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Capitulo 2 El dfa de su nombramiento, el concejal de sanidad conducta por Ia ciudad.’ En cada esquina veia signos de desidia privada y publica. Contenedores de basura, que no se habian vaciado, rebosaban restos de comida; callejones oscuros escondfan enormes y repletas papeleras de las que nadie se ocupaba, y las que se habfan vaciado estaban rode- adas de vertidos alimenticios. En los barrios mas pobres de la ciu- dad, las ratas se deslizaban entre las latas. ‘Quiz4 porque acababan de nombrarle, el concejal tenfa una nota- 2 ec esprit BL ce raed recursos considerables en llevar a cabo las actividades de su departa- mento. Cientos de empleados percibfan su salario y hacian carrera en su organizacién, mientras colas de camiones se aparcaban, mante- nian y utilizaban bajo su supervision. ¥ lo mas importante, millones fendo, observé signos de que su organizacién funcionaba: disponia de erormes camiones pintados con colores distintivos, conducidos por trabajadores que vertfan conte- nedores de basura en su interior, etc. Maquinas de limpieza viaria roda- ban ruidosamente por las cunetas, siempre detrés de las grtias munici- pales, que retiraban los coches mal aparcados. Ocasionalmente aparecfa un barrendero, con escoba y cube de basura, vaciando las papeleras. A pesar de ello, no podifa dejar de pensar en que su organizacién .odia hacer més. ‘Queria que su organizacion incidiera posi- tivamente en todo lo que veta a su alrededor. Queria crear valor para los ciudadanos. Pero cémo? La cuestién era particularmente urgente, porque el nuevo alealde Ie habia pedido establecer los objetivos de gestion del departamento de la via pablica. Como parte de su plan estratégico, el alcalde querta saber si era aconsejable privatizar algunas de las operaciones del departamento, 60 Visiones del valor publica Owsero DEL TRABALO DIRECTIVO El concejal de la via publica es un directivo. La cuestién es: geudl es su trabajo?, ¢cual es el objeto de sus esfuerzos? Sabemos queel prop6sito del trabajo directivo en el sector privado @@ARALERE para los propietarios de la empresa." Tambien sabe- ‘mos cémoseppuederconseduir dicho objetivo predueieAda BIER (inchu- yendo log’s@rviei0s) dle se PUEEARIVEREBY a los clientes a precios que generen un nivel de ingresos por encima del coste de produccién.’ Y'sabemos cémo se pueden llevar a cabo estas tareas directivas: con medidas financieras de beneficios y pérdidas, y cambios en Ia cotiza- cidn de la empresa. {SHJOSMHEEINOS PAVANDS pueden disefar produc- tos que(geilefehi beheficios de manera continliadh, entonces se presu- pone que han ereado valon® En el sector pablico, el propésito general del trabajo directive oparece taffelato, Fa que lo que los directivos han de producir para generar valor es més ambiguo, YGRIGMIs! se ha creado dicho valor es atin m4§@iiflly Con todo, para desarrollar una teorfa sobre el modo cen que los directivos pablicos deben actuar es necesario sentar tres puntos previos (Sif eoneeerel Bentido del Habbajo directivo)/fi6|pode> ‘mos determinar si una accién directiva particular es buena o mala. La §@HIORIUBIIES es, después de todo, una (area tan normativalcomo técnica ‘Como punto de partida, déjenme proponer una idea muy simples objeto del trabajo directivo en el sector puiblico es erear valor pitblico, del mismo modo en que el del trabajo directivo del sector privado es ‘rear valor privado. A menudo, esta idea tan simple se recibe no ya con indignacién, sino con rabia, Una soctedad liberal* como la nuestra tiende a conce= Dir el gobferno como un sector improductivo. En dicha concepeién, el ‘gobierno no puede erear valor Como mucho, es un mal necesario: una especie de drbitro que dispone las reglas segiin las cuales la sociedad civil y la economia de mereado operan con éxito, 0 una institucién que ena los huecos que deja el capitalismo de libre mercado, Aunque estas, actividades se pueden considerar necesarias, difcilmente se pueden contemplar como generadoras de valor. "Bl autor ve refiere ala sociedad norteamericans on Ia cual el timing liberal 36 ‘demtfica con la defensa do ls libortades, y no con un determinada posiclonamiento eoligico conservadar como en Europa. (N. del) Defiriendo el valor pablico 61 El gobierno como un sector que crea valor Pero esa concepci6n niega la realidad que los directives piblicos ‘experimentan diariamente. Desde su perspectiva) 6s el gobiemo él que) a través de sus directivos, protege al pais de sus enemigos, mantienc limpias y seguras las calles, ecluca a los nifios y afsla 2 los ciudadanos de los innumerables desastres, tanto de origen humano como natural, gue tanto empobrecieron las vidas de las generaciones anteriores (DEBE ‘su punto de vista, es evidente que el gobierno crea valor para la socie- dad, y que ésta es la razén de su trabajo. Como es logico (@sta deseripelOBno es del todo satisfactoria, ya que s6lo tiene en cuenta los beneficios de la actividad puiblica, pero no los cos- les. En realidad, los directivos publicos no pueden conseguir los resul- tados deseados sin utilizar recursos de usos elternativos. Mantener las calles limpias, proteger 2 los marginados de la pobreza, la ignorancia y el paro, ¢ incluso recaudar los impuestos que la sociedad ha acordado, Los directivos piiblicos necesitan dinero pa‘a comprar equipo, pagar a ‘sus trabajadores y prestar los servicios que han sido legislados. Ell dine? rose recauda a través del poder coercitivo de la tributacién, y deja asi de destinarse a otros usos, principalmente cl consumo privado. Este coste de oportunidad se debe comparar con los bencfcios de la actividad pailica. Ademis, para conseguir sus objetivos,oSaifeeHivOs PUBLICS SUC . (eWUUbilizar ofr HedurSolRO MORELAND: [a autoridad del Estado, que ‘obliga a Jos ciudadanos a colaborar directamente para la consecucién de los objetivos puiblicos.* A los que tiran objetos al suelo se les multa para mantener las ciudades limpias, a los beneficiarios del subsidio de paro se les obliga a encontrar trabajo, y cata ciudadano tiene la obli- gacion de pagar sus impuestos para contribuit a la consecuci6n deos fines colectivos de la sociedad.” mAs el consumo privado que la consecu- ci6n de los fines colectivos tiene un gran concepto de la libertad y con- sidera al empresario privado como un motor del desarrollo econémi- 60. S0cial mas poderaso que el esfuerzo del gobierno. Los recursos que solicitan los directivos paiblicos se les conceden, sf, aunque de mala gana, En consecuencia, no basta con decir que los directivos pibli- cos crean resultados valiosos, sino que deben ser capaces de demos- trar que los resultados obtenidos se pueden comparar tanto al coste del consumo privado como con la libertad del mismo a la hora de pro- ducir los resultados deseados. Sélo entonces pueden estar seguros de que se ha producido algiin valor piblico. 62. Visiones del vator piblico El mercado politico: «nosotros, los ciudadanos», ‘como consurmidor colectivo Pero ga quién hay que hacer esa demostracisu? y, Zcémo se puede saber si dicha demostracién es convincente? JEJE SECtORIPRINAUO) sts preguntas se contestan cuandl@SEOR BUinidores, de mancra individual, destinan el suelo para GOMpKAr Ul [prOdiieto|ylCUANdOElIpFECIO|PALARD excede el caste de produccien. “Todo eso establece Ia presuncion del valor de Ia empresa privada. Si iduios no valoran lo bastante los productos © servicios como no los compran, los bie- Jos indi para pagar por ellos, no los comprarén. ¥ nes no se produciran* EATELSECIGHPULIED, sin embargo. el dinero usado para financiar las, actividades de creacién de valor Ustad Tal GISCCONVOIIBEAM cle cada consumidon(@iR@el poder eoereitive dela tribulacidn, Eso cs, pre- cisamente, lo que crea el problema de la valoracién de las actividades del gobierno, al menos desde un determinado pune de vista.” Eliproblema, desde este punto de vista, consiste en qué@IiSS8) poder coercitivo cuestiona la soberanfa del consumidar, el vincula enw. cial entre la valoracién individual, por un lado, y elcontrol sobre lo que se debe producir, por otro, que proporciona la justificacién normativa para las empresas del sector privado. "iia ebebei6a elimhinalla oportus nidad de los individuos de expresar sus preferencias individuales y deja que dichas preferencias gobiernen la produceién, Dado que ios indivi- duos no deciden, individualmente, comprar 0 contribuir a determina das actividades piiblicas, no podemos estar segures de que quieran lo que el gobierno produce. (Si BOEnTOS EStal sexUeSe GUETOS| viduos quieran lo que cl gobierno produce, entonees tampoco podemos estar seguros de que el gobierno produzea algo de valor Sin embargo, este anélisis olvida que los recursos disponibles para los directivos piiblicos se generan mediante un proceso de eleccién voluntaria: el proceso de eleccién de un gobierno representative. Es cierto que la eleccion individual no controla el sistema. Pero las ins- {ituciones ylos procesos de una democracia representativa crean, con la mejor intencion del mundo, las condiciones en las que los indivi- duos pueden, voluntariamente, asoctatse y decidir colectivamente qué {quieren conseguir juntos, sin sacrificar sus deseos individuals. Es la Gnica manera que conocemos de crear un nosotros a partir de una colectividad de individuos libres." Este nosotros, asu vez, puede deci- dir una causa comiin, obtener recursos y organizarse para obtener Definiendo el valor palico 63 dicha causa, es decir; las actividades que constituyen el proceso de deci- tica asociados al gobierno. sign y realizacién p cepeién tradicional de la Dichos mandatos legislativos gutan la producel6n piiblica, precisamente porque definen las aspiraciones colectivas. A su vez, dichas aspiraciones establecen tuna presuncién del valor paiblico tan fuerse como la presuncién del valor privado que genera el mecanismo del mercado, por lo menos si se pueden realizar dentro de los términos del mandato. Conse- del mercado econémico de consumidores individu fa publica pre- para un plan para someterlo a la decisién del nuevo alcalde. Con este ‘acto intenta satisfacer a los representantes de la poblacién, demostrando ‘que su organizacion satisface las aspiractones colectivas. Una vez pre- sentado el plan, sera responsable de tomar aquellas medidas que evi- dencien la consecucién de los propésitos y objetivos del plan.” Muchas veces se considera falaz el argumento segtin el cual se puc- de suponer que los directivos ptiblicos crean valor piiblico si superan cl test del mercado politico. Todos somos conscientes de la corrupcién {que impregna las deliberaciones y decisiones de las instituciones demo- créticamente representativas."* ‘Sin embargo, los directivos paiblicos en zctivo no tienen otra opcién ‘que confiar al menos un poco— en él poder normativo de las pre- ferencias que emergen de los procesos representativos. Estas eleccio- nes establecen la justificacién para la accién gerencial en el sector pabli- co. Ya que los directivos puiblicos gastan recursos piblicos en las organizaciones que lideran, deben actuar como si existiese una repre- sentaciGn coherente del normative enosotros», aunque tengan sus dudas. De otro modo, sus acciones estarian infundadas. Reconciliar el deseo de que el proceso politico determine lo que es valioso que el sector ptiblico produzca, reconociendo que el juego 64 Visiones del valor pablico democratico es vulnerable a diferentes tipos de corrupcién, ha cons- han querido oftecer uni * Con el tiempo, hemos confia- Durante la mayor parte de nuestra historia reciente, la concep ion predominante ha consistido en que los directivos pablicos deben trabajar para conseguir los objetivos marcados por los mandatos legis- lativos dela manera més eficaz y eficiente posible." Consecuentemente, el trabajo del concejal de la via publica es limpiar las calles lo més efi- caz y eficientemente posible. Es facil estar de acuerdo con dicha concepcién. Sin embargo, una reflexi6n més profunda revela una caracteristica de este estandar que comtnmente se da por supuesta: - /—principalmente legis- lativos—en la determinacién de lo que es valioso que el sector piibli- co produzca. Para aquellos que consideran que la politica es una via para crear la voluntad colectiva, y que ven en el sistema democréti- co la mejor respuesta al problema de reconciliar los intereses indi- viduales y colectivos, no es sorprendente que dejen decidir al pro- £e80 politico lo que es 0 no valioso producir con recursos pablicos.” Ningiin otro procedimiento es coherente coa los principios de la democracia, Pero para aquellos que desconfian de la integr los press poloidal Pion sé dabei? QGMRRBID . ics de scepear Han visio demasiaca comupcion para confiar la determinacién del valor publico al proceso politico. Como minimo, dichos criticos quicren garantias de que el proceso politico acepta los limites de la accién piblica o cumple unos mini- mos esténdares de justicia y competencia en las deliberaciones que producen los mandatos." Alternativamente, preferiran procesos més objetivos para determinar el valor de la actividad publica y alguna plataforma para confrontar los procesos politicos con dicha infor- macién objetiva." Definiendo el valor pablico 65 En el tltimo cambio de siglo, Woodrow Wilson ofrecié una sol- cin: separar la politica de la adrninistracién y perfeccionar cada acti- vidad en su propia esfera.® Consiguientemente, los directivos puiblicos deben imaginar que los mandatos politicos les llegan de manera cohe- rente en politicas bien definidas. Como productos de intensos proce- 808 politicos, las politicas gozarian de toda la legitimidad moral que el proceso democratico puede otorgarles. Dado este resultado potitico, los directivos paiblicos podfan asf tran- ‘quilamente concentrar su atencién en encontrar la manera més eficaz yeeficiente de cumplir los mandatos. Para cumplir dichas responsabi- lidades, se asumfa que los directivos puiblicos dispontan del conoci- miento sustancial necesario tanto en los campos en que operan como en el arte de la administracién.”' Los directivos piiblicos se ganan su sueldo conociendo lo que se puede producir y cémo se deben diseniar Jas organizaciones para producir lo que es deseable. ‘Sin embargo, esta concepcién tradicional no consideré lo que podria suceder si la realidad politica no obedece al ideal descrito. A menudo os mandatos politicos Hegan cargaclos de intereses especiales que son dificiles de reconciliar con el deseo de proteger el interés piblico.* Otras veces, loMGBBINBs reciben mandates incoherentes: se espera. ‘que produzcan diferentes cosas incoherentes entre sf y no se les faci- “oritarios en el ca: ‘que surjan conflictos y frenando el empuje adquirido, que sera necesario otra vez cuando el equilibrio politico vuelva a su posicién original. Afrontando esta realidad politica, incluso los directivos wilsonia~ nos a menudo consideraron necesario cuestionar la calidad de los man- datos politicos. Lo hicieron baséndose er. su obligacién moral de defender e] interés piblico y preservar la continuidad de importantes actividades pablicas.En sus mentes, su conocimiento sustantivo y sgerencial les otorgaba el derecho de criticar las vaguedades politicas, desorientadoras. En el pantedn de los héroes burocraticos, la imagen de! burécrata que obliga a politicos malintencionados a defender el interés ptiblico a largo plazo es la del servidor responsable. Una vez revelads, esta clase de resistencia burocratica a los man- datos politicos no se puede sostener en nuestra democracia. De hecho, uno de los objetivos de la politica popuilistaes le lucha contra el man- 66 Visiones del valor pablico darfn burocrético. Como resultado, dicha resistencia fue soterrads. Organizar campatias guerrilleras contra las demandas politicas para cl cambio se convirtié en una justificacion implicita pero legttima de cualquier burécrata, fuera de la ideologfa que fuera, apoyéndose para ello en una imagen de los politicos como personajes mal informades, miopes 0 con malas motivaciones. Sin embargo, la politica también genera desconfianza en nuestra cultura, y asf han emergido plataformas para disciplinar y racionali- zar el proceso democratico. Dicha plataforma fue establecida segéin tun nucvo tipo de conocimiento. Mientras que la teoria tradicional de la administracién pablica reconocié el conocimiento sustantivo y admi- nistrativo de los profesionales (desarrollado a través de la experien- cia profesional y la educacién), la nueva formulacién arguye que las téenicas analiticas procedentes de la economfa, la estadistica y la inves- tigaci6n operativa se pueden usar objetivamente para averiguar ex ante o aprender ex post si las actividades piblicas son valiosas 0 no." Se puede discutir ampliamente sobre el grado en que dichas tée- ricas han cumplido sus promesas, lo cual es mucho mas de lo que pode- mos decir aqui. Desde la perspectiva de alguien que analiza el impac- to global en el proceso de elaboracién de las politicas, se puede afirmar que las técnicas no se utilizan de manera rutinaria ni son invariable- mente ttiles cuando se emplean.” A pesar de ello, han conseguido cam- Uiar el discureo politco sobre prosrames pab cos, iii En la discusién sobre la utilidad de dichas iéenicas para el esfuer- 20 del gestor pliblico respecto a definir y medir el valor de su tarea, cabe mencionar tres puntos clave. En primer lugar, por razones que Definiendo el valor piblico 67 no son enteramente abvias, dichas técnicas parecen mas dtiles esti- mando el valor de determinados programas que el valor global de los esfuerzos de una organizacién, Sospecho que una explicacién es que, para utilizar dichas técnicas de manera exitosa, los gestores deben espe- cificar objetivos y medidas concretos para su consecucién. Objetivos xy medidas especificas son precisamente lo que definen las politicas gubernamentales, Por contra, una organizacién es raramente conceptualizada como un simple programa, A menudo, las organizaciones incorporan paque- tes de programas. Las diferentes politicas se pueden haber combina- do para conseguir coherentemente un propSsito mas amplio, pero su consecucién es a menudo muy dificil de medir y atin més dificil de atri- buira la actividad de una sola organizacién Puede ser también importante que, como se ha mencionado ante- riormente, En la medida en que dicho capital existe, la eveluacién de sus resultados en tareas presentes no capturara el beneficio global para la sociedad, En cualquier caso, la evaluacién de programas lo hace en el segundo, Dicha distincién es, particularmente importante cuando uno utiliza comparaciones con la gestién en el sector piiblico con el fin de ofrecer consejos para los ges- {ores del sector publico sobre cémo podrfan caleular mejor el valor de sus actividades. Tal y como se constatado mas arriba, el sector privado parece dis- frutar de una medida més fiable del valor de su produceién que el sec- tor pablico, Los ingresos y beneficios de la venta de productos y ser- vicios —es decir, el famoso margen— proveen una medida directa del éxito de la empresa privada, Sin embargo, lo interesante de la ren- tabilidad es que mide lo que pas6 en el pasado. Dicha medida se toma muy seriamente en el sector privado, en parte porque se puede utili zat para controlar y estimnular a los gestores, pero también porque da alos gestores privados una ventaja para pensar en el futuro. De hecho, se ha recomendado a muchos gestores privedos reducir su confianza 68 — Vistones del valor pablico en la planificacién estratégica disefiada para producir predicciones més precisas sobre el futuro y, en su lugar, confiar en su habilidad para reaccionar répidamente ante las condiciones cambiantes del mercado. Consiguientemente, Ia leccién del sector privado parece ser que es extremadamente valioso desarrollar informacién precisa sobre los resultados pasados en lugar de concentrar todos los esfuerzos en adi- vinar el futuro. En la medida en que esto sea cierto, se deduce que las, agencias piblicas se deben centrar més en la evaluacin de progra- mas que en el analisis de politicas. Mi impresién, sin embargo, es que hacen lo contrario. Esto es desafortunado, porque la atencién inco- herente dada a la evaluacién de programas impide al sector ptiblico poner del tipo de responsabilidad, incentivos y capacidad de reac- cién répida de que dispone el sector privado poniendo atencién en el margen. En tercer lugar, necesitamos analizar qué tipo de preferencias inten- tan satisfacer las actividades piiblicas. A menudo, las técnicas anall- ticas se presentan como si fueran siempre herramientas tiles para que el gobierno sepa si sus esfuerzos son valiosos o no. Entre ellas, clan lisis coste-beneficio se presenta como la técnica superior, la mas gene ral yrelacionada con el valor. La tinica razén para no utilizar dicha téc- nica es que pertenece a las més dificiles de manejar. Consiguientemente, la evaluacion de programas y el analisis coste-efectividad se presentan como subsptimas respecto al andlisis coste-bene! Sin embargo, hago una importante distincién conceptual entre las técnicas y creo que, para la mayorfa de los propésites publicos, la evaluacién de programas y el anélisis coste-efectividad son concep- tualmente tan préicticos como otras aproximaciones superiores. El ané- lisis coste-beneficio, derivado de los prinefpios de la economta del bis nestar, asume que las actividades del sector puiblico deben evaluarlas los individuos que analizan las consecuencias (positivas o negativas) que tienen para ellos como tales. En cambio, las técnicas de la eve- luacién de programas y el anzlisis coste-efectividad no fijan su medi- da del valor en ta evaluaci6n individual de las consecuencias de una politica pablica, sino en los términos en que la politica consigue obje- tivos patticulares fijados por el propio gobierno. Consiguientemente, la evaluacién de programas mide el grado en que el programa consi gue los objetivos previstos, y dichos objetivos se infieren de los esta- tutos 0 politicas que los autorizan, El andlisis coste-efectividad mide el grado en que el esfuerzo paiblico satisface determinadas finalidades que se definieron en relacién a dicho esfuerzo particular, probable- Definiendo el valor publico 69 mente con la ayuda de los profesionales que pueden ayudar al gobier- no a definir lo que constituye una efectividad valiosa, neficio en las preferencias Puramente individuales es, sin lugar a dudas, lo que lo hace concep- tualmente superior a los ojos de los economistas del bienestar. Pero para aquellos que creen en la capacidad del proceso politico respecto aestablecer una aspiracién colectivamente articulada, y que creen que ésta es la mejor gufa para la accién piblica, la evaluacién de progra- mas y el andlisis coste-efectividad parecen ser mejores técnicas pre- cisamente porque van mas allé de las preferencias individuales, hacia Jos prop6sitos establecidos colectivamente. Recientemente, los ges Jaborado us REED Basindose en el sector privado, ponen cl acento en el@ERVEISBIEIIERR y se comprometen a valorar sus esfuerzos en la satisfaccién de este tiltimo.” Esta idea tie- ne importantes virtualidades. ra - que las agen- tablecen con sus clientes a hacer més satisfactorios dichos encuenttos. Ya tenemos bastante de funcionarios rudos y pro- cedimientos burocraticos mal disefiados Sin embargo, la idea también contiene errores. No queda claro quié- nes son los clientes del gobierno, Como es légico, se da por supuesto que las organizaciones pablicas tienen clientes: los ciudadanos, que estan situados al final del proceso y que generan contactos 0 transac- ciones individuales. En la medida en que el gobierno proporciona servicios y beneficios ‘Jos ciudadanos, el modelo parece funcionar bastante bien. Sin embar- 20, el gobierno no s6lo es un proveedor de servicios,” sino que, muchas veces, impone obligaciones sin prestar servicios. Tal es el caso, por ejemplo, de los departamentos de policfa, de las agencias de protec- cién medioambiental, de las comisiones de defensa de los derechos 70 Visionee del valor publico civiles y de las agencias tributarias, entre otros. Estas organizaciones no se consideran a sf mismas prestadoras de servicios a sus usuarios, sino representantes del Estado, obligando a los clientes a sufrir una pérdida patrimonial en beneficio de la sociedad. Desde luego, puede ser valioso para las agencias reguladoras pen- sar en los ciudadanos regulados como clientes y disefar los encuen: tros obligatorios con tanto cuidado como ahora se hace con los encuen- los de servicio." Sin embargo, no es razonable imaginar que las agencias reguladoras encuentren su justificacién en la satisfaccién de aquellos a quienes obligan a contribuir al interés pablico. Es pro- boable que la justificacién resida en las consectiencias, atractivas para la inmensa mayorfa, de imponer obligaciones @ unos pocos. Por otro lado, ademas de los obligados, pueden exister otros interesados en la manera més 0 menos justa en que s¢ imponen esas obligaciones, ya que en realidad estan pensando en a posibilidad de ser ellos mismos Jos obligados. La cuestin es importante, ya que nos recuerda que las agencias que prestan los servicios son objeto de evaluacién tanto por parte de los citudadanos como de sus clientes. Tomemos el caso de los depar- tamentos de bienestar o servicios sociales. Para evaluat sus resultados, necesitamos conocer la opinién de los clientes sobre los servicios que reciben. Pero no poclemos confiar tinicamente en st criterio para juz- gar el valor que producen estos servicios. Los citdadanos y sus repre- sentantes quieren asegurarse de que el coste total del programa se man- tiene en niveles bajos, que nadie se aprovecha del programa (aunque Ja prevenel6n del robo sea més costosa que el mismo robo), ¢ incluso que los clientes experimentan um cierto grado de estigmatizacién al incoxporarse a los programas sociales, y todo ello para establecer una clara diferencia entre quienes pueden ser independientes y quienes necesitan del Estado. ‘sona mm Juzgar el valor de la actividad policial. Ni tampoco lo es el cliente del programa social. El cliente final de la acti vvidad publica no son los individuos, que obtienen servicios u obliga- ciones en los encuentros individuales —Ios clientes de la empresa—, sino los ciudadanos y sus representantes en el gobierno, que tienen ideas mAs generales sobre cémo se debe organizar un departamento de policfa 0 eémo se debe administrar un programa social. Son ellos Definiendo el valor piblico 71 quienes deciden lo que merece la pena producir en el sector puiblico, y sus valores son los que, en definitiva, cuentan a la hora de juzgar si tun programa es valioso 0 no. Al final, ninguno de los conceptos resefiados —competencia poltti- ‘camente neutral, analisis politico, evaluacién de programas o servicio al cliente— puede eliminar el papel preeminente de la politica cuando hay que definir lo que debe producir el secior puiblico. La politica con- finda siendo el auténtico érbitro del valor pablico, a igual que las dec siones de consumo privado arbitran el valor privado. Los gestores pabli- cos sélo pueden intentar mejorar el proceso politico, convirtiéndolo en una gu‘a firme del valor pablico, Esta es la razén por la que la ges- tion politica debe formar parte de nuestra concepcién sobre la funcién de los gestores pitblicos. Para examinar el modo en que estas consideraciones generales afec- tan a la percepcién y el razonamiento de los directives puiblicos, vol- vamos al problema del concejal de la via publica expuesto al inicio de este capitulo,

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