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LA MUJER, LA CREACION obtenet éxito | reed Come en el rol de REYSA MATOS fel on m. ee PROLOGO! por SEO BO! R TH of “Dios me volvié a sorprender. Mientras viajabamos por la carre- tera, a veces Rosalinda me lefa en voz alta, y en otras ocasiones, me tocaba a mi leer. Era muy importante que mi esposa me diera su opinion. En el trascurso, Dios me hablé de muchas formas y en todos los tonos. Al terminar de leer el libro, nos dimos cuenta de que Dios nos habia hablado y habia sanado muchas 4reas de nuestra vida. Pastor Rey Matos, mi esposa y yo concluimios que La mujer, el sello de la creacién no es un libro, sino una verdadera revelaci6n de Dios para la vida de quien lo lea. Gracias por el privilegio de permitirme leerlo antes de que se publicara.” —FERNANDO ARAU, | ACTOR Y COMEDIANTE LA MUJER, EL SELLO DE LA CREACION La mayoria de los productos de Casa Creacién estan disponibles a un precio con descuento en cantidades de mayoreo para promociones de ventas, ofertas especiales, levantar fondos y atender necesidades educativas. Para mds informa- cién, escriba a Casa Creacién, 600 Rinehart Road, Lake Mary, Florida, 32746; o llame al teléfono (407) 333-7117 en Estados Unidos. La mujer, el sello de la creacién por Rey F. Matos Serrano Publicado por Casa Creacién Una compafiia de Charisma Media 600 Rinehart Road Lake Mary, Florida 32746 www.casacreacion.com No se autoriza la reproduccién de este libro ni de partes del mismo en forma alguna, ni tampoco que sea archivado en un sistema o transmitido de manera alguna ni por ningiin medio—electrénico, mecdnico, fotocopia, grabacién u otro—sin permiso previo escrito de la casa editora, con excepcidn de lo previsto por las leyes de derechos de autor en los Estados Unidos de América. A menos que se indique lo contrario, el texto biblico ha sido tomado de la ver- sién Reina-Valera © 1960 Sociedades Biblicas en América Latina; © renovado 1988 Sociedades Biblicas Unidas. Utilizado con permiso. Reina-Valera 1960™ es una marca registrada de la American Bible Society, y puede ser usada sola- mente bajo licencia. Revisién y edicién: Gisela Sawin Disefio interior por: Grupo Nivel Uno, Inc. Director de arte: Justin Evans Copyright © 2006 por Rey FE. Matos Serrano Todos los derechos reservados Library of Congress Control Number: 2006925948 ISBN: 978-1-59185-845-4 E-book ISBN: 978-1-62998-384-4 Impreso en los Estados Unidos de América 14 15 1617* 13121110 2 DEDICAT A mi amada esposa Mildred. Gracias, por «exigirme» escribir este revelacién biblica que plasmé en estas p4 te, tratando de comprenderte y de conoc No fue sencillo, pero agradezco que tuvi a que Dios me lo ensefiara y me diera e haberme amado con el amor incondici admirando la gran obra maestra de la cr Deseo, con todo mi corazén, que Di dote en todos tus suefios; porque eres un; sabido sacrificarse tanto por los que ama, amat. Eres el regalo mds extraordinario que disfruto, después de veintinueve afios d sido y es una de las bendiciones que mi esforzada, valiente, y la fe sencilla que aunque a veces, no la entiendo, me sorp Gracias, por enriquecerme con tus dicho, tu gozo y alegria hacen que la vi entretenida. Agradezco sinceramente q esposo. ;Qué bueno que fui perseverant luchando para hacerte feliz. Que esta nueva etapa de tu vida se: frutes tanto o més que las anteriores. Qui de nuestros hijos, Frances y Rey, te Ilene que has hecho tu tarea, mientras estuvie jTe amo tanto...! > Casa Creacién estan disponibles a un precio > mayoreo para promociones de ventas, ofertas snder necesidades educativas. Para més informa- 600 Rinehart Road, Lake Mary, Florida, 32746; 7117 en Estados Unidos. pot Rey FE Matos Serrano edia de este libro ni de partes del mismo en forma hivado en un sistema o transmitido de manera electrénico, mecdnico, fotocopia, grabacién u 0 de la casa editora, con excepcién de lo previsto tor en los Estados Unidos de América. trario, el texto biblico ha sido tomado de la ver- iedades Biblicas en América Latina; © renovado as. Utilizado con permiso. Reina-Valera 1960™ merican Bible Society, y puede ser usada sola- in vel Uno, Inc. Matos Serrano Jumber: 2006925948 84-4 : de América $4 DEDICATORIA bi A mi amada esposa Mildred. Gracias, por «exigirme» escribir este libro... Gran parte de la revelacién biblica que plasmé en estas paginas la recibi observando- te, tratando de comprenderte y de conocer la naturaleza de la mujer. No fue sencillo, pero agradezco que tuvieras la paciencia de esperar a que Dios me lo ensefiara y me diera entendimiento. Gracias, por haberme amado con el amor incondicional de Dios. Ahora vivo admirando la gran obra maestra de la creacién. Deseo, con todo mi coraz6n, que Dios te bendiga, complacién- dote en todos tus suefios; porque eres una mujer maravillosa que ha sabido sacrificarse tanto por los que ama, veo a Dios en tu forma de amar. Eres el regalo mas extraordinario que Dios me ha dado; que atin disfruto, después de veintinueve afios de casados. Tu compafiia ha sido y es una de las bendiciones que me fortalecen cada dia. Eres esforzada, valiente, y la fe sencilla que posees me bendice mucho; aunque a veces, no la entiendo, me sorprenden los resultados. Gracias, por enriquecerme con tus frutos. Como siempre he dicho, tu gozo y alegria hacen que la vida se haga mds llevadera y entretenida. Agradezco sinceramente que me hayas aceptado por esposo. ;Qué bueno que fui perseverante hasta lograr el si! Seguiré luchando para hacerte feliz. Que esta nueva etapa de tu vida sea muy especial. Que la dis- frutes tanto o mas que las anteriores. Que la salida de nuestro hogar de nuestros hijos, Frances y Rey, te Ilene de satisfaccién por lo bien que has hecho tu tarea, mientras estuvieron y te necesitaron. jTe amo tanto...! Capitulo 1 Las diferencias entre el hombre y la Capitulo 2 La cultura familiar ........---.- Capitulo 3 Se repite la historia........+.+55 Capitulo 4 La creacién de la mujer ......--- Capitulo 5 Con ella, Dios sellé la creacién. . . . Capitulo 6 La guerra de Satands contra la muj 4 CONTENIDO Capitulo 1 Las diferencias entre el hombre y la mujer........-- 23 Capitulo 2 La cultura familiar saben que existe, pero que, lamentable- las parejas que los rodean. jEntiéndanlo! ese lugar, si no comprenden el plan de Je fe, los animo a que crean con todas sus ras, la Palabra de Dios, a que quieran velado en la Biblia. Si no han tenido la gnas de imitar, que caminan en los prin- s cielos, pues traten de caminar por un > Dios trazé desde el principio, que ya no nino abandonado. jSean atrevidos!; sabe edes, muchos querrdn seguirlos. 4 CapiTULo 1 pe LAS DIFERENCIAS ENTRE EL HOMBRE Y LA MUJER LAS DIFERENCIA) EL HOMBRE Y H: descubierto, en mis afios de cq que la mayor dificultad que existe dera y profunda comunién en la pareja ¢ za de cada cual. La lucha mas grande qué mujeres, han sostenido es lidiar con sus § mente lo que més irritabilidad ha traido } actitudes que muchas veces se desarrolla “4 CapituLo 1 p& LAS DIFERENCIAS ENTRE EL HOMBRE Y LA MUJER H e descubierto, en mis afos de consejeria matrimonial, que la mayor dificultad que existe para lograr una verda- dera y profunda comunién en la pareja es entender la naturale- za de cada cual. La lucha mds grande que, tanto hombres como mujeres, han sostenido es lidiar con sus diferencias. Es precisa- mente lo que mis irritabilidad ha trafdo a la relacién. Segtin las actitudes que muchas veces se desarrollan a causa de ellas, parece que Dios se hubiera equivocado. ;No sera que hay una sabiduria tan extraordinaria que estd lejos de nuestro entendimiento? La Biblia dice: LA MUJER, EL SELLO DE LA CREACION «Porque mis pensamientos no son vuestros pensa- mientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehovd. Como son mds altos los cielos que la tierra, ast son mis caminos mds altos que vuestros cami- nos, y mis pensamientos mds que vuestros pensa- mientos» (Isatas 55:8-9), Me Ilamaron mucho la atencién las palabras de la Madre Teresa de Calcuta, refiriéndose a la diferencia entre el hombre y la mujer. Veamos: Queridos amigos: Estoy pidiendo la bendicién de Dios para todos aquellos que estdn tomando parte de la IV Conferencia de la mujer, en Beijing. Espero que esta ayude a todo el mundo a conocer, amar y res- petar el lugar especial de las mujeres en el plan divino, de manera que puedan cumplirlo en sus vidas, Por qué nos hizo Dios a unos, hombres y a otras, mujeres? No entiendo por qué algunas perso- nas dicen que la mujer y el hombre son exactamen- te lo mismo y niegan las bellas diferencias entre ambos. Todos los dones de Dios son buenos, pero no todos son iguales, A menudo, digo a las personas que me dicen que ellos quisieran servir a los pobres como yo lo hago: “Lo que yo hago tu no lo puedes hacer, y lo que ti haces yo no lo puedo hacer. Pero, oH 24 Be Las diferencias entre el hombyel juntos, podemos hacer algo bello sucede, también, con las diferencia hombres. hombres y a otras, mujeres? Porgy mujer es una imagen del amor de | del hombre es otra imagen del amo: son creados para amar, pero caq manera diferente. Mujer y homb entre si, y, juntos, muestran el a plenamente que cualquiera de los jQué hermosa visién tan bien integ) do con los ojos de Dios. Nunca ser say connotacién de queja) por qué Dios hizo} Es, precisamente, la actitud que nos lleva laci6n. Debemos tratar de entender la ol EL SELLO DE LA CREACION nsamientos no son vuestros pensa- estros caminos mis caminos, dijo mm mds altos los cielos que la tierra, inos mds altos que vuestros cami- amientos mds que vuestros pensa- 55:8-9). ho la atencién las palabras de la Madre iéndose a la diferencia entre el hombre y $2 do la bendicién de Dios para todos stdin tomando parte de la IV la mujer, en Beijing. Espero que lo el mundo a conocer, amar y res- special de las mujeres en el plan era que puedan cumplirlo en sus 9s hizo Dios a unos, hombres y a Vo entiendo por qué algunas perso- mujer y el hombre son exactamen- niegan las bellas diferencias entre s dones de Dios son buenos, pero no s. A menudo, digo a las personas e ellos quisievan servir a los pobres : “Lo que yo hago ti no lo puedes u haces yo no lo puedo hacer. Pero, oH 24 Ye Las diferencias entre el hombre y la mujer juntos, podemos hacer algo bello para Dios.” Ast sucede, también, con las diferencias entre mujeres y hombres. Dios ha creado a cada uno de nosotros, a cada ser humano, para cosas muy grandes, para amar y para ser amado. Pero spor qué nos hizo a algunos, hombres y a otras, mujeres? Porque el amor de la mujer es una imagen del amor de Dios. Y el amor del hombre es otra imagen del amor de Dios. Ambos son creados para amar, pero cada uno de una manera diferente. Mujer y hombre se completan entre st, y, juntos, muestran el amor de Dios mds plenamente que cualquiera de los dos, solo. {Qué hermosa visién tan bien integrada! Esto es ver lo crea- do con los ojos de Dios. Nunca serd sabio «cuestionar» (con la connotacién de queja) por qué Dios hizo las cosas como las hizo. Es, precisamente, la actitud que nos llevard a alejarnos de la reve- lacién. Debemos tratar de entender la obra de Dios y sus propé- sitos, buscando aceptar el orden dado por El (no por los hom- bres); obedecer ese orden, o sea, caminar en él, para, entonces, poder discernir entre lo que Dios quiso hacer y el camino que la humanidad ha tomado. La Madre Teresa continua diciendo: Dios nos dijo: “Ama a tu préjimo como a ti mismo”. Entonces, primero debo amarme yo mismo correcta- mente y, luego, amar a mi vecino de igual manera. 34 25 Me LA MUJER, EL SELLO DE LA CREACION éPero como puedo amarme a mi mismo, a menos que me acepte como fui creado por Dios? Aquellos que niegan las bellas diferencias entre hombres y mujeres no se estdn aceptando a st mismos como Dios los creé, y, por lo tanto, no pueden amar a su projimo. Ellos solamente traerdn al mundo divi- sion, tristeza y destruccién de la paz. Por ejemplo, como he dicho con frecuencia, en el mundo de hoy, el aborto es el mayor destructor de la paz; y aque- los que quieren borrar las diferencias entre muje- res y hombres estan todos a favor de él. Definitivamente, lo tinico que provocard el no entender el plan de Dios es desilusién, caos, anarquia, desorden y confu- sién, tristeza y hostilidad, odio e incomprensién, maltrato y humillacién. En fin, todo lo contrario a lo que Dios quiso. Todo, por causa del pecado, por querer tomar el camino de nuestra voluntad, por querer experimentar con lo prohibido, por el deseo de independizarnos de Dios. La ciencia lo confirma La misma ciencia ha descubierto y confirmado que no hay com- paracién entre hombre y mujer. Somos muy diferentes, aun en nuestra fisiologfa. Son muy interesantes los descubrimientos cientificos que revelan la manera en que las mujeres funcionan cerebralmente, en comparacién con los hombres. M26 Ke El siguiente es un informe cientifico i Carey; veamos: El hombre y la mujer, efed modo diferente.’ Las diferencias entre el hombre en lo que a anatomia del cerebro s¢ El cerebro esta constituido, por dos tipos de tejido, denomir gris y materia blanca. Esta nueva nos revela que los hombres piensa| materia gris, y las mujeres, con investigadores enfatizaron el he dos sexos piensen de forma difere para nada, su desempefio intelect El profesor de psicologia Richal Universidad Irvine, de Californig investigaci6n, junto con col Universidad de Nuevo México. mientos muestran que, comtinme bres tienen cerca de 6.5 veces la materia gris relacionada con la i general, en comparacién con las tras que ellas poseen casi 10 veces | materia blanca vinculada con la i relacién con los hombres. cién humana (énfasis por el autor, “4 27 We EL SELLO DE LA CREACION edo amarme a mt mismo, a menos como fui creado por Dios? Aquellos bellas diferencias entre hombres y estdn aceptando a si mismos como por lo tanto, no pueden amar a su solamente traerdn al mundo divi- destruccion de la paz. Por ejemplo, con frecuencia, en el mundo de hoy, mayor destructor de la paz; y aque- n borvar las diferencias entre muje- stn todos a favor de él. lo Unico que provocard el no entender el usién, caos, anarquia, desorden y confu- idad, odio e incomprensién, maltrato y todo lo contrario a lo que Dios quiso. pecado, por querer tomar el camino de - querer experimentar con lo prohibido, endizarnos de Dios. irma escubierto y confirmado que no hay com- e y mujer. Somos muy diferentes, aun en n muy interesantes los descubrimientos _la manera en que las mujeres funcionan iparacién con los hombres. Las diferencias entre el hombre y la mujer EI siguiente es un informe cientifico presentado por Bjorn Carey; veamos: El hombre y la mujer, efectivamente, piensan de modo diferente.’ De acuerdo con un nuevo estudio, el hombre y la mujer, en efecto, piensan distinto; al menos, en lo que a anatomia del cerebro se refiere. El cerebro est4 constituido, principalmente, por dos tipos de tejido, denominados materia gris y materia blanca. Esta nueva investigacién nos revela que los hombres piensan més con su materia gris, y las mujeres, con la blanca. Los investigadores enfatizaron el hecho de que los dos sexos piensen de forma diferente no afecta para nada, su desempeiio intelectual. El profesor de psicologia Richard Haier, de la Universidad Irvine, de California, condujo la investigacion, junto con colegas de la Universidad de Nuevo México. Sus descubri- mientos muestran que, comunmente, los hom- bres tienen cerca de 6.5 veces la cantidad de materia gris relacionada con la inteligencia, en general, en comparacién con las mujeres; mien- tras que ellas poseen casi 10 veces la cantidad de materia blanca vinculada con la inteligencia, en relacién con los hombres. «Estos descubrimientos sugieren que la evolu- cién humana (€nfasis por el autor, quien expresa: “A 27 Ke LA MUJER, EL SELLO DE LA CREACION «Creo que esta diferencia fue planificada por la inteligencia divina y no un accidente de la evo- lucién») ha creado dos tipos diferentes de cere- bro, disefiados para un comportamiento inteli- gente de igualdad», dijo Haier. Los resultados estan explicados, en detalle, en la versién on-line de la revista Neurolmage. En el cerebro huma- no, la materia gris representa centros de procesa- miento de informacién; mientras que la blanca trabaja para enlazarlos, termina el articulo. jGloria a Dios! Me gozo cuando la ciencia descubre las maravillas del disefio de la creacién. No sé cudntos se detuvie- ron a meditar en las palabras de este cientifico, cuando dijo: «disefiados para un comportamiento inteligente de igualdad». Sin embargo, descubrieron cudn diferente procesan las mujeres todas las cosas, comparado con los hombres. Ellas tienen la habilidad, por disefio, de ver todas las cosas en conjunto, por- que la parte de su cerebro que utilizan més es la regién blanca, que es la que «enlaza». En otras palabras, ellas tienden a «enlazarlo todo», a ver todo como un conjunto. Se les hace muy dificil «separar una cosa de la otra». Por eso, en discusiones con sus esposas, muchos hombres las critican, diciendo: Mujer, :qué tiene que ver una cosa con la otra? ;Sefores, pedirles que lo separe va en contra de su naturaleza! Podrian hacerlo, pero se les va a hacer muy dificil. No me refiero a conductas aprendidas, sino a la forma natural de ser, por disefio. Pedirle a alguien que responda diferente a su forma natural de ser podria ser atropellante. 28 Ke Las diferencias entre el hombre | A veces les digo, bromeando, a algun sejo: —,Sabes cudl es el problema mayor q —;Cudl? —me preguntan, como si ta «magica». aceptar a nuestras esposas como son y amal do que «Dios nos hizo distintos, para co ese complemento sélo es efectivo, si apre valorar nuestras particulares y respectivas | las virtudes propias de cada sexo. Al unir rencias, seremos mucho més poderosos| solos, lo cual Dios dijo que «no era buend La sabidurfa esta en que los hombres ¢ der cémo piensan, sienten y actiian fas mujeres hagan lo mismo. Nos vamos ¢ punto, en medio del camino; él, tratando de las mujeres y ella, al de los hombres. deba producirse una feminizacién, ni en cién, que es lo que parece sugerir la socied convirtamos en personas sabias, que con sexo opuesto. La forma més efectiva de la} mucha atencién, sin defensivas ni arg parezca ridiculo lo que oimos, sin sentido} est4 en callar y escuchar, callar y escuch; que algo que oigamos en algiin momento EL SELLO DE LA CREACION | diferencia fue planificada por la yina y no un accidente de la evo- ado dos tipos diferentes de cere- para un comportamiento inteli- dad», dijo Haier. Los resultados s, en detalle, en la versién on-line leurolmage. En el cerebro huma- sris representa centros de procesa- srmacidén; mientras que la blanca lazarlos, termina el articulo. fe gozo cuando la ciencia descubre las te la creacién. No sé cudntos se detuvie- palabras de este cientifico, cuando dijo: ymportamiento inteligente de igualdad». eron cudn diferente procesan Jas mujeres arado con los hombres. Ellas tienen la de ver todas las cosas en conjunto, por- bro que utilizan mds es la regién blanca, -ellas tienden a «enlazarlo todo», a ver ito. Se les hace muy dificil «separar una >, en discusiones con sus esposas, muchos iciendo: Mujer, :qué tiene que ver una cosa vedirles que lo separe va en contra de su cerlo, pero se les va a hacer muy dificil. uctas aprendidas, sino a la forma natural irle a alguien que responda diferente a su odrfa ser atropellante. 4 28 fe Las diferencias entre el hombre y la mujer A veces les digo, bromeando, a algunos hombres que acon- sejo: —,Sabes cual es el problema mayor que tienes? —;Cudl? —me preguntan, como si fuera a darle la respues- ta «magica», —Que estas casado con una mujer; —queriéndoles decir, obviamente, que las dificultades que estan teniendo son muy naturales; que los conflictos desaparecerian, si decidiéramos aceptar a nuestras esposas como son y amar la diferencia, creyen- do que «Dios nos hizo distintos, para complementarnos»; que ese complemento sdlo es efectivo, si aprendemos a apreciar y a valorar nuestras particulares y respectivas «formas de ser», 0 sea, las virtudes propias de cada sexo. Al unir y armonizar esas dife- rencias, seremos mucho més poderosos que si estuviésemos solos, lo cual Dios dijo que «no era bueno». La sabiduria esté en que los hombres se interesen por apren- der cémo piensan, sienten y actian las mujeres; y en que las mujeres hagan lo mismo. Nos vamos a encontrar en algun punto, en medio del camino; él, tratando de acercarse al mundo de las mujeres y ella, al de los hombres. No creo que en ellos deba producirse una feminizacién, ni en ellas una masculiniza- cién, que es lo que parece sugerir la sociedad actual; sino que nos convirtamos en petsonas sabias, que conocen la naturaleza del sexo opuesto. La forma mas efectiva de lograrlo es escuchar con mucha atencidén, sin defensivas ni argumentos. Aunque nos parezca ridiculo lo que oimos, sin sentido e ilégico, la sabiduria esta en callar y escuchar, callar y escuchar, creyendo, «por fe», que algo que oigamos en algiin momento nos va a hacer «click», 24 29 Be LA MUJER, EL SELLO DE LA CREACION y lograremos enterider por qué piensa o actuia asi. Hasta podrias hacer una oracién, en el silencio de tu interior, mientras escu- chas a tu cényuge, pidiéndole al Espiritu Santo que te revele lo que no logras percibir 0 concebir en tu entendimiento. Luego que lo(a) entiendas, podrds respetar lo diferente que ella (él) es, y se te hard mucho mds facil incorporar a tu vida las «cualidades particulares» de tu cényuge. A 30 He 4 CAPITULO LA CULTUR FAMILIAR EL SELLO DE LA CREACION por qué piensa o acttia asi. Hasta podrias el silencio de tu interior, mientras escu- iéndole al Espiritu Santo que te revele lo o concebir en tu entendimiento. itiendas, podrds respetar lo diferente que mucho més facil incorporar a tu vida las s» de tu cényuge. 4 30 He 4 CAPITULO 2 & LA CULTURA FAMILIAR 4 CaPiTULO LA CULTURA FA L: cultura familiar tendrd un impac| nifies, con respecto al desarrollo mujer. Necesito hablar de mi trasfondo fai medida, fue lo que molded mi visién so nos roded, desde nuestra nifiez, creé lo: hicieron conceptuarla, segtin la vimos fu vamos cémo fue tratada. Esos ambientes machistas 0 matriarc: podrian determinar el lugar que la muj vidas de adulto. Quiero aclarar, antes de comenzar a aunque aqui hago memoria de situaci 33 We $4 CAPiTULO 2 p> LA CULTURA FAMILIAR L: cultura familiar tendra un impacto significativo en los nifios, con respecto al desarrollo de su concepto de la mujer. Necesito hablar de mi trasfondo familiar, porque, en gran medida, fue lo que molded mi visién sobre ella. La cultura que nos rode6, desde nuestra nifiez, cred los paradigmas que nos hicieron conceptuarla, segiin la vimos funcionar y segiin obser- vamos cémo fue tratada. Esos ambientes machistas 0 matriarcales en que nos criamos podrian determinar el lugar que la mujer ocupard en nuestras. vidas de adulto. Quiero aclarar, antes de comenzar a describir mi nifiez, que, aunque aqui hago memoria de situaciones muy dolorosas y oH 33 LA MUJER, EL SELLO DE LA CREACION vergonzosas de mi vida familiar, sobre todo, en la relacién con mi padre, Dios ha hecho maravillas restaurando nuestros cora- zones. Hoy dia, puedo decir de él que es un buen padre; amo- roso, carifioso y expresivo. Ha asumido responsabilidad sobre sus errores y ha pedido perdén. Uno de los frutos que provocé el primer libro que escribi, titulado Sefor, que mis hijos te amen, fue que cuando mi papa lo leyd, me Hamé, profundamente conmovido, y me pidié perdén. Me expresé lo mucho que me amaba, que lamentaba mucho la manera en que se habia comportado conmigo. Nuestra relacién es excelente y testifico que me siento sano y restaurado por él. Ahora bien, con el fin de ilustrar cudn profundamente afec- tan nuestro comportamiento adulto las situaciones vividas en la infancia, tengo que hablar de ese pasado. Es increible como esas experiencias pueden influir en nuestras actitudes hacia la vida y hacia las personas mas importantes de nuestro hogar actual. Aun repetimos patrones de conducta de nuestros padres que hemos aborrecido. Veamos: La formacién de mi nifez Recuerdo haber visto llegar a mi casa a mi papa, en general, tarde o de noche. Era de temperamento colérico, poco afec- tuoso, poco comunicativo y muy estricto. Como era militar y estaba acostumbrado a ejercer autoridad, se airaba con mucha facilidad, si alguno de nosotros no le obedeciamos inmediata- mente. Le teniamos algo de miedo. La cultura familiay El establecié en nuestro hogar, probablep ta, un régimen militar. Teniamos que vestir ¢ es decir, siempre limpios, con los Zapatos | chada. Nuestras habitaciones tenian que tud, siempre que se aplique con mucho amo} Como los primeros afios de casados mi campamento militar, mi mama se acostu absorbié gran parte de aquella «idiosincrasi] casi una extension de aquella base militar, a nos mudado a la «civilizacién normal». Al principio, mi papé era carifioso y al; Yo disfrutaba mucho aquellas pocas veces ¢ manifestacién de afecto de su parte. No dij Si mal no recuerdo, creo que la ultima algtin acercamiento de afecto con él fue co| afios, aproximadamente. Corri hacia él paral mente mientras estaba sentado en su silléng siento la palma de su mano en mi pecho ef mente. jEn su rostro se mostraba tanto eng dome: «Nunca més vuelvas a hacer eso». Los machos no abrazan a los ma: Yo estaba confundido, porque no sabia a q Pensé que, quizas, lo habia golpeado con cuenta. Le pregunté: “435 EL SELLO DE LA CREACION a familiar, sobre todo, en la relaci6n con tho maravillas restaurando nuestros cora- ) decir de él que es un buen padre; amo- sivo. Ha asumido responsabilidad sobre > perdén. que provocé el primer libro que escribi, : hijos te amen, fue que cuando mi papa lo 1damente conmovido, y me pidié perdén. que me amaba, que lamentaba mucho la ‘a comportado conmigo. Nuestra relacién _que me siento sano y restaurado por él. | fin de ilustrar cudn profundamente afec- miento adulto las situaciones vividas en la blar de ese pasado. Es increible cémo esas afluir en nuestras actitudes hacia la vida y 4s importantes de nuestro hogar actual. nes de conducta de nuestros padres que amos: mi nifez llegar a mi casa a mi papa, en general, a de temperamento colérico, poco afec- ativo y muy estricto. Como era militar y a ejercer autoridad, se airaba con mucha e nosotros no le obedeciamos inmediata- lgo de miedo. M34 be La cultura familiar El establecié en nuestro hogar, probablemente sin darse cuen- ta, un régimen militar. Tenfamos que vestir de «punta en blanco», es decir, siempre limpios, con los zapatos lustrados y la ropa plan- chada. Nuestras habitaciones tenian que estar ordenadas como «barracas militares». Todo en su lugar y derechito, cosa que no cti- tico. Creo que ser estricto 0, mejor dicho, disciplinado, es una vir- tud, siempre que se aplique con mucho amor, ternura y paciencia. Como los primeros afios de casados mis padres vivian en un campamento militar, mi mamé se acostumbré al ambiente y absorbié gran parte de aquella «idiosincrasia». Todo el hogar era casi una extension de aquella base militar, atin después de haber- nos mudado a la «civilizaci6n normal». Al principio, mi papa era carifioso y algo jovial con nosotros. Yo disfrutaba mucho aquellas pocas veces que observaba alguna manifestacién de afecto de su parte. No duré mucho tiempo... Si mal no recuerdo, creo que la ultima vez que de nifio tuve algtin acercamiento de afecto con él fue como a los cinco o seis afios, aproximadamente. Corrf hacia él para abrazarlo sorpresiva- mente mientras estaba sentado en su sillén; cuando, de repente, siento la palma de su mano en mi pecho empujandome brusca- mente. jEn su rostro se mostraba tanto enojo! Me grité, dicién- dome: «Nunca mas vuelvas a hacer eso». Los machos no abrazan a los machos Yo estaba confundido, porque no sabia a qué respondia tanta ira. Pensé que, quizds, lo habia golpeado con mis zapatos, sin darme cuenta. Le pregunté: 35 LA MUJER, EL SELLO DE LA CREACION — Qué pasd, qué te hice? Para mi sorpresa, esta fue su respuesta: —jLos machos no abrazan a los machos! Ustedes no pueden imaginar cudn humillante fue para mi aquella contestacién. Jams volvi a intentarlo, nunca mas quise acercarme a él para darle afecto. Desde ese momento, él se con- virti6 en la ultima persona que yo hubiese querido imitar. Disfrutaba cuando lo vefa con algun gesto amoroso hacia mi madre, pero fue menguando rdpidamente y se convirtid en un hombre hurafo, regafién, malhumorado y hostil con todos nosotros; pero, sobre todo, con mi mama. Su concepto de la mujer era extrafio y tal parecia que tenia algtin tipo de prejuicio hacia ellas. Digo esto, porque recuerdo haberlo escuchado hacer comentarios despectivos hacia los hombres que eran carifiosos con sus esposas. Criticaba a sus propios amigos militares, cuando mostraban publicamente acercamientos romanticos hacia sus esposas. Decia: «Sabe Dios, si cuando llegan a la casa, las encajan en el pufio. Aqui, delante de todo el mundo, los ves: «cuchi cuchi»; pero en sus casas, lo més seguro, las estrujan todas». 3Es ridiculo ser romantico? Daba la impresién de que ese tipo de trato carifioso, romantico, de halagos, deferente, de respeto hacia la mujer casada era ridi- culo, a los ojos de los «hombres», Aclaro, mujer casada; porque cuando se trataba de mujeres solteras, no faltaban las lisonjas y “4 36 We La cultura familig piropos. Algo, en mi interior, no estaba q sentirlo, pero lo escuchaba de la persona q Jo que era ser hombre y esposo. Las cosas comenzaron a complicarse < hacian cada vez mas frecuentes. Mi mad a dia. Se deprimié y comenzé a proyectall tra nosotros, los hijos. Se torné agresiva yi dante con nosotros. Mi hermano mayor evitaba estar eq pasaba todo el tiempo encerrada en su pequefio, curioseaba durante las discusig verlos pelear. Analizaba y pensaba mu¢ veces, juzgaba en mi interior quién la § podido evitarse esa situacién. En mi mud sumergia en la tristeza. Me hice solitario, Recuerdo que, en una de esas acalo mis padres, decidf abrir el armario donde altar de estatuas religiosas; este nunca me tan nervioso y temeroso que decid{ arrod figuras y rogué que ayudaran a mis padi refit, Me daba temor porque ya mi mat de querer suicidarse, cuando los proble ficaban. En una ocasién, mi papd se puso de mamié tardé en salir de la casa y subir al co del reloj, como «buen militar», y, la demora. “37 Ve EL SELLO DE LA CREACION te hice? esta fue su respuesta: » abrazan a los machos! 0 imaginar cudn humillante fue para mi Jamas volvi a intentarlo, nunca mds quise le afecto, Desde ese momento, él se con- persona que yo hubiese querido imitar. . veia con algtin gesto amoroso hacia mi guando rapidamente y se convirtié en un afién, malhumorado y hostil con todos todo, con mi mama. | mujer era extrafio y tal parecia que tenfa io hacia ellas. Digo esto, porque recuerdo acer comentarios despectivos hacia los rifiosos con sus esposas. Criticaba a sus itares, cuando mostraban publicamente ticos hacia sus esposas. Decia: «Sabe Dios, casa, las encajan en el pufio. Aqui, delante s ves: «cuchi cuchi»; pero en sus casas, lo an todas». omantico? que ese tipo de trato carifioso, romantico, , de respeto hacia la mujer casada era ridi- chombres». Aclaro, mujer casada; porque mujeres solteras, no faltaban las lisonjas y 4 36 be La cultura familiar piropos. Algo, en mi interior, no estaba de acuerdo; me impedia sentirlo, pero lo escuchaba de la persona que eta mi «modelo» de lo que era ser hombre y esposo. Las cosas comenzaron a complicarse en mi casa. Las peleas se hacian cada vez mas frecuentes. Mi madre perdia el control dia a dia. Se deprimié y comenzé6 a proyectar sus frustraciones con- tra nosotros, los hijos. Se tornd agresiva y excesivamente deman- dante con nosotros. Mi hermano mayor evitaba estar en la casa. Mi hermana pasaba todo el tiempo encerrada en su habitacién; y yo, el mas pequefio, curioseaba durante las discusiones. Me escondia para verlos pelear. Analizaba y pensaba mucho en sus razones. A veces, juzgaba en mi interior quién la tenia, y como hubiera podido evitarse esa situacién. En mi mucho pensar y pensar, me sumergia en la tristeza. Me hice solitario, retrafdo y timido. Recuerdo que, en una de esas acaloradas discusiones entre mis padres, decidi abrir el armario donde mi mama guardaba un altar de estatuas religiosas; este nunca me agradé, pero me sentia tan nervioso y temeroso que decidi arrodillarme ante todas esas figuras y rogué que ayudaran a mis padres, que terminaran de refiir. Me daba temor porque ya mi mama habia dado indicios de querer suicidarse, cuando los problemas entre ellos se intensi- ficaban. En una ocasidén, mi papa se puso de mal humor porque mi mamé tardé en salir de la casa y subir al auto. El era un neuréti- co del reloj, como «buen militar», y, tan pronto ella entrd, comenzé a gritarle insultos, a acusarla y a culparla de ocasionar la demora. oH 37 We LA MUJER, EL SELLO DE LA CREACION Total, creo que era una actividad social, a la que me patecia de poca importancia llegar algo tarde. En el pico de la discu- sidn, gritando, él golped el volante del auto con el pufio, mien- tras nosotros saltabamos, internamente, por el nerviosismo y el temor que nos provocaban esas reacciones violentas. Mi madre no pudo soportar més y decidié abrir la puerta y se lanzé a la carretera, cuando el auto marchaba velozmente ;Se pueden imaginar el panico que nos embargé? Los vehiculos que venian detras tuvieron que desviarse. Mi padre detuvo el auto, corrié para levantarla de la carretera, toda ensangrentada. La trajo a fuerza de gritos y la arrojé dentro. Esto es, en resumen, una idea general del ambiente de mi «hogar» de infancia. Una novia que refresca el ambiente Mis padres se mudaron a otra ciudad en Puerto Rico, y cuando llegué a la nueva escuela, conoci a Mildred. Ella se hizo mi mejor amiga. Me ayudé a olvidar un poco lo dificil del ambien- te en mi familia. Su madre me amé desde que me conocid; bueno, en realidad, ella es asf, con todo el mundo. La alegria de Mildred y su simpatia me cautivaron. Inevitablemente, me fijé en ella y comencé a pretenderla. Fue extremadamente dificil. Me mataba con el asunto de que yo era como el hermano que nunca tuvo, pero «nacarile del oriente», queriendo decir: «nada que ver conmigo, como novio». Finalmente logré, después de dos largos afios, que ella me aceptara. Nos llevabamos muy bien y todo parecia de maravilla. Mi familia la amaba. Eramos el centro de los bailes; en fin, nos oM 38 Ke La cultura familia disfrutébamos mucho. Pero «algo terrib], jovenes cristianos fueron con miisica a de entonces, busqué todas las estrategias B taba a bailes; y nada. Trataba de inventar a| tos; y nada. No parecia funcionar ningun} ocurrié ponerla a decidir entre Cristo 0 y¢ tivado bastante su corazén. Su respuesta f —Rey, estoy enamorada de ti y yo es me contigo, pero, aunque se me destroce escojo a Cristo. Yo no dejaré a Cristo por —No hay que ser tan drdstico —le co gar a un acuerdo, podemos negociar el as De ahi en adelante, comencé a visit mente, hasta que no pude més. Mildr tanto de Dios, que, por primera vez en me a Cristo, Ella habia creado en mi hag también queria conocer al Espiritu Santo) Conoei a Cristo. Experimenté su podé que me entregué a El con todas mis fuerg 3Qué sabes ti de lo que es estar ¢ Nos graduamos en la universidad e, in! niqué a mi padre que queria casarme con. la primera vez que hablé con él del tema, § 4 39 EL SELLO DE LA CREACION una actividad social, a la que me parecia legar algo tarde. En el pico de la discu- 6 el volante del auto con el pufio, mien- »s, internamente, por el nerviosismo y el ban esas reacciones violentas. Mi madre y decidié abrir la puerta y se lanz6 a la uto marchaba velozmente ;Se pueden - nos embargé? Los vehiculos que venian sviarse. Mi padre detuvo el auto, corridé arretera, toda ensangrentada. La trajo a oj6 dentro, Esto es, en resumen, una idea le mi «hogar» de infancia. resca el ambiente 1a otra ciudad en Puerto Rico, y cuando tela, conoci a Mildred. Ella se hizo mi 6 a olvidar un poco lo dificil del ambien- madre me amé desde que me conocid; a es asi, con todo el mundo. ‘ildred y su simpatia me cautivaton. ijé en ella y comencé a pretenderla. Fue |, Me mataba con el asunto de que yo era nunca tuvo, pero «nacarile del oriente», A que ver conmigo, como novio». después de dos largos afios, que ella me 10s muy bien y todo parecia de maravilla. ‘ramos el centro de los bailes; en fin, nos “4 38 be La cultura familiar disfrutabamos mucho. Pero «algo terrible ocurrid»: un grupo de jovenes cristianos fueron con miisica a la escuela, a predicar a Cristo. Mildred fue con sus amigas a bailar los «coritos» evangé- licos y terminé convirtiéndose a Cristo. Fue la peor noticia que me habia dado, desde que nos habfamos hecho novios. A partir de entonces, busqué todas las estrategias para disuadirla. La invi- taba a bailes; y nada. Trataba de inventar algo a la hora de los cul- tos; y nada. No parecfa funcionar ninguna idea, hasta que se me ocurrié ponerla a decidir entre Cristo 0 yo, pues crefa haber cau- tivado bastante su corazén. Su respuesta fue la siguiente: —Rey, estoy enamorada de ti y yo estaria dispuesta a casar- me contigo, pero, aunque se me destroce el corazén de dolor, yo escojo a Cristo. Yo no dejaré a Cristo por nada ni por nadie. —No hay que ser tan drastico —le contesté—, podemos lle- gar a un acuerdo, podemos negociar el asunto. De ahi en adelante, comencé a visitar la iglesia ocasional- mente, hasta que no pude mas. Mildred se habfa enamorado tanto de Dios, que, por primera vez en mi vida, deseé convertir- me a Cristo, Ella habfa creado en mi hambre y sed de Dios. Yo también queria conocer al Espiritu Santo. Conoci a Cristo. Experimenté su poder y su amor a tal grado que me entregué a El con todas mis fuerzas. 2Qué sabes tu de lo que es estar enamorado? Nos graduamos en la universidad e, inmediatamente, le comu- niqué a mi padre que queria casarme con Mildred. Recuerdo que la primera vez que hablé con él del tema, se rid de tal manera que M39 be LA MUJER, EL SELLO DE LA CREACION me parecié que se burlaba. ;Qué extrafio! En esa oportunidad, me senti inc6modo de hablar del amor hacia una mujer. Mi padre, «ejemplo de hombria», me preguntaba, con una sonrisa entre burlona y molesta: «;Qué sabes tti de lo que es estar ena- morado?». Traté de contestarle, y, en efecto, me atrevi ser enfa- tico. Parece que se dio cuenta de que era en serio, de modo que me tespondié asi: «De acuerdo, si has decidido enamorarte y casarte, oye bien el consejo que te voy a dar: A las mujeres hay que tratarlas asf (y, con el puso derecho, golped su otra mano abierta). Hay que mantenerlas bajo el pufio, porque les das un poquito, y quieren tomarlo todo. Si te descuidas, se quedan con todo y te sientan en el batil», Imaginense qué decepcidn sufti cuando, esperando escu- char un buen consejo, me topo con tal «recomendacién». Obviamente, en mi corazén, lo rechacé. Juré en mi interior que jams seria como él. Prometi que nunca lo imitaria, aun- que a él no le agradara mi forma de ser; aunque mi estilo de tratar a mi esposa no cumpliera con su «estandar de lo que es ser hombre». Recuerdo que mi padre me acompafié al banco, para abrir mi primera cuenta. Cuando el banquero me pregunté a qué nombre se abrirfa la cuenta, le dije que al mio y al de la que seria pronto mi esposa. Mi padre se molesté y me criticé por incluirla, Seguin él, «era darle demasiada autoridad, demasiada libertad», 4 40 Pe La cultura familiap Mi relacién con mi esposa Ya ejercla como pastor del Minist Catacumbas, cuando decidimos casarno nuestra relacién. Nuestros pastores nos d En fin, todo nos iba a salir bien. Comencé a trabajar, al mes de gradug excelentemente que decidi adelantar la en el pueblo a donde me habia mudadg Nos casamos bajo bendiciones, arropai Dios nos utilizaria para abrir una obra, ¢ congregacién en ese pueblo del centro dj Al cabo de unos tres o cuatro meseg Fue sorprendente como, en tan poco ti surgia. Eramos dedicados y sacrificadot fuera extender el reino de Dios y ser fiel] Mildred, mi esposa, se desprendié df de amistades para acompafiarme en la a No habia duda de que me amaba y € representaba un hombre en quien podi mis promesas de hacerla feliz. Me crefa, za me escuchaba decir que nuestro hogé Nuestros hogares de infancia eran hogaf «haria la diferencia». EL SELLO DE LA CREACION aba. ;Qué extrafio! En esa oportunidad, > hablar del amor hacia una mujer. Mi mbria», me preguntaba, con una sonrisa a: «Qué sabes tt de lo que es estar ena- rtestarle, y, en efecto, me atrevi ser enfa- cuenta de que era en serio, de modo que - acuerdo, si has decidido enamorarte y sejo que te voy a dar: A las mujeres hay 1 el pufio derecho, golped su otra mano tenerlas bajo el pufto, porque les das un arlo todo, Si te descuidas, se quedan con bail». ecepcién sufri cuando, esperando escu- 0, me topo con tal «recomendacién». oraz6n, lo rechacé. Juré en mi interior él. Prometi que nunca lo imitarfa, aun- a mi forma de ser; aunque mi estilo de cumpliera con su «estandar de lo que es yadre me acompaiié al banco, para abrir uando el banquero me pregunté a qué uenta, le dije que al mio y al de la que 1. Mi padre se molesté y me criticé por ‘a darle demasiada autoridad, demasiada “4 40 We La cultura familiar Mi relacién con mi esposa Ya ejercia como pastor del Ministerio Cristiano de las Catacumbas, cuando decidimos casarnos. Muchos confirmaron nuestra relacién. Nuestros pastores nos decian que hacfamos una hermosa pareja. Profetas y hermanos, en general, nos respalda- ron y declaraban que nuestro matrimonio seria de bendicién. Nuestros familiares se gozaban de nuestra decisién de casarnos. En fin, todo nos iba a salir bien. Comencé a trabajar, al mes de graduado. Todo marchaba tan excelentemente que decidi adelantar la boda, para no estar solo en el pueblo a donde me habia mudado por causa del trabajo. Nos casamos bajo bendiciones, arropados de la certeza de que Dios nos utilizaria para abrir una obra, o sea, plantar una nueva congregacién en ese pueblo del centro de la isla de Puerto Rico. Al cabo de unos tres 0 cuatro meses, la iglesia se establecié. Fue sorprendente cémo, en tan poco tiempo, una nueva iglesia surgia. Eramos dedicados y sacrificados por todo aquello que fuera extender el reino de Dios y ser fieles al llamado. Mildred, mi esposa, se desprendié de su ambiente familiar y de amistades para acompafiarme en la aventura del matrimonio. No habia duda de que me amaba y estaba segura de que yo representaba un hombre en quien podia confiar, que cumpliria mis promesas de hacerla feliz. Me crefa, cuando con tanta certe- za me escuchaba decir que nuestro hogar y nuestro matrimonio serfan diferentes a lo que habiamos estado acostumbrados. Nuestros hogares de infancia eran hogares sin Dios, y el nuestro sharia la diferencia». LA MUJER, EL SELLO DE LA CREACION Pasaron unos meses en los que todo era nuevo. Los cambios nos habian mantenido ese estado interesante de necesitarnos y disfrutarlo todo. Pero empezamos a acostumbrarnos, y, en mi caso, comencé a experimentar disgustos por aquellas cosas que no funcionaban segtin mis expectativas. Recuerdo haber Ilegado a mi casa, después de un dia de tra- bajo, y haber empezado a inspeccionar qué estaba hecho y qué no; y que los regafios y criticas a mi esposa comenzaban a aflo- rar. Luego, el malestar se apoderaba de mi, desde antes de llegar a la casa, porque ya tenfa el prejuicio de cémo encontraria las cosas. En vez de llegar con el deseo de saber de mi esposa y dis- frutar ese encuentro después de no habernos visto en todo el dia, llegaba frio y me endurecia, a medida que se confirmaban mis prejuicios. La frustracién dio lugar a gritos de acusaciones y de recha- zo. Mildred loraba, y si justificaba lo ocurrido, yo no podfa soportarlo. Entonces, arremetfa con ira y la heria con palabras insultantes, hasta que ella se desplomaba emocionalmente. Entonces, yo me calmaba y trataba de consolarla. Nos reconci- lidbamos, pero no duraba mucho tiempo. Era un circulo vicioso. M42 He <4 CAPITULO)

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