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Vv EL ESPACIO PUBLICO COMO COMUNIDAD POLITIC HANNAH ARENDT El segundo problema que surge del tratamiento de la publi- cidad en Kant tiene que ver con la conformacién de una vo- luntad publica y su relacién con los intereses privados de los individuos. En Kant, la voluntad piiblica y ef marco institucio- nal del Estado de derecho garantizaban la libertad individual las condiciones para la biisqueda de la felicidad privada. La Yoluntad publica y el derecho preservaban Ia libertad negativa, la defensa de los derechos de la persona (con valor propio an- terior ala constitucién del orden politico) y su concordancia coexistencia con la libertad de todos. Kant parte del derecho que corresponde a cada quien y obtiene el principio universal del derecho aplicando el principio moral a fas relaciones exter nas. Este derecho se legitima antes de su diferenciacién en un sistema de derecho puiblico y se basa cn principios morales; es, por tanto, indepenciente de la autonomia politica de los civ- dadanos constituides en sociedad. Fl derecho puiblico termina subordinndose al derecho privado. En este sentido, habfamos sefialado una ambigiedad en la relacién entre la autonomia moral del individue, fundamento de su libertad, y las formas de ejercicio de la autonoma politica, es decir, en la relacién en- tre la capacidad para autodeterminarse moralmnente y la capaci- dad de la comunidad politica para autolegislarse politicamente. Siguiendo la veta republicana, Hannah Arendt retomara estas preguntas: écémo pensar la relacién entre soberanfa de la ley y las formas ce gjercicio del poder?, écual es la relacién centre la garantfa de las libertades civiles y el reparto de poder?, 4 EN BUSCA DE UN LUGAR COMUN éouil ¢s la relacién entre libertad negativa y libertad positiva?, éentre el hombre y el ciudadano? Y también: ¢qué formas em- piricas concretas asume aquel uso piiblico de la razén?, ’cémo y hasta donde es posible universalizar sus contenidos y como se manifiesta la diversidad? En este capitulo nos proponemos analizar, en primer lugar, la distincién publico/privado, tal como aparece en la obra de Arendt. Distinguiremos entre una forma de conceptualizar que parece remitir a dos ambitos “ontolégicamente diferenciados” yuna caracterizacién histérica que remite a los cambios expe- rimentados por esta distincién en el tiempo. Analizaremos el uso de la pareja conceptual piblico-privado en oposicién a la dupla sociedad-Estado (negativamente caracterizada) de la emergencia de lo social. A partir de este andlisis, argue mentaremos que su caracterizacion del espacio ptiblico resulta insuficiente para pensar Ia accién politica en las condiciones contemporaneas (atin exclusivamente desde cl punto de vista de los actores), Concluiremos con el rescate de algunas intui- ciones originales que hacen referencia fundamentalmente al tipo de actitud o de experiencia requerida para sostener una esfera ptiblica y que remiten a la idea de “mundo en comin’, En ese sentido, mas que rescatar una dimension de interaccién comunicativa o de ¢jercicio de la virtud efvica, 0 de intentar traducir el texto a las coordenadas de altruismo en oposicién a egoismo, esas intuiciones pueden ser reformuladas en tér- minos de la emergencia y la constitucién de un espacio de_ apaticién y escenificacion de los conflictos politicos. Es decir, rescataremos una forma de concebir el espacio ptiblico que se orienta hacia las condiciones de posibilidad de la aparicién de un fenémeno o tema que puede conformar un mundo en co- niin, movilizar sensibilidad y atencién y poner en juego dife- rentes descripciones y tomas de posicién. 1. Lo priblico y lo privado: luz y sombra en La condicion humana En La condicién humana,! de Arendt, la nocin de esfera piibli- ca aparece ligada a la condicién constitutiva de la vida humana ' Las citas corresponden a la version original en inglés The Hieman Condi tion (en adelante HG; Ia raduecién de los pasajes ctados es ta). la tesis EL ESPACIO PUBLICO COMO COMUNIDAD POLITICA 115 y.a.una teorfa general de la acci6n, Por otro lado, esta relacio- nada también con coniiguraciones espectficas € histéricamente Xinicas como la polis griega o la reptiblica romana, En el pri- mer sentido, el concepio de accién, diferenciado del trabajo (work) y de la reproduccién (labor), y sus notas (pluralidad, apa- riencia, natalidad) fundamentaran teéricamente la nocién de lo piiblico. En el segundo sentido, la nitida diferenciacién pt. blico-privado, el modelo de sociedad politica por una parte y de Ambito doméstico por el otro, abriran el camino para si tesis del ascenso de Io social como eliminacién de las fronteras entre espacio pitblico y ambito privado, En el primer sentido, haciendo referencia a una teoria de la acci6n y a la condicién humana, ‘publico’ tiene una doble sig- nificacion: es aquello que aparece y como tal puede ser visto y odo por otros. Es el espacio de aparicién y de apariencia, de visibilidad y de luz. Apariencia apunta a revelaci6n, a auto- develacién, a aparicién y no se contrapone a ‘realidad’ ni a ‘esencia’. Por e| contrario, la ausencia de un espacio ptiblico como espacio de aparicién significa ‘estar privado de realidad, que, hablando humana y politicamente es lo mismo que apariencia. Para los hombres, Ia realidad del mundo esta garantizada por la presencia de los demas, por su aparieién ante todos, porque fo que aparece a todos es lo que lla ‘mamos Ser (Aristételes) y lo que carece de esta apariencia viene y.va como un suefio, algo exclusiva ¢ intimamente muestro, pero sin realidad. (HC, p. 199) Lo piiblico como mundo de apariencias es, entonces, el mundo visible y ostensible, cuya realidad es ese aparecer frente y ante Jos demas. Esta aparicidn se efectiia a través de la accién y el discurso (speech). La accién pone en juego Ia capacidad de “iniciar al go nucvo”, el discurso revela el cardcter distintivo y tinico del individuo, es decir, la pluralidad.* Lo piiblico, como lugar de apariencias, permite asf que las obras y las palabras sean mu- tuamente recorocidas y apreciadas, y que la pluralidad consti- tutiva de la condicién humana se manifieste. PHC, p. 178, it a ae al 116 EN BUSCA DE UN LUGAR COMUN Este espacio de apariencia se crea cuando los individuos se retinen para actuar y hablar y “es anterior a toda constitucién formal del espacio publico y a las diferentes formas de gobier- no” (HC, p. 199). Aparece cada vez que los hombres se reiinen y se revelan ante los demas a través de la accidn y la palabra. A diferencia de los espacios que son resultado del trabajo ma ‘nual, no sobrevive la realidad del movimiento que lo produjo, sino que desaparece no sélo cuando los hombres se dispersan “como ocurre con las grandes catéstrofes cuando se destruye el cuerpo politico de un pueblo-, sino con la desaparicion 0 deten- cidm de las actividades mismas, Siempre que la gente se retine, esté potencialmente alli, pero s6lo potencialmente, no necesaria: ‘mente y no para siempre. (HC, p. 199) Este espacio piiblico, definido en primera instancia como es- pacio de aparicién, se caracteriza entonces por su extrema fra gilidad, ya que en principio el reconocimiento mutuo y la ac- tuacién 0 presentacién del s{ mismo ante los otras no supone continuidad, institucionalizacion ni perdurabilidad, . Come espacio de aparicncia, lo puiblico se caracteriza en- tonces por revelar o develar Ia pluralidad, por surgir de la ac- cién conjunta y del discurso, por su extrema fragilidad y por la transformacién que los asuntos requieren para su aparicin en pubblico. En este iltimo sentido, la mis comin de estas transfor. maciones ocurre cuando se cuentan historias. La experiencia privada o intima asume un tipo de realidad diferente cuando ¢s traida a la esfera publica, “una esfera donde asumiran un tipo de realidad que, a pesar de su intensidad, nunca tuvieron antes” (HC, p. 52). Se produce, en palabras de Hegel, el transito “de la noche de la posibilidad al dia de la presencia”. En segundo lugar, el término ‘piiblico’ remite “al mundo mismo, en cuanto es comtin a todos nosotros y diferenciado de nuestro lugar privadamente posefdo” (HC, p. 52). Esta segun- da acepcién parece dar soporte y continuidad al espacio de apariencias. Hace referencia al mundo de artefactos fabricados por los hombres y a todos los asuntos de quienes habitan juntos el mundo humano.’ Este mundo en comtin relaciona y separa: 9 HC, p. 52 Por ello no se identifies con la tierra o a naturaleza sino sslo cen cuanto ésa es poses escenario dado en comtin a todos los hombres, EL ESPACIO PUBLICO COMO COMUNIDAD POLITICA 117 Vivir juntos en el mundo significa, en esencia, que un mundo de cosas estdeentre quienes lo tienen en comin ...], el mando como todo lo que estéensmedio [inbetween], que une y separa a los hombres a! mismo tiempo. La esfera ptiblica, como mundo-en-comiin, nos junta y, no obs- tante, impide que caigamos uno sobre otro, por decitio asi.* Este “estaren-medio” del mundo en comiin, que conecta y se- para, proporciona el contexto fisico, el marco de referencia comiin y la continuidad temporal del espacio de apariencias. Proporciona el contexto fisico porque es el bagaje de artefac- tos ¢ instituciones, de Ingares y narraciones en él que se deser vuelven os asuntos humanos y que constituye un patrimonio colectivo. Es un marco de referencia comin, porque la plura- lidad de opiniones, la variedad de perspectivas y las diferentes jones remiten a un mismo objeto.’ Mundo en comin y pluralidad son dos caras de Ja misma moneda. La ausencia de marco de referencia comin, que se da en situaciones de aislamiento y privatizacién radical, est4 intimamente relaciona- da con la ausencia de pluralidad, con una visién del mundo sustancialmente comin, con la homogeneidad. Por tiltimo, es posibilidad de continuidad, porque el mundo en comin tras- ciende el marco de la vida de una persona o de una generacién, yen la memoria y Ia historia, en las instituciones y los monu- mentos encarna el lazo entre las generaciones, la posibilidad de que las obras y las palabras perduren. Ese espacio ptiblico (que, como vemos, retoma al menos dos de los sentidos, el de lo comin y lo visible) termina por scr, en el contexio de la filosofia de Arendt, el vinico recurso para trascender la mortalidad: “HG, pp. 52-58. “Lo que hace que la sociedad de masas sea tan dificil de soportar no es 1 ntimero de personas, 0 al menos no es esto de manera fun damental, sino el hecho de que el mundo ent ellas ha perdido su capacidad de unirlas, de telacionarlas y de separarlas.” 55) Ia identidad (mismidad) del objeto ya no puede discernise, ninguna naturaleza contin de los hombres, y menos atin el conformismo natural de tna sociedad ce masas, puede evitar la desiruccién del mundo en comin, precedida en general pot Ia destruccién de los muchos aspectos en que se presenta a la pluralidad humana. {...] La ausencia del mando en comin ha Hegado cuando se ve sélo bajo un aspecto y se Je permite presentarse tinicamente bajo tuna perspectiva’ (HC, p. 58). 18 EN BUSCA DE UN LUGAR COMUN, €1 mundo en comin es ahi donde entramos al nacer y lo que dgjamos al morir. Trasciende nuestro lapso vital tanto hacia el pasado como hacia el futuro; estaba ahi antes de que Hegéramos y sobrevivird nuestra breve estancia, Es lo que tenemos en comtin no sélo con quienes viven con nosotros, sino con aquellos que ‘estuvieron antes y con los que vendrn después. Pero tal mundo ‘comiin s6lo puede sobrevivir al paso de las gencraciones en la medida en que aparezca en ptiblico. La publicidad de la esfera piiblica es lo que puede absorber y hacer brillar a través de los siglos aquello que los hombres quieran salvar de la ruina natural del tiempo, (FIC, p. 55) Espacio de apariencias y mundo en comin conforman, en- tonces, los dos sentidos basicos de la esfera de lo ptiblico y sus rasgos son: apaticion, pluralidad, espacio de Ia accién y del discurso, fragilidad contrarrestada por la memoria y la perdu- rabilidad de los artefactos ¢ instituciones, espacio de interac- cidn, de biisqueda de lazos comunes y de diferenciacién a la vez, Nuevamente, lo comin a todos, lo manifiesto y lo osten- sible coinciden. Queda por verse cl cardcter potencialmente abierto 0 cerrado de esta esfera publica. En oposicién a esta luminosidad y apariencia, el significado original del término ‘privado’ cobra todo su sentido. Llevar uma vida enteramente privada significa [...] estar despro- visto de la realidad que proviene del hecho de ser visto y ofdo por otros, estar desprovisto de la relacién “objetiva” que surge de es- tar relacionado y separado de ellos a través de la intermediacién de un mundo comin de cosas, estar desprovisto de la posibilidad de realizar algo més permanente que la vida misma. (FIC, p. 58) El dimbito de lo privado ¢s el del trabajo y el de la reproduc- cién, actividades que remiten a la creacién de artefactos y al mantenimiento de la vida biol6gica. En comparacién con la hu- minosidad y la perdurabilidad del espacio puiblico, lo privado aparece como el espacio de las sombras, pero su significacin no se agota en esta dimensién privativa. El espacio privado es el Ambito de la necesidad, de la resolucién de las cuestiones mas, urgentes para la sobrevivencia biolégico-natural, necesidades que deben ser resueltas en el Ambito de lo doméstico (oikos) y EL ESPACIO PUBLICO COMO COMUNIDAD POLITICA -119 que son condicién de posibilidad de la libertad necesaria para Ia aparicion en el espacio puiblico. La forma institucional clésica de lo privado, la propiedad privada (distinta de la forma moderna del capital), marcaba originalmente el “carsicter casi sagrado de la propia ubicacién ‘en una parte del mundo” (HG, p. 72). Protegfa la independen- cia del ambito privado trazando limites entre los ciudadanos y entre las familias (delimitando asi el espacio piiblico y ga- yantizando la diferenciacién entre sus participantes), Hacia el interior, ofrecta un espacio protegido de la luz de la publici- dad La clausura coincidia con la no visibilidad, la oscuridad era la proteccién de lo privado. ‘Asi, en primera instancia, ‘pttblico’ y ‘privado’ parecen remi- tir a dos dmbitos “ontolégicamente” diferenciados, a dos prin- cipios y a dos sedes de actividad distintas: el espacio piblico ala accién y al discurso; el privado al trabajo y.a la reproduc- ‘cidn. Lo piiblico es lo aparente y manifiesto, lo que es visto y ‘ofdo por otros; Io privado es lo oscuro que debe ser ocultado, sustratdo de la mirada de los demas. Por un lado esté el espacio, de la libertad de accién, de la capacidad de inicio de lo nuevo: por el otro, el émbito de la necesidad, de la reproduccién. Lo pubblico es cl lugar del combate por la inmortalidad; lo privado el de los ciclos repetitivos de nacimiento y muerte. Si éstos son, en un nivel muy general, los principios de lo pi- blico y de lo privado tal como derivan de la condicién humana, por otro lado su diferenciacién y articulacién parecen haber ‘conocido un momento privilegiado en la polis y en la reptiblica romana. En La condicién humana, ambos planos, el que reficre 6h inico modoeficiente de garantzarlaescuridad de aquello que neces- taser ocultado de lalue de la publicidad es la propiedad privada, un lugar pri vadamente poseido para ocultase. ..]Una vida que transourre enteramente fen piilico, en presencia de otos, se vuelve superficial. Aunque retenga mt visibilidad, pide Iz cualidad de surgie a la vista desde wn lugar ms oscuro {que debe permanecer oculto para no perder su profundidad en un sentido thuy real yno subjetvo" (HC, p. 7)-Tal ver la encarmacin de esta ease exe ‘cuchire en el persornje de lord Mellifone en el relato de Henry James inlado ‘La vide prada, Se rata aqui de un personaje ptblico de tempo completo, aque siraplemente *desaparece” cuando no es vito y ofdo por otros, EI tema de la vida en publico de Ia parsenue ya habja sido tratdo por Arendt en st libro sobre Rahel Vernhagen 120 EN BUSCA DE UN LUGAR COMUN al aspecto antropolégicamente constitutivo de la vida humana y cl que refiere a la forma histérica, son pricticamente indis- cernibles. El argumento pretende subrayar cémo logré la polis articular institucionalmente la diferenciacién puiblico/privado mas acorde con las caracteristicas basicas de ambos dominios y con sus principios de funcionamiento.” Espacio de apariencias y mundo en comin encontraron expresién en la polis’ y la ni- tida separaci6n entre polis y oikas pareci6 resolverse en una re- laci6n de complementariédad armoniosa entre ambas esferas. Enel rescate de la Antigiedad clésica como momento privi- legiado del despliegue de un espacio pitblico destacan varios elementos. En primer lugar, Arendt subraya el cardcter arti ficial del espacio publico, construido, no basado en ninguna igualdad natural anterior a la construccién del escenario polf- tico ni en ninguna igualdad por la participacién en una iden- tidad comin (de tradici6n, de cultura, de espiritu) anterior a la chudadania. No fue el espacio de los hombres, sino el de los, ciudadanos, el lugar de la igualdad potitica (isonomia), no de Ja igualdad natural. En segundo lugar, como espacio de igualdad politica supo- nja una ausencia de diferenciacién entre gobernantes y gober- nados dentro del cuerpo ciudadano, Esta interpretacién ha- | 7 La alusiGn al valor del modelo cisco es importante. Varios intérpretes fundan en ello su caracterizacién del pensamiento de Arendt como "nostal | ta dela premodernidad”. No podemeosdeinernos epeticamense en ee | punto, pero se debe sefalar que o bien se lo interpreta en el sentido de una | Unsprosgyphilocophie, que aficma un estado original o un punto temporal priv |egiado como fuente primigeniaa la eual xe debe remonkar el fendmeno pa | captar sv significado verdadero, develar en el origcn la pérdida y lesen | oculta; o bien se lo interpreta como tna busqueda de los momentos de "rup- | tura, desplazamientoy disiocaci6n" en la historia, como una forma especial de { historia conceptual construida en parte como memoria, como recuperaci | de potenciales perdidos en el pasado, como parte de wna “historiografia de | os fragmentos’. Para un sefalamiento de la influencia de Husserl y Heideg- | ger en la primera linea, yde Waker Benjamia en la segunda, viese Benhabib, | "HHannah Arendt and the Redemptive Power of Narrative”. Sobre la relaciéa entre relato histério y abstraccién, véase también Pitkin, The Attack of he Bio, Porque la polis fue para los geiegos lo que la res publica Fue para los romanos: antes que nada la garantia contra la futilidad de I vida individual, ¢l espacio protegido contra esa futilidad y eservado para la relativa perma. neficia sno para la inmortalidad de los mortales’ (HC, p. 85). EL ESPACIO PUBLICO COMO COMUNIDAD POLITICA 121 4 que posteriormente Arendt tenga dificultades para pensar un escenario politico delimitado por la relacién gobernantes- gobernados. En tercer lugar, la igualdad politica se construye sobre I pluralidad pero no Ia anula. Por ef contrario, la esfera publ ca establece y permite desarrollar un modelo de interaccién, despojado de violencia y coercién, que supone el intercambio libre de una auténtica pluralidad de opiniones. Sin embargo, esta pluralidad constitutiva de la condicién humana no parece tener que ver con necesidades ni con intereses que emanen de la diferente colocaci6n en los ambitos privados. Por el con- trario, es una pluralidad de opiniones y de perspectivas sobre los asuntos comunes y no una pluralidad de~*reclamos” 0 de necesidades por resolver, Precisamente la resolucién de las ne- cesidades de nivel privado (doméstico) permitié que la esfera _ ptiblica se constituyera como espacio de la libertad. La libera- cidn de la necesidad (a través del control de las condiciones de vida, de trabajo y de reproduccién) es la condicién de posibi- lidad de la emergencia del ciudadano libre independiente. Ello permite que, en el modelo clisico, la arena publica encar- ne justamente las dos rasgos antes analizados: el «le ser espacio de aparici6n y revelaci6n de fa pluralidad y el de constituir un mundo cn comin. La grandeza moral y politica, el herofsmo, las grandes palabras y las grandes obras son las que pueden ser reveladas y compartidas en el espacio ptiblico. Gomo es- pacio de lucha por el reconocimiento, por Ia gloria, por esa permanencia en las historias y en a memoria, la polis fite en ® Como han seticlado varias critics, sein este rnolelo(y dat le homoge- ned que prima en el dominio prvado (HC, p. 9), sélo la eabera mascaina del hogar seri representatva dela diferencia y de a plural frente a otros jfes ce fala. Paral rica feminstaa esta rigid dicotomia presente en Intracion repubicana, ease Elstcin, Public Men Private Woman, ai conio Frazer, Unruly Proce, Para Arato y Cohen: "no es tanto que ns ditinciones abstracts ene public y privado, autonomy libertad polite, itimidad y publicdad sean en sf cuesionables, sino que ia interpretacién insticacional Y Rormativa de extasintuciones, adoptadas del pensamiento republicano, des Cansten unstbtext de géner y esti cnc centro de su contradiciorio ands de lo prvado y To wal ademas de explicar st soxprendente ingenvidad en relacion con la exclsin de los interes ys necesiddes dela dmensién de Inesfera publica” (Arato y Cohen, Givi ace and Political Theor, p. 648) 122 EN BUSCA DE. UN LUGAR COMUN 19 un lugar de memoria e verdad una “estructura mnémica”, inmortalidad. En cambio, el movimiento en el ambito de lo privado-domés- tico parece reducirse a la eterna repeticién de lo mismo (repro- duccién de la vida) y a la creacién de artefactos. Si la natalidad en el sentido de inicio de algo nuevo conecta con la accién (ptiblica), lo privado tiene que ver con la reproduccién de la especie y con la reproduccién material. EI nitido modelo de diferenciacién entre lo ptiblico y lo privado en la Antigiedad clasica garantizé su complementa- riedad. El supuesto de Arendt (presente a lo largo de toda su obra) es que alli donde los principios de un Ambito irrumpen en el otro, ambos terminan viciados. Si bien esto ha ocurrido istéricamente por diferentes causas, el resultado parece ser el mismo: privatizacién del ciudadano, imposicién en la polis de formas despéticas, desiguales y coercitivas caracteristicas del vikos, el asalto a la privacidad por parte de una forma espuria de to priblico, En el relato de La condicion humana, la pérdida de la niti- da diferenciacién entre Io ptiblico y lo privado, la confusion de sus l6gicas y principios, y la consecuente declinacién de lo piiblico aparecen directamente ligadas a Ia tesis del ascenso de lo social.'* El ascenso de fo social tiene una formulacion relativamente abstracta en ‘dir con el surgimiento del Estado-n Para la relacién entre polis y memoria, véase Smith, Politics and Remem- ‘ance. A partir de esta caracterizacién del espacio pico como lugar de ‘conquisca de Ia inmortalided, de gloria y reconocimiento preseme en HC, se tha earnetevizado el espacio pitblieo como agonistico (Parekh, Honnak Arend and th Search fora Now Political Pilophy), como arena de un torneo para la realizacin de obras nobles y memorable, es decis, para el despliegue de la ~excelencia" de tos actores. ¥ a partir de esta earacterizacin, los autores de impronia hahernmasiana baw querido distinguir entre este "moro de accidn ietéricoxtranautingica”(Avato y Cohen), donde entraria er juego la presenta cidn de sf mismo y el reconocimiento, por parte de los demas, del czricter Ainico de la personatidad que se revels, yun modelo més cereano a la aecién. comunicatva, donde estvia en juego el reconoclmiento mutuo como miem- bro igual de Ia comunidad, 4 Para un porruenorizadlo andlisis de “o social” en toda la obra de Arendt, wéase Pitkin, op. cit EL ESPACIO FUBLICO COMO GOMUNIDAD POLITICA 128 sociedad, que viene a reemplazar la dicotomia polisoikos y a dislocar el significado de la distinci6n entre puiblico y privado: La emergencia de Ia sociedad —Ia elevacién de Ia administracién doméstica, de sus actividades, problemas y recursos organiza cionales desde el oscuro interior del hogar a la huz de Ia esfera piiblica~ no s6lo borré la antigua linea de demarcaci6n entre lo privado y lo politico, sino que eambi6 més alls de lo reconocible el significado de las dos palabras y su significacién para la vida del individuo y del ciudadano. (HC, p. 28) Lo social se caracteriza como lo privado ampliado y coincide aqui con que los asuntos domésticos se vuelven piiblicos y con el desarrollo de! aparato administrativo estatal para la planea cién y resoluci6a de las necesidades globales. La sociedad y lo social son ese emergente moderno que, interponiéndose entre lo puiblico y lo privado, termina borrando sus fronteras. Surge entonces una especie de “gran familia cuyos asuntos cotidianos, deben ser cuidados y mantenidos por una gigantesca adminis tracién doméstica nacional” (HG, p. 29), un “colectivo de fami lias econémicamente organizadas en el facsimil de un familia superhumana [...] cuya forma de organizacién politica es la ‘naci6n’” (p. 29), Surge también la “economia politica’, expre- sién contradicteria en sns términos segiin el canon del pensa- miento clésico, que annda la dimensién econémica (sustancial mente doméstica) y la dimensién puiblicopolitica, borrando precisamente las fronteras entre oikos y polis. Surge asf también, a confusién entre lo social y lo politico (tan antigua, en real dad, como la traduccién de los términos griegos al latin y su adaptacion al pensamiento cristiano).'® En La condicién huma- na, clascenso de lo social se refiere entonces a la organizacion 2 Para Arendt, la traduceién de Santo Toms de zo0n paliton por animal sciatisrevela “haste qué punto la comprensisn original griega de la poltica se habia perdido”, Esto indicarfa entonces que In erosién o la ausencia del es pacio publico (entendido segtin el modelo de la polis) se habria verificado en a época feudal; sin embargo, la confusi6n plen aparece con el surgimiento 4e lo social en la modernidad, El andlisis de Arendt tiene que forzar un poco las categorias historicas, En la medida en que el énfasis debe ser puesto en laungimiento del Estado y de la economia modernos y en su contraposicion con la armoniosa dlferenciacién y complementariedad de lo paiblico y Io pri- wade en el modelo clisic, el resultado es que el tratamiento de fo piblico 194 EN BUSCA DE UN LUGAR COMUN det Estado como empresa y a la mercantilizacién de la esfera puiblica, que la transforma en una esfera administrativa, La emergencia de lo social se caracteriza en este texto como una expansién de Io privado a costa de lo ptiblico (los asun- tos domésticos ocupan el lugar de las grandes acciones y las, grandes palabras). El resultado histérico de largo plazo es la iquiidacién de la distincién entre ambos términos. Con las rea lidades del Estado y Ia sociedad moderna, las viejas distincio- nes se trastocan: si el dominio de la necesidad en el ambito doméstico era la condicién de fa libertad en el ambito politi co, en la modernidad se invoca la libertad de la sociedad para la restriccién de lo politico: “La libertad se localiza en el am- dito de lo social y la fuerza y la violencia son monopolio del gobierno” (HG, p. $1). El liberalismo formulard teéricamente esta inversién de Ia valoracién de lo piiblico y lo privado: la libertad tendré su albergue en ef ambito privado y se lograra a través de la restriccién de la intervencién pitblica, La liber tad se ganard en aquellos ambitos que se sustraen al poder del Estado, El poder, ahora entendido como poder estatal, se vera como Kimite de la libertad y no como ejercicio de esa libertad. Pero la modernidad también ha significado una redefinicin de la privacidad. Esta emerge también como oposicién a lo social, como exaltacién de “lo intimo”, La reaccién defensiva frente a la opresién de la sociedad, la resistencia frente a la intromisidn en una esfera que necesita ser protegida, se encar- na en la rebeldia del corazén, emblematicamente representada por Rousseau y continuada por el romanticismo.! Surge asi un dominio de sentimientos y emociones subjetivas que puede transformarse en un refugio y en un lugar de delicias privadas, pero que no reemplaza la luz del espacio piiblico clasico, ya que carece de la fortaleza necesaria para ser una defensa se- ‘en Ia Edad! Media queda un tanto borroso: “el Saibito secular bajo la égida el feudalismo fue, en realidad, toralmente aquello que el ambito privada Inabfa sido en fa Antigiedad. Su signo distinivo fue fa absorcién de todas las actividades en el ambito doméstico, donde sélo tentan significacién privada y-consecuentemente, la ausencia de un ambito pablico” (HG, p. 34) 15481 hecho histérico decisivo es que la privacidad moderna en su fin- i6n mAs relevante, esto es, proteger Ia intimidad, fue deseubier'a no como Jo opuesto de la esfera politica, sino de ln social, con la cual est directa y ccercanamente coneciada" (HC, p. 38) EL ESPACIO PUBLICO COMO COMUNIDAD POLITICA 125 gura y estable frente al efecto nivelador y uniformador de to social. Porque el rasgo distintivo de lo social o de Ia sociedad, yen esto la argumentacién de Arendt se conectara con la idea de “sociedad de masas” resulta ser la tendencia a Ja uniformiza cin, la absorci6n de la variedad y pluralidad, de la diferencia y la. excelencia cn una homogeneidad nivelada e indiscriminable. La sociedad igiala (nivela) en todas las circunstancias, y la vieto- ria de la igualdad en el maundo moderno es sélo el reconocimien- to legal y politico del hecho de que esa sociedad ha conquistacto la esfera publica y que distincién y diferencia han pasado a ser astntos privados del individuo." La idealizada presentacién de la vida politica griega, el re- lato absolutamente pesimista (y tedricamente insostenible) en torno al ascenso de Io social, Ia tesis de la caida del espacio piibtico a partir del crecimiento y el desarrollo de la economia moderna (y de la organizacién de la sociedad como “sistema de necesidades” y del Estado como administracién y monopolio legitimo de la violencia), el énfasis casi cxclusivo en la areté grie- gay la virtus romana como atributos manifestables s6lo en el ‘espacio puiblico, son caracteristicas sobresalientes de la presen- tacién de este concepto en La condicién humana y fundamentan {a interpretaci6n que pone el acento en el antimodernismo de Arendt. 16m estas paginas Arendt express su directo rechazo de toda aproxirma- cs sete nia ln, eda a as rarplon conducts. "Ea gud meer, bsns ene confxmino inherent 3 I oie y Po sible Ginicamente porque el conportamiento ha reemplazado a la acei6n como iia foe do rlactn fmana, eon todo aepecto, deren de la igualdad de la Antigiedad y en especial de ls de ls ciudades Estado griegas, Pertenecer alos pocos‘iguales’ (Kamo) significaba Ja autorizacié de vivir centre pares, perolaesfera publica, a pls, estaba calada de wn espiitu agonal ‘donde todo individuo tenia que distinguitse constantemente de los dems, de- ‘mostrar con acclones dnicas 0 logeos que era el mejor (aienaristeuein). Dicho ‘on owas palabras, I esfera pblica estaba reservada a fe individualidad; se tratabua del Unico hugar donde los hombres podfan mostrar real e invariable mente quiénes eran En consideracién a esta oportunidad, y al margen del fecto a un euerpo politico que ls posibiltabs, cada individuo deseaba mas fo menos compartir ia carga de la jurisdiccién, defensa y administracién de tos antntos pitbics” (HC, p. 41}. Sobre Ia arciny ef comportamiento, véase Pitkin, op. ct 126 EN BUSCA DE UN LUGAR COMDN La caida del espacio publico, la sustitucion de las grandes obras y las grandes palabras por el silencio y la oscuridad de la interioridad cristiana primero, y por el ruido (o el aullido) de las necesidades en la sociedad de masas después, no tie- nen, en el fondo, explicacién alguna. Frente a esta armoniosa complementariedad original de lo pablico y lo privado, resulta inevitable recordar a la Antigona o las Antigonas de Hegel. Hegel también liegaba a Grecia impulsado por el anhelo do- loroso que Heva al alma moderna a volver a Hélade. También él volvia a Grecia impulsado por la tensién entre el hombre y el ciudadano, entre la fe religiosa y la pertenencia civica, en- ttre el individuo y el Estado. Pero no encontraba alli el paraiso perdido, sino el momento mismo de la tragedia. Fl carcter autodlestructivo de la polis se expresard en la tensidn entre esfe- ra religioso-ritual y esfera civica, entre la identidad individual y la identidad piiblica, entre el fucro ético y politico de los vivos yel derecho de la muerte, entre Ia ley de la polis y las potencias subterraneas y nocturnas del parentesco familiar y de Ja muer= te, entre Greonte y Antigona. Asf, Ia visin de Hegel no es de una armonia disuclta 0 perdida por la irrupcidn de un prin- cipio corruptor (“lo social”), sino Ja tragedia que transcurre entre dos planos de la existencia (éde la condicién humana). Por ello, el antagonismo sélo puede culminar con la muerte de ambos y con el inicio de un largo y dolorose camino hacia la reconciliacién entre el individuo y la comunidad, el ciudadano y el Estado, el mundo privado y la esfera puiblica:!® reconcilia- ‘cin que no esté en el origen, sino al final de un arduo trabajo de la conciencia sobre y contra sf misma (una de cuyas etapas tal vez sea la hipocresfa...) y en l que la familia, la sociedad civily el Estado serén momentos superadores y no “obstaculos” perversos en la realizacién de la libertad. En cambio, en el caso de Arendt, la rigida contraposicion en- tre polis clasica y sociedad moderna, la diferencia entre émbito de la libertad y de la necesidad, la “nivelacién homogencizado- ra" de la moderna sociedad no pueden més que obligar a plan- tear la siguiente interrogante: sila plenitud y la luminosidad del espacio piiblico clésico descansaban en la exclusion de grandes Hegel, Fonomenolegia del espritu, cap. V. Sobre las Antigonas, véase Steiner, Antigonas: una potica yuna flsofa dela lectura. EL ESPACIO PUBLICO COMO COMUNIDAD POLITICA 127 ‘grupos sociales y en su reclusién en las actividades de produc- cidn y reproduccién (las cuales garantizaban la libertad de los ciudadanos que podfan manifestar su excelencia a través de la accion y el discurso), éfue la entrada en la escena piiblica de estos grupos mayoritariamente excluidos, con su lenguaje de las necesidades y su socializacién exclusiva en el ambito priva- do, la que provocé el “eclipse” del espacio priblico? Dicho de otra manera: ées posible una recuperacién del espacio puiblico, en condiciones modernas que no suponga necesariamente Ia exclusion aristocritica de esos grandes contingentes humanos, los cuales, segtn el propio relato de Arendt, fueron parte de- cisiva de este ascenso de lo social?" Es decir, ées posible una recuperacién del espacio puiblico y de estas ideas de “mundo en comiin” y espacio de aparicién, sin que la luz del dia ocluya, una vez més, el poder de la “ley de la noche"? En On Revolution encontraremos una formulacién diferente de la relacién eatre espacio ptiblico y ascenso de lo social. Si las grandes revoluciones actualizaron el potencial legado por los antiguos, también, como veremos, la irrupcién de la cuestion social, encarnada en otros sujetos, se interpuso nuevamente en. el camino de Ia realizaci6n de la libertad, Una nueva emergen- cia dela ley de la noche, encarnada ahora en “Ia ley de la calle”. 2. Las revoluciones: el dificil renacimiento del momento reprublicano La modernidac no se ha caracterizado s6lo por Ia lenta erosion del espacio piiblico, por la devoradora presencia de la sociedad y sus tendencias uniformizadoras ni por el desarrollo de “la forma social de gobierno”, la burocracia; ha sido también la época de las revoluciones. En ellas, en esos fragiles y preciosos momentos en los que algo totalmente nuevo ¢ inesperado se 16 gm érminos stnilares, Benhablb plantea la pregunta en relacién con el universalismo politico: “2s necesariamente la recuperaci6n del espacio patil: co en condiciones de la moderuidad un proyecto elitista y antidemocratieo, dlficimente reconcile con Ia demanda de emancipacién politica universal y de la extensi6n aniversal de los derechos ciudadanos que acompaiié a la modernidad desde Ia época de las revoluciones francesa y estadounidense?” (Benhabib, “Three Models of Public Space”, p. 6.) 128 EN BUSCA DE UN LUGAR COMUN iniciaba, cobré realidad una accién conjunta que aspiraba 2 construtir “espacios de libertad ptiblica”.!” En ese relato, las revoluciones representaron una hazafia en la realizacién o en Ia busqueda de libertad. La trama de todas las revoluciones, al menos en sus origenes, estuvo ligada a lt libertad como libertad politica," como libertad para la parti pacién en los asuntos comunes: Puede resultar un truismo decir que liberaci6n y libertad no son Jo mismo, que la iberacién puede ser una condicién de la liber tad pero que no conduce autométicamente a ella, que la nocién de libertad implicada en la liberacidn es s6lo negativa y, por to tanto, que incluso la intencién de liberar no es idéntica al deseo de libertad. (OR, p. 147) A pesar de ello, Ia teorfa politica no ha recogido esta idea de libertad politica como participacién en la cosa ptiblica. La idea de libertad negativa como ausencia de constriccién (ya sea de la necesidad material 0 del miedo), como libertad de movimiento, como libertad “frente” al poder, ha acabade por imponerse. En esa transformacién del sentido originario de la palabra se termiria entendiendo “(la] libertad politica no como tun fenémeno politico sino, por el contrario, como un conjunto mas o menos amplio de actividades no politicas que un cuerpo politico dado permite y garantiza a aquellos que lo constitu. yen” (OR, p. 30). El contenido de los llamados derechos y liber- tades civiles se identifica con esta concepcién negativa de la libertad; pero, para la Arendt republicana, el contenido verda- dero de la libertad es “por el contrario [....] la participacién en, los asuntos piiblicos o la admision en la esfera puiblica” (p. 32). La libertad politica implica, otra vez sobre el modelo griego de isonomia, igualdad ante la ley y ausencia de division entre gobernantes y gobernados (Ia idea de arjein y de hratein estan ausentes del concepto de isonomfa). Igualdad de los pares en 1 Acendt, On Revolution, pp. 140 y ss (en adelante OR; la traduccion de tas citas es ma}. Para una aproximacién similar a la idea de Libertad republican a partir de un rastreo de tradiciones distintas, wéase el conocido articulo de Skinner, “The Idea of Negative Liberty". EL ESPACIO PUBLICO COMO COMUNIDAD POLITICA 129 la polis, es decir, igualdad ciudadana, no igualdad en cuanto petsonas privadas. Igualdad y libertad polfticas requieren un espacio de aparicién: “la vida de un hombre libre exigia de la presencia de los demds. La libertad necesitaba un lugar donde las personas pudieran reunirse ~el agora, el mercado o Ia polis, elespacio politico propiamente dicho—" (OR, p. 31). El espacio piiblico se identificard entonces con la libertad y con un poder legitimamente emergente de la accién conjunta, Las revoluciones modernas ansiaron la liberacién (del mie- do, det poder despético, de Ia necesidad), pero también la Ti bertad. La liberacién podria haberse logrado bajo una monar- ‘quia; la libertad exigia la constitucién de una republica. Las revoluciones modernas aspiraban, en su origen, a construir un ‘hogar ptiblico donde Ia libertad pudiera florecer.'® Fueron asi el nuevo despertar del espititu republicano. Esta preocupacién por la libertad politica, por el escenario piiblico, por Ia constitucién de un nuevo cuerpo politico, co- mtin a las dos grandes revoluciones, tendré destinos diferentes, en uno y otro caso. Y, en este punto, la tesis del ascenso de Jo social adquirira una formulacién diferente y una concrecién historica novedosa. En el caso francés, Ia aspiracién republicana presente ori- ginaimente en ¢l espiritu revolucionario fue devorada por Ia cuestién social." Esta centralidad de la cuestién social (que tiene su origen “social” en la miseria de la situaci6n europea y su antecedente “politico” también en el aparato administrativo de la nacién-Estado prerrevolucionaria) tendré nuevos actores. La irrupcién de las masas desposefdas en la arena piiblica, la aparicion de “los condenados de la tierra” no sélo trajo con- sigo cl lenguaje de tas necesidades vitales, del hambre y la ca- rencia, sino también el odio y la violencia. Las calles de Paris "ORD. 3. 22 Fleron los hombres de la Revoluciém francesa quienes, superados por Ja presencia de la multitud, exclamaron con Robespicive: ‘La République? La Momarhie? Je ne cocis que la question sociale’ y ai perdieron, junto con las instiuciones y consituciones que son ‘el ala de la Replica’ (SaintJust) 2 Ia revolucién misma’ (OR, p. 86). Blmismo Robespierre se habria dado enenta ees fracaso al afar (en su ukimo diseurso); "Pereceremes porque, en la historia de la humaniad, dejamos pasar el momento de fundar la ibertad." 130 EN BUSGA DE UN LUGAR COMUN iluminaron no Ia virtud civica, sino la c6lera, y en elas hicie- ron su aparicién no los ciudadanos libres, sino los enragés y los matheree En este punto, él fracaso para crear instituciones republi nas s6lidas parece imputable a la cuestién social en tres senti dos que, aun habiendo confluido histéricamente, pueden ser distinguidos: a) la urgencia de la cuestién social y la necesidad imperiosa de resolverla impusieron mecanismos de emergen- cia que pospusicron o en tiltima instancia olvidaron las insti- tuciones que garantizarian la libertad; 6) en un nivel te6rico- ideol6gico, la traduccién de la idea de soberanfa unitaria ¢ indivisible en la “voluntad general” y la liquidacién de la plura- lidad en nombre de los intereses generales de la nacién encon- traron, en la cuesti6n social, su sustancia y fundamento; ¢) la “compasi6n” en cuanto pasion que suscita el dolor y el sufri- miento y que anula la distancia necesaria para construir un mundo institucional solide culminé en la accién apasionada, violenta e inmediata En primer lugar, la cuestién social se define como la preser- cia de la miseria acuciante y como Ia necesidad de enfrentar y resolver la cuestién de la pobreza.” Cuando la revolucin abrié las puertas de la esfera politica a los pobres, esta esfera se volvié “social”; fue saturada por problemas y necesidades que en realidad pertenecfan a la esfera doméstica y que, aun si se planteaban en la esfera piiblica, no podfan ser resueltos por medios politicos. La cuestién social invadié la arena pii- blica con problemas que sélo podian ser resuueltos por medios técnico-administrativos, que debfan ser puestos en las manos de los expertos y que no podian ser abordados a través del do- le proceso de decision y persuasién (OR, p. 91), Precisamente Ja diferencia fundamental entre el fracaso y el éxito relativo de las revoluciones francesa y estadounidense radica en que esta tiltima pudo ser una revolucién politica que, en ausencia de la presidn de la cuestién social, qued6 liberada de la necesidad y pudo abocarse plenamente al disefio del hogar puiblico. La cuesti6n social, realidad anterior a las revoluciones, se interpone en el camino de la construccién de Ja libertad. En- 2 Sobre el papel dela custin socal y su tratamiento administrativo, véase Bernstein, “Rethinking the Socal and the Political” EL. ESPACIO PUBLIGO COMO COMUNIDAD POLITICA 131 carnada en los pobres, con su lenguaje de las necesidades y con la urgencia imperiosa de aplicar medidas de emergencia para enfrentar la miseria (medidas que, como toda lucha contra la necesidad biolégica, suponen violencia y coercién), obliga a posponer la cuestin politica. Este desplazamiento de Ja cues- tién politica central, fundar la republica, a la cuestién adini trativa (montada sobre el predominio del centralismo burocrs- tico det Antiguo Régimen) hizo que la Revolucién culminara en el Terror y la violencia. En este primer sentido, entonces, elasalto al espacio ptiblico por parte de fos pobres, el lenguaje de la necesidad, la violencia requerida para vencer esa necesi dad se articularon para que el “espacio de Ia libertad” queda- ra subordinado y no pudieran institucionalizarse los procedi- mientos y las formas necesarias para el ejercicio republican.” La apertura del espacio piiblico a los sectores hasta entonces exchuidos termina con su liquidaci6n, Sin embargo, otra linea de argumentacién parece confun- dirse con la anterior para explicar el predominio de la cuestin social y el fracaso de la instauracién republicana: la que se basa en la critica a Rousseau y a la nocién de “voluntad general”. En el nivel tedrico-ideolégico, ta Volonté Générale de Rousseau y su adaptacién por parte de los jacobinos significé Ia traduccion de Ta voluntad soberana real, una ¢ indivisible, en la voluntad abstracta del pucblo unido e indiferenciable. La Volonté Géné- ‘ale excluye desu formulacién el intercambio de opiniones y el acuerdo eventual en beneficio de la unidad y la indivisibilidad La pluralidad es sustituida por Ia unidad, el intercambio de opiniones por la opinidn tinica que pretende encarnar el inte: rés general.” De modo que la voluntad colectiva y el interés 22 “Todo registro de las revoluciones pasadas demuestra més allé de tod: ‘ucta que cualquier intento por resolver la cuestién social con medios politicos conduce al terror, y que es el terror el que hace fracasar 2 ls revoluciones™ (OR, p. 108) 2fste primer argumento podfa sintetizarse en la urgencia de abocarse & In satsfaccién de nevesidades basicas que impone, por fuerza, mecanistos ‘utoritaries, y de “posponer” la reforma politica para cuando se pueda. En todo caso, me parece que, mAs ald de su pertinencia histérica, es distinguible dela necesaria iemtticacion entre “euestin social” y “volantad general *# Sin embargo, mis adelante Arendt relacionari esta apelacién la volun- {ad general no oon factores ideotégicns, sino con el colapso de Ia estructura 132 EN BUSCA DE UN LUGAR COMUN general serdn la base de la “opinién ptiblica”, no del espacio puiblico. Y esa voluntad general que anula la pluralidad justift- ‘ard su practica de liquidacién de las instituciones plurales sur- gidas de la accién revolucionaria, la condena de “las pandillas y facciones”, en la necesidad de disciplinamiento y sometimiento del interés particular a la posiulada existencia de una voluntad emianada de Io social® Las consecuencias politicas del viraje serdn dramaticas: “El cambio de la reptiblica al pueblo significd que la unidad duradera del futuro cuerpo politico no seria gar rantizada por las instituciones que este pueblo tenfa en comin, sino por Ia voluntad det pueblo mismo.”*° Dos problemas: “lo general” sustituye a la pluralidad, pero también la *voluntad” sustituye a las instituciones. Por la primera linea, Arendt se veré obligada a trazar una distincién entre las ideas de eobun: tad general y bien comin y su concepto de “interés pitblico", y a tratar de aclarar su compleja relacién con la pluralidad. En el politica del absolutismo y con la ausencia de una organizacién politica "in dependiente” o de un esptritu comunitario que pudiera subsistir después de Ia crisis politica “la rupnura entre el Rey y el Parlamento arrojé a toda la na ‘in francese al estado de naturaleza; disolvié autoxnticamente la estructura politica del pais, asf como los lazos entre sus habitantes que, hasta entonces, ‘habjan descansado no en las promesas mutuas, sino en Ios civersos privilegios ‘acordados a cada estamento y orden de la sociedad!” (OR, p. 180). El Jazo que ‘mantenia unida ala sociedad era el de la sujecion y el de la complicada train de privilegios. Una vez diaueko ese Iazo, ninguna “comnnidad” o "nmatuali dad” previa o independiente podia reemplazarlo. El argumento ¢s similar al del andlisis de Koselleck de la crisis politica del Estado absolutista "S Hay ainbigiiedades en cuanto al reconocimiento de formas orgenizativas, fimdadoras de poder (lubes, asociaciones, etc.) sargidas de la experiencia revolucionatia. Al parceer fixe muy féeil para Robespicrre liquidar esas ins- tancias comunitatias formadas esponténeamente. Arendt no profundiza en cesta linea porque, presumimos, ello levaria a tener que abundar més en las dificultades para la institucionalizacién (que por otra parte recomoce) de las formas federales y consejstas que son cl soporte de su propuesta, WOR, p. 76. Pareciera que aqui hay dos cosas que fastidian a Arend, por Jado, lo que podriamnos Hamar ls confluencia de la tradicién republican con Ih democritica, Bien pablico si, pero no hay que identificar ese bien pablico con las necesidades populares, ni definir al pueblo por su marginalidad o fu exclusién, Por otra parte, de manera més importante, as dificutades de ligar a construccisn instinicional con la voluntad general, de la que subraya tanto su cardeter abstractamente general, como su naturaleza errética, que idensifiea eon tuna opinién no depurada, EL ESPACIC PUBLICO COMO COMUNIDAD POLITICA 133 segundo sentido, tendré que distinguir la opinién y sus mani- festaciones (desde la opini6n publica hasta la opcién electoral) de la estabilidad de las instituciones y las leyes. Por tiltimo, Ia respuesta “compasiva” de los revolucionarios franceses al suftimiento y la miseria es un tercer elemento que interviene en esta fenomenologia del fracaso republicano. Si hasta entonces la compasién cristiana era una pasién que ope- raba fuera del ambito politico (y frecuentemente fuera del am- bito institucional de la Iglesia), con los jacobinos parece trans- formarse en el pivote de la virtud. La virtud pregonada por Robespierre no era la virfus romana; su despliegue no exigia el espacio publica y el compromiso con el mundo en comin sino que, en cl contexto de la acuciante cuestién social, se tradujo en el compromiso con el objetivo del bienestar general, en Ia identificacién de la voluntad con la voluntad del pueblo.*” ¥ la definicién misma de pueblo surge de la compasion: le peuple, les matherews. Para Arendt, la derrota de los gitondinos marca el punto de transicién de la repiblica al pueblo, de la consti- tucién y las instituciones a la compasi6n con los desposeidos. Esta compasi6n result6 tan infinita c ilimitada como Ta miseria que la circundaba: “La ilegalidad del ‘todo esta permitido’ sur- ge asf de los sentimientos del corazén cuya naturateza ilimitada ayuda a desencadenar un torrente de ilimitada violencia” (OR, p- 102). En este caso, no se trata de la penetraci6n de lo privado en el Ambito puiblico (la virtud jacobina también se identifica precisamente con la anulaci6n del interés particular), sino dela irrupcién desbordante de los sentimientos y las emociones del Ambito intimo, desastrosamente traducidos en virtudes publ cas. El espacio de la intimidad (descubierto y tematizado por 27La magia de la compasion era que abria el corazén del suftiente al stufrinsiento de los ders, yas! estableefa yconfirmaba el lazo natural entre los hombres que sdlolos ricos habian roto [...]-Si Rousseau haba introducide La compasidn en Ia torfa politica, Fue Robespierre quien la introdujo en la plaza con la vehemencla de su gran oratoria revolucionatia’ (OR, p. 81). 28*L.as palabras le feupie som la clave para entender Ia Revolucién francesa, y su connotacién estaba determinada por aquellos que debfan enfrencarse al espectieulo del sifrimiento popular que ellos mismos no compartian” (OR, p75). ‘Pueblo’ no es, entonees, el fepulus unido por los vineulos jur por la wilitats comamione, sino la referencia general 2 "Ios que sufren” 134 EN BUSCA DE UN LUGAR COMUN Rousseatt) como ambito de la rebelién del corazén permite el desarrollo y el cultivo de las emociones que se transformarén en pivote de la verdadera virtud politica. Pero Jos atributos del coraz6n necesitan oscuridad y proteccién frente ala luz publica, para poder crecer y seguir siendo lo que quieren ser, es decir, motivos interiores que no deben ser desplegados en ptiblico. No importa cxdn profundamente sentido sea un motivo, luna vez que se ha expuesto a la inspecei6n ptiblica se transforma en objeto de sospecha |... diferencia de las acciones y las pala- bras que estén destinadas a aparecer, los motivos que estan detris de esas acciones y esas palabras son destruidos en su esencia una vee que aparecen. (OR, pp. 102 y's.) La persecucién, el terror, la sospecha permanente son, en este caso, consccuencias del énfasis jacobino en le ccrur, ame droite, le caractére moral, como fuente de la virtud politica. La compasién liquida la distancia y el espacio mundano en tre los hombres, y el coraz6n traslada sus conflictos a la poli. lica “donde éstos se vuelven criminales, por insolubles”” El resultado es la destruccién tanto del espacio de apariencias (se busca la verdad tras las apariencias, se denuncia la hipocresfa, Jos motives fntimos deben ser desplegados en piiblico, la sin- ccridad debe ser probada, la autenticidad de los sentimientos sometida a inspeccién), como del mundo en comin (una espe- cie de furia de la destruccién hegeliana), y el Terror.” Aquello que Lubmann frfamente llamara més tarde “la paradoja de la comunicacién” (volver comunicable Io incomunicable) tendra su traduccién politica en la institucionalizacién de la sospecha y en el ejercicio de la persecucién, Para un anilisis del papel de la voluntad y las pasiones y su traslado el ambito privado a la esfera publica en el discurso jacobino, véase Bodei, Goometria dalle passion. en realidad, ef relato de Arend termina dibujando una imagen vivida y convincente de la “fenomenologia del cristiano en politica’, mis que wn andlisis de la Yeuestién social", Retoma también, con renovada acmualidad, argumentos republicanes elisicos acerca dea autonomia de la moral patblia respecto de Ja moralidad cristina 0, mas aiin, especto de los efectos per nieiosos de raducir la extramundanidad eristiana a la realidad politica, por efinicién, mundana, Tel vez la temtica de Ia autenticidad y de la honestidad dea intenci6n recomen esta tensién entre mundanidad y extramundanidad. EL ESPAGIO PUBLICO GOMO COMUNIDAD FOLITICA 185 En el famoso capitulo sobre la cuestién social, estas tres If neas aparecen unificadas en un curso histérico y en uma din: mica que conduce al Terror. EI grueso de la argumentacién atribuye el colapso de las nacientes instituciones republicanas (el gobierno de la ley, la Asamblea Nacional) a la presién de los sansculottes y a su pretendida representacién por parte de los jacobinos. La idea de yoluntad general rousseauniana pro- porciona el cemento ideol6gico para dar forma a esa presién y para poder abocarse directamente a la cuestién social, liquidar las instituciones y desatar el Terror. La pasién de la compa- sién brinda le fuerza motivacional. Pero la lgica unitaria (que Arendt correctamente critica) que va de la soberania del rey a la indivisible soberania del pueblo, que niega la posibilidad Ge representar esa soberanta (dejando como tinica via la encar- nacién en una voluntad colectiva), que conduce (y condujo) a Ja inestabilidad institucional, a la aclamaci6n plebiscitaria, no necesariamente es la de la miseria transformada en asunto pi blico, sino “un dilema inherente a todo modelo de democracia radical que en principio niega la representacién’” 3 Robespierre, al disolver las sociedades populares creadas originariamente como érganos de autogobierno, no invoca la cuestién social, sino la unidad de.Ja voluntad general y de la Nacién.® En este tiltimo sentido, dichas sociedades populares, gestadas al calor de la revolucién, no sélo fueron grupos de 5 Arato y Cohen, op. ct, p. 651, note 49. La objecién de estos autores, formulada al pasar, cobra toda si relevancia dado e] énfasis de Arendt en el ‘enarme peso causal de la cuestin social 32 En realidad hay bastante forcejeo histérico en esta reconstrucci6n. Por un lado, los sanseulowes aparecen como Is masa informe de los desposeidos que sélo clama por pan. Par otra parte, as svatés populaires y los cubes, asf come la Comuna de Paris, parecen cows creaciones espontineas surgidas de la accién y como Tugares de reunién cludadans. La disolucién de estas instancias de amogobierno en nombre de ln waion sacrée es evaluada como luna forma de represién de los que habrian sido gérmenes o raices locales de las instituciones republicanas, Pero, por otra parte, se reconoce que todas las peticiones y reclaos de estas sociedades presionaban a sus representantes cen el sentido de resolver fa enestién social, de "legislr la erradicacién de la ‘miseria’, etc. Es decir, hay una doble caracterizaciOn de las sociedades como grupos de presidn, por un lado, y como espacios de libertad, por otro. Véase OR, p. 244, Areadt no parece sacar todas las consecuencias de esta doble 136 EN BUSCA DE UN LUGAR COMUN presién centrados en la resolucién de la cuestién social, sino también semillas del espirita republicano y escuelas de liber tad piblica, Este doble caracter deberfa bastar para mostrarle a Arendt que su forma de tratar la separacién entre la cuestion social y Ja cuestién politica no es sostenible.** Por otra parte, el agudo andlisis arendtiano de las pasiones y las virtudes puestas én juego en la accién politica, y, en espe- cial, de la compasi6n con el sufrimiento ajeno y su monstruosa traducci6n a la politica, culmina en un retrato del revolucio- nario (0 en una fenomenologia del cristiano en politica). Sin ‘embargo, aunque la compasién como pasi6n del corazén esté directamente ligada a la cuestin social (es la identificacién con el sufrimiento), sus origenes parecen tener mas que ver con el cristianismo y con [me dechirée, es decir, con la eclosién de la subjetividad, que con la cuesti6n social en sf. Historicamente puede ser que la formulacién de la virtud jacobina encontra- 53°E] conflicto entre el gobierno jacobino y las sociedades revolucionarias 8e desenwolvfa en torno a tres cuestiones diferentes. La primera era la lucha ‘porla supervivencia de la replica contra la presin del sans-aulotisme, es de Cir la lucha por la Hbestad publica frente alas infintas presiones de Ia miseria privada” (OR, p. 243). Podria pensarse que los jacobinos, pese a toda su com- ‘pasidn, encarnan en exta primera dicotomia elintento de defender la libertad. piiblica y que las sociedades populares son el samseulotiome organizado, es decir, la vor de la miseria privada (véase I nota anterior) "La segunda era la Iucha de Ia facci6n jacobina por el poder absoluto contra el espiricu publico (de estas sociedades); tedricamente, ésta era la lucha por wna opinién publi a wnificada, una ‘voluntad general’ contra el espirit piblico, la diversidad inherente en Ta libertad de pensamiento y de accién; pricticamente, era la lucha de poder entre el partido y el interés de partido contra la chose publique" (p. 245), Bn esta segunda dicotomfa, las sociedades populares ya no encarnan la wr de In miseria (0 no s6lo), sino la pluralidad y el espititu publico. La voluntad general unificada es defenclida por los jacobinos. En este caso, la urgencia de Ja miseria no viene del lado de los agentes de la cuestién social (0 de los suttientes), sino de sus intérpretes. "La tercera cuestin era la lucha tealze el monopolio del poder por parte del gobiemo y el principio federal ‘con su separacién y divisién de poderes, es decit, la lucha enize el Estado- ‘nacidn contra Jos primeros jnicios de una verdadera repiblica” (p. 245). Por fin, en este tercer cato se debe suponer que Ja cuestiGn social esti de ambos laos, tanto de quienes planteaban la necesidad de consolidar el poder de un aparato de Estado para hacer frente a medidas de emergencia, como de ls sociedades populares en su cardcter de grupos de presion. Con esto, ¢ lazo te6rico entre evestién social, voluntad general ycentralismo antirrepublicano parece romperse. EL ESPACIO PUBLICO COMO COMUNIDAD POLITICA 137 ra precisamente, en Ia apelacién a la compasién, Ia forma de comprometer a esa mieva subjetividad en un proyecto histéri- co colectivo, pero en todo caso podria pensarse en otro tipo de pasiones y sentimientos diferentes en relaci6n con la Hamada cuestién social. La cuestién sccial resulta ser, entonces, un elemento central para explicar el fracaso del intento revolucionario francés por instaurar las instituciones republicanas. En On Revolution, 10°. . social ya no-aparece caracterizado en términos generales como E>. ese dominio hibrido que se interpone entre lo piiblico y lo pris 7 vado, borrando las fronteras entre ambos, sino directamente ‘= ‘como la entrada de la necesidad y la miseria en la arena publi- ‘ca, No obstante, con esa entrada encarnada en el populacho de Paris, Arendt confunde la urgencia de medidas administrativas de emergencia, la paradoja de la voluntad general rousseauni na y la pasion ce la compasién, tres ejes que pueden haber tedrico, remiten a problemas distintos. Esta falta de distincién tiene que ver con el supuesto de que Ia cuesti6n social no es sus- ceptible de tratamiento politico —es decir, no puede ser asunto 5 de deliberacién e intercambio de opiniones, sino sélo objeto © de solucién técnico-administrativa—,* de modo que toda cen- tralidad de la cuestién social supone necesariamente un des- plazamiento de lo piblico-potitico. Por otro lado, la confusion ‘se conccta con Ios dilemas inherentes a la democracia directa, con el rechazo de la politica de intereses y del parlamentaris- mo, supuestos que la concepcién de poder y de democracia de consejos de Arendt comparie, a pesar de su penetrante critica Arendt ha sido una de las exiticas més radicales de las "falsas” preten: siones de las ciencins sociales y de la llamada ciencia politica. Sus criticas al conductismo, a le wansformacién de la accién en “condueta © comporta- ‘mienta", a la ercencia en la posbilidad de formulacién de leyes, ec, son Ia ‘contracara de su tesis del “ascenso de lo social” y de la declinacién del espacio ‘iiblico (véanse los capitulos ILy V de £1C). Pero su misma distincién entre lo politico y lo social ermina colocando todo el Ambito de los problemas so- ‘Gales exclusivamente en manos de les expertos y los téenicos. Traciucido a términos contempordneos, en las cnestiones de salud, educacién o vivienda ro comparecesian opiniones plurales, sino sdlo problemas técnicos por resok ver con medics técnicos. Para Ia distincién entre acciém y comportamiento, véase Pitkin, "Justice: On Relating Public and Private”, confluido histéricamente pero que, desde un punto de vista -cy,uvon 138 EN BUSCA DE UN LUGAR COMUN con la concepeién rousseauniana.*® Arendt imputa m social dilemas y paradojas que provienen, a nues- tro entender, de otro campo de problemas. No sélo restringe asf la definicién de lo politico exclusivamente a la deliberacion ptiblica, sino que deja fuera de esa posible deliberacién casi todos los temas que podrian ser su sustancia. En todo caso, el intento de refundacién republicana més impactante de la historia ha fracasado. Habra que volver Ja mirada hacia Estados Unidos para encontrar, en esa extraiia amalgama entre el espiritu romano y el espiritu biblico,"* el cexitoso experimento de fundacién de la repitblica moderna, 3. Bl argumento estadounidense: felicidad priblica 3 bienestar privado Como en Tocqueville, Europa y Estados Unidos comparecen en On Revolution como los dos polos de una confrontacién, en Ia que la “excepcionalidad” del caso estadounidense, !a particu- laridad de la contingencia feliz, brinda elementos iluminadores para comprender el fracasado intento europeo de fundar la libertad.®” Estados Unidos sera el verdadero modelo de revo- 3s decir, en esos puntos en los que la posici6n republicans, con su énfasis, ‘en la cosa puiblica, corre el riesgo de confunditse con la vofuntad general, y el énfasisen la participacin civiea con el rechazo frontal a la epresentaci6n, La mayoria de los historiadores ba reconocido Ia imporiancia de Ja re ligién bibliea, “el punto de partida religioso” (Tocqueville) det experimento cestadounidense, Arendt, con su énfasis en los pacios originales, en la idea de comunidad politica implicita en Ja concepeién sectaria, etc, se adhies cesta linea aunque no abunda en la similitudes y confiuencias entre los con pponeates biblicos y republicanos de la tradicién estedounidense. En torno al concepto de “tradicién” en el sentido usado por Mactntyre al aplicarlo a la formacién de una moral piblica, véase Bellah et al, Habites del corazin, don- de los componentes biblicos y los republicanos son tratidos conjuntamente, Seguir adelante con esta linea de interpretacién tal vez le habia permitido 2 ‘Arendt ablandar Ia dureza normativa de su idea de espacio puiblico, 31 Como en Tocqueville, Ia preacupacién central del texto es el destino de la liberiad (ce a repsiblica) de uno y otro lado del Ailintico. La existencia de Srganos de poder communal y local, previos al estallido revolucionatio, es un elemento decisivo en a expllcaci6n de la suerte corrida por la organizacién politica en ambos casos. Sin embargo, podria afirmarse que Tocqueville des- dramatiza el concepto de revoluci6n, subrayando més Ia consinuldad que la iuptura con el Ancien Régime en el caso francés, y mds Ja *constimeién® que EL ESPACIO PUBLICO COMO COMUNIDAD POLITICA 189 lucién, con su constitucién republicana, con sus érganos de poder local, su éxito en Ia construccién de un nuevo orden puiblico seculary la institucionalizacién de una esfera privada constitucionalmente protegida. Sin embargo, esta nacién tam poco podra sustraerse a su propiz versién del “ascenso dé lo social” (hasta el punto de llegar a constituirse casi en el para digma de la sociedad de masas) y, por Io tanto, de la oclusin del espacio pitblico. A diferencia del caso francés, la inexistencia de la presién de la miseria y de la despolitizacién general levada adelante por el Estado absolutista y la sociedad coriesana elimina los amtece- dentes negatives que explicaban el fracaso del intento republi- cano francés. La revolucién estadounidense, por el contrario, pudo encarnar vividamente el ideal republicano, el amor por Ia libertad puiblica y la participaci6n’en Jos asuntos comunes. La pragmatica sabidurfa de los Founding Fathers contrasta con la reflexién puramente tedrica de les philosophes tanto como, de manera més importante, la experiencia concreta de las aso- ciaciones de poder local contrasta con la despolitizacion del Estado absolutista. No obstante, en el caso estadounidense, el predominio progresivo del interés privado por encima de la virtud piblica, el desplazamiento de la libertad por el bienes- tar, del espiritu piiblico por la opinién piiblica explicaran las limitaciones de la institucionalizacién del espfritu revoluciona- rio original.** El acto fundacional, el ejercicio del poder constituyente, la constitucién de un cuerpo politico 0 de un “hogar piiblico” se transforman en la activiclad pablica por excelencia. Los padres fundadores sabfan que la libertad publica 12 “revoluciGn” cnet de Estados Unides. Para Arendt, en cambio, “revolucisa” ta un concepto central, como expresién de su teoria mas general sobre In accién, ya pari de la experiencia estadounidense, el establecimiento de ‘una Consttucién, come acto fundacional de un nuevo orden, se transforma cna quintaesencia de la revolucin. ' Fatos angumietos son de tipo distin que Tos releridos al ascenso de lo social; en realidad remiten mis 2 un forclecimiento de Ia esfera privada 2 fexpensas del espacio publico. Sobre Ia instiucionalizacién de la revoluei6n, ‘eave Pitkin, “Justice: On Relating Public and Privat”. 40 EN BUSCA DE UN LUGAR COMUN cconsistfa en patticipar de los asuntos piiblicos y que las activida- des referidas a estos asuntos no constitufan en ningtin sentido ‘una carga, sino que proporcionaban a aquellos que las realizaban un sentimiento de felicidad que no podia lograrse en ninguna otra parte. fee a En su origen, lo distintivo de la revolucién estadounidense estuvo en este espfritu republicano y, junto con él, en Ia mi- croexperiencia republicana previa de los poderes comunales. Aquello que en el caso francés podia scr aspiracién, teoria po- Iitica o filosofia, en el caso estadounidense era una experiencia vivida a partir de la organizacion colonial y un sano pragmatis mo surgido de la participacién real en los asuntos colectivos. {La tiranta, ta como los revolucionarios fa entendian, era una for- sma de gobierno en In que el gobernante, aun cuando gobernara de acuerdo con tas leyes, habia monopolizado el derecho ala ac- cin, expulsando a os ciudadanos del espacio pitbico y recluyéne dolos en la privacidad de sus hogares; demandaba de ellos que se ocuparan solo de sus asuntos privados. La tiranta, en otras pala- bras, privaba de la felicidad publica, aunque no necesariamente del bienestar privado, mientras que la repiblica garantizaba a todo ciudadano el derecho a ser tn participante en ci gobicrno de los asumtos comunes, ef derecho a ser visto en accion. (OR, p.130) 2 Tal ver éste sea uno de los rasgos més destaeados por Arendt en los proce- s0s de movilizacién: la felicidad provocada por la tranaformacién dela “gente” en “actores". En otro comtexto, en relacton con la protesca estudiantil, comen- ard: “la generacién del movimiento estudiantil[...] penerré en el terreno de Ja politica otra experiencia nueva para nuestro tempo: resullé que actuar es diversido. Fsta generacién descubrié lo que el siglo XVII haba denominado “felicidad publica’, que significa que cuando el hombre toma parte en la vida piiblica se abre para si mismo una dimensiéa de experiencia humana que de ‘otra forma permanece cerrada para ély que de alguna manera constituye una, pparte de Ia felicidad completa.” Crisis dela Republica, p. 208, Bn este sentido, Ja suerte de Ja Constitucién en Francia , en Estados Unidos también seré iveryente. "Los diputados de la Asamblea Francesa que se autodeclararon ‘cuerpo permanente y luego, en lugar de hacer volver sus resoluciones y del bberaciones a la gente, se segregaron de sus poderes constivuyentes, no fueron padres fundadores, sino los antecesores de generaciones de expertos y poli: ‘cos para quienes la tarea constitucional iba a wansformarse en pasatlempo Srvorito, porque no tenfan ni poder ni partcipacién en Ta conformacién de EL ESPACIO PUBLIGO GOMO COMUNIDAD POLITICA 141 El espiritu de la Constitucién estadounidense, en Ia inter- pretacién de Arendt, permite comenzar a trazar la distineién centre liberalismo y republicanismo, entre felicidad publica y bienestar privado, que encontrarén su formulacién politica en la distinci6n entre libertad publica y libertades civiles.*” Ta imerpretacién del acto de fundacién constitucional apun- ta no sélo a cnfatizar la garantfa de los derechos, sino el re- conocimiento de la presencia de poderes. El sentido original de la Gonstitucion de Estados Unidos (debilitade Iuego por la no institucionalizacién de los poderes comunales y por la transformacién del espiritu publico en opinién piiblica) no fue la salvaguarda de las libertades civiles, sino el establecimiento de un sistema de poder enteramente nuevo, Soto en el espa- cio de un sistema de poderes equilibrado, en el que el poder estuviese repartido sin estar debilitado, en el que el resulta- do final fuera la produccién de més poder, no su. limitacién, podrian esas garantfas ser plenamente cfectivas y, al mismo tiempo, redundar en una mayor capacidad de accién de las partes. El sistema federal, la gran innovacién constitucional estadounidense, “no sdlo proporcioné una garantia contra la monopolizacidn del poder por una parte del gobierno, sino que oftecié un mecanismo, construido en el coraz6n mismo del gobierno, a través del cual se genera constantemente nuevo poder’? 4 “para la Revoluci6n estadounidense, la cuestién era si el nuevo gobierno iba a constituir un émbito propio para la felicidad piblica’ de sus ciudadanos (si habja sido disefiado exclusivamente para serviry asegurar Ia prosecucién de felicidad prisada més efectivamente que en el Antiguo Régimen” (OR, pp 183). Esta afirmacién hace suponer que Ia tensiéa entre predominio de Tas garantins y derechos civiles © afirmacién de la libertad puiblica estaba presente desde d inicio, aunque la gran innovacién del constitucionalismo Estadounicense finaimente habria dado como resultado la creaci6n de un sistema de poderes enteramente nuevo, que tendi efectivamente a asegurar Y garantizar las Woertades piblicas. La *retérica" de los derechos (para usar fa terminologia del debate estadounidense contemporinco) habria sido wna ceacién posterior, producto del progresivo énfasis en cl bienestar privado, Sin embargo, en toda la formulacién de Arenet, aunque se reconoce el papet fundamental de la garantia de los derechos civiles, esti presente la tendencia acontraponer retérica de los derechos 2 "retorica de la virtad’ “VOR, p. 152. "La mayor innovacién de Estados Unidos en politica fe ta abolicin de fa soberania den:ro del cuerpo politico de la repiblica, la iden 142 EN BUSCA DE UN LUGAR COMUN El modelo basado en los “derechos y libertades negativas” y el modelo basado en “el poder”, asi articulados, permitieron garantizar el espacio de libertad de movimiento y de privaci- dad, y la generacién incremental de poder. Se logré entonces 2 equilibrar libertades civiles garantizadas por los derechos y li °°. bertad piiblica garantizada por el ejercicio del poder politico. Este nuevo sistema de poderes partia del reconocimiento de una realidad previa: la existencia de poderes locales organiza. dos y legitimos. Ello también abrié la posibilidad de enfrentar con éxito el reto del vacio de autoridad, Para Arendt, e! proble- ma de la fundaci6n de la autoridad legitima es el legado que agobis a todas las revoluciones. La tarea de secularizacién lle- vada adelante por la monarquia absohutista consistié en crear un dominio secular con dignidad propia y resolver el problema de la autoridad a través de la soberanfa, que ocluyé o resolvié parcialmente el problema de la pérdida de la sanci6n divina. La secularizaci6n del mundo politico heredara a las experiencias ‘¢_ Fevolucionarias el problema del fandamento tiltimo del poder. ,2Gémo fundar la legitimidad de una autoridad mundana?*> La solucién francesa, como se vio, consistié en colocar el funda- Siteles, mento del poder y de la ley en el ambito de la voluntad de fa naci6n, lo cual equivalia a poner el poder constituyente en de que, en ef dominio de Jos asmntos humanos, soberanta y tiranfa son lo in embargo, en Arendt subsiste el estatus ambiguo de los derechos. Esto es patente sobre torio en el caso de los derechos de reunién y asociacién: derechos civiles 0 libertades piblicas? Se ha sefilado que en ella coexiste tuna concepcién de les devechos ligada al acceso al espacio piiblico, donde estos derechos pueden scr defendidos y afirmados, y otra concepeién que relaciona el derecho con una esfera ligada a la propiedad privada. Asi, en rigor no habria lugar para el coneepto de un derecho de las pervonas juré

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