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‘StMor 27 (1989) 5-41 L. Atvanez-Verves C.$s.R, EL METODO SOCIOLOGICO EN LA INVESTIGACION BIBLICA ACTUAL, Incidencia en el estudio de la ética biblica El especial terés por los estudios biblicos que se viene ad- virtiendo en los dltimos afios coincide con un cierto eclipse de la teologia que pudiéramos llamar clasica. Las razones de fondo no creemos que sean s6lo de tipo coyuntural. Se trata mas bien de un profundo giro metodol6gico que nace de una més exacta de- mareacién del objeto d ya por categorias abstractas, -otomfas, sino por categorias profunda- lo real. Por eso es normal que prefiera con- inismo ante todo como un evento que tiene de- idad de una experiencia profund: determinado momento de la hi encontramos personaje: ss de extrafi ipleados por las mente los métodos sociologicos '. 15 que tocan el te bal. J. Juoce, The Social Pattern of Christian Groups in the First Cent London 1960; «The Early Chr Scholastic Com Journal of Religious History 1 (1960) 4-1 25-137; «St, Paul and classical que debe en- no puede contrario, Es ya abun. rial con que se puede contar en orden a valorar y iécnicas con caracter heu ‘a modesta colaboracién pretende aportar una vision panorémica de lo que se viene ido en este campo, presen- tando un esbozo de la abundante bibliografia sobre el tema, pero dies in Mark's Gospel, 7; RM. Grawr, Early Cristianity and So- ciety, San Francisco 19% Krare, Christi Culture: A'S rs, A Community of Ethic, Notre Dame-London 1981; H.C. Kes, The Ori- , Sources and Documents, London 1980; J.k. Eliott, Jesus Gemeinde Gewollt? flichen Dimension des christlichen Glaubens, Freiburg, i sobre todo tratando de situar el nuevo tipo de inve ciologica de ta ahora empl ara poder, en un segu -amente la capacidad heu icos que vienen ofreciend I. Los metov0s siBticos usuates argo, de soluto que queden cerradas las puertas a la de eleme conquista de la verdad que ygicamente puede ser aborda- cuada atencién, de resultados hombre actual. De ahi de un enfoque metodolégico correcta. 2 Gtr. X. Zusimi, Inteligencia y razén, Madrid 1983, 202 ss. > X. Zum, oc, 259, es la posicion que se sn pronto la confesion de desencanto de que de este tipo de investigacion sobre la vida de G. Bornkamm, no podemos sino reconocer Las razones del «fracaso» habria que buscarlas en el método de llevar el control racional de Ia Jo que en la vida del el mundo de la fe (ele- razon, \dos critico-titerarios (his- toria de las formas, historia de las fuentes ¢ historia de la redac- “* P, Srunumaciter, «Methoden- und Sachprobleme interkonfessionel- ler neutestamentlicher Textauslegungs, en: Evang, Kath. Kommentar ‘um NT, Vorbereiten Heft 4, Neukirchen 1971 * Varios escritos de Raimarus fueron publicados (17741778) por GE. Lessing en forma anénima bajo el titulo «Fragmente des Wollenbiit- felschen Ungenanntens, Berlin $1985, “* HE. Pautus, Den Leben Jesu als Grundlage einer reinen Geschichte des Urchrisientums, Heidelberg 1828. ind Ergebnisse der (Edit, Jesus von "© G. Bornean, Jesus von Nazaret, Stuttgart 1956, 11. 9 cion) se abrieron nuevos horizontes para la investigacion biblica, Pero con to: st-pascual que Jesis, quedando siempre en pie una serie de Preguntas: y jquién fué en realidad ese Jess confesado por la ‘comunidad cristiana?, {cual fué verdaderamente su mensaje y el entronque del sociedad en que vivid?, spor qué y co- ianismo el hombre normal reciente y que ofrece recursos de ¢1 identificacion del sentido sea en la narrs Esta preocupacién at (0 es de suma importancia des- de el momento en que el acceso a la persona de Jestis pasa pri- mariamente por los datos que nos han sido legados en forma ., en los escritos del N.T. El método estructural, sin ‘embargo, se presta a aplicaciones de muy diversa i defensores del estructuralismo en su forma més es ‘es algo «cerrado» que s6lo desde si mismo debe set do, quedando fuera de juego todo el horizonte del sujeto que ha pro- deci i como el horizonte de la «referencia» a la sbemos reconocer, sin embargo, que no es icacion del método estructural. De hecho, de andl iructural que han integrado ‘en modo eficaz el elemento historico-cultural "? sin necesidad, por supuesto, de recurrir a los esquemas del estructuralismo marxis- © R. Barres, 97, Pai ) Le plaisir du texte, Paris 1973. Como ejemplo de andlisis estructural aplicado a la nat puede citar Ia obra de D. ramos en L. ALvanez Vexpes, El imperativo cristiano en S. Pal {ension indicativoimperativo en Rom 6. Andlisis estructural, Valencia 1980, F, Belo. La fuente de legitimacion de la storia en el andlisis ntra en x10, ya que s6lo asumiendo el cédigo de la referencia puede éste dar raz6n adecuada del propio sentido. El cédigo cul. 30 etc. entran, pues, con pleno derecho en la produccién de sentido del de las tesis que sobre ca. En esta perspectiva lo verdaderament la conciencia de Jests, al nucleo cons ver en qué medida la fe posterior refleja verdaderamen dad personal histérica de Jestis. Tales métodos, q sis para llegar a las «ipsissima verba Jesu» se mente de las aportaciones de los métodos ct podian llegar mucho més allé de donde habian llegado éstos, Por ‘otra parte, la teolégica del Jesis «super-hombres limitaba su vis especifico de la personalidad de inar de una persona se habria ico parecen haber olvidado una serie de principios fundamentales en el estudio de los textos, "9B, Beto, Lecture matérialiste de Vévangile de Marc, Paris 1974 (Tradue. espaiola: Lectura materialisia del evangelio de Marcos, Estelle, J. Jenemus, «El problema del Jestis histérico», en: Abba, Salaman. 1, 201), etc., dejando de lado lo que realmente se nnidad y ‘ha comu- » de que se formulara oficialmente el «canon», Que. bargo, el problema de en base a qué tipo de experien. ar a la form id metodolog arrogarse el derecho de legislar ser las preguntas que el intérprete deba ‘una comprension mas plena de su !@ no es sino reflejo de una act aportaciones que pueden ofrecer y en concreto del N.T. no es nuestros dias, sino en ci siglo pasado una serie de insignes bi pando del tema. Recordemos en el area del A.T. las obras de J. Fenton, R. Smith; J. Wellhausen, M. Weber, M. Noth, A. Causse, 4. Pedersen etc. A ellos deben mucho los estudios realizados ent décadas mas recientes por A. Alt, W. Albright, G. Mendenhall, N. Gottwald. fas se ha venido preocu- campo del N.T. merecen mencién es} ciones de la llamada «Escuela de Chicago», es segunda fase (periodo 1920-1940, aproximadamente) ". Por esta época la Universidad de Chicago abria, por primera ver en USA. 1s W. Meexs, The First Urban Christians: The Social World of the Apostle Paul, New Haven-London 1983, p. 4. todo trata de siste- izarlos mediante el recurso a estructuras y modelos capaces lar razn de la eclosion, persistencia y pr de transfor de determinadas formas a de una icacin» con finalidad mera ino orient " SJ. Case, Evolution of Early Christianity, Chicago 1914; The So- cial Origins of Christianity, Chicago 192. " S. Martuews, The Social Teaching of Jesus: An Essay in Christian New York 1891; The Atonement and the Social Progress, New 30. . Grant, The Economic Background of the Gospels, London 1926 en 1973). 4% G. Tuusssen, Estudios de sociologia del cristianismo primitivo, Sa- lamanca 1985, p. 13. ro no cuando se trata, por a la que viene en principio atri- Sobre este punto cree 'ién de Theissen al afirmar que, sin la cuestion de la pect it grupo si su doctrina no ha no ha sido integrada en los pro- 80 de numerosos logia de Jess ismo en cuanto a la pobreza o en de la familia (vgr. abandonar casa, 0 los que expresan una esperanza especi Ia préxima venida de la Pa pios compo! que expresan un es cuanto al despi texto-comportamiento podremos llegar a descub: importancia hi a de la doctrina que dichos textos id del método sociolégico no podemos ultades of obras: Natural Symbols: Explorations in Cosmology, New York 1973: The World of Goods, New York 1979 (en colaboracidn con B. Isitexwooo); Risk ‘and Culture, Berkeley-Los Angeles 1982 (en colaboracién con A. Witoav- sky). 2G. THeNssEN, 0, 15-16. rece por ello muy acertada sprobablemente no se pueda sociolégico compl pero no puede dete yrque en la respuesta pueden nir otros factores que escapan al control de los modelos sociol6gicos *. Modelos sociologicos aplicados al N.T. Al proponer los diversos modelos de andlisis sociologico que- remos hacer notar que muchas veces para el exegeta que emplea la sociologia como instrumento heuristico lo verdaderamente hable no es nece: 4 «Sucede frecuentemente, escribe V. Tuewer, que lo que realmente itumina no es un sistema te6rico completo, sino algunas de sus aporta. 329), 15 en ellos elementos aprovechables para nuestro proyecto de acer. rdad biblica, por nituraleza limitado, por cuai plejidad de la realidad desde una in modelo que pued: va del acceso a la realidad, que ha ido adquiriendo Ia apli los diversos campos de la primeros en fi cidas por los ‘A. Modelos generales Es un modelo centrado en la idea de orden y de armonia. Trata de descubrir las estructuras 0 patterns de comportamiento Las aplicaciones y no iende a sobrevivir ofrecida por el ration, pp. 20 INA, «The Apostle Paul and Law: Prolegomena es que el cambio en un ni va, por la necessaria interrelacién existente, al cambio en co de estructuras y funciones sino en la intangibilidad que se otorga a las mismas, que excluye como «desviacions cualquier cambio que no sea integrable en ellas. De ahi ofrecido en Ia is su capacida las variantes de I stable sino como estruc id. compuesta por una pluralidad de grupos, cada uno de los cuales tiende a conseguir su propio objetivo, jiendo los intereses especificos de sus miembros. En este to y, por otra, de consenso y col ciedad no debe medirse, pu: y sob capacidad para dar respuesta a las exigencias part da grupo. . El modelo conflictual parte, pues, de una visién dinémica de for an Hermeneutics, en: Creighton Law Review 14 (1981) 1305-1338. Para tuna visién panorémica de los métodos func ® Cfr. 1.G. Gacer, Kingdom and Community: The Social World of Early Christianity, Englewood Cliffs, 1975. ies para penetrar en el horizonte de liens a traves de lag cuales las cosas son pereibidas y valoradas mayor parte jan con las pecul janzas y mbios innovadores. Esta plurifui ico debe ser tenida la estructura de una 1981; Eucharist and Passover in Early Christianity, Philadelphia 1981 sociedad a partir de determinados simbolos. Un ejemplo tipico lo podemos encontrar en el simbolismo prof ional grupos de poder o por los grupos oprimidos) que, segi 10, a expresar y promover a través de la atribucion de deter. fers08 y bajo denominaciones diferen- ico esté de hecho teniendo gran aplicacién tal, como se puede observar espe- cialmente en los representantes de la llamada «sociologia del co. nocimiento». De hecho las estructuras de lenguaje y demas expre- siones simbélicas condicionan nuestro conocimiento de lo real 2 al condicionar las estructuras sociales que las han generado ». en la exegesis soci B. Modelos aplicativos Los tres modelos presentados, que en linea de pri mo hace notar BJ. Malina ™, re: muy valida, suelen presentar una’ apl bastante diferenciada de acuerdo con las categorias operativas con que cada autor trata fas nos cefliremos para tratar de des- ivos hasta ahora empleados. de elaborar los dat cribir los modelos 1.Modelo (0 modelos) centrados en el conocimientos del «mundo social» (sociologia del conocimiento). Los sostenedores de este método manifiestan abiertamente el fr. H. Mortu, «Jeremias and Hananiah: Ideology and Truth in festament Prophecy», en: N.K. Gorrwato (Edit), The Bible and Libe. ration, 235-251. 3 Cfr. Ia obra de P. BeRceR - T. Lucksanx, The Social Construction of Reality, New York 1966. 3 Por quamto se refiere a la correc bolicas concretas y, sobre todo, nos parece muy acertada del recurso al principio simbolicas, De forma especi trata de trasladar categorias loracion de las formas sim- presentazioni individuali e rappresentazio *M, Mauss, Sociologia e antropologia, Roma 1976, 42-70) BJ. Mauna, «The Social Sciences and Biblical Interpretations, pp. 1125, Aqui podrian colocarse | por W. Meeks. El método seguido por Meeks es, como afirma, de caracter ecl ‘Mas que de modelo habi lar de «modelos», que tratan de subordinar la t Para evitar el caer en féciles gene ‘en esquemas aprioristicos Meeks se pro catabatico etc ¥. Del andlisis del «mundo» social subyacente par- ten, en cambio, sus estudios sobre el encuadramiento sociologico 38 W. Meexs, The First Urban Christians, p. 6. 4M. Wener, Grundriss der Sovialdkonomik. Wirtschaft und Gesell schaft, Tabingen 1922, p. 98. YW. MeEKS, o.¢, P. 2. 4 W. Mesxs, «The man from Heaven in Johannine Sectarisms, en: JBL 91 (1972) 44°72. coloca la obra de Mecks bajo el epigrafe de «sociolo ks efectivamente se sitve de un amplio horizon. ‘uyo comin denominador es viecion de que el conocimiento del mundo real pasa por prension de las estructuras sociales subyacentes, de Meeks han contribuido a poner de relieve ele. nsamiento ético del de las comunidades paulinas. Pablo habria hecho un gran esfuer. 20 por combinar la fidelidad a la novedad del mensaje cristiano y el necesario respeto (acomodaci 3s de fuera (paganos, s dad en general); esfuerzo, en di de getho, propia de la secta, pet miento cristiano pondria asi de relieve no tol sino la capaci mno para encar- ‘uras profundamente diversas. Inte. resantes son también los estudios de Meeks sobre . Juan, No ob stante las necesarias precisiones a que haremos referencia més tarde, éstos han tenido el indudable mérito de I rencion sobre el papel que la comunidad joannica desarrollo en la confi. guracion simbolica del cuarto evangelio, 2. Modelo centrado en los roles y funciones ‘Asi puede ser denominado el modelo aplicado por G. Theis- sen en su libro Sociologia del movimiento de Jestis y en una large serie de articulos (parte de ellos recopilados en su obra Estudios (cfr. supra nt. 15), Christians, London 1987, Tu. Luckmann, The So- ial Construction of Reality: A Treatise in the Sociology of Knowledge, Garden City, N.Y, 1966, B. Scuwanrz, Vertical Clasification: A Study‘ Structuralism and the Sociology of Knowledge, Chicago 1981. ssen concede importancia fundament: cion del eri 10, al grupo representado Un grupo que habria practicado'u 1a de desprendi fundamentales de la vida st de vagabundos (muy proxima a consiguientemente en la predi Reino, Desde la perspectiva del profetismo ambulante habria q jes evangélicos marcados de un es} jon del verdadero mensaje del fen una iglesia que comenzaba a despegarse del radicalismo i cial para acomodarse a estructuras mas normales de vida, problematica, por ejemplo, surgida entre las comunidades ticas fundadas por Pablo y las de cufo tradicional judaico (como de la Jerusalén) tendria su raiz en la decidida aceptaciOn por par- te de Pablo de las normales estructuras del mun ciudad, casa 5 logicos deberes de orden f entre ellos el de trabajar para ayuda blo aparecia minado desde la base. por los fieles seria un evidente tes za en la ayuda del Seftor, y en la validez del mensaje predicado. Igualmente la crisis surgida en la comunidad de Corinto (proble- ‘mas entre «fuertes y dét A tendria de Theissen pueden se “2 Titulo de la traduccion espafiola (Madrid 1985) del original alemsn ‘Studien zur Sociologie des Urchristentums, Tubingen 1979, obra en la que ‘una serie de estudios aparecidos previamente en put blicaciones di farismo diversas categoria: ‘empleado en otro mas general l modelo «seta, especialmente estudio por ; i ark y R. Scroggs *. Este tipo de movimientos, como se 5s cateapria puede comprobar a lo a Pranaichere dissonance fe tipo mien sus experanzas no en elemento de autodisol tn instrumento.de reforzamiento de los rensificacion de su accion prow to fracaso de del grupo sino sobre los que se fundan 2) propuesia de nuevas bases para fundacién de un mundo nue ‘Sj eatdcter vali eas ymperse ante el fracaso de su muerte. La cognitive di ,a a profundizar en el por qué de la muerte del Mes sn que va acompafada del consiguiente reforzamien: proselitista. Lo mismo habria que decir del fracaso de las espectativas de una inmediata resolucién escatoldgica, espera- da para el periodo de la primera generacién. En vez de apagar ro de las primeras generaciones fa cristiana no se conforma como otras sectas paganas con «dejar hacer» (tal fue la tactica incluso de muchos judios, que encontraron la manera de vivir cémodamente ‘en un mundo pluralistico) sino que trata de provocar activamen- te, De ahi su compromiso proselitista y reformador. Este esquema ayuda sin duda a comprender no pocos com- portamientos de la comunidad cristiana primitiva, a condicién, sin embargo, de no pretender encontr: sdelo el punto de referencia decisivo de toda su cosmovisién ética, que no podria lerims, como la propuesta por ‘como acertadamente anota W. et .demas al papel fundamental di ivamente breve de dichos i LL Fesrmotn «H.W. Riscken- , Soncien, When Proph wren, When Prophecy F Minneapolis 1986 W. Sant, The Sociology of R 1, London 1967, 6-2 ane Christian communities as sectarian mo- (Edit), Christianity, Judaism ond! Other Groce, la capacidad de adaptacion de una moral no es sélo 5. salen ated Ot, cuestion de fronteras temporales sino ante todo de los contornos ingdom and Community: The Social World of Early de su comprensién de la responsabilidad *. Christianity, Englewood Cliffs (N.Y) 1975, sENBERGH, «Millenarism in Greco-Roman P ines, en: Reli- A Maddon, eae; aarworn "HW Racxan 5 Semen, Wi Ltranslocal» Otro modelo que puede resultar interesante es el propuesto por G. Snyder, que se funda en la tensién entre dos tipos de dina- Frustrated Beliefs and Early Christiani the Gospels of the New Testaments, ‘Snoccs, «The Sociological Interpretation of the New Testa: iments, pp. 173-174, ‘'W. Muexs, The Moral World, p. 102. cen: Numen 22 ida en la matriz soci lismo, La religion seria exponente y a la vez sercion de las modelo a la interpretacion del mentario, aunque reconoce la posit podria representar la dit tras que las Pastorales podrian ser exponente de un progresivo afianzamiento del modelo local Bie 5S. Modelo de «relacion asimétrica» del poder A Esel rapes empleado por B, Holmberg para explicar el ma concreto de relacioner de poder, vigente en las des paulinas desde Er i * tion dela autoridad. Sin negar el peso de las iones de poder, e la verdadera incidencia de los en cuenta Ik ca» (R. Bultmann. oh que 4 a smo, que intenta reducir todo el Proceso Metco Sl eiple conlicte‘c IntersscfOn de at Ideas Por su parte, Holmberg contempla la «autoridad» como n asimétrica de poder, legitimada por la miembros del grupo. El funcionami dad es de por si una cosa blo pudiera pensar sobre el 173) a Graydon Snyder ida por el autor en el Se- ismo en Tubingen 1977. y local complement in re of Authority in the in the Pauline Epistles, Philadelphia 1978, 8 nantes, tratando de pero con Oportunas, como en el caso de gal, tradicional y cari La autoridad carism: lades paulinas tendria bien poco que ver con isiasmo, De hecho Pablo hizo frecuent parable de weberiana de la ins por cuanto en el proceso de racional munidad pneumatica interviene no solamente la rutiniz los propios 10 toda una serie de factores que bro idad 2, En su i6n normal de la racionalizacién del carisma, proceso en su aparece como ecli especialmente desde el momento en que desaparece el ‘que éste no puede ser entendido en ‘caso conereto de la colecta realizada ‘a partir de las estructuras financie- ras de la comunidad no puede excluir el elemento interno que la acompafa, el ser fruto de la «caridad» 6. Modelos de inspiracion marxista Es conocida la frase de Marx en su introduccion a Zur Krivik der politischen Okonomie: «no es iencias. Con esta premisa sobre la soc del conocimiento resulta logico que ya desde sus comienzos el marxismo haya contado con autores interesados en aplicar las B. Houser; 0, p. 176. El autor critica la falta de precision de Weber al querer ‘el momento en que comienza el proceso de «ru: tinizaciéne, Mientras a veces pone coma comienzo la muerte ‘otros casos extiende dicho proceso a la vida misma del prof p. 163). 3B, Houmpere, ac, p. 192 4B, Houupenc, 2, p. 6. 26 técnicas sociologicas al estu recordar las obras de K. Kai portancia decisi- n cuanto elemento germinal de todo el proceso siguiente. En ello Machovec se muestra bastante més weber: cesores. Tampoco comparte con ellos el de las ideas. De hecho, proclamadas y, sobre todo, hechas experien- por Jestis, habrian tenido una importancia decisiva en el sformador del mo » por cuanto repre- hombre, de la con- niveles. El humanismo proclamado por Jests, seria el humanismo verdadero. En este sentido Jesus deberia ser aceptado como un verdadero marxista *, De corte muy diferente es el modelo ofrecido por Belo. Como 0 autor explica en la introduccién, se trata de una obra lidamente ecléctica en la que convergen elementos del mate- mo dialéctico, del psicoandlisis y sobre todo del estructura. smo. Del Jesiis de Marcos le interesa ante todo su «practica me- sidnica» orientada a transforma (econdmi ticas, ideologicas), Estas, s del modo de produc: ipo de Jesis se plega- ‘sub-asiatico» ccion que en el ban a-un modelo muy cor 3K. Kautsxy, Der Ursprung des Christentums, Stuttgart 1921. % M. Roane, Der Ursprung des Christentums, Leipzig 1967, 57 M. Macnovec, Jesus fr Atheisten, Stuttgart 1972, % F, Beto, occ, (cfr. nt. 13), % Gr. R. Scxoces, «The Sociological Interpretations, pp. 177-178. “© F. Beto define el modo de produccién subasistico tomando tex- tualmente los términos de G. Dhoquois: es el modo de produccién en el ue sel estado no se interfiere sino a nivel de las relaciones de produc cién, deduciendo una buena parte de lo superproducido y controlands tuna parte de los intercambios pacificos y guerreros (a.c, p- 57). ria de la de los zelotes racional, exponente de una lo parece tener poco que ver habla S. Pablo. Se trataria, en de de una formacién social radicalms ‘como elemento esen jencia con que ésta Y [a consi da, Para Belo la pre- uma so ido en un Jets ae trucre pacificamente, cargado de afios, sino solo en un Jest que tnuere asesinado, pues, segan sus palabras sla resurreccidn no podrd ser sino la cosecha de la insurreccidns * ° El modelo interpretative propuesto por Belo se encuadra evi {endencia actual a poner de relieve los elemen senderos ideol6gi se casan con la objetividad que caracteriza los métodos de las ciencias empiricas. No debe olvidarse que el método sociolégico no pretende xr sino «completar» las aportaciones vélidas de los demas métodos. IIL, Evawuacion. Reflexién critica Los diversos modelos presentados no pueden ser contempla- dos como leyes de la naturaleza a las que haya que otorgar una objetividad absoluta. Como acertadamente sefiala R. Scroggs, F, Bato, 2c, p. Atl: «iti incluso que Ia afirmacién dela posi ia resurreecién de los muertos puede a partir de hoy ate utopico de una FS (lormacin socal) radicalmente documental més completa, Tal es la critica que se puede hacer, por «jemplo, al anal que Meeks ha realizado sobre los escritos jodrnices que, ¢t snta puntos de evident i lor en orden al esclares gen del simbolismo anabati Meeks, tras poner en duda que deba ser abordada por la via de la lad» del simbolismo joannico. sugestiva pero a la vez arriesgada. Como muy levar a la construcci nocer a los numerosos motivos de la tradicién judai ++ W. Meeks, «The man from Heaven... p. 70 #8 R Senoces, ae, p. 177 2» delo es en G. Theisen. Si de una parte es to «profetismo ambi 10 no puede transform: tamos como ejempl ‘que Theissen propone de la vocacién de los apdstoles. to que el relato del joven rico puede poner de relieve la di: tad de ciertas clases sociales para seguir la pobreza evangéli ca, pero seria muy arriesgado pretender deducir de ahi que el factor decisivo de Ia vocacién de los discipulos fuera de orden econémico 0 que el grupo de seguidores de Jesus estuviera com: puesto de mendigos. Por ta que desde el principio Ia misién ambulante coexistié con la vinculacién estable a una tas ambulantes» hasta mediados del s. I1** detentaran la autori- dad sobre las comunidades cristianas locales. Bastaria recordar iad indiscutida que en la comunidad de Jerusalén ejer- no tenemos pruebas que se pueden presen- Mas graves nos parecen los prok tar desde el punto de vista de la iteraria. Theissen atti iado facilmente el orige igunos textos evangeli- jo del profetismo ambulante pospascual, sin tener en ‘cuenta que no pocos de estos textos (especialmente los pertene- fuentes Mc-Q) pueden remor tradiciones llo se debe al hecho de que para Theissen los evangelios \ G. Turissen, Soziologie der Jesusbewegung. Ein Beitrag zur Eniste- ungsgeschichte des Urchristentums (ThEx 194), Minchen 1977, p. 16. toda . Pasados los primeros afios yrobablemente no eran ya las casas en general de los poblados e! punto de apoyo de los itinerantes sino que existian ciertas casas destinadas ad ‘hoe. No hay tampoco que olvidar el hecho de que junto a los genuinos profetas surgieron pronto los vividores 0 «falsos profetass, contra los ue las cartas de S. Juan recomiendan estar atentos (2 - 3Jn). El manual ie iBuirlos (Did 11,22). Cfr. tans, p. 107 W. Masks, The Moral World of the First Ch 30 ofrecen de por si la imagen del mos cual se desarrollé en la region 70*, imagen que en principio se plegaria a las «antiguas tradi- «critica de las {uentes» anteriores a los sinép\ Por otra parte, no podemos olvidar que hay textos, especi mente los de Lucas sobre la pobreza, que responden a situac no se razada voluntariamente por idea- 1d sociol6gi en la que las plenamente a la ver de una pro: frente a las desviaciones que dicha inte- funda capacidad ci ion comportaba. ¢1 punto de vista metodoogic, que es lo que sobre to jeresa, debemos reconocer que el modelo propuesto por Theissen oftece numerosos elementos que pueden con idades (cfr. la sy fuertes» y los conflictos sna del Sefior). Pero para evi- de 1Cor 10-11 como forja- scompromiso») es necesario bastantes més factores de los que Theissen toma en consideracién, como se lo han recorda- do muy oportunamente T. Engberg-Pedersen © y W. Stegemann!. 3S Toman oc. 9 Gospel and Social Practice accordi 37) ales as a Urchristentum? Histori- sche und theologische Auseinandersetzung mit einer interessante Thes, au El reduce’ do soci ‘Acotaciones semejantes tendriamos que hacer al método slocal-translocal» de G. Snyder, que combina elementos de las teorias de Weber y de Durkheii puede ayudar a com. prender la evolucion del pe paulino hacia las formas izadas y conformi le las Pastorales. Se impone, sin embargo, una mayor matizacién en muchos puntos, plo cuando pretende aplicar la etiqueta de «trans-locals a li ra de Pablo. Es cierto que S. Pablo no circunscribié su accion a una comunidad determinada como tampoco se dedicé a no tiene por qué ser aliado necesario del méto- Pablo con su evangelizacién tendia a » capaces de integrarse plenamente en la (uaba en ellas lo hacia no con el talante del jsmo ambulantes sino adoptando los criterios de vida de las personas normalmente establecidas que desarrollan un oficio para ganarse la vida. Hacia una exegesis sociologica Las acotaciones presentadas, que podrian prolongarse_si- guiendo la obra de cada autor, no pretenden negar Ia validez fica de la opcién metodoldgica sino simplemente re la atencién en vistas de un mayor rigor en la a versos modelos. De hecho estos autores tienen el gran mérito de haber abierto la via a la que se puede denominar exegesis sociol6. gica, que se pres a y prometedora. la historia que le proporcionan el material sobre el que realizar los propios andlisis, Pero si la sociologia debe dirigir su mirada a estas ciencias no es menos cierto que éstas no pueden seguir con: sideréndose capace verdad so- bre los datos que ai tienen en cuenta el factor socio logico subyacente. se», en: W. Scilornorr - W. StEGEMANN (Edit), Der Gott der kleinen Leute, Munchen - Gelnhausen (vol. 2) 1979, pp. 94:120. guracion de un Tenguaje dado es px factores que lo han producido. De hecho ha visto, bajo el influjo de los métodos sociol su horizonte de comprension como se puede advertir en las obras de A.J. Malherbe”, W. Schotroff y W. Stegemann”, ‘Algo semejante podemos decir de la historia que, abandonan. do el positivismo del puro dato, va ori pasos hacia una rac curso a los modelos que le ofre vez més claramente la otra_procedencia (por ejemplo los aportados por la arqueolo- gia)’ y sirviendose de los modelos de andlisis que ofrece el mé- toria y sociologia establecer en las obras de enfoque exegesis propiamente sociologica y la exegesis Hay, sin embargo, en todas estas obras un comin denomina- dor: el interés por abrir nuevas vias de acceso a la comprension del evento salvifico, afrontando el andlisis de Ia realidad misma 7 AJ. Matense, Social Aspects of Early Christianity, Philadelphia STEGEMANN (Edit), Jesus vont Nazaret, Hoffnung Der Gott der kleinen Leute. Sovialgeschichtli- Testament; Il: Neues Testament, Munchen: Armen. Ober die Ursprung der Theologie der Armen im Neuen Testament, Minchen 1981. Cir. NK. Gortwato, The Tribes of Yahwe: A Sociology of the Reli gions of Liberated Israel, 1250-1050 b.C., Maryknoll (N.Y.) 1979; FS. Faic. The Social World of Ancie 33 vento-Jesis se plasmé en el gesis sociologica «se inscribe, ‘de comprension teolbgica» ™ Planteamientos nuevos Quisigramos terminar haciendo mencion de algunos temas ‘que han ido adquiriendo una nueva comprension a partir precisa- mente de la aportacién de las ciencias sociales. 1. El nivel de extracci6n social de los primeros cristianos. Se- gin una o} bastante general idad jabrian sido en su gran mayoria de extraccion ‘en los iltimos afios han permitido comprobar la inexactitud de nts, «Sociologia del movimiento de Jests», en: Lumen 34 pueblo en la moral de las comunidades jologico en los esis of 1 Peter. Its Situation and Strategy, Philadelphia 1981 TER Acuane, 0.¢, p. 15.

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