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Alianza Estudio Juan J. Linz La quiebra de las democracias | Version espaftola de ‘Rocio de Teran DONADO A LA BIBLIOTECA POR, AGS20416 Editorviol Gluo a0 Alianza Editorial L804 re INDICE ecaloen ¢ Dano Repinet | Piers iin en Aira Universe: 1987 Primers ediin ex "Ainaa Esai" 1995 (Azgetina) | Capitulo 1. Introduccién EE (| i | Capitulo 2. Elementos de quicbra : 32 f Revolucién y caida de regimenes ... ... ... 32 i Legitimidad, eficacia, efectividad y quiebra de una demo- cracia .. : 36 Sistemas de partido y la inestabilidad de la democracia .... 52 Oposicién leal, desleal y semileal ... ... 7 ° Giisis, pérdida de poder, desmembramiento y toma de poder... R | Tnstauracién y consolidacin de un régimen democrétio y | su estabilidad futura ... ... 9 i Tncorporacién de aquellos que no formaben parte de la coalicién fundadora del régimen ... 84 1 legitmidad como problems para un Bdeago demo- i critica . NN Capftulo 3. EI proceso de la caida de la democracia 3 ee ana S. A Mad 19,2988 Problemas insolubles y crisis... ... 93 i Sree sh Ot Estratos en crisis y su posici Heed arene dea ica oe. ose obs Sop see Uare’ eet 00 102 | \ Violencia politica y su impacto... . | Pérdida del monopolio de la violencia organizada } Crisis democréticas y estados multinacionales Crisis, el sistema de partidos democriticos y formas de gobierno : Abdicacién de autenticidad democritica .. | Excursus sobre democracias presidenciales y parlamenta- i rias « 2 : | Capitulo 4, El fin de la democracia Pérdida de poder, vaelo de poder y preparacién para una | transferencia de poder o un enfrentamiento Fin de un régimen democrtico y sus consecuencias y Capitulo 5. Proceso de reequilibramiento i El recquilibramiento de sistemas democriticos como pro- i hema... ees ees os fete ole i Restauracién y reinstauracién de la democracia Derecho a la desobediencia, rebelién y pasién en defensa I de la democracia : 1 Apéndice Indice 103 107 1 118 123, 127 132 152 141 151 151 157 159 168 Este libro se esctibié entre 1970 y 1974, y se publicé en inglés en 1978, como introduccién a una obra colectiva dirigida por Juan J. Linz y Alfted Stepan: The Breakdown of Democratic Reginres, con contribuciones de trece autores que estudiaron la crisis y cafda de cin- co democtacias europeas y siete iberoamericanas. He dudado en pu- blicar una traduccién en castellano sin poner la obra al dia incorpo- tando algunos de los anilisis de los casos incluidos en el libro a los que se hace referencia y otz0s trabajos mos posteriores, sobre todo en torno al tema de la restauracin de la democracia después de regi- tenes autoritarios, Sin embargo, esta puesta al dia se va retrasando dadas otras obligaciones y trabajos intelectuales, y a la vista de que la obra se ha publicado en italiano y japonés he accedido a su traduc- ‘ién al castellang tal como fue publicada originariamente. Capitulo 1 INTRODUCCION SUSIALES Todo cambio de régimen politico afecta a millones de vides, remo- viendo un espectto de emociones, desde el miedo a la esperanza. La Marcha sobre Roma, la Machtergreifung de Hitler, la guerra civil ¢s- patiola, Praga febrero 1948, el golpe contra Allende, todos estos mo- mentos draméticos que simbolizan cambios de poder se fijan en la ‘memoria de la gente como fechas clave en sus vidas. Pero los hechos en sf son en realidad Ia culminacién de un largo proceso, un cambio politico que va creciendo y evolucionando a lo largo de un perfodo de tiempo més o menos prolongado. ¢Hay una pauta comin en los procesos que han llevado a un cambio de régimen, o cada uno supone luna situacién tinica? ¢Es posible construir un modelo descriptivo del proceso de la caida de una democracia que pudiera contribuir a una mejor gomprensién de sus elementos y dinémica? Si fuera posible construir tal modelo, gserfa un modelo explicativo?, gpodrfamos sa- ber més de las condiciones para la estabilidad de la democracia? Los problemas de estabilidad y ruptura de sistemas politicos hace mucho que han ocupado la atencién de los estudiosos de Ia polftica. En afios recientes los cientificos sociales han dedicado considerable atencidn al estudio de los requisitos para la estabilidad poli ticularmente en las democracias §fLos anilisis han tendido, sin em- Para un resumen de la literatura relevante véase John D. May, Of the Conditions and Measures of Democracy (Morristown, N. J.: General Learni Bress, 1973), Un articulo de Seymour M, Lipset, «Some Social Requisites Democracy: Economic Development end Political Legitimacy», American Polit: n | La quiebra de las democracias argo, a ser estéticos, con mayor énfasis en las correlaciones entre las caracterfsticas sociales, econdmicas y culturales y la estabilided de los regimenes en un momento dado de la historia, que en la dindmica de los procesos de crisis, caidas y reequilibramiento de los regimenes cexistentes, o la consolidacidn de otros nuevos| Este énfasis ha sido el resultado ‘principalmente de Ia disponibilidad de datos sisteméticos y cuantitativos de un gran ntimero de sistemas politicos y de nuevas técnicas para andlisis estadisticos*, También ha reflejado el optimis- mo de la posguerra sobre el futuro de las democracias una vez esta: blecidas. Al mismo tiempo, sin embargo, los historiadores han pro- porcionado datos de los sucesos y los cambios sociales, econdmicos ¥y politicos que produjeron esos draméticos momentos que Ilevaron ‘a Mussolini, Hitler o Frangp al poder 0, como en Francia, provocaron tun cambio de rumbo en la batalla por ia supervivencia de una demo- cracia, Las memorias y escritos de los que participaron en los acon- tecimientos histéricos son otra fuente importante para comprender ‘estos procesos politicos * ical Science Review, 53 (1959), pigs. 69-105, contribuyé decsivamente al_plan- feamiento del tema. Oteas contibuciones importantes al debate son:, Harry Eclstein, «A Theory of Stable Democracy», incuido en sa Ditton and Cobo sion in Democracy: A Study of Norway (Princeton, N. J: Princeton University Press, 1966), 7 Robert A. Dail, Polyarchy: Participation and Opposition (New Haven: Yale University Press, 1971). Como andlisis erico vease Brian M. Barry, Sociologists, Economists and Democracy. (Londres: Collier Mecmillay, 1970), capitulo 3. Vésse también la colecciin de trabajos en la antologia editada pot Charis F. Coudde'y Deane E. Neubauer, Empirical Democratic Theory (Chica 0: Markham, 1969). ¥ Ademis de los estudios ya citados de Lipset y Dabl podemos mencionar fos, de Phillis Catright, National Political Development? Its Measurement and Social Correlates», en la obra dtigida por Nelson. W. Polsby, Robert A, Dentier y Paul A. Smith, Politics and Social Life (Nueva York! Houghton Mii, 1563, y Beane, Neubauet Some Condon of Democracy ier ican Political Science Review, 61 (diciembre 1967), pigs. 10029. Sobre el problema mis amplio de la estabilidad de sistemas politicas, democtaticos © n0 Inerece especial atencion cl ensayo de Ted Robert Gurr, «Persistence and Chan ge in Political Systems, 1800-1971», American Political Science Review, 68 (di Giembre, 1974), pigs. 1,482-1.508, Ver también los articulos de Leon Hurwite Democratic Politi Stability: “Some Tradicional Hypotheses. Reexaminedo, Comparative Polit Studies, (enero 1972) pas, 47650, 9. «An Index of Democratic Political Stability. A New Methodological Noten, Comparative Po Tiical Studies, 4 (abril 1971), pigs. 4188, YA este respecto, la obra del historiador y poliélogo Karl Dietrich Bracher, ‘empezando con su ensayo histéricoeorco «Atlewung ciner Demokeatie: Das Ende. der. Weimarer Republik als Forschungsproblem», en la obra ditigide por ‘Atkadij Gutlend, Faktoren der Machbrldung (Berlin: Duncker und Humblet, 1952), pigs, 38.98, ba abicrto nuevas y originales perspectives, Nuestro andlsis ‘std inspiredo y debe mucho su pensamiento y monumental obra a 4 q ee BIBLIOTECA, 1. Inerodueci6n Por tanto, en nuestro esfuer20 para construir un modelo“descrip- tivo de los procesos operativos en un cambio de régimen y quizé, en Tuma instancia, un modelo que pudiera explicarlos, podria ser ttl [ ‘el conocimiento de los sucesos que proporcionan los relatos fRilos historiadores y los informes de los participantes con Ja formu- ficidn de problemas derivados de Ia ciencia social. contemporénea Elandlisis de muchas situaciones histéricas que parecen \inicas sugie- Fis posibilidad de unas pautas comunes y de ciertas secuencias de Meontecimientos que se tepiten en un pais tras otto. De hecho, los participantes a menudo parecen ser conscientes de estas cadenas de Montecimientos y expresan esta conciencia en actitudes compartidas por, muchos de resignacién, tragedia, inevitabilidad o hado. fa interesante estudiar comparativa y sistematicamente hasta ‘qué punto los distintos participantes, ‘especialmente los Itderes demo- Sfricos, tenfan o no conciencia del peligro en que se encontraba el Gstema en momentos ctiticos antes del derrumbamiento final.) Por sjemplo, las declaraciones de Breitscheid, lider del partido social de- mécrata alemén SPD, en el congreso del partido en Magdeburg, en 1929, sobre las implicaciones que podria tener Ia ruptura de Ja gran coalicién (que se produjo en marzo de 1930), revela tanto la concien- a de la amenaza a la democracia y al parlamentarismo como la falta de predisposicién a hacer cualquier sacrificio pera salvarlos*. Todavia ‘més premonitorias fueron las advertencias de Indalecio Prieto en la primavera de 1936: La convulsién de una revolucién, con un resultado u otro, le puede sopor ‘un pais, lo que no puede soporter un pais es In sangria constante del de orden pablico sin finalided revolucionstia inmediata; 10 que no soporte una hhaciSn es el desgaste de su poder pblico y de su propia vitalidad econémica, fmanteniendo el desasosiego, Ja zozobra y Ia intranquilidad, Podrin decit espt- Titus simples que este desasosiego, esta zozobra, esta intranquilidad Ia padecen Sato las clases dominantes, Eso, a mi juicio, constituye un error. De ese desa fosiego, de esa zozobra y de est intranquilidad no tarda en sufrir los efectos ‘of Democratic Political Development: Tests of the Lipset and Moore Models, sn Sage eed ie 14 La quiebra'de las democrecias © pemiciosos 1a propia clase trabsjadora, en virtud de trastomos y posibles co- lapsos de Ja economia, porque Ie economia tiene un sistema a cuye transforma cién_aspirames. 'No se diga, desacreditando a la democracia, que el desorden infecundo es Xinicamente posible cuando en las alturas del poder hay un gobierno democr’- tico, porque entonces los hechos estarin diciendo que sélo Ia democracia con slente los desmanes y que vinicamente el Iétigo de Ia dictedura resulta cipaz de impeditlos... Si el desmén y el desorden se convierten en sistema perenne, por eh no se va al sotialismo, por ahi no se va tampoco a la consolidacién de una repiblica democritice, que yo creo nos interesa conservar. Ni se va al socialismo ni se va al comunismo; se va a una anarquia desesperada qi ri siquiera esté dentro del ideal Libertario; se va a un desorden econémico ‘que puede acubar con el pafs®, En estos andlisis, los cientfficos sociales, principalmente los so- ‘idlogos (y en especial Ios que tienen una orientacién marxista) tien- den a destacar las caracterfsticas estructurales de las sociedades, las __ infraestructuras socioeconémicas que acttian como condicién restrin- gente, limitando Ia eleccién de los actores politicos. Dirigen su aten- cidn a los conflictos sociales yacentes, especialmente los conflictos de clase que en su opinién hacen dificil, si no imposible, la estabilidad de las instituciones democriticas liberales. Sostienen que el proceso de derrumbamiento esté suficientemente éxplicado por las grandes desigualdades sociales y econdmicas, Ja concentracién de poder eco- némico, la dependencia econémica de otros pafses, la amenaza al ‘orden socioeconémico existente planteada por la movilizacién de las smasas y la inevitable y sfgida defensa de los privilegios que terminan con las instituciones democréticas que permiten esta movilizacién. Serfamos los vltimos en negar le importancia de estos factores y su considerable “efecto en casos concretos’.,Pero aun asumiendo que estos anilisis sociolbgicos 0 los basados en’el carécter cultural nacio- nal o en variables psicoldgicas pudieran explicar por gué tiene lugar In catde de-un rine, habia que preguntarelcSmo.{ Desde nuestro punto de vista no puede ignorarge Ia actuacién tanto de los que estin més o menos interesados en el mantenimiento tun cierto sistema politico democritico como la de aquellos. que, | eolocando otros valores por encima, no estén dispuestos a defenderlo |\o incluso estén dipuestos a derrocarlo, Todo este conjunto de conduc- Indalecio Pricto,-Discursor fundamentales (Madsid: Turner, 1975), pig | nes 272-73. 1 Yéase la obra divgide por Juan J. Line y Alfred Stepan, The Breakdown of Democratic Regimes, Latin. America (Baltimore: Joba Hopkins University Pres, 1978). | 1, Tntrodccin 3 tas constituye la verdadera Mindmica del proceso politico™/Creemos ue las caracteristicas estructurales de las sociedades —los contlictos feales y latentes— ofrecen una serie de oportunidades y obstéculos para Ids actores sociales y politicos, tanto hombres como institucio- pes, que pueden llevar a uno u otro resultado, Empezaremos asu- | miendo que estos actores se enfrentan con varias opciones que pue- | den aumentar o disminuir las probabilidades de Ja persistencia y estbilided de un régimed?>No hay duda de que las acciones y los sucesos que se detivan de este hecho tienden a tener un efecto zefor- zador y acumulativo que aumenta o disminuye las probabilidades de _-que sobreviva una politica democrética. Es cierto que en los tltimos \ momentos antes del desenlace, las oportunidades para salvar el siste- | ma pueden ser minimas. Nuestro modelo, por tanto, seré probebilis- | tico més bien que determinista * En este contexto, el antlisis de casos en los cuales una democtacia en crisis consiguié volver a equilibrarse es particularmente interesan- te, puesto que probaria a contrario algunas de las hipStesis que vamos a desarrollar. E] mérito especial de Karl Dietrich Bracher en su bri- ante descripcién de la caida de la repiblica de Weimar fue destacar CNuestto punto de partida es el sindividualismo metodolbgico» formulado por Max Weber, Este concepto aparece bien definido en une caria de'1920 Giada por Wolfgang J. Mommsen, «Diskussion Uber ‘Max Weber und die Machipoliik’», en Verbandungen des'I3 deutschen Sociologentoges: Max We. ber und die Sonologie beute (Tubingen: J. C. Mohr (Paul Siebeck], 1965, p& foe 197, donde se: La seilgi ses pose parendo de Ig, cones tunes pocos o de muchos individuos (einzelnen]; estrctamente individualis: 4 en el método... El Estado en su significado. sociolégico no c+ eda més aque ln probsbilided (chence] de que ciertos modos de sccign expecficos ten- fan lugar. Acciones de individvos humanos concretos. Nada més ... lo subjetivo > ello estd en que las acciones estén guiadas por concepciones concretas, Lo abit sau, Rone ls chnrvuores sentins sue bay une prbablidd je que esas acciones orientadas por essa ed te i no a tal probeblidad, ef Estado dela Ge existitw er 5 Nuestra visién del proceso social y politico concibe las situaciones histé- ricas como «un equilibrio relativamente Jelicado entre fuereas que operan. en diresciones radicalmente opuestas, asf que la diferencia que resulta de una fuera, de un movimiento politico © ineluso del impacto de un hombre con: eo puede tener consecuencias de enorme aleance....No es que un factor como Ge “cree” el resultado, sino que ademis de otras fuerza opetando en esa direc «ion es suficiente para inclinar Ia balanza final a favor de uno de los posibles Fesltados en lugar de otro». Max Weber en Reinhard Bendix, Max Weber ‘A Intellectual Portrait (Londtes: Heinemann, 1960), pég. 259. Curiosamente, Sir James Jeans use la misma imagen: «El cutso de un tren esté presrito dé tn ede iinico en la mayor parte de lot puntos de su trayecto por los rtles fer fos gue come, Sin embargo, gut y al epee un crue en el que hay le Posibilidad de que tome direcciones distintas y sea dicgido a una u otta por Itt minimo esfuerzo, como el que requiere mover las agujts.» Citedo por Al ber Speer, Inside the Third Reich (Nueva York: Avon, 1971), pég. 55. 16 el carfcter de secuenc ttavés dejlas fases de pen retss del proc poder Dedicr mi arene oliticas en diferentes soci cet dificil unto calda defining antes bésicos soc cos soa Heil explic or qué institucioney o suften Ts mi al experi . vamos a digest Suerte [En’sinsacionce dec ones Patecidas caracteristice tpt Jiderazgo, incluso |; es de Stisis como las . le pune prec eh St, Puede er do f ( esa gon ‘ildimo EE ‘Pata nu. ‘| variables, G2 ates de agotar la capecddey Geom ia eee i, tsunce casos, sin ember exPlics {i braniedte REY due seconocetla, Por east. SY, | V Republica py democracia frances ciemplo, | Fda etblics. El resultado en aguel mene eat | dad | situaciones p, oi situaciones parecidas, instieue |/del regimen. Nuestes 1arpenaae de forma que No eludirem trata de sefialar ‘aes itr que nuestra f ‘is for uh s unidades que los Ideror ano Problema Data asegur lideres d Y equibrio de us renaneg eo OlMaeon, establidad Gees 7 como los j 1» Persistencia es mo los problemas y dificultades 31 Un analy moran ge Demokrat Mees stalin de a To 6, pigs. 161.94, 240" (Boston: Gi rec 4. Gian an ipitantes es Robe 8 Ve Pale! Lender Con 1942) en expec el cape ative Analysis, ohn Hetdersbip in Indus and Song 1969) OO, tilde por" Lewes Eoned Societies: Stud Sons, 1960) y el mugs, Por Lewis Edinger (Nocee git it Comper. 1a Lenenbips Toe Sober ade eon CE, Ihe, Wiley rr 1 quicbre de ts democracy 1 Introduccién aque con toda probabilided van a encontrar en el pro’ee: SRE nuestro conocimiento les ayude en sus esfuerz0s, aun cuando Aestros datos, si son validos, también pueden ser diles para aquellos Gue desean asistir a Ia «escuela de dictadores» ” Derrumbamiento de democracias competitives Vamos a centrar nuestro anélisis en las democracias competiti- vas, sin intentar ampliar nuestro estudio a los sistemas politicos ‘utoritatios, totalitarios o tradicionales *. ‘Para evitar todo equivoco es necesatio definir con cierta precisign ‘el tipo de régimen cuyo derrumbamiento y caida estamos analizando. Nuestro criterio para definir una democracia puede resumirse dicien-y do que es la libertad legal para formular y proponer alternativas poli ficas con derechos concomitantes de libertad de asociacién, liber de expresiOn y otras libertades bésicas de Ia persona; competencia fibre y no violenta entre Iideres con una revalidacién periédica de fu derecho para gobernar; inclusién de todos los cargos politicos) Gfectivos en el proceso democrético, y medidas para la participacién de todos los miembros de la comunidad politica, cualesquiera que faesen sus preferencias politicas. Précticamente esto significa libertad para crear pattidos politicos y para realizar elecciones libres y hones. fas a intervalos regulares, sin excluir ningtin cargo politico efectivo ide la responsabilidad directa 0 indirecta ante el electorado. Hoy dfa la democracia suipone pot Jo menos el sufragio universal masculino, pero Gquizd en el pasado fuera compatible con un sufragio censitario o de Capacidades de periodos anteriores, limitado a ciertos grupos sociales. 1D Tgnacio Silone ecuiié la expresién que sirve como titulo a su libro The School Yor Dictators (Londres: Jonathan Cape, 1939), una obra profunda ¢ in- fentora muy selevance para. los lectores de este libro. (Quizd alguien deberia fscrbit una «Escuela para Demécratas>,) Tf Sobre cémo definit la democracia’polftica en términos que tengan sent do y sean operativos, ver Giovanni Sartori, Democratic Theory (Detroit, Mich Mayne State University Press, 1962); Dahl, Polyarchy, y las elisicas formulacio- het de Hans Kelsen, Vows Weren und Wert der Demokratic (Tobingen: J.C. Moke, 1929), y «Foundations of Democracy, Esbics 66 (octubre 1999), pi. 2 1! Vésse Juan J. Linz, «Totaliterian end Authoritarian Regimese, en Hand. book of Political Science, dicigido por Fred 1, Greenstein y Nelson W. Polsby [Readine, Mase: Addison-Wesley, 1975), vol. 3, pégs. 175411, para una ca- Iicterizacién de distintos tipos de togimenes y algunas consideraciones sobre is dindmicas de cambio en ellot y de ellos. El problema de decadencia, caida Faus consecuencias en regimenes avtoritarios en Ia Peninsula Teérica std tra- {ado por Juan J. Ling, «Spain and Portugal: Critical Choices», en Western Euro- ‘Fie Trials of Partnership, ditigide por David S. Landes (Lexington Mass. C. Heath, 1977), pgs. 237-96. 18 La quiebra de las democracias La exclusién de la metidos con Ia via legal se limita a exclusiones competencia politica de partidos no compro. il de consecucién del poder —que en realidad que puedan hacetse efectivas (de partidos me- hores © de individuos de modo temporal o parcial, como el contecl de antecedentes politicos de funcionarios}— no es incompatible con Jas garantfas de competencia libre en nuestra definicion de deme cracia *. Lo. que distingue a un régimen como democratico no os tan to.ls oportunidad incondicional para expresar opiniones, sino la opon funidad legal ¢ igual para todos dle expresar todas las Opiniones » la proteccién del Estado. contza_arbitratiedades, especialmente le fier: ferencia violenta contra ese derecho, Nuestra definicién de demacrn “Gano abatea'a reyimenes que pueden haber recibido el apoyo de tuna mayoria pero no han sido capaces de presentarse ante la sociedad ara que éta lo revaian [No precisa que los partidos se turnen en el poder, sino la posibilidid de que esto suceda, aun cuando cect alternacién es evidencia prima facie del cardcter democtitico de wa réginienJLa idea de que es necesaria al menos una alternacién en el poder a nivel nacional entre el partido o coalicién instauradors del régimen democrético y la oposicidn para definir un régimen como dlemocrético nos parece excesivamente exigente. Ciettamente, la shen Rancia entre la oposicién y el gobierno a nivel nacional no es frecuen. fe, incluso en democracias con dos partidos, y lo es ain menos fn. sistemas multipartido, donde son frecuentes las coaliciones cam, viantes "7," No hay duda de que las realidades sociales y politicas en los paises 8 que se basa nuestro andlisis han introducido considerables mod, ficaciones en nuestra definicién minima. Esto es especialimente ciogey en los casos de los paises hispanoamericanos y también en la Italia tural al sur de Roma durante las primeras décadas de este siglo, cuan- do las presiones administrativas, sociales y econémicas imponian limi. tes a las libertades politicas civicas hasta cl punto de que incluso so La cuestién de ta libertad para ® Dartidos antidemocréticos, especialmente os que favorecen ef uso de la fuerza para derrocar regimenes democratic, es Gompleja. El tema de la represién legal de las otganizaciones policess al cence RanPO AME 9 trata de mantener las insttaciones liberales es tatado por Ones Kirchheimer, Political Justice: The Use of Legal Procedures for Polite’ Ben (Princeton, Ni J.: Princeton Univesity Press, 1961), cap. 4, pags 152-72, gue oles de menudo ero de asocacion con cambios dsigidos, Pa mas rectricti izquierda tampoco ¢: is al periodo que siguid a icional en Chit rt las democracias Svaplicable, ya que ninguna de las de jug, «Machibernithme “Spuialtbeorie und So- 1 est muy bien tratado por M. Rainer Lepsi | Nise ‘Regimewechsels, en 08 ibergibe: Zur Strategic des Resi See en Sonialwiseens wy ce ete ape che Studien, vol. 3, fpor Hans Albert y 0 1971), pigs: 15873. y 2. Elementos de quicbra relativamente estables ha caido bajo el ataque de la izqiijrda, aun- Ique los intentos revolucionarios de Ia izquierda o més frecuentemente el simple hecho de hablar de revolucién contribuyé decisivamente a a crisis de la democracia en Italia, Espafia, Chile y en menor grado ‘Alemania, {J El éxito de las grandes revoluciones en el siglo xx contra los ( fegimenes tradicionales coloniales y autores csbe mete a i, Y{|/desorganizacién y deslegitimacidp, del llamado establishment debido (a guerras exteriores y derrotat!) Probablemente s6lo os cambios . ti después de la caida de la democracia alemana en 1933 y las subsiguientes transformaciones totalitarias de la sociedad bajo. los nazis pueden Iamarse en cierto sentido revolucionarias) La revolu- 2 Tas reveucones populates (st rn), epeiinene I de inpiaciin sparzsta, no han tsunfado en paises con instcuiones Ibcralesy slater Gemocriticas. Los intentos en Alemania y Fislandie af fin de lal Gast Mere ial y ln revolucign de octubre en Astras fzeasrons” el elma resoliconsey tenel norte de Tealis en 1919 no llegé a nada. Incl le fturoereins, como, Hlangeia, también facesaron Las elo nx han cen Risa, Vogosavia sequit-rindependencs “Aageia, En ef eis de Rasta’ China y Yowostivia, la guerra fue ‘win factor decsivo. ‘De las revoluciones on bare ampesina en Melico, Rusia, China, Vietnam, Atgeliay Cuba saradiodes por Eric Wolf en Peasant Warr of tbe’ Twentierb Century (Nueva Work Harper nd Row, 1965), nueve idan ditigidas conta replmeres democtitics: iain tents cstablecidos. Como Edward Matefaks he eoservado, el compecinado cone Bol en la revolucioatin Guetta Civil estaba diviido ‘entte amor bande 9 oo coos nde de Tos huts tevoluconars. So movilaetantevoluone fia durante la Repablica era limitada, y no suvo njpain papel en la sevelcion de octubze, Ver «Peasants, Politic, aad Civil Warr in Spain 19311936m, en Modern European Social Hitory,ctigido por Robert Berieha (Lengton, Mass D.C'Heath, 1973), pgs. 192227 SEL considera a no zevolucionatio el impacto nazi en It sociedad semana , Es més, a veces sucede que el fin buscado ‘no se consigue, pero las consecuencies no buscadas satis- facen deseos 0 motivos que no son la «causa» de la accién. Conside- reremos entonces esta accidn como eficiente, pero no efective, Rettos pectivamente, la accién en este caso estd justiicads no por los resule tados buscads, sino por los que no se buscaban. Estas observaciones son expetiencias personales camunes. Consecuentemente diremos que una accién es efectiva si consigue su fin objetivo y especifico, Diremos también que es eficiente si satie- face los motivos de ese objetivo, sea 0 no efectiva y siempre que el proceso no cree disatisfecciones de signo contrario, Dizemes que una accién es ineficiente si los motivos de ese objetivo no han sido satis. fechos © t€ producen disatisiacciones de signo contrario sun en el caso de que sea efective. Esto sucede frecuentemente; noe encontra- ‘mos con que 9 queremos lo que crefemos que queriamos, (En The T | | 2. Elementos de quiebra 48 | pueden a To largo del empo foriglecer, reforar, mantene 0 debi [ar la creencia en la legitimidad.JSin embargo, las relaciones entre estas variables estén muy lejos dé ser transitivas y lineales, puesto {que la percepcién de Ia eficacia y efectivided de un régimen tiende ‘a estar sesgada por el compromiso inicial con su legitimidad) La legiti- ] midad, pot lo menos durante algtin tiempo, opera como ua constan: | te positiva que multiplica cualquier valor positive que puedan conse- | gir la eficacia y efectividad de un régimen. Asegura la efectividad | incluso en ausencia de una eficacia deseable y contribuye al resultado timo: petsistencia y estabilidad relativa del régimen. Si el valor de Ja legitimidad (el resultado de valores positives menos valores nega | tivos entre diferentes sectores de la poblacién o para sectores clave) | se acerca a cero 0 es negativo, los fracasos de la eficacia y la efectivi dad se multiplicarén. La relacién podrfa representarse asf: ‘efectividad ——— indica relaciones directas aeeee indica relaciones indirectas indica efectos de feedback Mientras més positivos sean los valores en cada una de las relacic- nes a lo largo del tiempo, mayor serd la estabilidad y el rendimiento del régimen. Lo que no sabemos es custo contribuye cada una de estas Telaciones directas, indirectas y de feedback. Para expresarlo rdficamente, no sabemos lo gruesas 0 finas que deberian ser las fle- chas que las’ conectan.|Regimenes que a un observador exterior le parecen que han alcanzado el mismo nivel de éxito 0 fracaso al én- frentarse.con problemas, pero que inicialmente gozaron de distintos niveles de legitimidad, no parecen sufrir las mismas consecuencias. A causa de esto las circunstancias que rodean la instauracién de_un régimen y su consolidacién inicial cobran una gran importancia cuan- doy si éte se enfrenta con crisis serias. En este sentido, los orfgenes Functions of the Executive, Cambridge, Mass.: Harvatd University Press, 1947, pégs, 19-20.) f « La quiebra de Is democracin -histéricos particulares de la replica de Weimar y sus fracasos ini | ciales pueden expliear su caida final a pesar de su considerable éxito || 'tnedlados de los afios veinte)Desgraciadamente no hemos desatro \ * ilado indicadores sisteméticos ‘ni hemos recogido datos a lo largo del tiempo sobre la lesitimidad de regimenes que podrian poner a prue- \ ba una hipéresis de este tipo fle miembros de la sociedad, y hoy en dia esto implica una gran \coltetividad, conceden poder politico a la autoridad en un régimen |para conseguir la satisfaccién de sus intereses materiales e ideale. Nadie puede negar que el grupo dirigente es probable que trate de conseguir sus propios intereses materiales ¢ ideales, pero posiblemen- te no podria retener su legitimidad si los persiguiera exclusivamente ‘0 a.un coste demasiado grande para un amplio sector de Ia sociedad. La obligacién de dar explicaciones, que las elecciones introducen en \ tuna politica democrética, hace necesario que los Iideres tengan que demostrar que persiguen’ objetivos colectivos aceptables para la ma- \ yoria sin'que representen una privacién excesiva pata sus contratios, ‘aunque pueden suponer una pesada carga para minorfas especificas. La respuesta de In sociedad a la politica de sus gobernantes ‘no es ‘obviamente la misma que la de un observador experto objetivo, y el éxito de un gobernante puede basarse més en convencer a la sociedad de que los objetivos perseguidos son en el interés de la misma que fl hecho mismo de que lo sean. Sin embargo, esta claro que a la gen- te se la puede engafar algunas veces, pero no siempre. Mientras que en tcorfa los intereses de Ie colectividad, 0 por lo menos de la mayoria, constituyen la medida de la actuacién de un régimen, los niveles de organizacién y conciencia de los distintos sec: tores de Ia sociedad varian considerablemente, como Mancur Olson ha demostrado ®, Esto presta una especial relevancia a los intereses y la percepcién de los sectores més organizados. Por otra parte, los {gobiernos, como las empresas, no son juzgados necesariamente por sus resultados a corto plazo, especialmente cuando las instituciones y el liderazgo gozan de confianza, es decir, de legitimidad.[EI andlisis ide Pareto sobre la utilidad ha subrayado que la utilidad d€ Ta colec- (@\4 tividad no coincide con la utilidad de los miembros individuales, que hay_utilidades directas e indirectas que deben tenerse en cuenta, que las_utilidades a largo y a corto plazo no coinciden fe. Este tipo de ‘consideraciones hace que sea muy diffcil, incluso pata observadores objetivos desde el exterior, juzgar hasta qué punto un gobierno de- 8 Mancur Olson, The Logie of Collective Action: Public Goods and the Theory of Groups (Cambridge, Mass.: Harvard University Press, 1965), pégir as 13233, 1657 y 174-78. 2. Elementos de quiebra mocrético es eficaz y al mismo tiempo esté respot tado. El problema se multiplica al debatirse si deberfa responder al alectorado o deberia cumplir las decisiones tomadas democréticamen- te por los miembros del partido del gobierno, a la vista de las pre- siones a favor de le democracia interna del partido. Ademés de res) ponder a las demandas de un amplio electorado y de los miembros Gel partido, los gobiernos democriticos no pueden ignorar las de los grupos de interés de importancia clave y bien organizados, que si retiran su confianza pueden set més decisivos que el apoyo del elec- torado, Para dar un ejemplo: una politica que produce la desconfian- za en la comunidad empresarial y leva a la evasién de capital, aun cuando cuente con el apoyo de una mayorfa del electorado,’ puede suponer una seria amenaza para un régimen. Dada la interdependencia, y en muchos casos dependencia, de sociedades y Estados, la respuesta de actores principales en el siste- ma internacional politico y econémico se convierte en otro factor al juzgar la eficacia de una medida politica. Todo esto apunta a la | come. dar defincién erica y empitica de la tic de_un gobierno o régimen. Ciertamente, los regimenes y gobiernos tienen que servir objetivos colectivos, pero como ha demostrado una ya extensa literatura sobre las funciones del Estado, estos objetivos estén_muy lejos de ser un tema de acuerdo ®,|Estdn condicionados histéricamente y definidos en cada momento por el liderazgo politi- co y la sociedad, especialmente sug fuetzas organizadas, Representan tun reto que cambia continuamente) En este punto la literatura sobre “la revolucién de expectativas creciéntes cobra importancia (pot ejem- plo, la creciente difusién de instituciones de una sociedad a otra 0 Jos esténdares de actuacién establecidos internacionalmente). Los cien- tificos sociales, impresionados por la innegable importancia de las ® Le «funcién» 0 «propésito» del Estado era un tema central en la ciencia politica tradicional, como muestea la literatuta alemana sobre el Staatszweck. Para una discusign crltica véase Hermann Heller, Steatslebre (Leiden: A. W. Sithoft's Uitgeversmaatschappij N, V., 1934). En cierto sentido, la literatura sobre outputs del sistema politico y sobre el papel del Estado en’ los paises en Yip de dexrollo a sottido este enfogue, no sempre mejorndo lat forme laciones originarias, Desde que se esctibié este ensayo ha surgido un nuevo interés por proble ras présimos @ los que nosotros llamamos «insolubles» en relacisn con la cues- tiga de la ssobrecarga» del gobierno y 1a xingobernabilidad». Véase los trabs- jos presentados en el cologuio sobre «Overloaded Governments en el Instituto Universitario Europeo, Florencia, diciembre 1976; Richard Rose, «Governing gee) Ungovereailiy A Ske Inquiry, Studer Public Policy, Cenue for the Study of Public Policy, University of Strathclyde, Glasgow, 1977; y Er win K. Scheuch, Wird die Bundesrepublik. unregierbar (Colonia: Arbeltgeber verband der Metallindustrie, 1976) V4 A | ‘6 La quiebea de las. democracy medidas sociales y econémicas en las sociedades contemporéneas, han descuidado, sin embargo, considerar algunas de las funciones bésicas de todo’ sistema politico, pasado y presente, especialmente el pro- blema de manienimiento del orden péblico, seguridad personal, re- solucién y arbitraje de conflictos, y un minimo de previsibilidad en la toma de decisiones, as{ como en su cumplimiento. Muchos de los regimenes que fracasaron por falta de eficacia debieron su fracaso 4 dificultades a este nivel més bien que a la forma en que manejaron problemas més complejos. Le eficacia, por tanto, se refiere a la capacidad de un régimen {para encontrar soluciones a problemas bésicos con los que se enfren- ta todo sistema politico (y los que cobran importancia en un mo- mento histérico), que sén percibidos més como satisfactorias que ‘como insatisfactorias por los ciudadanos conscientes. Mucha gente, sin embargo, es muy probable que se sienta neutral o indiferente frente a muchas medidas politicas, y por tanto, la evaluacién total de la eficacia percibida de un régimen se ve complicada por la ‘ignorancia del significado completo de estas respuestas para la esta bilidad del régimen, Es més, frente al dogma democritico de un hombre un voto, como Robert Dahl ha destacado, no puede ignorar- se la intensidad de las respuestas a las medidas politicas *, Esto es particularmente importante cuando se consideran las respuestas de grupos © instituciones clave, situadas estratégicamente, que en pura teoria democrética no deberia ser una consideracién pata el. politi co, pero que en la realidad son centrales en el momento de tomar de- cisiones. Afortunadamente, la eficacia de un régimen no es juzgada por los actos de un gobierno concreto a lo largo de un perfodo corto de tiempo, sino que es la suma de sus actos a lo largo de un | perfodo més prolongado comparado con la actuacién de distintos gobiernos que probablemente son mas satisfactorios para uno u otto “sector de la sociedad. Esto representa una desventaja para regimenes nuevos que se enfrentan con serios problemas durante el perfodo de consolidacién, puesto que sus gobiernos no pueden presentar éxitos pasados como prueba de la eficacia del régimen frente a sus fracasos, que pueden muy bien ser temporales. El problema es atin mds serio si el régi- ‘men anterior consiguié considerable eficacia, que pueden hacer notar los seguidores que todavia tenga, El hecho de ser nuevo es una H Robert A. Dahl, A Preface to Democratic Theory (Chicago: University of Chica Dress, 195), copia 4, «Equality, Diver, and Intensiy, pi 2 Desgteciadamente no tenemos muchos datos. sobre cfimo los electorados ¥y las Alites clave perciben regimenes pesados en diferentes momentos —inme- a 2, Blementos de quiebra a desventaja que tiene que ser superada, aunque la dinémica de un cambio de régimen sugiere que el derrumbamiento del régimen es el resultado de pérdida de legitimidad, y que esta cafda, por sf y en Blementos de quiebra tados Unidos, Reino Unido —con excepcién de algunos perfodos de transicién— y Nueva Zelanda son, utilizando una definicién estricta, Jos tinicos sistemas bipartidistas existentes. (Podrfan afiadirse Aus- tralia y Canadé, que funcionan como tales.) En la Europa continental del siglo xx sdlo Espafia, antes de 1923, podrfa ser considerada como un sistema bipartidista a nivel parlamentario (pero no a nivel electoral, especialmente regional). Algunas de las democracias euro- peas més pequefas podrian haberse convertido en sistemas bipart- dos si hubieran mantenido un sistema electoral mayoritario de dis tritos uninominaless, pero la introduccién de la representacin pro- porcional detuvo este proceso, Austria, que hoy dia funciona como sistema de dos partidos, no puede ser considerada como tal en el perfodo entre las dos guerras mundiales, especialmente alrededor de 1930. En Hispanoamérica, Colombia y Uruguay se podrian con- siderat sistemas de dos partidos, aunque el tltimo presenta rasgos que obligan a matizer esta afirmacién, Fuera del mundo occidental, sélo Filipinas e Irén podrfan en algin momento cumplir las condi- ciones, Si nos preguntamos hasta qué punto las pautas de la competencia politica en sistemas de dos partidos han contribuido a la estabilidad democrética, nuestra primera impresién es claramente positiva, aun- que Espafia en 1923 (con las reservas ya mencionadas), Colombia en las tltimas décadas y més recientemente Uruguay y Filipinas, po drfan sugerir que este sistema de partidos no impide la cafda de un régimen. Conviene tener en cuenta que en el caso de estas y otra democracias hispanoamericanas no hay que olvidar otro factor: el sistema. presidencial. No es quiz accidental que cuando el formato de dos partidos esté sujeto a una distancia ideolégica mdxima y una competencia centrifuga o termina deshecho o prepara el camino a un enfrenta- | miento que toma la forma de guerra civil, Este fue el caso de Co- lombia y quizé de otros paises hispanoamiericanos. Espafia, durante la Repablica, gracias a un sistema electoral que daba gran ventaja a las plaralidades mayores y, por tanto, a dos grandes coaliciones electo- rales, tendié hacia el formato de dos partidos, con las consecuencias ie Sartori ha observado de una politica muy ideoldgica.En este contexto el multipartidismo extremo, con todos sus costes, es le s0- lucién para poder sobrevivir. No es extrafio que las Cortes espafiolas 38 Nuestta disgresién sobre Ia relacién entre sistema de partidos y estabili dad democritica se basa en la extraordinariamente perceptive y estimulante pologia de sistemas de partidos de Giovanni Sartori, asi como en el andlisis de Sus dinémicas, Partidos sistemas de partidos, Marco pera un andlisis (Madrid: Alianza Editorial, 1976), vol. 1, capttulos 5 y 6, pags. 151-258. 54 La quiebra de las democracias se inclinaran en 1976, por miedo a Ia polarizaciSn, a optar por la representacién proporcional mAs bien que por un sistema de distritos uninominales, a.pesar de temer la fragmentacién. Los partidos de la Europa continental y Chile Ia democracia ||, més estable de Hispanoamérica— eran sistemas de partido miltiple, || aunque de muy distinto tipo. Algunos de ellos han sido, desde que los sistemas de partidos se congelaron alrededor de Ia Primera Guo. tra Mundial, sistemas de plutalismo moderado; es decir, en la ter minologia de Sartori, tienen menos de-cinco: partidos (que cuentan con la posibilidad de formar coaliciones 0” tlenenel potencial de hhacer chantaje). Concretamente son Bélgica e Irlanda (tres partidos), Suecia, Islandia y Luxemburgo (cuatro), Dinamarca (cuatro hasta 1950, cinco después) y Suiza, Holanda y Noruega (cinco). (Noruega y Suecia han tenido grdndes periodos de predominio social demécra- ta desde 1935 y 1932, respectivamente.) Todos son sistemas con coaliciones de gobierno, dentro de In perspectiva de coaliciones alter. nantes, sin partidos antisistema considerables o relevantes (excepto Baliga en los afios treinta), con todos los partidos relevantes disponi- bles para formar coaliciones de gobierno o capaces de unirse como -oposicién y con oposiciones unilaterales. Se caracterizan por: 1) una distancia ideolégica relativamente pequeia entte los partidos rele- || Yantes; 2) una configuracién de coaliciones bipolares, y 3) una com- || petencia centripeta Este no era el caso de la Republica portuguesa, de Italia des pués de la Primera Guerra Mundial, de la Alemania ‘de Weimar, de Francia bajo la TIT y la IV Repdblicas, de la Reptiblica en Espaiia, de Finlandia, Checoslovaquia, los Estados bélticos, los pafses de Eu. ropa oriental y balcénicos en los intermitentes periodos democrat 08, © de Chile antes de la cafda de Allende. Ciertamente la compatacién entre paises con sistemas de plura lismo moderado y no polatizado y los que tienen sistemas de plura- lismo extremo sugiere que los de pluralismo moderado estén asocia: dos con la. estabilidad de la democracia, Sélo en Bélgica (en un mo- mento en que podria hablarse de un sistema de cinco partidos, con 11,5 por 100 del voto en manos del partido fascista Rex y un 7.1 por 100 en las de los nacionalistas flamencos) estuvo cerca de peli- rar la democracia, De las trece democracias relativamente institucionalizadas con sistemas de pluralismo extremo (dejando fuera Polonia, Hungria y los palses balcinicos), siete fueron victimas de un derrumbamiento de- ido a causas internas; uno (Checoslovaquia) sucumbié a una mez. cla de factores externos ¢ internos en 1938; dos (Finlandia en 1930- 1932 y Francia en 1934) estuvieron a punto de caer, y en 1958 en la 2, Blmenton de uisbre Sook oN . a riblicasla‘democracia escapé a este destind por un proceso Bets viento-que levd a la V Repiiblica. A” estos casos se ie this adadir Chile en 1973, Tenemos, sin embargo, «Italia, ue des ae 945 ha sido el arquetipo de un sistema multipartido que no ha | Sfperimentado una rapture, «unque en st caso pudiera muy bien | | ‘de «sobrevivir sin gobernar». - me aeireece claro que. les dos ‘ipos. principales de plualismo aur sartoti distingue no dejan de estar relacionados con el problema ig estabilidad de la democracia, Sartori observa correctamente que —! istemas de pluralismo exttemo segmentado, cuyos partidos se sitdan gn més de una dimension ¥-que-no"compiten entre ellos, ya que tie- fen asegurado un clectorado étnico cultural, territorial 0 religioso Mista, Suiza y Holanda, por ejemplo— constituyen un caso espe | Gal. Si no los consideramos, la relacién entre ined | Grtidismo extremo se hace todavia més patente. (Es imposible ¢ in- | err presenter agat en cetlle cl andlisissofistcado de Sartori dde la dindmica de sistemas multipartidistas ideoldgico, extremo, cen- trifugo y polarizado.) , doa aes Pluralismo polarizado es un sistema de cinco 0 més partido levantes (es deat, con «uso de coaliciény o «poder de intimidacin» catacterizado por 1, La presencia de partidos antisistema (que minan la legitimi- | dad del régimen). | 2. Oposiciones-bilaterales (oporicones, sore que son, @ ec ‘ir una mayorfa, incompatibles). ws te onion conta ds un paride (en Tila la DC) 0 de un de partidos (Weimar). “i seen “Polavizacisn, 0 el emplazamiento de los polos laterales, lite ralmente dos polos aparte, debido a distancia ideol6gica,_ 5. La prevalencia de tendencias centrifugas més bien que cen- { 1S 1 electorado. | HPS" Goa contiguracén ideliyia como forma ments més que | unm mentaldad pragmitica como diferenciadora de Tos partidos. 7. La presencia de una oposicidn irresponsable debida a una al- ternacién periférica més bien que a c ies" alternativas, one | cidn persistente de partidos antisistema y una oposicién semirresp | sable por parte de aquellos partidos en los flancos forzados a cor | petir con ellos. As 8. La politica de «superoferter See Son las caracterfsticas dinémicas las que explican_el_potencial i producir la cafda en estos sistemas; concretamente, la polarize 1

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