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—————————— NUEVA BIBLIOTECA: BILLIE! JShoanna Spyri HEIDI EDITORIAL ATLANTIDA Tdi: Com Banc Tsai Aone Line Sp otanne ot Johena Spy; state por Lin Anan = 148 uenes Aves Ando, 2007 ‘2b. 2x13 om (ser la aan) ‘sen sreasocesusn6 1, av arty Jove le, Lis Aria, Tho coo ea 5262 Foch de eager: O70007 eso net "caters com ar ftanstoesPatetae comer Chit Elica ual, Dict tri abn por EDITORIAL ATLANTION Ss. ‘seer 39 Buen Aen, Aen. BESS pat oe meee ey [dee egene Ings Aenea inept Bei sein de tpn see de avn de 2007 spite Dutnos Aes Poa Baas Ne i in SA, 2007 capttulo | LA ASCENSION HASTA LA CASA DEL TiO ALM Desde el viejo pueblo de Mayenfeld, agrada- blemente situado, sube un sendeto, serpeando a uravés de verdes y umbrosos prados, hasta el pie de las montafias, que por esta parte miran altivas al valle desde sus severas y orgullosas cumbres. El terreno se hace cada vez mas agreste a medida que asciende el sendero, que es muy empinado y lleva directamente a las cimas, de modo que el que lo sube no tiene que andar mucho antes de aspirar la fragancia del pasto bajo y de las robustas plantas de montaia En una clara y soleada mafiana de: junio, dos figuras podian verse trepando por el estrecho sen- dero; wna, era la de una muchacha alta y fuerte; la otta, la de una nin a quien la primera levaba de le mano, y cuyas mejllas estaban tan encendidas por el calor-que se podia ver su intenso color rojo aun a través de la oscura piel tostada por el sol. Y esto no era de extrafar, porque a pesar del ardiente sol 8 Johanna Spyrt de junio la nina estaba vestida como para guardarse de la més cruda helada. No parecia tener mas de cinco afios, y acaso ni tantos, pero habria sido difi- cil decir c6mo era su "natural figura, porque tenia puestos dos, sino tres, vestidos, uno sobre otro, ¥ sobre estos un grueso chal de lana roja ain la envol- via, de modo que el pequefio cuerpo presentabs una informe apariencia mientras, con sus menudos pie- cecitos, calzados con gruesos y claveteados zapatos. ‘de montana, hacia su camino en medio del calor, despacio y laboriosamente., Las dos debian de haber dejado el valle atras una buena hora de camino cuando legaron a la aldea conocida como Deri, situada a mitad de Ja subidaa la montafa, Aqui las caminantes se en- contraron con saludos por todas partes, unos desde ventanas 0 puertas abiertas, otros desde fuera, pues sucedia que la mayor de las mucha- chas estaba allf en su pueblo natal. No se decuvo sin embargo para responder a las bienvenidas y a las preguntas de sus amigos, sino que siguio de largo sin parar un minuto, hasta que llego a la ultima de las casas de la aldea, que ya raleaban, AML se oy una voz que la lamaba desde una puerta, diciendo Espera un momento, Dita, si vas a subir mis todavia, que voy a acompattart. La muchacha a quien asi se dirigian se detuvo al-fin, y en cuanto 2 la chiquitina se solté inme- diatamente de su mano pata sentarse en el suelo, —eEstés cansada,” Heidi? —le pregunto su companera : "PANO, cansada so, pero tengo calor —respion- dio la nifa . —Ya pronto estaremos arriba, Tienes que'sér valiente y seguir caminando un rato més a buen paso, asi llegarernos dentro de una hora —Ie dijo Dita como para alentarla En eso Se reunié con ellas una mujer gruesa, de aspecto bonachén, quien tom6 en seguida la delantera con s antigua conocida, y al momento ambas prorrumpieron en animadisima conversa- cin sobre toda la gente y asuntos del lugar y sus alrededores, mienttas que la chiquilla las seguia, errando por el camino, =e puede saber donde vas con ests chica? —pregunts el personaje que acababa de reuntrse- les— Me imagino que es la nifa que dejé tu her- mana, cel? —Si—contest6 Dite—. Me a llevo arriba, ala casa del tio, donde va a quedarse —2Esta chiquilla va a quedarse all arriba con el tio? {Debes de haber perdido la cabeza, Dita! {Comb puede habérsete ocurrido semejante idea? ‘De todos mods, el viejo os mandaré de vuelta @ casa ati @la chica y atu proyecto! No ereo que vaya a hacer eso pues es el abuelo de la nita. Esta en la obligacin de hacer algo por ella. Hasta ahora me he hecho yo cargo de la chica y te aseguro, Bérbare, que no estoy dis.’ 0 x, ohana Spyri puesta a desperdiciar a causa de ella la ocasién del puesto que se me offece. Ahora le toca al abuelo cumplir sus obligaciones para con ella —Eso estaria muy bien si se tratara de una per- sona como las demas —afirm6 con calor la resuel- ta Birbara—, pero tii sabes muy bien como es él Ademds, qué podré hacer el vigjo con una nit, especialmente si es tan pequehita? La criatura no podlta vivir con él. ¥ ui, cadonde piensas inye? —A Francfort, donde me espera un puesto excepcionalmente bueno —respondio Dita—. La gente que me va a emplear estuvo en los Batos el Iverano pasado, y entre mis deberes me tocaba atenderles las habitaciones. Ya entonces quisieron levarme con ellos, pero yo no podia irme. Ahora estan alli de nuevo y han vuelto a proponermelo. Esta ver lo haré, puedes texlerlo por seguro. —iBueno, pues me alegro de no ser esja chi- quilla! —exclamé Barbara con ademén de lastima y horror, ¥ continué diciendo: —jNadie sabe nada alla arriba respecto de ese viejo! No quiere tener nada que ver con nadie y no pone jams los pies en Ia iglesia en todo el afo, Cuando por ahi se -digna bajar hasta el pueblo, todo el mundo le deja libre el paso a él ya su enorme baston. Su sola pre- sencia con aquellas cejas tupidas y aquella barba inmensa ya resulta alarmante, Tiene todo el aspec- to de un viejo pagano 0 de un indio, jqué sé yo! Lo que si sé es que son pocos los que querrian encon- tratse 2 solas con él. veo n —Bueno. {Y qué? —respondio Dita con voz de desafio—. Sea como fuere, es el abuelo de la nina y tiene que cuidarla. No es probable que le haga ningiin dafio, y si llegara a hacérselo €l sera el responsable, no yo. . —Lo que yo deseaiia saber —continuo Bar- ara con voz inquisidora— es lo que ese viejo podré tener en la conciencia para andar con seme- jance facha y vivir alla arriba en la montana como ‘un ermitato sin dejarse ver casi nunca, Se murmu- ra de él toda suerte de cosas, pero ti, Dita, tienes que haberte enterado por tu hermana de muchas cosas que conciemen al viejo, sno es cierto? —Si, asi es, estas en lo cierto; pero no pienso repetir nada de lo que sé, pues si legara a ofdos de él seguramente me las veria yo muy mal. La verdad es que Barbara hacia mucho que estaba deseando averiguar pormenores respecto del tio, pues no alcanzaba a comprender la razén de que el anciano pareciese sentir tal odio hacia sus semejantes ni de que se empefiase en vivir comple- tamente Solo, ni de que la gente hablase de él casi con un susuito, como si temiesen decir algo en su contra, pero asfy todo, mal dispuestos a ponerse de su parte. Ademés, intrigaba sobremanera a Barbara que toda la gente de Dorfl lo lamase “tio” Alta, ya que era imposible que fuese realmente tio de todos los habitantes del lugar. Sin embargo, como era la costuinbre, ella también lo lamaba to como los cdemés, Barbara vivia alli solo desde su casarniento, Johanne Spyri efectuado no hacfa tanto tiempo. Anteriormente™ habia vivido en Prattigau, en el valle; de modo que no estaba muy al tanto de todos los acontecimien- tos ocurtides antes risconocia tampoco a toda la gente qué habia vivido siempre en Dorf y sus inmediaciones. Dita, por el contrario, habia nacido en Dorfli y vivio siempre allt con su madre hasta que ésta habia muerto el afto anterior. Entonces, la muchacha se habia trasladado a los Banos de Regatz y habfa trabajado como camarera en el gran hotel de esa ciudad. La manana de aquel dia la mu- chacha se habia venido desde Ragatz con la nia, y ‘un amigo las habia levantado en su carro de heno hasta Mayenfeld. Barbara no queria, pues, perder quella ocasion de satisfacer su curiosidad. Enton- ces tomé a Dita del brazo con aire de confidencia y Ie dip: —Se que por ti puedo descubrir la verdad y el significado exacto de todas estas historias que andan por ahi respecto del viejo. Estoy en la creen- cia de que ta conoces bien los hechos. Dime, por favor, qué es lo que le ocurre al anciano y si siem- pre lo tehyyeron como ahora lo rehuyen y si fue siempre tan misintropo, {Como podria decirte esas cosas si solo tengo veiniiséis anos, y él por lo menos setenta? No puedes supotier que yo sepa nada de lo que respecta a su juventud, Sin embargo, si pudiera estar segura de que lo que te diga no correra por todo Prattigau, podria ciertamente relatarte de €1 muchas cosas, puesto que mi madre era de Domleschg y él también. —iQué disparate, Dita! ;Por qué dices eso? —replico Barbara algo ofendida—. {La chisma- gratia no ha Negado a esos extremos en Préttigau, y, por lo que.a mi toca, soy muy capaz de callar- me la boca cuando es necesario! —Myy bien. En ese caso hablaré, pero espera ‘un momento —dijo Dita toinandg precauciones coi la voz para asegurarse, al mirar hacia atrés, de que la nifia estaba bastante lejos como para no off Jo que se disponta a relatar. Pero Ta chiquilla no se vveia por ninguna parte y debi6 de haberse desvia- do de sus compaferas mientras estas se ocupaban demasiado afanosamente con la conversacién como para darse cuenta, Dita se detuvo y mird a su alrededor en todas direcciones. El sendero tenfa algunos recodos aqut y alla, pero ast y todo se alcanzaba a ver en toda su longitud casi hasta Derfli, En ese momento, sin’ embargo, no se veia absolutamente a nadie por aquella senda. —iAlli esta! —exclamo en eso Barbara— (Mira, alls! y sefalaba un sitio bastante alejado del camino—. Esté ascendiendo el declive aquel con las cabras y su pastor. No sé por qué el chico las sube hoy tan tate; pero nos viene bien ese atraso, asf puede cuidar él de'la chica y td tendras ris libertad para hacerme tu relato. —iOh! En cuanto a cuidarla —observ6 Dita—, el muchacho no necesita incomodarse; la chica 4 Johanna Sport estd muy lejos de ser tonta para sus cortos atios y thira muy bien lo que hace. Se da cuenta de todo cuanto pasa a su alrededor, como he tenido a menudo ocasién de observar, y esta experiencia ha de venirle bien algiin dia, ya que el anciano no tiene ningay bien en el mundo fuera de’ sus dos cabras y su choza —iAcaso tuvo mas patrimonio alguna vez? —pregunto Barbara . : —iEI? ;Pues ya lo creo que st! —replico Dita con gran animacién—, Fue dueno de una de las granjas mas importantes de Domleschg. Era el mayor de dos hermanos: el menor era un hombre tanquilo y ordenado, pero al otro no habia nada que le gustara mas que hacerse el gran senor y andar en coche por la region en malas companias, gente extratia a quienes nach conocia. Bebiendo y jugando dilapid6 todo cuanto tenia, y cuando los padres lo supieron, ambos murieron de tristeza, uno después del otro, EVhermano menor, ya redu- ‘cido a la indigencia, se march iracundo nadie sabe adénde, mientras que el tfo, sin quedarle otra cosa que su mala reputacion, desaparecio también. No se supo al principio su paradero; luego, alguien se enterd de que se habia'ido'a Napoles como sol- dado. Después ttada se supp de él durante unos doce 0 quince aos. Al cabo de ese tiempo volvié 2 aparecer en Domleschg con una criatura de corta edad, que trato de colocar entre sus parientes. ‘Todas las puertas se le cerraron, sinembargo, pues sexo. 1s nadie queria nada con él. Amargado con tal recibi- imiento, hizo voto de no volver a poner los pies en Domleschg y se vino entonces para Dorfli, donde siguio viviendo con su chico. Su mujer era proba- bblemente de los Grison, a quienes conocis alla en el Sur, y debio.de morir poco después del casamiento.

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