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NUEVA BIBLIOTECA: BILLIE!
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LA ASCENSION HASTA
LA CASA DEL TiO ALM
Desde el viejo pueblo de Mayenfeld, agrada-
blemente situado, sube un sendeto, serpeando a
uravés de verdes y umbrosos prados, hasta el pie
de las montafias, que por esta parte miran altivas
al valle desde sus severas y orgullosas cumbres. El
terreno se hace cada vez mas agreste a medida que
asciende el sendero, que es muy empinado y lleva
directamente a las cimas, de modo que el que lo
sube no tiene que andar mucho antes de aspirar la
fragancia del pasto bajo y de las robustas plantas
de montaia
En una clara y soleada mafiana de: junio, dos
figuras podian verse trepando por el estrecho sen-
dero; wna, era la de una muchacha alta y fuerte; la
otta, la de una nin a quien la primera levaba de
le mano, y cuyas mejllas estaban tan encendidas por
el calor-que se podia ver su intenso color rojo aun
a través de la oscura piel tostada por el sol. Y esto
no era de extrafar, porque a pesar del ardiente sol8 Johanna Spyrt
de junio la nina estaba vestida como para guardarse
de la més cruda helada. No parecia tener mas de
cinco afios, y acaso ni tantos, pero habria sido difi-
cil decir c6mo era su "natural figura, porque tenia
puestos dos, sino tres, vestidos, uno sobre otro, ¥
sobre estos un grueso chal de lana roja ain la envol-
via, de modo que el pequefio cuerpo presentabs una
informe apariencia mientras, con sus menudos pie-
cecitos, calzados con gruesos y claveteados zapatos.
‘de montana, hacia su camino en medio del calor,
despacio y laboriosamente.,
Las dos debian de haber dejado el valle atras
una buena hora de camino cuando legaron a la
aldea conocida como Deri, situada a mitad de
Ja subidaa la montafa, Aqui las caminantes se en-
contraron con saludos por todas partes, unos
desde ventanas 0 puertas abiertas, otros desde
fuera, pues sucedia que la mayor de las mucha-
chas estaba allf en su pueblo natal. No se decuvo
sin embargo para responder a las bienvenidas y
a las preguntas de sus amigos, sino que siguio
de largo sin parar un minuto, hasta que llego a la
ultima de las casas de la aldea, que ya raleaban,
AML se oy una voz que la lamaba desde una
puerta, diciendo
Espera un momento, Dita, si vas a subir
mis todavia, que voy a acompattart.
La muchacha a quien asi se dirigian se detuvo
al-fin, y en cuanto 2 la chiquitina se solté inme-
diatamente de su mano pata sentarse en el suelo,
—eEstés cansada,” Heidi? —le pregunto su
companera :
"PANO, cansada so, pero tengo calor —respion-
dio la nifa .
—Ya pronto estaremos arriba, Tienes que'sér
valiente y seguir caminando un rato més a buen
paso, asi llegarernos dentro de una hora —Ie dijo
Dita como para alentarla
En eso Se reunié con ellas una mujer gruesa,
de aspecto bonachén, quien tom6 en seguida la
delantera con s antigua conocida, y al momento
ambas prorrumpieron en animadisima conversa-
cin sobre toda la gente y asuntos del lugar y sus
alrededores, mienttas que la chiquilla las seguia,
errando por el camino,
=e puede saber donde vas con ests chica?
—pregunts el personaje que acababa de reuntrse-
les— Me imagino que es la nifa que dejé tu her-
mana, cel?
—Si—contest6 Dite—. Me a llevo arriba, ala
casa del tio, donde va a quedarse
—2Esta chiquilla va a quedarse all arriba con
el tio? {Debes de haber perdido la cabeza, Dita!
{Comb puede habérsete ocurrido semejante idea?
‘De todos mods, el viejo os mandaré de vuelta @
casa ati @la chica y atu proyecto!
No ereo que vaya a hacer eso pues es el
abuelo de la nita. Esta en la obligacin de hacer
algo por ella. Hasta ahora me he hecho yo cargo
de la chica y te aseguro, Bérbare, que no estoy dis.’0 x, ohana Spyri
puesta a desperdiciar a causa de ella la ocasién del
puesto que se me offece. Ahora le toca al abuelo
cumplir sus obligaciones para con ella
—Eso estaria muy bien si se tratara de una per-
sona como las demas —afirm6 con calor la resuel-
ta Birbara—, pero tii sabes muy bien como es él
Ademds, qué podré hacer el vigjo con una nit,
especialmente si es tan pequehita? La criatura no
podlta vivir con él. ¥ ui, cadonde piensas inye?
—A Francfort, donde me espera un puesto
excepcionalmente bueno —respondio Dita—. La
gente que me va a emplear estuvo en los Batos el
Iverano pasado, y entre mis deberes me tocaba
atenderles las habitaciones. Ya entonces quisieron
levarme con ellos, pero yo no podia irme. Ahora
estan alli de nuevo y han vuelto a proponermelo.
Esta ver lo haré, puedes texlerlo por seguro.
—iBueno, pues me alegro de no ser esja chi-
quilla! —exclamé Barbara con ademén de lastima
y horror, ¥ continué diciendo: —jNadie sabe nada
alla arriba respecto de ese viejo! No quiere tener
nada que ver con nadie y no pone jams los pies
en Ia iglesia en todo el afo, Cuando por ahi se
-digna bajar hasta el pueblo, todo el mundo le deja
libre el paso a él ya su enorme baston. Su sola pre-
sencia con aquellas cejas tupidas y aquella barba
inmensa ya resulta alarmante, Tiene todo el aspec-
to de un viejo pagano 0 de un indio, jqué sé yo! Lo
que si sé es que son pocos los que querrian encon-
tratse 2 solas con él.
veo n
—Bueno. {Y qué? —respondio Dita con voz
de desafio—. Sea como fuere, es el abuelo de la
nina y tiene que cuidarla. No es probable que le
haga ningiin dafio, y si llegara a hacérselo €l sera
el responsable, no yo. .
—Lo que yo deseaiia saber —continuo Bar-
ara con voz inquisidora— es lo que ese viejo
podré tener en la conciencia para andar con seme-
jance facha y vivir alla arriba en la montana como
‘un ermitato sin dejarse ver casi nunca, Se murmu-
ra de él toda suerte de cosas, pero ti, Dita, tienes
que haberte enterado por tu hermana de muchas
cosas que conciemen al viejo, sno es cierto?
—Si, asi es, estas en lo cierto; pero no pienso
repetir nada de lo que sé, pues si legara a ofdos
de él seguramente me las veria yo muy mal.
La verdad es que Barbara hacia mucho que
estaba deseando averiguar pormenores respecto del
tio, pues no alcanzaba a comprender la razén de
que el anciano pareciese sentir tal odio hacia sus
semejantes ni de que se empefiase en vivir comple-
tamente Solo, ni de que la gente hablase de él casi
con un susuito, como si temiesen decir algo en su
contra, pero asfy todo, mal dispuestos a ponerse de
su parte. Ademés, intrigaba sobremanera a Barbara
que toda la gente de Dorfl lo lamase “tio” Alta, ya
que era imposible que fuese realmente tio de todos
los habitantes del lugar. Sin embargo, como era la
costuinbre, ella también lo lamaba to como los
cdemés, Barbara vivia alli solo desde su casarniento,Johanne Spyri
efectuado no hacfa tanto tiempo. Anteriormente™
habia vivido en Prattigau, en el valle; de modo que
no estaba muy al tanto de todos los acontecimien-
tos ocurtides antes risconocia tampoco a toda la
gente qué habia vivido siempre en Dorf y sus
inmediaciones. Dita, por el contrario, habia nacido
en Dorfli y vivio siempre allt con su madre hasta
que ésta habia muerto el afto anterior. Entonces,
la muchacha se habia trasladado a los Banos de
Regatz y habfa trabajado como camarera en el gran
hotel de esa ciudad. La manana de aquel dia la mu-
chacha se habia venido desde Ragatz con la nia, y
‘un amigo las habia levantado en su carro de heno
hasta Mayenfeld. Barbara no queria, pues, perder
quella ocasion de satisfacer su curiosidad. Enton-
ces tomé a Dita del brazo con aire de confidencia y
Ie dip:
—Se que por ti puedo descubrir la verdad y el
significado exacto de todas estas historias que
andan por ahi respecto del viejo. Estoy en la creen-
cia de que ta conoces bien los hechos. Dime, por
favor, qué es lo que le ocurre al anciano y si siem-
pre lo tehyyeron como ahora lo rehuyen y si fue
siempre tan misintropo,
{Como podria decirte esas cosas si solo
tengo veiniiséis anos, y él por lo menos setenta?
No puedes supotier que yo sepa nada de lo que
respecta a su juventud, Sin embargo, si pudiera
estar segura de que lo que te diga no correra por
todo Prattigau, podria ciertamente relatarte de
€1 muchas cosas, puesto que mi madre era de
Domleschg y él también.
—iQué disparate, Dita! ;Por qué dices eso?
—replico Barbara algo ofendida—. {La chisma-
gratia no ha Negado a esos extremos en Préttigau,
y, por lo que.a mi toca, soy muy capaz de callar-
me la boca cuando es necesario!
—Myy bien. En ese caso hablaré, pero espera
‘un momento —dijo Dita toinandg precauciones
coi la voz para asegurarse, al mirar hacia atrés, de
que la nifia estaba bastante lejos como para no off
Jo que se disponta a relatar. Pero Ta chiquilla no se
vveia por ninguna parte y debi6 de haberse desvia-
do de sus compaferas mientras estas se ocupaban
demasiado afanosamente con la conversacién
como para darse cuenta, Dita se detuvo y mird
a su alrededor en todas direcciones. El sendero
tenfa algunos recodos aqut y alla, pero ast y todo
se alcanzaba a ver en toda su longitud casi hasta
Derfli, En ese momento, sin’ embargo, no se veia
absolutamente a nadie por aquella senda.
—iAlli esta! —exclamo en eso Barbara—
(Mira, alls! y sefalaba un sitio bastante alejado
del camino—. Esté ascendiendo el declive aquel
con las cabras y su pastor. No sé por qué el chico
las sube hoy tan tate; pero nos viene bien ese
atraso, asf puede cuidar él de'la chica y td tendras
ris libertad para hacerme tu relato.
—iOh! En cuanto a cuidarla —observ6 Dita—,
el muchacho no necesita incomodarse; la chica4 Johanna Sport
estd muy lejos de ser tonta para sus cortos atios y
thira muy bien lo que hace. Se da cuenta de todo
cuanto pasa a su alrededor, como he tenido a
menudo ocasién de observar, y esta experiencia
ha de venirle bien algiin dia, ya que el anciano no
tiene ningay bien en el mundo fuera de’ sus dos
cabras y su choza
—iAcaso tuvo mas patrimonio alguna vez?
—pregunto Barbara . :
—iEI? ;Pues ya lo creo que st! —replico Dita
con gran animacién—, Fue dueno de una de las
granjas mas importantes de Domleschg. Era el
mayor de dos hermanos: el menor era un hombre
tanquilo y ordenado, pero al otro no habia nada
que le gustara mas que hacerse el gran senor y
andar en coche por la region en malas companias,
gente extratia a quienes nach conocia. Bebiendo y
jugando dilapid6 todo cuanto tenia, y cuando los
padres lo supieron, ambos murieron de tristeza,
uno después del otro, EVhermano menor, ya redu-
‘cido a la indigencia, se march iracundo nadie
sabe adénde, mientras que el tfo, sin quedarle otra
cosa que su mala reputacion, desaparecio también.
No se supo al principio su paradero; luego, alguien
se enterd de que se habia'ido'a Napoles como sol-
dado. Después ttada se supp de él durante unos
doce 0 quince aos. Al cabo de ese tiempo volvié
2 aparecer en Domleschg con una criatura de corta
edad, que trato de colocar entre sus parientes.
‘Todas las puertas se le cerraron, sinembargo, pues
sexo. 1s
nadie queria nada con él. Amargado con tal recibi-
imiento, hizo voto de no volver a poner los pies en
Domleschg y se vino entonces para Dorfli, donde
siguio viviendo con su chico. Su mujer era proba-
bblemente de los Grison, a quienes conocis alla en el
Sur, y debio.de morir poco después del casamiento.