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(olla jFeenand® . "Lor wd foder edytonaler de Ue Colecton relives” Ey Colle, Teruandr Cod.) Rechives Cum eartar la ibeatm lchvoane- Maun uh tide XK. Rihers : CRA - Ackwes 2006 | I | 48 LOSMETODOS EDITORIALES DELA COLECCION ARCHIVOS —Hernando Colla 3% LASEDICIONESELECTRONICAS pe Aacurvos —Sylvie Josserand PLURIDISCIPLINARIOS: EL APORTE HERMENEUTICO DELA COLECCION —Llida Lois @ LECTURASGENETICASY ESTUDIOS | + LOS METODOS EDITORIALES DELA COLECCION ARCHIVOS: La Coleceién ARCHOS publica tanto obras individuales que revisten por ‘un motivo u otro una importancia particular, como recopilaciones de obras —delimitadas también segim criterios variables~*, 0 las obras completas de los autores mas significativos de la literatura latinoamericana y del Caribe del siglo XX. Estas publicaciones combinan de diversas maneras las dos grandes modalidades editoriales definidas por Ahmuth Grésillon: son ediciones crdi- cas —esta es su caructeristica general por cuanto presentan un texto “cstablecido” de la obra en cuestién, pero son progresivamente ediciones genéticas también, por cuanto sus fases de elaboracién se desplicgan cada ‘ver més exhaustivamente en la transeripcién (y en la descripcién) de los documentos que las encarnan. Histas dos vertientes reflejan la doble preocupacin que esté.en el origen mismo dela coleccién. En efecto, ARcHIv0s nace sin duda de una inquietud “intelectual”: la de descubrir las modalidades operatorias de la ftbrica del esctitor en la que la obra tomé forma; Ia de revelar las significaciones adicionales 0 alternativas con que los manuscritos bonifican el texto. Pero _AncHIvOS surgi fundamentalmente de una preocupacién de tipo “patrimo- 181 Las modalidades edivoriales nial”: se trataba (y sigue tratindose, con el mismo ahinco, por supuesto) de rrescater, por una parte, los testimonios de la actividad escritural del autor (los “manuseritos”), sometidos a los deterioros del tiempo, del descuido ya. indiferencia, de la ignorancia; por el owro, de revelar la configuracién del texto mismo, querida por el autor y desfigurada por el maltrato editorial y ppor los avatares de la censura y de Ja violencia que se entrelazan en el atormentado recorrido histrico del siglo en los patses del continente. La Coleccién Axcuivos reconstivuye entonces una trama textual al mismo tiempo que reconstruye todos los circulos comtextuales de su claboracién. En esa constelacién de enunciados, el encadenamicnto lineal del texto representa sin duda su eje central, pero sélo en el sentido que ilumina los procedimientos, hecha luz sobre la orientacidn de las busquedas yel contenido de los procesos, sin alinearlos en una finalidad tiniea: la de su propia constirucién como configuracién “definitiva”. Hn este aspecto, “ARCHIFOS representa un intento de respuesta méltiple al interrogante general que planteaba Louis Hay: “De qué manera considerar el texto, al mismo tiempo, como un posible y como un necesario?™ La multplicidad de modalidades editoriales que los voldamenes de la colec- cin adoptan, segiin la estructura y el contenido del archivo disponible de cada autor, se agluting alrededor de ese comin denominador de la actividad {ilolégico-genética: el objetivo bsisico de restituir la dimensi6n histérica del texto, Esta dimensién se despliega en varios niveles que se interpenetran ¢ influyen, Michel Espagne distingue cuatro: —elde las ediciones sucesivas y del eco que han tenido en el piblico lector (historia de la recepeién}; = el de las relaciones que todo el contenido seméntico de una obra ‘mantiene con su contexto histérico preciso; —+ el de un itinerario biografico poblado de encuentros, de lecturas, de negociaciones con los editores, de impulsos exteriores, en el curso del cual Ia obra ha tomado cuerpo; 182 Fernando Colla + finalmente, el de los borradores, copias, niveles de escritura y correeciones que constimuyen a historia del texto mismo.> Blesquema tipo que uniforma los tomos de la Coleccién ARCHIVOS atiende evidentemente estos Cuatro iat niveles, y es esta exhaustividad la que. patos VOLUMENES DR distingue —y enaltece~ su programa LACOLBOCION ARCHIVOS. editorial. El estudio del devenir del texto, sintetizado en el aparato de variantes, se prolongs y amplifica en el discurso critico: el de la Nowa filoldgica, que resume ¢ interpreta la historia global de lagénesis, clasifica y describe las fuentes, recoge pistas y explicaciones esparcidas en cartas, entrevistas, memorias y confesiones del autor; el de la seccién Historia del texto, que investiga los variados contextos de la produccién de la aa obra: la historia individual inserta en la _8-Cronologia historia colectiva, la del texto en cl 4, Histinia deltéxto intertexto, a deleestilo en el género, la de : lalectura, su sancién y repercusién. Pero {pepuine 7 reonpet6a” ademis, cn los voliimenes de la coleccién, la investigacién se confronta permanen- temente con sus propias fuentes: la Cro- =Teméicas : nologia desgrana los cpisodisos biogré-_” PPE: SPREEY DEAE” ficos del autor enlazindolos con los suce- 6. Dossier dela obra sos histéricos que los enmarcan, el % Dossier documental ofece a la lectura fragmentos significativos de la correspon- dencia, declaraciones y diarios del escri- tor, los Apéndices presentan la transcrip- y itiogratia’” 7 cién de los carnets de anotaciones y tuadernos de wabajo que acompanaron y —Sefmauees S| 183 3. Lcofiras del texto Las modalidades editoriales sostuvieron la redaccién de la obra, el Dossier de recepoién brinda una antologia razonada de los escritos que marcaron o simbolizaron Jos avatares mis decisivos de la recreaci6n del texto por el piblico lector. Este entramado de discursos y documentos remodela la obra, abre la estructura del texto hacia su propia historia; sobre este trasfondo, el texto base aparece como una “estacién de llegada’”: alos enunciados depositan sus frigiles formulaciones después de haber atravesado zonas de progre- sién, de renuncia, de titubeos; alli delatan también su precariedad, su ccarderer de resultado virtual de un ctimulo de elecciones condicionadas, de accidentes; es este entramado el que configura el texto, en definitiva, como 1m “necesario” y, al mismo tiempo, como un “posible” entre miéliples otros. Eltexto base (algunos ejemplos) 1.a Goleccién ARCHIVOS ba adoptado el criterio ms usual en Tas ediciones cxiticas de clegir como sexzo base de obra cl de la viltima edicin realizada en vida del autor. Para que este criterio sea vilido, y la versién clegida represente cabalmente Ia “voluntad testamentaria” del escritor, es necesario evidentemente que éste haya ejercido un efectivo control sobre ella. De lo contrario, ¢1 angumento “cronoligico” carcce de sentido por si mismo. Es conocido el hecho de que la edicién de Paradiso de José Lezama Lima realizada en México por Biblioteca Era, en 1968, cargo de Julio Cortézar y Carlos Monsivéis, alcanzé una amplisima difusién y sirvié de base 2 ediciones posteriores y a taducciones de la novela, pues se Ia consideraba como aquella que “habia silvado las numerosisimas erratas” que compor- taba la edicién cabana de 1966.° Sin embargo, la detallada lectura a que Ja sometié Cintio Vitier puso de manifiesto que le edicién mexicana no habia Togrado cumplie con su cometido, a pesar de las miiltiples consultas con que Jos responsables acossron al autor. Se supo posteriormente que, aunque Lezama Lima reconocia que la edicién de La Habana estaba “ena de cerratas” ~muchas de las cuales provenian de la propia copia mecanografiada 184 Fernando Colla del manuscrito que él habia entregado a los editores cubanos— nunca respondié satisfactoriamente a esas consultas. Es més, aunque calif la edicién de Era como “impecable” y afirmé que en ella “estf el verdadero Paradiso”, terminé contesando que nunca la habia leido, “pues la revision dela misma me fatigaria”. En consecuencia, Vitier desistié de tomar esta edicién como texto base de la que preparara par ARCHIVOS (vol. 3), constatando que, si bien se habia efectuado en ella una buena correccién de nombres y citas en lenguas extranjeras (a cargo esencialmente de Julio Cortézar), se habian introducido también nuevas incorrecciones provocadas por cl intento de “arreglar™ pasajes y de “regularizar” las singulares modalidades sintécticas, ortogrificas y de puntuacién lezamianas (pp. XXXVEXKKYM). Y es que, como lo recuerda Antoinette Weber-Caflisch, las ediciones criticas se caracterizan, no por publicar el “mejor texto” {tal como las ediciones sucesivas de la obra pueden en algunos casos haberlo cfectivamente perfeccionado) sino el mejor “estado del texto” en el sentido filol6gico del término; es decir, ante todo, el texto “en el estado en que el autor lo dej6*, Si J. Ortega toma como texto base para su edicién del Rayuela (vol. 16) la primera edicién de la novela de junio de 1963, esta decisién debe fundamentarse en el hecho de que Julio Cortézar siguié y verifies detallada y metédicamente el proceso de impresién (como lo atestigua la obsesiva correspondencia que mantuvo con su editor en ese periodo)® y que sin duda para ninguna otra edicién volvié a ejercer una supervisi6n tan estricta, Hay que tener en cuenta, ademss, que babitualmente las ediciones sucesivas de una obra libradas exclusivamente al quehacer del editor, mis que de mejoras, son portadoras de un cimulo creciente de errores y recreaciones, lo que atenta obviamente contra el principio de la *tltima voluntad”. Asi, en el volumen dedicado alos Cueruos y deyendas de Miguel Angel Ascurias (vol.46), Jean-Philippe Barnabé debe tomar la decisién de reproducir la primera edicién de BY AUkajadito, publicada en julio de 1961 por Ia editorial argentina Goyanarte, en lugar de la reedicién emprendida por Losada, cinco afios ms tarde, por cuanto aparentemente ésta se realiz6 sin ninguna intervencién del autor, radicado en ese entonces en Europa, y 185 Las modalidades editoriales de ello resultaron numerosas imperfecciones en el texto, “que han subsis- tido hasta hoy en todas las reimpresiones sucesivas de la casa y tornan algo enigmética mis de una frase” > Pero este tomo presenta un caso atin més interesante. Para el estable- cimiento del texto de! libro Leyendas de Guatemala, e\ editor manifiesta ‘una dara preferencia por el de su primera publicacién en Madrid, en abril de 1930, en relaciGn con todas las posteriores. Los parimetros de elecci6n no son aqutlo de la adecuacién de la versién con los designios del autor ~es M. A. Asturias quien promucye desde 1948 la reestructuracién del texto— sino una reivindicacién més general (basada en consideraciénes quizés mis “exegéticas”), en términos de autenticidad y de eguilibrio liveratios. La modesta edicién madrilefia (cuya tirada fue de tan s6lo 200 ejemplares) constaba de dos escritos introductorios y de cinco leyendas, “hermosamente ilustrada” con cuarenta y dos “motivos omamentales mayas” (p. XXIK). La edicién que realiza Pleamar, dieciocho aiia més tarde (sobre la base de Ja nal se llevaron a cabo Jas sucesivas), no s6lo teemplaza las ilustraciones, originales por diez, dibujos del caricaturista salvadoreito Tomo Salazar, sino que ademis incorpora al libro, a instancias del autor, dos nuevos textos: “Los brujos de la tormenta primaveral” y “Cuculeén”. Esta incorporacion rompe doblemente, segtin el juicio de Barnabé, cl equilibrio original de la obra: el de su textura estilistica y genérica los textos corresponden & ccategorfas disimiles y su extensién desproporcionada triplica el volumen del libro—y el de su “imtencionalidad”: el impacto de su novedad es amenguado por la intencién de “alcanzar un piiblico importante”, por parte de un cescritor que se ha transformado también en personaje oficial.” Sin embargo, Barnabé, en acatamiento de las normas generales de la Coleccién, adopta como texto base, sino el de la tltima edicién aparecida en vida del autor, al menos cl de aquella que eventualmente tuvo la posibilidad de pasar entre sus manos para un control postrimero: se trata de aque publicara la editorial Losada en 1957, dado que Miguel Angel Asturias “por ese entonces residia en Buenos Aires y era amigo personal de Gonzalo Losada”® (p. xxxit), No obstante, si el editor acepta retomar la configuracién textual de 1957, no hace lo mismo con el contenido general 186 Fernando Colla del libro. Por el contrario, conserva la estructura original de su primera edicién (los dos textos incroductorios y las cinco leyendas), relegando los dos textos afiadidos a partir de la segunda edicién a un “apéndice” final. Jean-Philippe Barnabé combina de este modo dos criterios aparentemente ‘opuestos en el establecimiento del texto de las Leyendas de Guatemala, con una doble finalidad: primero, lz de “marcar nitidamente el deslinde de los dos ensembles textuales”, pero también la de tratar asf de “rescatar de alguna manera Ja unidad, In concencracién, el impacto intensamente renovador de la pequeiia publicacién madrilefta de 1930” (p. XX). Y apoya ain més radicalmente esta segunda finalidad publicando en el dassier del volumen, los facsimiles de esa primera edicién, con sus ilustraciones originales, a fin de offecer al lector la posibilidad de apreciar los rasgos peculiares de su disposicién gréfice," gracias a la cual el texto adquiere “un pulso, una respiracién, un ritmo visual y seméntico muy novedoso”, que ademis, a la luz de los manuscritos, segyin Barnabé, corresponden alos del proceso mismo de composicién del texto (p. X30), Este ejemplo quiere mostrar que ¢l editor critico puede licitamente Diuscar scndas alternativas o complementarias para llegar aun texto base que ‘responds a fos parimettos bisicos de la coleccién, cada vez que el principio dela dernitre main aparezca como deficiente o problemstico. El criterio a seguir aqui debe ser el postulado por Tavani, quien, en una cita precedente, >parafraseaba a Valéry para invitarnos a adoptar en ia eleecidn de una version textual una actitud critica y desconfiada hacia los principios universales y aconsejarnos recurrir preferentemente a los prineipios de la razén y del buen sentido comin, “Hay casos en que el itinerario editorial mismo de la obras tan tortuoso intrincado que impone al editor critico el ejercicio de un “arte combina- torio” entre las diferentes versiones textual; casos en que los rasgos nega- tivos 0 sospechosos predominan en las ediciones existentes y obligan a una reconstruceién minuciosa y detallada de los enunciados y a una identificacién de los descuidos o de las intenciones que cada variacién revela. Ya hemos seftalado al respecto el ejemplo de Paradiso. Las deficiencias e incorrecciones que presentan todos los testimonios 187 Las modalidades editoriales subsistentes clausuran rotundamente la posibilidad de clegir entre ellos uno que pueda ser vilido como texto base: Por lo explicado pudiera pensarse que nuestro “texto-base” debiera ser el original autégrafo. Se observan, sin embargo. atadidos y modificaciones en ltexto dela edicién cubsna (que sirvié de base ala mexicana), lo que obliga ‘ano perder de vista la primera en ningiin momento. Igualmente ha sido indispensable confrontar los capitulos publicados en la revista Orfgenes. De todo cllo se desprende Ia complejidad de un sriple o cuddruple cotejo me- diante el cual ha sido necesario, literalmente, “establecer” el texto que presentamos. (S300) ‘Aqui, por supuesto, “establecer” es equivalente a “reconstruit” a partir de esos testimonios deficientes una configuracién textual que se ajuste !o mas estrictamente posible alos designios escriturales del autor. Ono caso puede ejemplficar elocuentemente estos recorridos editoria- les sinuosos: es el del Ulixes crialla de. José Vasconcelos (vol. 39). Su caricter paradigmético se revela desde el proceso mismo de su composicién llevada a cabo “en condiciones relativamente casticas, segrin las peripecias de un exilio que conduce al autor de Francia a Argemtina y luego a Estados ‘Unidos”-.° pero se pone con mayor evidencia de manifiesio en los distintos avatares de su historia editorial. La primera edicién de la obre, publicada en 1935 por Ediciones Botas, se basaba en una copia mecanografiada, dada posteriormente por extraviada durante muchos afios. Habis sido realizada por el yerno de Vasconcelos, no se sabe si al dictado de su suegro 0 copiando un eventual manuscrito. Esta copia no transcribia los capitulos iniciales, reemplazados por recortes de revistas en los que habian visto inicialmente la luz. Ei cdmulo de erratas que contenian estos recortes y el apresuramiento con que la edici6n fue realizada —urgida por el propio autor, confrontado en la época a serios apremios econémicos— justifican “cl estado a veces gravemente defectuoso de esta version impresa”, cuyas interpreta-ciones err6neas del original se traducirian en “verdaderos contrasentidos”, lo que no impidi6 que las ediciones posteriores retomaran {yrepercaticran “aberraciones y anomalias” ((20‘Vi). En el otro extremo, la 188 Fernando Colla edicién de Jus, empresa editorial carélica que decide, a instancias de ‘Vasconcelos, presentar en 1958, a pocos meses de su muerte, una version expurgada del Ulises criollo, desfigurando totalmente el texto inicial en el afin de borrar toda manifestacidn irreverente ~y en particular las de corte erético 0 sensual-, privindolo “de las audacias que constitufan -si nos referimos @ la época en que se publica uno de sus atractivos més evidentes y més originales” (LXXXIV) Restituir ua texto fidedigno en estas condiciones implica volver a las fuentes originales —los borradores, las notas, los manuscritos del escritor—y desde alli reconstruir el proceso de composicién y el itinerario editorial de la obra, distinguiendo las intervenciones ajenas a la mano del autor y tratando de interpretar el sentido de sus propios remodelamientos. Este procedimiento puede complicarse atin més en los casos en que no ha habido ediciones de Ia obra en vida del autor. El ejemplo paradigmitico aqui es sin duda el del Miuseo de la novela de la Eterna de Macedonio Fernéndez (vol 25). Laredacci6n de esta novela, tantas veces meucionada, auuuciada y citada por el autor, s¢ vio interrampida por su muerce, aunque de alguna forma es, problemético considerarla como “incompleta” dadas las peculiares concep- iones de Macedonio acerca de la obra como un permanente hacerse y su consecuente desapego de la nocién de versién definitiva." Del larguisimo proceso redaecional y de las multiples campatias de reescritura y correecién a las que el texto fue sometido, quedan huellas en varius series de testi- ‘monios ~manuscritos y copias—, cuyos elementos (“una cuntidad extraor- dinaria de documentos de muy diversas caracteristicas”, p. LIX) se entremezelan y confunden. Sobre la base de este frangollo -"Macedonio dhxit” ibid) se habfan realizado, antes de la edicion ARCaIVOS, tres edicio-nes péstumas: Centro Editor de América Latina, 1967; Corregidor. 1975; Biblioteca Ayacucho, 1982. Estas tres ediciones estuvieron a cargo de ‘Adolfo de Obieta, albacea y gran conocedor del texto, cuyo proceso de cscritura habia presenciado y apoyado. ‘Teniendo en cuenta que ninguna de estas ediciones ~bésicamente similares, salvo ligeras variantes— identifica Jas fuentes manuscritas utilizadas como originales (al parecer habrian adicionado el contenido de varias series), y teniendo en cuenta también el 189 Las modalidades editoriales desorden que caracteriza la constituci6n del pre-texto, Ana Maria Camblong toma una decisién singular: la de adoptar como texto base una version inaccesible para Adolfo de Obicta en el momento de realizar su establecimiento del texto (en 1967), por encontrarse extraviada. Se trata de tuna copia, con correeciones y agregados de puto y letra del autor, realizada al parecer en 1948, que fuera entrogada ese mismo afio a Ratil Scalabrini Ortiz, intimo amigo de Macedonio. La copia quedé en su domicilio hasta el alo 1977 en que, ya fillecidos ambos escritores, fue encontrada por la viuda de Sealabrini y remitida a Adolfo de Obiet La eleccién de esta versién se basa en sélidos argumentos: las correcciones del autor, efectuadas pocos afios antes de su muerte (en 152), “refrenda la autenticidad” det docu- ‘mento; “la copia se mantuyo ordenada y abrochada, no en partes aisladas, sino completa, lo que la distingue de las demis copias y versiones de las ‘ileimas etapas”; “el hecho fortuito de que se haya mantenido separada del resto de los testimonios y a/ena a la preparaci6n de la edicién péstama la sustrae de suspicacias y la convierte en un parimetro de indubitable legiti- midad” (LXXV1). Esta llamada “copia Scalabrini Ortiz”, que contiene —dentro de los Ifmites macedonianos~ una versién “completa”, es decir, que comporta de alguna manera su propio “cierre”, contribuye a poner en evidencia algunas anomalias de las ediciones que estableciera de Obiets. Asi, el conjunto de textos poéticos que componen el capitulo XV de la novela en estas ediciones no aparece alli incorporado, lo que corrobora as dudas acerca de una posible arbitrariedad en la decisién de incluirls (en el archivo de Macedonio sc conservan en una carpeta aparte y no fueron tampoco integrados en ninguna de las series de originales disponibles). Sin embargo, la eleccién de la “copia Scalabrini Ortiz” no deja de ser problemética, ni de plantear disyuntivas insolubles: esta versién no recoge, por ejemplo, muchos de los “Prologos”, redactados y recopiados por el autor, sin que éste haya dejado ninguna informacién, ninguna pista, acerca. de las razones que pudicron motivar esta decisidn. La exclusién de estos textos crea un dilema pare la editora entre el respeto de la exigencia metodol6gica o la adhesin a la aversién declarada de Macedonio por los criterios excluyentes: “No podemos dejar de reconocer que, si lo mas 190 Fernando Colla cientifico ¢s excluitlos, 1o més macedoniano es incorporatlos” (LUV), Estos “Prologos” encontrar finalmente su lugar en uno de los apéndices textuales del volumen, del mismo modo que las composiciones posticas antes aludidas. Eneste sentido, a eleccién de una versién del texto como la dela “copia Scalabrini Ortiz” permite no s6lo presentar una configuracién enunciativa “Jegitima”, en tanto establecida indudablemente por el propio autor, sino también ordenar a su alrededor de manera orginica —cn este caso, en los tres apéndices textuales establecidos por Camblong— el cimulo de textos alternativos 0 complementarios que configuran otras versiones de Ia obra, que tienen o pueden también tener su propia legitimidad. Intervenciones del editor Una ver elegida o establecida la configuracién enunciativa que constitu el texto base de la obra, el editor puede introducir en ella las correccioues que considere imprescindibles. En términos generales, los alcances de las intervenciones del editor dependen, del tipo de programa editorial en el que inscribe su empresa. El arco de posibilidades, sobre todo cuando el texto tiene ya una cierta antigiledad, se despliega entre presentar la version éntacca, en el contexto de su propia historia, con todas sus particularidades lexicales, ortogrificas, etc. =y en este caso Michel Espagne diria que la finalidad de la edicién es la de “aumentar la masa de conocimientos cientificos” sobre el autor, Ia obra, el texto, 0 modernizar esas particularidades, adaptando el texto a los usos y a los gustos de un piblico determinado -y en ese caso, el objetivo de la edicion serd el de acondicionar un lugar para el texto en cl seno de la “Jiteranara viva”. El programa editorial de la Coleccién ARcii0S tiende evidentemente 2 recrear los objetivos del primer tipo de edicién citado, y si bien los trabajos criticos reunidos en la seccién “Lecturas del texto” actualizan la problemé- tica del impacto de la obra, de su relacién con el presente, lo fundamental del esfuerzo editorial se concentra en exhibir la historia del texto mismo, 191 Las modalidades editoriales con lo cual, precisamente, “se pone el acento en la distancia que lo separa Gel lector contemporanco yen la necesidad de la mediacién cientfica”.” En este caso, las intervenciones del editor en el texto se limitan funds- mentalmente 2 la correceién de errores evidentes, ya sea que éstos provengan de la accidn del componedor o de un copista, 0 de la propia actividad del autor. Mny 2 menudo e! manuscrito limpio o el dactiloscrito que el eseritor deposita en la editorial presenta ya un sinmimero de imperfecciones.” Es sabido que, indefectiblemente, en el acto de copiar se producen disfun- cionamientos —més o menos facilitados por las condiciones materiales de trabajo, el estado de fatiga del copista, ete.— que inducen transcripciones cerréneas. El autor, al pasar en limpio su texto, evitaré algunos errores que son muy frecuentes en las copias apégrafas —aquellos derivados de una Tectura equivocada, siendo el caso més comin el dela ecvio faclior 0 viali- zacién—.® pero compartira otros tipos de errores con los componedores y copistas. Desde larga data, ls filologia ha desglosado las operaciones que componen el acto de copiar —lectura, memorizacién, autodictado, transcrip-cién, ete.—y ha asociado a cada una de ellas los distintos tipos de cerrores que se pueden cometer (estos tipos se agrupan en general cn cuatro grandes categorias: adicién, omisién, alteracién del orden, sustitucién).? Estos ordenamientos pueden ser de utilidad para.el editor en el momento de detectar, clasificar ¢ interpretar las lecciones erréncas que comporta ¢l texto base Otra intervencién licita del editor puede consistir en una modernizacién “razonable” de la grafia, la acentuacién u otras pantas ortogrificas, cuando éstas, por haber sido rcemplazadas por una normativa académica, pueden estorbar la lectura o gencrar ambigiiedad. No se trata evidentemente de cacr en las aberraciones que promovia la filologia del sigio XIX, buscando remodelar los textos clisicos o medievales segitn las regias de una gramética ideal, arquetipica pero inusual, sino de retocar elementos ortogrificos que no son portadores de sentido, que no constituyen un rasgo especifico del estilo del autor, sino un uso generalizado que el transcurso del tiempo-ha vuelto caduco.” 192 Femando Colla Esta restriccién veda, por supuesto, cualquier intervencién editorial en lo que se refiere al uso de las mayiisculas o # le puntuacién del autor (tal como lo postulaba Tavani en sus leeciones de 1986, of Apéndice, p. 273), clementos textusles ambos que eumplen una fimcién expresiva evidente, La puntuacién constituye un fenémeno particularmente delicado, en cuanto puede decirse que craduce visualmente el movimiento del pensamiento ya palabra del escritor. Ein este sentido, el valor ritmico de la puntuacién es sin. ningiin Iugar a dudas portador de sentido. Los usos filolégicos han establecido una distincién entre la puntacién espontdnea del autor ~aquella que ha conformado Ja versién original del texto segain las necesidades y designios expresivos del escritor en la fase redaccional— y la puntuacién editorial, es decir, aquella que figura en las versiones editadas y que constituyen “normalizaciones” gramaticales o adaptaciones a las ‘modalidacles de una coleccion, introducidas por los agentes editoriales, con sin €l consentimiento del autor. En muchos casos, el rasgo que caracteriza la “punuuaci6n espontinea” es precisamente su desapego de las reglas acedémicas, el recurso permanente dela ransgresi6n, programada o inconsciente, buscando forzar la capacidad expresiva de los signos. (Cuéntas veces un escritor termina una frase que comenzé siendo interrogativa con un signo de exclamacién...)* Esta distincién entre puntuaciéin esponténeay puntuacién editorial pone de manifiesto, una vez mis, la necesidad de volver incesantemente 2 las fuentes manuscritas para corroborar o restituir la estructuracién primigenia del texto. Aqui, como en los demés casos, el objetivo ha de ser el de presentar el “mejor estado” del texto, es decir, el texto tal como el autor quiso darlo a leer. Demis esti decir que todos los retoques ¢ intervenciones del editor. por minimos que éstos sean, deberin ir explicitados claramente en el aparato de, notas correspondiente. 193 Las modalidades edivoriales Elregistro de variantes En la diagramacién del texto y del registro de variantes, Ia Coleccién ARCHIVOS no se ha inspirado en los modelos editoriales que promueven “esquemas sindpticos”, fragmentando el desarrollo lineal del texto, para intercelar, en un eje vertical, a sncesién de las lecciones divergentes. Las dificultades de lectura que suscitan estos esquemas restringen el puiblico lecior a circulos realmente especializados (y a pesar del esfuerzo de descifra- iento que exigen del lector, pocas veces logran cabalmente su cometido de restituir una imagen “dinmica” de la génesis). Sobre la base de uno de sus objetivos prioritarios —el de rescatar, reconstruir y comunicar la configuracién texmal auténcica de una obra, 1a Coleccién ARCH v0s reivindica Ia exigencia de la egibilidadd, es decir, la de preservar (para un puiblico lector relativamente amplio) las condiciones tipograficas adecuadas para una lectura “lineal” del “mejor estado” del texto. Por otra parte, en la discusién terminologica sobre el contenido estrieto de los conceptos de variance, estadio, versién, y sobre las distinciones tipologicas que se pueden establecer acerca de la variacién, la Goleccién ARCHIVOS ha. tomado el partido més “austero” de designar como variante toda leccién diferente de la del texto base, ya sea que ésta provenga de un restimonio manuscrito, de un documento pre-editorial (correccién de galeradas, por ejemplo) o de una versidn édita. Al mismo tiempo, ha adoptado, como criterio operacional, le distincidn simple entre variantes cortasy variantes largas. Esta distincién implica, ante todo, que en el registro de variantes, se toma en cuenta el “elemento varixnte” minimo; en otras palabras: si dentro Ge una frase, el autor reemplaza en dos lugares distintos dos términos, éstos serdn listados separadamente. No asi, por supuesto, cuando se trata de términos contiguos (0 casi contiguos), salvo si corresponden a dos campaiias diferentes de escrivara. Por ejemplo, en la secuencia de Zt Llano en lamas de Juan Rulfo (vol.17), “No tiene ni qué, que eras ficil caer 194 ij de pal Ye ae lon entrees lon atados, «fe fede ver, por qe Te zrnca les oj on Ins ues, lo despalojura vivo, olor qoemaza on Ineqgmer cane infers a Lentemoate {ior nme Sih be pacha! aucaé Perky. De quien (Bre dete iblos hablar eee major? uae “Creo gu de los maf reearinge ~avontré Pere, “SDacosdadl rid ain date Venus con ue hilo (.) im 1 deta Ae vot que fue adclgweande haste rie ilencionne Wa () Pain pe ondarae Matadae os pecs! 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Sores) Yel ptin Borin foe quien inicio oquella svi: He Ty ama e ea de mara i fn ee ic Te pam fc ee IPTV pel ct a aa Ly Wig ats) wat ote 1d alata ee ee Stas ae Las modalidades editoriales sobre los ranchos en lugar de estar emboscando a las tropas del gobierno”, cl editor detecta dos reescrituras (“ni qué, era” por “ni qué, que ere” y “estar espiando a” por “estar emboscando 2”), ambas provenientes de la primera versién del euento publicada en la revisia America y, a pesar de que forman parte de una tinica frase, las registra individualmente, como dos variantes distintas(p. 79) De acuerdo con la disposicién grifica que defini6 G. Tavani en sus “Lecciones”, las variantes cortas se registran cn una columns delimitada ala erecha del texto base y ala misma altura que el lema; mientras que el pie de la pigina queda reservado para las variantes largas, es decir, aquellas cuya ‘extensién excede la capacidad de la columna para exponerla en paralelo al ema. De este modo, las paginas de los volimenes de la coleccién que contienen el texto de la obra presentan una estructura cripartita: ¢l texto base, que ocupa la columna de la izquierda (de 80 mm de ancho): las variantes, en un cuerpo menor, que ocupan la columna de la derecha (de 40 mm de ancho), y la parte inferior de la pagina, en donde se ubican las, variantes largas, junto con las notas filolégico-genéticas (Ver dlastracié). Elhecho de tomar en cuenta el elemento variante mfnimo hace que, en general, la mayor parte de ls variantes aparezcan ubicadas en la columna de laderecha. Esta disposicién “en paralelo” lema/variante facili, para cl lec~ tor, la reconstitucidn de los distintos itinerarios de reescritura. La weciadad Ge ambos elementos ofrece la posibilidad de una visién de conjunto de Tas fases redaccionales sucesivas y de una permutacién mental de las secuencias, casi equivalente a la de los diagramas sindpticos, con ia ventaja, ademés, de no interrampir el desarrollo lineal del texto base. En todo caso, es evidente que fa columna constituye una zona “menos marginal” que el pie de la pagina o el final del volumen, que son los emplazamientos habituales del aparato de variantes en las ediciones criticas que no adoptan los modelos sindpticos. En los vokimenes de la Coleccién ARCHOS, el registro de las variantes es exhaustivo, es decir que toma en cuenta todos los testimonios que ccompo-nen el dossier genético de la obra: documentos redaccionales, pre- edito-riales y editoriales, Los documentos prerredaccionales y las 196 Fernando Colla “versiones” que contienen estados de texto que no figuran en el texto base (0 que aparecen muy iransformados) se transeriben inmediatamente después de éste, en uno o mis “apéndices”. Si las variantes corresponden a mas de una fuente, deben ir precedidas de las iniciales o las siglas que designan los distintos testimonios cotejados -segiin un cédigo que se explicita en la “Nota filolégica preliminar”. Asi, por ejemplo, para la novela de Miguel Angel Asturias, £V Seftor Presidente {vol. 47), €l editor toma como texto base el de las ediciones que publics Losada en 1952 y 1959 —Y que aparecen designadas respectivamente como “C" y“E’-y registra las variantes que aparecen en la copia del manuscrito de la novela que Asturias entregura a su amigo francés G. Piliment en 1933 ~designada con la letra “7” pues llevaba como titulo Tohil— y de la primera versién de la novela, publicada en México en 1946 y designada con la letra po Si un enunciado ha sufrido modificaciones en varias campaitas de reescritura, las variantes se registran sucesivamente, segiin el orden cronoligico de su produecién. En el volumen precedentemente citado, para la secuencia del texto base, “que turbaban las toses del general” (p. 78), el editor registra: “7: turbaban las tosidas del / A: turbaban las tosiditas del Sila serie de reeserivuras correspondientes a un lema es muy extensi o si se trata de una variante larga (locucién, clemento oracional, frase), su transeripcién se registra, como ya lo indicéramos, al pic de pagina, con las, mismas modalidades que las encolumnadas, es decir: precedidas por la designacién de la fuente, dispuestas en orden cronolégico, etc. Las lamades que remiten a la variantistica (letras minasculas)™ se colocan al final del Tema; si no queda totalmente claro dénde comienza la variacién, en el comentario filologico-genético contiguo a la variante, el editor hard una especificacién del tipo "A partir de ‘Za casa... el enunciado reemplacet la secuencia del manuscrito T”. ‘Cuando las variantes largas van acompafiadas de comentarios filolégico- genéticos del editor, para evitar confusiones, aparecen encerradas entre fingulos (< >), mientrans que los comentarios aparecen entre corchetes ({]} y. ara acentuar Ia distinci6n, compuestos en cursivas (Ver Provocolos). 197 Las modalidades editoriales {Las lamadas con letras minéisculas pueden remitir tambiga 4 notas filolégico-genéticas aisladas, es decir, no asociadas ni contiguas a variantes largas espeeiticas, sino alrernando con éstas al pie de la pégina. Estas notas, por lo general, contienen comentarios puntuales acerca del contexto de la ‘ariacién, sus modalidades materiales o una interpretacién de su ddgica. Las notas tiskadas no van encerradas entre corchetes, pero si van compuestas en cursivas, como las que acompafian una variante (Ver Provocolos), Como yalo sefialéramos, cuando hay fragmentos mas o menos largos, consignacios en uno o varios testimonios, y que no han sido incorporados en el texto base, éstos pueden ser transeriptos en apéndices, al final de texto. Si dichos fragmentos han sido objeto de reescrivuras, fa transcripcién lineal puede dar cuenta de las mismas de diversas maneras: intercalando las variaciones en el texto, acompafiindolas de los signos diaeriticos correspondientes; relegando las variantes al pie de la pagina, utlizando el sistema de lamadas, etc. El método a seguir depend de la cantidad y de la cnvergadura y aleances de eotas campafias de reeserinira Bl esquema general que acabamos de delinear puede ser aplicado con algunas modificaciones, siempre y cuando éstas se fundamenten en motivos cientificos 0 editoriales valederos. Asi, por ejemplo, en su edicién de Maran Ferro (vol. 51), Elida Lois prefiti6 presentar cl texto base establecido de los dos poemas (El gaucho Martin Flerro'y La vuelta de Martin Fierro) acompafiado en paralelo, en Ja columna de la derecha y en cuerpo menor, por el primer estacio escritural que ha podido registrarse para ambos. En la transeripcién de estos pre-textos manuscritos no sc han tenido en cuentalos trazados grdficos. “El tachado sefiala unidades concepeuales suprinidas independientemente de los procedimientos de inscripcién sobre el papel que haya empleado el serjosor” (p. Cl). ‘La confrontacién del texto base con e} manuscrito correspondiente presenta un interés general (“permite consignar variantes texcuales, reescructuraciones ~particularmente variacién estrofica~ y notas metaes- criturarias”, id). interés que se ve acentuado en cl caso de El gaucho Mar- tin Fierro, por el hecho de tratarse de un manuscrito inédito (restaurado 198 Fernando Colla expresamente para esa edici6n), que constituye el tinico testimonio auss- grafo del proceso creativo del poema (cf. p.200%¥).°5 El pie de pagina queda reservado para la anoweisn filologico-genética y, encl caso de B/ gaucho Martin Fierro, para registrar la variaci6n édita: se consignan variantes de siete ediciones y de cuatro ejemplares de Ia edicion principe con correcciones del autor. Es de notar que las ediciones de obras poéticas ~sobre todo cuando estén compnestas en versos de reducida extensidn, como en el caso de Martin Fierro~ presentan facilidades evidentes para el registro de variantes y le otorgan al editor una libertad mayor que en el caso de la prosa part diagramar el aparato critico. 175 lam labo ya sagen> spy ‘Yepe lindas, Sifabi eno santo Estat donpo ent om, ‘Yaabobin vendo ex awe. nwo Hangin omens todo er sberour (Beg rete ym [Boaa?y acer pape eee Eating alte ‘Conve quem pase Prengordsreoe al open es Mastvoy al Goren ‘Mabncn bramareala ete | Avid oa tin igen Oj romp sce stems Seen petcs be acs | LEE REM ghey ee eee pete Seo dee cetera SEES i ree ie gn cu rote | HES pprtntt Smeg eit average Bh esr re art ce gore ae | Sr orem igcartsp in sor 199 Las modalidades edivoriales Los apéndices Muy a menudo el texto de una obra emerge como la parve visible de un iceberg de escriuura,”* cuya masa, més 0 menos imponente, est constituida no solamente por los borradores y manuscritos, sino también (y en algunos escritores, esencialmernte) por un.cimulo de documentos prerredac- cionales: las genéricamente denominadas zovas preparatorias, de diversa naturaleza y extension. Estos documentos, que en una ediciéa critica son considerados como”no colacionables” (por no ajustarse ni ala dingramacién estructural ni al desarrollo secuencial del texto) representan una suerte de magma en cl seno del cual el texto se he ido conformando, ha ido adquiriendo una forma. Segiin una distincién bisica que establece L. Hay, estos testimonios pneden consistir en notas consignadas en soportes méviles, como fichas, hojas sueltas, objetos de papel diversos: sobres, servilletas, ete (y cuando ‘estudiemos la propuesta editorial multimedia de Ancarros de BI beso de la ‘mujer araka veremos la importancia de este tipo de documento espontdneo nla articulacién de la novela de Manuel Puig), o en soportes constinnidos por pliegos encuadernados: libretas, cuadernos, carnets. Desde el punto de vista del contenido de estos documentos, se puede establecer otra distincién bisica entre, por una parte, los testimonios _prerredaccionales propiamente dichos (aquellos que constituyen realmente los lugares desde donde se pone en marcha el proceso de escritura) y por la otra, los testimonios para-rextuales. Estos iltimos pueden corresponder a distintas categorias, como por ejemplo, diavios fntimos, que suclen brindar informaciones acerca de las motivaciones de la escrivura, Ia intencionalidad, cl significado atribuido a secuencias textuales especificas o al proyecto global; carneus de investigacidn, con notas documentales que pueden 2 st vez corresponder a distintos tipos de informacién: notas sobre el terreno, notas de lectura, ete. La funcién de estos documentos es de alguna manera la de establecer vinculos entre Ja escriduray el mundo, poniendo de 200 Fernando Colla manifiesto la ajustada interpenctracién de “las inscripciones de lo real y las de la ficcién”,” la compleja red de relaciones entre la invencién y las vivencias —vivencias que comportan el vasto territorio de las lecturas, los siliples entramados de la intertextualidad, Forman parte de esa masa escritural excluida del texto base -y dificimente colacionable en una edicién critica el conjunto de fragmentos mas 0 menos extensos, desechados por el autor voluntariamente 0 compelido por los censores. Evidentemente se trata de documentos que corresponden a otra categoria que los antes mencionados (son en general textos acabados que comportan su propia historia redaccional y que otro tipo de historia ha proscripto de la vulgars) pero que se adicionan a ellos en el archivo del escritor, suman su volumen a la masa del “iceberg de escritura”. Las “versiones” Desde los primeros vohimenes publicados, la Colecci6n ARCHIVOS intent6 registrar estos documentos no-redaccionales como parte integrante de la totalidad escrituraria de la obra, recurriendo a un vasto arsenal de procedimientos de transcripcién: lineal, diplomiica, facsimilar, ete. Junto con ellos, intenté incorporar metédicamente también (conformando a veces, cuando l contenido del archivo del escritor lo permiti6, apéndices “orgginicos y exhaustivos) las versiones no integradas en el texto base, ya fueran éstas secuencias textuales desechadas o “estados del texto” diferentes al del texto base y que han funcionado como precedentes, inspiradores 0 derivados. ‘Cuando su volumen y extensién lo permiten, estas incorporaciones pueden ubicarse simplemente como variantes largas: es lo que ocurre, pot ejemplo, en la edicion de la novela de Leopoldo Marechal Adlén Buensayres con cl episodio que alude de manera explicita ala figura de Victoria Ocampo y que debié ser excluido de la edicién princeps por cxigencias del editor 201 Las modalidades edicoriales —reincorporada en el tomo de ARCHIVOS (vol. 31) en forma de nota al pie de las piginas n° 372-373.- En otros casos, las versiones constimayen un corpus independientemente organizado (en los “apéndice ongtinicos” a que antes aludimos) y represen- tan una poderosa fuente de significaciones que enriquece y reconfigura la constelacin semintica del texto base. Ya el volumen n° 10 de la Coleccién ARCHIVOS, dedicado 2 lx novela La carreva de Enrique Amorim, recogia el complejo conjunto de escritos que, en un permanente movimiento, fixe constituyendo las diferentes versiones del texto, en un periodo que abarcé casi teinta aos de la vida ereativa del autor. Recordemos répidamente que en el origen de la novela hubo un cuento de juventud de Amorim (“Las quitanderas”, incluido en su primer libro de narrativa, en 1923, y publicado un afio después separadamente, como relato auténomo), asociado a otros wres cuentos, pertenecientes a su segundo libro de relatos, Tangarupé, publicado en 1925, y més particularmente uno de ellos “Las quitanderas (segundo episodio)". Estos cuatro relatos —en los que quedaris establecido el perfil de los personajes protegénicos de la novela se convertirfan en cuatro capitulos de Za carreta, de un total de catorce en la primera edicién. Sin embargo, tres de ellos “son no sélo instancias claves de la novela, sino algunos de los textos mis extensos y desarrollados, a partir de los cuales (0 al menos teniéndolos presentes) seguramente son elaborados todos los dems” ‘La primera edicin de la novela se publicd en 1932. En vida de Amorim hubo cinco ediciones mas, que en realidad se reducen a tres, puesto que la segunda y la cuarta fueron reimpresiones de la primera y la tercera respectivamente. El proceso creativo prosiguié a lo largo de este itinerario editorial: en la tercera edicién (1933), se introdujeron una serie de variantes; lo mismo ocurrié en la quinta (1942), siendo la modificacién mis significativa la inclusi6n de un nuevo capitulo, publicado un afio antes como cuento en el diario La Prensa de Buenos Aires, con el titulo “Carreta solitaria”, incorporado en lugar del capitulo XIV de la novela que pas6 a ser el capinalo XV. En la edicién siguiente (1952), se continué el proceso de variacién: 202 i i \ \ Fernando Colla “Decenas de pirrafos son escritos una vez. mas y también su estructura es sometida a cambios” (p. LIV) ~entre ellos, el més importante ¢s la inversié, Gel orden de los eapfuulos XIN y20¥. La edicién de la Coleccion Aacivas de La carreta da cuenta de este tortuoso recorrido: toma esa tltima edicién (“que Enrique Amorim consideré definitiva”, p. LV1) como texto base y registra, en la columna de la derecha, las 1 500 variamtes correspondientes 2 la primera edicién, y al pie de pégina, las que remiten ala quia edicién. Por otra parte, en un Apéndice sitvado inmediatamente después dl texto base, se presentan en transcripcién lineal con signos diacriticos para indicar ladisposicién y las campaiias de reescritura, las versiones manuscritas de los capftulos Ii, 11, IV, V, VI, Vil, Vt y del cuento “Los explotadores de pantanos”, que se convirtié en el capitulo XIY, asi como las versiones mecanografiadas con correcciones —en algunas de las cuales estén interca- ladas paginas manuscritas~ de los eapitulos 1, X, X1, X11 y XV, todas ellas encontradss por el editor en el “Archivo Amorim”, conservado en la Biblioteca Nacional de Montevideo. En uno de los dassiers, al final del volumen, se presenta, ademés, con las ‘mismas modalidades de transcripeién, el establecimiento de las versiones impresas de los cuentos que mis tarde se transformarian en capitulos, algunas con correcciones. Esta recopilacién exhaustiva de los diferentes tramos del recorrido textual da como resultado previsible una lectura inédita del texto base mismo: “Creemos que una edicién como la proyectada, ¢s decir, con la publicacién de todas sus etapas, versiones y variantes, mis allé de brindar tuna lectura polisémica de texto en todos sus estados de elaboracién, permitiréa su vez una nueva lectura critica textual dc a obra definitiva” 2° Los cuadernos de trabajo Los testimonios prerredaccionales implican, por lo general, un trabajo de composicién. En los planes, argumentos, esbozos sc establecen los micleos 203 Las modalidades editoriales y los esquemas a partir de los cuales arranca la serie de operaciones que va a desembocar en la construccién de un texto. A diferencia de la librera ndmade, que registra ideas ¢ impresiones sur le ‘champ, o que consigna los reclamos imperiosos de una imagen, de una ides, a través de los cuales se abre paso la creacién (como en el caso de Ricardo Gitiraldes, quien “ala manera de los escritores impresionisias, registraba en fichas aspectos de le realidad, ideas, emociones, que luego compaginaba, reelaboraba y pulia”),” el cuaderno de trabajo se llena en la intimidad del escritorio, con los signos de una escritura privaca, monolégica, que sienta las bases discursivas y narrativas que desarrollari el futuro texto. Estos cuadernos suelen tener un carfcter “mixto” en el sentido que combinan los, esbozos textuales —fragmentos de formas o ideas— con reflexiones “meta- textuales”*, o “personales”, acerca del que- hacer creativo, sus asociaciones con lo biogrifico, lo existencial, y el ineludible rrabajo del elemento imer-textual, En este caso, el ejemplo més elocuente —por la diversidad de recursos, niveles y registros que pone en evidencia— es el del cuademo que sostiene discursiva y marrativa- mente la redaccién de Rayuela, y que aparece reproducido como Apéndice en el volumen 16 de la Coleccion Ancu7vos, dedicado a esta novela de Julio Cortizar. El interés mayor de esta edicién ha sido quizis el de poner clara- mente de manifiesto la manera en que un cuaderno de trabajo puede articularse con el resto de los documentos que componen el dossier genético de la obra. Este dossier es recogido en su imegralidad en el vomo de ARCHIVOS, segin distimos procedimientos de transeripcién. Esté constituido por el texto base que, como ya lo indicéramos, reproduce el de la primera edici6n de la novela y por dos testimonios clave del proceso redaccional: ef manuserito de la 204 Fernando Colla novela, presentado en forma de variantes al pie de las pginas del texto base, yl cuaderno de trabajo de J. Cortézar (que habia sido publicado en repro- duccién facsimilar en 1983, por Ana Maria Barrenechea, con el titulo de Cuaderno de bitéeora) presentado en transeripcién diplomitica, con reproducciones de algunos diagramas y dibujos. “El primer documento forma parte de la colecci6n de manuseritos de J. Goreézar de la Benson Latin American Collection de la Universidad de ‘Texas (Austin), comporta numerosas sustivuciones, tachaduras y afadidos y, segiin Julio Ortega,® debié servir de base ala “copia limpia” que el escritor deposité en la editorial para su primera publicacién, Algunos capitulos de este manuscrito no aparecen en el texto editado € inversamente, éste comporta otros que estin ausentes en el manuscrito. Por otra parte, el orden de los captulos difiere de manera significativa en las dos versiones (lo que en el caso de Rayuela presenta un interés muy particular) y, es mis, podria decirse que este documento es uno de los escenarios en los que se juega casi dramaticamente el novedoso ordenamiento de los fragmentos textuales que caracteriza la novela.» Bl euaderno de trabajo, bautizado /og-b00k por Cortézar, conticne anotaciones prineipalmente de tipo prerredaccional, en el sentido en que remiten a rellexiones, citas, esbozos que constituyen verdaderos micleos discursivos 0 narrativos desarrollados ulteriormente por la dindmica de la redaccién de la novela. Las dos fases se desenvuelven simultineamente pues el escritor comienza a registrar sus notas en cl cuaderno en 1958, instaurando una suerte de didlogo incesante entre la eseritura prévada que organiza, justifica, comenta, recuerda las elecciones diseursivas, y el texto enpleno proceso de constitucién como ral Por otra parte, el volumen presenta en apéndice el facsimil det dactiloscrito (con correcciones manuscritas del autor) de cuatro capitulos excluidos del manuscrito y del texto ediado (fueron publicados por primera ver por A. M. Barrenechea en su edicién del Cuaderno de bitdcora), y lu transcripeién de siete capitulos del manuscrito de Austin, ausente en la versién editada de la novela. El mas célebre de estos escritos es el que, enviado por Cortizar ala Revista Iheroamericana en 1973, fue publicado por 205 Las modalidades editoriales és conel tiulo “La arafia”, en un mimero consagrado a la obra del escritor angentino. Bs evidente que en Rayuela Julio Cortézar propone, analiza y proclama tun nuevo tipo de escritura novelesca, convoca una participacién creativa del lector, intenta romper Ia continuidad de una tradicién que el escritor asocia con la rigidez de la muerte. El dossier genético de Ja obra, orgénicumente articulado en el volumen de la Colecci6n Aaciv0s, y muy particularmente el Cuaderno de bitécora, permite irrumpit en el Iaboratorio donde se conciben los procedimientos, se claboran las justificaciones, se establecen las alianzas intelectnales para la conquista de un universo expresivo auténtico y fecundo en su novedad. Bs en ese conjunto documental donde se asiste a las distintas fases de un trabajo —minucioso y reflexivo~ de desmontaje y de redefinicién, que envuelve las chispas fulgurantes en que la crcatividad se expresa, explicitando sus origenes y sus alcances. Los memorandos Dijimos més arriba que los llamados “documentos paratextuales” podian contener informacion significativa sobre la génesis de una obra (0, incluso, poscer fragmentos que se integran en esa génesis, que forman parte ~como ‘gérmen de figures, de episodios, de direcciones narrativas~ de la “masa escritural” de esa obra), correspondientes a las més variadas categorias, niveles y perspectivas. Louis Hay insiste en el hecho de que muy a menudo ‘es mejor considerar este tipo de documentos, no como una mera “herra- ienta de trabajo”, sino como un objeto literario, licitamente integrable en la totalidad de lo escrito. ¥ es esta consideracién la que justifica la fre- ccuente transcripeién de estos memorandos en los volimenes de la Colec- cin ARCHIVOS, como complemento del texto de la obra. Tal es el caso de la libreta de spuntes que el venezolano Rémulo Gallegos llevara en el viaje que realiz6 en 199t por tierras de Guayana y que’Gustavo Guerrero reproduce en manscripcién diplomética— en la edicién de 206 Fernando Colla Canaima (vol. 20). Pues si formalmente la libreta registra una sucesién de datos generados por un medio desconcertante ~“arquitecaras, pases, anécdotas, sistemas de transporte, precios, voces y costumbres"—* recogi- dos a partir de una mirada que busca el distanciamiento y la objetividad "Gallegos observa y transcribe la realidad guayanesca con la minuciosa avidez de un etnélogo o de un etmégrafo entregedos a la tarea de describir un medio ignorado”— lo que importa, desde nuestro enfoque editorial, es que esta “investigacién de campo, como el viaje mismo, tiene desde un comienzo uns finalidad muy precisa: recabar el mayor mémero posible de datos con vistas a la redaccién de una novela cuya trama ha de desarrollarse cen la egin y que Llevara por titulo Canaima” (Ibid.}. Bs decir que, en la perspectiva misma del autor, ei Henado de la libreta esta oricntado como fase, como etapa, como tramo de un recorrido escriturario claramente “finalizado”. La permanente utilizacién posterior de la libreta —durante los cuatro aiios de exilio y peregrinaje del escritor en los que la novela toma forma ("las notas tueron leidas y releidas, sopesadas y transcritas, una y otra vex")— corrobora su cardcter de sustentador de imagenes, situaciones y fragmentos dis- cursivos. Un testimonio singular de documento para-textual est constituido por el diario de gastos levado por D. F. Sarmiento, durante su periplo por Europa, Africa y América de 1845-1847, y reproducido —también en transcripcién diplomética— por Paul Verdevoye, en la edicién de Viajes (vol. 27). Aunque en este caso, la incidencia del documento en la confi- guracién textual puede minimizarse —tra- tdadose de un prolijo y laednico registro de gastos ytarifas—, resulta sin embargo indudable su valor como fuente de informaciones conextuales. Yu en a presentacién de la primera publicacién 207 Las modalidades editoriales AP. Castro, insistia en las rectificaciones que cere documento imponia en la imagen modelada por los biGgrafos de 05 Sarmiento hasta ese entoncess P, Verdevoye completa cl listado de recurst i i ros nada qe encierra ia librera “para fir feches, itneraos, y muchos dat at la desdefables, que en algunos casos encierran claves indispensables pase ‘buena interpretacin de algunos episodios. 0 averiguar Fuentes i i lente vim aubestimar bn rasgo que, aunque menos evidente, resol igudln isticas provechos; se rata de est “roesta singles de las — ingles i 4i6 en valerse de idiomas ¢ . ie un visjero que se empeno en jer, adem pon ara confar sus omprasyandanzas aun evaderno intima” i) del diario (2947), su editor, Documentos redaccionales fimenes de la Coleccion ARCHIVOS , los Apéndices de los volimenes: : ea ca punting edaccionaes “completos” ~e5 deci, que constit trascriben documentos redac te von "versiones” integrals (0 casi integrales) dela obray que, por un nek re se orto, resuliaa dificilmente colacionables con el vexto base y Ps tas de tengorrosos problemas en el momento de registrarlas en forma de list is To que ocurre con el denominado Af (manuserto n°1) dé 18 oe Mulata de Tal de Miguel Angel Asturias -y con algunos ane 7 ‘pequetio conjunto redacciona identifieado como FS folios sue i). 4 Jecto, la seccién del Fondo Asturias de la Bibliot prania Gedieada a Mulaca de Tal consta de tes c6dices: dos manusc a novela y el conjunto de Foliar sueltos ("57 folios meca- completos de ks = caeides cuya caracteristica més destecada es la variedad mo! les: si el Ma légica”).* Los dos mamuseritos presentan rasgos UY disimiles: : — : {manuscrito n°a) “tiene el aspecto de una copia en limpio, como si SE resto que se pensuba entregar la tipografia”(p. XXXVI), y 66 270 pestamte (a pesar de un amplio cimulo de variantes) al vexto editado; el Mfr de la Biblioteca Nacional de 0s 208 Fernando Colla no sélo da cuenta de un abigarrado proceso de composicién, que superpone permanentemente tachaduras y sustituciones tanto mecanografiadas como autégrafas, sino que ademés revela una profunda “disimilitud redaccionsl” en relacién con las versiones posteriores y, en particular, con el texto editado: “Tal disimilitud se dz en dos niveles diferenciables. Un primer vector de reescritura contempla todas las alteraciones de corte estilistico y expresivo, mientras que en el segundo las alteraciones casi no dejan testimonio de sus antecedentes pretextuales, ya sea porque se suprimen pasajes extensos radicalmente o porque se reescriben totalmente” (p. XL). Estas discrepancias llevan al editor, Byron Barahona, a elegir una doble via de registro para las dos versiones: el Me seré presentado en un aparato convencional de variantes, mientras que el M7 sera transcripto en un apéndice inmediatamente posterior al texto editado. Por otra parte, dadas las enrevesadas caracteristicas de este documento, la wanscripeidn adoptala modalidad lineal de un texto establecido (“segtin Io que se pueda reconocer como le fase final presente en el cédice”, p. XLI), con un aparato de notas “paleognificas” que reconstituyen, gracias a un detallado sistema de signos diacriticos, las distintas fuses de correccién y reeseritura Ademés, la imposibitidad de wanseribir algunas secuencias (por la superposicién de tacheduras y aftadidos inscriptos en el anverso y en el reverso de hojas de papel fino y transhicido) imponen su reproducci6n ‘owogréfica intercalada en el lugar corespondiente de a transcripcién. En un apéndice complementario se presenta el primer esbozo autdgrafo de un pasaje de la novela escrito en el reverso o entre las linens mecanografiadas de algunas piginas del manuscrito, en reproduccién facsimilar, con la correspondiente transcripeién ~parcial, a causa de Ia legibilidd dificultosa de los folios. Finalmente, se recogen del mismo modo (establecimiento lineal de la Uiltima versi6n del texto y notas paleogrificas) algunos folios sucltos que no hhan podido ser integrados al aparato de variantes por no presemtar una correspondencia exacta ni con e! manuscrito n*2 ni con el texto editado, aunque su contenido esté emparentado con pasajes dela version definitive. 209 Las modalidades edivoriales Un caso particular de documento redaccional esti representado por el manuscrito de Ligados de Harold Com, reproducido en el vol. 34 de la Coleccién AacH1¥0s. Gedido por el hijo del escritor argentino al editor, en lacreencia de que se trataba de un pre-texto de ia novela Sudeste, results ser el borrador de otro proyecto novelesco, inicialmente titulado Rio Madre, y que quedé inconcluso (las stimas palabras del manuscrito son “Final de la primera parte”). Dos argumentos movieron al editor a incluir la trans- cripcién de este documento —disperso en hojas sueltas y cuadernos escolares~ en su edicién critica de Sudeste. La primera es la coincidencia de una temética general, de la configuracién sociolégica de los personajes y de los escenarios en que se desarrolla la acci6n, que permiten suponer que este texto habria podido servir al autor de “base para confeccionar poste- riormente Ia novela con la cual ganarfa el concurso de Fabril Editora en 1961” La segunda es que este pre-texto —con correcciones correspondientes a varias campatias— pone de manifiesto no s6lo aspectos del método creativo del autor, sino también operaciones claves en la constitucién de un estilo propio, en particular las que derivan de lo que el editor denomina “la obsesién por los fantasmas influyentes” (ibid) (He- mingway, Falkner, Lexness) y de las respnestas conflictivas que genera, condicionando aspectos esenciales de las campaiias de reescritura Al igual que en el caso precedentemente citado, el manuscrito de Ligados aparece en transcripcién lineal en forma de texto establecido, mientras que las operaciones genéticas de su constituciGn se registran en forma de variantes -en la columna de la derecha y al pie de pégina— cenmarcadas con los signos diacriticos que remiten a sus modalidades de ejecucién y con notas aclaratorias sobre las condiciones materiales de 12 variaci6n, asi como sus caracteristicas topogrificas; por ejemplo: “EL subtitulo esti intercalado con tinta, pero el texto sigue luego con lépiz”(p. 482), 0 “Una leve raya por debajo y un signo de interrogacién al lado expresan dudas acerca del material..”, et. bid). 210 Fernando Colla ElDossier derecepcién En el otro extreme del proceso creativo, la Coleccién ARCHIVOS toma también en consideracién Ia historia de le recepcién critica de la obra. De manera cada vez ms sistemitica y razonada, los voliimenes de ARCHIVOS presentan en un dossier especifico, antologias de variada extensién de las, lecturas criticas que constituyen hitos significativos de esa historia Este conjunto documental no es concebido como un “suplemento” de la edicién critica. Por el contrario, la fundamentacién tedrica de su inclusién se basa en el postulado de una relacién solidaria que tejen produccién y recepcién en la realizacién del significado de la obra, en su constirucién como objeto extético.* Por lo tanto, la copresencia en un mismo espacio critico de un dossier genético y de un dossier de recepeién busca actualizar ese postulado metodolégico, poniendo de manifiesto la “correlacién dialéctica”* que entrelaza en el propio texto las operaciones de escribir de leer. En esta perspectiva, el establecimiento de un corpus de lecturas en el marco de una edicién critico-genética como las de ARCHIVOS abre miltiples fuentes de informaciones hermenéuticas. Por una parte, al considerar que el significado de la obra nace de la interrelacién entre los signos del texto y los actos de competencia de un lector social histéricamente condicionado, una antologia de lecturas des- pliega el abanico de significaciones de la obra més all de la intencionalidad del antor que el andlisis genético ha podido poner de manifiesto: al revelar, como lo postulaba Jauss, las preguntas las que el texto dio respuesta en distintas épocas de su difusi6n, el Dossier de recepcién reconstituye la “dimension temporal” en el seno mismo del texto, en una imbricacién indisociable con el de las etapas de su gestacién. En este sentido, produecién y recepcién constituyen las dos vias por las que la obra transita en la historia, y el rescate de sus testimonios permite definir un lugar significativo para esa obra en el marco de Ia historia literaria. Asi, por ejemplo, el vol. 31 expone en el dossier “Recepeién critica” el tormoso camino que debié recorrer la primera novela de Leopoldo Marechal, Addn 21 Las modalidades editoriales Buenosayres, hasta su “instalaci6n en el canon”; los tironeos contradic torios de una critica que. al mismo tiempo que revelaba limpidamente la tama de los juegos de fuerza que configuran el campo literario en un momento hist6ricamente preciso, ponia de manifiesto la multiplicidad de planos que constituyen la constelucién de significados de la novela, Por otra parte, la imbricacién de ambos procesos se manifiesta en el origen mismo de la obra. Las condiciones de recepeién aparecen ya inseriptas de alguna manera en el dossier genético, en el sentido en que el autor formula su obra para un puilico lector, que representa un “horizonte de espectativas”."* En la redacei6n de su texto el escritor tiene presente este horizonte, como incégnita, como intuicién 0 aun como imperativo a sortear o doblegar. En un segundo momento, una vez publicada la obra, la critica sanciona los desencajes, las deficiencias, la frustracién total o parcial de las expectativas, y esta sancién vuelve a funcionar como condicionante en la prosecusién de la obra, o aun en eventuales reescrituras que buscan adecuar el texto editado a las solicitades del pablico lector. Podriamos aqui Citar como ejemplo, el nutrido dossier critico que acomperia la edicién de Los dias terrenales, de José Revueltas (vol. 15). y que pone claramente de manifiesto los conflicts y las estrategias de adecuacién que entran en juego nla constimucién de una obra, entre el escritor que, al mismo tiempo que formula su texto, busca definir su lugar en el campo cultural, y e lector que sanciona la legitimidad del intento.° Finalmente, el rescate de una mirfada de textos criticos —algunos fundamentals para entender no slo el impacto de la obra, sino también lx configuracién del campo literario en un lugar y en un momento devermi- nados— se integra coherentemente en las finalidades “patrimoniales” de la Coleceién ARCHIVOS, en sus objetivos de recuperacién de la memoria, escrita ~sobre todo teniendo en cuenta que gran parte de estos textos aparecié en publicaciones periédicas, a veces regionales, a veces de efimera cexistencia, y que permanecieron enterrados € inaccesibles en archivos periodisticos o en colecciones particulares. 212 | I i | | | | i Fernando Collea ‘Noras Ya sea por ser reconocidas generalmente como las mis importantes en el contexto de la época y de a produccién de autor ~como puede ser Ryze (ol 16) por iar wa tila, -y8sea por haber quedado injustament relegadas enn plane secundacio por la dmsinamte difusion de otra obra del autor ~como Canarma (vol. 20), por ejemplo, o por orcos motives concomicanes. [La mumeracién de los voimenes es nde la ColecciGn AACHI0S * Recopilacione que pueden contener le produccién completa del autor dentro de un nero ~como ese caso de la Obra poeica de César Vallejo (vol. 4), por ejemplo-, 0 una parte signifcativa de esta produccién ~como la seleccién de Ensayos, ordenados teméticamente, de Pedro Henriquez Urefa (vol 35). Por su carécter fundacional Ia aeualidad desu hull, algunos ules decimonénicos han sido incorporados a “Pn general de edicion”: los Végies de Domingo Faustino Sarmiento (iol. 27) 0 el Mardin Kierro de José Hernéader (vol. 51). Y con el paso del tiempo. [a Coleccién AncHrras comenzaré evidentemente x desborcat sobre el siglo XXI, sobre todo, sisu Comité Cieniico Internacional autoriza algunas otras transgresiones 2 la norma de cedizar solo autores fllecdos fademis de os ye programados: Ernesto Sabato, Augusto Roa Bastos, Carlos Monsiv.., jusifiables desde mliples perspectives). *“Lacroisiéme dimension del lttérarure”, citado por C. Gothot-Merseh, ap. ct p.72. SM, Espagne op cit. x6, “CE. C. Vitie: “Nota filolégiea preliminar”, ne Paraiso, vol. dc la Colecién AACHITOS, 1996, p. AXXV. FA, Weber-Callisch, “Pats et versions a retouche, la reprise eta rfonte dans Vocuvee de Claudel”, Cahiers de errologrea(“Problémes de édicion critique"), Paris, Minand, 1988, Véase el artculo de Ana Maria Barrenechea ("Génessy cireunstancias”, pp, g66-570) ¢n «setomo dela Colecciin ARCHIVOS. 9]. Ph, Barabé, “Not ilolégie preliminar” p. XXX 213 Las modalidades editoriales "Asturias habia Uegado en ese entonces a Buenos Aires como ministro consejero de la Embajada de Guatemala. Cf. Zid. p. XXX. J. Ph, Bernabé, p. XXXL Les reediciones posteriores que sacb esta casa editorial no fueron sino reimpresiones de lade 1957 "Una distribucin muy espaciada de los pirafos, que aslaba cada uno de ellos en un espacio propio, éelimitado a veces hasta por una pégina entera en blanco” (p. XXX. 5G. Fell, “Notafilologica prefiminar”, p. EXXXN, 4. M. Camblong, “Estudio preliminar”,. LIX. ®M. Espagne, op. ct p.173. "El postulado de base aqut es que “la obra sigue viviendo por encima de las distancias temporales, sigue desplegando su potencial de sentido mis alli del contexto que la vio acer” "Wid * Podemos aqui volver @ mencionar el ejemplo de José Lezama Lima: “La copia que se conserva en Ia Bibliotece Nacional José Mart del original mecanografiado entregado por Lerama a la Unién de Bscritores y Artistas de Cuba para la primera edicién de Paradivo demuestra que la transcripcién del manuscrto constituyé Ia fuente inicial de errores, que en su mayor parte (por descuido de las personas encergadas 0 del propio Lezam) paseron altextoimpreso en La Habana”, C. Vitier p. ce, p. XXXVI °® “Anwe una palabra poco frecuente con rasgos grificos muy similares a otra de uso normal, cl copisia opt de inmediaro por la segunda, laleesign mis fii.” A. Blocua, op. cit, . 96. © ibid. MlbertoBlecua presenta una uy detllada descripcién de los distints tipos de cerrores que puede contener una copia autigrafa 0 apégrafe, basindose en los tres rmamuseritos existentes del Libro de Buen Amory ejemplificando con ellos (pp. 20-30) 4 Hay casos en que los rasgos ortogréficos peculiares son de uns importancia primordial, ‘come por ejemplo en los Viajes de D. F. Sarmiento (vol. 27), euyo texto pone en préctica lospprincipios de lareforma ortogrfica “americana” promovda por el autor. * Bs por ello, qu la illogia estblece también una dstincién entre “puntuaci6n sini tea” y “puntuacin textual” q * Saivo en ol caso del manuscrito 7, todas las otras letras corresponden, en su orden alfabécico, a la sueesién de ediciones que tuvo la novela hasta e] momento de la publicacién del volumen ARCHOS. * La sucesinalfbética se reinicinen cada pig. *5 “EL nico testimonio aucdgrafo el proceso creativo de Al gaucho Martin Ferro con que se cuenta es una pequete libreta que alguna vez.contvo una primera redaccié de sus 13, cantos, pero en la que hoy sdlo pueden lecrse —con algunas lagunas- los ocho primeros. Cuando pude verl (en 1992), era imposible manipulata sin dao; la Asociacién Archivos 214 Fernando Colla costed entonces su resturacin,asumiendo una responsabilidad patrimonial queen ese ‘momento resignaron entidades gubernamentaes argentina, y ast permitié rescatar un {importante dacumento genético” (p. XIXY). CLL, Hay: “Lamont de Vécriture”, én: L. Hay, P. M. De Biasi, E. Mary eral, Cornets erivains, Pasi, Eéitions du CNRS, 1990, pp. 7-22 * Did, 9.04 ** Amonio Lopez Limos, gerente dela editorial (Sudamerican], al envir las pruebas de galera al autor, las acompatia con una breve esquela donde recuerda & Marechal los estrochos vineulos entre Sur y Sudamericana (ls libros de aquel sello creado por Victoria Ocampo a partir desu famosa revists— eran distribuidos por Sudamericana, y no era éste el lénico vinculo). Consecuentemente ~y con gran amabilidad— le solicitaba atemperer 0 suprimir cl pasaje en cuestién. Con igual cortesia —aunque con cierto tone irdnico—, al devolveri ls pruebas, el auror hace saber 2 su editor que ha accedido su pedido”. J Lafforgue y P. Vila, nots critico-flologicas al texto de Addn Buenasayres (vol. 3ts coordinado por). Lafforgue y F. Coll). p. 373. 9 W. Penco: “Genesis de Lacarrea”, iB Amorim, La carreta¥0l.10),p-XLK °F, Ansa, “Génesis del texto: de los cuentos ala novela", articalo introduetorio al ya itado vo. x0, p. XX, * E, Lois, “Estudio flokigico pret . XV FL. Hay. op. ct, pay. J. Ortega, “Nota sobre el texto”, J. Cortgar, Reyuel, vo. 16,p. XXVI “Bl manuserito revela el drama de esta bisqueda: cada comienzo de cupinulo est leno de animeros, achaduras nota. y hasta colores, que indican posibles ordenamientos, pists y ssociaciones que den forma a lz novela. Delos 155 capftulos de la novela sélo entre los primeros 28 hay coincidencia entre el orden final y el provisional." J. Ortega, ap. eit, p. aK, 5 Op cies p.3y % C, Guerrero, "Presentacién” [del “Cuederno de trabajo”): R. Gallegos, Canaina, vol. 20, .239. ® P. Verdevoye, “Diario de gastos. Del copist al lector", i: D. F Sarmiemto, Viajes, ol 27.p.476, B.A. Barahona y A. D'Agostino: “Historia dela eradicin y evita del texto”, a: M. Ascuins, Madar ce Ta, vl. 48, p- XXX. % Cf. Eduardo Romano: “Estudio filolégico pretiminar”, ce: H. Cont, Sudexe/Ligados, vol 34. © Recordemos que Ins esouelasrecepeionistas han esteblecido uns dicotomia, que result ser tericamente may feennds, entre I obra como arzfact y la obra com objeeo exo: ws", i: R. Ctiraldes, Don Segundo Sombra (wl. 2), 215 Las modalidades editoriales “EL artefacio es la matcralidad textual del signo, ef certo como queda at finalizar la escritura. BL objeto estético, en cambio, es el significado correlativo del ariefacto en Ia conciencia de los lectores. es la realizacién por parte de los lectores de une siguificaciém para ese atefacto”. J. M. Pozuelo Ywancos, Zora del lengnaje lierario, Madsid, Cvedra, 1988, p.n. La expresin pertenece a J. P. Sartre, quien ya en gQué es da leeraaura? exponia claramente las bases fundamentales de las teoriasrecepcionistas: “La operacin de escribir implica lade leer como su correlativo dialéctco (... Hs el esfuerzo conjugado del autor y Gel lector que hard surgir ese objeto concreto € imaginario que es cualquier obra del cspiria. No bay arte sino por y park el Octo”. Citado por H.R. Jauss, “Réception et ‘production: le myche des frres ennemis”, in: La naasance des text, of ic, p. 166. *CEI.M, Romuclo Vrancos. op. et. . 15, “8 “El rebuscado menosprecio. da consigna de silencio, lx rzasgresiOn de Cortéaar, responden a motivaciones que tienen que ver tanto con las estrategias diseursivas (los asgos definitoris de una aorela genial, que cistalice las aspiracones y los rechazos con los que se abre paso cl recambio generacional), como con la eleceién del lugar, en et escenario politico del momento, desde donde se emite ese discurso: la adhesién de Marechal al peronismo como elemento catalizador de las aprecaciones erticas”. F. Cola, “Introduccion lal dossier Aerepcin erica in. Marechal, Adin Buenosayres, vo. 31 P. 873 CL HLR. Jauss, op. i p67 * Bste dossier comprende, entre ottos aparads (facsimiles de manuscrites, por ejemplo), uno que redne “los aniculos més importantes que se eseribieron en tormo a esta novela en el momento de su primera publieacibn y culmina con la polémica en torno ella ya £2 cuadrarte de la Soledad « medindos de 1950" y ot90 con “un. college de opiniones del autor sobre su novel, echo con fragmentos de cartas, de entrevista, de conferencias y de dos textos (Sobre mé obra lterarta y Prélogo a mi obra titeraria), en los cuales se refiere dicectamente a su novela. [..] Coloeados juntos por orden cronoldgico tienen fa ventaja de ‘offecer une visiGn global y sintética de Is evolucién de lt posicién de Revuelas frente asu ‘bre. En un primer momento reaccion contra critica, pero poco después, feente al peso de ta censura dogmtica, empieza en él un proceso de autodenigrzcién y un inteato \finalmente fallido, pero que le hizo perder aftos) por aceptar los preceptos del realism socialise”, A. Revuelts y P. Cheron, “Nora explicativa” fal Dossier}, i: J. Revueltas, Los dias terrenales, 01-15, p- 395 216 | i LASEDICIONES ELECTRONICAS DE ARCHIVOS En 1992, después de haber publicado veintiocho titulos (de los ciento diez previstos en el plan general de edicién de origen), Ia Coleccién ARCHIVOS emprendié una reflexién metodolégica que iba a modificar considera ‘blemente la organizacién de los voliimenes siguientes. Esta reflexion nacié de la necesidad de adaptar las modalidades editoriales de la Coleccién sl contenido de los nuevos textos en preparacidn. Esos textos, con sus aparatos de variantes y sus notas de tipo filolégico y/o genético, produjeron naturalmente la necesidad de recurrir « las nuevas tecnologias, que representaban la posibilidad de un desarollo coherente de Ja Goleccién en soporte papel. En efecto, el esquema tipo? de la Coleccién ya contenia los elementos representativos de las distintas navegaciones Propuestas por Axcurros, dentro y alrededor del texto: el itinerario textual, Ia historia del texto (génesis y circunstancias) y su contexto,y las distintas lecturas del texto. 217

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