Una Guía Sobre El Arte de Perderse - Rebecca Solnit (Selección)

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Solnit ybre el Yacuri(e OEM ere wae Beas POE eR Rese eo ey me explican cosas, 2014), ‘Su obra River of Shadows gané el a Deng RRC! ‘ ie SE re et CC aL ” Det ee et Ciena ug SES Rese SRO CL Kirkus de no ficcién y el premio Rave de la revista Ne eer enue ke Ma ee a The Guardian y en 2010 fue elegida por la revista Utne Reader como una de las 25 personalidades visiona- eee Re eh Ure OR oes PTT Ue Race ee OTRAS OBRAS DE REBECCA SOLNIT Pea a gL Ween ata ae Ley RT Rn Technological Wild West, Nueva York, Viking, 2004, ea re ae ao ee Ua ICR a to cae er A Paradise Built in Hell: The Extraordinary Communities that Arise in Disaster, Nueva York, Viking, 2009. Ln a ee ED na Yes a Re Meo Parca CCL The Mother of All Questions, Chicago, EEE aa et ee Call Them by Their True Names, American Crises, ee OME eae ae Elogio de Una gula sobre el arte de perderse «E| libro més personal de esta indispensable escritora californiana, més sintonizada que nunca con los matices del mundo natural, aunque atenta a las provocaciones de su propio corazén y de su historia». San Francisco Chronicle «Una amalgama sugestiva de memorias, especulaciones filoséficas, saber popular, historia cultural y critica de arte». Los Angeles Times «Un conjunto de ensayos sublime. (...) ella ve en el acto de acoger lo desconocido un umbral hacia la trascendencia». Brainpickings «Esta meditacién sobre los placeres y los terrores de perderse ¢s (...) una serie de peregrinaciones que llevan a los lectores 2 vistas inesperadas». The New Yorker «Una oda al extravio y al descubrimiento de lo que yace al otro lado de la familiaridad. Para Solnit (...) perderse es mas que una circunstancia fisica. Es un estado de la mente que debemos acoger y explorar, una invitacién a descubrir mas sobre nosotros mismos en relacién con el resto del mundo». The Dallas Morning News ?4 Sen une 1190 mse Ae Una guia sobre el arte de perderse Tieulo de la edicin original: 4 Field Guide to Getting Lot Primera edicion en Argentina, febrero de 2020 Segunda reimprestn, abril de 2021 © Rebecca Solnit, por el eexto © Clara Ministral, por la traducci6n Lapreseneedicién ha sido licenciad a Fordo Editorial pore propieario de los derfosen espafl, Capitén Swing, por mediaci6n de Oh!Books agencaliceraia. ‘de esta edicién, Fiordo, 2021 ‘Tacuari 628 (C1071AAN), Ciudad de Buenos Aires, Argentina ‘correo@fiordoeditorial.comar www.Gordoeditorial.comar Direccién editorial: Julia Ariza y Salvador Cristofaro Disefio de cubierta: Pablo Font Revisién y correccién: Renata Prati ISBN 978-987-4178-43-5 Hecho el depésito que establece la ley 11.723 Inpreso en Argentina / Printed in Argensina Prohibida la reproduccién total o parcial de esta obra sin permiso escrito de a editorial. Solnit, Rebecea ‘Una gua sobre el are de perders / Rebecca Solni.- taeda reimp.- Ciudad Autonoma de Buenos Aires: Fiordo, 2021. 192 p:22,5x 14,5 em. “Traduccién de: Clara Miniseral ISBN 978-987-4178-43-5 1. Ensayo Literario, I. Ministral, Clara tad. IL Titulo. cpp 8i4 Rebecca Solnit Una gufa sobre el arte de perderse ‘Traduccién de Clara Ministral La puerta abierta La primera vez que me emborraché fue con el vino de Elias. Tendria unos ocho afios. Fue durante la Pascua, la festividad que conmemora la huida de los judios de Egipto y en la que se invita al profeta Elfas a entrar en casa. Yo estaba sentada en la mesa de los mayores porque cuando mis padres se juntaban con aquella otra pareja éramos cinco chicos y una chica, y los adultos habian decidido que era mejor que me ignorara su ge- neracién antes que la mia. El mantel era rojo y naranja y estaba abarrotado de copas, platos, bandejas, cubiertos y velas. Tomé por error la copa colocada para el profeta, que estaba al lado de mi vasito de vino dulce de color rojo rubi, y la bebi entera. Cuando al cabo de un rato mi madre se dio cuenta, me tam- baleé y sonre{ un poco, pero al ver su cara de disgusto intenté aparentar sobriedad y que no se notara que estaba achispada. Mi madre era catélica no practicante y la otra mujer habia sido protestante, pero sus maridos eran judios y a ellas les pare- cia bien mantener la tradicién por los hijos, asi que en lamesa de Pascua se ponfa la copa de vino para Elias. Segun algunas versiones, el profeta regresard a la Tierra al final de los tiem- pos y contestar4 todas las preguntas incontestables. Segan otras, anda vagando por el mundo vestido con harapos, res- pondiendo a las preguntas dificiles de los estudiosos. No sé si también segufamos el resto de la tradicién y dejabamos Rebecca Solnie una puerta abierta para que encrara, peto puedo imaginarme Ia puerta principal, de color naranja, 0 una de las puertas co- tredizas de vidrio que daban al jardin de la casa, situada en un pequefio valle, abiertas al aire fresco de la noche primaveral, Normalmente cerrdbamos las puertas con Ilave, a pesar de que en nuestra calle en el extremo norte de aquel condado nunca aparecla nada inesperado aparte de algin animal salvaje: cer vos que daban suaves golpecitos en el afalto por la madruga- da, mapaches y zorrinos que se escondian entre los arbustos. Dejar la puerta abierta a la noche, a la profecia y al fin de los tiempos habria sido una excitante transgresién de la costum- bre. Tampoco puedo recordar a qué nuevas sensaciones me abr la puerta el vino; quizé hizo ms placentero el no formar parte de la conversacién que estaba teniendo lugar, quiz4 pro- vyocd una sensacién de ligereza en aquel pequefio cuerpo para dl que la gravedad de este planeta de tamafio medio se habla vyelto algo tangible de repente. Deja la puerta abierta alo desconocido, la puerta que daa la oscuridad. Es de ahi de donde vienen las cosas més impor- tantes, de donde venimos nosotros mismos y también a donde iremos, Hace tres afios di un taller en las Rocosas. Una alumna trajo unacita que dijo que era del fl6sofo presocrético Menén. Decla asl: «Cémo emprenderds la busqueda de aquello cuya naturaleza desconoces por completo?». La copié y me ha acompafiado desde entonces. Esta alumna hacfa grandes foro- graflastransparentes de figuras que nadaban bajo el agua y las colgaba del techo dejando que la luz pasara a través de las imé- genes, de tal forma que, si andabas entre ellas, las sombras de fos nadadores se desplazaban por tu cuerpo y el propio espa- cio se volvia acuatico y misterioso. La pregunta que trajo esta alumna me parecié la pregunta tactica fundamental de la vida. Las cosas que deseamos son transformadoras, y no sabemos, 0 bien solo creemos que sabemos, qué hay del otro lado de esa transformacién. El amor, la sabiduria, la gracia, la inspiracién: jcomo emprender la busqueda de cosas que, en cierto modo, Le puerta ebierts tienen que ver con desplazar las fronteras del propio ser hacia rerritorios desconocidos, con convertirse en otra persona? En el caso de los artistas de cualquier tipo, sin duda es lo desconocido, esa idea, forma o historia que todavia no ha lle- gado, lo que hay que encontrar. La labor de los artistas ¢s abrir uertas y dejar entrar las profecfas, lo desconocido, lo extraho; es de ahi de donde vienen sus obras, aunque su llegada mage el comienzo del largo y disciplinado proceso mediante el cual Jas hacen suyas. También los cientificos, como sefalé en una ocasion J. Robert Oppenheimer, «viven siempre “al borde del misterio”, en la frontera de lo desconocido». Pero los cienti- ficos transforman lo desconocido en conocido, lo capturan como los pescadores capturan los peces con sus redes; los ar- tistas, en cambio, te adentran en ese oscuro mar. Edgar Allan Poe afirmé: «Todas las experiencias en el 4m- bito del descubrimiento filoséfico nos ensefian que, en esa clase de descubrimiento, son los elementos imprevistos lo que debemos calcular principalmente».! Poe yuxtapone a propd- sito la palabra «calcular», que implica un cémputo objeti- vo de hechos o cantidades, con los «elementos imprevistos», aquello que no se puede medir ni contar, solo intentar pre- decir. ;Cémo se calculan los elementos imprevistos? Parece tener que ver con el arte de reconocer el rol de lo imprevisto, de no perder el equilibrio ante as sorptesas, de colaborar con el azar, de admitir que en el mundo existen algunos misterios por lo tanto, que los cAlculos, los planes, el con- Jos elementos imprevistos quiza paraddjica que la vida mas nos esenciales y, trol tienen un limite. Calcular sea precisamente la operacién exige que hagamos. En una célebre noche del so! poeta John Keats iba charlando con unos amigos de regreso a Isticio de invierno de 1817, el rcorype» [1840], incluido en Jane M. 1 Edgar Allan Poe, «The Daguer 990, Albuquerque, Rabb, Literature and Photography. Interactions 1840-1 University of New Mexico Press, 1995, p. 5. Rebecea Soinit mi mente se enlazaron varias cosas y de pron- to comprendi qué cualidad es aquella que, especialmente en li- teratura, contribuye a formar un hombre de mérito (...). Me vefero ala “capacidad negativa es decir ala virtud que puede tener un hombre de encontrarse sumergido en incertidum- las sin sentirse irritado por conocer las 2 De una forma u otra, esta idea apa- ares sefialados como «Terra casa cuando «en bres, misterios y dud: razones ni los hechos».’ rece una y otra vez, como los lug: Incognita» en los mapas antiguos. «Importa poco no saber orientarse cn la ciudad», dice el fildsofo y ensayista del siglo xx ‘Walter Benjamin. «Perderse, en cambio, en una ciudad como quien se pierde en el bosque, requiere aprendizaje».> Perderse: una rendicién placentera, como si quedaras envuelto en unos brazos, ido, absolutamente Sheorto en lo presente de tal forma que lo demas se desdibuja. Seri laconcepcién de Benjamin, perdersees estar plenamen- te presente, y estar plenamente presente ¢s ser capaz de sumer- ginseen la incertidumbre yel misteio. Y no esacabar perdido, vino perders, lo cual implica que se trata de una eleccibn cons- ciente, una rendicién elegida, un estado ps{quico al que se ac- cede a través de la geografia. “Aquello cuya nacuraleza desconocemos por completo suele ser lo que necesitamos encontrar, y encontrarlo es cuestién de perderse. La palabra lost, «perdido», viene de la vor Jas del nérdico antiguo, que significa la disolucién de un ¢jército. Este origen evoca la imagen de soldados que rompen filas para volver a casa, sedan una tregua con el ancho mundo. Algo que 2 John Keats, The Complete Poetical Works and Letters of John Keats, ‘Cambridge Edition, Boston, Houghton, Mifflin and Company, 1899, p. 277. (Se cita traduccién de Concepcién Vazquez de Castro de John — oon Barcelona, Juventud, 1994, p. 29). «A Berlin Chronicle», Reflections: Essays, Aphorisms, Autobiographical Writings (ed. de Peter Demetz), Nueva York, Schocken, 1986, (Seca trae duccién de Klaus Wagner de Walter Benjamin, «Tiergarten», en Infancia en Berlin bacia 1900, Madrid, Alfaguara, 1982, p. 15). Le puerta abierta ” me preocupa hoy en dia es que muchas personas nunca disuel- ven sus ¢jércitos, nunca van mis all de lo que conocen. La publicidad, las noticias alarmistas, la tecnologia, el ritmo aje- treado de la vida y el disefio del espacio publico y privado se confabulan para que as/ sea. En un articulo reciente sobre el de los animales salvajes a los barrios residenciales de los suburbios de las ciudades se hablaba de jardines nevados llenos de huellas de animales y sin rastros de la presencia de nifios. Para los animales, estos barrios son un paisaje abando- nado, asi que deambulan por ellos con total tranquilidad. Los nifos no deambulan casi nunca, ni siquiera en los lugares mas seguros. A causa del miedo de sus padres a las cosas espanto- sas que podrian ocurrir (y que en verdad ocurren, pero muy de vez en cuando), quedan privados de las cosas maravillosas ocurren casi siempre. En mi caso, ese deambular durante Ia infancia fue lo que me hizo desarrollar la confianza en mi misma, el sentido de la orientacién y de la aventura, la ima- ginacién, las ganas de explorar, la capacidad de perderme un poco y después encontrar el camino de vuelta. Me pregunto ‘cuiles seran las consecuencias de tener a esta generacién bajo arresto domiciliario. Aquel verano en las Rocosas en que of la pregunta de Menén, sali a dar un paseo con los alumnos por un paisaje que nunca antes habia visto. Entre Ja blanca columnata que formaban los 4lamos temblones crecian unas delicadas plantas que me Llegaban hasta las rodillas, de hojas verdes con forma de rombos, conchas y abanicos, y en cuyos tallos la brisa hacia mecerse unas flores blancas y violetas. El camino conducia a un rio frecuentado por osos. Cuando volvimos, en la entrada al sendero hab/a una mujer robusta y de piel morena, una mujer con la que yo habia coincidido brevemente diez aftos antes. Que ella me reconociera y que yo larecordara fue sorprenden- te; que nos hici¢ramos amigas tras ese segundo encuentro fue un golpe de suerte. Sallie formaba parte del equipo de busque- day rescate en la montaha desde hacia mucho tiempo, y aquel ” Rebecca Sointt dia, en la entrada del sendero, estaba participando en una mi- sidn de rutina, una de esas operaciones de busqueda de sende- ristas que se pierden y que, segiin dijo, suelen aparecer cerca de donde desaparecieron. Estaba pendiente de su walkie-talkie y observando quién venia por aquel sendero, uno de los ca- minos por los que era probable que apareciera el grupo que se habla perdido, y asi fue como me encontré a mi. Esa zona de las Rocosas es como una tela arrugada, un abrupto paisa- je de montafias y valles que se extienden en todas direccio- nes, en el que es facil perderse y no muy dificil encontrar la forma de salit, si se baja hacia los caminos que discurren por el fondo de muchos de los valles. Para los propios voluntarios del equipo de busqueda y rescate cada rescate es un viaje alo des- conocido, Puede que encuentren una persona agradecida o un cadiver, puede que lo encuentren enseguida o tras semanas de invenso trabajo sobre el terreno, o puede que nunca lleguen a encontrar a los desaparecidos ni a resolver en absoluto el mis- terio de su desaparicién. “Tres afios més tarde volvi a ese lugar para visitar a Sallie y sus montafas y preguntarle por el fendmeno de perderse. Durante esa visita, un dia salimos a caminar por la Divisoria Continental, por un camino que empezabaa una altura de tres mil setecientos metros ¢ iba ascendiendo por crestas de mon- tafas, atravesando la tundra alpina que tapizaba el paisaje més alld de la linea arbolada. A medida que subiamos, la vista se fue extendiendo cada vez més en todas direcciones, hasta que pa- recié que nuestro sendero era la costura central de un mundo ribeteado en el horizonte por cordilleras azules con picos re- cortados, Llamar a aquel lugar la Divisoria Continental hacla que visualizaras el agua fuyendo hacia los dos océanos, la co- Jumna vertebral de las montafias extendiéndose a lo largo de casi todo el continente, que te imaginaras lineas que salian de ella hacia los puntos cardinales, que tuvieras la sensacién de saber dénde te encontrabas en el sentido mas metafisico, si ‘no en el més practico. Yo habria seguido caminando por esas Le puerta abierta ” alturas eternamente, pero los truenos procedentes de la masa de nubes que se habia formado y la aparicién de un enorme rayo llevaron a Sallie a decidir que emprendiéramos la vuel- ta. Cuando ibamos bajando, le pregunté por los rescates que més la habian marcado. Uno era el de un hombre al que habla matado un rayo, una forma nada extrafia de morir en esas cumbres y la razén por la que estdbamos bajando de aquella espléndida cresta. Luego me conté la historia de un nifio de once afios que se habia perdido, un chico sordo que también estaba perdiendo la vision a causa de una enfermedad degenerativa que termi- naria con su vida antes de tiempo. Los monitores del campa- mento en el que estaba habfan Ilevado a los niftos de excursién y los hab/an puesto a jugar a las escondidas. El nifto debié de esconderse demasiado bien, dado que al final del dia no fue- ron capaces de encontrarlo y él no supo volver. Ya de noche lamaron al equipo de busqueda y rescate, y Sallie se adentrd en la pantanosa zona con pavor, pensando que, con tempera- turas casi bajo cero, seria imposible que encontraran otra cosa que un cadaver. Buscaron por toda la zona y, justo cuando el sol empezaba a asomar por el horizonte, Sallie oyé un silbido y se dirigiéd corriendo al lugar del que procedia. Era el nifto, que tiritaba y tocaba un silbato, y ella lo abrazé y después se quité casi toda la ropa que Ilevaba para ponérsela encima al peque- fio. El nifio habia hecho justo lo que debfa; el ruido de la co- rriente de agua habia impedido que los monitores oyeran el sonido del silbato, pero él habia seguido silbando hasta que se habia hecho de noche, luego se habia acurrucado entre dos 4r- boles caidos y, en cuanto amanecié, habla empezado a tocar el silbato otra vez. Irradiaba felicidad por que lo hubieran encon- trado, y Sallie lloré de la emocién de haberlo hecho. Los equipos de busqueda y rescate han hecho un arte del en- contrar y una ciencia de como se pierde la gente, aunque el na- mero de salidas para rescatar a personas que se han lesionado © que han terminado en un sitio del que no pueden moverse “ Rebecca Solnit es igual o mayor que el de operaciones de busqueda de gente que se ha perdido. Hoy en dia, la ex cémo se pierde la gente, en el sentido que muchas de las personas que se p! arencién en el momento en que se pierden, nta de que no saben volver 0 no reconocen un arte en el prestarle atencién alos hitos del camino, acémo Jas diferencias entre el ca- cuando se dan cue! que no saben volver. Hay todo ¥ al tiempo, ala ruta que sigues, site giras para mirar atras puedes ver plicacién mds sencilla de literal de la expresién, es ierden no van prestando no saben qué hacer mino de vuelta y el de ida, a la informacién que te proporcio- nan el sol, la luna y Jas estrellas para en la que fuye el agua, a las mil cosas que convi orientarte, a la direccién jerten la natu- % taleza salvaje en(un texto)que pueden leer quienes conocen su +. lenguaje. Muchas de las personas que se ~ betas en ese lenguaje, que ¢s el de la $2 se paran a leero, También hay oto % Lx gustoen pierden son analfa- propia tierra, o bien no arte, el defencontrarse a Jo desconocidafsin que esto cause pénico o suftimien- to, el arte de encontrarse a gusto estando perdido. Quizds esta capacidad no sea muy diferente de la habilidad para «encon- ) trarse sumergido en incertidumbres, misterios y dudas»> de la gquc hablaba Keats. (Los teléfonos méviles y el GPS han reem- plazado esta capacidad y cada vez més gente los utiliza para pedir un rescate como quien pide una pizza, aunque atin que- dan muchos lugares a los que no llega la cobertura). Los cazadores se pierden con mucha frecuencia en esa zona de las Rocosas, seguin me conté una amiga de Sallie, Landon, sentada en su escritorio y rodeada de fotos de familiares y ani- males en el rancho que manejaba con su marido, ya que a me- nudo se apartan del camino cuando siguen alos animales, Me conté la historia de un cazador de ciervos que se detuvo a ob- servar el paisaje en una meseta que hacia ambos lados tenia unas fas de picos idénticas. Desde donde se enconeraba, una de las dos quedaba tapada por unos arboles, asi que avanz6 justo en la direccién opuesta a la que tendria que haber segui- . Bur do. Convencido todo el tiempo de que en cuanto pasara la La puerta abierta 5 siguiente cresta, 0 la siguiente, llegaria a su destino, siguid ca- minando todo el dfa y toda la noche, agotandose y enfriando- se. Enconces, delirante a causa de la grave hipotermia, empez asentirse acalorado y fue desvistiéndose y dejando un rastro de prendas de ropa que sirvié para seguirle la pista en los ul timos kilémetros. Los nifios, dijo Landon, s{ que son buenos para perderse, porque «la clave para sobrevivir es saber que.te has perdido»: nose alejan mucho, se acurrucan en algun lugar resguardado cuando cae la noche, saben que necesitan ayuda. Landon me hablé de las técnicas ancestrales y de los instin- tos que se necesitan en un entorno salvaje y de la asombrosa in- tuicién de su marido, que ella consideraba tan necesaria como as técnicas especificas de orientacién, rastreo y supervivencia que estudiaba ella. Una vez, su marido lleg6 con una moto de nieve hasta los pies de un médico que haba salido a dar un paseo en un invierno cilido y se habia perdido al quedar en- vuelto en una tormenta de nieve, pues gracias a algun instinto indefinible supo dénde estaba el hombre, congelandose en un lugar apartado del sendero, al otro lado de un prado cubierto de nieve. Un empleado del rancho comenté cuanto le habia extrafiado que en otro rescate, una noche en la que nevaba, se pusieran a buscar en silencio en lugar de llamar a los gritos a quien se habia perdido. El ranchero no grité porque sabiaa dénde se dirigia, y se detuvo al borde de la cornisa bajo la que estaba el esquiador al que buscaban, que no podia moverse. El esquiador habia intentando seguir el curso de un riachuelo, lo que normalmente es una buena técnica, pero ese arroyo se vol- via cada vez mds estrecho y profundo hasta convertirse en una serie de cascadas y abruptas caidas. No habia podido seguir avanzando y se habia quedado al pie de una de esas pendien- tes, hecho un ovillo con el abrigo sobre las rodillas. El abrigo mojado estaba tan congelado que casi habfan tenido que picar el hielo para quitarselo. Mc formé en estos temas con un experto en actividades al aire libre que insistla en que siempre, hasta en laexcursién més 6 Rebecca Solnit nintia, hay que llevar ropa para la Iluvia, agua y otras provisio- Nes, que se debe ir preparado para pasar fuera el tiempo que haga falta, pues los planes se tuercen yla tinica cosa segura acerca del clima es que cambia| Mis habilidades no son nada especial, pero parece que nunca lego mds que a coquetear con perderme, por calles, senderos, rutas y @ veces a campo travie- Sa, acariciando ese borde de lo desconocido que ayuda a agu- izat los sentidos. Me encanta salirme del camino, trascender lo que conozco y encontrar el camino de vuelta recorriendo unos cuantos kilémetros més, por un sendero diferente, con una brujula que se rifie con un mapa, con las indicaciones con- tradictorias y poco rigurosas de desconocidos. Esas noches sola en moteles de pueblos perdidos del oeste donde no co- fozco a nadie y nadie que me conozca sabe dénde estoy, no- ches transcurridas en compafifa de cuadros extrafios, colchas de flores y television por cable que me oftecen un descanso temporal de mi propia biografia yen las que, segun la idea de Benjamin, me he perdido _pero s¢ dénde estoy. Esos momen- f0s en que mis pies o mi coche rebasan la cresta de una coli- na o pasan una curva y me digo: es la primera vez que veo este lugar. Esas ocasiones en que algun detalle arquitecténico o ak guna vista que no habla notado en todos estos afios me dicen que nunca he sabido realmente dénde estaba, ni siquiera cuan- do estaba en casa, Esas historias que hacen que lo familiar se, _Yuelva otra vez extrafio, como las que me han revelado paisa- jes perdidos, cementerios perdidos, especies perdidas cerca de mi propio hogar. Esas conversaciones que hacen que todo lo demés desaparezca. Esos sucfios que olvido hasta que me doy cuenta de que han influido en todo lo que he sentido y hecho alo largo del dia. Perderse de esa manera parece el primer paso para encontrar el camino o encontrar otro camino, aunque existen otras formas de estar perdido. Da la impresi6n de que los pobladores de la Norteamérica del siglo x1x rara vez se perdian de una forma tan calamito- sa como la de aquellos a los que encuentran, vivos o muertos, Le punts abierts 7 Jos equipos de busqueda y rescate. Sali a buscar relatos sobre Ja experiencia de perderse y descubri que desviarse de su rambo duranre un dia 0 una semana no era ninguna catdstrofe para quienes no tenian una actividad fija y sabian vivir de la tie- ra, seguir un rastro y guiarse por los cuerpos celestes, los cur- sos de agua y lo que les contaban otros a la hora de desplazarse por lugares para los que atin no existian mapas. «Nunca en la vida me he perdido en el bosque —afirmé el explorador Daniel Boone—, aunque una vez estuve confundido por tres dias».* Para Boone esta era una distincién legitima, ya que habia sido capaz de regresar a un lugar en el que se orienta- ba y habia sabido como proceder hasta entonces. El célebre papel de Sacajawea en la expedicién de Lewis y Clark no fue principalmente el de guia, sino que hizo que el estar perdidas fuera una situacién mds sostenible gracias a sus conocimien- tos de las plantas utiles, las lenguas, gracias a que su presencia y lade su recién nacido indicaba a las tribus con las que se en- contraban que aquel grupo no venia en son de guerra, y gracias quizis a que ella sentia que todo eso era su hogar, o el hogar de alguien. Como ella, muchos de los exploradores, trampe- ros y pioneros blancos se encontraban cémodas en lo desco- nocido, ya que podian no conocer el lugar concreto en el que estaban, pero cn muchos casos la naturaleza era el lugar de re- sidencia que habian escogido. Los exploradores, me escribié el historiador Aaron Sachs en respuesta a una pregunta, «sicm- pre estaban perdidos, ya que nunca habian estado en esos lu- gares. Nunca esperaban saber exactamente donde estaban. Al mismo tiempo, sin embargo, muchos conocian muy bien su instrumental y tenian una idea bastante precisa de las trayecto- fias que habian seguido. En mi opinion, su habilidad mas im- portante cra sencillamente el optimismo que les hacia pensar 4, Citada en numerosas fuentes, hay multiples versiones de esta frase que se cuenta que le dijo a Chester Harding, quien habia acudido a retrarar « Boone cuando este tenia ochenta y cinco aftos. Rebecea Solnit w ncontrar el camino». El estar perdi- do, tal como me ayudaron a entender estas personas con las que hablé, era sobre todo urfestado mental, y esta afirmacién sirve tanto para todas Jas formas metaflsicas y metaforicas en que se puede estar perdido como para el que anda desorienta- do por el campo. La pregunta, entonces, s cémo perderse. No perderte nunca es no vivir, no saber cémo. ) perderte acaba contigo, y en algan Tugar dela terra incognita que hay en el medio se extiende una f Nidade descubrimientos. Ademas de sus propias palabras, Sachs tne envid un fragmento de Thoreau, para quien moverse por la vida, la nacuraleza y el sentido es el mismo arte, y quien pasa su- tilmente de uno a otro en una sola frase. «Perderse en los bos- gues es una experiencia tan sorprendente y memorable como valiosa», escribié en Walden. «Solo cuando estamos totalmen- we perdidos —y solo ace falta hacer girar 2 un hombre sobre S{ mismo con los ojos cerrados para que se halle desorientado cn este mundo—, tomamos conciencia de la inmensidad y de Ia extrafieza de la naturaleza. (...) Ng nos encontramos a noso- ros mismos hasta que no estamos perdidos, o en otras palabras, fhasta que no perdemos el mundo y podemos reconocer dénde estamos y cudl es la infinita extensién de nuestras relaciones» ? ‘Thoreau juega con la pregunca biblica que plantea de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su alma. Pierds el mundo entero, afirma, piérdete en él, y encontrards tu alma. que iban a sobrevivir y ¢ «:Cémo emprenderds la busqueda de aquello cuya naturale- za desconoces por completo?». Tuve la pregunta de Menén en la cabeza durante afios y entonces, cuando todo iba mal, mis amigos empezaron a regalarme historias, una tras otra, historias que, si no me dieron respuestas, al menos si parecieron $ Henry David Thoreau, Walden; or, Life in the Woods, Boston, Ticknor & Fields, 1854. (Se cita traduccién de Marcos Nava Garcia, Walden, Madrid, Errata Naturae, 2013, p. 182), La puerta ablerta 9 proporcionarme wna serie de hitos ¢ indicios. De forma inespe- rada, May me cnvid un largo pasaje de Virginia Woolf que habia copiado en letras negras y redondas sobre un papel liso y grueso, Era sobre una madre y esposa a solas al final del dia: « Ahora ya no tenia que pensar en nadie. Pod{a ser ella misma, existir por sf misma. Y de cso se sentia cada vez mas necesitada dltimamen- te: de pensar, bueno, ni siquiera de pensar. Estar callada, estar sola. Todo el ser y el quchacer, expansivos, rutilantes, alborota- dores, desvanecidos; y una se reducfa, con una especie de solem- nidad, a ser si misma, un nucleo de oscuridad que se insinuaba en forma de cunia, algo invisible para los demés. Aunque siguiera sentada tejiendo, con la misma postura erguida, as{ era que em- pezaba a sentirse a s{ misma; y este ser despojado de sus atadu- ras era libre de emprender las aventuras mds extrafias. Cuando lavida se sumergia un momento, el rango de experiencia parecia no tener limites. (...) Debajo todo esta oscuro, todo se extiende, ¢sinescrutablemente profundo, pero devezen cuando nos ele- vamos ala superficie, y eso es lo que ven los demas. Su horizonte parecia no tener limites». Este pasaje de Al faro me records otro texto de Woolf que ya conocia, su ensayo sobre el,pasear, que decia: «Cuando sa- limos de nuestra casa una tarde agradable entre las cuatro y las seis, dejamos atrds el yo que conocen nuestros amigos y pasa- mos a formar parte de ese vasto ejército republicano de vaga- bundos anénimos, cuya compajila es tan agradable después de la soledad del cuarto propio. (...) En cierto modo podriamos penctrar en cada una de esas vidas, lo suficiente para alimentar la ilusién de que no estamos atados a una sola mente sino que, por unos breves instantes, podemos adoptar los cuerpos y las _mentes de otros». Para Woolf, perderse era mas una cuestién mture, San Francisco, Westgate Press, 1930. (Se cita craduccién de Teresa Arijén de Virginia Woolf, « Merodeo callejcro: una aventura londinense», La muerte dela polilla y otros ensayes Bucnos Aires, La Bestia Equildtera, 2012, pp. 31, 45). 6 Street Haunting: A London Adve Armor bd Rebecca Solnit de jdentidad que de geografla, un ferviente deseo (incluso una necesidad imperiosa) de no ser nadie de ser cualquier otra persona, de liberarse de las cadenas que nos recuerdan quié- nes somos, quiénes los demds creen que somos. Esta disolu- cién de la identidad les resulta familiar a quienes viajan por tierras extranjeras y lugares remotos, pero Woolf, con su aguda Fr percepcién de las sutilezas de la conciencia, podia hallarla en | un paseo por su calle, en un momento de soledad en un si- | lldn, Woolf no era una roméntica, no celebraba es forma de | perderse que es el amor erético, en el que la persona amada se dn a que te transformes en eso que en como una cigarra que espera su Ila- siete afios, ya eres en el fondo, ese amor por el otro que es también un deseo de conectar con | tnmstrio que eesti mismo através del mister que son los | demas, Su forma de perderse era solitaria, como la de Thoreau. ‘Malcolm, a cuento de nada, me mencioné a los wintus del centro-norte de California, que pata referirse a las partes de su propio cuerpo no utilizan las palabras izquierda y derecha sino Jos puntos cardinales. Quedé cautivada por esa descripcién de tuna lengua, y el imaginario cultural subyacente, en la que da] yosolo existe en rlacion con el resto del mundo, en la que nol existe un ti sin las montaiias, sin el sol, sin el cielo. Como es- cribié Dorothy Lee: «Cuando el wintu se dirige hacia la cabe- cera del rfo, las colinas estan al oeste y el rio al este, y le pica un mosquito en el brazo oeste. En el camino de vuelta, las colinas siguen al oeste, pero cuando se rasca la picadura del mosquito se rasca el brazo este».” En esa lengua, el yo nunca esta perdi- do como lo estan muchas personas que se pierden en la natura- leza hoy en dia, sin saber por dénde tienen que ir, sin atender asu relacién no solo con el sendero, sino con el horizonte, la luz y las estrellas. El hablante de esa lengua, en cambio, estaria convierte en una invitaci | secreto, de manera latente, | mada bajo tierra durante dieci 7 Dorothy Lee, Freedom and Culture, Jersey, Prentice-Hall, 1959. La puerta abjerta ” perdido si no tuviera mundo con el que establecer esa co- nexién, se extraviarfa en|los limbos de la modernidadj como el subterraneo y los centros comerciales. En wintu, es el mundo d que es estable y el contingente eres tu, el que no es nada sin su entorno. No conozco otra cultura con mayor sentido de la ubicacién ylaorientacién, pero la lengua en la que esté arraigada esa con- ciencia de la direccién ya casi estd perdida. Hace una década habia entre seis y diez hablantes de wintu, seis personas que dominaban una lengua en la que el yo no es la entidad autdno- ma que creemos ser cuando vamos por el mundo con nuestras izquierdas y derechas. La ultima persona que hablaba la lengua wintu del norte con fluidez, Flora Jones, fallecié en 2003, pero el hombre que me envié esta informacién por correo electré- nico, Matt Root, mencioné que hay tres miembros del pue- blo wintu y un miembro de la tribu vecina Pit River que «han conservado parte de la antigua jerga y del sistema de pronun- ciacién del wintu». El mismo estudiaba la lengua y esperaba que se impulsara su uso para que su pueblo pudiera «empezar aestablecer conexiones con su pasado a través de nuestra len- gua. La visién del mundo del wintu es verdaderamente nica; es nuestra relacién intima con nuestro entorno lo que comple- = menta este cardcter tinico, y solo mediante la reintroduccién del pueblo, el lugar, la cultura y la historia, después de tanto tiempo, empezaran a cerrarse las cicatrices de la expulsién y de Jo que fue directamente un genocidio. Los precedentes de la pérdida de la lengua ala que asistimos hoy en dia». Ocomose afirmaba en un articulo reciente sobre el centenar de lenguas indigenas de California que estan desapareciendo a pasos agi- gantados: «Este alto grado de diferenciacién lingiiistica po- dria estar relacionado con la diferenciacién ecoldgica. Seguin esta visién, los hablantes adaptaban su vocabulario a los ni- chos ecoldégicos que ocupaban y la enorme diversidad ecoldgi- cade California favorecié su diversidad lingitistica. Esta teorfa Se ve sustentada por mapas que muestran que en las zonas con eae a2 Rebecca Solnit imales y vegetales también mayores cantidades de especies anii 8 hay un mayor nimero de lenguas>- Serfa lindo imaginar que hubo un tiempo en que Jos wintus estaban tan perfectamente ubicados en un mundo con fronte- ras conocidas que no sabian cémo era la experiencia de perder- oe, pero sus vecinos del norte, el pueblo Pit River o achumawi, sugieren que probablemente no fuera as{. Un dia quedé en reunirme con unos amigos para ver un espectdculo en un par- que de la ciudad, pero al no encontrarlos entre el publico me fai unalibrerta de segunda mano. Alli encontré un viejo libro en el que Jaime de Angulo, el indémito narrador y antropdlo- go espafol que hace ochenta afios paso un tiempo considera- Ble con este pueblo, escribié: «Quiero referirme ahora a un fenémeno curioso que se da entre los indigenas Pit River. Los indigenas se seferen a ello con un término que podsla tradu- cirse como vagal Dicen de una persona que “est vagando” 0 T que “ha empezado a vagar”. Pareciera que, en ciertos momen- tos de malestar psicol4gico, a un individuo se le hace insopor- table la vida en su entorno habitual. Ese individuo empieza «a vagar, Se dedica a deambular por el campo, sin rambo fij. Va haciendo paradas en distintos sitios, en los asentamientos de amigos o familiares, siempre de paso, sin detenerse més de unos pocos dias en ningiin lugar. No da ninguna muestra ex- terna de dolor, pena o preocupacién. (..) La persona errante, hombre o mujer, evita los pueblos y asentamientos, permane- ce en lugares agrestes y solitarios, en las cumbres de las monta- fas, en el fondo de los desfiladeros».” Esta persona errante no ¢s muy distinta de Woolf, quien también conocié la desespera- cién y el deseo de lo que los budistas llaman el no ser, deseo que Este articulo de Kerry Tremain de septiembre de 2004, «A Faith in Words», fue publicado en la revista de ex alumnos de la Universidad de California en Berkeley, California Monthly. Citado en la introduccién de Bob Callahan a la antoloj i gia por él editada, A Jaime de Angulo Reader, Berkeley, Turtle Island Press, 1979. La puerta abierte 4 al final la Ilevé a meterse en un rio con los bolsillos Hlenos de picdras. No sc trata de estar perdido, sino de intentar perderte. De Angulo continua diciendo que cse vagar puede con- ducir a la muerte, a la pérdida de Ja esperanza, a la locura, a distintas formas de desesperacién, o que puede dar lugar a en- cuentros con otras fuerzas en los lugares remotos a los que | llega la persona crrante. Concluye diciendo: «Cuando te has vuelto totalmente salvaje, es posible que algunos seres salvajes se acerquen a echarte un vistazo y quiz4 alguno te tome sim- patia, no porque estés sufriendo y tengas frio, sino tan solo porque le gusta tu aspecto. En ese momento se acaba el vagar y el indigena se convierte en un cham4n». Te pierdes porque sientes el deseo de estar perdido, pero en ese estado que de- nominamos perdido se encuentran cosas extrafias. «Todos los hombres blancos son personas errantes, dicen los ancianos», comenta el editor de De Angulo. Durante aquella larga temporada en que me llovieron las historias,|participé] en una lectura en un bar situado en una calle que habia dado al mar antes de que se ganara terreno al océano para ampliar la ciudad y poder meter unos cuantos edificios més en la cara norte de la peninsula de San Francisco. Lef un texto breve que terminaba con un aguacero y otro sobre el mar, y a continuacién fui ala barra a buscarme una bebida. Carol, la esposa del hombre que me habfa invitado a ir a leer, me hizo un gesto para que me sentara en el raburete asu ladoy termin6 contandome la historia del taruador que durante mu- chos afios habia sido su vecino. Después de varias décadas en- ganchado a las drogas, se le infecté una herida que se habia hecho inyectandose en la mano, Acabé en el hospital con una infeccién sistémica que estuvo a punto de costarle la vida y tu- vieron que amputarle el brazo, el derecho, el que usaba para trabajar, Para su asombro, sin embargo, después de todo el tiempo que habfa pasado acercndose a las puertas de la muer- tey volviendo a retroceder, el médico le dijo que estaba curado de su adiccién, Salié del hospital sin oficio pero limpio, listo a Py Rebecca Solnit para empezar de cero, una salida al mundo tan abrupta y abru- madora como la de un recién nacido. Habia tenido un dragén tatuado en ese brazo y ahora no quedaba nada mas que la ca- beza. Mientras la Ilevaba a casa en coche desde el bar, mi amiga Suzielme hablé\del verdadero significado de la representacién de la Justicia con los ojos vendados y la balanza. Suzic estaba di- bujando su propia baraja de cartas de tarot y reconsideraba el contenido de cada carta antes de pintarla. Segin un libro sobre la tradicién clésica, la Justicia estaba a las puertas del Hades para decidir quién podia entrar, y entrar significaba haber sido elegido para mejorar como persona a través del sufrimien- to, la aventura, la transformacién, para emprender un camino que, a través del castigo, conducia a la recompensa que es el yo transformado. Hacia que ir al infierno pareciera otra cosa. Y también sugerfa que la justicia es algo mucho mas complica- do ¢ incalculable de lo que a menudo nos imaginamos; que, si al final todo va a quedar compensado, ese final esta més lejos de lo que pensdbamos y resulta mucho mis dificil de medir. “También sugiere que acomodarse en una vida ficil puede ser sefial de que se ha abandonado el camino. Vete al infierno, pero sigue avanzando una vez que estés ahi y sal transformado. Al final, para representar la Justicia Suzie dibujé un grupo de cam- pistas reunidos alrededor de una hoguera, ya que decia que la ¥ justicia es ayudarnos unos a otros por el camino. Otra noche, \>_ lapareja de Suzie, David [me hablélde un biélogo hawaiano al m que habia conocido y que se dedica a perderse a propésito en la selva para descubrir nuevas especies. La densa vegetacién y los cielos encapotados hacen que la tarea resulte més facil ahi que en la meseta del territorio de los wintus. David llevaba afios fotografiando especies en peligro de extincién en la selva de Hawi y en otros lugares, y de algu- na forma parecia que sus conjuntos de fotograflas y las car- tas de tarot de Suzie se relacionaban. Las especies desaparecen cuando desaparece su habitat, asi que las fotografiaba sobre el x Ces Apaece La puerta abjerta a vacio de un fondo negro (lo que implicaba que a veces tenia que colocar una tela de terciopelo negro en los sitios més in- sospechados y en los climas menos propicios), de tal forma que cada animal, cada planta, aparecia a solas delante de la ne- grura, como posando para un retrato formal. Las fotografias también parecfan cartas, cartas de la baraja del mundo, en la que cada ser vivo describe una historia, una forma de estar en el mundo, un conjunto de posibilidades, y las cartas de esa ba- raja estan siendo descartadas una tras otra. Las plantas y los animales también son un lenguaje, incluso en nuestros idia- mas limitados y domesticados, en los que hablamos de un nifio 7 espigado o que huele a rosas, de tiburones financieros y fon- | dos buitre, o de que alguien es la oveja negra o una mosquita + muerta. Igual que las cartas de tarot, la flora y la fauna podrian leerse una y otra vez, no solo por separado sino también com- binadas, en las combinaciones eternamente cambiantes de una naturaleza que cuenta sus propias historias e influye en las nuestras, una naturaleza que estamos perdiendo sin que sepa- mos siquiera el alcance de esa pérdida. En verdad, el concepto de perdido tiene dos significados di- ferentes. Perder cosas tiene que ver con la desaparicién de lo resulta conocido, pero hay una cosa de menos, un elemento que falta. O bien te pierdes ti, y en ese caso el mundo se ha vuelto mayor que tu conocimiento de él, En ambos casos hay una pérdida de control] Imaginatda ti mismo desplazandote a través del tiempo y dejando atrds guantes, paraguas, pinzas, li- bros, amigos, casas, nombres. Esaes lavista que tienes si te sien tas en el sentido contrario a la marcha del tren. Si miras hacia delante, constantemente obtienes momentos de Iegada, mo- mentos de revelacién, momentos de descubrimiento. El vien- to te echa el pelo hacia atrds y eres recibido por aquello que conocido, perderse tiene que ver con la aparicién de lo desco- 5 ¥ 1 nocido. Hay objetos y personas que desaparecen de tu vista, tu t conocimiento o tu propiedad: pierdes una pulsera, un amigo, la Have. Sigues sabiendo dénde estds tt, Todo lo quete\rodea Pe 6 Rebecca Solnit nunca antes hablas visto. Avanzas a toda velocidad de expe- riencia en experiencia y lo material va quedando atrés, se des prende como la piel de una serpiente cn época de muda. Por supuesto, si olvidas el pasado pierdes la sensacién de la pérdi- da, lo que supone perder el recuerdo de una riqueza desapare- cida y de una serie de pistas que te gufan por el presente; noes tun arte de olvidar, sino de saber dejar atrds. Y cuando todo lo dems ha desaparecido, puedes ser rico en pérdida. Finalmente me puse a buscar a Menén, Pensaba que su pre- gunta formaria parte de una recopilacién de aforismos 0 frag- mentos, como los fragmentos de Heréclita, Tenia en la cabeza tuna imagen nitida de un libro que no existe. Habia olvidado, si es que alguna vez lo habia sabido, que Menén es quien da tiru- 7 loauno de los didlogos de Platén, Sécrates se enfrenta al sofista Menén y, como en todos los combates de boxeo amafiados que escribié Platén, destroza a su contrincante. A veces, al ir cami- nando, veo algo que a cierta distancia parece una joyaounaflory que unos pasos més adelante resulta ser basura. Antes de revelar- se por completo, sin embargo, parece algo hermoso. Lo mismo ocurre con la pregunta de Menén, aunque puede que solo en la florida traduccién con la que me topé la primera vez, fuera de contexto, Sécrates contesta asi a la pregunta: «Entiendo lo que } quieres decir, Menén. ;Te das cuenta del argumento tan contro- vertido que acabas de introducir, a saber:(que al ser humano no | tees posible indagar ni acerca de lo que sabe ni de lo que no sabe? } En efecto: ni vaa indagar sobre lo que sabe, dado que lo sabe y | no tiene necesidad de indagar sobre ellos ni lo vaa hacer sobre lo | que no sabe, dado que desconoce sobre qué indagar».'° Lo importante no es que Elfas alguna vez aparezca. Lo im- portante es que todos los afios las puertas se dejen abiertas alo oscuro/ La tradicién judfa sostiene que algunas preguntas son 40 Se cita traduccién de Oscar Martinez Garcia de Platén, de Séerates; Menén; Crdtilo, Madrid, Alianza, 2014, p.90. ae La puerta abierta + 7 mAs importantes que sus respuestas; y csc es el caso de esta. La pregunta, tal como la planted la fordgrafa del agua, fue como una campana cuyas reverberaciones permanecen mucho tiem) enclaireyse van volviendo cada vez ms débiles, pero no llegan a hacer algo tan simple como detenerse. Sécrates, o Platén, pa rece empeiiado en detenerlas. Surge la pregunta que surge con muchas obras de arte: {la obra significa lo que el artista preten- dia que significara, el argumento de Menén significa lo que élo | Plaron pretendfan que significara? ¢O tiene un alcance mayor 4 del que ellos pretendfan que tuviera? Y es que, al fin y al cabo, realmente no se trata de una pregunta sobre si se puede cono- cer lo desconocido, si es posible llegar a ese destino, sino sobre cémo emprender la busqueda, cémo hacer el viaje. A lo largo de casi todo el didlogo, Sécrates rebate y ataca a Menén con razonamientos légicos, argumentos ¢ incluso cdlculos matematicos. Para esta pregunta, sin embargo, recu- rre al misticismo, es decir, a una aseveracién de cardcter poéti- co ¢ imposible de corroborar. Tras su negativa inicial, afiade: «Y lo que dicen es esto; mira si te parece que dicen la verdad. Aseguran que el alma del hombre es inmortal; unas veces llega asu fin —a lo que llaman morir—, otras vuelve a nacer, pero nunca perece: por ese motivo es necesario pasar la vida de la manera més santa posible, ya que aquellos de quien “Perséfone el precio de su antiguo yerro / se ha cobrado, al sol en lo alto en el afio noveno / les devuelve su alma de nuevo, / para que de ellas surjan reyes gloriosos, / varones de brio pujante y grandioso saber, / a quienes por los tiempos venideros / los hombres habran de llamar héroes sagrados”. De este modo, siendo el alma inmortal y habiendo nacido muchas veces y visto todas las cosas, tanto aqui como en el Hades, no hay nada que no haya aprendido. (...) investigar y aprender es, sin, més, una reminiscencia».!! Sécrates dice que puedes conocer 11 Ibidem, pp. 91-92. * RebeceaSolnit lo desconocido porque lo recuerdas. Ya conoces aquello que te parece desconocido; ya has estado aqui antes, solo que cuan- do eras otra persona. Con esto simplemente se desplaza la ubi- cacién de lo desconocido: el desconocimiento de lo demas pasa a ser un desconocimiento de uno mismo. Menén dice: Misterio, Sécrates dice: al contrario, Misterio. Al menos ¢so ¢s seguro. Puede ser una especie de brijula. Lo que viene a continuacién son algunos de mis propios mapas. BT Peet re OMe alee Be Se UC Red Pee ies VU aT) «Fascinante, inspirador y escrito con gran belleza». lee en Bil eel eMC , 9"789874 "178435 Ph Ae Lol Taco TEs

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