MyDoc 152053

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7 - to y contexto En el primer volumen de la V Freud, Ernest a expone y ¢ Jos antecedentes del pensamiento fr cuestién sigue un criterio reduecionista: todo Freud estaria ya en Herbart y Fechner. Asi, para limitarnos a lo més im- portante, la nocién de «represién» (Verdréingung) perte- necerfa al primero, y al segundo, la ley de constancia. Jones sostiene, con toda razén, que semejante método es erronco. De cualquier pensador se pueden rastrear los antecedentes, las tesis aisladas, filosofemas 0 psicologemas; pero lo que importa es la sintesis lograda, la nueva articulacién de lo observado dentro de formulaciones categoriales preexisten- tes, que ahora adquieren otra significacién por su nuevo nexo con la empiria. Por nuestra parte, de antemano desis- timos de cualquier comparacién con Herbart o Fechner, o hasta con Schopenhauer, a quien el mismo Freud cita. Nos situamos fuera del rastreo de antecedentes en ese sentido tri- vial, parcial. Empero, mas alla de lo que pueda entenderse por «cultura», es dificil creer que un pensador de lengua ale- mana, en la vuelta del siglo xx al xx, no estuviera inmerso en el pensamiento clasico alemén. Este ultimo opera en Freud como una sustancia cultural dada, desde la cual articula lo novedoso de su creacién. Si es ocioso buscar «antecedentes- = oe de negar lo original de un pensamiento, es imposi- le discernir eso nuevo si no se lo recorta ‘ Sa ean ati a eee contra el fondo de Queremos dejar establecido los 5 oe ea eget =”? juego de literalidad y polisemia nos fue remitiendo a cier. tos autores clasicos, que iremos mencionando en estas pa- fe que ver con el problema de la “prioridad», Seguin lo analiza Jones acerca de las pre- 16 tendidas influencias de Herbart y Fechner. Por ejemplo, a nadie se le ocurrirfa negar la originalidad de Fichte por su jnmediata descendencia kantiana. Ahora bien, en ese movi- miento de rebote del texto hacia su horizonte cultural, y de regreso a él, acaso se esclarezcan muchos conceptos de Freud que de otro modo podrian mover a perplejidad. Esa compenetracién parece manifestarse en todos los niveles: el de las categorias descriptivas y explicativas (conciente e in- conciente, pulsiones), el de los términos epistémicos (la mo- dalidad del conocimiento del mundo) y el de las intuiciones 0 supuestos fundamentales (la polaridad, el materialismo me- eanicista, cuyo sentido, no trivial, procuraremos dilucidar). Es preciso despejar primero cierta deformacién de la histo- ria del pensamiento aleman. Generalmente se evoca a Kant, luego una suerte de lucha y sucesién de sistemas filos6ficos que se derriban unos a otros y, por fin, tras la muerte de Hegel y de Schelling, un vacio que empieza a ser llenado por el «materialismo», primero, y luego, a fines del siglo, por Jos neokantianos. Hacemos en parte caricatura, pero ese bur- do esquema parece operante. Basten, para refutarlo, algunas puntualizaciones genéricas: Lessing, Goethe, Schelling, pueden situarse dentro de una misma corriente de filosofia de la naturaleza, que llega hasta Haeckel. Los fundamentos de la gnoseologia kantiana son conocidos por todos ellos. El pensamiento de Schelling y el de Hegel se desarrollan siguiendo lineas paralelas y polémicas, aun después de la ruptura entre ambos. A lo largo del siglo xx hay un sinnume- ro de obras de inspiracién fichteana o schellinguiana, que operan como una suerte de tejido conjuntivo de la cultura alemana. Su influencia llega hasta nuestros dias, tanto en la filosofia como en la ciencia. En cuanto a lo que se llama «materialismo», no puede ser confundido bajo una misma etiqueta. Como es sabido, Freud dio sus primeros pasos en la ciencia de la mano de Briicke. A propésito de esto, Jones cita un escrito de Du Bois-Rey- mond, de 1842: «Briicke y yo hemos hecho el solemne ju- ramento de dar vigor a esta verdad: “No existen en el orga- nismo otras fuerzas activas que las fuerzas fisicas y quimi- cas corrientes. En aquellos casos que, por el momento, no pueden ser explicados por estas fuerzas, se debe buscar de hallar la forma o via especifica de la accién de estas ulti- mas, mediante el método fisico-matematico, o bien suponer la existencia de nuevas fuerzas, iguales en dignidad a las fuerzas fisico-quimicas inherentes 4 la materia, y reducti- bles a la fuerza de atraccién y repulsién”» (Vida y obra de Sigmund Freud, Buenos Aires: Hormé, 1, pags. 51-2). uy ; ipo i is de Du Bois-Reymon' I Dos observacionet ae tesis at de, aren Se ala acxlieuiee fuerzas Hae ae aug polémica a a materialis cortas miras niega iali las que acaso Vemos ahi dos escuelas materialistas entre i]6 el pensamiento freudiano conta oa e Peon la cita de Du Bois-Reymond, eee ie opuestos de dimensién casi ne alemén qn ae pea era de continuo, desde los prime- escritos de se 1u0, soe hasta los tiltimos. Hemos puesto cuidado en = coherentemente, porque las fuerzas con! ee Freud supone siempre en la vida animica sé como especificaciones de aquel par de ee Ee la pulsién de muerte repele (véase «La negacion»). © E frente a la mecénica de Kepler-Newton conce| aoa través de la cosmologia de Kant (el éter, la atraccién y : repulsién de su metafisica dela naturaleza). ‘Tras sefialar e! malentendido neokantiano y la posible variedad del «mate- rialismo», ofrecemos en lo que sigue algunos de los mencio- nados rastreos. Las polaridades del alma En La interpretacin de los suefios, refiriéndose a los pensamientos onfricos, Freud dice que «casi regularmenté junto a una ilacién de pensamientos se presenta su trarreflejo contradictorio (kontradiktorisches Widerspic! conectado con ella por asociacién de contraste (Kontrast- association}» (GW, 2-3, pag. 316). Y en el capitulo sobre lo= afectos del suefio: «. . .en el pensar inconciente, cada iti- nerario de pensamiento (Gedankenzug) es uncido con s contraparte (Gegenteil) contradictoria» (GW, 2-3, pag. Algo mas adelante se refiere a la «mudanza en lo co rio (Verwandlung ins Gegenteil}, posibilitada por el mo encadenamiento asociativo que en nuestro pensami a liga la representacién de una cosa a la de su opue 0 fe eee Aetassces tes esta clase de Suefios, como sue- qi PET Os, de los suefios de cumplimiento de deseo © veria en esto una restriccién de la teoria sobre el sue- 471 18 fio {.. .) sino una mera concesién lingiiistica al modo de pensar que juzga extraiia la coincidencia de opuestos (Zu- sammenfalien von Gegenstitzen|» (GW, 2-3, pag. 479). Son harto numerosos los pasajes en que Freud sostiene que los opuestos coinciden en lo inconciente. Estarfamos ten- tados de decir «se juntan», como muy bien traduce Ludovico Rosenthal en algin caso; usamos «coincidir» en su sentido métrico. Y casi dirfamos que se juntan o coinciden en Jo a-conciente. «Oposicién» denota mas bien una determi- nacidn conceptual, referida, claro esta, a algo objetivo. Si por un momento conjeturdéramos que lo a-conciente es, en el hombre, lo mas préximo a niveles inferiores de la natura- Jeza, se nos ocurriria que es el pensamiento conciente y refle- xivo quien extrema las oposiciones. (En apoyo de esto, consi- dérese que, para Freud, es el proceso secundario el que nos da la nocién de tiempo cronolégico.) Una polaridad de connotacién algo diversa es la que in- troducen, en el texto freudiano, los términos precedidos por Gegen-. Hemos procurado traducirlos en lo posible de igual modo, asi: deseo contrario, volicién contraria, etc. Aun a la expresién que se traduce por «contrario», Gegenteil, he- mos debido verterla en algunos casos, descomponiéndola, por «parte contraria» o «contraparte». Hay una diferencia con

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