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Articulo Falconí PDF
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Article: Hansel/Hedwig, la Casa Playo, la Tunda: transculturaciones y decolonialidades literarias queer, cuir
Article Author: Diego Falconí Trávez
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Q u e e r i n g Pa r a d i g m s V
Q u e e r i n g N a r r at i v e s o f M o d e r n i t y
Peter Lang María Amelia Viteri and Manuela Lavinas Picq - 9783034319249
Downloaded from PubFactory at 05/20/2020 05:40:21PM
via University of California at Berkeley
The authors of this edited volume use a queer perspective to address
colonialism as localized in the Global South, to analyse how the queer
can be decolonized and to map the implications of such conversations
on hegemonic and alternative understandings of modernity. This
book is distinct in at least four ways. First, its content is a rare
blend of original scholarly pieces with internationally acclaimed art.
Second, it is a volume that blends theoretical debates with policy
praxis, filling a gap that often tends to undermine the reach of either
side at play. Third, its topic is unique, as sexual politics are put in
direct dialogue with post-colonial debates. Fourth, the book brings
to the forefront voices from the Global South/non-core to redefine
a field that has been largely framed and conceptualized in the Global
North/core.
Series Editor
B. Scherer, Canterbury Christ Church University, UK
Peter Lang
Oxford • Bern • Berlin • Bruxelles • Frankfurt am Main • New York • Wien
Q u e e r i n g Na r r at i v e s of Mo d e r n i t y
Peter Lang
Oxford • Bern • Berlin • Bruxelles • Frankfurt am Main • New York • Wien
A catalogue record for this book is available from the British Library.
issn 2235-5367
isbn 978-3-0343-1924-9 (print)
isbn 978-3-0353-0768-9 (eBook)
Printed in Germany
Acknowledgementsxiii
Marcelo Aguirre
Inauguración, Quinta Conferencia Internacional de
Paradigmas Queer ‘Narrativas Queer de la modernidad’ 19
Eduardo Carrera
Sitios de memoria: tres acciones artísticas en la ciudad de Quito 43
Nikita Dhawan
Homonationalism and state-phobia: The postcolonial
predicament of queering modernities 51
Sonia Corrêa
Charting the ‘Orientalized other’ through a
‘Latin American’ lens 69
Momin Rahman
Querying the equation of sexual diversity with modernity:
Towards a homocolonialist test 91
Lia La Novia
Puede besar a la novia: la experiencia de la transición de
género como un encuentro pedagógico, afectivo y politico 157
Gracia Trujillo
¿Y tú te defines como queer? Sobre genealogías situadas,
debates y resistencias queer/cuir y transfeministas en el
Sur (de Europa) 175
Elizabeth Vásquez
‘Mi género en mi cédula’: un concepto nuevo por una puerta vieja 197
Lawrence La Fountain-Stokes
Abolición del pato: Discourses of Puerto Rican
queer modernity and performance 271
POST-SCRIPT 317
Bee Scherer
Queer scholars, activists, critics and caretakers: Notes on the
genealogy, impact and aspiration of Queering Paradigms 319
Index333
Si, entre las narraciones mainstream, hubiese que elegir a un personaje que
representase lo queer mi voto sería para Hansel/Hedwig Schmidt, prota-
gonista del largometraje Hedwig y la pulgada furiosa (2001), adaptación
del musical rock (1998), dirigido y encarnado por John Cameron Mitchell.
Aunque con esta elección dejaría fuera a otrxs posibles finalistas (figuras
canónicamente queer como Brandon/Teena de Boys Don’t Cry [Kimberly
Peirce, 1999]; proto-queer como el/la Orlando de la novela homónima
[Virgina Woolf, 1928]; o cuasi queer por sus latitudes filmográficas no tra-
dicionales, como Alex de la película XXY [Lucía Puenzo, 2007]), me parece
que, con el paso de los años, este personaje ha demostrado una interesante
capacidad de ‘encarnar’ una narración ética que engloba a una época y a
ciertas corporalidades, que buscaban representaciones más complejas desde
lo sexo-diverso.1 Hansel/Hedwig una suerte de ‘epónimo de la generación
1 Uso intencionalmente el concepto diversidad sexual para dar cuenta de una época
donde la disidencia sexual ha sido, al menos en Occidente, bastante normalizada bajo
la narrativa capitalista que otorga una serie de derechos progresivamente a personas
que antes no los tenían.
decisiva’ (Ortega y Gasset 2006: 396)2 textual, en efecto, es una figura que
permite entender cuál ha sido el devenir de la teoría y las políticas queer
y su relación con ciertas corporalidades y geografías en los últimos años.
No niego que esta elección es un absurdo ejercicio. Jerarquizar, encasi-
llar y delimitar un ranking que sublima a un personaje usando una categoría
(analítica y política) como la queer, que proponía ‘repensar la política de
género’ (Butler 2004: 28), ‘protestar por (…) la idea de un comportamiento
normal’ (Warner 1993: xviii)3 y ‘resistir la categorización, de sí misma y
de sus sujetos’ (Leckey 2010: 1) parece un despropósito. Y no obstante,
justifico este experimento pues ‘la identidad narrativa del personaje solo
puede ser correlativa de la concordancia discordante de la propia historia’
(Ricoeur 1999: 221). Así, ubico a Hansel/Hedwig en un privilegiado (y
absolutamente subjetivo) lugar de preponderancia no para articular una
neo-mitología inserta en un canon homo/trans-normativo, sino para dar
cuenta de cómo en los últimos años las políticas y las teorías queer(s), han
creado un complejo relato, en concordancia y discordancia con las historias
de las disidencias sexuales, que puede ser analizado a la luz de un sugerente
personaje como este.
‘Hedwig es como esa pared / ante ti, en la frontera / entre el Este y
el Oeste / la esclavitud y la libertad / el hombre y la mujer, lo activo y lo
pasivo./ Y puedes intentar derribarla / pero antes que lo hagas / debes recor-
dar una cosa. / Mira, no hay gran diferencia / entre un puente y una pared’.
Hansel/Hedwig nacidx en el año de 1961, en Alemania, es, entre otras, una
metáfora del confín.4 Subjetividad de ‘en medio’ que propone una seductora
poética-política de lo queer. Su caracterización de persona alemana del Este
que busca migrar al Oeste, así como de hombre cuyo cuerpo intervenido
en una cirugía de reasignación de sexo queda en la indefinición biológica
y cultural del binario masculino/femenino, lx ubican como una suerte de
hito geopolítico de una época de cambios profundos, respecto no sólo a la
relaciones internacionales, sino a las relaciones corporales.
Hansel/Hedwig no es sólo una frontera impávida y vacía, sino un posi-
cionamiento desde el género que encuentra su sentido é(sté)tico a través
del arte. Hansel/Hedwig canta (a veces apasionadamente, en ocasiones de
modo más calmado) usando el rock como catalizador que funciona para
que el origen del amor –reviviendo a Aristófanes– recuerde la diversidad
de cuerpos y deseos implicados en el milenario e histórico acto erótico;
para que las relaciones pederastas revelen masculinidades dominantes y
formas cíclicas de socialización; para que el mundo gay sea visto como una
dulce y dolorosa venta de subjetividades mercantilizadas que afecta, por
ejemplo, a personas trans; para denunciar el violento discurso científico
que al normalizar vulnera cuerpos; para intentar dar cuenta de cómo el
cuerpo natural es inexistente5 Hansel/Hedwig es, así, un sujeto politizado
en la frontera que sobrevive gracias, justamente, a reivindicar un lugar de
orgullosa abyección frente a los discursos de pureza política y sexo-genérica.
Por ello es el personaje epónimo queer.
No obstante, en este posible desgarro ideológico que produce, en esa
belleza furiosa y humana que nos presenta su épica, es prudente recordar
ciertas trayectorias geo-políticas. Es decir, y volviendo a Ricoeur, dar cuenta
de cómo el relato de un cuerpo intradiegético muestra una historia conec-
tada –y aún así inconexa– de muchos cuerpos extradiegéticos que deben
leerse en su tránsito corporal, en medio de un mundo capitalista dividido
por fronteras dibujadas por la narración pos/neocolonial. Dicho en otras
4 Aunque miro con reparo esto, pues como menciona Cornejo Polar (1997) ciertas
categorías subjetivas son peligrosas metáforas.
5 Me refiero, y en el orden de conceptos presentado en este texto, a las canciones: The
Origin of Love, Sugar Daddy, Angry Inch, Wig in a Box.
hacia Occidente.9 Resulta curioso ver, pues, cómo ese ‘dejar algo’, puede
interpretarse como renunciar al cuerpo de hombre comunista para llegar
a la tierra prometida estadounidense de los años 90. Y a la identidad queer.
Esa migración de espacio y cuerpo es la que permite que el personaje actúe
y, en consecuencia, se desarrolle la historia.10 Estados Unidos es, pues,
melodía tácita y omnipresente que acompaña al drama de Hansel/Hedwig
Schmidt, que, irónicamente, erige el espacio de frontera y da un visado en
el que la subjetividad queer tiene una coherencia.
Esta omnipresencia se ve desde la primera escena de la película que
tiene de fondo a ‘America the Beautiful’ en versión rock, y en primer plano
a Hansel/Hedwig con unas alas desteñidas en las que se intuyen los colores
de la bandera estadounidense y en las que con amarillo se escribe paródica-
mente: ‘Yankee go home / ¡conmigo!’. Intertexto de un ángel caído, en una
composición dominada por el claroscuro discotequero y signo de la libertad
y la opresión que se enmarca en el epicentro estadounidense. ‘Hedwig es
como esa pared’, efectivamente, pues después de la caída del muro de Berlín,
y sin llegar a la ingenuidad del ‘final de la historia’, que predijo Fukuyama
(2006), sí que es posible afirmar que la globalización de identidades, desde
el capitalismo, nacionaliza y, de carambola, universaliza un prototipo de
identidades sexualmente disidentes. Pesadas alas para una persona que
pudiendo y ‘debiendo’ ser LGBTTIETC … para su consideración subjetiva,
desdeña de la categorización fija. Costosas alas que sirven para planear en
un cielo globalizado y líquido, cercado por el poder de una OTAN marica
9 Vale decir, sí, con la complicidad de la madre que de hecho se llamaba Hedwig Schmidt
y que es la que en una movida freudiana, le otorga su nombre de mujer, y por tanto
su identidad legal, para que pueda casarse. Es la madre además quien lleva a su hijo
al médico que le extirpará fallidamente el pene, dejando la pulgada furiosa de carne.
10 De hecho al migrar a Estados Unidos y establecerse allí las relaciones de Hansel/
Hedwig con otras personas inmigrantes sin papeles, que son parte de su banda, son
muy tensas (en algún momento lxs amenaza con avisar al Servicio de Inmigración
para que sean deportadxs) y revelan un lugar de enunciación queer que al no inter-
sectar género y estatus migratorio se vuelve excluyente. Sólo al final de la película esa
tensión se resuelve.
Parto de Hedwig and the Angry Inch, narración del Norte que colinda
con múltiples fronteras, y de su personaje de ficción Hedwig/Hansel para
realizar algunas preguntas pertinentes para la propuesta de este libro, que
intenta desviar las narrativas de la Modernidad. ¿Cómo se llevan esas alas
neocoloniales y, acaso, liberatorias desde América Latina bajo la problemá-
tica palabra queer? ¿Cuál es la lectura y posible revisión queer en el subcon-
tinente desde la literatura? Y, sobre todo, ¿cómo se rompe con la idea del
personaje epónimo global queer para pasar al personajes regionales contes-
tatarios cuir o cuy(r)? Para el análisis traigo a otros dos personajes (y espa-
cios) de las plumas del costarricense Alexander Obando y del ecuatoriano
11 Por ello que incluso dentro de Estados Unidos el término queer no sea aceptado dentro
de ciertas comunidades latinas inmigrantes (Viteri, 2008) y solo el queer critique of
color haya podido hacer el término más inclusivo.
Para el análisis de este peculiar espacio parto, con mucho riesgo, desde
una perspectiva que asume lo queer como categoría universal, es decir como
concepto aplicable a identidades y críticas en distintos tiempos y espacios.
La casa en cuestión, vista así, podría ser denominada como un hogar queer.
Pensando que un ‘espacio queer se refiere a prácticas que se sitúan dentro
del posmodernismo en el que la gente queer se compromete; describe, asi-
mismo, nuevos entendimientos del espacio articulados para la producción
de contra-audiencias queer’ (Halberstam 2005: 6, la cursiva es mía). Tal
como menciona Halberstam el espacio queer es un lugar donde la gente y
los personajes queer accionan y crean referencias contraculturales para la
diversidad sexual en un tiempo compartido y fragmentado.
En otros cuentos contenidos en Teoría del Caos –así como en otros
textos de Obando– los personajes principales a menudo son un desfile
de maricas, eunucos, terceros sexos o ‘playos’.13 En ‘Madera de troles’, en
cambio, la casa de Alekis no tiene a personajes notoriamente sexo-diver-
sxs, aunque sí podría dar la bienvenida a ciertos públicos queer siguiendo
la propuesta de Halberstam. Justamente, este peculiar espacio invita, de
modo sutil y exigiendo imaginación a lxs lectorxs, a que se entre dentro
suyo para, además de experimentar su naturaleza viva que saliva o suda,
analizar ciertos eventos que pueden ser importantes para la disidencia
sexual. En una de las escenas más interesantes del cuento se narra como
‘Alexis escuchó el voluminoso crujido donde el techo estaba despedazando
su cama king size’ (188). Con la destrucción de aquel lugar emblema del
descanso (y a veces el placer) compartido (y solitario) se busca romper tam-
bién el ideal de hogar heterosexista burgués que propone la teoría queer.
Asimismo, el anhelado hogar de Alekis adquiere cierta descripción camp
que al jugar con ciertos estereotipos de las diversidades sexuales, añade un
toque tragicómico a su existencia: ‘parecía una casa de Barbie Leñadora’
(189), se nos cuenta, y en otro punto de la historia, desde una descripción
performativa que invita a pensar en el valor de la postura se señala que a ese
hogar ‘ya solo se puede entrar a gatas’ (190). En esta misma línea paródica,
ante la insistencia de la prensa que quería conocer a la casa que se encogía,
la que machaca a esa carne solitaria del personaje centroamericano del que
desconocemos gran parte de sus atributos. Símil que enseña que los cuerpos
no siempre pueden llevar a buen puerto los diálogos transnacionales sobre
la subjetividad y que obligan a desconocer esa mirada riesgosa e ingenua
que aplica el concepto queer de modo universal.
¿A quién da la bienvenida, entonces, esa casa queer transnacional si su
propietario puede entrar solamente bajo su propio riesgo? ¿Es ese espacio/
tiempo queer, casa marica poscortazariana, o mejor, esa Casa Playo, un lugar
que además de dar la bienvenida a las hordas lectoras tortilleromaricas de
todo el mundo permite el cuestionamiento de la geopolítica aburguesada
de ciertos sectores gays(/lésbicos) del Primer Mundo? ¿O es solamente
un lugar donde ocurren algunos acontecimientos fantásticos que pueden
ser aprehendidos como queer para ciertas miradas que tienen conciencia
de este concepto?
En la geopolítica latinoamericana, Costa Rica es un lugar ejemplar
para pensar las estrategias nacionales y las imposiciones internacionales
que han permitido al país lidiar con la violencia neocolonial del Norte,
manteniendo y cediendo soberanía para tener un territorio pacífico y rela-
tivamente estable. País clave para dar cuenta de cómo ciertas naciones de
América Latina se han posicionado en el contexto global para afrontar con
la colonialidad y poder dar la bienvenida a ‘propixs’ y ‘extrañxs’. Santiago
Castro-Gómez aborda un caso de la compleja realidad tica en el diálogo
internacional poscolonial, que se puede extrapolar de algún modo al resto
de América Latina, y comenta:
(…) las patentes son entonces el mecanismo jurídico a través del cual se legitiman
las nuevas formas de expropiación colonial del conocimiento en el Imperio (…) el
caso del contrato de bioprospección firmado entre un Instituto conservacionista de
Costa Rica y la multinacional farmacéutica Merck en 1991 (…) con ingresos de 4
mil millones de dólares al año y cerca de 3 mil accionistas en todo el mundo, pagó
la irrisoria suma de un millón de dólares a Costa Rica por el derecho exclusivo a
investigar, recolectar muestras y catalogar los recursos genéticos presentes en alguno
de sus parques nacionales. Esto se hizo sin consultar la opinión de las comunidades
indígenas que viven en esa región y sin garantizarles ningún tipo de beneficio (…) el
mercado de plantas medicinales descubiertas y patentadas por Merck gracias a las
pistas facilitadas por las comunidades indígenas y locales se calcula hoy día en unos
43 mil millones de dólares (84).
(…) la literatura LGTB o queer es toda aquella hecha específicamente para el consumo
de la gente queer, por lo que no incluiría ni a autores LGBT que no traten dichos
temas ni a autores en general que sólo escriban para el gran público, es decir, que hagan
categoría mestizaje (…) que falsifica de una manera más drástica la condición
de nuestra cultura y literatura. En efecto lo que hace es ofrecer imágenes
armónicas de lo que obviamente es desgajado y beligerante’ (Cornejo Polar,
1997: 341). Pensar en queer como sinónimo de playo se agrava cuando lo
queer se convierte en sinónimo de LGTBBI. Este mestizaje teórico patenta
y universaliza etiquetas sexo-diversas y prácticas neocoloniales para las
literaturas y los cuerpos.
En el caso de Obando, la Casa Playo es mucho más canalla, desa-
fiante y heterogénea que la etiqueta queer de su ensayo. La ficción supera
al análisis teórico. Quizá porque, desde una focalización crítica, la Casa
Playo no es solamente un espacio, sino un personaje complejo que, como
la Casa Usher de Edgar Allan Poe o la propia Casa Tomada de Cortázar,
agrupan metafóricamente lugares y épocas: y que, en este caso, sirve para
plantear como ciertos términos importados (como el queer) tienen mayor
potencial de oprimir al sujeto que deja de ser el agente ético y se convierte
en un personaje secundario.
Más aún, Alekis se deja morir en su bien inmueble, ubicado en suelo
costarricense y de materialidad finlandesa. De esta manera, el personaje
pierde su capacidad de agente que, en enroque, se le otorga a la casa. Pierde
el cuerpo poder de resistencia y el espacio/tiempo queer de Halberstam
(tonada yankee bienintencionada del Primer Mundo) gana terreno. La clave
de coexistencia entre cuerpo (personaje) y etiqueta queer (espacio-tiempo)
radica en la posibilidad fronteriza de que coexistan desidentificación per-
sonal y una politización subjetiva que garantice derechos. En América
Latina –y aquí la Casa Playo es ejemplar, por el sutil guiño apocalíptico
que teme la depredación del ecosistema– a esa coexistencia debe añadirse
hoy que el espacio-tiempo que se vuelve personaje no puede tener un gesto
depredador y ambicioso.
Así, la universalidad queer que busca establecer diálogos transnaciona-
les éticos termina sepultando la diversidad y la disconformidad, tal como
sucedió en la exploración realizada por Merck en Costa Rica. Allí radica
la tragedia de Alekis.
No propongo que la teoría queer sea una suerte de multinacional per-
versa. Finalmente, con el tiempo la motivación de rechazo de De Lauretis a
la teoría queer, ese matricidio, por ser una ‘criatura vacua de la producción
El río nos dijo también que la Tunda tiene la sucia costumbre de tirarse ventosidades
en el rostro de los niños secuestrados para atontarlos y hacerles perder la memoria.
(…) Pero yo no desesperaba y me puse a investigar por mi cuenta a las plantas: a la
irritante gualanga, al negro corazón del guayacán, a la rampira que cobija, al milagroso
llantén, a la dócil malvaloca, al palo de la balsa, a los yarumos anillados, a las floridas
acacias y todos respondieron que sí habían sentido pasar a Numancia, acompañada
de la horrenda Tunda. (176)
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