García Villegas - 2009 - Normasdepapel - Cultura Del Incumplimiento

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1 INTRODUCCION: LA CULTURA DEL INCUMPLIMIENTO, DE REGLAS Commer “oA pepe 2904 Mauricio Garcia Villeges La cultura del incumplimiento de reglas en América Latina se remonta a los tiempos de las colonias espafiola y portuguesa.! Desde entonces, escritores, pensadores y gobernantes, alo largo del continente, sehan referi a ainobservancia de reglas. Yaen 1743, por ejemplo, el virrey Eslava se quejaba ante sus superiores porque consideraba que “las provincias de la Nueva Granada ran pricticamente ingobernables” (McFarlane 1999: 300). Algo similar sucedia en as colonias portuguesas donde, segin Gilberto Freyre, el rey reinaba pero no gobernaba (Preyre 1946: 27), Alli también, dice Keith Rosenn (1985: 8), “la diversidad de medios destinados a transmit la voluntad del rey hacia las colonias es + Véanse, por ejemplo, Keen (1996) y Morse (1574). Por ota parte, O’Donnell (1998; 330) he mestrado cémo éste no es un fendimeno excusivo de Américt Latina. Moisés Naim, el editor de Forex Policy, publicé recintemente un i bro que contiene una ampliaresefa delaseglidades ms notorias del mundo slobalizado actual (Naim 2003); wéase también Elickson (1991). 15 PSSALLAUAAV TAU TTVAL TLS V8 ~~ we ew ee taba casi duplicada porla diversidad de medios utilizados por los administradores de las colonias para frustrar esa voluntad”, Era tal la brecha entre el derecho escrito y la realidad, que Juan B. Terdn sostiene que el estudio delalegislacién sdloera it para co- nocer algunos rasgos caracteristicos de la psicologfa del espaol, pero que en todo caso no proporcionaba idea alguna de la vide colonial (Tern 1927), El desacato era un fendmeno regularizado y justificado, a tal punto que autores como John Phelan o John ‘Lynch sugieren que una causa importante de la rebelién que dio lugar ala independencia fue el propésito imperial de imponer, a través de las reformas borbénicas de finales del XVII la autori- dady el cumplimiento de a ley (Phelan 1978). Con elattibo de aindependencia, las normas cambiaron, pe +0 la realidad social y la brecha entre el derecho y la realidad se ‘mantuvieron priicticamente como estaban. El politico y escritor del siglo XIX, Ignacio de Herrera, sostenfa que la desobediencia al derecho era una costumbre general en la Nueva Granada, que venfa desde la colonia, y que las leyes eran promulgadas pero que de diversas maneras ellas resultaban siendo desobedecidas. Por la misma época, Benito Judrez, en México, se Jamentaba de “esa tendencia que generalmente se observa en los pueblos de sustraerse de las obligaciones que las leyes les imponen” (Juarez 1987:225), Yaen el siglo XX, Octavio Paz decia queen Méxicose vivia en una “mentira constitucional”, puesto que las leyes nunca se cumplian (citado por Escalante 2006: 12)2 Flay que anotar,ademis, que todas ls sistemas de repas tienen un cierto grado de incumplimiento,y mis an, que eso los justia El clebre trio del de- recho Hans Kelsen se refiee a este esuaro cuando sostiene que el derecho no tiene sentido en los casos de complinientoo de incumplimientoplenos (1984 24). La importancia de este fenémeno en la caltura sail y politica del conti: ‘ete latinoamericano provieneentonces desu grado, de su recurencia, yn del imple hecho de que exit, 2 *Histéricamente, la consttucin ys leyes sé se han cumplido en la formay sehan violado en el fondo", ij el ex candidato ala presidencia Manuel Lépez ‘Obeador en uno de sus discursos en El Zécalo, Citado por Catalina Pérez Co sea (2007) INTROOUEGION: LA CULTURA DEL INCUMPLIIENTO BE “OLAS Una prueba quizés més elocuente del profundo arraigo que siempre ha tenido Ja cultura del desacato en América Latina es el propio lenguaje popular. Asi, por ejemplo, aqui son de uso fre- cuente expresiones como “hecha ley, hecha la trampa’, “la ley es para los de ruana”, wu otras més oficiales como “se acata pero nose cumple", En Brasil, la expresién jeito se refiere atoda una cultura destinada a resolver problemas por encima —o por fue- ra—de los cédigos, las normas y as leyes (Rosenn 1985). Existe una vieja expresién brasilera que reza “manda quem pode, obe- dece quem quer” (manda quien puede, obedece quien quiere) y es.un buen reflejo de la disparidad entre las visiones del poder y delaley que tienen los gobernantes y los sibditos. Pero tal vez la expresin més diciente de esta cultura sea aque lla que dice “para mis enemigos la ley, para mis amigos todo”, dela cual existen muchas variaciones. El presidente de México, Benito Juérez, dijo alguna vez: “para mis amigos paz y justicia, para mis enemigos la ley”; yen alguna ocasién el escritor mexica- no Fernando Escalante me dio a conocer esta otra cruda version: “Parael amigo, hasta el culo; paral enemigo, por el culo, y para elindiferente, la ley vigente” En Ja literatura latinoamericana también abundan las refe- rencias a la cultura del incumplimiento, a través de personajes ind6mitos que no se someten a nadie. Martéa Fierro, la obra em: blemética de la literatura argentina, relata la visién del mundo deun policia rural quese rebela contra la orden de capturar aun delincuente. También en el pais gaucho, Don Segundo Sombra, de Ricardo Giiraldes, cuenta lavida de personajes que viven altivos ylibres, sin necesidad de una sociedad y menos atin de un Estado, ‘Lo mismo se aprecia en El mando es ancho y ajeno, del peruano Cito Alegria y en la novela de Eduardo Gutiérre, Juan Mores 11. En El chulla Romero y Flores, del ecuatoriano Jorge Ieaza, se ‘muestra una sociedad escindida por las diferencias de clase y de poder, en la cual nadie cumple as reglas. De igual forma, encon- tramos personajes ingobernables, que no se someten a nadie, en Venezuela, como No Pernalete y Mujiquita, de la novela Dota ” Bérbara, de Rémulo Gallegos, o en Pert, como el Jaguar en La ciudad y los perros de Maric Vargas Llosa. "Ademés, muchos cuentos infantiles latinoamericanos exaltan Ia astucia la viveza; en ellos se relata la historia de ur personaje picaresco que sale adelante en medio de la adversidad. En Bra sil existe el cuento “La sopa de piedras”, en Ecuador el de “Tio Conejo yTio Lobo” en Guatemala “Pedro Urdemales” en Pert se cuenta la historia “El bast6n de Santo Lloque”, en Repiblica Dominicana esté el cuento “Juan Bobo y el secreto de a prince- sa’, en Venezuela “Pedco Rimales, curandero” yen Nicaragua “El rey de hojarasca”. En todos ellos, el picaro sale airoso en medio de una adversidad quelo tenia condenado. ero la literatura no sélo se ocupa del incumplimiento de los individuos, sino también de aquel del Estado. En Yo el Supremo de Augusto Roa Bastos y en Elotofio del patriarca de Gabriel Gar- cia Marquez, el Estado es una iustitucién sometida al capricho delos gobemantes, més que ala ey. En El coronel no tiene quien le escriba —también de Garcia Marquez— se relata la espera in terminable de un oficial al que no le llega su pensi6n. No obstante su omnipresencia a lo largo de la historia latinoa- mericana, el incumplimiento de reglas es un fenémeno poco es- tudiado, Dice Carlos Santiago Nino (2005: 28): vi tendencia Es sorprendente que no obstante la visibilidad de la argentina hacia la ilegalidad (...] ella no haya sido seialada hasta ‘ahora por politdlogos, historiadores y economistas como un factor significativo para dar cuenta del subdesacrollo argentino, El desinterés por la cultura del desacato hace parte de la indo- Jencia general que, hasta hace muy poco, Jas ciencias sociales la tinoamericanas expetimentaban frente a los temas culturales y, cen particular, frente a las ereencias de la gente. Se pensaba que ITRODUCCION: La CULTURA DEL ICUMPLiBENTO DE RECLAS Jas grandes verdades del poder y la sociedad sélo estaban vincu: Iadas a las estructuras econémicas, yla percepcién que la gente del comtin tuviera del podery dela sociedad portancia Hahabidoexcepciones, claro. Quizasla més notable de todas esladel antropélogo Roberto DaMatta, para quien la manera co- moel pueblo brasilefio canta, baila yfestejaes una indicacién cla- ‘yepara comprender el sistema social y, en particular el desapego de losindividuos frente al poder ya autoridad, Algo similar hace Jorge Mafiach en su escrito Indagacién del choteo, con respecto al pueblo cubano. También estén los escritos de Julio Mafud, en especial su Psicologia de la viveza criolla, donde el autor describe ccon agudeza la manera como el argentino siempre intenta sacar provecho al relacionarse con la autoridad, Sobre el comporta- ‘miento de los argentinos, no se puede dejar de lado el libro de Carlos Santiago Nino, Un pais al margen dela ley, en el cual, desde tuna perspectiva sociol6gica, Nino intenta mostrar los costos que clincumplimiento tiene parala democraciay el desarrollo. Algu: nos historiadores de América Latina también sehan preocupado por encontraren la cultura popular elementos para comprender Ja relacidn que os latinoamericanos tenemos con la autoridad y con laey, como en e caso de José Luis Romero en Argentina, de Leopoldo Zea en México y de Mario Géngora en Chile. Entre ellos también podria serincluido el libro Facundo, del intelectual y ex presidente argentino Domingo Sarmiento. Quizés una de as razones porlas cuales el tema del incumpli ‘miento de reglasha sido tan poco estudiado en profundidad es su amplitud y a cantidad de aspectos —sociales, morales, politicos, ‘econémicos— que involucra. En esta introduccién me propongo reducir un poco esa amplitud. Mas especificamente, intentohacer ‘tes cosas: primero, resefiar algunos estudios e ideas que se han es- ctito sobre la cultura del incumplimiento de reglas en Colombia; segundo, delimitar el concepto de incumplimiento; yfinalmente, presentarla estructura y el contenido de este libro 19 PELLUVTLUUVT VULVA ee ; rs oe Poo Se ee eee ESTUDIOS, IDEAS ¥ PROYEGTOS SOBRE EL INCUMPLIMIENTO DE REGLAS Colombia no es una excepcién en este panorama de sociedades poco respetuosas de as replas. finales del siglo XIX, el scritor Fpottce Jose Maria Samper denuncsba la existencia de dos pa 2s, uno legal otro real. Desde entonces, los politicoshan seg Jo denunciado laexistencia deesa brecha y por ahi derecho han Contribuido a ahondarla, no soa través delasleyes defectuosas 6 inaplicables que ayudan a promulgar, sino siendo ellos mismos Jos primeros en desconocer To que sts ordenan cuando les o> respond cjercer poder 0 autridad, Pero no s6lo en el mundo poltico se tiene esa impresin: Gabriel Garcia Marque? sost> alguna ver que ens colombianos cohabitan “la justia y lt irepanidad; somos fandticos del legalism, pero levamos bien despierto en el alma un leguleyo demano macstra para burlarlas Ieyes sin violarlas 0 para violarlas sn castigo” (1996: 7) Tosorprendentees que esta cultura del desacatono haya des- pertado mayor interés entrelos aadémicoscolombianos Los his roriadores hacen referencia frecuente aa falta de cumplimiento ddelas reglas, pero no se detienen a explorar las rafces nis cau ‘sas de ese comportamiento. La ciencia politica practicamente 5 Ia desentendido de todo To que tiene que ver con a eficacia del derecho, a pesar dela importancia insoslayable que a tenido el “scutes juridico —parabien y para mal—en la construcci6a de Ja cultura politica nacional. La sociologia, por su parte, haesta- domés preocupada por comprender la dominacin delas clases Subalternas que por estudiar comportamientos sociales, temas culturales o institucionales. 1. Sélorecientemente, algunos economistas se han interesado porel tema del desacato de normas como parte desu preocup- ibn por las causas dela violencia, Muchos de los estudios publi- teados por estos economistas han puesto en tela de jucio inter pretaciones previss segin las cuales Ja desigualdad, la pobrezs, TTHODUCCION: LA CULTURA BEL INCUMPLIMISNTO DE REGLAS ola falta de apertura democtitica explican los altos indices de criminalidad y violencia en Colombia? Segtin estos nuevos estu- dios, en cambio, la ausencia de instituciones estatales y,en parti- cular, a falta de una justicia penal eficiente y capaz de disuadir a Jos delincuentes, son la causa de Ia extraordinaria reproduccién del crimen que tuvo lugar en Colombia a finales del siglo XX.* El auige del fenémeno del narcotrifico y a facilidad que tienen los carteles dela droga para reclutar gente dispuesta a traficar no son el resultado de una culeura de la ilegalidad propiamente co- Jombiana, sino de la incapacidad del Estado para desincentivar cesta actividad criminal, Asi por ejemplo, Armando Montenegro (1995) afirma que el colapso del sistema judicial ante el narcotra- fico es “una de las explicaciones més razonables sobre el creci- miento explosive della violencia criminal”. En Colombia nohay narcotrafico porque haya miseria —dice Salomén Kalmanovitz (2001)—, sino porque el narcotrfico se ve favorecido por un sistema de justicia deficiente ycorrupto. Particular interés para el tema de la cultura del incumpli- _miento tienen los andlisis del profesor Francisco Thoumi, quien coincide con sus colegas en que la falta de sanciones es la causa principal del florecimiento dela ilegalidad en Colombia. La par- ticularidad del andlisis de Thoumiesté en que, asu juicio, ea falta dle sanciones no es simplemente un asunto de debilidad estatal, sino también de debilidad social, en el sentido de quela sociedad > Histcicamente, a defensa de esta hip6tesis ha sido atibuids al informe de Comisin de Estdioe sobre la Vilenca, publiado por el Instxaro Colombi ‘no para el Desarrollo dela Ciencia yl Tecnologia (Colcencias) y Is Univers ‘dad Nacional en 1987, bajo alo Colombia, vclenciay democricia(Sinchez 1987) are os eportes mis detacados de esta nueva vsin se encuentran os textos de Mauricio Rubio (1996, 1999), Oteos textos eliscos sone! de Camilo Echan ‘ia (1999) acerca del violencia en las reicnes; el de Alejandro Gavia (2000) sale ebimo a fala de justi ofrece oportunidades para una mayor expansion Ae la violencia como el texto de Amando Montenegro, Carlos Posada y ‘Gabriel Praquive (2000), Véanse igualmente EcheveriyPartow (1998), Fabio ‘Sinchez (2006) y Bejurano (190: 15-16) 2a WN. cacta viLescas colombiana es demasiado tolerante con la ilegalidad (Thouri 2002), Segtin el profesos, Colombia no sdlo es el principal ex portador de cocaina a nivel mundial, sino “uno de los primeros productores de délaces falsos en el mundo y en ello compite con ‘México; produce también cantidades de pasaportesfalsos yes el segundo exportador latinoamericano de prostitutas a Europa” (Thoumi 2008: 2-3) 3 Thoumise pregunta: gpor qué estosucede en Colombia y no en Perti o en Bolivia, donde la gente también es pobre? La respuesta, segiin él, no estd en Ja naturaleza moral del colombiano: “lo que pasaes queen Colombia, dadas sus ca racteristicas geogrificas, nunca fue posible realmente tener un Estado que controlara el territorio, que contribuyera a crear co- munidad, que generara solidaridad” A falta de Estado, seformé tuna sociedad desestructurada, sin capital social y con tn fuerte individualismo; una sociedad “donde todo el mundo compite con todo el mundo”. Fl autor citado concluye que para imponer el imperio dela ley en Colombia esnecesario que existan sanciones efectivas por parte del Estado y, sobre todo, que existan sancién y reproche sociales para las conductas de los infractores. 2. Los economistas también han mostrado que existen im- portantes vinculos entre la cultura del cumplimiento y el desa- rrollo econémico y social, En aquellas sociedades en las que més se cumple y, por ello mismo, en las que més se contfa en que los demés cumplitan, los negocios son mas féciles de hacer os cos- tos dela economia se reducen y todo funciona mejor. El Premio Nobel de Economia, Douglass North, cuenta quela primera vez gue fue a una fabrica de textiles en Pertien 1980, pregunt6 cuén tose demoraba conseguir un repuesto para una delas maquinas, antelo cual el duefo de la fébrica respondié que, por la via legal, dieciocho meses, mientras que por Ia via ilegal dos semanas. En ‘Tampa, Florida, el repuesto se consigue en doce horas, agrega North (2001: 320). > Las siguientes cits en esta pigina provienen de esta fuente { [ReTRODUCCION: LA CULTURA DEL INCUMPLIMGENTO DE REGLAS El desarrollo econémico no és sdlo un asunto de ntimeroey capitales, sino también de valoces y percepciones® La manera como les individuos ven las normas esttales y el poder piblico tiene consecuencias no sélo judiciales y criminaes, sino tam bign econémicas. La corrupcién y el soborno, por ejemplo, se sustentan, en buena parte, en la percepcién compartida de que las instituciones y sus leyes pueden ser engafiadas. Todo esto tiene que ver con la idea de capital social, puesta de moda en la década delos noventa por Robert Putnam,” En un estudio en el que comparaba el norte y el sur de Italia, Putnam (1992) intent6 mostrar cémolos diferentes grados de confianza entrelos actores sociales y de seguimiento de normas de convivencia eiudadana, lo cual lamé “cultura civica”, explican en buena parte el desa, rrollo diferenciado de esas dos regiones.* La confianza conduce ala cooperaciéa, y asi disminuyen los conflicts y los costos de transaccién En un sentido similar, James Coleman (1990) sos- tiene que una mayor integracién social implica una mayor reci: procidad, expectaivas sociales més firmes y comportamientos mds confiables, lo cual implica un bien colectivo que se traduce en progeeso y bienestar? La dominacin tampoco et una simple cucin de capil econo Boutdeu 1979) ha moseadoa impor que tc lculre enlace -cién de la dominacién, m= . : bea Sin embargo leoncepodecapit sc noes soc noesalgonuevoparalsoilogh. La imporanea dla integrin socal to conieadedsse Ede Dn (098) comoclemer daniado del rg eos ules Unaneedee nis deco prec encuentra en noha de Dire Bours (000), Aa tschay una deena ene aides de capa scien Bout pen autores Como Pum y Coleman Mista el primero sinters por expires me anise ter el proj epi jos segundos itetan desert claves del xi en sodas gut has logrado ef desarrollo econémico, saat Ve, gualent, Fukayana (195) Es ec ala que se ta dun cence con mip dno especies. Alrepeco vee, prem plo, Dasgupta y Serageldin (2000). = ees Esa idea de capita scala oot dec, Una de elas ssn ave Inelcign d caida qu alls enblec es problem po seabed FEL TTTTTTTETIT TTA ee swe Ronald Inglehart ha hecho una aplicaci6n importantede estas ideas, al interesarse por la manera como los valores sociales inci- den en el desarrollo econémico y en la democracia. En su libro Modernizaci6n y posmodernizacién. Cambio cultural, econdrmico ‘ypolitico en 43 sociedades, el autor sostiene que algunas socieda- des se inclinan més por le biisqueda de valores materiales, como la seguridad fisica y econémica, mientras que otras prefieren la biisqueda de la autoexpresion y el mejoramiento dela calidad de vida, aJo cual el autor denomina valores postmaterialistas. Esta ‘escala de valores esté ditectamente relacionada con el desarrollo econémico: los paises industrializados prefieren los valores post- ‘materialistas, mientras que los demés se aferran a los material tas, Por otra parte las sociedades también varian segin el tipo de autoridad que prefieren. Esta puede set —siguiendo a Max Weber— tradicional y fundada en Jos lazos comunitatios y en la religién,o secultary fundada en normas universales y racionales. ‘La combinaciéu de estas dos variables —supervivencia/autoex- presion y tradicién/secular—es la base pata clasificar los paises en un conocido cuadro que relaciona un eje horizontal (supervi- vencia/autoexpresién) con un ee vertical (tradicional/secular). Los paises mas desarrollados se encuentran en la parte superior derecha del cuadrante; Rusia y los paises ex comunistas en la parte superior derecha; Africa y parte de Asiaen la parte inferior inquierda y Latinoamérica en la parte inferior derecha, Las ideas de capital social, y en particular la teorfa de Ingle- hart, han tenido una importante recepcidn en Colombia. Un ejemplo deello es el estudio publicado por Maria Mercedes Cué- lar bajo el titulo Colombia: un proyecto inconcluso. Valores, ins- tituciones 9 capital social (2000), resultado de una encuesta na ional realizada en junio de 1997 a 3.000 personas, con base en ‘caus qué, ¢Es porque las sociedades son civicas que se desacollan? 0 ges el ‘smo una expres del desarrollo? Quiz a respuesta pueda hallase entre las dos posibilidades: el civiemo ayuda al desarrollo y el desarollo contribuye al civismo, en una especie de incidencia reciproca. Para una cite alas torias del capital social ease Portes (1998). 24 a metodologia del World Values Survey, liderada por Inglehart yaplicada en 61 paises. Otro estudio significativo en este mismo sentido es el reciente informe sobrela evolucion del capital social en Colombia entre 1997 y 2005, llevado a cabo | por el investigador John Sudarsky (2001; 2007). Pero quizés la més ambiciosa de todas las investigaciones de este género sea la publicada con el titulo Nuestra identidad (He. rrera 2006), la cual también hace parte de la encuesta mundial sobre valores, liderada por Inglehart. Los resultados del estudio ‘muestran que Colombia es una sociedad muy catélica, amplia mente familiar con serios problemas de seguridad, En el cuadro de Inglehart, Colombia se encuentra ubicada en la parte inferior derecha, muy cerca del centro y muy por debajo de lalinea verti- cal, Paises como Chile, México, Argentina y Brasil se encuentran porencima de Colombia, lo cual significa que tienen una concep- ign dela autoridad menos tradicional y mis seculat. Somos claramente tradicionales porque creemos firmemente que Dios es importante para nuestras vidas (94%) [...]. Somos muy dados a respetarleautoridad con obediencia (87%) y estamos muy orgullosos de ser colombianos (88%). Sinembargo, el estudio muestra una tendencia hacia una ma- yor secularizacién del poder, lo cual se manifiesta en mayor me- ddida en los jovenes y en la ciudad de Bogors, 3.Por fuera delasciencias socialesha habido intentos disper. sos para captar la disposicién cultural de los colombianos fren- tealas reglas, Algunos de ellos se encuentran en ese subgénero "© Losantecedentes de esta investigacén datan de 1981, undo sehiza el Eto Europe de Valores (Exropean Values Surety Group (EVSI) Un segundo ecudio . Phelan, John, 1960, “Authority and Flexibility in the Spanish Imperial Bureaucracy”, en Administrative Science Quarterly, Vol. 5, N° 1: 47-65. 1978. The People of the King: The Comunero Revolution in Colombia 1871. Madison: University of Wisconsin Press. Portes, Alejandro. 1998, “Social Capital: Its Origins and Appli cation in Modern Sociology”, en Annual Review of Sociology, Vol. 24: 1-24, Putnam, Robert. 1992. Making Democracy Work, Civic Traditions in Modern Italy. 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