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—= e=Bibloteca Basica-de Literatura =~ ‘tope _ Earenovacion _—_- —poética = = -del Renacimient 7 a Rae Babin Nafiez de Prado ogee NO EXISTE EN LA HISTORIA de la poesia amorosa occidental una obra de tan extraordinaria influencia co~ mo la ejercida por las Rimas del italiano Francesco Pe- trarca (1304-1374). Se trata de un extenso conjunto de composiciones poéticas —sonetos en si mayor parte—, elaborado a lo largo de més de treinta afos y ordenado por el propio autor ea forma de cancionero, nombre con, el que tambien se sucle designar la obra. Se presenta ésta ante el lector como reflejo Titerario de un proceso amo- +080 inspirado por una mujer, Laura, cuya existencia real, sin embargo, dista mucho de estar probada. La muerte de la dama sirve de linea divisoria a las dos secciones en jue aparecen agrupados los poemas: in vita e in morte i Madonna Laura. Componentes literarios del petrarquismo La poesia amorosa de Petrarca se nutre de elementos ya presentes en tendencias anteriores. Ast, recoge abundan- tes concepos de I train trovadoresea, entre los que conviene sefalar los siguientes: 1) Supedicacién, en términos feudales, del poeta /vasa- lio) ala dama (serior). Desde este punto de vista, el amor se concibe como servicio. 2) Imposibilidad de que el conflicto amoroso tenga una resolucién feliz, puesto que la dama ests casada, Esta cir- cunstancia impone, adems, que el enamorado refrene la explicitud de sus desahogos lirioos y se mantenga siem- pre en un plano de absoluta discrecién. 3) Profundo sufrimiento por parte del poeta, pero su- acdsee perce ee see ere etna ce a tan alta dama ennoblece su espfritu y transforma el do- lor en recompensa. Pero cuando estos conceptos llegan a Petrarca, han pa- sado ya por el tamiz espiritualizador del dolee stil nuovo, escuela poética que se desarrolla principalmente en la Flo- rencia de finales del siglo xin. Sus seguidores (Cavalean- ti, el Dante de la Vita nuova, etc.) conciben a la amada no ya simplemente como un ser superior, sino como al- guien a quien Dios ha revestido de cualidades sobrehu- manas y ha puesto en el camino del poeta para lograr su eterna salvacién. Asi, la muerte de la dama se llena de significaciones mitico-religiosas, ya que en el reino celes- tial podré interceder eficazmente por quien tanto amor le ba mostrado en el mundo. El petrarquismo afiade a todo este acervo elementos de- cisivamente innovadores. En primer lugar, la complacen- cia en la introspeccidn del yo més intimo, revelado pos ticamente con una complejidad psicolégica desconocida hasta entonces. En segundo lugar, una humanizacién de la amada, que, sin menoscabo de su condicién divina, le devuelve su inmediatez terrena, fuente de perfecciones fisicas que el poeta no duda en exaltar uns y otra vez Yen tercer lugar, la intervencién lirica de la naturaleza, en cuyo devenir el autor siente inmerso su conflicto amo- 1080, Todo ello expresado en un estilo distinto, influido compuesto de 317 Mf | sonetos, 29 cancio- ee Componentes | del petrarquisme Peeravéa vio por pri: mera-ved a Laura el dia de Viernes San to de 1327, en le iglesia de Santa Cla ra de Avinién. Sibi: tamente enamorado de ella, su experien: | cia amorosa quedé | recogida, a partir de | entonces, en una se | rie de poemas que ines usa eb | raciones, configura | ria el Cancionero, | nes, 9 sextinas, 7 ba |laddas y # roadri | gales. Componentes | del petrarquismo | Nada cierto se sabe (que inspird los ver sos amorosos de Pe- francs. Ni siguters seyuro que fuese Laura su verdadero |} nombre, Aunque sin pruebas conc! entes, se ha legad 4 decir que se de 1m personaje de ficcién. De creer a trarca, Lawra reserib on 1348, da peste que 2 Europa. | Arvibs, rerrato ideal Ide la dama, proce dente de un cddice Cancionero del ‘ sodavia por la tendencia medieval a la abstracciém, pero 4 capaz de acentos de una franqueza emocional con la que} €l lector puede identticarse Fcilmente. Esta nueva orientacion, mis directa y humana, més pro- funda, dela experiencia amorosa favorecié que el petrar ‘i uismo se asentase como corriente literaria ya desde el Siglo XV, que determinase el cardcter de la poesia amo- sa del Renacimiento europeo y que, partir de enton- | ces, st impronta nunca haya dejado de ser perceptible del vod. Pero téngase en cuenta que lo que denominamos petrarquismo debe mucho tambiéa «los comentarists | € imitadoresitalianos de Petratca (Pietro Bembo, Bernar- | do Tasso, Jacopo Sannazzaro, Luigi Tansilo, etc), los | Guales convirsieron a su antecesor, desde principios del siglo XV, en un verdadero clésico, comparable alos gre Colatinos en perfeccién artistica. Ademis, cuando el mo- | vimiento se expandi6 por Europa, levaba incorporados 2 ottos componentes. Entre ellos resultaban esenciales Jos derivados de la filosofia platénica, que, convenien- temente adecuada a los nuevos principios ideolégicos, propugnaba una forma superior de idealismo, aplicable tanto alas relaciones amorosas como a las relaciones del hombre con Ja navuraleza. Algunas obras fundamentales en la consolidacién de este neoplavonismo fueron £! cor. tesano, de Baltasar de Castiglione, y los Diddogos de amor, Vindn poe El ideal | Visién poética ponenina | de la mujer amada q | El ideal de belleza femenina que instaura el Renacimi | to queda plasmado literalmente en un estereotipo, entre cuyos principales elementos se cuentan: cabellera rubias | tez muy blanca, pero de sonrosadas mejllas; ojos radian- | frente ters; labios cuyo color contrast con la blan- | cura nitida de los dientes; cuello alto y erguido... Aun- | gue con abundantes excepciones, el retrato poético suele Timitarse al busto de la dama. Es un retrato selectivo y. come tal, tampoco necesita incluir siempre todos los ele- | mentos enumerados. Dos de ellos, sin embargo, alca zan una particular importancia y se erigen a menudo en Leonardo da Vinci jn que n poetas de la época 26 EL ideal jemenino En El nacimiento }de Venus de Bott | celli triunfe tam. bin el estereotipo de | belleza femenina es | sablecido por ef Re-| nacimiento. En este | | caso, la identidad | | mitoligice del perso | naj central permit su desnudo. El ca riécter espiritualiza do de la amada con-| | cebida en términos petrarquistas impi de polo general fecoreamre cor | ales, | yen un destello en la terra de la belleza y la bondad LU tinae, Exaltando la hermosura visible queda, pues, exal- orig asimismo [a intima y oculta, Ello explica que las cus- “Tadades espirituales de la dama rara vez aparezcan enun: Y Gadas explicitamente. Basta, en todo caso, con poner de fnanifiesto su honestidad, atributo integradot de todas las Firtudes cortesanas, incluida, desde luego, la que le pro~ ibe aeceder a las demandas amorosas del poeta. ‘En la concepcidn. poética del ser amado intervienen también diversas alternativas simbélicas. A veces, su pre- Sencia permanece vinculada a determinados fenémenos naturales, entre los que destaca la luz. ¥ asi, la dama se | geocia con la aurana que ilumina la hasta entonces oscu- | objeto exclusiva del poema: los ojos, cauce del fluir amon 30, y los cabellos, imaginados como una red de amoy | en la cual se siente atrapada la voluntad del poeta. Desde el punto de vista expresivo, la idealizacién poé. tica de la amada sigue un proceso de hiperbolizacién me- taférica que identifica esos componentes fisicos con cier- | tas realidades naturales, cuya sola mencidn resulta ya embellecedora: cabellos-ora, sl; tez-ross, azucena 0, en alte sin a [a frialdad, a la dureza de la dama, nieve, mdrmol; |. ojos, siempre claras lumingsoe), ~asiros labios level, co- ral, rub, dientes-perlas; cuello-cisne, que ademés connoca blancura, En términos neoplaténicos, esta belleza externa es sdlo un eco de la belleza interior de la amada y ambas consti- Ta existencia del autor. Es igualmente fuego, que abrasa cl alma del enamorado y la purifica a través del dolor. Por otra parte, su indole sobrehumana justifica los efec- tos que su aparicién provoca en la naturaleza: el transcu- rrir establecido de ésta se interrumpe misteriosamente; en ocasiones, estalla una inesperada primavera que las hue- Ilas de la amada inundan de flores; en otras, por el con- ratio, es su repentina ausencia la que agosta los campos y malogra los frutos de la tierra. Esta propensi6n divinizadora no desaprovecharé los re- cursos expresivos que le sugiere la mitologia clisica, Por «ejemplo, la identificacién de la dama con una diosa 0, més modesta y comunmente, con una semidiosa. Baste citar el caso del término ninfa, tan frecuentemente lexicaliza- do como sinénimo de amada. | El ideal fomenino Los poctas identifi caban con frecuen: cia sus armadas con ninfas. Estas divin dades, recreadas aqui por Jacob Jor ere ts fuente del amor, se asocia- ban en la mitologia sgriega con elemen- tos naturales como agua y los drboes. Aunque no eran in mortals, ofvtan largo tiempo y eran amigas del género bumano, El proceso | Hl | amoroso | | Hi redecubrimionto| renacentista de los) textos de Platin ti vo consecuencias de- castes er el mundo | del arte La filosofis | platonic establece| tna priovidad de lo espirttual sobre lo material, on clara leonfrontacidn con | el maturalisme cien tifco que preconii | Anstéveles. Berra ‘guete realizd sx ho-| menaje personal a| Platén pintdéndolo | para el aristécrata | [Federico de Montel- | ag (felero, El proceso amoroso El amor, definido en sentido platénico como deseo de belleza, nace como consecuencia de un extrafio fluido que, partiendo de los ojos de la dama, llega a los del poeta y, a través de ellos, se aduefia de todo su ser, en donde im- prime con trazos indelebles la imagen del ser amado, El efecto inmediato que produce el amor es el sufri- tniento: un sufrimiento gozoso, segiin habia descubierto | la poesia provenzal y aceptado Petrarca. Posteriormen- te, los neoplaténicos procurarian resolver esta contradic- cidn esencial afirmando que el estado amoroso supone la enajenacién del amante, el cual vive fuera de sf mis- mo, en una especie de muerte personal, pero querida por él, es decir, voluntaria y, por ello, gozosa, Una vez trans- formado el que ama en la persona amada, se siente arre batado, a través de esa muerte ideal, al mundo de la be- Ileza, inaccesible para los demés. Esta intelectualizacibn de la experiencia amorosa con- sinila apelando al antiguo concepto trovadoresco del ser- vicio amoroso, Ante un ser de naturaleza superior que absorbe as{ la individualidad del poeta, equé puede hacer éste sino rendirle culto de humildad, exalrando sus per- feeciones y asumiendo ~aun entre quejas~ su desvio 0, en el mejor de los casos, su decisién de no eruzar los It mites platénicos de la mente, la vista y el ofdo? | "Pero el amor es ademis destino. Con él nacié el autor y por él se ha visto manejado durante toda su existencia. | Se'trata de ana fuerza inexorable contra la que toda lu: | cha resulta intel. Siempre acaba por vencer al amante, {guien, prisionero ya de su pasidn, muestra todavia el or- arcel. Sumido en el anhelo amioroso, el poeta siente la nece- | | sidad de encerrarse en si mismo, de vivir en las honduras del alma donde el amor habita y consumirse allf en un | be que su aspiracign es demasiado alta, que no tiene {— | Soneto | doloroso éxtasis. El pensamiento amoroso le domina, Sa- Ponme en fa vida més brava, importuna, do pida a Dios mi veces ls mortaja, | ponme en edad do ef seso mas trabaa, | 0 en los brazos del ama, 0 en la cuna | Ponme en baja 0 ¢n prdspera fortuna, f i ponme do el sot el trato humano ataja, | 0a do por fifo al alto mar se cuaja, o-en el abismo, o encima de la luna Ponme do a nuestros pies viven las gente, ‘o-en a tierra, 0 en el cielo, 0 en el viento, pone entre fieras, puesto entre sus dente, do muerte y sangre es todo el fundarnento donde quieraterné siempre presentes los ojos por quign muero tan contento Petrarca (Traduccién de Juan Boscéri. | gullo de haber perdido su libertad en la més gloriosa El proceso amoroso i | Eueron muchos (os! | | poctas renacentistas| | | que tradiseron com | | posiciones de Petrar-| ca con el propésito| de asimilar si arte.| ‘A mentido, e autor solia caer en la ten tacit de introducir endecasllabns pro- Dios. Aqut se ofrece tuna de estas clones, efectuada por Bosca | posicibn que, por lo comin, no expresa nada nuevo ni | El proceso | | peTorma muy diferente a lo expresado en otras muchas, El proceso amoroso derecho a esperar que ge comple, Pero sin ela la vide ca amoroso receria de sentido. [EL amor ennoblece al poeta elevéndolo a la plenitud espiri tual. Sin embarg |{a experiencia ama | torta entrana dolo- rosa contradico- nes, la imposibil | tld te wicancar lo que desea acaba por Simi al amante en lun estado de postva | * 30 lcidn antmica ‘oda compaiia le desagrada, Rehiye incluso asus amigos. Ni aun el mas {ntimo le serviria de confidente, puesto que a nadie le es dado comprender ale go tan elevado y misterioso como lo que el enamorado | experimenta, Sélo en la naturaleza puede hallar compren. sién y alla dnicamente se conta, Y, sin embargo, 1o ex- twaordinario de sus sentimientos le impulsa a publicarlos aungue sea valiéndose de los recursos encubridores que | le ofrece la lengua literaria, Pero he aqui una nueva con. tradiccidn: una ver hecho publico su suftimiento, el poeta se vera privado de la gloriosa exclusividad con que lo vi- via, Finalmente, la idea grecolatina «de que la poesia tic. ne una misién inmortalizadora» (Rafael Lapesa) le de dird a expresar por via lirica lo que hasta entonces habla permanecido oculto, siempre que no se arente contra el rincipio de la discrecién, que compromete a no revelar ja identidad de la dama y a adoptar un estilo elusivo que envuelva la confesién poétiea en una atmésfera de im- precisién, La imitacién como precepto artistico conduce inevita- blemente al t6pico. Y, en efecto, la poesia de los siglos de oro se nutre de un caudal de lugares comunes en el que las recurrencias conceptuales se presentan unidas a las de naturaleza léxica y retorica. Los resultados obteni- dos con estos medios dépenden de la capaciclad del poeta para dejar el sello de su personalidad artstica en una com- | En lo que se refiere a la poetizacién del proceso amoro- ‘. la variedad de situaciones tépicas rara vez sobrepasa jag que se enuncian seguidamente: | 4) La pura exaltacién de la belleza de la amada, en los técminos ya expuestos en el apartado anterior. 4) Los intentos de precisar qué es el amor y como se manifian sus eettos contradctorion, Para ello el era tendra que apelar al poder expresivo Peparadojs: elo Bical dulce Nama, quer que da etc 5 } Las queias a que dan ocasién la indiferencia o el des- vio des dama, En muchos easos, fa postura de bia sumisién por parte del amante no bastard para impedir tn estallido de reproches, especialmente duros cuando vie- nen dictados por los celos. ; “4) Elsufrimiento que la ausencia origina, slo mitigax do por la firme convicci6n de que la distancia nada po- dei contra el amor mientras la imagen del ser amtado per- manezca en el alma. Se 5) La esperanza, alimento supremo del amante, Ginico remedio eficaz contra la angustia de amar sin ser corres- pondido. Ni siquiera la muerte puede vencer un senti- iento del que fluye la fe necesaria para confiar en un reencuentro ultraterreno, definitivamente feliz, con la amada | El gozo del amor tiene un alzo precio: la angustia ‘de la brisqueda, el terror} a la separacidn, | saci de ln nse $ celos, el dolor con que se asume la | indiferencia, la trat- ién_o incluso la muerte de la ama-| Pero. siempre| riwnfia la esperanza | ‘como defensa y con- | snelo supremo det samante 3 | Peligros | del amor ediante el yin- Peligros 6) El enfrencamiento entre el deseo amoroso y la BP gut los divinos precepros legtiman mediante el vie- | Peligras z6n, Porque, a pesar del orgullo y la gloria de amar, Ejio matrimonial, oricsde'eett trecnchiend . | poeta es conscsnte de que la panén fe arvana pore Hse iu dei rnin, metaforizado con fecuen | minos cada vez mis alejados de sus posibilidades inteleg jrel t6pico de la llegada a eae ea ae tales y de sus deberes eivicos. El amor anula su indi aula x el enpetion dea pan, ang de dualidad, ofusea su mente y, en definitiva, lo reduce 2 capectal ension lia Jos poemas que comienzan con ser un triste ejemplo de todo aquello que desprecian lost a Gham determinacion palinddica para ir abandonan- | | i : composicidn. El poeta no | ideales racionalistas de la época. Contra tal sentimiente! [| dola a medida que progresa la composicidn. El poets no habri de defenderse la razém tarde o temprano y la lucky | [dude de que vive en el error y de que ha llegado la ho | | entablada ser desigual y sin treguss una lucha singular | mente penosa, puesto que cl amante la sabe perdida de | | antemano. 4 F del arrepentimiento, pero [a fuerza de su deseo continia | Sendo superior a los insistentes avisos de su conciencia ape Los peligros de amar we razén y deseo conduce al poeta a desea a la amada No obstante, legado el momento oportuno —coinei dente, por lo general, con fa madarez del poeta. la ra AMA | En el masrimonio z6n puede acabar venciendo la tirania de que, hasta em | amma | |p ; y a ballar el poe al mismo tiempo, «| tonces, le ha hecho victioa el deseo. Buena parte de los | : f pas. expiritual resistrse «ese senti-| cancioneros al modo petearquista se inicia con una pals |_ y i | que ius anteriores ‘iento que le con-) nodia poemética, en Ia que el autor se arrepiente de sus 7 7 xperiencias amoro duce a los abismos| pasados errores pasionales ¢ invita tdeitamente 2 que el | . b Pa ss le negaron. Asi le wsién. Abajo, | resto de la obra sea interpretada desde un punto de vista | 3 ‘ yrid 4 Boscén, el cuadro Amor sa-| aleccionador: la experiencia del poeta —aun con toda su i on en su Eplsto- cro, amor divino| gloria debe testimoniar al lector hasta qué extremo ex | an faa don. Diego de Tiziano falso y pernicioso cualquier amor que no sea el di Hurtado de Men doza habla de maser on os siguien: tes térmainos: | me ha dado ts | tale dad gue me sda me hace ver que ella conve otras no me conve| nian; / a ésta teng: 10 y ella me tienes, En ta ilstaci, El trimonio Ar. Ih. C banc dencia resulta engaiiosa o tan effmera que ter- El amor Primal Fete eis incentive mis del dolor. Asi sucede con | correspondido lel amor correspondido Ell rapico del sueio amoroso, en el que el amante satisface : idiado ¢ Wren seefios su deseo y, al despertar, se ve brutalmente Aesengaiiado; o-con fas milltiples variantes de la albada provenzal —més cultivades por los poetas barrocos que 7 los renacentistas—, donde los amantes, protegidos por El amor correspondido Segin se deduce de lo estudiado en el presente capitulo, ‘muy pocas veces poetiza el petrarquismo la plenitud amo. | rosa en una situacién de feliz correspondencia, Sin em | bargo, sucede en ocasiones, | pe A éxtasis amoroso, que se Aunque con carfcter muy excepcional, no faltan E | la nocrurnidad, experimentan un éxasis amoroso que se casos en queso usin In concesin de Eavores canals || ebrapemente terme por lox pncron ays | | por parte de la dama. Mas numerosas son las resolucio- © |“ Ghelemos, por éltimo, que los lamentos liricos moti nes palinédicas que se recrean en el estado animico que vados por el abandono ola muerte de la dama suelen co- | El amor correspon: 4a dicha conyugal origina en el autor. © | brariatensidad en la oposicion de dos planos tempor | dido puede ser tan Por vias menos reas con la esenciaideolégica del pe- | lesrel prev desdichado en el que se halla realmente | mero que condi trarquismo, se llega a circunstancias en las que una feliz el poeta y un rememorado ayer de feliz correspondencia | 4 al dolor. Ast sw. ‘amorosa, nunca poetizado como tal cuando atin era el | cede en el tdpico del | ; F | momento |suerio amoroso | Aunque no suele ser! frecuente, en ocasio-| | nes el amante consi: | gue que se amor sea | corvespondido y, ex cepcionalmente, la} dama accede a la re lacién carnal. Sin embargo, esta expe-| riencia normalmen Jie tiene un desenla-| [ce doloroso. Tal es ef caso que recoge la al bada, cancién lirica cemparenzads con la tradicién trovado resca. En ella, el mo- | tivo pottico es la se-| paracién de los ena svanados al despor tard dia |ectoria artistica| | Pee ues | pare Tee “coatoles | LOS petrarquistas espanioles espartoles Le corresponde a Juan Boscén (¢1492?. haber introducido el petrarquismo en Espatia, Iniciada su empresa con cardcter experimental, él mismo debié de quedar sorprendido ante el triunfo de todo un siste- 1ma poético cuyo fecundo desarrollo lleg6 a presenciar s6- lo parcialmente, No deja de ser paradéjico que lo mejor del Boscdn italianista, algtin que otro soneto aparte, se | halle precisamente en 2 tan antipetrarquista Epéstole a don Diego Hurtado de Mendoza, en la que celebra con emo cionada sencillez los placeres de su vida conyugal, anti- | doto de sus anteriores devaneos amorosos. | La mayor parte de la critica ha coincidido siempre en que Boscén, sin ser un mal poeta, no se encontraba a la altura de la misidn literaria que habia emprendido. El mis- | mo reconoce que ésta no habria llegado a buen fin de no haber contado con Ia ayuda de su amigo Garcilaso, Y, ciertamente, es Garcilaso de la Vega (1017-1536) quien Garcilaso de la Ve ga comenzd stra ‘cultivando la complieados concep 05 abstracciones, para pasar ego a la| poesia petrarguista | de influencis clés: ca, En este proceso inflys La estan del poeta en Népo- | les, donde compl su formacién hima nibtica y cownpuso implanta el petrarquismo en Ja poesia espaiiola con a autoridad de una obra reducida, pero intensa, que servi- ri de modelo inmediato a los poctas posteriores. En Gar- ilaso se hace experiencia auténtica el amor concebido a la manera de Petrarca. Enamorado de una dama portu- guesa, Isabel Freyre, venida a Espafia con el séquito de | fa futura emperatriz, cantard su desvio y, luego, su pre- matura muerte en Sonetos, Canciones y Eglogas, que, en poco tiempo, sittian a su autor en el pedestal de los clisi- | cos. Fue una leccién definitiva para sus seguidores, pues- | | | Petrarquistas | espatioles to que demostraba que un autor moderno, valiéndose | como Petrarca~ de la lengua vulgar, padia obtener re sultados artisticos que en nada desmerecian de los conse- guidos por la poesia de la antigiiedad grecolatina, boda de Carlos V eon isabel de Por: 1 en la imagen, Isabel Freyre, dama | lusitana del ségecite | ‘ : i = B | wiz, El pocta se ena: | moré perdidamente n musa de Bue-| . | na parte de sts obra, | | Bee < C | Ladama muri sie-| 38 \del Lazarillo. Petrarquistas espattoles foe pazaiey El nombre del autor del Lazarillo de |Tormes, la primera | novela picaresca, | continéa siendo | jana incégnita. La | | paternidad de le obra se ha atribus-| | do, principalmente, | |al fraile Juan Orte 1g6 y al aritdcraca, bistoriador y poeta | Diego Terao ae) Mendoza. De hecho, parte dela obra poe: fia de entero | [pose un cardcter sativico-burlesco corde con el tono El ejemplo italianista de Boscan y Garcilaso fue segui- do, casi inmediatamente, por autores como Diego Hur. | tado de Mendoza (15032-1575), cuya poesia amorosa es, 4 pesar de su innovadora adscripeién garcilasiana, menos interesante que la satirico-burlesca ~no en vano su nom- bre todavia figura como el del posible autor del Lazerillo de Tormes-—j y, afios més tarde, por la generacién de Gu- tierre de Cetina (:15172-:15578), Hernando de Acuiia (1518-15802), Gregorio Silvestre (1520-1569), etc. En el llamado segundo Renacimiento, coincidente con el reinado de Felipe II, destaca la personalidad de quien pede considerarse eli esrictamente ptrzgulta de los poetas espafioles: Fernando de Herrera (1554-1997). Su amor por la condesa de Gelves, en torno al que gira toda su poesia amatoria, tuvo tal vez mucho de simple retexto temético —la dama casada y prematuramente llecida—, pero eso poco importa a la hora de juzgar su produccidn con criterios artisticos. Lo cierto es que la poesfa de Herrera alcanza una perfeccién formal que nos indica hasta qué punto la literatura del Renacimiento po- | j | | 4 bs © aja convertir las preocupaciones estéticas en un fin en sf ‘Fnriquecen asimismo la lirica petrarquista del siglo Xt oetas como el muy clasicista Francisco de Figueroa 1172); Francisco de la Torre (biografia incdg- vita), el mis romdntico de los poetas renacentistas espa- oles por su expresién profundamente melancélica y sus eélebres composiciones de ambiente nocturno; Francis fo de Aldana (1537-1578), en el que la oposicién amor juumano/amor divino queda plasmada con una intensi- dad que ilustra muy bien el espiritualismo dominante en Ja segunda mitad de la centuria; Luis Barahona de Soto (1547-1595), autor que, on la linea andalucista de Herre- ta, se muestra ya claramente prebarroco. ‘En realidad, ningiin poeta de la época se vio libre de la influencia petrarquista, cuando no se sometié volun- taria y constantemente a ella. Puede aducirse en este sen- tido al testimonio de Fray Luis de Ledn (1527-1591), | cuyas composiciones més excelsas permanecen, como ve- remos, totalmente alejadas de la lirica amatoria, si bien f@ autor de umos cuantos sonetos amorosos —ensayos | juveniles de un gran poeta— merecedores de contarse Entre las mis perlectas realizaciones que dio el género. | grave y mustio son de mi lamento, | 1 mezcledo en tu grande crecimiento \| lleva al padre Nereo el lanto mio. | Los suspiros ardientes que a ti envio, es \ antes que los derameleve viento, j acoge en tu sonante movimiento, | | porque se asconda en ti mi desvaria. i No sean mas testigos de mi pene Het | responder y quejarse a mi gemido. | temdrica patridtic | Y en estas ondas y corriente llena, | | a quien venoer mis ldgrimas poi, | | viva siempre mi mel y amor creido. | Li Oye ti sola, eter y sacto ri, \ Et poeta sevillano| Fernando de Herre: ra es uno de los XV. No sélo aplicd las enseftarzas ita, | Hanistas a sus versos, | | de amor, dedicados jos aol, ls peas, que solan er Pasa sae aque enlazala con el poema épico. Ese es el caso de sus cancio- | nes heroicas, en las} rue celebré batallas | Fernando de Herrera Femosas coma ta de Petrarquistas esparioles candies creadores de poesia del age la condesa de Gel: tes st que lash panto. 39 3. La cos en el pensamiento del hombre, tras un oscuro lerar- | Fuentes cldsicas fi? a 3 le siglos. tes clasicas FO rescién minimamente detallada del influen- | cia grecolatina en la poesta espafiola de la época rebasa- ia los objetivos divulgadores de este libro. A continua- Gidn nos detendremos solo en algunos aspectos generales én los que ¢l magisterio clésico tuvo un eco particular mente destacable, LA EDAD MEDIA no desconocia del todo a los gran- des aurores grecolatinos, lo que contradice algunas ideas generalizadas sobre cl medievo. En lo que a poctas con- cierne, la huella de algunos de ellos ~en especial de Vir- gilio y Ovidio— es bien perceptible en ciertas obras del periodo. Pero este relativo conocimiento de la literatura cldsica era patrimonio extremadamente restringido a la minoria culta que hablaba latin y, desde luego, resultaba insuficiente para provocar sacudidas espirituales como las que tendrfan lugar en el futuro, Por otra parte, la condi- cin eclesifstica de esa minoria chocaba ideoldgicame: te con la esencia vitalista y pagana de unas obras que, a pesar de todo, fascinaban al lector medieval y le hactan | volver la cabeza hacia un mundo cuya lejana Juz nunca habja Hegado a extinguirse El verdadero descubrimiento de los clasicos se inicié en Italia, donde el recuerdo de! esplendoroso pasado lati no era, Idgicamente, més vivido que en cualquier otra par- re de Europa. Fueron sus principales artifices Dante, Pe ere eae todos Sus companentes medievales, abrié, ya desde el si glo x1¥, las puertas al Renacimiento, A partir de enton Ges el conocimiento dea literatura antigua fue haci dose cada vez mis amplio y profundo, Habja llegado ef | momento: una Hlozeciente burguesia dignificaba el ocio | poniéndolo al servicio de sus aficiones artisticas, y el de- | sarrollo de la imprenta le facilitaba el acceso aun buen | En el Renacimiento se produjo una asi- ec de! pensamiento de’ la antigiedad clas: cas que se conoce con el nomabre de huma| | mismo. Virgilio, | Horacio y Ovidio fueron las principa-| les fuentes de las que| se nutrieron los poe-| va expresar 545 n-| vs concepeiones de mundo, notable-| mente distinias de! las desarrolladas en la sociedad me-| niimero de lecturas que no habrian venido a sus manos por la via medieval del manuscrito. Transformado pron- | to el mero conocimiento en viva admiracién, [a sombra de la cultura grecolatina marcé decisivamente Ia menta- Tidad y el arte renacentiscas y, por consiguiemte, Ia fiso- | noma espiritual del mundo moderno. De hecho, el tér- | mino Renacimiento alude al renacer de los ideales clisi- a2 El marco bucélico En el sigh XVI se} realizaron diversas | ediciones de las Bu-| cdlicas y Geérgicas | de Virgilio, debido | al interés despertado por los autores lis | cos. Las Buedlicas | tratan diversos te-| mas dentro de un’ | marco pastoril y [contienen detalles | autobiogréficos, ca- |racteristicas ‘que | Carcilaso tied on sus elebres Eglogas. El marco bucélico La literatura renacentista hereda del bucolismo grecola- tino un modelo de medio natural poetizado, acorde con la. nueva valoracién de la naturaleza y del lugar que en ella le corresponde al ser humano, En este modelo cabe distinguir entre el marco bucdlicoamoroso, en el que se desarrolla con frecuencia la poesla amatoria, y el marco bucélico-ascético, propio de un deseo de vida retirada, le jos del mundo turbulenta de la corte. En cuanto al primero, su fuente principal son las Bucd- licas (0 Eglogas) de Virgilio, imitacibn superadora a su vez de los {dilios del posta helenistico Tedcrito. Con las Ba- cdlicas queda fijado un género que mantendra siempre dos componentes fundamentales: 1) La figuracién pastoril del autor y de ls personas con las que se relaciona en el poema. En esta capacidad auto- biogréfica verdn, precisamente, los seguidores de Petrat- ca uno de los mayores atractivos del bucolismo clésico: desdoblado en pastor, el poeta tiene la oportunidad de expresar sus sentimientos amorosos por el medio indi recto a que le obliga la discrecién cortés. Obviamente, los pastores de una composicién bucélica carecen de la minima rusticidad objetiva. No son, en realidad, pasto- res, sino cortesanos en traje literario de pastor y, como tales, se muestran cultos, refinados, exquisitos artistas del gjercicio postico y musical, a través de cuyas manifesta- iones subliman sus penas amorosas. 2) E] estereotipo paisajstico del locus amoenus (lugar agradable), escenario idealizado que integra un conjunto de elementos naturales singularmente apropiados para crear el medio arménico, de suprema serenidad, al que el autor aspira: una arboleda, a cuya sombra la hierba cre- ce en todo sa verdor, salpicada de flores; una corriente de agua, donde apagar Ia sed y deleitarse contemplando el rellejo del paisaje; aves que, posadas en las ramas, in- tereambian su canto; una brisa fresca y perfumada. Es fdcilmente identificable el origen mediterrineo del tépico en lo que éste subraya la idea de un dia caluroso primavera o verano— de cuyos rigores se protege el poe: ta en el citado reducto. Todo alli es apacible; todo pare- ce transcurrir tan lentamente como si el tiempo se hu- biese detenido, : Para comprender hasta qué extremo se aleja de la real dad esta recreacién platénica de la naturaleza, basta re- cordar la arider castellana dela riberas del Tajo, que Gar- caso embellecid tan subjetivamente para enmarcar sus Eglogas. “a funcidn primordialmente estética del locus amoenus se enriquece muy a menudo de significados simbélicos cen relacién con el estado animico del poeta y con su pet~ La idealizacién de la naturaleza fue tuna constante en la lirica renacentista: las aguas crisalinas, las praderas en flor y las reconfortantes Sombras de las érbo- les constituian un marco ideal para la contemplacion soli taria de la belleca. bucélico | | El marco | La Kgloga I de Gar cilaso esta impreg- recs de rfc | de Virgilio farribs) |» de “sentimiento personal. En ella se| recrea una ficcion | pastord que sire de | |excusa al autor pa ra manifescar su frastractin amo-| frost: Salicio canta lie amor a Galatea | mientras que Nemo oso Hora la muer te de su amada Eli sa, Los pastores re zy Elisa, a | su adorida Isabel Freyre cepcidn emocional del paisaje. En ocasiones prevalece la | idea de una naturaleza de carscter divin, impasible y dis- tante; una naturaleza indiferente, por tanto, a suirimiento amoroso del autor, que s6lo alcanza a proyectar en ella | sus ansias de equilibrio ps{quica, de armonia, Pero con | mayor frecuencia predomina la imagen de una naturale- za condoliente, que, sometida también al dominio o6s- ico del amor (las aves cantan sus penas amorosas, la ye- | dra se abraza estrechamente al olmo, la fuente ora, etc.), | comprende al poeta y se compadece de su afliceibn. En | esta naturaleza afectuosa el amante puede elegir el conii- dente mis adecuado para cada circunstancia sentimental, de acuerdo con las connotaciones simbélicas que crea ver endl, Un elemento natural siempre resultari el confidente | perfecto, puesto que escucha, se apiada y ademds es mudo. En la base del marco bucdlico-ascético se halla también | el locus amoenus. Sin embargo, el Ambito natural aparece concebido aqui desde un punto de vista menos abstrac- to. En mayor o menor medida, no deja de ser fruto de tuna idealizaciéa, pero ms adaptada a los limites de lo real ¢ inmediato en los que se mantiene quien ha decidi- | do lievar una existencia campesina. Y asi, mientras que = | Egloga | | Con mi fora las piedras entemecen su natural ureza y fa quebrantan; {os érboles parece que se inciar las aves que me escuchan, cuando cantan, con diferente voz se condolecen y Mi morir cantando me adevinan; fas fieras que recinan 0 cuerpo fatigado dejan el sosegado mi lanto tite du le endures un Squier no volvendo | que tu hiciste salir, sin duel, dgrimas coriendo, Garcilaso de la Vega Jas riberas toledanas del Tajo munca han sido como Gar- | cilaso las describid, en las odas de Fray Luis de Leén si | hay un reflejo, aunque también embellecido plaréni mente, del pasa que su finea rural, prOxima a Salaman- | ca, le permitia disfrutar y de las labores horticolas con las que trataba de olvidar los conflicros que le aguar- daban en la urbe. Avanzando en esta direccién, se mul- tiplican los ejemplos en fos que el medio deserito se de- tiene en pormenores realistas acerca de los quehaceres | campesinos, de la diversidad de frutos que la tierra con- | El alejarnienio de la| cede y de las costumbres labriegas, tan envidiables por | realidad que supone su ajustado acoplamiento a las exigencias del acontecer | la concepeidn idea natural. lista de li naturale El modelo del marco buedlico-ascético es, como el del | za se: hace evidente anterior, esencialmente virgiliano, s6lo que su referente en las Eglogas de| sds directo se encuentra en las Gedrgicas, el insigne poe- | Garcilaso cue des-| ma latino que glorifica como ningin otro la vida rural. | eripcidn bucclica de | No obstante, d motivo poético en el que se concreta Ja | las riberas del Tajo aspiracién del autor a vivir apartado del mundo procede | disea tanto de su ari sobre todo de Horacio, segiin veremos luego, dez real. Recreaciones mitoldgicas Adonis y Afrodita vivieron un amor que tuvo un desen Lice trdgico, al mo- rir el joven atacado por ws jabal. Tia no recred este mito ‘griego en el cuadro reproducido en esta pagina, | | | Recreaciones mitolc Blestudio de la cultura clisica puso de relieve sus rafces mitol6gicas.Y el artista del Renacimiento se sinté ance tin mundo lejano y fascinante, idealmente embellecido or sa propia inexistencia, Era un mando superior, ha- Pitado por dioses que tenfan no poco de humanos' por hombres que rozaban a cada momento la frontera de la divinidad; un mundo en el que podian triunfar los aspec- tos mis sensuales de la vida y'en el que hasta el dolor aparecia revestido a veces de un vitalismo ciemplar, La | recreacién poética de este mundo desembocaba forzos- mente en un esteticismo de tutes pagauus que la Iglesia | tiraba con desconfianza, pero que, en realidad, no pasa- | ba de ser eso: una eleccidn extética, que, aunque alejad de los principios cristianos, no tenfa por qué significar tuna ruptura del poeta con sus verdaderas cteencias rel- | giosts. | Bl escritor renacentists aprende a recrear los mitos | clésicos siguiendo la leccibn de fos mas diversos autores, entre los que sobresale Ovidio, cuyas Metamorfosis, com. | pendio pottico que abarca pricticamente toda la mitolo- | gfa grecolatina, ejercieron desde el primer momento una muy poderosa influencia, Las manifestaciones mitolégicas de la poesia de los si- glos de oro presentan tres aspectos bien diferenciados, aunque no excluyentes: 1) Alusiones concretas, sin apenas desarrollo. De ma- nera mas o menos directa, se cita aun determinado per- sonaje o alguna circunstancia de su historia. La referen- cia puede tener escasa relacién con el tema tratado. Lo que el poeta busca en la alusidn es el efecto artisticamen- te ennoblecedor que proporciona cualquier reminiscen- cia clésica 2) Creacién de un Ambito mitico. La poesia bucélico- amorosa se desenvuelve a veces en un escenario més irreal incluso que el descrito paginas antes: Eitél tiene cabida toda la variedad mitolégica de ninfas y demés divinida- des sivestres: niyades, hamadriades,fatunos, ete. La Eglo- ga Ill de Garcilaso sefalé todo un hito en la historia de esta modalidad poética; a partir de entonces, el Ambito imitico se lenaria de resonancias fanebres relacionadas con la muerte de la amada, cuya ausencia definitiva quedaba asisacralizada hasta los dlsimos limites profanos que con- sentia la época. Recreaciones mitoldgicas Segiin la mitologta cldsica, Zeus se sransformé en lla-| ‘via de oro para con:| seguir, unirse a Dé-| nae. Este es otro mi: to que aparece una y otra vez en las ‘manifestaciones ar tisticas del Renaci- miento, B Recreaciones mitolégicas | Con Las metamor- fosis Ovidio (arri- ba) pretendio crear | Jun ‘magno poema ee eae | perso caudal mito |gico de Ix antigne- ‘dad grecolatina. La obra retine 246 rela: tos, en cada uno de Jos cuales se prodsice [una transforma |cién, como la de [Dafnre, que prefiris | | convertirse en Lasrel antes de ser victima de los deseos amoro- s0s del dios Apolo. | 3) Reconstruccién poética de todo un episodio mito- lidgico. Es muy frecuente que el autor se cifia ala estruc- tura cerrada del soneto, pero también lo es que dé rienda | suelta a sus facultades narrativas —o descriptivas— me- diante un buen niimero de octavas reales, como ocurre en algunas de las fabulas mitoldgicas de la época. Intro duce este género en la poesia espafiola la Historia de He. 10 y Leandro, para la que Boscin prefirié los endecas labos blancos; y afianzan su cultivo posterior fabulas | como lade Adonis, Hipimenes y Atalanta, de Diego Hur- | tado de Mendoza, o la de Eco y Narciso, de Hernando de Acufia, Sin embargo; los mejores fravos de esta nueva tr dicin poética no se recogern hasta el siglo siguiente. Aunque la belleza objetiva del mito, su interés como | puro relato o incluso su habicual tendencia a lo patético eran un mévil suficiente para iniciar la creaciGn de una | obra, no hay duda de que el autor se sentia doblemente motivado si encontraba en la historia algiin aspecto sig- nificativo relacionable con su situacién personal. Ello ex- plica el alcance amoraso que encierran los episodios mi- tolégicos mas reelaborados por la poesia de! siglo XVi: la transformacién de Dafne en laurel, cuando huia de Apo- | lo, ejemplificaba el rechazo amoroso y, més ampliamen- te, el amor imposible: el descenso de Orfeo al reino de Jos muertos en busca de Euridice era una ilustraciém tiple de la fidelidad amorosa, del poder del amor frente aa propia muerte y de los trabajos del amante hasta al- | canzar la merecida recompensa; la caida de Faetonte, al | | desbocarse los caballos del carro solar, o lade fearo, cu- ‘yas alas de cera se derriten por su imprudente. proximi- dad al sol, eran reflejo de Ja osadia del amante que aspira a mas de fo que le corresponde obtener y que, en conse- cuencia, fracasz. Temas horacianos El enfoque renacentista de la existencia humana descu- brié en la poesia de Horacio respuestas sencillas a de- terminados interrogantes del autor, quien, recuperada la conciencia de su individualismo racional, ya no se con- sideraba medievalmente vencido de antemano por sus limitaciones vitales. Oda! 1 | Agora que el orient | de tu belleza ceveibera, agora | que el rayo transparente | dea rosada Aurora | abre tus ojos, y tu frente dora, | antes que {a dorada cumbre de relucientes llamas de oro himida y argentada | ued, init tesoro | | consagrad al errante y fio cor, | goza Fils de) aura | | (que ia concha de Venus hiere, dado I | (que apenas se restaura | ei contento pasado, | como el dig de ayer y el no.gozado. | \Vendra la temerosa’ | Toche, de sibias y de vientes ilena, | Tarchitaré la rosa | purpirea, y la azucena nevada mustia tormara ee amens. \) Francisco de a Tore | Temas horacianos ae | La obra pottica.de| Francisco de la To- ine etd impregnads] de una suave me-| laneolia que boy ca-| ‘ificarkamos de ro-| | | madntica. En el siglo| xvi, Quevedo prs blicé sus versos’y los} de: Fray. Luis de| Len come ejemplo| le estilo clasicista| Frente a los avances| [del caiennisma Bl fragmento reprodu- (ido a la iequierda recrea el motivo pottico ‘del carpe diem, procedente de| | Horacto (arriba). 9 30 horacianos Sema see [El Renacimiento | busco tarabiém en ba | obra de Horacio res puesta a las incdgni: tas de la existencia humana, Este hom-| bre apacible y culto, dedindo por com pleto a la creacion literaria, representa 4 la perfeccién el idea! Ellice de le armonia, de la aurea mediocricas. Su produccién com: prende Epodos, Sé- tiras, Odas y Epis- tolas. El pensamiento existencial de Horacio afiadia a su esen- cia epictirea componentes ideolégicos de procedencia es- toica, doctrina esta Gltima que, aunque de conclusiones opuestas a las de Epicuro, mostraba notables coinciden- cias con ella. Habria, pues, que referirse a un particular epicureismo horaciano, cuyo punto de partida era la ex- hortacién al goce del presente, ya que la vida es corta la muerte se presenta sin previo aviso, Pero este goce los placeres inmediatos debia ajustarse a un principio bé- sico de moderacién natural y de conformidad con lo que se posee, siempre que baste para cubrir las necesidades de una vida digna. Cualquier aspiracién que pretendiese ir mée alld de Ia auras mediocritas (dorada mediania) sdto podia llevar al desasosiego del espiritu y, por consiguien- te, ala infelicidad. ¢Y donde poner en practica ese ideal de vida, sino en pleno contacto con la naturaleza, retirae do en la paz de un reducto campesino al que no Ileguen los ecos del créfago mundano? La invitacién horaciana a gozar del presente constitu- ye un tépico literario que muy pocos poetas de los siglos de oro dejaron de tratar, Recibe ‘el nombre de carpe diem {disfrota del dia), expresidn que aparece en el iltimo ver- so de la tan imitada Oda J, 11 del lirico latina. No obs- tante, en las numerosas ocasiones en que el motivo poé- tico se utiliza con miras amorosas (incitacién a la dama para que goce del amor antes de que la vejez.o la muerte destrayan su belleza), la estructura de la composicién se adapta preferentemente a la férmula retSrica del collige, ‘virgo, rosas (coge, doncella, las rosas}, tomada de una cé- lebre elegia del también latino Ausonio (310-395), en la ue ademés quedaba afianzado el cafcter ejemplar de la rosa como simbolo de la belleza efimera En cuanto a la poesia que exalta la vida retirada y na- tural, seria injusto reducir su procedencia al Epado IT de Horacio —recuérdese lo comentado acerca de las Geérgi- cas virgilianas—, pero es innegable que, con todas las va- riantes de enfoque a que una larga tradicién da lugar, fue en el mencionado epodo donde los poetas espatioles de Jos siglos de oro vieron la mas perfecta conerecién del tema, aunque prescindieron casi siempre de su inespera- do remate satirico, La importancia de esta fuente como mantenedora esencial del tépico se refleja incluso en Ja denominacién que se le suele dar a éste: bearus ile (fe liz aquél), palabras con las que Horacio inicia su com posicidn, | cidad significativa se prestaba con facilidad'a interpre- Si el carpe diem era un motivo temético dificilmente coneiliable con la moral cristiana més estricta, no ocu- ria lo mismo con el tépico del Beatus ille, cuya capa- taciones de tipo ascético-religioso. Asi lo demuestran algunas de las més admirables creaciones de Fray Luis de Le6n, el miximo horaciano de la poesta espafiola, no in- ferior a su modelo en la intensidad Ifrica y la maestria formal con que expresa su aspiracién al sosiego de una di en fecunda Soledad, que constituya un balsamo de los desengatios mundanos y un camino hacia el conoci- miento del verdadero 0, definitivamente purificado en su fusi6n con la naturaleza Vida retirada {Oh capa! joh monte! job rol iOh secreto seguro, detetoso! Roto casi el navio, 2 wuestro almo reposo huya de aquaste mar termpastuoso. Un no rompido suet, un dia puro, alegre, libre quiero; no quero ver el ceo vanamente severo el que la sangre sube o el dinero. | Despiértenme las aves | ‘con su cantar slave no eprendido, no ios cuidados graves | de que es siempre sequido i ‘quien al ajeno arbitrio esta atenido, | Vivir quiero: conmigo; govar quiero del bien au debo al ceo, @ solas, sin testigo, Hibre de amor, de calo, de odio, de esperanzas, de recelo Fray Luis de Leda Temas horacianos Hay dos motivos ‘que aparecen wna otra vez en la obra de Frey Luis de Leén: el beatus ile también laraado menosprecio de | | corte y alabanza de aldea— y una floso {fia que persigue Ia ‘armonta universal y que presenta reso nnancias neoplaténi-| cas, pitagéricas y| cristianas, Dichos| motivos manifies-| tan claramente ef | emsinente lugar que ocupa el anbelo de sevenidad on Fray) Luis, 1st

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