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HOMO SACER El poder soberano y la nuda vida I Giorgio Agamben Traduccion y notas de Antonio Gimeno Cuspinera PRE-TEXTOS [a reproducctn tot © parcial de este Ube, no autoizada por los edtores ‘ola derechos reservados. Cuululer uilizacioa debe ser previamentesolicstads, Diseno eubiera: re-Texos (S. GE) “Tilo de a edicion original ea leg tana ‘Home sac. pote soorano a da va Prnera eden: dicembre 198. Prime reinpresi: noviembre 2003 ‘Segunda retnpresin: septembre 2006 © de Ie tradueci y nots: Antonio Gimeno Casper, 198 161995 Glo Eieck edtore spa, Torino 1 de in presente edicin E-Text, 1598 bis Santinget, 10 6005 Valencia, res 6 8 pee Su sa B-8191-2059 Denese wal 3451-2006 HOMO SACER El poder soberano y la nuda vida I Das Recht hat kein Dasein fur sich, sein We- sen vielmehy ist das Leben der Menschen selbst, von einer besonderen Seite angeschen. swewy Ita in iure civitatis, civiumque officis inves tigandis opus est, non quidem ut dissolvatur civitas, sed tamen ut tanquam dissoluta consi: deretur. id est, ut qualis sit natura humana, qui bus rebus ad civitatem compaginandam apta vel inepta sit, et quomodo homines inter se compont debeant, qui coalescere volunt, rec te intelligatur 6 griegos no disponian de un término tinico para expresas lo que nosotros entendemos con la palabra vida, Se servian de dos términos, semantica y morfol6gicamente distintos, aun- que reconducibies a un étimo comin: 204, que expresaba el simple hecho de vivir, comin a todos los seres vivos (anima- Jes, hombres o dioses) y bios, que indicaba la forma o manera de vivir propia de un individuo 0 un grupo. Cuando Platon, en el Filebo, menciona tres géneros de vida y AristOteles, en la Bti- ‘ca Ncomaquea, distingue la vida contemplativa del filsolo (bios thearetihds) de la vida de placer (bios apolaustits) y de la vida politica (bios potitikés), ninguno de los dos habria po- ido utilizar nunca el término 20¢ (que significativamente rece de plural en griego) por el simple hecho de que para ellos ‘no se trataba en modo alguno de la simple vida natural, sino de una vida cualificada, un modo de vida panicular. Aristo. Jes puede hablar, desde luego, con respecto a Dios, de una 22° » ariste hai aidios, vida més noble y eterna (Met-1072b, 28), mas ‘s6lo en cuanto pretende subrayar el hecho nada banal de que ‘también Dios es un viviente de la misma manera que, en el mismo contexto, recurre al término 208 para definir, de modo jgualmente poco trivial, el acto del pensamiento); pero hablar de una 208 poittité de los ciudadanos de Atenas habia carecidor de todo sentido. ¥ no es que el mundo clisico no estuviera fani- liarizado con la idea de que la vida natura, la simple 20€ como tal, pudiera ser un bien en si misma, En un parrafo de la Polt- ica, (1278, 23-3D, después de haber recordado que el fin de Ja ciudad es el vivir segin el bien, Aristoteles expresa con in- superable lucidez esta consciencia: Esto (el vv segsn el ben) es principaimente su fin tanto para to- {os los hombres en coma, como pasa cada uno de ellos por separa, Pero también se unen y antienen la comunidad polities en vista sa plemente de vivir, porque hay probablemente alga de buen en el so- lo hecho de vivie hata ze td non sino hay un exceso de ad- versidades en cuanto al modo de vivir (kata tn Bion), es evidente que ta mayoria de fos hombres sopona muchos padecimientos se afer ala ide (200, como si hubiera en ella cierta serenidad (enema, bello ia) yuna dutzua narra No obstante, en el mundo clisico, la simple vida natural es excluida del ambito de la polisen sentido propio y queda con- finada en exclusiva, como mera vida reproductiva, en el ém- Dito de la otkos (PoL1252a, 26-35). En el inicio de la Politica, Arist6teles pone el maximo cuidado en distinguir entre el of ‘bomémios (el jefe de una empresa) y el despotés (el cabeza de familia), que se ocupan de la reproduceién de la vida y de su mantenimiento, y el politico, y se burla de los que imaginan que la diferencia entre ellos es de cantidad y no de especie. Y cuando, en un pasaje que se convertiria en canénico en I 0 tradicién politica de Occidente (1252b, 30), define el fin de la comunidad perfecta, lo hace precisamente oponiendo el sim= ple hecho de vivir (#3 2én) a la vida politicamente cualificada (t6 ef 28nd: ginoméne mén ofin 1o8 28m héneken, ofa dé toi (efi zén, -nacida con vistas al vivir, pero existente esencialmen- te con vistas al vivir bien- (en la traduccion latina de Guiller. mo de Moerbeke, que tanto Sto.Tomds como Marsilio de Pa- dua tenian a la vista: facta quidem igiter vivendi gratia, existens autem gratia bene vivend. Es cierto que en un celebésrimo pasaje de la misma obra se define al hombre como polittton zoom (1253a, 4); pero aqui (al margen del hecho de que en la prosa ftica el verbo Bionai no se utliza pricticamente en presente), politico no es un atibu- to del viviente como tal, sino una diferencia especifica que determina el género z00n (inmediatamente después, por lo dems, la politica humana es diferenciada de la del resto de los vivientes porque se funda, por medio de un suplemento de po: Iiticidad ligado al lenguaje, sobre una comunidad cle bien y de imal, de justo y de injusto, y no simplemente de placenteto y de doloroso). Foucault se rfiere a esta definicion cuand6, al final de la Vo- luntad de saber, sinetiza el proceso a través del cual, en los ‘umbrales de la vida moderna, la vida natural empieza a ser in- ‘luida, por el contrario, en los mecanismos y los célculos det poder estatal y la politica se transforma en bio-politica. -Duran- te milenios el hombre siguié siendo lo que era para Arist6teles: un animal viviente y ademés capaz de una existencia politica, el hombre modemo es un animal en cuya politica esti puesta fen entredicho su vida de ser viviente (Foucault I, p. 173) ‘Sega Foucault, el umbral de modernidad biol6gica- de una sociedad se sitia en el punto en que la especie y el individuo, fen cuanto simple cuerpo viviente, se convierten en el objetivo de sus estrategias politicas, A partir de 1977, los cursos en el College de Francecomienzan a poner de manifiesto el paso del -Estado tertitorial al Estado de poblacién- y el consiguiente aumento vertiginoso de la importancia de la vida biol6gica y de la salud de la nacion como problema especifico del poder soberano, que ahora se transforma de manera progresiva en sgobierno de los hombres: (Foucault 2, p. 719). sEl resultado de ello es una suerte de animalizacién del hombre levada a ccabo por medio de las mis refinadas técnicas politcas. Apare- ccen entonces en la historia tanto la multiplicacion de las post- bilidades de las ciencias humanas y sociales, como la simul ‘ea posibilidad de proteger la vida y de autorizar su holocausto= En particular, el desarrollo y el tiunfo del capitalismo no ha- brian sido posibles, en esta perspectiva, sin el control discipli- nario llevado a cabo por el nuevo bio-poder que ha creado, por asi decirlo, a través de una serie de tecnologias adecuadas, los -cuerpos déciles- que le eran necesatios. Por otra parte, ya a finales de los aaos cincuenta (es decir ‘asi veinte aos antes de la Volonté de savoir) H. Arendt habia analizado, en The Human Condition, el proceso que conduce al bomo laborans, y con él ala vida biologica como tal, 2 0cu: par progresivamenie el centro de la escena politica del mundo ‘moderno, Arendt atribula precisamente a este primado de la vida natural sobre [a acci6n politica la transformacién y la de- cadencia del espacio pUblico en las sociedades modernas, El hecho de que la investigacién de Arendt no haya tenido pric Uicamente continuidad y el de que Foucauk pudiera empren- der sus trabajos sobre la biopolitica sin ninguna referencia a ella, constituye todo un testimonio de las dificultades y de las resistencias con que el pensamiento iba a tener que enfrentar- se en este Ambito. ¥ a estas dificultades se deben, probable- ‘mente, tanto el hecho de que en The Human Condition la au tora no establezca conexion alguna con los penetrantes andlisis que habia dedicado con anterioridad al poder totalitario (en los | | | | | | | ‘que falta por completa la perspectiva biopolitca), como la cir ‘cunstaneis, no menos singular, de que Foucault no haya tras- ladado munca su investigacion a los lugares por excelencia de Ia biopolitica moderna: ef campo de concentraciOn y la es- tructura de los grandes Bstados totalitarios del siglo XX. a muerte impidi6 a Foucault desarrollar todas las implica- ciones del concepto de bio-politica y también mostrar en qué sentido habria podide profundizar posteriormente la investi- ‘acion sobre ella; pero, en cualquier caso, el ingreso de la 208 cen la esfera de la pots la politizacién de la nuda vida como tal, constituye el acontecimiento decisivo de la modernidad, que marca una transformaci6n radical de las categorins politico:fi- loséficas del pensamiento clisico. Es probable, incluso, que, si la politica parece suffir hoy un eclipse duradero, este hecho se deba precisamente a que ha omitido medirse con ese aconteci miento fundacional de la modernidad, Los -enigmase (Puret . 7) que nuestro siglo ha propuesto a la razén historica y que siguen siendo actuales (el nazismo es s6lo el mis inquietante enire ellos) s6lo podrin resolverse en el mbito la bio-pol- tica~ en que se forjaron. Unicamente en un horizonte bio-po- Intico se podri decidir, en rigor, si las categorias sobre las que se ha fundado la politica modersia (derecha/izquierda; priva- do/piblico, absolutismo/democracia, et), y que ve han ido de fuminando progresivamente, hasta entrar en la actualidad en ‘una auténtica zona de indiferenciacion, habriin de set abando- zados definiivamente o tendran la ocasin dle volver 2 encom: trar el significado que habian perdido precisamente en aquel hhorizonte. Y s6lo una reflexi6n que, recogiendo las sugerencias de Benjamin y Foucault, se interrogue temdticamente sobre fa relaciOn entre la nuda vida y la politica, que rige de forma en- cubjerta las ideologias de la modernidad aparentemente mas alejadas ene si, podré hacer salir ala politica de su ocultacion ya la vez, restituir el pensamiento a su voeacién prictica & ‘Una de las orientaciones més constantes de la obra de Fou- cault es el decidido abendono del enfoque tradicional del pro: biema del poder, basado en modelos jurdico-instinucionales (la defini de la soberania, la teorfa del Estado) en favor de un. andlisis no convencional de los moclos concretos en que el po- der penetra en el cuerpo mismo de los sujetos y en sus formas de vida. En sus times afos, como pone de maniliesto tn se- ‘minario de 1982 en la Universidad de Vermont, este andlisis pa- rece haberse orientado segin dos directrices de investigacion diferentes: por una parte, el estudio de las t6cnicas poltiicas (Como ta ciencia de la policia) por medio de las cuales el Es- tado asume e integra en su seno el cuidado de Ia vida natural de los individuos. Por otra, el de las tecnologtas del yo, me- ante las que se efecttia el proceso de subjetivacién que lleva al individuo a vincularse a la propia identidad y a la propia Cconciencia y, al mismo tiempo, a un poder de control exterior, Es evidente que estas dos lineas (que prolongan, por lo demas, los tendencias que estin presentes desde el principio en la ‘obra cle Foucault) se entrelazan en muchos puntos y emiten ‘aun centro comin. En uno de sus iltimos escritos, el autor afirma que el Estado occidental moderno hha integraco en una medida sin precedentes técnicas de individualizacion subjet vvas y procedimientos de totalizaci6n objetivos, y habla de un auténtico -doble vinculo politico, constituide por la individua- i6n y por la simultinea totalizacion de las estructuras del po- der moderno: (Foucault 3, pp. 229-32) El punto de convergencia entre esos dos aspectos del poder ha permanecido, sin embargo, singularmente adumbrado en la Investigacion de Foucault, tanto que se ha podido afirmar que el autor rechaz6 en todo momento la elaboracién de una teo- ia onitaria del poder. Si Foucault se opone al enfoque tradi- cional del problema del poder, basado exclusivamente en mo- delos juridicos (zqué es 1o que legitima el poder) 0 en modelos 4 instituctonales (qué es el Estado?),¢ invita a siberasse del pri- vilegio te6rico de la soberania: para construir una analiica del poder que no tome ya como modelo y como cédigo el dere- cho, zdénde esti entonces, en el cuerpo del poder, la zona de indiferencia (o, por lo menos, | punto de interseccién) en que s¢ tocan las técnicas de individualizaci6n y los procedimientos totalizantes? Y, ms en general, zhay un centro unitario en que cl doble vinculo- politico encuentre su raz6n de ser? Que ha- yan aspecto subjetivo en la génesis del poder es algo que es: taba ya implicto en el concepto de servitude voloniaire en La Boétie; pero jcGal es el punto en que la servidumbre vol 1a de los individuos comunica con el poder objetivo? Es po- sible contentarse, en un 4mbito tan decisivo, con explicacio- res psicolégicas, como la que, no carente desde luego de atractivo, establece un paralelismo entre neurosis externas y neurosis internas? Y ante fenomenos como el poder medistico, espectacular ~que hoy esté transformando en todas partes'el ‘espacio politico es legitimo o incluso simplemente posible mantener la separacién entre tecnologias subjetivas y técnicas politcas? ‘Aunque la existencia de una orientacion de este tipo patez- a estar I6gicamente implicita en las investigaciones de Fou cau, sigue siendo un punto ciego en el campo visual que el ‘ojo del iavestigador no puede percibir, © algo simifar a un pun 10 de fuga que se aleja al infinito, hacia el que convergen, sin poder alcanzarlo nunca, las diversas lineas de la perspectiva de su investigacion (y, mis en general, de toda la investigacién ‘occidental sobre el poder). La presente investigaciOn se refiere precisamente a ese pun: ‘© ocuo en que confluyen e! modelo juridico-institucional y el modelo biopolitica del poder. Uno de los posibles resulta dos que arroja es, precisamente, que es0s dos anilisis no pue- «den separarse y que las implicaciones de la nuda vida en la es- 6 fera politica constituyen el nicleo originatio ~aunque oculto~ del poder soberano. Se puede decir, ncluso, que la produccion de un cuerpo biopolitico es la aportacién original del poder so- berano. La biopaltica es, en este sentido, tan antigua al menos ‘como la excepcién soberana, AI situar la vida biologica en el centro de sus cilculos, el Estado moderno no hace, en conse- ‘cuencia, otra cosa que volver 2 sacar a la luz el vinculo secre to que une el poder con la nuda vida, reanudando asi (segiin una comespondencia tenaz entre moderno y arcaico que se puede encontrar en los 4mbitos més diversos) el més inme- morial de los arcana imperst. Si eso es cierto, serd necesario considerar con atencién re- novada el sentido de la definicién aristotélica de la polis como ‘oposicin entre el vivir Czén) y el vivir bien (eit 28m). Tal opo- siciOn es, en efecto, en la misma medida, una implicacién de lo primero en lo segundo, de la nuda vida en la vida politica mente cualifcada, Lo que todavia debe ser objeto de interro- ‘gaci6n en la definicién aristotéica no son s6lo, como se ha he- cho hasta ahora, el sentido, los mods y las posibles articulaciones del wivir bien: como félas de lo politico; sino que, mas bien, 5 necesario preguntarse por qué la politica occidental se cons- tituye sobre todo por medio de una exclusion (que es, en la mis- ‘ma medida, una implicacion) de la nuda vida. (Cual es la rela- ci6n entre politica y vida, si ésta se presenta como aquello que debe ser incluido por medio de una exclusién? a estructura de la excepcién, que hemos basquejado en la primera parte de este libro, parece ser, dentro de esa perspec- tiva, consustancial con la politica occidental, la afirmacién de Foucault, sein la cual para Arist6teles el hombre era un vani- mal viviente y, aclems, capaz de una existencia politicar debe | ser completada de forma consecuente, en el sentido de que lo problemético es, precisamente, el significado de ese -ademds. La singular formula -generada con vistas al vivir, existente con 6 vistas al vivir biene puede ser leida no s6lo como wna impli- caci6n de la generacién (ginoméne) en el ser (ofsa), sino tam- bién como una exclusion inclusiva (una excepto) de la 208 en la ‘polis, como si la politica fuera el lugar en que el vivir debe ‘ransformarse en vivir bien, y fuera Ia nucla vida lo que siem- pre debe ser politizado. La nuda vida tiene, en la politica oc- ‘idental, el singular privilegio de ser aquello sobre cuya ex clusign se funda la ciudad de los hombres, No es, pues, un azar que un pasaje de la Politica site et lu- ‘bar propio de la polis en el paso de la voz al lenguaje. Hl ne- x0 entre nuda vida y politica es el mismo que la definicién me~ tafisica del hombre como -viviente que posee el lenguaje> busca en la antculacion entte pond y Higos: Slo el hombre, ene Ins vivientes, poste ef lengua. La vox es sg no del dolor y del placer, y, por eso, ls nen ambien el resto de los vivientes ( naturaeza ba legado, en efecto, hasta I sensacin del do lory del placer y tranemieea uns a cro, pero el lenge existe pura masifesar lo convenleatey lo inconvenient, asi como lo jus To injusto. ¥ es propio de los hombres, con respecto a los demds vi ientes el tener s6lo ellos el sentido del bien y del mal, de Io jo y de lo inhsoy dela dems cass del mismo ger, yt communi de esas cosas es la que consttuye la casa y la ciudad (1253, 10-18) La pregunta: En qué forma posee el viviente el lenguaje’ conresponde exactamente a esta otra: En que forma habita la nuda Vida en la poli, El viviente posee el logos suprimiendo ¥ conservando en él la propia voz, de la misma forma que ha bita en la poits dejando que en ella quede apartada su propia nuda vida. La politica se presenta entonces como la estructura propiamente fundamental de la metafisica occidental, ya que ‘ocupa el umbral en que se cumple la articulacién entte el vi viente y el logos. La =politizacién» de la nuda vida es Ia tarea ‘metafisica por excelencia en la cual se decide acerca de la hu- ‘manidad del ser vivo hombre, y, al asumir esta tarea, la mo- demnidad no hace otra cosa que declaras sv propia fidelidad a la estructura esencial de la tradici6n merafisica. La pareja cate- gorial fundamental de la politica occidental no es la de amigo- ‘enemigo, sino la de nuda vida-existencia politica, 208 bios, ex- ‘lusidn-inclusi6n. Hay politica porque el hombre es el ser vivo ‘que, en el lenguaje, separa la propia nuda vida y la opone a si mismo, y, al miseno tempo, se mantiene en relacién con ella cen una exclusién inelusiva Protagonista de este libro es la nuda vida, es decir la vida a quien cualquiera puede dar muerte pero que es a la vez in- sacrificable del bomo sacer* cuya funcién esencial en la poli: tica moderna hemos pretendido reivindicar. Una oscura figura del derecho romano arcaico, en que la vida humana se incli- ‘ye en el orden juridico unicamente bajo la forma de su exchi- sion (@s decir de la posibilidad absoluta de que cualquiera le mate), nos ha ofrecido la clave gracias a la cual no sélo los tex tos sagrados de la soberania, sino, més en general, los propios ‘codigos del poder politico, pueden revelar sus arcanos, Pero, a la vez, esta acepci6n, que es quizés la més antigua del tér- imino sacer, nos oftece el enigma de una figura de lo sagrado que esti mis act y mis all de lo seligioso y que constituye el primer paradigma del espacio politico de Occidente. La tesis Toucaultiana debe, pues, ser corregida 0, cuando menos, com- pletada, en el sentido de que lo que caracteriza a la politica ‘moderna no es Ia inclusién de la 20¢ en la polis, en si misma antiquisima, ni el simple hecho de que la vida como tal se con- vierta en objeto eminente de los cileulos y de las previsiones del poder estatal: lo decisivo es, mis bien, el hecho de que, en * Veate nota 1 Ie tradocclén, pg. 26, 18 | na con respecto a la clésica, es que se presenta desde el pi paralelo al proceso en viriud del cual la excepci6n se convier- te en regla, el espacio de la nuda vida que estaba situada or ginariamente al mnargen del oxcen jusidico, va coineidiendo de ‘manera progresiva con el espacio politico, de forma que ex- clusion ¢ inclusi6n, externo e intemo, biosy 208, derecho y he~ cho, entran en una zona de irreducible indiferenciacién. El es- tado de excepcion, en el que la nuda vida era, @ la vez, exchuida, del orden joridico y apresada en él, constitula en verdad, en su separaci6n misma, el fandamento oculto sobre el que repos ba todo el sistema politico. Cuando sus fronteras se desvane- cen y se hacen indeterminadas, la nuda vida que alli habitaba queda liberada en la ciudad y pasa a sera la vez el sujeto y el ‘objeto del orclenamiento politico y de sus conilictos, el lugar {inico tanto de la organizacién del poder estatal como de Ia ‘emancipacién de 6], Todo sucede como si, al mismo tiempo que el proceso disciplinario por medio del cual el poder est tal hace del hombre en cuanto ser vivo el propio objeto espe- cifico, se hubiera puesto en marcha otro proceso que coincide _grosso modo con el nacimiento de In democracia moderna, en. €l que el hombre en su condicién de viviente ya no se presenta como objeto, sino como sujefo del poder politico, Estos proce: 80s, opuestos en muchos aspectos, y (por to menos en apa~ Fiencia) en acetbo conflicto entre ellos, convesgen, sin embar~ go, en el hecho de que en los dos esti en juego la auda vida del ciudadano, el nuevo cuerpo biopolitico de la humanidad, ‘Asi pues, si hay algo que caracterice 2 la emocracia moder- ‘Gpio como una seivindicacion y una lberacién de la 208, es que trata constantemente de transformar la nuda vida misma en tuna forma de vida y de encontras, por asi decislo, el bias de la 204. De aqui también su aporia especifica, que consiste en aventurar Ia libertad y la felicidad de los hombres en e! lugar ‘mismo - «nuda vida— que sellaba su servidumbre, Detris del » Jasgo proceso de antagonismo que conduce al seconocimien- to de los derechos y de ls libestades formales, se encuenta, tuna vez mis, el cuerpo del hombre sagrado con su doble so: | berano, su vida insacrificable , sin embargo, expuesta a que | cualquiera se la quite. Adquirr conciencia de esta aporia no significa desvalorizar las conquistas y los esfuerzos de la de- mocraca, sino atreverse a comprender de una vez por todas por qué, en el momento mismo en que parecfa haber venci- do definitivamente a sus adverstios y haber legado a su apo- aco, 3 ha cevelado de forma inesperada incapaz de salvar de tna ruina sin precedentes a esa 22d 2 cuya liberacion ya cl= 4 felicidad habia dedicado todos sus esfuerzos. 1a decaden- cia de la democracia moderna y su progresiva convergencia con fos Estados totalitarios en as sociedades posdemocraticas ¥ espectaculazes: (que empiezan a hacerse evidentes ya con “Tocqueville y que han encontrado en los andlisis de Debord su sanciéa fina tienen, quizis, su raiz en la aporia que mar- | «a su inicio y lacie en secreta complicdad con su enemigo | | ms empedernido. Nuestra politica no conoce hay ningin otro valor (y, en consecuencia, aingin otro disvalos) que la vida, y hasta que las contradicciones que ello implica no se resvelvan, nazismo y fascisino, que habian hecho de Ia de- cisién sobre Ia nuda vida el eriterio politico supremo, segui- rin siendo desgraciadamente actwales. Segén el testimonio de Antelne, lo que ls eampos de emcenracion habian en sedado de verdad a sus moradores era precisamente que ‘cl | poner en entredicho la cualidad de hombre provoca una reac- | cin cuast biol6gica de pertenencia a la especie humana- (An- } telme, PJD. og a tesis de und intims solidaridad entre democracia y total tarismo (que tenemos que anticipar aqui, aunque sea con toda prudencia) no es obviamente (como tampoco Io es lade Strauss | sobre la convergencia secreta entre liberalismo y comunismo » ‘en relaci6n con la meta final) una tesis historiografica que aur torice la liquidacin o la nivelacion de las enormes diferencias aque caracterizan su historia y sus antagonistos. Pero, @ pesar de todo, en el plano historico-filos6fico que le es propio, de~ be ser mantenida con firmeza porque sélo ella puede permit {que nos orientemos frente a las nuevas realidades y las impre- vistas convergencias de este final de mitenio, y desbrozar el te rreno que conduce a esa nueva politica que, en gran parte, & {6 por inventar, ‘Al contraponer en el pasaje citado més arriba Ja bella jomna- day euemeria) de la simple vida a las «ificultades: del bros po- ltico, Aristételes habia dado la formulacion politica probable~ mente més bella a la aporia que est en’el fundamento de ls politica occidental, Los veinticuatro siglos transcurridos desde fentonces no han aportado ninguna solucion que no sea pro- Visional o ineficaz, La politica, en la efecucién de Ia tarea me- tafisica que la ha conducido a asumir cada vez més la forma de una biopoltica, no ha Jogrado consteuir la articulacion en- tee 2068 y bias, entre vor y lenguaje, que habria cebido soldar fa fractura. La nuda vida queda apresada en tal fractura en la forma de la excepcién, es decir de algo que sélo es incluido por medio de una exclusion. «Como es posible -politizar fa “dulzora naturals de la 2087 Y, Sobre todo, diene ésta verdade- Famente necesidad de ser politizada 0 bien lo politico est va contenido en ella como su néicleo mas precioso? La biopolit; ca del totaltarismo moderno, por una patte, y Ia sociedad de ‘consumo y del hedonismo de masas, por otra, constituyen cier- tamente, cada una a su manera, una respuesta a esas pregun- tas, No obstante, hasta que no se haga presente una politica completamente nueva ~es decir que ya no esté fundada en la fexceptio de la nuda vida-, toda teorfa y toda praxis seguirin aprisionadas en ausencia de camino alguno, y la -bella jorna dda- de la vida s6lo obtendri la ciudadania politica por medio a de la sangre y la muente o en la perfecta insensatez a que la! condena la sociedad del especticuo. | a definicin schmittiana de la soberania Gsoberano es el. que | decide sobre el estado de excepcin.) se ha converido en un | lugar comin, antes incluso de que se haya comprendido que | es lo que en esa definicion estaba verdaderamente en jue sea, nada menos que el concepto-limite de la doctsina del E tado y del derecho, en que ésta (puesto que todo concepter nite es siempre limite entte dos concepts) limita con la esfe- ra de la Vida y se confunde con ella. Mientras el horizonte de la escatalidadl constiuia todavia el circulo mas amplio de toda vida comunitara, y las doctrinas polticas,religiosas, jridicas yy econémicas que lo sostenian eran todavia slides, sa esfe- ‘a mis extrema- no podia salir la uz verdaderamente. El pro blema de la soberania se reducia entonces a identificar quiém, en el interior del orden juridico, estaba investido de unos po- deres determinados, sin que eso supusiera que el propio m- bral det ordenamiento fuera puesto en ningin momento en te- Ja de juico. Hoy, en un momenta en que las grandes estructuras estatales han entrado en un proceso de disolucion y la excep- cin, como Benjamin habla presagiado, se ha convetido en re- 2h, el tiempo esta maduro para plantear desce el principio, en luna nueva perspectiva, el problema de los limites y de la es- tnyctura originara dela estataidad. Porque la insuficiencia de la caitca anarquista y marxiana del Estado ha sido precisamente Ja de no haber ni siquiera entrevisto esa estructura y haber ast comitido expeditivamente el arcarum inert, como si éste no tuviera consistencia alguna fuera de los simulacros y de las ideologias que se habian alegado para justificalo, Pero ante un | cenemigo cuya estructura se desconoce, siempre se acaba, an- tes 0 despues, por identificarse com él, y la teoria del Estado (y | cn particular del estado de excepeién, cs decir, a ditadura del proletariado como fase de transicion hacia la sociedad sin Es- tado) ¢s precisamente el escollo en que han naufragado las ro- volucones de mvesto sgl Este libro, que habia sido concebido inicialmente como una respuesta la sangrienta mistifieaci6n de un nuevo orden ple netatio, se ha visto, pues, abocado a tener que medirse eon al ‘gunos problemas ~el primero entre todos el de la sacralidad de la vida--que no habjan sido tenidos en cuenta en un primer mo mento, Pero, en el curso del estudio, se ha revelado con clari- dad que, en un Ambito de esta naturaleza, no era posible acep~ tar como garantizadas ninguna de las nociones que las ciencias yhumanas (de la jurispradencia a la antropologia) ereian haber definido o habian propuesto como cvidentes y que, muy al ‘coniratio, muchas de ellas exigian ~en fa urgencia de la cats- twofe- una revisién sin reserva. PARTE PRIMERA LOGICA DE LA SOBERANIA I. LAPARADOIA DE LA SOBERANIA 1. La paradoja de la soberania se enuncia asi: El soberano esti al mismo tempo, fuera y dentro del ordenamiento jxidico Si soberano es, en efecto, aquél a quien el orden juridico reco- noce el poder de proclamar el estado de excepcién y de sus- pender, de este mexo, la validez del orden juridico mismo, en- tonces cae, pues, fuera del orden jusidico normalmente vigente sin dejar por ello de pertenecer a él, puesto que tiene compe- tencia para decidir si la Constitucion puede ser suspendida «in | toto» (Schmit I, p. 37) La precision al mismo tiempo- no es tr ‘il: el soberano, al tener el poder legal de suspender la validez de la ley, se sta legalmente fuera de ella. ¥ esto significa que Ja paradoja de la soberania puede formularse también de esta for ‘mata ley esti fuera de si mismas, o bien: -¥, el soberano, que estoy fuera de Ia ley, declaro que no hay un afuera de la ley. ‘Vale la pena reflexionar sobre la topologia implicita en la pa- sadoja, porque sélo una vez que se haya comprendido su es- tructura, quedaré claro en qué medida la soberania marca el mite (en el dable sentido de fia y de principio) del orden juidico, Schmitt presenta esta estructura como la de la excepci6n (Aus- nabme): lo excepcional es lo que no se puede subsunin escapa stot de ‘erminacién general, pero, al mismo tempo, pone al descublento en toda su pureza un elemento especificamentejuridico, la lecisiom. ‘aso excepcional revite carter absohuto cuando se impone com Pi ‘mera medida la necesidad de crear usa situaci dentro de I cl pue- ‘dan tener valider los preceptosjuridens. Teds norma general requlere ‘que Ins condiciones de vida a ls cuales ha de ser aplicada efectva mente y que han de quedar sometidas a su regulicion normativa, en- gan configuracién normal. La norm exige un medio homogéneo, Esta rormalidad ficica no es un simple -tupvesto extemo- del que pueda ef fursa rescind; antes bien, es pate de su validexinmanente. No ‘existe una sola norma que fuera apiable aun cios. Meneser es que Londen sea restablecdo, si el orden juidico ha de tener sentido. Es necesario de todo punto implanar una suacién normal, y soberano c= quien con carter definitive decide il situcién es, en efecto, nor- smal El derecho es siempre «lerecho de wna sivacién determinac. oberano crea esa stuaién y I grants en ttalidad. El ssuine el ‘monopalio de altima deisn. Bn Jo oval etba precisamente la esen- cia dela soberania del Estado, que més que monopolio de la coxceon del mando es monopolio de a ecisén, dando al yocablo el senda ‘general que luego tendemos ocasin de precisar El caso excepcional ‘ansparenta dela manera mds luminoss la esencia de la autoridad det Estado. Vemos que ental caso ls decisién se separa de la norma us cx y, si se n0s permite la paradoa, la autoridad demuestra que para crear derecho no necesita tener derecho... a excepelén es mas etre sante que el easo normal. Lo aoumal nada prueba, a excepcién, too, 8 ‘no slo confirma a reg, sino que ésta vive de aqui... Un tebtogo proestante, que con au eemplo dervesta I intensidad vital que pe fe leancat la reflexion tologics an en et sigo XI, ha dicho uns vez To siguiente: -La excepcin explica lo genes y se explica a si misma Y¥sise quiere estudiar de verdad lo general, no hay sino que mia cexcepcién real, Més nos muesira en el fondo la excepelon que lo ge pera. Uega un momento en que la perperuahabladuria de to general os canis; hay excepciones. Sino se acierta a explicarias,tampoco se ‘expla To general, No separa mientes, ee ordinario, en esta dfieuad, porque ni squlera sobre Io generals piensa con pasion, sino con fi Claupericalad, En cambio, la excepciin piensa lo general con en ice pases (bid, pp. 44-8. No es un azar que Schmitt, para su definicién de la excep- cién, haga referencia a la obra de un tedlogo (que no es otto que Kierkegaard). Si bien ya Vico habia afirmado en términos no excesivamente dispares la superioridad de la excepci6n, ‘como -configuracién dltima de los hechos-, sobre el derecho positivo Gindidem iurisprudentia non censetur, qui beata me- fmoria ius theticum sive summum et generale regularum tenet; sed qui acti iudicio videt in causis ultimas factorum peristases seu circumstantias, quae aequitatem sivae exceptionem, quibiis lege universali eximantur, promereants: De antiquissima, cap. 1D, no existe en el Ambito de las ciencias jurdicas una teoria de ia excepeiGn que reconozca a ésta un rango tan elevado. Porque lo que se cuestiona en la excepcion soberana es, se- gin Schmitt, la misma condicién de posibilidad de la validez de la norma juridica y, con ésta, el propio sentido de la auto- ridad estatal. El soberano, por medio del estado de excepei6n, verea y garantia la situacione de la que el derecho tiene nece- sidad para su propia vigencia. Pero zqué es esta ssituaci6n? Cull es su estructura, desde el momento en que no consiste fen otra cosa que en la suspension de la norma? 2 ¥ a oposicin de Vico ene derecho postvo is thetcum) yexeep- | classique, Blanchot ha hablado del intento de la sociedad de clon exprest bie ef extnto paniclr de la excepion. Baa e, en el | -encerrar el afvera-Cenfermer le debor9), es deci de constitu categoria exclusivamente juridica, ni una potencia exterior al ‘derecho (Schmit), nila norma suprema del orden juricico (Kel- mn): es la estructura originaria en que el derecho se refiere - lavida y la incluye en & por medio de la propia suspension, = Sirviéndonos de tna indicacion de J-L. Nancy, llamamos ban do’ (del antiguo término germénico que designa tanto la ex: ® clusion de la comunidad como el mandato y la ensefia del so- berano) a esa potencia (en el sentido propio de la dymamis aristotélica, que es también siempre djramts mf energein, po- tencia de no pasar al acto) de la ley de mantenerse en la pro- pia privacin, de aplicarse desaplicindose. La relacion de ex- "Bo referete a feo far nia vase nv a a, ig 245 cepcidn €s una relicon de bando, E1 que ha sido puesto en bando no queda sencilamente fuera dela ley ni es incferen- te a és, sino que es abandonado por ella, es decir que queda expuesto yen peligro en el umbralen que vida y derecho, ex: tetior e interior se confunden. De él no puede deci literal mente si esti fuera 0 dentzo del orden juridic, por eto origi hariamente las Iocuciones italianas sin band, -a bandono- significan tanto a la merced de (a la mercé di) como avo funtad propia, a discreion,lbremente Ga propio talento, Ii beramente), como en la expresion -comiere a bandon y ba thido Cbanditod tiene a la vez el valor de excuido, puesto en bando escluso, messo al bando) y el de abirto a todo, l- bre Gapen a tut, libero, como en mesa libre ~mensa ban dita o'a Henda suelta “a cedida banclta-). Es en este seni do en el que a paadoj de Ia soberania puede revestrla forma ‘No hay un afvera de la ley. La rolacion originaria de la ley com la vida no ela aplicacin, sino el Abandono. a potencia insuperable del nomos, su originara fuerza de ley, es que f*! 2. NoMos Basis thantiene ala vida en su bando abandondndola. Y es precisa mente ests esructura de bando lo que aqu se tatara de com prender para poder, eventualmente, ponerla en tela de juiio. 2. HI principio segin el cual la soberania pertenece a la ley, ‘que parece hoy inseparable de nuestra concepcion de la de- tnocracia y del Estado de derecho, no elimina en modo algu- no la paradoja de la soberania, sino que, muy al contiaro, Ik iimpulsa al exremo. Desde la nfs antigua formblacion conser~ vada de este principio, l fragmento 19 de Pind, i sobe- ‘tania de la ley se sitoa en una dimension tan oscura y ambi- fu, que precisamente en relacién con él se ha podido hablar = ton raz6n de un enigma. (Ehrenberg, p. 119), He agut el tex: to del fragmento, cuya teconstruccion se debe a Boeck KEL bando es una forma de la relacion,;Pero de que eelacisn se tata | propiamente desde el momento en que éste caece de contenido post vo algun y en que los txminos que estn en relacia parecen exclu se (ya Laver inlurse) muamente? Cul es I forma de la ley que en se expres? El bando es la ura forma de refers a algo en general, es decir el simple acto de establecer una relaciin con fo que est Ruera de selaci. En este sentido, el band se identifies con la Forma limite de Ja relaci6o, Una erica del bando tends’ entonces necesaramente que poner en duda Is forma misma de la relacion y preguntarse a el hecho politico no resulta quzis pensable mis allt de la relacion, es decir ya no cn la forma de ura conesibn Nomos bo panian basiens tat t ha abandon. ee tat #8 bieitaton a 5 1a ey impuo a los hombres ef Conlon: os peces esas y aves vo ladoras,comerse fos unos @ los otras, ya que no existe fuscia entre lls a los hombres, en cambio, les dion fusca que es mucho mejor bypertta chert. ekmasremat “rgotsin Horablcos El enigma en este caso no consiste tanto en el hecho de que el fragmento admita muchas interpretaciones, sino que lo de-|_No obstante, mientras en Hesiodo el némoses el poder que cisivo es mas bien que, como la referencia al robo de Hércu-f separa violencia y derecho, mundo animal y mundo humane, les deja ver sin sombra de duda, el poeta define la soberania}’ y en Sol6a, la «conexi6n+ de Bia y Diké no contiene ambigtie- del némos por medio de una justficacién de la violencia. Elf dad ni ironta, en Pindaro ~y éste es el nudo que ha dejado significado del fragmento s6lo se aclara, pues, si se compren-f' en herencia al pensamiento politico occidental, y que le hace, en de que tiene su centro en una escandalosa aniculacion de esos cierto sentido, el primer gran pensador de la soberania~ el nd principios, Bia y Dike, violencia y justicia, antitéticos por ex-}.- mas soberano es ef principio que, reuniendo derecho y vfolen- celencia para los griegos. El ndmoses'el poder que opera -con cia, los hace caer en el riesgo de la indistincion. En este senti- ‘una mano poderosa entre todas- la parad6jica unién de estos’ do, el fragmento pindéarico sobre el némos basteriscontiene el dos opuestos (en este sentido, si se entiende por enigma, se-{) ‘paradigm oculto que orienta todas las definiciones sucesivas Gn la definicién aristotélica, a -conjuncién de los opuestos, f° de la sobcrania: el soberano es el punto de indiferencia entre cl fragmento contiene verdaderamente un enigma). violencia y derecho, el umbral en que la violencia se hace de~ Si en el fragmento 24 de Solén se debe leer (como hacen f.recho y el derecho se hace violencia, la mayoria de los estudiosos) krdtei némou, ya en el siglo Vila Fi -fuerzaespecifica de la ley era identficada precisamente en wna sconexién- de violencia y justicia (krdtei/némou bian te kat d- ‘ken synarmésas, «con la fuerza del némas he reunido violencia Y justicias; pero incluso si se lee homodl en vex de némous la ‘dea central sigue siendo la misma, desde el momento en que Solén esti hablando de su actividad de legislador: cfr. De Ro- milly, p. 15). También un pasaje de los Brga de Hesiodo ~que Pindaro pudo haber tenido en mientes- asigna al némos una posicion decisiva en la relacién entre violencia y derecho: 2% Bn version comensada dels fragmentos de Pindaro (que Reisner “fecha en 1603, Holden (que, con toda verestud,tenfa a a vita un texto enmendado en el sersido dela cite plaice en el Gorgas biaion 18 cibedtator) tadice ot ragmento de esta mane Das Hécbste Das Gest, on aon dor Kon, Stvbeben und Unsere: das fbr ees. SS Darum gewatig (Das gerecbtete Recht mit allrbocbster Hav ‘Oh Perses! Geibatew esto en el corazbn;escucha ahora la voz de fuscia Dike) y ovidate por completo dela violenela (Bias). Pues es "FI nomos de todos soberano / de los morales y de los inmorales / dege ‘con una mano pedasesa ene todas /jutieando alms violent. / Lo jug 2s por lis ebras de Hse, E's zo mas alto 1a ley, / ce todos el soberano, morales e / lamorales: cod ee precisrente / pores ilenca / el derecho ads justo con ano suprems 4 2.2, Bs a esta luz como debe ser lefda Ia cita platénica del 1s ley Gest; en el senldo de posiién convencionaD, Simi crea Ia} Gorgias (484 b, 1-10) que, fingiendo una vacilacién de la me- Interpretacion que Holden leva a cabo del fragmento. También Hél-|F moria, atera a sabiendas el texto pindarico: etn -eeribe-equivoc su traduccién del fragmento Helingrath, v.27) vertiendo al alemdn el tnino némmas como Geseiry se deja exraviat or esta palabra desdichada, sunque sepa que le le es pura mediacin, EL mmos en sentido erigloario es, por el coatati, la pra inmediatez e una fuerza juidica (Reebiskra?) no mediada por ley, es un acon: teclalento histéico constituyente, un acto de I legitmica, y solo és 1a hace sazonable en general la aplicacion de Ia news ley (Schmit 2, P68 Schmit malimespeetaqu por completo a itenein dl poets, que o> 1 dlgisa precisemente conta todo principio inmediat, En su coment rio, Holderlin define, en efecto, et nomas (que distingue del derecho) como medizcion agurosa Carenge Mitelbares Lo inmeckato ~esrive~ ‘omad en sentido rigureso es imposible tnta para los morales coma pa En nomire des teoria de la soperioidad constutva del rdmos sobre Me parece que también Pindao sostiene Jo mismo que yO > enel canto en que dice: 1 aomos de todos soberano {e loe mortlesy de los inmocales = después prosigue as ‘conduce con su mano omnipotente " uciendo violencia lo més aso Solo una aguda conduncrvtts profesoria ha podido inducit 4 los fil6logos (en panticular al responsable de la ya anticua- Eda edici6n critica oxoniense de Plat6n) a comregi¢ el biatan 10 ikaiétaton de los e6dices més autorizados para reintegrar el “jemto de Pindaro (dikat6n 10 biaiétaton). Como ha observado justmente Wilamowitz CWilamowitz, pp. 95-97), biafones de- © masiado raro en griego para poder explicar lo anteriot por un * lapsus de memoria (y todavia menos por un fapsus edlami) y el sentido del juego de palabras platonico esti perfectamente = claro: 4a justificacin de la violencia es también aqui, en la ‘misma medida, un -hacer violencia a lo mis justo- y en esto, yen nada més, consiste la soberania cel dmos de que ha: {bla Findaro, “Una intencién anéloga guia tanto la cita implicita que Platon, en el Protdgoras, pone en boca de Hippias Amigos presen tes, ljo, considera yo que vosotros ois parientes, familiares y “cudadanos, todos, por naturaleza, no por ley. Pues lo seme- te es pariente de su semejante por naturaleza. Pero el no- Tos que es el trano de los hombres tyrnnos, no base) 12 los Inmorales el dos debe ditingur dversos mundor, segs su na ‘usaleza, porque ls bienes clestes dehen ser sagrados por si mismo, sin ‘mezela, El hombre, en cuanto ser coproscente, debe dl ambién dstinguit. ivesos mundes, ya que el conocimiento solo es posible mediante t opo- Sicion- (Holders, p. 39), Si, por una parte, Holden (como Schmit) ve en el ndmos bases un principio mis alta que el simple derecho, por ‘ot, tiene buen euidado de precisa que el ming sberanon ao se re~ Jere oi a un -poder supremo. (hécbste Mach), sino al mds alo fund ‘mento cognoscivos (bid), Com wna de ests comecciones que son ta cx ‘acteristcas de sus himas trdciones, Héldedin asada ast un problema | juraico-politic (ls soberanis de Ia ley coma indistnci6n de derecho y iolencia) ala esfera de a teora del conocimlento (la median como poder de dstinguit). Lo que es ms original y fuente que el derecho n0 es | (como en Schmit) el nmasen cuanto priacipio soberano, sino It me: diacion que Funda el conocimento | ia 0 | les fuerza muchas cosas en contra de lo naturals 3370, cof euenca,afirmar la soberania de I ley sobre. a nanos © mo la cita, explicit en las Leyes (690d 98) So aimplemente solo su caricter matura, es decir no violen 1 te Mientras en Platon la dey de naturaleza- nace, pues, para te axon cegine coal exe mis fuerte l que mandal eel qu ef eliminar la contraposiién sofistiea ene physisy nérmal¥ Cm ui as cpa cae tod lo sees vivo eda eonfome a at ci a confusion soberana de violencia ¥ derecho, 2 fos 3° vase segoncjoen ot tempo cl tebano Pindaro, Pero el mayor fa Ia oposiion sirve precisamnente para fundar e] principio todos los aromas seria lo ue parece el seo, que onlena al gnof de soberania la unitin de Bia y Diké: rene ir dtr al pidente goat y mandar. eso, oh Pindar a piemtsine!, no me arevera yo a decie que va contea satura, 8 tq e5conforme a eles cl mando de a ley sobre fos que Is 2 tan, mando de por s exento de violencia £23, Bs el sentido mismo de esta contraposicion, que habria de ener una descendencia tan tenaz en la cultura politica de “Oceideme, el gue bay que considers de un modo nyeve, fa polemica sfistica contra el némasa favor de la natraleza que vo jesarolia en tonos cada vez mas encendidos en cl curso del “Glo TV) puede ser considerada como la premisa necesaria de Ja oposicion entre estado de naturaleza y commonwealib, ve = lobes sitia como fundamento de su concepeiGn de Ia sobe- tania, Si, para los sofisas, la anterioridad de la physisjustificn caltinno término, la violencia del mas fuerte, para Hobbes €s isamente esta misma identidad de estado de naturaleza y Peeps borin kp To que justia op s0- Jato del soberano, En ambos casos, si bien en un sentido apa- eatemente opuesto, la antinomia physis/ndmos constituye el Fpresupuesto que lepitima el principio de soberania la ins Theién de derecho y violencia (en el hombre fxerte de los s0- fisas 0 en el soberano hobbesiano). Es importante sefalar, 0 B fect, que en Hobbes el estado de naturaleza sobrevive en is \ "que es el finico que conserva su sus CoM En ambos casos, lo que interesa a Plat6n no es tanto la oper sicién entre physisy némos, que estaba en el centro del debs te sofistico (tier, pp. 245-46), como la coincidencia de violes ca y derecho que constituye la soberania. En el pasaje citadd ‘de las Leyes, el poder de la ley se define como conforme a ls naturaleza (kata physin) y esencialmente no violento, porqué Jo que en verdad le importa a Platén es precisamente neutraf Jizar la oposicin que, tanto para los sofistas como (de mane ‘a diversa) para Pindaro, justificaba la oposicion soberana det Bia y Diké ‘Todo el tratamiento del problema de la relaci6n entre physi xy ndmos del libro X de las Leyes esta dirigido a desmontar ly Construccién sofistica de Ia oposicién y asimismo la tesis de la anterioridad de la naturaleza con respecto a la ley. Plat6n new twaliza ambas afirmando el caticter originario del alma y de “to: do lo que pertenece al género del alma- Gntelecto, technéy ne Imad) respeeto a los cuerpos y a los elementos «que erréneamente} Gecimos qup son por naturaleza- (892b). Cuando Platén (y cor} €1 todos Jos representantes de lo que Leo Strauss llama ~deres cho natural clésieo) dice que sla ley debe reinar sobre los hom, bres y no los hombres sabre Ia ley, no pretende, en cons 30 fa ce presenta, pues, como una S pcorporacion del estado de naturaleza en la sociedad o, si s© Pere, como un vibra de indiferencia ene naturale ¥ Jerr enue violencia ley, ¥ e5 propiamente esta indisin~ ssn que consttuye la violencia Soberana espectfica Fl es 2 ieee ee eaaiae a a oan GERM ARAOE terior al némas, sino que lo contiene en la virtualidad de ést Elestado de naturaleza (con cesteza en la Edad Moderna, £0 probablemente ya en el mundo de la sofistica) es el set-in Potencia del derecho, su autopresuposicién como «derecho na ‘ural. Por lo demas, como ha subrayado Strauss, Hobbes perfectamente consciente de que el estado de naturaleza 1 debia ser considerado necesariamente como una época real sino mas bien como un principio interno al Estado, que se re vvela en el momento en que se le considera como si estuviers disuelto- Gut tamquam dissoluta consideretur, id est, ut qual sit natura humana... ecte intelligatur: Hobbes [, pp. 79-80). [3 exterioridad ~el derecho de naturaleza y el principio de com servacién de la vida propia es en verdad el nticleo més int ‘mo del sistema politico, del que éste vive, en el mismo sent, do en que, segin Schmitt, Ia regla vive de la excepei6n, 2.4, Dentro de esa perspectiva, no sorprenderi demasiado {que Schmia funde precisamente sobre el fragmento de Pinda 10 su teoria sobre el cardcter originario del -ndmos ce la tierra sin hacer, empero, alusiGn alguna a su tesis de la soberanta co-| imo decision sobre el estado de excepcién, Lo que Schmitt pre: tende asegurar a toda costa en este punto es la supetioridad! del ndmossoberano como acontecimiento constitutive del de-} recho frente a cualquier concepci6n positvista de la ley en ter ‘minos de simple posicién y convencién (Gesetz), Por ello, aun hablando de «émos soberano», Schmitt debe dejar en la som: bra la proximidad esencial entre némosy estado de excepeidn, ‘Una lectura més atenta revela, sin embargo, que esta proxim| dad esta presente de forma clara, Poco mas adelante, en el ca: pitulo sobre las Primeras lineas globales, el autor muestra c&- ‘mao, en efecto, el néxo entre localizacién y ordenamiento juridico s ‘i excluida del derecho, que configura un -espacio libre y ju- ridicamente vacios, en que el poder soberano no conoce ya los limites Bjados por ef ndmos como onden territorial. Esta zona, | en la época clisica del ius publicum Buropaeum, corresponde | al Nuevo Mundo, identificado con el estado de naturaleza, en el cual todo es licito (Locke: in the beginning, ail world was / America). El propio Schmitt asimila esta zona beyond the fine | alesiado de excepcion, que -se basa de manera evidentemen- te analoga sobre Ia idea de un espacio delimitado, libre y va ‘fo, entendido como -imbito temporal y espacial de la sus: pension de todo derecho © ate estaba, no obstante, delimitiéo con respecto al orden jucien omal: en el empo, por medio de la proclamaciéa al principio dele Edo de guera, yal final a waves de un acto de sesttucién; en el esp Wo, por una precisa indicacén de su Ambit de validez. Bn el intecor de este ambito espacal y temporal, pda suceder todo aquello que se onsiderara necesiro sepin ls cteunstancis, Para indica esta st ‘on, habia un simboloantiguo y evident, al que también se rehire ‘Montesquieu: la esta de Ia ibertad ola de Iasi eran vets por “an determinado periodo de tiempo (chit 2, p. 100) En cuanto soberano, el ndmos esti ligaclo necesariamente “tanto al estado de naturaleza como al estado de excepcisn, Este dltimo (con su necesaria indiferenciacién de Bia y Dilé) ‘ole es simplemente exterior, sino que, a pesar de su preci {sa delimitaci6n, esti implicado en él como un momento que fs fundamental desde cualquier punto de vista, El nexo loca lizacién-ordenamiento contiene, pues, siempre en su interior ls propia ruptura virtual en forma de wna suspension de to- = do derecho. Pero Io que aparece entonces (en el punto en que se considera la sociedad tanquam dissoluta) es, en ver- E 38 dad, no el estado de naturaleza (como estadio anterior en el - Estado de naturaleza y estado de excepeién son s6lo las dos caras de un tinico proceso topol6gico en que, como en| tuna cinta de Moebius 0 una botella cle Leyden, aquello que se! presuponia como exterior (el estado de naturaleza) reaparece| ahora en el interior (como estado de excepcion), y el poder soberano es propiamente esta imposibilidad de discemir en- tee exterior e interior, naturaleza y excepeion, physis y ndmos.f Blestado de excepci6n no es, pues, tanto una suspension es ppacio-emporal, cuanto una figura topologica compleja, en que! ‘no solo la excepcidn es la regla, sino en que tambien el este do de natuialeza y el derecho, el fuera y el dentro, transitaa| centre ellos. Y es precisamente en esta region topologica de ine dlistincion, que debia permanecer oculta ante los ojos de la jus- ticia, donde tenemos que tratar de Aijar la mirada, El proceso (que Schmitt ha descrito cuidadosamente y que todavia esta- ‘mos viviendo) en virtud del cual, y ya de una forma clara a past de la Primera Guerra Mundial, el nexo entre localizaciéa ¥ ordenamiento constitutive del antiguo némos de la tierra se rompe, arrastrando 4 la ruina todo el sistema de las limitacio- nes reciprocas y de las reglas del ius publicum Europaeum, tiene su fundamento oculto en la excepeién soberana. Lo que ha sucedido y lo que todavia sigue sucediendo ante nuestros ojos es que el espacio «uridicamente vacio- del estado de ex: cepcion (en el que la ley esté vigente en la figura ~es decir cetimolégicamente, en la ficcién- de su disolucion, y en el que podia suceder todo lo que el soberane considerara de hecho necesario) ia roto sus confines espacio-temporales y al ium pir en el exterior de ellos, tiende ya a coincidir en todas par-| tes con el ordenamiento normaly en el cual todo se hace ast posible de nuevo, XSi se quisiera representar de maners esquemitica [a relacion ic los hombres volverian a caer), sino el estado de excep-) ante estado de naturales y Estado de derecho tal como se configura en elesado de excepeién, se podtia recuse a dos esculos, que, al princi ‘io, se presentan como disinos (Big Dy que después, ea el estado de ‘xeepelén, muestran ear, en realidad, uno densa del oto (ig. 2) Chand la excepcion tiende a converse en rela los dos cites coi } cen sia nlngdn ipo de dsinlon (fig, 3) En esa perspectva, lo que est sucedondo en antigua Vugesava nis en general, los procesos de dsolicidn de los organisms esitales tacinales en Europa oriental, noes algo que deba ser consierado co- ‘mp una reaparicion del esta natural de cha de todos conta toes, que ‘elude la consteucon de nuevos pacts socials y de nuevas local ‘Sones nacional-estales, sino mas bien como el aflorars lt biz del esta ode excepcion en tanto que estructura pesmanente de de localizacén Cy dislocacidn jriico-polica. No seuata, pus, de un segreso dela oe pz politica hacia formas superadas, sso de acontecimientes pee mento que anuncan, como heraldos sanglents, el nuevo némasde tea, que (sino se pone radicalmente en entzedicho el principio en ‘Hes funda) tenderd a extenderse por iodo el planet. no le debe nada, existe sin l, es la fuente en la que no puede F agotarse nunca el uso que se hace de su corrientes (Burdeau, fp. 173), ‘De aqut la imposibilidad ce construir de manera arménica la relacion entre los dos poderes, lo que se manifesta, en pat cular, no s6lo cuando se tata de entender la naturaleza jurii- & ca de la dictadura y del estado de excepeién, sino también a F propésto del poder de revision, previsto con frecuencia en el ropio texto de las constituciones. Frente sla tesis que aftrma fel caricteroriginario e irreductble del poder constituyente, €s E decir que éste no puede en modo alguno ser condicionaco y F constrehido por tn ordenamiento juridico determinado y se = mantiene necesariamente en una posicin externa a cualquier ‘poder constitido, hoy encventca cada vez mayores apoyos (en fl mbito de la tendencia contemporinea mis general a regs lr todo mediante ntormas) la tesis contraria que pretende re ‘duct el poder consttuyente al poder de revision previsto en la consitucion y deja de lado, como prejuridico 0 meramente foana, el poder del que ha nacido la consttucién misma. Fr © Ya inmediatamente después de la Primera Guerra Mundi Fe Beojamin, con palabras que no han perdido nada de su actu lida, critica esta tendencia y presenta la relacion entre poder “consttuyente y poder constituido como la existente entre la jolencia que establece cl derecho y Ia violencia que Jo co eva “Si desaparece la conciencia de Ia presencia latente de fnviolencia en una insttucion jucdica, ésta decae. Un ejemplo {8 este proceso nos lo proporcionan en este periodo los par amentos. Estos ofrecen el deplorable especticulo que n0s es “notori, porque baa dejado de ser conscientes de las fuerzas revolucionarias a las que deben su existencia... Les fala el sen 3, POTENCIA Y DERECHO 3.1. La paradoja de fa soberania no se muestra quiaés en nin agina parte con tanta claridad como en el problema del Constituyente y de su relacion con el poder constituido. Tanto la doctrina como las legislaciones positivas han encontrado siempre difcultades en el momento de formar y mantener esta dstinci6n en todo su aleance. La raz6n de esto se lee ef un tratado de ciencia politica es que, si se pretende dar 6 verdadero sentido a la dlstinci6n entre poder constituyente >| poder consituido, es necesario situarlos en dos planos diver 0s. Las poderes constituyentes existen s6lo en ef Estado: in: separables de un orden constitucional preestablecido, tienen ido de la violencia creadora del derecho que en ellos esti re necesidadl de un marco estatal cuya realidad manifiestan. El po- fe presentada; no tiene pues nada de extrao el que en lugar de der constituyente, por el contraro, se situa fuera del Estado; petlega a decisones dignas de tal violencia, taten de lograt, me- 56 diante el compromiso, una solucion de los asuntos piblicos que quisiera cvitar la violencias (Benjamin 1, p. 144). Pero la otra tesis (la de la tradicién democritico-revolucionaria) que pretende mantener el poder constituyente en su transcenden- fia soberana con respecto a cualquier orden constituido, corre igualmente el peligro de quedar apresada en la paradoja que hhasta aqui hemos tatado de deseribir. Porque si el poder cons- tituyente, como violencia que establece el derecho, es cierta. mente més noble que la violencia que lo conserva, 0 posee, sin embargo, en si mismo titulo alguno que pueda legitimar s alteridad y mantiene, pues, con el poder constituido una rela. 508 revolucionarios como exigencia de un principio absoluto F capaz de fundar el aco legislatvo del poder constityente y [tesa ben cino ess exigencin ue et presente bie nla idea del Ser Supremo de Robespiete) acaba por desen bocar en un cireulo vicioso:sLo que necesitaba (Robespicire) so era en modo alguno, un "Ser Supremo” ~un término que Ao era suyo~ sino mas bien fo que el lamé un “Legs Inmnor aque, en un contextodiferenie, denomin6 tambign una “ape cién continuada ala Justicia". Desde la perspectiva de la Re- ‘volucién francesa, necestaba una fuente siempre viva y tas- cendente de autoridad que no pudiera ser identificada con la Vista en esta perspectiva, la leyenda kafkiana expone la for- "ama para de la ley, en la que ésta se afirma con mas fuerza pre ‘Gsamente en el punto en que ya no prescribe nada, es decir = como puro bando, E} campesino es entregado a la potencia de Hla ley, porque ésta no exige nada de él, no le oriena mis que su propia apertura. Segiin el esquema de la excepcién sobera- © ma, la ley Je es aplicada desaplicandose, le mantiene en el mm- bjto del bando abandonindole fuera de él. La puerta abiert, B que s6lo a él esta destinada, le incluye excluyéndole y le &x- _dhuye incluyéndole. ¥ ésta es precisamente la culminacién y la plimiento de la Tord es su trasgresi6n). Pero si esto es verdad, BE fave debe hacer un mesias que, como el campesino, encuen- ‘va frente a si una ley que esta vigente pero que carece de sig- K( uficado? No podri, desde Iuego, curnplir una ley que se en G, Gina ya en estado de suspensi6n indefinida ni todavia menos stiuira sencillamente por otra (el cumplimiento de la ley no ‘una nueva ley) Una miniatura de un manuscrito judio del siglo XV que con: ‘iene algunas Haggadot sobre El que viene, muestra la Ile ‘da del Mesias a Jerusalén. E] Mesias a caballo (en otras ilus- 45. Bs significative que, en slima instanca, todos los intée pretes lean el relato de Katka como el ap6logo de una deso- ta, del fracaso iremediable del campesino frente ala trea in posible que la ley le imponia. Bs lito, sin embargo, preguntarse siel texto kafkiano no permite una lectura distinta Los inte. pretes parecen olvidar precisamente las palabras que ponen fin 2 la historia: -Aqut no podia entrar ningiin otro, porque esta’é entrada estaba destinada slo at. Ahora me voy y la cero (ich sobe jetz und schlesse thn). Si es cierto, como hemos Visto, {ue precisamente la apertura constituia el poder inveneible de Ia ley, su fuerea- especiica, es posible entonces imaginae que toda la acttud del campesino no sea otra cosa que una com. plicada y pacienteestrategia para conseguir su cise, on ob- | jeto de interrumpic la vigencia de aquella.Y, finalmente, aun- «que quizis al precio de su vida (J historia no nos dice si muere realmente, dice sélo que esté -préximo al fin), el campesino tiene realmente éxito en su intento, consigue que se cezre pa- 12 siempre la puerta dela ley (que, en rigor, estaba abiesta So lamente- para €D. En su iterpretcion de la leyenda, Kure Wein ‘erg ha sugerido que en el timido, pero testarudo, campesino puede verse ka figura de un -mesias cristiano impedio~ CWein- 4 berg, pp. 130-31). La sugerencia puede ser aceptada, pero sé- 4 Jo sino se olvida que ef Mesias es la figura con que las gran- des religiones monoteistas han tratado de resolver el problema de la ley y que ou venida significa, tanto en el judaismo, como nel crisianismo o en el Islam chit, el cumplimiento la con- sumacién integral de la ley. El mesianismo no es, pues, en el ‘monoteismo, una simple categoria entre otras de la experien- cia celigiosa, sino que constituye su concepto-limite, el punto en que dicha experiencia se supera y se pone en cuestin en su condicion de ley (de aqut las aporias mesifnicas sobre la fey, de las que son expresion tanto la epistola de Pablo a los Romanos, como la doctrina sabbetaica Seguin la cual el cum- ‘on guardiin. Delante del Mesias se encuentra un joven, que ‘se mantiene erguido un paso de la puerta abierta y sefala hacia ella, Cualquiera que sea esta figura (podria tase del = profeta lias), es posible aproximarla al campesino de la pa- ‘rabola kafkiana, Su tarea parece ser la de preparar y faclitar Pcl ingreso del Mesias, area paradojica desde e] momento en ‘que la puerta se halla completamente abierta, $i se llama pro- ‘vocaciOn a la estrategia consistente en constrenir a la poten: § cia de la ley a traducirse en acto, la suya es entonces una for “ma parad6jica de provocacion, la tinea adecuada a una ley # que tiene vigencia sin significar, a una puerta que no permite 1a entrada porque esta demasiado abierta, La tasea mesinica el campesino (y del joven que en la miniatura se encuentsa "Gelante de Ia puerta) podria ser entonces precisamente la de E hacer efectivo el estado de excepci6n virtual, Ia de constrefir al guardidn a cerrar la puerta de la ley (la puerta de Jerusa Flea). Porque el Mesias s6lo podra entrar despues de que la E puera se haya cerrado, es decir una vex que haya cesado la vie igencia sin significado de la ley. fste es el semtido del enig E imitico fragmento de los Cuadernos en octavo kafkianos, en 76 los que se lee que: -El Mesfas vendra solo cuando ya no sea | necesario, no llegari sino el dia después de su llegada, ven~ dri no el tiltimo dia, sino el tltimo de los Glkimas.. Fl sentido final de la leyenda no es, entonces, en las palabras de Deri- da, el de un vacontecimiento que llega a no llegar (0 que su- JR contenen justamente al final una posblided de invesiéa que ates por cede no sucediendo: calmente como esa disimulacion que se suse... Abandon del ser (que el ser abandone al ete, que Este se ibrado a st propio y deven ‘mcbjeo de la maquinacién. Esto no es simplemente nad, sino ‘que es a historia paimera del ser mismo (Heidegger fp. 115) La tarea que nuestro tiempo propone al pensamiento no pue- de consistir simplemente en reconocer la forma extrema € in- superable de la ley como vigencia sin significado. Todo pen samiento que se limita a esto, no hace otra cosa que repetr la estructura ontolégica que hemos definido como paradoja de fig la soberanfa (o bando soberano). La soberania es, en rigor, pre- cisamente esta ley més allé de la ley a la que estamos aban donadoss, es decir el poder autopresupositivo del ndmas, ys0-"4 lo sise llega a pensat el ser del abandono mis alla de toda idea de ley (aunque sea en la forma vacia de una vigencia sin sig- | nificado), se podri decir que se ha logrado salir de la parado- jade la soberania, hacia una politica liberada de cualquier ban- do, Una pura forma de ley es sélo la forma vacta de la relacions Sie ser noes, en est sentido, mis que el ser que est a mer ed (a bandono) del ente, la estructura ontologica de la sobe- fania muestra aqui desnudamente su paradoja. Es la rlacion de ‘abandono la que ahora debe pensarse en forma nueva. ler esta relacion como vigencia sin significado, es decit co- Ff tv'el ser abandonado ay poruina ley que no prescribe nad us oblo se prescribe a sf misma, signlica mantenerse en el in- BE sor del alhilismo, es deci no llevar hasta el extrem la ex- pero la forma vacia de la relacién no es ya una ley, sino una “ff Eperiencia del abandono. Solo cuando éste se disocia de cual- Zona en la que no es posible discern enze la ley y Ia vida, es BB quit idea de ley y de destino (eomprendidas la forma de ley Gecie un estado de excepcion. Fl problema es aqui el mismo [BFkantana y la vigencia sn significado), el abandono se exper- due afronta Heidegger, en los Beitnage =ur Philosophie bajo la 7B menta verdaderamente como tal. Por esto mismo, es preciso rbrica de la Seinverlassenbeit, del abandono del ente por el gemantenerse abiertos a la idea de que la relacion de abandono ser, ¢s decir nada menos quel problema de la unidad-ie rencia entre ser y enteen la época del cumplimiento de la mes Eine la forma de la relacién. Esto no significa que cada uno de © ellos discurra ahora independientemente; sino mis bien que Vase nota a tac, pl, 26, ® E a hos que tratar de pensar el factum politico sucial de una. for snr que 0 sea ya la de una vinculacién, soberania en la época de la conclusion dela historia humana. Aqui son > posbles varios escenarios. Ba la nota adunts 2 segunda edicén de su ® reduction, Kojeve se distancia de la tsisensnciada en la pier, se 1 Las tsi de Kojéve sobre el fin dela historia y la consiguiente ine FB gn Ia cul el fin de ls historia coincide senclamente con el volverse \aurscion de vn Estado wniversal homegéneo presentan muchas analo- sas com la stutcion epocal que hemos descrto como vigencia sin sg alicado (esto explica los intents actuals de reactualizar a Kojeve en Cave liberal capital), Qué es, en efecto, un Estado que sobsevive + | 1s historia, una soberantaestatal que se mantiene mis alls de cumpli ‘mento desu tls lsorico sino una ley que tlene vigencia sn tener rfid? Penssr un acabamiento de a hisoria en que permanezce forma vacia de la soberania ¢s tan imposible como pensar la extincibaS la te nla recensiGn de las navelis de Quenau, Kojéve ve en los perso ‘del Bata sin Ie consumacin de ss figuras hitricas, ya que la formalfBR de EI Domingo dela vido, en pater en el yoy désoeuené (Koi vaca del Estado tlende a generar contenidos epocalesy Estos, a su vex, BRE, p. 39, la figura tealizda del sabi satisfecho en el fn dela histor, bbusean a forma exatal que se ha hecho imposible (esto es lo que est Al sabia hegelino satisfecho y consciente de sy pasando en Ia ex Union Sovéticay la ex Yugoslavia). ‘altura de tal trea s6lo estaria hoy un pensamiento capaz de pes sar de conauno el fin del Estado y el fin dela historia, y de movilizar un Bs sta la dreceidn en la que parece moverse~s bien de forma ‘ia insufcente- el timo Heidegger, con la dea de un acontecimiento 6 conver l hombre en animal, con su desapasicion con hombre en sen to propio (es deci, como sujeto de a accion negaiva), Durante un vise Jp 2 Jepén en 1959, el autor habia comprobado la posibilidad de una eu: tum po-histvicn, en que los hones, bien abandon a acc negiva fm semdo este, sguen separando ls forma de sus contends, no pa 5 tnnsformar acvamente ests titinos, sino para paeticue ina suerte de snobs en estado puro (ls ceremonias del 6, et.) Por ota pa spyou descend Bro desprecativamente como Homo quenellensi}, Batlle contrapone Jodvla a figura de una soberania consumada completamsente en el ne Nant (a sele innocence posible: celle de Uinsart que coincide com Gas formas en que el hombre se da 2st mabmox.. lars, el eros, e mbar, ) jo tema del désceworement, de la desoenpacion come furs de Is ple om de} hombre al final de a histoela, que aparece por prstera vez en apropiacién es e ser mismo, es decir el principio que hasta shora haba lalla woensin de Kojéve a Queneau, ba sido recupersde por Bichot¥ por FL Nancy, que lo sitta en el cento de su bro sobre a. Communauté Py, docu’. Todo depende aqui de lo que se entienla por sdesocupcir sir el se sn referencia al ente, lo que equivale nada menos que a in ARIS teaia genérica ce Ia potencia, que no se agota (como la sec tnav- Edin a colectva,entendida como la sums de las aecionesincvicuales) relacion, sory ente ms als de cualquier posible conexion, Es Eta I perspectiva en que habia que situar el debate entre Bata Reviolenda creadora que est representada en ella. Esto du Easel momento en que nucrasfuctzas,o bien las que ste incerrup- om de este circulo magico, que se desarrolla en el Ambito de Jas fuerzas miticas del derecho, sobre la tevocacion del deve- Sse una nueva época histGrica: (Benjamin 1, pp. 155-156). la defnicgn de esta tercera figura, que Benjamin llama vio- jlencia divina, constituye el problema central de cualquier in- | expretacion del ensayo. Beajamin no sugiere, en rigor, singin ‘eerio positivo para su identificacin y niega, incluso, que sea i siquiera posible reconocerla en un caso concreto, Lo nico |ceno es que tal violencia no establece ai conserva el derecho, sino que lo revoca (entset2). Por eso se prest a los equivocos ‘mis peligrosos (de fo que constituye una prueba fa escrupu- lad con que Derrida, en su intexpretacion del ensayo, po- © een guardia contra ella, comparindola, en un singular ma- E lenendido, con la solid final nazi (Derrida 2, pp. 1044-1085). § En 1920 cuando estaba trabajando en la reclaccién de la Cri- tea, es casi seguro que Benjamin no habia leido todavia esa _Polissche Theolegie, cuya definicion de la soberania ciara cin- § co.aiios después en el libro sabre el drama batroca, la violea- Eda soberana y cl estado de excepcion que éa instaura no com- >paecen, por tanto, en el ensayo y no es Ficil decit dénde fan siuarse con relacion 2 a violeacia que establece el de- echo y ala que lo conserva. La saiz de la ambigledad de a | Violencia dvina debe buscarse, quieds, precisamente en esa st cia. Sin gar a ddas, la violencia que se ejerce en el est eves estas oscilaciones (entee la violencia que establece y la violen- cia que conserva el derecho) se fnda en et hecho de que to pone de manifiesto la conexi6n entre las dos violencias ~y. con E mayor raz6n, entre violencia y derecho como el tinico conte- ido real del derecho. -La funcidn de la violencia en la crea- E clon jutidica ~escribe Benjamin en el nico punto del ensayo fen/que se aproxima a algo parecido a una definicion de la vio- lencia soberana— es, en realidad, doble, en el sentida de que Bel esablecimiento del derecho persiguc desde luego como f- do de excepeién no conserva ni tampoco establece simple- mente el derecho, sino que lo conserva suspendiéndolo y lo rnezca en el interior del tus divinum y del tus bumanum, pero: ie aque si puede, quizis, arrojr luz sobre sus limites precisos. Ea lugar de dllucidar la especificidad del bomo sacer, como se hi Ihecho demasiado a menudo, a partir de una pretenclida ambi- sliedad de lo sagrado, caleada de la nocion etnoldgica de tabs, trataremos mas bien de interpreta la sacratio como una figu a auténoma y nes preguintaremos si ésta permite arrojar al 1a luz sobre una estructura politica originavia que tiene su Ii 95 a esta regi6n, ser4 primero necesario deseabarazarse de un equivoco, todavia en esa obra maestra de la lingtistca del siglo XX que {sel Vocabulaire des institutions indo-europsennes le Emile Benveniste, No sorprendera que su primera formulacién apa- _fezca en las Lectures on the religion of the Semites de Robert- {90n Smith (1889), es decir el mismo libro que ejercié después {na influencia determinante en la composicién del ensayo de {Freud Totem y taba Gleerlo ~escabiré Freud- era como desli- “arse en una gondola), si se considera que las Lectures coin- ‘ciden con el momento en que una sociedad, que habia ya per ‘ido cualquier relaciéa con su tradici6n religiose, empezaba acusar su propio malestar. Es en este libro, en rigor, onde ‘lanocién etnogrifica de tabu abandona por primera vex el imn- ito de las culturas primitivas y penetra firmemente en el se- -no del estudio de la religién biblica, marcando de forma itre f Vocable con su ambigiiedad la experiencia occidental d Juno a cin abies que conesponden exacamente ese Ro S enson Smith en i IV leccin- a eas de sama y que preach fa B ovtabldad de los idole, dels santuaros, de los scenes, del se la iterpretacin de los ferGmenos sociales y, eM es y, en general, de as personas y de as coos aoe peace g atosan del ongen dela sper, pes odava un ROIMMMIEE ov any cus encores om cnc a ere ema cientifico, que, constituido entre finales del siglo XIX EEE. Ambto seitico, ene sv parallo eo as sel sobre le apes, tas fas primeras dcadas de siglo XX, ba enmarafado durante mB mojresdespits del pana, el homie que ha ocilo ua adc ee cho tempo las investigaciones de las ciencias humanas en und Sector particularmente delicado, Este mitologema, que aquig podemos provisionalmente poner bajo la ribrica de ora de frambiguedad de Io sagrado, toma forma inicialmente en lif antropologia tardovictoriana y se transmite inmediatamentl después ala sociologia francesa; pero su influencia en el tiem oy s transinision a las demds diseplinas han sido tan tena es que, despues de haber hecho corte serio resgos a las in a Vestigaciones de Bataille sobre la soberanfa, est present 2, LA ANBIVALENCIA DELO SAGRADO fon temporaimente abi y quedan separados de la agrapacion hues 3, deta misma forma que, en la religiones semiticas, estas mismnas personas se considera Imprss. En estos casos, la persona tab es E: consderada sant, porque se I sila tat del sancuasio como de todo iareacion entre las ds especies deta, e incl en © pucbios mis avanzados la 9ocion de sania y ln de impure e [> tan con fecuencia (Roberson Smith, pp. 152-53). 6 En una nota adjunta a la segunda edicién de las Lectures « (1894), titulada Hotness, uncleanness and taboo, Robertson ‘Smith, tras haber enumerado una serie de ejemplos de ambi- ‘gledad (entre los cuales la propia prohibicién de la came de. ccerdo que -en las religiones semiticas ms elevadas pertenece ” ‘una suerte de tierra de nadie entre lo impuro y Io sagrado-) postula la imposibildad de -separar del sistema del tabt la doc- ‘rina semitica de lo santo y de la impureza- (ibid, p. 452). Es significativo que, entre las pruebas de esta ambigua poten: Ga de lo sagrado, Robertson Smith enumere también aqui el ban- do: .Otra notable usanva judia es el bando (berem), en virud del 22, Una ver formulada, la teoréa de la ambivalencia de lo sa E grado, como si ta cultura europea se hubiera dado events de {lo por primera vez, se difunde sin encontrar resistencias en Ep trios los émbitos de las ciencias humanas, Diez aftos despues se las Lectures, ese clisico de la antiopologia francesa que sai sur le sacrifice de Huber y Mauss (1899), se abre pre. _ disamente evocando se caractére ambigu des choses sacrées, ‘que Robertson Smith avait si admirablement mis en lumitse: f Ouberty Mauss, p. 195). Seis aos después, en el segundo vo. lumen de la Volkerpsycbologie, de Wundh, el concepto de tabi | expresa propiamente la indiferencia originaria entre sagrado © cual el pecador impio, o los enemigos de la comunidad y de sul puro que seifa caracteristica de la fase més arcaica de la his- dios, eran destinados a una destruccién total. El bando es una. toria humana, esa mezcla de veneracién y horror que Wurel. forma de consagracion ala divnidad, y ésta es la razén por lt =F con una formula que habia de haces fortuna, eltine comes nen «que el verbo “bandi’" se uaduce a veoes como "consagat" (Mi EEE or sagado- Slo en una fase posterion cuando, seaun Werle queas, 4, 13) 0 "dedicar" Levitico, 27. 28). En los tiempas més, las mis antiguas potencias demoniacas se retiraron ante los cio. antiguos del judaismo, lo anterior implicaba, sin embargo, la des~/ BIRR es, la ambivalencia originara cedid su puesto «la anitens en: truccion completa no sélo de Ia persona, sino también de sus. BEE wel sagrado Io impure propiedades... inicamente los metals, después de haber sido “HER zn 1912, el tio de Mauss, file Durkheim, publica las For: fundidos en e fuego, podian ser incorporados al tsoro del san nes élémentaires de la vie religieuse, que dedica un capitulo tuatlo (losué 6 28, Incuso el ganado no era sacificado, sino HERE entero a ia Ambigledad de la nocion de sapradow, Rew clase aque se procedia sencillamente a su matanza, y la ciudad con: Scala fuerzas religiosas: en dos categorias opuesas, las fas. grada no debia ser reconstruida (Deuteronomio 13. 16; Josué 6: HERE is y las infwustas ; temor a penas sobrenaturales (Reyes 16. 34) y, como en el tabi, Claro que fos semimientosinspados por unas y otis no sn den: el peligro que levaba implicit era contagioso (Deuteronomlo ‘speed sang eos, pues una cosa es el respeto y ota cosa muy distin ct dsgusto + el horror. in embargo, para que los gestos sean ls mismnos es = bos casos 6 preciso que los sentimventos que expresan scan def ais “ma natualera, Yes que el respetoreligios, sobre todo cuando es my BE iteso, incluye el howor,y el temor que inspira las poteneias mili bas sucle tener cient carcter everencl. Asi que Io tnpuo y lo po 10 $n géneros separads, sino dos varedades de un mismo géner, “que comprende todas las cosas sagrads. Hay dos clases de sucrldac el mismo bando- (ibid, pp, 453-54). El anlisis del bando ~as ‘ilado al tabi~ es determinante desde el inicio en la génesis de | doctrina de la ambigdedad de lo sagrado: la ambigiedad del primero, que excluye incluyendo, implica la del segundo, Yeas not a adc, pi. 265. 100 i ‘na fasta y ora infausta, yenze estas dos formas opuestas ino sélo no hay solueién de continvidad, sino que un mismo objeto puede passe dle ura a ota sin cambiar de naturaleza. Con lo puro se hace lo impu- royal revés. La ambigiedad de lo sagrado reside en tales transforma ones (Durkheim, pp. 612-49, | amo y malate. Curosamente, los anrop6logos que habian | canola primer a teora de in ambiguedad de To age do, no habian mencionad la sacra latna Pero en 1911 spa rea el ensayo de Fowler The oninal meaning of be world acer en eyo cenvo ase encuenta ya un interpretaion de tomo sco ae vo media resonances exe ton dela ienclas de I religion. En este caso es la ambigde- [ded implica en la definicion de Festo la que permite a in _veagidor (recogiendo una sugerencia de Maret) esablecer | una cone de sacerlatino con la categoria de abu acer tas Infact a curse; andthe bom saceron whom this cur [fla isan outcast, a banned man abooed, dangerous. © gay the wold may have meant simply taboo, Le reroned fut ofthe region of the profanur, without any special rele fece 10 dey, ut holy" or accused according tothe [Sumsances: Fowler, pp. 1723) HFog ba moreno, eum etd bien documenado, qué modo a doctina de la ambigedad de lo sagrado penetra vel dmbto deta clenca del lengaje yaa por encontns en tla su aun batane igen, pp 28-40 Eh este proce cl bomo sacer dessa verdaderamente on papel sees | 50 wionas en a segunda eacion det Latins etymote |) sicher Wortrbuch de Walde (91, no hay hella alguna de [eon de la ambialeni, la vor Sacer el Dictionnaire ee ologique dela langue latin de Ernout Milt 1932) samc. fay el sdble significado dl termino mediante una ape Gon al bonto sacer Sacer désigne celui ou ce qui ne peat exe En estas paginas esté ya presente el proceso de psicologiza~ cién de la experiencia religiosa (el sdisgusto- ¥ el horror con {que la burguesia europea culta traduce su incomodidad frente fl hecho religioso), que culminari algunos aos después en el Ambito de la teologia marburguesa con la obra de R. Otto s0- 7 be lo sagrado (1917), En ella celebran su unién una teoiogt que haba perdido toda experiencia de la palabra revelada y tuna filosofia que habia abandonado toda sobriedad frente al sentimiento, en un concepto de lo sagrado que ya coincide i ‘completamente con los de ascuro ¢ impenetrable. Que lo reli? ‘gloso pertenezca integramente a la esfera de la emocién psi colégica, que tenga que ver esencialmente con los temblores ‘con la carne de gallina: éstas son la tivialidades que el neo Togisino numinoso tiene que revestir con una apariencia de cientificidad. Cuando algunos afos mas tarde Freud emprende la redac- ‘in de Totem y tabi, el terreno estaba, pues, suficientemen- te preparado, No obstante, s6lo con este libro sale a la luz una auténtica teoria de la ambivalencia, sobre bases no s6lo an- tropolbgicas y psicol6gicas, sino también linguisticas. En 1910/3] Freud habia leido el ensayo de un lingtlista hoy desacredita~ do, K. Abel, sobre El significado contradictorio de las palabras. originarias y lo habfa recensionado en /mago, en un articulo fen que relacionaba a aquél con su teoria de la ausencia del pincipio de contradicci6n en los suefios. Entre las palabras de significado opuesto que Abel inclufa en el apéndice, figuraba, 4 como Freud no deja de hacer nota, el término latino sacer, FoR Es ineresate seguly, a wavés del waajo de Fugit In historia de los erambios ene anvropologialngusticay socologia en tno a la no cn de lo sagado, Ente la segunda edicon del diccionario de Walde ¥ ta primera del de Exnout-ellet, habia aparecido el aticulo Sacer det Pauly-Wissova, fiemado por R. Ganschinietz (1920), que registra explic ‘amente la cova de ls ambivalencia de Duskheim (como Fowies habia ya hecho para Roberson Smith). En cuanto-2 Melle, Puglerrecuerda is > ttechas elaciones que tenia el ingsts oa la escuela sociologica paris ‘a (en paricular con Mauss y Dudkheim), Cuando en 1939 Roger Calis publica Lbommeetlesacré puede ya parti de un dato Texicolégico bien Mimadbo;-A Rome, on slt assez que le mot sacer désigne, suivant I d&- ‘ition de Ernout Melle, cell ou ce qui ne peut ete touché sans ete! soullé ou sans souller (Calls, p. 2. 215. Una enlgmitica figura del derecho romano arcaico, que parece reunit en ella rasgos contradictorios y que, por e80 mix tno, exigiaa su vez ser explicada, entra ast en resonant con ta categoria religosa de Io sagrado en el momento en que & ta se eeientra por su parte en un proceso de irevocable de- Semantizacion que ls conduce a asvmie sigificados opuests Esta ambivalencia, puesta en relacin con la aoci6n etnogral Cade tabs, esa 9 vez utlizeda para explica,con perfects ci Colaidad, la figura del homo sacer. Ea la vida de tos concep {os bay un momento en que éstos pierden su inteligbiidad Inmediata y, como cualquier termino vac, pueden cargarse ‘de sontdos contradictoros. Para el fenémeno religioso, tal mo snento coincide con el nacimiento de la Antopologie moder Shoat finales del siglo pasado, en cuyo centro esti, y no por Casualidad, nociones ambivalentes como mand, tabity sacer TeviStrauss ha mostado que el término mand funciona como J Sgnificante excedente, cuso sentido no es otto que el dese Jul el exceso de la funcion significant sobre los signifcados Consideraciones andlogas en alguna medida podsian hacerse tn elacin con los concepios de taba ysagrado,referidas st Smmpleo y 2s funcién en el discomo de las ciencias bumanas 108 3 ~ enlre 1890 y 1940, No es la pretendicta ambivalencta de la a fegoria religiosa de lo sagrado ln que puede explicar el fen6 ‘meno politico juridico a que se refiere la acepcion mds antigua, del término sacer, por el contrario, sélo una atenta delimit cin previa de las respectivas esferas de lo politica y de lo ve ligioso puede permitir comprender la historia de su imbri don y de sus complejas elaciones. En cualquier caso es importante = que la dimension juridico-politica originaria que se manifiesta © en el homo sacerno quede recubiesta por un mitologena cien- tfico que no sélo es incapaz de explicar nada por si solo, si- Ho que esti necesitado & mismo de explicacion E/ procedimientos mas antiguos de ejecucion capital de que te- #nemos noticia (la terible poena culls que disponfa que se me- “tiera al condenado, cubierta la cabeza con una piel de lobo, en GE un saco con serpientes, un perro y un gallo y se le arrojara al “agua o se le defenestrara desde la roca Taspeya) son, en realt- Gad, mis bien ritos de purificacién que penas de muerte en E sentido moderno: el neque fas est eum inemolart parecta servr E precisamente para distinguir la muerte del homo sacer de las BP ponicactones rules y exci erminanterent la sare dl mbito religioso en sentido propio. Seta hecho notar que mientras la consecratio hace pasar “normalmente un objeto del tus bumantum al divino, de lo pro- E fano alo sagrado (Fowler, p. 18), en el caso del homo sacer se pone sencillamente fuera Ge la jurisciccién humana sin que por ello pase a la divina. No s6lo la prohibicin de la inmolacion, ‘Yuna vietima consagrada, sino, como observa Macrobio citan- do Trebacio, la licitud de matarle implicaba que la violencia & que se le hacia no constituia sacrilegio, como en el caso de las Pres sacrae (cum cetera sacra violartnefas si, hominem sacrum Bus fuert occidi), E © Silo anterior es cierto, la sacratio configura una doble ex- B cepcion, tanto con respecto al juss bumantimt como al tus di- ‘num, tanto en relaci6n al Ambito religioso como al profano. 3, LA VIDA SAGRADA 4. ka eat dela sara seg se desprende del kel, Stl paccerconcordante de fos extdioos, 3 un J er Yel Conlon de doe caracterinicas I impunia mary exten dl seen impie occont Scent encepelon de ht burma, en - Boe oer please dela ley sobre el homiidio stu 4 sera ca guts bominem Hberam dle ston mort du eae ct ta misma formula transi Por Fest il a tipumedl non dame conaaye ambien de agin sro nae en eid en, de ol rae a amuse prin alga en el momento del iS aan ceultad de le eama, Pero tia el nem oes molar config, i ien se mira una excep G berana. (De aqui la pertinencia de la tesis de los estudiosos Bue, como Crifo, interpretan la sacratioen sustancial continui- {ad con Ia exclusién de la comunidad: Crif® 1, pp. 460-65). De © ha misma manera que la excepcién soberana, la ley se aplica al ‘aso excepcional desaplicandose, setirindose de él, asf tant tuna doble excepcién, como tna excrecencia de lo profano en lo religosa y defo relgicso en fo profano, que conga tra zona de indiferencia entre saciicio y homicidio. Soberana es la esfora en que se puede matar sin cometer bomicdio ysin ce aan crf saad, deh ext de uerte, pero insacrificable, ela vida que ba quedado prendi. da en esta esfera. f See Es posible, entonces, dar uns primers respuesta a la pre- fan que nos tnbiamosfonmulado en el momento de del near la estnuctura formal de la excepein. Aquello que queda Ipresido en el bane sberano eo tna eds uns hee puede darse muerte pero que es insacrficable: el homo sacer Sillamamos nuda vida o vida sagrada a esta vida que const- tuye el contenido primero del poder soberano, disponemos también de un principio de respuesta a la incerrogacia ben Jaminiana sobre cl oxigen del dagima de la sacralidad de la vi dar, Sagrada, es decir, expuesta a que se le dé muerte e insa caifcable a ia ve2, es originariamente Ja vida ineluica en el bando soberano,y Ia produccién de la nuda vida es. en sentido, la contribucion originaria de la soberania, La sacral mana ue be somes Unarente como una relacion de ex: dad de la vida, que hoy se pretende hacer vale frente al po ne Gece esa dea decision soberana, ue suspends -gijesz de soberano como un derecho humano fundamental en to Inlcy en el estado de excepcin e incluye asi en él la nuda v- -4gggg,, 8 os enti, expresa, por el contrario, en su propio origen ihe led de re ee oso eat poser se mie co earl eee ane In soberania y la dela sacratio estan vinculadas de gyal eBposicion en la relacién de abandono alga modo y si pueden, por medio de tal vinculacion, iturni- - arse reefprocamente, Podemos anticipar a este respecto una primera hipétesis: restiuido a su lugar propio, més al tanto Fat derecho penal como del sacifcio,e! bomo sacer ofrece la figura originaria de la vida apresada en el bando soberano y conserva asi la memoria de la exclusion orginaria a través de qn eval se ha constituido la dimensi6n politica. El espacio po- | Itico de la soberania se habria constituido, pues, « waves de bign el bomo sacer pertenece al dios en Ia forma de la insacti- ficabilidad y esté incluido en la comunidad en la forma de lx posibilidad de que se le dé muerte violenta. La vida insacrif- table y a la que, sin embargo, puede darse muerte, es la vida sagrada 43.2. Lo que define la condicién del bomo sacer no es, pucs, tanto la pretendida ambivalencia originasia de la sacralidad que tees inherente, como, mis bien, el caricter particular de la do- ble exclusién en que se encuentra apresado y de la violencia ‘a que se halla expuesto, Esta violencia ~el que cualquiera puc- da quitaile la vida impunemente— no es dlasificable ni como Ssacrificio ni como homicidio, ni como ejecucion de una con ‘dena ni como sacrilegio. Sustrayéndose a las formas sanciona~ ddas por el derecho humano y por el divino, tal violencia abre “7 tuna esfera del actuar humano que ao es la del sacrum facere nila de la accién profana, y que es la que aqui tratamos de lle- gat a comprender, "Ya antes hemos encontrado una esfera-limite de la acci6n ht El nexo entre la consitucion de un poder polico y a sacrati es Homa a los tibunos de lt plebe. 1a inviolabilidad del wabano se funds "ex rigor, slo en el hecho de que, en el momento de la primera secesiin de los plebeyos, ésos furan vengar las ofensas infeidas a 30s repre ‘entrtes, considerundo al culpable como homo sacer. El teeming lee 109 inaiamente de forma clara de ls ged Io que no era en verdad mis cece inn pe ae ars te oer td Strano sr ae ee 2 rg um ele The, en agin iodo, sera de Cortapeso al poder soberano, Por e070 “grado, es decir, augusto y maldito a la vez, que ser er 1 cna Aug ame re ent de MME stages Bomosacer design sig coma ela polit 1a, acta como referente de la decision soberana. La vida s6lo "el haber confundido un fenémeno juridico-polit A aoe algo: es la formulacién politica originatia de la imposi “del vinculo soberano. fF Ge teimposicon Gh volenca ceca por el hj see el pare “wroenat pa (como, pr le demas, ie manera co psfoca seid ‘el mito de la fundacién de Roma) es el acto constitutivo cela 433, La analogia estructural entre excepci6n soberana y sf 7 ratio muestra aqui todo sv sentido. En Tos dos limites ext: thos del ordenamento, soberano y bomo sacer ofrecen dos E34 fjuras simetricas que enen la misma estructura y estén | aerrelacionadas, en el sentido de que soberano es aquél con eapecto al cual todos los hombres son potencialmente Lomi: | inisoucrk y homo sacer es aquél con respecto al cua todos los, hombres actdan como soberanos “ambos se comunican ea la figura de un actuar, que siussrl ‘dose fuera tanto det derecho:humano como del dino, tanta tel némos como de la pbysis, delimita, no obstante, en cient form el primer espacio poltico en sentido propio, distin tr to del ambito seligioso como del profano, tanto del orden na- tural como del orden jridico normal 4 ‘ta simetra entre sacratioy soberanfa artoja una luz queva sobre ln categofa de lo sagrado euya ambivalencia ha orient: § do de una manera tan tena no s6lo los estos modemnes s0- bre la fenomenologiareligiosa, sino también las énvestigacio- nes mis recientes sobre la soberania. La proximidad entre 1 Exfera de la soberania y la de lo sagrado, que ha sido obser Sada a menudo y de la que se han dado explicaciones diver, 10 forma un todo con la posibilidad de matar al bomo sacer (pa: tricia non dammatur) y no puede separarse de ella. A compleja es la estructura originaria en que se funda el poder soberano. 8 Considérese fa eafera de signifcacioa del tino sace, tl como se desprende de nuestro ailisis. No contiene ai un significado conta ‘iciorio en el sentido de Abel, una ambivalencia genérica, en el ser tido de Duseeln indica, mis bien, una vida absolutamente expesta aque se le dé muerte, objeto de una violencia que excede a a vez la ele fa del derecho y ln del sacri, Hata doble sustaccin abre, ene lo profano y Io religioso yas alls de ells, una 200a de indistncion cuyo ‘pnifieado es precisamente lo que hemos watado de defini En esta pers pectiva, muchas de las contadigeionesaparentes del término sagrado se disvelven. As los latinos lmaban pures a los Jechones que, diez dias esputs del nacimiento, eran considerados idéneos para el sacrifice. Pero Vartén (De re rustica, I, 4, 16) atestigua que en los antiguos tem! 9 ‘os, los cerdos idneos para el sacifclo eran denominados sacres. Lejos de conttadece fa insacrifiabldad del homo sacer, el término spunt ‘aqui hacia una zona orignaria de inclferencia, en que sce significa seo~ Cllamente una vide a la que se pede dar muerte ictamente (antes del 3p ‘saci, el lechon no era todavin agrado- en el sentido de (Kantoro~ ‘wiez, pp. 300000), : Bs éste el sentido en el que el libro ha podido leerse, no sin | raza, como uno de los grandes textos criticos de nuestro them ‘po sobre ef consentiiento frente al Estado y las técnica del poder. Quien haya seguido, empero, el paciente trabajo de and Tisis que, remontandose a los Reports de Plowden y a la maca= bra ironia de Ricardo Il, llega a reconstitir la formacion, en la jurisprudencia y en la teologia medievales, de las docttinas de los das cuerpos del rey, no puede dejar de preguntarse si €s posible leer exclusivamente el libro como una desmitifica- cién de la teologia politica, El hecho es que, mientras la teo- lgia politica evocada por Schmitt enmarcaba esencialmente un estudio del caricter absoluto del podler soberano, Los dos ‘cuerpos del rey, a diferencia de aquélla, se ocupa en exclusi va del otto aspecto, menos relevante, que en la definicion de Bodin caracteriza la soberania (Puissance absolue ot perpetw: © ell), es decir, el de su naturaleza perpetua, en vittud de la cual la dignitas eegia sobrevive a la persona fisica de su postador (le rot ne meurt jamais). La «eologia politica cistians: pr tendia aqui Gnicamente asegurar, por medio de fa analogia con el cuerpo mistico de Cristo, la continuidad del corpus morale et politicum del Estado sin el cual no puede pensarse ningu- 1a organizaci6n politica estable. Y es en este sentido en el que ‘a pesar de las analogias con algunas concepciones pagans dispersas, la doctrina de los dos cuerpos del rey debe consi- derarse como surgida del pensamiento tealégico cristiano ys ofrece, pues, como una piedra miliar de la teologia politica cristianae (ibid, p. 434). 5.2. En su firme defensa de esta tesis conchusiva, Kantoro- “wicz evoca, si bien lo deja inmediatamente de lado, el elemento que precisamente habria podido orientar la genealogia de la doctrina de los dos cuerpos en una direcei6n menos tranquil “ zadora y poneila en conexion con el otro y mis oscuto arc - no del pocler soberano: fa puissance absolue. En el Cap. Vl al describic las singulares ceremonis finebres de los reyes fran- - ceses, en las que la efig de cera del soberano ocupaba un lu- {gat importante y, expuesta en un ktdbonneur, era watada exc us tamente igual que si fuera Ia persona viva del rey, Kantorowicz indica el posible origen de aquéllas en la apoteosis de los em- peradores romanos. Porque también en este caso, después de Ja muerte del soberano, su imago de cera era aratada como un ‘enfermo y yacia en el lecho; matronas y senadores se alinea- ban a ambos lados; los médicos fingian tomar el pulso a la efi- ‘ey prodigarle sus cuidados, hasta que, trascurrdos siete dias, la imagen moriae (ibid. p. 366). Segin Kantorowicz, el prece- lente pagano, a pesar de ser tan similar, no influyé, sin em- bbargo, de manera directa en el ritual funerario frances y, en cualquier caso, lo cierto era que, una vez mis, habia que po- ner en selaci6n la presencia de la eligie con la perpetuidad de Ja dignidad real, que snunca mucres ‘Que tal exclusin del precedente romano no fue fruto de ne- aligencia o desdén alguno queda probado por la atenci6n que Giesey, con la aprobacion pena del maestro, le dedicaria en: libro que puede considerarse como un afortunado comple ‘mento de los Dos Cuerpos The Royal Funeral Ceremony in Re- naissance France (1960). Giesey no podia ignorar que emi- nentes estudiosos, como Julius Schlosser, y otros menos notorios, ‘como E. Bickermann, habian establecido una conexion gené- tica entee la consecratio imperial romana y el sto francés; pe 10, curiosamente, el autor suspende el jucio sobre la cuesti6n Gen lo que a mi respecta ~escribe- prefiero no elegir ninguna de las dos solucioness: Giesey 2, p. 128) y, por el contrario, confirma resueltamente la interpretacion del maestro sobre el vvinculo entre la efigie y et caricter perpetuo de la soberania, Habia una razn evidente para esta elecci6n: sila hipétesis de la procedencia pagana del funeral de Ia imagen se hubiera se- cogido, la tesis de Kantorowicz sobre la teologia politica cris- tianas se habria derrumbado necesariamente 0, cuando menos, hhabrfa tenido que ser reformulada de forma mis cauta. Pero cexistia otra y més oculta razéni a sabes, que no habia nada en. * ‘berania que es su cardcter perpetuo. El ito macabro y grotes Fle del emperador con ese otro aspecto més luminoso de la so- 0, ene que una imagen era tritada primero como una persona viva y después solemnemente incinerada, apuntaba 2 una re- {gin mas oscura e incierta, en Ia cual trataremos ahora de in- ddagar, en la que el cuerpo politico del rey parece aproximar- se, casi hasta confundirse con él, al cuerpo expuesto a la moeste violenta, pero a la vez insacrificable, del homo sacer, 53. En 1929, un joven estudioso de Ia antigtiedad clisica, E Ulias Bickermann, publicé en el Archiv fiir Religionswissen. schaft un anticulo sobre Ia Apoteasis imperial romana que, ea. | un breve pero detallado apéndice, establecta explicitamente “una relacion entre Ja ceremonia pagana de la imagen (Justus Imaginarium) y los rtos funeratios de los soberanos ingleses y fianceses. Tanto Kantorowiez como Giesey citan este estu- * dio, y el segundo llega a declarar sin reservas que la leetura de ese texto estuvo en el origen de su trabajo (ibid, p. 232) NNo obstante, ambos guardan silencio sobre el punto central | del andlisis de Bickermana, que, mediante una cuidadosa re: construccién del rto de la consagracion imperial a través de has fuentes escritas y de las monedas, habfa determinado, en efecto, aunque sin extraer todas las consecuencias, la aporia specifica contenida en ese -entierro en imagen. Un hombre es enterade s6lo una ver, de la misma forma que so ruere una vez. Ea la época de las Antoninos, pot elo perador consagrado era quemado en la hoguers dos veces: I primera ‘n corpora segunda 6 efi. El caver del soberano es ncn do de modo solemne pero no oficial ysis restos son deport e rmausoleo, En este punto, concluye de orinaco et hk public... Pero co, el em ma ‘en el funeral de Antonino Pio tsa se desarlla de fora contara a lo usual I stun to oficial) comienza aqut so después de dar sepulurs alos huezos,y el solemne conejo Finebre se pone en mar cha una vez que fos rexos del cadiver reposin ya enter. Y este ft- sus publlcumatane (como nes hacen saber los informs de Dién y de Herediana) a fa imagen de cera que reproduce el setnblante de din to. Bsta imagen es tatada como s fuera un cuexpo regio, Diba, como tesigo cul, eiere que un esclav espantaba con su abanieo las mos «28 del roso del maniqut. A contiuacién, Seprimi Severo le da el cl- tino beso ea I urna Sepuleral. Herodiano afade que la imagen de Sep timio Severo fue watada durante sete dias en el palici coma e fuera un enfermo, con visas medica, boletines clinicosy un dlagndstico de la muerte. Esa noticia no deja agar a ninguna dud la efigie decor, que se -parece completamente al aueno y yace en el lecho de honor con sus vestidos puesos, es el emperador mismo, cuya vida ha sido transerda al maniqui de cera con ajuda de éste y de otros sos agl- cos Bickesmann 1, pp. 45). Pero para la comprensién del conjunto del ritual, lo decist- vo es precisamente la funci6n y la naturaleza de la imagen. Es (en este punto donde Bickermann sugiere una valiosisima apor- taci6n que permite situar la ceremonia en una nueva pers- pectiva Esta magia dela imagen tene mumerosos equivalentes que se pueden cencontss en cuslqvier pane, Baste Gitar aqui un ejemplo itslico del ato 136, Un cto de siglo antes del funeral dela efige de Antonino Fo, la Jes collet cultorum Diane et Antinot se expresa en ests terminos quisquts ex hoc colegio serous defunct fuer corpus eius a domino ‘quo sepulturae datum non. fuerit..,e fans imaginarius ft. Er contramos en este punto la misma expresi, furs imaginarium, que ha Historia Augusta emplea pare indicar la ceremonia finebre dela ef sie de cera de Pertinax, en la que estvo presente Dign, En la Lee co- liegt como en ots similares, la imagen sve, sa embargo, pars sun tui al cadiver que fala, mientras queen el azo dela ceremonia inp sl compan al caver lo dupia, no lo susuuye (it, pp. 6-7 En 1972, cuando volvié a ocuparse del problema después de ‘mds de cuarenta afios, Bickermana pone en relacién el func ral de Ia imagen imperial con el rto que debe ser cumplido por quel que con anterioridad a una batalla se ha consagrica so: Jemnemente a los dioses Manes y no ha muerto en el comba: te (ibid, 2, p. 22). ¥ es aqui donde el cuerpo del soberano y cl del bomo sacer entran en una zona de indistincion en que parecen confunditse, 5.4, Los estudiosos han aproximado desde hace tiempo laf aura del bomo sacer a la del devotus, que consagra la propia vida a los dioses infernales para salvar a la ciudad de un gra- “ve peligro. Livio nos ha dejado una descripcin vivaz y minu- cosa de una devotio acontecida en el 340 a.C. durante la ba- lalla de Vesenia. El ejéscito romano estaba a punto de ser errotado por los adversarios latinos cuando el cénsul Public Decio Mus, que mandaba las legiones junto a su colega Tito ‘Manlio Torcuato, solicica 12 asistencia del pontifice para cum- pli el sito: I pontifice le ordena vest la tg pretets , mlentas el consul se ‘mantlene erguido pisando una lanea, con la cabeza vlad ¥ Ia ano ‘aj a toga hasta leg 8 tear el menton, le hace pronunciar ests pa labras: Oh Jno, oh Jopter, oh Padre Mate, oh Quiina, Bello, La 145, dioses novensiles, oh dioses que tne poder sobre nuestros ene ‘igs, oh dios Manes, os ruego¥ os impetro que concedts al pueblo romano de los Quintes Ia fuera y la vetoua y Hevéis mete y terror a tos enemigos del puebo romano de los Quintes. Tal como he dicho so- lemeiente, por la replica de los Quits, por el ect, por as l= tionesy los alladas de pueblo romano consagro conmigo ls lepiones 1 os auxiiages de los enemigos los doses Manes y a la tera Después, com ta toga cena ala manera de Gables sata armado sobre cl caballo se lanza en medio de los enemsigas;y eles aparece a am bos bandos con una majestad ms que homana al una vetina exp tori envi del cielo para aplaar la cera divina (8, 9,4 5). Ia analogfa entre devotus y homo sacer no parece ir en este ‘caso mAs allé del hecho de que ambos se consagran en cierto sentido a la mueite y pertenecen a los dioses, si bien (a pesar (Hobbes 2, p. 214). ‘A esta condicién particular del ius puniendi, que se conti ‘gura como una supervivencia del estado de naturaleza en el corazon mismo del Estado, corresponde en los sUbditos la facultad no ya de desobedecer, sino de resistir a Ta violencia ejercitada sobre la propia persona, -porque no se supone que ningin hombre esté obligado por un pacto a no resistir a la violencia, y, en consecuencia, no puede suponerse que dé a oteos un derecho 2 poner violentamente las manos sobre su petsona- (ibid), La violencia soberana no se funda, en verdad, sobre un pacto, sino sobre la inclusi6n exclusiva de la nuda vida en el Estado. ¥, como el referente primero e inmediato © del poder soberano €s, en este sentido, esa vida a la que pue~ 18 [de darse muerte pero que es insacrificable, vida que tiene su paradigma en el homo sacer, asi, en la persona del soberano, @l licintropo, el hombre lobo para el hombre, habia establ "> mente en la. ciudad. En el Bisclavert, uno de fos mis bellos dais ce Maria de Francia, se exponen con extreordinara vivezs la paricularnaturaleza del licinsopo como umbral de trinsto entre naurleza y poles, mundo animal y mundo humano, ¥; al mismo dempo, su estrecha vinculacion cone soberano, fai relta los hechos de un barbn que tene una rlacidin e ‘especial cercania con su rey (le sur semur eset privez, v.19), pero que ‘ada Semana, despoés de haber escondlo ss vestidoe bajo una pie, se censforma durante ces dias en lobo (bisclaver) y vive en el bosque, eas presas y de la pina (a plus expés de fa gaudin’ self de pre @ de ravi). La mejer, que soxpecha algo, consiguearrncie a confesion, de esta vida secretay le convence para que le revele donde escont: los ‘vestidos, aunque sepe que, alos perieseo fuer sorprendio en el acto de ponérselos, se converisa para siempre en lobo (Bar si es ens por ue /e de coo feusse aparceus flav: sere a hz jour), Sleviadese de un coe tides del escondaio y el barn se convert pars siempre en lcntiopo. ice, que se conver en su amante, 4 mujer se eva los ‘sencial es en este cao Ia circunstnci, ya atetiquads en Plinio en Is leyenda de Anus (Wat. 8, VID, del caricter temporal de la metamor fosis, igado a la posblidad de despojarse o de recuperar @ exconclidae su apariencia humana, La transformacion en licintropa cosesponde per fetamente al exado de excepcién, en el ve mientras se martien® a di racion (pecesaviamente limitada) la ciudad se cisueve los hombees en tran en una zona de indstincién con las fers, Se encients denis en sta historia la necesidad de cumplimensar formalidaces paniculares que rmarcan el ingreso en fa 2004 de indfereacia, ola slica de el, entre lo ninal y lo humnano (que se cortesponde con la clara proelamacisn del esado de excepcion, formalmente dstnto de la norms). También en et folelorcontemporineo se atestigua esta necesied en los tes golpes que 19 cllicéntropo que ests volviendo a ser hoabxe debe dar en la puerta dela casa antes de que se le bra (Cuando Haman ala puesta la primera vez, J mujer no debe abit. St aber, veria al mardo todavia enteramenteIo- bo, y éste I devorara hia para siempre al bosque. Cuando golpean por segunda ver, la mujer no debe abrir todavia: le veria con el cuerpo ‘eansformado ya en hombre, pero con cabeza de lobo Slo cuando sel ‘ma a la puerta por tercea vez se abrir, porque entonces se han trans formad del todo: he desaparecid el labo y respasecido e} hombre de antes: Lev, pp. 1065) La partici proximidad ene home lobo y soberano también se vue ‘yea encontrar en a continuaclén de aque lato. Ua aa (ast lo cuenta el Ja ol rey va de caza al bosque donde vive Bisclaver y la walla de pe rros descubre inmediatament al hombre lobo. Pero nada mis ver al so- berano, Biselavert corte hacia él y se afeea a su estbo, lamiéndle las piernas y los pes como sl implorase plead. El rey, maravilado por la hu manidad dela fera Cesta fera tiene sentido e lnteligencia /.. Daréa la besa mi paz /y por hoy ya no cazaré mis), Sela leva a fa come a vivie con él, y en ela se hacen inseparable, Sigu el inevitable encuentro con la antigua expose y el cago de la mujer. Bs importante que al final, cuan- co Biscaver: vucive a convertise en hombre, el hecho tenga lugar en la cama del soberano. 1a proxlmidad ene trano y hombre lobo se encuentra también en la -eqalicaplatboica (S65d), donde la transformacién det protector en te ano se vinculs al mito arcidico de Zeus Liceo: Pero nde comienza la transformacién del protector en tirana? .No es clazo que se produce ‘cuando empleza a hacer aquello que se cuenta en la fabula del remplo de Zeus Lceo en Ascade.. EL que hs gustado de entrafas ismanas, des” ‘menvzadas junto con as de las otras vicimas, fatalmente queda conver Lido en lobo... ¥ asf cuando el efe del demes, contando con una mule tad totalmente déei, no sabe abstenesse dela sangre de los hombres Ce ai trba,.. No sek necesario que perezca necesaramente 2 manos de ss enemigos, o bien que e haga tireno y que de hombre se wansforme en fod0% 0 “ winsito permanente entre el hombre y la bestia, la natu 63. Ha llegado, pues, el momento de volver a leer desce el principio todo el mito de la fundacién de la ciudad moderna, de Hobbes 2 Rousseau. Bl estado de naturaleza es, en verdad, un estado de excepcién, en el que la ciudad aparece por un instante (que €s, a la vez, intervalo cronolégico y moment in: E> temporal) tanquam dissoluta. Asi pues, la fundacion 10 es un Acontecimiento que tenga lugar de una vez para todas it illo _ tempore, sino que opera continuamente en el estado civil en la forma de la decision soberana. Esta, por otra paste, se refiere ‘inmediatamentea la via (y no a la libre voluatal) de los cit dadanos, que aparece, pues, como el elemento politico ori natio, el Urphdromenon de la politica: pero esta vida no es simplemente la vida natural reproductiva, la 20€de los griegos, nitel bfos, una forma de vida cualificada; es més bien la nuda vida det bomo sacery del wargus, zona de incliferencia y de ya cultura 7 Por esto la tesis, enunciada en el plano logico-formal al final «de la primera parte, segiin la cual la relaci6n politico-jusfdica ‘originaria es el bando, no es sélo una tesis sobre la estructura formal de la soberania, sino que tiene un carieter sustancial, porque aquello que el bando mantiene unidos son preciss: mente la nuda vida y el poder soberano. Es preciso despedir: se sin reservas todas las representaciones del acto politico or- nario que consideran a éste como un contrato 0 una convencién que sella de manera precisa y defintiva el paso de la naturs leza al Estado. En lugar de ello, 1o que hay aqui es una zona, de indeterminacién mucho més compleja entre némos y phy- «sis en que el vinculo estatal, al revestir Ia forma de bando, es 2 siempre, por es mismo, no estatalidad y seuconatusaleza, ¥y la naturaleza se presenta siempre como néios y estado de lexcepci6n. La errada comprensi6n del mitologema hobbesia- 10 en términos de contratoy na de banda ba supwesto la con- dena a la impotencia de la democracia cada vez que se wata- ba de afrontar el problema del poder soberano y, al mismo tempo, la ha hecho constiutivamente incapaz de pensar ver- daderamente una politica no estatal en la modernidad. La relacion de abandono es tan ambigua que nada es més dificil que desligarse de ella. £I bando es esencialmente et po- der de entregar algo a si mismo, es decir el poder de mante- nerse en relacién con un presupuesto que esti fuera de toda relacion, Lo que ha sido puesto en bando es entregado 2 la pro- pia separaci6n y, al mismo tiempo, consignado a la merced de quien lo abandona, excluido e incluido, apartado y apresado = la vez, La ateja discusién en la historiografia juridica entre los que conciben el exilio como una pena y los que lo consideran, por el contratio, como un derecho y un refugio (ya a finales de la repablica Cicer6n piensa el exilio en contraposicin a la pe: ‘a: exiltum enim non supplicium est, sed perfugium portusque supplictt, Pro Caec., 34) tiene su raz en esa ambigiledad del bando soberano. Tanto en Grecia como en Roma, los testimo- nios més antiguos muestran que ms original que la oposicién enire derecho y pena es la condicion, «no cualificada ni como ejercicio de un derecho ni como situacion penale (Csif® 2, p. 11, de quien va al exilio a consecuencia de la comisién de un hhomicidio 0 de la pérdida de la ciudadania al converse en clue dadano de una civitas foederata que goza del fus exit Esta zona de indiferencia, en que la vida del exiliado o del aqua et ign imtertictus limita con la del bomo sacer, a quien se puede matar pero que es insacriicable, sella la celaci6n politica ‘riginaria, ms original que la oposici6n schmittiana entre arni- 20 Y enemigo, entre conciudadano y extranjero, Hl extrftamiento iutidico-religioso estrarieta) de aquél sobre quien pesa el ban- do soberano es mds intimo y germinal que la condicién de ex- ‘wahamiento territorial Gestraneit2) del extranjero (si es licto de- sarrollar de este modo la oposicién que establece Festo entre va extrarius, es decir qui extra focus sacrament issue sty ex Iranews, €s decir ex altera terra, quasi exterraneus) De esa forma se hace comprensible Ia ambigledad semantien ‘ya sefalada por lz cual las locuciones italianas in baado», «4 ba ‘dono signfican originariamente tanto a la merced de (a la mer- cé di) como a voluntad propia, a discreccién libremente (a pro- pio talento, liberamente-), como en la expresion -correse a bandonos y banido Gbandito-) tiene a la vez el valor de ex- cluido, puesto en bando escluso, messo al bande») y el de abierto a todos, libre (aperto a tut, iberor, como en mesa li bre ~-mensa bandita— 0 a rienda suelta ~a redina bancita--). EL bando es propiamente la fuerza, a la vez atractiva y sepulsiva, que lige los dos polos de la excepeién soberana: la nud viel yeel poder, el Boma sacery el soberano. Y s6lo por esta razén puede significar tanto I ensefia de la soberania (Bandum. quod ostea appellasus futt Standardum, Guntfanonum, italice Con {fatone, Muratoti, p. 42) como la expulsi6n de la comunidad.” Is esta estructura de bando la que tenemos que aprender a reconocer en las relaciones politicas y gn los espacios piiblicos ‘en los que todavia vivimos. Mas fatima que toda interioridad J) mds externo que toda exterioridad es, en la ciudad, el coto we ‘dade por el bando (-bandita.) de Ia vida sagrada, Es el némos soberano que condiciona cualquier otra norma, la espacializa ci6n originaria que hace posible y que tige taca localizacisn y toda territorializacion. ¥ si, en la modernidad, la vida se sitia cada vez mis claramente en el centro de la politica esata (com verti, en los términos de Foucault, en biopolitiea), si, en nues- {ro tiempo, en un sentido particular pero realisimo, todos los ‘ludadanos se presentan virwalmente como bomsines sacri ello “es posible s6lo porque la relacién de bande ha constitice des. de el origen la estructura propia del poder soberano, + Vease now Ua J wade, pe. 5 Usaeat Si el elemento politico originasio es la vida sagrada, resulta comprensible que Bataille buscara la figura acabada de In so- berania en la vida aprehendida en la dimensién extrema de la muerte, del erotismo, de lo sagrado, del luo y, al mismo tiem o, dejara impensado el nexo esencial que la amarra al poder Soberano GLa souveraineté dont je parle ~escribe en el libro homénimo concebido como tercera seccién de la Part matidt- te- a peu de choses a voir avec celles des Etats, Bataille I, p 247). Lo que Bataille tata de pensar es, con toda evidencia, esa» | tmisma nuda vida (0 vida sagrada) que, en la relacién de ban- do, constituye el referente inmediato de la soberania, y el hax bet reivindicado la experiencia radical de ella es precisamente Jo que hace que, a pesar de todo, su intento sea ejemplar. Sk 4 guiendo en esto, sin darse cuenta de ello, el impulso que lle- va ala modernidad a hacer de la vida en cuanto tal aquello que se ventila esencialmente en las luchas politicas, ha tratadi> de hacer valer la propia nuda vida como figura soberana; mas, en lugar de reconocer su caricter eminentemente politico (0 ims bien, biopolitico) inscribe la experiencia de ella, por una parte en la esfera de Io sagrado, que entiende erréneamente segiin los esquemas dominantes en la antropologia de su tiem- poy tomados de su amigo Caillois, como originariamente am- bivalente, puro ¢ inmundo, repugnante y fascinador, y, por otra en a interioridad del sujeto, a quien tal experiencia se le ofre- ‘ce siempre en instantes privilegiados y milagrosos. En ambos “casos, en el sacifcio ritual como en el exceso individual, la vi dda soberana se define para él por medio de la transgresién ins- tantinea de la prohibicién de mata, De este modo, Bauaille confunde desde el primer momento, 1 cuerpo politico de] hombre sagrado, expueso absolutamente aque se le mate pero que es también absolutamente insactift- ‘able, que se inscribe en la logica de la excepciOn, con el pres- tigio del cuerpo sacrificial, definido de manera diversa por la logics de la transgresin. Si corresponcie a Bataille el mérito de haber vwelto a sacar a la luz, aunque fuera de manera incons- dente, el nexo entre nuda vida y soberania, la vida queda en 41 completamente apresada en el circulo ambiguo de lo sagra- do. Por ese camino no era posible otra cosa que la repeticion, > eal o en forma de farsa, del bando soberano, y se comprende bien que Benjamin llegara a estigmatizar (egiin el testimonioy de Klossowski) las investigaciones del grupo de Aegpbale con tuna formula perentoria: Vous mavaillez pour fe fascisme. 'Y no es que Bataille no atisbe la insuficiencia del sacrificio, niel que éste sea, en altima instaneia, una -comedias dans le ‘sacrifice, le sacrifant sidentifie 2 'animal frappé de mort. Ain- Ssimeurtil en se voyant mourir, et, méme, en quelque sorte, par sa propre volonté, de coeur avec 'arme du sacrifice. Mais Cest une comeédiel: Bataille 2, p. 386); pero de lo que no con- sigue dar cuenta (como muestra la fascinacién que sobre él ejercian las imagenes det chino matirizado, que comenta am- pliamente en Les larmes d'Bros) es de la nuda vida del bomo sacer, que el aparejo conceptual del sactificio y del erotismo fo consigue apurar, Hay que atribuir a Jean-Luc Nancy el mérito de haber pues- to de manifiesto la ambigtiedad del pensamiento de Bataille so- bre el sactifcio y haber afirmado decididamente, frente a toda tentacin sactifcial, el concepto de una -existencia insacrifica- bles Pero, en el caso de que nuestro andlisis del bomo sacer haya dado en el blanco, la definicion que oftece Bataille de lz soberania mediante la transgresi6n resulta inadecuada con res- pecto a la realidad de esa vida que esti expuesta a la muerte fen el bando soberano; coma insufiente es asimismo el con- ‘cepto de -insacrificable. para explicar la violencia que esti en juego en la biopolitica moderna. El bomo saceres, en efecto, insacrificable, y, sin embargo, cualquiera puede matarle. La di- mmensi6n de la nuda vida que constituye el referente de la vio- Tencia soberana, es mds originaria que la oposici6n sacrifica: ble/insacrficable y remite a una idea de sacralidad que ya no. puede definirse por completo mediante el par conceptual ido- heidad para el sacrificio/inmolacion en las formas prescritas por el ritual (que, en las sociedades que conocian el sactificio, rho tiene nada de oscuro). En la modernidad, el principio de la sacralidad de la vida se ha emancipado asi por completo de la ideologia sacrificial, y el significado del término sagrado en nuestra cultura prolonga la historia semfntica del homo sacer y no la del sacriicio (y de aqui la insuficiencia de las desmiti- ficaciones, por justas que sean, propuestas hoy desde muchos lados, de la ideologia sacrificial). Lo que ahora tenemos ant ‘nuestros ojos es, en rigor, una vida que est expuesta como ta M6 4 una violencia sin precedents, pro que se manifesta en las formas mas profanas y banales, Nuestro tiempo es aquél en el” que un in de semana fesivoprocue ns rca 2 as Spina evropeas ue una campaa ben mas habla env Iain con eto, dena sara del "garceail es, obvia mente, solo ina asta (La Cel, p11) Desde ese punto de vist, el haber petndido rest alex smi de fs ais un ua scien ett te locas. es na iresponsabe ceguer histropifi, El dio ap el nano exe cert negntvo prlegndo de | nueva soberanfa biopolitica y, como tal, un caso flagrante de omo sacer, en el sentido de una vida a la que se puede dar ‘muerte pero que es insacrifcable, El matarlos no constiuye, por 50, como veremos, la ejecucién de una pena capital ni un sa- ifci, sino tan s6lo la actualizacién de una simple posiilida de recibir Ja muerte que es inherente 2 1a condicién de judo ‘como tal. La verdad dificil de aceptar para las propias victimas, pero que, con todo, debemos tener el valor de no cubic con velos sacrificiales, es que Los judios no fueron exterminadlos en. el transcurso de un delirante y gigantesco holocausto, sino, lis teralmente, tal como Hitler habia anunciado, como piojos., es decir como nuda vida. La dimension en que el exterminio tivo lugar no es la religion ni el derecho, sino la biopolitica Sis verdad que I figura que nuestro tiempo nos propone es la de una vida insacrifieable, pero que se ha convertido en. climinable en una medida inaudita, a auda vida del homo cernos concierne de modo particular La sacralidad es una li nea de fuga que sigue presente en la politica contemporiinea, 4que, como tal, se desplaza hacia regiones cada vez més vastas yoscuras, hasta legar a coincidir con la misma vida biolégica de los ciudadanos. Si hoy ya no hay una figura determinable de antemano del hombre sagrado es, quizas, porque todos somes virualmente homines sacri.

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