Gray - Liberalismo

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CONCEPTOs POLiTICOS ‘Nueva Imagen pone al alcance del piiblico en general, y en Particular‘de maestros y estudiantes universitarios, la edi- ci6n mexicana de la célebre coleccién Conceptos Politicos, dela Open University Press de Inglaterra, en la cual los més Prestigiosos, académicos internacionales presentan, con notable profundidad y fluidez, el recorrido historico, la im- ortancia y las distintas teorias en tomo a los.conceptos politicos que conforman nuestro presente y futuro: demo- racia, Estado, libertad, buirocracia, socialism, ideologta, eteétera, John Gray Liberalismo NUEVA IMAGEN ‘Talo crs Zeal Pimeraediinco ngléc 1966, Ope Univeral Fess Primers ediinen expt: 1992 Nowra lmage BIBLIOTECA CENTRAS TN AM ‘Traducir Mara Tees de Mach ‘Tpopali UREatree (Cudidoedtori: Arete de Alt, Angin Alvarez © Janay eens por ace co Open Usveit Min Kec agers, oe (© Baia Pin SA SCV, bj eaode Newtlaagen Rennes 160 Ca Sn ut Tice teeoomsen De Te 56.929 9569695 Laprectaceny pein enconjaty de a ipa deLberalomo ma propead Sed, eine came peal rrotucsi parc tal dea cts por ules od distin nlc pn nara ISBN seps5asis1 Iimpreoca Mic Printed Metco Esta obra se termin6 de imprimir en el mes de septiembre de 1992 ‘2m ls talleres de National Print, S, A. San Andrés Atoto nim. 12 Naucalpan de Jusrez, Edo, de México Se traron 2 000 ejomplares mis sobrantes para reposicién f{NDICE Prefacio y agradecimientos Introducei6n: La unidad de la tradicién liberal PRIMERA PARTE: HISTORIA I. Antecedentes premodernos del liberalismo I. Elliberalistio en el periodo moderno ‘temprano IIL, Elliberalisma y la Mustracién: Contribiiciones francesa, norteamiericana y escocesa IV. Laeraliberal ~ V, Elresurgimiento del liberalismo clésico- SEGUNDA PARTE: FILOSOF{A V1. En busca de funidamentos VII. Laidea de libertad VIL. Libertad individual, propiedad privada y economia de mercado IX, ElEstado liberal X. Elataque al liberalismo Conclusin: El futuro del iberalismo Bibliografia {indice analitico Indice onoméstico 7 sas 81 99 107 123 137 149 155 159 im 10 7 z JOHN GRAY ‘mera parte del libro, Asimismo, agradezco a Neera Badh- war las pliticas que sostuvimos acerca de los temas centrales del mismo y sus comentarios sobre los pri capitulos. Pl A pesar del anterior reconocimiento, hago mencién del acostumbrado deslinde: la responsabilidad de este libro si- ue siendo s6lo mia, JOHNGRAY Jesus College, Oxford INTRODUCCION:- LA UNIDAD DE LA TRADICION LIBERAL “A pesar de que los historiadores han descubierto elementos de la perspectiva liberal én cl mundo antiguo, y més parti- ccularmente en la Grecia y la Roma clésicas, estos elemen- tos, més que ser componentes del movimiento liberal modemno, forman parte de li prehistoria del liberalismo. ~ Como corriente politica y tradicién intelectual, como un ‘movimiento identificable en pensamiento y préctica, el li peralismo no es anterior al siglo XVIE"De hecho, el epiteto “liberal” aplicado a un movimiento politico no se usa sino _ hasta el siglo XIX, cuando en 1812 lo adopta el partido espa- fiol de los liberales. Antes de esa fechap el sistema de pensamiento del liberalismo clésico habia surgido, ante to- do, en el périodo dela Tlustracién escocesa, cuando Adam ‘Smith se refirié al "plan liberal de igualdad, libertad y justi- cia’, pero el término "liberal" segufa funcionando bésica- ‘mente como un derivado de liberalidad, la virtud clésica de Ja humanidad: generosidad y apertura de menté;Para-una i6n_ correcta del liberalismo es esencial un dis- i liticas_y culturalés definidas y de sus 1 La raz6n de ello es que, ‘mientras quelel liberalismo no tiene una esencia o naturale- za y. permanente, sf presenta una serie de\rasgos distintivos que dan prueba de su modernidad y, al mismo tiempo, lo diferencian de otras tradiciones intelectuales ‘modernas y de sus movimientos politicos asociados. Todos ‘estos rasgos Son s6lo plenamente inteligibles en la perspec- u 12 JOHN GRAY tiva hist6rica que proporcionan las diversas crisis de la mo- demnidad: la disoluci6in det orden feudal en Europa en los siglés XVI y XVII, los acontecimientos en tomo de las revo- Juciones francesa y norteamericana en la itima década del siglo Xvi, el surgimiento de los movimientos socialistas y democriticos durante la segunda mitad del siglo XIX y Ia ‘casi desaparici6n de la sociedad liberal por los gobiernos {otalitarios de nuestros tiempos, De esta manera, los rasgos distintivos que marcaron en sus principios la concepcién ti- beral del hombre y la’ sociedad en la Inglaterra del siglo XVII se han visto alterados y han adquirido nuevas formas —sin cambiar al grado de no reconocerse—, a medida que Ias sociedades individualistas que dieron vida a las ideas li- berales han ido enfrentando diversos y renovados retos; \Existe una concepcién definida ‘del hombre y la Socie- dad, Seer ae Susi ee ca ene _ de esta concepcisn?iEs indiuidualisiaen cuanto a que afir= ma la primacfa moral de la persona frente a los reclamos de" ‘Giialquier colectividad social; es igual Fe a todos los hombres el mismo estatus moral y niega la _ aplicabidi fal, de dife- Tencias en, el _valor-moral_ entre Tos seres humanos; es “aniversalisia, ya que afirma la unidad moral de la especie _, —‘humama'y concede una importancia secundaria a Tas asocig- clones iStdrcas capeciios yas Tamas cataosre “mettrtea; por sr creetctr en br COTERISTIGad y las ptt y las posibi—_ acuerdo politicolEs esti concepcién del hombre y la socie- ‘que da al liberalismo una identidad definida que trasciende su vasta Variedad interna y complejidad. Sin du- da,esta concepcién liberal tiene fuentes distintas, e incluso contrapuestas, en la cultura europea; y ha sido revestida de INTRODUCCION 13 diversas formas hist6ricas concretas. Algo de ella procede del estoicismo y del cristianismo, se ha inspirado en el es- icismo y en una certeza fideista de revelacién divina, y ha exaltado ct poder de la raz6n aun cuando, en otros con- texios, haya buscado apagar los reclamos de la misma. La tradici6n liberal ha buscado una validaci6n o justificacién en muy diversas filosofias. Las afirmaciones politicas y morales liberales se han fundamentado en teorias de los de- rechos naturales del hombre con la misma frecuencia con la ‘que han sido defendidas invocando alguna teorfa utilitaria de Ia conducta, y han buscado el apoyo tanto de la ciencia ‘como dea religién, Por Gltimo, al igual que cualquiera otra corriente de opinién, el liberalismo ha adquirido un sabor diferente en cada una de las diversas culturas nacionales en Tas que ha,tenido una vida persistente. A lo largo de su his- toria, el liberalismo francés ha sido notablemente diferente del liberalismo'en Inglaterra; el liberalismo alemdn ha en- frentado siempre’ problemas. Gnicos, y el liberalismo norteamericano, aunque en deuda con las formas de pensa- miento y prictica inglesas y francesas, muy pronto adquirié rasgos propios por completo nuevos. En ocasiones, el histo- tiador de ideas y movimientos quiz4 tenga la impresién de que no existe un solo liberalismo, sino muchos, vinculados entre s{s6lo por un lejano aire de familia. ‘No obstante Ta rica diversidad que el liberalismo ofrece' a la investigacién hist6rica, serfa un error suponer que las miltiples variedsdes de liberalismo no pueden ser entendi- das como variantes de un reducido conjunto de temas precisos.(EI liberalismo constituye una tradiciGn Gniica, no dos 0 més tradiciones ni un sindrome difuso de ideas, justa- | mente en virtud de los cuatro elementos antés mencionados ue integran la concepcién liberal del hombre y la so dad, Estos elementos han sido objeto de’refinamiento y 14 JOHN GRAY redefinicién, sus relaciones se han visto reordenadas, y su contenido se ha enriquecido en las diversas fases de la his- toria de la tradici6n liberal y en una amplia variedad de conitextos culiurales y nacionales en los que con frecuencia ‘han recibido una interpretaciOn muy especificaPese a su variabilidad historica, el liberalismo sigue teniendo una perspectiva integral, cuyos componentes principales no son Aificiles de especificar, y no constituye s6lo una débil aso- ciacién de movimientos y perspectivas entre las cuales puedan detectarse algunos parecidos'de familia. Unica- mente asf resulta posible identificar a John Locke y Emmanuel Kant, John Stuart Mill y Herbert Spencer, J. M. ‘Keynes yF. A. Hayek, y John Rawls y Robert Nozick como representantes de ramas separadas de un mismo linaje) El cardcter del liberalismo como una tradicién Gnica, su iden- tidad como una concepcién persistente, aunque variable, del hombre y la sociedad son vélidos aun cuando, como:se sugeriré-més adelante, el liberalismo haya estado sujeto.a ‘una importante ruptura,)cuando en los escritos de John ‘Stuart Mill el liberalismo clésico abrié las puertas al libera- ismo moderno o revisionista de nuestros tiempos. Primera parte HISTORIA ma JOHN GRAY Jos romanos y los judios, una fe individualista. Su concen- tracién en la salvaci6n del individuo y su afirmacién del fin inminente de todas las cosas, alent6 ur relajamiento de las disgiplinas morales de las viejas religiones y condujo a una intensificaci6n del espfritu individualista expresado en mu- chas de. las filosofias y religiones del"periodo romano tardio. Sin embargo, de manera similar al individualismo de los estoicos y los epictireos, e} de los primeros cristianos fue antipolitico més que protoliberal. Tampoco tuvo, ni se percibié asi, ninguna implicacién definitiva para el orden politico. Una vez emancipado dé sus origenes judaicos, el | cristianismo se convirtié en una religidn universal, doctri- nalmente comprometida con una creencia en la igualdad original de todas las almas. Pero era una doctrina compati- ble con una gran variedad de arreglos politicos. Por todas estas razones, la herencia moral del cristianis- mo para los periodos medieval y moderno tempranv fue + compleja y aun contradictoria. Si bien el cristianismo puso fin, de hecho, a la antigua tradicién de libertad de indaga- cién y de tolerancia religiosa, al mismo tiempo nos transmitié la visién universalista ¢ individualista que en- contramos en varios de los movimientos religiosos y filoséficos del periodo tomano tardio. Al preservar estos logros dela Roma imperial, el.cristianismo pas6 a la mo- dernidad en una forma que contiene auténticoé elementos ropios, como una de las piezas principales que intervinie- ronen la formacién de la tra in liberal. II. EL LIBERALISMO EN EL PERIODO MODERNO TEMPRANO Enel siglo Xvi encontramos las primeras exposiciones sis- temiticas de la visién individualista modema de Ia cual emerge la tradici6n liberal. En Inglaterra, ‘Thomas Hobbes (1588-1679) plantea un individualismo intransigente cuya modernidad consumada marca una brecha decisiva Tespec- to de la filosofia social que legaron Platén y Aristételes y. que perduré hasta:la cristiandad medieval. En sus linea- mientos generales, el pensamiento de Hobbes es bastante ‘conocido. A partir de un estado de la naturaleza hipotético, por el cual nadie puede evitar encontrarse én pugna con los dem4s, Hobbes deriva el artificio de la asociacién ci ‘mo condici6n de paz asegurada por la autoridad ilimitada de un:poder soberano coércitivo. Los postulados de Hobbes acerca de la condicién humana —su aseveracién de que ca- da hombregctiia siempre en funcién de su propio beneficio, su creencia de que los hombres tienden por fuerza a evitar 1a muerte violenta como el mayor de Ids males, y su insis- tencia en que la mayoria de las cosas buenas en la vida son inherentemente escasas—, lo llevan a rechazar en forma contundente las nociones clésicas del bien o fin supremo de Ja vida humana, asi como el lugar que habfa ocupado en la filosofia social la concepcién clésica del summum bonum. ‘Concibe los acuerdos politicos como Ios artificios por los | cuales el hombre consigue un remedio parcial para los ma- | Hes naturales que le toca'sufrir, y no tanto como aquellos) ue proporcionan las condiciones necesarias para la virtud! Y ¢1florecimiento-humanos. La sociedad civil, tal como la “Barantiza la autoridad soberana, es un espacio en el que ca- 25 26 JOHN GRAY da hombre puede ejercer su incansable bésqueda de pre- ‘eminencia respecto de los demés, sin que por ello se desate tuna guerra desastrosa de todos contra todos. La moderni- dad radical del individualismo de Hobbes se exhibe sin ambigiedades en su repudio de las ideas clésicas acerca del fin natural ola causa final de la existencia humana. Hobbes remplaza la concepcién aristotélica del bienestar humano como un estado de autorrealizacién o de florecimiento, por ladenuncia de que, por naturaleza y circunstancias, el hom~ bre se encuentra inevitablemente condenado a una biisqueda incesante de los objetos siempre cambiantes de ‘sus deseos, Todos estos rasgos del pensamiento de Hobbes son muestras conocidas de su modemidad. Menos conocidas, aunque destacadas por los estudiosos més connotados de Hobbes, son sus afinidades con el liberalisino, Por supues~ to, su cercania com el liberalisinv estiba, cn parte, en su intransigente individualismo. Sin embargo, también se en- cuentra en su afirmacién de una libertad igual para todos Jos hombres en su estado natural y en su'firme rechazo del derecho a la autoridad politica por razones puramente here- ditarias. Leo Strauss plantea el caso de Hobbes como el principal progenitor del liberalismo de la siguiente manera Si, entonces, la ley natural debe deducirse del deseo de au- topreservacién; si, en otras palabras, el deseo de autopreservaciOn es la rafz de toda justicia y moralidad, el ‘echo moral fundamental no ¢s un deber, sino un derecho; todos los deberes se derivan del derecho fundamental ¢ inalienable a la autopreservaci6n. Asf entonces, no hay deberes absolutos o incondici®nales; los deberes obligan sélo en a medida en que su desempefio no pone en peligro muestra autopreservaci6a. Sélo el derecho a la gutopreser- LLIBERALISMO EN EL PERIODO MODERNO TEMPRANO 27 vaci6n es incondicional y absoluto. La ley de la naturale 1a, que formula los deberes naturales del hombre, no es una Jey propiamente hablando. Dado que el hecho funda- ‘mental y absoluto es un derecho y moun deber, las funciones, tanto como los Ifmites de ls sociedad civil de- ben ser definidos en términos del derecho natural del hombre y no en términos de sus deberes naturales. El Es- tado tiene la funcién no de producir o fomentar una Vi vvirtuosa, sino de salvaguardar el derecho natural de cada ‘uno. El poder del Estado encuentra su limite absoluto en ese derecho natural, no en ningiin otro hecho moral. Sipo- demos llamar liberalismo a esa doctrina politica que ve los derechos, en oposicién a los deberes, como el hecho politico fundamental del hombre, y que identifica la fun- ci6n del Estado com la proteccién y salvaguarda de dichos derechos, debemos entonces decir que el fundador del li- beralismo fue Hobbes* Michael Oakeshott ofrece una caracterizacién andloga de Hobbes al observar, en su profundo comentario sobre el Leviathan, que Hobbes expresa una moralidad dela indivi- dualidad con mayor espiritu liberal que muchos liberales declarados.’ Por dltimo, la interpretacién marxista de su pensamiento, ofrecida por C.B. MacPherson, reconoce en Hobbes al primer y més distinguido vocero del individua- lismomodemo.”” Ena Europa continental encontramos otro precursor de Hiberalismo en Spinoza (1632-1677), quien de hecho se * Leo Strauss, “On the Spirit of Hobbes Political Philosophy", en K. C. Brows, comp: Hobbes Studies. Oxford, Basil Blackwell, 19, p13. “Michael Oakeshott, Hobbes on Civil Association. Oxford, Basil Blackwell, 1975.» 63, 1°°C.B Macpherson, The Political Theory of Possesive Individualism, OX- ford, Clarendon Pres, 1962. : 28 JOHN GRAY acerca mas que Hobbes a la tradiciéa liberal. Spinoza com- partid muchos. de los supuestos de Hobbes acerca det hombre y la sociedad; adjudicé a todos los seres humanos’ (asf como a todas las cosas en la naturaleza) una abrumado- ra inclinaci6n a la autopreservaci6n, e insistié en que Ia” sociedad humans fuera analizada y comprendida en térmi- nos de la interaccién de esos agentes que necesariamente trabajan en favor de cada uno. Al igual que Hobbes, Spino- za buscé una nueva visién del hombre y la. sociedad, entendiendo la vida social en términos que no confirieran a los seres humanos una libertad negada al resto de las cosas naturales, y, junto con Hobbes, considers el poder y los de- rechos naturales como los dos términos mutuamente defini- torios de su teorfa politica. Ambos fueron modemistas inequivocos que rechazaron, por confuso 0 no pertinente para su propésito comin, el heredado vocabularié'de,no- ciones morales y politicas de'las tradiciones aristotélica y cristiana dominantes. ‘A pesar de todas estas similitudes, los dos pensadores di- vergen en puntos cruciales. Para Hobbes, la paz es condi- cién necesaria para todos los seres humanos, y la ‘funcién gubernaniental consiste Gnicamente en asegurarla. La li- ” bertad, silencio de la ley, es s6lo la acci6n irrestricta en pos de los deseos del individuo, y es garantizada en la sociedad civil s6lo en la medida en que la paz no se vea amenazada. Zin el pensamiento de Spitioza, sin embargo, la paz y la li- bertad se-conciben como’ condiciones una de la otra. La ‘unin social es condicién para que los hombres desarrollien sus capacidades en libertad, y la funcién del gobierno es proteger la libertad tanto como mantener la paz. En Spino- za, en contraste con Hobbes, la libertad del individuo no es ‘un valor negativo, mera ausencia de obstéculos para la satisfaccién de deseos, sino el fin supremo de cada indivi- [BLLIBERALISMO EN EL PERIODO MODERNO TEMPRANO = 29 duo, dado que los seres humanos buscan persistir en él ser, no s6lo para evitar la muerte, sino para reafirmarse en el mundo como jos individuos que son. ‘De modo que cada ser humano busca disfrutar el ejerci- * cio de sus propios poderes.cn-libertad,-ye-que-sdlo_asi afirma su individualidad distintiva: La mejor organizacién. politica para tal efecto no es, como lo propone Hobbes, cl gobierno autoritario, sino una democracia en la que se ga- ranticen las libertades de pensamiento, expresién y asocia- cin, todas ellas liberales. Tan individualista como Hobbes, y tan lejano a las tradiciones clésicas de la filosofia politica occidental, Spinoza se encuentra més cerca de-riosotros y del liberalismo a la colocar la libertad.en el corazén de su pensamicnio politico. Stuart Hampshire expresa esto atina- damente cuando dice que Spinoza se encuentia de este lado dela barrera de la inodernidad, y que debe ser confromtado con Aristételes. Para Aristbteles, 1a esclavitud no era‘un mal, ni mucho menos el més importani ones de libertad y libe- racién np se encontrarén en el centro de la étiea y Ia filosofia de Arist6teles. Aqui no bay eabida para la suge- rencia de que los hombres supuestamente libres se encuentran en un estado de servidumbre en razén de su ig- xnomancia y emociones irrelexivas, y que ademés tendrfan que ser liberados por la conversinfilos6fica, Ia cual re- Vertiria muchas de sus crcencias basadas en et sentido ‘comin, El ejercicio de los-Poderes cruciales de It mente, de la inteligencia real y de los buenos sentimientos no se representa como la liberaciGn.de un estado natural en el ue dichas facultades se encuentran bloqueadas y no dis ponibles. Naturaleza y libertad no se oponen. De manera similar, en el pensamiento politico de Arist6teles no hay Jugar para la libertad individual de elecci6n, como vn va- >» Las ni 30 JOHN GRAY Tor social de] mismo nivel que I justicia; tampoco para el respeto porla independencia o para la accin paralela con respeto a los deberes y las obligaciones."* Spinoza se encuentra més cercana del liberalismo que, Hobbes al percibir la libertad del individuo como wn valor intrinseco —como un ingrediente necesario para una vida mejor y como una condicién indispensable para una vida plena. A pesar de esto, Spinoza no es un liberal. Ni 61 ni_ Hobbes respaldaron la perspectiva meliorista del liberalis- mo:_a creencia de que el quehacer humano esté sujetoa una superaci6n indefinida en un futuro abierto. Sin duda, cada uno de ellos supuso que sus reflexiones eran suficientes, de aplicarse adecuadamente, para aligerar la carga humana, pero para ambos el horizonte de superacién se encontraba ‘ensombrecido por los pérmanentes impediments de la ex- istencia humana. Mientras que para Hobbes siempre seria posible que la sociedad civil retrocediera @ una condicién natural de bérbara y belicosa, para Spinoza et hombre libre siempre seria algo extraiio; 1a mayoria de los seres huma- nos y la mayor parte de las sociedades estarfan siempre regidas por Ia pasién y a ilusi6n, més que por la raz6n. Para ‘ambos, la ignorancia y la esclavitud son parte de la condi- cién natural del hombre, y la lucidez’y la libertad son las excepciones en la vida de la especie. Més que liberales, son precursores del liberalismo porque no compartieron la fe i= beral (0 la ilusi6n) de que la libertad y la raz6n pueden Megara convertirse en la regla entre los hombres. Hobbes y Spinoza pertenecen asf a la prebistoria del li- Deralismo, y en ellos apreciamos, tanto como en otros: ‘casos, que el surgimiento del movimiento liberal como fe- 4 Swart Hampshire, Two Theories of Morality, Oxford, Oxford University Press p56. [EL LIBERALISMO EN EL PERIODO MODERNO TEMPRANO. 31 némeno claramente identificable, ‘abarca una variedad de complejas influencias. Hacia finales del periodo medieval, Jos jesuitas espafioles de la Escuela de Salamanca anticipa- ron algunos de los temas de los libérales clasicos de la Tiustracién escocesa al-argumentar que, no obstante las condiciones prevalecientes en el pasado, el precio justo de ‘cualquier bien de consumo era el précio del mercado. En gran parte, sin embargo, esta contribucién, al igual que la de varios nominalistas medievales tardfos, pronto se perdi6 y ejercié poca influencia en la tradicién intelectual liberal, aun cuando figure como contexto en muchos de los escritos de Locke. La principal contribucién del periodo medieval no fue en el Ambito de la teorfa, més bien se trata de una ccontribuci6n heredada de las tradiciones précticas del go- bierno descentralizado y de la ley imparcial, eclipsadas en Ja Europa continental por el surgimiento de la temprana monarquia absolutista moderna. La disolucién del feudalis~ ‘mo como sistema social significé, én gran medida, la pérdida de estas tradiciones, si bien en Inglaterra perdura= ron durante su revolucién y fueron objeto de interpretaci6n yaplicacién individualistas. Esenel periodo de predominio de los whig, en los deba- tes durante la guerra civil-inglesa y, sobre todo, en el Segundo tratado de gobierno de Locke,” cuando los ele- mentos centrales de la visi6n liberal cristalizaron, por Primera vez, en una tradici6n intelectual coherente expre- sada en un poderoso movimiento politico, si bien con frecuencia dividido y coaflictivo. En el nivel dela préctica, €l liberalismo inglés de esta época incorporé una sélic PYoposicién de un gobierno parlamentario, regido por la Iey,en oposicién al absolutismo monérquico, aunado al én- «,,'Véaselaedicin de Peter Laset dea obrade John Locke, Two Treatises of "Goverment, Cambridge, Cambridge University Press, 1967 32 JOHN GRAY fasis en la libertad-de-asociacién y la propiedad privada, Fueron estos aspectos de la experiencia politica inglesa so- bie los que Locke teorizé y en los que encarné sti ‘concepci6n de-sociedad civil: la sociedad de los hombres li- bies, jguales bajo el gobierno de la ley, reunidos sin un propésito comtin, pero que comparten el respeto por los de- rechos de los demés. La sociedad civil sobre la que Locke teorizé no era un desarrollo reciente dentro de la experien- cia ingles, Tal como Alan Macfarlane lo ha mibstrado en su obra Origenes del individualismo ingiés,” la sociedad in- ‘glesa 6ra ya individiialista en sus tradiciones legales, en sus eyes referentes a la propiedad, en su vida familiar y cultura moral varios siglos antes de'la guerra civil. Fue sobre la ba- se de varios cientos de’ afios de desarrollo, social y econémico de un modelo individualista, como Locke’ y otros tedricos de la causa whig desarrollaron su concepcién. de la asociacién civil bajo un gobiemo limitado. El pensamiento de Locke da cabida a una serie de temas que confierén al liberalismo inglés un carécter distintivo, el ‘cual persiste hasta Ios tiempos de John Stuart Mill. En pri- ‘mer lugar, se encuentra firmemente asentado efi el contexto_ del teismo cristiano. La doctrina de Locke sobre los dere- chos naturales es-completamenté’ inteligible s6lo.en él contexto de su concepcién de una ley natural que sea la ex- presién de la naturaleza divina, tal como John Dunn lo ha mostrado en su brillante estudio." Los derechos naturales en Locke encierran las condiciones necesarias para prote- ger y_preservar nuestras vidas, guiados por las leyes naturales que nos ha dado Dios. A la sombra de esias leyes, % alan Macfarlane, The Origins of English Individualism: The family pro- pert end social traniton. Camnbidge, Cambriige University Press, 1978, 1 ohn Duan, The Political Thought of Joka Locke. Cambridge, Cambridge ‘University Press, 1969, ‘< [BL LIBERALISMO EN EL PERIODO MODERNO TEMPRANO 33 tenemos derecho a la libertad y a la adquisicién de propie- dades en las cuales nadie puede interferir, aunque; dade que seguimos siendo propiedad de Dios, no podemos alienar nuestra libertad completa e irreversiblemente, como en el caso de un contrato de esclavitud, y no se nos permite alie- nar nuestras vidas mediante el suicidio, Como criaturas de Dios, podemos adquirir ilimitados derechos sobre la natu raleza” y sobre los objetos que nosotros mismos hemos ‘manufacturado, pero gozamos y ejercemos nuestra libertad s610 bajo las leyes dictadas por Dios. Este conjunto de jdeas, en las que los derechos de propiedad liberales se legi- timan en el contexto del teismo cristiano, seguir siendo caracteristico del liberalismo en Inglaterra a lo largo de los {res siglos siguientes a la publicacién de los principales es- critos politicos de Locke. El pensamiento de Locke saca a la luz.un tema ausente o negado'en el pensamiento de Hobbes y Spinoza: el tema de Jos vinculos entre e] derecho a la propiedad personal y Ia li- bertad individual, En Locke se presenta lo que es inexisten- te en los escritores individualistas anteriores: una clara percepcién de que la independencia personal presupone una propiedad privada protegida con seguridad bajo el go- bierno de la ley. Después de Locke, la idea de que una sociedad civil requiere de la amplia difusién de la propie- dad personal se convierte en un tema central del trabajo liberal, y bajo esta perspectiva encamna la mds grande con- tribucién de Locke al liberalismo. Su teoria del conoci- miento puede ser insostenible y dificilmente congruente ‘con su exposicién de la fundacién de la ley natural en el or- denamiento divino, su teoria detallada de la. propiedad 5 al respecte, véanse los originales estos de James Tully, Discourse of Property: John Locke and his Adverseries. Neeva York, Cambridge University Press, 1980, 34 . JOHN GRAY puede resultar oscura y controvertida"* y asociarse con una ‘teorfa del valor conferido por el trabajo del hombre, Io cual se’convertirfa, dentro de la teorizacién. liberal tardia, en fuente de debilidad. Pero su proposici6n de que la libertad_ se reduce a nada en ausencia de derechos s6lidos sobre la_ propiedad privada imprimié un sello permanente en el pen- samiento politico y dio al liberalismo inglés uno-de sus__ rasgos definitorios. En contraste con Hobbes y Spinoza, Locke es un liberal en virtud del relativo optimismo que permea su pensamien- to. A diferencia de Hobbes, Locke imaginé ¢l estado. de naturaleza como una condicién social en la cual los hom- bres son, por lo general, pacificos y de buena voluntad, y gufan su conducta por su conocimiento de los requisitos de Ja ley natural. Los hombres establecen una autoridad sobe- rana, no porque sin ella pudieran aprovecharse uno del otro, ‘sino porque en el estado de naturaleza uo ¢s convenicnte que sean jueces de s{ mismos, La debilidad que genera al gobierno civil, segin Locke, es menos radical que en el ca- so de Hobbes. Es simplemente una falta de imparcialidad. Més atin, al pasar del estado de naturaleza ald condicién ci- vil, los hombres s6lo pierden la libertad de castigarse a sf mismos ante las violaciones de sus derechos naturales. Lo ‘inico que hace el gobierno por ellos es proteger los dere~ chos que ya posefan antes. Asf, la visién de Locke del hombre natural es mucho menos pesimista que la de los in- dividualistas preliberales. Si no'se manifest6 partidario de ninguna doctrina progresista, tal como la que propagé la Tlustracién francesa, Locke sin embargo pertenece a la tra: dicién liberal al no ver ningtin obstéculo inherente en el establecimiento permanente de una sociedad libre. Sin du- "6 Véase Tully, Op. cit EL LIBERALISMO ENELPERIODO MODERNOTEMPRANO 35 da vislumbr6 las luchas, en su propia sociedad, en contra de Ja monarquia absolutista como ejemplo de un movimiento ‘contrario a un régimen arbitrario, demandado por la ley na- tural y la sociedad civil como un fin que todos los hombre podian alcanzar. El movimiento popular en contra del absolutismo mo- nirquico. en la Inglaterra del siglo XVII tuvo diversos ingredientes peculiares, y algunos de ellos influyeron en la evolucién posterior del liberalismo inglés. Uno de éstos fue el mito de la antigua constitucién, leyes y tradiciones de la Inglaterra libre antes de quedar sometida pcr la Conquista normanda, mito invocado por muchos aintimondrquicos y pparlamentarios. Entre los Jevellers, Lilburn habla de: ~-el mds grande agravio,y el opresivo cautiverio de Ingla- terra desde el yugo normando, es el llamado derecho ‘consuetudinario, Carta Magna que no es mis que algo ruin, abundante en marcas de una servidumbre intolera- ble, ylas leyes que desde entonces ha hechoel Parlamento hhan actuatlo de forma que nuestro gobierno se ha vuelto mis opresivo e intolerable. Laleyenda de la libertad anglosajona tuvo una larga vida entre los reformistas y los radicales ingleses, de tal forma _ que cuando en 1780 se propuso la instituci6n de una Socie- dad para la Informacién Constitucional, uno de sus objetivos era la conservacién de documentos de."Ios ant {uos usos y costumbres" de la "venerable Constitucién'", transmitidos.a nosotros desde nuestros ancestros anglosajo- 1¢s, Por otfa parte, tal como W. H. Greenleaflo ha sefialado en su Orden, empirismo y politica, J. Cartwright al atacar ¢n 1806 la formacién de una armada, alabé "el ‘sagrado li- bro de la Constitucidn, redactado en lengua sajona y en 36 JOHN GRAY estilo sajén". Por dltimo, en su reciente estudio, Tradicién politica en Gran Bretafa, Greenleaf destaca: "Cuando en la crisis de 1848 se escribié en The Economist ‘Gracias a Dios somos sajones”, era este conjunto de virtudes c ideas politi cas las que se invocaban; de manera similar en 1855 la Asociacién para la Reforma Administrativa us6 en su pro- paganda la doctrina de la antigua Constituci6n."” Asi, la idea de una antigua Constitucién continué inspirando pro- yyectos para una reforma radical de tipo liberal, incluso hasta mediados del siglo Xrx. El segundo ingrediente de importancia en el liberalismo inglés del siglo XVI fue la fundamental relacién entre Tas doctrinas del derecho natural y las radicales interpretacio- nes protestantes de las Escrituras. Thomas Edwards, el constitucionalista presbiteriano, escribi6: ‘Todos los hombres son por naturaleza hijos de Adén, y de 41 han derivado wna propiedad satura, los derechos y Ia libertad... Por nacimiento todos los hombres son igual- ‘mente propensos a gustar de la propiedad, la libertad y los derechos; y asf como Dios nos ha enviado a este mundo ‘valiéndose de Ia naturaleza, cada uno con libertad y pro- piedad innatas, naturales, asf hemos de vivir todos en igualdad y de manera similar, para disfrutar cada quién su derecho por nacimiento y privilegio. Ruggiero asever6 programéticamente que el "iusnatura- lismo (1eorfa de la ley natural) es una clase de protestantis- mo legal"."* Es claro que en la Inglaterra del siglo Xvi se 17 W. H. Greenleaf, Order, Empiricism and Politics: Two traditions of Em sh police hough, 1500-1700, Wexgor Coun, Creeowood Pes 196, p 255; WH. Grenlea, The Bish Pouca Tradition, 0.2, The ideological heritage. Londres, Motes 1963, p. 22. "*G, de Ruggiero, The History of European Liberalism. Oxford, Oxtord Uni- veosiy Pres 1977, 9.24 ELLIBERALISMO EN EL PERIODO MODERNO TEMPRANO 37 habia fraguado un vinculo entre el liberalismo politico y el disentimiento religioso, que incluso perduré hasta el siglo XX. Existe un importante contraste en este aspecto entre el desarrollo del liberalismo en Inglaterra y el que se dio en Francia. En este filtimo, y en paises catdlicos coma Tialia y Espafia, el liberalismo_presenté siempre una tendencia an- ticlerical y una forma de libre pensamiento més pronuncia- das que en Inglaterra; en dichos paises el disentimiento religioso no se asociaba con demandas de tolerancia reli- josa."° Las doctrinas del pensador protestante francés Calvino (1509-1564) produjeron en Ginebra una de las so- ciedades més represivas de que se tenga memoria. Por otra parte, las doctrinas protestantes de Lutero (1483-1564) tu- vieron en Alemania una implicacién politica autoritaria, no liberal. En Bohemia, es cierto, las ensefianzas de Jan Hus (1369-1415) sostuvieron la ilegitimidad del recurso a 14 av- toridad papal y eclesiéstica en asuntos de conciencia, un ‘tema que Hus aborda parcialmente bajo la influencia del re- formista religioso inglés John Wyclyf (1320-1384). En general, es justo decir que la demands de tolerancia religio- 4a fue, en la mayor parte de Europa, una consecuencia de la Iucha politica entre las iglesias protestante y catblica, y s6lo fn Inglaterra llegé a establecerse firmemente, durante va- tos sigios, la conexién entre inconformidad reli libertades liberales. 1 al especto, véase Ruggiero, Op. cit, pp. 385-406. Ill. EL LIBERALISMO Y LA ILUSTRACION: CONTRIBUCIONES FRANCESA , NORTEAMERICANA Y ESCOCESA A lolargo de la segunda mitad del siglo Xu, Ia historia del liberalismo en Europa continental y la difusién de la Tlus- tracién deben ser vistas como aspectos de una misma corriente de pensamiento y préctica. No ocurrié asi en In- glaterra, donde la victoria de las fuerzas parlamentarias en Ja Revolucién de 1688 inauguré un largo periodo de estabi- lidad social y politica en un orden individualista bajo la égida de la nobleza whig. En Francia, el liberalismo surgi6 yse desarroll6 en contra de un pasado de priicticas feudales ¢ instituciones absolulistas para-las-que existe muy poca analogia en la experiencia inglesa. A pesar de todos los in- tentos de los Estuardo para instaurar una monarquia absolutista de corte continental, 1s viejas tradiciones ingle- sas inhibicron la construccién en Inglaterra de algo que pudiera semejarel orden social y politico del ancien régime francés. Més atin tal como ya se observ, la fuerza politica de la Iglesia cat6lica en Francia, como en cualquier otra parte de Europa, confirié al liberalismo francés, desde un principio, un carécter distintivo al asociarlo con el pensa- miento libre y el anticlericalismo, més que con la | inconformidad religiosa. Dados sus antecedentes en el or- den preindividualista social y politico, el liberalismo francés tuvo desde sus inicios un entorno menos propicio— que en Inglaterra para desarrollarse, y esto se reflej6 en la fendencia de los liberales franceses a invocar la experiencia + inglesa, comparéndola con su propio pasado menos indivi- dualista. De acuerdo con esto, el movimiento liberat 39 40 JOHN GRAY francés en sus etapas tempranas fue acusadamente angl6fi- lo, y gran parte de su critica al poder arbitrario en tiempos del ancien réginie dependié de una interpretacién (no siem- pre precisa desde el punto de vista hist6rico) del desarrollo. continental inglés. Asf, en su obra maestra Elesptritu de las leyes (1748), Montesquieu se sirvié de su comprensién, un tanto imperfecta, de la Constitucién inglesa para presentar- Ja como poscedora de un sistema de contrapesos y de separacién de poderes, en cuya virtud la libertad de los indi- vviduos quedaba garantizada, Si bien no compartié muchos de sus excesos, Charles ‘Louis de Secondat, barén de Montesquieu (1689-1755), es ‘una figura representativa de la Tustracién francesa. Ade- més de describir una forma de gobierno constitucional regulado por la ley, y de defenderlo en contra de ‘cualquier clase de deepotismo y de tiran‘a, Montesquien,en Flesptri- tu de las leyes, propugné y ejemplificé un enfoque natura- lista para el estudio de la vida social y politica, en el que ‘enfatizaba a influencia que tienen en las instituciones so- ciales y en el comportamiento, las condiciones geogréficas y climaticas y otros factores naturales. De manera inconsis- tente e incierta, el trabajo de Montesquieu muestra el compromiso con una ciencia de la sociedad, compartido por todos los pensadores de la Tlustracién, desde Condorcet hasta David Hume. En este contexto, es importante distin- guir el movimiento que denominamos Ilustracién de una corriente de pensamiento previa en Francia, y en muchos sentidos més profunda: la del humanismo escéptico de los libertins érudits, que se desarrolla en Francia a principios del siglo XVI. Estos escépticos fueron los descendientes de os nuevos pirronianos del siglo XVI, los cuales redescu- brieron el escepticismo de los antiguos fil6sofos griegos Pirtén y si discipulo Sexto Empitieo. Quiz los més nota- EL LIBERALISMO Y LA ILUSTRACION 41 bles pirronianos fueron Michel de Montaigne y Pierre Cha- _ tron, aunque no debe pasarse, por alto al gran escéptico Pierre Bayle quien, con su monumental Diccionario histé- rico y erttico (1740), contribuyé al proyecto de la Thustra- cién de una enciclopedia del conocimiento universal. A pesar del espiritu que los animé, los libertins érudits escép- ticos no podrian haber estado mAs alejados de los philosop- hes de la Ilustracién. Al igual que estos iiltimos, los cescépticos de los siglos XVIy XVII se opusieron a la supers- ticién y al fanatismo y fueron exponentes de la tolerancia en asuntos de creencias y conciencia; no obstante, dada su deudarcon los escépticos y sofistas griegos, y en especial con Sexto Empfrico, no crefan en una ciencia de la naturale- zahumana y la sociedad. Tampoco compartieron la fe en él progreso que inspiraba a muchos de los philosophes, espe- cialmente a Diderot (1713-1784) y a Condorcet (1743- 1794). Ante todo, su desconfianza de naturaleza es- céptica respécto de la raz6n humana condujo a los pirronianos ala humildad, més que a la incredulidad, en lo que'se refiere a los misterios y dogmas de la religiOn revelada; asf, reco- mendaron la sumisin a la Iglesia en los asuntos del otro mundo, y dejaron abiertas las puertas a la fe, siempre y cuando su expresi6n estuviera libre de intolerancia. En contraste, los philosophes del siglo XVIII albergaron extravagantes esperanzas en la raz6n humana. Estas se re- sumen memorablemente en la Historia del progreso humano (1794) de Condorcet. Al escribir este libro, en tono irénico, Condoréet se escondfa del terrorrevolucionario; en, 4lexpone la doctrina meliorista del liberalismo en su forma més pura intransigente, como una doctrina de perfectibili- dad humana. El supuesto que encierra es que nada en la naturaleza humana o en las circunstancias humanas podré- evitar la concrecién de una sociedad en la que se eliminen 42 JOHN GRAY ‘todos los males naturales y en la que sean abolidas las eter- nas Jocuras humanas: guerras, tiranfa, intolerancia. Esta doctrina perfectibilista Hega incluso a rechazar las ideas clésicas de perfeccién por ser excesivamente estéticas; en lugar de ‘ello, asévera que la vida humana se encuentra abierta a la superacién indefinida, sin limites reconocibles, | dentro de un futuro abierto, Esta visiGn de perfectibilidad no s6lo es una'concepcién de la naturaleza humana como ajena a cualquier falla trégica, sino también como una filo- sofia de la historia. Entre los griegos y los romanos, considera, el aprendizaje y las letras florecieron, y la éticay la politica estuvieron sujetas a un cuestionamientobasado ena raz6n; pero la Ilegada del cristianismo obstruy6 la ten- dencia natural al progreso e imicié una era oscura de ignorancia y esclavitud de la mente y el cuerpo. William Godwin, casi contemporsneo de Condorcet, en su Justicia politica (1798) argumenté en favor de la autoperfectibili- dad del género humano, mediante el ejercicio de la raz6n, sefialando que las expectativas de superacién no son una esperanza, sino una fe; fundamenta su argumento en Ia afir- macién de una ley del progreso, cuyo mecanismo puede retardarse w obstruirse, pero nunca evitarse. En estos libera- les de la Tlustracién, el compromiso liberal de reforma y ‘superacién se vuelve una tcodicea, parte de una religién hu- manitaria y adquiere el carcter de necesidad. Tal como Condorcet lo expresa con ironia desintencionada: 4¥ c6morha sido calculada en forma tan admirable esta vi- si6n de la rzza humana, emancipada de todas sus cadenas, liberada igualmente del dominio de la suerte, asf como del de los enemigos de su progreso, avanzando con paso fir- me y certero por el camino de Ia verdad para consolar a] « filésofo que se lamenta por los errores, los actos flagran- EL LIBERALISMO Y LA ILUSTRACION 43 tes de injusticia, los crfmenes con Tos que la tierra se en- cuentra atin contaminada? Es la contemplacién de este rospecto la que lo recompensa en todos sus esfuerzos por apoyar el progreso de la raz6n y el establecimiento de la libertad. Se atreve a mirar estos esfuerzos como una parte dela eterna cadena del destino de la humanidad:.° Definitivamente ‘no todos los philosophes franceses ccoincidieron en seftalar el carfcter apodictico del progreso. Uno de los més destacados, Voltaire, cercano a Hume en su cexpectativa de que los periodos de avance y superaciGn se verfan sucedidos, en el curso natural dé las cosas, por perio~ dos de regresién y barbarie, escribi6 en Candido(1759) una sétira inolvidable sobre la creencia optimista (expuesta por Leibniz) de que este es cl mejor de los mundos posibles, Por otra parte, los filésofos escoceses, si bien compartieron el proyecto de los philosophes dé una ciencia de la naturaleza humana y la sociedad, ninguno de ellos respald6 la posibili- dad del progreso indefinidoe inevitable. En Francia misma, la interpretacién de la historia como ley del progreso fue objeto de erfticas devastadoras por parte del més formida- ble oponente dela Hustracién, J.J. Rousseau, quien parad6- jicamente sostuvo una versi6n de la tesis de la perfectibili- dad del hombre, Sin embargo," no fueron las criticas de Rousseau las que debilitaron a la Mustraci6n, sino la expe- riencia misma de la Revolucién francesa, en la que muchas de las ideas de los philosophes, y de hecho de su critico Rousseau, al parecer estuvieron sujetas a una decisiva auto- critica, * Marqués de Condoteet, The History of Human Progress libro 10, revisado por Nicholas Capaldi, The Enlightenment: The Proper Study of Mankind. Nueva ‘York, G. P.Putnam’s Sons, 196, p.312. 44 JOHN GRAY. ‘Asi como en Inglaterra dicha tesis condujo, a través de los escritos de Edmund Burke, al desarrollo de una forma de conservadurismo en la que los valores liberales se pre- servaron, al tiempo que las esperanzas liberales se enmen- daron, en Francia s¢ origin6 una prolific literatura, con un cclaro mensaje de desengaio y de autoeritica liberal. Por el lado constructivo, esta tesis gener un programa de garan- tias, desarrollado en el siglo XVI durante los afios treinta y cuarenta por un grupo conocido como los "doctrinarios", los cuales, guiados por F.P. G. Guizot, tenfan una fuerte in- fluencia de otro liberal angléfilo, Benjamin Constant, “Dicho programa fue tanto una reaccién de los pensadores liberales ante las experiencias de la Revoluci6n francesa de 1789, como un gentuino intento de purificar la experiencia constitucional de Inglaterra y convertirla en una doctrina de libertad politica y civil. Acogida con entusiasmo en Inglate- 17a por pensadores como Charles James Fox, asf como por muchos en América y en Francia misma, la Revolucién francesa muy pronto defraudé las esperanzas liberales de democracia y exacerbé los temores a la soberania popular. En Inglaterra, como ya se sefalé, indujo a Edmund Burke, un influyente whig que habia defendido las proclamas sepa- ratistas de los colonos norteamericanos, a sentar los fundamentos te6ricos de! conservadurismo inglés en sus Reflexiones sobre la Revolucién francesa (1790). En Fran- cia, el terror revolucionario condujo a. los principales pensadores liberales a reconsiderar el optimismo y el racio- nalismo de la Tlustraci6n y, en particular, a repudiar la teorfa totalitaria de Ia democracia como el vehiculo de una voluntad general que J.J. Rousseau habia avisorado en sus escritos. De hecho, el critico més profundo de la teorfa de la de- mocracia de Rousseau fue el te6rico que inspiré el EL LIBERALISMO Y LA ILUSTRACION 45 movimiento de garantias, Benjamin Constant. En su estu- dio titulado Antigua y moderna libertad (1819), Constant Gesarrolla con gran fuerza y claridad una distincién crucial entre la libertad, vista como una esfera garantizada de inde- pendencia personal, y la libertad visia como el derecho de ‘tomar parte en el gobierno. Afirma, ademés, que el concep- fo modero de libertad es equivalente a independencia personal, mientras que el antiguo concepto de libertad fa, libertad que Rousseau traté de revivir segin Constant—es la libre participacin en la toma de decisiones colectivas. {Qué es este concepto de libertad moderna para Constant, y cémo lo contrasta cori el antiguo concepto de libertad? Este pensador establece as{su distincién: © La libertad es el derecho de cada hombre de atenemse ini- ccamente a la ley, el derecho de no ser arrestado, juzgado, sentenciado a muerte o molestado en forma alguna por el capricho de uno o mfs individuos. Bs el derecho de cada uno de expresar sus propia opiniones, de dedicarse a sus propios asuntos, de ir y venir, de asociarse con otros. Es, por iltimo, el derecho de cada uno de influir en la admi- nistracién del Estado, ya sea designando a todos o a algunos de sus funcionarios, o bien, prestando asesoria o planteando sus demandas y peticiones, las cuales las auto- ridades estén obligadas en mayor 0 menor grado a tomar encuenta ‘Compsremos esta libertad con Ia de los antiguos. Aquélla consistia en el ejercicio colectivo, pero directo, de muchos privilegios de soberania, reflexién sobre el bien comin, la guerra y a paz, la votaciénacerca de las le- Yes, la dictaminaci6n de juicios, la revisi6n de cuentas, etcétera; pero mientras que los antiguos vefan en esioJa integracion de su libertad, sostenian que todo cllo era 46 JOHN GRAY compatible con|a sujeci6n del individuoal poder dela co- runidad... Entre los antiguos e individuo, soberano en Jos asuntos piblicos, era un esclavo en cualquier relacién privada, Entre los modernos, por el contrario, el indivi- uo, independiente en su vida privada, es, aun en los estados més libres, un soberano s6lo en apariencia, Suso- beranfa est restringids, y casi suspendida, y siuna y otra vezlaejercta, lo hace slo para renunciara ella. ‘Ya se ha sefialado que; interpretada literalmente, la agu- ~ da dicotomia de Constant no es hist6ricamente defendible. Su significado principat es el papel que juéga en el pensa- miento de Constant y en las actividades de los garantistas a los que inspir6, al esclarecer el hecho de importancia cen- tral para todos los liberales clisicos, de que la libertad individual y la democracia poptlar mantienen una relacién contingente, pero no necesaria. En su conocida obra Demo~ cracia en América (1835), y en uti contexto teérico mucho més amplio, Alexis de Tocqueville expresa las mismas re- seryas acerca de la democracia popular. La preocupacién. de Tocqueville én ese trabajo difiere de la de Constant en ‘que est4 mucho menos angustiado por los peligros de la de- ‘mocracia totalitaria, tal como se expres6 con el terror revolucionario, de lo que le preocupa la amenaza que repre senta para el individualismo un gobierno: democrético de las masas. Tocqueville no discute jams la inevitabilidad de la democracia, pero se preocupa (al igual que J. S. Mill, quien tuvo una gran influencia de su trabajo) por prevenir el peligro que entrafia la democracia como una tiranfa de Tas, mayorias, Junto con Constant, Tocqueville dio al liberalis- 2 Beajamin Constant, “Liberty Ancient and Modem’, ciao a G de Rag: ier, The History of Exropean Liberalm. Oxford, Oxford University Press 1972, pp. 167-168. BLLIBERALISMO ¥ LA ILUSTRACION 47 mo francés postevolucionario su toque distintivo de indivi- dualismo intransigente y de apasionado pesimismo acérca el futuro de la libertad. En lo que se refiere a Francia, y ala mayor parte de Europa, el pesimismo de los grandes libera- Tes franceses estaba justificado, ya que-a partir de la segunda mitad del siglo X1x el movimiento libéral se vio desplazado por el movimiento socialista como expresién de una politica progrésista. En sis lineamientos generales, la contribucién nortea- mericana clisica a la tradici6n liberal estuvo mucho menos’ influida por las concepciones de Ta Tlustracién que la fran- cesa, si bien se encuentran piesentes algunas otros elemen- tos (incluyendo la influencia de la filosofia escocesa). A vveces se ha sostenido que el liberalisino en el mundo de ha~ bia inglesa tuvo diferentes fuentes, siguié un curso distinto ¢ incluso constituy6 una tradicién divergente y separada de Ja que surgi6 y prevalecio en Francia. En su mayor parte, ‘esta afirmacién de que el liberalismo del mundo francéfono y angl6fono abarca dos tradiciones opuestas es la de que, ‘mientras que el liberalismo inglés se concebia a sf mismo como el fundador de a afirmacién de libertad basada en tuna apelaci6n a los derechos antiguos y a los precedentes hist6ricos, el liberalismo francés comprende un llamado fundamental a principios abstractos de los derechos natura: les. Respecto.del caso inglés, ya se ha observado que los padres de! liberalismo del siglo Xvitecurren no s6lo al mi- 4o hist6rico de la antigua Constituciéa, sino también al derecho natural basado en la autoridad de las Escrituras. La interpretaci6n del liberalismo como un movimiento conte- nido en dos tradiciones divergentes cuenta con més apoyo enel caso norteamericano, en donde la apélaci6n a los dere- chos naturales fue desde un principio prominente. Tal | como D. G. Ritchie destaca: "Cuando Lafayette: ‘envié, por 48 JOHN GRAY conducto de Thomas Paine, la Ilave de la destruida Bastilla 4 George Washington, estaba confesando, con un simbolo pintoresco, la deuda de Francia con América.” En efecto, la Declaraci6n de Independencia de 1776 habia sancionado la rebelién de los colonos norteamericanos en contra del ‘gobierno briténico al hacer explicita la referencia.a "los de- rechos naturales ¢ inalienables" de los cuales habian sido privados. Mis atin, la Constitucién de Virginia de 1776 in- fluy6 en los revolucionarios franceses, al_invocar el ‘derecho incuestionable, inalienable e inexcusable” de las personas de reformar, alterar o abolir gobiernas injustos, haciendo un llamado al principio abstracto, més que @ un precedente hist6rico. ‘Asf, no parece justificado el ejemplo norteamericano pa~ ra derivar una interpretacién que represente al liberalismo. ‘angléfono como un movimiento esencialmente en defensa dc las antiguas libertades, y al movimiento francés como una especulacién abstracta. Sin duda, la milenaria historia de autocracia en Francia hizo de la apelacin a la antigua li bertad algo atin menos plausible que en Inglaterra, lo que tampoco significa que los postulados liberales no estuvie- ran apoyados por un andlisis hist6rico y social (como el que hicieron Montesquieu y otros) que descartara la apelacién a los derechos naturales. Tanto el movimiento liberal. "in~ ‘glés" como el "francés" emplearon andlisis.hisi6ricos que recurrian paralelamente al principio abstracto y al derecho natural. Enel caso norteamericano, sin duda, los rebeldes consti: tucionalistas adoptaron una gran variedad de puntos de vista. Esta variedad se refleja en los Documentos federalis- tas, que tienen posiciones que van desde el radicalismo de Jefferson, hasta Ja. moderacién de Madison y el torismo 22D, G. Ritchie Natural Right. Londres, Allen & Unwin, 1894, p.3 [BL LIBERALISMO Y LA ILUSTRACION 49 norteamericano de Hamilton, La contribuci6n liberal nor- teamericana al liberalismo clésico no es, por esta razén, menos compleja que la francesa o Ja inglesa. No obstante, se mantiene como una tradicién integral, nica, ya que los liberales constitucionalistas norteamericanos, al igual que Jos whig ingleses y los garantistas franceses, buscaron esta- blecer "un gobierno de leyes, no de hombres", segiin Ins palabras de la DeclaraciGn de Derechos que precedi a la Constitucién de Massachusetts de 1780. Es esta aspiraciGn, més que ninguna otra, la que confiere al liberalismo clésico una identidad y un earcter en virtud de los cuales trascien- desu diversidad interna, y es la misma aspiracién la que da erpo'a todos 10s escritos de los Documentos federalistas. Debe destacarse aqu{ que, mientras que los constituciona-. listas norteamericanos tenfan mucho en comin conta Tlustracién francesa, no compartieron con los philosophes su animadversién hacia el cristianismo. La Constitucién norteamericana, tal como surgié de la Guerra de Inde- pendencia, es una declaracién auténticamente.“lockeana", en cuanto a que su proclama del derecho a la vida, la liber- tad y la biisqueda de la felicidad se basa en una ley natural concebida por Dios. En forma ms general, el espfritu de Jos Documentos federalistases muy diferente del de la Ilus- tracién francesa, en la medida en que los escritos federalistas estin permeados por un sentido de ta imper-- feccién humana que anima todas sus propuestas constitu- cionales. En este énfasis en la imperfectibilidad humana, Jos constitucionalistas norteamericanos coinciden con los pensadores de la Hustracién escocesa, cuyos escritos, en es- pecial los de Adam Smith, ejercieron gran influenciaen los primeros. Es‘en los'escritos de los fildsofos sociales y los econo- mistas politicos de la Mustracién escocesa donde en- so” JOHN GRAY contramos la primera enunciacién universal y sistemética de los principios y furidamentos del liberalismo. Entre los franceses, asf como entre los norteamericanos, el pensa- miento liberal estuvo ligado, en cada momento, con una respuesta a una crisis particular de orden politico. Noes que el pensamiento de los filésofos escoceses no estuviera con- dicionado por el contexto hist6rico en el que ellos mismos seencontraban, sino que més bien buscaron, como quizé no lo hicieron consistentemente los liberales franceses y nor- teamericanos, fundamentar sus principios liberales en un entendimiento global del desarrollo social y-humano y en una teorfa de la estructura social y econémica cuyos térmi- nos tuvieran el estatus de leyes naturales, y no meramente de generalizaciones hist6ricas. Esta aspiraci6n escocesa a una ciencia de la sociedad en la que los ideales liberales re- cibieran fundamento, a partir de una teorfa de la naturaleza humana y del orden social, se encuentra presente aun en los escritos sobre cuestiones politicas y econémicas del gran escéptico David Hume. En Hume, en contraste con los pen- sadores de la Iustracién francesa, la defensa de un orden liberal invoca el hecho de la imperfecci6n del hombre. En Tratado de la naturaleza humana, Fuime sefala la res- tringida benevolencia y las limitaciones intelectuales de los hombres, ast coms la inalterable escasez de Ios medios para satisfacer las necesidades humanas, como causas del surgi- miento de los principios bésicos de justicia. Estos dltimos estén dados en lo que Hume llama las "tres leyes fundamen- tales de la naturaleza": estabilidad en las posesiones, su transferencia por consentimiento y el cumplimiento de pro- mesas. En su ensayo La idea de una comunidad de bienes erfecta, Hume va més allé y esboza, con espiritu ut6pico, el perfil basico de un orden politico en el que estas leyes de Ja naturaleza se integran y garantizan la libertad individual ELLIBERALISMO Y LA ILUSTRACION St bajo! gobierno de la ley. Es en Hume, en efecto,a pesar de su teputacién de tebrico conservador, en donde encontra- mos la més poderosa defensa del sistema liberal de gobier- nolimitado. En su Yorma més acreditada, sin embargo, los principios del sistema liberal fueron expuestos y defendidos por ‘Adam Smith en su Investigacién sobre la naturaleza y las eausas de la riqueza de las naciones (1776). El anilisis de ‘Smith presenta tres importantes rasgos que heredardn més tardesus sucesores liberales. Encontramos, primero, la idea de que la sociedad humana se desarrolla a través de una sé- rie de etapas, 6pocas o sistemas distintos y culmina con el sistema comercial o de libre empresa. Esta concepcién im- prime un acrecentado grado de sofisticaci6n hist6rica a la dea, comin entre los escritores humanistas civicos posre- nacentistas y presente en los escritos de Maquiavelo, de que Ja historia humana puede entenderse como una serie de ci- clos simples de auge y declinacién de las civilizaciones. ‘Segundo, Smith reconoce, como lo hacen todos los grandes “Tiberales clésicos, que los cambios en el sistema econémico ‘van de la mano con los cambios en la estructura politica, de tal forma que el sistema de libertad comercial encuentra su contraparte natural en un orden constitucional que garanti- ce las libertades civiles y politicas, Por Gltimo, el sistema de Smith es declaradamente individualista, de forma que las instituciones sociales se entienden como el resultado de las acciones de los individuos, pero no como la ejecucién de la intencién 0 el disefio humanos. El sistema que Smith expo- ne es, en otras palabras, una versiGn del individualismo metodolégico, en el cual el agente humano individual se encuentra al término de cada explicaci6n social. El sistema smithiano también es individualista en un sentido moral, ya que emana de su concepto del sistema de libertad natural, 52 JOHN GRAY ‘enel que iodas y cada una de las personas poscen la mayor libertad posible, siempre y cuando sea compatible con la li- bertad de todos. La teorfa de Smith se distingue de la liberal previa, y de las reflexiones menos formales de la mayoria de-sus cole- 8 liberales franceses y norteamericanos, por su carécter sistemético y universal. Por completo congruente con su in- dividualismo metodol6gico, Smith percibe, como no Io jicieron liberales posteriores como J. S. Mill, que la distin- cci6n entre los aspectos econémicos y politicos de la vida social no puede estar libre de artificio 0 arbitrariedad, ya que existe una constante interaccién entre ellos y, més im- portante, obedecen a los mismos principios explicativos y se ajustan a la misma regularidad. En este enfoque sisie- mitico, el trabajo de Smith es paralelo al de los demés pensadores de renombre de la Tlustracién escocesa: Adam Ferguson, David Ricardo y otros; asimismo, a través de su amigo y discfpulo Edmund Burke, el enfoque de Smith tu- vo un impacto directo en el pensamiento liberal Inglés, ‘hasta que los planteamientos de la escuela escocesa perdie- ron fuerza a raiz del surgimiento del radicalismo filos6fico de Bentham. IV. LA ERA LIBERAL La Europa del siglo Xx, y en especial Inglaterra, pueden: ser vistas con razén como la ejemplificaciGn del paradigma hist6rico de una civilizaci6n liberal. A. J. P. Taylor retrat6 el carécter individualista de la vida inglesa durante el siglo anterioral estallido de la Primera Guerra Mundial: Hasta agosto de 1914, un caballero inglés respetuoso de la ley podfa pasar por la vida y dificilmente percatarse de la existencia del Estado més allé del policfa y la oficina-de ‘correos. Podie vivir donde quisiera y como quisiera. No tenfa un némero oficial o tarjeta de identificaci6n, Podia viajar al extranjero, o dejar st pais para siempre, sin un ‘Pasaporte o permiso oficial. Podia cambiar su dinero por alguna otra moneda sin restricci6n o limite. Podia com- prar articulos de cualquier parte del mundo en os mismos ‘érminos en los que compraba cosas en su pats. Porla mis- ma razén, un extranjero podia vivir en este pais sin per- miso y sin notificara la polica. A diferencia de los pafses, Greenlea, Op.cit, .. LAERALIBERAL, a tiones de la época, (sus advertencias, con las que emul6 a ‘Casandra, han quedado confirmadas por la experiencia del siglo XX), sino en la filosofia cientifica y "sintética” que elaboré sobre el evolucionismo, con el fin de proporcionar un fundamento a sus puntos de vista liberales. Asi, una vez que su ética politica evolucionista fue objeto de criticas de- vastadoras por parte de T. H. Huxley y Henry Sidgwick,” perdi6 inevitablemente arraigo en las mentes destacadas de Ja época. En los casos en que la influencia del evolucionis- mo de Spencer persistié —en las mentes de los Webb y de G.B. Shaw, por ejemplo—se establecié una asociacién no con la propia perspectiva liberal de Spencer, sino como sancién.alos movimientos totalitarios del siglo Xx, los por- tadores de la.fase posliberal de la evolucién social. Este irénico desarrollo del evolucionismo spenceriano hace evi- dente de la frivolidad y el absurdo que encierra el intento de fundamentar principins politicos en cualquier doctrina cientifica, aunque ello no anula el logro de Spencer de haber conseguido desarrollar, en forma sistemética, la pers- pectiva liberal clésica y de haberla transmitido a la posteridad. Un grupo de figuras de menor importancia, tales como ‘Thomas Hodgkin a principios del siglo pasado y Auberon Herbert finales del mismo, produjo un valioso trabajo en Ja tradicién liberal individualista clésica. Pero, fuera de Spencer, cuya influencia en Inglaterra ‘decliné marcada- ‘mente, y lord Acton, cuya autoridad piblica'nunca rivaliz6 con lade J. S. Mill, la tradicién liberal clasica de finales de! siglo XIX no se caracterizé por la presencia de grandes pen- sadores. Alrededor de los afios ochenta’y noventa, y ciertamente a finales del siglo, incluso la imperfecta visi6n * Véase, en especial, Heary Sidgwick, "The Relations of Ethics with Socio- logy’, en Miscellancous Essays end Addresses, Londres, Macmillan, 190. 62 JOHN GRAY liberal clésica de Mill habfa sido remplazada por las ideas iberales revisionistas inspiradas en la filosofia hegeliana, Algunos liberales revisionistas especialmente prominentes fueron T. H. Green y B. Bosanquet, quienes argumentaron, en contra de la concepcién, bésicamente negativa, de la li- bertad como no interferencia, sustentada por la mayor parte delos liberales clésicos, para favorecer una nocién de liber- tad real o de libertad vista como capacidad, Esta visin mas positiva de la libertad condujo naturalmente, en los escritos de estos liberales hegelianos, a ta defensa de una actividad y tna autoridad gubernamentales acrecentadas, y a apoyar ‘medidas que limitaran la libertad contractual. En las prime- ras décadas de nuestro siglo, este liberalismo revisionista tuvo en Hobhouse a su ms sistemético expositor, cuyo tra bajo Liberalismo (1911) intenta hacer una sintesis de las filosofias de Mill y de Green. Puede decirse que, con Hob- house, el nuevo liberalisinv revisionista sustituye con los ideales de justicia redistributiva y armonfa social, las viejas concepciones de un sistema de libertades naturales, y Hegé a dominar a opinién progresista cuando no era abiertamen- tesocialista. Enel dmbito politico, la catéstrofe de la Primera Guerra Mundial derrumbé al mundo liberal que habfa prevalecido durante un siglo, de 1815 a 1914. Abiertamente surgieron ‘movimientos antiliberales, en los afios setenta y ochenta, en ‘Alemania y los Estados Unidos, que impusieron exitosa- ‘mente una serie de medidas restrictivas a la vida econémi- ca; e'incluso en Inglaterra, el Partido Liberal, dirigido por ‘Asquith y Lloyd George, abandoné las posiciones liberales Clésicas de libertad econémica y gobierno™limitado. otra parte, como ya\se observ6, es un error suponer que al ‘guna vez hubo un periodo puro de laissez-faire, y los elementos antiliberales empezaron 2 penetrar la tradicién’ TABRA LIBERAL 63 liberal desde mediados de los aiios cuarenta, a raiz del tra- ‘bajo de John Stuart Mill. En este punto, es importante notar que la declinacién del liberalismo clésico no puede expli- carse simplemente como una respuesta al abandono, por parte de John Stuart Mill y otros, de las ideas liberales clési- cas més importantes. Tal desarrollo en la vida intelectual se refleja, en parte se origina, en los cambios en el ambiente politico ocasionados por la expansién de las instituciones democriticas. En retrospectiva, parece inevitable que el or- den liberal haya declinado una vez que sus principios bisicos —principios que en Inglaterra solo se preservaron en forma tradiciorial y convencional— fueron vistos como algo altcrable por la competencia politica en una democra- cia popular. Fueron las necesidades de un mayor n~imero de ‘votos en las democracias nacientes de finales del siglo XIX, mas que los cambios en la vida intelectual, Jas que contribu- yerona la terminacién de la cra liberal clésica. A pesar de estas precisiones necesarias, sigue siendo cierto que el siglo que corrié entre las guerras napolednicas yeelestallido de la Primera Guerra Mundial fue una época dde progresos y logros liberales casi inintorrumpidos. Ese si- glo presencié el més grande y continuo crecimiento de la riqueza en la historia de la humanidad, en un escenario de precios estables y en ausencia de grandes guerras, asi como un mejoramiento sin precedentes de los esténdares popula- tes de vida, una colosal expansién de la poblacién y una firme difusién en la ensefianza de los néimeros, la alfabeti- zacién y la cultura. Hubo conflictos armados —Crimea, la . Guerra francoprusiana, el estallido rusojaponés y la guerra de los béers—, pero éstos no obstaculizaron la marcha ha- cia la prosperidad, ni minaron el sistema liberal en la politica europea. Depresiones y recesiones surgieron y de- saparecieron, pero el dominio del patrén oro internacional 64 JOHN GRAY aseguré la estabildad econdmica, incluso a pesar de los se- ‘yeros trastornos econémicos de los afios setenta. Aun las tiranias de este periodo son notables por su laxitud y por el grado de libertad individual que toleraron. La Rusia zarista, durante mucho tiempo considerada el bastién del despotis- mo premoderno en la mitologfa hist6rica de la Tlustracion europea, se encontraba muy desorganizada como para lo- grar algin grado significativo de represi6n. Incluso bajo el sistema de Estado policiaco que caracteriz6 los afios ochen- ta ynoventa durante el reinado de Alejandro III y principios del de Nicolés Il, cuando la represién se encontraba en su apogeo y poco se hacfa para sofocar las atrocidades antise~ mitas, la Policia Secreta de Mosct estaba integrada s6lo por seis oficiales y contaba con un presupuesto muy reducido, El aparato de seguridad apenas habia crecido, casi no habia prisioneros politicos y en la enorme provincia de Penza ha- bia tres jofes de policta y 21 policfas en 1900, tal camo lo destaca Norman Stone.” Hay que admitir que, tanto en Alemania como en el resto de Europa, el curso de los acontecimientos rara vez fue fa- vorable para la estabilidad de un orden liberal de la misma naturaleza que en Inglaterra. En la mayor parte de los pai- ses, el liberalismo y el nacionalismo se fundieron en una sintesis que iba a desempefiar su papel en la destrucci6n del orden liberal internacional. En Alemania, el movimiento li- eral se asoci6, casi desde el principio, con ideales nacionalistas. Tales ideales no son prominentes en los tra- bajos de los principales pensadores liberales alemanes —Emmanuel Kant, W. von Humboldt y Friedrich Schi- ler—, pero a mediados del siglo x1x, el periodo en el que el liberalismo ejercié su mayor influencia en Alemania, el na- 2 Norman Stone, Europe Tronsormed, 1878-1919. Camtsidge, Mas, Hat- and Univerty Pres, 1984, p.201 LAFRALIBERAL 65 cionalismo estuvo generalmente asociado al movimiento liberal. En el trabajo de Kant, sin embargo, encontramos una declaraci6n en extremo pura del ideal liberal de un go- bierno limitado y regulado porla ley: el Reichtsstaato ideal de libertad individual en un orden constitucional estricta- ‘mente gobernado por la ley que es, en la Alemania liberal, Ja contraparte de la concepcién whig de sociedad civil, tal como la expuso Locke en Inglaterra, y'de la doctrina fran- cesa de las garantfas de Constant y Guizot. En su primer documento Sobre la esfera y deberes del gobierno (1792), Humboldt desarrolla una defensa del Estado mfnimo, atin més rigurosa que. cualquiera que pueda encontrarse en Kant, con base en ideales roménticos de individualidad y autodesarrollo. Las actividades del Estado deben restringir- se por completo a la prevencidn de la coercién, argumenta, porque sélo de esta manera puede asegurarse la mas amplia expresién de la individualidad, El trabajo temprano de ‘Humboldt tuvo una influencia que rebasé las fronteras ale- manas, en especial en Inglaterra, donde J. S. Mill us6 una cita del mismo como epfgrafe para Sobre la libertad (1859). (En Alemania el desarrollo politico del liberalismo Iegé a su-término en los afios setenta del siglo XIX, cuando con Bismarck se regres6 al proteccionismo y se implanta- ron politicas estatales de corte benefactor. En la Europa cat6lica’ —Francia, Italia y Espaiia—, la suerte del libera- lismo se vio atada al nacionalismo ensus diversas formas y, pese a éxitos ocasionales, los movimientos liberales en es- tos paises fracasaron en su intento de establecer una armaz6n constitucional para la protecci6n de la libertad. Vista en conjunto, sin‘embargo, Europa en el siglo XIX fue liberal y mantuvo ese orden hasta la Primera Guerra Mundial#a inexistencia de pasaportes, excepto en Turquia y Rusia, represents ta libertad de migraci6n y otras liberta- 66 JOHN GRAY des bésicas de un sistema individualista, y no se abandona- ron, ni ‘siquiera en los casos en qué sobrevino la implantaci6n de politicas proteccionistas. y benefacioras, Ios elementos centrales del gobierno de la ley. Fue la: Pri- mera Guerra la que, casi de la noche a la mafiana, hizo brotar tendencias no liberales que ce venfan desarrollando en el pensamiento y la prictica de las iiltimas décadas del siglo anterior. A. J. P. Taylor capté, una vez més en forma brillante, lo que la Primera. Guerra significé para la expe- riencia inglesa: Todo esto (J libertad de los ingleses) se vio modificado por el impacto de la Gran Guerra. Las masas se convirtie- ron, por primera vez, en ciudadanos activos. Sus vidas es- | taban siendo condicionadas por érdenes superiores: se les requeria para serviral Estado, en lugar de poder dedicarse ‘3610 a sus propios asuntos. Cinco millonee de hombres in ‘gresarona las fuerzas armadaé, y muchos de ellos (si bien | Ia minosia)'lo hicieron bajo presiGn. Por orden guberna- ‘mental se limit6 la comida de Tos ingleses y se modificé su calidad. Se restringi6 su libertad de movimiento; se regl mentaron sus condiciones de trabajo. Algumias industrias se redujeron ose cerraron, y otrasse impulsaron atifi ‘mente, Se reprimié Is publicacién de opiniones. Se di rminuy6 Ia imtensidad de ls tuces de a calle y se intervino ‘en el ejercicio de la sagrada libertad de beber: Tas horas autorizadas se redujeron y, por mandato superior, cer- veza se adulter6 con agua. La hora misma en los relojes se, modific6; por decreto parlamentario, partirde 1916 cada inglés tuvo que levantarse en verano una hora més tem- prano de lo que Jo hubiera hecho en otras circunstancias. EL Estado estableci un-control sobre sus ciudadanos que, aunque Telajado en tiempos de paz, jamés volveria a desa- parecer y se intensificaria de nuevo en la Segunda Guerra LAERALIBERAL, 67 Miundial. La historia de los ciudadanos ingleses y Is del Estado inglés se fusioné por primera vez.** Si en las Gltimas décadas del siglo XIX hubo signos de una creciente falta de liberalismo, la Primera Guerra Mun- dial signific6 un derrumbe del orden liberal ¢ inicié una era de guerras y tiranfas. Movimientos nacionalistas, por lo ge= neral con pocos elementos liberales, brotaron por todas partes a partir del colapso de los viejos imperios, yen Ale- mania y Rusia subieron al poder regimenes socialistas totalitarios que infligieron injurias colosales a sus propias poblaciones y extinguieron la libertad en la mayor parte del mundo civilizado. En la Inglaterra de la entreguerra, J. M. Keynes, Beveridge y otros liberales revisionistas, intenta- ron encontfar un punto medio entre el viejo orden capitalista y los nuevos ideales socialistas, pero la opiniGn intelectual ‘se encontraba en gran medida permeada por doctrinas marxistas que presentaban al liberalismo s6lo co- mo una etapa en el desarrollo global hacia el socialismo,En Jos afios treinta, en efecto, pocos eran los lideres intelectua- les que no se consideraban a s{ mismos criticos u oponentes del liberalismo. Los pocos pensadores liberales clisicos que mantuvieron sus ideales, como sir Ernest Benn” en In- sglaterra, escribieron sobre la declinacién de la libertad en ‘ono elegiaco. Al estallar la Segunda Guerra’ Mundial, todo parecfa indicar que el ideal liberal habfa llegado finalmente ‘su término, mientras que el futuro aguardaba con formas © de estatismo més o menos bérbaras. % A.1.P Taylor, English History, 1914-1945. Oxford, Oxford University Pres 1965,p.2 Véas sir Braet Bena, Happier Days: Recollections and Reflection. Lon- ares, 199, V. EL RESURGIMIENTO DEL LIBERALISMO CLASICO 1 impacto de la Segunda Guerra Mundial produjo por do- {quier una ampliacién en los alcances y la intensidad de la actividad estatal. En Gran Bretaiia, el Plan Beveridge para Ja implantaci6n de una economia mixta tiene una clara in- fluencia socialista, mientras que en los Estados Unidos, su participacién en la guerra afianz6 las tendencias adminis- trativistas del New Deal de Roosevelt. En Europa, el resultado politico de la guerra fue el confinamiento de Eu- ropa central y oriental a la esfera de influencia del sistema totalitario soviético, asfcomoel ascenso al poder de gobier- nos socialistas en gran parte del resto-de Europa, inclu- yendo Gran Bretafia. Ahf donde la opinién politica no era franca y explicitamente socialista, reinaba el consenso ge- eral de que el futuro se encontraba-en el Estado rector y tuna economia, no de mercado libre, sino mixta y dirigida por el Estado’ El éxito relativo de la planeacién de guerra convencié a la mayoria de los liderés de que las mismas téc- nicas podrian y deberfan usarse para fomentar la genera- cién de empleos en un contexto de répido crecimiento econémico, y parecié confirmar la autoridad de la expe- riencia préctica basada en las especulaciones econémicas |. Keynes. Al parecer era claro que si la catéstrofe de Ja Primera Guerra habfa dafiado seriamente el liberalismo clésico, la Segunda se habfa encargado de aniquilarlo por completo, ‘Sin embargo, aun durante la Segunda Guerra Mundial y Jos afios inmediatos que la sucedieron se observan contri- buciones importantes de pensadores cuya lealtad se man- 69 70 JOHN GRAY. {uvo al lado del liberalismo clésico, mas que revisionista'o moderno, Destaca especialmente el trabajo de F. A. Hayek, El camino a la servidumbre (1944). La tesis de Hayek fue intrépida y sorprendente, contraria a toda opinién progre- sista, dada su argumentacién de que las raices del nazismo se encontraban en el pensamiento y la prictica socialistas. Més atin; Hayek advirtié que la adopcién de politicas socia- listas en las naciones occidentales traerfa consigo, en el largo plazo, 1a némesis totalitaria, Un futuro tolerable para la civilizacién occidental demandaba que se renunciara a los ideales socialistas y que se rencaminaran los pasos por la senda abandonada del liberalismo clésico 1a senda ha- cia un gobierno limitado por la regulacién’ de la ley. Mientras que la tesis de Hayek fue ignorada y ridiculizada en el mundo de habla inglesa, en Alemania result6 ser sig- nificativa, en cuanto afiadié fuerza-a la-cortiente de pensamiento neoliberal que hizo posible la repentina aboli cin de controles econémicos, con lo que se logré el ‘milagro econémico de la posguerra. Asimismo, Hayek tuvo una importancia crucial en la formacién de la Sociedad ‘Mont Pelerin, que mantuvo vivos los ideales liberales clési- cos durante las décadas de posguerra en'las que fueron abandonados 0 desdefiados por anacrénicos. Los afios de la posguerra produjeron algunas otras apor- taciones memorables a la perspectiva liberal. La'sociedad abierta y sus enemigos (1945), de Karl Popper, argumenta- ba que la tradicién intelectual occidental se oponia en gran parte a la civilizacién liberal, en la medida en que las pers- pectivas filos6ficas dominantes auspiciaban un enfoque autoritario en la teorfa del conocimiento. Al contrario de las filosofias de Plat6n, Aristteles, Hegel y los empiricos bri- ténicos, Popper postulé la adopcién de una concepcién del conocimiento humano basada en la critica y el desmantela- ELRESURGIMIENTO DEL LIBERALISMO CLASICO n miento de teorfas y conjeturas. En la vida politica, el cami- no de la raz6n debfa buscarse en la reforma gradual de las instituciones sociales, m4s que en una transformacién de ‘golpé de la vida social, tal como lo habfan concebido Marx y oltos socialistas ut6picos. El libro de Popper tuvo una gran influencia piblica, y atrajo a politicos como sir Ed- ward Boyle en Gran. Bretala y Helmut Schmidt en ‘Alemania, por su carécter afirmativo de los fundamentos epistemol6gicos y morales del liberalismo. Enla década de los cincuenta, J. L. Talmon esgrimié una poderosa eritica a la teorfa democrética en Orfgenes de la democracia totalitaria (1952), y sir Isaiah Berlin, en sw li- bro Dos conceptos de libertad (1958), enuncid ejemplar- mente ta visin liberal. La disertaci6n de Berlin, y el subse- ‘cuente libro, fueron ‘quizé menos significativos como defensa de Ia idea de libertad, vista como no interferencia, no como fundamento del valor de la libertad en el conflicto de valores propio del quehacer humano. Su tesis fue que la experiencia humana es prueba de la existencia de una di- versidad de valores en competencia, para cuyo arbitrio no existe ningiin estindar con fuerza contundente. El valor de laelecci6n, y porlo tanto de Ia libertad humana, deriva pre~ cisamente de este pluralisnio radical de valores.” Asi como proporcioné una reformulaciGn oportuna de la perspectiva liberal, en su obra Das conceptos de libertad hizo una va- liosa contribucién’ a la tradicién intelectual liberal, al vincular el valor de la libertad con la realidad del.conilicto moral. Los 25 afios que siguieron a la Segunda Guerra Mundial, se han caracterizado comtinmente como el periodo del con- > Sobre In defensa del libertad individual basada en el pluralismo de los va~ lores, véase *On Nege Positive Liberty" del autor, en Z. A. Pelczynski y John Gray, osnps, Conceptions of Liberty in Political Philosophy. Londes, At 2 JOHN GRAY senso keynesiano. Al escenario de destruccién acarreado por la guerra siguieron dos décadas de répido crecimiento ‘econdmico, de manera particularen las naciones derrotadas cn cl conflicto: Alemania y Japén, por la reconfiguracion radical de instituciones y partidos politicos en el periodo de posguerra. En este periodo de prosperidad, aparentomente imperturbable, resultaba dificil encontrar alguna voz disi- dente. En 1960, F. A. Hayek, quien més que ningin otro fue responsable del resurgimiento del liberalismo clésico en el period de la posguerra, publics su obra maestra, La consti- | tuciGn de la libertad. Sin duda la exposicién més profunda y distinguida de este siglo sobre la libertad, el libro no obtu- vo el reconocimiento que merecfa, sino hasta finales de los aiios setenta,” y sus criticas de las concepciones liberales revisionistas sobre la justicia social y la asistencia social ca- yeron, en ese momento, en ofdossordos. Adomés de sus contribuciones a la filosofia politica, ol trabajo de Hayek es significativo en cuanto que reconstruye las ideas centrales de la Escuela Austriaca de Economia, que legaron a dominar la vida intelectual de la Escuela de Economfa de Londres cuando ésta fuera conducida por Ha- yek y Lionél Robbins en los afios treinta. Sirviéndose del trabajo de Carl Menger (1840-1921), fundador dela Escue- Ja Austriaca de Economia, y de las ideas de su maestro, F. von. Wieser (1851-1929) Hayek elaboré una teorfa eco- ‘n6miica que conservé las reflexiones centtrales de los econo- mistas clésicos, corrigiendo, sin embargo, sus més impor- tantes falacias. En contraste con los economistas clésicos, el sistema neoaustriaco de Hayek repudiaba cualquier teo- ria objetiva del valor. Desde la Sptica subjetivista de ™ Para unandlsisdela acopia ada de tabsjo de Hayek, véase Jobn Gray, Hayek on Liberty, Oxford, Basil Blackwell, 1984, cap. [BL RESURGIMIENTO DEL LIBERALISMO CLASICO B __Hayek, el valor econémico—el valor de un bien o de un re- ‘curso—lo confieren las preferencias y valuacién que hacen Jos individuos del mismo, y no alguna de sus pro- piedades objetivas (tales como su constitucién fisica ola cantidad de trabajo humano que se requiere para hacerlo posible), La metodologia subjetivista de Hayek en economia lo condujo atechazat la idea de un equilibrio general, del tipo sustenta- do por los escritores neoclésicos, asfcomo a cuestionar la validez de la macroeconomfa (el estudio de sistemas’0 mo- delos de economia global). La teoria macroeconémica —1al como se-desprende del contempordneo de Hayek, J. M. Keynes—conduce fiicilmente al error de conferir a las ficciones estadisticas un papel causal que no tienen en el mundo real. La perspectiva microeconémica dé Hayek y la metodologfa subjetiva ¢ individualista que la sustentaba no se vieron favorecidas durante la Segunda Guerra Mundial y cl largo periodd de expansisn de 1a posguerra, época en la que las ideas de Keynes prevalecieron. Sélo después de la desintegracién del paradigma keyne- siano, a finales de los afios setenta, fue cuando un ptiblico més vasto volvi6 a dirigir la mirada a las teorfas y reflexio- nes.de la Escuela Austriaca, si bien L. von Mises, Murray Rothbard ¢ Israel Kirznier, en los Estados Unidos, realiza- ron notables reformulaciones de las'mismas. La principal reflexién de esta escucla, en referencia a las circunstancias recesionistas de mediados de los afios setenta, fue que las politicas monetarias inflacionarias, al modificar el clima de las expectativas entre los dirigentes, estaban destinadas al fracaso en el largo plazo. El estimulo a la economia producido por la expansién monetaria seria eficaz s6lo en la medida en que no fuera al- go esperado. Una vez. que la politica inflacionaria se diera por hecho, fracasaria necesariamente en su intento de tener 4 JOHN GRAY, un efecto expansionista, sobre todo en la generacién de em- pleos, finalmente el objetivo central. Al contrario de los keynesianos, y también de los tedricos de la Escuela de Chicago (como Milton Friedman), que proponfan el control monetario como el medio para estabilizar el crecimiento, — {os austriacos sostenfan que la causa principal del estanca- miento de finales de los afios sctenta era la falta de paridad enlos precios relativos, inducida porla intervencién del go- bierno. Rechazada en los afios treinta e ignorada durante los 30 afios que siguieron a la Segunda Guerra Mundial, esta perspectiva empez6 a ser vista como una postura cuya adopci6n era cada vez mis apremiante. De manera signifi- cativa, si bien la Escuela Austriaca se desviaba en aspectos fundamentales de los supuestos tedricos del pensamiento econémico clésico, las implicaciones politicas del anélisis austriaco” respecto del colapso éconémico, la depresién de Jos afios treinta 0 de los setenta, son esencialmente las mis- mas recomendaciones de los economistas clésicos: retiro gubernamental de la economia y disminuciGn de las précti- ‘cas restriccionistas en las fronteras,”* Los primeros afios de la década de los setenta presencia- ron un resurgimiento extraordifario de las ideas liberales enla filosofia politica. John Rawls, en Una teorfa de justi- cia (1971), desarroll6 una concepcién liberal de la organi- zacién que, pese a su orientaci6n igualitaria, tiene vinculos con la preocupacién liberal clésica por la prioridad de la li- bertad individual dentro de un orden constitucional gober- nado por la ley. En Anarquta, Estado y utopta (1974), Robert Nozick, al criticar de manera incidental la ‘eorfa de justicia de Rawls, desarrollé una poderosa defensa del Es- 5 Véase Muray N: Rashard, America's Great Depresion. Nueva York, i- chardson, 198. * Véase Rothbard, passin. BL RESURGIMIENTO DEL LIBERALISMO CLASICO. 15 tado minimo, el estrictamente necesario, que ejeréié un im- pacto masivo en la opinién intelectual, legitimando entre’ Ios fil6sofos contemporéneos las ideas liberales clésicas. El trabajo de Nozick tuvo una importancia particular al recu- perar para la tradicin liberal-la visién ut6pica que préc- ticamente todos los liberales, con excepcién de Hayek,” habian rechazado por considerarla incompatible con el plu- ralismo que demandaba el ideal liberal. En lugar de repv- diar la utopia, Nozick propuso que las instituciones del Estado minimo fueran vistas como la armaz6n de la metau- topfa liberal; un orden politico donde los. individuos podrian intentar en conjunto la realizacién prictica de sus| diversos y miltiples proyectos ut6picos. Asimismo, el tra- bajo de Nozick fue importante como medio para enfatizar Ia conexién entre la defensa de Ia libertad econémica y el valor de las liberiades personales de indole no econémica: Iibertad de expresién y de estilo de vida, por ejemplo. En este sentido, la reformulacién que hace Nozick de! libera~ lismo clésico contrasta agudamente con la defensa conser- vadora del mercado libre, que por mucho tiempo ha representadé una tradici6n en el derecho norteamericano. ‘A mediados de la década de los setenta, la importancia del resurgimiento de la teorfa econdmica clésica fue objeto de reconocimiento péblico al otorgarse el Premio Nobel a Hayek y Friedman. Pocos afios después, sus ideas y propo- siciones tuvieron una aceptaci6n generalizada, y llegaron a ser citadas por figuras politics como Margaret Thatcher y Ronald Reagan, ya ser percibidas por los amigos del libera~ lismo, tanto como por sus enemigos, como poseedoras de una importancia politica real. Por supuesto, cl que la aso- ciacién entre la ret6rica y las ideas liberales clésicas y el 2 Véase F. A, Hayek, Studies in.Philsophy, Politics and Economics. Lon-. Ares, Routledge and Kegan Paul, 1967, p. 194. 16 JOHN GRAY, | conservadurismo de mercado libre de finales de los afios | setenta y principios de los ochenta contribuya al fortaleci- imiento y al resurgimiento liberal clasico, es algo que afin sigue en duda. La conjuncién del conservadurismo de mer- cado libre con algunas politicas no liberales en el ‘érea de las libertades civiles y personales,” y el posible fracaso de los intentos parciales e inconsistentes por restaurarlos mer _ cados libres y procurar el crecimiento que demanda el piiblico democrético, parecen sugerir que la fuerza politica del liberalismo clésico puede tener una corta vida. Es poco probable que la presencia intelectual del libera~ lismo clésico se disipe tan fécilmente. Sus preocupaciones son las de la €poca: excesivo crecimiento del gobierno, con todos los peligros que ello entraiia para la libertad, y control politico en manos de intereses rivales cuyas maquinaciones perjudican el interés piiblico. En los escritos de Hayek, el trabajo de la Escuela de la Eleccion Pabilica, y especial- mente en los escritos de James Buchanan,” es posible encontrar cuestionamientos al gobierno tan profundos co- mo cualesquiera de los que’ hayan podido realizar los economistas politicos del:siglo Xvill. En la fundamental contribucién que hizo Buchanan a la Escuela de la Elec- cién Péblica, la perspectiva metodolégica de la teorfa ‘econdmica/austriaca se extiende a las actividades de los es- tados, las burocracias y los politicos, y el fenémeno del fracaso de} gobierno —su incapacidad para proporcionar bienes pilblicos— se explica convincentemente. En sus di- ** Para una sida ctica del fracaso del "conservadurismn del mercado libre* na defensa de las ibertades personales, véase Samuel Britan, Capitalism and ‘the PermssiveSociaty. Londres, Macmillan, 1973. 2} Iarnee Buchanan, Freedom ix Contitutionel Contract. College Station, Te sas, Texas A & M University Pres, 1977; Limits of Liberty: Between Anarchy ‘and Leviathan. Chicago, Chicago University Press, 1975. __BLRESURGIMIENTO DEL LIBERALISMO CLASICO 7 mensiones normativa o prescriptiva, el trabajo de Bucha- nan es vitalmente significativo para el desarrollo de una ‘argumentacién favorable a un nuevo contrato constitucio- nal, al que incluso los liberales més clésicos tendrian que dirigir su atencién, Sélo revisando las reglas constituciona- Jes furidamentales, argumenta Buchanan, es posible prevenir que el gobierno sea dominado por determinados intereses y lograr que las funciones clasicas del Estado libe- ral se cumplan realmente. Al igual que Hayek, el trabajo de Buchanan comparte las preocupaciones y obtiene la emi- nencia intelectual de los grandes economistas politicos clésicos.

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