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iat army YDE , FILOSOFIA lita MONIQUE CANTO-SPERBER a | Bioética entre otras cosas, que es inirinsecamente preferble que esta persona acepte esa proposicién més que la nie- gue; pero 4) silos juicios acerca de lo intrinsecamente preferible no son ni verdaderos ni falsos, entonces nadie conoce nada de nada, y 5) esta conclusién con- tradice nuestra suposicién inicial de que hay proposi- ciones de las que sabemos que son verdaderas”, Parece entonces que toda persona que desea llegar ‘una decisién, teniendo en consideracién la objetivi- dad de los juicios acerca del valor intriaseco, no puc- de aceptar 2 /a wa premisa destructivay afirmar que hay alguna cosa que sabemos. Pero el no objetivista tiene otta opcién posible: puede negat una de as otras, premisas —las premisas 3) 0 4}— del argumento epis- témico anterior. Si el objetivista y el no objetivista de- sean proseguir su discusion, legarin de nuevo acnfren- tarse ala situacion dialéctica precedente, pero apropé- sito de otro tema: disputaran esta vez, no ya acerca de Ja weotia de los valores, sino de epistemologia. Habrin, por consiguiente, “recorrido el circulo”, como decian los antiguos. ‘Nos encontramos asf con las més dificiles de las ‘cucstiones epistemolégicas, pero éstas no son, en s« tido estricto, pertinentes para lo que concierne al anz sis del bien y del mal, Dos filésofos razonables podrian llegar acaso a un acuerdo, pero esta conclusién es, cn el mejor de los casos, problemética, y serfa un error pen- sar que existe una manera mas sencilla de regular las disputas acerca del principio de objetividad. Axistteles, Ethigue Nicomaqu, Pais, GF-Flaznmaion, yLGF Livre de Poche, 1992. + Agusta, san, De natura Bort (De la nature di Bin), en Otrres, vol. 1, Paes, Desclée de Brouwer, 1949, pp. 439-508. 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En la estela de la bioética se constituyeron palabras y expresiones que abarcan gran cantidad de te ‘mas. “Comites de ética’, “manipulacién del genoma hu- mano”, “derecho a la ptocreacién” “patentar formas de vida”, “consentimiento”, “testamento de vida”, son ex- presiOnes que evocan de manera distinta esta tensi6n. entre el desarrollo técnico-cientifico y la interrogacién. éticao, dicho de otra manera, entre el dominio técnico y el limite propuesto por las normas. Ya sea que se des- criba como “campo de preguntas”, “disciplina nueva” ‘0 “ciencia de interfaces”, la biogtica suscita ain inmume- rables discusiones sobre su condicién, sus métodos y sus fines, tanto en los Estados Unidos como en Euro- pa. Abordaremos uno a uno estos diversos aspectos. Contextos del origen de la bioética Las linites de labia médica. Las cuestiones de ética en las pricticas biomédicas no surgen de la bioética. En efec~ to, la ética médica, es decir el effas (Jos usos y los valo- es) propio de la profesién médica, descansa en una larga tradicién que se remonta al “Juramento de Hip6- cxates” (siglo V 2.C)). Distintos valores (Gdelidad, sex- vir al enfermo sin importar cual sea su origen, secreto ydiscrecién) y principios (“sobre todo no dafar”, pro- hibicién del aborto y de la eutanasia: no desteuir una vvida humana) han modelado la profesin médica, Esos valotes y principios han sido expresados por las corpo- taciones profesionales (asociaciones, academias), sea bajo la forma casi juridica de un cédigo de deontolo- fa, oun porla via de un cédigo ético (Cédigo interna- ional de ética médica de la Asociaci6n Médica Mun- dial (avin) de 1949) o de la Declaracién internacional Weclaracién de Helsinki de la aMMt de 1964, enmen- dada en Tokio en 1975, en Venecia en 1983 yen Hong ‘Kong en 1989). De manera general, la ética médica en Ia tradicién deontolégica deseribe los deberes de los médicos respecto de sus pacientes desde una perspec tiva de autorregulacién de la profesién m Sin embargo, las organizaciones médicas internacio- nales (fa AMM o aun la OMS, Organizacin Mundial de Ja Salud) vinculan esta tradicién deontolégico-hipocré tica al pensamiento de los derechos humanos, y en par- ticulara la Declaraci6n universal delos derechos huma- ros de 1948. Durante la segunda Guerra Mundial, los terribles experimentos de los médicos nazis en seres hu- manos, con la complicidad del poder politico, produje- ron una verdadera perversin de la ciencia y Ia medi- cina, El Cédigo de Nuremberg de 1947, redactado durante el Juicio de Nuremberg, enuncié diez princi- 1s7 pios acerca de la experimentacin humana (en particu- larel principio del consentimiento del sujeto) para guiar cn el futuro a los médicos en materia de investigacién, médica. Infiuyé de manera explicita y determinante cn las declaraciones internacionales subsecuentes s0- brea experimentacién en seres humanos. En el ambi- to internacional, esta convergencia entre la ética médi- cay los derechos se enfoca en la necesidad de prote- get al ser humano de los abusos de poder del Estado, Asegurando al mismo empo que cumpla sus obliga: ‘ciones —proteccién, seguridad, ayuda, en particular ls condiciones que aseguren la salud—. Eso permite concretamente que los médicos y sus asociaciones se opongan y se resistan en nombre de los derechos hu- manos a las pricticas abusivas instauradas por esta- dos no democriticos (Declaracién de Hawai de 1977 de Ja Asociacién Mundial de Psiquiatrfa en matetia de in- ternamiento psiquidtrico por motivos politicos). Globalmente, la ética médica de las declaraciones internacionales se coloca bajo el signo de un humanis- mo progresista poco critico del desarrollo técnico y cientifico; se funda en modalidades profesionales para los médicos, por los médicos. Reiindicacones sociales y criss dela autoridad médica. Pasale~ lamente a las preocupaciones morales de la ética mé- dica, otros movimientos ideolbgicos o ctiticos se des- attollaron en cl espacio piblico, radicalizando algu- nos debates. En la década de 1960 las sociedades occidentales, caracterizadas por el desarrollo del Estado asistencial yun cierto desahogo material, fueron transformadas porreivindicaciones sociales (gualdad de razas, de se- x05, libertad sexual) y la afirmacién de derechos indi- viduales (autonomia de la persona). Recordemos que esas fuerzas conflictvas, cuestionando fuentes deauto- ridad (instituciones, Estado, religion), produjeron cam- bios sociales considerables en la vida privada y la vida publica (permisibilidad del suicidio, del aborto, de la homosexualidad; legislacién del divorcio, de los me- dios anticonceptivos; desinstitucionalizacién de las en- fermedadles psiquidtticas, ete). Estas reivindicaciones también afectaron el ambiente médico al denunciar el ppaternalismo de los médicos en la relacién terapéuti- ca (por los tedlogos J. Fletcher y P. Ramsey), y la falta de respeto los sujetos en ciertos experimentos médi- os (por el cientifico H. Beecher). Al comienzo de la década de 1970 estas criticas fueron amplificadas por Jos medios y después por el piiblico, que tomaba asi la estafeta de los universitatios (de los filésofos C. Ca- lishan, D. Clouser, y del socidlogo R. Fox). La autori- dad médica y la sabiduria de los expertos son cucstio- nadas progresivamente por otros campos del conoci- miento, pero también por voces profanas que utli- zaan, entre ottos, los tribunales. La bioética ocurre en ese contexto de crisis del poder médico y cientifico, cn el que la ética médica no basta para responder a la democtatizacién del saber, al pluralismo de los valo- res y ala secularizacin de la sociedad Las ambivalencias sociales frente ql modelo sénico-ientifio de la ‘icin, Esas eriticas sociales tienen otro blanco prin- Bioética cipal: el desarrollo técnico y cientifico, Desde el co- micnzo del siglo Xx, la medicina ha multiplicado sus capacidades de intervenir cficazmente en el ser hums- no enfermo, tanto por medios medicamentosos (anti bidticos, vacunas, neurolépticos, etc) como por técni- cas complejas de intervencién (cirugia cardiaca, rea- nimacion, tasplantes de Srganos, ete) o de diagndstico (clectrocardiogramas, arteriografia, tesonancia mag- nética, etc). La practiea médica se ha vuelto mis técai- ‘ca, pero, sobre todo, la utilizacién de técnicas biomé- dicas osientadas quizas a otros fines que los estricta- mente terapéuticos (tratamiento de una enfermedad ‘yadministraci6n de curaciones), en una meta de conve- rniencia personal (seleccién del sexo por diagndstico prenatal, FIVETE [fecundacién in vive y transterencia de embriones, por sus siglas en francés) en la mujer ‘menopausica, extanasia, etc) {EI modelo téenico-cien- tifico (poder de transformacién, dominio de los pro- cesos, eficacia, rendimiento, accesibilidad) tiende a dominar el desarrollo de la medicina, Surgen preguntas acerca de los limites del impera- tivo técnico: :acaso todo lo que es técnicamente posi- ble es ética y socialmente aceptable? Las interroga- ciones se plantean en torno a las capacidades manipu- Jadotas de la biomedicina y obligan a pensar de nuevo en conceptos tradicionales que estructuran cl universo simbélico y el espacio social. Por ejemplo, con la me- dicina preventiva sera posible anticipar predisposicio- nes a ciertas enfermedades gracias al anilisis del ADN de la célula de una persona. idealistas ingleses BUDA Buda y la profundizacién de la vida moral en el budismo Cuado preliminar Siddhartha Gautama, Ilamado después Buda, es decir, el Tluminado, nacié hacia el afio 560 antes de nuestra era en un valle de Nepal. De familia noble, pertenecié al clan de los Sakya, de ali su otro sobrenombre, Sakya- ‘muni, “el asceta silencioso del clan de los Sakya”. To- das las fuentes concuerdan en decie que vivié 80 afios, © sca de 560 a 480, Estudios recientes (Bechert, The Dating ofthe Historical Buddba, 1991-1992) tienden, sin embargo, a rejuvenecer a Buda, dicho de otro modo, aacercarlo a nosottos, de medio siglo a un siglo. Para a comodidad del lector, los vocablos budistas se ci- tan generalmente en sénscrito, Cuando son en pali, Jos precede Ia letea p. Precisemos que lo que creemos saber de su vida, en la que Ia historia se mezcla intimamente con la le- yenda, nos viene principalmente de los textos del Ca- ‘on: pili, el mas completo, sénscrito y chino. Lo mis- mo sucede con su doctrina (dharma, p. dhamma). Anan- a, primo y secretatio del maestro (un poco como Por- firio lo fue para Plotino), en primer lugat memorizé y transmitié oralmente sus discursos (eg, p. suit) ane tes de que los fijaran por escrito hacia el siglo IIT antes de nuestra era. El Canon permanece abierto hasta el i- glo 1 de nuestra era, es decir durante seis siglos, en el curso de los cuales tuvieron lugar afiadiduras y enmien- dis, como da testimonio la comparacién efectuada por 162 André Bareau entre las versiones pili y chinas (Recher ches sur la biegraphie du Bouddba dans les Satrapitaka et es Vinaya ancien). Dicho esto, pasemos a la moral. Lo ue importa an- te todo es adecuar correctamente, mas bien encuadrat, el tema. No se puede, en efecto, separar completamen te las ideas morales de Buda del resto de su ensefianza. Buda no es un profesor de moral ni un yagin salva ‘Tampoco es un fil6sofo en el sentido sistematico. Mas bien es comparable con un médico, y por otra parte a tradicién unénime le otorgard, entre otros sobtenom- bres, el de “maestro de los remedios” (hatsapagur). El eminente monje cingalés Walpola Rahula traduce delleno “doctor en medicina”. Lo esencial de la doctri- nna contenida en el Sermén de Benarés se desarrolla, en efecto, seginn un esquema médico en boga en esa época ena cuenca baja del Ganges: clagndscco, etiologia, pronéstico, receta. Diagnéstico: santum dublebam, todo es dolor, mas exactumente “malestar”, enfermedad. Y por lo tanto también inestabilidad, ‘Todo es dolor, ice el Sirmin de Benarts nacimiento, vejez, enfermedad, ‘muerte; la unin con lo que no se ama, la desunién con lo que se ama, ano obtencién de lo que se desea 2Se puede decir que no hay acaso en la vida placeres y alegrias? Ciertamente no, el joven principe ha tenido experiencia de ello en el palacio patetno. Pero todo €s0 es impetmanente (aniija) ¢ incluso puede volver- se su contratio, Una estrofa repetida posteriormente ‘en numerosos textos retoma esta verificacién: Todas las acumulaciones llevan a la ruina, todas las clevaciones a la caida, las uniones acaban en sepatacion, la vida tiene como término la muerte. En definitiva, todo es malestar en acto 0 en poten- ia. O bien, sie prefiete, siempre hay en la vida, en el mundo, alguna cosa que no funciona, Ahora, ccual es la causa 0 més exactamente el ori- gen (samudaya), cl lugar en el que aflora el sufrimiento (dublba)? Es Ia sed (rnd), el deseo: sed de placeres, de los cuales el més intenso es el placer sexual, sed de con- ‘tnuar siendo, dicho de otro modo, el instinto de conser vaci6n, y en ocasiones, por el contrario, la necesidad de terminar. Triple enajenacién. A decir verdad, el de- se0 no es la causa del malestar, o por lo menos es tan- to efecto como causa. Aunque no exista lugar para tuna causa primera en las perspectivas buidieas. Como lo afirma Walpola Rahula (L'Enseignemes du Bouddba, 55), el germen de la aparici6n del malestar se encuen- tra en el malestar mismo. Si se tiene sed 0 si se busca desatarse, es que anteriotmente se estaba alterado. Lo que busca el organismo psicosomatico es restablecer su homeostasis, ePodemos romper acaso, interrumpir, este circulo vvicioso? Desde luego. Buda no es el médico del “ni modo”. El pronéstico es tan optimista como relativa- mente més pesimista lo fue el diagndstico, En lugar de que el complejo psicosomitico se precipite en la biisqueda de nuevos placeres a fin de compensar sus insatisfacciones, es necesario comprender que el sufti- miento no llega al eo como un accidente desde el exte-

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