta condicionada a un estimulo, éste puede evocar ‘ocasionalmente reacciones distintas a la reaccion original, pero sin embargo, mas o menos parecidas a esta ultima. En general, se citan las experiencias en las que el movimiento de un miembro ha sido condicio- nado (por ejemplo, en una R.C. electrodefensiva), y en las que, a veces, se pueden producir los mo- vimientos de otros miembros. Un caso, quiza inte- resante y del que hablaremos en el préximo capi- tulo, es el de las pequefias oscilaciones que suelen producirse alrededor de un movimiento determi- nado: cuando un animal (o un hombre), por ejemplo, aprieta varias veces una palanca, no lo 91 hace con movimientos musculares rigurosamente idénticos; estas oscilaciones de la respuesta pue- den atribuirse a la generalizacién.® SIMILITUD DE LOS ESTIMULOS Y GRADIENTES DE GENERALIZACION Se impone profundizar en lo que significa el gradiente de generalizacién del que hemos habla- do mas arriba. Hemos dicho, en efecto, que la R.C. evocada por un estimulo conexo es tanto mds fuerte cuanto mds parecido es este estimulo al estimulo original. ¢Qué se entiende en este caso por «mas pare- cido»? Hay que dejar de lado una dimension par- ticular del estimulo, su intensidad, pues es sabido que si ésta crece, la fuerza de la respuesta tam- bién aumentara. A partir de ello, es facil prever que, sobre una dimensién intensiva, el gradiente de generalizacién sera forzosamente disimétrico; partiendo del estimulo original hacia los valores decrecientes, la influencia de la disminucién de in- tensidad y la de la disimilitud se sumardan y con- duciran a un gradiente de pendiente bastante pro- nunciada; por el contrario, hacia los valores de intensidad creciente, el efecto absoluto de ésta y el alejamiento del estimulo original se opondran y obtendremos un gradiente mas lineal, incluso, a veces, con una parte ascendente. Los gradientes que se refieren a una dimensién no intensiva son, por el contrario, generalmente de aspecto simétrico. Sin embargo, no dejan de presentar problemas, en particular respecto a la 92 naturaleza exacta de la similitud* de los estimulos que constituyen su abscisa. No hay muchas dificultades en el primer ejem- plo citado. Un sonido de 700 Hz es, sin duda, mas semejante a un sonido de 1.000 Hz que a un sonido de 200 Hz; ademas hay que precisar que los otros aspectos de un sonido, especialmente la intensi- dad, han de tomarse en consideracién si queremos definir una distancia entre dos estimulos. Las cosas son mas complejas para el segundo ejemplo. Las variaciones de longitud de onda lu- minosa llevan consigo variaciones cualitativas de color; y fue una sorpresa, que subrayaron Guttman y Kalish, comprobar que los pasos del verde al amarillo y al anaranjado, se hacian, en sus palomas, sin ninguna discontinuidad. No siempre es asi. In- cluso con estimulos sonoros puros encontramos evidentes discontinuidades. Se ha demostrado que en el ratén y en el hombre, un sonido situado una octava por encima del estimulo original, produce una reaccién de amplitud mds elevada que deter- minados sonidos fisicamente mas cercanos a este mismo estimulo original; en este punto el gradien- te, lleva una «joroba». Los problemas se complican todavia mas cuan- do se trata de estimulos que varian en varias di- mensiones, 0 que pertenecen a modalidades sen- soriales diferentes. ¢Existe algun parecido entre una luz y el tic-tac de un metrénomo, o entre este ultimo y una vibracién cutanea? ¢Es posible cla- sificar segiin las «distancias» una serie de ruidos concretos, de formas,’ de objetos reales? En muchas experiencias, se toman como refe- rencia (como abscisa del gradiente) semejanzas fisicas: distancias espaciales, frecuencias de vibra- 93 ciones sonoras o luminosas, superficies, etc. La existencia del gradiente en estas condiciones se ha confirmado varias veces. Los métodos psico- fisicos han permitido utilizar también similitudes subjetivas. Es suficiente hacer valorar por diferen- tes experimentadores, segun distintos procedi- mientos, las distancias que separan los estimulos; después, las escalas obtenidas de este modo son utilizables en otros sujetos. Este método da a me- nudo gradientes de generalizacién tipicos. Pero plantea un problema en la medida en que consi- deramos que los experimentadores que han esta- blecido la escala estan sometidos a las leyes de la generalizacién igual que los segundos sujetos. ¢De- bemos, por tanto, decir que un sujeto generaliza en mayor o menor grado porque los estimulos son mas o menos semejantes, o considerar que se ha declarado a estos estimulos mds o menos pare- cidos, en raz6n de la mayor o menor generaliza- cién de los experimentadores segtin su punto de vista? Nos encontramos, pues, obligados a plan- tearnos determinados problemas de _ psicofisica cldsica y de la medicién de las sensaciones. Estas dificultades, relativas a la escala que ha de ponerse en abscisas, repercuten sobre la forma que hay que atribuir al gradiente de generalizacién, ya que no es posible definir para él una curva pre- cisa. Se han considerado diversas formas, pero nin- guna de ellas puede sostenerse de manera segura. Incluso es probable que la forma de la curva sea variable segtin las situaciones y segtn el estadio del condicionamiento en que nos encontremos; por esta razén, el término «gradiente» es el mejor puesto que implica sélo una funcidén decreciente, sin precisién suplementaria. 94 LA GENERALIZACION SEMANTICA A pesar de nuestro deseo de no abordar hasta mas tarde las cuestiones generales relativas al con- dicionamiento en el hombre (que trataremos en el capitulo VII) debemos conceder aqui un espacio a un tipo de generalizacié6n que se puso en evi- dencia, ante todo en el hombre, aunque quizd4 no sea exclusiva de éste. Los primeros trabajos sobre este punto se rea- lizaron en el laboratorio de Pavlov, a cargo de Ivanov-Smolenski, hace unos veinticinco afios; pero citaremos un experimento mas reciente de- bido a Markosian,” quien ya habia demostrado que mediante el condicionamiento se puede mo- dificar un fenédmeno particular: la coagulacién de la sangre. Esta, medida en una muestra de sangre obtenida de un animal, es mas rapida después de un shock eléctrico (el estimulo incondi- cional); si hacemos preceder regularmente este shock por el tic-tac de un metrénomo, y si acto se- guido hacemos oir este ultimo al animal, con ausencia del shock, se comprueba que la coagula- cién de la sangre es mas rdpida que en una si- tuacién-control. Si establecemos un condicionamiento tal en el hombre —lo cual es posible— y en lugar de hacerle escuchar el metrénomo, pronunciamos la palabra metronom, descubrimos que continta produciéndose la coagulacién acelerada; empieza a los 70 segundos aproximadamente, menos rapido que después del shock o la audicién del metréno- mo «real» (40 segundos, aproximadamente), pero mas rapido que en una situacién neutra (alrededor de 90 segundos). 95 Se ha producido una generalizacién. Ademis, si el autor utiliza los términos metrostoi, metro. pol o mikroskop, vecinos por la consonancia del término metronom, el fenémeno todavia tiene lu- gar, aunque sea mas débil. De la misma manera se han evidenciado con toda clase de R.C. numerosos casos de generali- zacion del estimulo-objeto mediante la palabra que lo designa o las palabras de consonancia vecina. Na- turalmente el hecho extraordinario estriba en que la similitud entre un estimulo y la palabra que lo designa o sus términos vecinos, no es de ningun modo asimilable o comparable a una similitud fisi- ca, aunque estuviera juzgada por técnicas subjeti- vas; la significaciédn es lo que fundamenta la si- militud, lo cual explica el nombre de generaliza- cién semdntica* dada al fenémeno. Si descartamos los aspectos extremadamente complejos de la sig- nificacién verbal, puede sostenerse que la seme- janza entre un estimulo y su designaci6én verbal es esencialmente adquirida. ¢Se encuentran, fuera del lenguaje, ejemplos de una similitud adquirida que den lugar a una generalizacién de tipo «semantico» (también Ila- mada «secundaria»* o «mediata»)? Una interpreta- cidén, debida a Hull (1943), y continuada por varios autores, considera que dos estimulos condiciona- dos a una misma respuesta adquieren una equiva- lencia sindnima, y que ésta puede ser expresada respecto a una segunda reaccién. Lumsdaine"™ (continuando una experiencia de Shipley), pro- duce, en sujetos humanos, una R.C. a una luz (el estimulo incondicional era un ligero golpe en la mejilla, cerca del ojo), y utiliza seguidamente este mismo estimulo (el golpe en la mejilla) como un 96 E.N., y (en ausencia de la luz), lo hace seguir por un shock eléctrico, E.I. de una reaccién de contrac- cién del dedo; luego emplea la luz (que, recuér- dese, nunca se ha presentado con el shock eléc- trico), y comprueba que en un gran numero de sujetos desencadena no sélo un guifio, sino tam- bién la contraccién del dedo. Supongamos que el guifio con las estimulaciones que ha provocado ha servido de eslabén mediato y de soporte a la equi- valencia luz-golpe en la mejilla. En general, a par- tir de estos esquemas es como se interpreta actual- mente la generalizacié6n secundaria 0 semantica. LA INTERPRETACION DE LA GENERALIZACION Lo dicho anteriormente indica que tendemos a considerar la generalizacién primaria del estimulo —dque concierne a similitudes fisicas, no apren- didas, incondicionales si se quiere— como el uni- co proceso primitivo. ¢Puede darsele también una interpretacién? Las experiencias realizadas a partir de estimulos cutaneos condujeron a Pavlov a concebir la base fisioldgica de la generalizacién bajo la forma de una irradiacién* espacial de los procesos nervio- sos (excitacién e inhibicién) alrededor de la zona cortical que corresponde al estimulo original; para explicar la evolucién temporal del fenémeno de generalizacién, Pavlov consideraba que esta irra- diacién se hacia progresivamente y que alcanzaba, en un primer estadio, zonas cada vez mas aleja- das del punto de origen; luego la onda se retiraba y daba lugar a una concentracién alrededor de dicho punto de origen. En la actualidad, somos 97 mas prudentes en cuanto a la interpretacién fi- siolégica del fenédmeno; la teoria de la irradiacién ha sufrido algunas criticas,” la mds severa de las cuales parece ser la observacién de que existe también una generalizacién para dimensiones que seguramente no tienen base espacial en la corteza cerebral. Una base tal —aunque no sea absolu- ta— existe para determinadas estimulaciones de las que se tienen representaciones punto por punto (somatotépica, retinotépica, tonotdpica), en la corteza cerebral; pero no existe para las intensidades, por ejemplo, o para los estimulos complejos. Se han Ilevado a cabo otras inter- pretaciones fisiolégicas: la de Skipine utiliza la nocién de excitacién «dominante» en un momen- to dado; la de Konorski (emparentada con la de Guthrie, algo mas psicolégica) admite, lo cual es muy probable, que todo estimulo excita en el cerebro una configuracién de elementos nerviosos, algunos de los cuales pueden ser comunes a dos estimulos semejantes y, entonces, seria el numero de elementos comunes el que determinaria el gra- do de generalizacié6n de un estimulo a otro, En ausencia de confirmacién neurofisiolégica, parece preferible atenerse, en la actualidad, a las leyes psicolégicas de la generalizacién y su desarrollo. IMPORTANCIA DE LA GENERALIZACION Pavlov subrayaba que la generalizacién, como la formacién del enlace condicional, constituia en el sistema nervioso un proceso de sintesis*, sus- ceptible de relacionar en el cerebro lo que corres- ponde a realidades que estan efectivamente rela- 98 cionadas en el mundo objetivo; en el préximo ca- pitulo veremos la importancia de la generaliza- cién respecto a la discriminacién. Pero no es ne- cesario considerar la generalizacién, como a veces suele hacerse, como un simple defecto de pre- cisi6n de la R.C., como la incapacidad de dife- renciar dos estimulos. En Ia vida real y en relacién con la adaptacién bioldégica de los individuos, la generalizacién desempefia un papel importante al hacer innecesario el condicionamiento en todos los aspectos de un estimulo genérico. Si, por ejemplo, el gatito ha aprendido, a su costa, a considerar al perro vecino como una sefial de huida, bioldgica- mente seria poco ventajoso que debiera hacer nue- vas experiencias dolorosas con otro perro, cuyo aspecto o cuyo ladrido difirieran del primero: de hecho, el gato reaccionara frente a todos los perros. Como ha notado Hull, la mayoria de los condi- cionamientos se volverian imposibles de no haber generalizacién. Sdélo en el Jaboratorio se dis- pone de estimulos perfectamente constantes: en Ja realidad vital, no encontramos jamas dos situa- ciones perfectamente -idénticas. Si el estableci- miento de un enlace, que necesita casi siempre, como ya hemos visto, la suma de refuerzos suce- sivos, exigiera ademas que, de un refuerzo a otro, los estimulos fueran rigurosamente idénticos, esta adicién jamds podria tener lugar en la realidad. Ademas, como el estimulo condicional nunca seria absolutamente idéntico a los estimulos anteriores, nunca se podria evocar la R.C. La generalizacién es un componente esencial del establecimiento de todo enlace condicional y de su funcionamiento. 99 Capitulo 5 E] analisis Acabamos de sefialar a qué exigencia biolégica fundamental responde la generalizacién; desde lue- go la exigencia opuesta no es menos urgente. Para un organismo bien adaptado, es importante la ca- pacidad de reaccién de manera diferenciada a los estimulos de significacién vital diferente; para lo cual el organismo ha de ser capaz de analizar su medio, de distinguir lo que es parecido y lo que es distinto. Pavlov sefial6 que el primer grado de este andlisis estaba inscrito de antemano en la cons- titucién anatémica de los animales superiores. La fragmentacion de sus actividades receptoras entre diversas modalidades sensoriales hace posible una primera forma de seleccién por el organismo, de la gran diversidad de influencias que sobre él se ejercen: mecanicas, térmicas, sonoras, luminosas, etc. Para Pavlov los instrumentos de este primer andlisis no estan constituidos sdélo por los 6érga- nos periféricos de la recepcién (terminaciones de la piel, orejas, ojos, etc.) a los que adjunta el con- junto de las vias aferentes, de los relevadores y de las representaciones que les corresponden en los centros nerviosos, notablemente en la corteza cerebral. Esta hipdtesis ha sido sostenida por los neurofisidlogos contempordaneos, y la nocién pav- loviana de analizador*, para designar el conjunto de un aparato receptor, de la periferia a los cen- 101 tros, tiene hoy una fama justificada. Por otra par- te, las recientes investigaciones confirman el ca- racter integrado de estos aparatos y las interac- ciones constantes, tanto centrifugas como centri- petas, que en ellos se ejercen. Las capacidades discriminativas de los diferen- tes analizadores tienen sus limites, que se despren- den de su propia estructura; la psicofisica y la fisiologia de las sensaciones, los han estudiado, es- pecialmente por medio de la medicién de los um- brales. El método de los reflejos condicionales ha desempejiado un papel importante, sobre todo en los animales, pero primordialmente a modo de téc- nica. Desde el punto de vista del condicionamien- to, el estudio de los mecanismos de discrimina- cién* y de su dinamica ha seguido un camino algo diferente. Los FENOMENOS DE DISCRIMINACION Vamos a reanudar el esquema de experiencia imaginaria que nos ha servido para la generaliza- cién. Supongamos, pues, que hemos establecido una R.C. salival a un sonido de 1.000 Hz; presenta- mos entonces al animal un estimulo similar de 1.200 Hz (que, desde luego, provocara una respues- ta generalizada), pero no lo reforzamos. Continua- mos presentando, sin orden, el sonido de 1.000 Hz, siempre acompafiado del refuerzo y el sonido de 1.200 Hz que nunca lo esta. Se comprueba un nuevo hecho: mientras que el primer estimulo continua evocando normalmen- te la R.C., el segundo sélo da una respuesta cada vez mas débil (con oscilaciones) a medida que se 102 le afiaden los no refuerzos; finalmente, este es- timulo se vuelve totalmente inactivo. Se ha crea- do, por tanto, una diferencia en el comportamiento del animal: el estimulo de 1.000 Hz da una R.C., el de 1.200 Hz ya no da nada; hemos elaborado una discriminacién.* ¢Como se ha obtenido? Pavlov pens, en prin- cipio, que la simple repeticién del estimulo con- dicional (que llamaremos «positivo»*) seria sufi- ciente. De hecho, como hemos dicho anteriormen- te, el refuerzo sistematico del estimulo positivo conduce a cierta evolucién de la generalizacién; pero no produce por si sdlo la especializacién del estimulo positivo. E] unico medio para elaborar una discrimina- cién es la presentacion, sin refuerzo, del estimulo por discriminar (estimulo negativo) en oposicién a la presentacién reforzada del estimulo positivo: es una técnica de contraste. Resulta dificil no comparar estas condiciones con las de la extincién: el no refuerzo constituye en ambos casos un factor decisivo. Pero ademas encontramos puntos comunes en los dos fené- menos. Si presentamos al mismo tiempo un estimulo negativo anteriormente bien discriminado y otro estimulo (parasito), con frecuencia sucede que se observa la reaparicién de la reaccién; asi podemos concluir en un efecto de desinhibicién del estimulo negativo por el estimulo pardasito. Otro fenédmeno todavia mas tipico permite las comparaciones. Tomemos de nuevo el esquema precedente, pero modificdndolo un poco: supon- dremos que después de haber establecido la R.C. al estimulo positivo de 1.000 Hz, éste deja de pre- 103 sentarse; hacemos escuchar solo el sonido de 1.200 Hz sin ningun refuerzo; después de un numero de- terminado de estos intentos, el estimulo se habra convertido inactivo. Entonces presentaremos de nuevo el estimulo positivo y comprobaremos que la reaccié6n que evocaba ha disminuido. El no re- fuerzo repetido del estimulo negativo ha afectado ademas de su eficacia la del estimulo positivo, que, sin embargo, nunca ha estado sometido a un no refuerzo directo. Cabe considerar que el efecto del no refuerzo directo se ha generalizado del es- timulo negativo al estimulo positivo. Este fenéme- no es semejante en su totalidad a la generaliza- cién de la extincién. La conclusién general que naturalmente resul- ta de estas semejanzas, es que debemos atribuir tanto la discriminacién como la extincién a un mecanismo de inhibicion. Los no refuerzos sucesivos desarrollan, cada uno por su lado, determinada cantidad de inhibi- cién; los potenciales inhibitivos se suman progre- sivamente, y la inhibicidn asf acumulada opone su accion, para el estimulo considerado, a la de la excitacién generalizada. Mientras predomina esta ultima, se produce la reaccién, pero cuando la in- hibicién es suficiente para neutralizar la excita- cién, ya no se produce la reaccién. Pavlov ha destacado el interés que existe, para obtener una discriminaci6n sutil, en presentar pri- mero los estimulos negativos Jo bastante diferen- tes del estimulo positivo y en compararlos paula- tinamente a este ultimo: asi se establecen primero, sin demasiada dificultad, las discriminaciones mas groseras, y después las mas sutiles. La forma de proceder inversa, que consiste en presentar de 104 entrada los estimulos préximos, conduce, por el juego de la doble generalizacién de la excitacién entre estimulos vecinos, a una lucha de los dos procesos que hace dificil la adquisicién de la dis- criminacién y puede conducir a trastornos ner- viosos.? La TEOR[A DE SPENCE y HULL Las opiniones de la escuela pavloviana sobre la discriminacién han sido precisadas, formaliza- das y aumentadas por algunos psicdédlogos beha- vioristas, a cuyo frente se encuentran K. W. Spen- ce y Hull. Si nos guardamos de los excesos del formalismo y de la deduccién, con el consi- guiente peligro de alejarse de la experiencia, no se puede negar que la teoria de Spence-Hull ha dado a las ideas de Pavlov mas precisién, 0 sea, mas rigor. Tiene ademas la ventaja de haber sido concebida en funcién del aprendizaje instrumental, y permite referirnos directamente a él. Expone- mos someramente esta teoria neopavloviana de la manera siguiente: a) En la elaboracién de una R.C., se desarro- lla gradualmente un enlace que, a cada presenta- cién del estimulo, provoca la aparicién para la respuesta considerada de determinado potencial excitativo; segtin que este potencial atraviese mas © menos el umbral de reaccién, da lugar a una respuesta de mayor o menor fuerza. b) Los estimulos conexos del estimulo origi- nal dan lugar también a la aparicién de un po- tencial excitativo generalizado; la magnitud de éste 105 para un estimulo dado esta en funcidén de su simi. litud con el estimulo original. c) La presentacién no reforzada de un estimu- lo mds o menos parecido al estimulo positivo pro- voca el desarrollo progresivo de un potencial in- hibitivo que se puede considerar como una mag- nitud negativa, capaz de sumarse algebraicamente con el potencial excitativo; en tanto que, para un estimulo dado, esta suma algebraica (potencial neto) es superior al umbral de reacci6n, el orga- nismo da la respuesta, pero con una fuerza dismi- nuida; cuando la suma algebraica de los potencia- les excitativo e inhibitivo es inferior al umbral de reaccién, no existe respuesta para el estimulo con- siderado. @) El potencial inhibitivo también se genera- liza; su magnitud para un estimulo determinado es una funcién de la similitud entre éste y el es- timulo no reforzado; de esta manera para todo estimulo que nunca ha sido presentado se estable- ce igualmente un determinado potencial neto, suma algebraica del potencial excitativo generali- zado y del potencial inhibitivo generalizado, que determina (en idénticas condiciones que el anite- rior) la capacidad del estimulo en cuestidén de evocar una respuesta, y fuerza de ésta. Este esquema se expresa de la manera siguien- te: llamando E (0, como Hull, .E,) al potencial ex- citativo; e I (o .I,) al potencial inhibitivo, tendre- mos un potencial neto, E=E—JI, para cada estimulo examinado; de aqui deducire- mos la existencia de la respuesta y su fuerza rela- tiva (fig. 13). 106 Potencial excitativo ° 2 2 2 S a Potencial Dimensién psicoldgica Fic. 13. Esquema tedrico de la suma algebraica de los potenciales excitativo e inhibitivo generaliza- dos en un aprendizaje discriminativo. En abscisas, los escalones diferenciales de una dimensién psicolégica cualquiera; en ordenadas, los potenciales excitativo (arriba) e inhibitivo (abajo). En linea discontinua, el potencial resultante (E—I); UR, umbral de reac- cién (segin Hull, 1943). La gran ventaja de este esquema es que permi- te deducciones relativamente precisas, y por con- siguiente, previsiones empiricas susceptibles de ser verificadas experimentalmente. No es posible —contrariamente a lo que enun momento parecié esperar Hull— dar, en el actual estado de cosas, valores, cuantitativos de E, I o E y cabe preguntar- se si la investigacién de una cuantificacién de este tipo corresponde a las necesidades de la psicologia. Lo que es posible, por el contrario, es hacer pre- dicciones en cuanto al orden de la magnitud de los fenémenos. Es imposible determinar que para un simple estimulo dado S,, el potencial excitativo 107 neto tendrd tal valor determinado (en una unidad abstracta) y por consiguiente que una reaccion de tal amplitud, por ejemplo, se producira; pero si se puede predecir que, dadas tales condiciones y tal relacién entre el estimulo S; y otro estimulo simi- lar So, la reaccién a S;, serd, por ejemplo, mas débil por término medio que a So. He aqui una ilustracién, entre otras, de lo que se puede hacer en este sentido: de las reglas anun- ciadas mas arriba destaca que la generalizacién de la inhibicién discriminativa al estimulo posi- tivo debe ser tanto mas elevada cuanto mas pr6- ximos estén los estimulos positivo y negativo. Pas- sey * entrena a unos ratones para que recorran un corredor con un estimulo visual de -intensidad igual a 128 f.c.4; después se separan en dos grupos que aprenden a discriminar un estimulo negativo de 4 f.c. para los primeros y de 32 f.c. para los se- gundos. Se comprueba que para los primeros no hay ninguna reduccién de velocidad de la carrera si presentamos de nuevo el estimulo positivo; por el contrario, para los segundos, se reduce la velo- cidad. Las TEOR{AS CONCURRENTES Citaremos otros experimentos a propésito de verificaciones contradictorias. La teoria de la discriminacién por inhibicién ha dado lugar a numerosas controversias fecun- das en la medida en que, en lugar de ser pura entelequia, han conducido a registrar hechos y a la elaboracién de experiencias susceptibles de decidir entre las diversas interpretaciones. 108 Como sucede a menudo, los hechos han resuelto menos problemas de los propuestos ademas de los que han planteado; pero todos han contri- buido a una mejor comprensidén de la cuesti6n y aun enriquecimiento de los conocimientos en este terreno. Las principales interpretaciones concurrentes han sido inspiradas por la Gestalttheorie, y las discusiones se han centrado alrededor de dos pun- tos importantes de ésta: la nocién de relacidn (es- trechamente ligada a las concepciones generales, hostiles al andlisis, de los gestaltistas), y la no- cién de insight. Los problemas suscitados pueden formularse de la forma siguiente: a) ¢La discri- minacion se hace segun las caracteristicas abso- lutas o relativas de los estimulos? b) ¢Es la con- clusién de un proceso continuo o el resultado de un cambio brusco en el sujeto? ABSOLUTO Y RELATIVO. LA TRANSPOSICION Se sabe que la psicologia de la forma’ ha destacado el papel de la relacién en la discrimi- nacién: las experiencias de Koehler sobre las ga- llinas, los monos y los nifios, habian aportado argumentos para apoyar esta concepcién: se en- trené a dos monos para que prefirieran jaulas con un rectangulo gris claro, Gi, reforzadas siempre con alimento, a otras jaulas con un rectangulo gris oscuro, G2, sin reforzar; entonces se les proponia la eleccién entre dos jaulas que llevaran una el gris G: y Ja otra un gris todavia mas claro Go; en la mayoria de los casos (20 contra 1 y 19 contra 1, respectivamente) los animales preferian 109

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