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de Ia escuela de Paul Lazarsfeld, al volar sobre cuarenta afios de investigaciones sobre los medios de comunicacién masiva, Elihu Katz muestra eémo la tradicién empirista norteamericana ha llege- do a privilegiar un paradigma que, pese a las eriticas de las que es objeto, sigue siendo por cierto su referencia obligada, e incluso constituye quizés el “paradigma dominante”, Jeon avo Fray doucauiqve bol lou 40 El nuwe espacis publi VC Eodiso 1448, Barcrlour 1 Las transformaciones de la publicidad politica Jean-Mare Ferry Anunciar el titulo ambicioso de “El nuevo espacio piblico” ya es indice de rechazo; el de una tentacién siempre fuerte de formu- lar un diagnéstico sobre la 6poca actual en los términos de un “défi- cit’, hasta de una decadencia, respecto del ideal, ya clasico, ya mo- derno, del debate piblico. Sucede que es trabajoco escapar de Ia in- fluencia de los dos grandes modelos en lo sucesivo consagrados en Ja tradicin occidental: el “modelo griego” y el “modelo burgués”. En efecto, més allé del contexto de la Iustracién en que se elaboré el ideal moderno —‘burgués’— de un espacio puiblico politico centra- do en la categoria de “Publicidad” (debates, leyes, juicios) la tradi- cin clésiea —aristotélica— de la Politica también habia elaborado su versién del espacio publico, centrada en la idea de nods. Quid no sea posible evitar esta doble referencia, aun cuando solo fuera para mostrar en qué medida —tal es la intencién— la realidad ac- ‘ual del funcionamiento democrético depende de otras categorias. Las dos referencias canénicas: espacio piblico griego y espacio publico burgués En el contexto griego ¢lasico, Io que hoy se llama “espacio pi- blico® remitia entonces a la plaza piblica, el «opé, o sea, el lugar eonereto donde los ciudadanos deben reunirse para debatir sobre asuntos concernientes al gobierno de la ciudad. Retrospectivamen- te, ciertos pensadores contempordneos, tales como H. G. Gadamer, Pero en especial Hannah Arendt,! han retomado el concepto aristo- télico de la Politica, poniendo de relieve las oposiciones entre xO Y Otyo<, entre lo politico lo econcmico y; de manera correlativa, entre lo puiblico y lo privado, la libertad y la necesidad, el poder y la dominacién, la “préctica” (np6&tc) y lo “téenieo” (tkxvn). En la presentacién que se suele hacer hoy en dia, la nok griega es ese espacio politico cuyo cardcter esencialmente publico la distingue de la ovyoc, esfera privada de la domesticidad y, por ex- el orden politico de ‘conjunto de las ac- jernados por un pacto nosotros una especie de inciden estrictamente. Ala Ta aceién comin, con judad al concluir un didlo- bien a la categoria del jidad no “comunicacio- jlidad que no se refiere buena adaptacién un fin determina- ‘econémico, De un modo general, Ya Ciudad debe estar autonomizado respecto: tividades sociales, r que configuran para wil. Politica y esfere publica dia la npcEus es decir, sndiente a los mejores go: Méétc. Sin embargo, trabajo, incluso al conce nal” sino “instrument a la discusién de los de los medios que se do y no discutido. Por de la AEtc, no se con el espacio publics cpm remitia mas ;pto de una racion: fines de la Ciudad sit hhan de emplear con miras @ tal razén, la texvn, a diferenc Jaria con la actividad politic 0, sino antes bien de la esfera priva: clespacio publico, admite la dominaci de casa, el ornobeanémns, los nifios, Ios esclavos ¥, donde se producen los procesos bik nacimiento, muerte, re reine la “necesidad” (ov Ktica se idealiza como un reino de la antiguos), una liber dos los ciudadanos, .da doméstica. Sélo ésta, ¥ no ‘in: es el poder que el duefio inte sobre las ruje sfera doméstica ejerce exclusivamer fen general, en toda la e: oldgicos, en especial subsistencia, dondequiera que a esfera publica po- “ibertad (en el sentido de los ‘en un derecho igual, para to- de los asuntos publi /éyxn)). Por el contrario, srtad que se expresa ‘a participar directamente sbo resulta de una interpretada, de la heuristico de perti- de la realidad de la ‘elacién con la con- es la realidad griega jera la doctrina el modelo que aquf deser reconstruceién contemporinea, sélidamente it doctrina de Aristételes. Se trata nencia dudosa en el pl democracia ateniense) ‘cepcidn rigurosa de Ari Jo que nos interesa aqui incluso filolégico de modo directo; ni siquis sino mas que nada I podido elaborar con el a de la modernidad. .ctiva, el modelo “griego” de 1 del espacio pablico, ave establece un paradigm: dria medir aquello en que, I fallado al privilegiar la ‘una nueva libertad, ada”, sobre la cual, tos contempordneos han la un modelo desde el punto de vista de En esta perspet una concepeién original la politice define ya tiene el mérito a con la misma va- ra con que $e Pt dernos habrian ciencia para fandar profundamente “pri constituir un nuevo a privada de la con- libertad “individualista’ y ‘hace dos siglos, intentaron Respecto del espacio piblico moderno se puede decir que es “ie ia Tlustracién, Con perspectivas filosdfices y polti- una oy diferentes, J. Habermas! y R Koselleck? trataron de re- construir su origen y su destino hasta nuestros dias. Al ar’ la dominacién politica. En el contexto de la Gpoce, eso signifeaba “impugnar el principio absolutist” Este se cpotesa, en particular, en la férmula de Hobbes: Auctoritas non ve. erp rfacitlegem. La Iiustracién consagra su inversién lisa y ana: Tn adelante, “la verdad y no la autoridad hace le ley”. ‘En au reconstracci6n, R. Koselleck explica cémo, desde el siglo xyten Europa occidental, y ante la amenaza de estallido que repre ‘yntaban las Guerras dé Religién, la necesidad de mantener une sentaion social pudo justificar la institucion tipieamente moderna sanca “esfera privada” de la opinién y de la ereencia: la conciencia se vidual debe ser, por asf decir, “privatizada” en ealidad de “fuer aayno’ sacrosanto, mientras que el dominio publico, ideolégics. aoe neutro, est dirigido por una *razédn” nueva, distinta de 1a vppinién’: la razén de Estado. En el campo de la doctrina, Hobbes einen eonsagra la separacion de lo public y de lo privado, de la Sazin y de la opinién, de la politica y de la moral, ‘Ro sbstante, el dominio publieo no se haba entregado a un espacio publica: més bien estaba confinado a ese espacio privado )0 cies pdradgjico de la “razén de Estado” y del “secreto de Estado”. Tavque erea la apertura do la Publicidad y opera la transubstancisy ra ane dominio publico en espacio publico es la fuerza exterior de J fies- El impulso no viene de “arriba”. Viene de “abajo”, evando Tee personas particalares, reunidas en los salones, los cafés y los {lubes eonstituyen las primeras “esferas piblicas” burguesas para Shterearmbiar pus experiencias. La autonomia privada de la con- Gencia individual, nucleo del espacio publico moderno, adquiere su propia fuerza de la eritiea. Protegida por la inmunidad del fuerois= terno. se convierte en pequefio tribunal, la instancia moral fuera de Ja cual los individuos pedirén razones a Ja politica, primero por me dios encubiertos y después de un modo abierto. Esta razén del suje- to en trance de ser ciudadano s¢ la toma con la razén de Estado, cu {ya apariencia arbitraria se identifica con la dominacion — Kost Tieck se ha inspirado mucho on C. Schmitt, hasta que la eritica de Ta politica, instruida asi por la moral, se haga manifiesta en la mis: ma gotiedad civil constituida en esfera publica dirigida contra el Estado. Para K. Koselleck, las Guerras de Religin curspeas quizés hayan preparado el advenimiente de un espacio pablico politica mente orientado hacia la forma revolucionaria de un “reino de la critica”. J. Habermas apunta que lo que confirié al espacio puiblico burgués “su estructura teérica cabal” fue el concepto kantiano de “Publicidad” (Gifentlichkeit). Kant (y su concepto de Gffentlich- eit), en el fondo, seria al espacio puiblico moderno lo que Aristéte- les (y su concepto de nic) es al espacio publico griego. Entre los dos conceptos del espacio puiblico, el griego y el burgués, estd —por supuesto— todo lo que separa la libertad de los Antiguos de la de los Modernos.* Pero ademds hay una diferencia de funcién. En sin- tesis, se podria decir que, entre los Modernos, la formacién de un espacio publico politico obedecia en principio al motivo moral de la emancipacién. Entiéndase que la sociedad eivil se concibe a sf mis- ma como lo que sale del estado de minorfa para acceder a la mayo- ria, en el sentido del estado adulto (Mitndigkeit). Entre los griegos, la formacién del espacio publico politico mas bien habré estado fun- dada en una estética de la figuracién, de la autopresentacién, en ‘que cada uno debe “sobresalir’ para conseguir la gloria, gracias a las ‘nobles palabras” pronunciadas en la plaza publica, asf como antafio los héroes podian esperar la inmortalidad gracias a las “no- bles acciones” realizadas en el eampo de batalla. Por eso, también el motivo estético tal vez ocultaba un motivo “religioso". En efecto, teniendo en cuenta el estrecho vineulo entre fama e inmortalidad, el espacio publico griego podia aparecer como el sustituto politico de una necesidad metafisica, Resulta claro que semejante funda- mento motivacional se hunde con el advenimiento del cristianismo. La alteracién cristiana de las categorfas griegas se traduce en espe cial en el hecho de que lo politico ya no se coneibe segtin el modelo de la x6uc sino segiin el del oxx0¢; lo politico se piensa entonces, fandamentalmente, sobre el modelo “doméstico” de la educacién, con un “padre” omnipotente representado por un Principe que rei- na tanto sobre sus subditos como sobre sus “hijos”, mientras que el dominio publico se transforma en asunto privado del soberano.. A pesar de sus diferencias, los dos modelos mencionados —elésieo y moderno— del espacio puiblico politico aceptan un prin- cipio argumentativo; remiten ambos a un contexto de “Ilustracién” en sentido amplio, favorable a la vez al desarrollo de la democra: vyala difusién de la filosofia. Pero, al parecer, sélo en el contexto de la modernidad la Iustracién ha podido desarrollar una especie de “ —tanto de las luchas internas como de las guerras en fre los. pucblus— para desarrollar todas las divposiciones nx tarales de Ia humanidad en una asociedad civil universalmente Dlenamente justa» una ecomeidencia patologica- dan que s6lo aparece como un «todo morals. Fn Clla se ha resuelte un problema al que Kant da una formlacién teordtica: «tin conjunto de seres racionales que conjuntamente texigen Teyes gonerales para su man! to, conjunto respect de! cual todo el mundo se siente inclinado s excluirse, ha de ordenarse de tal modo, ¥ de tal modo ha de disponerse su cons- Tirucidn, que, aun cuando los sentimientos privados que con- iraciones, consiga mantenerlos no obstante de modo que en lo que a su conducta pilbtica hace el resultado sea exactamente tan satisfactorio como si no se diera hinguino de esos mafos sentimientoss”* —Una variacién det lema Ge Mandeville: private vices public benefits— Kant desarrolls, pues, de acuerdo con este principio Jos_presupie icos deternrinados de la publicidad po- liticamente activa: éstos estan de todo punto adheridos a 1a , pues su autonomfa ec y resulta, por tanto, coincidente con el interés de mantenerla como esfera privada: «La cualidad requerida para ello es, aparte de las naturales (que no sea un nifio, que no sea una mujer), Ia tinica: que él sea su propio sefior, que tenga, por tanto, alguna propiedad (para lo que puede contarse cualquier obra de arte, o de artesanfa, 0 de 42 corativa, o cientifica) de Ie que vivir; esto es, que, en les casos fen [os que tenga que solicitar de los demés para poder vivil solo por medio de ta enajenacién de lo que es suyo lo sol no por medio de la cone: de sus capacidades. Po: 2 la comunidad en ¢l sei parientes cel arte y los les unos respecto de otros...». Kant, que percibe erenciacion (ces algo diffe, Io concedo, deter serio para poder ser exigente respecte de la posicién del projimo que sea sefior de si mismor! de Ta posi projimo qu ‘sefior de si mismos), Tega, ienes, Sdlo Estos son sus pro} estar autorizados al derecho de vot ejempiar, de fa razon. te oportunidades de conseguir la propiedad a través de los mecanismos reales de Ja libre concu- rroncia.” Asi puede ciertamente el iibre trafico mercantil «dar lugar a una considerable desigualdad entre los miembros de una su diligencia y su suerte se lo permi tados para enaltecerse en circunstancias desigual alguien esiarfa en coi a su vez, pudiera ser Ge que nsamente a el mismo (a av capaclaad’ o sas tens ‘chuntnd) 0 a itcunstanclas de fas que'8 nadie pete culpa ¥ no en la irresistible voluntad de otro, radica el que pueda Megar a alcanzar una posi de igualdad respecto a otros, los suales [...] por lo que al derecho concierne, no gozan de ver. tajn alguna frente a elt Sin que eon allo result vulnerado I principio de ta publiidad” son, por consiguiene, cxculdos ico compuesto por personas pr wero rears del pace convene por netomat tide, Burguses, sino’ porsonas dl talento, dligencle 9 suerte 143 quienes pueden aspitar a ello; y asi se convierten, pues, aquéllos en meros compafieros de proteccidn, que disfrutan de la protec cién de las lees sin que les sea dado a ellos mismos el hacerlas. Kant_ comp: confianza en, que f Ia_privatizacién de la, soci 1S preslipuestos jal de este estilo’ reproduce tan claramente, sewn pa: dre natur ‘a Kant aceptar, en el plano de Ia uacign de derecho Como resultante de #2 constriccidn' de la naturaleza, Jo que Ie permite convertiz la politica en una cuestion manente al bbre twifico mereantil la de Ta legatidad. En su conducta epatolézicamente al puede éste aparecer también como un sujeto moralmente li. bre con solo que, mediante un designio de 1a naturaleza, ¢s decir, sobre Ja base de una sociedad de propictarios privados se conduzcan externamente, en cuanto ciudadanos, i fueran hombres fntimamente libres. Bajo presupuestos sociales que traducen private vices a public vit piricamente imaginable una situacién cosmopelita y, con ella, moral, Como res publica feno- tuacion de llevar a manifests: es dado, sobre cl mismo suelo de la experienci ssislaciones heterogéness sin que una pueda aprovecharse de otra: se trata de la legis: lacién que atane a las personas privadas como sensualmente cién a In res. pul Igual que en el amt pone Ia relacion di 144 guiente modo, de acuerdo con Ia s azn pura: todo srenciacién sistematica central no le permite a Kant, evidentemente, mantenerse consecuente en el terreno de la fitosofia politica —no puede pretender seriamente hacer depender a las leyes de Ia razén préctica de condiciones em derecho —que era hasta ahora el presupuesto de une politica moral— debe cor en contenido y tarea de la politica. También a le pul eneargada de armonizar la politica con les leyes de In moral, le seria ahora asignada una nueva funciin, una funcién tal que, en definit sistema kant Sea quicn fuere el sujcto de la accién pol berano, un partido, alt lamado al ca no, si me puede regirse por leyes ya e empefiado en proporcionar antes una udada- tentes, sino que esta tos. Eso puede hacerse por medio del poder y, ast se hace. Adquirir influencia sobre el arbitria de les otros, , sitve para ofrecer una orientacion 's del publico, una orientaciéa —mas preci- sociedad burguesa fon debe, por habia dicho cn cambio: «Las tir del bienestar esperadle coma un Estado cualquiera, esto ¢s, no convierte en objeto de las mismas [...] como el mas alto f...) incipio de la sabidurfa estatal, sino del pura concepto del de- ber de j ¥ las consecuencias fisicas de eso pueden ser también Jas que ellas quierans# Bajo el presupuesto filosdfico-historice de una base natural ya existente de una situacién de derecho, podia, deba Kant separar la fortuna del Estado del bien del pueb] Pero nunca parece contar con ¢ (9; €80 TUK ambivalencia de su ven la cual, junto a las muchas manifestaciones —cohe- rentes con sti sistema— que excluyen la moralidad del progre- so, reservando para gete un acrecentamiento de los productos de Is legalidad, se encyentra el reconocimiento, contradictorio de ese sisterna, de «que, en Ia medida en que el género humai es constante en lo que hace a Ia cultura, como Fal de aguél que es ésta, también él, en el progres Gptimo, se hard comprensible en lo que hace ral de su existencia># Y, en el mismo contexto: «Ademis, hay muchas pruchas de que él género humano todo ha ico a mejor realmente en muestra época, en comparacién con todas las pax sadase® Si ha de venir uma situacién de justiela solo de un 1, y ciertamente por medio de una polstica en coin Sldencia con la moral, el progreso de la legalidad depende en- fonees precisamente de un progreso de Ja moralidad, y In res publica fenonenon se convierte en tin producto de la res publica hhownenon misma: «... puesto que todos los talentos se desa- froifan a cada dia que pasa, se cultiva ef gusto, ¢ incluso, 2 re en fundacién de por costumbre en print Sdencia social pati La relacién de Ia res publica fenon cor Ia res pie blica nownenon deja de coincidir con Ia relacion, teoréticemen te fijada, entre esencia y apariencia, «La idea, se dice a pro- pdsito del conflicto de las facultades filosdficas con las jurh dicas, ede una constitucién coincidente con los derechos natu. roles de los hombres, segiin 1a cual quienes obedecen a Ia ley han de ser al mismo tiempo legisladores, esté en Ia base de todas las formas de Estado, y la comunidad, que pensada a Ia ‘de aquellas formas con concepts de la raz6n pur, significa un idea! platénico (res publica noumenon}, no es mer fabulacién sesudesca, sino la forma eterna de toda constitucion 146 civil en general, capaz de alejar toda guerra». Vale 1a pena wcordar ahora el uso kantiano de Ia nocién de «ideale, que # Estaria atin mas slejado de Ja realidad que la idea; 2 ambos, idea e ideal, solo puede asignarseles une funcién regulativa: asf como la idea proporctona Ia reela, asi también el ideal sirve a ia imagen primitiva de la determinacién de tuna imagen persistente que no deja en ningiin momento de sec mesa, pues a conti nizaday sepin es eyes de libertad, met en la experiencia (res y solo puede ser laboriosamente conse. d des; mas su consti tucion, una vez conquistada en gran escala, se califice como Ta mejor de todas». Ya Ia frase anterior habia concluido indica. «...capaz de alejar toda guerra», realizar el ideal en un ejemplo, como .. Pongamos por caso, no es hacedero v jas barreras naturales, que de ¢o; de la idea, hacen imposible toda itu: le también con y hasta sospechoso y meramente En_la filosofia politica de Kant hay dos versiones cla ramente divisables. La versién oficial sirve a la construccién de um orden cosmopolita que supera la constriccién de la natura. leza, orden bajo cuyo presupucsto puede Iuego Ia doctrina det derecho derivar las actuaci cas de las actuaciones mo- ro aun en una situacién real {se trata de la n externa que puede peri i un actuar recto 2 partir de Ta ol EI -dominio de las Ieyes es gara piiblfca, esto es, mediante una publicidad cuya capacidad de jento posibilita Ia base natural de la situaciém de derecho o de justicia, aT La otra vers sal, parte de que la tuna situacién de derecho. Para truccién de tun orden cosmopolita strgide de la constri de la naturaleza y, especi ica moral, La por a no pucde ser exch ‘entendida de un modo mo- ral, como un actuar segin obligacién y bajo leyes pa: te existentes, leyes cuya posifivizaciin, entendida como fin pron pio de ese actuar, necesita mas bien de Ia consideracién hacia fina volumiad coteetivamente tnificada por lx finalidad general del pablico; a saber: ef bienestar. Esa voluntad tiene a su ver que ser preservada pir medio de la publicidad, Pero ahora tie ne Ja publicidad qua mediar entre oral en un scm tido especifica; en ella ha de aparccer de im modo in la uniticacién de las finalidades empiricas de todos, fa ex dad ha de resultar de la moralided Con esia intencién carzara la flosotia ch con In tarea de guier al pibl digutica que es de una situac yes de la razdn con las necesidades del ha de convertirse en opinion pubiiea. ntoimplicacién de la filosofia de la histo to retroactivo de tna teorta de la historia sobre cl propio de> curso de ésta: «Un intento filoséfico de elaborar las leves ee. nerales de 1a historia universal segin un plan de Ta naturaleza tendente @ la completa unificacién civil de la especie humana tiene que comemplarse como posible y hasta como © ose designio de la naturalezan* Con progresiva its participaeion del corazén en el bien, Pa sl hombre ilustrado comprende que no puede evitar, acabara pur entronizarse»” Asi hs de convertiree la filosofia de Ja his- foria misma en una parte ée la Tlustracién, la cual hace de ella un siagnéstico que Ia coavierte en su andadura, puesto gue sus conocimientas penetran en el raciocinia dei piiblico. Kant de dica en ct contexto de st shistoria vera de la hurmanidady al nines parigrafos propios a las dificultades «de las méximas aplicadas al progresar hacia cl éptimo universal en considera cidn a su publicidad» De la instruccién y adoctrinamiento del pacblo estarian encargados profesores de derecho libres, los fi Idsofos, precisamente, tos ctrales estan desacreditados con el nombre de ilustradores como peligro para el Estado, El pro- gresar hacia el dptimo universal necesita, sin embargo, desarro- liar toda su actividad a plena publicidsd (ede modo que Ja 2 Hlcga a [a notable la estima el efec 148 jon de py ia algo mejor»). icidad impide el progreso de un pueblo hae Las consecuencias, soeavadoras del sistema, de una fi losofia cic la historia caper de an sdlo se acopia la pk iano mientras la separat irtues, Pucsto que una serie de autocomprensién de Ja consciencia burguesa como opinion piblica penetran en el sistema kantiano, puede gracias ar sw ver, BAMIATSC Ta fea de la publicidad burguesa pre- cisamente en su conexion con cl presupuesto de una base. na je la on de derecho, No por casualidad se enfrenta el concep! l —en cuanto el garantizindose esa conexién— a los mismo. Ya Hegel pondré expre iedad burpnesa pueda fancionai estilo, A pesar de la base natural de 9 de jus: esters privatizada del tréfico mercantil y del trabaio social amenaza con . temnos, Mas en tales circunstan cidad seguir siendo el principio de me: moral, y en ef concept cin yaa la idea de Ja pul icciones en las que se Lt. Sobre Ia idad (Hegel y Marx) En cl contexto se_xealiza lo que Kent s personas privadas yaciocinantes reaineidencia publica» y Hegel 149 acuerdo con el modelo de liggeién del dominio: «Lo que | por mnediacién del yeier, poco por Ix del bye, ¥.sobre todo, ppr Ta mediacién de dggnesito»: v un poco después: «El prin nng_exige que Io que haya aparerca como Is publicided del raci —piedra de toque en por cierto puede mostrar- se como valido ante todo hombre de razén—, asf tambien He gel espera de la opinion publica «que una cosa es lo que al sien presume en casa, con su mujer o sus amigos. y otra lo Gye acontece en una tan reunion, donde ut yora_a la otray” Por otto la ad meramente formal, que ofrece verdad dida en que el uso piiblico de la razdn es cosa de sabios —cl rebasa el conocer a 1a de la opinién pul empre que scan del opinar y de jico y andrquico de ‘ese sistema de necesidades destruye decisivamente las ficciones 150 liberales sobre las que se basaba la autocomprensién de la opinién psiblica como legitima razéa. Hegel descubre 1a pro- funda escisién de la sociedad burguesa, Ia cual «no s6lo no se da en la naturaleza, supera la [...] desigualdad [. smediante la generalizacién de las relaciones entre los hom. bres a través de sus necesidades y de los modos de preparar y disponer el medio para ellas, aumenta la acumulaciéa de la Fiqueza [...], por una parte, asf como, islamien- itacin del trabajo particular y, por consiguiente, tam- dependencia y estado de necesidad de la clase adhe rida a este trabajo {...]. Se none aqui de manifiesto que nunca le es bastante a la sociedad burgucsa la exageracion de la r+ queza, o lo que viene a ser lo mismo: que no esté en posesién de capacidad suficiente como para controlar la exageracién de la pobreza y la proliferacién de la plebes."® El proletariado, ciertamente, se determina de un modo meramente negative entre los estamentos de la sociedad burguesa, como una ca tegoria que alude a los necesitados; pero la teoria, esbozada en silueta, del subconsumo (con las consecuencias de un imperia. lismo anticipado: véase el pardgrafo 246), diagnostica un con flicto de intereses que descelifica al interés comin ¥ presunta- mente general del. propietario privado politicamente raciocl nante presentindolo como un interés meramente particular. No puede ya la opinién publica del puiblico constituido por la reunién dé las personas privadas seguir gozando de una base para su unidad y para su verdad; acabaré recalando en la etapa de un subjetivo opinar de muchos. La ambivalente posicién de Ia opinién pablica se necesariamente de la «desorganizacién de ta sociedad burguesa». Pues, cqué aspecto tendrie un Estado que, segiin la expresién Piedad y de la lhertad personal»?! Tendencialmente, en efec- to, ef Estado burgués de derecho, con cuya ayuda Mlevarn a raz6n las personas privadas al dominio sepin la medida de st opinion publica, se iré, por ast decirlo, retirando en la sociedad Dburguess, se «confundirae con ella. Pe ‘en el momento en que poder legislativos,"® on de Ia sociedad burguesa en el ‘ema antagénico de necesidades esta particulares, levarfa una publicidad Estado, Puesto que el disgregado en interes 151 politicamente activa compuesta por personas privadas «a un opinar y a un querer inorginicos y al mero poderio masivo enfrentado al Estado orgénicos."" Para evitarlo, la prevencién iene que controlar la amenazante desorganizacién al lo de tina atadura corporativa. El interés en Ta libertad de comercio ¢ industria necesita «de una tal (atadura), tanto més cuanto més ciegamente hundido esté en la eg jas colisiones (de 1a sociedad bur- guesa) con inconsefente necesidad»™ Con este concepto de una sociedad corporativgthente retroscoplada ha rebasado Hegel eras; tapos) concento de Privada, pu sepsir siendo el Uberal. dblica tiene Ja forma del entendi Sado Llega por sf sola.a conscienela —en la asamblea de esta. Hientos, que compromete a los estamentos profe: de la sociedad burguesa en la tarea legislativa—. «La pal Ia asambles de estamentos» no sirve, pues, las discusiones parlament do evar por vez i verdaderos y de dotarla de penetra: suacién y el concepto del Estado y de sus dotarla por vez primera de capacidad almente de todo eso, y luego también cidn respecto de asuntos, y por e para poder jazga virtudes y disposiciones de las instancias est funcionarios. Asi como esos talentos conservan en tal Ilo y un escenario hon Jos de mayor envergaduray.!? La pu! de formacién» no puede ya seguir siendo un principio de la flustracién y una esfera de realizncion de ta razén. La publi cidad sirve meramente a Ia integracién del subjetivo opinar en la objetividad, puesta por el espiritu en forma de Estado, He- 152 gol se mantiene en la idea de la realizacién de la razén en un inciden justicia y Estado, como Ja realidad que es de la idea moral, conlleva esa fe la opinién y el desprecio; éste, por su la, por su funda ‘en aquel con- opinién publica) soncreta consciencia y mar mento esencial que, més o creto aparece. En la medida en que ell: no contiene ni Ia medida de diferenci realzar el lado substaneial de un saber determinado, es enton- independencia respecto de ella 1a primera condicién for- Ia ciencia)». La opinion publique reaparece en la esfera de la opi= }do desplazado y disuelto por Kant en el am- is de Ia opinin La subjetividad, que como te tiene su més externa tia- ar —avaladores de Ia con- de ella y por tanto autodestructi \dera realidad en su contraria, la subj fear los finalidades. Fl poder fandamento en aquella inmediatez del mundo moral, a partir de fa cual han impuesto por vez primera los sujetos el derecho de ] monarea experimenta «que un pueblo no substan 1 determinado caracter de su espiritu; pero que, Tes- pe ‘modo en que conoce esto y juzga conductas, aconte- cimientos, ctc., results confundido por sf mismo»." El dominio do por un espiritu popular que es uno con el arden esponténeo de la moratidad substancial; el reino de la en el que el espititu popular sc sabe iblica, permanece sin obligatoriedad. La solidaridad y moral es rechazada por Hegel como una cues: lanteada; frente a la racionelizacién del dominfo me- 153 rtuno agui observar que el bien de un icién completamente distinta de la del ta, sino concretamente; y que sdlo esta concreta existencia, ¥ no uno de los muchos pensamientos generales adecuados a mandamientos morales, puede ser principio del actuar v del pre- ceder. El dictamenstespecto de in hipotéticx fnjusticia impur idea de Ia publicidad burguesa, pues le sociedad andrquica y antagéniea no representa Ia esfera —emancipada respecto del dominio y neutralizada desde et punto de vista del poder— det trifico de las personas privadas auténomes, sobre cuya base podria un publico de personas privadas trasladar la antoridad politica a un plano racional. Tampoco la sociedad burguesa pue- de abstenerse de dominio; su tendencia natural a la desorgani- zacién le Neva a nece inguna otra de una echo de impronta anglosajona o francesa; rido considerar esa realidad como una rea burguesa_progresada.’ , en la burguesa, en _meros estamentos ¢50- les a ellos, sin embargo, la funcién pol de mediadores entre Estado y sociedad, equivale al impotente paracién, fécticamente realizada, entre Estado y modo prusiano, glorificado por Hegel. Marx ve que formarse una «republican, ta forma del Estado burgués de dere cho, «alli donde 1a esfera’privada consigi Hasta ese momento tenia ta so« 154 on respecto de las otras partes co 1. La revolu litico como asunto gener eshizo.a Ta sociedad ples, en indi espirituales que’ for- de estos. in sencailens el espiritu politica que, por a: gado, deshecho, disperso por los diversos de In sociedad fe jos genera. independencia respecto de jos elemen- tos particulares de la vida burguesa».!! ‘Como la iiltime frase deja adivinar, Marx trata de un modo irénico a la publ i dependencian de una Tios privados Pero, con de compuests por propieta- feS que se creen hombres. auténomos). to de captar su momento tome Ia idea idad burguesa seriamer coincidente ese momenté g_de las circunstancias y fanicia e Tnglaterra. Marx critica la cons: neoestamen- del Estado patron del Es- tado burgués dz derecho, solo para desenmascarar 2 la In srepsblica» como contradiccién y para poner a la asentada idea de la publicidad burguesa ante el espeic mes sociales de posi cuesa, id de su realizacién totalmente imbur- denuncia 9 1a opinién publica como falsa cons se oculta a si'misma su carécter de mascara del de clase burgués. La critica marxiana de toca, en efecto, a los presupuestos auiocomprensién de la Senin eas =p do 2 sf mismo, reproducirse sin tals. Ademis, el proceso de valorizaci fa no puede, abandor . como un corde nat del capital se basa en 155 apropiacién de la plusvalia extraida del plustrabajo de aque- s Poseedores de mercancias que dispongen tan sélo, como iinica mercancia, de su fuerza de trabajo, —Por eso en vez de una sociedad de estamentos medios con: por pequefios productores de mercancias, se forma w jedad de clases en Ja que las expectativas de ascenso social del trabajador asa- I propietario son cada vez mis ret los mereados, con arreglo a ta acumulacion de ca} forman de un modo oligopolistico, de modo que ni si una formacién independiente de los precios hay que contar emancipacidn de la sociedad burguesa respecto de I Superioridad no Ileva, pongamnos por caso, tual burguesa nuevas relaciones de poder, espe: jjadares asalariados. pronto, los presupuestos sociales de des para que cada uno pueda conseguir, con resolucién y «suerte», ¢l status de un propietario, y con ello, Jes cualificaciones necesarias para ser admitido en la publicidad como hombre privado: propiedad e instruccién. Tgualmente se desvanece In equiparacién de ' Landshut recucrda, por otra stituciones constitucionales de la democracia social cuentan con una opinién publica intac- «EI Estado moderna presu- verdad la soberanfa popular, tar encarnada por a opinion pir ibucién, sin la substitucién de Ia opinién pi: ica como origen de toda autoridad de las decisiones obliga. torias para todo el mundo, falta a Ia democracia moderna la substancia de su propia verdad»? $i no se puede abandonar cl mandato, imy 262 disgregada (0 no se puede abandonar, al menos, sin sostener al mismo tiempo una idea ingenua respecto de la racionalizacién del dominio politico) entonces se abren fun- damentalmente dos caminos para definir el concepto de opi idad desintegrada— de un circulo interno '5 capaces de publicidad y formadores de mo quiso salvar un piiblico raciocinante en el ambiente del sramente aclamativo. «Se comprende que sea mucho formar una opinidn publica a partir Jel desierto idos por los medios de comunicacién de masas, que de la polémica racional entre las grandes corrientes de gue pugnan entre s{ en la sociedad civil. Porque hay que admitir que es mas dificil que nunca el que ana opinién publica consiga imponerse»? Evidentemente, Hennis constata ese estado de cosas sélo para urgir a la creacién de organiza por Ios ciudadanos aentes y de mayor recite idades jerérquicas a presentacion contarse ya con aquel una «represent ipo no puede va, dadas las cit- jas, determinarse sociologicamente de un modo satis. equipara Fraenkel opinién pi inte en el Parlamento y obligatoria para el Gosierno: «Vr. i parlamentaria, la politica.’ —La opinién pu holz cree desacertada esa confrontacién de Gobierno y Parla- 263 mento (entendido éste como portavoz de la opinién pit Jos sujetos politicamente activos serian los pa respectivos de gobierno y oposicién, La voluntad de los partidos coincide con la de Ja ciudadania a la mayoria de Ia ciudadania activa es ide: tad global del pueblo, asi tambien en un Estado demo de partidos Ia voluntad del partide en cada caso mayorit | Patlamento es identificado con la volonté générale»? La opinidn no publica s6lo adquiere credenciales de opinién «publicas en Ia claboracién que de ella hacen los par tidos. * Ambas versione cuentan con el hecho de que, en el proceso de formacién de la opinion y Ja voluntad en las demo- cracias de masas, Ia opinién popular independiente de las om ganizaciones que la movilizan y Ia integran— apenas conser- va una funciéa politicamente relevante. Pero ahi radica, de to- jodos, el punto debi! de esta tcoria; en la medida en que ‘como sujeto de la opi por instancias sélo ; con lo que sigue abiert itulo hay que entender meramente ia inter mo tendencia masiva incapaz si la degradactén de una tracién, pero ineluctablemente integrad: La ficciéa de opinién py de derecho, no puede tamiento real del pul atribucion de politicas le qui aspectos institucionales y procediendo a sociopsicolégica del concepto de opinién publica Ya un problema para el liberalismo de mediados de la entre los Ambitos for- iterariamente su opinién —una opinién capaz de pub! La conexién comunicativa de un ido por personas privadss ha sido in publica que otrora surgla de esa conexidn descompuesta en opiniones informales de per- nipulativamente desarroltada. En cambio, una opinién publica en el sentido estricto de la palabra sélo puede producirse en Ja medida en que los , por la via de la particip: ide las personas privadas en uun_ proceso de comunicacion formal conducido a través de la publicidad interna a las organi jas privadas pertenece, efe mente, ya a los partidos po- blezca una correspander ticas de las personas privadas y aquella opinién cas nign publi ciona los criterios para juzgar de una dimensién que es la ti ca en la que [a opinién publica puede formarse en las cont ciones de una democracia de masas constituida par el Estado social, Asi como las opit informales se cuelan en el clrcu- transformadas, asf también consigue ese circulo mismo publi- cldad al ampliarse con el piiblico constituido por los ciudada- nos. En la medida en que de ningin modo «se da» ta opinién como tal —aunque puedan aislarse se mide segin Ia medida en que provenga de jerna a un piiblico compuesto por miembros también por la magnitud que alcance 1a in entre una publicidad interna a las organizacio- nes y una publicidad externa, formada en

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