Ankermit - Historia y Tropología. Ascenso y Caída de La Metáfora (Representación Histórica) PDF

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Tee Cali IV, REPRESENTACION HISTORICA, EXxPLicaciOn, INTERPRETACION ¥ REPRESENTACION Nos agrada pensar que la filosofia de la ciencia y la filosofia de la historia son disciplinas puras y estricta- mente racionales que no tienen suposiciones sustan- ciales en si. Esto les da el derecho, por decirlo asi, de investigar las “suposiciones” de la ciencia y la histo- ria. Por supuesto, todo mundo esta consciente de que ésta es una imagen demasiado optimista, Como cual- quier otro discurso, para usar el término de Foucault, la filosofia de la ciencia y la filosofia de la historia tienen también sus suposiciones esencialistas; supo- siciones esencialistas en cuanto a lo que son los pro- blemas esenciales en la ciencia y la historia desde un punto de vista filoséfico. Como Foucault y Hegel nun- ca se cansaron de senalar, estas suposiciones pueden descubrirse al ubicar los limites entre lo que puede decirse y lo que no debe decirse dentro de un discwr- so determinado,! Por esta raz6n es sensato decir que las suposiciones de un discurso no deben asociarse ' Por supuesto, la idea es central en la concepcion de Hegel s0- bee la dialéctica. Respecto de las posturas pertinentes de Foucault, vease M. Fe It, L ordre du discours: Lecon inaugurate au Collage de France prononcee le 2 décembre 1970, Paris, 1971. Ig 192 REPRESENTACION HISTORICA principalmente con sus premisas no analizadas o sus bases maximas, sino mas bien con lo que excluye, asi como un tabi excluye ciertas formas de hablar. La mejor manera de determinar las suposiciones de un discurso es estudiar su terminologia.? El inven- tario semantico de un discurso por necesidad deter- mina este limite entre lo que puede decirse y lo que no puede decirse, analizarse 0 investigarse dentro de un discurso, El vocabulario y la terminologia, por tan- to, expresan lo que se supone esencial en lo que se analiza. Por ejemplo, debido a sus distintos vocabu- larios, el debate entre los positivistas logicos y Pop- per, por un lado, y los kuhnianos, por otro, no fue principalmente un debate sobre el crecimiento del conocimiento (como pensaron los participantes mis- mos), sino, de hecho, un debate sobre lo que debe- ria considerarse esencial en la empresa cientifica. De acuerdo con la primera clase de debate, esta esencia es la verificacién (positivismo ldgico) o la falsifica- cién (Popper y sus discipulos) de las hipotesis cien- tificas; de acuerdo con la segunda clase del debate, lo esencial es la naturaleza de la retérica cientifica (es decir, como debaten los cientificos entre si y qué clase de argumentos por lo general consideran de- cisivos). Lo mismo es cierto con la filosofia de la historia. En su fase inicial, la moderna filosofia de la historia desde, digamos, la década de 1940 casi exclusivamente ha ? Las implicaciones de esta propuesta para la escritura de la his- toria intelectual se demuestran con brillantez en J. G. A. Pocock, Politics, Language and Time, Nueva York, 1973. REPRESENTACION HISTORICA 198 empleado el vocabulario de la explicacién y la des- eripcién. La suposicion esencialista era, por supuesto, que esencialmente e] pasado es un mar de fenéme- nos hist6ricos que deben deseribirse y explicarse. El pasado se concebia como una multitud de fenéme- nos que yacen ante el historiador, en espera de ser descritos y explicados. La preferencia por este voca- bulario automaticamente gener6 varias preguntas, en su mayoria epistemoldgicas, respecto de la ver- dad de las declaraciones descriptivas y explicativas del historiador acerca del pasado. Asi, el modelo de ley aclaratorio (MLA) llegé a dominar el debate en la moderna filosofia de la historia en la primera mitad de la corta vida del mia por la Gnica raz6n de que el vocabulario que adoptaron los fildsofos de la histo- ria sugeria que la explicaci6n y descripcién histéri- cas eran la esencia de la tarea del historiador. Sin embargo, en la década de 1970 aparecié un vocabulario nuevo. Tanto los hermeneutas como los narrativistas creyeron que la tarea del historiador no era explicar sino interpretar el pasado, De hecho, se tra- té mas de una creencia implicita en el giro que tomé el debate en algtin momento cercano a 1970 que de un argumento explicito. Mas atin, el encanto que ejer- cié el vocabulario anterior resulté tan fuerte que produjo una escision en la filosofia de la historia her- menéutica. Los protagonistas de lo que Von Wright y Olafson lamaron hermenéutica analitica’ —grosso modo, la wadicién que asociamos a Collingwood, _ *Wéase F. A. Olafson, “Hermeneutics: ‘Analytical’ and “Dialec- tical’, History and Theory Beihefi 25, 1986, pp. 28-42. 194 REPRESENTAGION HISTORICA Dray o Von Wright— se acostumbraron tanto a hablar con el lenguaje de la explicacién que nacié una for- ma hibrida de hermenéutica; hibrida, porque com- binaba la concentracién tradicional de la hermenéu- tica sobre la interpretacion del significado con el requerimiento de que el historiador explicara el pa- sado que suponia el yocabulario del MLA. Es posible rastrear muchas de las debilidades de Ta hermenéuti- ca analitica hasta su pecado original de mezclar las preguntas que sugiere el vocabulario hermenéutico con el ideal explicativo del otro yocabulario. El voeabulario puro de Ia hermenéutica solo se abrié paso de manera lenta en la filosofia de la histo- ria, en la medida en que lo hizo. La critica literaria y los dominios pertinentes de la filosofia del lenguaje se mostraron mucho mas receptivos a este nuevo VoO- cabulario que la filosofia de la historia. En la filosofia, la consistencia siempre es preferible a la hibridiza- cidn y, por tanto, se teme que la filosofia de la historia pierda terreno frente a sus mais atentos rivales. Por tradicién, la teorfa hermenéutica aborda la manera en que se interpreta él significado. La suposicion csen- cialista de la teoria hermenéutica es, por tanto, lade que el pasado es en esencia un conjunto significativo yde que es tarea del historiador interpretar el signi- ficado de los fenémenos hist6ricos. Las preguntas epistemoldgicas que tanto obsesionaron a la filosofia de la historia en su fase inicial perdieron entonces mucha de su urgencia, puesto que las preguntas de significado se interesan en la relacién entre palabras mas que en la relacién entre palabras y cosas. Y el una vez acaloradamente debatido problema de si la REPRESENTACION HISTORICA 195, historia era una ciencia (aplicada) se abandoné en favor de los problemas mas existenciales de la rela- clon entre texto y lector, que surgié de la obra de autores influyentes como Gadamer y Derrida.* Cam- biar el vocabulario de la descripcion y explicacin por el de significado e interpretacién implicé nuevas lareas para la filosofia de la historia, y todo mundo estar de acuerdo en que atin hay mucho trabajo im- portante por hacer en esa direccién, Pasard algiin tiempo antes de que la filosofia de la historia en rea- lidad se ponga al dia con la critica literaria, Aun asi, a pesar de los nuevos avances que podrian esperarse del desarrollo de una filosofia de la histo- nia en verdad hermenéutica, no debemos perder de vista que el vocabulario del significado y la interpre- tacién también tiene sus desventajas. Los términos significada € interpretaciin pueden usarse de manera relativamente directa cuando se habla de: /) la inter- pretacién del significado de las acciones humanas (el campo favorito de la hermenéutica analitica) y 2) la interpretacion de textos (el campo favorito de la hermenéutica continental), Nadie querra rebatir el hecho de que los historiadores a menudo deben res- ponder la pregunta de por qué los agentes histéricos en el pasado emprendieron ciertas acciones 0 cual fue el significado de un texto escrito por Hobbes 0 Rousseau. Sin embargo, el problema es que hay mu- cho del pasado que no tiene un significado en nin- guno de estos sentidos. La historiogratia del siglo xx prefiere ver el pasado desde un punto de vista distin- 4 Véase el cap. 11. 196 REPRESENTAGION HISTORICA, to del de los agentes historicos mismos, lo que reduce la intencién de la hermenéutica analitica a una em- presa fuitil.? Lo que es ms, la variante contempord- nea de historia intelectual, la historia de las mentali- dades, no se interesa tanto en los significados (sea el mens auctoris o el significado del que nosotros nos apro- piemos) cuanto en las mentalidades de las que es prueba el texto. Y una mentalidad puede ser un an- tecedente del significado, pero no es un significado en si. A partir de estos avances de la historiografia del siglo xx, podemos concluir que el significado es me- nos ubicuo en el pasado que investiga el historiador de lo que sugiere la hermenéutica. Aunque el pa- sado consista en lo que hicieron, pensaron o escribie- ron los agentes humanos en el pasado, y el pasado no conozca agentes sobrehumanos, la perspectiva del historiador a menudo tanto crea como investiga un pasado desprovisto de significado intrinseco. La penetracién hegeliana en las consecuencias no inten- cionadas de la acci6n humana intencional es para- digmatica para esta perspectiva. Dos estrategias se sugieren si se va a intentar resca- tar el vocabulario del significado y la interpretaciGn Primera, se podria recurrir a las filosofias de la histo- ria especulativas. Las filosofias especulativas siempre han supuesto que hay un significado oculto en el pro- ceso histérico, aun cuando los agentes histéricos ten- gan o no conciencia de él. Como las acciones tienen un significado porque se emprenden con el fin de *Vease el cap. m1. REPRESENTACION HISTORICA 197 conseguir cierto objetivo, el proceso histérico en su totalidad es el medio de conseguir cierto objetivo, sea la Mente Absoluta o la sociedad sin clases. Por su- puesto, seguir esta estrategia s6lo tiene sentido si se supone que los sistemas especulativos son maneras legitimas de abordar el pasado. Deben considerarse dos cuestiones en esta conexion. En primer lugar, esta la cuestiGn de si los sistemas especulativos son acep- tables desde los puntos de vista histérico y filosdfico. Como es bien sabido, autores como Popper, Von Hayek y Mandelbaum no lo creian asi, pero recien- temente hay mucha mas tolerancia hacia los sistemas especulativos que antes. Por tanto, suspendamos nuestro juicio al respecto. Asi, la importante es la se- gunda pregunta. Al asumir la aceptabilidad de los sis- temas especulativos, spodemos darles el crédito de haber descubierto el significado de la historia? Po- dria objetarse que emplear el término significado res- pecto del proceso histérico segtin lo interpretan los sistemas especulativos es una personificacién no ga- rantizada del proceso histérico: usamos el término s6lo cuando fa genie hace algo con el fin de lograr algo mas. Un obstacule atin mas grave cuando habla- mos acerca del “significado del proceso histérico” es el hecho de que no puede afirmarse que incluso la historiografia “comin” descubriera el significado (ocul- to) de la historia; lo mas que se puede decir es que los historiadores dan un significado al pasado, Asi, Munz escribid en un tono que curiosamente nos recuerda a Derrida: “La verdad de las cosas es que no hay un rostro determinable detras de las diversas mdscaras que crea todo cronista, sea historiador, poe- 198 REPRESENTACION HISTORICA ta, novelista o hacedor de mitos”:* el pasado no tiene rostro, y las mascaras que hacen los historiadores es todo lo que tenemos. Asi, tan pronto abandonamos la esfera de la accién humana intencional, el pasado no tiene un significado intrinseco, oculto o de otra clase, y es decididamente extrano hablar acerca de interpretar el significado de algo que no tiene un sig- nificado intrinseco. Extrano, de acuerdo, pero imposible? Supéngase que nos enfrentamos a una serie de palabras revuel- tas arbitrariamente de modo que estemos seguros de que no tiene significado. No obstante, Stanley Fish quizd diria que seriamos capaces de interpretar el “significado” incluso de este “texto”,” de la manera en que podemos ver la forma de una oveja en una nube. Tal vez sostenga que no hay una buena raz6én para adherirse a un significado “unido a un objeto” de ese significado: hacerlo asi es embarcarse en una tonteria metafisica. Hay un significado tan pronto los lectores leen los textos o lo que deciden ver como textos. En resumen, el significado debe asociarse con una Cierta practica; la practica de la interpretacién —independientemente de lo que se interprete— tie- ne o no tiene un significado intrinseco (la ultima dis- yuntiva es incluso imaginaria). Sin embargo, es justa- mente esta dependencia de la practica lo que habla con fuerza en contra de tal tolerancia extrema res- © P. Mung, The Shapes of Time, Middletown, 1978, pp. 16-17. *'§. Fish, “How to Recognize a Poem When You See One”, en Fish, fs There a Text in This Class?, Cambridge, Massachusetts, 1980. REPRESENTACION HISTORICA 199 pecto del significado de significado e interpretacion. -Qué restricciones podrian imponerse a esta practica de dar significados? Si suponemos que empezamos por adjudicar intenciones a los objetos fisicos, :qué consideraciones serian capaces de guiarnos en los andlisis de estas intenciones? (El hecho de que noten- gamos las manos vacias en los andlisis acerca de lo que no tiene un significado intrinseco en el pasado no es un argumento en contra de esta postura. Al con- - trario: este hecho demuestra que otro factor, cuya existencia oscureci6 el vocabulario del significado, representa un papel, y la interpretacién de este voca- bulario no puede explicar por qué no tenemos las manos vacias en tales analisis.) Pasemos ahora a la segunda estrategia para neu- tralizar el argumento de que el pasado no tiene un significado intrinseco. Me refiero a la estrategia que adoptan, por ejemplo, Hayden White y Ricoeur cuan- do afirman que el pasado es como un texto y, por ende, tiene, como el texto, un significado propio. Si White y Ricceur desean que tomemos la oracién “el pasado es un texto” en el sentido literal o s6lo meta- férico, no queda siempre claro en sus escritos. Pero sea cual sea la forma en que se formule la oracian,* se puede hacer una objecion sencilla a esta estrate- *H. White, Metahistory: The Historical Imagination in Nineteenth- Century Europe, Baltimore, 1973, p. 30. [Version en espanol: Meta- Aistoria, La imaginacién histérica en la Europa del siglo xex, wad. de Stella Mastrangello, México, rece, 1992.) P. Ricoeur, “The Model of the Text; Meaningful Actions Considered as a Text", en P. Ra- binow y W. M. Sullivan (coords.), Jnterpretive Social Science, Berke- ley, 1979. 200 REPRESENTACION HISTORICA gia. Si los textos son en realidad significativos (y si no lo son, no hay consuelo para White y Ricoeur), lo son siempre respecto de algo fuera del texto mismo. (gnoraré el problema que representan los textos de ficcién, que con claridad no pertenecen a este andli- sis.) Entonces, podriamos preguntarnos de qué seria posible que tratara el texto que es el pasado. Y nues- tra incapacidad de responder esta pregunta habla muy claro en contra de la propuesta de White y Ricceur de ver el pasado como texto. Por ende, ambos vocabularios, el de deseripcién y explicacién y el de significado ¢ interpretacién, tie- nen sus deficiencias. Tienden a centrar la atencioOn del filésofo de la historia en lo que es de relativa- mente poca significacién en la historiografia moder- na. Por esta razon propongo ahora un tercer voca- bulario: el de la representacidn. Se dice a menudo en el lenguaje comin que el historiador representa el pasado (en lugar de describirlo o interpretarlo). El vo- cabulario de la representacién tiene la ventaja de no sugerir la clase de presuposiciones a que dan origen los otros dos, La sugerencia es mas bien la de que el historiador podria compararse de manera significati- va con el pintor que representa un paisaje, una per- sona, etc, Obviamente, la implicacién es una peticién de un rapprochement entre la filosofia de la historia y la estética. 2POR QUE LA REPRESENTACION? A diferencia del vocabulario de la descripcién y la explicacion, el de la representacién tiene la capaci- REPRESENTACIGN HISTORICA 201 dad de explicar no sélo los detalles del pasado, sino también la manera en que estos detalles se integra- ron a la totalidad de la narracién histérica. Muchos estudiosos han observado la predileccidn de la tra- dici6n del modelo de ley aclaratorio y de la herme- néutica analitica por los detalles de la narracion his- térica, y no se necesita mayor explicacién; por otra lado, cuando hablamos de representaciones histéri- Cas, pensamos naturalmente en narraciones historicas completas. Mas interesante ati, el vocabulario de la representacion, a diferencia del de la interpretacin, no necesita que el pasado en si tenga un significado. La representacién es indiferente respecto del signifi- cado. No obstante, el texto histérico en si tiene un sig- nificado. Se colige que el vocabulario de la represen- tacién puede ayudarnos a explicar el nacimiento del significado a partir de lo que ain no tiene un signifi- cado. El significado es representacional de origen y surge de nuestro reconocimiento de la manera en que otras personas (historiadores, pintores, novelis- tas) representan el mundo, Nos pide que veamos el mundo a través de los ojos de otros, o, al menos. que reconozcamos que es posible hacerlo. El significado tiene dos componentes: el mundo, y la idea de que puede representarse de cierta manera, que puede verse desde cierto punto de vista. Por tanto, debemos disentir con el orden de representacion jerarquico y la hermenéutica que propuso Gadamer cuando es- cribe que “la estética debe subsumirse a la herme- néutica”." De hecho, sucede lo contrario: la estética, “HG, Gadamer, Truth and Method, trads, G. Barden y |. Gum- ming, Nueva York, 1986, p. 147, Verdad y meétodo, trad. de Ana 202 REPRESENTACION HISTORICA como la filosofia de la representacién, precede a la de la interpretacién y es la base para explicar la in- terpretacion. Por otro lado, podemos estar de acuer- do con Gadamer en que la brecha entre la Geisteswis- senschaften y la Naturwissenschaften es principalmente de naturaleza existencial, mas que metodoldgica: fue la representacién la que provocd nuestra expulsion del mundo natural, y se nos dio el significado a cam- bio del paraiso que asi perdimos. La ciencia y la her- menéutica estan en lados opuestos de la linea diviso- ria que encarna la representacién. Asi, si la ciencia esta mas cerca de la representacion que de la interpretacién del significado, sera necesa- rio senialar las diferencias entre la ciencia y la repre- sentacion, Las teorias cientificas no son representa- ciones del mundo: nos permiten formular oraciones que expresan situaciones que nunca han sucedido en el mundo real. Por otra parte, la representacion sélo se interesa en el mundo como eso como fue. Las oraciones cientificas tienen un modelo o un caracter hipotético (con la forma: si... entonces...); la repre- sentacion es categérica. En este punto surge una dificultad. $i pensamos en la ficcidn y en los paisajes ficticios, puede parecer que la representacién artistica, como la ciencia, tie- ne la misma capacidad de representar lo que nunca ha sucedido ni sucedera en el mundo real. Goodman abords esta dificultad a su manera habitualmente eficaz. {Qué representan, por ejemplo, una pintura Agud Aparicio y Rafael de Agapito, Madrid, Ediciones Sigueme, 1975, p. 217. REPRESENTACION HISTORICA 205 de Pickwick o una de un unicornio? La respuesta de Goodman a esta pregunta tiene que ver en esencia con la légica del término representacién. El término debe entenderse de manera tal que la frase “a repre- senta a $” no implique nada respecto de la existencia de 4. Y esto se logra si las frases como “una pintura que representa a Pickwick” o “que representa a un unicornio” se ven “como predicados irrompibles en un lugar, o términos de clase como ‘escritorio’ ¥ ‘mesa’. No podemos llegar al interior de ninguno de ellos y cuantificar sus partes”. De este modo, la re- presentacién en la ficcidn no nos compromete a la existencia de lo que se representa, mi siquiera a la po- sibilidad de su existencia. Mas atin, he demostrado €n otro momento que podemos concebir la ficcién como representacion de situaciones, cuya posibi- lidad de existencia no s6lo se rige mediante las le- yes fisicas conocidas, sino incluso mediante reglas légicas.'' Veamos los dibujos de Escher. Con segu- ridad esos dibujos son representaciones —lo son acerca de algo (por ejemplo, de una inconsistencia légica)—, pero el tema que tratan nunca podria su- ceder en la realidad (histérica). El curioso problema con estos dibujos es mas bien qué entendemos cuan- do pensamos que los entendemos: :Entendemos el dibujo o entendemos por qué no entendemos el di- bujo? :Podemos entender 0 slo reconocer una in- consistencia légica? En todo caso, podemos estar se- ©N. Goodman, Languages of Art, Indianapolis, 1985, pp. 21-22. FR, Ankersmit, Narrative Logic: A Semantic Analysis af the His- torian's Language, La Haya, 1983, p. 199. 204 REPRESENTACION HISTORBICA guros de que no hay simetria entre las declaraciones hipotéticas del cientifico y la representacién de la ficcion. La sugerencia de Goodman de que sus predicados irrompibles en un lugar debilitan el vinculo entre realidad (o lo que posiblemente se le parezca) y la re- presentacion origina la pregunta de como se relacio- nan la representacién y la epistemologia. A primera vista quizd sintamos que la representacién es inne- gablemente una manera de hablar acerca de la rea- lidad y, por tanto, de interés protesional para el epis- temdlogo. Por otro lado, si el término ain puede emplearse con legitimidad respecto de los dibujos de Pickwick, de los unicornios o de las paradojas pers- pectivistas de Escher, daria la impresion de que la re- presentacién y la epistemologia estuvieran en los an- gulos correctos entre si. Sin embargo, respecto de este problema, Goodman establece una distincién util. Afirma que la frase “a representa a 5” es ambigua y significa: 1) de lo que trata la pintura en cuestion, o 2) la clase de pintura que se indica con la frase (la pintura puede ser una “pintura de Pickwick” o una “pintura de un unicornio”).'* El segundo significado de la frase se ocupa de los dibujos de Pickwick y del unicormio. Esto nos deja el primer significado y, pues- to que de lo que trate si origina preguntas epistemolé- gicas, la pertinencia de la epistemologia para la re- presentacion parece con justicia obvia. No obstante, esta conclusidn seria demasiado pre- cipitada. Esto se ve con claridad al recordar las pos- Goodman, Languages, p. 22 — - a. st seen a ae REPRESENTACION HISTORICA 205 turas de Rorty sobre la historia de la epistemologia. Rorty demostré que la epistemologia sélo se produce como resultado del postulado de Descartes de un Jorum iniernum “en el que eran objeto de cuasi-obser- vaciGn las sensaciones corporales y perceptivas [...] y todo el resto de Jo que llamamos ‘mental’”.! Dentro de la tradici6n aristotélica previa a Descartes, s6lo estaba el mundo y el intelecto que comprende ver- dades sobre el mundo. La brecha que creé Descartes entre nuestro “ojo interior” y la realidad —el ojo interior s6lo puede observar la representacidn de la realidad en el forum internum— se cerraria de nuevo de una forma u otra si se deseara justificar la posibili- dad del conocimiento del mundo, y la tarea de ha- cer eso se asigné a la epistemologia. Se sugirié asi un paralelismo entre la epistemologia y la representa- cién: la epistemologia describe la manera en que la realidad se representa en la mente del yo trascen- dental. Las teorias estéticas de los siglos xviii y xIx, con su tendencia a igualar la representacion pictéri- ca con la percepcién sensorial, reforzaron mis este paralelismo. Sin embargo, la dificultad estriba en que la frase “a representa a 6” es indeterminada respecto de la relaci6n entre ay 6, a.m grado que nunca se tolera- ria siquiera en la mds liberal de las epistemologias. Un circulo puede representar el sol, una moneda, una ciudad en un mapa, etc. Como sabemos, la represen- 'R. Rorty, Philosophy and the Mirror of Nature, Oxford, 1980, Pp. 50. [Version en espatiol: La jilosofia y ef espejo de la naturalrsa, wad. de Jestis Fernandez Zulaica, Madrid, Catedra, 1979, p. 54.) 206 REPRESENTACION HISTORICA taciOn esta sujeta al contexto ya la tradici6n —quizas incluso a un simple acuerdo—, lo que seria por cierto una afirmacién absurda en el caso de la epistemolo- gia. En este aspecto, la representacién nos recuerda la forma en que Rorty deseribié la situacién precar- tesiana anterior a la introduccion de la hoja ahistori- ca del yo universal y trascendental sobre la cual se proyectaban las verdades indubitables. Dentro de esta primera postura, el conocimiento era un atribu- to del individuo humano, mas que una representa- cién sobre la hoja impersonal del yo trascendental. En consecuencia, todo el conocimiento se conectaba de manera estrecha con las contingencias histéricas del mundo y de los individuos humanos que viven en él; la concepcién de un cuerpo de verdades eter- nas ¢ independientes de un contexto, que se contem- plara en nuestros yos internos, habria sido incom- prensible. La postura aristotélica precartesiana del conocimiento esta, por tanto, mucho mas cerca de la representacion de lo que entendimos por conoci- miento desde la victoria de la postura del conocimien- lo cartesiano epistemolégico, Mas atin, la filosotia como forma de pensamiento tiene una tendencia interna que no podemos permi- tirnos pasar por alto en esta conexién. La filosofia siempre ha tenido una perenne inclinacién a gene- ralizar acerca de los temas que analiza. Si lo que el epistemologa tiene que decir acerca del yo trascen- dental no se aplicara a cada individuo, se embarcaria ya sea en uma ciencia especulativa o en una mala filo- sofia o incluso en ambas. El psicologo no necesita sostener que las facultades de la percepcién que in- 2 ES REPRESENTACION HISTORICA 207 vestiga son exactamente las mismas en todos los indi- viduos, pero las entidades que crea o postula el episte- mologo requieren una generalidad absoluta, preci- samente porque no son encontradas y, por tanto, no estan sujetas a las contingencias del mundo real. De esta forma, la filosofia es la disciplina mas democra- tica. Sin embargo, estas pretensiones universalistas de la epistemologia le impiden aceptar la indetermi- nacién de la representacién, que, como se demues- tra en la historia del arte, es una de sus caracteristi- ‘cas mas visibles. Por consiguiente, podemos ver en la epistemologia el intento de codificar wna cierta for- ma o formas de representacién. La epistemologia es la representacién sin la historia y sin las variedades representacionales que poco a poco se desarrollaron en la historia de la representacion. Por tanto, hay una coalicién natural entre historia y representacién, y una enemistad natural entre esta coalicién y la epis- temologia. Cuando se elimina la historia y se co¢lifi- ca la representacién, ambas dejan de existir y la epis- temologia toma su lugar. Este reconocimiento de la naturaleza de la relacién entre epistemologia y representacién nos permite ver lo que no es correcto en la afirmacién tanto de los estetas idealistas como de Goodman de que el arte ¢s una forma de cognicion: “La verdad y su contra- parte estética viene a ser una apropiacién con nom- bres distintos”."4 Hasta cierto grado, podemos estar de acuerdo con esta afirmacidn, pero debe calificar- se. La relaciGn entre la verdad cientifica y su contra- “Goodman, Languages, p. 264. 208 REPRESENTACION HISTORICA parte estética va de la mano con Ia que hay entre la epistemologia y la represemtacion. La ciencia es una Tepresentacién codificada, y la epistemologia investi- ga la naturaleza y las bases del proceso de codifica- cion. Las ideas de la representacin artistica son mis amplias y profundas (porque no esta codificada) que las de la ciencia (aunque ambas preferiran su campo favorite), Y consideraciones como éstas también tienen sus implicaciones en el problema del relativismo en la historia (y el arte), El relativisme como problema fi- loséfico surge cuando se observan los cambios histd- ricos en nuestras visiones cientificas y codificadas del mundo. El relativismo, por tanto, ticne su origen en la linea de fractura entre epistemologia y representa- cién. Esta situacién conlleva que el relativismo no puede ser un problema en el arte y la historia: am- bos se sitian con seguridad en el lado de la represen- tacion de esa linea de fractura. Pero, podria objetarse, no tienen el arte y la historia también sus cambios en la representacion? Sin embargo, esfos cambios his- téricos son de estilo y ne tienen implicaciones epis- temolégicas. Distintas tradiciones cientificas dieron paso a la pesadilla del relativismo del epistemologo; estilos diferentes en la historia v en el arte son for- mas distintas de representar la realidad (historica). Y puesto que los términos ay #en la frase “a represen- taa # originan exactamente los mismos problemas epistemolégicos, la representaciGn es inditerente a la epistemologia. En consecuencia, el cambio estilis- tico en el arte y la historia no tiene implicaciones re- lativistas. Sin embargo, cuando los artistas o los histo- REPRESENTACION HISTORICA 209 riadores comiencen a verse como cientificos y de- seen que se codifiquen sus ideas representacionales, estaran atrapados en las redes del relativismo. No obstante, el relativismo es un problema para la cien- cia, puesto que la ciencia y su historia (el origen de la mayoria de las preocupaciones relativistas) se ubi- can en lados distintos de la linea de fractura que men- cionamos antes. Estoy, por tanto, en desacuerdo con la solucién facilista de Bernstein para el relativismo respecto de la ciencia cuando escribe: “el relativis- mo en dltima instancia tiene sentido (y obtiene su admisibilidad) como la antitesis dialéctica del objeti- vismo. Si vemos a través del objetivismo, si exponemos lo que esta equivocado en esta forma de pensamiento, estaremos al mismo tiempo cuestionando la inteligi- bilidad misma del relativismo”.'? Al pedir que “veamos a través del objetivismo” —que es la etiqueta de Berns- tein para la epistemologia—, la estrategia de Bernstein viene a ser la de transferir la ciencia al mismo lado de la representacién. Como vimos en el parrafo ante- rior, esto no puede hacerse. Podemos resumir como sigue: El vocabulario de la representacion, cuando se emplea para hablar acer- ca de la escritura de la historia, no tiene las presupo- siciones menos afortunadas que se asocian con los vocabularios de la explicacién y la interpretacién. Valdra, por tanto, la pena analizar la escritura de la historia en lo que se refiere a representacién. Puede esperarse que un andlisis asi tenga implicaciones mas © R. Bernstein, Beyond Osjectivism and Relativism, Oxford, 1984, pp. 166-167. 210 REPRESENTACION HISTORICA amplias, puesto que nos ensenaria algo acerca de las posibilidades y limitaciones de la epistemologia. El in- estimable logro positivo de la epistemologia ha sido crear en el yo trascendental la plataforma indispen- sable que es un prerrequisito para toda ciencia. Sin embargo, su limitacién ha sido que. al atribuir toda primacia cognitiva al yo trascendental, llevé a cabo la fusi6n tanto de la realidad misma como de la repre- sentacion de la realidad en el arte y la historia. Asi, la epistemologia creo el desagradable dilema de tener que elegir entre una interpretacion realista y una idealista del conocimiento cientifico. Mas atin, la re- presentacién de la realidad a cargo del sujeto indivi- dual cognitivo no reductible a un yo trascendental se ve desde entonces como una empresa dudosa desde un punto de vista cognitive. LA REPRESENTACION EN EL ARTE ¥ LA HISTORIA * Siel problema es comparar arte e historia, con facili- dad se pensaria que deben compararse la historia y la historia de un arte, Sin embargo, hay una asime- tria entre la historia tout court y la historia del arte. Como el pintor, el historiador representa la realidad (historica) al darle un significado, mediante el signi- ficado de su texto, que la realidad no tiene por si mis- maz no obstante, el historiador del arte estudia las representaciones significativas de la realidad que cred el artista. En la historia hay a menudo, aunque no siempre, un dehors texte (que a Derrida le gustaria ex- cluir por completo), mientras que la declaracion de REPRESENTACION HISTORICA 21 Derrida “il n’y pas dehors texte” tiene sentido respecto de la historia del arte o la critica literaria, Mas bien, el historiador del arte esta ala par con el historiador de la historiografia, pues ambos por lo general evi- tan el dominio entre significado y lo que no tiene sig- nificado. Con el fin de evitar la confusién, ambas la historia del arte y la historia de la historiografia— pueden mejor denominarse eritica. Por tanto, proponge ver la escritura de la historia desde el punto de vista de la estética. Aunque nunca fue muy popular, éste es, por supuesto, un movi- miento conocido en la historia de la filosofia de la historia. Quintiliano dijo que la “historia est proxi- ma poesis et quodammodo carmen solutum” (la his- toria esta mas cerca de la poesia y es, por decirlo asi, un poema en prosa), declaracién que hall6é eco cer- cade 18 siglos después en Ranke —sin embargo, sin que éste fuera muy especifico acerca del lugar don- de se encontraba esta naturaleza poética de la his- toriografia—.!° Niewsche fue mas especifico cuando pidié del historiador “eine grosse kinstlerische Potenz, ein schaffendes Dariberschweben, ein lie- bendes Versenktsein in die empirische Data, ein Weiterdichten an gegebnen Typen” (un gran talento artistico, independencia creativa, amor por perderse en datos empiricos, una poetizacion de lo que obtie- he); en resumen: des Kiinstlerauge.!” Pero el punto de partida acostumbrado de un rapprochement entre 8 FR, Ankersmit, “De chiastische verhouding tassen litera- tuur en geschiedenis", Spekraror 16, 1987, pp, 91-106. ‘TF, Nietzsche, Vem Nutzen und Nachtheil der Histoire fiir das Tetwn (1874), Stuttgart, 1970, p. 61. 212 REPRESENTACION HISTORICA, la historia y la estética esta en el bien conocido ensa- yo de Croce “La storia ridotta sotto il concetto gene- rale dell'arte”, de 1890. Como senala Hayden White, la sustancia del argumento de Croce en este ensayo temprano fue un poco menos espectacular de lo que creian el mismo Croce y sus contempordaneos. A fi- nales del siglo x1x, fildsofos de la historia como Win- delband y Rickert sostuvieron que las ciencias son nomotéticas, y el Geisteswissenschaften ideogratico. De hecho, en su ensayo, Croce tan sélo sustituyd el término arte por ciencia ideogrdjica sin altevar la es- tructura del argumento de sus predecesores neokan- tianos.!* La historia debe subsumirse en el concepto de arte puesto que ambos representan lo particular como tal. Si tratamos de derivar una teoria de la representa- ci6n a partir de las posturas de Croce, esta teoria equi- valdra a la tesis de que tanto la historia como el arte representan lo particular, mientras que la ciencia subsume lo particular en leves generales. A primera vista, esto parece una propuesta razonable: las pintu- ras siempre representan situaciones individuales. Pero podria objetarse que aqui caemos victimas ante el filisteismo artistico. Asi, Danto analiza dos pintu- ras que representan respectivamente la primera y tercera leyes de Newton.'? Ambas pinturas, que mues- tran una sola linea horizontal en los lienzos, resultan ser exactamente iguales, pero eso no es lo que nos White, Metahistoria, p. 365. AC. Danto, The Transfiguration of the Commonplace, Cambridge, Massachuseus, 1983, pp. 120-121. REFRESENTACION HISTORICA 213 interesa aqui. De aceptarse el ejemplo de Danto, se contradicen las inuuiciones de Croce acerca de la dis- tincién entre arte y ciencia. Es decir, las pinturas de Danto representan leyes de la naturaleza y no alguna situacion (historica). No obstante, Croce defenderia su punto al replicar que las pinturas de Danto repre- sentan el hecho de que en nuestro universo los objetos se comportan de conformidad con las leyes en cues- tién, Sin embargo, esta réplica tiene la consecuencia indeseable de arrasar una vez mis con la distincién que Croce deseaba justificar. Pero, con seguridad, los ejemplos de Danto son un poco exéticos. Concedamos, por tanto, a Croce que la mayoria de las pinturas son representaciones de paisajes, bodegones, batallas nduticas, el duque de Wellington, etc. Sin duda, Croce esti en lo correcto al alegar que tales pinturas representan a particula- res como tales y en este aspecto difieren de la manera en que el cientifico describe el mundo. Pero incluso entonces me pregunto si las posturas de Croce seran de mucha ayuda para comprender la representacion. De manera mas especifica, debe observarse que las posturas de Croce no se interesan en la representa- cién como ‘al, sino sélo en la naturaleza de lo que se representa (es decir, situaciones individuales). Es como si se tratara de definir los automéviles en tér- minos de su capacidad de carga. Puede detectarse una tendencia similar de evitar la representaciGn en si y centrarse en un problema mas secundario en la influyente teoria de Goodman acerca de la representacion, Justo al comienzo de su libro, Goodman declara con audacia que “la denota- 214 REPRESENTACION HISTORICA cién es el micleo de la representaci6n y es indepen- diente de la semejanza”.*" Respecto de la segunda parte de esta afirmacién, Goodman demuestra que representacién no implica semejanza. Nada se parece a xcomo la misma x, aunque no decimos que xse re- presenta a si misma. Mas aun, las pinturas siempre se parecen entre si mas de hacerlo con lo que repre- sentan. Esto nos deja con la primera parte de la afir- macion: la de que una pintura, “para representar un objeto, debe ser un simbolo de 41, ser un significado de él, referirse a él" *" Puesto que Goodman no ofre- ce ningtn argumento que apoye su afirmacién, es dificil decir si debemos verlo como una vision sujeta aun debate racional o como una especie de defini- cién estipulatoria. En todo caso, de cualquier forma que leamos la afirmacién de que la representaciGn es en esencia una denotacién, nos hace preguntar- nos de qué forma difiere la representaci6n de todos los demas instrumentos que tenemos a nuestra clis- posicion para denotar algo. Asi, debe amplificarse esta afirmacién. Una vez descartada la semejanza, podriamos considerar la necesidad del realismo. Por ende, aes la representaci6n de si: 1) adenota a by 2) asatistace los requerimientos de realismo. Pero lo que requiere el realista en una época o en una cultu- ra puede ser incomprensible en otras. Goodman con- cluye: “El realismo es relativo y se determina seguin el sistema de representacién estandar de una cultura dada o de una persona en un momento dado”; “el ™ Goodman, Languages, p. 5. " Fedem, 2 Jbid., p. 37. REPRESENTACION HISTORICA 25 realismo es cosa no de relacién constante o absoluta algunas entre una pintura y su objeto, sino de una re- laci6n entre el sistema de representacién que se em- pleo en la pintura y el sistema estandar™.”* Quiza nos den ganas de exclamar: jqué cierto es, pero qué decepcionante! Todo lo que tenemos ahora es que a representa a dsi: 1) adenotaa by 2) la natw- raleza de acomo representacién de bes por comple- to un asunto de convencidn, lo que es, por supuesto, una forma elaborada de no decir nada, Asi, de una manera que nos recuerda a Croce, Goodman tam- bién intenta evadir la cuestién de qué es la represen- tacién. Y, como vimos en el caso de Croce, el resultado es que la representacién se convierte en la nocién mas vaga, por lo que cualquier cosa puede ser la re- presentacion de cualquier otra cosa, Para Goodman, una representacion es tan sdlo un simbolo de lo que representa, de la manera en que un nombre se pue- de referir a cualquier cosa a que deseemos referir- nos. Por tanto, prefiere hablar del arte, de nuevo igual que Croce, como una clase de lenguaje. Ambos adju- dican al arte una capacidad cognitiva porque, como el lenguaje, es un sistema de simbolos capaz de trans- mitir significado. El arte se convierte en una suerte de pictografia en la que el significado de los simbo- los es determinado por la convencién. Pero precisa- mente por esa razon nadie llamaria arte a la picto- gratia; mas atin, el significado de la obra de arte se expresa en ella (atrae nuestra atencién hacia ella misma de una manera en que los simbolos lingiisti- 8 Thid., p. 38. 216 REPRESENTACION HISTORICA cos nunca lo hacen) y no mediante ella (como leemos los simbolos de un rebus o de un texto pictografico). Sin embargo, ni siquiera la sustancia de la teoria de Goodman —la representacién es denotacian— es convincente. Tomemos un ejemplo ideal de repre- sentacion. Si vemos una representacién de Napoledn en el museo Madame Tussaud, hay algo extraio acer- ca de la afirmacion de que esta representaciGn “de- nota” a Napoleén. Si eso fuera todo, podriamas pre- guntarnos por qué el personal del Madame Tussaud hizo tanto esfuerzo para fabricar la representacién. Disponemos de simbolos menos complicados si de- sedramos denotar algo. Pero el hecho de que no sdlo hay una placa de metal en el Madame Tussaud con la inscripcién “Napoleén” o alguna otra identifica- cidn de esa persona demuestra que en la represen- tacién hay mas de lo que sugiere Goodman. Una re- presentacién de Napoleén pretende mostrarnos cémo era Napoléon cuando vivia. O, para establecer la esencia del asunto, cuando madame Tussaud ela- boré una representacién de Napoleon, la creo a par- tir de un modelo de forma tal que la mayor parte de lo que se podria atribuir a la apariencia fisica del Na- poledn real también pudiera atribuirse al modelo. El modelo es un mero instrumento al cual se le ad- juntan estos atributos. En el lenguaje de la declara- cidn, en la representacién todo el énfasis esta en el predicado, mientras que el término sujeto es tan sélo un modelo légico sin otra funcién que servir como point d'appui para los predicados en cuestion. Y puesto que sdlo el término sujeto en las declaracio- nes tiene la capacidad de hacer referencia, tenemos ae TT HS engi em REPRESENTACION HISTORICA 217 buenas razones para creer que Goodman se equivo- ca cuando establece que la denotacién es la esencia de la representacién. Sino olvyidamos que la representacién siempre requiere la presencia de modelos no referenciales, la sustitucién de Gombrich y Danto de la teoria de la representacion adquiere el mayor interés para nos- otros. Tanto Gombrich como Danto se refieren a los origenes del arte: en su origen, la representacion artistica de la realidad no era una imitacién o mime- sis de la realidad (como Sugiere la intuicién que la representacion artistica debe asemejarse a lo que re- presenta), sino un sustituto de la realidad. Elartista tiene el poder de hacer presente de nuevo una realidad dada en un medio extraiio, un dias 0 rey de piedra: la crucifixién en una efigie que los verdaderos creyentes consicerarian el hecho mismo, de forma mila- grosa se hizo presente de nuevo, como si tuviera una compleja identidad histérica y sucediera —el mismo acontecimiento— en varios momentos y lugares, mas o menos quizas en la forma en la que se creia que el dios Krishna era capaz de hacer el amor simultineamente a incontables mujeres en la conocida leyenda.** El arte es tanto mas como menos que una mimesis de lo que representa. Es mas porque la realidad en si se hace presente de nuevo con un cierto disfraz: es menos porque incluso el simbolo mas tosco puede bastar para operar como una representacion artisti- ca de la realidad (y aqui es donde Goodman estuve en “ Danto, Transfiguration, p. 20. 218 REPRESENTACION HISTORICA lo correcto). Como escribié Gombrich en un famoso ensayo: “El idolo sirve como sustifuto del dios en el culto y el ritual, es un dios hecho por el hombre en el sentido preciso en que un caballo de juguete es un caballo hecho por el hombre; cuestionar mas es exponerse a la decepcidn” “> Resume la teoria de la sustitucién como sigue: “Todo arte es elaboracion de imagenes, y toda elaboracién de imagenes se basa en la creacion de sustitutos”.? En este punto vale la pena advertir sobre un mal- entendido de lo mas ilustrativo, si se me permite la paradoja. Algunos criticos de Gombrich, como Ri- chard Wollheim, interpretan que Gombrich quiso decir que, de forma ideal, lo que se representa y su representacién artistica son exactamente idénticos, y —tontintia Wollheim— “si tomamos la pintura de un objeto como ese objeto, zqué nos quedaria por admirar?™? Esta interpretacion de la teoria de la sus- titucién de Gombrich debe mucho de su aparente admisibilidad a una ambigtiedad fatal en las especu- laciones de Gombrich sobre la psicologia de la per- cepcién. Mas que nadie, Gombrich esta consciente “)E. H. Gombrich, Meditations on a Hobby Horse and Other Esserys on the Theory of Art, Londres, 1973, p. 3. 28 pbid., p. 9. 27K, Wollheim, On Art and the Mind, Cambridge, Massachu- setts, 1974, p. 277, Sin embargo, debe obsecrvarse que Wollheim critica cuando analiza Art and Mfusion, de Gombrich. La critica gora de cierta popularidad y se encuentra también en la obra de Goodman y la de Danto. Ambos citan con aprobacién una decla- racién que se atribuye a Virginia Woolf: “El arte no es una copia del mumdo. Una de las dos condenadas cosas ya es bastante”. Véase Goodman, Languages of Art, p. 3. i—_ ——— a te Ee +, REPRESENTACION HISTORICA 219 de “el mito del ojo inocente y de lo dado absoluto”.24 La forma en que en iiltima instancia vemos la reali- dad es el resultado de un proceso complejo de inter- pretar los estimulos de la percepcién visual,” proce- so que estudia la psicologia de la percepcion, Esta barrera psicolégica entre lo que en realidad esta alli afuera y c6mo nosotros, 0 el artista, lo percibimos es en gran medida responsable de esa asombrosa falta de limitacién de la forma en que el artista represen- ta o debe representar la realidad; falta de limitacién que origin la variedad de estilos que conocemos a partir de la historia del arte.* Sin esa barrera, la re- presentaci6n pictérica como la conocemos careceria de sentido; si fuéramos a ver el mundo tal como es, Platon habria estado en lo correcto al sostener que toda maestria es decepeién. En otras palabras, la fase de la interpretacién de nuestros estimulos visuales crea esa ambigitedad fundamental y persistente en nuestra percepcién de la realidad que el artista em- plea con el fin de darnos una ilusién de la realidad. Asi, el argumento de Gombrich sugiere de forma sd- lida que el arte intenta conseguir el mismo efecto en el observador que la realidad en si, mientras las am- bigtedades de la percepcién visual han hecho posi- ble esta intercambiabilidad de representacién y lo que se representa. En consecuencia, mientras que la teoria de la sustitucién original de Gombrich no des- carto las diferencias drasticas entre la representa- * La cita es de Goodman, Languages of Ant, p. 8, = Esta es la tesis principal de E. H. Gombrich, Art and filusion, Londres, 1960; por ejemplo, véase la p. 13. “ Gombrich, Art and Illusion, p. 17. 220 REPRESENTACION HISTORICA cién y lo que se representa (piénsese en la diferencia entre un caballo de juguete y uno real) ni la concien- cia de tales diferencias por parte del observador, la lesis principal de Art and Mlusion tiende a reducir toda representacion artistica a efectos frompe l'oeil, Fue con probabilidad la aversién de Gombrich al arte no naturalista lo que le confundié ambas postu- ras y permitié que su teoria de la sustitucidn original (que era correcta) se comprometiera con sus prejui- cios naturalistas (que Wollheim criticé de forma co- rrecta)."! Si esto pasa inadvertido, en wiltima instancia dara por resultado la victoria del modelo de repre- sentacion epistemolégica. La similitud entre la reali- dad en si y su representacion artistica, supuesta de esta forma, produce la antitesis de la realidad an sich —que por siempre permanecera desconocida— y un yo trascendental, mientras el vinculo cognitive entre los dos se establece por medio de las leyes cua- siepistemoldgicas de la psicologia de la percepcion. Precisamente porque la teoria de la sustituciGn origi- nal no requiere ninguna similitud o semejanza entre lo que se representa y su representacion artistica, no hay peligro de volver a caer en el modelo epistemo- légico. Por razones obvias, la epistemologia es inuitil “Con Jos afios aumenté la tendencia de Gombrich a apartarse de la postura que adoptd en sus Meditations on a Hobby Horse hacia una vision mds naturalista del arte, En Art arid [Musion avin rechaza- ba Ia teoria mimetica del arte de Aristételes y preferia la postura mas elaborada de Apolonio de Tiana (véase Art and Iilussion, p. 154). Sin embargo, cn su obra posterior The /mage and the Eye, Londres, 1982, se inclinaba mucho mas hacia Aristételes. El énfasis de Gombrich en el recuerdo y el reconacimienta (p. ej., véase la p. 12) tal vez reforzd con firmeza sus tendencias naturalistas. REPRESENTACION HISTORICA 221 cuando se le pregunta por qué y cémo, por ejemplo, un simple palo de madera puede representar un caballo. La versiGn de Danto de la teoria de la sustitucion €s, por tanto, preferible a la de Gombrich, puesto que Danto establece de forma muy explicita que una re- presentacion nunca es intercambiable por lo que representa: “Los gustos propios de la imitacién son, de acuerdo con esto, mas o menos de la misma clase de los propios de las fantasias, en las que es claro para el fantaseador que disfruta una fantasia y no se enga- fia al creer que es el objeto real”. Pero si la realidad que se representa y su representacién no son pareci- dos, y si deseamos evitar el otro extremo de un con- vencionalismo goodmaniano vacio respecto de la relacién entre ambos, :dénde debemos busear, en- tonces, el justo medio? Aqui Danto propone una tesis tanto original como penetrante. El opina que existe una simetria entre una representacion y la realidad que representa, Es decir, contamos con la verdad tri- vial de que una representacién es no sélo una re- presentacién de la realidad, sino también lo inverso: “algo es ‘real’ cuando satisface una representacién de si mismo, igual que algo es un ‘poseedor’ [de un nombre] cuando se menciona por su nombre".2 Una representacién no sélo es un simbolo de la rea- lidad, sino que la realidad también es un simbolo de la * Véase Danto, Thensfiguration, Hay un contraste perceptive e ilustrative entre la fantasia y la imaginacién en R. Scruton, *Fan- tasy, Imagination and the Sereen", en Scruton, The Aesthetic Understanding, Londres, 1983. * Danto, Transfiguration, p. 81. 222 REPRESENTACION HISTORICA representaciGn, como se demuestra en la arrogancia ontolégica de muchos pintores modernos.™ Danto elabora con mayor detalle en otro lugar su notable tesis sobre las simetrias entre representacién y reali- dad al declarar que “la representacion artistica se enlaza por légica con el acto de distanciar la realidad” (las cursivas son mias)."* La idea parece ser que la representacién nos coloca frente a una realidad opues- ta, y s6lo de esta manera cobramos conciencia de ella como tal. En tanto no s¢ represente la realidad, permanecemos como parte de ella y no podemos darle contenido alguno a la nocién de realidad. S6lo podemos tener un concepto de realidad si adopta- mos una postura frente a ella, y esto requiere que estemos fuera de ella. Sélo hay realidad en la medi- da en que nos opongamos a ella. En este punto podriamos preguntarnos por qué el privilegio de dar contenido a nuestro concepto de realidad debe estar acorde con la representacién. Epistemdlogos como Kant, Schopenhauer o el Wit genstein del Tractafus tuvieron también el habito de postular una oposicién entre la realidad y el yo tras- cendental que. como condicién para la posibilidad de todo conocimiento de la realidad, se ubicara en si fuera de la realidad. No obstante, Danto insiste en que la ciencia (y la epistemologia) no tienen esta ca- pacidad de dotar de contenido a nuestro concepto 3* Vduse en la seccién 4 lo que se quiere decir con esta arragan- cia ontoligica, 8) A.C. Danto, “Artworks and Real Things”, en M. Philipson y P, J. Gudel (coords.), Aesthetics Taday, Nueva York, 1980, p. 925; véase también Danto, Transfiguration, p. 78. REPRESENTACION HISTORICA 208 de realidad. Sélo la representacidn artistica —y la fi- losofia— pueden hacerlo, debido a su interés en la brecha entre lenguaje y realidad, o entre apariencia (representacion) y realidad.** 51 queremos explicar por qué la representacién tiene la capacidad tinica que Danto le acredita, lo mas instructivo es considerar la representacién his- torica, Como veremos mas adelante, la historiografia es un paradigma de representacién mejor incluso que el arte mismo. Supongamos, en aras de la sim- plicidad, que la narraci6n constituida por el historia- dor para representar el pasado consiste habitualmen- te en una gran cantidad de declaraciones individuales que describen situaciones del pasado. Sin embargo, aparte de su funcién descriptiva, estas declaraciones narrativas también individualizan la narracién histé- rica en que ocurren. Una narracién histérica es lo que sus declaraciones determinan que sea. Estas con- sideraciones nos exigen, como sefalé en otro tex- to,’ postular una nueva entidad ldgica: la sustancia narvativa. Esta nueva entidad logica se define como sigue: La sustancia narrativa de una narracién histé- rica es su conjunto de declaraciones que, juntas, encarnan la representacién del pasado que se pro- pone en la narracién histérica en cuestion. Asi, las declaraciones de una narracién histérica no sdlo des- criben el pasado; también individualizan, 0 definen, fa naturaleza de tal sustancia narrativa. Esto nos per- mite introducir declaraciones del tipo “N, es P”, “Danto, Transfiguration, p, 77. ¥ Ankersmit, Narrative Logic, cap. 5. 224 REPRESENTACION HISTORICA donde N, se refiere a una sustancia narrativa (es decir, a un conjunto especifico de declaraciones) y Pdeno- ta la propiedad de contener la declaracion p. Debe- mos observar que N, es el nombre de un conjunto de declaraciones y, por tanto, no se debe confundir con la sustancia narrativa misma, puesto que los nom- bres deben distinguirse de lo que se nombra con ellos. Sera obvio que declaraciones como “N, es P” —con que se puede expresar el significado narrativo de la declaracién P— son analiticamente verdade- ras, puesto que el atributo de contener pes parte del significado del nombre N,. El cardcter analitico de declaraciones como “N, es P” es el teorema central de la légica narrativa. En consecuencia, la sustancia narrativa no afade nada a lo que expresan sobre el pasado las declaraciones individuales de la narra- cién histérica. No obstante, es un postulado indis- pensable si deseamos analizar la naturaleza de la representacién hist6rica. Esto demuestra que el con- cepto de la sustancia narrativa esta perfectamente adaptado para satisfacer el papel de los modelos no referenciales que se analizaron en conexién con nues- tra critica de las posturas de Goodman sobre la re- presentacién y con nuestra recomendacién de las de Gombrich y Danto. Igual que estos modelos, las sus- tancias narrativas se ocultan, por decirlo asi, tras las propiedades que en verdad se atribuyen a ellas, y, de nuevo igual que los modelos, son atin un postula- do necesario para la posibilidad de representacién, puesto que s6lo ellas nos permiten mostrar la reali- dad (histérica) en un medio extrano (el del universo narrativo del que forma parte la sustancia narrativa). REPRESENTACION HISTORICA 225 Esto demuestra, primero, que Danto tenia razén al reclamar para la representacién una posicién distinta de la propia de la ciencia. La representaci6n implica postular modelos légicos, como las sustancias narra- tivas que son redundantes en el caso de las ciencias. Estos modelos légicos dan al lenguaje representacio- nal una opacidad desconocida en la ciencia: cada declaracién que elaboramos acerca del pasado se absorbe en el campo gravitatorio de la sustancia na- rrativa en cuestion, y debe a él su significado narrativo. En el caso de las ciencias, nos interesa s6lo la verdad o validez de las declaraciones; en la representacién (histérica), la verdad de las declaraciones acerca del pasado se da mas o menos por descontada: lo que cuenta es que se propuso un conjunto especifico de declaraciones y no otro, y la sustancia narrativa de- termina la naturaleza de la propuesta. Los modelos 16- gicos que requiere la teoria de la sustitucion de la re- presentacién sefalan la distinciGn entre ciencia y representacién. Esto nos lleva a un segundo tema: :Cudnta razén puede darse a la afirmacion de Danto de que la re- presentacién “distancia la realidad”, de que da origen aun “concepto de la realidad”? El dato crucial aqui es que la nocién de concepto de la realidad es tanto un concepto-modelo cuanto las sustancias narrativas que acabamos de analizar. Es decir, con buenas razo- nes, podemos definir la realidad como aquella para la cual son verdaderas nuestras declaraciones verda- deras, De aceptar esta definicion, la nocidn adquiere redundancia de manera cognitiva toda vez que no nos permite decir mds acerca de la “realidad” de lo 226 REPRESENTACION HISTORICA que nos seria posible decir sin echar mano de la no- cidn. E] avance de la ciencia con seguridad no se veria obstaculizado si eliminasemos la palabra realidad de los diccionarios. Las situaciones, como las identifi- can las declaraciones y teorias cientificas, son lo bas- tante claras, y el uso de la nociGn del concepto de realidad seria incluso un serio obstaculo para el deba- te cientifico significativo. Donde la relacién entre palabras y cosas tiene suficiente claridad, la nocién del concepto de realidad no tiene un uso positivo. Pero en el caso de la representacién, los modelos de la teoria de la sustitucién necesitan el modelo co- rrespondiente del “concepto de realidad”. Suponga- mos que no incluimos el segundo concepto al conside- rar la representacion. Fl resultado seria el abandono de una entidad para la cual son verdaderas todas las de- claraciones de una representacion (histérica). Y con la desaparicion de esta entidad, la sustancia narrati- va se desintegraria también: squé quedaria por re- presentar? No negaré que, no obstante, se podria in- sistir en condenar el concepto de realidad como una redundancia metafisica; después de todo, se puede afirmar sin temor a la contradiccidn que todo fuera de la ciencia son tonterias sin fundamento. Sin em- bargo, un enfoque cientifico como éste, mas que ser el punto de partida de otra teoria sobre la represen- tacion, slo impide el desarrollo de una. Asi, tenemos la siguiente imagen simetrica: oprimi- das entre dos modelos légicos que no anaden nadaa nuestro conocimiento del mundo —las sustancias narrativas y nuestro concepto de la realidad— estan las declaraciones verdaderas que elaboran los histo- REPRESENTACION HISTORICA 227 niadores sobre el pasado. Estas declaraciones son ver- daderas tanto respecto de la realidad (el segundo modelo) como de las sustancias narrativas de que for- man parte (la primera clase de modelo), puesto que cada declaracién “N, es P” (o “N, contiene a p") —donde pes una declaracién que esta contenida en la sustancia narrativa N, y donde Pdenota la propie- dad de contener a /— debe ser analiticamente verda- dera. Las sustancias narrativas son la representacion de la realidad histérica. Es exactamente el mismo caso del Napoleon del Madame Tussaud; ahi tam- bién reclamariamos la presencia de un modelo para el cual fuesen también verdaderas las mismas decla- raciones que pudieran elaborarse sobre el Napoleén “real”. En consecuencia, podemos estar de acuerdo con la afirmacion de Danto de que la representacién distancia la realidad si asumimos que esto significa que, en la representacién (en contraste con la cien- cia), se oponen dos modelos ldgicos entre si y que esta oposicion es la condicién necesaria para que sea posible la representacién. No cabe duda de que es cierto que la tesis de Danto “esse est representari™™ tiene un halo idealista; zno es el resultado de este argumento que la realidad his- torica es lo que pensamos que es? Quiz estemos pre- parados para conceder al artista su libertad represen- tacional; con la educacion adecuada en arte y critica, se nos ha ensenado a no ser filisteos que indiquen al © En vista de lo que se dijo en Ia primera seccion, me tomé la libertad de parafrasear el propio “esse est interpretani” de Danto; véase Danto, Transfiguration, p. 125. 228 REPRESENTACION HISTORICA artista que la realidad es distinta de su representa- cion. Pero respecto de la representacion histérica, tal filisteismo se considera por lo general la actitud adecuada. Mas alin, creemos que el debate histérico en la mayoria de los casos es preferible de una mane- ra en que no lo es el debate acerca de las diferentes modas artisticas. Muchos historiadores y filésofos incluso estan obstinados con que la historia es una ciencia. Con el riesgo de recibir la acusacién de ser perver- samente propenso hacia las paradojas, diré que de hecho sucede lo contrario. Si decidimos que el argu- mento de las paginas anteriores es idealista, la his- toriografia es incluso mas idealista que el arte. Sin embargo, en lo que queda de esta seccién intentaré demostrar que ni siquiera la historiografia puede denominarse significativamente idealista. Y si ni si- quiera esta forma de representacién de lo mas “idea- lista” esta libre de idealismo en el sentido comin del término, podemos concluir, a partir de esta situacion, que la representacién trasciende el antiguo debate acerca del realismo y el idealismo. La epistemologia da origen a ese debate, la representacién no. Respecto de la representacion, sera obvio que el artista esta en una posici6n mas comoda que el his- toriador, Podemos destacar, como hizo Gombrich, las incertidumbres de nuestra percepcidn visual del mundo de las cosas tanto como deseemos, pero nun- ca debemos permitir que esto nos haga olvidar que los paisajes, los rostros, etc., se nos ofrecen de una for- ma en que el pasado nunca lo hace, Precisamente el movimiento casi sin esfuerzo de Gombrich desde REPRESENTACION HISTORICA 209 el ilusionismo hasta el naturalismo es ¢l que sugiere que hay espacio en el arte para una ideologia de sélo “mirar y ver” que nunca seria admisible en la histo- tiografia. Por decirlo asi, hay una “sinonimia” entre los objetos que representa el artista y los abjetos mis- mos, ausente en extremo en la representacion histo- rica del pasado, Mas que por la representacién artisti- ca, el pasado se determina por la manera en que lo representamos. Aqui no pienso en el hecho senci- Ilo que tanto preocupé a Oakeshott, Collingwood y Goldstein, el hecho de que no podamos percibir directamente el pasado como lo hacemos con los paisajes y rostros. A lo que me refiero es, mas bien, a que los vinculos entre representacion y lo que se representa son mucho mas fragiles en la historiogra- fia que en el arte. La realidad historica en si no con- tradice tanto a las representaciones historicas, sino que otras representaciones histéricas lo hacen;*" ape- lar a como es la realidad tiene mucho mas fuerza en el arte que en la historia. Podriamos comparar la realidad hist6rica con un teatro clasico en el que se coloca una gran cantidad de escenarios a distintas distancias del proscenio, 2A cual de ellos dirigira su atencién el historiador? Parece como si no hubiera resistencia que le impidiera moverse con libertad de un escenario a otro. Nada aqui es rigido o fijo; todo se abre paso de manera facil con la mas ligera pre- sién. La representacion es, sobre todo, una cuestién ™ Me refiero a lo que se conoce en filosofia de la historia como constructivismo. Véase History and Theory, Beihef, 16, 1977. 40 F, R-Ankersmit, Narrative Logic, p. 245. 230 REPRESENTACION HISTORICA de demarcar contornos, de indicar dénde “termina” un objeto o entidad y “comienza” otro, La represen- tacién aborda el contraste entre el primer plano y el fondo, entre lo importante y lo secundario. Si tene- mos esto en mente, no podemos dudar ni por un momento que la linea de demarcacién entre, por ejemplo, el cielo y los arboles que plasm6 el pintor es mucho mas clara que la que existe entre, por ejem- plo, Crise de da conscience européene, de Hazard, y la Lus- radon, © entre aspectos distintos de ta Tustracion. onion comornas.y ha veqeseain con ko oe el debate historico quiere que sean. El pintor tiene un marco, un lienzo, las leyes de la perspectiva que le permiten definir estos contornos vy lineas de demarcacién. Aunque sea posible argu- mentar, como Fain, que los historiadores disponen de un expediente similar en los sistemas especulati- vos,*! los historiadores actives a menudo rechazan este expediente, y si no, es vago y poco confiable. La dependencia de la cronologia (una suerte de pers- pectiva histérica), causalidad, leyes psicolégicas 0 so- ciolégicas, etc., es la alternativa mas obvia. Pero, como lo sugiere el creciente escepticismo por parte de los historiadores respecto de la ayuda que cabe esperar de las ciencias sociales, estos expedientes también han perdido gran parte de la popularidad de que disfrutaron hace unos veinte anos. Los tinicos contornos claros que tiene el pasado son de naturaleza modal: distinguen entre lo que si sucedia y lo que podria kaber sucedido pero no sucedié * HL Fain, Beteveen Philosophy and History, Princeton, 1971. REPRESENTACION HISTORICA 231 (e incluso estos contornos se encuentran sélo en el nivel mas elemental de los hechos histéricos). Sin embargo, los contornos que aborda el artista estan dentro del mundo que ve. Los contornos para el his- toriador son tales que distinguen entre lo que esy lo que noes. En el mundo en que vivimos y que repre- semta el artista, todos reconocemos patrones conaci- dos (arboles, seres humanos, edificios, etc.); pero en el pasado nunca se dan tales patrones, sino que siem- pre han de desarrollarse o postularse. Aunque se AMMAE. Qe eA un tine) Chemmenal (4 pot Ende ao he teresante) ciertos patrones tienden también a repe- tirse en el pasado, tan pronto legamos al nivel mu- cho mas interesante del debate histdrico, munca se reconocen los fenémenos historicos de la misma ma- nera en que reconocemos los objetos de nuestra co- tidianidad. En la historia, es como si tuviéramos que reconocer un conejo o un pato en algin dibujo bien conocido de un conejo o un pato sin haber visto ja- mds un conejo ni un pato. La practica del historiador es de alguna forma lo inverso de responder la pre- gunta en la prueba de Rohrschach: el historiador debe descubrir un patron hasta entonces desconoci- do en una amalgama de cosas relativamente conocidas que hicieron, escribieron o pensaron en el pasado los seres humanos. = Entonces, si el predicamento cognitivo del hista- riador es incluso mayor que el del artista, si su tarea es como la de desecubrir patrones de nubes en otros patrones de nubes, si nada parece cierto ni fijo a ex- cepcién de las tradiciones, pricticas o quiza pre- juicios historiograficos, ;qué oportunidad tiene el 232 REPRESENTACION HISTORICA historiador de evitar el idealismo, de evitar un modela- miento del pasado que se ajuste a ideas preconcebi- das que casi no encuentran resistencia? :No estamos condenados a una interpretacién idealista del escri- to histérico puesto que en todas las disciplinas —in- cluso el arte— el objeto del escrito histérico tiene la menor sustancia propia y sdlo llega a existir gracias a la representacion historica? Aqui encontramos la leeci6n filos6fica mas general que podemos apren- der a partir de nuestro andlisis de la interpretaci6n hist6rica. En vista de lo apenas dicho, sera obvio que la representacion histérica es el fondo perfecto para un andlisis del realismo y el idealismo. Nadie, y por cierto ningtin historiador activo, creera por un mo- mento que el pasado es tan solo una idea nuestra; y, no obstante, virnos que la tesis idealista es en particu- lar convincente en el caso de la historiografia. La re- presentacion historica parece congeniar con la pos- tura realista tanto como con la idealista. Por tanto, Ia historiografia se ajusta de manera 6ptima al debate sobre realismo e idealismo porque es la disciplina de la representacion par excellence, incluso mas que la representaciOn artistica. Antes que nada, la representacién histérica nos permite dar significados precisos a las posturas idea- lista y realista. En la representacién histérica nos enfrentamos con dos conjuntos de modelos légicos: las sustancias narrativas y el concepto de realidad. Si concedemos un estatus ontolégico a la primera clase de modelo, resultard el idealismo; la ontologizacién del concepto de realidad nos da el realismo. Pero en ningtin caso hay necesidad de un compromiso onto- REPRESENTACION HISTORICA 233 légico; encontramos todos los modelos lagicos al fi- nal tanto de la ruta que sugiri6 el idealista como de la que sugirié el realista. De este modo, podemos muy bien no ser idealistas ni realistas. La caracteristica mas peculiar de esta postura en el debate acerca de realismo ¢ idealismo es su neu- tralidad 0, para emplear una expresién mas acorde, su imparcialidad respecto de las dos alternativas del debate. Lo que esta bien para los realistas debe estar- lo también para los idealistas. Por una parte, pode- mos decidir ver sélo modelos légicos si preferimos evitar todo compromiso ontolégico, pero en ese caso tenemos que asumir esa postura tanto respecto de las sustancias narrativas come del concepto de realidad. Por otra, quiza prefiramos denominar reales a todas las declaraciones verdaderas que lo sean, y en ese caso deberemos ontologizar tanto las sustancias narrativas como el concepto de realidad. En otras palabras, en el primer caso no somos idealistas ni vealistas, mientras que en el segundo debemos ser ambas cosas. Sin em- bargo, en las dos situaciones, el dilema de elegir entre las opciones idealista y realista pierde significado: zqué caso habria en optar por el realismo si eso por necesidad implicaria optar también por el idealismo? Al inclinarse el problema noventa grados, ya no es posible establecerlo de manera significativa. Por ultimo, debe observarse que si se elige la epis- temologia en lugar de la representacién como fondo del debate, éste no puede concluirse de modo satis- factorio. La relacién entre conocimiento y el mundo no nos presenta algo que se parezca a la relacién simeétrica entre las dos clases de modelos légicos que 254 REPRESENTACION HISTORICA analizamos antes. Quien emplee el vocabulario de la epistemologia seguira vacilando entre realismo e idealismo; sGlo el vocabulario de la representacién nos permite restar al debate toda significaci6n y, por ende, de alguna manera, llevarlo a una conclusidn satisfactoria. ARTE MODERNO EF HISTORIOGRAFIA MODERNA Uno de los problemas que se analizan con mds fre- cuencia en la estética contemporanea es ¢l del esta- tus ontolégico de las obras de arte. Por supuesto, el objeto artistico —sea una pintura o una escultura— es un objeto fisico con ciertas propiedades (peso, co- lor, composicion, etc.) que no presentan problemas ontolégicos especificos. Pero debido a que la mayo- ria de los filésofos del arte no desean identificar las caracteristicas estéticas de la obra de arte con sus as- pects fisicos, “esto los ha llevado a postular un ‘ob- jeto estético’ no fisico especial, que se supone es la obra de arte real y poseedora de cualidades estéticas. Este postulade practicamente se convirtié en un dogma de la estética del siglo xx”. Se desarrollaron diversas teorias para justificar estas cualidades estéti- cas, la mas lamativa de las cuales fue la denominada “teoria institucional del arte”, de Danto y Dickie. El hecho de que el estatus ontolégico del objeto estético a que nos referimos en la cita anterior se haya convertido de repente en un asunto de urgencia esta “B.R. Tilghman, But is It Art?, Oxford, 1984, p. 21. REPRESENTACION HISTORICA 235 conectado estrechamente con las revoluciones del arte moderno. Aqui pienso en especifico en la tra- dicién que empezé con los productos lerminadas, de Duchamp. Estos productos terminados —piénsese en el urinario de Duchamp, el hoyo en el suelo de Olden- burg o la caja de Brillo de Warhol— plantearon el problema de por qué eran obras de arte, mientras sus menos ilustres contrapartes no lo eran. Puesto que no habia diferencia entre estos productos termina- dos y sus contrapartes, que no estaban en los museos, fue necesario en este punto responder la pregunta ontolégica de la naturaleza del objeto estético. Se han descrito de diversas formas estos avances del arte mo- derno, Debido a la similitud exacta de los productos terminados con sus menos notorios iguales, podria hablarse —por razones obvias— de la “desmateriali- zacion del objeto de arte” o, igualmente obvio, de la “desestetizacién del arte”. Pero en el contexto del anilisis presente, la evolucién se circunscribiria me- jor como Ia tiltima y maxima victoria de la represen- tacién. Al menos, asi es como Danto desea yerlo. Su argumento es que, precisamente debido a la simili- tud exacta entre los productos terminados en su fun- cién artistica y sus contrapartes fuera del museo, la nocién del objeto estético ya no tiene ningtin ancla en la obra de arte como tal. Con seguridad es sensato decir que hay un objeto estético ademas de la pintu- ra vel lienzo que transmite el significado estético de una pintura de, por ejemplo, Watteau. Pero si pensa- mos en los productos terminados, el objeto estético es en exclusiva “la parte del espectador”, esta conteni- do en exclusiva en la manera en que nosofros desea- 236 REPRESENTACION HISTORICA mos ver ese objeto de arte. A la manera hegeliana, los productos terminados son el Aujhelung del arte, y el arte se ha convertido en un asunto puramente inte- lectual o, para el caso, filoséfico. Tradicionalmente, la representaciOn artistica necesité siempre un medio extrano para expresarse; con la desaparicién gra- dual del objeto estético, sdlo queda la idea pura de la representacién artistica, y esta idea pura se mani- fiesta de forma paraddjica en la identificacién mis- ma de los productos terminados con sus contrapartes mas comunes. En otras palabras, los modelos ldgicos que participan en toda representacidn (artistica) de- muestran que son sélo modelos en el hecho sor- prendente de que no hay diferencia entre una caja de Brillo en el museo y otra en la tienda de abarro- tes. Con seguridad, ésta es una fase que la represen- tacién nunca sera capaz de superar. Al mismo tiempo, podria decirse que la historia de la representacién artistica ahora ha pasado su punto culminante y que regresd a su punto de partida original. La similitud entre los productos terminados y la manera en que la teoria de la sustitucién del arte ve el origen del arte no necesitara mas aclaracion. Junto con la desaparicién gradual del objeto esté- tico, los aspectos materiales de la obra de arte tien- den a sustancializarse. Ya no son sdlo los medias para conseguir una ilusién de la realidad, una pantalla eristalina @ través de la cual vemos, sino que tienden a llamar la atencién del espectador hacia sus cualida- des fisicas “brutas” y sin interpretar. Las obras de arte moderno muestran una tendencia al regreso, por decirlo asi, a sus cualidades fisicas. Es muy ilustrativo REPRESENTACION HISTORICA 237 el comentario de Danto en que nos urge a ver en las pinceladas de la pintura moderna, por decir, en efecto, de si misma, que es una pincelada y no una representacion de nada; que es lo que no puc- den empezara decir las pinceladas indiscernibles de los pintores de casas, aunque sea cierto que son pinceladas y no representaciones. En quizas el juego de pinturas mids sutil de nuestro tiempo, s¢ ha leido con una literali- dad absoluta la intencion de los creadores 0 de los pos- teriores ideGlogos de tales pinceladas —gruesas, malas, expresionistas— como (meras) cosas reales." Ya no vemos a través del medio representativo del arte, sino s6lo io vemos. El arte se convierte en una especie de metifora para la cual no puede encontrar- sé una analogia literal, pero que no obstante consi- gue este efecto tan sdlo con ser literal en si. Parece probable que algo como esto sea discerni- ble también en la historiografia moderna. Una de las caracteristicas mas peculiares de la historiografia moderna es la popularidad de libros como Montai- ou, de Le Roy Ladurie, la Namada microhistoria de Ginzburg o El regreso de Martin Guerre, de Natalie Davies, obras que podrian considerarse representati- vas de la tradicién posmoderna en la historiogra- fia.“ ¥ es posmoderna debido a que las pretensiones de la representacién modernista o estructuralista del pasado se reconocieron como una empresa autocon- ® Danto, “Artworks”, p. 335, 4 Ubico esta variante de la historiografia contemporidnea en la tradicién posmoderna en el capitulo vi. 238 REPRESENTACION HISTORICA tradictoria y a que el pasado se muestra con el dis- fraz de acontecimientos en apariencia triviales, como Jas investigaciones de la Inquisicién en el Montaillou del siglo x1v 0 las reconditas especulaciones ¢osmo- légicas de un molinero italiano del siglo xv1, o con el de la novela verdadera de un marido perdido, Como es bien sabido, el posmodernismo siempre ha sido critico de los esquemas grandilocuentes del enfoque modernista y cientifico de la realidad social y siem- pre ha mostrado una predileccién tipicamente freu- diana a lo que se “reprime” como trivial, marginal o poco pertinente, Fs demasiado sencillo subestimar el caracter en verdad revolucionario de estos estudios historicos posmodernos. Desde que la historiografia adquirio conciencia de sf misma y de las tareas que s¢ impuso, siempre tendid a una representacion del pasado en el texto histérico. Como en el caso de la pintura na- turalista, la narracién historica exhorté implicita- mente a sut lector a ver a través de ella y, de la misma forma que las pinceladas de la pintura naturalista, los instrumentos lingitisticos a disposicién del histo- riador le permitieron crear una ilusién de la realidad (pasada). La filosofia de la historia, en especial en su vertiente narrativa, investigd estos aparatos linguisti- cos del historiador, que eran lo andlogo en la histo- riografia respecto del objeto estetico de la represen- tacion artistica. Sin embargo, con la historiografia posmoderna todo esto se puso en tela de juicio. En lugar de cons- truir una representacién del pasado en el medio aje- no del discurso narrativo, estas microhistorias mis- REPRESENTACION HISTORICA 239 mas asumen una realidad que antes sdlo se atribuia al pasado que se veia a través de las representaciones histéricas. No sorprende que Ginzburg alguna vez afirmara, respecto de su obra El queso y los gusanos, que se trataba de una nota al pie de pagina dentro de un libro entero; lo irrealis del discurso histérico tradicional (“si se acepta la propuesta de ver el pasa- do desde esta perspectiva, entonces,..”) se intercam- bia por la ratio directa en que se representa a si misma la realidad histérica. Por tanto, la historia de Ginzburg sobre Menocchio es la contraparte historiografica de aquellas mismas pinceladas de la pintura moderna que tanto llaman nuestra atenci6n, Paralela a la des- aparicion del objeto estético en el arte, observamos aqui la desaparicién gradual de las tesis intenciona- listas sobre el pasado que el historiador clasico por lo general presentaba a su puiblico. Lo que queda son esos “trozos del pasado”, esas historias sin refinar acerca de acontecimientos historicos en apariencia sin ninguna importancia que dejan a la mayoria de los historiadores contemporaneos tan desconcertados como a los visitantes del museo de hace sesenta afios cuando se enfrentaron a los productos terminados de Duchamp. De una forma que recuerda las pinceladas tan ca- racteristicas de la pintura moderna, la “realidad” in- vadio la representacion en la historiografia posmo- derna. Esto se hace evidente si consideramos la razén por la que la innovacién posmoderna de su disciplina causa alarma y provoca rechazo en muchos historia- dores contemporancos. Lo que de manera compren- sible a menudo objetan es la naturaleza descarada- 240 REPRESENTACION HISTORICA mente anecdotica de la microhistoria; y debido a este caracter anecddtico de la microhistoria, estos histo- riadores se preguntan si la microhistoria no es tan s6lo un parasito de las tradiciones mas antiguas del escrito histérico. 2Qué quedaria de nuestra compren- sién del pasado si todo el escrito histérico asumiera el caracter de la “microhistoria”? De hecho, en combi- nacién con la tradicién més antigua, podemos darnos el lujo de tener la microhistoria, pero en ultima ins- tancia esto es un lujo que nunca sera capaz de rem- plazar a la cosa real. De hecho, 7a quién le importan las meditaciones de Menocchio en tanto permanez- camos en tinieblas respecto de la lucha prometeica entre el catolicismo y el protestantismo que tuvo lugar cuando Menocchio vivia, o respecto del despla- zamiento de la economia europea desde el Medite- rraneo hasta el Atkintico, como describié Braudel? Sin embargo, antes que nada debo aclarar lo que entiendo por la palabra anéedota. Con frecuencia ha- blamos de anécdotas cuando pensamos en la petite- histoire que escribieron, por ejemplo, De Nolhac, Zweig o Lendtre (este tiltimo, por supuesto, un verdadero maestro del género). Los sucesos contados en esta historiografia anecdotica son siempre resultado de avances historiograficos mas extensos que no fueron iniciados por los sucesos. Lo que se relata en esta cla- se de historiografia se asemeja, por decirlo asi, a los débris de la historia que lleva el rio del tiempo. De modo mas especifico, lo que nos indican las micro- historias de la petite-histoire no es representative de su €poca; otras cosas (que relatan historiadores mas se- rios) son representativas de ellas. La rueda de la his- REPRESENTACION HISTORICA 241 toria las hizo girar sin que ellas se movieran un api- ce. Los objetos de estudio de Lendétre son epifend- menos de la Revolucion francesa, pero no tendria sentido afirmar lo contrario. Y aqui descubrimos la diferencia entre estas anécdotas y las presuntas “anéc- dotas” de la historiografia posmoderna. La microhis- toria de la historiografia posmoderna es indepen- diente del tiempo en una manera que las anécdotas, en el sentido estricto del término, nunca lo son. La microhistoria se mantiene, por decirlo asi, como una roca s6lida en el rio del tiempo. No podriamos cole- gir las opiniones de Menocchio a partir del outillage mental de su tiempo (de poder, el libro de Ginzburg seria anecddtico); la microhistoria tampoco nos ayu- da a comprenderla ni a explicarla. Las microhisto- rias no son representativas de nada, ni nada es re- presentativa de ellas. El efecto de estas microhistorias es, por tanto, ha- cer que la historiografia s6lo sea representativa de si misma; poseen una capacidad autorreferencial muy similar a los medios de expresi6n que emplean los pintores modernos importantes. Igual que en la pin- tura moderna, el objetivo ya no es insinuar una “rea- lidad” detras de la representacidn, sino absorber la “realidad” en la representacién misma. Hay, por ende, un sorprendente paralelismo entre los avances re- cientes en el arte y los de la historiografia; y es dable esperar que una investigacién mas profunda de este paralelismo aumente nuestra comprensién de ambas lineas de avances. 242 REPRESENTACION HISTORICA CONCLUSION Descubrimos que el vocabulario de la representacién se ajusta mejor a una comprensién de la historiogra- fia que los vocabularios de la descripeién y la inter- pretacién. Lo que hace el historiador es en esencia mas que describir e interpretar el pasado. La histo- riografia es similar al arte en muchas maneras y, por tanto, la filosofia de la historia debe aficionarse a las lecciones de la estética. A partir de esta reorientacion de la filosofia de la historia resulté una remodela- cién inesperada de las relaciones entre las diversas disciplinas. Puesto que ambos representan el mun- do, el arte y la historiografia se acercan mas a la cien- cia que la critica y la historia del arte; la explicacién es que la especialidad en los dos ultimos campos es in- terpretar el significado, De manera un poco sorpren- dente, fue claro que la historiografia ¢s menos segura que el arte en su intento de representar el mundo. La historiografia es mds artificial, incluso mas una expresién de codigos culturales que el arte mismo, Quiza debido a su extraordinaria falta de bases con- fiables, la historiografia es un paradigma adecuado para estudiar ciertos problemas filos6ficos. Descubri- mos que la historiografia es el lugar de nacimiento del significado (que sera investigado en una fase pos- terior por la interpretacion hermenéutica). Luego, la representacién histérica es el fondo general contra el cual se estudia de manera fructifera la epistemologia (representacion codificada). ¥ sucede lo mismo con el debate entre realismo ¢ idealismo. Se demostré REPRESENTACION HISTORICA, 243 que la representaciGn necesita siempre la presencia de das conjuntos de modelos légicos no referenciales y que interrumpir la simetria entre estos modelos légicos origina la postura de realismo e idealismo. La epistemologia se inclina con firmeza a interrum- pir esta simetria; por tanto, el debate entero tiene una significacién limitada. Por ultimo, el paralelismo entre los avances re- cientes en el arte y los de la historiografia demostra- ron en qué medida la historiografia en realidad for- ma parte del mundo cultural contemporineo, y que debe estudiarse en su relacién con la pintura, escul- tura y literatura contemporaneas. Las deficiencias de la moderna filosofia de la historia se explican en gran parte por esta tendencia a soslayar la significacién cultural de la escritura de la historia.

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