Traduccién de
‘Mariana Sat
FRANCOISE DAVOINE
JEAN-MAX GAUDILLIERE
HISTORIA Y TRAUMA
La locura de las guerras
FONDO DE CULTURA ECONOMICA
‘MEXICO - ARGENTINA - BRASIL - COLOMBIA - CHILE - EspaSa
Estapos UN1Dos De AMERICA ~ GUATEMALA ~ PenG - VENEZUELABeimer einen inglés, 2004
Pm ton nes 2006
Primera reimpesion, 2013
Davoine, Francoise
"Historia y wauma: la locura dels
Davoine y Jesn-Max Gaudi. - 12
Aurénoma de Buenos Aizes : Fondo de Cal
2013.
437 ps Riel om. - (Tezonte)
desde a edciin francesa
del rere vlumen sive i
amd. La fle det quer,
Dr Coruna Feonéucs De ARGENTINA S.A.
T4BQE Buenos Aires, Argentina
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(Carrera Picacho Ajusco 227; 14738 México, DE
ISBN: 978.950-557-876-4
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reco el depdsito que marca la ly 11.723
Indice
Prélogo, por Gerard Fromm
Advertencia
Primera parte
LECCIONES DE LA LocURA
L Del kundimiento de wn mundo a la locura
como biisquedl ere pas
“sla Jocura quien habla’
Bs el analista quien habla... a
Salir de la locura: una exigencia de verdad.
IL Del principio de objetivacton a la génesis
de un sujet.
De la lesion en el cerebro ala lesién
enel ott0?.... ch
La guerra y la paz en el eel
Mostrar fo que no puede decitse.
IIL De las revoluciones cientificas a las revoluciones
terapéuticas...
Los peligros dele encuentro con Io Real.
7
1B
93
93
12
. 130
151
1518 HISTORIA Y TRAUMA,
Segunda parte
LECCIONES DEL FRENTE
WV. “On the RO enn iss Lo que no se puede decir,
‘Transferencias geogréfcas: encontrar tno se puede callar.
a quién habler.... oe 175,
“La historia del soldado" 183
Psicoandlisis de pa, psicoandlisis de guerra 196
V. Proxnminan. Construccién del espacio
209
209 \
222, t
236 |
Therap ot ou 250
Vi. Inmepuarez. Las coordenadas del tiempo
cuando el tiempo se detuvo.. 269
Mis alla del principio de causalida 269
Un tiempo que no pasa... 284
El combate contra los fantasmas. 299
El nifio de los cabellos b1aNC0S mn neanr B15
‘VIL. Expectancy. ee . 331
si, Una afirmacion inaugural so 331
No se elige la boca que dice: “Si, 10 e8peT0"wevvnnnnne 350
Sueftos que dicen NO. St 362
El sujeto de la “verdad hist6rica’ - 375
LY la sioaplicidad?. 387
Una conclusién simple: tempos congelados,
palabras congeladas. 387
Bibliografia... 399
Indice de nombres. 431asaroree: Bt lector advertra pronto que este libro
hha debido pasar por Estados Unidos para
«a Francia Los autores quisieran agradee
Judith Gurewich (Other Press) y a Ann
‘mantelle (Stock) por comprender el sti
ravesia y asumir los resgos.
Francoise Davoine y Jean-Max GauaillizrePrélogo
Gerard Fromm*
Env 1979, FRaNGoIsE DavoINe ¥ JeaN-Max Gaupinuibae legaron
a Stockbridge, Massachusetts, para visitar por primera vez el
‘Austen Riggs Center. Riggs es un pequefio hospital psiquiatrico,
bastante original, donde pacientes muy perturbados se curan a
partir de una psicoterapia psicoanalitica intensiva, en un m-
bito terapéutico completamente abierto, Este marco de trata-
miento fue establecido a fines de los afios cuarenta por Robert
Knight, David Rapaport y muchos otros j6venes psicoanalistas
apasionados que habian salido de la clinica Menninger. Ense-
‘guida se sumé al grupo Erik Erikson, que realiz6 importantes
tanto en el plano teérico como en el de la practica clinica.
Bajo a direcci6n de Otto Will, que se convirti6 en director
médico de Riggs a fines de los aflos sesenta, el hospital ter-
6 recibiendo pacientes mas evidentemente psicéticos. An-
tes, Otto Will se habia formado a lo largo de numerosos aftos
de experiencia en Chestnut Lodge. Dotado de un claro ca-
risma, mostraba una especie de genio clinico en su trabajo con
los pacientes esquizofrénicos. Los abordaba con una intrepi-
dez hosca; como Sullivan, estaba convencido de que “todos so-
* Director del Bekson Institute, Austen Riggs Center, agosto de 2003,
1B4 HISTORIA Y TRAUMA
mos mas humanos que otra cosa’, y daba la impresi6n de co-
nocer de primera mano el sufrimiento de ellos.
Sin embargo, progresivamente fue saliendo a la luz una
tension en Riggs, con efectos a veces estimulantes y a veces
Probleméticos: tensién entre la ego psychology, que ponia el
acento en la adaptacién de los pacientes a su comunidad (in-
cluida la comunidad del hospital, contexto social del trata-
miento), y otro enfoque, que insistia en lo interpersonal, en el
encuentro con el paciente a lo largo de la fase regresiva que
éste atravesaba en determinado momento.
Esas eran las perspectivas terapéuticas que estaban viva-
mente enfrentadas cuando Frangoise Davoine y Jean-Max
Gaudillidre legaron a Riggs. Esa primera vez, cada uno de ellos
resenté un caso clinico que daba cuenta de su trabajo con un
aciente psicético: atravesando la barrera de la lengua, esa his-
toria les hablé a todas las tendencias representadas en los ana-
listas de Riggs. Sin la menor duda, ellos dos se habian encon-
frado de verdad con sus pacientes. Afirmaban que la locura no
consiste solamente en un ataque contra el orden social; en un
nivel mds profundo, es un esfuerzo intenso para llevar a la
existencia un lazo social forcluido.
Desde ese encuentro, Francoise Davoine y Jean-Max Gau-
dilligre tuvieron numerosas ocasiones de hablar en el Austen
Riggs Center y de trabajar con los clinicos del plantel. Estos
‘simos tuvieron la impresién no s6lo de comprender mejor a
sus pacientes y de abordatlos de un modo distinto sino, ade-
mis, de comprenderse a si mismos de otra manera en su rela~
ci6n con ellos. Los médicos se sienten liberados de cualquier
Posicién doctrinaria que hayan podido asumir durante su for-
macin. Trabajando con Frangoise Davoine y Jean-Max Gaudi-
iére, descubren una dimensi6n historica més amplia, en la
que se ubican tanto el paciente como el analista. $i se acepta
PROLOGO 18
ese hecho, los sintomas de los pacientes y el uso que ellos ha-
‘cen del analista adquieren una dimensién que hasta entonces
habia sido descuidada.
Muchos miembros del equipo de Riggs también tuvieron la
oportunidad de presentar su trabajo en el seminario que
Frangoise Davoine y Jean-Max Gaudillire dirigen desde hace
varios afios en la Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales
de Paris. Desde el principio, conservan el mismo titulo gené-
rico: “Locura y lazo social" Los temas abordados cambian cada
afio: Harry Stack Sullivan, Wittgenstein, Bion, la Madre Loca del
teatro medieval, Don Quijote, etc. En cada ocasién, buscan lo
que la gran locura intenta realizar, la significacién social que
intenta llevar (o traer) ala existencia. A través de esas bisque-
das, sus pacientes se convierten realmente en miembros activos
de su seminario: Io que ellos tienen para decir, asf como los ca-
‘minos que llevaron a Frangoise Davoine y Jean-Max Gaudillitre
a entrar en contacto con ellos, constituyen el tema de este libro.
Historia y trauma no es un libto que trate del desarrollo
individual y la historia psicodinémica anteriores al trauma y la
crisis. Cuenta historias de linajes ubicados del otro lado, mas
é del trauma que los devast6, y habla de las fuerzas que, en
el interior mismo de toda comunidad humana, contribuyen a
cercenar esta historia de la transmisi6n socialmente autori-
zada, Se trata de una historia real, la del lazo social, que debe
ser descubierta, quiz4 incluso representada por primera vez en
la transferencia, como algo que se puede pensar realmente a
partir de los vestigios de un trauma llevados al primer plano
por el paciente: momento crucial para salir de la locura,
En julio de 2001, Francoise Davoine y Jean-Max Gaudillitre
organizaron una reunién de trabajo titulada “Casus b16 HISTORIA Y TRAUMA
casi veinte invitados venfan de toda Europa y de las dos Amé-
ricas. Se les habia pedido que cada uno a su turno expresara
un momento clave de la transferencia, en relacién con un
‘traumatismo sociohist6rico mas amplio. Hubo un punto que
me parecié extremadamente importante: no era a partir de
los oficiales o de nuestras atribuciones profesio-
nales como debfamos presentamos unos a otros, sino a partir
de un punto mucho més especifico, que mostraba la relacién
con el paciente que cada uno de nosotros habia elegido para
su presentacion, Las historias se desarrollaban en una especie
de logica del inconsciente: cada una podria aclarar los puntos
que se encuentran en este libro, dado que cada una se cons-
trufa a partir de la enunciacién del orador anterior.
Para mi enorme sorpresa ~pues no conocia muchas reu-
niones en las que los participantes no se presentaran cada uno
a su tumno-, fueron sus pacientes los que hicieron las presen
taciones, Este fenémeno es central en lo que Francoise Da-
voine y Jean-Max Gaudillitre tratan de transmitirnos: cual-
quiera sea el sufrimiento, cualquiera sea el silencio, hay una
necesidad que conduce las historias forcluidas hasta el decit.
Si por alguna razén esas historias no pueden ser transmitidas,
entonees serdn dichas por boca de otro. Si son impensables,
entonces sus huellas y sus restos se llevaran por generaciones,
vividos como locura por alguien que esta (en)cargado -en el
doble sentido de la energia y de un deber que hay que llevar a
cabo- de representar Jo que Freud lama la herencia arcaica
del linaje. En la transferencia psicética que esta en juego con
estos pacientes, los analistas responden a partir de su propia
herencia arcaica, y es esta confluencia la que crea el campo en
el cual el analista puede encontrarse encargado de representar
algo en el lugar de ellos.
PROLOGO
Frangoise Davoine y Jean-Max Gaudilliére nos proponen un
bro personal, exigente y original. Fs personal en el sentido de
que nos permite acceder a su experiencia con grandes maes-
tos y colegas del mundo entero, y més atin con sus pacientes,
todos los cuales han podido apelar, en momentos cruciales del
trabajo terapéutico, a la existencia de aspectos cercenados de
Ja historia del analista 0 de su linaje, De hecho, eso es lo que
Jos autores nos piden como terapeutas, en el marco del trabajo
‘0, y ése es uno de los puntos que hacen de éste un li-
bro exigente, Pero éno es acaso la misma exigencia que nos
dirigen los pacientes, la exigencia de estar abi, en persona, en
esos momentos en que buscan en nosotros y en nuestra histo-
ria zonas que ellos pondran en marcha? Martin Cooperman,
uno de los grandes maestros que encontramos en este libro,
dijo alguna vez que al anélisis el paciente llega con sus sinto-
mas y el terapeuta con su técnica, y que, si las cosas no van
demasiado mal, ambos terminan saliendo de sus escondites.
Por cierto, Frangoise Davoine y Jean-Max Gau
rfan de acuerdo; como Martin Cooperman, no estén dispuestos a
descuidar la verdadera apuesta del tratamiento por no sé qué
glorificacién del supuesto poder terapSutico de la relaci6n dis
dica, Antes bien, ellos dirian que la locura tiene que ver con una
dislocacién radical del lazo social. Condicionado de un modo un
tanto incomprensible por un trauma que atraviesa las generacio-
nes, el paciente busca activamente anudar ese lazo social por
medio del analista, cuyos propios vinculos y desvinculaciones
respecto del campo social van a ser utilizados por el paciente en
esta dindmica, Asf, el psicoandlisis no es un medio de tratamiento
aplicado por una persona a otra persona, sino un proceso puesto
en marcha por una de ellas en nombre de la otra ~y en nombre
de todos los miembros del linaje y de los antepasados representa-
dos por ella, cualquiera sea el momento transferencial-18 HISTORIA Y TRAUMA
Este libro sin duda es también exigente, particularmente
para el lector estadounidense, #1 inglés no es la lengua ma-
tema de los autores, y su estilo es verdaderamente “francés":
‘con este término quiero expresar la elegancia, la libertad y el
giro un poco eliptico. Hl lector se sumerge en un bafio de expe-
riencia y de cultura més que frente a una demostracién lineal
y deductiva; y sin duda todo ello se articula con referencias
historias, inmediatas 0 eruditas. Los europeos cultos conocen
y viven esa dimensién de la historia mucho mas que nosotros,
Jos estadounidenses. Tienen una aprehensién més extendida
~y més profunda- del sentido del tiempo, de su curso y de las,
{ntersecciones entre la gran Historia y los pequefios aconteci-
mientos, Las grandes guerras del siglo xx tuvieron lugar en su
suelo, razén por la cual posiblemente tengan una intuicién
més inmediata de la relaci6n entre las catéstrofes sociales y las,
crisis que golpean a los linajes y los individuos.
embargo, es para los estadounidenses que Frangoise
Davoine y Jean-Max Gaudillitre escribieron este libro. Lo pu-
Dlicaron primero en Estados Uniclos y en inglés: una manera
de devolver algo de lo que aprendieron al compartir historias
clinicas con colegas estadounidens¢s durante tantos afios. (De
alguna manera, su libro representa un acto de gratitud hacia
jos maestros como Otto Will, Ess White o Martin Cooper
man, a quienes el lector tendré el placer de encontrar alo largo
de todo este volumen) Se ha acusado de abstrusa la escritura
lacaniana, pero Frangoise Davoine y Jean-Max Gaudillitre qui-
steton producir un libro comprensible, que pueda resultar de
ayuda. Yo alfento vivamente a los lectores del "Nuevo Mundo’,
a menudo tan poco informados sobre la historia y, hasta hace
poco, tan proclives a sentirse fuera del alcance de cualquier
catéstrofe social, para que se abran a esta sensibilidad europea
y estos modos de conocimiento, Frangoise Davoine y Jean-
PROLOGO 9
Max Gaudilligre escuchan la Historia: sus personajes, como los
de la tragedia griega, trabajan para representar algo que debe
curar a la comunidad. Estos personajes de la Historia son tam-
ign maestros, tienen los mas diversos origenes, pero apelan a
‘un aspecto critica de la condicién humana, cualquiera sea su
Angulo de enfoque.
Por tiltimo, este libro es un trabajo original. Es innovador,
atrevido y auténtico. La experiencia clinica aqui suena cierta
No conozco nada parecido en la literatura analitica. Sin em-
bargo, tiene en comiin con las buenas obras de psicoandlisis
que fue esencialmente concebido a partir de historias de pa-
cientes y momentos clinicos verdaderos. Es el diario del apren-
dizaje mismo de los autores (de sus viajes, de sus encuentros
con colegas que comparten el mismo interés por lo que la lo-
cura quiere decit) y, por supuesto, el diario de los viajes y los
encuentros analiticos adonde los llevan sus pacientes en los Iu-
¢gares donde los reciben, Frangoise Davoine y Jean-Max Gaudi-
Ire son, como ellos mismos dicen, "coinvestigadores" con sus
pacientes, “segundos en el combate” que llevan a cabo junto a
ellos para restaurar el lazo social cercenado, que sin embargo
es esencial y vitalAdvertencia
LA PRIMERA REDACCION de este libro fue terminada el 11 de oc-
tubre de 2001, La habfamos empezado en septiembre de 2000
y se la llevamos al editor, en Nueva York, a fines de agosto
de 2001
Era un dia muy lindo, Para mostrarles el panorama a los j6-
venes que nos acompatiaban, subimos hasta lo alto del World
‘Trade Center. Una semana después, cuando volvimos a Paris, la
noticia nos Hegé a media tarde. No era posible, no era cierto.
‘Todos esos muertos, toxlos esos desaparecidos. De pronto nos
dimos cuenta de que estébamos en guerra. Habia llegado la
‘guerra. El derrumbe de las torres y de las vidas detenia el tiempo.
Pocos meses después, la vida retom6 su curso, Parecia que
Ja guerra se habfa alejado de nosotros. Otros, en Afganistén,
experimentaban esos derrumbes del tiempo. Como sigue ocu-
rriendo hoy, o hasta hace muy poco, en Iraq, en Ruanda, en los
Balcanes, en Camboya, en Argelia... Por un instante nos pare-
ci6 revivir momentos de la Segunda Guerra Mundial, o incluso
de la Primera. ¥, como en el siglo pasado, empezaban a resonar
en un tono conocido esloganes totalitarios, banalizados.
En pocos meses experimentamos aquello de lo cual habla-
mos en este libro,
La negacién: lo que pas6 no pas6.
212 HISTORIA Y TRAUMA,
La culpa del sobreviviente: épor qué ellos y no nosotros?
La identificacién con el agresor: nosotros nos lo buscamos.
La perversién del juicio: las victimas son las culpables, y
viceversa.
La fascinacién por los criminales y la destruccién de ma-
sas, detectada por Hannah Arendt en “Alianza entre populacho
yelite’!
La reviviscencia traumética de las catstrofes: los viejos
nos alertaban, “Estamos en 1938 (Mtinich), estamos en 1939,
en 1940 (la Blitakrieg), estamos en 1941 (Pearl Harbor). Ya
\cibn de los comen-
tarios va de la mano de la anestesia de las sensaciones.
Alli reconociamos las escansiones de nuestro trabajo de psicoa-
nalistas, en el hospital psiquiatrico, en el dispensario 0 en el con-
sultorio, con pacientes cuya locura, pasajera o duradera, explora
sin descanso esos traumatismos del lazo social y sus consecuen-
cias politicas. La experiencia de atravesar esos momentos, por
parte del analista y del paciente, y no su simple denuncia, es un
paso obligado en el psicoandlisis que lidia con la locura.
Lacan, la guerra, ta locura
En 1945, Jacques Lacan, cuyos seminarios nosotros cursamos
durante nuestros afios de formacion, viajé a Inglaterra para en-
contrarse con W. R. Bion. En ese momento, observé el campo
1 HL arendt, “Une société sans classe’, en Les Origines di totalitarisme,
trad. fr de J-L Bourget, R. Davreu y P. Lévy, Pars, Gallimard, 2002, p. 637
[sead. esp: Los origenes del totalitartsmo, trad. de Guillermo Solana, Madrid,
‘Alianza, 2009},
ADVERTENCIA 2B
de investigaci6n que habia abierto la guerra y dio cuenta de él
en su articulo “La psiquiatria inglesa y la guerra’? Alli, Lacan
citaba al pasar el trabajo precursor del doctor Thomas W.
Salmon; e indicaba ya la importancia que iba a adquirit la im-
plicacién del lazo social en su teoria:
Cuando, en septiembre de 1945, estuve en Londres, acababan
apenas de apagarse las luces del V-Day, el dia en que la ciu-
dad habia celebrado su victoria. La guerra me habia dejado
1un vivo sentimiento del modo de irrealidad en
vvidad de los franceses la habia vivido de prin
ime refiero a esas ideologias foréneas que nos habian mecido
con fantasmagorfas sobre nuestra grandeza, Me refiero més
bien al desconocimiento sistemético del mundo en cada uno,
a los refugios imaginarios en que, como psicoanalista, no po-
dia menos que identificar para el grupo, presa entonces de
una disolucién verdaderamente terrorifica de su estatuto mo-
ral, esos mismos modos de defensa que el individu
Ja neurosis contra su angustia, y con un éxito no menos am-
biguo, también paradojicamente eficaz, y que sella de! misino
‘modo, iay!, un destino que se transmite por generaciones
Este tema ser desarrollado sobre todo en los seminarios que
siguieron a los acontecimientos de 1968, en particular en ET
Autres Boris, Parts,
inglesa y la guersa’,
>] A principios de los afos setenta tuvimos acceso a una copia de este
aniculo ~que no habla vuelto a publicarse desde 1947~ gracias a Edmond
Sanquer, psiqulatea y psicoanalista, jefe de médicas de diferentes hospi-
tales psiguisticos del servicio publice dende nosotros tabajasiamos como
analistas durante mis de 25 aios,
2 Ibid, p. 104,24 HISTORIA ¥ TRAUMA
revés del psicoandlisiss precisamente en la época en que noso-
‘ros habfamos empezado a asistir a su seminario,
‘Alo largo de toda su obra, Lacan propone conceptos para la
exploracién psicoanalitica del campo de la locura, Pero en su
seminario sobre Las psicosis® se detiene voluntariamente més,
acé de la cuestion del manejo de la transferencia en la psicosis
En cuanto a la psiquiatria en Francia, luego de la Segunda,
Guerra Mundial se habia orientado hacia reformas esencial-
mente institucionales, La institucién del encierro bajo todas
sus formas y su critica hist6rica, por otra parte, hab
ee elegido por el fildsofo Michel Foucault.
Oportunamente, en 1977 se tradujeron unos articulos de
Harold Searles que describian su trabajo clinico con la locura,
con el titulo £t esfuerzo por volver loco al otra? Alli reconoci-
‘mos inmediatamente una de las modalidades de la transferen-
cia a la cual nos habfamos visto enfrentados en la practica.
Locura sin fronteras
sta lectura nos comprometi6 a franquear el paso que separa el
océano de ambas tradiciones, la anglosajona y la francesa, En
Rabinovich, Buenos aites, Paid, 1983
‘J Lacan, “Dune question préliminaize tout watement pos
psychos’ en Hort, Pars, Seul, 1966, p. $83 fad. esp:"De una
iodo tratamiento posible dela psicosis, en Exeritas
‘fort pour rendre Tautre fou, trad. fe. de B. Bost, Pars, Ga-
i. esp: “El esfuerzo por voiver loco al otro", en Escrifos
bre espuizofreni, trad. de N, Rosemblat, Barcelona, Gedisa, 1980],
ADVERTENCIA 25
1979, fuimos invitados por Jim Gorey, John Muller y William
Richardson a presentar en el Austen Riggs Center, un centro de-
dicado a la psicoterapia analitica de las psicosis, nuestro trabajo
linico a la luz de los conceptos lacanianos. Este primer contacto
con clinicos que venian de diversos horizontes tedricos (Kleinia-
nos, winnicottianos, anna-freudianos, sullivanianos, etc) nos re-
sult6 de lo més saludable, Tras nuestra exposicién ~algunos de
cuyos elementos se encuentran en este libro-, Ess White, direc-
tor de admisiones, nos pregunté simplemente: "Todo eso esta
‘muy bien, pero ahora digannos cémo lo hacen’.
En nuestro inglés vacilante, sin pensar, de pronto nos en
contramos contando historias de sesiones, dirigiéndonos a pre-
decesores cuyas respectivas referencias teGricas en ese mo-
mento ignordbamos por completo. En esa época, las obras de
Sullivan y de Frieda Fromm-Reichmann nos eran ampliamente
desconocidas, sobre todo por falta de traducciones. Nos sor-
prendia estar disirutando de ese verdadero intercambio impre-
visto, En efecto, los clinicos de Austen Riggs nos contaban a
cambio momentos de sesiones, con la intencién principal de
exponer los callejones sin salida en que los pacientes a menudo
arrinconan a sus analistas, Bran pacientes que venfan a vernos,
as{ como iban a Riggs, al final de la carrera, sin aliento, luego de
agotar las teorias y las ideologfas de los terapeutas anteriores.
Encontramos esa forma de intercambio clinico unos meses
después, cuando nos reunimos con los medicine men sioux de
Dakota del Sur, gracias a la mediacién de Gerald Mohatt. Este
titimo Ileg6 el verano siguiente para dictar una conferencia en
el Austen Riggs Center, y encontré que nuestro Lacan parecta
un pariente cercano de los indios de la llanura. Los juegos de
J. Bagh
icoln, Universiy of Nebraska P
of @ Gift. A Lakota Healers Story,
000,26 HISTORIA Y TRAUMA
palabras, asf como la teorfa de la fata y de la pérdida como fun-
damento del deseo, le recordaban a los give away, los rituales de
potlatch. En realidad, en Lacan esa concepcién se anclaba en el
Ensayo sobre el don de Matcel Mauss? que a su vez la habia ob-
teniclo de los amerindios. Asi pues, nosotros nos transferimos a
una de las fuentes de su teorfa. Asi fue como en Rosebud,
Dakota del Sur, y luego en Manitoulin Island, Ontario, pasamos
varios veranos consecutivos intercambiando historias clinicas
ccon medicine men y analistas,
En el marco ceremo:
, uno no es recibido solamente
lividuo, sino en nombre de todos aquellos con quie-
nes uno esta relacionado (all my relatives) Este lazo pasa por la
palabra, y por la palabra dada. Por eso fue que nos sorprendié
experimentar una teoria de la palabra y del lenguaje que nos
era familiar, Hasta el uso cémico de las ocurrencias y de las
bromas de doble sentido durante la comida que segufa ala
ceremonia, Como antafio, en la época medieval, la risa for-
maba parte del rto, {Tan lejos habfamos tenido que llegar para
buscar la huella cercana y lejana de juegos de lenguaje que se
habjan usado en nuestras tierras? En cualquier caso, ésa fue la
interpretacién de Stanley Red Bird, uno de los lideres de la re-
serva de Rosebud, durante uno de esos encuentros: “Ustedes
vienen a encontrar aquflo que también esté en su casa’!
arte de narrar historias
jas humanas en gene-
izaci6n las relegaba al rango de
lacer de ese tipo de intercambio
clinicas no estaba bien visto, En las ci
ral, la seriedad de la conce;
anécdotas. Con la distancia,
°M. Mauss, Essai sur le don’ en Soctologie et anthropolagie Pais, UF,
1968 (wad. esp.: Ensayo sobre ef don, trad. de Julia Bucci, Buenos Aires,
Ki
inio de 1984, comunicacién oral en elinsituro de
al Studies, Universidad de Alaska, Fairbanks
|
|
ADVERTENCIA 7
“en el Austen Riggs Center de Massachusetts, en la Universi-
dad Sinte Gleska de la reserva de Rosebud, la de Mani-
toulin en el lago Huron, en la Universidad de Alaska en Fair-
banks~ se arraigaba en un detalle fundamental y a menudo
olvidado: los terapeutas confesaban no lucisse siempre, ni tener
1a interpretacion precisa, y debian trabajar precisamente a par-
tir de sus propias fallas, Ese trabajo formaba parte del camino
por el cual habian tenido que pasar en la transferencia con un
otro clegido, analista 0 medicine man, Semejante calificacién,
por cierto, no se adquiria escalando simplemente los grados de
formacién didécticos oficiales. Jacques Lacan ya ironizaba so-
bella Lacan ~decia~ sélo puede dar lo
que ella misma tiene’)* que tiene los limites de todos los con-
formismos y otras marcas registradas, y que obviamente no ga-
rantizan ningiin pasaporte definitivo para la experiencia clinica.
Las historias de la Historia
Ocurre que las historias que empezdbamos a contar alli, con
toda libertad, aparecfan de entrada como historias de la Historia,
a la cual estos pacientes nos conducfan incansablemente, El tf
tulo de este libro sigue insistiendo en ello, aun treinta afios des-
pués. Como hace poco sefialé la historiadora de la Revolucion
Francesa Lynn Hunt!” al confrontar psicoandlisise historia, am-
‘bas disciplinas estaban destinadas a encontrarse, Peto el encuen-
tro fue dific. La traba se explica, segiin ella, por la inconmensu-
“Juego de palibas induce En anes, abel acon sell Lacan) se
pronuea delmisn modo que la el Lace (la ella aca’). (N dea")
TT stun Why Pochoanalyss, commit oral Radel Center
for advanced studies tne cologio “History and Pycioaalyis 22 de
febrero de 200228 HISTORIA Y TRAUMA
rabilidad entre e! quehacer hist6rico fundado en el andlisis de
las fuerzas sociales y el enfoque clinico tan répidamente redu-
ido al individuo. Entre la “titania de lo social y la del individuo’,
como siempre, la salida no puede hallarse en la dicotomia.
La salida se perfila en la brecha abierta por esos pacientes
que se quejan justamente de no tener self de no tener yo, de
no tener individualidad. Nos enseflan que a esa carencia de-
ben ciertos limites en su capacidad de contar historias enmar-
cadas en la gran Historia, ciertos desmoronamientos del lazo
social, cuyo desastre muestran aun al precio de su propia iden-
tidad, Nos permiten ver, “en situaciones simplificadas de la
vida ordinaria, manifestaciones de lo que constituye el sujeto
de las ciencias sociales’, asi como ejemplos concretos de la
confrontacién detectada por Lynn Hunt. De hecho, allf donde
analistas ¢ historiadores tienen dificultades para articularse
unos con otro:
raices, mAs se}
enfrenta a deci
mos y las referencias analizados desde La Miada por el
helenista Gregory Nagy.!?
Las epopeyas cuentan siempre historias de guerra y de
combates. En nuestra experiencia de psicoanalistas, guerra y
Jocura mantienen relaciones extraflas. Pero, como Sécrates al
principio del Gorgias, los analistas a menudo llegan después
de in embargo, nosotros volvemos siempre all.
HS. Sullivan, La Schizophrénie, un processus humatn, trad. fe. de D.
Faugeras, RamonvilleSaint-Agne, Eres, 1998, p, 242 [trad esp.’ La es.
qizofrenta como un proceso humano, México, Herrero, 1964)
0G, Nagy, Le Meileur des Achéens. La fabrigue du héros dans la poésie
(archaigue, trad. fe. de } Carlier y N. Lora, Pars, Seuil, 1994.
laton, Gorgias trad. fx de A. Croiset, Paris, Le Belles Letires, 1960,
tad. esp.: Gorgias, en Didlogas, vol. 2, trad. de J. Calonge, Madrid,
, 1983),
paaeal
ADVERTENCIA 29
Ls s6lo nuestro “caballito” [dada], nuestro hobby horse* que
ros convirtié en los herederos del Don Quijote de Cervantes!
0 del tio Toby del Tristram Shandy de Laurence Sterne, para
entrar en contacto con pacientes dificles?
En condiciones extremas, un lazo social
por fuera de la norma
cen todo caso, atrapar a estos iltimos sin descalificar-
los. Los eufemismos, como este adjetiv. "ya no resultan,
esclarecedlores. Por eso hablaremos deliberadamente de locura,
Es necesario aclarar desde ahora que con esta palabra nunca
designamos la estructura de un individuo sino una forma de
lazo social en una situacién extrema. Ahora bien: las guerras,
cualquiera sea su envergadura ~guerras mundiales, civiles, &tni-
cas, de descolonizacién, etc. son esas circunstancias extremas
cn las que el desmoronamiento de todas las referencias hace
ssurgir lazos por fuera de la norma. Esa gente a la que llamamos
locos, en el sentido trivial del término, antes que nada nos dan
lamedida de lo que ha debido hacerse para sobrevivir.
ada, en francés, y hobby horse, en inglés, designan un
te infantil que consiste en un palo con una cabeza de
os. Amos remiss usa able pra
indicar una ocupacion favorite, un tema predlect y, mas espectficamen
te-una idea recarente. Alo largo de exe libro te ha traductdo dade de
lerentes modos de acuerdo al context, pero se ha conservado el térmi-
cfs entre corchetes. [N. dela T. :
PM. de Cervantes, Dow Quichote trad. fr. de J. Canavagato, Pats, Gall-
ard, col. "Bibliotheque dela Pleiade", 2001 [ed. esp: Dom Quijote de la
‘Mancha San Pablo, nat Alfaguara, 2004)
"SL, Sterne, Vie et opinions de Tristram Shandy, trad. fr. de C. Macon,
Paris, Garnier Hlammarion, 1982 [trad. esp. Vida y opiniones del cabalero
‘Tristram Shandy tra, de A. Lopez de Letona, Maded, Akal, 1985)30 HISTORIA Y TRAUMA
Es as{ como, en nuestra experiencia, los sucesivos choques
que constituyen el ritmo de un andlisis de locura nos llevan
siempre al mismo campo: el de los traumatismos de la historia
y las sociedades. En efecto, a través de sus sintomas, pacientes
que no padecieron directamente los traumas de los combates
persisten, en el perfodo de entreguerras, en testimoniar esos
derrumbes del tiempo y de las garantias de la palabra, a partir
de su propia experiencia.
Pero apenas percibidas y reconocidas, esas zonas catastré-
ficas se actualizan de inmediato en el trabajo transferenci
a guerra en el analisis, sin metafora. La experiencia analitica
nos ha mostrado que las guerras de antafo se precipitan en las
sesiones, a partir de resonancias con puntos de la historia del
analista o de su linaje, Tales interferencias, extraflamente fami-
liares, uncanny, como dice Sullivan, ponen de relieve esas z0-
nas catastrOficas borradas, y las devuelven a la sensibilidad. Su
historizaci6n produce efectos a escala singular, que se expan-
den en el tefido social, por medio de diferentes juegos de len-
guaje que son otras tantas formas de vida, para retomar la ex-
presion de Wittgenstein.”
Una memoria que no olvida
Pero entonces, éy los que viven hoy en paises o en continentes
«que no han sido territorialmente golpeados por las guerras mun-
diales? ZY sus terapeutas, también demasiado j6venes como para
haber sido afectados por esos sismos hist6ricos? Cuando unos 1
in, Investigations philosophiques tead.f. de P. Klossows-
9 [uad. esp: Investigaciones filosaficas, tad.
udrez y U. Moulines, Barcelona, Critica, 2008
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ADVERTENCIA 31
ottos, a través de los océanos, nos plantean estos interrogantes,
simplemente les preguntamos: “ZY sus abuelos? LY sus antepasa-
dos de hace tres 0 cuatro generaciones®. Los mismos comenta~
rios, las mismas preguntas valen para los antepasados de los
analistas.
Para no hablar més que de América, tendida hacia el futuro
y el porvenir en construccién, esos sintomas resistentes pre~
guntan sin cesar: “LY sus familias inmigrantes? De dénde ve-
nian? {Cuéndo abandonaron su tierra? JEn qué circunstancias
catastréficas? £Y la frontera, las guerras indigenas, hispSnicas,
Jas guerras civiles, la de Secesi6n? LY los cementerios africanos,
estadounidenses, australianos, canadienses, ingleses en suelo
francés? LY las guerras de Asia, de Aftica, las catéstrofes socia-
les, econémicas, pero también naturales, a cualquier escala?”
Seria demasiado largo enumerat todos los pafses de donde hu-
yen los refugiados para intentar comenzar una nueva vida y
olvidar, como ellos tratan de decir.
A pesar de la legitima voluntad de olvidar el pasado, nos
alcanzaba con evocar ese vinculo del psicoandlisis con
cura de las guerras para que, en el puiblico de los seminarios
donde exponfamos nuestra experiencia, surgieran, timida-
mente pero con mucha facilidad, los derrumbes del mundo
del que se habian escapado los antepasados de sus pacientes:
iero también los de los analistas! “Mi padre fue herido en Ita-
lia y mi suegro estuvo cautivo cinco afios en Alemania; volvie-
ron muy cambiados’, nos confiaron hace poco durante una
conferencia en Vermont.
Una vez habfamos sido invitados a Knoxville, Tennessee, por
la Appalachian Psychoanalytical Association."* Estabamos co-
'* william McGilivray, que entonces era presidente de esta asociacién,
hizo conoces la trlogia de Pat Baeker: Régénération, trad ft. de). Gous