Mmontoya2@usbcali - Edu.co: Actor or Set of Actors in Dealing With A Problem or Matter of Concern. This Definition Focuses

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Universidad de San Buenaventura, Cali

Facultad de Derecho y Ciencias Políticas


Programa de Políticas Públicas
Profesor: Mauricio Montoya Londoño Ph. D
Fecha: 15 de febrero de 2021

Taller Nro. 1 sobre: definición de políticas públicas y enfoques, teorías y modelos generales para
el análisis de políticas públicas

Observación 1: Este taller de interpretación y comprensión de lectura corresponde al 10% del


primer corte académico del 2021-1. Por lo tanto, es obligatorio. El ejercicio se enviará al correo
electrónico del docente: mmontoya2@usbcali.edu.co

Observación 2: El ejercicio podrá ser realizado y presentado por parejas.

Punto 1 Algunas definiciones del análisis de políticas públicas

Algunas definiciones del análisis de políticas públicas

In this book a policy is defined as a relatively stable, purposive course of action followed by an
actor or set of actors in dealing with a problem or matter of concern. This definition focuses
on what is actually done instead of what is only proposed or intended; differentiates a policy
from a decision, which is essentially a specific choice among alternatives; and views policy as
something that unfolds over time. Public policies are those developed by governmental
bodies and officials. (Nongovernmental actors and factors may of course influence public-
policy development.) The special characteristics of public policies stem from their being
formulated by what political scientist David Easton has called the "authorities" in a political
system, namely, "elders, paramount chiefs, executives, legislators, judges, administrators,
councilors, monarchs, and the like." These are, he says, the persons who "engage in the daily
affairs of a political system," are "recognized by most members of the system as having
responsibility for these matters," and take actions that are "accepted as binding most of the
time by most of the members so long as they act within the limits of their roles." 3 In short,
public policies are those produced by government officials and agencies. They also usually
affect substantial numbers of people.

There are several implications of this concept of public policy as a relatively stable, purposive
course of action followed by government in dealing with some problem or matter of concern.
First, the definition links policy to purposive or goal-oriented action rather than to random
behavior or chance occurrences. Public policies in modern political systems do not, by and
large, just happen. They are instead designed to accomplish specified goals or produce
definite results, although these are not always achieved. Proposed policies may be usefully
thought of as hypotheses suggesting that specific actions be taken to achieve particular goals.
Thus, to increase farm income, the national government utilizes income subsidies and
production controls. These programs have indeed enhanced the incomes of many farmers,
but by no means all.

1
The goals of a policy may be somewhat loosely stated and cloudy in content, thus providing
general direction rather than precise targets for its implementation. Those who want action
on a problem may differ both as to what should be done and how it should be done.
Ambiguity in language then can become a means for reducing conflict, at least for the
moment. Compromise to secure agreement and build support may consequently yield
general phrasing and lack of clarity in the statement of policy goals. Anderson, J. E. (2003).
Public policymaking: An introduction. Boston: Houghton Mifflin Company (pp. 2).

Definición: "Un conjunto de decisiones interrelacionadas adoptadas por un actor o un


conjunto de actores políticos, concernientes a la selección de objetivos y los medios para
alcanzarlos, en el marco de una situación específica". Jenkins (1978). Fuente: R Dye. (1972).
En: Hernandez, Gustavo (1999). El análisis de las políticas públicas. Una disciplina incipiente
en Colombia. Bogotá: Universidad de los Andes. Revista de Estudios Sociales, agosto de 1999,
Issue 4. pp. 2-3.

Definición: "{…} todo lo que un gobierno decide hacer o no hacer". R Dye. (1972). Fuente: R
Dye. (1972). En: Hernandez, Gustavo (1999). El análisis de las políticas públicas. Una disciplina
incipiente en Colombia. Bogotá: Universidad de los Andes. Revista de Estudios Sociales,
agosto de 1999, Issue 4. pp. 2-3.

Definición: “La ciencia de las políticas públicas está orientada en torno de los problemas y es
contextual por naturaleza, multidisciplinaria en su enfoque y explícitamente normativa en su
perspectiva.” En palabras de Lasswell, el estudio de las políticas públicas incluye: 1) Los
métodos de investigación del proceso de la política, 2) Los resultados de los estudios de las
políticas y, 3) los descubrimientos de las disciplinas que pueden aportar contribuciones
importantes para las necesidades de inteligencia del momento. Si es necesario avanzar en
nuestra averiguación científica del proceso de producción y ejecución de las políticas,
obviamente resulta esencial aplicar y mejorar los métodos mediante los cuales se lleva a cabo
la investigación en las ciencias sociales y psicológicas.” H. Lasswell (1951: 14-15). Fuente:
Laswell (1951), (2002). En: Hernandez, Gustavo (1999). El análisis de las políticas públicas.
Una disciplina incipiente en Colombia. Bogotá: Universidad de los Andes. Revista de Estudios
Sociales, agosto de 1999, Issue 4. pp. 2-3.

Definición: “La evaluación de las políticas públicas consiste en elaborar los conceptos y
métodos que le permitan describir, explicar y valorar, desde una dimensión científica los
resultados de una acción de gobierno.” Yves, M. &Thœnig J. C., (1992). Fuente: Yves, M.
&Thœnig J. C., (1992) Las políticas públicas. Barcelona: Ariel, S.A.

Definición: “Partimos, en este libro, de entender la política como el conjunto de sucesivas


iniciativas, decisiones y acciones del régimen político frente a situaciones socialmente
problemáticas y que buscan la resolución de las mismas o llevarlas a niveles manejables. {…}
La política pública es la concreción del Estado en acción, en movimiento frente a la sociedad y
sus problemas.” Existen tres grandes componentes de una política pública para Vargas: “A)

2
Previsión: toda acción estatal posible tiene una referencia en términos de un “futuro”
deseado de la situación problemática hacia la cual se espera que se desplace ésta; B)
Decisión, por cuanto formular una política pública no es otra cosa que escoger entre dos o
más alternativas o caminos de acción posibles; C) acción, por cuanto las decisiones anteriores
deben materializarse en términos de acciones (ya sean planes, programas, proyectos o
acciones puntuales). Si las decisiones no se materializan, en términos estrictos no podríamos
hablar de política pública sino de un conjunto de intencionalidades o de discursos.” Vargas
(2001: 57, 60). Fuente: Vargas, Alejo (2001). Notas Sobre el Estado y las Políticas Públicas.
Bogotá: Almudena

PUNTO 1 ALGUNAS DEFINICIONES DEL ANÁLISIS DE POLÍTICAS PÚBLICAS : Con base en las
definiciones anteriores identifique 10 características distintas sobre el análisis de políticas
públicas y con ellas escriba una definición de política pública que abarque los elementos
constitutivos identificados. (Es decir, primero, identifique características fundamentales en cada
definición, y luego, a partir de esas características construya una definición de política pública).
(Por favor enumere las 10 características).

Características:

1. Las políticas públicas son desarrolladas por organismos y funcionarios gubernamentales.


2. Las políticas públicas afectan a un número considerable de personas.
3. Las políticas publicas deben estar vinculadas con una acción intencionada u orientada a
objetivos, más que con los sucesos casuales.
4. Los objetivos planteados en las políticas publicas no siempre se cumplen.
5. Las políticas publicas no solo abordan los objetivos a cumplir, sino también los medios para
poder lograrlo.
6. Las políticas publicas abordan los conceptos y métodos que describen explican y valoran los
resultados de una acción de gobierno.
7. Dentro de las políticas publicas se incluyen los métodos de investigación de procesos políticos,
los resultados de estudios de las políticas y los descubrimientos de las disciplinas que pueden
aportar contribuciones importantes para las necesidades de inteligencia del momento.
8. La ciencia de las políticas publicas es contextual, multidisciplinaria en su enfoque y normativa en
su perspectiva.
9. Las políticas públicas necesitan de previsión, decisión y acción, previsión para tener un “futuro
deseado” de la situación problema, decisión para escoger entre dos o más alternativas y acción,
por cuanto las decisiones deben materializarse en acciones.
10. Las políticas públicas establecen aquello que un gobierno decide o no hacer.

Definición:

Las políticas publicas abordan los conceptos y métodos que describen, explican y valoran los
resultados de una acción de gobierno, por lo tanto, las políticas publicas son desarrolladas por
organismo y funcionarios gubernamentales y para ser consideradas como tal, deben afectar a un
numero considerable de personas, así mismo, deben estar vinculadas con una acción intencionada
u orientada a objetivos, que no siempre pueden cumplirse; sin embargo, las políticas publicas no
solo abordan los objetivos sino los medios necesarios para cumplirlos. Partiendo de lo anterior, se
puede definir la ciencia de las políticas públicas, como una ciencia contextual, multidisciplinaria en

3
su enfoque y normativa en su perspectiva. Teniendo en cuenta que las políticas publicas
establecen aquello que un gobierno decide hacer o no hacer, es necesario que estas políticas
incluyan, previsión para tener un “futuro deseado” de a situación problema, decisión para escoger
entre dos o mas alternativas y acción, para materializar dichas decisiones.

PUNTO 2 CARACTERISTICAS DEL RATIONAL CHOICE

Fragmento tomado de: (Jonathan Levin and Paul Milgrom (2004). Introduction to Choice Theory.,
pp. 1-3 En: eb.stanford.edu/~jdlevin/Econ%20202/Choice%20Theory.pdf) “Individual decision-
making forms the basis for nearly all of microeconomic analysis. These notes outline the standard
economic model of rational choice in decisionmaking. In the standard view, rational choice is
defined to mean the process of determining what options are available and then choosing the
most preferred one according to some consistent criterion. In a certain sense, this rational choice
model is already an optimization-based approach. We will find that by adding one empirically
unrestrictive assumption, the problem of rational choice can be represented as one of maximizing
a real-valued utility function. The utility maximization approach grew out of a remarkable
intellectual convergence that began during the 19th century. On one hand, utilitarian philosophers
were seeking an objective criterion for a science of government. If policies were to be decided
based on attaining the “greatest good for the greatest number,” they would need to find a utility
index that could measure of how beneficial different policies were to different people. On the
other hand, thinkers following Adam Smith were trying to refine his ideas about how an economic
system based on individual self-interest would work. Perhaps that project, too, could be advanced
by developing an index of self-interest, assessing how beneficial various outcomes are to any
individual person. Some of the greatest thinkers of the era were both philosophers and
economists. Could the utilitarian and economic approaches be combined? That question suggests
several others. How can we tell if the Smithian model of choice is right, that is, that individuals
make choices in their own interests? What does that mean, precisely? How can we use data to tell
whether the proposition is true? What are all the empirical implications of rational choice? What
kind of data do we need to make the test? Even if the Smithian model is true, can the utility
function we need for policy-making be recovered from choice data? If we can recover utilities, is
simply adding up utilities really the best way to use that information for public decisions? What is
the best way to use that information? The utility-maximization approach to choice has several
characteristics that help account for its long and continuing dominance in economic analysis. First,
from its earliest development, it has been deeply attached to principles of government policy
making. The original utilitarian program proved to be too ambitious, but the idea that welfare
criteria could be derived from choice data has proved to be workable in practice. Moreover,
because this approach incorporates the principle that people’s own choices should determine the
government’s welfare criterion, it is well-aligned with modern democratic values. Second, many of
the comparative statics predictions of the choice theory – the qualitative predictions concerning
the ways in which choices change as people’s environments change – tend to be confirmed in
empirical studies.

Third, the optimization approach (including utility maximization and profit maximization) has a
spectacularly wide scope. It has been used to analyze not only personal and household choices
about traditional economic matters like consumption and savings, but also choices about
education, marriage, child-bearing, migration, crime and so on, as well as business decisions about
output, investment, hiring, entry, exit, etc. Fourth, the optimization approach provides a compact
theory that makes empirical predictions from a relatively sparse model of the choice problem –

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just a description of the chooser’s objectives and constraints. In contrast, for example,
psychological theories (with strong support from laboratory experiments) predict that many
choices depend systematically on a much wider array of factors, such as the way information is
presented to the subjects, the noise level in the laboratory and other variables that might
influence the subject’s psychological state. Despite the attractions of the rational choice approach,
its empirical failings in economics and psychology experiments have promoted an intense interest
in new approaches. A wide range of alternative models have been advocated. Learning models, in
which individuals make choices like those that have worked well for them in the past, have
attracted particular attention from economic theorists and experimenters. Bounded rationality
models in which decision makers adopt rules that evolve slowly have had some empirical
successes. For example, a model in which department stores use standard mark-ups to set retail
prices appears to give a better account of those prices than does a simple profit maximization
model, according to which mark-ups vary sensitively according to price elasticities. Other models
assume that people seek acceptance by imitating their peers, rely on intuition on heuristics, or
make choices that are heavily influenced by their current emotional state. Recent research try to
identify parts of the brain involved in decision-making and model how brain processes affect
decisions. Still others give up on modeling choice mechanisms at all and simply concentrate on
measuring and describing what people choose. Although these various alternatives appear to have
advantages for some purposes, in this class we will focus on the decidedly useful and still-
dominant model of rational choice.” Fragmento tomado de: (Jonathan Levin and Paul Milgrom
(2004). Introduction to Choice Theory., pp. 1-3 En: eb.stanford.edu/~jdlevin/Econ%20202/Choice
%20Theory.pdf)

El siguiente fragmento es tomado de: Yoshimichi Sato (S.F). Rational choice theory. Tohoku
University, Japan En: http://www.sagepub.net/isa/resources/pdf/RationalChoice2013.pdf., pp. 1-
3. “The purpose of rational choice theory is to explain social phenomena by assuming rational
choice at the actor’s level (Coleman, 1990; Hechter and Kanazawa, 1997). It has been argued that
rational choice theory should explain actors’ actions as well. This is discussed later in the article
when critiques of rational choice theory are examined and the possibility of incorporating social
identity in rational choice theory is explored. Two mechanisms or processes are analysed to
explain how the purpose of rational choice theory is realized: choice by actors and the macro–
micro– macro transition. Rational choice theory assumes that an actor chooses an alternative that
he/she believes brings about a social outcome that optimizes his/her preference under
subjectively conceived constraints. For ease of mathematical modelling, preference is often
mapped to a real number, which is called utility or payoff. The above assumption can then be
rewritten as follows: an actor chooses an alternative that he/she believes brings about a social
outcome that maximizes his/her utility (payoff) under subjectively conceived constraints. Five
critical elements are included in the assumption: constraints, alternatives, social outcomes, utility
and belief. Constraints affect an actor’s choices in two ways. First, constraints make some of the
possible alternatives impossible. A taboo on sibling marriage, for example, prohibits certain
marriage choices, and a ban on smoking prohibits smoking in public places. One cannot buy an
airplane if one’s budget is only 10 euros. Second, constraints change costs and benefits of
alternatives. For example, increasing the price of cigarettes makes the costs of smoking higher.
Social approval of hybrid cars increases the psychological benefits of driving such cars. Note that
constraints on the actor are subjectively conceived. As is explained later, the actor has beliefs
about the world, and constraints are a part of them. Thus it is subjectively conceived constraints
(henceforth, subjective constraints), not objective constraints, that affect the actor’s choices of
alternatives. Therefore, as stated, the actor chooses an alternative that he/she believes realizes a

5
social outcome that maximizes his/her utility under subjective constraints. Subjective constraints
are not independent of objective constraints, however. Social resources such as money, assets,
prestige, privilege, authority and power affect the formation of subjective constraints with the
help of frames through which the actor views them. In addition to such social resources, if the
actor interacts with other actors, the others’ choices become subjective constraints on him/her,
and his/her choices become constraints on the others. Game theory, which is a powerful analytical
tool for studying interactions between people, properly deals with this situation. A set of
alternatives is available to an actor under subjective constraints. If he/she chooses one of the
alternatives, a social outcome is realized. Note that the outcome is not individual but social. This
means that the outcome is a product of alternatives chosen by more than one actor. Of course,
there are cases in which a single actor’s choice of an alternative solely determines an outcome. A
classic example of these cases is a consumer’s choice of goods under his/her income constraint.
He/she decides how many apples and oranges he/she should buy at a grocery store with 10 euros.
Then his/her decision-making solely determines an outcome: the number of apples and oranges
he/she buys. Choices of other consumers and staff of the grocery store do not affect the outcome.
Sociologically, however, cases involving more than one actor to produce an outcome are more
interesting to study. Thus the adjective social, not individual, is added to the noun outcome. The
actor then ranks possible social outcomes based on his/her utility. If outcome A is preferred to
outcome B, his/her utility of A is larger than that of B. If he/she had perfect and complete
information on the world and there were no constraints on his/her choice, he/she would choose
an alternative that would realize the best social outcome for him/her, that is, an outcome that
brings about the highest utility to him/her. However, he/she usually has imperfect, incomplete
information about the world, and constraints affect his/her choices. Information is imperfect and
incomplete because the world is uncertain. The uncertainty stems from three mechanisms. First,
the actor cannot exactly predict the future of the world. Second, he/she does not precisely know
where he/she is now. His/her current situation is a part of a social outcome realized by
interactions of involved actors (including him/her). It is often the case that the actor does not
know what choices were made by other actors in the past, which contributes to the uncertainty.
Third, it is also the case that the actor does not know the utilities of other actors and, therefore,
what choices they will make in the future. Thus the actor has beliefs about the world – about the
constraints on him/her, other actors and so on. Then, he/she chooses an alternative based on
them. These beliefs are not fixed or static. Rather, the actor updates his/her beliefs using new
information about the world. For example, suppose that the actor thinks that his/her partner in an
interaction is uncooperative. If the partner does him/her a favour, he/she would then change
his/her belief about the partner’s character and behaviour. The second mechanism necessary for
the fullblown analysis by rational choice theory is the macro–micro–macro transition (Coleman,
1990). A macro-sociological explanation explains the occurrence of social phenomenon Y by
pointing out a precedent social phenomenon X that is thought to induce Y. Coleman (1990),
however, argues that this kind of explanation is unsatisfactory unless the following three
processes are clearly uncovered: the macro-to-micro transition, the micro process and the micro-
to-macro transition. The macro-to-micro transition is a process in which the precedent social
phenomenon X creates social conditions for actors such as constraints, beliefs and alternatives. In
the micro process actors rationally choose alternatives under the subjective constraints. The
choices of the actors then accumulate to produce the social phenomenon Y through the micro-to-
macro transition. Take an emergency evacuation of a theatre, for example (Coleman, 1990: Ch. 9).
Suppose that a fire breaks out in a theatre and there is only one exit. One possible outcome is
congestion at the exit. In this case, the precedent social phenomenon X is the fire, and Y is the
congestion. A causal relation from X to Y is explained by the following macro–micro– macro

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transition. First, the fire puts the audience in a new situation and creates two possible actions for
them: to take turns at the exit or to rush to the exit (macro-to-micro transition). Second, each
person in the theatre decides whether to take turns or to rush (micro process). If all of the people
take turns, they can all escape. However, each person has an incentive to rush no matter what
action the others choose. If all of the others take turns, rushing to the exit increases the
individual’s probability of escaping. If all the others rush, the individual actor must also rush in
order to not lag behind. Therefore, it is rational for each person to rush to the exit. Third, the
actions of rushing to the exit accumulate to cause congestion at the exit (micro-to-macro
transition). What is most important in this example is that each person does not rush blindly.
Rather, he/she rationally chooses to rush. However, the accumulation of such rational choices
produces the congestion. The social phenomenon Y is not confined to congestion in a theatre. It
could be the emergence of norms, social structures, inequality, social institutions and so on. Thus
rational choice theory has a wide range of explananda as long as they are macrosocial
phenomena. Heckathorn (2001) characterizes rational choice theory as the interlingua of the social
sciences: the theory provides various fields in soci ology with a common language and a universal
perspective. Whether the theory succeeds in explaining them, however, is another story, which is
discussed later. Two types of rationality should be explained here. Forward-looking rationality has
been assumed so far. This means that actors choose alternatives by predicting the social outcome
of their choices. Of course, the actual outcome may be different from the predicted one because
of the choices of others, unpredicted events and uncertainty. However, they are assumed to try to
choose the alternatives that produce the best outcome for them. Game theory assumes this
forward-looking rationality. The assumption of backward-looking rationality is also used in the
literature of rational choice theory. An actor with backward-looking rationality learns from the
past. That is, if he/she had previously chosen an alternative the outcome of which was a positive
reward, his/her propensity to choose the same alternative again becomes higher. Meanwhile, if
the outcome brought about a negative reward, the propensity becomes lower. This assumption is
used in evolutionary game theory and agent-based modelling. Furthermore, several types of
backward-looking rationality are assumed in social learning models (Fudenberg and Levine, 1998;
Young, 1998). El anterior fragmento fue tomado de: Yoshimichi Sato (S.F). Rational choice theory.
Tohoku University, Japan En:
http://www.sagepub.net/isa/resources/pdf/RationalChoice2013.pdf., pp. 1-3.

Con base en las dos lecturas previas. 11-12-13-14-15 Describa cinco características fundamentales
que definen el enfoque del Rational Choice:

2.1. El enfoque del rational choice, permite determinar las opciones disponibles y elegir la más
adecuada siguiendo un criterio consistente, basado en la optimización. A pesar de los atractivos
del enfoque de elección racional, sus fallos empíricos en los experimentos económicos y
psicológicos han promovido un intenso interés en nuevos enfoques.

2.2. El propósito de la teoría de la elección racional es explicar los fenómenos sociales asumiendo
la elección racional al nivel del actor, argumentando también que la elección racional debe
explicar las acciones de los actores.

2.3. La teoría del rational choice supone que un actor elige una alternativa que cree que produce
un resultado social que optimiza su preferencia bajo restricciones concebidas subjetivamente.
Para facilitar el modelado matemático, la preferencia se asigna a menudo a un número real, que
se llama utilidad o pago. La suposición anterior se puede reescribir de la siguiente manera: un

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actor elige una alternativa que cree que produce un resultado social que maximiza su utilidad
(pago) bajo restricciones concebidas subjetivamente. Lo anterior incluye cinco elementos críticos:
las limitaciones, alternativas, resultados sociales, utilidad y creencias.

2.4. El análisis completo de la teoría del rational choice es la transición macro-micro-macro. La


transición de macro a micro es un proceso en el que el fenómeno social precedente X crea
condiciones sociales para los actores, tales como limitaciones, creencias y alternativas. En el
microproceso, los actores eligen racionalmente alternativas bajo las limitaciones subjetivas. Las
elecciones de los actores luego se acumulan para producir el fenómeno social a través de la
transición micro a macro.

2.5. La teoría del rational choice puede ser abordada como la interlingua de las ciencias sociales,
ya que proporciona a varios campos de la sociología un lenguaje común y una perspectiva
universal. Partiendo de lo anterior, es necesario definir dos tipos de racionalidad, la prospectiva,
donde los actores eligen alternativas prediciendo el resultado social de sus elecciones, pudiendo
ser el resultado diferente al predicho debido a eventos imprevistos e incertidumbre, por su parte,
la racionalidad retrospectiva aprende del pasado, si previamente eñ resultado fue positivo, la
propensión a elegir la misma alternativa se vuelve mayor, mientras tanto, si el resultado produce
una recompensa negativa, la propensión se vuelve menor.

3. PUNTO 3 EL PUBLIC CHOICE COMO ENFOQUE


PLURALISMO y RACIONALIDAD: EL PUBLIC CHOICE (Fragmento Tomado de: Yves, M. &Thœnig J. C.,
(1992) Las políticas públicas. Barcelona: Ariel, S.A. pp. 47-52)

“En esta perspectiva de la acción y del comportamiento se sitúa la teoría del Public Choice, que se
apoya en tres fundamentos principales: Presupone, en principio, que los individuos se comportan
y toman sus decisiones de manera racional, únicamente en consideración a sus intereses
personales (self-interest) y buscando optimizar los beneficios de sus decisiones. Este individuo,
descendiente directo del Homo economicus, no solamente maximiza sus elecciones, sino que
también las realiza de forma transitiva: si prefiere A a B y B a e, debe igualmente preferir A a C. A
primera vista, el acento puesto en el individuo racional por la teoría económica, parece entrar en
contradicción con la teoría grupal de la vida política, que enfatiza más la acción de los grupos que
la de los individuos. Una parte de los teóricos del Public Choice remueve el obstáculo: «A todo lo
largo de nuestro análisis, el término "grupo" puede ser sustituido por el término "individuo" sin
que los resultados se vean sustancialmente afectados» (Buchanan, Tullock, 1962, p. 9). La
conciliación puede operarse, en especial, por el hecho de que la acción de grupo puede aparecer,
en ciertas condiciones, como el modo más eficaz para obtener ventajas individuales. Sin embargo,
en su definición del «individualismo metodológico», Ostrom insiste en que las organizaciones no
son sino una suma de individuos con la vista puesta en la obtención de ciertas ventajas comunes o
para el bien de todos (Ostrom, 1977). Sin embargo, sólo puede conciliar esta elección con la de la
organización en grupo argumentando la necesidad de acuerdos multiorganizativos, que concilian
individualismo y acción colectiva.

En segundo lugar, la teoría del Public Choice insiste en la distinción entre los bienes privados, que
son producidos por el mercado, y los bienes públicos, que emanan de los servicios públicos y de las
administraciones. La diferencia esencial reside en que los bienes producidos por el mercado son
mensurables, vendibles y se producen en cantidades determinadas por la oferta y la demanda,

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mientras que los bienes públicos son indivisibles. Si se ofrecen en un sistema público, están
disponibles para todos (por ejemplo, la escuela o la seguridad). Los teóricos del Public Choice
tratan de «identificar» (packageability) los bienes públicos aplicando el método utilizado con los
bienes privados: midiendo sus costos y la asignación de éstos a los beneficiarios del servicio. De
esta manera, esperan controlar al máximo las externalidades (positivas o negativas) producidas
por un bien público determinado. Uno de los objetivos del Public Choice es transformar las
administraciones. En lugar de burocracias que actúan obedeciendo órdenes de arriba, deben ser
capaces de satisfacer las preferencias individuales expresadas en contextos diferentes tresponsive
Statei. El éxito del Public Choice fue manifiesto sobre todo de 1970 a 1980, y conoció su apogeo
con la Reaganomics. Sin embargo, las implicaciones financieras y administrativas de tales
postulados ya habían sido enunciadas muchos años antes (Tiebout, 1956).

En tercer lugar, la escuela del Public Choice (Me Lean, 1987) se une a la cuestión fundamental de la
asignación de recursos, por definición, limitados. En efecto, como puso de manifiesto Olson, el
individuo no tiene reparo alguno en hacer de «polizón» (jree-rider), al objeto de obtener, sin sufrir
los costos, las ventajas de un bien colectivo de cuyos beneficios no puede ser excluido por
definición (Olson, 1978). Tal es el caso del trabajador que se niega a sindicarse, pero que se
aprovecha de las ventajas conquistadas por el sindicato. Los bienes colectivos constituyen un caso
particular de fenómenos de externalidad (spill over) positivos o negativos, es decir, de efectos que
beneficiarán o perjudicarán a un grupo. Por ejemplo: los bosques canadienses sufren la
contaminación provocada por la industria de Estados Unidos; Europa del Este ha sufrido la
contaminación de Chernobyl; las poblaciones de la desembocadura de un río se benefician de las
luchas contra la contaminación emprendidas por las localidadas situadas río arriba. Esto explica
principalmente por qué numerosos estudios inspirados por el Public Choice se preocupan por la
forma y la estructura del gobierno (Tullock, 1970). Se subraya allí que las estructuras de
organización y de decisión contribuyen a dar forma a los comportamientos de los individuos
(Buchanan, Tullison, 1972). Buscando maximizar las ventajas y los beneficios, los individuos utilizan
de la mejor manera posible las diversas estructuras disponibles para servir sus intereses. Partiendo
de esta constatación, los partidarios del Public Choice se interesan casi exclusivamente por los
rendimientos de los servicios públicos o las administraciones (centrales o locales). Al actuar así, la
escuela del Public Choice rechaza los mecanismos de organización y control centralizados en las
sociedades contemporáneas, oponiéndoles las estructuras descentralizadas, especializadas y de
pequeño tamaño. {…} En 1961, por ejemplo, tres jóvenes profesores (dos politólogos y un
economista) publicaron un alegato en favor de la fragmentación local (Ostrom, Tiebout, Warren,
1961). Según éstos, sólo pequeñas unidades locales, a ser posible especializadas, podrían
internalizar los bienes públicos dentro de un espacio dado y, por tanto, determinar el precio justo
que debe repercutir en el consumidor. La pequeñez de tamaño no es una meta en sí misma; se
trata de especificar los criterios para fijar la proporción correcta, porque el tamaño debe estar en
función de las políticas perseguidas. Por ello, Ostrom, Tiebout y Warren proponían un abanico de
criterios combinables:

- La capacidad de control. Por ejemplo, una agencia de cuenca es la más adecuada para conducir
una política de aguas.
- La eficacia, a fin de alcanzar las mejores economías de escala.
- La representación política, fundada a su vez en tres elementos que, idealmente, deben
superponerse: una organización formal correspondiente al tamaño de la unidad que provee el
bien; un público que agrupe a los afectados por la prestación; una «comunidad política»,

9
compuesta por quienes son tomados en cuenta para decidir sobre la prestación y sus
modalidades.

Ello significa, por ejemplo, que el consejo de barrio será responsable de las instalaciones que
conciernen a su población; la ciudad 10 será del servicio de limpieza; un organismo especializado
tendrá a su cargo la contaminación del aire en la zona metropolitana. La consecuencia de tal
organización multiforme, cambiante y plural es, evidentemente, una gran diferenciación en la
distribución de los servicios, porque cada «público» decide libremente las prestaciones que desea
obtener y que está dispuesto a financiar. Esto no constituye un problema para la escuela del Public
Choice, al contrario, porque su análisis se hace en términos de costos y beneficios, y no de valores
que hay que promover, como la igualdad o la redistribución de la riqueza. «La elección de los
servicios públicos locales implícita en cualquier sistema local de gobierno presume que las
variaciones sustanciales se abrirán paso entre los modos de organización pública y entre la
población de las diferentes comunidades locales de una metrópoli. Las formas de autonomía y de
gobierno a nivel local constituyen un compromiso sustancial en favor de un sistema policéntrico»
(Ostrom y otros, 1961, p. 837).

Apoyándose en estos axiomas, Ostrom amplía el debate. En efecto, en 1974, publica una obra
llamada a tener una gran resonancia (Ostrom, 1974). Rechaza el modelo dominante aceptado por
los especialistas de la Public Administration; es decir, el modelo fundado en la centralización y la
jerarquía de las organizaciones. Elabora una teoría nueva a fin de sustituir las tradicionales
«preocupaciones relativas a la organización por el interés en las ventajas que los individuos
pueden extraer de un entorno multiorganizativo » (Ostrom, 1974, p. 132). En la huella de los
Founding Fathers y de Tocqueville, Ostrom propone una «administración democrática que, gracias
a un sistema de poderes superpuestos y de autoridades fragmentadas, pueda adquirir una forma
estable, capaz de constituir una estructura alternativa a la organización de la administración
pública». Apoyándose en el análisis de políticas específicas (educación, policía, lucha contra los
incendios), demuestra las desviaciones negativas de las organizaciones públicas centralizadas y
subraya, en cambio, los méritos de la fragmentación y la superposición en función de los
problemas que se han de solucionar y de los servicios que deben prestarse. La tesis de Ostrom es,
a la vez, un alegato en favor de soluciones federalistas y una acusación contra la deformación
centralizadora y distribuidora del gobierno federal, en particular en el campo de las políticas
sociales, donde los políticos sucumben, cada vez más, a la tentación de intercambiar las ventajas
del Welfare Sta te por los votos de la población, que en su mayoría no soporta los costes
necesarios.

Las tesis de Ostrom y del Public Choice han dado lugar a numerosos y animados debates en
Estados Unidos (Golembiewski, 1977, pp. 1488-1525); su impacto ha sido mayor, al coincidir con
una crisis fiscal urbana y local muy profunda (Mény, 1981) y, más tarde, con la utilización política
de las tesis del Public Choice por los republicanos y Reagan. Las críticas a la teoría del Public Choice
tampoco han faltado. Sin pasar revista a los múltiples argumentos esgrimidos aquí y allá, se
pueden mencionar los principales elementos del contraataque: - En principio se reprochó a los
teóricos del Public Choice el preconizar un retomo al «Mercado total», a una suerte de capitalismo
de FarWest. A decir verdad, esta crítica es excesiva. Si el Public Choice se propone restablecer en la
medida de lo posible los mecanismos de mercado, introduciéndolos en el campo de los bienes
públicos, no llega a propugnar la sustitución de las organizaciones públicas por el mercado.
Ostrom se defiende de ser un apologista del mercado, y escribe: «La preocupación de la teoría del
Public Choice no es el mercado sino los modos de decisión pública: en consecuencia, las elecciones

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colectivas» (Ostrom, 1974, p. 1512). Ostrom, Diebout y Warren subrayan que si la producción de
bienes públicos debe garantizarse en lo posible, al igual que la de los bienes privados (por ejemplo,
mediante empresarios contratistas), el problema de su consumo se mantiene en el ámbito de la
autoridad pública. Por ejemplo, antes que producir servicios, la autoridad pública distribuirá
«bonos» utilizables por el beneficiario de la manera que mejor le convenga.

Dicho esto, no es menos cierto que la obsesión del mercado que padecen los teóricos del Public
Choice termina por destruir la legitimidad misma de la política pública. - Otro argumento crítico
subraya que la escuela del Public Choice tiende a considerar las instituciones como mecanismos
neutros, que sólo sirven para transformar las demandas en políticas públicas. Ciertamente, los
public choicers no están ciegos hasta el extremo de ignorar las distorsiones que aparecen en la
producción y el consumo de los bienes públicos, pero las atribuyen a la diferencia entre el tamaño
de las organizaciones y las políticas que se encargan de llevar a cabo. Si se restablece una buena
adecuación, las condiciones para que se adopten «buenas» políticas públicas se darán
nuevamente. A quienes ven en el retomo al rompecabezas municipal y en el desmenuzamiento de
los servicios una fuente de desigualdad y un refuerzo de las estratificaciones de clase (Neiman,
1982), los partidarios del Public Choice les responden que el error no hay que buscarlo en la
estructura, sino en la política misma. «Si la discriminación en el mercado de la vivienda es una
fuente importante de desigualdades en la distribución de bienes y servicios urbanos, que se nos
permita identificar dicho problema como un problema de política pública a tener en cuenta, en
lugar de consolidarla como el de la fragmentación municipal» (Ostrom, 1983, p. 107). Además, si
hay desigualdad, un sistema federal la compensará, en parte, con la existencia de varios niveles de
gobierno que aseguran cierta distribución por el hecho mismo de su diferencia de tamaño y de
competencias.

Esta respuesta que el Public Choice dirige a sus críticos no es del todo convincente. Encaja mal, por
ejemplo, en semejante sistema, el interés por una «distribución» de los gastos militares entre los
ciudadanos pobres dependientes de una autoridad local pobre. Este enfoque optimista sobre la
calidad de organizaciones «responsables», atribuye poca importancia a los intereses propios de la
organización y de quienes la componen. Es cierto que los fenómenos de corrupción o de
desviación de las estructuras han sido correctamente aprehendidos y analizados a nivel de las
grandes organizaciones. Pero, a pesar del optimismo y de la confianza puestas en el control de
unidades pequeñas, subsisten serias dudas sobre la «transparencia» y la neutralidad de las
estructuras. Small no constituye una garantía sistemática de democracia ni de eficacia. - Un tercer
tipo de crítica subraya que el postulado del hombre racional adoptado por el Public Choice sufre
serios desvíos. Presupone, en principio, que el individuo es inducido a realizar elecciones
racionales, habida cuenta de su conocimiento de los elementos que permiten evaluar los costos y
beneficios. Sobrentiende situaciones en las que el individuo dispone de muchas alternativas para
elegir, aun en condiciones en las que, en realidad, no padece sino condicionamientos. «Elegir»
vivir en un gueto de Chicago cuando se es negro y se está en el paro, constituye sin duda la
solución más racional, desde el punto de vista de las opciones que se ofrecen; pero calificar esta
decisión de «elección» parece poco menos que audaz. Por otra parte, la elección del individuo se
supone racional sobre la base de una evaluación costes/beneficios de las distintas opciones
eventualmente disponibles. Aun si se acepta que se trata de una elección, no deja de sorprender
el reduccionismo economicista que la teoría del Public Choice aplica a las actividades humanas.

¿Es verdad que los individuos buscan siempre maximizar su self-interest? ¿Pueden considerarse
como pérdidas y beneficios los ideales altruistas, morales, políticos? Ciertamente, se podrá

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replicar siempre que una elección altruista constituye un beneficio para el individuo que la toma
(la satisfacción de estar de acuerdo con sus ideales) superior a los costos (por ejemplo, ser
ingresado en prisión por negarse a cumplir el servicio militar). Ello plantea, sin embargo, un nuevo
problema: el de los criterios que fundamentan esta elección. Economicismo, cuantificación,
análisis costos/beneficios tienen sus límites, como lo han mostrado en otra esfera las experiencias
de racionalización de las opciones presupuestarias: las compañías aseguradoras pueden calcular
muy bien el precio de un muerto, pero existe una dimensión ética, moral, afectiva, simbólica que
la más fría de las' políticas públicas no puede olvidar, so pena de fracaso. «Tal vez a causa del
elemento tiempo --escribe Hirschman- que conlleva la mayor parte de las transacciones, la eficacia
económica y la empresa parten de la premisa de la confianza entre las partes contratantes, y esta
confianza debe ser autónoma; es decir, que no debe estar estrechamente ligada al interés
particular (...). Los valores elementales, como la honestidad, la buena fe, la moderación y la
obligación son inputs necesarios para una sociedad contractual (y agradable). ¡Si se suman todos
estos valores personales necesarios, la cantidad de benevolencia y de moral indispensable para el
funcionamiento del mercado llega a ser impresionante!» (Hirschman, 1984, pp. 104-105).”
(Fragmento Tomado de: Yves, M. &Thœnig J. C., (1992) Las políticas públicas. Barcelona: Ariel, S.A.
pp. 47-52).

3. PUNTO 3 EL PUBLIC CHOICE COMO ENFOQUE


3. Describa cinco características fundamentales que definen el enfoque del Public Choice:

3.1. La teoría del Public Choice argumenta, que los individuos se comportan y toman sus
decisiones de manera racional, teniendo en cuenta únicamente sus intereses personales y
buscando optimizar los beneficios de sus decisiones, partiendo del hecho que el término “grupo”
puede ser sustituido por el término “individuo” sin que los resultados se vean sustancialmente
afectados.

3.2. La teoría del Public Choice distingue entre bienes privados y bienes públicos, siendo los
primeros producidos por el mercado, mensurables, vendibles y producidos en cantidades
determinadas por la oferta y demanda, y los bienes públicos indivisibles, siendo necesario medir
sus costos y la asignación de estos a los beneficiarios, controlando las externalidades producidas
por un bien público determinado.

3.3. La escuela del public choice, aborda la cuestión fundamental de la asignación de recursos que
son, por definición limitados, partiendo de este hecho, los individuos no tienen reparo en obtener,
sin sufrir los costos, de las ventajas de un bien colectivo, de cuyos beneficios no puede ser excluido
por definición. Lo anterior nos lleva a un caso particular de fenómenos de externalidad, donde los
bienes colectivos tienen efectos positivos o negativos que benefician o perjudican a un grupo.

3.4. La escuela del public choice considera las instituciones como mecanismos neutros que
únicamente transforman las demandas en políticas públicas, argumentando que los errores no hay
que buscarlos en la estructura sino en la política misma.

3.5. Una crítica importante a la teoría del public choice, considera que el hombre racional desde
esta teoría puede sufrir varios desvíos, ya que, el individuo dispone de muchas alternativas para
elegir, aun en condiciones en las que no padece de ningún condicionamiento. La elección del
individuo partiendo de la public choice se supone racional sobre la base de una evaluación

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costes/beneficios de las distintas opciones eventualmente disponibles. Lo anterior deja entrever el
reduccionismo economicista de la teoría del public choice sobre las actividades humanas.

4) EL NEOINSTITUCIONALISMO COMO ENFOQUE.


Bibliografía Básica obligatoria (1): Cairney, P., (2019), Institutions and New Institutionalism, in:
Understanding Public Policy: Theories and Issues, Macmillan International Higher Education

Bibliografía Básica obligatoria (2): Kalmanovitz, Salomón (2003). El Neoinstitucionalismo como


Escuela. En: http://admonpublica.org/wp-
content/uploads/2014/01/neoinstitucionalismo_como_escuela_Salom%C3%B3n_Kalmanovitz.pdf
Bibliografía complementaria: Roth Deubel, André-Noël (2009), Políticas públicas. Formulación,
implementación y evaluación. Bogotá, Ediciones Aurora.

4.1) ¿Qué es el neoinstitucionalismo?

El neoinstitucionalismo o nuevo institucionalismo es una teoría que identifica las reglas, normas,
practicas y relaciones que influyen en los patrones de comportamiento y formulación de políticas.
La “institución” puede ser descrita como las organizaciones encargadas de la formulación de
políticas, tales como legislaturas, tribunales y ejecutivos, que describen además las reglas formales
e informales que guían la acción. Las instituciones en esta teoría no son los edificios o escenarios
dentro de los cuales la gente hace políticas, sino las reglas de comportamiento que influyen en
como las hacen.

4.2) ¿Qué caracteriza al neoinstitucionalismo histórico

El institucionalismo histórico se caracteriza por tratar a las instituciones como “reglas formales,
procedimientos de cumplimiento y operativos estándar que estructuran el comportamiento y los
resultados, teniendo en cuenta principalmente conceptos como: “contingencia histórica”, que se
refiere a la medida en que los eventos y decisiones del pasado contribuyeron a la formación de
instituciones que influyen en las practicas actuales. “Dependencia de la trayectoria”,
determinando que cuando se ha establecido un compromiso con una institución y se le han
dedicado recursos, con el tiempo produce rendimientos crecientes, y se vuelve costoso elegir una
ruta diferente. Por ultimo se define la “coyuntura critica”, como el punto en el que determinados
acontecimientos y decisiones llevaron a la introducción de una institución o a un cambio
importante en ella. El momento de cada concepto es importante y crucial, porque puede ser el
orden de los eventos lo que pone a una institución en su camino.

4.3) ¿Qué caracteriza al neoinstitucionalismo de la elección racional?

La teoría de la elección racional se caracteriza por emplear el “individualismo metodologico”,


explicando los resultados sociopolíticos como la agregación de las decisiones de los individuos.
Planteando como objetivo, establecer que proporción de los resultados políticos se pueden
explicar con referencia a las elecciones de los individuos que persiguen sus preferencias en
condiciones particulares. Sus preferencias proporcionan la "motivación de la acción individual" y
las instituciones proporcionan el "contexto" en el que operan. Los individuos saben que las
acciones tienen diferentes consecuencias en diferentes contextos y afecta la forma en que
persiguen sus preferencias. Siendo las instituciones son el marco de referencia bajo el cual se

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llevan a cabo las actividades económicas, por tanto estas son las estructuras que permiten o
intentan resolver los conflictos y contradicciones económicas, operando como los mecanismos de
control social que limitan las acciones maximizadoras de los individuos.

4.4) ¿Qué caracteriza al neoinstitucionalismo económico?

El neoinstitucionalismo económico se caracteriza por ser una crítica a la rigidez analítica de la


economía neoclásica. No se preocupa tanto por la formalización matemática de los modelos
económicos, pero si por las técnicas de cuantificación y medición de las variables que importan
para el desempeño económico. No presuponen la armonía y consistencia analítica, por el
contrario, enfatiza los conflictos y contradicciones de la economía.

4.5) ¿Qué caracteriza al neoinstitucionalismo sociológico?

Partiendo de la descripción del trabajo de March y Olsen como “normativo”, porque identifican la
capacidad de las “normas y valores dentro de las organizaciones” para influir en el
comportamiento, rechazando la idea que explica el comportamiento político principalmente en
términos de elecciones estratégicas basadas en las preferencias de los individuos. Partiendo de lo
anterior, se sugiere que las normas y culturas institucionales se originan en el institucionalismo
sociológico, compartiendo con la normativa un rechazo de las explicaciones “funcionalistas” de las
instituciones, argumentando que “las sociedades tienen ciertas funciones necesarias que deben
cumplirse para sobrevivir”.

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