Download as pdf
Download as pdf
You are on page 1of 62
ELIGE TU PROPIA AVENTURA” - 32 TE CONVIERTES EN TIBURON EDWARD PACKARD Ilustraciones: RON WING TIMUN MAS ADVERTENCIA No leas todo el libro sequido, de principio a fin. En sus paginas hallards muchas y muy variadas aventu- ras que podrds vivir mientras ves cémo es la vida bajo diversas formas animales. A medida que vayas le- yendo el libro, te veras obligado a elegir. De tu deci- sién dependera que la aventura constituya un éxito 0 un fracaso. Td serés el responsable del resultado final. Te co- tresponde a ti tomar las decisiones. Una vez hayas elegido, sigue las instrucciones para averiguar qué pasa a continuacién. Recuerda que debes pensar cuidadosamente an- tes de decidirte por una opcidn. El reino animal esta plagado de peligros. De tus elecciones dependerd tu vida o tu muerte, tu retorno a la existencia humana o el quedar atrapado definitivamente bajo una forma animal. jBuena suerte! 1 El verano esta a punto de tocar a su fin. Has salido de excursién por las lejanas montafias de Nepal yhas encontrado las ruinas de un antiquo templo. La an- cha escalinata que conduce a la entrada esta cubierta de enredaderas. La fachada del templo aparece po- blada de tallas de animales de piedra, totalmente de- terioradas por el paso del tiempo. Sdlola figura de un ser feroz se mantiene en pie: un inmenso ledn con alas de dragén. Sus descomunales mandibulas ame- nazan con devorar a todo aquél que ose pasar. Al ascender por la escalinata, presientes el peligro. Te acercas al monstruo sin vida que se cieme sobre ti y lo contemplas. Parece aconsejarte que no sigas adelante. Tearmas de valor, pasas junto ala estatua y entras en el templo oscuro y cavernoso. Apenas puedes ver. Sélo distingues un brillo dorado en el centro de la es- tancia y, a su lado, un hombre de aspecto endeble que viste un sencillo habito de monje. A medida que avanzas hacia él, te van temblando cada vez més las piernas. Caes al suelo. Intentas in- corporarte, pero no lo logras. Las fuerzas te abando- nan. Ni siquiera puedes levantar la mano. Pides ayuda al monje, pero éste no se mueve ni pronuncia palabra. Sientes que la vida te abandona lentamente. Pasa a pdgina ‘3. 3 ¢Sigues vivo? Yaces en el suelo de piedra del tem plo. El monje permanece inmovil a tu lado. Intentas incorporarte, pero te resulta imposible, Es como si estuvieras en trance. Tal vez estas sofiando. En ese caso, no se parece a ninguin otro suefio que havas tenido. Quizds estés muerto. Como si hubiera adivinado tu pensamiento, el monje dice: —No estas muerto, pero tampoco estas vivo. — Es posible? —murmuras. incapaz del menor movimiento. —Has caido bajo la sombra de la muerte —res- ponde—. La entrada a este templo esta prohibida. Los que hacen caso omiso de la advertencia del quar- didn deben renunciar a sus vidas. Pasa a la pagina siguiente, 4 Notas que el frio de la muerte se cieme sobre ti, mientras luchas por no perder la conciencia. —No lo sabia... —balbuceas. —Sabias que no debias entrar —afirma el monje—. El quardian te !o dijo con toda claridad. —{Terefieres ala estatua? Pensé que sdlo era pro- ducto de mi imaginacién. —Aunque el quardidn es real —declara el monje con voz grave—, no forma parte del mundo que co- noces. A menos que decida liberarte, permaneceras para siempre bajo su poder. —,Dénde permaneceré? —preguntas esforzdn- dote por encontrar sentido a los acontecimientos— {Qué me ocurrird si estoy bajo su poder? Por primera vez el monje deja de mirarte y res- ponde: —Ahora debes renunciar a tu vida humana. De to- dos modos, se te dard la oportunidad de vivir bajo una forma animal. Pasa a la pagina 10. 5 Pones todo tu cuerpo en tensi6n y te conviertes en un manojo de nervios. La imagen del lena puntode atacar se ha grabado en tu pupila. Casi al mismo tiempo las demas cebras se alejan a paso largo. Echas a correr hacia ellas, pero el gran felino avanza también velozmente y acorta distancias con una rapi- dez sorprendente. Giras a la izquierda. ‘Ya no intentas alcanzar a la manada, pues todo lo que haces es correr para salvar la vida. Elleén puede correr mas que tui, pero sdlo durante un corto trecho. Si pudieras mantenerte fuera de su alcance un poco mas... pero el ledn te cerca. Notas su aliento calido en tus flancos. Luego sus ga- rras largas y curvadas penetran en tu carne y su peso aplastante te derriba. En medio de tu agonia ves que otros dos leones se unen apresuradamente al festin. 6 Ha ocurrido algo bestial. Caes estrepitosamente en el mar, arrojando montafias de aqua en todas di- recciones. Te sumerges con un impresionante cole- tazo. Abres la boca y engulles unos cuantos miles de cril. Son deliciosos. Giras la cola y aceleras. Te sumerges cada vez mas. El agua se tora mas oscura. Pasas junto a un pez pequefio: un pez marti- lo, Qves los sonidos de otras ballenas, que anuncian: «Ven, ha llegado el momento de emigrar hacia las aguas calidas». 7 Les envias un mensaje. Aunque siempre has emi- arado con las demés, aqui el alimento abunda y las aguas frias te agradan. Deberias unirte a las ballenas que emigran, pero no estas dispuesto a marcharte. Si te quedas en las aquas frias, pasa a la pdgina 55. Si sigues a las demds ballenas, pasa a la pdgina 21. 8 Miras por encima del hombro y ves que los gorilas te observan entre los matorrales. El descomunal ejemplar de lomo plateado se acerca lentamenite. Tiembilas de miedo. Se arrodilla a tu lado ymuerde el nudo corredizo de alambre que rodea tu pata. Luego arranca el arbol en el que esta puesto el nudo, yrasga ymuerde la madera hasta convertirla en astillas. Aun- que estas libre de esa carcel. el nudo sigue firme- mente unido a tu pata. Los otros gorilas se acercan y se frotan contra ti. Experimentas una gran felicidad al comprender que intentan consolarte. Tu felicidad es efimera. Tienes la pata infectada. El nudo de alambre que presiona la herida agudiza el dolor. Cuando se te hincha la pata, el alambre hiere mas profundamente. El dolor resulta insoportable. Tienes fiebre, estas mareado y gravermente enfermo. Pocos dias después entras en la eternidad de la muerte, victima de los cazadores furtivos que reco- rren las montafias con sus rifles y sus trampas. Fin 9 Como el dia sera muy caluroso y te da lo mismo quedarte dentro de la casa, saltas al alféizar dela ven- tana, desde donde puedes vigilar todo lo que ocurre en la cocina. —Adiés, Jasper. Nos veremos mas tarde. Karen sale. Antes de que te des cuenta, ha cerrado la puerta. Trepas a todos los lugares prohibidos. Y ahora gqué mds puedes hacer? Podrias dormir la siesta, pero no tienes suefio. Podrias cazar un ra- t6n, pero hace meses que por la casa no ha apare- cido ningtn roedor. jYa esta! La puerta del sétano esta mal cerrada. La abres con la pata, te deslizas por la hendedura y bajas al fresco y oscuro sétano. Correteas junto al hogar de la caldera. Hmmm... percibes algunos olores intere- santes. Vaya! ;Qué es esto? Le das la vuelta con la pata: una piel de serpiente. Seria divertido encontrar una parr viva, siempre que no fuera demasiado grande. jCaray! Saltas raépidamente de lado, erizandote, pero sélo se trata de una arafia que seagita en su tela. Estas a punto de golpearla con la pata, cuando te in- movilizas, porque del otro lado del sétano llegan so- nidos muy débiles. Te agazapas trazando circulos con la punta de la cola. Te lames los morros. Ese sonido es inconfundi- ble: jcorresponde a un ratén! Acechas a la presa, pero, al dar el primer paso, no- tas que cambias... Pasa a la pagina 103. se aan len enna mop 10 El frio te recorre de la cabeza a los pies. Luego te sientes atin mas aterido. Tiemblas sin poderte con- trolar. ;Convertido en animal!.. No puedes creerlo. Ademéas, ;quién es este monje? Quizas lo ha inven- tado todo. Antes de que puedas interrogarlo, el monje prosi- que: —Estoy al servicio del guardian del templo. Aun- que haré todo lo posible por ayudarte, no puedo oponerme a sus poderes. Primero serds un animal, luego otro, a continuacién otro, yen ocasiones volve- rds a ser el mismo animal que ya habias sido. Tal vez tengas la impresién de que el tiempo traza circulos. Puede que recuerdes tu existencia humana o que la olvides en un instante. —{Qué ocunird si muero como animal? —inquie- res. Pasa a la pdgina siguiente. 11 El monje menea la cabeza. —Si mueres como animal, moriras como animal, eso es todo. Lo importante es que vivas como tal. A partir de este momento es el unico modo como pue- des vivir —el monje se acerca a ti mientras sigue ha- blando—. Puedes ser cualquier animal dela creaci6n, en cualquier lugar de la tierra. Tendras algun control sobre tu destino. Lo que no puedo decirte es si sera suficiente para que te salves. Intentas hablar, pero el monje alza una mano yuna ola de oscuridad te envuelve, Cuando vuelvesa oir su voz, suena muy, muy lejana. —;Prefieres ser Sefior del aire, Sefior dela tierra o Sefior del mar? Si respondes «Serior de! aire», pasa a la pagina siguiente. Si respondes «Sefior de la tierra». pasa a la pagina 16. Si respondes «Sefior del mar», pasa a la pagina 6. 12 13 Te oyes gritar. El espectaculo es tan horrible que cierras los ojos. |Debiste caer desde un acantilado! jA tus pies no hay nada, solo piedras, cientos de metros mas abajo! Lentamente te das cuenta de que no estds ca- yendo. Estds flotando... planeando en el aire. Pasa a la pagina 18. Abres los ojos y ves unas enormes alas doradas. \Son tuyas! Te ladeas y aleteas, maniobrando en me- dio de una corriente de aire ascendente. Te elevas garbosamente cada vez a mds altura. Debajo hay co- linas cortadas por un arroyo. Aguas abajo el arroyo se ensancha y recorre un valle exuberante con dibu- jos formados por granjas y huertos. eer 14 Te frotas los ojos hasta despertar. Sequndos des- pués estas de pie, trotando con tu hermano junto a los altos pastos. Miras su piel decolor orin oscuro ysul barbilla y su cuello blancos. y piensas que ahora tie- nes el mismo aspecto. Asi es, ya que eres un Zorro. Tu memoria humana se desvanece de prisa yaca- ban ocupando tu mente tus recuerdos como zorro. Nacido la ultima primavera, atin te falta pasar el pri- mer inviemo. Pronto dejaste de ser una cria diminuta y ciege. que habitaba en una madriquera de marmota aban- donada en el limite de un campo. Tus padres te ayu- daron a cazar serpientes y ratones de campo. La se- mana pasada tu madre asust6 a un pequefio conejo, que atrapaste cuando se cruz6 en tu camino. Ha llegado el momento de que tu hermano y ta salgdis a cazar por vuestra cuenta. Ha anochecido y entre los arboles brilla una enorme luna redonda. Echas a andar hacia los pastos altos, donde abundan los ratones de campo, pero al parecer tu hermano tiene otra idea. Te codea y trota por el bosque como si supiera exactamente a donde se dirige. Pasa a la pagina siguiente. 15 Sigues un camino hasta que te das cuenta de que tu hermano se dirige al granero junto al que estan las gallinas. Paras en seco. En una ocasién, mientras te ensefiaba a cazar, tu madre te condujo hasta las cer- canias del gallinera. Podias oler, ver y oir a las galli- nas. Estabas a punto de echar a correr hacia el ga- llinero e hincar tus dientes en una de esas deliciosas aves, pero tu madre te dio un buen mordisco y, a co- dazos, te quié de regreso hacia los prados. Supiste por la energia con que te mordisqueé que las gallinas significaban alimento, pero también peligro. También recuerdas la ocasién en que tu padre llevé una gallina al hogar. Fue lo mas delicioso que probaste en tu vida, y ahora tienes mucha hambre. Tu hermano se detiene y te mira interrogativa- mente. ;Qué deberias hacer? Si decides atacar el gallinero, pasa a la pdgina 51. Si prefieres cazar ratones de campo y conejos, pasa a la pagina 30. 16 Sabes al instante en qué te has convertido, pues ves la enorme trompa que agitas. Notas que tu cola correosa se balancea de un lado a otro, espantando moscas. Miras a los otros elefantes que caminan en- tre las acacias. Desplazas con facilidad tu imponente cuerpo y te balanceas lentamente por los bosquecillos, parando sélo para probar algiin tipo de vegetacion. Es tanta tu curiosidad que te apartas de la manada y poco des- pués te encuentras en el limite de la sabana. A sdlo diez metros de distancia hay dos leones adultos. Gi- ran sus enormes cabezas y te observan con sus pene- trantes ojos verdes. Gracias a los vestigios persistentes de tu memoria humana —joes la memoria de una vulnerable cria de elefante?—, experimentas una fugaz sensacidn de te- mor, Sin pensarlo dos veces, barritas estentdrea- mente y golpeas el suelo con tus patas delanteras. jLos leones se apartan de un salto y huyen como co- nejillos asustados! Ahora recuerdas que con un gol- pecito de la pata podrias romperles el espinazo. Emprendes el regreso junto a la manada. Los de- mas elefantes han dejado de pastar y caminan en fila, uno tras otro, por la sabana. Te qustaria saber a dénde van. Si decides que te reunirds con la manada, pasa a la pdgina 38. Si prefieres explorar la sabana por tu cuenta y riesgo, pasa a la pagina 76. 18 Ves a una chiquilla que juega con un perrito cerca de un establo. Te sorprende divisarlos desde tan le- jos. Todo parece estar tan cerca como si estuvieras mirando con un telescopio. Pliegas las alas para ganar velocidad y lanzarte en picado. Luego las abres y te elevas varios cientos de metros por encima del suelo. Giras y vuelves a caer en picado. jLas piedras y los arboles se acercan! Interrumpes la vertiginosa caida y vuelas a ras de las copas de los drboles. Un cuervo huye des- pavorido. Si te desplazas a lo largo de la orilla en busca de alimento. pasa a la pagina 88. Si paseas por encima del valle riberenio \ practicas planeos y picados, pasa a la pagina 79. 19 Apenas puedes ver a tu madre avanzando pesada- mente entre los arboles, ya que esta bastante dis- tante, Eres un osezno y es la primera vez que tu ma- dre te lleva tan lejos de la quarida en que naciste. éA dénde te guia? :Por qué te lleva a un terreno abierto? El bosque ralea, pero tu madre sigue ade- lante arrastrando los pies, sale del bosque, cruza un campo de altos pastos y llega a la orilla de un rio que nunca habias visitado. Al verlo, paras en seco. Una multitud de salmones —mas de los que imaginabas que existian en el mundo—luchan con las gélidas aquas nadando con- tra corriente. El rio esté poblado por estos animales. A tu alrededor haymuchos osos que se atiborran con las presas faciles. Estas viendo por primera vez una migracién de salmones. Tediriges presuroso hacia el rio, pero un golpe que tu madre te da con la pata te hace caer cuan largo eres. Parece que mama te ensefiard a pescar a su manera. Pasa a la pdgina siguiente. ee eer eee a ree te 20 Tesientas obediente a su lado, enla orilla, yprestas atencién. Cada vez que un salmén salta muy cerca, tu madre mete la garra en el agua y lo arroja a la orilla. Intentas imitarla, pero siempre hay algo que sale mal. Fallas constantemente. En una ocasi6n provocas un chapoteo tan fuerte que decenas de salmones seale- jan dela orilla. Cuando finalmentelogras hacerte con un pez, éste se lanza al agua y desaparece a nado. Estds cada vez mas furioso. Ves que en aguas mas profundas y répidas hay algunas piedras desde las que varios machos de gran tamafio se dedican a pes- car, Tal vez allf tuvieras mejor suerte. Si vadeas el rio hacia aguas mds profundas. pasa a la pagina 112. Si decides quedarte junto a tu madre, pasa a la pdgina 64. | Agitas la cola y pones rambo norte con tu gran cor- pachén, hacia donde estan las demas ballenas. Apuntando con la cabeza en direcciones ligeramente distintas, logras formarte, a base de ondas sonoras, una imagen del fondo del mar: montes y valles sub- marinos y cafiones por donde antajio corrieron rios. Te deslizas hacia la superficie y te comunicas me- diante sonidos con las otras ballenas. Slo hay cinco, pero presientes que deberia haber mas. Envias una llamada hacia atrds: «Vamos, rapido, nuestra manada se dirige a las aquas calidas». No obtienes respuesta. Una enorme figura azul que corresponde a la ba- llena mas adelantada aminora la marcha. La ballena azul es el mamifero mas grande que ha existido. Este ejemplar, jefe dela manada, mide casi treinta metros. Ha reducido la velocidad para que puedas darle al- cance a nado y te transmite un mensaje sonoro: «Amigo, no conoces nuestras costumbres*, dice, «No haymas ballenas. En el pasado nuestra manada estaba formada por mas ejemplares, pero la mayoria ha pasado a las profundidades insondables.» Con un coletazo que produce en la superficie del mar una ola de seis metros, el jefe acelera. De nuevo estas en la retaquardia. Pasa a la pdgina 24, 22 Agitas la cola y te abalanzas sobre el palido ser que se retuerce. Aunque te precipitas sobre la presa. solo consigues golpearte el hacico. Una especie de tela metalica te impide avanzar. Furioso, giras y te abalan- zas desde otro Angulo, pero vuelves a chocar con la tela metdlica. Ahora el ser se mueve velozmente. Pue des percibir su temor con el olfato. Tu hambre se acrecienta. Atacas por tercera vez y te hieres con la tela metdlica. Te duele el hocico. Eres incapaz de morder al ser que esta al otro lado de la tela. Cuando te vuelves para atacar de nuevo, notas un dolor agudo. Un arpén se aloja en tu espina dorsal. Tu sangre tifie el agua. Si tuvieras otra oportunidad, te mantendrias alejado de esos extrafios seres sin color. De repente tienes otra oportunidad. Pasa a la pdégina 12. 23 Recuerdas difusamente: los cerdos no se crian por su lana, como las ovejas; tampoco por su leche, como las vacas; ni por los huevos, como las gallinas. Sélo tienen un fin, un destino. Ruedas pesarosa- mente por el barro, sabiendo que sélo eres kilos y ki- los de jamén, salchichas y panceta. Tu memoria humana se revuelve. Tienes una oportunidad, pero sera mejor que te pongas a dieta. Fin 24 Pasan los dias y las aguas son cada vez més céli- das. El sol estd mas alto en el cielo. Cuando sales a la superficie para respirar, notas su calor en el lomo. Aunque ahora hay menos alimento, ya no tienes hambre. Durante una temporada podras vivir de tus reservas de grasa. Te sientes contento y feliz mientras te deslizas entre las olas. Un estentéreo sonido metdlico recorre las aguas. Stibitamente la manada gira a la izquierda. Sales a la superficie. Un barco enorme pasa a tu lado. La ballena que tienes al lado te advierte: «/Petréleo en el aqua!», De pronto notas que una sustancia pegajosa, mal- oliente y negra se desliza por tu cara. jParte de esa sustancia penetra por tu orificio nasal! Toses y Lanzas un largo y suave gemido. Un recuerdo cruza tu mente: jsi pudieras volver a ser una persona! Pasa a la pagina 26. 25 Suibitamente el perro guia se vuelve, te grufie y te muestra los dientes. Retrocedes un paso y apartas la mirada. Cuando vuelves a mirar, ves que olisquea la nieve. Tu también olisqueas y olfateas a los demas pe- ros, cada uno de los cuales posee su olor distintivo. Hueles la madera, el cuero y los alimentos secos se- micongelados que hay en el trineo, asi como el olor de los hombres. Interesado por el mismo olor que llamé la atencién del perro quia, te adelantas. El jefe se vuelve contra ti gruriendo. Te echas atrds. ; Por qué es tan hostil? Sa- bes la respuesta: eres el perro ntimero dos yteme que pongas en peligro su autoridad. Si pudieras sonreir, lo harias, porque, gracias a tu mente humana, sabes el poder que tienes. Ovyes chasquidos. —jArre! Avanzas instintivamente, tensando la parte floja de las cuerdas y esforzandote con los demas por arran- car el trineo del hielo. Pocos segundos después tro- tais a buen ritmo, arrastrando el trineo sobre la nieve endurecida. No tienes ni idea de cuando volverds a descansar. A diferencia de los otros perros, piensas en lo que ha- ras cuando acampéis por la noche. Si decides retar al jefe y convertirte en el perro quia, pasa a la pdgina 100. Si prefieres intentar escapar y recobrar la libertad, pasa a la pagina 77. 26 Repentinamente vuelves a ser tu —el ser hu- mano—, de nuevo en el suelo del templo. —De modo que sigues con vida. El monje esta sentado en el suelo, con la vista fija enlallama de una diminuta lampara de aceite. El frio del temple te paraliza. Te das cuenta de que, una vez mas, te resulta imposible moverte. —j,Todavia se niega a dejarme en libertad el guardian? —Creo que atin se niega —responde el monje sin desviar la vista hacia ti—. Todavia no estas en el reino de los vivos. El tinico modo que tienes de sobrevivir es convertirte, una vez mas, en un animal. Pero pri- mero debes responder a una pregunta: viviendo como animal, ;prefieres estar entre la gente, cerca de la gente o lejos de la gente? Si respondes que prefieres vivir entre la gente, pasa a la pagina 33. Si respondes que prefieres vivir cerca de la gente, pasa a la pagina 14. Si respondes que prefieres vivir lejos de la gente, pasa a la pagina 69. 28 Poco después de pasar por el valle de los huesos, una pequefia manada de elefantes se cruza en wues- tro camino. Pensabas que tu grupo se dirigia hacia te- rrenos donde hubiera mejores pastos. ¢Por qué esta manada va en otra direccién? Estas atento al retum- bante sonido de contento de los jefes de ambas ma- nadas, pero no oyes nada. Buscas en tus recuerdos y gradualmente se forma una imagen. Hacia el sur hay buenos terrenos para alimentarse, pero tam- bién hay muchos seres humanos con sus moradas, sus cosechas y sus armas. Hacia el norte se extiende una zona donde los humanos rara vez matan, pero alli los 4rboles estén desnudos y sélo existen prados agostados donde un elefante apenas puede mante- nerse lo bastante fresco para pastar. Las dos manadas se reagrupan. Algunos elefantes pondrdn rumbo norte y otros se dirigiran al sur. Si sigues al grupo que se dirige al sur, hacia los terenos donde hay buenos pastos, pasa a la pagina 36. Si pones rumbo norte, hacia la zona segura, pasa a la pégina 97. Galopas por el cafién, con los flancos cubiertos de sudor y los pulmones ardientes. Aunque logras acor- tar distancias respecto a la manada, atin te lleva una buena delantera. Te lanzas desesperado hacia el ba- rranco. De repente tu pata delantera derecha se hunde en un agujero del pedregoso fondo del cafién. Se oye un chasquido seco. Un dolor lacerante te re- corre toda la pata. Tropiezas y caes al suelo, con la pata destrozada. Otro relampago atraviesa el cielo mientras la manada sigue su frenética carrera. Fin 30 Caminas lentamente por el prado, aguzando los oidos, intentando oir entre los pastos un sonido que no sea el de un grillo ni el del viento que agita las ho- jas. sino el de un raton de campo o, con suerte, el de un conejo. A intervalos te detienes y husmeas el aire, igno- rando los olores a plantas, a musgos y a tierra htimeda, que te indican que muy cerca hay un ma- nantial. {Qué es esto? jPenetrante olor a conejo! Sigues adelante, pero en seguida te detienes, porque la hierba se separa y vuelve a unirse. Tal vez la luz de la luna te permita ver el conejo, probablemente una cna. Se te hace la boca agua. La punta de tu morro tiembla de entusiasmo. Acechas a la presa acercan- dote tanto como puedes. En cuanto el conejo salte, tendrds que dedicar todos tus esfuerzos a atraparlo. Los conejos tienen la costumbre de desaparecer en- tre los matorrales de tal forma que acabas con la na- riz herida y sin cena El conejo ha trepado a un pequefio monticulo. ‘Ahi esta, claramente visible! ;Deberfas acercarte un poco més 0 atacar ahora mismo? Si intentas acercarte un poco mds, pasa a la pagina 54. Si atacas ahora mismo, pasa a la pagina 42. 31 ‘Te lanzas sobre el cangrejo sin quitarle la vista de encima mientras huye hasta desaparecer. Es posible ei Poe tu ataque? Todavia en pleno pi- cado,a alas, teinclinas ligerament posas grb i eyte Hueles el fango salobre y las algas marinas plaga- das de moscas y mosquitos. Extraes restos de came de una almeja y observas algunos mejillones que las — han vaciado. unque no hay nadie en la playa, te sientes incd- modo en tierra firme. Agitas las alas y emprendes el vuelo. No has encontrado alimento suficiente y ten- dras que dedicar muchas energias a conseguir una al- tura adecuada para dedicarte a la caza. El dia esta fresco y brumoso. Agitas las alas constantemente para ganar altura. El Serior del aire debe cazar todos los dias y a todas horas. Pasa a la pagina 47. 32 —Correré el riesgo de volver a ser un animal. Mientras estas hablando, la estancia parece desin- tegrarse ante tus ojos. A continuacién experimentas la sensacién de ser enormemente poderoso, intrépido y orgulloso. Abres tu bocaza y sueltas un rugido ensordecedor que te aterrorizariaa ti mismo sino fueras tu quien lo produce. Contemplas tus inmensas garras rojizas. Vuelves la cabeza y ves tu potente trasero y tu esplén- dida cola copetuda. No te cabe la menor duda: jeres un ledn! Pero estds en un zoolégico, en un zoo horrible, ca- minando de un lado para otro dentro de una jaula es- pantosa. Tres pasos, giro, tres pasos, giro, tres pasos, giro; te detienes a mirar a las personas que te obser- van boquiabiertas desde el otro lado de los barrotes de hierro negro. Tres pasos, tres pasos. Pasa a la pagina 65. 33 Subitamente todo tu cuerpo se estremece. Sabes que te estas convirtiendo en otro ser. Miaaauuu. Euaaa. jEsa voz te pertenece! Lo tinico que ves son las patas de mesas y sillas, zapatos de los que salen piemas y, mucho mas arriba, a Karen, la humana con la que convives. Karen esta junto ala mesa. Quizds esté preparando la cena. jSi pudie- ras ver! Apenas has dejado de pensar en eso, cuando no- tas que tus mtisculos se tensan. Te enroscas como un muelle de espiral ysaltas seis veces tualtura, para ate- rizar elegantemente en la mesa de la cocina. Pasa a la pagina 35. 35 Una mano enorme cruza el aire en direccién hacia ti. |Pataptim! Te rodea las patas traseras y, con mas fuerza de la que puedes resistir, te empuja hasta el borde de la mesa. No te queda otra opcién que saltar y caer eleganterente al suelo. —jJdasper, sabes perfectamente que no debes subir a la mesa! —te regafia Karen. Simulas mostrarte afligido, pero no lo -estas. «Quien no se arriesga no pasa la mar», ésa es tu filo- sofia gatuna. Hasta tu nariz llega una bocanada de olora higado yarifiones. Ves que tu plato desciende hacia el suelo! Te acercas sereno, sin denotar tu impaciencia, a dife- rencia del estupido perro de la casa de al lado. —dJasper, ;quieres salir? —oyes prequntar a Karen mientras sus largos dedos acarician tu lomo. Si corres hasta la puerta para que te dejen salir, pasa a la pdgina 80. Si te mantienes en tus trece, pasa a la pagina 9. a a mm 36 Formas fila junto a ocho elefantes mas y os dirigis al territorio de los humanos. Los primeros diasresulta diffcil avanzar por el llano polvoriento. A veces tenéis que deteneros muchas horas en busca de forraje. Sin embargo, a medida que os desplazais hacia el sur, encontrais vegetaci6n mas exuberante. Llega el dia en que ves una de seres humanos. El alimento abunda. pero los ele- fantes estan inquietos. Caminas de un lado para otro. Un elefante corpulento barrita estentéreamente y se interna entre los matorrales, Un hombre echa a co- rrer tras él, apuntandole con un rifle. Le siguen otros dos cazadores. Oves una detonacién y un bramido de dolor. Subi- tamente recuperas tu memoria humana. {Debes se- guir vivo! {Tienes que huir de los humanos! Huyes hacia el bosque. Oves las voces de los caza- dores y nuevos disparos a tus espaldas. Por fin, en la zona mas sombria del bosque, logras perderlos de vista, Aqui podrés estar a salvo un rato y quizas... si, notas que estas cambiando... Pasa a la pagina 26. — 37 En cuanto te posas en el aqua, te das cuenta de que has dejado de ser un albatros. Ahora eres un ma- mifero marino; en concreto, un leén marino que avanza en medio del aqua. Te zambulles y atrapas un pez. Quizds sea el mismo que habrias pescado si hu- bieras sequido siendo un albatros. A poca distancia hay una pequefia isla rocosa que sobresale en medio del agua. Las piedras estan de- masiado inclinadas y no puedes trepar. Las olas que rompen contra las piedras de la isla levantan nubes de espuma. Encuentras la forma de llegar a un risco que queda fuera del alcance de las olas. Nadas desli- zandote en la cresta de una ola. Cuando alcanza su maxima altura, saltas sobre la roca. «Oerrc, oerrc», gritas, satisfecho de ti mismo. «Oerre, oerrc», responde otro leén marino. Echas un vistazo a tu alrededor y ves otros ejem- plares de tu misma especie jugando en las proximida- des de la isla. El sol abrasa tu piel fresca y uniforme; parpadeas y resoplas. Pronto volverds a pescar. To- mas el sal un rato, te deslizas hacia el borde delaroca y tuedas dichoso, pero no caes al agua... Te deslizas por el tiempo y el espacio, hacia una forma distinta. Pasa a la pagina 16. 38 Sigues a la manada por el llano. Avanzan lenta- mente y andas a paso largo para darles alcance. Al- gunos se detienen a mirarte. La jefa, una enorme hembra anciana, se acerca a ti. Te mira con ojos bon- dadosos mientras emite un sonido bajo y retum- bante. Otra elefanta te acaricia el lomo con la trompa. La manada se detiene en un bosquecillo de aca- cias, pero hay muy poco alimento. Te esfuerzas, arrancando cortezas y volcando tocones en busca de buena vegetacion. Tienes que comer, comer y seguir comiendo. jEs tanto lo que hay que alimentar! Pocas horas después el bosquecillo queda des- nudo. La jefa produce un sonido gutural mientras reanuda la caminata por el llano. La seguis. El cima es cada vez mas seco. Sabes sin que nadie te lo diga que estdis buscando terrenos donde haya mejores alimentos. Aunque cuesta trabajo tener que comer tanto, al menos no vives presa de un miedo constante como los antilopes, las cebras y las jirafas. Pasa a la pdgina siguiente. 39 Tumanada ha llegadoa un campo en el que yacen dispersos cientos de huesos de elefantes. Algunos elefantes recogen huesos con sus trompas. Observas a la jefa que traslada un hueso hasta un bosquecillo de baobabs. Lo suelta suavemente, permanece quieta unos sequndos y luego regresa a la manada. ¢Pertenecia ese hueso a alguno de sus antepasados? Del mismo modo que no podias comprender ple- namente la mente humana mientras tenias forma hu- mana, tampoco puedes tener la pretensién de saber todo lo que hay que saber sobre los elefantes, aun- que ahora lo seas. La necesidad de alimento aquijonea a la manada, que reanuda la peregrinacién. Pasa a la pdgina 28. 40 jSigues nadando en el mar, pero ahora respiras bajo el aqua! jSientes que todo tu cuerpo estd forrmado por dientes! jEres un tiburén! Mas adelante ves un pez, una exquisita lubina. Vi- bra tu cola y todo tu cuerpo se estremece cuando te diriges hacia la presa. En un segundo la destrozas. Sigues hambriento. {Un atdn regordete! Giras sobre ti mismo yavanzas hacia él, que ya te ha visto. Aceleras y abres la boca. Le muerdesla cola. El atin ya no podra llegar muyle- jos. Segundos después, el aqua esta teflida de sangre. Sigues hambriento. Ves un imponente calamar y te zambulles. El cala- mar expulsa una espesa tinta negra. Puedes olerlo en medio de la tinta. Aceleras. El calamar no esté nada mal como aperitivo Siques hambriento. Ves un ser lento y fornido, sin aletas y con dos miembros largos que patalean y cuelgan. {Lo ataca ras? Aunque parece sabroso, hay algo en él que te pone nervioso. Si lo atacas, pasa a la pagina 22. Si te alejas nadando en otra direccién, pasa a la pdgina 83. a a 42 jArremetes y el conejo se esfuma! Echa a correr en linea recta y vira bruscamente. Estas a punto de per- der el equilibrio cuando intentas cambiar de direc- cién. {Se ha metido en medio de los matorrales! Le pisas los talones. Acortas distancias. /Ya lo tienes! Cuando te dispones a disfrutar de la cena. oyes el lejano ladrido de un perro. Suena un disparo ya con- tinuacién otro. Esperas que tu hermano regrese a casa esta no- che. Tu esperanza se convierte en temor, porque notas que te estds convirtiendo en un ser muy dis- tinto. Pasa a la pagina 16. 43 Te cubre un manto de oscuridad. Después parpa- deas y te encuentras en cuclillas, con el peso del cuerpo parcialmente sustentado en tus largos brazos y tus manos, que estan apretadas, con los nudillos apoyados en el suelo. Al erguirte te das cuenta de que tu cuerpo esta cubierto de pelo castafio y de que eres enorme: jmides mas de dos metros y pesas cerca de doscientos kilos! Das algunos pasos y te agachas répidamente para usar los nudillos como patas delanteras. Es mas cé- modo, Te desplazas velozmente por entre la espesa vegetaci6n que cubre la ladera de la montana. Te agachas para arrancar unos tallos de apio sil- vestre y te los llevas a la boca. En tu camino se inter- pone un robusto arbol. Te estiras y lo derribas. Al ascender por la ladera ves a otros gorilas. Pare- cen dichosos mientras se repantigan en la hierba yto- man el sol. Algunos estan solos, grufien y eructan. Va- rios sacan mosquitos y piojos de los lomos de sus compafieros. En un monticulo que se extiende por encima del grupo ves a un inmenso gorila de lomo plateado que contempla la escena. Indudablemente es el jefe. Sabes que podria atacarte si intentaras unirte a su grupo. Si decides acercarte, pasa a la pagina 46. Si prefieres explorar otra zona, pasa a la pégina 81 aa Stibitamente notas cémo tus patas se aproximan a tu cuerpo. Te observas y compruebas que eres una enorme ave blanca con manchones negros en las alas y la cola y con un pico muy largo de color na- ranja. Eres un albatros y te encuentras en un nido de una mintscula isla préxima a la costa montafiosa. Aunque hace un frio glacial y sopla un viento vio- lentisimo, no te preocupas. Eres capaz de volar en medio de una coriente de aire de cuarenta grados bajo cero sin apenas notarlo. Tienes ganas de emprender el vuelo y recorrer al- qunos miles de kilémetros. Con tu envergadura de alas de tres metros, puedes ier casi eternamente y sin esfuerzo sobre las olas. Estiras el cuello y abres las alas, mientras tus patas palmeadas golpean el agua, avanzando a toda velo- cidad a favor del viento. Poco después tu pecho queda fuera del agua y tus patas golpean la cresta de una ola. jAsciendes con un firme aleteo y vuelas por encima de las olas! Al volar sobre el mar infinito, tu memoria se des- pierta. Recuerdas que, en realidad, eres un ser hu- mano y que tu supervivencia como persona depende de tu capacidad de sobrevivir como ave. Te preocu- pas, porque empiezas a cansarte y necesitas reposo. En lontananza ves una isla que sobresale en medio del mar. Pasa a la pdgina siguiente. Si te posas en el mar a descansar, pasa a la pagina 37. Si vuelas hasta Ia isla, pasa a la pdgina 90. 46 Mientras te acercas al grupo caminando con los nudillos, los gorilas te observan. La mayoria grufie. Algunos se muestran mds amistosos que otros. De pronto el enorme ejemplar de lomo plateado se yer- que, se golpea el pecho y ruge. Los demas muestran los dientes y chillan. Aunque tienes ganas de esfu- marte, te mantienes en tus trece. jAl fin yal cabo, eres un gorila! El jefe camina hacia ti. Sin saber por qué lo haces, te agachas y te concentras en un tallo de apio. El de lomo plateado te husmea y se aparta. Se aproximan un par de gorilas mas pequefios. In- tercambiais miradas de reajo y grunidos. Otro gorila te rodea con el brazo: jel grupo te ha aceptado! Con el paso de los dias, te haces amigo intimo de los gorilas. Tu grupo recorre las verdes y exuberantes laderas de las montaifias, alimentandose de plantas carnosas. A veces encuentras una vieja madriquera hecha de ramas, ramitas y hojas; en otros casos, la construyes. Eres feliz jugando, descansando y bus- cando forraje con tus camaradas. Un dia oyes ruidos extrafios. Atisbas entre los ar- boles y descubres divertidos monos pequefios y lam- pinios. Tienen algo que te resulta conocido. Pasa a la pagina 106. 47 Subitamente vuelves a ser humano y estds en las Tuinas del templo. Esta vez te encuentras de pie. In- tentas camninar, pero tus pies parecen como clavados al suelo. El monje esta sentado ante ti. —Lo estds haciendo bien —afirma. —Muchas gracias —respondes sorprendido— Eso significa que ya puedo irme? : —Sélo significa que lo estas haciendo bien. Dime una cosa, ¢cémo te sentiste cuando pasaste de hu- mano a animal? Rememoras aquel extrafio momento. —Fue desconcertante. A veces mi memoria hu- mana contrariaba mi instinto animal. —En ese caso, een no tener vestigios de memoria humana? —Prefiero tener toda mi memoria —aseguras—. Si hubiera podido recordar en todo momento que habia sido humano, me habria convertido en un ani- mal extraordinariamente listo. —Pero saber que eras un ser humano atrapado en el cuerpo de un animal seria, ciertamente, muy pe- noso —afiade el monje—. Podrias ser presa del pa- nico. Es mejor estar envuelto en las brumas del olvido cuando eres un animal. —No sé cual de las dos opciones es peor —recono- ces. Pasa a la pagina 49. 49 —A veces tienes que tomar una decisién aunque te resulte imposible decidir —afade el monje con voz suave. Comienzas a protestar, pero los ojos del monje pa- recen brasas ardientes. Tienes la sensacién de que su voz taladra tu cerebro: —Volverds a convertirte en animal. Tienes que de- cidir si conservas tu mente humana o vives sin el me- nor indicio de memoria humana, Si decides conservar tu memoria humana, pasa a la pdgina 60. Si prefieres renunciar a ella, pasa a la pdgina 70. 50 EI instinto te dice que hay algo peligroso en una guarida que se desplaza por el agua. Sales del 4nfora de barro mientras se esté elevando. Paseas por el arrecife, explorando con uno y otro tentaculo en busca de una nueva quarida o de un sa- broso cangrejo de concha blanda. Registras algunos agujeros que ya estén habitados y luego hueles ali- mento en un saliente que hay encima de tu cabeza. Empleando tres tentéculosa la vez, te elevas... teaba- lanzas... yagarras un cangrejo ermitafio. Lo pasas de una ventosa a otra hasta llevartelo a la boca. En cuanto terminas de comer, ves que un tiburén tigre te contempla pensando en ti como almuerzo. Te pones rojo de miedo y te alejas con ayuda de tu cho- tro. Sabes que no podrds mantener la delantera mu- cho tiempo. Sueltas una nube de tinta para distraer al tiburén tigre. Cambias inmediatamente de color y buscas un escondite. Mas adelante hay una pila de botellas viejas. Sales a toda velocidad hacia alli, pero el tiburén tigre ha atravesado a nado la nube de tinta y acorta distan- cias. |No podras llegar al refugio, y esta vez se te ha acabado la tinta! Fin 51 Corres hasta la vera del prado, saltando entre los altos pastos. La luna llena asoma entre las copas de los drboles. Ves la granja, el granero y el gallinero. Oyes a las gallinas. También ves el ruidoso perro ca- nela y blanco, con la cabeza apoyada en las patas de- lanteras, profundamente dormido...O,al menos, eso parece. Tu hermano trota para acercarse al gallinero desde el otro lado del granero. Te deslizas acechante hacia el gallinero. Como ests a favor del viento con respecto al perro, no hay peligro de que te husmee. Al acercarte, ves que la puerta del granero esta en- treabierta; podrias colarte y meterte en el gallinero desde alli. :Y si la puerta se cierra a tus espaldas? Pasa a la pagina 53. 53 Tendrés que correr ese riesgo. Sales disparado ha- cia la puerta y entras. Antes de llegar al gallinero, oyes los ladridos del perro. No hay tiempo para pensar: te metes en el gallinero y agarras la gallina mas gorda. Qué revuelo de cacareos, graznidos y aleteos! Se te ponen los pelos de punta. —jBlazer, vamos! jEs una voz humana, la voz de un hombre! Segura- mente corre hacia el granero. Estas asustado. ;Por qué se te ocurrié hacer esto? Giras y rearesas hacia la puerta. De pronto ves al perro, inmenso como un oso, observandote a través de la tela metalica y la- drando como loco, intentando abrirse paso a mor- discos Tienes tanto miedo que estas a punto de soltar la gallina mientras corres por el granero y te diriges ha- cia la puerta. De pronto comprendes que llegaras ala salida al mismo tiempo que el perro. Sin soltar la gallina, te lanzas detras de una cosa metalica enorme y maloliente, Un sequndo después el perro pasa volando a tu lado y se mete en el qalli- nero. Sales veloz como el rayo. Momentos después llegas a los prados arrastrando la gallina. Oyes un estampido proveniente del lugar donde viste al hombre. Sequndos después aparece tu her- mano, que corre hacia ti. Tiene el pelo manchado de sangre, pero no esta gravemente herido, porque llega corriendo yte muestra un camino en medio de los al- tos y abundantes pastos. Pasa a la pdgina 47. SES ee ae! Seiwa cae eae 54 Avanzas con cautela. Al conejo le tiembla la nariz, pues percibe el peligro. Te agazapas instintivamente, porque en el suelo has visto una sombra en movi- miento. {Un halcén vuela sobre ti! Jamas olvidards la primera vez que viste una som- bra semejante, ya que segundos después el enorme halcén de lomo rojo se precipité y te arrebaté a tu hermana. Ahora eres mucho mds grande, y un halcén se lo pensaria dos veces antes de atacarte. |De pronto el halcén se lanza en picado! Le muestras los dientes y grunes. El ave se posa, agarra al conejo yaletea entre los arboles. Aunque ya no corres peligro, tu cena ha desaparecido. Contemplas la luna embelesado. Piensas que seria maravilloso ser un ave enorme capaz de remontarse por los cielos... Pasa a la pagina 44. 55 Te alegras de haber tomado la decisién de que- darte en las aguas frias, pues aqui el cril es muy apeti- toso. Aunque acabas de desayunar, engulles unos cuantos miles mds como tentempié. Practicas inmersiones y giros, azotando el aqua con la cola. Arqueas el cuerpo y observas la espuma que sale disparada por los aires. Te sumerges en las frias profundidades y paseas en la quietud del fondo. Veloz como un cohete, abres una brecha en la super- ficie y expulsas el aire viciado de tus pulmones, des- plegando un inmenso penacho de espuma. Durante el paseo, ves sobre el aqua una silueta que se torna mas y mas grande a medida que se apro- La silueta es més grande, muchisimo mas grande que una ballena y esta casi totalmente fuera del aqua. Si nadas hacia Ia silueta que se mueve, pasa a la pagina 109. Si intentas esfumarte, pasa a la pdgina 67, Ss Seah IANS ee REN 56 Las probabilidades de apoderarte del cangrejo son escasas. En lugar de lanzarte sobre él, te diriges hacia el interior, sobrevuelas una pineda y unas tie- rras de pastoreo préximas al mar, y ganas altura para tener un campo de visién mas amplio. Si ascendieras mucho mas, quedarias sumergido en medio de las nubes oscuras y htimedas que penden a poca altura. En la linde del prado que se extiende a tus pies, ves algo que te acelera el pulso. |Doscientos cincuenta metros mas abajo, tin zorro ha derribado una rolliza liebre! Con la yugular cortada, la liebre se estremece en medio de los pastos. El zorro, con el hocico ensan- grentado, jadea, recuperandose después de la perse- cucién. jTe lanzas a toda velocidad! Te aproximas con las poderosas garras estiradas al maximo y cortando el aire con tus chillidos. El] zorro pone pies en polvorosa. La liebre te pertenece, Sefior del aire. Al devorarla, notas que se te hace un nudo en la garganta. Tu cuerpo se vuelve mas pequeiio, tus plumas se con- vierten en pelaje... Pasa a la pdégina 63. 57 Sobrevuelas un grupo de casas viejas, un man- chén de prado entre dos carreteras, un cementerio y una iglesia blanca con la aguja tan alta que practica- mente podrias estirar las garras y tocarla. Suena la campana: talén... taldn... taldn... El sonido se torna difuso mientras sobrevuelas ce- mento y techos negros, camiones y autobuses, edifi- cios y coches... siempre coches que expulsan humo hacia arriba. El sol que azota los aparcamientos crea una tér- mica. La aprovechas para elevarte por encima del desagradable espectaculo. Mucho mds arriba de las agujas de la iglesia, tu penetrante mirada observa a las personas que corren en todas direcciones. No hay alimento a la vista. Te alejas del olor acre de los co- ches y las chimeneas. Bates las alas y te inclinas, decidido a encontrar el camino de retomo al bosque. En el momento en que sobrevuelas un campo de pastoreo que hace las veces de depdsito de chatarra, ayes una detonacién y sientes el dolor de la muerte. Alguien te disparé por puro deporte, Fin 58 Una manto de oscuridad vuelve a cubrirte. Te sien- tes como si giraras desenfrenadamente. Luego todo queda quieto. Vuelves a ser tu. El monje esta alli, tan sereno como siempre. Te preguntas si nunca se pondrd de pie para estirar las piernas o dar un paseo. Tiene que comer, aunque no mucho, a juzgar por su aspecto endeble. Sus altos pomulos parecen apenas cubiertos de piel, ysus ojos pardos estan hundidos en sus cuencas. El monje interrumpe tus pensamientos: —Dime, has sido feliz como animal? —;Feliz? —repites lentamente— No lo sé. Todo re- sulta muy distinto. Es dificil... —En ese caso, te sentirds mas feliz si eres un animal més sencillo. Un simple animal del aire, terrestre o marino, ;qué prefieres? _—Un momento —protestas— ;Qué hay del quar- didn y de...? —No tienes otra salida —la voz del monje es suave pero firme—. No soy vo quien decide tu destino. Aprietas los dientes y respondes. Si dices que serds un simple animal del aire, pasa a la pagina 70. Si dices que serds un simple animal terrestre, pasa a la pagina 63. Si dices que serds un simple animal marino, pasa_a la pégina 1087 60 Al margen de lo que significa ser un perro con en: tendimiento canino, resulta espantoso serlo cuando tu comprensién es de ser humano. |Lo sabes porque es exactamente lo que te acaba de ocurrir! Te das cuenta en el acto de que tu vida perruna no sera facik tanto si eres un caniche en una elegante casa de Cali- fornia como si eres un perdiguero de color dorado acurrucado ante una chimenea en Vermont. No, ves claramente que te espera una maldita vida de perro. Eres un perro esquimal: un ejemplar corpulento y fuerte. Es una suerte, piensas al echar un vistazo a tu alrededor y ver a los otros seis que forman el grupo. 61 aoe estais enganchados a un trineo, aguardando a orden de echar a correr sobre el hielo. Tres hom- bres con vestimenta de piel cargan el trineo, Llevan ri- fies. Te pones en cuclillas, temeroso al pensar ue cualquiera podria dispararte y que a nadie le itibor taria. Te estremeces al recordar que cuando los es- quimales tienen que detenerse a causa de las condi- ciones climatolégicas adversas y no encuentran lo suficiente Para comer, matan a uno odos perro: ra 7: 1 pe 3 5 pal Pasa a pagina siguiente. eo oe 62 —jAquél! —uno de los hombres te sefiala con el dedo. Tiemblas tanto que seguramente pareces en fermo. jPodrian sacrificarte, porque no quieren que un perro enfermo retrase al trineo! Te incorporas de un salto y permaneces alerta, como impaciente per tirar del mismo. Los hombres hablan un rato mes y reanudan su faena. jTe has salvado por los pelos! Observas a los otros canes y llegas a la conclusion de que eres mas fuerte y corpulento que todos, salvo el perro guia. De todas maneras, éste sdlo es un poco més grande que ti. Eres el segundo perro del tiro. {Tres hombres ysiete perros atravesando la unde helada! ;A dénde os dirigis? ¢Con qué intenciones: Te resulta imposible averiquarlo. Pasa a la pagina 63 Caminas por entre los pastosverdes ysedosos, ala busqueda de restos de nabos y ruibarbo silvestre. Cuando los encuentras, los comes. Te detienes, con la nariz temblorosa y los bigotes agitados. La brisa fresca que golpea tu blando morro trae aromas de plantas exuberantes y espinosas: bayas y flores, chiri- vias agrias y col fétida. Percibes, a través de tu pellejo peludo, la blanda frescura de la tierra hiimeda. Tus cortas patas no te permiten pasar por encima, sino a través del terreno, de los terrones y salientes de barro endurecido, de las matas de hierba y de la tierra pe- dregosa y amontonada. Lames los hilillos de aqua del manantial. Al buche, vuelves a comer. Luego te escondes bajo una piedra grande y chata y te duermes, ignorando al animal que ronca junto a ti y que, como ti, es un fas- colomido de nariz cubierta de pelos. Pasa a la pdgina 82. 64 Observas a tu madre cuando atrapa otro salmon y jo arroja a la orilla. Las espinas crujen entre sus dien- tes cuando lo devora. jNunca aprenderds a pescar como ella! Caminas algunos metros rio arriba, te dejas caer al suelo y te chupas la pata. Algo llama tu atencion. {Qué es lo que acabas de ver junto a una piedra? ‘Alimento! Una especie de came salada entre dos trozos delgados de una cosa blanca y esponjosa, Unos palitos marrones y crujientes que también es- tan llenos de sal. Y una manzana pasada y mohosa. No es la primera vez que ves una fruta en ese estado. | Aunque no lo sabes, has encontrado las sobras del almuerzo de un excursionista. No son tan sabrosas- como el pescado, pero tienes tanta hambre que no te” importa. Pasa a la pagina 65 jCuanto detestas el cemento en el 2 que se posan tus patas! Vuelves a rugir. La gente se aparta de los ba- Trotes. Algunas personas rien y otras se burlan. Alguien pretende responder a tu rugido. ;Son tan ridicules! jLos que te han encerrado en esta maldita celda son un hatajo de imbéciles! En ese momento recuerdas tu yo humano. jEn tres semanas recuperards tu cuerpo humano! Al menos aqui estds a salvo. Aunque sea humillante, te alegras de estar en un zoo. Nadie te abatird a balazos. Al pensar en tu situacion, tienes ganas de sonreir, pero, como los leones no saben sonreir, bostezas de manera descomunal., —jCaramba! —excl iMi i jama un chaval— dientes tiene! a Fin 66 Te alejas al galope, olvidando la manada e inten- tando mantener las distancias respecto al ledn que carga sobre ti. Fuerzas al maximo las patas, los pul- mones y el corazén. Poco después notas que, agotado, el leon ha ce- jado en su persecucién. Aflojas el paso y miras hacia atrés. El rey de la selva se intema pesadamente entre los altos pastos. Estas vivo y libre. Tu memoria humana vuelve a dominarte y sudas el frio sudor del miedo. ;Si pudie- ras ser un animal al que ningun ledn se atreviera a atacar! Pasa a la pagina i 67 Tealejas nadando de phe en movimiento. Te sumerges varios cientos de metros por debajo de la superficie yaguantas todo lo que puedes antes de su- bir a expulsar el aire. En lo profundo del mar oves la llamada lejana de otra ballena. Transcurren varios sequndos. La otra ballena emite una aguda nota de congoja. jAlgo la esta atacando! Sabes que sdlo puede haber un. de- predador: la silueta que viste pertenece a un barco asesino. Sbiendo que probablemente sea demasiado tarde, le dices a la otra ballena: «Al f !;Sélo esta- Tas a salvo en el fondo!», ae a No recibes ninguna respuesta. Pero, al alejarte del barco, ayes el sonido agudo de una ballena mucho mas pequefia. La llamas. Poco después el ballenato se acerca a ti. Huis juntos de los humanos, saliendo Unicamente a la superficie para expulsar aire y zam- bulliros de prisa bajo las olas. Al sumergirte, sientes que comienzas a recuperar tu memoria humana. Pasa a la pagina 103. 69 Eres un pulpo que se desliza hacia el lecho ocea- nico. Te posas en un saliente rocoso y cambias de co- lor y de textura para fundirte con tu nuevo entorno. Pertectamente camuflado, aguardas a que se acer- que tu alimento favorito: una langosta. Te propulsas hacia ella con sorprendente veloci- dad. La langosta se lanza sobre ti con las pinzas total- mente separadas. Sueltas un chorro de tinta para dis- traerla y te sittias junto a ella. De prisa la rodeas por detrés con un tentdculo, sus pinzas traseras con otro yla cabeza con un tercero. Casi simultaneamente, tu pico afilado desgarva la blanda parte inferior de la langosta. Satisfecha el hambre, te desplazas en busca deuna guarida. Como todos los pulpos, te sientes mas se- guro si estas oculto en un sitio oscuro y protegido. Ante ti se alza un anfora de barro. Te acercas con cu- riosidad y exploras atentamente su interior con un tentaéculo. Como esta vacio, te deslizas en tu nueva morada. Duermes enroscado en el fondo. Pasa a la pagina 73. 70 Emprendes el yuelo desde la superficie de la cié- naga. Es una bochornosa noche de verano y vas en busca de sangre. Elinstinto te quia hacia la casa yhacia elrasqén en la tela metalica. Vuelas sobre una chiquilla dormida. Al zumbar junto a su oreja, la nifia se vuelve. Agita el brazo y te alejas rapidamente. Te posas en la pared y esperas a que se quede quieta. {Te concentras en su hombro desnudo y te lanzas! Pones manos a la obra en silencio, extrayendo su espesa sangre roja. La chica suelta unos golpes enér- gicos, pero te pones fuera de sualcance. En cuantose queda quieta de nuevo, te posas en su mano para re matar la cena. jEs la mejor sangre que existe! Stibitamente la chica se incorpora enla cama yen- ciende la luz. Emprendes nuevamente el vuelo. —jEsta bien, maldito mosquito! Recorre la habitacién buscandote. Te posas en su nuca y desciendes lentamente por su columna vertebral. —jYa te tengo! —exclama la chica golpeandose el hombro. Desciendes unos pocos centimetros mas. La mano vuelve a golpear. iPaft Fin 72 Al contemplar los infinitos prados, te das cuenta de que formas parte de una manada de animales conta- yas blancas y negras. Te miras las patas yeltrasero,y compruebas que eres como ellos. Te pones en movimiento, brincas entre los altos : pastos y disfrutas de tu fuerza y velocidad. El sol mati- ' nal parpadea entre los arboles. Mas adelante divisas una charca desbordada a causa de las uiltimas y co- piosas lluvias. Te detienes en medio de los dulces pastos. El aire de primera hora dela mafiana es fresco y agradable. Respiras hondo. Sacudes el trasero para quitarte las moscas de encima y. alegre, te lanzas a medio galope por el llano. Te desplazas al trote y un nuevo olor impregna tu nariz. Frenas y levantas las orejas. Aunque no oyes nada, tus ojos registran una imagen que pone en ten- sién todos tus nervios y misculos. i 73 Te despierta una extrafia sensacién. Aunque si . si- gues en el dnfora, te estén sacando del ba, Algo te ong la superficie del mar. Sientes curiosidad Pero te muestras muy cauteloso. ;Debes permanecer - en el 4nfora o salir a hurtadillas de inmediato? Si permaneces dentro del dnfora, pasa a la pdgina 85. Si te escabulles, pasa a la pdgina 50. 74 75 No muy lejos hay un leén agazapado, con sus ojos amarillo-verdosos fijos en ti. Sabes que aquarda el momento oportuno para atacar. Si corres hacia el rebario, | pasa a | i Quieres regresar con tu manada. Para las cebras, la pagina 5. la seguridad radica en la cantidad. ;Volver es una buena idea? Tendrias mas posibilidades de dejar atras al ledn si te alejaras de la manada, pero en ese caso quedarias atin més aislado. j Si te alejas en direcciGn contraria, pasa a la pdgina 66. \i \ Y; | \ Qe. hp iA | rf 76 Cruzas un Ilano y deambulas por los bosquecillos de acacias. Con la trompa partes ramas gruesas y en- gulles hojas y ramitas. Una pitdn gigante se desliza en tu camino. Un leopardo salta ante tus narices y de- saparece en la espesa maleza. Los insectos se apifian atualrededor, pero no logran penetrar tu gruesa piel. Llegas a un torrente de aguas répidas ylo vadeas. Es hondo y el aqua fresca te salpica la barriga. Te lle- nas la trompa y te rocias de aqua la cabeza. jQué agradable sensacién! Sales por el otro lado y te ali- mentas delos altosy suculentos pastos que crecen en la orilla. De vez en cuando barritas con la esperanza de que otro elefante pueda oirte. Al llegar a un extenso claro, te sorprendes al ver dos humanos armados. Al principio te desconciertas. La escena te resulta muy conocida, pero sabes que, como ele- fante, ésta es la primera vez que contemplas seres humanos, : —jMira los colmillos de ese ejemplar! —grita uno de los hombres. : Sabes exactamente lo que esta a aad Intentas huir. disparos y sientes un dolor lace- eee ae ae rrumbas. Tu cuerpo cae delado. sey respirar, pero ya no respiras. Estas muriendo, vere deur cazador furtive impaciente por cortar tus colmillos de marfil y venderlos. Fin 77 Después de un dia interminable en la pista, te sien- tes como un esclavo condenado a una efimera vida de trabajos forzados. Esa noche, después de comer tu raci6n de came de foca semicongelada y antes de que te encadenen hasta la mafiana siguiente, echas a correr. Los hombres te gritan. Miras hacia atras. Uno de ellos ha preparado su rifle, pero no dispara. Sabe que no puede alcanzarte. jHas recuperado la libertad! : Poco més tarde avanzas al trote hacia el sur, hus- meando constantemente la brisa. Aunque acabas de comer y no estas demasiado hambriento, sabes que tienes que buscar animales de caza. La biisqueda in- cesante de alimento es el precio de la libertad. Llega a tu nariz un cierto aroma: un olor denso, aceitoso y almizclero. Trotas hacia él, intentando co- locarte a favor del viento. El olor se torna més pene- trante. Oyes ruidos. La débil luz de la luna te permite ver figuras grandes y oscuras que corresponden a animales... jcaribuies! Pasa a la pagina 96. 79 Paseas sobre el valle del rio. Por pura diversién, cierras las alas y caes como una piedra, acelerando y disfrutando del viento que agita tus plumas y abanica tu cabeza. Luego extiendes las alas y realizas un gar- boso planeo. Mediante un sencillo movimiento de flexi6n, ganas velocidad y asciendes Poco a poco, buscando instintivamente una térmica ascendente. Ochocientos metros mas abajo, un conejo pardo mordisquea algunas hierbas cerca de una charca. Tus ojos escudrifian el prado en pendiente que rodea la charca. El conejo esté muy lejos de las zarzas que demarcan la linde del bosque. No parece haber agu- jeros en tierra ni tocones. Tienes bastantes probabili- dades de hacerte con el conejo. Te lanzas como un meteoro, con las plumas echa- das hacia atrés por el viento ylos ojos fijosen la presa. Las orejas del conejo se agitan: é¥a ha percibido el peligro —un ligero oscurecimiento del cielo, una sombra sutil difusa en la charca, o un mintsculo in- cremento de la presidn del aire? Tensas las garras, expectante. En pleno picado —Caes tan rapido que si acabaras en tierra tus huesos se harian afiicos—, no haces nada por aminorar el descenso. Despliegas parcialmente las alas y modifi- cas el planeo. La distancia se reduce. El conejo huye a toda velocidad chillando de terror. Cuando estds casi encima de la presa, extiendes las alas al maximo. iEI conejo avanza hacia las zarzas! Inclinas el ala iz. quierda, te ladeas, te estiras y, extendiendo las garras, te apoderas de la presa, Pasa a la pagina 92. 80 Se abre la puerta y sales corriendo al jardin. Des- pués de olisquear la hierba recién cortada y de obser- var a un par de pajaros ruidosos, te echas en una zona donde da el sol yruedas boca arriba, estirando las patas. Dispuesto a hacer la siesta, en e] momento en que acabas de cerrar los ojos oyes un ronco grufiido. Te pones alerta en el acto, te incorporas y acuchillas el aire con la cola. jRufus, el perro de al lado, esta suelto y te persique! Te largas a toda velocidad. Ambos abandonais vuestras casas y llegdis hasta un campo. Aunque tus potentes patas se mueven de prisa, Rufus es mas grande y veloz. Comprendes que has cometido un error, pues allini siquiera hay un arbol al que trepar y Rufus se acerca cada vez més, ladrando como un energtimeno. ;Ya estas harto! Te giras siseando, con la columna vertebral ar- queada y los pelos erizados. Rufus ataca. Dejas que se mueva hasta tenerlo a la distancia adecuada. En ese momento sacas las ufias y le arafias el hocico. Ru- fus se detiene y atilla de dolor. Siseas furioso yvuelves a arafarlo. El perro huye despavorido. Te sientas en un campo de tréboles y te limpias las patas. Emprendes te el regreso a casa. Al caminar por la calle, abandonas tu vida como gato. ;De repente estas muy lejos y eres mucho mas corpulento! Pasa a la pagina 81 Te apartas de los gorilas y bajas tranquilo falda de la montafia, abriéndote paso pas la ot : vegetacion. Subitamente notas un dolor penetrante y caes boca arriba. Una de tus patas cuelga de un nudo corredizo de metal que se cierra cada vez mas cuando intentas liberarte. Metes los dedos bajo el alambre e intentas aflojarlo, pero de nada te sirve tu enorme fuerza. El alambre telastima los dedos. Tere- cuestas desesperado. Permaneces impotente mien- pape irtg bkal gine a este a oeste. Cada vez intentas li el nudo rts se va cerrando mas y Pasa a la pagina 8. 82 Notas que te estiras, que tus brazos y tus barns se alargan. La fuerza penetra en tu cuerpo humano. Ries, saltas por los aires ycaes... jen el templo! Al prin- cipio te atemorizas por estar otra vez en la inmensa y sombria estancia, pero enseguida compruebas que puedes moverte. La sombra de la muerte ya no de sobre ti. eee Qué supuso para ti ser un sencillo animal? —pregunta el monje con delicadeza. —Poder sentir, pero no pensar fue espantoso. —En ese caso, :preferirias no pensar ni sentir? —No, yo... Te preguntas si estabas dormido. No tienes esa im- presién, aunque te frotas los ojos como si acabaras de des; r. El acc sentado en la posicién del loto, tan impasible como siempre. —Camina hasta la puerta, pero no cruces el um- bral —te indica. Caminas hasta llegar a unos centimetros de la puerta abierta y parpadeas asombrado. La escalinata del templo esta cubierta de nieve. De hecho, todo estd cubierto de nieve, salvo la estatua del quardian del templo. jHan pasado varios meses! Pasa a la pagina 89. 83 Te alejas nadando y te deslizas bajo la superficie, Zigzaqueas y te sumerges buscando, siempre bus- cando. Persigues un cardumen de anjobas, que sal- tan a un banco de arena. Piensas que es demasiado trabajo sequirlas hasta aquas poco profundas y te di- riges mar adentro. Ahora estas famélico. Hace varios minutos que no pruebas bocado. Ves un pez luna, lo persiques y lo devoras. No est4 mal. Te sientes bien, pero estas atin muy hambriento. Avanzas a gran velocidad en busca de un ejemplar grande, carnoso y grasiento... ;como el enorme atin de aleta amarilla que acabas de ver! Dedicas todas tus energias a su persecucidn. No te ocupas de nada mas hasta que percibes una sombra por encima de tu cabeza... una sombra blanca y negra... {Una orca, la ballena asesina, se aproxima a ti! Te sumerges en el acto. Con un brusco coletazo, giras y aceleras con las mandibulas abiertas de par en par y los cientos de dientes afilados como navajas preparados para su mortifera tarea. Deberias dirigirte directamente a la parte mas vulnerable de la orca. éDénde se ha metido? Vuelves la cabeza para mirar. En ese instante las mandibulas de la orea se cierran como un gigantesco tomo en el centro de tu cuerpo, Te retuerces y muer- des, muerdes y muerdes... el aqua. Tu cerebro queda anulado. Eras un tiburon. Fin 84 Mantienes una distancia prudencial y observas a los lobos, que hacen imutiles esfuerzos por llegar al caribi. Mediante una serie de mordiscos y bocados, el oso se las ingenia para devorar media res. Luego echa un vistazo a su alrededor, se lame los morros y se aleja pesadamente. Los lobos se apoderan en el acto de los restos del festin. Intentas sumarte a ellos, pero te apartan feroz- mente. Pese a toda tu inteligencia humana, no puedes ha- cer mas que lo que siempre han hecho los perros: aguardar desesperado, aullando... @Qué te ocurre? Pasa a la pagina 6. 85 Aunque el anfora se mueve, te sientes seguro en su interior. El agua del mar se entibia a medida que te aproximas a la superficie. El anfora sigue ascen- diendo. Subitamente tu guarida sale del agua. Una mano se introduce en el 4nfora y sujeta tu cuerpo. Aunque te aferras desesperado con todos los tenta- culos, no eres lo bastante fuerte para resistir. La mano te arranca del dnfora y te arroja sobre la cu- bierta de una embarcacion. A tu alrededor hay decenas de dnforas y junto a cada una yace un Algunos estan muertos ylos demas se encuentran muy débiles. Un sol implacable cae sobre ti. Sabes que no puedes sobrevivir mucho tiempo fuera del aqua. Alzas los ojos como si fueran periscopios. La borda de la embarcacién no esta muy lejos. Haces acopio de todas tus fuerzas y reptas ha- cia ella. Sequndos después caes por la borda y te hun- des en el aqua fresca. Mientras nadas hacia el fondo, te ocurre algo ex- trafio. Eres consciente de tu fuga, de que te desplazas por el mar como si formaras parte de él. Piensas que nunca te ha costado tan poco nadar. Paulatinamente comprendes que has recuperado tu memoria hu- mana. Pasa a la pagina 47. 86 —De acuerdo —respondes de mala gana—. Creo que correré el riesgo de ser otra vez un animal. ;Pue- des prometerme que sobreviviré y rearesaré? E] monje responde con expresién serena e imper- turbable: —Yono puedo garantizar nada. Tal vez regreses si durante tres semanas eres capaz de mantenerte vivo como animal. Si no quieres correr ese riesgo, tendras que permanecer tres semanas aqui, conmigo. —Y después, ;qué? —inquieres —La nieve ha borrado totalmente los senderos. Dentro de tres semanas pasard por el templo un grupo de excursionistas y podra quiarte hasta el pie de la montafia. —En ese caso pasaré tres semanas aqui —respon- des. El monjese pone de pie. Aunque parece ancianoy frégil, camina hasta la puerta del templo con la ele- gancia de un bailarin —A veces ser humano puede resultar tan peligroso como ser un animal. Sefiala la ladera de la montafia cubierta de nieve que se eleva bruscamente por encima del templo. Pasa a la pagina 93. 88 uelas a lo largo de la costa, que se toma mas pe- Po y See Planeas a favor del viento. De vez en cuando te abalanzas sobre un pdjaro pe- quefio, una marmota joven o un ratén gordezuelo. Sobrevuelas la ciudad, varias aldeas, una fabrica pestilente, un puerto que huele a pescado en des- composicién. Observas a los humanos de los barcos y del puerto, asf como a los centenares de gaviotas que los rondan. Planeas sobre el puerto sin quitar el ojo de encima de un par de cuervos marinas que ale- tean sobre una roca erosionada. Ves un cangrejo justo debajo de la superficie en el momento en que asoma de detrds de una roca. {Volverd a antes de que puedas sacarlo del aqua? Si te lanzas sobre el cangrejo, pasa a la pagina 31. Si decides no ccapenrag: ir volando en busca de mejor, xe pasa a la pagina 56. 89 — He dormido desde el verano? —tu voz, en silen- cio te tanto tiempo, suena ronca. —No has estado dormido —replica el monje—. Has sido un arbol. Intentas imaginarte a ti mismo como érbol: er- guido, arraigado, con la mitad inferior del tronco cu- bierta de nieve, las ramas temblando bajo el viento in- vernal y sin sentir. ; El monje se inmiscuye en tus pensamientos: —Has dado muestras de valor y de una nueva comprensién. El guardian del templo esta satisfecho contigo. Te permitird retornar a tu vida humana... a menos que decidas ser nuevamente un animal. —¢Por qué habria de tomar esa decisién? EI monje sonrie. —Son muy pocos los humanos que pueden vivir la vida como si fueran otro ser. Tal vez nunca se te pre- sente otra oportunidad semejante. Si dices que probards a ser de nuevo un animal, pasa a la pdgina 86. Si respondes que no quieres correr el riesgo de volver a ser un animal. pasa a la pagina 114. 90 Vuelas hasta la isla y te posas en una extensién de hierba no muy alejada del mar. Mientras pliegas tus grandes alas, notas que pierdes el conocimiento. Esta ocurriendo algo que te demuestra que atin no ha lle- gado el momento de que vuelvas a ser ti mismo. Sequndos después, la luz del dia llega hasta tus mintsculos ojos rosados y no te caben dudas res- pecto a lo que eres: de pie sobre tus cuatro patas cor- tas, con tu hocico largo y chato, asomado al come: dero, no eres mas que otro cerdo del montén que bufa y engulle una especie de bazofia. Un minuto después, el comedero esté vacio. Te dejas caer en el barro, grufies y bufas; ruedas de lado mientras los otros puercos se apifian, se empujan y te salpican de lodo, Pasa a la pdégina 23. 91 Pocos mi é se pode Aine oe regresas lentamente junto un : OS OSOS SON capaces de digeri gpl cualquier cosa, tienes nduseas A € probar tus primeras f ; Porquerias y, a men - : Vv, OS que aprendas a pescar mejor, no serdn las tiltimas. Fin 92 sel conejo iil eh araaente 5 e. Satisfecho, aleteas hasta un saliente r s Seine hasta que el desasosiego se serene ti. Con enéraicos aleteos te elevas sobre el valle a ves el paisaje desigual en muchos kilémetros a la yao y pones rumbo hacia el mar. A tus pies se extienden bosques y campos, granjas ¢ iglesias blancas cuyas agujas se elevan hacia el cielo. Por en cima sdlo hay rumores de nubes blancas y — Poco mas tarde divisas el perfil desdibujado de una ciudad. Viras para alejarte, pero te refrenas y = adelante. Tal vez sea tu memoria humana la que lleva a la ciudad. Si vuelas rumbo a la ciudad, pasa a la pagina 57. Si sigues la pasa a la pagina 88. 93 El respeto que te inspira la montafia es tan pro- fundo que no dices nada. Parece tan préxima en esa atmésfera didfana y seca que tienes la sensacion de que podrias estirarte y tapar las cumbres serradas con la mano. Mas alld de la cima el cielo es de un azul tan intenso que, mas que el cielo, te parece estar con- templando el espacio propiamente dicho. De las la- deras superiores se elevan penachos de nieve. El extrafio anciano que esté a tu lado ha aquar- dadoa que concluyas tu ensuefio, Al ver que lo miras, dice: —Nunca he visto tanta nieve en la montaiia. Pronto llegaré la primavera yel sol calentar4 cada vez mas. Aunque no sé exactamente en qué momento, una avalancha enterraré este templo en la estacién venidera. Esun presagio. Piensa en ello antes de deci- dir si permanecerds tres semanas aqui. Si respondes que, de todos modos, te quedas, pasa a la pdgina 98. Si dices que durante tres semanas serds un animal, pasa a la pdgina 32. Corres entre la espesura de mezquite, esquivando instintivamente la marafia de ramas. Tienes las patas heridas y ensangrentadas a causa de los espinos, pero te quedan dnimos suficientes para seguir ade- lante. Concentras todas tus energfas en salvar la ca- ballada Al salir a terreno abierto y galopar junto al ba- rranco, ves que la recua se aproxima al precipicio. Corres a su lado, soltando mordiscos y bufidos. Te adelantas a los primeros caballos, elevas las patas tra- seras y golpeas bruscamente con los cascos. Los equinos se apartan. Ninguno se atreve a acercar- sea ti Desconcertados, golpean durante unos sequn- dos el suelo con las patas y bufan. Un trueno retum- ba en el cielo y uno de los potros mas jovenes se espanta. Te acercas rapidamente i vlo obligas a volver con | demas. La caballada se serena lentamente v ta la conduces de regreso por el cafién. El eS ha variado de direccién. La tormenta ha ie lo. Estds a solas en medio de la brisa nocturna vigilando nuevamente a tu caballada. ; Pasa a la pagina 58. 96 Te aproximas lenta y cautelosamente. Uno de los Gite bufa y mira nervioso a su alrededor. Perma- neces inmévil. Dentro de unos segundos podras acercarte. Al observar la escena, te desanimas. No hay cachorros indefensos ni animales que huelan lo bastante a viejos o a enfermos como para que pue- das apartarlos de la manada. Un enorme caribi macho, de potente coma- menta, vuelve la cabeza hacia ti. Comprendes que, en solitario, no podras atacarlos. Necesitas un grupo, una manada con la que cazar. : Renuncias a los caribues y, al trote ligero, pones rumbo hacia el sur. Tal vez olfatees una liebre drtica que puedas acorralar, o encuentres una manada de lobos con la que cazar. Pasa a la pagina 104. 97 Te unes a los elefantes que se dirigen al norte por un antiguo camino. La manada se detiene a comer, pero hay muy poco alimento. Otros elefantes han despojado casi todos los arboles del camino. Mas tarde, acalorado y sediento, llegas al lecho de un tio y compruebas que el aqua se ha secado, Con- templas a los otros elefantes, que arafian con las pa- tas la arcilla dura y seca por el sol. Con tus potentes patas delanteras logras cavar varios metros. En el fondo del agujero aparece un charco de aqua ba- rrosa. La absorbes impaciente con la trompa. Des- pués de un buen rato, logras absorber unos cinco [i- tras, cantidad que, en realidad, no es suficiente. La manada sigue adelante. Segtin transcurren los dias, los elefantes viejos se debilitan, No pueden re- frescar sus descomunales cuerpos por falta de agua. Una vieja hembra cae de rodillas y luego se des- ploma. Algunos de los ejemplares mas corpulentos intentan incorporarla encajando los colmillos bajo su cuerpo. No sirve de nada. La vieja hembra toma una gran bocanada de aire y queda inmévil. Llegiis al lecho seco de un arroyo. Los demés ele- fantes aquardan. Aunque no estdis en zona peligrosa, la falta de agua os preocupa. Entonces oyes los retumbantes sonidos de con- tento de los otros elefantes. Rapidamente te haces cargo de la situacién. El cielo se ha encapotado. jPoco después llueve torrencialmente! jLa estacién seca ha terminado! Durante una temporada ta ylos demas miembros de la manada estaréis bien alimen- tados, seguros y dichosos, como corresponde a los Sefiores de la tierra. Pasa a la pagina 103. 98 —Correré el riesgo de permanecer en el templo —replicas. —De acuerdo —dice el monje—. Asi sea Alo largo de dos semanas compartes el arroz, el té y los frutos secos del monje. Todos los dias observas preocupado la montana. El sol brilla en plenitud y los dias se vuelven mas cali- dos, La inmensa carga de nieve pende aiin sobre el templo. Hacia el final de la tercera semana, mientras bebes tu té matinal, oyes un sonido semejante al trueno. Abres de par en par la enorme puerta de madera. jUna montafia de nieve se abalanza sobre ti! En medio del rugido de la avalancha llega a tus oidos la voz del monje: —En tu préxima vida serds el animal mas raro y sa- grado de las montajias: un leopardo de las nieves, ja- més contemplado por ojos humanos. Fin 100 Mientras tirdis del trineo sobre la nieve compacta, notas que la fuerza y la energia fluyen por tu cuerpo. Eres un perro fuerte, en la flor de la vida. Sopla un viento gélido. La respiracién de los perros semeja bocanadas de humo. Aunque en tu hocico y en tu morro se forman carambanos, tu piel es gruesa y abrigada. A mediodia los hombres se detienen a descansar. Los otros perros se inquietan y ta también. Hueles el alimento y te das cuenta de que tienes mucha harn- bre. Los hombres desempaquetan came de foca. Arrojan un trozo a cada perro, el mas grande al quia. El perro jefe prueba un trozo, levanta presuntuosa- mente la cabeza y aparta la mirada mientras devora su racion. ] Este momento es tan oportuno como cualquier otro: te acercas enérgicamente y te apoderas de la carne del perro quia. Tarda unos segundos en com- prender lo que ha ocurrido. Luego arremete, con sus bestiales mandibulas abiertas y mostrando los dien- tes afilados como navajas. Pasa a la pdgina siguiente. 101 Tienes un plan. Apelando a tu mente humana, agarras el trozo de carne, lo balanceas yle das en ple- nos morros al perro guia cuando éste se abalanza so- bre tu cuello. Se detiene desconcertado, dividido en- tre el deseo deapoderarse dela camey el deatacarte. En ese instante te lanzas tu, sujetandolo por el cuello y mordiéndole lo suficiente para aferrarlo, pero sin cortarle la yugular, pues no quieres que los hombres piensen que eres un asesino. Al que no puede hacer nada, el perro gime. Oyes hablar a los hombres a medida que se acercan. Sujetas al perro con més fuerza y lo tumbas de lado. Cae sin fuerzas, pero no estd muerto. ‘Se so- mete a tu autoridad! Cuando lo sueltas, el perro se escabulle. Poco después, los hombres enganchan los perros al trineo. Esta vez ocupas el puesto del jefe. Los hom- bres charlan entusiasmados. Seguramente quedaron impresionados por la forma como venciste al otro can. Estas satisfecho de ti mismo. La préxima vez re- cibirds el trozo de carne mas grande. El problema, piensas, consiste en que sdlo eres un perro. Esa noche estas a punto de dormirte cuandonotas que sé opera en tu cuerpo un gran cambio, tanto es- pacial como temporal. Pasa a la pagina 16 103 El silencio y la oscuridad te rodean. No sientes ni ves nada. Del vacio llega el sonido de tu propia res- Piracién. Te concentras para mantener una respi- racién profunda y regular, y en ese instante una sensacion de serenidad se apodera de ti. Ahora puedes sentir tu cuerpo. Estas sentado con las piemas cruzadas y la columna vertebral recta. Te encuentras nuevamente en el templo y has adop- tado, como el monje, la posicién del loto. A diferen- cia de él, no puedes ponerte en pie. —Has alcanzado un estado de meditacién —afirma el monje. —Todavia no puedo moverme —respondes. —Por supuesto, asi esta bien. ~éBien? {Eso significa que el guardidn me de- jara en libertad? —inquieres intentando ocultar tu agitacién. —Todavia no —replica el monje—. Sin embargo, has aprendido a concentrarte en tu ser. Quizd te re- sulte Util en tu préxima encarnacién. —Pero... —Debes comprender algunas cosas més —te inte- rrumpe el monje—. Tienes que aprender qué es el li- derazgo —estds a punto de protestar, pero el monje tecontiene simplemente mirdndotea los ojos. Aniade con voz suave—: :Prefieres ser jefe de animales o de- jarte quiar por otro animal? Si respondes que guiards a otros animales, pasa a la pagina 105. Si dices que te dejards guiar por otro animal, pasa a la pdgina 19, 104 Mas tarde oyes el sonido que anhelabas: los aulli- dos de los lobos. Trotas hacia ellos. Pero, como avan- zas contra el viento, no percibes su olor,de modo que penetras en un claro ystibitamente tropiezas con seis lobos blancos que te miran amenazadores. Estas a punto de huir para salvar el pellejo, pero uno de los lobos levanta las orejas y olisquea. Los otros lo imitan. Instintivamente haces lo mismo. jEn el aire hay olor a came fresca! Comosi hubieran Teci- bido una sefial, los lobos parten al trotey tui los sigues. El origen de tanta agitacién no est4 muy lejos: jpronto la manada encuentra un enorme oso polar junto a una cria de caribu recién muerta! Os acercais al oso, dais saltos a su alrededor, grufifs y castafie- tedis los dientes. El oso ruge a los lobos, se vuelve y arranca un trozo de carne de su presa. Los lobos se acercan un poco més. Miras impaciente mientras el oso intenta darse un festin y, al mismo tiempo, man- a raya a los lobos. tie ae conclusién de que ésa es tu gran opor- tunidad. Podrias acercarte precipitadamente y mor- derle el flanco al oso, distrayéndolo el tiempo sufi- ciente como para que los lobos se apoderen de la res muerta. En ese caso, indudablemente la manada te aceptaria. ;Merece la pena intentarlo? Si intentas atacar al oso, pasa a la pdgina 111. Si te mantienes al margen prefieres no correr riesgos, pasa a la pagina 84. 105 Estas en lo alto de unacantilado. Un viento arrolla- dor agita tus crines. El sol acaba de ponerse y la luna llena se eleva por encima del borde del cafién. Los equinos que pastorean debajo pertenecen a tu caba. llada. Eres su jefe. un poderoso semental alazan. Hacia el norte ves las nubes que se arremolinan. Alzas la cabeza hacia el viento, Puedes oler la tor- menta que se aproxima, Tu recua esta cada vez més inquieta. De repente un tremendo telampago cruza el valle. Los caballos relinchan salvajemente y echan a correr hacia el este a través del cafién. Aterrorizados, huyen ciegamente rumbo a un barranco escarpado: Tienes que cortarles el paso antes de que lleguen al pre- cipicio! Sin vacilar, cabalgas a un lado del cafién. Las pie- dras vuelan bajo tus cascos mientras te deslizas por la senda escarpada y caracoleante. Al llegar al fondo del cafién, te lanzas al galope. Aunque eres el caballo mis veloz del valle, la caballada te lleva una buena delantera. |Quizis no puedas frenarlos a tiempo! Existe una posibilidad, Si cortas entre la espesura de mezquite, tal vez puedas salvarlos, ya que ése es el camino mas corto hasta el barranco. Sin embargo, en la débil luz crepuscular facilmente podrias torcerte una pata en medio de la maleza enmarafiada. Si acortas camino por la espesura de mezquite. pasa a la pagina 94. Si sigues avanzando por el fondo del canién, Pasa a la pagina 29. 106 Qculto en un frondoso bosquecillo, observas a los simios lampinos. Te fascinan. Tu memoria humana se reaviva. No son monos, sino seres humanos. Los objetos que llevan son cdmaras y estan filmando a los gorilas de lomo plateado. Los otras gorilas han percibido el olor de los seres humanos y se han internado en lo profundo de la selva. Aunque el instinto te aconseja reunirte con ellos, anhelas la compafifa humana. Espias entre los matorrales y ves que una mujer te mira directamente a los ojos mediante unos pris- miaticos. —jNo puedo creerlo! —le comenta a uno de sus companeros— Normalmente suelen pasar meses hasta que se dejan ver. Este, en cambio, parece ama- ble. |Preparad las cAmaras! Como te sientes solo sin la compafiia de los gori- las, decides dar un espectaculo a esa gente. Dejas que te filmen buscando forraje, acicalandote y jugando. Al poco rato empiezas a divertirte. [Te has convertido en un astro! Te gustaria decirles a esas personas que, interiormente, eres uno de ellos. Incluso cuando duermes suefias con volver a ser una persona... Pasa a la pdégina 58. 108 a te llamo «un par de pinzas serradas». toes eso, porque no ae Hes que _ ‘etirada. hambre y, en casos de temor, la ret rstinthernente en la arena para evitar que las olas te {Qué te hizo salir See Ese saliente ro réximo a ia orilla? ‘ ie fue lo que te hizo salir? ;Un bocado? o Comiste un mejillén yun gusano, pero oo oe das esto ni ninguna otra cosa, porque ie sae cangrejo que vive en el presente, el lsenaphl ty mudable, y tampoco sabes por qué te metiste os pido como pudiste bajo el saliente rocoso cuando un ila se lanzé en picado contra ti. ig estds a salvo en el agua profunda, Scag sélo sea ahora, en el presente siempre mudable... Pasa a la pagina &2. 109 Nadas hacia la silueta, balanceando tu enorme cola. Sales a la superficie con un enérgico pataleo, Tus ojos tropiezan con la luz brillante del océano res- plandeciente. La suave brisa acaricia tu cuerpo. La mitad de tu corpachén sobresale del agua y ves el mar en varios kilémetros a la redonda. Te arqueas, golpeando la parte superior de las olas, rompiendo olas enteras y expulsando chorros de espuma en to- = direcciones. nese momento una imagen espantosa queda fija en tu ojo izquierdo: jun barco se dirige hacia ti! De la proa sobresale un poste rodeado de marineros, Los rollos de cuerda estan fijados en tomo un carrete gi- gantesco. De tu difusa memoria —ése trata de tu me- moria como ballena o como ser humano?— surge el recuerdo de que. aunque algunas personas han in- tentado evitar que se asesinara a las ballenas, sobre todo a los ejemplares més raros, la caza no ha ce- sado. A los balleneros no les importa matar a los ani- males de mayor tamafio que habitan el planeta. No comprenden en absoluto la mente de una ballena, tu mente. i\Caramba! Pasa a la pdgina 113. 111 Seguramente eres mds habil que este bruto in- menso y pesado. Mientras el oso arranca carne del caribii, te acercas velozmente y le hincas los dientes en el trasero. Tardas menos de un segundo en soltarlo y prepa- rar las patas para saltar fuera de su alcance, pero en ese instante el oso apoya una garra descomunal so- bre tu cuello. Oyes el crujido de tus huesos y, luego, el silencio definitivo. Fin 112 Estas harto de aquardar a que aparezcan los sal- mones. jPescards algunos a tu manera! Para hacerlo tendrds que esperar a que tu madre deje de vigilarte con tanta atencion. Mas tarde, un oso joven y flaco intenta expulsar a tu madre de su sitio para poder ocuparlo. Ella no esta dispuesta a cederle el sitio. Grufie, se vuelve e intenta sacar al aso joven de en medio. jEs tu oportunidad! Te metes cautelosamente en el rio y trepas a una piedra. Te agachas sobre el agua y hundes la zarpa. Laretiras. pax eralo que haciatu madre? ; Utilizaba las zarpas? jOjala pudieras recordarlo! iVes un salmén inmenso! Te zambulles sin pensar- telo y te encuentras en aguas mucho mds profundas de lo que imaginabas. jLa corriente te arrastra aquas abajo! Las aguas te llevan cada vez mds rapido. No pue- des enderezarte. Cada vez se te hunde mas la cabeza. Te has herido al chocar contra las piedras. En su fre- nética migraci6n rio arriba, los salmones se apinan contra ti, pero no tienes fuerzas ni para atrapar uno solo. ;Dénde esta tu mama? ;Por quéno te quedaste a su lado? Mientras el aqua te arrastra, lamentas no saber nadar mejor... Pasa a la pagina 69. 113 oe ido a Notas un dolor espantoso cuando un arpon de acero penetra en tu cu I Te revuelves con todas tus fuerzas, aii dedndote ysaliendo ala superficie. Ahora los chorros de espuma que expulsas estan tefidos de sangre. Lu- chas por sobrevivir. De pronto quedas abrumado: has recobrado tu conciencia de ser humano. Si anhelas volver al templo, pasa a la pdgina 58, Si sdlo te embargan deseos de venganza y te gustaria ser el animal mds feroz de! planeta, pasa a la pdgina 40. 114 —No, gracias —respondes—. Ya esta bien de ser un animal. Me siento maravillosamente bien siendo de nuevo un ser humano, y asi quiero sequir. —De acuerdo —dice el monje—. No podras encon- trar el camino en medio dela nieve. Te quiaré hasta el pie de la montaria. Vamos, ahora puedes atravesar el umbral sin peligro. Abandonas lentamente el templo. A tu alrededor se elevan las deslumbrantes montafias blancas. To- dos tus sentidos parecen mas aquzados. Nunca te ha- bias sentido tan vivo. Tu mirada se centra en la esta- tua del guardian. Sientes un escalofrio. Respiras hondo y contemplas el enorme rostro de piedra. —j(Date prisa! —grita el monje desde abajo. Miras por ultima vez al quardian y desciendes a sal- tos por la ancha escalinata de piedra. Durante tres dias siques al monje por senderos em- pinados y serpenteantes. Finalmente, justo debajo del limite de las nieves perpetuas, llegas a un mag- nifico valle alfombrado con flores silvestres. Pernoc- tdis en un monasterio donde encuentras a un grupo de viajeros que se ofrecen a guiarte hasta la ciudad de Katmandi. Alli podras tomar un avidn que te llevara de reqreso a tu tierra. Por la majiana te despides del monje y le das las gracias por su amabilidad. E] monje te regala una thanka, una pintura sagrada tibetana. —También te dejaré otro regalo —afiade—, un re- galo del guardian del templo. Aunque no puedes verlo ni tocarlo, te acompafiara toda la vida: es el don de ser amigo de todos los animales. Fin Co epee RCC oats reikY descubres un templo antiguo. Entvas a echar un vistazo. Pe ene rR oes toc ee elas meen terioso monje aparece ante ti. Te comunica que has in een ena iut em Meee crema cces a Aa MU Res ee mime etc aa un animal! PO euie et eee oar pea Su ae ne la pagina 12. Si prefieres ser une criatura terrestre. pasa eek rte ite ag tae ree ae pasa ala pagina 6, |Ten cuidado! Podrias acabar conver eRe MOuat ae ae Reem eee oe ee vieso cachorro Circe mere eels (tee batalla con ima erca! AONE eoece Ue un Rit ee teeters eae omer mT ar Ol Meee Pee em tel ee Ret eo eee Presa h ra aa E ees aa uc etr en tine Moesun Ree Canarsie auras

You might also like