1. INTRODUCCION; EL MUNDO
DELA IDEOLOGIA
Robert ECCLESHALL
‘Alo largo dela historia, y de forma recurrent as ideas se han ido des
pojando de sus ropajs originales para enfentarse a los sistemas sociales
fr es dieron vide La causa de cha secuenciaradica en gran medida x
(he el espinte,e lenguajey todos los strbutos del pensamento exigen ne-
‘Eseriamentepostlados e caretr universal. Incuso las clases dirgents,
(Sav imento Ge defender a ultanza sus inereses particulars, se ven obl-
{gad 4 recalear a imporuncia de ls casas universales de indole celigo- }
Stvmoral ycienifiea Nace e ello Una contradieci6n ene la ideology la if
Tealdad, contadicetn que acta como aciafe en Todo progreso hisrieo, i
alguien que sea su naturale.
Max Horkheimer, Eclipse of Reason (1947), New York, 1974, p. 178,
Se tensa las palabras,
cen sain Ses
orl peso y la trate resblan,
Se desprenden y perecn, se pusten
de impretsin,abandonan st io,
fo se quedan quiets.
‘, S. Flot, «Four Quartets, en Collected Poems 1909-1962, Lon-
‘don, 1963, p. 19k [Cuatro cuartetos, 2° ed, cad. de E. Pujals
(Gesal, Codra, Maid, 1990.)
LAS IDEOLOG[AS EN LA GRAN BRETANA DE HOY
Las ideologfas comparten dos caracteristicas principales: una repre-
sentacién de la sociedad y un programa politico, La imagen ofrece una
sociedad inteligible vista desde un ngulo particular. Para ello se_acen
tan y contrastan distintos aspectos del mundo social a fin de ilustrar
‘c6mo actéa la realidad en todo su conjunto y también cémo se deberia
organizar desde un enfoque ideal. La representacién social eoncreta,
‘configura el nicleo de todas las ideologias. A partir de ella se transmi- *
te un programa de accién, a saber: qué recomendaciones han de hacer-
se para garantizar la debida convergencia entre el ideal y Ia realidad
sociales. Las recomendaciones varian de acuerdo con la imagen espe-
cifica de una sociedad conveniente 0 adecuadamente organizada. En
teaso de que la sociedad ideal y Ia sociedad real se representen de for-
03)14 INTRODUCCION A LAS IDEOLOGIAS POLITICAS
ma mas o menos arménica, tan s6lo habri que hacer ligeros retoques
para preservar, corregir o restablecer el statu quo. Por el contrario,
cuando el ideal y la realidad se configuran bajo aspectos basicamente
incongruentes, las recomendaciones tendrén un cardcter més dréstico,
ineluida la cirugia sin paliativos, a fin de reconstruir el orden politico.
'ASi pues, la ideologia proporciona una perspectiva coherente que per-
mite llegar al conocimiento del mundo social y actuar en consecuencia.
leologias ofrecen interpretaciones conflictivas de la sociedad
. I6gicamente, entran en colisién unas con otras al esgriv
‘desacuerdos politicos sus armas intelectuales respectivas,
ir, los argumentos polémicos que entrechocan los contendientes,
politicos para defender sus principios y la forma de Ilevarlos a Ia pric:
tica. Nada tiene de ins6lito el hecho de contemplar a la sociedad como
‘un campo de batalla continuo entre distintas creencias opuestas. Ci
tando al marxista italiano Antonio Gramsci (1891-1937), las ideolo-
as «crean el terreno donde los hombres actéan, toman conciencia de
Si mismos, luchan»', De hecho, las distintas ideologias pueden condu-
cir en ocasiones ala lucha armada; por ejemplo, en el Ulsier hay gen-
tes dispuestas a matar y a morir en defensa de la sociedad que unos
quieren conservar y otros cambiar,
TIrlanda del Norie es un caso especial ya que los ciudadanos en ge~
neral persiguen la yictoria de sus ideales sin recurrir a la violencia. No
obstante, las sociedades modernas sc enardecen en el fragor de la con-
troversia ideol6gica. En a Gran Bretafia contemporénea abundon y
cocxisten los ideales mas contrapuestos acerca de Ia organizacién més
adecuada de la sociedad, asf como los medios més convenientes para
‘conjugar el ideal con la realidad.
CCONSENSO IDEOLOGICO
No siempre las cosas han discurrido por este cauce, Los lectores
briténicos de hace veinte afios habrfan tachado de anacrénico cual-
quier texto referente a las ideologias politicas: tal vez de interés hist6-
rico para aquellos que se ocuparan de las pasadas disputas, pero total-
‘mente fuera de lugar para los estudiosos de la sociedad de entonces.
En la Gran Bretafia de posguerra los contendientes politicos transita-
ban por terrenos ideoldgicos bastante similares. Desde 1945 hasta fi-
nales de los afios sesenta el desacuerdo entre los objetivos sociales de~
seables y las consecuencias de dichas metas era minimo y pocas eran
las personas dispuestas a sumergirse en las aguas procelosas de la es-
"Antonio Gramsci, Selections from the Prison Notebooks, ed. Quinton Hoare y
Geoifey Nowell Smith, Lawrence and Wishart, London, 1971, p. 377. TE esp. Cua
tdermos de la carcel, Magister Espa, Maid, 1978.)
INTRODUCCION: EL MUNDO DE LA IDEOLOGIA 15
peculacién politica con vistas a un cambio radical del orden estableci-
o, pues la creencia més generalizada era que el pais habia resuelto la
mayoria de los problemas sociales y morales en que se habian sumido
Jas generaciones anteriores. Todo parecfa indicar que la controversia
ideol6gica estaba fuera de lugar.
El consenso de posguerra hunt
rico, tal como se analiza en el préximo capitulo. Dicho consenso era
de cardcter liberal por dos motivos: porque John Maynard Keynes y
William Beveridge, sus principales artilices, eran ambos liberales y
porque en el fondo de su espiritu yacfa el deseo de acrec
tad del individuo (uno de los valores primordiales dé
proporcionando a Jos ciudadanos los recursos necesarios
asus existencias. El optimismo nacfa de la conviecién de que -
. ‘
ea converpenciaideolgcafuvorevia um estilo pragmstico dela po-
npg ipalaget agian remap area
feiedad mis beneticiosa. Las desavenencias poicas se centraban ms
‘bien en tomo a la cuestiGn de cusl era el partido politico que podfa di- )
gh Os la meee sae pouhlo a ecoconaia masiny Stay do be
nestar, y iouutica con ello niveles de vida més altos./A finales de la
Geese bn coco. ol peauic cine Keel Macian onger
vador, atrajo al electorado con la promesa de un paraiso de’cardcter
consumista, Por otra parte, a principio de los sesenta, Harold Wilson
aseguré el triunfo en las elecciones, para el Partido Laborista, basén-
dose en un programa de «modemizacién> teenolégica encaminado a
‘conseguir una mayor eficacia de la economia mixta de mercados{Los;
trelitosickogloas Mice depleson pal eben ne la ics
cia administrativa de un sistema socioeconémico que no admit,
one :
G Bees percat og 0sartiegen ela conversa Hiocgicensce6 doa
meee mealies Algae eens aoctioere
INTRODUCCION: EL MUNDO DE LA IDEOLOGIA 7
Polls, n los Bstados Unidos sobre todo, proclamaron «el in de ls
Sdeologias» en Gran Bret, asf come en hts sociedades mis svanzas
das de Occdent’ Par tales autores, a ieoloa era un Soncope pe
Yorativo que sgnifcaba una forma de polticeinadecuade y sonst.
Sora la gente propazaba sus creencas con fervor doccoate Bl
tasismo y ef comunismo, que florecicron enc een shone dea
recesidn eoondmicay de alto nivel de desempleo de entepacir: eo
consideraron como manifestaciones gemelas de fervor ldeclogien De
suerte que, pars ellos, la police de carter ideologico persnocta a
un mundo ys caduco, donde imporaban una perspective dsorsonsda
Yuna pasonesdesfasadas. Per, ahora, esa tape tencbross pes
éfa abo al recuerdo, La capcidad dela economia capitalise
cada para generar ei desarrollo y e!plano empleo, pata cae,
tengo de una pea esplendordsa ena que Mexetan it etabised
Boliica y el declveideologicn. La moderaciony tolerance haben
desbancido a los extremism: in confontacion \eologics xe falta
terulto en un compromise pragmaco; el choqus ene wees
tadictorios habia cedido el paso a una discasioncieada Gene ne
tun marco consessuado de los principales veloresy pric pies,
Mientras algunos comentarstasdctectaban en el undo do psgue-
tel trunfo dela azn y de ia ciencia sobre los dogmas y arageag,
tei, Ios cxticos radicals senslabun la presencia omnizsent do
una soa ideoogia En su opinion, la ansencta de contre oa
ra un indiio no tao defn dels ideologies cus
dk una ideologtsopresor al srvefo dele i
Giales dominantes, cuesion gue Herbert Marcuse rt
mente en! home unidimensional (1968), done acusaba expecta
mente los Estos Unidos porsfacaso en propicar satay
debate sobre a forma de orgtnizar la sociedad Jl modo ms abenee
do. Segin Marcuse, las class tabajadoras de los pases oelocay
bablan perdido elms mimo interés por rebeare cons as see
tras del captalismo. Perfectamensineprades on a soviedad eke:
lista y en las comodidades materiales ue esa ls proporcionaie >
contemplaban ya ninguna perspctiva de opcion Sosa se wing
satsfechas en medio de a sbundanciaconsumnista Perel capaions
de os bienes de consumo no era ningun susttute del sosilagne ae
aus induce ala pete a contetase con ls fous necesidade eta
oii, la posesion de benes'y la compencia,ahogande ae be
+ Daniel ell (¢d) The End of Ideology: On the Exhaustion of Political Ideas in the
Fics, Free Press, New York, 1962; Mostafa Reji (ed), Decline of ldcologe®: Aho,
‘ge, New Yurh, 1971; Chaim I. Waxman (ed) The End of Ideology Debate, Pink fe
‘Weagnalls, New York, 1968
2 Herbert Marcuse, One Dimensional Man, Abacus, London, 1972. (Ed. esp El
hombre unidimensional, 2* ed, Ariel, Barcelona, 1987]18 INTRODUCCION A LAS IDEOLOGIAS POLITICAS
tencial humano para la creatividad y el mutuo enriquecimiento. Sin
«embargo, el comiin de las gentes eran olvidadizas en cuanto ala opre-
sidn que pendia sobre ellas. Se habfan convertido en «robots satisfe-
chos» y consideraban la sociedad actual como la ideal: Ia tiniea forma
posible o deseable de organizacion social.
En esta sociedad cerrada, donde todo cambio radical quedaba auto-
Inéticamente excluido de las posibles expectativas, habia una sola cla-
se dominante que representaba una ideologia teenocritica: la ideologta
lie Ia clase dominante porque servia alos intereses de Ins elites benefi-
Giarias del consumismo; y era una ideologia tecnocritica porque fo-
fnentaba la creencia de que todas las necesidades humanas podrian sa-
fisfacerse mediante la aplicacién tecnoldgica de la ciencia para la
produceién abundante de bienes de consumo, De suerte que la prospe-
Fidad posbélica no habia acabado con Ia ideologia: nieamente habia
desaparecido el conflicto ideolégico. Lo cierto.es que de hecho s6lo se
contemplaba una Uniea-y-oranipresente perspectiva ideol6gica, une
hhegemonta ideoldgica (ulilizaremos el término acufiado por Gramsci
Y que hoy es de actualidad) segin la cual las victimas de la-opresion
‘apitalista comparten con sus opresores un concepto muy’ parecido.
El cuadro desolado, descrito por Marcuse, de una sociedad unidi-
a que los grupos dominantes ejercen su autoridad in-
¢ un agudo contraste con las proclamas optimistas
rade las luces en la que la armonia social y politica se-
ia la nota dominante, Con todo, preciso es decir que estos dos con-
cepios posbélicos tenfan su origen en el enfriamiento de la controver-
sia basica y ambos resultaron ser prematuros en sus conelusiones
referentes al acta de defuncién del conflicto ideol6gico, ya que a fina-
les de los aiios sesenta el consenso alcanzado en las décadas preceden-
tes hacia agua por muchos puntos
[RESURGIMIENTO IDEOLOGICO
En principio dicho consenso fue contestado en la década de los se-
senta por una parte de los principales beneficiarios del desarrollo eco-
némico y de las grandes oportunidades en el campo educativo, a s2-
ber: los jévenes burgueses. Tanto en los Estados Unidos como en
Europa los estudiantes protestaban por Ia participacién norteamerica:
nna en la guerra del Vietnam a la vez que buscaban la consecucién de
luna democracia més profunda dentro de las jerarquizadas estructuras
universitarias. Estas manifestaciones de rebeidia, de carscter espectti-
co, eran sintomaticas de un descontento mucho més extendido con
respecto a los valores y expectativas sociales, Bl consumo de marius-
nna vino a simbolizar €l acceso de los hippies, y de la juventud de las
clases medias en general, al mundo de la contracultura, es decir, a un
INTRODUCCION: EL MUNDO DE LA IDEOLOGIA 19
estilo de vida altemativo que tenfa su propia moda y su misica propia.
El resultado fue una revolucin de cardcter romntico contra los valo-
res pragmiticos y tecnocraticos de la sociedad industrial avanzada
Por vez primera, al consumismo se le oponia una imagen de la socie-
dad frontalmente distinta: el cuadro de una existencia mas sensibiliza-
day gratficante para el ser humano, una sociedad en la cual las gentes
podrian desarrollar «al completo» todo el abanico potencial de sus
personalidades. Dicho cuadro se inspiraba en una ideologia libertaria,
Ja «Nueva Izquierda>, variante del socialismo.
La nueva izquierda exacerbaba al maximo sus apelaciones en pro
de la disidencia contracultural, asegurando que el «Gran Rechazo» po-
tenciarfa todas las necesidades humanas que el capitalismo consumis-
ta habia suprimido, Se proclamaba que la juventud se desentendia de
quella sociedad corrupta para apuntarse a una existencia liberada que
incorporaba valores tales como la espontancidad y Ia solidaridad que
Ja cultura imperante haba suprimido, Los j6venes rebeldes volvian la
espalda a la abundancia y se mofaban de aquella sociedad y de la ima-
¢gen de su potencial frusirado; vislumbraban una comunidad socialista
dentro de los limites de aquella frégil sociedad. Formaban, pues, una
vyanguardia cuya misién consistfa en explorar urrterritorio social €
ideol6gicamente virgen que algtin dfa ocuparia toda la poblacién
Durante un breve periodo de tiempo, concretamente el afio 1968, en
4que el conficto social lleg6 a su punto culminante, parecfa posible un
cambio revolucionario. En los Estados Unidos, y en menor medida en
Gran Bretafia, el activismo estudiantil provocé ta crisis de dutoridad
bastante seria, y en Francia origind una huelga general que llev6 a la
sociedad al borde del colapso. Pero, una vez. pasado el momento cr
co, aquellos j6venes rebeldes, fruto de Ia prosperidad, fueron reabsor!
bbidos en la cultura que habian rechazado. Con todo, el movimiento de
protesta resquebrajé 1a ideologia.hegeménica de la sociedad moderna
‘que Marcuse habia considerado inexpugnable, y su estela habria de
traer consigo un renacimiento del debate sobre la-naturaleza de la so-
ciedad més conveniente.
Un resultado inmediato y perdurable de la revuelta social de-los
aiios sesenta fueron los movimientos para liberar a los grupos oprimi-
ddos por causa de su sexualidad. Los cédigos morales tradicionales se
vieron socavados en sus cimientos debido al énfasis que la contracul-
tura ponfa en la liberacién personal. Se querfan sentar las bases de un
espacio cultural donde las personas pudieran ser auténticas 0, dicho
con sus palabras, «obrar de acuerdo consigo mismas», libres de la coac-
cién del conformismo social. De modo especial el ataque a las pautas
convencionales de la conducta sexual alento a la gente a explorar las
posibilidades de autorrealizarse traspasando los limites de los papeles
sociales comiinmente aceptados. En este clima de inquietud cultural20 INTRODUCCION A LAS IDEOLOGIAS POLITICAS
mujeres abandonaron sus fregaderos y los homosexuales sus cu-
biculos, hicieron frente a los estereotipos sexuales.
‘Los movimientos de liberacién de la inujer y de los homosexvales
‘comprendian diversas corrientes ideoldgicas. No contamos con un
analisis riguroso sobre los origenes sociales de la represién sexual, ni |
tampoco hay un programa politico tendente a lograr su liberacién, No |
‘obstante, tres son las cuestiones sobre las que parece haber una base
de acuerdo: en primer lugar, due la feminidad y la masculinidad no
son categorias-fijas meramente biol6gicas, sino Conceptos socialmente
elaborados que canalizan la conducta humana dentro de ciertas pautas;
en segundo lugat que, como se des,
are en Eapttulo sobre el conservadurismo (cap. 3), fue, acufiada
car aenjamin Disraeli, que fuera primer ministo del partido for ent
ilo 2x, & partir de Tos flecos sueltos de una doctrina anterior: =¥-pe-
aereiismo benefactor, es decir, la creencia de que las clases pri
findas deberfan proteger alos menos pudientes. Esta tradicidn oct pet,
Bia stan Tory» tiene hoy dfa sus representantes en el ala del Partido
ee sSrrador asociada con los grandes terratenientes: sir lan Gilmour,
sone Plan y otros «palticios>. Los fories de «una nacién> normal”
erate alaban la resolucion posbélica como via media entre el capita,
raat del laissez-faire y el socialismo revolucionario, ¥ arguyen que c]
CEpitalsm planificadoincorpora el altuismo tradicional de Tos tories
Jaque contribuye a paar la pobreza y et desempleo.
‘BiSe su punto de vista, la «Nueva Derecha> ha roto con el espiriny
‘del nténtice conservadurismo: su reivindieacién del capitalism sin
. Bean Fay, Social Theory
‘and Pollcal Practice, George Allen nd Unvin, Londoo, 1975, ofrece un andiss i
teresane sobre el contenido ideolgico del eonocimiento socal. Erich Fromm, The
Fear of Freedom, 1982 (ccnp, Routledge & Kegan Paul, London, 1960) [el es.
miedo aa libertd, 13: ed, Pas, Buenos Aies, 1989], combina las reflexiones psi-
Coldgicasy socolépias en un intenco de explica el poder de caption de Tas mass
fue tienen lav ideologias autritarias como el fascismo. Tal vez gea la introdueciOn
mds lieida al aspecto prossitsa dela ideologies.
En este capitulo se ha mencionado varias veces & Gramsci debido a la claridad que
pons sobre este ema, Sus Selections from ih Prison Notebooks, ed. Quinton Hoary
Geotfey Nowell Smith, Lawrence and Wishan, London, 1971 [ed esp. Cuadernos de
la crcel, MagisterioExpancl, Macid, 1978}, cs muy dificil, s bien la vaiosa intro
decién a lv obra es sumamente iil. Una breve intoduccién a su vida y a su pensa-
mmiento se la debemes a James Jol, Gramsci, Fontana, London, 1977. El estudio mis
‘completo ese de J Femia, Gramsei's Poiical Thought, Oxford University Press, Ox-
ford, 1981. También es una buena obra, especialmente por lo que se refire al concepto
‘de hegemonia, Car Boggs, Gramsc's Marxism, Pluto, London, 1976. Y, ademas, Ro-
er Simon, Gramse's Poltcal Thought: An Inroduction, Lawrence and Wishart,
Condon, 1982
2. LIBERALISMO
Roper ECCLESHALL
1 objetivo [de iberaismo} es crear una nacién, peo ro una naeién de
rabsjadoresobedentes, x bien Watodos con afsblidad,y dependientes de
li clase ea y minortara,teedora unica de las venaja y el distrute de
If ida eivlizaar nf tampoco de un proltariadoinsrumenaizado,conto-
Jado, a que un grupo de dctadores o de buréertas,actuando en nombre
a1 Estado, le proporcione eirtas comodiades de tipo estndar, sino una
facién de hombres y mujeres libres, dignos de confianra respetuases con
Tele y confiadas en st masmes, libres de la atenazaoraopreson de ia ser
vidonbre de la pobreza y (hast donde los hombres sean eapaces de lograr
Jo) de Ia tirana de las circunsaneias: hombres de cuerpossanos y mente
espievta y dseplinada; que tengan acceso a una igualéad de oporunics-
‘des atniica para ren To mejor de sus facultades yen el maximo grado,
‘proves propio yen el dest comunidad, y de ele la forma de vida
mas acorde con sus apludes: que verdaderarente parcipen en la respon
‘Sbiidad de regi a drecign de sus inteeses comunes ¥ las condiciones
‘de su propi-videy desu abajo: y os qe separation las horas de des
‘anso necesarias para una vida piena y para poder gozar de ls eneanos de
Tanaturalza, ln Mert lasts,
The Liberal Way: A Survey of Liberal Policy.’London 1934
p. 221-222,
En el presente capitule el liberalismo se presenta como una ideolo-
gia mas integrada de lo que muchos comentaristas académicos reco-
cen, y tiamente més de lo qu ls propios liberals proclaman
Un reproche que suele hacerse a los liberales es que se co
florituras retéricas a falta de una precisién ideoldgica.
profesan un gran amor por la libertad y abanderan st
uier ocasion que se presente. Ahora bien, en si mismo el
Gon Ja Ubertad individual no indica ni uns petepeotiva jdcolopica TEN
+0sa, ni-un programa ideol6gico nitidamente definido. La mayoria de
los conservadores y de los socialists, y también los liberales,sitdan la
libertad en el primer puesto del catalogo de sus valores politicos y,
como se indica en el capitulo que sirve de «lntroduccién>, el desa-
cuerdo entre la amplitud y el tipo de actividad gubernativa que se re-
Quieren para garantizar y fortalecer la libertad personal, es més que
notable. A lo largo de los tres tltimos siglos, los liberales han ofreci-
do diversas versiones, aparentemente contradictorias, acerca de la co-
recta relacién entre el individuo y el gobierno. En la historia del li-
beralismo hay un buen muestrario de desperdicios para cualquiera
an