y Oto Rank
un recorrido temporal, ein zeitlicher Ablauf de ta situacién ana-
‘como devenir, o como proceso.
De pronto, los autores pasan a otra metifora de Ablanf, en la
que se trata de devanar hilo entre carretes, Este lugar adqui-
su evidencia gracias a la cutdadosa lectura comparativa
i la presente versi6n en castel
inglés casi siempre
jo de in caiia de pescar,
Es muy arduo el trabajo de Ferenczi y Rank para d
‘qué pasa con el Ablauf de
igar especifico donde aparece la metéfora del
hhablan de la gtima fase del proceso de wn at
1g, que hemos traducido por diso-
también puede traducirse
como desenlace
> §, Ferenc y Outo Rak, The De
CCerofine Newon, Nervous and Me
toa, 1925. IN- de)
Prdlogo
En el verano de 1922, un cambio de smpresiones sobre proble-
‘mas actuales del psic ‘s dio lugar al proyecto de plantear
y resolver, en labor co: des tedncas y précti-
tas que se nos presentaban y —presumiblemente— también se
les presentaban a otros. La parte ert rabajo fue original-
por uno de I renczi) y el fragmento
3k). Ambas par-
‘su primera versién antes del Congreso
(septiembre de 1922) y después fueron
retrabajadas en conjunto.
tema de
‘concurso “La relaci
-a” para exami
jeorfa y qué t
influencia que ejerce la técnica sobre
‘se orientan una a la olra, o se obstaculizan’
Ya qu
mos, result6 pei
do. Intentamos ponernos a la
redaccién de un texto acerca de
yy haciendo correcciones
8 plantcar debidamente la amy
Jo que tuvimos que ren
‘ema era muy cereano a los problemas que tratéba-
elaborar nuestros trabajos en ese senti-
tarea mediante la
(0, se nos plantearon nuevas perspe
boracién tuvo que postergarse hasta que Fue ps
trabajo en su form cuyas fallas ¢ incongruencias espera-
ss que sean discul smando en consideraci6n esta historia
de su surgimiento.
Klobenstein am Ritten, agosto de 1923.Introduccién
Como es sabido, en el transcurso de unos treinta afios, el método
-0 evolucioné de un simple procedimiento médico-
ratamiento de algunas pel
as, hasta un edificio de enseftanza ci
alcance que se amplfa poco. poco, per
parece llevar hacia una nueva comprens
Si uno quisiera darle seguimiento, paso a paso, al camino de
esta evolucién, y estudiar la,mutua influencia del método tera~
péutico y la técnica médica por un lado, y el detalle de la cons-
trucci6n cientifica por el otro, no querria menos que escribir
sonia de onto
farea, atin hoy insolu-
san con mucho el
n dei mundo.
estudio la relacién entre los hechos elaborados por una ci
ella misma. Esta tarea, de suyo considerablemente dif
‘que lleva hasta las preguntas més basicas de todo nuestro método
ico, se vuelve casi imposible para el psicoandlisis, que se
encuentra todavia en desarrollo y en cuyo proceso estamos di-
decir, que somos representantes
Gi Preul, “Zor Geschichte der psychoanalyischen Bewegung” (San
{Sigmund Freud, "Contnbuci6nsobre todo con respecto a cuestiones préctico-téemeas.
tido contrano al rapido avance de la ensefianza psicoan:
rapéutico, que es justam
verdadero acieate de cualquier avance
euidado
Head ic eee s- sao ae en
el desarrollo de la técnica se ha detenido, en especial porque,
el gran nimero de a
que se basaban en el est eratura, permanecieran ri-
gidamente fijos a estas regias técnicas sin poder hall
con los avances que, ent
‘veces presionados a hacer una pausa en
examinar estas dificultades y problemas.
‘comunicar nuestras experieicias y pensamos q
nera de hacerlo es intentar:exponer c6mo practicamos
centendemos ahora por psicoandlisis. Slo entonces sera p
comprender las dficultades‘actuales por doquiera y—es
tra esperanza— corregitl
Para ello es impresci
co de Freud Recordar, repetir y reelaborar (191
‘momentos enunciados eel titulo se les ha atri
desigual, en tanto recordar $é:ibica como meta del trabajo anali-
tico, considerando que el querer volver a experimentar, en lugar
de recordar, es sintoma dela resistencia que habria que evitar.
Desde Ia perspectiva de la'compulsién a la repeticién, no s
es absolutamente inevitable’gue, durante la cura, el paciente re-
pita tramos enteros de su'désarrollo, sino que ademés, la expe-
riencia ha mostrado que se trata justamente de aquellos tramos
que no pueden ser recordados. Al paciente no le queda otro ca-
‘mino que reproducirlos; s6lovas{ el analista puede aprehender el
‘material inconsciente, De lo (que se trata es de comprender tam-
bign esta forma de comunicacién, la asi llamada habia gestual
(Ferenczi) para explicérseld al paciente. Como Freud nos ha
censefiado, os sintomas neuréticos no son otra cosa que comuni-
caciones deformadas, formas de expresion en primera instancia
no comprendidas del inconsciente.
La primera necesidad préética que deriva de esta perspectiva
implica no s6lo n tendencias a re-
producis, sino incluso promoverlas siempre y cuando se sepa
‘material més importante
lesorda, epairyreiahorar (Nuevos conse
fen Obras completa, op.18 _Sendior Ferencat y Otto Rank
una intervencién activa en el sent
As{legamos a otorgar el papel p la técnica psicoana-
Itica a repeti sar de recordar: Esto no debe entenderse
simplemente como dejar que los afectos se pierdan en “experien-
se trata de paulatinamente permitir y disolver, es decir, de
formar lo reproducido en recuerdo actual.
jo de promover la repeticién.
Los avances que derivan de esta manera de inventariar nues-
tro saber, se contemplan y formulan en dos aspectos. Del lado
de la técnica se trata de e la “actividad” en el sentido de
tuna promocién directa jaa la reproduc-
cidn, hasta ahora descuidada ¢ incluso considerada una moles-
ta apancién colateral. Desde la perspectiva teérica tenemos el
cimiento de ta sobresa cacién, también en
Jas neurosis, de ia compulsi6n a la repeticién, identifica
Freud.*Esta reciente perspectiva hace comprensibies lo
tados de Ta “actividad” y fu
te6rico. Consideramos, por el
Freud st en adelante otorgam
1. El curso de la libido y sus fases
Al proponemos bosquejar a grandes rasgos la
del andlisis aplicado a la terapia, de entrada evitaremos que se
piense que lo que est en juego es una exposicién detallada de la
{écnica. En caso de que algo asf fuera literariamente posi
é
hechos psiquicos de la transferencia y de Ia resistencia como
fundamento para influir en el pacienie, se puede llegar a una
formulacién muy general del psicoan:
delimitado, dentro del desarrollo
2. Respecto a este proceso automético del fh
al proceso de curacién orgé-
su propio tiempo y sus crisis, Jo que le queda por
pica anallten, endra que asprarse =
pvoanalsis, aves de cual se20 Sandor Ferancet y Otto Rank
da pasién transfere
una expresidn acentuada. Mientras que e
muy a menudo se inhibe y se trastorna
permite, bajo condiciones especi
en algunos momentos, la promueve. De este planteamiento
se deriva el papel més bien pasivo y s6lo en algunos momentos
activo, que le corresponde at analista, Respecto al sufrimtento
nte, para empezar, no tiene otra cosa qué hacer mas
i! humana, que en los neur
ino debido a ciertas particulari-
dades de Ias neurosts cuya cut mplica la actu:
viejos materiales reprimidos. De la misma manera,
s6lo puede intervenir en una enfermedad orgénica en tanto loca-
lice el proceso de laenfermedad. Lo que el anal
der del buen internista, es la observacién tranuila y objetiva
del curso que tome la enfermedad, la paciencia, y una pasividad
que confie en la
transferencia in-
hay muchos mas
que también re-
éxito presupone del lado del paciente
imacién y de renuncia como no les es
dada a todas las personas.
De la compresién del andlisis como la introducci6n artificral
de un proceso de desagie libidinal con el fin de corregir formas
La situacién analitica 21
de descarga neurética, se.desprende la respuesta a
‘muchas veces planteada acerca de la posici6n del an
durante la repetici6n de este flujo libidinal, se mantiene bastan-
te pasivo, por asf decir, como objeto, o mejor como fantasma de
‘este proceso. Sin embargo! en los momentos en que es necesaria
una correccién del curso.riewrético, interviene en forma “acti-
va" oa manera de catalizador.
‘Antes de responder a la pregunta de cémo se efectiiael andili-
sis de las resistencias libidinales y cudles son los puntos en que
lo neurético se presenta para ser corregido, queremos acentuar
que en la préctica, las fases analiticas no suceden de manera tan
esquemitica. Se trata fundamentalmente de las fases de la resis-
tencia y de la transferencia cuya conquista es ¢! trabajo principal
del andlisis, que puede nombrarse, sintéticamente, cura de sus-
traccion de libido.
En la resistencia, en la que el yo se defiende por una parte de
Ja reproduceién del inconsciente y por la otra, atin mas de su
is, surgen fundamentalmente los recuerdos preconscientes
ne, 0 sus particularidades manifiestas de cardcter y
waciones ideales, a cargo del yo. Todas estas resistencias
smo hemos descrito, afectan el flujo de la trans-
, se eliminan paso a paso en el transcurso de!
s. Por lo general, primero se ponen en consideracién las,
ra hiriendo al narcisismo suspent
los Viejos ideales dei yo, gracias a lo cual, el fh
la manifestaciGn afectiva de pi
infantil dafiado del individuo.serouaptian sis s30000025 9p [8 [2 ee san
nuooua opuargey “e1oioed Ta
aiqe.as ‘sontsaufoxd owarunt oar
[40d & ‘puroueraysuen woroonns v]
ouda1 ap O}9 Ow Pept
‘ugronadat e] ap o
‘bun ap ofode woo
eBisrad ayuaroed ja ‘oruousyvaruen tonb jnbe 2¢1
sojetsoqeur Soy 9p opransr Je uoTaysodeNuoo wa ‘Uoroonposdas
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ouapod jap orvadsax uoroonysies ejayered B] ap sgann y “vioueL
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-orsonpordar se] 2p owveruressasap,fop eA sod wotoonsysuooaL
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-iqiyoud saouonua visey 0] ap FeUpIAA] UorooKysHeS 2|qesepisuoD
sqexoduroy viousoy Bj X vaNI [EUR UOTORNUIS Bf Bp UOIOPAID T] EA
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‘9p euLIO] UO IwZUUAR v osioAaIIY Uapond
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-e]sties v opunaidse wands anb osad “eroueyur vy uo sopers09 ‘jst
‘ojst00p 20d “oasap ap sosyndutt sosg “sopmunidas oyroureyerpau
-ut osad ‘sopiaia uosany URN O|JoxTeSEp |2 9
@ stiouapua} seljanbe ap uesusAosd anb ou!
Sv] 9p vloustouoa ap wuso} vj wo“
Ul 2] ofeq vjnuinse ayuarsed jo anb B1w9 ap sous
9p € spsajur ap seiajse susiaaip op uauisinord anb “wrouarsisar
1] ap asus v] ap sawudtosuozaud sopransas so] ap oLNUOD TY
Ee BMeMD UpIoOMIS OT
"pany ong Kaley OPIS TE24 Séndor Ferences y Otto Rank
nales, se trata de separar de las
infantil reproducida en a situaci6n transferencial, de manera
que al paciente se le abra paso hacia una nueva y normal -
cién de la libido, Esta tarea corresponde a una fase especial del
andlisis que designamos como deshabituacidn libidinal y que
signi nente, la disolucién correcta de la transfe-
rencia, Que el paciente esta maduro para esto, se deja ver através
de sefiales diversas, mas 0 menos claras, que no han de malin-
terpretarse. El rasgo principal de esta situacién es el momento
ya designado por Freud en el cual bajo la forma de
‘una neurosis artifict en vez de la in-
fantil), es decir, convertido en una compulsi6n, toma el lugar de
iamente se trata de disolver, por la
Jaboraci6n”, esta neurosis de trans-
iones de
y disolucion d
nde todo el trabajo analitico y a la no acep-
taci6n de sus resultados. Esto se debe a que el imconscrente del
paciente estaba orientado a aceptar
faccion real de la libido en la
iar a ello y aceptar los resultados
cuente cambio en Ia orientacton. Esta es una prueba de
paciencia para el paciente que se esfuerza, en el sentido de la
privacién neurética, en mostrar que la sustracci6n de libido tam-
bién pone en peligro a la cura,
‘camino por el cual el trabajo ani ete concluye.
plazo de terminaci6n establecido en base a la formacién de la
neurosis de transferencia, ha de observarse con rigor, sin deyarse
llevar por los “avances” que aparentemente puede hacer el pacien-
te bajo la presi6n de esta firmeza, ni dejarlo ir antes de tiempo;
cs precisamente en esta dltima fase en la que puede hacerse lo
decisivo para el éxito terapéutico, e] cual solamente fue prepa-
rado en las fases anteriores,
Podemos ahora, mirando hacia atrés, resumur el sentido pro-
ptamente dicho del tratamiento analitico: lo esencial del
reside, como hemos dicho, en un proceso del flujo libidinal,
.do temporalmente, en cuyo transcurso todas las exigencias
ido infantil encuentran, parcialmente, satisfaccion en
pero, en realidad, lo que experimentan, paralela-
mente a la concesién de una satisfaccion del orden de la fan-
ja adaptacién conscien
is toma en consideracion
cetones libidinales cla
rante el
va, Bsta aprehensiOn
idos y conexiones de las
permitimos a su person:
se gradualmente, en sus est
a la primera fase
(su personalidad y resp
de la antigua libido edipica y sus estadios previos. Esta repre-26 Sandor erences y Owo Rank
cen las manifestactones de
mhibitonas de sus resistencias yoicas. Todo el proceso
ido, comoen las exterionzaciones
le por alcanzar al fin alguna
isfacci6n, y ocurre bajo protesta de toda la per-
re, con St ideal de yo y las tent
tas, Se resiste a esta reduccién a lo infantil, Mientras
mas intensa es la presién de las tendencias libidinales que con-
fluyen en la transferencia, més fuertes son, también, las resis-
tencias rias del yo. Aqui queda claro lo que quiere decir
que, en realidad, sélo se trata de eliminar fas resistencias que se
interponen en el camino del despliegue de la transferencia de li-
sencillamente arrasado por el peso:
¢€s requerida, como el muelle que mueve las
ruedas del reloj, para regular y dosificar el proceso. Pero no
debe pensarse que exclusivamente inhibe el curso
paralelamente, el significado
de su contenidlo es importante porque casi siempre es una sefial de
que también aquf el paciente reproduce en lugar de recordar, y
en el contenido revela sustraer a la elaboraci
Desde esta persper
‘que de ahora en adelante
serd rechazada por la critica del nuevo ideal del yo. Esta es la
educacién posterior de la libido en , ala que el neurd-
tico debe darse acceso. Se logra en la medida en que
‘mente permitimos que el-paciente regrese, por el camino de la
transferpncia, al tiempo de:la constitucién de sjo de
.0 ala situacién en si misma). A través del esclareci-
miento de la transferencia y de la remocién de las resistencias,
se abre paso y disponibilidad a las vias de conexién y descarga
aque fueran obstruidas por la represién.
cidn patol
En la realizaci6n correcta y consecuente de esta tarea, estén
comprendidos los problemas técnicos més importantes del psicoa-
nalisis, La manera singular en que la libido edipiea normal fue
iada en cada caso por el yo (las mas de las veces reprimi-
esta en los fenéimenos de la transferencia y de la
s cuales hay que comprender, adiestrar de nueva
samente, y disolver. De aqué resultan —naturalmen-
‘acumalacién de la experiencia analitica que también
én en la teorfa— ciertas formas de expre-
\do por parte del yo: las,
1s de carécter.
ido hacia la madre cor
ntificacién con ella, a partir de 1a cual pueden desarr
las mas variadas formas patégenas® segiin sea el dest28 Séndor Perencet y O1to Rank
represién del sentimiento de culpa inconsciente que acta como
mujer, significa desviarse del padre e identificar-
en el sentido de la permanencia del infantil deseo de
Mo estos mecanismos debieron serviren el desarro-
ico correspondiente, en
uaci6n, reaparece el com-
le castracién, por asi decir, como “complejo de Edipo nega-
Entonces, lo que en el andlisis hallamos como “complejo
de castracién’”, corresponde a un
fensa) de 1a bisexualidad infa
del desarrollo en el cual atin no hal sencias de género. Por
supuesto que este sintoma apunta hacia estadios infantiles més
Jejanos, comunes a ambos géneros, que aqui no pueden abor-
darse més de cerca.*
il normal, es decir, un estadio
En amedida en que patimos dela yamuy deformada neuro
mas cl -
dar al paciente a la neurosis de transferenc
La situacién analtica 29
sexual. En el inconsciente, el neut
sa fase de conflicto primitiva,
ico permanecié detenido
16gica, lo cual hace compren
como la necesidad. -
toda newosisuanuna neurosis infantil sino aue el
tiene justamente Ja'tarea de reavivar la neurosis infantil tras la
neurosis clinica, es.decir;levarla hack
la cual quiz nuncd haya sido
‘original slo puede repetirse y con el
cen el andlisis a través de la repro
te se experimenta nla transferencia.
i6n que fundamentaimen-
El psicoandlisis permite; entonces, al paciente, volver a ex-
incluso experimentar, en parte, por primera vez, la
situaci6n libidinal infantil original con cierta satisfacci6n, bajo
1s condici dela renuncia conscient as
pactent bj la pesion del an
ciones de tolerar conscientemente el amor edfpico no correspon
dido. En efecto, este poder tolerar una renuncia parcial evitando
represién en bloque, faculta al hombre para allegarse las sa-
sacciones sustitutivas que la realidad le ofrece. Las puisiones
jorosas infantis que inhibidas en su desarrollo perviven en
s, por su repeticién (en Ta
|, ¥ su adveniiniento sucede con ayuda de nuestra
ices, conforme a las regias de Ia situacién analfti-
i6n del yo en Ja medida en que un
yo de los pacientes a reconocer manifestaci
versas al yo, y evite que se repi
Jas energias yoicas, las fuerzas provenientes del nuevo ideal delStindor Ferenczt y Otto Rank
gue se ocupan de que los impulsos, renovadamente ma-
(0, Se ajusten a la realidad, Por supuesto que estas fuerzas
yotcas no requieren ser introducidas en el paciente a través de
prédicas morales o metas anagégicas; éstas se hal
lo paciente que no padezca de
igual que la pasidn transferencial, y después de todo, son
inal puesta en el m ‘objetos mas rea-
de la vida), Sin la ayuda de estas fuerzas yoicas y sin una
porcién de egofsmo natural, seria irresoluble li
psicoanilisis: la deshabituaci6n de la cura, En
de llevar al paciente, con ayuda del amor hacia el médico, a
enunciar a ese amor. Esto serfa una contradictio in adjecto,
algo del orden de lo imposible si el entendimiento del paciente
ue el amor del médico es en verdad inalcanzable
(que este sea cl caso es algo que sélo asume en la
ima fase de la cura), reconoce al mismo tiempo, de manera
farse-con lo que la vida ie brin-
la libido fliberada de a cura
sobre nuevos planes de vida. Al
compendiado ante nuestros ojos el proceso d
plenamente.
2a
en el momento de la viven
En la creacién de ta
edipica msatisfecha,
zado hacta objetos inadecuados, se le hace presente el antiguo,
manera neurética se habia despla-
el objeto propiamente dicho. La descarga libidinal que asi se
desencadena, representa para el inconsciente del paciente una
La stmacién anaiica 31
satisfacci6n respecto de la situaci6n a la que esté anudado, sa-
tisfaccién que no puede encontrar en ninguna otra parte. Damos
' pacientes la imago parental, buscada desde la més tempra-
nainfancia, enla que pueden experimentar plenamente su
en forma afectiva: En tanto el paciente nos identifica con el pa-
dre o la madre, indica claramente que se trata de esa imago
parental ideal que buscaba, la cual, por cierto, no podemos pre
sentarle permanentemente en la forma por él deseada. Si esto
amos, como cure a menudo, “curarfamos” aparentemente
al paciente manteniéndolo felizmente enamorado, mientras que
metas del andlisis son Hevarlo a renunciar parcialmente a
esta libido infantil a través de la asunci6n de su imposible reali-
zacién, Nos corresponde mostrarle, en una experiencia penosa,
‘c6mo a satisfaccidn de sus impulsos libidinales contradice a su
ideal del yo adulto!
En y por medio de la transferencia, se logra engir un nuevo
ideal provisional contra el que se defiende, por medio de re-
tencias, el ideal del yo que trafa el pactente; entretanto, su
fantil antiguo, reprimido, aspira a él. En la medida en que
uno se vuelve por de pronto abogado de lo reprimido —como lo
expresara Freud —, es posible remover las resistencias que pro-
vvienen del yo.\Una de las manifestaciones mas comunes de la
resistencia al inicio del andlis én con el padre,
con al obstinado deseo de aventajar en todo, que se opone a la
aceptacién de la situaci6n infantil en juego en el anlisis. Ya en
ta primera fase del-andlisis de las resistencias dé
wervenciones activas por parte del anal
sobrepasar la autoridad anal
‘Cuando las resistenctas del yo han sido el
ia se ha establecido en un frente mas ar
cesario para la reproduc~
‘surja la segunda
‘oposicién natural contra la priva-
deseos que no pueden
esclarecérsele al paciente.Otto Rank
La stwacién oneitica 33
hay que otorgar demasiaca importancia inme-
lor terapéutico de estos esclarecimientos que no sit-
ctamente a la remocién de una resistencia, Ni siquicra
necesitamos acordarnos de] conocido tipo del obsesivo que a
menudo, después de is, maneja todo el
saber analitico de su analista al dedillo ¢ incluso puede superario
enlail in de sus propios sintomas, sin que eso ayude
a menguar su sufrimiento. Por més que haya comprendido y
aprendido de ta, no por ello ha ‘ado algo
faa su alcance intemamente. No es nece-
sario ir tan lejos para demostrar la esterilidad terapéutica del
“mero saber”. Basta con recordar alas personas que de aiguna
manera —generalmente por motivos neuréticos— han Hegado
a la préctiea del psicoandlisis para reconocer, después de algu-
nos fracasos, que ellos mismos requieren del andlisis. Esas ‘per-
‘sonas suel legar a !a cura con un saber analitico mas o menos
‘completo —incluso sobre sus propios sintomas—, el cu
demuestran ellos mismos, no los protege de sucumbir
un sintoma de su propia neurosis en tanto que el
bign reactivé en ellos la antigua situaci
‘eso mismo, son incapaces de resolver p
cientes."El analisis de esas personas seria m
ejemplo escolar para los analistas
vendria de co:
al suyo. Estarian ante I
terapéutica sobre
mente que tacio esclare
ler recurso para hacer compret
de la esperada reproduccién en ia
ngiin modo es de temerse que, por
tun esclarecimiento prematuro, el paciente “se asuste” y éaiga
en la resistencia, Hay por cierto, en el andlisis, situaciones.en
Jas que no interpretar es la reacci6n correcta para que todo él
material perteneciente a una determinada situacin, provenga
‘del paciente. En un easo como éste, por tna interpretacién
ma
ra el timo motivo inconsciente —muchas veces ur’esla
bon muy importante— se pierde.’Si el analista no comprende'y
no domina la situacién analftica no le queda més que dejar‘“aso-
paciente e “interpretar” sus asociaciones aisladas como
ala larga, reduce el andlists al nivel de un experi-
fo como si se tratara de demostrar al paciente
ccufles son sus complejos. ‘i
La base primordial de Ia técnica ar consiste en que:el
ta salga de su reserva pasiva y observante cuando de veras
necesario, es decir, segtin la regla: cuando las resistencias asf
lo requieren, para intervenir en el sentido regulador antes'ex-
puesto en el curso libidinal del paciente. En lo posibie esto 8610
debe ocurrir e ciones decisivas del andlisis; entre
hay que cuidarse de una concienzuda interpretacién de'deti
s que pretenda la comprensién y traducci6n de todo
aciente diga 0 haga. Este exceso representa dejar de lado el
hecho —por cierto, no sin importancia teérica— de que'el yo
jones de manera tendenciosa, las cuales han dé
5 para el paciente en este sentido, en lugar
rderse en los detalles de interpretacién dc las asociacio-
-se en forma especial en la interpré-
sugfios," sino para extraer del suefto lo importante en comes
peta sunbicament la prdida de nlgon cosa como "exs-
39 telco Fino del aco falid saci, con-34_ Sandor Ferences y Otto Rank
La situacién analticn 35
anera, cae uno
oldgico en detn-
te en comprender e interpre-
ante, sobre todo como reaccin
ode
y dar a conocer Jo que es comiin a ambas circunstancias.
Si esto vale para cada sfntoma, cada suefio, e incluso para la
comprensiGn de asociaciones atsladas, con mucha més razén
vale para la ica. Se vuelve especialmente
importante analizar las condiciones inconscientes que levaron
al ente todas las condiciones y ext-
del andlisis, en especial
tones de naturaleza temporal (por ejemplo, cuando el
aciente quiere poner un plazo espectfico al andl
fe, puede frustrar
le que fuese
fo final de un andlisis, por mejor y mas al
Nevado.
La presente exposicién muestra claramente hasta qué punto
la original abreaccidn de los afectos persis
‘expansi6n de nuestro conocimiento— con
Jfunidam
" Of Rerenen
Zeuschri 921 Sn
En la diferencia aqu{ expuesta entre el propésito de buscar
recuerdos para arribar a los afectos y el de provecar afectos
para descubrirel inconsciente, reposa la raz6n més profunda de
que el anélisis| como ciencia, pasa por una fase de reconoci
miento antes de Hegar a la apreciacién completa del momento
de Ta vivencia) "1" ‘
Solo en ete panto podemos comprender y resolver a apa-
rente contradicci6n'entre Ia concepcién de Freud acerca de'la
gran importancia‘del recuerdo y el acento que ponemos en
la reproducei6n dé la vivencia. También la tendencia persegui-
da por nosotros de provocar la repeticién en la situacién anali-
a, se dirige a'que, con ayuda de esta experiencia, el paciente
gue a recuetdosiniievos y actuales en lugar del restante conte~
ico de complejos pat6genos aistados, Ios cuales son
reavivados y;por'asi'decir, todavia durante la vivencia, trasla-
dados a “recuerdos” al hacerios conscientes, sin dar tiempo ni
Ja“épresiOn”. Dejar recordar, queda, finalmen-
10 el factor curativo de de trans-
a la
mente, Ie falta esta nota de conven:
indi-
Bs por esto que én el aridlisis tenemos que presion:
10 para que se reproduzca un fragmento de la falla en su
“inroyeccin y transference” op. eit)searga y simulté-
mprension desu mécanismo, renunee la aeomodacion
equivocada para que, sobre 1a base de un nuevo impulsi
cesarrollo, lasust Por via del
reconsciente de Ja situa
De esta manera también se abre paso, por primera vez,
rea de los afectos y se eleva toda la existencia psi
.comodaci6n real, El psicoand-
fe sentido, por asf decir, un
formacién de masas de a dos”, segiin el
en la cual el analista debe fungir como repre-
diversidad del mundo exterior, en especial de las
nas mas significativas del entorno humano del paciente
Til
Visi6n retrospectiva-
hist6rico-critica
spectivamente, que una serie de técnicas equiv
van a una detencién en determinada fase de
‘conocimiento analitico. Es natur i
sarrollo fueran posibles en todas las escalas
y que incluso ahora atin persistan o se repitan.
Queremos intentar sefialar, en puntos espect
‘manera ha de comprenderse esto, no s6lo para
rrollo nistérico del psicoanflisis, sino para contribait a
errores semejantes en el futuro. Lo que sigue, entonces
presentaci6n de una serie de métodos técntcos incorrect
gue ya no corresponden a la actual concepeién del,
uf
En la percepci6n clinico-fenomenolégica generalmente
en fa medicina, no era sorprendente que en la préctica médics
radi
regla general a la escucha de una ver
motivaciones perversas del paciente, no producia un efecto,
rapéutico porque se desatendfa el momento dinémico,
lar de malentendido del andlis
;, como si fueran Jo fund
en lugar de meros burbujeos conscientes que s6l0 nos &
iz4 a qué nivel de profundidad bajo las
impulsos afectivos actuantes, y en espect
Una manera
de asociOto Rank
‘0s presionan al paciente en cada caso a hacer uso de
tos caminos asociativos.
Menos inocente era el fanatisimo de interpret
vaba a perder de vista, por la fijeza de traduce
nario, que la misma técnica de la interpretaciGn es s6lo ui
herramienta para el reconocimiento del estado animico in-
te del pac idad 0 incluso la finalidad
s. Esta traduccién de las asociaciones del
arse como en el terreno de la n-
de se toms la comparacién: la biisqueda de los Veetbios evo
se entienden es el trabajo previo inevitable para la comprensién
del texto, pero no In fin
loracidn de dete
querer decir un dia una cosa, otro
puede, en un mi
tos, el aspecto; el andlisis depende mi
acertada, de la relacién comprensible, del s:
zen las manifestactones del paciente
ientes con ayuda de nuestra interpretacién. La
alvids, porel interés en
tras que el
a la esquematizacién y es tera-
dde hacer desaparecer-1os
ete cualquier método sti-
; hacer més capa de
ipaciente. Para ello se is
da la perSonalidad.‘Por ello, siguiendo la prescripcién de.”
Freud, el analista'parte'dé la superficie psiquica y no debe per:
nel sintoina; Los vinculos asociativos. Obviamente era
inadory cémiodo seguir el camino directo de preguntar al
paciente acerca dé las ‘particularidades de sw hacer neurstico 0
perverso y dé‘és forma propiciar el recuerdo directo de la his-)-
{oria del surginilento de sus anormalidades.’ Sélo una linea de
cexperiencias conVergentes puede ponemos en posicién de com
prender los miichos‘sentidos” que en distintos momentos ad-
lo se lograba’
ladamente de una fase dei andlisis que
lisis de complejos”, que conserva una ita
p gia académica. La palabra
complejo" fue primero ttilizada por Jung como simplificacién
de un componente psicolégico complicado, como designaci6n'de
ciertas tendericias'Caracterfsticas de las personas o de un gripo
de representaciones afectivas relacionadas entre sf. El signifi:
cado de esta palabra, cada ver més abarcador y pot ello casi
” Etabandono, por pip, da ands de
J pregunta pacenteanerea del oigen de
festa do un stoma (por eemplo dos40_ Sandor Ferencat y Otto Rank
1ces0s de carga en lo psig
‘aparecta la aceptacion de componentes animicos rigidament
ferenciados, relacionados entre sf y s6lo susceptibles de exc:
isn y desplazamiento en su totalidad, os cule
cl analisis mas preciso, eran demasiado “comp!
Jos abordando como elementos no separables. En las obri
recientes de Freud, este concepto figura s6lo como sobreviviente
de un periode del psicoanalisis y, sobre todo desde la creat
a metapsicologia, ya no tiene lugar en el sistema psicoanalitico.
Lo mas consecuente hubiera sido desembarazarse de este ru-
dimento de los tiempos tempranos que se volvié in
nunciar a la terminologfa con la que la mayoria de los analistas
ifiaron y asi alcanzar un mejor entendimiento. En lugar
wuchas veces se presenté a toda la psique
gia ctnolégica, donde, debido a
-vaba, invariablemente, a una monotonia n¢
cada la cual no se moderaba por darle preponderancta
otro compleyo.
enque ay
‘crue tehageroe seston nconstents. Aa surgievon hig
corias clinic én as Gue los pacientes contabai
mente inventados;‘como nunca surgen en andi
levadas inepeicnaliesie hacia lo sexi
lado en la expectativaque e:
{que se trata de hablar todo el tiempo de I
itemente de que este no es exciusivamente
{6 de los multifacéticos y significativos
itan bajo el nombre de coleccién
sis se acostumbré a etiqu
requiere despachat'la etigi
ciones delcomapléjo de castracin,
nocer muchas veces s6lo'una de las formas de la resistencia que
lego con la eominalidady Finalmente con
(al variedad de coeds bers aan en algunasrco-ertica 43
Visidn retrospect
el paciente ha ante a las excitactones
profundas. En el estadio temprano de algunos andl
fia de castracién se descubre como un medio de expresi
angustia transferida al analista, como proteccién ante la cor
uacién det
sis.
Como hemos dicho, surgieron dificultades técnicas también
del analista, La importancia de la teoria det
construida por Freud, ciertos
1108” psicoquimicos. De nuevo se demostra-
cia tedrica no siempre se corresponde con
Ja valoracién de lo préctico en el andlisis. La técnica no necesita
evidenciar de manera escolar todas las, por asf decir, fases pres-
critas del desarroll 'y mucho menos considerar que la
les y categorias cor
tuna muy comple}
dos, mientras que
bésicos con otros y nuevos fenémenos, se nos escapa de las
‘manos, Vale lo mismo para los erotismos (por ejemplo la erética
los estadios de organtzacién (orales, sédico-
s fases pregenttales) que para los complejos: no
hay desenvolvimiento humano sin ellos, pero no debe atributr-
3s Hltimos, en sus esfuerzos por
comprender la profundidad anfmica, dieron con et granito de
tos “complejos” y su trabajo se fue hacia lo extenso en lugar de
a hacia 1o profundo. Generalmente
la falta de profundidad de. la dindmic:
salto hacia la teoria sobre la sexualidad y asociaron rigidos atri-
butos de compleyos con sillares igualmente esqueméticos de la
teoria sexual. Mi e, el jue-
‘go de fuerzns de las tendenci
hacia una sobrevaiora-
que adjudicaba todo
ciertos cono-
‘a responder
nto analftico a procesos orgénicos, 1as reglas del pst-
sis deben guardarse estrictamente, Hay que esforzarse en
y el saber fisiol6gico
para mantener
y Suis reacciones.
‘También resulta confuso cuando se asocian hechos
de ln clinica con esp estar el pasar, que
se incluyeron como firmes reglas en el anélisis prictico, mientras
mos trabajos sintéttcos,
potético. Bastante a menudo, un deslizarmento
acién, s6lo resulta en eludir dificul-
-as incémodas. Saberos cOmo, un querer sinte
tun principiodel futuro o del pasado, el pres
fiesta casi todo lo pi
tanto noes directamente conscients
__Laexigencia tedrica de la catarsis, postulada por Breuer y
Freud, de llevar las cantidades de afecto desplazadas en la ma-
nifestacién de sintomas, directamente a las huellas mnémicas
patolégicas y asi provocar la descarga y reanclaje, se demostr6
ir, es decir, que esto resulta s6lo en relaciéna
‘0 sea, sobre ciertos derivados de lo propiamente
Esto, cuyo develamiento es la tarea fundamental
no puede —ya que nunca fue “vivido”—tam-
'; hay que permitir que se reproduzca en
tomas. La sola comunicacién, digamos como
oes suficiente para convocar reacciones afec-
s; rebota sin tener ningtin efecto. Sélo cuando los pacientes
viveh algo andlogamente actual en la situaci6n an
a de tas capas profundas, nos dan la ex}
tancia, Lo inconsciente reprimido n
petsonalidades,favoreciendo, en su lugar, un
ft hua do
Se revela
3 tolanenie se es quire reconoce ealidad
inipersonales; obscure denvaciones de los
‘uenfos originales de costs y arson,
‘encontrar una represent:
consciente), es decir, en la
experimentarse afectivament
abreacciones catérticas, en la s
hablar de una catarsis fraccionada en la que el afecto se descarga
por partes
Consideramos que en general, para que los afectos se vuel-
van eficaces, primero han de refrescarse, es decir, hacerse ac-
pos de cast cada mi
cipalmente en la reaccién del presente. Bajo esta perspectiva
puede lograr descubrir, en la renccién a pasado, es de-
fansformar la tendencia del paciente a la repeticion en un
dar. No ha de preocuparse mucho del futuro, Esta preo-
cupacién bien puede deyarse en manos de aquél que ha sido
jo de sus tendencias animicas presen-
ja historia de ta cultura y la
senesis, préctica ‘por qué expresarse en el
Niel paciente ni el médico tienen que ocuparse de esos
antecedentes; en todo caso, muy de vez en cuando,
y pasadas. Las ani
En este punto necesitamos abordar cierto malentendido res-
pecto a la comprensién del analizado. Hubo una fase en el desa-
con aigiin saber, las lagunas
‘el no saber neurstico de la
a, corresponde a un saber y es esta resisten-
ia que hay que develar una y otra vez, volverla inofe:
roceder de esta manera, se rellenan las iagunas amnési
cadena de recuerdos del paciente, en gran medida de forma
automat tra parte, con ayuda de un ahorro en la inter~
pretaciéa y la explicaciGn, El pactente no aprende nada més nt
hada distinto de aquello que requiere para eliminar las perturba~
ciones dominantes. Era un error fatal el creer que nadie estaba
ado, a menos que estuviera también empapado de
teéricos de la propia anormalidad, Por supuesto que