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BE 10S TLUSTRES ORAbORES ai defensa suya Cayo Cota, hijo de su hei mana, y 4 lo ménos éste habl6 como orador, aunque e1a todavia muy joven Quinto Mucio estuvo elegante y culto como solia, pero no tuve aquella fuetza y abundancia que pedia la naturaleza sel peligro de la causa Rutilio fué, pues, un o1ado: es- tico, Seauto un oradot 4 la antigua Alabemos 4 entram- hos, que giacias 4 ellos, ni siquiera de esos dos géne1os carecié nuestra ciudad Yo gusto de que en el foro como en ja escena aparezcan, no s6'o veloces cotredores y agil s atletas, sino los que Haman sda ios (1eposados), que mues- tren la verdad sencilla y desnuda »¥ ya que hemos hecho mencion de los Estoicos, no omi tité 4 Quinto Elio Tubeion, hijo de Paulo, que tuvo poco de orador, pero que en lo austeto de su vida se ajusté bien con la doctina que prufesaha Siendo triunvito sentencid, conita el parecer de su tio Fscipion el Afiicano, que los augures no debian tenet vacaciones miénuas hubiere jui- cios Fué, asi en la vida como en lus discursos, duto, hér- rido ineutto, y por esto no alcanzé los honotes de sus antepasados Pot lo demas, bueno y constante ciuda- dano giande adveisatio de Cayo Graco, como lo da 4 en- tender una oracion del mismo Giaco contia él Tambien lis hay de Tuberon contia Graco Fué mediano en el deci, habilisimo en la disputa » Enténces dijo Biuto: «ual ser la 1azon de que lo mis mo entie los nuestros que entie los Giiegos, casi todos los Estoicos son ptudentisimos en sus razonamientos y los hacen con alte, y son casi artifices de palabras, y en He~ gando 4 la disputa, 1esultan pobres é insipidos? Excepttio solamente 4 Caton, que es, 4 la vez, peifectisimo estoico y orador eminente, pero nien Fannio nien Rolilio hallo grande elocuencia, y en Tuberon casi ninguna —Y no sin causa, Biulo, le tespondi, porque consumen todo su estudio en la Dialéctica y no se dedican 4 este ol:o modo de decir vago, copivso y multiple Ta abuelo tiene, 264 ARTO TULIO CICEROK como sabes, todo lo que de los estoicos puede tomarsé, pero aprendié 4 hablat bien con los maestros de retéiica v siguié sus enseiianzis Y si hubiéramus de ateneinos 4 lus preceptos de los fildsofos mejo: hatiamos en seguir i los Peripatéticos Y pot eso splando tu buen juicio en bas ber segnido la secta de los filusofos de ia Academia anti- gua, que s:pieton unit la ductrina y los pieceptos con la e egaucia y copia del lenguaje Aunque ni el métito de los ipatéticos ni el de los Académicos basta por sf pain wn oradot peifecto, ni tampoco lo ser ninguny wimanece extiaiio 4 esos estudios Pot lo demas, asi como el modo de decit de los esloicos es demasiado se vero y cefiido para lo que consienten los oidos del pueblo, asi el de los otios fildsofos es mis libie y extenso que lo que per mite la costumbie en los juicios y el foro »gQuién mas rico de estilo que Platun? Dicen los filésofos que si Japite: hablara en giiego, bablaiia como él gQuién tene mas neivio que Arisidtcles, quién mas duizuia que Teofiasto? Dicen que Deméstenes oyé muy scentamente las lecciones de Platon, y que Ieia sin cesai sus libios, y bien se conoce en la allcza de sus ideas y palulnas El mismo lo confiesa en una epistola Pero el estilo de De- méstenes, aplicado 4 !a filosofia, parecia demasiado con- tencioso y batallador, y el de ellos, aplicado alas causas judiciales, demasiado tianquilo y calmoso »Ahoia hemos de recor rer, si os place, el calalogo de !os demas oradoies segun su edad respectiva —Mucho que nos agisda, respondiv Atico, y lo digo en mi nombie y en el de Biuto —Por el mismo tiempo florecié Curion, orador bastante iustre, segun podemos conjeturat por los discursos que de (nos restan El mds notable es Ja defensa de Servio Ful- vio en una causa de ineesto En nuestia nifiez pasaba esta cracion poi admitable: hoy esta casi olvidada en medio de tantos voldmenes nuevos De LOS ILUSTRES ORADORES 26% —Bien sé, dijo Bruto, 4 quién aludes en eso de los voli menes —Y yo tambien te entiendo, Biuto Yo sé que he traido algun bien 4 la juventud introduciendo una maneia de hablar més rica y elegante que la que ea ottos tiempos hubo, peto quiz4 le he hecho tambien un dafio, porque despues de mis discursos haa dejado de leer los de los an- liguos oiadores, con ser superiores 4 los mios —Cuéntame 4 mf, dijo Biuto, entre los que no los leen Aunque ia conveisacion de hoy ha de ser paite 4 que yo me dedique 4 la lectuta de muchas cosus que antes des~ preciaba —Esa oracion del acesto, continué, tan alabada tiene muchas cosas pueriles: lugares comunes muy mal traidos del amo, del tormento, de la fama; pero como todavia no estaban educados los oidos de nuestios ciudadanos, podian ser enténces tolerables Esciibié algunas otias cosas, y pronuncié muchas con grande aplauso, y tuvo fama de abogado tanto, que me admiro que habiendo sido hombre de tan larga vida y buena reputacion y familia, nunea Ilegase al consulado »Pero ahora se nos presenta un varon de peregrino inge nio, de aidiente 6 infatigable estudio desde su nifiez: Cayo Giaco Créeme, Bruto: nunca hubo nadie que tuviera mas tiqueza y plenitud en el decir —As{ lo cieo, respondié Biulo, y es de los antiguos casi el unico que leo —Bien haces en leeile Péidida grande fué su tempiana muerte paia la repdblica romana y para las Ictras latinas iOjalé que hubiera antepuesto el amor de la patria al de su hermano! jCudn facilmente hubiera aleanzado con el inge- nio que tenia, la gloria de su padie 6 la de su abuelo, si é! hubiera vivido mas tiempo! No sé si ha tenido igual en la elocuencia Es grande en las palabras, sabio en las senten- cias, noble y majestuoso ea todo el discuiso No did la seh iancd roLto crckndi. titima mano 4 sus obras: dejé muchas cosas bien empeza- das; pocas acabadas. Asi y todo, es, oh Bruto, cl orador que mas debe leer la juventud. Puede no sdlo aguzar sino alimentar el ingenio. «A este sucedié Cayo Galba, hijo del elocucntisimo Ser- vio, y: yerno del elocuente y jurisperito Publio Craso. Le alababan mucho nuestros mayores; le favorecian por la memoria de su padre; pero cayé rendido 4ntes del fin de la farrera, cuando, 4 consecuencia de la rogacion Mamilia, tuvo que defenderse en causa propia acusado de Ia conju- racion Jugurtina, y fué vencido en cl debate. Queda una peroracion 6 epilogo suyo tan famoso que, cuando nifios, lo aprendiamos todos de memoria. Fué el primero desde la fundacion de Roma que, perteneciendo al colegio sacer- dotal, fuese condenado en juicio pablico. »Publio Escipion, que murié siendo cénsul, hablaba pocas veces y con brevedad; pero en~pureza de lengua latina era igual 4los mejores, y vencia 4 todos en sales y facecias. Su colega Lucio Bestia, varon agudo y no indocto, que entré con buenos auspicios en el tribunado, restituyendo por una ley su dignidad 4 Publio Popilio, violentamente expulsado por Graco, terminé tristemente su consulado. Porque apoyados en la odiosa ley Mamilia, los jueces adic- tos 4 Graco condenaron 4 los cuatro consulares Lucio Bestia, Cayo Caton, Spurio Albino y al sacerdote Cayo Galba, y al ilustre Lucio Opimio (matador de Graco), que labia sido absuelto por-el pueblo, 4 pesar de haber obrado contra sus intereses. »No carecié de alguna elocuencia Cayo Licinio Nerva, perverso ciudadano, tan desemejante del anterior en su *tribunado y en todo el resto de su vida. Cayo Fimbria al- canz6 los mismos tiempos, aunque era un poco mas an- ciano que éstos. Fé buen abogado, dspero, maldiciente, férvido y arrebatado en su decir; pero notable por la inte- gridad de su vida y por el acierto de sus pareceres en él i be Los rustRes ORADORES. 967 Senado. No ignoraba el derecho civil. Su estilo era facil, y algo desalifiado como su modo de ser. Cuando nifios lefa- mos mucho sus oraciones, que ahora se han hecho raras, y apénas se encuentran. vIngenio y habla elegante tuvo Cayo Sextio Calvino, aunque por la molesta enfermedad de sus piés, casi nunca podia asistir 4 los juicios. De su consejo se valian los ciu- dadanos cuando querian; de su patrocinio, cuando po- dian. »Del mismo tiempo fué Marco Bruto, deshonra grande de vuestro linaje: el cual, con ser de tan alta estirpe y haber tenido un tan excelente padre y tan sabio en el derecho,” tomé el oficio de acusador ptblico, como en Aténas Li- curgo. Nunca preténdié magistraturas; pero fué acusador vehemente y molesto. Notdbase en él un buen ingenio na~ tural, echado 4 perder por su voluntad depravada. »Por el mismo tiempo fué acusador el plebeyo Lucio Cesuleno, 4 quien oi, siendo 61 muy anciano, cuando pedia contra Lucio Sabelio una multa, fundado en Ja ley Aquilia, de injuria..No bubiera hecho mencion de tan fnfimo per- sonaje, si no fuera por la circunstancia de no haber oido nuaca 4 hombre mas odioso ni de mas perversa inten- cion. »Docto fué en las letras griegas Tito Albucio, 6, por me- jor decir, casi griego. Podeis juzgarlo por sus discursos. En su adolescencia vivid en Aténas, y salié perfecto Epica- reo: mala escuela para un orador. »Ya Quinto Catulo fué erudito, no al modo de los anti- guos, sino al nuestro, y quiza.de un modo mas perfecto. Tuvo muchas letras; exquisita cortesia y elegancia, asi en ‘su vida como en sus discursos: incorrupta pureza de lati- nidad, como puede juzgarse, no sélo por sus oraciones, sino mejor todavia, por la historia que compuso de los he- chos de su consulado, en el blando estilo de Xenofonte, y ‘que dedic6 al poeta Aulo Furio, familiar suyo:. el cual li- 968 “ MARCO TULIO cicEKON. bro, sin embargo, esta tan olvidado como los tres de Es= cauro, que dntes he cilado, —Yo, dijo Bruto, ni un de nombre 108 conocia; pero no es mia la culpa, porque nunca cayeron en mis manos. Ahora me haces entrar en curiosidad de buscarlos y cono- cérlos. - —Tuvo, pues, Catulo pureza latina, que no es el mevor elogio en un orador, y que casi todos desdefian. En cuanto 4a suavidad con que pronunciaba las letras, nada tengo que decirte, porque conoces 4 su hijo, 4 quien no se cuenta en el numero de los oradores, por mas que no le falten ni-prudencia en sus’ dictamenes, ni elegancia y cultura en el decir. Ni tampoco su padre Catulo pasaba por el mejor abogado de.su tiempo; pero era tal, que, si habiendo oido- ~.. Alos mejores de enténces, parecia inferior, oyéndole 4 é1 sdlo, no solamente quedabas contento, -sino que no echa-- bas de ménos cualidad alguna. : »Quinto Metelo Numidico, y su colega Marco Silanio, ha- blaban de los negocios-de la repablica de un modo no in- digno de tales hombres y de la dignidad consular. x»Marco Aurelio Escauro hablaba pocas veces, pero con mucha elegancia de lengua. El mismo elogio merecen el flémen Avlo Albino, y Quinto Cepion, hombre atrevido y fuerte, para quien la fortuna de la guerra trocése en cri-, men, y el odio del pueblo en calamidad propia. »Cayo y Lucio Memmio fueron medianos oradores; pero acusadores vehementes y acerbos. Llamaron 4 juicio capi- ‘ tal 4 muchos, pero defendieron 4 muy pocos. En.el género popular se distinguié bastante Spurio Thorio, que abolié una ley inttil y viciosa sobre los tributos del ager publicus. Marco Marcelo, padre de Esernino, no figuré entre los abogados, pero si entre los faciles improvisadores, lo mis- mo que su hijo Publio Léntulo. sLucio Cota, que habia sido pretor, no tuvo mucho cré- dito oratorio; pero de industria, asi en las palabras como DE LOS ILUSTARS ORADORES 269 en la pronunciacion casi rdstica, queria imitar 4 los anti- guos Yaqui debo decir por qué incluyo 4 este Cota y 4 otios tales en el nimero de los hombres disertos Mi pro- pésilo es hacer memoria de todos los que en nuestra edad han hecho profesion de oradores; pero por la manera como de ellos hablo, puede juzgarse del mérito de cada uno y cudn lejanos anduvieron de la perfeccion, tan dificil en todas las cosas jCudntos oradores hemos nombrado ya, y cuanto nos hemos detenido en su enumeracion, dates de encontrarnos con Antonio y Craso, que son entre los nues- thos como Deméstenes 6 Hipérides entre los Giiegos Pienso que estos dos fueron nuestros mas insignes ofadores, y que en ellos se igualé por vez primera el aite de los Grie- gos con la facilidad de los Latinos »Todo lo tenfa presente Antonio: todo se le ocurria 4 su tiempo, cuando podia valer y aprovechar més As{ como el general distribuye los jinetes, los infantes y los de leve armadura, asf 61 distribuia los aigumentos en las diversas partes de la o.acion Tenfa gian memoria, y tio se le co- nocia el trabajo de la meditacion Parecia siempre despre- venido, pero estaba tan preparado que los jueces eran los que se encontiaban desarmados ante las asechanzas de su palabia No era muy esmerado en la eleccion de las pala~ bras: faltéle este métito, aunque tarapoco hablaba con mu- cha incorreccion Y su abandono no procedia de voluntad propia, sino del general descuido con que se mira la pu- teza de lengua, con~ser una de las primeras condiciones del orador No es tan honroso el hablar bien el latin, como torpe él no saber hablaile Deber es éste, no ya del buen ’ orador, sino del ciudadano 1omano Antonio, sin embargo, guidbase por cierto modo de prudencia y arte dun en la misma eleccion de las palabias (en que no atendia tanto 4 Ja gracia como la fuerza), en su colocacion, en la forma~ cion de las eldusulas, pero sobre todo en las figuras de sentencia, Porque en ellas se aventajé 4 todos Deméstenes, $70 MARCO TULIO CICERON le conceden muchos el principado de la elocuencia Los schemas, como dicen los Griegos, son grande alifio orato- rio, no tanto para adoinai las palabras, como para ilumi- nar las sentencias »Si grandes eran todas estas cualidades en Antonio, atin era mas singulai la accion, que podemos considerar divi- dida en gesto y voz £l gesto no sdlo acompafiaba las pa- labias, sino que convenia con las palabras mismas, y ea un nuevo lenguaje Las manos, los hombios, los costados, el pié, el andar, el sentarse y todos sus movimientos se ajustaban, como por encanto, 4 sus ideas y palabras: la voz era resistente, aunque 4speia poi natuialeza; pero ét habia conver tido en ventaja este defecto Tomaba un acento fiébil en las quejas y conmiseraciones, y no sdlo convencia sino que excilaba la miseticordia En él se cumplia lo que cuentan que dijo Deméstenes; preguntandole cual era la pii- meia cualidad en un orador 1espondid, poi ties veces que ja accion Nada penetia mas los dnimos, los mueve, agita y modifica 4 su albedifo Sin ella jamas conseguité el ora~ dor el efecto que desea »Algunos le igualaban, otros le anteponian 4 Lucio Craso Todos convenian en que teniendo por abogado 4 cualquie- ta de los dos, no podia echaise de ménos el ingenio de ningun ot1o Y aunque yo admiro 4 Antonio tanto como Antes di entender, tambien afirmo que no puede conce- binse nada mds peifecto que Craso Habia en 6! suma gia vedad, y junto con ella un donaiie uibano y oratorio, no trubanes(o y chocatieto, una cuidadosa y no afectada ele gancia de lengua latina: mucha clatidad en la disputa, y copia giande de similes y aigumentos »Y asi como Antonio tenia incieible poder para calmar 6 excitar las sospechas, asi en la interpretacion, en la defi- nicion y en la explicacion de las leyes, nadie habia supe- riot 4 Craso Y esto pudo juzgaise sobre todo en la causa de Maico Curio ante los centunviios. Tantas 1azones se le DE LOS ILUSIRES ORADORES om ccultieion en defensa de la equidad y de la justicia contra la ley esciita, que al mismo Quinto Scévola, hombie agu- disimo y muy docto en el deiecho, sobre el cual veisaba aquella causa, logré confunditle 4 fuerza de argumentos y de ejemplos, y de tal manera fué defendida aquella causa por estos dos tan giandes abogados (y los dos vaiones consulaies), que todo cl mundo tuvo 4 Craso por el més jurisconsulto de los o1adoies, y 4 Scévola por el mas elo- cuente de log jurisconsultos Era Scévola muy agudo paia disce:nir lo verdadero de lo falso en Ia ley 6 en la equidad, y encerraba con claridad muchas ideas en pocas palabras Tengamosle, pues, por admirable o1ador en este géneio de interpretar, explana: y discutir, pero en la amplificacion, en el ornato y en la 1efutacion, e1a un juez temible mis bien que un admitable o1ado: Pero volvamos 4 Craso » Enténces dijo Biuto «Aunque yo creia saber algo de Seévola por lo que habia oido de 61 4 Cayo Rulilio, no te- nfa noticia de sus facultades o1ato.ias Mucho me alegro de que tan ilustie varon y tan excelente ingenio haya flo 1ecido en nuestra reptblica —Ten entendido, Biuto, Je contesté, que nunca ha ha= bido en avestia ciudad nada mas excelente que estos dos hombies Ya he dicho que el uno e1a el mas elocuente de los jutiscorisultos, y el otio el més juiisconsulto de los o1adores En todo lo demas ean lan diveisos, que apénas podiias dete: miuar 4 cual de los dos quisie:as mas pare- certe Craso era el mas sobiio entre los o1adores elegan- tes, Scévola el mas elegante entre los o1adoies sencillos Ciaso juotaba 4 su extiemada cortesia no poca severidad, 4 Scévola no le faltaba uibanidad y giacia en medio de lo severo de su oratoria Si toda viitud consiste, como dije= 10n los fildsofos de vuestra academia, Bruto, ea un tér- mino medio, cada uno de éstos le buscaba, pero de tal suerte, que el uno alcanzaba una paile de la gloria del olio, y total é integra la suya » 272 MARCO TULIO CICERON Interrumpiéme Bruto «De tus palabras, que me han dado 4 conocet pet fectamente 4 Craso y 4 Scévola, infieto que ta y Servio Sulpicio, teneis alguna semejanza con ellos —éPor qué? dije yo —Por que th has aprendido del derecho civil todo to que necesila un oradoi, y Ser vio ha tomado de la elocuen- cia todo lo que puede ilustiai el derecho civil, y vuestras cdades lo mismo que las de ellos difieren poco 6 nada —De mi, contesté, no debo decir nada: de Servio, dices bien, y te dité lo que siento No es facil aplicar mas estu- dio que el que ha puesto él en el aite de bien decir, y en toda ensefianza util Fuimos condiscipulos evando nifios, y luégo é1 tambien fué 4 Rodas para hacerse mejo: y mas docto, cuando volvid de alli, quiso més ser el segundo en un arte secundaria, que el primero en la principal Y pien 80 que hubieia podido igualar 4 los primeros, pero quizd piefiié, y tengo para mi que con fortuna, ser el piimero entre todos los jurisconsultés, no sdlo de su tiempo, sino de los anteriores —iQué dices? replicé Bruto gAntepones nuestro Sei vio al mismo Quinto Scévota? —Si, contesté, porque Scévola y otios muchos tuvieion la pdctica del derecho civil; pero sélo Sei vio ha tenido la ciencia, 4 la cual nunca hubiera llegado, sin aprender antes elarte de dividii un asunto, explicar y definir, explanar 6 interpretar 1as cosas oscuras, distinguir las ambiguas, y, finalmente, tener una régla para separar lo verdadero de lo faiso, y las consecuencias reales de las ilegitimas fy trajo la luz de este atte, el primero y mds éxcelente de to- dos, 4 las confusas respuestas y consultas de los juriscon- sultos anteriores - —jHablas de la dialéctica? dijo Biuto —De esa hablo, respondi yo Vero 4 ella agiog6 la cien- cia de las letras y cieita elegancia de habla, la cual en bE Los tLustres oRaDoREs ai3 is esciitos, que no tienen igual, puede verse Y has biendo apiendido con dos preceptores muy doctos, Lu- Co Lucilio Balbo y Cayo Aquilio Galo, vencié en tapidez, prontitud y sutileza de ingenio 4 Galo, hombre muy agudo en las tespuestas, y vencié asimismo 4 Balbo, hombie docto y e.udito, en 1eposo y piudencia, de suerte que tiene las etialidades que cada uno de ellos tuvo, y ademas las que 4 uno y otro fallaion Y asi como Ciaso obi6 con inds prudencia que Scévola, porque éste se encaigaba de jas causas, en lo cual Craso le superaba, y Ciaso no queri? encargaise de las consultas para no ser en nada inferior 4 Scévola; asi obré Sei vio sapientisimamenté Pues teniendd las dos aites civiles y forenses tanto métito y gloria, pre+ firié aventajaise en la una, tomando sélo de la otra lo ne- eesalio para exoina: el derecho civil y para obtener la dignidad consulat —Esa misma opinion es la misma que yo tenfa, dijo Broto Hace poco of sus lecciones en Samos, porque queria yo aprender de él Ja parte de deiecho civil que se 1ela- ciona con nuestro derecho pontificio Ahora confiimo mu- sho més mi juicio con el testimouio y juicio tuyo, y al mismo tiempo me alegio de que el set vosolios de una misma edad y el haber llegado 4 los mismos honores, y la semejanza de aites y estudios, léjos de producir entre vos~ otros esa emulacion y envidia que suele devoial 4 muchos haya contiibuido 4 estechar los vinculos de vuestia amistad La misma buena voluntad que le tienes y el juicio que de 6! formas, tiene él de ti, segun yo puedo entender Duélome por eso de que tanto tiempo carezca el pueblo 1omano de tu consejo y de tu palabra, y duélome tanto yads, considerando 4 qué manos ha venido 4 pavar el po- der, no 4 qué manos ha sido tiasladado —Ya dije desde el principio, interumpié Atico, que ha- bfamos de guardar profundo silencio sobie las cosas de la tepiblica Cumplamoslo, pues, porque si empezamos 4 la TONO Hy 48 a4 MARCO TULIO CICEROR mentarnos y 4 echar de ménos muchas cosas, nunca tes dran fin nuestras quejas —Continuemos, dije enténces yo, y sigamos el érden ya ‘anunciado Venia preparado C1aso, se le esperaba, se le oia, y desde el exordio (que é1 cuidaba siempie mucho), parecia digno de aquella expectacion Nada de movimientos bruscos del cuerpo, ni de extiaordinarias inflexiones de voz, nide andar de una parte 4 otia, ni de dai golpes con el pié: sus discursos eran vehemientes, y 4 veces llenos de ira y justo doloi: sus chistes e1an muchos, aunque sin menoseabo de Ja geavedad, y lograba una cosa muy dificil: ser 4 la vez elegante y eve En la discusion no tuvo igual: estaba ver- sad6 en todo género de causas: llegé muy pronto 4 ocupar el primer puesto entie los oradores Siendo todavia muy jéven, acusé 4 Cayo Carbon, hombre elocuentisimo, y ob- tuvo no sdlo aplauso, sino giande admisacion Defendié despues, cuando tenia veintisiete afios, 4 la doncella Lici- nia, y tambien enténces estuvo muy elocuente Dejé es- critas algunas partes de este discurso Todavia en su jue ventud quiso en el negocio de la colonia Nai bonense ensayar algo que se pareciera 4 oratoiia popular Y pio nuncié contra aquella ley un discurso demasiado giave para ser un mozo de tan poca edad Muchas causas defen- did luégo, pero su tribunado fué tan poco 1uidoso, que si durante él no hubieia comido una vez en casa del piego- nero Granio, y no nos lo hubiese contado Lucilio, ni si- quiera sabriamos que habia sido tribuno de la plebe —Asi 8, dijo Bruto; pero tampoco he oido hablar nunca del tribunado de Scévola, y eso que cieo que fué colega de Craso —Lo fué en todas las demas magistratuias, eontesté yo, Pero tribuno no fué hasta el afio siguiente, en que Ciaso defendié la ley Servilia. Tambien fué eenso: sin que lo fuera Seévola, porque nunca pretendiéd Seévola esa ma-* gistratura Pero cuando hizo C1aso esa oracion, que yo sé be Los mustangs onapones ors Ge cierto que ti has leido muchas veces, tenfa treinta y cuatro affos, y me levaba 4 mf otros tantos Defendié esa ley en el consulado en que yo naci, y él habia nacido siendo cénsules Quinto Cepion y Cayo Lelio Tenfa, por consiguiente, tres afios ménos que Antonio Y advierto esto, para que se note bien la época en que Ilegé 1a elo=_ cuencia latina 4 tal madurez y perfeccion, que apénas po- dia afiadirle nada sino quien estuviese muy instruido en la filosoffa, en el derecho civil y en la historia —(Se14 por ventura Craso, dijo Marco Biuto, el orador perfecto que buscabas? —No lo sé, dije Pero hay de Lucio Craso una defensa que hizo de Quinto Cepion en su consulado Noes breve como elogio, pero si como discurso Es el dltimo que pro- nuncié siendo censor En todas sus o1aciones resplandece la verdad sin afectacion alguna; las cliusulas y los perfo~ dos eran en 61 concisos y breves, divididos en esas partes pequefias que Ilaman los Griegos Kade —Al oirte elogiar tanto 4 esos o1adores, dijo Bruto, me lamento mucho mas de que Antonio nada dejara escrito, fuera de aquel libro tan breve de retérica, y de que Ciaso escribiera tan poco —Sélo asi, hubieran dejado perpétua memoria de su elucuencia y del arte que en sus discursos les guiaba Ta elegancia de Seévola la conocemos bien por las o1a- ciones que dejé, y yo casi desde mi nifiex tuve por obi a maestra aquel discurso contra la ley de Cepion, en que tanto se defiende la autoridad del Senado, y de tal ma- nera se concita la indignacion del pueblo contra la face cion de los acusadores y jefes Hay en aquel discurso muchos rasgos de estilo grave, muchos de elegancia, mu= chos de duieza, no pocos chistes Debié ser mucho més larga que como hoy la tenemos escrita, segun puede infe~ rirse de algunos puntos que estén indicados y no explica- dos La misma acusacion censoiia contra su colega Cneo bn ‘MARCO TULIO CICERO Domicio, no es o1acion, sino 1esimen y aigumento wh poco extenso Nunca hubo mas 1uidoso altercado Y teal- imente sobiesalié este o1ador en el géneto popular El es- tilo de Antonio es mucho m4s acomodado 4 las defensas jndiciales que 4 las deliberaciones No omitiré en este lu gar 4 Domicio, pues aunque no fué oradot, tuvo bastante ingenio y facilidad de palabia paia sostenei sin desdoro la dignidad consular Lo mismo digo de Cayo Celio, que tuvo mucha ciencia y giandes virtudes de elocuencia sdlo aquello que necesitaba para defender 4 sus amigos en los negocios privados y pata la dignidad que tenia en la repi- blica »Por el mismo tiempo meiecié ser contado entre los o1adoies medianos, pero que bablaban bien el latin, Marco Herennio, que, sin embargo, vencié en la pretension del consulado 4 Lucio Filipo, hombie de mucha nobleza, muy bien emparentado, de mucha clientela y giande elocuen- cia Tampoco pasaba de la medianfa Ca¥o Clodio, distin- guido por su nobleza y singular pode: Casi al mismo tiempo florecié el cabatlero romano Cayo Ticio, que 4 mi parece llegé 4 donde puede llega: un o1ador latino sin le~ tras griegas y sin mucha prdctica Sus o:aciones tienen tanta agudeza y uibanidad, que parecen escritas en estilo Atico Usé esas mismas agudezas en sus tragedias, aun- que en modo poco tidgico A éste queria imita: el poeta Licio Afranio, hombre agudisimo, en sus comedias Fué tambien acusadot acre y vehemente Quinto Rubiio Varron, que fué prosciito per el Senado juntamente con Cayo Mario »En el mismo géneio se distinguié bastante nuestro pa- riente Marco Gratidio, docto en letras griegas y de buenas disposiciones naturales, muy amigo de Marco Antonio, de quicn era prefecto en Silicia cuando fué muerto El acusé 4 Cayo Fimbria Era padre de Maico Mario Gratidiano »Tambien entie los aliados y entre los Latinos pasaron DE LOS ILUSTRES ORADORES att por o1adoies Quinto Vectio Vectiano, de la tie.ra de los Marsos, hombie prudente y breve en el decir (le recuerdo bien), Quinto y Décimo Valerio Soiano, vecinos y familia 1es mios, no tan admirables en el decir, como doctos en letras giiegas y latinas, Cayo Rusticello, de Bolonia, hom~ bie de flexible y ejercitada naturaleza Pero el mas elo~ cuente de todos, fuera de la ciudad, fué Tito Betucio Baro Asculano, de quien quedan algunas o1aciones pronuncia- das en Ascoli, y una bastante buena que dijo en Roma contia Cepion, 4 la cual respondié, en nombre de Cepion, Elio, que tambien esciibié muchas oraciones, pero nunca fué orado. Entre nuestios mayores, pasaba por muy fa= cundo Lucio Papiio Fiegelano, del Lacio, contempoidneo de Tibeiio Giaco, hijo de Publio Queda de él una oracion pronunciada en el Senado en defensa de los Fregelanos y de las colonias latinas » Enténces dijo Biuto «Qué cualidades concedes 4 estos oradoies extrafios? —Las mismas que 4 los nuestros, respondi, fuera de una sola, y es cieita uibanidad que falta en los que no han nacido en Roma —i¥ qué especie de urbanidad es esa? dijo Biuto —No lo sé, 1espondf Sélo sé que existe, y ya lo en- tenderds cuando vayas 4 las Galias Alli has de oi: pala bras que no se usan en Roma, peio estas pueden mudarse y olvidaise Lo que importa mas, es que en la pronuncias cion de nuestros oradoies, hay cie.ta suavidad y sonido uibano Y no sdlo en los o1adores sino en todos los de- mas Yo recueido que Maico Tinea Placentino, hombre muy gtacioso, solia competi: en materia de chistes con nuestro familia: Quinto Granio —jAquel de quien tanto escribié Lucilio? dijo Biuto —El mismo, tespondi Y aunque Tinea decia giacias no menores que las de Granio, éste le vencia en cierto sabo. uibano, Y por eso no me admiro de lo que cuentan a8 ‘MARCO TULIO CICERON que le sucedié 4 Teofrasto, cuando regateaba con una vieja sobre el precio de una cosa, y ella le respondid: «No puede ser ménos, forastero » EI levé muy 4 mal que le tuvierar poi forastero, cuando habia vivido tanto tiempo en Aténas y esciibia tan bien Cieo, pues, que hay en los nuestros, lo mismo que en los Alicos, cierto modo de decir propio de ta ciudad Pero volvamos 4 los nuestros »A los dos mas excelentes, es decir, 4 Craso y Antonio, seguia, aunque 4 laiga distancia, Lucio Filipo Y aunque nadie habia que se le antepusiera, no me atrevo 4 llamaile el segundo ni dun el tercero Poique tampoco debe lla- maise el segundo en la cuadriga, al que apénas acaba de salii cuando ya el primero ha obtenido la palma, ni en- tre los oradores, al que dista tanto del primero, que apénas paiece estar en la misma carrera Habia, sin em- bargo, en Filipo cualidades que podian llamaise giandes, si no se le comparaba con otros oradores: mucha libertad en el decir, no pocos chistes, prontitud en las respuestas, soltuia en la explicacion de tas sentencias Era ademas tan docto en letras giiegas como aquellos tiempos lo con- sentian: en la discusion e1a maidiciente y punzante Casi la misma edad que 61 tenia Lucio Gelio, o1ador no tan no= table que no se le conocieia Jo que le faltaba Y eso que ne e1a indocto, ni taido en Ja invencion, ni ignorante de las cosas romanas, y tenia bastante facilidad, pero no bri- 6 mucho poi habe: nacido en tiempo de tan grandes o1a- dores Prestdé, no obstante, muchos y muy buenos seivi- cios 4 sus amigos, y como vivid tan largo tiempo, tuvo mu- chas causas en que cjercitarse »Alcanzé el mismo liempo Décimo Bruto, que fué cénsul con Mamerco, hombre docto en letras griegas y latinas Tampoco hablaba mal Lucio Escipion, y tenia algun nom- bie Cneo Pompeyo, hijo de Sexto Su hermano Sexto habia dedicado su excelente ingenio al derecho civil, y 41a perlecta geometria y dla doctrina de los estoicos En el i DE LOS ILUSTRES ORADORES 279 derecho se distinguid, antes que éstos, Maico Bruto, y poco despues Cayo Bilieno, hombre grande por sus propios mé- titos, que le habrian Nevado al consulado, 4 no ser poi los tumultos y sediciones del tiempo de Maio La elocuencia de Cneo Octavio, que era ignorada antes de su consulado, se probé después en muchas ocasiones Pero volvamos 4 los verdaderos oradoies —Bien dices, interrumpié Atico, porque buscamos hom- bres elocuentes, no hombres que supiesen hablar —En el giacejo y en los chistes, Cayo Julio, hijo de Lucio, se aventajé 4 todos los anteriores y 4 los de su tiempo, y fué orador nada vehemente, pero 4 quien nadie excedié en wbanidad, saber y elegancia Hay de él algunas o1aciones en las cuales, lo mismo que en sus tregedias, reina una suavidad falta de nervio »Contemporaneo suyo fué Publio Cetego, que siempre tenfa algo oportuno que decir de los negocios de la repti- blica, porque los conocia muy 4 fondo »En las causas privadas, Quinto Lucrecio Vespilio ea agudo y buen jurisconsulto Por el contiatio, Aphilia so- bresalia mas en las deliberaciones del Senado que en los juicios Tambien Tito Annio Velina era piudente, y en lag causas de ese género o1ador muy tolerable nAsimismo se aventajaba en ellas Tito Juvencio, hombre muy lento en el decir y algo fiio, pero ingenioso y astuto pata sorprendei al adversatio, y fuera de esto, muy inteli gente en el derecho civil »Su discipulo Publio Orbio, que era casi de mi edad, fud poco feliz en la oratoria, pero no inferior 4 su maestro én el derecho civil Tito Aufidio, que legé 4 la extrema ve- jez, queria imitar 4 éstos, y erd buen vaion 6 inocente, pero hablaba poco; y no mucho mas su heimano Marco Virgilio, que siendo tribuno de la plebe, cité 4 juicio al victorioso Lucio Sila Su colega Publio Magio era algo mas copioso en el decir, 280 MARCO TLIO CICERON »Pero de todos los oradores 6 Rabulas que fueron ente- ramente indoctos, y uibanos y 1sticos, el mas suelto en la palabra y el mas agudo que yo 1ecueido, fué de nuestio éiden Quinto Seitorio, y del érden ecuestie Cayo Gorgo- nio Fué tambien facil en el deci:, y tuvo una vida muy brillante 6 ingenio digoo de alabanza, Tito Junio, hijo de Lucio, vaion tiibunicio que acusé de cohecho 4 Publio Sextio, pretoi electo, y Jogré haceile condenar. hubiera llegado muy adelante en los honores 4 no ser por la falta de salud que le aquejé siempie Yo bien sé que estoy re~ cordando muchos que ni pasaron poi o1adores, ni lo fueron realmente, y que quizd omito algunos de los antiguos, dignos de conmemoracion y loor, pero esto es po. igto- raneia yQué se puede esciibi: de hombres de quienes ningun monumento propio ni ajeno habla? De los que yo he visto y oido hablat alguna vez, creo que 4 ninguno omito “Quiero que se sepa que en una repiblica tan antigua, y donde tan giandes piemios se han ofiecido 4 la elocuen- cia, todos han deseado ser o1aduies, muchos lo han in~ tentado, pocos lo han conseguido Por la mane1a como yo hablo de ellos, puede entenderse 4 quién tengo por decla~ madot, 4 quién por orador, »fasi al mismo tiempo florecieron, y eran en edad poco menotes quo Julio, Cayo Cola, Publio Sulpicio, Quinto Va- 1io, Cneo Pomponio, Cayo Lurion, Lucio Fusio, Maica Diuso, Publio Antistio En ninguna edad hubo tan tica co- secha de o1adores Fntie estos Cola y Sulpicio, 4 mi juicio yalde todos, obtienen facilmente la primacia —JPor qué dices, teplicé Alico, 4 mi juicio yal de to. dos? gPor ventura, al uprecia: el méiito del demétito de un orador, conviene siempre el juicio del vulgo con el de los inteligentes? ;0 gon unos los o1adores que apiueba la multitud y ottos los que aplauden los doctos? —Discreta cs la pregunta, Atico, pero quizis oids de fi juicios que no apiuebes, woth DE LOS ILUSTRES ORADORES 284 —2¥ 4 ti qué te importa, dijo Atico, con tal que los apiucbe Biuto? —Cieitamente que me agiadaiia, Atico, que mi opi- nion sobie el métito 6 deméiito de un orador os agiadase 4tiy4Brulo, peto quiero que mi elocuencia agiade a] pueblo Necesario es obtene: al mismo tiempo el aplauso de la muchedumbre y el de los doctos Lo que es bueno 6 malo en un discurso, yo lo juzgaié, si es que puedo y sé juzgarlo, pero cual sea el métito del oradot, sélo por el efecto de sus discuisos puede conjeturarse Ties son los fines que puede proponeise: convence: al auditorio, dee leitale 6 excita: sus afectos Qué cualidades ha de tener el oradoi pata logiar esto, 6 qué vicios le impediran cor= seguirlo, cualquie: conocedoi del aite puede juzgarlo Peto entender si el oradoi ha alcanzado 6 né lo que s6 proponia, sdlo el parecer del vulgo y la aprobacion popt- lat puede decitlo Pot esé nunca hubo division de parc= ceres entre los doctos y el pueblo sobie juzgar quién es bueno 6 mal orador »jCrees que miéntias floiecieron los o1adores que antes dije, no tuvieron la misma estimacion en el juicio de) vulgo que en el de los doctos? Si hubieran pieguntado 4 uno dil pueblo «zcudl es el mas elocuente de esta ciudad?» 6 hu- biera dudado entie Antonio y Caso, 6 se hubieia decidido por el uno 6 pov el otro Y nadie Jes hubie1a antepuesto 4 Filipo, con sei o1adon tan elegante, tan giave, tan chistoso, 4 quien nosotios mismos, que procedemos con el 1igoi del arle, damos un lygat muy inmediato al de ellos Porque es condicion de giande o1ado: el patecéiselo al pueblo Y asf como el flautista Antigénidas dijo 4 un discipulo, 4 quien el pueblo oia con desden «canta paia mf y para las Musas,» asi yo dité.4 Biuto cuando hable, como sucle, ante la multitud «canta pata mi y para el pueblo, oh Bruto,» para que los oyentes juzguen del efecto, y yo de los re- guisos con que se ha producido, Cuando el anditorio so 288 MARCO TULIO CICEROR. convence de la verdad que el orador sustenta, gqué mds puede pedir el arte? Cuando la muchedumbre se deleita y Conmueve con un discuiso, gqué mds se puede apetece:? Si goza y se duele, yrie y llora, y ama y odia, y desprecia y envidia, y se mueve 4 compasion, 4 veigiienza, & arre- pentimiento, 4 admiiacion, 4 temor 6 4 esperanza, yqué falta hace la amobacion de los sabios? Lo que aprueba la multitud, han de aprobarlo necesariamente los doctos Y es una piueba de lo recto del juicio popular el que nunca ha estado en oposicion con el de los sabios Floreciendo tantos o1adores en géneros tan distintos, cuando ha ha~ bido alguno que no sobresalieia 4 la vez en el concepto publico y en el de los inteligentes? ;Quién de nuestros mayores habiia dudado en elegir por patrono 4 Craso 6 4 Antonio? ,Quién, en nuestra adolescencia, cuando biillaban Cota y Hortensio, se atrevia 4 anteponeiles ningun otro, con tal que tuviese libertad de elegii? —iPor qué hablas de otros, me interrumpié Biuto, y nd de ti mismo? gNo vefamos todos el juicio que de tf hacia Hoitensio, el cual siempre que defendia contigo alguna causa, te dejaba la parte de la peroracion, donde se con- centra la mayor fuerza del discurso? -~S{ que lo hacfa Mevado de su benevolencia Pero yo ignoro cual sea la opinion del pueblo acerca de mi: de los demas, afiimo que siempie el juicio de los que més saben ha tenido por oradoies elocuentisimos 4 los que el vulgo juzgaba tales Y nunca hubiera podido decir Demdstenes to que cuentan que dijo el poeta Antimaco de Claios, cuando habiendo leido delante de un numetoso auditorio aquel gran volimen suyo que conoceis, le dejaron solo todos 4 mitad de la lectura, menos Platon. «Seguiré leyen do, dijo, porque Platon’ vale para mf mds que todos los vestantes juntos » ¥ tenia razon Las bellezas de un poema son cosa recéndita, y que juzgan pocos, pero la oratoria debe acomodarse al sentir del vulgo Tanto, que si Demége DE LOS ILUSIRES ORADORES 283 tenes se hubiera visto abandonado po: el pueblo sin tencr més oyente que Platon, no hubiera acertado 4 decir una sola palabra zY qué harias ti, Biuto, si la multitud te de- ja1a como dejé una vez 4 Cuion? —Yo, dijo 61, para confesartelo todo, te diré que hasta en aquellas causas en que me ditijo 4 los jueces y no al pueblo, nada acierto 4 deci: si no me veo rodeado de un numeroso concurso —Asi es, respond{ A la manera que el flautista debe ar- rojar el instrumento si no suena, asi debe el orador guiaise por los oidos del pueblo, y siel caballo no quiere mo- verse, no se empefie el jinete en levaile adelante »Peio 4 veces el vulgo aplaude sin comparacion, y se deleita con oradoies medianos y hasta malos no ve nada mejor, y lo aprueba todo Tambien entretiene un o1ador mediano, con tal que tenga cieitas cualidades, y nada in- fluye tanto en el dnimo de los hombres como el drden y elegancia del discuiso Por ejemplo, gquién de los que oye on 4 Quinto Scévola en la defensa de Marco Coponio, que 4ntes cité, pudo imaginar nada més culto, mas elegarte ni mejor: cuando quiso probar que Marco Curio, que habia sido instituido heredero, en el caso de que el pupilono hubiera salido de la tutela, no podia heredar por no haber nacido el pupilo? {Qué cosas dijo del derecho de testamen- tos y de las antiguas férmulas! ;{C6mo demostré lo capcioso que e1a para el pueblo el no atenerse 4 lo escrito y guiaise por opiniones de jutisconsultos que pervertian y altera= ban Ja letra de las disposiciones mas sencillas! ;Cémo in- vocé la autoridad de su padre, que siempre habia defen dide el derecho civil, y c6mo encarecié la necesidad de conservarlo! Todo esto dicho culta y sihiamente, con bre- vedad y precision, con bastante elegancia de estilo ,Quién de los oyentes, epito, pudo imaginai nada mejor? »Pe1o cuando Ciaso empezé con el ejemplo del jéven delicado, que por haber visto una barca ea Ja ribera, 8 284 Manco TULIO cICERON propuso fabiicar una nave, y dijo que de la misma manag Scévola habia quetido convertir la barquilla de la Caption en un juicio centumoiral de herencia, y despues de este exoidio, ameniz6 su discurso con muchas sentencias del mismo género, y convirtié de la severidad 4 la alegria los Animos de los oyentes, y luégo comenzé 4 probar que la intencion del testadon habia sido que Curio heiedase, en e1 caso de no haber hijo, o1a por no habei nacido, ora por no habet salido de tutela, y que este géneio de disposiciones® testamentaiias eran muy fiecuentes, y siempie se habian respetado, y siguié defendiendo por 1azones de aeguo et bono Ja voluntad del testador, y combatiendo la esclavitud de la letra, hasta decir que nadie osaria hace: testamentos si el parece: de Scévola y la autoridad que se habia airo- gado prevaleciesen, y todo esto lo ilustré con giavedad y copia de ejemplos, con luvia de chistes y sales: produjo tal admiacion y entusiasmo que parecié que nadie habia hablado en contia De esta sueite cumplié los tres oficios del orador deleita:, convence: y persuadi: Y los mismos del pueblo que 4ntes habian apleadido 4 Scévola, recono- cieion la supeiioridad de su adversatio y el evror en que habian estado Un hombie inteligente hubiera conocido, al oir 4 Scévola, que atin podia darse otro género de o1atoria mas rico y peisuasivo Peio si despues de la peroracion se hubiese preguntado 4 todos cual de los dos oradores e1a supeiion, no hubiera disciepado por cierto el juicio del vulgo del de los doctos »gEn qué se distingue, _pucs, el inteligente del indocto? En una cosa giande y dificil en saber cémo se alcanzan 6 se pierden los tiiunfos oratorios, en daise cuenta de lo que aplaude Se aventaja ademis el sabio al ignorante, en que sabe disceini: cudl es el mojor estilo, cuando hay dos 6 mas oradores que agradan al pueblo Ya he dicho que lo que el pueblo no aplaude, tampoco pareceid nunca bien 4 los doctos, ¥ asi como por el sén de las cuerdas en dé 108 tLusTRES onanoRés 983 el instiumento, suele entenderse 1a destieza con que estan taflidas, asi pot los movimientos del dnimo se calcula el atte del o1ador en moverlose Poi eso el ciitico inteligente no necesita sentarse ni oi: atentamente, sino que de una mitada sola, y como de paso, juzga muchas veces del o1a+ doi Vé bostezando al juez, hablando al oido con otio, 6 dando vueltas 6 suspendiendo la sesion, y conoce en se~ guida que el o1adoi en aquella causa no ha sabido tocar las fibras del alma del juez Ve, poi el contrario, al pasar, 4 los jueces levantados y oyendo con atencion y muestias de apiobar lo que se dice,,suspensos, 6 lo que es mejor atin, movidos 4 compasion, odio, amor 6 cualquiera ota pasion, y con sdlo vei esto, aunque nada oiga, compiende que el oradoi ha triunfado, y que su obia va 4 cumplirse 6 est4 ya cumplida » Asintieron mis dos amigos 4 mis palabias, y yo prosi- guiendo mi razonamiento, dije «Ya que de Cota y Sulpicio hia procedido esta digresion, puesto que ellos fueron los més celebiados o1adoies de su tiempo, vuelvo 4 tratar de ellos, y luégo hablaé po: su déiden de todos los demas Dos estilos oratorios hay dignos de aplauso uno 1dpido y conciso, otio dmplio y espléndido, y aunque éste parezca superior, todo Jo que es excelente en cualquie: géneio merece aplauso El o1adoi conciso debe huit de la seque- dad y la pobreza el copioso y magnifico, de la hinchazon yredundancia Cota era agujo en la invencion, hablaba con pureza y soltuia, y como por sus condiciones fisicas no podia levantar mucho Ja voz, acomodaba 4 la debilidad de sus fuerzas el tono de su o1atoria Nada habia en sus atengas que no fuese castizo, sano y puro, y aunque no podia dominar con la vehemencia el 4nimo de los jueces, lograba por modo suave tan gran efecto como Sulpicio Fué Sulpicio el orador més tragico (digémoslo asf) que yo he odo Su voz era agiadable, sonora y esplénd.da: el geslo y movimiento del cuerpo elegante, pero nacido no 586 iuanco TuLio cicero para la escena, sino para el foro; la palabra arrebatad4, flexible, y sin embargo no redundante ni difusa Quetia imitar 4 Craso, miéntras que Cota se inclinaba 4 la imita- tacion de Antonio, pero al uno le faltaba la fuerza de An- tonio, al otro la gracia de Craso —jOh arte admirable, dijo Brute, pues 4 éstos, con ser grandes oradores, les falt6 4 cada uno una de las cualida~ des principales —Y en estos oradores es de advertir que pueden ser excelentes los que entre sf son desemejantes Poique nada hubo tan distinto como Sulpicio de Cota, y uno y otro se aventajaron mucho 4 todos los de su edad Por eso debe el maestio inteligente estudiar la indole de cada uno de sus discipulos, y encaminarla bien, 4 la manera que Is6crates, viendo el agudo y prestisimo ingenio de Teopompo y el sosegado de Ephoro, aplicaba al uno el freno y al otro la espuela »Las oraciones que corren & nombre de Sulpicio dicen que las esciibié despues de su muerte Publio Canutio, hom- bie de mi edad, y 4 mi juicio, el mas diserto de cuantos han florecido fuera de nuestro érden No queda ningun dis- curso de Sulpicio, y muchas veces le of decir que 01 tenia costumbre de escribir ni podia La defensa de !a ley Varia, que anda 4 nombre de Cota, la escribié, 4 ruegos suyos, Lucio Elio, varon ilustre y caballero romano muy honrado, eruditisimo en letias giiegas y latinas, gran conocedoi de la antigttedad y de los escritos de nuestios mayoies Nues- tio Varron, hombre de admirable ingenio y universal doc- trina, adquirié de él los rudimentos de su ciencia, que luégo acrecenté por si Elio quiso ser estoico, pero nunca fué ni pens6é ser oiador Escribia, sin embaigo, ora~ ciones para que otros las pionunciasen, vg , para Quinto Metelo, hijo, para Quinto Cepion, para Quinto Pompeyo Rufo, y aunque éste eseribié algunas por si, nunca sin ayuda de Elio De esto soy testigo, porque en mi adolese bt 108 tivstnes OnADORES 284 éencla iba mucho 4 casa de Elio, y le oia con mucho gusto yatencion Pero nunca acabo de admirarme que un tan grande orador consiatiera en que pasasen por suyas las pobres oraciones de Elio »No era facil decidir quién era el teicero despues de es tos oradoies; pero 4 mi me agiadaba Pomponio, 6 por me- jor decir, no me desagradaba En las causas de importan cia no quedaba lugar mas que para los ya referidos, por- que Antonio era facil en aceptar negocios, y Craso, aunque Jo repugnaba mds, al fin los admitia El que no contaba con ninguno de estos acudia 4 Filipo 6 4 César, 4 Cota 6 4 Sulpicio Estos seis abogados defendian las causas mas rui- dosas,y no habia tantos juicios como ahora, ni se encargas ban muchos de una misma, causa, como en él dia sucede, y es intolerable vicio Respondemos 4 los que no hemos oido: muchas veces se refiere el hecho de distiata manera 4 cada abogado, 6 impoita mucho ver lo que el adversaiio afirma sobre cada punto Pero nada hay mas vicioso que debiendo ser uno sélo el cuerpo de la defensa, vuelva 4 tomarse el hilo de la causa, cuando ya esta defendida por otro Todas las causas tienen un exoidio y una peroracion natuial: las demas paites 6 miembios, cada uno en su lu- gar, tienen su valor 6 importancia Y si es dificil en un laigo discuiso conservat la unidad, geudnto no lo ser evi- tar la incongruencia con los discuisos de otro que haya hablado Antes? Peo como es un trabajo mucho mayor en- cargase de toda la defensa que de una parte, y como es mayor la ganancia si se defiende 4 un tiempo 4 muchos clientes, por eso ha cundido tanto esa costumbre »A algunos les patecia el tercer orador de aquella época Curion, quizé poique usaba de palabras més espléndidas, y porque no hablaba mal el latin, sin duda por el uso do- méstico, pues ignoraba del todo las letras humanas. Mucho influye lo que cada dia oye en su casa el nifio 4 sus padres 6 pedagogos Leed las cartas de Cornelia, madre 288 iivRco TuLiO ciceROX de los Gracos parcce que éstos fueron eduzados en su tens gua, como en su seno Muchas veces hemos oido 4 Lelia, la hijade iyo que tenia toda la elegancia de su padie, y a las dos hijas de Mucio, y 4 las dos nietas de Licinio, 4 una de las cuales pienso que th mismo, Biuto, aleanzaste —Si que la of muchas veces, dijo Bruto, y con tanto mis gusto, cuanto que era hija de Lucio Ciaso —72Y qué piensas de Craso, el hijo de esta Licinia, que fué adoptado en el testamento de Craso? —Tambien de éste se dice que fué de grande ingenio ¥ este mismo Scipion colega mio habla bien, 4 mi juicio —Razon tienes, Brulo Y paiece que esta familia tiene vinculado el don de la sabiduiia Ya hemos hablado de los dos abuelos, Scipion y C1aso, y de los tres bisabuelos, Q Metclo, P Scipion, que siendo hombie particular li+ beit6 laRepublica de la dommacion de Tibetio Graco, y Q Scévola, avgut, tan perito en el derecho y hombie de tanta cortesania ;Y cudn ilustre es el nombie de sus ler=_ ceros abuelos, Publio Scipion, que fué dos veces cénsul (llamado poi sobienombie Corculo), y Cayo Lelio, el mas sabio de todos! j0b generosa estirpe, donde ha geiminado y florecido Lodo linaje de glotias! »Y compatando ahora lo pequefio con lo grande, algo poi el estilo debié acoatecetle 4 Curion, en cuanto 4 ave~ zarse desde nifio 4 habla. con pureza lo cual es tanto més de admirar, cuanto que nunca conoci 4 nadie tan indocta y rudo como él, en las aites liberales, entre cuantos tu- vieron algun nombie y fama No conocia ningun poeta, no habia leido 4 ningun orador; no conservaba memoria algu~ na de la antigiiedad, no sabia el deiecho publico ni el pri- vado 6 civil: aunque esta falta la tuvieron tambien otros oradoies sefialados, como Sulpicio y Antonio Pero éstos al ménos poseian el arte de bien decir, y como éste consta de cinco partes conocidfsimas, ninguno dejaba de aventa- jarse en cualquiera de ellas ¥ no poi claudicar en alguna @ Los riustaEs oRADORES. 238 de las otras, dejaba de ser orador. Antonio sobresalia en 1a invencion, en la disposicion, en la memoria y en la ‘ac= cion En alguna de estas cosas ignalaba 4 Craso; en otras e1a superior Craso sobresalia més por la brillantez de su elocuencia Ni podemos decir que 4 Sulpitio, nid Cota, nid ningun otio orador le faltase del todo alguna de estas cinco paites Pero de Curion podemos decir con verdad que en ninguna cosa se distinguié ms que en el esplendor y co- pia de las palabras Era tardo en el pensamiento 6 inhabil en la construccion del diseurso Y su ca.encia absoluta de accion y de memoria era tal, que movia 4 1isa 4 los espec- tadoies Les movimientos consistian en balancear el cuer- po de una parte 4 otta, de Jo cual tanto se burlaron Cayo Julio (diciéndole que parecia que hablaba desde wn barco), y Cneo Sicinio, hombre impuro, pero muy chistoso Este, siendo tribuno de la plebe, presenté al pueblo 4 los dos cénsules Curion y Octavio Curion hablé largamente, mién- tras que su colega Cn Octavio permanecia sentado y lleno de vendajes por el agudo dolor que sentia en las articula- ciones «Nunca, le dijo Sicinio, dais bastantes giacias 4 tu colega: 4 no haber sido por sus continuos movimientos, te hubieran comido hoy las moscas » »Su memoria era tan nula, que con frecuencia despues de haber dividido la proposicion en tres partes, afiadia una cuarta 6 buscaba la tercera En un juicio privado, pero de grande importancia, en qie yo defendia 4 Titinia y él 4 Sexto Nevio contra mf, se olvidé sibitamente de la causa, y atribuia este olvido 4 los hechizog y encantos de Titinia. Grandes pruebas son estas de desmemoriado, pero nada més torpe que olvidarse en sus eseritos de lo que poco Antes habia dicho Asi sucede en aquel libro en donde supone una conversacion, que tuvo al salir del Senado con nuestro Pansa y con Curion hijo, siendo el consul César avien habia convocado el Senado Nace todo aquel di4- \ego de pregustarle su hijo qué habia pasado en la sesion, * somo H, - 49 60 ieanco ruLi0 crcienon Y despues de desataige Curion en muchas invectivas contta César, se pone 4 reprender como en profecia las cosas que el mismo César hizo el afio siguiente en las Galias —Tan grande foé su falta de memoria, dijo admirado Bruto, que ni 4un releyendo su libro, conocié el desatino enorme que habia cometido? —é¥ qué cosa mas necia, Bruto, que dar al didlogo una fecha muy anterior 4 las cosas que en él queria censurai? Y hasta tal punto yerra, que se atreve 4 afirmar que é} nunca iba al Senado siendo cénsul César, y esto, poco des- pues de haber dicho que salié con éldel Senado Quien en esta facultad del alma, que es custodia de todas !as res- tantes, era tan débil, que en un escrito se le iba de la me~ moria lo que acababa de decir, mucho més habia de tro- pezar cuando hablaba de repente Y asf, aunque no le fale taban cargos publicos ni deseos de hablar, muy pocas cau- sas venian 461 En su tiempo se le tenia, 4 pesai de todo, por oradoi préximo 4 los buenos, sélo poi la pureza de las palabras y por su expedita y facil lociiacidad Creo que sus o1aciones valen la pena de leerse Son algo lan- guidas, pero pueden educar y desarrollar la dnica facul- tad que medianamente posefa, 1a cual tiene tanto precio que por si sola dié 4 Curion apariencias de orador Volva- mos al asunto »Cayo Carbon, hijo de aquel elocuentisimo varon de que 4ntes hicimos mérito, no era orador muy agudo, pero tam- poco merece set olvidado Habia en sus palabras giave~ dad, era facil y tenfa cieita autoridad natural Q. Vario era mds agudo en la invencion y no ménos expedito en la palabra: vehemente en la accion y no pobre ni abyecto en el estilo Podemos, sin reparo, Hamarle oiador Cn Pom- ponio, 4 fuerza de pulmones, hacia algun efecto Era acre y odioso »Mucho se diferenciaba de estos L_ Fusio, que log16 el fruto de su dilgencia en la acusacion de Maico Aquilio,

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