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| BUEN USO DE LA RESTRICCION En el corazén del proyecto oulipiano, como hemos visto, gobicr- nna el principio de la restrieeién, una idea que no siempre tuvo buenas crticas. Todos aquellos que comulgan con las concep- ciones romanticas del “genio ereador” y de “la inspiracién’” (con frecuencia sin advertitlo), todos aquellos para quienes la calidad. dde un texto reside en su “sinceridad” o en su “autentcidad”, des- confian del Oulipo como si se tratara de un extrafio delirio. Apenas lo reconocen como un juego, quizds ingenioso, pero que permite ocultar el hueco intelectual o la sequia sentimental de lunos extravagantes acrébatas del lenguaje. Se rata de un proce- 0 muy antiguo: "Es un vergtienza dedicarse a esas nimiedades complicadas, y el trabajo que requieren es una tonteri’, grunia <1 poeta latino Marcial al responder rabiosamente contra las, modas literarias de su tiempo. Nimiedades diftciles, dfficiles ‘nugac, las lamaba él, y la expresién dio en el blanco. Sin embar- 0, algunas restricciones (como los anagrams, los palindromos, los lipogramas, etc.) tienen un cardcter universal que deberia roregerlas de un juicio tan atrevido, Su antigiicdad, su persis- tencia, sus apariciones recurrentes en el conjunto de la literatt- ta oriental y occidental, son hechos irebatibles que nadie puede datse el Iujo de ignorar. Es cierto que no se concibe una poéti- ‘ca que no se base en reglas mis o menos rigutosas. Todos los s- critores, incluso aquelios que disimulan mejor su formalisino, sdmiten que siempre hay exigencias a ls cuales su obra no puede sustracts, Para muchos, la critica al Oulipo se sitda precisamen- {calli en el limite que separa la regla dela restriccién. A punto dle aceptar la regla, re¢hazan la resticcién; dado que no se trata de una regla necesaria, la consideran un mero recurso literatio, es deci, una exageracién, La prictica del Oulipo ha refutado la idea de esta frontera urbitratia, Se sabe, al menos desde Mallarmé, que el lenguaje puree y debe ser tratado como un objeto en si, considerado en su aspecto material: entonces se nas revela como un sistema com- pilejo al interior del cual estén ala vista diversos elementos cuyas, ‘combinaciones producen palabras, fases, versos, parrafos 0 ca- pitulos. Nada deberia prohibit, en el marco de una bésqueda ‘experimental, el someter cada uno de estos elementos a ciertas, ‘operaciones, a ciertas manipulaciones, y estudiar el resultado, del cual el mismo Mallarmé dio el ejemplo: “Son”, dijo Sartre, “con una poesta que fuera como deducida del conjunto de pro- picdades y caracteres del lenguaje’. Se comprende ast qué papel se le otorga a la restriccién en este contexto: obligar al sistema del lenguaje a salir desu funcionamiento rutinario. ¥ también, fornarlo a que confiese, a revelar sus recursos ocults. Todas esas, prohibiciones a las cuales uno se somete, todos esos obstéculos ue uno crea jugando con los elementos del lenguaje (aqut volve- ‘mos a las rata y al laberinto de nuestra definicibn inicial), ad- quieren entonces su verdadero sentido. ;Una exhibicién de vir- tuosismo? De ninguna manera. Més bien, la exploracién de diversas potencialidades. ‘Asi surge la paradoja, tantas veces seialada, de la restriccién lingistica, En lugar de bloquear la imaginacién, estas exigen- cias arbitrarias la despiertan, la estimulan, le permiten ignorar todas esas otras restricciones que no liberan al lenguaje, y se es- ccapan mds ficilmente al control de este tiltimo. Michel Leiris, a propésiro de Raymond Roussel y de sus métodos, no dudaba en hablar de una verdadera “supresién de la eensura”, que se logra mjor por este medio que por el dela escritura automiética, De repente, la nocidn misma de inspiracién se pone en duda. “Hay {que afirmar”, proclama Queneau, “que el poeta jamais recibe la visita de las musas (.). Jams es visitado por la inspiracién por- que dl vive en la inspiraci6n, porque las Fuerzas de la poesia estén siempre a su disposicién, sujetas a su voluntad, sometidas a la actividad que le es propia". Es entonces en la fidelidad a esos simples principios que los fundadores del Oulipo obraron de manera paciente y artesanal, Gonstruyeron el zécalo sobre el cual descansa todavia el edifici yaal cual se debe, en parte, su popularidad y su notable longevi- dad. ¥ aunque no todos los Fundadores estin tan presentes como ho (asi es Ia vida), si permanecen en nuestra memoria. Entonces uno puede preguntar con todo derecho dénde se en- ccuentra el Oulipo después de cincuenta y seis afios de existencia, cjor luego de cincuenta y seis siglos porque, como hemos dicho, un afo oulipiano equivalea un siglo normal. EXTENSIONES Repatemos por un momento en que desde el comienzo hubo cier- to interés del Oulipo por abrire, por extenderse. Cosa que se ha hhecho, en oleadassucesivas, aunque el ritmo de este ensanchamien- ‘ha sabido guandar una sabia lentitud, Esto empeas en 1966, con la invitacién de Queneau al pocta matemético Jacques Roubaud, encarnacién perfecta del Jano oulipiano. Al ndcleo de fundadotes del grupo se unieron, por cooptacién sucesiva, nuevos miembros, luna veintena aproximadamente. Por orden de aparicién: Jacques ud (1966), Georges Perec (1967), Marcel Bénabou, Luc (1969), Paul Fournel (1972), Harry Mathews, Italo Calvino (1973), Michele Métal (1975), Francois Caradec, Jacques Jouet (1983), Pierre Rosenstichl, Hervé Le Teller (1992), Oskar Pastior (1992), Michelle Grangaud, Bernard Cerquiglni (1995), lan Monk. (1998), Olivier Salon, Anne Garréta (2000), Valévie Beaudo (2003), Frédéric Forte (2005), Daniel Levin Becker, Michéle Audin (2009), Etienne Lécroare (2012), Eduardo Berti y Pablo Marcin Sincher (2014). Como se puede advert, se trata de personalida- sles muy diversas (hoifibres © mujeres, j6venes © no tan jévenes, franceses 0 extranjros, esctitotes 0 matemticos, conocidos y des- dos), peto unidos por lazos comune: el interés por la esci- ‘ie a partie dela restriccibn, el gusto por compartir sus creacio- wey convivis,y una cierta forma de humor, Gracias a laintegracién de estos nuevos miembros, el grupo abandoné su diserecién inicial (de manera notoria desde la pu- blicacién del libro de Queneau Entretiens avec Georges Charbonnier, de 1962), y avanzé en la realizacién de al menos tuna parte de su ambicioso progeama, tanto en materia de crea cidn como de erudicién. Numerosas lineas han sido exploradss, y se abricron nuevos campos, ademis de las profusas publicacio- tes colectivas del grupo en diversas editorials francesas (Gallimard, Larousse, Seuil, Le Castor Astral, Mille t une nuits) asf como la gran cantidad de fasciculos de la Bibliotheque Oulipienne (mis de 220 al dia de hoy), en los cuales los oulipianos presentan indivi- dual o colectivamente sus nuevas aportes. De esta manera se es- bozan las lineas de cierta “divisién del trabajo”, sin que por ese ‘motivo se ponga en duda cl principio fundamental de la sana con- vivencia. Es esta dialéctica sutil, hecha a veces dela invencién individual y de la eferveseencia colectiva, la que ba permitido a los oulipianos cultivar en el vasto dominio del lenguaje, cai la toxalidad de los campos potenciales. Empecemos por el campo teérico. A medida que prolife- taban las propuestas de restricciones, que se multiplicaban los, descubrimientos de plagiarios por anticipacién, que se afina- ban los adelantos de la lingiistca, se haefa también mas impe- tiosa la necesidad de cxaminarlos con claridad, de ahi los es- fuerzos por tratar de organizar en un sistema coheremee el conjunto de las restriceiones conocidas. ¥ debemos a es enciclopédico de Queneau la primera de esas tentativas: dos ta- bias, una consagrada a los objetos linguistics y otra a los ob- jetos semanticos, que pronto fucron bautizadas “tablas de ‘Queneleieff”. Este trabajo pionero fue retomado muchas veces por Marcel Bénabou y Frangois Le Lionnais. Este cltimo, en la claboracién de su famoso Tercer Manifiesto, gracias ala impor- tacién masiva de conceptos provenientes de las mateméticas modernas, marcé la pauta para una infinidad de nuevas restric ciones posibles. 5 & la creacién dela escrinura, y de la gramtica?:Imaginan acaso que sucedis sin protestas La verdad es que la querella entre los Antiguos y los Modernos es permanente, Comenzé con el Zinjanthropus hace 1.750.000 afos y continuaré después de la hhumanidad, a menos que los mutantes que la sucedan generen un ‘cambio. La querella a sdo, por otra part, bastante mal compren . Aquellos que se conocen come los Antiguos son, la mayo- tla de las veces, los descendientesesclerosados de aquellos que, en su tiempo, fueron los Modernos: estos sltimos, si regresaran entre nosotros, se colocarian, en muchos casos, al ado de los Inmovadors,renegando de sus imitadores, tn eles, literatura porencial no representa més que una nueva in- yeecién de via en este debate” i Toda obra literaria se construye a parti de una inspiracidn (al menos cs lo que el autor da a entender) que debe acomodatse a luna serie de restricciones y procedimientos que se insertan unos «8 otros como mutiecasrusas. Restriceiones de vocabulario y de Sami resecone vinculadas con srg de nove - Visidn en capftulos, por ejemplo) o de la tragedia cisica (regla de Is tes unidades),estrccones de lavesifiesign gence a Formas fijas (como en el easo del soneto), ere 2Deberfamos conformamnos con estas herencias conocids, negindonos obstinadamente a imaginar férmulas nuevas? Los Partisanos del inmovilismo no dudan en responder de manera afirmativa. Su conviccién no se apoya en una reflexién medita- dda sino en la fléeaa del habito y en la impresionante cantidad de ‘obras maestra (pero también, desgraciadamente, cde obras menos 2. :Cémo puede inyctatse asia en eat debate? Nos desentendemor del pro ‘Mera, mis vinculado aa pricolgia vegetal que ala poet, smaestras) obtenidas de acuerdo con las normas y la reglas for males vigentes. As{ debian argumentar los enemigos de la inven- cidn del lenguaje, sensiblesa la belleza de las exclamaciones, ala cexpresividad de los suspiros y a las miradas en diagonal (no se pretende acd que los enamorados renuncien a nada de esto). Debe la humanidad relajarse,satisfecha, pensando ideas muc- vas en versos antiguos? Creemos que no. Lo que algunos scrtores, han introducido a su manera, con talento (con genio), algunos oca- sionalmente (forjando palabras nuevas), otros mis espectficamen- te (contrarrimas) y algunos con insistencia pero siempre en una sola direccién(lettisme), el Ouvroirde Lieénature Potentille [Taller de Literatura Potencial] (Qulipo) pretende hacerlo sistemitica y

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