Radiografia de Una Tribu La Ciencia La P PDF

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Los cientificos Entre poder y saber Jean-Jacques Salomon Universidad Nacional de Quilmes Editorial Bernal, 2008 Prélogo Radiografia de una tribu: la ciencia, la politica y la sociedad Pablo Kreimer Este es el ultimo libro -lamentablemente péstumo- de uno de los mas lucidos analistas acerca del papel de la ciencia y la tecnologia en nues- tras sociedades. Por ello, es un honor haberlo traducido al espafiol y editarlo en esta coleccién para el publico latinoamericano, tal como lo deseé el propio Jean-Jacques Salomon. En Ja actualidad, el campo de los estudios sociales de la ciencia y la tecnologia esta muy bien establecido en casi todos los paises, incluso en América Latina. Sin embargo, cuando hace casi 20 afios le pregunté a Jean-Jacques, entonces director del Centro “Science, Tech- nologie et Société” de Paris, qué se consideraba él mismo en términos profesionales, puesto que los temas a los que se habia dedicado duran- te afios tenian que ver con comprender las relaciones entre la ciencia y las politicas (0 entre las ciencias y la politica, valga la sutileza), pero no se encuadraban en ninguna de las disciplinas establecidas ¢ insti- tucionalizadas. Me respondio: “la verdad que no sé... estudié filosofia, soy de la misma generacién que Jacques Derrida y Pierre Bourdieu... pero luego me hice periodista, historiador, politologo, y algo socidlogo. Tal vez para estudiar la ciencia moderna hay que ser un poco de todo eso”, Sus dos diferentes orientadores de lo que entonces cra el Doctorat Etat son Ja expresién de una dualidad: el primero fue el fildsofo ¢ historiador de la ciencia Georges Canguilhem, y el segundo fue el so- cidlogo y politélogo Raymond Aron. A lo largo de la segunda mitad del siglo XX, y comienzos del XXI, Salomon fue abordando y trabajando con una insistencia y co- Pablo Kreimer herencia notables un conjunto de preocupaciones relacionadas con la ciencia moderna y su papel en nuestras sociedades: las relaciones entre la ciencia y el poder y el surgimiento de las politicas cientificas; los estimulos y obstaculos al desarrollo tecnologico; los vinculos entre la ciencia y la guerra; el control social de la ciencia y la tecnologia; la responsabilidad social de los cientificos y los “riesgos" tecnoldgicos; el papel de la ciencia en los paises en desarrollo. Para orientar a los lecto- res que no estén familiarizados con estos temas, y dar asi un contexto de lectura al presente libro, podemos repasar sumariamente, en esta prologo, algunas de las ideas que estan implicadas en estos topicos. No puedo evitar una nota personal. Jean-Jacques Salomon fue un maestro (y fue “mi” maestro) en muchos drdenes de la vida. En el terreno intelectual, por su apertura de pensamiento, su rigor concep- tual, su obsesién por la precision y creatividad, por la insistencia en las ideas mas alld de las adscripciones tedricas o disciplinarias. En el terreno publico, por su compromiso con las “buenas causas”, por su indignacién por la injusticia y por su capacidad de no perder la capacidad de asombro. En el terreno personal, por su generosidad y acompafiamiento, y porque se sentia orgulloso de quienes queria: la conformacion de un campo de estudios sociales de la ciencia y la tec- nologia en Argentina, la revista REDES (de la que siempre formd parte), los vivia como un logro de su propio esfuerzo, y el hecho de que otros tomaramos su relevo (cosa a la que nos estimulaba permanentemente) parecia formar parte de una misién. Presentar este libro me genera, sin embargo, un sentimiento am- biguo: es un honor haberlo traducido y editado en espafiol, ya que es cl texto clave de un autor clave, para comprender una parte de Ja dindmica de la ciencia moderna, escrito de un modo ameno, casi coloquial, sin perder un dpice de rigor. Por otro lado, causa dolor que Jean-Jacques no pueda estar presente para que lo presentemos juntos, para que lo discuta con jévenes o intelectuales, con cualquiera que le pidiera su opini6n, tal como habiamos planeado como excusa para una nueva visita suya a Buenos Aires. 10 Prélogo LA CIENCIA COMO PROFESION Hablar de “los cientificos” no es una tarea facil. Implica interrogarse por diferentes problemas al mismo tiempo, ya que la historia de los cientificos puede ser comprendida como el recorrido de un grupo par- ticular, auténomo, autorregulado y con predominio de la racionalidad; o bien se la puede pensar como una parte de la historia, como un grupo fuertemente influido por cambios de las sociedades e¢ interviniendo activamente en ellas. También se puede poner el eje en sus actividades especificas dentro de las paredes de los laboratorios y otros espacios de generacién de conocimientos, 0 imaginarlos como agentes sociales “res- ponsables” de las consecuencias de los conocimientos que producen. Otra posibilidad es la de pensar en individuos aislados, arduos trabajadores en pos del descubrimiento, 0 bien en grupos sociales or- ganizados y vinculados entre si, es decir, trabajadores colectivizados. Puede hacerse también una historia de un pufiado de “héroes” que como Pasteur, Koch, Fleming, Salk y muchos otros “al estilo de las revistas infantiles” con sus trabajos nos hicieron salvar vidas. 0 pode- mos trazar la historia de los villanos que contribuyeron a engendrar armas de destruccién masiva, a contaminar el planeta, a deshumanizar la vida cotidiana. Hubo muchos pioneros, por cierto, que fueron enfocando aspectos parciales: Karl Mannheim, que llamo la atencién acerca de las determi- naciones sociales en el conocimiento cientifico. Robert Merton, que se ocup6, primero, de vincular las dimensiones sociales con la revolucion cientifico-tecnoldgica del siglo XVII, y luego de analizar la dindmica de las comunidades cientificas, sus estrategias de legitimacién y sobre todo las normas que las regulan. Warren Hagstrom, quien hizo el pri- mer estudio sistematico sobre la comunidad cientifica, y Ben-David, con sus investigaciones sobre el origen de diversas disciplinas y sobre el rol de los cientificos. Solla Price, que se concentré en las publicacio- nes de los cientificos como un nuevo objeto de indagacion. Lemaine y Lécuyer, que fueron los primeros que entraron a los laboratorios para indagar la organizacion social de los cientificos “desde adentro”. ne Pablo Kreimer éCual de éstas es la “verdadera” perspectiva? Como dar cuenta de todos estos aspectos, complejos y contradictorios entre si? La em- presa es tan dificil que practicamente no ha habido estudios sistemati- cos de la ciencia como profesién. Hasta hoy contamos, si, con estudios sobre la historia “y aun la prehistoria” de las instituciones cientificas, con investigaciones sobre algunas disciplinas en particular, con ana- lisis sociolégicos acerca de las diferentes formas de organizacion de los cientificos (comunidades, escuelas, tradiciones, colegios invisibles, campos, arenas, entre otros). También se han realizado muchos tra- bajos sobre el producto de los cientificos a lo largo de la historia: el conocimiento. En efecto, practicamente todas las disciplinas disponen hoy de una abundante literatura que cuenta los avances del conoci- miento en su campo, los instrumentos que han utilizado, los conceptos que han propuesto y discutido, los resultados a los que han llegado. Sin embargo, la historia de la profesin cientifica no cuenta, hasta hoy, més que con algunos estudios parciales o fragmentarios. Max Weber se preguntaba en “La ciencia como profesién” (que también se puede traducir como “La ciencia como vocacién”), un texto clasico producto de una conferencia dictada en 1919: éCual es entre todas las hipotesis el sentido de la ciencia como profesién, luego de que han naufragado todas las antiguas ilusiones que veian en ella e] camino al “ser verdadero”, al “arte verdadero” o a la “naturaleza verdadera”? La respuesta mas simple a esta cuestion la ha dado Tolstoi con estas palabras: “No tiene sentido, puesto que no responde a las pre- guntas que para nosotros son mas importantes: zqué debemos hacer? écémo debemos vivir?" Que no las responde es un hecho, absolutamente indiscutible. Lo esencial reside en preguntarse en qué sentido no da ninguna respuesta y si, a pesar de todo, no podria quiza ser util a quien plantease correctamente el problema (Weber, 2004, p. 22). En otras palabras, para Weber, no tendria sentido ir a buscar en la ciencia, como profesién, las respuestas que el hombre esté buscando desde hace siglos. Pero no por eso carece de utilidad: se trata, en cam- 12 Prélogo bio, de formularse, en la ciencia, problemas cuya resolucion nos ayude a resolver asuntos de la vida material, de la vida social, sin pretender que nos resuelva, como una fuente magica, las preguntas esenciales del hombre. Segtin Weber, las ciencias naturales, tales como Ia fisica, la quimica o la astronomia, presuponen, como algo de suyo evidente, que las leyes logradas por dichas ciencias acerca de los fendmenos cos- micos merecen ser conocidas, por dos razones: en primer lugar, porque estos conocimientos conducen a resultados técnicos, es decir, utiles. En segundo lugar, porque dan satisfaccién a quien las cultiva, es decir, a aquellos que buscan el conocimiento por el conocimiento mismo, 0 sea, llevados de su vocacion. Sin embargo, concluye Weber, no es demostrable que este mundo trazado por tales leyes merezca existir, que tenga un sentido y que vivir en él lo tenga a su vez. De ahi que las ciencias de la naturaleza no se planteen tales cuestiones. Al formular en estos términos la cuestién, Weber abre tres pro- blemas diferentes, implicados en el desarrollo histrico de la ciencia. El primero es constatar cl divorcio, de facto, entre las consideraciones cientificas y las de orden ético: una cosa es enunciar, por ejemplo, las leyes que gobiernan los planetas, y otra, bien diferente y que los cientificos no pueden responder -y por lo tanto no tiene sentido for- mularsela~ es acerca del sentido de los planetas y del universo, y atin sobre las cualidades ~buenas 0 malas- de dichos objetos: simplemente “son asi”, De alli se deriva, sin embargo, un tema espinoso que Weber no resolvid, y que, como veremos mas adelante, luego del estupor que generaron las bombas sobre Hiroshima y Nagasaki, tiene que ver con la neutralidad ~o no- de los cientificos, en lo que la sociedad hace con el conocimiento de Jas leyes naturales. La segunda cuestion que plantea Weber es antigua, y podria re- sumirse en lo que John Bernal (1939) amo la “funcidn social de la ciencia’. Ello nos lleva a considerar el papel de los cientificos en la dificil articulacién de sus inquietudes intelectuales y, por cierto, afectivas, es decir, la “vocacién” de saber, frente a los usos sociales del conocimien- to. Planteado en otros términos, si los cientificos sdlo se dedican a de- sarrollar las cuestiones que les resultan intelectualmente seductoras, 0 13 Pablo Kreimer que puedan saciar su sed de conocer, su curiosidad, ¢por qué la socie- dad habria de financiarlos? La perspectiva que aproxima la produccién de conocimiento con la produccion artistica (restringido, por cierto, a una concepcion de arte alejado de toda funcién social identificable) parece haber sido denunciada por la propia historia social y politica, ya no sélo por la historia de la ciencia. Una derivacién de este problema ha sido expresado, en particular en la segunda mitad del siglo XX, en términos de la autonomia de la comunidad cientifica (es decir, los cientificos profesionales institucio- nalmente organizados) en cuanto a la eleccién de sus temas de inves- tigacion (su “agenda”), sus técnicas y métodos, sus preocupaciones intelectuales, versus la orientacién de estos tépicos por parte de los estados nacionales (y, desde Ja ultima parte del siglo XX, también de organizaciones supranacionales). La tercera cuesti6n que surge del planteo de Weber se refiere a, digamos, la “ciencia como utopia”. Si la promesa del racionalismo habia sido la de esperar que la ciencia, como maxima expresién de la racionalidad moderna, contribuyera a responder cuestiones fundamen- tales de las sociedades, resulta claro que dicha expectativa estaba des- tinada al fracaso. Pareceria ser, en una primera lectura, que la ciencia ha ofrecido, a cambio, un conjunto de herramientas para el control de la naturaleza, basado en su comprension. Esto, sin embargo, dista de ser una constatacién lineal, ya que los cientificos conforman, en ultima instancia, una élite especializada: como sefiala el propio Weber, “gun hombre moderno tiene una conciencia de sus propias condiciones de vida mucho mas precisa que la que tenia un indio o tiene un hotento- te? Eso es dificil que sea verdad. De no tratarse de un fisico, cualquiera de los que viajan en un tranvia, sin duda no tendra idea de como ni por qué se moviliza aquello”. Y concluye: “después de todo no necesita saberlo”, Lo cual implica, para todo aquel que no pertenezca a dicha élite especializada, una suerte de delegacidn, de resignacidn, sea esta voluntaria 0 no. Hagamos ahora un salto en el tiempo: en las ultimas décadas (des- de la de 1970), lo que se conoce usualmente como “constructivismo” ha 14 Prélogo propuesto un estudio que sus cultores promueven como “mas realista” de la ciencia, al dirigir el ojo hacia las practicas concretas de los in- vestigadores en sus lugares de trabajo, prestando atencién tanto a los hallazgos verdaderos como falsos, centrandose en las controversias y disputas cientificas, y, sobre todo, integrando los aspectos cognitivos, internos, propios del conocimiento, con los aspectos sociales, externos, culturales. Estos abordajes modificaron radicalmente las diferentes vi- siones de la ciencia que se tenian hasta entonces. La sociologia de los laboratorios, el estudio (empirico-relativista) de las controversias, el analisis socio-histérico de la tecnologia, la investigacién de redes de actores y de aliados, entre otras investigaciones, se dirigieron a mostrar el caracter “profano” de la actividad cientifica. Es decir, tomaron como punto de partida el hecho de que las actividades de los cientificos no son sustantivamente diferentes de las de cualquier otro actor social: por ejemplo, el francés Bruno Latour (1993) llama la atencién acerca del “duro oficio de Jos trabajadores de Ja prueba”, para referirse al tra- bajo de los investigadores en sus laboratorios. Karin Knorr, por su lado, sefialaba que “nada epistémicamente relevante se podia encontrar en el interior de los laboratorios”.' Bijker, Hughes y Pinch compilaron un libro muy conocido, The Social Construction of Technological Systems, donde los diversos autores plantearon que los artefactos tecnoldgicos se articulan como parte de un “tejido sin costuras”, del cual forman parte la gente, las instituciones, y los propios artefactos. Terry Shinn (2005) denomina a estos abordajes como “no dife- renciacionistas”. Segun él, hasta la emergencia del Programa Fuerte formulado por David Bloor en 1976 (especie de big bang del construc- tivismo), los andlisis de la ciencia y de los cientificos como grupo se sustentaban en la conviccién de que la ciencia constituye una esfera auténoma (o relativamente auténoma) de relaciones, y que existe una especificidad epistémica del conocimiento cientifico. Por el contrario, para los autores constructivistas no existe tal distincion: la ciencia (y | Para un estudio sobre la sociologia constructivista, y en particular, los “estudios de laboratorio’, véase Kreimer (2005). 15 Pablo Kreimer la tecnologia) forma parte inseparable de la sociedad, y no seria posible distinguir, en este sentido, un espacio “particularmente cientifico”que no esté atravesado por dimensiones sociales, 0 influyendo de algin modo a otros sectores de la sociedad. De hecho, Latour (1992) es, posi blemente, quien lleva la hipotesis no diferenciacionista al limite. Con- sidera que, al abordar cualquier practica cientifica, cualquier objeto de conocimiento, ese proceso es completamente indisociable de la trama sin costuras de la que forma parte: Cuando Hughes analiza los cuadernos de notas de Edison, el mundo ex~ terior de Menlo Park pronto sera el mundo exterior de todo Estados Uni- dos; cuando yo describo la domesticacién de los microbios por Pasteur, lo que movilizo es la sociedad del siglo XIX y no sélo la semidtica de los textos de un gran hombre; cuando describo la invencién-descubrimien- to de los péptidos del cerebro, realmente estoy hablando de los mismos péptidos y no simplemente de su representacion en el laboratorio del profesor Guillemin. Sin embargo, en verdad se ftata de retorica, de es~ trategia textual, de escritura, de puesta en escena, de semidtica, pero que de una forma nueva conecta a la vez la naturaleza con las cosas y el contexto social, sin reducirse no obstante ni a uno nia otro. Es asi como Latour concluye en uno de sus hallazgos conceptuales mas discutidos: todos los objetos con los cuales interactuamos son “impu- ros”: no pueden ser catalogados como pertenccientes al mundo natural ni al social, bajo la pena de caer en una flagrante asimetria; por lo tanto, todos ellos son hibridos. Asi, quienes actian en los procesos en donde se pone en juego el conocimiento no pueden ser, simplemente, actores sociales, humanos, considerados antropomorficamente. Por el contrario, se trata de actantes, tanto humanos como no humanos (los ejemplos son multiples: vieiras, microbios, péptidos, autos eléctricos), muestra ilustre de los hibridos que conforman cl mundo en que vivi- mos. Asi, no hay nada ontolégicamente relevante que distinga, desde esta perspectiva, a los cientificos del mundo -tanto social como natu- ral- que los rodea y con el cual interactéan. 16 Prélogo Aunque el topico se aclarara con creces mas adelante, digamos enfaticamente que este libro se inscribe con todas las letras dentro de la perspectiva diferenciacionista: Jean-Jacques Salomon considera -a mi juicio con toda razén- que los cientificos han ido conformando un grupo social particular, y cuyas actividades se inscriben dentro de caracteristicas particulares y propias. Desde luego, los cientificos como grupo social comparten un conjunto de valores, de intereses, de descos y de restricciones con muchos otros actores sociales. Intervienen en, son modificados por y modifican a instituciones que forman parte de la trama compleja de las sociedades modernas. Pero no se confunden en una trama espesa ¢ indiferenciada, oscura y de dificil inteligibilidad, como tampoco ocurre, ciertamente, con las otras esferas que compo- nen lo social: se trata de un espacio social, ciertamente, pero de un espacio que se fue articulando con sus propias reglas, con sus inflexio- nes, representaciones e intereses, y con una especificidad propia de aquellos que han tomado al conocimiento -del mundo fisico, natural o social- como objeto de estudio. CIENCIA Y POLITICA La preocupacién de Jean-Jacques Salomon por las complejas relacio- nes entre ciencia y politica viene de lejos: su libro, cuyo titulo es, precisamente, Ciencia y politica, publicado en 1970, ha marcado una suerte de divisoria de aguas en el atin incipiente campo de los estudios sobre la ciencia y la tecnologia. Salomon analiza alli dos problemas que, aunque similares, tienen diferentes consecuencias: por un lado, el origen de las relaciones entre el Estado y la ciencia; por el otro, las dimensiones politicas presentes en el desarrollo de la ciencia y del conocimiento: Para comprender la amplitud de los cambios a los que dan lugar las relaciones entre la ciencia y Ia sociedad y que se van a profundizar ain mas en el futuro, no es inttil recordar el “contrato social” del cual se 7 Pablo Kreimer beneficié el sistema de investigacién desde el fin de la Segunda Gue- rra Mundial. Todos los paises industrializados desarrollaron sus recursos cientificos y técnicos -la cantidad y la calidad de los investigadores, de los laboratorios, de las instituciones de educacin superior. Encontramos alli la idea de que la ciencia basica es esencial para todo Estado moderno para alcanzar sus objetivos nacionales. Pero encontramos también la idea de que el conocimiento engendrado por la investigacién basica sigue una suerte de trayectoria lineal para ir de la investigacion basica a la apli- cada, y de alli a la innovacién. Ese saber parece alimentar un reservorio de conocimientos al cual basta recurrir para obtener casi mecanicamente ventajas en todos los terrenos que afectan a una nacién, su crecimiento, su futuro: defensa, industria, agricultura, salud, cultura, etc. Un cuerno de la abundancia de maravillas técnicas y de promesas de prosperidad que ni atin la mitologia nos pudo hacer sofiar (Salomon, 1970). Desde aquel libro, la preocupacién de Salomon llamaba Ja atencion acerca de algunos momentos significativos en el desarrollo del pa- pel social de los cientificos en la sociedad. El primero puede situarse, histdricamente, con lo que él denomina “institucionalizacién” de la ciencia, y que tiene como emblema la creacion de la Royal Society en Inglaterra en 1662 y la Académie Royal des Sciences en Francia cuatro afios después. Los cientificos van a pasar, por asi decirlo, del desvan o el garaje de su casa, a una institucién; y no cualquier lugar: se trata de una institucién publica. Aunque Salomon no lo analiza especificamente, llamemos la atencidn acerca de que esta mudanza de los talleres particulares hacia los laboratorios localizados de Jas insti- tuciones creadas por las monarquias britanicas y francesas implicé una operacién crucial: el pasaje de lo privado a lo publico. 2Por qué habria de producirse este pasaje? La pregunta es interesante, en la medida en que “desnaturaliza” el hecho, fuertemente instalado en el imaginario de nuesiros tiempos modernos ~y en particular en el de los propios investigadores- segtin el cual la ciencia seria una actividad “intrinse- camente publica”. Sin embargo, como suele ocurrir en la historia de la humanidad, Jas cosas podrian haber sido de otro modo porque, como 18 Prélogo proceso social, no hay nada que nos obligue a considerar que la ciencia deba pertenecer necesariamente al espacio de lo publico. Asi como las grandes epidemias y la necesidad de juntar a una gran masa de enfer- mos en un lugar cerrado y aislado del resto de la poblacién (“enfermo” quiere decir, etimolégicamente, “encerrado") estuvo en el origen de la creacién de los hospitales, es interesante indagar cuales fueron los procesos y las creencias que fueron determinando que la ciencia se instituyera en la esfera publica. Salomon sefiala que parte de estos argumentos se encuentran en la conformacion de la Royal Society, cuando se plantea que es nece- sario progresar, al mismo tiempo en el conocimiento de la naturaleza y en el dominio de todas las técnicas. Dicho de otro modo, el abordaje tedrico va a la par de la busqueda de resultados practicos, siendo que tanto el perfeccionamiento de la teoria como el de las técnicas estaban vinculados con el método experimental: “la ciencia es el poder de una accion util para los intereses de la humanidad”. Ademis de la distincion entre lo publico y lo privado (distincién que, digamoslo de paso, no hubiera cobrado sentido antes de la mo- dernidad) se produjo, segun Salomon, otra ruptura importante en ese primer momento: el desarrollo y el discurso cientifico no tienen nada que ver mas con la filosofia. Y va un poco més lejos, sefialando, al mismo tiempo, las bases de la autonomia y de los conflictos asociados a ella: se separa de un modo radical también de la moral y de la poli- tica, para ponerse al abrigo de las presiones de los poderes religiosos, politicos y econdmicos. E] segundo momento crucial que encuentra Salomon es el de la profesionalizacién, es decir, el pasaje mediante el cual los cientificos se convierten en un cuerpo profesional, con una carrera, un conjunto de normas que la regulan y, sobre todo, un salario, que permite que quie- nes se dediquen a la ciencia puedan tenerla como actividad exclusiva. Ello vino acompafiado de un nuevo papel para las universidades, que van a ser el espacio privilegiado para la formacidn de los cientificos (el “hogar” de los cientificos). Bien mirado, el espacio de las universidades resulta crucial para reproducir una tradicion, es decir, para que una 19 Pablo Kreimer profesién se pueda reproducir a si misma, formando a los discipulos que luego se incorporaran a las comunidades cientificas. E] ultimo gran cambio en cuanto a la profesién cientifica se pro- dujo en la segunda mitad del siglo XX, cuando los cientificos fueron movilizados en masa, por primera vez, para trabajar en pos de un obje- tivo del Estado. Se trata del famoso Proyecto Mannhattan, que llevé a la fabricacion de las primeras bombas atémicas. {Por qué ese momento resultard crucial? En primer lugar, por el fenomenal cambio de escala que implicéd en cuanto al numero de investigadores que se implicaron: nunca antes en la historia miles de cientificos habian participado en diversos aspectos de un programa comun de investigacion, orienta- do, ademas a un objetivo concreto. En segundo lugar, porque desde entonces los costos de la investigacién se multiplicaran de un modo sustantivo. En tercer lugar, porque la investigacion sera, desde enton- ces, cada vez mas dependiente de los desarrollos tecnoldgicos. Es decir, que la investigacién cientifica se industrializa, en los cambios que son claramente de escala, pero también del tipo de investigacién que se emprende desde entonces. Por ejemplo, una importante industria de equipamientos para la investigacién se va a ir desarrollando en la ma- yor parte de los paises centrales, haciendo que, cada vez mas, las prac- ticas de la investigacion estén fuertemente determinadas, en muchas Areas y campos disciplinarios, por los proveedores de esos equipos. De eso ya hace mas de 50 afios. Hoy asistimos, probablemente, a un cambio de una gran magnitud, de la mano de varios factores. Por un lado, la introduccién de las tecnologias de informacion y co- municacién (TIC) en Ja investigacién cientifica generé la posibilidad de un nuevo cambio de escala, permitiendo las comunicaciones y las colaboraciones on-line en las practicas cientificas. Asi, la nocién mis- ma de “grupo de investigacién” que habia sido fundamental para la organizacion de las ciencias durante todo el siglo pasado, hoy se torna relativa, en la medida en que investigadores localizados en diferentes partes del mundo pueden estar trabajando y colaborando en un mismo topico de investigacién en tiempo real. Otro factor de cambio reciente lo constituye el cambio que se 20 Prologo fue produciendo, en forma paralela, en las formas de financiamiento de las investigaciones: de las formas mas tradicionales de financia- miento “por proyecto” fue cambiando la unidad de analisis hacia el fomento de las redes, conformadas por una multiplicidad de grupos. Y aun de “mega-redes” conformadas por varios cientos de investiga- dores que abordan, asi, un conjunto de temas que suelen ser, al mismo tiempo, mas complejos (involucran diversos saberes, diversos métodos, ete.) y mas especificos, en la medida en que buscan objetivos cognitivos y sociales bien concretos y que puedan ser aplicados por actores bien identificados.? El cambio sustantivo que se produjo durante la Segunda Guerra Mundial y la masiva movilizacién de cientificos, ademas de dar origen a la llamada “big science”, acarreé otros cambios de mucha importan- cia en las décadas que siguieron. El primero fue que se hizo evidente, como nunca antes en la historia, el debate acerca del papel social y la responsabilidad de los cientificos. El segundo fue que la movilizacion de los cientificos cristalizé, desde el punto de vista de los estados na- cionales, la intervencién publica en la orientacién de la investigacion cientifica, el surgimiento de las politicas para la ciencia y la tecnolo- gia. Sobre la responsabilidad de los cientificos volveremos mas ade- lante. Veamos ahora brevemente las nuevas formas que adquirieron las relaciones entre ciencia y politica desde entonces. En una mirada general, lo que ocurrié desde esos afios en ade- lante es que comenzaron a hacerse difusas diversas fronteras: la casi climinacién de la barrera que separa a la ciencia pura de la aplicada vino acompafiada del caracter difuso de los limites entre gobierno y negocios, entre intereses politicos e intereses econdmicos, y entre la politica y la ciencia (Salomon, 1967). Una de las consccuencias es que las instituciones creadas para intervenir en el mundo de la ciencia en tiempos de paz fueron situadas, en términos burocraticos, en un alto nivel institucional, cerca de los poderes politicos, en el lugar que ocu- ® Para un andlisis de las tendencias actuales en la internacionalizacién de la ciencia, véase Kreimer (2006). 21 Pablo Kreimer paba el gabinete de guerra. Por ello, concluye Salomon, es necesario aceptar que las politicas cientificas nacieron de la guerra, no de la paz, por lo que luego debieron sufrir muchos ajustes. La intervencién sobre el campo de la produccién de conoci- mientos cientificos fue, desde entonces, una realidad en los paises mas avanzados: practicamente todos esos paises crearon institucio- nes encargadas de planificar las politicas de ciencia y tecnologia, de administrar los recursos, de estimular diversas areas, de promover la investigacién, la formacién de investigadores, etc. Los dispositivos institucionales fueron muy variados, segtin las tradiciones y la idio- sincrasia de cada pais: mientras los Estados Unidos crearon, a ini- ciativa de Vannevar Bush? la National Science Foundation, que se dedicaba basicamente a la distribucién de fondos, varios paises curo- peos -como Francia y Espafia~ se sustentaron en Consejos Nacionales de Investigacién Cientifica (que originalmente concentraban las fun- ciones de coordinacién, promocion y ejecucién de investigaciones). Algunos afios mis tarde, casi todos los paises créaron ministerios de Ciencia y Tecnologia, institucionalizando a dicha funcién como una de las areas de politica legitimadas en el conjunto de las estrategias de intervencién de los gobiernos. Esta suerte de alianza entre la ciencia y la politica, como la Ilamé Salomon, no estuvo ni est exenta de conflictos. Y sin dudas, el mayor de ellos reside en la naturaleza misma de dicha alianza, en su objeto: sia los poderes publicos les corresponde cl apoyo -en primer lugar econémico- a las actividades de investigacién, a los investigadores les toca generar conocimiento util al Estado, a la nacion 0 a sus habitan- tes. Pero “el ideal de los cientificos se orienta hacia la verdad, y no a la utilidad, y los poderes publicos no se interesan en la verdad mas que en funcién de su utilidad”, De alli surge el antiguo y nunca resuelto problema de la autonomia. 2 Bush habia redactado el célebre informe “Ciencia: la frontera sin fin", en donde se Ie daba forma conceptual al llamado “modelo lineal”. Véase la versién en espafiol en REDES, Ne 14, 1999. 22 Prélogo La nocién de autonomia es, por lejos, la clave de las relaciones entre la ciencia y el poder politico, y, también, entre la ciencia y la sociedad. En una situacién ideal, los investigadores reciben recursos de la sociedad, a través de diversas vias -recursos directos del Estado que, en definitiva provienen de los impuestos; a través del mecenazgo, frecuente sobre todo en los paises anglosajones por la via de las fun- daciones. Con esos recursos, se dedican a producir conocimientos que les interesan como una forma de practica intelectual que se dirige a comprender el funcionamiento del mundo fisico, natural o social. En la medida en que esos conocimientos se confirmen y sean aceptados como validos -por las vias que sea- los otros actores de la sociedad se pueden servir de ellos, en principio, libremente: el conocimiento asi entendido seria un bien comin, como el agua de los rios. Es decir, el conjunto de cientificos de una nacién, interactuando entre si y con sus colegas del resto del mundo, generarian un stock de conocimientos que estarian disponibles para todo aquel que esté en condiciones de aprovecharse de ellos. Esta concepcion, ideal, se sustenta sin embargo en diversos su- puestos que no se verifican en el mundo real: a) La sociedad acepta financiar las actividades cientificas sin pe- dir nada acambio. ' b) Los recursos pueden ser suficientes para solventar Ja investi- gacion en todos los campos del conocimiento con el solo requi la calidad de las investigaciones. c) El conocimiento puede ser utilizado libremente por quienes lo necesiten, y no puede o no debe ser objeto de una apropiacion privada. d) Los conocimientos pueden ser utilizados sin que medien otros procesos sociales que los transformen. e) El papel de los cientificos es neutro respecto de los conoci- mientos que generan. f) Los cientificos de todos los paises colaboran estrechamente para contribuir a generar mas y mejores conocimientos, y no compiten entre ellos. ito de 23 Pablo Kreimer Sin embargo, como sc hizo evidente a lo largo de todo el siglo XX, es- tos supuestos no funcionaron, ni, en rigor, pueden funcionar porque: a) Los recursos en todas las sociedades son limitados, y entonces es necesario establecer prioridades con algun critcrio. b) Las sociedades estan avidas de verdades, pero mucho mas lo estn de conocimientos utiles, susceptibles de ser objetivados en pro- ductos y procesos sociales. c) Las empresas son un actor sustantivo e irremplazable en los procesos de industrializacién de los conocimientos {y en los paises desarrollados han sido, de facto, un actor central en Ja produccién de nuevos conocimientos). d) Los cientificos, lejos de ser neutrales respecto de los conoci- mientos que generan y del uso social que se les dé a los mismos, tienen una activa responsabilidad social. ¢) Los complejos procesos sociales que enmarcan y atraviesan la produccién y el uso de los conocimientos hacen que se establezcan los mismos conflictos que en cualquier otro espacio social: competencia, intereses, tradiciones, secretos, luchas, etcétera. Este problema, sin embargo, est lejos de haber sido resuelto a pe- sar de que, durante la “ola neoliberal” que se propagé en Ia década de 1990 algunos actores “y autores” creyeron que habia una suerte de nueva produccién de conocimientos, enteramente orientada, financiada y modelada por los mercados. También, desde la otra orilla, la defensa a ultranza de la autonomia del campo cientifico tuvo argumentos de peso. Tal vez el mas emblematico sea Pierre Bourdieu, quien senalaba hace unos afios, en uno de sus tiltimos libros, que: La autonomia que la ciencia habia conquistado poco a poco contra los poderes religiosos, politicos o aun econdmicos y, parcialmente al menos, contra las burocracias de Estado, que aseguraba las condiciones minimas de su independencia, esta muy debilitada. Los mecanismos sociales que se ha- bian puesto en prictica a medida que ella se afirmaba [..J corren el riesgo de estar al servicio de fines impuestos desde afuera; la sumision a Jos intereses 24 Prologo econémicos y a las seducciones mediaticas amenaza conjugarse con las cri- ticas externas y la denigracién intema [..] para socavar la confianza en la ciencia, En breve, la ciencia est en peligro y, por ello, se toma peligrosa. Aunque es dificil no coincidir con Bourdieu en el hecho de que es ex- tremadamente positivo que la ciencia se haya liberado hace ya muchas décadas de los poderes religiosos y de las imposiciones politicas inadmi- sibles (como hicieron los nazis 0 los soviéticos, sin ir mas lejos), es mucho mas complicada la cuestién cuando se trata de los intereses econdmicos. Entre la privatizacion de la ciencia y su completa autonomia, parecen ser estos los desfiladeros por los cuales es necesario avanzar, con mucho cuidado de no acercarnos demasiado a ninguno de los dos bordes. LAS NUEVAS 7 PLAGAS, EL DESARROLLO TECNOLOGICO Y LA RESPONSABILIDAD SOCIAL DE LOS CIENTIFICOS Seguir la trayectoria de las ideas de Salomon nos lleva a seguir, nece- sariamente, la trayectoria de la segunda mitad del siglo XX. Hasta bien entrada la década de 1980, casi al comienzo de la década siguiente, la cuestién que estaba en el centro de la mayor parte de los andlisis se dirigia a comprender dos aspectos fundamentales: por un lado, gcudles son los factores que impulsan el cambio tecnolégico? Por otro lado, écuales son las herramientas que se deben o pueden movilizar para atrapar a los lideres del cambio tecnolégico a nivel mundial? Esta ultima pregunta, Salomon se la formuld en dos sentidos diferentes: intrapaises desarrollados, y en particular para buscar los caminos que podia recorrer Francia, cuya decadencia tecnoldgica frente a los Esta- dos Unidos (y, durante décadas, también frente a Japén) se hacia cada vez mas evidente. La segunda tiene que ver con las estrategias posibles que deberian o podrian encarar los paises en desarrollo.! 4 Sobre la comparacién entre el desempeho tecnoldgico de Francia, los Estudos Unidos y Japén, puede consultarsc Salomon (1990), Le gaulois, le cow-boy et le samurai. 25 Pablo Kreimer Asi, se preguntaba: gy cuales son las razones que explican la enorme aceleracion que observamos durante las ultimas décadas? éComo explicar, ademas de los factores econdmicos, las dimensiones politicas, sociales y culturales que nos ayuden a comprender la dinami- ca de estos cambios, sus causas y sus consecuencias sobre la sociedad? Estas son algunas de las preguntas que organizan el libro El destino tecnolégico (1992) donde, luego de pasar revista a las relaciones entre el cambio técnico y el desarrollo del capitalismo en la obra de Marx y, sobre todo, de Schumpeter, Salomon se detiene a analizar las fuen- tes de resistencia al cambio tecnoldgico, descartando desde el vamos la idea segtin la cual toda oposicién pueda ser comprendida como la suma de argumentos “irracionales”. Seguin su perspectiva, la innovacién moviliza todos los resortes de la sociedad: “la innovacién no es inocente mas que desde el punto de vista del técnico que la produce o del economista que la contabi- liza; pero pierde toda inocencia para aquel que esta sometido a ella”. La innovacion, entendida como “la creacién de 16 desconocido desde lo conocido”, no cae del cielo como un cometa, sino que estd ligada a las estructuras sociales, a relaciones de fuerza, a pasiones y a intereses y, por lo tanto, “nunca es neutra’. Es posible, segiin Salomon (1999), distinguir cuatro niveles segtin los cuales la tecnologia genera resis- tencias, y que se han presentado, a lo largo de la historia, tanto en forma separada como entremezclados. El primero de ellos nos remite al proceso de la maquina que economiza trabajo humano y descalifica sus competencias. El segundo es e] “trauma” que genera el desarraigo de Ja vida rural, proxima de la naturaleza. El tercero es la organiza- cin cientifica del trabajo, es decir, Ja intrusién del crondémetro en el Sobre las perspectivas que se presentan para los paises en desarrollo, Salomon impulsd la edicién de un debate de varios afios, que resulté en el libro colectivo “La busqueda incierta: ciencia, tecnologia, desarrollo”, Tuvo, ademas, numerosas polémicas, sobre es- tas diversas alternativas, en sus frecuentes viajes al Asia, en particular a la India, y a América Latina, en particular la Argentina y Brasil. En este dltimo pais protagonizé un admirable debate (por la pasién y clegancia de los argumentos formulados por ambos} con Amilear Herrera, sobre el papel de la ciencia y la tecnologia en el desarrollo. 26 Prélogo tiempo de trabajo. Finalmente, el cuarto lo conforma Ja corriente de pensamiento que, nacida antes de la maquina industrial, consideré al progreso de la ciencia y de la tecnologia como un desvio, y aun una perversion, del estatus del hombre en la naturaleza. Los tres primeros niveles son mas bien empiricos, en la medida en que son el testimonio de una evolucién en la historia del cambio técnico que es insepara~ ble de la historia social e industrial. El cuarto es, sin embargo, mas de orden filoséfico que practico. Sin embargo, algunos afios mas tarde, Jean-Jacques Salomon cambi6 radicalmente las preguntas. Ya no estaba preocupado por los mejores caminos hacia el desarrollo tecnoldgico sostenible, sino sobre como controlarlo. En su ultimo libro (Une civilisation @ hauts risques), planted la emergencia de siete nuevas plagas, o grandes riesgos tecno- logicos a los que debe hacer frente el siglo XXI. A diferencia de aque- las siete plagas de Egipto, esta vez no es un Dios quien las inflige, sino que son el producto de los hombres, que se las crearon a ellos mismos, con el control y la manipulacién de la naturaleza gracias al desarrollo de la ciencia y la tecnologia. La primera plaga es el riesgo tecnolégico mayor: la posibilidad de un desastre que amenace integramente la vida y la perpetuacion de la especie. El desastre se puede manifestar bajo tres formas: insidiosa- mente (polucion, extincion de especies ligada por ejemplo al DDT, en- fermedades derivadas de la aplicacién de productos como el amianto); directamente (talinomida, mercurio de Minamata, dioxina de Seveso y de Bophal, nube radioactiva de Chernobyl), 0 pofencialmente (manipu- laciones genéticas, epidemias creadas por el hombre, etcétera). La vuluerabilidad de los grandes sistemas es la segunda plaga: cuan- to mds técnico y complejo es un sistema, mayor es la probabilidad de que tenga puntos de ruptura que “hagan sistema” al punto de paralizar a una parte importante de la sociedad, o aun al conjunto de las estructuras sociales. Ha sido el caso de las crisis de electricidad de los Estados Unidos, que paralizé al mismo tiempo todos los sistemas de transporte y las redes informaticas. Tercera plaga, ferrorismo y armas de destruccién masiva: muchos 27 Pablo Kreimer de los conocimientos necesarios para la produccién de estas armas {nucleares, bacteriologicas, etc.) que eran hasta hace algunas décadas propiedad de una élite mundial, se fueron masificando, y muchos esta~ dos pequeitos y redes terroristas estan en condiciones de producirlas y de manipularlas con bajos niveles de seguridad. La polucién de la informatica y de los multimedios es la plaga cuatro: ademas de la vulnerabilidad de los sistemas informaticos a los ataques de virus, el riesgo de intrusion y de espionaje en los intercam- bios comerciales y privados no hace més que crecer, y esta lejos de ser controlado. La ausencia y las dificultades de legislacién son notables, y ademas, crece la asimetria entre paises desarrollados y paises en desarrollo, en la medida en que estos ultimos tienen una creciente dependencia tecnoldgica. La siguiente son las amenazas del biopoder: las manipulaciones transgénicas han inaugurado la era de la incertidumbre respecto de la identidad de la especie humana. Entre el hombre modificable y el hom- bre descartable, la asociacién de la biologia mdlecular de la genética y de la informatica ofrece herramientas de intervencién que desafian cada vez mas las costumbres, los valores, las reglas y las leyes. La pre- gunta que se plantea es si todo lo que es técnicamente posible gracias al conocimiento debe ser hecho 0 no. El futuro del hombre y de los robots es la sexta: la revolucién cientifica de fines del siglo XX (biotecnologia, informatica, nuevos matcriales) asocia estrechamente la manipulacion y el dominio de los seres vivos a la manipulacion y el dominio de las maquinas, al punto que la frontera entre lo viviente y las maquinas, entre lo organico y lo mecanico, entre el hombre y el robot se vuelve cada vez mas oscura. Las nanociencias estarian haciendo converger estas cuestiones, supe- rando los limites de las disciplinas tradicionales, pero el tema de la posthumanidad bien podria ser el de} fin de la humanidad. Y la plaga siete es el cambio climdtico y acumulacién de las asi- metrias: de todas las plagas que la humanidad se inflige a si misma, el deterioro del clima es claramente la que esta en el corazén de la mundializacién, por sus consecuencias planetarias. Muestra, al mismo 28 Prdlogo tiempo, las contradicciones entre los alertas lanzados por Jos cienti- ficos y la impotencia de los sistemas interestatales para ponerse de acuerdo sobre las medidas comunes para dar cuenta de los desafios. La resistencia por parte de algunas de las naciones mis ricas a modificar la forma de produccién para preservar las tasas de ganancia se parece cada vez mas peligrosamente al “baile sobre el Titanic”. La constatacién de todas estas “plagas” es, en verdad, la verifica- cién de las consecuencias de un desarrollo cientifico que parece haber escapado al control de las sociedades 0, al menos, de vastos sectores de las sociedades. No deja de parecer paraddjico el hecho de que al- gunos, como Bourdieu, alertan contra los peligros de la tecnociencia (este concepto, surgido desde las perspectivas constructivistas tiende a extenderse bien lejos de sus fronteras), que serian la consecuencia de la pérdida de la autonomia, mientras que otros Hlamen la atencién de tos peligros que entrafia un conocimiento cientifico y tecnoldgico fuera de todo control social. Es decir, jautonomizado! y sdlo sujeto a las reglas del mercado, sea éste de bienes materiales o simbélicos. En ultima instancia, lo que parece oponerse en este dilema es la confrontacion entre una logica tecnocratica y una légica democratica: Ja cuestion acerca de “cémo establecer un minimo de riesgos tecno- cientificos” plantea al mismo tiempo la cuestion acerca de “los limites del control” que ejerce la sociedad. Lo que nos lleva a un nuevo dilema: ghasta donde se puede dominar la parte de imprevistos que comporta una innovacion técnica? (Salomon, 2006). La industria farmacéutica moderna nos brinda un ejemplo interesante sobre este dilema: muchos responsables de 1+D de laboratorios farmacéuticos aceptan que la ma- yor parte de los medicamentos que se comercializaron en el mercado en décadas anteriores no hubieran pasado, ni por asomo, las prucbas de calidad, inocuidad, multiples ensayos clinicos, etc., que se exigen en la actualidad. Sin embargo, afirmarian esos responsables no sin ‘az6n, esos medicamentos, notoriamente inseguros, salvaron millones de vidas. Es posible que hoy dispongamos de drogas mas confiables (aunque el sector no es el campeén mundial de Ja transparencia), pero algunos también podrian lamentarse de todos los medicamentos que 29 Pablo Kreimer seran dejados de lado, ya que sus complicaciones técnicas para cumplir con las normas de seguridad conocidas harian que sus costos no los tornen rentables en el mercado. Detras de la logica tecnocratica se sostiene, a menudo, la razén universal, verdadera guarida de sustento racional a la tecnociencia. Sin embargo, como sefala Salomon (1994), la red internacional de la ciencia -muy similar a las rutas aéreas- no es universal en el sen- tido en que todos y cada uno pueden ser miembros: hay que haber sido formado alli y, para pertenecer a la red, hay que compartir el marco conceptual que le dio nacimiento. Desde este punto de vista, la “universalidad” de la ciencia moderna es ilusoria: “No alcanza con apoyarse en los métodos universales de la ciencia y de la tecnologia para reproducir un modelo de desarrollo basado en una tradicién, una historia y una realidad extrafias a la mayor parte de los paises del Tercer Mundo” (Salomon, 1994). A pesar de sus incuestionables éxi- tos, la cultura cientifico-tecnolégica de los paises mas desarrollados no puede ser tomada como modelo universaf a imitar por los paises en desarrollo. Para Salomon (1994) es necesaria una concepcién mas ecuménica de los procesos de desarrollo y de progreso, para lo cual es necesario reevaluar las potencialidades de los patrimonios culturales de los paises en desarrollo, !o que podria (deberia) redundar en una mejor hibridacién de sus herencias tradicionales y de la cultura cien- tifica moderna. Ha imperado la idea de que las practicas de la investigacién cientifica no deben estar sujetas por las restricciones de ta ciudadania: la institucién “no debe contaminarse de politica, religién, de moral”, Asi, viviriamos con la idea de una institucién cientifica, de investigadores, de cientifi- cos, cuyos trabajos serian neutros y escaparian a las pasiones y a los conflictos del mundo y de la historia. Es suficiente, por supuesto, ob- servar los procesos histéricos para ver hasta qué punto esta concepcién ¢s ideoldgica, puesto que desde su origen la aventura intelectual de la busqueda de conocimiento estuvo ligada a los intereses de la guerra, de la competencia y de los objetivos nacionales. 30 Prélogo La frase anterior, extraida de las conclusiones de este libro, sintetiza bien una de las cuestiones centrales que atraviesa toda la obra de Jean- Jacques Salomon: las relaciones historicas entre la ciencia y la tecnolo- gia, entendidas como productos sociales, como problemas de poder. De alli se derivan varias preocupaciones, tanto conceptuales como huma- nas, que se van sumando y superponiendo, como las diversas miradas que se posan sobre un objeto rugoso y polimorfo, a medida que las sociedades se van haciendo mas complejas, y a medida que el papel de la ciencia y la tecnologia se va tornando mas dificil de desentrafiar. SOBRE ESTE LIBRO Y SU AUTOR Salomon fue uno de los pioneros en la conformacién de un campo de investigaciones que, afios mas tarde, habria de llamarse “ciencia, tec- nologia y sociedad”. Esta obra concluye, de algtin modo, un conjunto de reflexiones que el autor despleg6 a lo largo de mas de cuarenta ajios, y que estan estrechamente vinculadas con sus actividades en la arena publica. En efecto, si bien a lo largo de sus trabajos es posible percibir un corpus de preocupaciones ~cognitivas y politicas- que lo recorren, como su obsesin por comprender los vinculos entre la ciencia, la tec- nologia y la politica, los ejes fueron cambiando con los afios. Asi, podemos distinguir una primera etapa, que coincide con su Jabor en la Organizacién para la Cooperacién y el Desarrollo Econémi- co (OCDE), donde creé en 1963 (y dirigié durante 20 afios) la Division para las Politicas de Ciencia y Tecnologia. Sus preocupaciones centra- les, durante ese periodo, se dirigieron a conocer primero, a analizar comparativamente luego, y a mirarlas criticamente después, las politi- cas para la ciencia y la tecnologia de los paises industrializados. Su pa- pel de funcionario implicaba, al mismo tiempo estimular, en los paises miembros (que constituyen una suerte de “club de paises ricos”) la pro- duccién de conocimientos y de informaciones necesarios para elaborar mejores politicas nacionales. Desde alli fue el responsable de reclutar a consultores ilustres que, como Christopher Freeman, tuvieran a cargo 31 Pablo Kreimer Ja realizacion de los primeros estudios y evaluaciones “nacionales” de las politicas de CyT. Claro que al coordinar esos estudios estaba cum- pliendo dos objetivos de orden diferente: proveer de informacion a la OCDE y sus gobiernos, e instaurar un nuevo objeto de estudio, para el mencionado campo en formacién. Su libro Ciencia y politica, publi- cado en 1970, constituye, en este sentido, un buen testimonio de las preocupaciones de esos afios, en donde se entrecruzaban el analisis de la emergencia de las politicas publicas y, en particular con un hecho que lo deslumbré, fasciné y aterré al mismo tiempo, y sobre el cual volveria una y otra vez en sus escritos: el Proyecto Mannhattan, o la movilizacién masiva de la ciencia por el Estado. En 1978, cuando atin se debatian las consecuencias de la crisis del petréleo de 1973, Salomon creé el Centro “Ciencia, tecnologia y sociedad”, que seria una de las primeras instituciones interdiscipli- narias para cl estudio y la formacién doctoral de investigadores cn el campo CTS. Por otros veinte afios fue director de dicho centro, donde se formaron numerosas generaciones de investigadores provenientes de paises europeos y también de paises en desarrollo. Fue alli en donde se editaba Pandore, la primera revista francesa destinada a discutir los problemas de la ciencia y la tecnologia, animada por dos jévenes, uno antropdlogo y otro ingeniero: Bruno Latour y Michel Callon. Sus preocupaciones durante esos afios s¢ orientaron a dos gran- des topicos. Por un lado, la comprensién de los determinantes del cam- bio tecnoldgico y, sobre todo, las posibilidades que se le ofrecian a Francia dentro de la abierta competencia que presentaban los Estados Unidos y Japon. Varios libros editados en este periodo nos dan un buen ejemplo de sus intereses, enmarcados por la emergencia de las “nuevas tecnologias” y de los desafios que ello implicaba: Prométhée empétre. La résistance au changement technique, publicado en 1982, Le Gaulois, le cow-boy et le samourai. Réflexions sur la politique frangaise de la 5 Aunque la denominacién remite a la tesis doctoral de Merton (*Ciencia, tec~ nologia y sociedad en la Inglaterra det siglo XVII), era priicticamente el primero de su tipo en Europa. 32 Prélogo technologie, de 1986, Science, guerre et paix de 1988 y Le destin tech- nologique, de 1994. Por otro lado, la observacion critica de la trayectoria de los paises en desarrollo, y del papel que la ciencia y la tecnologia podian desem- peiiar en sus estrategias. Se preguntaba, a menudo, cual era el sentido de que paises que tenian a mas de la mitad de la poblacién con hambre y en harapos fueran impulsados a copiar las practicas de la ciencia moderna, y a destinar importantes masas de recursos para ello, en una carrera que, juzgaba, “estaba perdida de antemano”. Asi, publicd con el astrofisico André Lebeau L’écrivain public et l'ordinateur. Mirages du développement en 1988, e impuls6 la obra colectiva La busqueda incierta. Ciencia, tecnologia, desarrollo, publicada en inglés en 1993. Paralelamente, entre 1991 y 1995 fue presidente del Collége na- tional de la prévention des risques technologiques (Colegio nacional de prevencion de riesgos tecnolégicos), organismo que habia creado el entonces primer ministro Michel Rocard, en 1989. El mandato era el de “contribuir a la evaluacién de riesgos colectivos y a las correspondien- tes acciones de prevencion en las actividades industriales, en particular nucleares, quimicas y petroleras, en los transportes y en la puesta a punto de nuevas tecnologias”. Debia lamar la atencion de los ministros responsables sobre los temas que requerian una vigilancia particular y hacer todas las recomendaciones que permitieran un control de los riesgos, asi como organizar la informacién disponible para el publico. La experiencia, seguin la cuenta él mismo, fue decepcionante, ya que los poderes -publicos y privados- sintieron rapidamente la presencia de este organismo como una excrecencia molesta que, so pretexto de pretender otorgar una concesién a la sociedad civil, parecia mas bien poner piedras en el camino a las fuerzas del crecimiento y el progreso. Es sin dudas desde esos afios en el Collége que Salomon comenz6 a vivir mas intensamente la preocupacién de lo que conceptualizaria mas tarde como las “7 plagas”, que son el producto del desarrollo cien- tifico y tecnolégico con un bajo nivel de control societal que supimos conseguir. Sus ultimos libros, por lo tanto, tienen ya otro tono: mezcla de desencanto y melancolia, junto con un compromiso que no le per- 33 Pablo Kreimer mitia bajar los brazos. En efecto, en sus ultimas obras, Salomon es un profesor retirado que, desde su casa de Banyuls, en el sur de Francia y cerca de la frontera con Catalufia, ya no indaga tanto sobre el pasado, sino que se dedica, mas bien, a delinear y llamarnos la atencién sobre el futuro. Asi, en 1999 publicé Survivre a la science. Une certaine idée du futur; en el ato 2001 Le scientifique et le guerrier y sus dos ultimos libros, que de algdn modo condensan estas preocupaciones: Les scien- tifiques..., que presentamos aqui, y Une civilisation a@ hauts risques, donde da una vision mucho mas personal, amarga y esperanzada al mismo tiempo, de las siempre dificiles relaciones entre la ciencia, la tecnologia y la sociedad. REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS Obras citadas 7 Bijker, Wiebe, Thomas Hughes y Trevor Pinch (1987), The Social Construction of Technological Systems, Cambridge, The MIT Press. Bloor, David (1976), Knowledge and social imagery, Londres, Routledge and Keagan Paul. 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