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Pee eee eee Titulo originul: Death, See and Fertility. Population Regulation in Preindustrial and Developing Societies Reservados todos los derechos. De conformidad con lo dispuesto en el art. 534-bis del C6digo Penal vigente, podrén ser castigadoscon penas de mula y privaci6n de libertad quienes reprodujeren o plagiaren, en todo o en parte, una obra literaria, artfstica 0 cientifica fijada en cualquier tipo de soporte sin la preceptiva autorizacién. Copyright © 1987 Columbia University Press © Ed. cast.: Alianza Editorial, S. A., Madrid Calle Milén, 38; 28043 Madrid; teléf. 200 00 45 ISBN: 84-206-2694-5 Depésito legal: M. 43.473-1991 Fotocomposicién: EFCA, S. A. Avda. Doctor Federico Rubio y Gall, 16. 28039 Madrid Impreso en Lavel. Los Llanos, nave 6. Humanes (Madrid) Printed in Spain INDICE Introducci6n... Infraestructura, estructura y_superestructura—Modos de_reproduc- cién.—Atencién prestada a los fetos, los recién nacidos y los nifios—Tra- to dado a las mujeres.—Frecuencia y duracion de la lactancia—Frecut ia y calendario de los coitos.—Los beneficios de la crianza de los hi- jos.—Los costos directos ¢ indirectos de criar a los hijos—Control, con- ciencia y sistemas.—Fecundidad natural y mortalidad natural.—¢Quien se beneticia2X—Lo éptimo frente a la optimizacién. La regulacién de la poblacién entre los primeros recolec- tores humanos .... eeseeeeee: . Efectos fisiolégicos de la actividad recolectora. aborto espontineo entre los recolectores.—E! aborto provocado: indirecto y directo.—El infanticidio: directo e indirecto.—E] infanticidio de las hembras.—Lac- tancia frente a infanticidio. La regulacién de la poblacién y los modos de produccién iciones del Paleolitico y el Neolitic —Aspectos demograficos ico-Variaciones en fos modos posincolficos de produccion procreacién.—El pastoralismo.—La agricultura de roza.—Tubérculos ente a cereales. Sistemas de bosques tropicales: la cuenca del Amazo- nas—-Consccuencias demogrificas de la agricultura dependiente de la —La guerra como componente dela regulacién de la pobla- os yanomamos: estudio de un caso.—El papel de los antmales domesticados—La abstinencia del coito y la presién reproductiva.—La resién reproductiva, la contaminacion y la brujeria.-Distribucion de Fos costos de la intensificacién. 30 46 3. La regulacién de la poblacién y la aparicién del Estado... Los estados pristinos y la poblacién—Fstados maduros y secunda- rios—La politica natalista en la antigua Europa—El comportamiento antinatalista en la Grecia y la Roma antiguas.—La homosexualidad.—Los comienzos del cristianismo.—La aparicién del natalismo cristiano.—La teologia, demogrfica en Ia Edad Media. —La pauta del conl de [a fecundidad en las postrimerias del feudalismo.—El control de la morta- lidad infantil: Europa.—E] fracaso del natalismo en Europa.—Las pre- siones reproductivas y ¢l miedo a las brujas.—El control de la mortalidad infantil: Asia.—El control de la mortalidad infantil y la transicién demo- erifica. 4. La regulacién de la poblacién en la era del colonialismo.. Los procesos histéricos y la transicién demografica —Inglaterra: las re- compensas demograficas del colonialismo—E! valor del trabajo de las mujeres y los nifios—El crecimiento de los centros urbanos de Inglate- rra—La mortalidad urbana.—Las clases y la transicién demogriafi ca.—Las clases y las costumbres sexuales—Irlanda, Malthus y el mito de la procreacién imprudente.—Los efectos colonizadores del mercado i La economia politica del crecimiento demogréfico irlan- és. —Cémo se lanzé a los irlandeses al paro.—La presion de la pobreza sobre la fecundidad.—La determinacién si del excedente de pobla- cién.—La repeticién en la India del modelo irlandés.—Java: cl «sistema de cultivo» holandés y el crecimiento demografico.—La sombra de Malthus. 5. La regulacién de la poblacién y el proceso de desarrollo . El control de la mortalidad por sexo.—La MFE en el Asia meridio- nal—Medios de lograr una MFE: controles nutricionales.—Las dietas durante la gestaci6n, el periodo perinatal y la lactancia.—Descuido mé- dico selectivo.—El control de la mortalidad neutral por sexo y la «et- noeugenesia».—El desarrollo y la evaluacion de los costos de los hi- jos.—Las condiciones del cambio demografico. Bibliografia..... Indice onomistico.... Indice analitico.. Indice 83 WS 169 200 226 233 INTRODUCCION En este libro se reevalia el equilibrio entre factores culturales mudables y procesos biolégicos més invariables en el establecimiento de modos de reproduccién en las sociedades preindustriales y en desarrollo. Utilizamos la expresién:«modo de reproduccién» para denotar el conjunto interrelacionado de actividades de regulacién demografica y de «decisiones» adoptadas consciente o inconsciente- mente que tienen el efecto combinado de elevar o rebajar las tasas de crecimiento de la poblacién. Durante los dos tltimos decenios los estudios arqueolégicos, his- téricos y etnolégicos de los fenémenos demograficos indican que los medios culturales preindustriales de regular el crecimiento demogra- fico tuvieron un efecto mayor en el equilibrio de las tasas de mor- talidad y fecundidad de lo que se creia antes. Son muchos los datos que indican que las pautas humanas de reproduccién raras veces se encuentran completamente a merced de los imperativos sexuales y ambientales (Harris, 1975, pp. 455-459; Caldwell, 1977; Nardi, 1983), y que las tasas de poblacidn preindustriales reflejan algan tipo de esfuerzo de optimizacién realizado por individuos y por grupos, y no una rendicién culturalmente irregulada al sexo, el hambre y la tuerte. Entre las poblaciones preindustriales era facil elevar o reba- 9 PPSpe eee eee eee eee 10 Marvin Harris y Eric B. Ross jar tanto la fecundidad especifica por edades como la mortalidad especifica por edades conforme a criterios optimizadores que man- tenian o mejoraban el bienestar de los individuos y de los grupos, aunque raras veces con resultados iguales o ni siquiera beneficiosos para todos. Infraestructura, estructura y superestructura La estrategia de investigacidn utilizada en este libro es la que se ca- lifica de materialismo cultural. Heuristicamente se considera que los sistemas socioculturales tienen tres grandes sectores: la infraestruc- tura, que consiste en modo de produccién y modo de reproduccién, la estructura, o sea, la economia doméstica y la economia politica, y la superestructura, o sea, las creencias y las practicas estéticas, simbélicas, filoséficas y religiosas. Aunque los tres sectores estan vinculados causalmente entre si, se considera que la infraestructura tiene mas fuerza determinante, en sentido probabilistico, que los sectores estructural o superestructural. Es lo que se conoce como principio de determinismo infraestructural (véase en Harris, 1978, y Ross, 1980, una exposicién detallada de los principios y los resulta- dos sustantivos del enfoque materialista cultural). Al aplicar este principio a la explicacién de los fendmenos de- mogrificos, nos comprometemos con el punto de vista de que los determinantes primarios de los diferentes modos de reproduccién residen en la infraestructura, y no en la estructura ni en la superes- tructura, como se cree en general. Pero si el modo de reproduccién es en si mismo un componente de la infraestructura, ¢cémo se aplica el principio del determinismo infraestructural? No pretendemos ha- cer una afirmacién categorica de que uno de los modos de produc- cién o de reproduccién predomine sobre el otro. Por el contrario, formulamos la proposicién de que ambos son mutuamente determi- nantes, estan causalmente entrelazados en la trama de las relaciones sociales humanas, y aportan conjuntamente la interaccién basica de- mografica, tecnolégica, econémica y ecolégica entre la cultura y la naturaleza por conducto de la cual las leyes de la fisica, la quimica, la biologia y la psicologia influyen en la direccién que siguen la seleccién cultural y la evolucién cultural, y asi imparten a la infraes- tructura su papel dominante. Antes de seguir adelante con una exposicién mas detallada de a Introduccién W qué nos referimos al hablar de modo de reproduccién, debemos indicar que el principio del determinismo infraestructural deja mar- gen para retroalimentaciones causales importantes, pero no domi- nantes, entre la superestructura y la estructura sobre la infraestruc- tura, € incluso exige que se reconozcan esas retroalimentaciones. Insistimos con tanta firmeza como otros cientificos sociales en que todos los aspectos de los sistemas socioculturales tienen una vincu- lacién causal mutua, pero negamos que esos vinculos sean simétri- cos. Esta matizacion surge de las perspectivas comparadas y macro- histérico-evolucionistas comparadas de la antropologia cultural y la arqueologia antropolégica, y se encuentra en oposicién a los para- digmas de la antropologia y de otras disciplinas que hacen caso omi- so de la perspectiva a largo plazo. Cuando se examinan sincrénicamente las diferencias y las simi- litudes socioculturales, comprendidas las variables demograficas, las relaciones causales se disuelven répidamente en un corpus incoheren- te de correlaciones eclécticas a plazo medio que vinculan los com- ponentes infraestructurales, estructurales y superestructurales en unos complejos infinitos. Aparece entonces empiricamente demos- trable que no existen asimetrias globales en el nexo causal. Este error no se puede resolver mediante la simple adicién de marcos crono- légicos a corto plazo. De hecho, la dependencia respecto de marcos cronolégicos a corto plazo complica el problema y produce la im- presién de que en determinados momentos y sociedades de la his- toria, la estructura y/o la superestructura dominan a la infraestruc- tura. Por ejemplo, a cortisimo plazo, la aplicacién de la politica demografica gubernamental de un hijo por pareja en China ha tenido importantes efectos demograficos (aunque no necesariamente sélo los que se pretendian). Por consiguiente parece que «la politica es la que manda» (por utilizar una frase aplicada a la tentativa de au- mentar la produccién durante la época del «gran salto adelante»). Pero, a plazo més largo, también es evidente que el fenomenal cre- cimiento demografico de China durante el siglo pasado fue en si mismo la condicién previa para la politica actual de un solo hijo y, a nuestro juicio, también una condicién previa para la peculiar eco- nomia politica agroempresarial «comunista» de China. Otra expansion andloga del marco cronolégico revela la falacia de la maxima «la religion es la que impera», como ocurre en el caso del Iran contemporaneo. Aunque el fundamentalismo shiita ha mo- dilicado profundamente las actividades reproductivas y productivas a 12 Marvin Harris y Eric B. Ross del pueblo irani, las condiciones para el derrocamiento del shah se crearon durante la anterior lucha colonial por el control de las re- servas de petréleo de Iran. Como demuestran estos ejemplos, es muy facil refutar la afirma- cién de que la infraestructura esta subordinada a la estructura y la superestructura; basta con alterar el perfodo de tiempo en el que se examinan las relaciones entre los sectores. Pero la reivindicacién ma- terialista cultural de prioridad para la infraestructura est4 sometida a la misma refutacién. Si el determinismo infraestructural afirma que las caracteristicas estructurales y superestructurales emplazadas por procesos infraestructurales ejercen una influencia causal sobre adi- cionales cambios infraestructurales —es decir, afirma que las causas se convierten en efectos y los efectos en causas—, entonces toda reivindicacién de prioridad causal resulta insostenible. Nuestra res- puesta a esa linea de razonamiento es que los acontecimientos y las transformaciones de la historia y la prehistoria deben leerse hacia adelante y no hacia atras, desde el Paleolitico hasta la era industrial. Se trata de un historial que tiene un comienzo claro en sistemas socioculturales del tipo de las bandas de cazadores-recolectores. Es- tas se van convirtiendo, en fechas y lugares determinados, en siste- mas socioculturales que comportan aldeas, organizaciones politicas primarias y estados. Durante estas grandes transformaciones, cabe demostrar légica y empiricamente que los cambios en la infraestruc- tura dominan los cambios en otros sectores y que, en consecuencia, no se puede lograr una comprensién correcta de la historia y la prehistoria mediante la lectura de fragmentos arbitrarios de tiempo, sino tnicamente mediante la lectura hacia adelante desde el Paleoli- tico o desde el punto de contacto entre grandes tipos de formaciones sociales. En general, los requisitos previos para las transiciones de bandas a aldeas y de aldeas a feudos y estados son que haya niveles supe- riores de productividad y poblaciones mas densas y mas sedentarias. Ello, a su vez, se ve condicionado decisivamente por limitaciones tecnoecondmicas. Por ejemplo, como veremos mis adelante (capitu- lo 2), al examinar el potencial demografica y politicamente limitado de las Ilanuras aluviales de la cuenca del Amazonas, por mucho ge- nio politico colectivo del que se dispusiera, nadie habria podido crear en la Amazonia los asentamientos concentrados y las altas den- sidades regionales que precedieron en todas partes al auge del estado (Fried, 1967; Sanders y Price, 1968; Harris, 1977). Dicho en otros Introduccién 1B términos, los grupos humanos no pueden intensificar la producti dad y aumentar las densidades demogréficas arbitraria y voluntaria- mente a los niveles que hacen que resulte posible y probable la formacién de comunidades politicas complejas y estratificadas. Si verdaderamente imperasen la politica o la religion, nunca podriamos explicar por qué persistieron durante centenares de miles de afios las formaciones de bandas, por qué hubo muy pocas aldeas hasta el 8000 a. de C. y por qué no aparecieron los primeros estados hasta hace sélo 5.000 afios. Cabria aducir que esas fechas corresponden al tiempo necesario para que madurasen las ideas que eran necesarias para esas transformaciones, pero el hecho es que las transformacio- nes no se producen en todas partes —hasta hoy mismo persisten en algunos puntos las bandas, las aldeas y los estados agrarios—, y lo que es preciso explicar es tanto su presencia como su ausencia en lugares concretos y en fechas concretas. Ello no se puede hacer de manera nomotttica sin especificar las condiciones recurrentes que son eternas a la estructura y la superestructura: condiciones que no se pueden hallar mas que entre las constantes y las variables de la infraestructura que constituyen, como ya hemos dicho, el interfaz entre la cultura y la naturaleza. Modos de reproduccién Los modos de reproduccién consisten en practicas que afectan directa o indirectamente a los procesos reproductivos y que, en par- ticular, pueden modificar las tasas de fecundidad y de mortalidad a lo largo de una amplia gama de valores segiin las presiones optimi- zadoras impuestas por modos concretos de produccién en circuns- tancias tecnoambientales dadas. Es su tendencia, bajo esas presiones, hacia un efecto sistémico lo que nos hace inclinarnos por la opinién de que cabe considerar esas practicas como constitutivas de lo que denominamos «modo de reproduccién». Para aclarar las cosas, cabe agrupar esas practicas en cuatro ca- tegorias: a) la atencién y el trato dados a los fetos, los recién nacidos y los nifos; b) la atencién y el trato dados a las jvenes y las mujeres (y en menor medida a los jévenes y los hombres); c) la frecuencia y el calendario de la lactancia, y d) la frecuencia y el calendario de los coitos. A continuacién figura un breve comentario de las prac- ticas de regulacién demografica mas frecuentes en cada una de las categorias. Pee eee ee eee eee eee eee eee Eee Eeee Eee “4 Marvin Harris y Eric B. Ross Atencién prestada a los fetos, los recién nacidos y los nifios Existe una sutil gradacién que va desde la movilizacién de recur- sos en apoyo de los nifios nacidos sanos al aborto directo e indirec- to. Habida cuenta de que la mortalidad intrauterina y los abortos son «naturalmente» altos —se calcula que hasta un 25 % de los em- barazos al cabo de cuatro semanas (MacCormack, 1928, p. 1}— en las hembras ‘del género humano, es evidente que el desarrollar un feto hasta el final es un proceso sensible a condiciones ambientales muy diversas. El pleno apoyo a los embarazos implica reforzar la dieta de las mujeres embarazadas y reducir el volumen de trabajo que hacen. Conforme al mismo criterio, aparte de los abortos es- pontaneos debidos a anormalidades fisioldgicas o genéticas, se puede provocar el aborto indirectamente mediante toda una serie de facto- res, entre ellos el exceso de trabajo y graves deficiencias alimenticias. Ello se convierte en aborto directo cuando es posible evitar esas Privaciones o ese trabajo, o existe un trauma deliberado, sea meci- nico (por ejemplo, la presién que se ejerce mediante la imposicién de bandas muy apretadas) 0 quimico, causado por la ingestion de sustancias toxicas (Devereux, 1967). ! Existen gradaciones igual de sutiles entre la plena sustentacién de los recién nacidos y las formas indirectas y directas de infanticidio. La plena atencién a los recién nacidos comprende la lactancia a pe- chos bien nutridos, la proteccién contra las temperaturas extremas y el trato cuidadoso durante la crianza. El infanticidio indirecto comienza con la mala alimentacién, el retiro del pecho, el destete prematuro, la exposicién a temperaturas extremas y la crianza des- cuidada e indiferente, sobre todo durante las enfermedades. El infan- ticidio directo comprende la muerte por inanicién més o menos rapida, la deshidratacién, el abandono a la intemperie, la asfixia y los golpes mortales en la cabeza. Scrimshaw (1983) enumera siete formas frecuentes de comporta- miento infanticida, s6lo uno de los cuales entraiia la muerte directa: La muerte deliberada. EI sometimiento a situaciones peligrosas. El abandono con posibilidades de supervivencia. Los «accidentes». Los castigos corporales excesivos. La reduccién del apoyo bioldgico. La reduccién del apoyo emocional.

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